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1. Conceptos básicos.
La interpretación de los derechos fundamentales es un problema trascendente que requiere
determinar adecuadamente la delimitación de los derechos y los límites a los cuales están
sometidos.
Así cuando los jueces deben proceder a proteger los derechos deben partir por delimitarlos,
vale decir, determinar sus contenidos y sus límites o fronteras, como asimismo resolver en
los casos concretos cual es ese contenido y límite.
Se habla de límites internos o inmanentes, entendiendo por ellos los que se derivan del
sentido y contenido de cada derecho. En el ámbito de la libertad de información se señala
que sus límites internos son la veracidad y la relevancia pública del asunto informado.
Se hace referencia también a los límites externos, aquellos que están fijados por otros
derechos o bienes constitucionales o fijados por el legislador en cuanto regulador y
autorizado para restringir el ejercicio de los derechos dentro del ámbito autorizado por la
Carta Fundamental (1).
La aceptación de límites externos de los derechos implica, como señalan Serna y Toller ( 2),
primero, estudiar en abstracto el derecho infringido por alguna norma, determinando si hay
una restricción inconstitucional de tal derecho; luego se precisa si teniendo en cuenta otros
bienes constitucionales en juego, la infracción se encuentra justificada, aplicando un
balancing test o ponderación, justificando la preferencia de uno sobre el otro en el caso
concreto por ser una limitación adecuada en virtud de un principio determinado, por ejemplo,
si es proporcionada a un fin legítimo y si es necesaria en una sociedad democrática.
En este razonamiento se toma, en la primera etapa, como señala Alexy, sólo el contenido
inicialmente protegido o prima facie, por el enunciado normativo constitucional del derecho,
estableciendo las facultades que se relacionan con el interés protegido por el derecho, sin
investigar si tal derecho daña o afecta algún otro derecho o bien constitucionalmente
protegido. En una segunda etapa, se establece el contenido definitivamente protegido por el
derecho, haciendo intervenir los límites que desde fuera afectan o restringen el derecho.,
produciéndose un pronunciamiento si hubo o no una injerencia ilícita o si la restricción está
justificada y no vulnera al derecho.
A su vez, los límites externos que establecen regulaciones y restricciones de los derechos
están en manos del legislador, aún cuando este está limitado por el contenido esencial de los
derechos, pasando de ser derechos previos al legislador a estar sujetos a la dependencia de
1
Ver Pietro Sanchís, Luis. 1990. Estudios sobre derechos fundamentales, Madrid, Ed, Debate.
Cianciardo, Juan. 2000. El conflictivismo en los derechos fundamentales, Pamplona, Ed Eunsa.
2
Serna, Pedro y Toller, Fernando. 2000. La interpretación constitucional de los derechos
fundamentales. Una alternativa a los conflictos de derechos. Buenos Aires, Ed. La Ley, página 20.
1
las decisiones legislativas que determinan los límites externos, lo que aumenta el riego de
conflictos entre dos o mas derechos.
Esto exige no confundir derechos y normas referentes a ellos, si los derechos se reducen a
las normas de tipo principio pueden colisionar con otro principio, lo que no admite debate, al
igual que los enunciados lingüísticos deben ser precisados en su alcance o matizados por
otros enunciados normativos tampoco admite discusión.
Como ya hemos analizado en el capítulo primero de este texto, los enunciados normativos
pueden formularse como reglas o principios, estos últimos a diferencia de las primeras no
tienen una estructura que establece una consecuencia jurídica concreta a un supuesto de
hecho también más o menos concreto, sino que se refiere a un estado que se considera
deseable u óptimo. Así los principios deben tener en consideración otros principios para
determinar su alcance preciso.
Los conflictos referentes a principios de derechos fundamentales deben ser vistos como
conflictos de derechos prima facie, mientras las reglas que limitan o restringen el ejercicio de
los derechos deberán ser consideradas disposiciones que están destinadas a precisarlos. Es
el conjunto de normas referente al mismo derecho la que determina la configuración del
derecho.
A su vez, si los derechos se identifican con las normas que los regulan, como señalan Serna
y Toller, “la garantía del contenido esencial acaba reduciéndose a lo que suele entenderse
como teoría relativa, que concibe dicha garantía no como un límite absoluto, sino como una
mera exigencia formal de que el legislador invoque algún bien o derecho que justifique la
restricción al derecho fundamental de que se trate ( 3).
Germán Bidart Campos, uno de los exponentes de esta perspectiva, sostenía que “Para
nosotros, lo que cabe admitir y proponer respecto de la Constitución argentina se puede
resumir de la siguiente manera: a) todas las normas de la Constitución, son en cuanto
normas, iguales en jerarquía; pero: b) cuando hay que interpretar la Constitución en torno de
dos o mas normas que se deben aplicar para resolver un conflicto sobre derechos e
intereses aparentemente contrapuestos, hay que dar prioridad al valor o bien de mayor
jerarquía por sobre el inferior que también esta comprometido en el conflicto; por lo que: c) la
igualdad de todas las normas constitucionales impide declarar una inconstitucionalidad de
cualquiera de ellas, pero en la interpretación armonizante y compatibilizadora de todas ellas
hay que preferir el valor o el bien (también cabría decir el principio) de rango superior” ( 4).
Esta jerarquización de los derechos depende de la valoración subjetiva del intérprete. Así
pueden valorarse los derechos desde su mayor o menor proximidad con la personalidad
humana, donde se jerarquiza el derecho a la honra y a la vida privada. En otra perspectiva de
3
Serna, Pedro y Toller, Fernando. 2000. La interpretación de los derechos fundamentales. Una
alternativa a los conflictos de derechos, Buenos Aires, Ed. La Ley, página 24.
4
Citado por Galaad, Raúl José de 1999. O Princípio da soberania como paradigma da interpretacao
constitucional, página 6.
2
valoración, puede considerarse de mayor jerarquía los derechos funcionales a la democracia,
donde la libertad de opinión e información adquieren mayor jerarquía.
Los derechos no constituyen compartimentos estancos donde pueden operar con plena
independencia y en forma autónoma, desintegrados unos de otros, sino que ellos constituyen
un sistema, donde el bien que justifica a cada uno de ellos se entiende en virtud del bien de
la persona en cuanto unidad indisoluble. Cada derecho y su respectivo bien coexisten, se
ajusta y armoniza con los demás derechos y bienes que se persiguen, constituyendo un
sistema armónico que tiene por fin la valoración y perfeccionamiento de las personas
humanas en cuanto tales y en su vida de relación dentro de la sociedad política. Cada
derecho debe ajustarse dentro del sistema de derechos a los demás integrantes del mismo.
Cada derecho puede ejercerse dentro del ámbito de su contenido y fronteras o límites
ajustado a la no superposición con otro u otros derechos que forman parte del sistema.
Ello implica también que cada derecho se ejerce dentro de su contenido y sus fronteras
inmanentes, por lo que nunca el ejercicio de un derecho puede constituir un abuso, ya que si
se desarrolla una conducta fuera del ámbito protegido no se está ante un abuso, sino ante
una situación de no derecho, ante una situación no protegida por el ordenamiento jurídico.
3
Alexy, uno de sus principales sostenedores, parte de la posible existencia de un conflicto
entre derechos fundamentales o de estos con otros bienes constitucionalmente
determinados, señalando que existe un conflicto en sentido estricto, cuando la colisión se
produce sólo entre derechos, y en un sentido amplio cuando el conflicto se produce entre
derechos y bienes jurídicos de rango constitucional, en tales casos se “pesan” los bienes en
conflicto en el caso concreto, determinando cual debe primar encontrándose mas justificada
para proteger el respectivo bien constitucional ( 5).
En estos casos, considerados como de antinomia no se pueden aplicar los criterios clásicos
de lex superior derogat lex inferiori, lex posteriori derogat lex priori o lex specialis derogat lex
generali. Ello es así porque estamos ante normas de igual rango normativo, donde no hay
normas especiales, sino que son mandatos de optimización.
A su vez no es aplicable la técnica de subsunción, ya que no estamos ante reglas que tienen
un supuesto predeterminado al que se adscribe una consecuencia determinada prevista
específicamente, sino ante principios o mandatos de optimización cuyas exigencias de
concretización no excluye la del otro derecho o bien jurídico constitucional en tensión.
Aquí solo es posible según sus sostenedores la ponderación o balancing, que constituye una
regla de uso jurisdiccional para la solución de conflictos entre principios, ello requiere
delimitar primero los derechos y principios en colisión, con el objeto de eliminar los posibles
conflictos aparentes y precisar el conflicto real y efectivo a ser resuelto, para luego establecer
una regla jurídica objetiva, general y provisoria de aplicación del derecho en el caso particular
y concreto, teniendo en consideración sus particularidades específicas, lo que implica
establecer distinciones arduas y complejas que posibilitan determinar la resolución del
conflicto.
El balanceamiento o ponderación no fija así el único significado atribuible a una norma, sino
que busca determinar el punto de equilibrio entre las posiciones de intereses en juego en el
caso concreto, lo que exige la existencia de una actividad interpretativa anterior que delimite,
reconstruya y califique los intereses que deben ser objeto de conciliación. La ponderación o
5
Ver Alexy, Robert. 1993. Teoría de los derechos fundamentales. Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales
6
Carpio Marcos, Edgar. 2004. La interpretación de los derechos fundamentales. Lima, Ed. Palestra,
página 126.
7
Alexy, Robert. 1993. Teoría de los derechos fundamentales. Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, página 92.
4
balanceo de derechos y bienes constitucionales implica necesariamente interpretación sobre
enunciados normativos constitucionales y una actividad de e ponderación de los intereses o
bienes que son enunciados normativos constitucionales contienen.
La crítica fundamental que se realiza a la teoría del balancing test es que no ofrece a
menudo un razonamiento que sirva de apoyo y fundamento a la determinación del “peso” de
cada derecho en conflicto, para privilegiar uno y desfavorecer al otro. No es posible
contrapesar bienes sin establecer un tertium comparationis, un parámetro en relación al cual
se pueda determinar el peso relativo de cada bien o derecho, lo que lleva eventualmente a
valoraciones discrecionales e inseguras. Asimismo, en la doctrina italiana Pace ha criticado el
balanceamiento o ponderación en el sentido que sostiene una interpretación normativa-
sustancial, que sustituye a lo normativo-formal, en la práctica, lo que supone que “el
intérprete sobreponga su propia jerarquía cultural a aquella expresada en el texto
constitucional” (9).
El mismo autor agregará que “la ‘ponderación de bienes’ carece de un criterio orientador de
este tipo en lo que se refiere a sus valoraciones; no es sólo que le falta una base de apoyo
sino que se encuentra siempre en peligro de sacrificar la unidad de la Constitución” ( 11).
8
Guastini, Ricardo. Principios de derecho y discrecionalidad judicial”. En su libro Estudios de Teoría
constitucional. México. Ed. UNAM-Fontamara, pág. 146.
9
Carpio Marcos, Edgar. 2004. La interpretación de los derechos fundamentales. Lima. Ed. Palestra,
pág. 116.
10
Hesse, Konrad. 1983. La interpretación constitucional. En Escritos de Derecho Constitucional,
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, página 48.
11
Hesse, Konrad. 1983. La interpretación constitucional, página 49.
5
parte de un sistema y una unidad que es la vida humana y en armonía con el bien de la
sociedad política en que conviven las personas, que el bien común, vale decir, se tienen con
los demás y en la sociedad de la cual cada persona forma parte ( 12).
En esta óptica, la primera pauta interpretativa para resolver los aparentes conflictos entre
derechos fundamentales es distinguir entre los derechos y las normas sobre derechos
fundamentales, buscando una armonización en el nivel de los derechos, no en el nivel de las
normas, lo que requiere superar la interpretación literal de las normas por una interpretación
sistemática y teleológica de los derechos, con el objeto de determinar el contenido de cada
derecho, evitando que el contenido de uno se sobreponga con el de otro, ajustándolos dentro
del sistema de derechos, pensándolos en forma armónica.
Los bienes humanos en tanto integran el bien de la persona en cuanto unidad son, por
definición un conjunto armónico compatible entre sí, que requieren ajustarse recíprocamente
teniendo en cuenta los bienes en juego, lo que no constituye una limitación externa al
derecho, sino el ajustamiento de hasta que punto y en que medida constituye la expresión de
un bien humano, teniendo presente la vida coexistencial de la persona con las demás
personas, lo que posibilita determinar los perfiles concretos de cada derecho y los contornos
de los bienes jurídicos limítrofes (15).
Esta perspectiva se ha ido desarrollando y consolidando en los países en los cuales los
derechos contenidos en los tratados o los tratados en materia de derechos humanos se les
asigna el carácter de normas constitucionales, como asimismo, en aquellos países en los
cuales las Cartas Fundamentales han previsto que los tribunales nacionales deben seguir las
pautas interpretativas de las jurisdicciones internacionales que aplican el derecho
convencional internacional de derechos humanos, lo que ha sido conocida como la doctrina
del seguimiento de las jurisdicciones nacionales de la doctrina y parámetros mínimos
12
Serna, Pedro y Toller, Fernando. 2000. La interpretación constitucional de los derechos
fundamentales, página 39.
13
Häberle, Peter. 1997. La libertad fundamental en el Estado Constitucional. Lima. Ed. Pontificia
Universidad Católica del Perú, página 64.
14
Serna, Pedro y Toller, Fernando. 2000. Interpretación constitucional de los derechos fundamentales,
página 42.
15
Serna, Pedro y Toller, Fernando. 2000. Interpretación constitucional de los derechos fundamentales,
página 53.
16
Sagüés, Néstor Pedro. 2002, La interpretación de los derechos humanos en las jurisdicciones
nacional e internacional. En Derechos Humanos y Constitución en Iberoamérica (Libro Homenaje a
Germán Bidart Campos). Lima, Perú, Ediciones Jurídicas Grijley, páginas 33- 52.
6
interpretativos desarrollados por las jurisdicciones internacionales o supranacionales en la
materia (17).
En materia de interpretación de derechos fundamentales son aplicables por regla general los
postulados de interpretación constitucional, aún cuando no pueden identificarse en forma
plena con la interpretación de los derechos fundamentales, en la medida que estos podrían
correr el riesgo de ser menospreciados en su significación el la vida jurídica del país. Los
derechos fundamentales a diferencia de las otras normas constitucionales tienen el doble
carácter de derechos de las personas (derechos subjetivos según la doctrina tradicional),
además de normas objetivas del orden constitucional que generan consecuencias para todos
los órganos estatales y para todos y cada una de las personas naturales o jurídicas
existentes en la sociedad. La interpretación de los derechos fundamentales es la columna
vertebral de la interpretación constitucional, donde juegan una función esencial los tribunales
supranacionales e internacionales y las jurisdicciones constitucionales nacionales. Las
primeras en cuanto con sus sentencias generan para los estados obligaciones de resultado,
cuyo incumplimiento vulnera el propio ordenamiento jurídico nacional, además de generar
responsabilidad internacional. Las segundas, vale decir, la jurisdicción constitucional
nacionales cuanto “supremo intérprete” de la Carta Fundamental y de los derechos
fundamentales en el plano nacional o interno.
7
Convención no pueden ser interpretadas en el sentido de “excluir o limitar el efecto que
puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y otros
internacionales de la misma naturaleza”.
El principio favor persona es llamado también de "integralidad maximizadora del sistema", tal
como señalaba Bidart Campos (21). El principio favor persona o pro homine implica una
interpretación que optimice los derechos fundamentales, dando preferencia a la
interpretación que mas fuertemente despliegue la eficacia jurídica de la norma. El principio
favor persona, pro homine o pro cives no exime al operador jurídico de realizar una
interpretación armonizante en el entendido de que todos ellos son derechos da cada persona
y de toda persona, lo que exige compatibilizar todos los derechos entre sí y con el bien
común.
El principio favor persona o pro homine se concreta también en la directriz “favor libertatis”
que lleva a interpretar la norma en el sentido mas favorable a la libertad y la eficacia y
optimización jurídica de la norma, asimismo, inversamente, cuando se trata de normas que
tienen por objeto restringir o limitar el ejercicio de derechos, además de estar
constitucionalmente justificadas y legalmente configuradas, ellas deben interpretarse en
forma restringida y nunca analógicamente, ya que en la materia juega la fuerza expansiva de
los derechos (22).
Asimismo, del principio “favor persona” o “pro homine”, se desprende también la directriz o
principio “favor debilis” consistente en que “en la interpretación de situaciones que
comprometen derechos en conflicto es menester considerar especialmente a la parte que, en
su relación con la otra, se halla situada en inferioridad de condiciones o, dicho
negativamente, no se encuentra realmente en pie de igualdad con otra” ( 23), de aquí surge el
principio o directriz pro operario o pro trabajador en el ámbito laboral.
Expresiones del principio favor persona o pro homine en el derecho procesal constitucional
esta dado por el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva o a la jurisdicción, favoreciendo el
acceso a la justicia, interpretándose las normas de manera de que se optimice el mayor
grado posible la efectividad del derecho a la jurisdicción. Así ante una interpretación que
restrinja el derecho a la acción y otra que lo posibilite, debe favorecerse aquella que lo
posibilita frente a aquella que lo restringe o limita. En el ámbito procesal penal este principio
se concreta en el derecho y principio de presunción de inocencia ( 24) y el principio indubio pro
reo.
21
Bidart Campos, Germán, "La Interpretación de los derechos humanos" en Lecturas constitucionales
andinas N° 3, Ed. Comisión Andina de Juristas, Lima, Perú, 1994, p. 34.
22
Pérez Trems. Pablo. 2001. “La interpretación de los Derechos Fundamentales”. En López Guerra,
Luis (Coord). Estudios de Derecho Constitucional. Homenaje al prof. Joaquín García Morillo. Sevilla,
Ed Tirant lo Blanch, pág. 126.
23
Bidart Campos, Germán. “Las fuentes del derecho constitucional y el principio pro homine”. En
Bidart campos, germán y Gil Domínguez, Andrés (Coord). El derecho Constitucional del siglo XXI.
Diagnóstico y perspectivas, pág. 18.
24
8
pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estado Parte o de
acuerdo con otra Convención en que sea parte uno de dichos Estados".
Así el operador jurídico debe siempre optar por la alternativa preferencial por la norma y la
solución que mejor satisfaga la protección de los derechos, y con ello, la dignidad de la persona
humana. Este principio es de aplicación general por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, por ejemplo, la O.C.7/85, determina que si una situación determinada le son
aplicables dos normas diferentes provenientes de distintos tratados, debe prevalecer la norma
que sea más favorable a la dignidad y protección de los derechos esenciales de la persona
humana. Este principio hermenéutico es perfectamente válido para ser aplicable en el caso de
normas de derecho interno y de derecho internacional de derechos humanos, debiendo
preferirse la que mejor proteja los derechos humanos, porque el sistema en su integralidad lo
exige, sea ello una norma explícita o implícita.
Este postulado determina que el juez debe aplicar siempre la norma más favorable a la
persona, con independencia de su rango jurídico, lo que plantea que en materia de derechos
fundamentales no siempre rige la norma de mayor jerarquía normativa, sino que dicho
principio se rompe debiendo aplicarse la norma que mejor protege los derechos de la
persona. Este principio se complementa y armoniza con el artículo 5º inciso 2º de la
Constitución chilena que establece la limitación de la soberanía por los derechos
fundamentales o esenciales de la persona humana. Como asimismo el deber de respeto y
promoción de tales derechos, ya sea que estos se encuentren contenidos en enunciados
normativos de derecho constitucional o de tratados internacionales.
En esta materia citaremos como ejemplo una sentencia de la Sala Constitucional de la Corte
Suprema de Costa Rica, suficientemente expresiva del principio hermenéutico analizado:
9
Cuando un Estado incorpora conforme a su ordenamiento jurídico el derecho internacional de
los derechos humanos, su derecho en materia de derechos fundamentales ya no constituye
un ordenamiento cerrado y hermético, sino que constituye un ordenamiento de doble fuente,
donde los derechos están asegurados y garantizados por fuente interna y fuente
internacional, existiendo una coordinación, armonización y optimización de los derechos
contenidos en ambos tipos de fuentes, eliminando las visiones o enfoques
compartimentalizados (26).
Así el operador e intérprete jurídico debe armonizar, compatibilizar e integrar las fuentes
internas e internacionales que contienen derechos ya que estas forman parte de un único
sistema o bloque de derechos que asegura y garantiza el ordenamiento constitucional,
debiendo siempre aplicarse el enunciado normativo que proteja en mejor forma los derechos
fundamentales de la persona afectada.
Así, como lo señala Haberle, el Estado pierde su tradicional carácter introvertido y se orienta
en cuanto Estado constitucional cooperativo, sobre el exterior” (28).
26
Cancado Trindade, Antonio. 1998. “Reflexiones sobre la interacción entre el Derecho
Internacional y el Derecho interno en la protección de los Derechos Humanos”. En AA.VV.
1998. V Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, México. Ed. UNAM, pág. 317 y
siguientes.
27
Desde la perspectiva del derecho internacional de los derechos humanos, ver Cancado
Trindade, Antonio. 2001. El derecho internacional de los derechos humanos en el siglo XXI.
Santiago. Ed jurídica de Chile, págs. 308 y siguientes.
28
Häberle, Peter. 2003. Cultura dei diritti e diritti della cultura nello spazio costituzionale europeo,
Milán, Ed Giuffre
10
deben ser interpretadas en conformidad con tales derechos, siendo ello aplicable a los
preceptos legales y demás normas del ordenamiento jurídico interno.
29
Hesse. Honrad. 1992. Escritos de Derecho Constitucional. Madrid. Ed. Centro de Estudios
Constitucionales, pág. 46-47.
30
Sentencia del Tribunal Constitucional, Rol N° 46, de fecha 21 de diciembre de 1987, considerando
22.
11
A su vez, si bien el señor Clodomiro Almeida fue sancionado por el Tribunal Constitucional en
1987, la reforma constitucional de 1989, eliminó el artículo 8° de la Constitución, ante lo cual
y en virtud de la solicitud del sancionado, el Tribunal Constitucional realizó los siguientes
razonamientos:
“Que en la situación es estudio nos encontramos con una nueva ley que modifica la
Constitución Política de la República, eliminando el carácter de ilícito de la conducta descrita
en el inciso primero del artículo 8° de la Carta fundamental de 1980 al derogar esta última
disposición;
“Que de lo anterior se desprende que la conducta por la cual fue sancionado don José
Clodomiro Almeida Medina no tiene en la actualidad y, en virtud de una enmienda
constitucional, sanción alguna debiendo aplicarse el principio pro reo descrito en el
considerando tercero de esta resolución, atendida su naturaleza y la historia fidedigna de su
establecimiento;” (31).
En base a tales consideraciones el Tribunal constitucional resuelve “dejar sin efecto las
sanciones impuestas a don José Clodomiro Almeida Medina por sentencia de fecha 21 de
diciembre de 1987 dictada por este Tribunal”.
i) una necesidad material, el medio debe ser el que afecte menos los derechos
fundamentales.
ii) La exigibilidad espacial, el medio debe ser aquel que establezca el menor ámbito de
limitación de los derechos;
31
Sentencia del Tribunal Constitucional, Rol N° 113, de fecha 14 de agosto de 1990, considerandos
4° y 5°.
12
iii) La exigibilidad temporal, supone la delimitación mas rigurosa del tiempo de aplicación
de la medida que afecta los derechos;
iv) La exigibilidad personal, debe limitarse en la medida de lo posible las personas que
sean afectadas en sus derechos.
32
Ver Suave, Surgen. 2003. Cincuenta años de jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal
Alemán. Montevideo. Ed. Jurídico Gustavo Ibáñez y KAS. Pág. 236.
13
medida, impidiendo medidas legales desproporcionadas que afecten los derechos en
relación con los fines.
Esta dimensión del principio de proporcionalidad implica un juicio ponderativo, vale decir, un
medio o método a través del cual se desarrolla el juicio, de indudable carácter valorativo que
se realiza en cada caso concreto, teniendo por tanto, una aplicación casuística.
14
El principio de progresividad de tales derechos implica la gradualidad en su implementación
y desarrollo, para que sus titulares puedan gozar de ellos y acercarse paulatinamente a su
pleno ejercicio, lo que exige interpretarlas como un mandato de realización de medidas
destinadas a concretarlos efectivamente (34).
Sin embargo, los derechos fundamentales de carácter económico, social y cultural, una vez
delimitados constitucionalmente o configurados legalmente adquieren la misma fuerza
normativa de los derechos individuales, constituyendo igualmente limites a la soberanía
como lo explicita el artículo 5º inciso 2º de la Constitución chilena, lo que se explicita con el
principio de prohibición de regresividad, vale decir, la prohibición de adopción de medidas o
políticas que desmejoren el nivel ya asegurado y garantizado del ejercicio de los derechos
económicos, sociales y culturales en relación a la situación actual y de cada mejora
concretada. Así, el operador jurídico, especialmente el juez constitucional, deberá determinar
a través de la interpretación que el legislador o administrador no establezca medidas
regresivas, es decir, medidas que reduzcan la eficacia del goce y ejercicio de los derechos
económicos, sociales y culturales y sus garantías en forma arbitraria o sin una adecuada
fundamentación constitucional.
Así, las dos principales Cortes internacionales de derechos Humanos de nuestro circulo de
cultura son unánimes en expresar que la interpretación de las normas en materia de
derechos humanos debe ser evolutiva, debiendo tener en consideración las transformaciones
ocurridas en el cuerpo de la sociedad política ( 36).
34
Abramovich, Víctor y Courtis, Christian. 2002. Los derechos sociales como derechos exigibles.
Madrid, Ed. Trotta, páginas 93 y siguientes.
35
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-10/89, Interpretación
de la declaración Americana de los Derechos y deberes del Hombre, de fecha 14 de julio de
1989, párrafo 37.
36
Cancado Trindade, Antonio. 2001. El derecho internacional de los derechos humanos en el
siglo XXI. Santiago. Ed. Jurídica de Chile, pág. 47.
15