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Previo al inicio de las sesiones de estudio, debemos tener


presente consideraciones, tocantes a la importancia que existe en
la comprensión satisfactoria de esta verdad con todo lo que en
virtud implica. Primeramente, diremos que el evangelio no es un
tema o tópico más en la palabra de Dios, no una doctrina
periférica, ni solamente la más importante. Afirmaremos mejor
que es aquí, y no en otra parte, donde converge el mensaje de la
palabra de Dios. De manera cumplida; el sitio donde todo lo que
ella trata puede encontrarse de manera objetiva. Constituye el
propósito de significación de toda la escritura, por cuanto todo
lo que Dios dijo de sí y de lo relacionado a Él radican de manera
concluyente en el evangelio de Cristo. Por esto acentuaremos
aquí, antes de empezar, durante y después de este breve estudio,
que es una necesidad para los perdidos, y único deber para los
escogidos, buscar incesantemente dar con la médula real de la
doctrina evangélica.
La segunda consideración al tratar este tema es que, al comprender
la primera, afirmaremos entonces que una comprensión pertinente
del evangelio esclarecerá nuestra visión de Dios y su voluntad. El
evangelio así, es el eje que articula todas las facciones, tópicos, y
doctrinas de la palabra de Dios. Por lo que, las verdades acerca de
Dios y su relación con los seres humanos, pueden contemplarse
de manera más plena, objetiva y veraz en proporción a la
profundidad de conocimiento espiritual dotado de este y no otro
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mensaje. A manera inversa también, si nuestro entendimiento de


él es distorsionado, también nuestra visión de Dios y su palabra. Si
el eje por el cual se articulan todas las doctrinas de la Biblia es
añadido, cambiado o movido de su lugar, el resto de las doctrinas
también se verán afectadas. Sin el evangelio verdadero, nada de lo
que se pueda decir acerca de otros temas apuntados en las
escrituras, tiene peso de validez, ni merece atención alguna.
Al ser consciente de las anteriores aplicaciones, observaremos
consecuentemente, y como tercera consideración, el peligro de
no dar la necesaria validez e importancia absoluta que el
evangelio en sí mismo posee. Contemplaremos de manera
inevitable, como las mayores y más trágicas desviaciones
religiosas que la iglesia sufrió desde el principio, sufre y sufrirá
seguramente, se deben a la pérdida de integridad y pureza o
centralidad que el evangelio tuvo para ella. Las escrituras afirman
que la eternidad del hombre, tanto para vida, como para muerte
se sujeta a su relación con el evangelio. Todo aquel que no lo
anuncie o enseñe como realmente es, se constituye enemigo de
Dios y de su iglesia, por ser ésta la única y suficiente revelación
de su persona y voluntad, como esperanza con la que cuentan
los hombres. (Gal 1: 8).
Es muy posible hoy oír acerca de personas que dicen hablar o
predicar el evangelio, mas si comparamos todas las acepciones
que se hacen de éste, encontraremos que se enseñan doctrinas o
ideas diferentes entre si, lo cual constituiría la posibilidad de que
existan varios evangelios. Sabemos obviamente que esto es falso,
que no hay más que uno, así como uno es el mensaje de las
escrituras, pues única es la mente de Dios que la inspiró. La
apreciación bíblica de las buenas nuevas, por tanto, nos
invitaran a alarmarnos al contemplar como las perversiones de
esta verdad ponen deliberadamente en juego el destino de los
hombres, tanto en lo que creerán, como así también, en lo que
enseñaran a otros.
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Detrás de todo lo ya afirmado, señalamos la gloria existente en el


hecho de redescubrir el evangelio bíblico. Es, en sí mismo, algo
que debería motivarnos en gran manera. Todas la revelación
bíblica tomara a nuestros ojos mayor luz en el esclarecedor
contenido del evangelio, y sobre todo, a causa de lo dicho, ante
una generación caída en apostasía y desviaciones religiosas, será
más agudo nuestro discernimiento de lo que es y no es de Dios o
se relaciona a El.
En las anteriores consideraciones introductorias no
encaminaremos ante no una doctrina únicamente, ni a un mero
mensaje, ni una enseñanza mas; Sino ante lo que la palabra de
Dios se propuso siempre decir a sus criaturas. Sugerimos con
ayuda de estas consideraciones, sean alineadas nuestras
concepciones acerca del cristianismo y el evangelio, a fin de
predisponer correctamente el entendimiento a la realidad de esta
plena revelación divina.

La palabra evangelio proviene del griego “euangellion”, la cual


primariamente significa tanto buenas noticias c o m o buenas
nuevas. Esencialmente son noticias buenas y nuevas en cierto
modo, si se tiene en cuenta la esencia del mensaje y también su
origen. En las escrituras el evangelio es referido muchas veces
como el misterio de Dios, aludiendo a una verdad tocante a algo
que Dios mantuvo oculto hasta cierto tiempo, y por ello es que
son nuevas. También podemos leer que se afirma de este misterio
tratarse de la salvación de los hombres, por lo cual también estas
nuevas son muy buenas. Esta definición de evangelio no es
problemática en si misma, ni ha originado contradicciones
tampoco. Pero es cierto que el entender que significa esta palabra
o de que se trata en líneas generales el evangelio a fin de cuentas,
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no implica que entendamos apropiadamente la esencia de su


mensaje, su aplicación a los hombres, como también sus
implicancias en las vidas de ellos. Este misterio esclarecido revela
cual es la voluntad de Dios y de qué forma se ha de cumplir. La
voluntad de Dios es que El ha de restaurar todas las cosas de la
creación, las cuales fueron corrompidas por el pecado del
hombre, y la forma en que ha de cumplirse es expiando, borrando
y quitando definitivamente la condenación del pecado a través del
cuerpo de su encarnación en el Hijo. Consta entonces de la
revelación del misterio de Dios a los hombres, el cual es
propuesto para la gloria de Dios y la bienaventuranza de los
hombres.
Este Misterio es presentado a los hombres en su constitución o
contenido para salvación, y con el propósito de santificar. Que es
el evangelio y como puede salvar, y en ello el propósito por el
cual salva. Primero lo que es y luego lo que quiere decir.

Llamamos la atención, para este estudio básico, a la presencia de


al menos tres referencias conceptuales, a partir de las cuales,
plantear la revelación del evangelio. Hablamos de Dios como el
hacedor de la obra y originador del acto revelador, del hombre
como el representante de la creación y así destinatario único de
ésta, y, como es obvio, del mensaje mismo de esa revelación.
Dios, el hombre y el mensaje del evangelio; la persona y obra de
Jesucristo.
Para este breve estudio tomaremos de esta manera tres
encabezados.
La Dignidad de Dios (1), La naturaleza y realidad del Hombre (2)
y la persona y obra de Jesucristo (3).
De esta manera para comprender el evangelio, básicamente,
según la palabra de Dio, de manera muy sintética e incompleta
hablaremos acerca de la persona de Dios, sus atributos y obras,
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luego el origen y cualidades del ser humano y su condición ante


Dios, y finalmente la persona de Jesucristo y su obra como la
revelación inmejorable de Dios a los hombres para salvación (Heb
1; 1-2). Dirijámonos por tanto a la disertación de la doctrina de
Dios.
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Para que este mensaje divino cobre a nuestros ojos la relevancia y


el sentido que en propiedad posee, debemos entender quien es
Dios. Para al menos aproximarnos a una idea pertinente acerca del
ser y personalidad de Dios, buscaremos articular nuestro estudio
en dos aspectos relacionables pero también diferenciables acerca
de Él; sus atributos, ya sean morales o naturales, y sus obras,
como expresión de sus atributos. La persona de Dios por un lado
y sus obras por otro. Todo ello lo encontraremos, como no puede
ser de otra manera, en su propia palabra, considerando y creyendo
firmemente que es allí donde se reveló a los seres humanos para
ser conocido, y en su voluntad, potencialmente comprendido. Las
escrituras contienen infaliblemente todo lo que Él afirmo acerca
de Él mismo.
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En Isa 46; 9 dicen las escrituras “Acordaos de las cosas pasadas


desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro
Dios, y nada hay semejante a mí,”
Es bueno que inicialmente y previo a cualquier otra afirmación,
tengamos en cuenta ésta que el Señor hace acerca de su ser en las
escrituras. Dios es único.

Siempre, en todas las ocasiones en que Dios hace esta


afirmación, esencialmente alude a que, Dios, como tal, es
perfecto, y la sumatoria de los atributos de su perfección, y de sus
obras perfectas, le aprueban como incomparable con toda y
cualquier existencia además de Él. Es único y por lo tanto una
unidad, es uno y por tanto una unicidad. Exo 20; 2-4 es otro, y
uno de los tantos pasajes en las escrituras, que muestran y exaltan
la exclusividad de Dios como inigualable y único, en contraste de
las bestias, los hombres y por sobre todo los ídolos que estos
pudieran hacerse para adorar o aferrarse a ellos. Muchas veces
podemos ver en el relato bíblico caer a los hombres en apostasía
contra Dios haciéndose ídolos, esto es, imágenes que adorar, ya
sean imaginarias o físicas. Mas siempre que esto ha ocurrido es
observable en la escritura que esto se debió al descuido, olvido,
incredulidad o ignorancia de la relevancia de la cualidad exclusiva,
única e inigualable que Dios mismo revela poseer.
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En Deu 6; 2-4 dicen las escrituras “para que temas a Jehová tu


Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo
te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida,
para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida
de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye
leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios
de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.”
El motivo medular por el cual los hombres abandonaban los
caminos de Dios e incluso se inclinaban a otros dioses es el
desconocimiento es incredulidad de la identidad del único de
Dios. El es único, y se ha mostrado como tal, dejándonos una
clara revelación que lo describe y así identifica su identidad única a
fin de ser reconocida. En el verso dos de esta cita bíblica, la
palabra que se tradujo como “temer” es también posible de
traducir como un causativo de; “reverenciar moralmente,
considerar con gran estima o incluso asustarse”, podría traducirse
como “para que reverencies con tu vida a Jehová” “para que
consideres (como debe considerarse) a Jehová”. Dios afirma en
este ejemplo que, explicita o implícitamente, su carácter, su
voluntad, sus afectos, y pensamientos se expresan en su propia
palabra, por lo cual, aquel quien la guardare, creyere, obedeciere, y
aun mas, viva por ellas y según ellas, podrá conocerlo, vivir cerca
de Él y aún en Él.
Vamos a decir que; un rey que gobierna un sin numero de
personas, por razones justas, decide ocultar su rostro físico de su
pueblo, y, solo a través de palabras, obras y testimonios
descriptivos que Él revelara, éstos pudieran conocerlo.
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Entendiendo que solo hay un soberano sobre ellos, aquellos que


se sujeten a sus fieles palabras podrán dar naturalmente con el
conocimiento de su rey correctamente. Podríamos entender sus
conceptos de justicia al contemplar sus leyes, su poder y gloria al
contemplar sus obras, la pureza de su carácter observando sus
acciones y relaciones con otros. De esta misma manera, aquellos
que añadieran a sus obras interpretándolas caprichosamente,
impusieran su punto de vista ante su testimonio, o tuerzan el
sentido de sus actos con otros seres, distorsionarían la
personalidad del rey, y no solo no lo conocerían apropiadamente,
sino que además se harían de otro gobernador fabricado por sus
ideas que no es el autentico y único rey que gobierna sobre ellos.
Fabricarían en su mente al rey que a ellos les gustaría que fuera y
no el verdadero, aquel que a ellos se les parezca más, y no el rey
que realmente es. De esta manera ocurre con Dios, quien como
dijimos, se dio a conocer a través de un testimonio propio, puesto
que al Ser quien Es, nadie podría testificar por Él fielmente sino
Él mismo. Dios Es conocido a través de lo dicho por El mismo
acerca de sí.

En los días que vivimos, suele olvidarse esta verdad fundamental


de Dios. El es único, y a su testimonio, entonces, existe una única
lectura posible acerca de Él. No puede ni debe creerse en otro, y
todo lo que El halla hecho o dicho, debe considerarse partiendo
de la base de su ser y carácter único. Nada tiene que ver aquí lo
que queramos creer de Dios o nos gustaría que fuera. Exo 3; 14
dice que Dios dijo a moisés “YO SOY EL QUE SOY” es decir,
“yo Soy como Soy”, entonces, el Es el que Es y seguirá siendo así
como dice ser. Observen por un segundo a todos los seres
universal e históricamente, y hallaran que todos tienen, sin
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excepción, una concepción intelectual del ser de Dios. En la


mayoría de los casos coincide esta idea con la de un ser perfecto,
extra-mundano y personal. Sin embargo, este pareciese cambiar su
identidad en relación a los cultos, prácticas y religiones que
aseguran conocer al Verdadero. En los círculos que dicen ser
cristianos, inclusive, también se pueden ver numerosas iglesias que
reclaman tener relación con el Dios autentico, pero, una vez mas,
cuando indagamos en sus convicciones y enseñanzas existen
contradicciones entre ellas y entre sus propios dichos acerca de
Él. Es entonces absurdo pensar que todos tienen verdad, puesto
que si esto es así, tenemos un número incalculable de dioses al
observar a cada uno describir a un dios opuestamente diferente al
que otro describe, con voluntades enfrentadas. Ante este y otros
problemas, concluiremos con esta declaración; Dios solo es quien
dice ser. Dios no fue, ni será; sino que ES para siempre. Les
alentamos por tanto a buscar el conocimiento de Dios con gran
ansia y celo sobre el infalible e inerrante testimonio de las
escrituras. Si hay Dios y Dios es único y exclusivo, conocerlo
verazmente debería tomar el timón de nuestras vidas. El
conocimiento de Dios, del Dios verdadero, del único Dios
verdadero, consistirá por tanto en reconocer su autentica
identidad a la luz de su propia palabra.

El Dios único es rebelado en tres personas distintas. Estas no son


diferentes, es decir poseen igualdad en sus atributos divinos, pero
si diferentes pues no comparten su individualidad. Esto es Dios el
Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. El Padre es el Padre
y no el Hijo, y el Hijo es el Hijo y no el Espíritu. Mas los tres
como un Dios son la divinidad única y no tres dioses. Estos tres
son personas que representan una diferencia dentro de la unidad
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que subsiste divinamente por sí misma. Cada persona es Él, mas


cada una posee individualidad en forma y propósito. El padre es
director, el hijo es el ejecutor, el espíritu es el aplicador y
realizador (1ª Ped 1: 2, 1ª Cor 13: 14). Aun que es fácil de no
entender, o de mal interpretar, las mismas escrituras afirman en
seguidas ocasiones que estas son tres personas que habitan en el
ser Dios. Pero podemos deducir que son tres individualidades de
Dios a través de las cuales realiza obras distintas en vistas a su
único propósito. Dios es uno y trino, la realidad de Dios es
revelada en una triunidad. Para estudiarlo mejor observen,
mediten y reflexionen estos pasajes;

La Divinidad invisible, iniciador, formador y supremo, director,


decretador. Es Dios quien dispone estas acciones por medio de
sus atributos en la Persona del Padre.

La Divinidad visible. El brazo ejecutor del pensamiento del Padre.


Dios es quien efectiviza o ejecuta sus disposiciones soberanas por
medio de su acción en la persona del Hijo, El verbo, la palabra.
Quien según Heb 1; 1-2, es la forma por excelencia por medio de
la cual se dio a conocer a los hombres; “Dios encarnado”. Es la
expresión visible de la deidad a su creación. Este verbo (Ver
texto), la palabra, se hizo carne y habito entre nosotros en
Jesucristo. Aquí hablamos de la humanización de la deidad no
hablamos solo con un propósito redentivo, sino también
revelador en y a la creación como la persona obediente que
cumple la voluntad del Padre. Como Dios mismo decidiendo y
llevando a cabo en una y otra de las personas que en El subsisten.
Como leemos “En el hijo habita Toda la plenitud de la deidad”
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Col 2; 9. El hijo es tanto Dios como el Padre y el Espíritu.

La divinidad personalmente activa con y en cada particularidad.


En el pasaje citado en romanos podemos ver a Dios (Padre) y al
Hijo con la cualidad de Dios mismo. Como Dios entre nosotros.
Como quien economiza la acción del padre en el hijo, y así aplica
y relaciona personalmente hacia las criaturas. Es el espíritu de
Dios que habita en los creyentes genuinos. De esta manera se
expresa como el inconcebible en el Padre, como conocible en el
Hijo, y como relacionable en el Espíritu Santo.

Dios es único, por tanto no hay tras dioses. Dios es trino, es decir,
es tres personas. Las tres personas son distintos por cuanto su
forma y ministerios son diferentes hacia su única voluntad.
Acerca de las tres personas de la deidad, hablaremos de forma
más abundante mas adelante. Por el momento es bueno para
comprender al evangelio como el mensaje de Dios afirmar estas
verdades. Acerca del ser de Dios, es indispensable se tenga
presente la unicidad y unidad de la deidad, como también la
homogeneidad real presente en la coexistencia de tres personas en
un único Dios.
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Nuestro Dios es un ser, y como tal, posee potencia y capacidad


como también carácter y voluntad. Cuando hablamos de Dios
afirmamos que es este una persona, es decir, que posee atributos
propios de personalidad y carácter. Dios es alguien y no algo,
Dios es “el” o “aquel” y no “eso” o “este”. Los Atributos no
deben jamás ser apreciados como accidentes sino como virtudes
esenciales. Los atributos de Dios son las perfecciones de Él y son
éstos por lo tanto, distintivos e identificativos. Estos no son
únicamente quienes describen a Dios como realmente El es, sino
que son estos los que conforman la esencia misma de su
identidad. Si obviamos uno de sus atributos dejamos de referirnos
a Dios, como también, cuando desentendemos la naturaleza de
alguno de éstos, Dios es al mismo tiempo ignorado y no
conocido. Dios es la conformación unitaria y homogénea de sus
virtudes, facciones, perfecciones o atributos. Es decir Dios es la
unidad de sus atributos, por lo que estos atributos son sus ser y su
ser sus atributos. Al estudiarlos en particular reconoceremos al
único Dios tal y como ha sido revelado por el mismo a través de
su palabra.
De forma general observemos los más claros en las escrituras a
través de la lectura y estudio de algunos pasajes.
“En el principio creó Dios los
cielos y la tierra.” (Gen 1; 1)
Todo lo que es y existe desde el principio por Él fue formado, y
subsiste por su aliento y poder. Todo ser viviente es por El y de
El depende que sigan siendo, de la misma manera con el cielo, la
tierra y el universo. Todos y todo son por El, de El y para El. El
es la razón que dio origen a todas las cosas y todas le debe
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adoración pues es su propia gloria el propósito de su existencia.


Todo ser que no es Dios fue creado por Él y de Él depende su
subsistencia, nada sería si Él no le hubiera llamado a existencia.
Todos los seres por tanto debieran de darle honra, alabanza y
agradecimiento infinito por haberles concedido ser y existir, a
sabiendas de que de Él y para Él son y deben ser.
“el bienaventurado y solo
Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores,” (1ª Tim 6; 15)
El gobierna y posee, por tanto, todo el control sobre todo cuanto
a creado, y nada ni nadie escapa de su autoridad ni excede a sus
juicios. Todo lo posee pues por el fue hecho, y tal es la razón de
su posición eminente o supremo por sobre todos los seres y
dominios. Es supremo y esta por encima de todos, gobierna y
reina según el puro afecto de su propia voluntad. Hace lo que
quiere cuando quiere como quiere, pues posee todo dominio y
derecho sobre la creación como obra de sus manos. Todos los
seres por tanto deberían someterse a su Señorío y Obedecerle
inapelablemente.
“por que escrito esta sed santos
porque yo soy Santo.” (1° Ped 1; 16)
Santo en la Biblia es consagrado o apartado. Como atributo define
la excelencia moral de Dios y en ello su separación opuesta a la
corrupción. Es contrariamente apartado de toda forma de mal
moral. Pues es perfectamente puro, no puede corromperse, y se
opone a la impureza. Toda forma de inmoralidad y pecado como
obras de las tinieblas se condicen con la propia naturaleza divina y
se oponen a ella así como ella a la maldad. El es apartado y en El
toda excelencia y virtud. Todos los seres por tanto debieran ser
santos y puros moral y racionalmente, odiar toda forma de
corrupción y toda forma de pecado a fin de agradar y comunicar a
su Señor.
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“Porque Jehová es justo, y ama la


justicia; El hombre recto mirará su rostro.” (Sal 11; 7)
El reino del soberano creador es justo en todos sus juicios, ya que
como sabemos esta soberanía es santa. Este atributo nos dice de
Él que, según su carácter, arbitra y administra sentencia hacia la
realidad moral de la creación, sean obras, pensamientos o
actitudes. Castigará al culpable y no dará por inocente al
trasgresor. El no hace nada por que es justo, algo es justo porque
Dios lo hacer, es decir, siempre administrara su gobierno con
equidad y exacta rectitud. Todo esto debido la razón natural de
ser el Señor mismo la fuente de la justicia, el parámetro del bien y
el mal, y a la vez, el juez soberano de la creación. Todos los seres
por tanto debieran cumplir sus mandamientos además de obrar
con justicia a fin de ser inocentes e irreprensibles ante su juicio.
“El que no ama, no ha conocido a
Dios; porque Dios es amor.” (1° Juan 4; 8)
Este pasaje no solo afirma que Dios ama en gran manera, si no
que Dios es amor. El amor es inherente a su persona, es este
propio a la naturaleza de su ser. Lo que su carácter es, y lo que
hace, definen el amor correctamente. El amor solo es conocido
cuando Dios es revelado. Toda la plenitud de la deidad es
contenida en el amor. Como si hablásemos del corazón de Dios al
hablar del amor, como la razón donde es resumida e
inclusivamente representada la persona divina. Por lo que toda
acción o expresión de El debe leerse como provista del amor,
pues según sí mismo no puede no amar. Todos los seres por
tanto, debieran amar a Dios como el ama, por haberlos amado al
hacerlos y darles vida para El, como así también a nuestro
prójimo por ser sus creaciones amadas.
“Porque tú, Señor,
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eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con


todos los que te invocan.” (Sal 86; 5)
Este Dios santo y amoroso es misericordioso. Es decir, su
carácter es de gracia, pues es dispuesto a favorecer a pesar de los
meritos y la dignidad de los hombres. Este atributo es evidente en
sus obras y actos: ningún ser de El merece en si mismo nada,
nadie vale algo por sí y nada sería algo de no ser por sus dadivas
inmerecidas. La existencia de todo, la vida de todo, como también
su subsistencia son ejemplos de sus actos de misericordia. Todos
son insuficientes e indignos ante El, mas Éste, por su propia
bondad, es benigno con muchos. Dios siendo justo, en su
misericordia, además, se compadece de la insuficiencia y
limitación de sus criaturas. El se apiadara de quienes no merecen
su piedad, y aplacara su ira a fin de que el culpable se vuelva de su
mal camino. En otras palabras; Dios se apresurara aliviar la
miseria de los individuos ya que todos son radicalmente inferiores
a Él. Nada en si mismo merece algo de su mano, nada existe por
que debe ser así, nada vive por que así tiene que ser, esto sucede
por que el Dios bueno así lo determina. Todo absolutamente es
por su bondad que nada ni nadie merece. Todos los seres por
tanto, al considerar su condición de miseria suma en
independencia de Dios debieran ser de Él en todo dependientes, y
hacer misericordia con su prójimo bajo cualquier circunstancia en
amor, puesto que ante Dios, ambos son tan miserables y por tanto
necesitados de misericordia.
“¿Se ocultará alguno, dice
Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice
Jehová, el cielo y la tierra?” (Jer 23; 24)
Dios es espíritu y la inmensidad de toda su esencia, deja sin
capacidad a cualquier espacio físico para contenerlo. Dios está en
todas partes. Esta presente siempre en todo sitio. Sus juicios son
perfectos pues El es testigo de todos y todo siempre. El
grandísimo Dios lo llena todo y todo Él esta en todo espacio, en
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todo tiempo, desde y hasta la eternidad. Todos los seres por tanto
no debieran huir de Él e ignorar su real y perpetua presencia, ni
mucho menos actuar como si este no existiera, ni estuviera
presente en todas sus obras la cuales deberían ser pensadas y
hechas entendiendo que Él es testigo de ellas en todo tiempo.
“El es Todopoderoso,...,
grande en poder;” (Job 37; 23)
Dios todo lo puede, Es la fuente de toda forma de poder.
Sencillamente no hay nada imposible para Dios, y más aún, no
hay siquiera algo difícil. El no es muy fuerte, ni es muy poderoso;
Dios tiene todo el poder. Todo lo que tiene energía o fuerza para
hacer, no la poseen por sí mismos, si no que de Aquél que tiene
todo el poder provienen. Como creador es digno de todos y tiene
todo derecho sobre ellos, como soberano gobierna sobre ellas,
como ser justo lo hace con equidad, pero como ser omnipotente
sabemos que puede hacer todo lo que quiera, como quiera,
cuando quiera, por que posee tanto derecho y dignidad como
también capacidad y potencia para llevar a cabo todo lo que se ha
propuesto. El sustenta todo con la fuerza de su poder. Toda la
energía que hay en el universo, todo el poder que la creación y las
criaturas poseen para subsistir le son dados por Dios, el cual se
encarga de sostenerlos continua y constantemente.
En este atributo conocemos la razón de su suprema y absoluta
autoridad, Dios no solo esta por encima de todo y de todos por su
posición natural de creador, sino que su potencia y capacidad
infinita así lo revelan. Todas sus palabras poseen total autoridad,
pues tienen el poder de cumplir todo lo que manifiestan y
producir lo que se proponen.
Todos los seres por tanto deberían actuar como dependientes que
son de Dios; buscando su voluntad en todo, ya que todo lo que
fue, es y será está y estará siempre en sus manos.
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“¡Oh profundidad de las


riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables
son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Rom 11; 33)
Dios lo sabe todo. Es la fuente de toda ciencia y sabiduría
posibles. Conoce todo y a todos de manera exacta junto con sus
hechos y pensamientos en todos los tiempos. El ser creador
conoce a todos cuantos ha formado, y todo lo que han hecho,
pues siempre estuvo y estará presente aun en sus pensamientos e
intenciones. Conoce la mejor forma de hacer las cosas y como
llevarlas a cabo, todo lo que ha hecho o permite que suceda es lo
mejor que podía haber sido, pues que en el habita toda sabiduría y
ciencia. Si Dios lo hizo o permitió esta bien. En esto conocemos
la causa última de todo lo provisto por la voluntad de Dios, la cual
es sabiduría infinita y por lo tanto perfecta. Todo bien posible y
perfecto proviene inequívocamente de la mente y voluntad divina
del Señor. Todos los seres deberían por tanto regir su voluntad y
tomar sus decisiones en base a la palabra de Dios como máxima
expresión de sabiduría, como así también exponerse a ella
sinceramente en obediencia.
“Tú eres eternamente” (Sal 93; 2)
Dios es desde siempre y para siempre. Este atributo es
probablemente el mas difícil de concebir para los seres humanos.
Desde y hasta la eternidad Dios es para siempre. Aun sin nosotros
El seguiría siendo, ya que antes de nosotros siempre ha sido.
Podemos ver en Dios el origen del tiempo y, claro está, en sus
manos su conclusión. No hablamos de una posesión ilimitada
tiempo, sino de una existencia independiente a este. Si el tiempo
fuese un segmento, se encontraría trazado en espacio infinito de la
existencia de Dios. Dios fue el primer hacedor y será el último. El
es el origen del primer acontecimiento, llamando a existencia la
creación demostrando así su preexistencia a ella. Cuando decimos
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que Dios creó, admitimos que El es antes de los tiempos, y como


es obvio, será después de estos.
Dios es inexpugnable su existencia es para siempre, y sin importar
lo que ocurra, El soberanos del universo es y será por siempre.
No terminará jamás, pues jamás hubo para Él principio.
Todo lo que sucederá y será es contemplado por Él en su eterno
presente. Todos los seres están de alguna forma atrapados en el
destino que ya Dios decreto en su soberanía, llevo a cabo por su
poder, es conocido por su sabiduría, y planeado desde y hasta la
eternidad pasada y futura.
Todos los seres debieran por tanto, abandonar sus afectos por el
mundo y las cosas corruptibles y vivir por y para El Eterno y las
cosas eternas en Él.
“...del Padre de las luces, en el
cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Stg 1; 17)
Dios no cambia, El es como es eternamente. Su consejo
permanece inamovible por su autoridad y excelencia. Es
omnisciente y por ello todo lo sabe, será inmejorable todo cuanto
haga; no cambiara pues no se equivocará. El es omnipotente, por
lo cual, cuando quiso hacer se hizo, cuando quiere se hace y aun
cuando decida se hará y será esto irrevocable. Es justo, sus juicios
son perfectos y no admiten mejoras ni cambios. Resumidamente,
toda su persona y sus obras son incambiables y perpetuas porque
son perfectas. No existe posibilidad ni aun necesidad de mutación
en la naturaleza del Dios verdadero, El cual conforme a su
perfección es eternamente infinito en virtud.
Todos los seres deberían por tanto, permanecer en los caminos de
Dios como siempre han sido revelados, sin cuestionamientos ni
especulaciones de cambio con el paso del tiempo.
“...que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel,
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que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan


sus mandamientos” (Deu 7; 9)
El siempre ha sido y será así como es, fiel a sí mismo y a su
creación. En consecuencia de los anteriores atributos revisados, y
de todos en El, Sabemos que es eternamente fiel. Todo cuanto ha
dicho hará sin importar lo que nosotros creamos, pues Dios
siempre es consistente con su propia naturaleza. Tanto sus
promesas, como amenazas y sentencias, se cumplirán a la
perfección. Si el lo ha dicho así será. No se negará así mismo por
que no puede, ni decepcionará a quienes en Él confían puesto que
el es verdadero y no hay en el falsedad ni mentira. Siempre será
como revela ser y hará conforme a si mismo según su palabra.
Todos los seres debieran por tanto, dejar de lado su auto-
dependencia y abandonar su voluntad en la autoridad infalible de
la palabra de Dios, a sabiendas de que solo El es Verdadero, o,
según sus propias palabras sobre si mismo, “Yo soy el que soy” y
siempre será así.
“Porque Jehová es bueno;” (Sal 100;
5) El es bueno; todos y todo debe ser conforme a Él, pues así es
como se debe ser. Todo lo que es bueno o esté bien, lo es por su
relación con Dios. Solo Dios es bueno en si y por si mismo. Todo
lo bueno, si lo es realmente, se parece a Dios. No importa que
consideremos bueno o malo, el parámetro del bien y del mal es la
personalidad de Dios. Sus obras son buenas, sus castigos y
sentencias, sus bendiciones, su favor e incluso su ira. Todo lo que
El hace esta bien por que El es bueno.
Todo lo moralmente recto, integro y puro es decir conforme a la
santidad y la justicia como la moralidad de Dios lo es, debe ser
considerado bueno en virtud de la realidad de la bondad divina.
La bondad es el calificativo de personalidad de Dios. Como el
amor, No debemos pretender entender la identidad de Dios en
base a lo que humanamente creemos que es bueno, sino resultar
- 23 -

que aquello que describe a Dios al mismo tiempo describe el bien


y la bondad. Dios es bueno, bueno es Dios, y solo el lo en si
mismo y por si mismo. Todos los seres debieran por tanto pensar,
sentir y hacer a la manera de Dios y en conformidad a su carácter,
puesto que solo así estará bien y será bueno.
- 24 -

Si meditamos en el ser único de Dios, y sus perfecciones ya


descriptas de manera brevísima, entenderemos verazmente la
motivación de sus obras y lo que ellas enseñan de Él. En Rom 1;
19-20 las escrituras declaran que “… lo que se conoce acerca de
Dios es evidente dentro de cada hombre, pues Dios se lo hizo
evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos
invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda
claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera
que no tienen excusa.” Por lo cual las obras de Dios hablan de Él,
así como Él, del carácter de sus obras. “Que el firmamento
anuncia sus obras, que su potencia y gloria son anunciadas al
contemplar la inmensidad de los cielos, que su voz es audible
todos los días en el testimonio de la creación, anunciando su
grandeza” (paráfrasis Sal 19; 1-3).
Podemos encontrar en sus obras expresiones de sus perfecciones
morales, esto es, personales, cuales nos enseñan las aplicaciones
legítimas de su carácter moral, a la creación en general, y a los
seres humanos en particular. Esto significa que ninguna obra de
Dios es independiente de su forma de ser, sino que según su
forma actúa, hace y lleva a cabo. Si hasta aquí encontramos la
verdad de sus obras, como solo comprensibles en virtud de su ser
revelado, así entendemos que nunca debe leerse ninguna de sus
obras, o considerar una obra como suya, hallando en su razón
contradicción alguna con sus atributos. Aquí es conocida la
voluntad de Dios, en la relación de su ser, su carácter y su
pensamiento, con sus obras. ¿Cómo son sus obras?, ¿Cuáles
deben ser apreciadas como suyas?, pero por sobre todo, ¿Que se
propone Dios cuando las hace? Las obras de Dios, entonces, nos
revelan a Dios en cuanto a cual es el deseo de su voluntad, es
- 25 -

decir, que quiere, según quien es, en lo que hace. Su persona


produce obras, y sus obras nos dicen que se propone.

Job 13; 16 “El también será mi salvación, porque un impío no


comparece en su presencia.” Sal 74; 12 “El que hace obras de
salvación en medio de la tierra.”
Aunque el no es culpable de nada cuanto hacen sus criaturas en
contra de su ley y en desafió de su voluntad, de manera justa, es
decir, según justicia, Dios proveyó, el medio para salvar a los que
se pierden aunque éstos no lo merezcan. Se dispone
inmerecidamente a arreglar la culpabilidad de los hombres, y los
rescata de su digna condenación.

Exo 15; 26 “...Por que yo el Señor YO SOY tu sanador”


Jer 33; 6“He aquí, yo le traeré salud y sanidad; los sanaré y les
revelaré abundancia de paz y de verdad.”
Aunque Creo todas las cosas buenas en gran manera y para que
así se condujesen, aunque estas se corrompan o se autodestruyan
a causa de sus transgresiones, Dios sana, recupera y restaura
aquello que perdió su condición por causa de su mal.

Gen 22; 14 “…en el monte del SEÑOR se proveerá”


Fil 4; 19 “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades,
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Aunque no es el causante de la deficiencia que sus criaturas
poseen en si mismas para hacer el bien, El Señor provee las
- 26 -

circunstancias y alinea las motivaciones para que estas subsistan y


puedan hacer para su gloria y para el bien de sus criaturas
inherentemente.

Gen 9; 15 “…y me acordaré de mi pacto que hay entre yo y


vosotros y entre todo ser viviente de toda carne; y nunca más se
convertirán las aguas en diluvio para destruir toda carne.”
Jer 31; 33 “Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel
después de aquellos días--declara el SEÑOR--. Pondré mi ley
dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su
Dios y ellos serán mi pueblo1.”
Aunque como vemos Dios no debe hacer nada si no le place a El
hacerlo, muchas veces sujeta hechos que El sabe hará en el futuro,
o en consecuencia de hechos nuestros, a fin de glorificar su
fidelidad proveyendo la posibilidad de confiar a los hombres y en
Él guardar esperanza.
Estos son escasos ejemplos que ilustran didácticamente lo que las
obras de Dios son en relación directa y como expresión de sus
atributos. No debemos olvidar quien y como es Dios antes
conjeturar sobre sus obras. A esto sugerimos usted preste
atención, a las conclusiones que inevitablemente llegamos hasta
aquí, observando la dignidad de Dios y lo que esto representa a la
creación.

Dios da vida, y también mata. Es benigno y puede ser terrible, se


agrada y se enoja en gran manera, justifica y condena, bendice y

1
Todas las referencias no concordantes con la Trad. RVR 1960 corresponden a LBLA (Biblia de las
Américas.)
- 27 -

maldice. Por lo cual considerando su gloriosa deidad podemos


afirmar que no existe hermosura mayor que ser bendecidos por
El, y a la vez, no hay nada más horrible que su ira.
Dios es el Señor y en sus manos esta todo ser que existe para bien
o para mal.
Dios en todas sus perfecciones, siempre que haga, estará bien,
será bueno e insuperable aunque no sea para sus criaturas
agradable. Puesto que estas obras serán justas, sabias y perfectas.

Meditando acerca de Dios hasta este punto de nuestro estudio,


siendo el evangelio sus buenas nuevas, contamos ahora con una
idea aproximada y obviamente insuficiente acerca de la identidad
de Dios y concluir su relación con el evangelio. Primero, El no es
más amor que justicia, más misericordioso que santo, ni más
bueno que soberano. El es infinitamente, y sus atributos lo son
con El. Por lo que, al hablar del evangelio como una revelación y
obra de Dios, decimos que su dignidad está comprometida con el
evangelio. Debe tener esto el propósito de glorificarlo a favor de
la creación. Para su gloria y nuestra gozo. El objeto más noble por
el cual El puede hacer o decir algo es su propia gloria. Lo
segundo, que esto no es algo que Él debía hacer, pero así lo quiso,
y por ello, se trata de una obra de gracia. Debe ser su sola
disposición bondadosa la razón de estas buenas nuevas y no
ninguna otra. Como reiteradamente hemos dicho, estas buenas
nuevas no son un mero concejo primario, sino el eje de todo el
testimonio de Dios. El evangelio por ser de Dios es para su gloria
y por su gracia y miseridordia y de ninguna otra forma.
Consideremos a continuación al evangelio como la revelación
salvadora de Dios a los hombres. Tuvimos al origen, veremos
ahora quienes son los objetos destinatarios.
- 28 -
- 29 -

Todo mensaje que ha de ser comprendido debe ser interpretado.


Una interpretación saludable requiere en primer lugar, la
valoración del carácter del mensaje a la luz del carácter y valor de
quien lo envía, y por consiguiente, su propósito y aplicación, en el
estado de la relación que tiene con su destinatario. Para
aproximarnos más a la verdad del mensaje del evangelio, es
imperante que conozcamos como se refiere la palabra de Dios a
los sujetos a quienes éste va dirigido. Cuando comenzamos
nuestro examen, nos aproximamos a una idea del ser y los
atributos de Dios como el originador de esta verdad, y
naturalmente, nos enfocaremos ahora en quienes esta va
comunicarse. Por lo ya dicho, habiendo ya reflexionado acerca de
la autoridad y trascendencia de estas buenas nuevas, ahondaremos
ahora, en la forma en que estas deben afectar a sus recipientes.
Para ello, y en dirección a una lectura eficaz del evangelio,
perseguiremos su correcta aplicación, diseminando a la luz de la
palabra de Dios todo lo que ella básicamente enseña respecto a
los seres humanos. Sabemos ya que quien revela el mensaje del
evangelio es Dios es para su gloria y por su gracia, veamos ahora a
quien se dirige y que relación tiene con Él.
Observemos a continuación, muy brevemente, la verdad acerca
del origen de los hombres, de su naturaleza, con sus capacidades y
competencias, y de su condición ante Dios con todo lo que esto
implica.
- 30 -

Una de las leyes de la lógica mas verificables, expresa que todo


objeto posee en si mismo un estado de dependencia, por sus
limitaciones, a su hacedor. Todo lo que es hecho poseerá siempre
capacidades y competencias inferiores y dependientes a quien lo
hizo. Uno de los argumentos filosóficos mas comunes por parte
de los ateístas en oposición a la idea del Dios perfecto y todo-
suficiente, puede resumirse en una ilustración un tanto conocida
que sugiere que si Dios es todo poderoso, creador, y perfecto en
todo su ser y esencia, es en todas formas incapaz de, por ejemplo,
crear otro Dios igual a El. Si esto fuese posible, dicen, de
cualquier forma este segundo dios dependería estrechamente del
primero. El tal no poseería la eternidad de quien lo hizo pues
tendría origen. No tendría exclusividad pues habría otro
semejante. No tendría todo el poder pues le seria infundido, y
seria además, como existente, sostenido y vivificado y no
autosuficiente. Como cristianos primero diremos que las
perfecciones del ser de Dios se deben estudiar como sujetas y
arraigadas resueltamente con su perfección moral. El poder de
Dios es absoluto y perfecto al igual que todas sus facciones, y por
lo tanto es competente solo en virtud de todo aquello que su
santo y justo consejo se propone. Por tanto otro dios o algo
parecido no seria cuadrante a su sabiduría infinita, como así
también a sus perfectos designios. Reconocemos también como
cristianos, y en segundo lugar, que, aunque tal argumento es
inconstante e insuficiente, no por ello esta ilustración deja de
contener cierta dosis de verdad lógica. No nos avocaremos a
rebatir argumentos que no conciernen al hecho en cuestión, pero
si diremos que toda criatura es a su creador dependiente y en todo
- 31 -

aspecto inferior. Aun así debe, por esta misma razón de relación,
guardar ciertas marcas en su esencia que referirán siempre a aquel
que lo formo.
Por todas estas deducciones, y por muchas otras, antes de
introducirnos en las descripciones de la naturaleza y atributos del
ser humano aconsejamos se conozca primeramente su origen.
- 32 -

Gen 2; 7 "Entonces Dios modeló al hombre de la tierra roja, e


insufló en sus narices aliento de vida. Y el hombre llegó a ser alma
viviente."
De este pasaje de Génesis, el libro de los orígenes y primeras
cosas, pueden extraerse más de una conclusión acerca del origen
del hombre. Observemos algunas de las más importantes.

Se nos describe al origen del hombre, a diferencia del resto de la


creación, como formado por las manos de Dios de manera
exclusiva. Si observan, a ningún otro ser Dios lo modeló e
infundiole su aliento a fin de que de esta manera fuese llamado a
existencia. Se nos dice que su origen es la tierra, pero que fue
vivificado por el espíritu de Dios, y que, en la unidad de estos dos
elementos el hombre fue hecho un alma viviente. Esta palabra
alma es en hebreo "nephesh" y no posee ningún termino
equivalente en los idiomas occidentales, por ello, básicamente
podría traducirse de una forma más precisa como "cuerpoespiritu" al
describir esta palabra la convergencia de los dos elementos que
coetáneamente existen en un ser. Un respetable maestro bíblico
del s.XVI definió al alma como "una esencia inmortal que, aunque
creada, es la parte mas noble del ser humano"1 y esto, a razón de
la obvia relación intercambiable que la palabra espíritu y alma
tienen en la Biblia ( 1ra Sam 1-10, Sal 143-3,4,6, Isa 10-1815, Mat
10-28, Mar 14-38, Luc 1-46 y 47, Jua 12-27y 13-21, Rom 8-10,1ra
Cor 6-20). Probablemente esta descripción inspirada de las
escrituras tenga como fin exponer un estado moral, emocional o
racional y no físico de quienes se expresaban. En su composición
el hombre primariamente poseía y posee aun, cuerpo o carne y
espíritu o alma, y por ello, es muy posible que Moisés halla
- 33 -

redactado de esta forma en génesis (alma viviente) a la


coexistencia de estos dos elementos esenciales en un individuo. La
esencia original es la de un ser corpóreo que posee espiritualidad,
esto es; personalidad.

Ante este tema diremos de manera sintética que, como al resto de


las criaturas, los seres humanos fueron creados por Dios, son de
Dios y para Dios. No se hicieron a sí mismos, ni son para sí
mismos. Innegable es que ningún ser humano puede afirmar
haber tenido parte en voluntad ni capacidad para existir, y por
tanto, no tienen derecho tampoco a reclamar el designio de su
vida. No decidieron nacer, no pueden decidir cuándo morir y no
deberían decidir como vivir.
En nuestra introducción, reconocimos a Dios como creador y
formador de todas las cosas que son desde el principio por medio
de su palabra., por ejemplo, afirma que "hizo Dios las bestias de la
tierra según su género, y el ganado según su género, y todo lo que
se arrastra sobre la tierra según su género. Y vio Dios que era
bueno." y que "vio Dios todo lo que había hecho, y he ahí que era
bueno en gran manera" (Gen 1; 25, 31) Aquí podemos claramente
comprender que, no existiendo otro ser antes que El, no se
encuentra otro motivo por el cual Dios desee o pueda hacer algo
fuera de su propio beneplácito. El texto entre otros puntos,
afirma esto; "vio Dios que era bueno", significando que sus
afectos eran satisfechos por la obra que su perfección había
llevado a cabo. No había otro deseo o deleite que pudiera ser
satisfecho con la creación que no sea el suyo, puesto que nadie
existía, y existiendo, no sería digno ni merecedor de ella.
En cuanto a los seres humanos, particularmente, las escrituras
afirman que originalmente fue formado el varón de la tierra y de él
fue formada la mujer. En los propios hechos, notamos que ella
- 34 -

fue constituida de la misma forma que El y en todo semejante.


Dios atribuye la acción de la creación de ésta, a la necesidad de
ayuda idónea para el hombre, lo cual indica que esta segunda tenía
como motivo de vida, complementarse con el hombre para el
mismo fin. En conclusión, el propósito de Dios al crear al hombre
se resume, básicamente, en nuestro primer enunciado de este
apartado; hizo todo, incluyendo al hombre, para El mismo, es
decir, su propio beneplácito, complacencia y agrado (Col 1; 16), es
decir, por y para representarlo y así glorificarlo.
Acerca de la función del hombre y fin último de su existencia o
comisión hablaremos específicamente más adelante, ahora
necesario nos es que deduzcamos la razón por la cual Dios lo
creó.

Como leemos en Génesis 1 en el versículo 31, y partiendo de la


idea que de Dios tenemos a causa de la primer sesión de
discipulado, primeramente apreciamos que el creador se agrado
con su creación, y por tanto, la condición de ésta ante Él era de
justicia y total inocencia. Sabemos que nada que de Dios
provenga, y mas aún de sus propias manos, pudo, puede ni podrá
nunca estar mal o ser en si mismo malo (Stg 1; 17) y es por esto
último que se agrado y lo juzgo como "bueno en gran manera".
Las escrituras muestran como desde el principio propuso el
Creador la comunión y la intima relación con el ser humano. No
sabemos bien como, ni el lenguaje con que se halla dirigido hacia
él, pero si, que se comunicó Dios primeramente, y le manifestó su
afecto y voluntad a fin de que este responda de la misma forma.
Poseía una voluntad libre para hacer todo aquello que era
beneficioso tanto para su espíritu como para su cuerpo. En el
principio dijo Dios; de todo podéis comer, sojuzgad la tierra,
llenadla, y en todo ello los bendijo. Todo bien le era posible y por
- 35 -

nada este era sometido, sino que bajo el justo señorío de su


creador poseía éste libertad. El bien, la justicia y la verdad eran
con el hombre, todas sus facultades estaban en un estado de
plenitud en comunión con Dios. En su estado original el hombre
fue bendecido, podía hacer el bien, y su condición era buena.
Todo aspecto de su ser era satisfecho en el fin por el cual fue
creado, no siendo sometido por nada, ni sujeto por nadie más que
a su Hacedor conforme al designio original.

Nos percatamos de muchos aspectos de consideración en cuanto


al origen del hombre. Fue posible apreciar tanto su esencia,
propósito, como también su condición original en un extracto de
las escrituras. Como aspectos a considerar, debemos tener en
cuenta, primero, que en su estado original el hombre no forjaba su
propio destino teniendo total potestad sobre si, sino que este se
encontraba bajo el total señorío de Dios y por tanto se debía a Él.
Afirmamos que si bien tenía una voluntad que le había sido dada,
este poseía inefable satisfacción solo bajo señorío. Seguidamente
debemos tener presente que aunque difícil de creer y mucho más
de entender, en su estado original, el hombre carecía de
insatisfacción. El era como debía ser y no había en él necesidad
alguna de ningún tipo. Finalmente, el ser humano fue creado
esencialmente bueno y nada de lo que tratemos mas adelante
acerca de su condición tiene relación con su estado original.
Cuando fue éste creado, Dios lo hizo bien y era bueno, y por
tanto, sin carencia de nada. Seguidamente, en esta y otras
escrituras se nos enseñan las implicaciones de este estado original
en lo que nos comunica acerca de su naturaleza, es decir, sabiendo
cómo fue formado originalmente y para que, aprendemos también
como es y porque. Es aquí donde se describe más profundamente
la verdad, tocante a las capacidades y competencias que
- 36 -

objetivamente tuvo el ser humano en el principio, con su labor


inicial y única en la creación.
Luego de habernos percatado del origen del hombre, señalaremos
ahora su naturaleza original.

Sabemos que como criatura es un ser limitado y dependiente para


existir. Aun así, como anteriormente vimos, este ser, además de
ser formado poseía también un espíritu que le fue infundido por
Dios a través de su propio aliento. Nos referimos por tanto, a un
ser físico pero también espiritual al mismo tiempo, y con ello, su
naturaleza difiere en gran manera de las otras criaturas. Todos los
animales que Dios creó poseían cuerpo físico mas el hombre es
también un ser espiritual.
Examinemos pues, a la luz de la Biblia, en que consiste la
naturaleza humana y cual es la finalidad por la cual fue así
constituido. Primero, sugerimos se preste atención a las facultades
y dones que le fueron dados a los hombres en su esencia, y luego
a la finalidad de estos en la creación. Las competencias y
capacidades de su naturaleza antes, y seguiremos con la función
original de ellas después. Veamos los atributos de la naturaleza
humana, y por consiguiente la razón de su creación con su
objetivo o fin principal.

Gen 1; 26-27 "Entonces dijo ’Dios: Hagamos al hombre° a


nuestra imagen,° conforme a nuestra semejanza, y ejerzan°
dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos,
- 37 -

sobre el ganado, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que repta
sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de
Dios lo creó, macho y hembra los creó.2 °”
Debemos tener en cuenta, de manera fundamental, la realidad de
identidad que la naturaleza del ser humano posee, de manera
exclusiva, al resto de la creación. Esta identidad consta en ser
creado a imagen y semejanza de Dios. Lo que aquí leemos como
imagen, es una traducción de la palabra hebrea "tselem" y suele
usarse también para traducir estatua o copia entre otras similares.
No señala paridad ni mucho menos igualdad, sino más bien
representación. Por otra parte, lo que leemos como semejanza
proviene de la palabra original "demut", que es también “parecido,
modelo o medida.” Como conclusión bíblica, además de lógica,
nos percatamos de que Dios no es como uno de nosotros, y en el
sentido más objetivo, en nada comparable. Al apreciar un
monumento de estatuaria, por ejemplo, no podríamos adjudicar
igualdad ni comparación de este con la esencia del ser humano
representado. La esencia natural de uno es plenamente diferente a
la otra. Aun así, sabemos positivamente que siendo éste formado
a su imagen, guarda relación con la esencia del original. Por todo
ello, de manera conclusiva, entendemos a Dios como espíritu, y
no, como un ser matérico y corruptible. En ello radica la imagen y
semejanza de Dios en el hombre. Éste, es también un ser
espiritual; con personalidad y carácter. La identidad espiritual, es
aquello que justifica a un ser humano como tal.
Esta verdad contiene, en sí misma, muchas implicaciones que nos
enseñan de los atributos del ser humano con sus facultades, e
inclusive, de la finalidad original de estos.

2
Trad. BTX. 3 ed.
- 38 -

A continuación, observaremos los atributos distintivos de la


naturaleza humana, como ser exclusivamente creado a la imagen
de Dios.

Una de las facultades, que en semejanza de Dios el hombre posee


en su naturaleza, es la de una identidad moral. Podría relacionarse
esto con la propiedad de un carácter de personalidad. Ahora bien,
sí afirmaremos la habitación en el ser humano de una conciencia
de todo aquello que es objetivamente bueno y aquello que es en
esencia malo.
En la primera parte de estas sesiones de discipulado observamos a
Dios como poseedor de un carácter, el cual, es absolutamente
puro. Dimos con la realidad de Dios como santo, es decir,
moralmente puro y sin ninguna corrupción ni mancha en Él.
Cuando Éste, le infundió aliento haciendo al hombre conforme a
su semejanza, le otorgo, entre otras, la facultad moral a fin de
representar su santidad en ella. El ser humano, inicialmente, podía
y debía glorificar el carácter de Dios de manera representante;
exaltando el bien y lo bueno a través de sus pensamientos,
emociones y actos.
Sabemos, por lo visto, que todo aquello que se conforma a la
persona de Dios es bueno, y todo lo que no, malo. La posesión de
una moral demandaría, para lograr su cometido, una sumisión de
obediencia absoluta al Creador, el cual es el origen de todo aquello
que es bueno y está bien. La propiedad de un carácter, se propone
servir de espejo del carácter santo de Dios, tomando como
convicción la justicia y la verdad como base de su personalidad.
- 39 -

Gen 2; 16-17 dice que “ordenó el SEÑOR Dios al hombre,


diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol
del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que
de él comas, ciertamente morirás.” Aquí, nos encontramos a Dios
apelando a la moralidad del hombre, como facultad por la cual
éste asimilara el sentido del deber. Siendo consciente de lo bueno;
obedecer a Dios, y lo malo; comer del árbol.
Concluimos pues, que son los hombres seres morales por cuanto
poseen la conciencia de aquello que está bien y que está mal según
el carácter de Dios. La finalidad de esta virtud, es la de representar
su santidad, siendo este atributo el representativo absoluto de la
identidad de la persona de Dios. En conclusión, es el hombre un
ser moral, y no, una criatura instintiva.

Además de moralidad, a semejanza de Dios, posee también


facultad de razonamiento. Cuando afirmamos que los hombres
son seres racionales, nos referimos a que poseen pensamiento y
voluntad, esto es, equipado con la capacidad de entender y juzgar
de manera responsable, como una inherente inteligencia que le
permite conocer y adquirir sabiduría.
Dios lo sabe todo y nada necesita conocer, pero sí, piensa, razona
y entiende. Así también, los humanos fueron dotados de esta
aptitud para que juzguen racionalmente, según su moral, todas las
cosas, y así, pensar y decidir según la posibilidad, todo aquello
que, conforme al carácter de Dios, es bueno.
En un sentido llano, decimos, partir de esta capacidad a la imagen
de Dios, que el hombre puede pensar y entender, además de
conocer y aprender. Ahora en bien, en cuanto al designio, Dios es
el objeto por el cual fue creado todo, por lo que su conocimiento
- 40 -

(el de Dios) es la razón natural con que se le capacitó de esta


manera. El Creador se interesó en ser entendido y relacionado con
sus criaturas, para ello doto a un ser con su imagen, a fin de que
este contara con las capacidades de poder apreciarlo y así
representarlo ante la creación. Los humanos se alegran y
regocijan, se entristecen y desfallecen, pues le es propia una mente
que discierne las realidades. Aciertan y erran ya que decide en el
razonamiento. Se agradan o disgustan, puesto que entienden y
califican resultados. Más todos los afectos de los hombres,
resultan de la racionalidad que les fue dada, la cual, dijimos, fue
pensada por el Señor, para el Señor. En esto, concluimos que fue
originalmente capaz de ser relacionado con Dios y de cumplir con
su propósito partir de esta relación y conocimiento. Entender los
caminos de Dios y su ciencia, y así, pensar razonar y juzgar
correctamente.
El hombre es, entonces, un ser racional por cuanto es este
competente a diferencia del resto de las criaturas las cuales obran
según el instinto, y no la razón lógica direccionada por la moral.
Gen 2; 5 dice que cuando "...aún no había ningún arbusto del
campo en la tierra, ni había aún brotado ninguna planta del
campo, porque el SEÑOR Dios no había enviado lluvia sobre la
tierra, ni había hombre para labrar la tierra." y que por ello unos
versículos más abajo es hecho el hombre a imagen de Dios. Es
entendible, entonces, que le fueron dadas facultades racionales,
como el pensamiento y la voluntad, a fin de servir a Dios en el
orden de la creación, conociendo y entendiendo por la fe a su
creador, y así realizar sus designios. Fue el Señor de la tierra quien
la administraba directamente, y fue allí que constituyó a un oficial
a su imagen, para que hiciera su obra por el conocimiento e
interrelación con Él.
Con la facultad moral, el hombre posee un carácter que tiene la
habilidad de representar el carácter de Dios, en la facultad racional
- 41 -

este pudo desarrollar esta identidad por el conocimiento, y


manifestarlo en las obras de sus decisiones.

Uno de los fines que resuelven las dos anteriores afirmaciones, es


decir, una de las capacidades distintivas del hombre con la que
cuenta por ser racional y moral, es la de ser un individuo capaz de
relacionarse. Puede éste establecer un vínculo de manera
asociativa y por sobre todo afectiva con otras criaturas semejantes
a ella.
El fin de que este poseyese afectos que posibiliten la relación,
consiste primero, como afirmamos, en la comunión con Dios.
Plació al Señor no solo ser comprendido en su comunicación con
el hombre, sino además establecer con el compañerismo y vínculo
afectivo en una comunión íntima.
Dios es amor, y la plenitud de todo lo que Es como persona
constituyen la definición del amor. Por lo que, primeramente,
acerca de esto, cuando hablamos de que el hombre puede
establecer comunión y vinculo con otros seres, afirmamos
también que el diseño original de esta posibilidad fue, es y será
representar la santidad de Dios, expresando amor, sobre y entre
sus semejantes. En el vínculo del amor es como fueron pensadas
originalmente las criaturas. Si pensamos a la moralidad del
hombre, como el recipiente donde puede representarse en el
hombre la santidad de Dios, y a la inteligencia como medio por el
cual desarrollar, decidir y hacer la primera, sabemos que esta
santidad es hecha obra cuando el individuo la expresa a otro
como amor en relación de comunión.
Gen 1; 22 Habla de cómo Dios a las bestias bendijo diciendo:
“Fructificad y multiplicaos, llenad las aguas en los mares y
multiplíquese el ave en la tierra.” Si notan, Dios les bendice
"diciendo", a diferencia de la manera en que se dirigió al hombre
- 42 -

en Gen 1; 28 cuando"...los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y


multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre
los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente
que se mueve sobre la tierra."No los bendijo Dios “diciendo” sino
“diciéndoles” a ellos (v22"diciendo", v28"les dijo") estableciendo
relación. Fue Dios quien llamó “hombre” al hombre, bajo el
nombre de "Adam" según nos relata Gen 5; 2(humanidad, hombre,
terrestre) y quien originó la comunicación y la relación de
comunión entre ellos, y después, entre el hombre y sus
semejantes.
Son los humanos seres relacionales pues fueron capacitados para
establecer vínculos de intercambio afectivo con Dios, y por esto
con los otros seres según su voluntad.

I. En el principio, como ser moral, era consciente el hombre del


bien y el mal, pero no tenía conocimiento de ambos puesto que
era inicialmente inocente.
II. El hecho de que su moralidad sirve de diseño para representar
la santidad de Dios, su fin era ese, representarlo, no poseía su
santidad, ni puede poseerla. Estado inicial era de inocencia, no de
infalibilidad (que no podía caer) ni mucho menos de perfección.
III. La facultad de pensamiento o razonamiento fue dada,
primeramente, no para el progreso del bienestar del hombre, sino
para conducirse en rectitud moral, juzgando y discerniendo todas
las cosas, y a partir de este punto, progresar. Para entender y
aprender de Dios y no en independencia de Él, sabiendo que el
hombre entiende y sabe en tanto y en cuanto Dios le dé a
conocer.
- 43 -

IV. La posibilidad del hombre de relacionarse, jamás fue pensada


para que esto se lleve a cabo en independencia del creador. Se
trataba de la capacidad de relacionarse con Él, y en comunión con
Él, relacionarse con otros expresando su amor. Fue primeramente
Dios el leguaje de toda relación que debía existir entre los
individuos.
- 44 -

Sabemos la perfección de Dios no admite que pensemos que no


fuimos creados para nada o sin designio especifico, aunque muy
por encima, dijimos ya algo acerca de la razón de ser que tienen
las cosas creadas. Si Dios creó de la nada, antes de que algo fuera,
no existía otro motivo por el cual pudiera hacer que no fuera para
sí mimo. Todo fue hecho por Él y para Él, y esto incluye al
hombre (Rom 11: 36, Apo 4: 11).
Ahora bien, él fue formado y hecho a la imagen de Dios, y esto
debe tener una finalidad, un propósito, una razón y es en esto en
que debemos pensar ahora. ¿Para qué nos hizo así? ¿Cuál es el
destino que debe, según la voluntad de Dios, tomar nuestra vida?
¿Que se propuso Dios al habernos dado el sello de su imagen y
semejanza?
Las escrituras atestiguan de una sola voluntad de Dios para él, y
un solo propósito para éste en esta voluntad. Antes, para
encontrarnos con este propósito, enumeraremos a continuación
dos aspectos de la razón divina de la creación del hombre.

Gen 2; 5-7 "y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y
toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún
no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que
labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba
toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre
del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente." El texto bíblico nos relata que Dios se
- 45 -

encargó del cuidado de la tierra primeramente antes de crear al


hombre. Habiendo sido creado, fue pensado, para que, en lugar
de Dios, esto es, a manera de representación, como encargado, se
ocupe del cumplimiento de su voluntad haciendo su obra. Según
el diseño original, el hombre debe ser un representante de Dios
pues así fue hecho; alguien que da testimonio de cómo es Él en la
creación, tanto en su ser personal como en sus obras. En lo que es
y en lo que hace el hombre, como administrador, debía
representarlo pues fue formado como lo fue con este fin. Ha sido
pensado como participante de la obra que Dios lleve a cabo según
su voluntad; Como el agente por medio del cual se valiera El
Señor para el cumplimiento de sus propósitos. El hombre debe
ser un embajador de Dios a tiempo completo en carácter y
práctica (1”Cor 6: 20, 10: 31).

Recordemos "Dios les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la


tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de
los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra." y
en otra parte dice, según Gen 2; 19, que "Jehová Dios formó,
pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y
las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo
que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre." Le
había hecho a su imagen no solo como regente de su obra, sino
también como responsable de ella. Sobre el recaía la preservación
y el orden de la creación inicialmente, y era por tanto responsable
de una representación fiel. El punto, es que no podía dignarse a
hacer cuanto quisiera sin rendir cuentas a nadie, representando a
Dios de una manera distorsionada ignorando sus demandas, y aun
más, desatendiéndolas. No debía este dejar de ser diligente en
conformarse a la voluntad de Dios absolutamente. Así hablo al
hombre prohibiéndole comer de un árbol y debe entenderse que
- 46 -

la negligencia o irreverencia ante el mandato por parte del


hombre, resultaría en culpa de condenación ante el Rey Santo y
Justo de toda la creación que le dio vida. Se le dio la capacidad de
hacer y debía hacer bien y en obediencia. La condición de favor
ante Dios era con él y debía permanecer fiel. Se lo creó en un
estado de libertad, y debía a Dios inocencia. Así fue hecho y solo
para esto, y esta es la ley de la voluntad Soberana con él. A ésta,
debía atender perfectamente.
El hombre debe ser un representante responsable, que debe
responder ante Dios por su vida; por el estado de su condición
moral y sus obras en excelencia. En conclusión, el hombre fue
creado para gozar de su comunión y así glorificarlo en lo que es y
hace, representando responsablemente su santidad en la creación.
- 47 -

Hemos contemplado hasta aquí, las características esenciales más


distintivas del ser humano en su estado original, cuando fue
creado en el principio por Dios. Su esencia natural y sus
características, como también el propósito por el cual fueron
creadas, son algunos de los conceptos que hasta aquí hemos
tratado de dejar claros. Todo esto, con el fin de que se pueda
tener una idea acerca de aquello que comprende la identidad real
del hombre primeramente, pero por sobre todo, para, a partir de
aquí, adentrarnos en la condición de la relación que tiene con
Dios en el presente, después del inicio de la creación.
Para esto último debe tenerse siempre presente que el estado ideal
o perfecto del alma del hombre se encontraba en el principio,
cuando Dios hizo todo bueno en gran manera incluyéndolo a él.
Probablemente todos sepamos, de una forma u otra, que el estado
favorable que tuvo Adán en el principio fue extraviado por su
caída. Partiendo de este punto, nos encaminaremos al estudio del
estado y condición actual de la naturaleza hombre, como también,
en consecuencia del estado, su posición y relación con Dios.
Podemos asegurar que la totalidad de las denominaciones que
dicen ser cristianas, tienen una posición con respecto al pecado
original y la caída del hombre. Todas las confesiones que dicen
creer en Dios primeramente y en la Biblia como su palabra,
sostienen una creencia acerca del pecado Adán en Edén, y más
aun, de sus consecuencias en la raza humana. Esto es bueno
saberlo y tenerlo presente siempre, puesto que la posición que se
tenga acerca de este punto afectará todo lo que podamos entender
posteriormente en las escrituras acerca de cualquier tema. Desde
- 48 -

Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia no deja hablarnos acerca del


trato de Dios con los hombres. Este trato será entendido, bien o
mal, dependiendo de que se crea acerca de la condición del
hombre ante Dios y la situación de su relación.
Existen agrupaciones que sostienen que el pecado de los primeros
habitantes de la tierra no afectó en lo más mínimo al resto de la
humanidad, que su pecado fue su culpa, y esta no se transmitió a
su descendencia. Señalan estos, que el hombre nace con una
identidad sana, y que él es básicamente bueno, por lo tanto, recae
sobre su libertad si elige hacer el bien o el mal con el paso del
tiempo, pues en cuanto a la caída de Adán, no fue en ninguna
forma dañado. Otros en cambio, sostienen que esta caída afecto a
sus hijos, transmitiendo la culpa a toda la raza humana, hiriéndolo
gravemente. Insinuando así, que la identidad del ser humano
desde que nace está afectada por el pecado, y por ello, no es lo
que originalmente debiera ser, pero que aun así, puede con la
ayuda de Dios cambiar para bien su condición ante Él.
Finalmente, también hay quienes sostienen que este pecado
separó al ser humano de Dios absolutamente, y lo divorció
irremediablemente de la comunión. Está espiritualmente muerto,
y su identidad se encuentra radicalmente corrompida, por lo que
es totalmente incapaz de solucionar su culpabilidad. Ante esta
última, solo Dios puede salvarlos por obra única de su gracia, sin
cooperación del hombre, que como dijimos, está muerto y no
necesita ayuda sino vida.
En presencia de lo que significan estas tres corrientes importantes
de creencia, estamos de acuerdo de que en dependencia de lo que
se crea acerca de esto, entenderemos lo que restan de las
enseñanzas de las escrituras. Todo lo que se pueda entender
correctamente acerca de Dios relacionándose con el hombre en la
Biblia, descansa en lo que correctamente se pueda entender del
estado de la identidad del hombre como resultado de la
- 49 -

trasgresión en el jardín del Edén. Si se entiende bien esto se


entenderá bien lo otro.
- 50 -

Leemos en Gen 2; 15-17 "Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y


lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y
mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del
huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del
mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás."
Dios estableció los cimientos de la creación en los primeros tres
días en los que creó, y en los segundos tres, los habitantes de estos
dominios. Luego de llamar a la vida a los animales del cielo, la
tierra y las aguas, forma a la humanidad y le da su imagen para que
lo representase responsablemente en la creación. Hasta aquí,
todos estamos de acuerdo. Ahora, señalando estos versículos nos
encontramos con un trato de Dios con el hombre basado en la
fidelidad y obediencia perfecta de Adán. Dios instruyó
directivamente al hombre y este debía cumplir perfectamente lo
que demandaba el Creador, a fin de permanecer en el estado de
inocencia y perfección en que Dios lo había establecido
originalmente. Este acuerdo reclamaba el cumplimiento perfecto
de la voluntad de Dios incluida en su palabra, como condición
para conservar la comunión con el Dios eterno en una vida
eterna.
Nuestro Dios amó al hombre dándole vida y favor en todo. No
merecía vivir Adán, Dios lo formo por sí y para sí. No merecía lo
que poseía, Dios quiso dárselo. No merecía su identidad superior
a la imagen de Él, es un privilegio que le fue otorgado. Nadie
nunca puede pensar que de alguna manera Dios fue injusto con
Adán sujetándolo a un acuerdo de obediencia perfecta, pues le dio
la capacidad de obedecer además de ser Dios digno de honra y
fidelidad absoluta. Para eso fue hecho. El hombre no tenía
- 51 -

derecho alguno, solo Dios, el hombre le debe todo a Dios y Dios


nada al hombre. Fue pensado para existir viviendo para la
complacencia de su Señor disfrutándolo para siempre, y no el
Señor para complacer al hombre haciéndole disfrutar en
independencia de Él. Ésta y todas las criaturas debían, deben y
deberán. Dios, por siempre será digno.
A continuación, expondremos la enseñanza bíblica, exacta e
históricamente enseñada por la iglesia de Dios, acerca del hombre
y el pecado. Daremos una definición breve del pecado, e
inmediatamente, observaremos al pecado original o caída del
hombre. Sus consecuencias en su relación con Dios en el
principio, sus consecuencias en el hombre posteriormente, y por
último, como resultado de las anteriores, el estado actual del
hombre.

Leemos Gen 3; 1-5 "Y la serpiente era más astuta que cualquiera
de los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y
dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: "No comeréis de
ningún árbol del huerto"? Y la mujer respondió a la serpiente: Del
fruto de los árboles del huerto podemos comer; Pero del fruto del
árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: "No comeréis
de él, ni lo tocaréis, para que no muráis. Y la serpiente dijo a la
mujer: Ciertamente no moriréis. Pues Dios sabe que el día que de
él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios,
conociendo el bien y el mal."
La palabra pecado significa, básicamente, trasgresión también
puede significar delito, falta o infracción. Etimológicamente,
presenta la idea de conformarse al error. Todas estas definiciones
suponen a un juez y a una ley ante la cual el pecador es culpable.
Precisamente, el apóstol Juan describe al pecado como falta o
- 52 -

delito a la ley de Dios en 1raJuan 3; 4 diciendo que "Todo aquel


que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es
infracción de la ley." Por esto debemos tener en mente que la idea
de pecado implica, siempre, una falta legal que lleva una culpa que
debe ser condenada o castigada.
El Soberano Creador del universo tiene una voluntad para que las
criaturas que hizo y estableció sobre su mundo se condujesen
según su personalidad, su gusto, su plan y concejo. En la primer
parte de estas sesiones de discipulado, observamos lo que
básicamente la Biblia describe acerca de Dios, cuando hablamos
de pecado, nos referimos a lo que atenta se opone o no se amolda
a la identidad personal de Dios. Cuando ocurre pecado se trata de
un acto efectivo abiertamente opuesto a lo que Dios es.
Esencialmente cuando hablamos de pecado hablamos de todo
aquello que no se conforma a la persona y voluntad de Dios.
Todo lo que no guarda armonía con lo que a Dios le parece bien
es pecado. Por lo que, para llegar al conocimiento del pecado, es
suficiente con no ajustarse perfectamente a la perfección divina.
En el ejemplo de Dios con Adán, se le manifestó a éste su
voluntad y sus deseos con el propósito de que se conformara a la
perfección absoluta del ser de Dios, confiando totalmente en El,
en amor y gratitud, obedeciéndole en todo. El hombre, por su
parte, hizo todo lo contrario, y atento desafiantemente la
autoridad de Dios, obrando con violencia contra su voluntad y su
persona, obedeciendo y sometiéndose al diablo deseando en sus
corazones ser como Dios. Es en esto nada menos que el hombre
cayó. Actuó como satanás (adversario) con rebeldía a la Santa
voluntad, deseando ser señor de su vida y no sujetándose al Señor
que lo formó. El pecado no es un simple error, se trata de la
situación más dramática que pueda existir, pues es una ofensa al
Dios eterno y merece una condenación eterna, al Dios creador y
merece la muerte, al Dios justo y merece castigo, al Dios santo y
- 53 -

merece su aborrecimiento, al Dios de amor merece todo el peso


de su ira.
Debemos ahora atender a continuación, a la caída y sus
consecuencias en Adán en el principio, a la caída y sus
consecuencias después de Adán, y concluyentemente a la
condición actual que tiene ante Dios.

Leemos Gen 3; 17, 23-24 "Y al hombre dijo: Por cuanto


obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te
mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu
causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Y lo
sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que
fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del
huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se
revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la
vida."
Si hacemos memoria, la condena prometida por Dios al hombre si
éste le desobedecía era la muerte (Gen 2; 15-17). Esta condena
debía cumplirse inmediatamente después de que pecara si lo
hiciera. Aparentemente cuando leemos estos pasajes no pareciese
cumplirse la sentencia que Dios había determinado. Vemos al
hombre caer, y en el relato bíblico, muchos años después murió
Adán y no en el momento de su pecado. Para entender esto,
debemos tener claro a que se refiere la Biblia cuando se refiere a la
muerte. En el principio, el hombre tenía el privilegio de participar
de una comunión con Dios en su presencia inmediata, y estando
el hombre en un estado puro de inocencia, no moriría jamás. El
- 54 -

hombre tendría hijos, y sus hijos mas hijos, y todos, en comunión


con el Dios eterno, en su infinita presencia, serian eternos.
Habiendo transgredido el trato con Dios, no pudiendo el Justo y
Santo Creador tener comunión con el culpable, lo hecho de esa
comunión con él, quedando fatalmente afectado. El hombre
físicamente murió unos años después, pero su identidad, su
esencia, sus facultades quedaron inhabilitadas en ese momento.
Espiritualmente, el hombre murió en ese instante, físicamente le
permitió vivir Dios unos años más pero no eternamente, pues
siendo ahora culpable, estando en total separación de Dios, el
espíritu del hombre debía separarse de su cuerpo para ser juzgado.

Las consecuencias inmediatas fueron la separación, corrupción e


inhabilidad total. Esta división y rompimiento de la unión con su
Dios trajo daños radicales en su naturaleza. Todo lo que el
hombre es, perdió su razón de ser pues fue pensado para vivir con
Dios y para Dios. El entendimiento o inteligencia del hombre es
como un reloj que no da la hora, su moral es igualmente inútil
como también sus relaciones, pues esta privado de Dios e
irremediablemente separado de Él. Como leemos en este capítulo
tres, se nos dice que Dios puso a un ángel en las puertas del
huerto para que lo vigilase, lo cual simbólicamente expresa que
por sus medios no podría este volver jamás a la comunión del
principio.
Las consecuencias en Adán fueron fatales e irremediables, pues lo
separaron radicalmente de Dios donde se encontraba el sentido
único por el cual existía. No era ya el hijo de Dios que vivía
honrando a su Señor en su imagen y semejanza, sino que era
ahora una criatura que existe para alimentarse y subsistir lo más
posible hasta que se acaben sus días y sea juzgado eternamente.
- 55 -

Ahora desconoce a su Dios, solo pude pecar, y es por tanto


incapaz de restaurar o aun mejorar su imagen y estado.

Pensemos a los descendientes de Adán en relación con el cuadro


que describimos recién. Adán fue echado irreversiblemente de la
habitación con Dios a la tierra de donde fue tomado, para vivir
lejos de su presencia. Aunque Él seguía siendo el creador que lo
formó, ya no contaba con su provisión y favor privilegiado. Dios
seguía siendo el Señor de la creación, mas él era extraño al
cuidado de su señorío. En un sentido, Adán camino sin Dios ni
Señor en el mundo después de caer. En convicción de este
contexto debemos leer Gen 4: 1 donde se nos dice que “el
hombre conoció a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a
Caín, y dijo: He adquirido varón con la ayuda del SEÑOR.3” Allí,
extraño y divorciado de la vida de Dios, para Dios y con Dios es
que Adán tuvo sus hijos, sus hijos tuvieron los suyos. El género
humano estaba perdido o extraviado de su creador quien es el fin
de su constitución como hombres. La separación de Dios de su
pecado, y así de ellos como pecadores por aquella transgresión,
eventualmente, entregó a Adán fuera de su gracia especial a la
corrupción de su propia rebeldía.
Claro está, entonces, a no ser por testimonio de sus padres, desde
que nacieron lo descendientes de Adán eran extraños a Dios y
mucho más aun su voluntad. Esto en términos intelectuales y/o
racionales, mas ya no deseaban a Dios ni sus caminos, pues sus

3
TRAD. LBLA. (Biblia de las Américas)
- 56 -

voluntades fueron radicalmente afectadas irreversiblemente por


causa del pecado Las consecuencias en los hijos de Adán fue
progresivamente catastrófica con el paso de las generaciones. Mas
inmediatamente desde la caída, fue sujeto al poder del pecado
desde el primer hombre y partir de él, de los hombres como
simiente.

Por otra parte debemos analizar la herida mortal que provocó el


pecado en la esencia de su ser. Su identidad quedo afectada hasta
lo más íntimo de su alma, y por lo tanto, todas las cualidades a la
imagen de Dios que este tenía quedaron corrompidas. No las
perdió mas fueron invalidadas. Su razón quedo entenebrecida y
por lo tanto su moralidad se volvió corrupción. Todo lo entiende
mal y lo que juzga bueno es malo, pues no solo tienen culpa ante
Dios sino que además fue esclavizado de sí mismo, habiendo
atentado al Señorío de Dios sometiéndose al diablo. En las
palabras de las Escrituras “Tienen el entendimiento
entenebrecido, totalmente ajenos a la vida de Dios a causa de la
ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón; los
cuales, después que llegaron a ser insensibles, se entregaron a sí
mismos a la sensualidad, para practicar con avidez toda clase de
impureza.”(Efe 4: 18-19)
Por ello en la primera carta universal de Juan se nos dice 1raJuan 3;
12 "no como Caín que era del maligno, y mató a su
hermano..."Caín no se volvió del maligno sino que era de él. Por
eso leemos al hombre, luego de la caída de Adán, en semejanza al
maligno, como enemigo de la voluntad santa de Dios.
Naturalmente es impotente para hacer lo bueno, en términos de la
verdad, y por defecto busca libremente todo aquello que no es la
voluntad del Creador. Gen 6: 1-2,5 "Y aconteció que cuando los
- 57 -

hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les


nacieron hijas, los hijos de Dios vieron (codiciaron)4 que las hijas
de los hombres eran hermosas, y tomaron (a la fuerza)5 para sí
mujeres de entre todas las que les gustaban. Y el SEÑOR vio que
era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda
intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer
siempre el mal."
Así como Adán se constituyó enemigo de Dios obrando como el
diablo a quien se sometió, transgrediendo la voluntad de Dios,
haciendo la suya. Sus hijos y sus descendientes no coincidieron
azarosamente con Adán, sino que nacieron por herencia malos, es
decir, naturalmente caídos. Si el representante murió
espiritualmente al ser expulsado de la gloria de Dios, sus hijos y
los hijos de sus hijos nacieron muertos. ¿Podían hacer bien? No,
El bien está solo en Dios que es bueno y el hombre fue separado
de Él. Sin el bien de Dios solo hay mal, sin el señorío del creador
en el corazones del hombre, sus deseos, por no nacer en Dios,
son malos. "Se apartaron los impíos desde la matriz; Se
descarriaron hablando mentira desde que nacieron. Veneno tienen
como veneno de serpiente; Son como el áspid sordo que cierra su
oído,..."(Sal 58: 1-3)
En estos escritos notamos como todos los hombres desde Adán
nacen amando las tinieblas, siendo soberbios, rebeldes,
codiciosos, egoístas y con el deseo interno de ser felices a espaldas
del Aquel que los creó. Desde allí, a los humanos no debe
enseñárseles a hacer el mal desde que nacen sino el bien, pues el
mal está en ellos naturalmente. Esto como gracia de contención

4
“raá et” contemplaron, apreciaron, término que connota anhelo y designa aprobación.

5
“lacakj” apoderaron, poseyeron, arrebataron; connota violencia y designa violación de la
voluntad.
- 58 -

para evitar el despliegue de la plenitud de su corrupción. Mas en


cuanto a su corrupción radical, su necesidad es de regeneración,
reinvención, plenaria restauración, y finalmente, de un
renacimiento por el poder de Dios que restablezca sus facultades.

El hombre poseía libre albedrío o libertad de voluntad para


decidir entre el bien y el mal solo en el principio. Habiendo sido
contaminandos sus corazones, su naturaleza esta caída y desea
naturalmente el mal, y es, por lo tanto, esclavo del pecado. Perdió
la libertad de su voluntad y ahora es esta esclava de su naturaleza
pecadora. Aunque reconoce el bien no puede decidir por el, pues
no tiene la capacidad de hacerlo siendo esclavo de sus deseos
malos naturales. Hará cuanto desee y por lo tanto decida, mas es
impotente para decidir que desear hacer.

Rom 3; 9- 12 “¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que


ellos? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que
tanto judíos como griegos están todos bajo pecado;
Como está escrito: NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; NO HAY
QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS;
TODOS SE HAN DESVIADO, A UNA SE HICIERON
INUTILES; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NO HAY
NI SIQUIERA UNO.”
La Biblia no señala a lo largo de sus escritos que la condición de
los descendientes de Adán (seres humanos) haya cambiado en
algún punto de la historia, sino, mas bien, de que esto siguió en
este camino y así empeorado con el transcurrir de las edades.
- 59 -

Veremos, enseguida, muy brevemente lo que las escrituras


enseñan acerca de la condición del ser humano ante Dios desde la
caída del hombre en el tiempo presente, a manera de conclusión
de lo expuesto previamente. Analizaremos en cada una de sus
facultades, y luego, sacaremos algunas conclusiones.

Por unos segundos, observemos la hipótesis de herederar de


nacimiento una enfermedad en los ojos. En ésta, nuestros lentes
oculares están atrofiados en su naturaleza, y esta afectación influye
en la visión a tal punto, que nuestro foco percibe todo de un solo
y mismo color. Si bien ven, todo cuanto vean, sin importar lo que
sea, del tipo que sea, lo verá del color de sus lentes. Todo será
atrofiado a nuestro entendimiento, pues nuestro campo de visión
está intervenido por nuestra desviación natural. De la misma
forma, las escrituras se refieren al juicio racional del ser humano,
su entendimiento, cuando declara en Efe 4; 18 que los que viven
en el mundo andan “en la vanidad de su mente, teniendo el
entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la
ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;" Fue
hecho inteligente para conocer, entender y aprender lo justo y
bueno según la moralidad santa de Dios que tenia el hombre en el
principio. Su juicio para permitir, decidir o hacer algo era
acertado, pues bajo el señorío de Dios este tenía su punto de vista.
Tras la caída, comenzando a vivir por sí y para sí, el hombre,
según sus propias leyes de vida, entiende las cosas como buenas y
justas según lo que a él le parece, y no según el Dios bueno y
justo. No según y para la dignidad y gloria de Dios, lo cual es la
medida de la rectitud y la justicia en cuanto a las obras. Lo que a él
parece bien es malo, y lo que es en realidad bueno es maldad a sus
ojos. Su entendimiento sin Dios ya no parte desde la perspectiva
de la divina voluntad, y juzga, en efecto, en contra de su ley. “Hay
- 60 -

camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino


de muerte.6” Prov 14: 12

Tit 1; 15-16 “Todas las cosas son puras para los puros, mas para
los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su
mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a
Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y
rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.”
Porque entiende y juzga mal, aprueba como correcto lo
incorrecto; se siente bien haciendo mal y en paz con el pecado.
Todos los valores de conducta están movidos de lugar, y ahora;
sus deseos y motivaciones no glorifican a Dios ni quieren hacerlo,
sino que buscan el afecto y la satisfacción personal por naturaleza.
No el deleite de su Señor, sino el de su corrompido corazón. En
virtud de esto, la moralidad del ser humano es abominable en los
ojos divinos, pues ésta no solo no representa su santidad, sino que
se recrea y cultiva en el error y la oscuridad.

Estando afectadas las personas también las relaciones entre ellas


lo están. Complementarse ayudarse y compartir el amor de Dios
para, en comunión con El, ser bendecidos unos a otros era el
motivo de las relaciones. Contrariamente, el fin último de las
relaciones, para el hombre caído, es el bien personal y la gloria
propia. Favorece para experimentar satisfacción, ayuda para

6
TRAD. LBLA. (Biblia de las Américas)
- 61 -

sentirse bien, se relaciona con el fin de recrear sus pasiones de


alegría y excitación. No enriquecer sus almas en el nombre del
Señor, ni buscar el consuelo u obediencia del prójimo, a fin de
glorificar al Creador. Finalmente, no la unión en amor para el
cumplimiento de su voluntad, sino el beneficio individual y
propio. Si el eje de las relaciones no es Dios, son por lo tanto
pecaminosas pues no fueron pensadas para otra cosa sino como
medio para su gloria. Leemos en Gen 4: 9 que “Entonces el
SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él
respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?” la
respuesta es sí, todos lo son de su prójimo, y esto, conforme al
designio individual y general de Dios para la creación.
Resumidamente, ilustraremos el perfil humano, esto es, su
realidad presente ante Dios, citando las referencias del Señor
mismo a esta criatura.
Los hombres son denominados en las escrituras como:
Hijos del diablo. 1raJuan 3: 8 “El que practica el pecado es del
diablo; porque el diablo peca desde el principio...”
Enemigos de Dios. Rom 5: 10 “Porque si siendo enemigos (de
Dios), fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
mucho más...”
Hijos de Ira. Efe 2: 3 “entre los cuales también todos nosotros
vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo
la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Aborrecedores de Dios. Rom 1: 28-30 “Y como ellos no
aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente
reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados
de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad;
llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos,
- 62 -

soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los


padres...”
Estos pasajes no señalan que el hombre sea tan malo como pueda
ser, al menos ante los ojos de los hombres. Se refieren, primero,
que ante el estándar de la justicia de Dios, que es la perfección,
todos son culpables y están bajo condenación. Lo segundo y al
mismo tiempo, no que sus meritos no son suficientes sino que no
hay meritos humanos existentes delante de Dios. Es por ello que
así Dios ve a todo hombre sin importar que hayan hecho,
aguardando el juicio donde todos pagarán su culpa.
Debemos recordar que todas estas facultades que a imagen de
Dios posee, le fueron infundidas con el fin de ser un
representante responsable de su santidad en medio de la creación.
Por simplemente existir sin ser y hacer conforme al propósito
divino en él, es culpable de juicio y merece la muerte. Como ser
caído es esencialmente malo además de culpable ante Dios.
De esta manera concluimos que, en cuanto a su relación con
Dios, el hombre es malo desde el principio (Gen 8: 21), y es justo
que sea castigado.

Sabemos que existen pensadores que defienden la idea de un libre


albedrío en el hombre, o incluso cristianos reclamando que el
hombre puede salvarse, volverse al bien, aceptar a Dios y sus
mandamientos, y esto, por sí mismos o con su ayuda. Al
contrario, la Biblia enseña que el hombre está muerto
espiritualmente, ciego en cuanto a la verdad, y corrompido lo
suficiente como para necesitar ayuda: el necesita vida de
resurrección, entonces, Dios obrando por sí mismo para salvarlo.
Si Dios no tiene misericordia, la criatura no puede hacer nada. Él
- 63 -

no hace su parte y nosotros la nuestra, dice en su palabra que el


único que puede hacer algo es Él, y que de no hacer nada, el
hombre está perdido.
Dios es bueno y el hombre malo, Dios hizo todo para sí,
incluyendo al hombre, y no creó todo para el hombre
incluyéndose. Conforme al plan predeterminado del creador, un
plan para su propia gloria, creó al hombre para que lo glorificara,
y por no hacerlo, es solo merecedor de la muerte eterna. Cada
criatura que vive para sí misma y existe para sí misma, lo hace
pues lo desea, porque eso es lo que quiere, y con ello justifica el
justo juicio de Dios.
Finalmente, en cuanto a Dios y el hombre, encontramos a un
hombre en deuda, y a un Dios justo. Un hombre en pecado y un
Dios santo. Un hombre rebelde y a un Dios soberano. El hombre
necesita salvación y solo Dios puede dársela, mas ésto solo pende
del deseo divino de hacerlo por sola gracia. Solo en manos de Él
está el destino de los condenados seres humanos, y depende solo
de Él que estos vivan o mueran.
Ahora bien, entendiendo quien es cada uno y la condición de su
relación, atendamos, en la sesión siguiente, la buena nueva
provista graciosa y soberanamente por el Creador. En convicción
de la dignidad de Dios, y la relación de los hombres con ella,
observemos a la gloriosa persona del Señor Jesucristo como el
mensaje salvador mismo de la palabra de Dios a los hombres.
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- 65 -

Hemos llamado la atención hasta este punto, de la verdad


absoluta que representa el evangelio de Dios. Señalamos ya
como, de manera inclusiva, está contenida aquí la revelación
más contundente de la palabra de Dios. Visitamos ya dos de los
tres puntos que creemos, ineludiblemente deben tratarse si
buscamos comprender con fidelidad su trascendencia (al
estudiar los atributos de Dios) como también su aplicación
pertinente (al estudiar la doctrina del hombre) en virtud de la
interacción de éstos.
Advertimos, inicialmente, a la naturaleza de la palabra evangelio
diciendo, que en esencia, este señalaba la idea de buena nueva o
buena noticia. Esta noticia o nueva es una revelación, es decir,
la manifestación de una verdad que no se conocía previamente,
y ésta proviene de Dios, se dirige a los hombres y consiste en
una persona la cual es Jesucristo. La revelación salvadora de
Dios a los hombres en Cristo, es lo que resumidamente el
evangelio es. Decimos también que esta nueva o noticia es,
además, buena puesto que tal revelación se propone la salud
espiritual de hombres caídos e indignos como entendemos lo
son todos.
Previamente debe asumirse la realidad del hombre ante Dios
para luego observar su salvación en Cristo. Si no sabemos quién
- 66 -

es Dios, no conoceremos de forma alguna al salvador y por lo


tanto proveedor de la salvación. Si ignoramos por otra parte al
ser humano, su naturaleza, condición y posición ante el
salvador, tanto el propósito como la aplicación de esta salvación
serán ignoradas también. Tenemos un hombre perdido que
necesita redención, pues por sí mismo, a causa de sus
condiciones, está imposibilitado para salvarse. Mas importante
aun, Dios, ante quien este hombre es justamente culpable, que
según justicia, ante este panorama, debiera condenar
irremediablemente la corrupción de esta criatura.
A continuación atenderemos a aquello que las escrituras
enseñan acerca de la persona y obra de Jesucristo, como el
mensaje mismo del evangelio, como la revelación de Dios a los
hombres, como la salvación única provista para ellos, como el
divino pensamiento acerca de la restauración de todas las cosas.
Este misterio consiste en la vida y ministerio de Cristo, El en sí
mismo es el evangelio para nosotros. La buena nueva misma
como la revelación del Dios todopoderoso. Afirmaremos
primera y primariamente, y a manera de introducción, que el
evangelio no es algo, el evangelio no es plural, el evangelio es
alguien y es uno, es Jesucristo el hijo de Dios.

Jesucristo no es el personaje principal del evangelio, sino el


evangelio mismo. Toda su persona y obra es la buena nueva de
salvación de Dios a los hombres (1ªTim 3: 16). Tras esta
afirmación decimos que siendo el evangelio la revelación más
absoluta de la palabra de Dios así como Jesucristo es por tanto
la palabra de Dios. El en su palabra ha revelado a los hombres
su identidad y voluntad. Lo que Dios es y piensa hacer es lo que
- 67 -

su palabra refiere. Jesucristo siendo la revelación pura de Dios,


y en su obra de su voluntad, significa en la verdad de su persona
aquello que las escrituras señalan. Cristo es la verdad como toda
palabra de Dios. Las escrituras son el testimonio de Jesucristo,
Jesucristo es el testimonio de Dios. El Señor no es un personaje
bíblico, es aquel a quien la Biblia describe (Jua 5; 39). Cristo es
la palabra de Dios, y en la palabra de Dios hay salvación.
Por otra parte y en consecuencia, afirmamos que solo la palabra
de Dios es la manifiesta revelación de Jesucristo. Fuera de las
escrituras no hay salvación. La Biblia da testimonio de Él, y este
ser descrito en lo escrito es a quien expondremos como el
evangelio de Dios para nosotros. Jesús no es el camino a la
salvación, el es la salvación y en Él la encontramos. Mas si no
hablamos del Jesús bíblico, el definido y revelado en las
escrituras, hablamos de “un jesus” mas no del hijo de Dios. Si
hablamos de un término como lo es la palabra Jesús, pero no
del concepto que esta contenido detrás del término, no
hablamos del mimo ser. Solo el Cristo manifiesto en las
sagradas escrituras es el Mesías salvador. El evangelio es el
mensaje de la palabra de Dios el cual es Cristo, por lo tanto
siendo Cristo aquel a quien las escrituras señalan, solo el de las
escrituras es el verdadero y único Dios revelado. Hacemos ésta
salvedad, pues entendemos que el cristianismo popular no tiene
al Mesías prometido aunque profesa dialécticamente el nombre
de Jesús. El “jesus” de ellos es imperfecto pues no es suficiente,
no es salvador pues no es humano, no es redentor pues no es
divino, no es el verbo pues es solo un personaje, no es el
evangelio pues es el principal y no el único artículo de fe de los
creyentes. Veamos entonces en la Biblia, la persona de Cristo y
la obra de esta persona, para luego, explicar cómo en Él fue
provista redención a hombres caídos ante un Dios santo y
soberano.
- 68 -
- 69 -

Necesario nos es que antes de examinar cuidadosamente la obra


de Jesucristo como propiciación para nuestra salvación,
aprendamos aquello que nos es revelado acerca de su persona.
Su obra es válida porque es suya. Todo lo hecho por Cristo
cobra valía por causa de su persona. Hay salvación por que El
salvó, y salvó porque es el salvador, y por tanto, siendo la razón
por la cual su obra es salvadora debemos conocer quién es El.
Habiendo revisado ya los anteriores puntos, diremos que siendo
Jesucristo la buena nueva, es a la luz de la condición, posición y
por lo tanto relación de Dios con el hombre, donde
encontramos comprensión a su persona. La única posibilidad
del hombre salvarse, es que Dios lo haga, pues hemos probado
ya que es el hombre totalmente incapaz de hacerlo. La única
posibilidad de Dios tratar con el hombre es matándolo, ya que
según la justicia perfecta su trasgresión es solo digna de tal
condenación. Ante esta realidad, Jesucristo, Dios el hijo, en su
venida a la tierra tomó forma física, esto es, como hijo de
hombre, pero sin dejar de ser Dios. El era tanto divino como
humano: Era con Dios y es Dios, pero habitó entre nosotros y
fue en todo a nosotros semejante. Totalmente Dios pero,
tomando forma humana, totalmente hombre al mismo tiempo.
Sabiendo que como salvador poseyó estas dos naturalezas, la
divina y la humana, si queremos conocer su identidad debemos
indagar específicamente en cada una de estas dos.
Haremos esto a partir del señalamiento de las escrituras acerca
del contenido de la salvación y restauración de la humanidad. El
salvador había de ser quien entregara el Reino, el Sacerdocio y
- 70 -

la Profecía a los hijos de los hombres (Exo 6: 6-8, Isa 2: 2, Eze


11: 19-20), por lo que este debía llevar consigo como Redentor
el oficio de rey profeta y sacerdote. Ser obrar como estos para
confirmar a los redimidos esto mismo. La separación divina del
pecado de la humanidad, les expulsó de su presencia, escondió
su rostro de los hombres y los divorció de la adoración. En esto
se encontraban los dones entregados por Dios en el principio a
Adán, cuando le formó a su imagen a fin de que viviera para su
Gloria. Aquel que reconciliara a estos es divino y humano, Dios
encarnado, para ser competente en cuanto a esta salvación
necesaria.
Observaremos esta naturaleza mesiánica, divina y humana, para
como rey (Isa 9: 6-7, Dan 7 13-14, Miq 5: 2, Zac 9: 9), sacerdote
(Heb 7: 24-25, 27) y profeta (Jua 8: 26-28, 12: 49-50, 14: 10-24),
realizar la reconciliación de ambos, y establecer por medio de sí
comunión perpetua entre ambos.
- 71 -

Al partir de la realidad del hombre ante Dios, como de


enemistad personal, podemos deducir que el salvador necesario
para el hombre tiene que ser divino. Primeramente, como
naturaleza necesaria para emprender una obra perfecta como
salvador. Suficiente e idóneo para revelar al padre al hombre,
representar al hombre ante el padre y hacer propiciación eficaz
entre uno y otro (Heb 5: 6-10, 6: 20, 7: 11, 17). Si alguien puede
salvar ese tiene que ser Dios, si alguien debe pagar ese debe ser
el hombre. Si decimos que Jesucristo es el salvador, debemos
deducir que fue este un hombre, pero si así decimos que es
potente para salvar debe también ser Dios. Ante el cuadro de la
corrupción humana solo Dios puede salvarlo, y si ha provisto
una forma por medio de alguien ese alguien debe ser El.
Seguidamente porque es debido, que revelación de esta
salvación, su propósito e implicaciones sea conclusivamente
manifestada a través de su testimonio. El salvador ha de ser el
profeta divino, quien testificara de forma plenaria el
pensamiento del Padre acerca de todas las cosas (Juan 1: 18,
Heb 1: 1-2). Finalmente este debía poseer toda la autoridad
sobre la creación y sus criaturas para ejercitar estos anteriores, y
así gobernar y preservar la realidad de la confirmación de los
dones de la restauración. Como Dios el hijo, poseer la autoridad
legada por el Padre7 para realizar el propósito salvador de éste
para la gloria del Dios trino (Col 1: 15-16).
Además de lo conclusiva que pueda ser nuestra visión acerca de
la naturaleza del salvador, como ya dijimos, debemos observar

7
Ver pag. 11 acerca de la Trinidad.
- 72 -

como la Biblia testifica de Cristo como Dios mismo, y, de esta


manera, lo que esto implica en su identidad como salvador.

“Y el Logos se hizo carne, y tabernaculizó8 entre nosotros, y


contemplamos su gloria (gloria como del Unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1: 14) “Porque en él habita
corporalmente toda la plenitud de la Deidad.” (Col 2: 9)
Como hemos dicho ya, si hablamos de un ser que es salvador,
ante las condiciones de esta salvación, el tal debe poseer
dignidad divina. Es notable, en primer lugar, la gloria que la
plenitud de la deidad debía otorgarle a Jesús, siendo quien podía
restaurar la comunión perdida entre el Padre y los hombres. La
deuda que el pecador tiene ante Él es personal, y de esta misma
manera debe ser saldada. El hombre podía contar con un
intercesor apto únicamente con la identidad, y por lo tanto,
justicia, potencia y santidad de la perfección, con la que
debidamente había de ser constituido un sumo sacerdote
eficiente.
En esta escritura en la que Pablo habla a los Colosenses, entre
otras cosas, acentúa la suficiencia y eficacia de la obra de Cristo
únicamente posible a causa de su naturaleza divina, esto es, de
la plenitud de Dios mismo. No solo este tenía que ser Dios para
calificar como salvador, sino que esta condición tiene relación
íntima con el carácter de su obra salvadora. Para que ésta llegara
a ser potente para salvar debía Él poseer sus atributos. Jesús
posee la identidad de Dios, esto es, su plenitud, y esto es

8
TRAD. BTX (Biblia textual 3ª Edición)
- 73 -

esencial para nuestra fe a Él como salvador, como también


necesario para la validez de su obra realizada en su redención.
Justo es entonces que observemos la realidad de la santidad de
Dios en Jesucristo como salvador, y específicamente, como
perfecto intercesor, esto es, como sumo sacerdote
representante de los hijos de Adán ante el Creador.

Cuando hablamos de santidad, hemos dicho, no referimos a la


excelencia moral de Dios, a la pureza inmaculada de su
personalidad. Hablamos de Él como separadamente distinto y
diferente a toda corrupción: No tiene pecado, no puede pecar, y
se opone al pecado.
Esta realidad de Dios es, entre otras cosas, aquello que le separa
del hombre. El no tiene comunión con lo profano y corrupto.
Todo aquello que no es santo es distinto y opuesto a su
naturaleza y además en parte, atribuible a los hombres. La
imperfección, corrupción y pecado, como hemos ya afirmado,
son propios a la naturaleza humana caída, y como tal, Dios está
divorciado de toda comunión posible con los tales. Es santidad
la que en propiedad le hace apartado de lo imperfecto y esto
incluye a todos bajo el cielo.
El salvador como libertador del pecado, aquello que enemista al
humano con su Creador, debía poseer la santidad perfecta de
éste, a fin de conformar sus demandas del sustituto necesario.
No puede librarse por sí aquel que acarrea la condena divina. El
ser humano corriente no puede a si mismo representarse, pues
debe ser absuelto de su culpa imputada y de su herencia de
pecado primeramente. Si el salvador no contara con esta
perfección, el seria tal inútil como los hombres para salvar, y tan
- 74 -

culpable como ellos también. “Porque tal Sumo Sacerdote nos


convenía: Santo, inocente, incontaminado, separado de los
pecadores, y exaltado por encima de los cielos; que no tiene
necesidad cada día, como los sumos sacerdotes, de ofrecer
primero sacrificios por sus propios pecados y después por los
del pueblo, porque hizo esto de una vez por todas ofreciéndose
a sí mismo” (Heb 7: 28-29) Jesucristo como Señor y Salvador,
afín de poder encargarse de nuestra corrupción y librarnos de
ella, como Dios el Hijo fue, es y será divinamente santo en y
por sí mismo.
Como prueba podemos tomar de ejemplo a uno de los profetas
del antiguo testamento, en un encuentro frontal con Dios, al
encontrarse con su presencia, la cual esta separa de la comunión
con el ser humano, reconoció que aquello que le separaba de su
Creador era su pecado en contraste con su santidad. "¡Ay de mí!
que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y
habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han
visto mis ojos al Rey, YHWH de los ejércitos."(Isa 6: 5)
exclamó, reconociendo este que por sus pecados debía morir.
Este pasaje revela como todo hombre es indigno ante la gloria
perfectamente santa del Señor. El profeta después de ser
santificado (Leer Isa 6: 6) dio testimonio de Dios como
salvador. Como capaz de santificar por causa de su santidad.
Este ser visto por este profeta es Dios, el santo, el salvador,
Jesucristo el Mesías. Pues bien dice Juan que aquel que vio
Isaías en el relato de más arriba era Jesús (Leer Jua 12: 34-35 y
41). En el monte de la transfiguración (Mat 17), El Hijo
desnudó su humanidad a fin de demostrar su gloria refulgente
más que el Sol, cuya belleza es su santidad, la divina pureza solo
propia del Señor con la que contaba Jesús como el Salvador
constituido por el Padre. “La gloria de Cristo, es la imagen de
Dios” (2ª Cor 4: 3) “Porque Dios, que mandó que de las
tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
- 75 -

nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la


gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2ª Cor 4: 6)
Ciertamente como sumo intercesor era divinamente Santo, esto
es, delante de nosotros ante la presencia de Dios Padre. Jesús es
el salvador único porque es Dios, y entre otras, posee la
perfección de la santidad divina la cual es distintiva de Dios por
lo tanto propia de Cristo como redentor.

Testifican las escrituras acerca del conocimiento de la persona y


voluntad de Dios, como solo entendidas precisa y
correctamente en el Hijo, “Nadie ha visto jamás a Dios; el
Unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo reveló.”
(Jua 1:18)
El texto que usamos, como en otros de la misma referencia
(Col 1: 15), fue dirigidos con la intención de instruir a los
salvados a permanecer en el mismo salvador que los rescató una
vez, a fin de permanecer en el estado de gracia. Esta es la señal
de las escrituras, pues sencillamente la persona y voluntad
salvadora de Dios es absoluta y contundentemente presentada
en la faz del Hijo. En cuanto a este punto, Las escrituras
presentan a Jesús como el Verbo, la palabra o expresión del
pensamiento o razón del Padre. Un divino profeta, que no solo
aclararía la visión del propósito y carácter del Señor, sino quién
las representaría en sí mismo entre nosotros y para nosotros
plenamente. El es la verdad, la Vida y el Camino, esto en cuanto
al Padre y en referencia a la Palabra de Dios. Hablamos
previamente de la relación con los hijos de los hombres ante
Dios, mas ahora como Dios ante y entre nosotros para guiarnos
a Él.
- 76 -

Si tenemos un salvador divino tenemos un salvador suficiente,


es decir, su salvación es absolutamente eficaz. Ante el extravío
del entendimiento de la carne, la sola obra sin revelación habría
solo condenado mas su condición. Este además de anunciar la
verdad de Dios como los emisarios humanos que le
precedieron, realizo su mensaje como verdad misma,
constituyendo, no solo a sus palabras, sino aun más, a su
persona como objeto perfecto y perpetuo de Fe a los
santificados (1ª Ped 1: 10-13). Por ello, afirmamos que Cristo es
la revelación más clarificadora de la voluntad de Dios, y por lo
tanto, es posible, al ser creído, guiar en rectos caminos a los
salvados.
Jesús como profeta divino es la revelación para salvar, y para
preservar en la perseverancia como objeto de fe a los salvados.
El sujeto permanente de la fe de los justificados, pues es la
imagen misma de Dios, la verdad de su palabra absolutamente
entendida como persona divina entre los hombres (Jua 1: 9-10).
La oscuridad propia de la separación de los hombres de su
Creador, debía ser iluminada para rescatarlos de la perdición, y
mediante la fe guiarles a la voluntad y obra salvadora además de
sólo realizarla. El hecho de no solo ser Dios mismo sino
también la revelación de El, no solo es divino sino que también
dio a conocer la divinidad abierta y completamente, caracteriza
a su salvación como una gracia completa. Este salvador salva
una vez y para siempre, pues como Dios revelado, como
imagen de Dios, salva y preserva por medio de la fe a pecadores
como los hombres.
Rescatando y preservando, Jesucristo es el único objeto de fe
para el pueblo de Dios. “El es el sumo sacerdote y también
apóstol de nuestra profesión”(Heb 3: 1) Es donde el hombre se
reconcilia con Dios pero además encuentra comunión
perdurable con Él, y esto, por ser en sí mismo la plenitud de
- 77 -

Dios, y también, en quien ésta se da a conocer


comunicativamente a los hijos de los hombres.

“Porque por él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, las visibles y las invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo
fue creado por medio de él y para él.” (Col 1: 16)
El poder de Dios es aquella capacidad en Él, que le autoriza
hacer todo cuanto quiera, cómo y cuando quiera. Este atributo,
particularmente, es el que otorga la autoridad de Dios a Jesús
como tal. La supremacía de Dios esta cimentada en su ilimitado
poder además de su posición, es decir, su potencia para llevar a
cabo todo lo que, por su propia voluntad decida hacer. Como el
Hijo, su potencia como intercesor y mensajero descansa en la
autoridad dada por el Padre, para que en todo tenga la pre-
eminencia a fin de en Él y por medio de Él restaurar todas las
cosas (Col 1: 19-20). Todo es posible para Dios, y en aquello
que se ha propuesto es infalible. Nadie que posea, hemos dicho,
fuerzas limitadas tiene el derecho a ser considerado divino en su
naturaleza. Pues no posee autoridad como esencialmente
superior, por lo que nadie sin autoridad, esto es, poder supremo
sobre las cosas, debe considerarse divino en su constitución.
Autoridad es poder, poder es eficacia, por lo que la posibilidad
de salvación en un salvador demanda de este la supremacía
sobre todas las cosas, a fin de que su obra a su favor sea
legítimamente suficiente.
Solo Dios puede perdonar pecados, este es un principio básico
en la enseñanza bíblica, especialmente, en la antiguo
testamentaria. Dios es juez de toda creación, y toda trasgresión
- 78 -

ese hacia Dios y en contra de Él. Esto mismo exclamaron los


magistrados fariseos y escribas entre el pueblo ante la
justificación de Jesús a un hombre por sus pecados. Todos "te
son perdonados" dijo. Esta declaración escandalizó a quienes le
oyeron, pues conlleva la proclamación de la potestad propia de
la divinidad. Al señalar que podía este perdonar pecados, Jesús
insinuaba tener el poder de la autoridad de Dios. Ante la
conmoción de la multitud dijo: "¿Por qué pensáis mal en
vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los
pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues
para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la
tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico):
Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se
levantó y se fue a su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y
glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres
(Mat 9: 2-8). De esta manera, concluimos en su divinidad, la
autoridad que le confirmaba como profeta y sacerdote
autorizado, para obrar a favor de los pecadores de parte de
Dios ante Él.
El Dios salvador es Cristo, pues posee la autoridad de su poder.
Jesús es el Dios omnipotente, que todo lo puede, incluso salvar
tal perdición de pecadores.

Es esencial al evangelio comprender la deidad de Jesús. El


nombre no puede por su condición ante Dios salvarse a sí
mismo, y por tanto, necesita de un salvador. Si este no es Dios,
no puede ante la realidad de nuestro pecado salvar. Ningún otro
podría intervenir y rescatar al hombre que no fuese el juez
mismo ante quien es este culpable, el santo a quien este ha
- 79 -

ofendido, al rey ante quien se ha opuesto. El Hijo en nombre


del Padre con esta autoridad, es quien por nosotros (Sumo
sacerdote divino), para nosotros (Profeta divino) y favor de
nosotros (Rey divino) ha sido constituido como el Redentor. El
pago personal que cada ser humano debe al Dios que los que
creó, exige que este redentor sea divino como el único con la
capacidad y autoridad para tratar con la condenación de los
hombres.
Dios es santo y estando separado del pecado también lo está de
los hombres que son pecadores. Es justo, y debe pagarles
conforme a sus obras. Es soberano y omnipotente, como para
hacerlo de manera letal sin que nadie se burle de Él. Dios es
digno de infinita gloria, el hombre de infinito castigo; los delitos
ante un infinito y eternamente exaltado Ser se pagan en eterna
condenación. Nuestro salvador debía ser infinita y eternamente
justo, santo y omnipotente como Dios, en representación de
nosotros a fin de reconciliar a ambos. La deidad de Jesucristo
nos dice que Él es el único y suficiente salvador, pues se trata de
quien tiene el reino, el juicio y la gloria misma quien se encargo
de nuestra vergüenza.
- 80 -

Hemos hasta aquí afirmado, al delito de Adán en edén, como


causa de repercusión profunda y radical en la naturaleza de la
raza humana a la cual, naturalmente, representaba. Es como si
aquellos hubiesen sido la imagen de la humanidad, y por su
corrupción, todos los hombres se corrompieran con ellos. Aquí
llamamos la atención de que el salvador, al mismo tiempo que
Dios, debía ser un representante humano, que en todo, hubiera
de identificarse con la debilidad de los perdidos. La
condenación es imputada a la raza adámica, y le es necesario a
ésta, un representante pactual que responsabilice su
culpabilidad. La justicia divina demanda de ellos la vida, esto es
paga de muerte por sus pecados, y la sangre perfectamente
humana es la que debidamente había de realizar la propiciación.
Imaginen por un instante a Dios en los cielos y a los seres
humanos en la tierra. El justo por un lado y los injustos por el
otro. El santo y los pecadores. El rey y los reos. Dios debe
matarlos, los hombres deben morir. Ninguno de ellos puede
escapar: todo está a expensas del justo juicio de Dios. Quien
necesita salvarse es el hombre, quien puede salvar es Dios.
Quien tiene el juicio es Dios, quien debe la paga es el hombre.
Ante ésta reunión de la verdad acerca de la naturaleza necesaria
del Mesías, ya hemos visto que el salvador debe ser Dios y al
mismo tiempo, según la naturaleza de la cuenta, representante
substituto de ellos. Dios se hizo hombre para salvar a los
hombres de Dios. Traspasó su divinidad en humanidad, para
reconciliar a la humanidad con la divinidad. Nuestro salvador es
perfecto pues siendo totalmente Dios, fue al mismo tiempo, en
un cuerpo de carne, totalmente humano, y así, tomó el lugar de
ellos, para saldar la deuda y conquistar reconciliación. “Por lo
- 81 -

cual, al entrar El en el mundo, dice: SACRIFICIO Y


OFRENDA NO HAS QUERIDO, PERO UN CUERPO
HAS PREPARADO PARA MI;” (Heb 10: 5-7) Dice el Señor,
pues su sangre (la de animales) no es suficiente en perfección
además de naturalmente calificada, según la redención
demandaba para ser ganada.
Sin duda, si no apreciamos la humanidad de Jesús, no tenemos
derecho a reclamar entendimiento del evangelio. Porque aun
siendo débiles, Dios el hijo sufrió la muerte cual débil pecador
en nuestro lugar y a nuestro favor. Divino en su idoneidad y
humano para participarnos de sus meritos.
Definiremos, en la medida de lo posible, la coexistencia
absoluta en el ser de Jesús, tanto de la deidad como de la
humanidad. Él es completamente ambos, por lo que sobre esta
base distinguiremos la realidad de estas dos como una unidad
en Él.

La humanidad de Jesús es la encarnación de Dios. Esto es, la


segunda persona de la trinidad, el Hijo, tomando forma de
hombre semejante a nosotros. “Se despojó a sí mismo tomando
forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres” Su
deidad tomo otra forma, una humana despojándose de la gloria
en la que desde la eternidad participó. En el evangelio de Juan,
pueden encontrarse afirmaciones sumamente clarificadoras
acerca de la afirmación de la humanización de Cristo. En el
ejemplo más popular, el del primer capítulo, se nos habla del
hijo, el Mesías, como el verbo. Éste Verbo es en griego “logos”,
y esta palabra designaba, en aquella cultura, la idea de razón o
principio que dio origen al universo. Juan expresa, aquella razón
lejos de ser una idea o noción abstracta, es alguien supremo: el
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Dios de verdadero. En el recorrido de esta doxología, se hace la


declaración de que esta persona o razón, que es Dios, se
encarnó e hizo morada o habitación ante y entre nosotros. Dice
“y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad.” Aquel a quien Juan se refería, como a Dios
mismo, era a Cristo, Dios encarnado, humanizado una vez para
obrar por nosotros, entre nosotros, en nombre de nosotros.
Él se despojo de posición divina, para, como hijo de hombre,
Dios, llevar a cabo el rescate de muchos. Cristo siempre fue el
verbo de Dios, el Hijo, pero en un punto de la historia se
humanizó para cumplir el plan salvador del Padre.

Un Salvador sin completa humanidad no representa un modelo


legítimo para nosotros. No habría de revelar el Reino de Dios,
esto es la persona y voluntad del padre, sin tomar forma
semejante a los hijos de los hombres. Seguidamente, este no
sería competente como sumo sacerdote que pudiera
compadecerse de nuestras debilidades, sin experimentar la
debilidad. En conclusión, no habría de garantizar el reino
prometido por el Padre a los hijos de los hombres, sin un
salvador rey, hijo de hombre como ellos. Con la autoridad
divina para salvar pero en forma humana para hacer esto
posible. Cuando afirmamos que Él era completamente humano,
nos referimos a que El se sometió, por su propia voluntad, a la
debilidad y limitación propia de un ser humano, en obediencia
al Padre, conforme a su plan salvador. Si dejaba de respirar
podía morir, si sentía necesidades físicas debía satisfacerlas al
igual que nosotros.
- 83 -

Así debe comprenderse el acontecimiento de su humanidad.


Estando entonces vestido de majestad y gloria en los cielos,
como Dios, se vistió de humanidad. Dicen las escrituras acerca
de Jesús “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres;” (Fil 2: 6-7). Abandonó la forma y posición de
supereminente dignidad a fin de constituirse en forma humana
un varón, justo representante de los hijos de Adán. Ningún
hombre en la tierra tenía la capacidad de aplacar la ira divina y
saldar la deuda de muerte que cargaba toda carne, Dios, se hizo
como uno de ellos para constituirse como su único y suficiente
salvador. Dios mismo hecho carne absoluta y plenariamente
para nosotros, es lo que contiene la humanidad de Jesús.

De la misma manera, como en el tal caso de su divinidad, aquel


que hubiera a través de sí confirmar el sacerdocio, la comunión,
y la gloria de Dios a los hombres, como salvador divino, debía
participar en todo de carne y sangre. Hemos ya estudiado todo
lo referente a la necesidad de un salvador divino, es decir, que
posea la autoridad de Dios como Dios mismo, para propiciar la
condenación en un sacerdocio perfecto y revelar
contundentemente el misterio de la salvación. De la misma
forma, diremos que este debía ser también humano en relación
a la naturaleza de su identidad y ministerio como profeta, rey y
Sumo Sacerdote. Como lo hicimos con la deidad, observemos
la humanidad de Jesús como necesaria en la naturaleza de su
identidad, como autoridad de su obra como salvador.
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“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”(Juan 1:
29) “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que ha sido
tentado en todo según nuestra semejanza, pero9 sin
pecado.”(Heb 4: 15)
Juan el bautista vio a Jesucristo, Dios el hijo, y exclamó de esta
manera. Al observar la humanidad de Jesús se refirió a Él como
el cordero, mas esto debe considerarse saludablemente con el
carácter de su oficio intercesor. Es quién podía asegurar la
abolición del pecado, esto es, quién podía establecer a través de
sí mismo la reconciliación. Esta expresión se debe a la razón de
que el pueblo de Israel contaba con un sacerdote mayor o sumo
sacerdote, que en aquel entonces presentaba sacrificios para
expiar el pecado temporalmente y propiciar la ira justa
transitoriamente. El cordero era el animal que se sacrificaba y
por medio del cual los pecados tratados. Finalmente, esta
referencia acentúa el ministerio sacerdotal en relación a su
humanidad, la cual demuestra aptitud para sustituir, representar
e interceder por los hijos de los hombres. Sin pecado éste
cuenta con la eficiencia para quitar, y no solo propiciar
transitivamente, el pecado y su influencia, confirmando así la
reunión definitiva del mundo con Dios.
Jesús era la encarnación de Dios, como idónea y perfecta
humanidad sumo sacerdotal autorizada para interceder el
sacrifico necesario en nuestro lugar y a nuestro favor. Aunque
este cordero logra el perdón de los pecados, no lo hace
temporalmente sino de manera satisfactoria. No solo ésta es su
conquista, sino también el de quitarlos juntos con su potestad

9
TRAD. BTX. 3ª Edic. (Biblia Textual)
- 85 -

de sobre los redimidos. Todo esto por la vindicada


representatividad que existió en Él en cuanto a nosotros, a fin
de encargarse según justicia de nuestras transgresiones.
En Conclusión, el Señor Jesucristo es el sacerdote de Dios, el
sacrificio de Dios y la obra de Dios, el cual, plenamente divino
y humano, podía conquistar y justamente participar de su
conquista a los hijos de los hombres, la reconciliación y así
comunión perdida con el Creador.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en
rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido
tiempo.” (1ªTim 2: 5-6)

“Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,


y diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Mar 1: 14-15)
“para que reciban, por la fe que es en mí (en Él), perdón de
pecados y herencia entre los santificados.” (Hch 26: 18) “que
por medio de él se os anuncia perdón de pecados” (Hch 13: 38)

Dios el hijo, conforme a su humanidad perfecta, no solo se


constituye como el intercesor suficiente, sino como quien diera
a conocer como hombre entre los hombres el misterio de la
redención en y través de sí mismo. La realización de la salvación
demandó siempre y demanda una revelación redentora de Dios
abrazada por arrepentimiento y fe. La salvación completa
mediante expiación omnipotente, requería una revelación
definitiva del padre y su voluntad como objeto de Fe y de
arrepentimiento para perdón de los pecados.
- 86 -

El amado salvador reveló la divinidad en su palabra a los


hombres y a través de sí mismo como conocimiento culmine
del Padre. Lo reveló todo en su palabra, mas en su experiencia
realizó, ante los ojos de todos, la revelación. Dios el padre nos
habló por medio de Él y en Él. Sus palabras eran El, pues es Él
la revelación, la cual era real para nosotros como humano
semejante. Como quien vivía la justicia de sus palabras. Como
quien revelara la justicia en su palabra. Un profeta mayor a
todos por ser la constitución humana del mensaje de la palabra
de Dios, de su mente, su voluntad, sus pensamientos,
finalmente, de la verdad. Así, como hemos dicho, encontramos
en Él un modelo real para nosotros, quien puede conducirnos
ante el Padre en el mensaje de salvación, y dar así
arrepentimiento y perdón pecados al pueblo. No solo intercede
como uno de nosotros, sino que nos guía a la gloria de la misma
forma.
“Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os
levantará un profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a
él oiréis en todas las cosas que os hable; y sucederá que toda
alma que no escuche a aquel Profeta será desarraigada del
pueblo” (Hch 3: 22)

“…Pero que ahora ha sido manifestada mediante la aparición


de nuestro Salvador Jesucristo, el cual abolió la muerte y sacó a
luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio” (2ªTim 1:
9) a Abraham dijo “Multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y
todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente”
(Gen 26: 4) “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las
- 87 -

promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como


refiriéndose a muchos, sino a uno: Y a tu simiente, la cual es
Cristo” (Gal 3: 16) “y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. El Cordero que ha sido
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría,
la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.” (Apo 5: 10, 12)

Los meritos divinos del hijo son compatibles para salvar pues
son también humanos al igual que los perdidos. Hablamos
ahora de la autoridad de su humanidad, para entregar o acercar
el reino de Dios a los hombres, así como el sacerdocio y la
profecía. Constituido rey humano-divino para participar de los
meritos a los miserables, y llevarlos así participar de la gloria de
Dios, de la cual sabemos, habían sido separados en su
perdición. La exaltación de los pecadores mediante la fe en la
mediación es imposible, sin exaltación eminente del salvador en
quien existe la salvación. La exaltación del uno para llevar a
muchos a la gloria. “Porque era propio de aquel por cuya causa
son todas las cosas, y mediante el cual todas las cosas subsisten,
que en su designio de ir llevando10 muchos hijos a la gloria,
perfeccionase por medio de padecimientos al autor de la
salvación de ellos. Porque El que santifica y los santificados, de
uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos,” (Heb 2: 10-11)
La autoridad de rey humano sobre ellos, era trascendental a la
hora de presentar a Jesús como Salvador de la humanidad en
los tiempos de la iglesia temprana. Pues se demostraba en Él,
que a través de la adhesión a sus meritos, podía este
participarles de su gloria también. De sus meritos para salvar, de
su gloria para su gozo, conforme a las promesas a los hombres
de restauración. Esta identificación con los pecadores era solo

10
TRAD. R.V.R. 1977
- 88 -

posible mediante una autoridad divina y humana al mismo


tiempo.

Si no tenemos a un Mesías humano, Dios-hombre, no tenemos


buenas nuevas reales para los hijos de Adán. La divinidad nos
habla de la posibilidad delante de Dios en cuanto a los
estándares, la humanidad nos habla de la posibilidad de que esto
pudiera involucrar a los hombres. La deidad en su forma podía
conformar potencialmente en su dignidad y potencia, mas no
identificar, revelar ni proveer a los hijos de los hombres, pues
este debía ser apto para asumir y adherir, y así entregar y
bendecir en la identificación de su humanidad.
El salvador tenía que ser representante humano de seres
humanos como lo fue Adán. En las buenas nuevas decimos que
a Dios le plació salvar al hombre, y para esto debía hacerse de
un Adán inmaculado, en quien imputar o cargar la condena de
los hombres y hacerla cumplir en El, a través del cual
manifestar esta salvación a los hombres, y en unión con el cual
hacerlos participantes de la gloria de la vida eterna. Como dicen
las escrituras “Por tanto, como el pecado entro en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte paso a
todos los hombres por cuanto todos pecaron.”(Rom 5:12)
“Porque así como por la desobediencia de un hombre, los
muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”
(Rom 5: 19) y “en unión con él, en quien también recibimos
herencia…” (Efe 1: 11) esto es, de las promesas de vida eterna.
- 89 -
- 90 -

Cuando hablamos de la obra de Cristo, hablamos del acto


salvador por medio del cual es expiado el pecado, propiciada la
culpa y lograda la reconciliación de los hombres con su
Hacedor. Hemos dicho que el evangelio es Jesucristo, la
revelación y obra de Dios para los hombres, pero que la
centralidad de estas buenas noticias se encuentra en la salvación
provista por el salvador, y esto, por una obra donde se funde su
gloria como tal. Deberíamos anticipar del cumplimiento de su
ministerio donde involucra toda su naturaleza. Su divinidad y
humanidad obrando y en ello su palabra, intercesión y Señorío
operando, para quitar el pecado de en medio, y unir en
reconciliación y comunión a hombres caídos con el Dios
altísimo en Él.
El dilema más grande las escrituras se encuentran aquí. Ante la
realidad de Dios y la condición del hombre, el relato bíblico nos
lleva una gran incógnita o misterio. ¿Pueden las criaturas y la
creación ser restauradas? Es decir, retornar a la presencia
especial de Dios, a la gloria que no alcanzan, a la comunión rota
al gozo perdido, a la razón extraviada, finalmente a la vida
eterna la cual es con Dios y en la presencia de Él. Aun más, esta
salvación requería confirmación perpetua, es decir, mayor gloria
que la del primer hombre para asegurar perpetuamente los
dones del reino de Dios a los redimidos. Para esto el poder del
pecado debe ser resuelto completamente, la raza debe ser
perfeccionada, y la creación renovada y reunida absolutamente
bajo el orden del reino de Dios. Sin lugar a dudas, por lo
anticipado y mas, estamos ante una obra infinitamente gloriosa
y omnipotente, en la cual todas las cosas son reunidas
nuevamente, mas esta vez perpetua y definitivamente.
- 91 -

Aquí no estamos tratando únicamente con una mera


tramitación de un hecho sino del acto entre los actos, no de una
obra de Dios sino de la obra en cuya razón, convergen todas
sus voliciones. Toda su trascendencia, su gloria, todo El se
involucra, para mediante Jesucristo, redimir su creación y
atraerla a su creador con todo lo que esto implica.
Ya hemos pronunciado fuertemente que su obra salvadora es
solo valida por causa de la gloria digna del salvador, y que, a la
luz de ésta debe ser comprendida su obra. Hasta aquí hemos
apreciado la identidad y naturaleza de Jesús para, a partir de esta
verdad focalizar la obra salvadora de su ministerio como tal.
¿Cómo pudo la divinidad en Jesucristo, tratar finalmente con el
pecado de la humanidad?

En más de una ocasión, las santas Escrituras se refieren a la


obra de Jesucristo como el corazón mismo del evangelio. Pues
en su obra es realizada la revelación, manifestación y acción de
la salvación. Esto es digno de notar, pues partimos de la idea
del evangelio como buenas nuevas, y éstas, tratándose de la
salvación del hombre, tienen su punto fuerte en la obra por
medio de la cual estos pueden ser salvos. Estos lo son en y por
medio de Jesús, en y por medio de su obra, y así, en y por
medio del evangelio.
Acerca de esto, analizaremos lo que dice Pablo a los corintios
acerca del evangelio y el arraigo o lugar de su obra en éste. En
este pasaje el espíritu de Dios afirma categóricamente la
consistencia del evangelio según la descripción de la obra
salvadora de Jesucristo. “...Os declaro, hermanos, el evangelio
que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual
- 92 -

también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra


que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y
que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras;”(1ª Cor 15: 1-4) De esta manera queda demostrado
que este evangelio, esta revelación de Dios a los hombres con el
fin de salvarlos, tiene un corazón y se encuentra en la obra de
esta revelación: Jesucristo viniendo a la tierra, viviendo,
muriendo y resucitando por nosotros y en nuestro lugar.
¿Por qué tuvo que morir?, ¿Qué sentido tenía esta acción? ¿Que
implica que este haya resucitado? y por sobre todo ¿De qué
manera esto puede lograr nuestra salvación? Jesús vivió, murió
y resucitó por nosotros, ésta, es la obra salvadora de nuestro
salvador y el contenido verdadero de ésta, contiene el mensaje
de vida eterna para nosotros.

Cuando hablamos de la necesidad de la humanidad11


encontramos más de una razón por la cual el hijo de Dios vivió
como hombre corriente entre nosotros. Un evento ineludible al
suceso de su obra consiste en el hecho de que este haya vivido
por nosotros como humano perfecto entre nosotros.
Aquí la humanidad divina, la divinidad en forma de hombre del
hijo, se manifiestan en una vida substitutiva de obediencia
perfecta al Padre, en lugar de nuestras rebeldías. Encarno el
pensamiento y voluntad de Dios como verbo humano en el
mundo. Su dignidad, en su vida sustitutiva, es de póstuma

11
Ver Pág. 82
- 93 -

grandeza como manifestación viva de la verdad de Dios. Este


profeta ministró a nuestro favor realizando todo el consejo de
Dios en sí mismo por nosotros, y una vez más decimos, en
nuestro lugar como representación e identificación.
“Por tanto, así como por medio de una transgresión vino la
culpa a todos los hombres para condenación, así también, por
medio de un acto de justicia, vino la gracia a todos los hombres
para justificación de vida. Porque así como por la desobediencia
de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así
por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos.”
(Rom 5: 18-19) “Por lo cual dice me preparaste cuerpo, he aquí
vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (paráfrasis Heb 10:
5,7)
Al ya referido ministerio de revelar al padre como está escrito
“proclamare tu nombre entre mis hermanos” (Heb 2: 12), y
que, “se nos habló suficiente y finalmente por el mismísimo
verbo de Dios” (Heb 1: 1-2), esto es, como autor de nuestra fe,
como consumador referimos a la justicia real en la cual nos
participaría delante de Dios. Jesús reveló a Dios y a su voluntad
por completo en su manifestación a nosotros, mediante la
aclaración de su misterio, y realizándolo en experiencia viva,
primeramente, viviendo en justicia por los perdidos.
El mesías tenía que cumplir aquello que nosotros ya habíamos
quebrantado con nuestro pecado. Nuestro representante debía
ser humano, pero no como nosotros, sino perfecto, para
perfeccionar y santificar a los representados. “Yo no he venido
para abrogar sino para hacer cumplir” (Mat 5: 17) Dice el
Señor, y en otra parte dice “Porque convenía a aquel por cuya
causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten,
que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase
por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” (Heb 2: 10)
“Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son
todos..."(Heb 2: 10-11).
- 94 -

"Porque primeramente les predique el evangelio que recibí: Que


Cristo murió por nuestros pecados conforme a las
escrituras..."(paráfrasis de 1ª Cor 15: 3) El murió por nuestros
pecados. A causa de ellos Él fue muerto por el Padre. Jesús fue
entregado por Dios para escatimar a muchos. El amado
salvador se encargó de nuestra miseria, humillando su divina
humanidad ante el Padre, para absolvernos del poder del mal.
Este salvador no habría de hacerse hombre con todo lo que
sobre esto hemos dicho, viviendo por nosotros, sin finalmente
morir por nosotros.
Decimos que su obra salvadora es un evento homogéneo
indivisible. Mas su muerte es el eslabón central de esta cadena
eventual y sucesiva, que compone su obrar a nuestro favor. El
murió. ¡Gloria a Dios! No debía hacerlo, como si el Dios
omnipotente tuviese un deber para con nosotros además de
condenar nuestra rebeldía. Mas Dios es definido en todas sus
perfecciones de la siguiente manera: El Dios verdadero es el
Dios de Gracia. De favor inmerecido. Que bendice por causa
de su bondad.
Pagar por ellos con lo que ellos debían pagar. Se hizo maldito
para librarnos de la maldición, se hizo pecado para recatarnos
de su potestad, sufrió como injusto para justificarnos, fue
quebrantado como pecador para llevarse la condenación.
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Dios cargó el pecado de nosotros en
El.” (Isa 53; 6) “y muestra su amor en que siendo aun
pecadores Cristo murió por nosotros” (Rom 5; 8) “En esa
- 95 -

voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de


Jesucristo hecha una vez para siempre.” (Heb 10; 10)
Aquí hablamos de la intercesión sumo sacerdotal siendo
ministrada a favor de muchos. Oficio entregándose así mismo,
identificando y uniendo perfectamente los divinos meritos de su
humanidad con los humanos, y sacrificándose como ofrenda de
propiciación, satisfizo perfecta y conclusivamente la divina
justicia. El derramó sangre preciosa, perfecta y meritoria delante
del Padre, y expió, esto es cubrió, pagó, definitivamente, por el
acta de decretos que nos era contraria.
Toda la vergüenza y el oprobio de la maldad del hombre fue
sobre el inocente, y esto, para salvar a los culpables. “Cristo nos
libertó de la maldición de la Ley, hecho maldición por nosotros
porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero,” (Gal 3: 13)
Siendo Dios quien es ¿Cómo puede perdonar a los culpables y
restaurar su imagen? Para salvar, cumplió con su justa ira
matando a su hijo en representación del hombre y sus pecados,
y de esta forma estos pueden ser salvos. “...El justo por los
injustos para llevarnos a Dios...” (1ªPed 3: 18) “Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2ª Cor 5: 21)
“Porque siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo” (Rom 5: 10) “estando muertos en pecados y
en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente
con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz…” (Col 2: 13-
14) Sufrió la ira de Dios en su lugar para quitar en su cuerpo de
en medio el pecado y reconciliarnos con Dios.
- 96 -

1ª Cor 15: 4 “…Os declaro el evangelio que recibí y os he


anunciado…que (Cristo) fue sepultado y resucito al tercer
conforme a las escrituras” Este evento presenta la definición de
nuestra restauración mediante su obra salvadora. Habiéndonos
librado de la ira haciendo expiación mediante su propio cuerpo,
por cuanto era imposible que le retuviera conforme a sus
meritos, tomó su vida nuevamente tomando su gloria, siendo
resucitado por el Padre. De esta manera confirma no solo la
justificación sino también la adopción, no solo la expiación
eficaz sino también la redención, no solo la libertad del pecado
sino también la herencia prometida. El se llevó la miseria en su
humillación mas exaltó a los justificados en su glorificación. Les
libró de la potestad de la muerte y el pecado, al vencerla y
matarlo en su sacrificio, entregó el don de vida eterna para ellos,
levantándose nuevamente para tomar su lugar en los cielos. He
aquí la plenitud de las promesas de reunión, regeneración y
restauración plenaria y terminal de las cosas demostrada en un
evento tal como la resurrección. El cuerpo por medio con el
cual son identificadas las iniquidades es ahora glorificado por el
padre, dando a si gloria a los pecadores representados por el
cordero de Dios. El don de la comunión (profecía), la gracia de
la adopción (reino), y el propósito de la adoración (sacerdocio)
son entregadas por un pacto eterno en la sangre, la vida y la
dignidad del hijo de Dios. En Cristo. Participa a los hijos de los
hombres de sus meritos cargando sustitutivamente su
condenación, y les entrega vida eterna exaltándolos en su gloria.
Jesús resucitó de los muertos, señal de que la maldición fue
anulada y la herencia comprada, para todos los que son de Él.
- 97 -

Como enseñan las escrituras, “para saber cuál es la esperanza de


su llamamiento y cuál la riqueza de la gloria de su herencia con
los santos, y cuál la inmensurable grandeza de su poder para
con nosotros los que creemos, por la acción soberana de su
fuerza,” debemos considerar “cual la que operó en el Mesías,
resucitándolo de los muertos y sentándolo a su diestra en los
cielos,” (paráfrasis Efe 1: 19-20) “sabiendo que el que resucitó
al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús, y nos
presentará juntamente con vosotros.”(2ªCor 4: 14) “…El Cristo
había de padecer, y que siendo el primero de la resurrección de
los muertos, iba a anunciar luz al pueblo y a los gentiles.” (Hch
26: 23) “Y nosotros también os anunciamos la Buena Nueva de que la
promesa hecha a nuestros padres, Dios la ha cumplido a los hijos de
ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el
salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a
corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordiosas y fieles promesas
hechas a David.” (Hch 13: 42-44)
La obra de Cristo fue completa; encarnación, muerte y
sepultura, resurrección y ascensión.

Finalmente diremos acerca de la obra de Cristo, que es aquella


por medio de la cual hizo efectiva la salvación de pecadores.
Esta obra conquistó la absolución (libertad de culpa), redención
(perdón) y justificación (imputación de justicia perfecta) de
seres humanos culpables, y así mismo la adopción de éstos
como hijos de Dios. Para ellos el salvador, en la humanización
de su divinidad vivo por nosotros, murió en lugar de nosotros y
resucito para nosotros.
- 98 -

Dios cumplió con su justicia para perdonar, pues de otra forma


no podía hacerlo puesto que ésta su justicia demandaba la
muerte de los pecadores. Alguien tenía que morir. Así es como
humanizándose, Cristo murió por ellos. Como está escrito “el
justo por los injustos para llevarlos a Dios.” Dios entonces
imputó en el hijo (Dios encarnado) la injusticia del hombre,
para imputar sobre el hombre la justicia del Hijo. De esta
forma, en la resurrección, llevar a estos pecadores a la presencia
especial del Creador
Por todo esto, concluyentemente, señalamos la absoluta
imposibilidad bíblica, y por tanto, lógica y racional, de salvación
mas allá de la dignidad y obra del hijo de Dios. No existen
cuentas, ni virtud en nadie más para poder salvarnos mediante
obra alguna.
Finalmente, este es el evangelio para nosotros, esto es lo que es.
“Él fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto
por ángeles, Proclamado entre gentiles, Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.”(1ªTim 3: 16) Todos, además de su
relación con éste evangelio, comparecerán ante el justo juicio de
Dios por sus obras, que como sabemos son todas malas. Nadie
es independiente de lo que hablamos, pues por él se salvarán, o
en su defecto se perderán, ya que es ésta la buena nueva de
salvación única revelada y provista por Dios, para nosotros.
- 99 -

¿Acaso esta salvación es para todos los hombres?, ¿Todos son


salvos?, ¿Nadie lo es algunos serán?, ¿Como lo son?, ¿El mundo
mismo entonces es heredero de vida eterna, a causa del ya
explicado sacrificio de Cristo? ¿Algunos son salvos desde que
nacen? Es confuso e ilógico afirmar estas cuestiones al observar
la realidad en la que estamos inmersos. En un mundo de
pecado, el afirmar que ellos son libres de éste es una
contradicción. En una sociedad divorciada de Dios y enemiga
de Él y su voluntad, es impensable decir que estos están en su
comunión. De la misma forma lo es declarar enfáticamente que
personas especiales, es decir, mas meritorias y dignas son las
que esperan esta herencia. Toda la tierra corre a gran velocidad
hacia el castigo del juicio justo como hija de ira y perdición.
Nadie, no algunos, no muchos ni pocos, sino ninguno posee
por si mismo derecho natural a la bien de la gloria de Dios.
Aun así, tenemos pruebas de sobra de que esta salvación fue
provista, debe por tanto existir una aplicación de estas buenas
nuevas, a fin de recibir los dones de esta salvación. No que
alguien pueda hacer algo, sino que hablamos de la forma en que
Dios entrega efectivamente esta gracia al pecador en cuestión.
Esta aplicación guarda armonía con la naturaleza del evangelio.
Es ésta la revelación de Jesucristo como verdad de la palabra de
Dios para salvación. Por lo que, aquellos beneficiados con la
salvación, son aquellos que son unidos mediante la revelación,
por la fe a Él. Los que son unidos a El por medio de la fe, es
decir se entregan a Jesús en plena certidumbre de su verdad,
arrepintiéndose de su maldad. La aplicación se hace efectiva en
- 100 -

la negación de todo lo que se es y se tiene, y en fe, sea


entregado a Jesucristo. El arrepentimiento y la fe en el pecador,
es el evento en y por medio del cual Dios salva a través de
Jesucristo. “De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.”(Jua 3: 16),”Quien cree en Él, no
es juzgado; el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no ha
creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios. Y esta es la
acusación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más
las tinieblas que la luz, pues sus obras eran malas.”(Jua 3: 18-19)
Esta salvación es para todo aquel que cree. Perderse es negar
esta verdad como mentira con el rechazo de la incredulidad.
Salvarse es ser unido a Cristo por medio de la fe, y por lo tanto
en arrepentimiento. Todo aquel que es convencido de que Jesús
es el salvador y por tanto el Señor será salvo por esta obra única
y suficiente. Nosotros y todo hombre debe arrepentirse, es
decir abandonar su vida de pecado y rendirse a Cristo
entregándose a Él, en convicción de su naturaleza, nuestra
necesidad y la dignidad de Dios. Solo el Señor salva, y llama a
muchos por medio de su único medio salvador, a la salvación
de su comunión en Cristo Jesús.
Este arrepentimiento y fe en Cristo, como dijimos, es debido a
causa de la naturaleza del evangelio. En convicción de nuestra
maldad, su dignidad, y por tanto, la verdad de Cristo como
mediador. Nosotros somos como Él dice, El es lo que afirma, y
así, necesitamos a Jesús, quien murió por nosotros conforme a
las escrituras, y resucito de entre los muertos como primicia de
todos aquellos por quienes murió. Los que estaban ene le se
salvarán, y son éstos quienes se unen a Él por medio de la fe en
su verdad en el evangelio. Finalmente son salvos quienes
confirman con la fe la verdad del evangelio, arrepintiéndose y
creyendo en el Hijo de Dios.
- 101 -

Luego de este extenso, y esperamos, satisfactorio viaje por la


medula del evangelio debemos concluir en una idea clara acerca
de su naturaleza.
Según el evangelio, sin importar quien sea alguien, su problema
es el mismo e igual es su necesidad. El pecado debe ser quitado
o castigado sin lugar a grises.
Según el evangelio, a todo esto, Dios solo puede ser conocido
por esta vía por El provista. Dios dio testimonio de si en Cristo
enviándolo a la tierra, siendo visto por los hombres, y probando
en su existencia que era el salvador. Revelo allí su voluntad y
propósito y hace aun hoy un llamando a todos los hombres.
Esta es la verdad y no es solo interesante, o informativa,
demanda una respuesta de los pecadores, se arrepienten o lo
rechazan y mueren. Dios mismo es el evangelio, el evangelio es
Cristo, y allí está la real salvación y la vida eterna, el camino la
vida y la verdad.
Estamos listos para, a partir de esta constitución, referida a la
verdad y obra del evangelio, es decir, aquello que el evangelio es
en cuanto a su consistencia en relación a los pecadores. A partir
de aquí caminaremos hacia lo que el evangelio revela señala, o
quiere decir en cuanto a su mensaje. El propósito del evangelio
de Jesucristo.
Acerca de esto, las escrituras se refieren a ello como el
propósito eterno o misterio de su voluntad, el cual decimos fue
revelado en la manifestación de la salvación de Cristo. Vimos lo
que es, ahora lo que quiere decir. Primero su contenido en
cuanto a la salvación de los hombres, ahora el propósitos de la
- 102 -

salvación en el mensaje de este contenido. Anteriormente el


“que” y el “cómo”, ahora el “para qué”. Todo esto, en el
mensaje de la verdad de la palabra de Dios, el evangelio de
Jesucristo.

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