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El Sexismo en la Educación Chilena

Objetivos:
• Diagnosticar la situación de inequidad de género en la comunidad educativa que
participo.
• Elaborar pequeñas propuestas para contribuir a la equidad de género en las
prácticas pedagógicas e institucionales.
Todo sistema educativo se ve definido por la realidad política, social y cultural en la
que se desarrolla. En ese sentido, la educación en su conjunto ha sido un espacio de
consolidación y reproducción de los patrones hegemónicos y de sus respectivas
relaciones de poder, teniendo un papel fundamental a la hora de institucionalizar
normas, valores y costumbres que legitiman roles y estereotipos de género, basados
en los determinantes biológicos de hombres y mujeres.
Cuando hablamos de sexismo en la educación nos referimos, en primer lugar, a la
existencia de ideologías y prácticas que generan valoraciones desiguales entre lo
masculino y lo femenino, otorgando mayor prestigio y valor a aquello que
arbitrariamente se empalma con la naturaleza de los hombres y discriminando o
postergando lo comúnmente asociado a la de las mujeres. En segundo término, los
agentes educativos son responsables de validar una socialización de género
coherente con la definición antes mencionada. Es decir, se enseña el modo correcto
en el que se debe ser hombre o mujer, extendiendo un puente obligatorio entre lo
genital y la identidad de las personas.
Así, mujeres y hombres son encasillados en modelos conductuales y de creencia que se
cristalizan en los contextos de enseñanza-aprendizaje. Este entramado repleto de
simbolismos y expectativas opera desde el Currículum Educativo, que a su vez se
despliega en dos formatos: el explícito y el oculto. Dentro del primero,
encontramos desde la invisibilización de las mujeres en asignaturas como Historia
o ciencias, hasta los supuestos beneficios de los establecimientos educacionales
segregados por sexo, haciendo del sexismo un contenido legítimo que da forma a lo
“correcto” y lo “normal” en una sociedad. Si bien, en la actualidad existen reparos
con respecto a lo anterior, como es el caso de la modificación de ciertos textos
escolares desde una perspectiva de género e inclusión, la transmisión de modelos
discriminatorios y de subordinación pasa principalmente por el conjunto
interiorizado y no visible del currículum. Nos referimos a aquellas construcciones
de pensamiento no conscientes que determinan las relaciones y prácticas sociales
entre mujeres y hombres. Por otra parte, el currículum oculto está compuesto por
todos los mensajes que se entregan sin que medie en ellos una pretensión
intencional. Hablamos, por ejemplo, de la orientación de asignaturas como
femeninas (Lenguaje y Comunicación y Artes Visuales) o masculinas (Matemáticas
y Filosofía), que a la larga generan el menoscabo del desarrollo de un pensamiento
abstracto en las mujeres, desposeyéndolas también de herramientas críticas o
creativas para la comprensión de la realidad. Evidencia de lo anterior, es la brecha
de género que puede observarse en los resultados de mediciones estandarizadas
como el SIMCE, la PSU o la prueba PISA[1].
A lo anterior, debemos agregar que en nuestro sistema de educación sexista, esta
definición de lo masculino y femenino, como construcción binaria, ha segregado
también a la diversidad sexual. El pasado martes 17 de mayo se conmemoró el día
contra la homo/lesbofobia, la bifobia y la transfobia. En 1990 la OMS eliminó la
tipificación que consideraba a la homosexualidad una enfermedad mental. Junto a
lo anterior, se ha buscado avanzar en derechos y terminar con la discriminación
por identidad de género y orientación sexual durante décadas. Durante el 2015 se
expuso públicamente unos de los primeros casos de discriminación a una niña
transexual en un colegio en Chicureo. La Superintendencia de Educación multó por
5 millones de pesos al establecimiento por no aceptar tratar a la alumna de acuerdo
con su identidad de género.
Hoy, en nuestras escuelas, liceos y colegios se ha trabajado de manera muy somera
en contra de la homo/lesbofobia, la bifobia y la transfobia. Lo más usual ha sido el
desarrollo de campañas publicitarias, pequeños programas de orientación, y
diversos instrumentos de evaluación a las instituciones educativas en relación a
estos temas para supervisar los avances. Si bien creemos que estos nuevos espacios
fomentan una educación que busque superar la discriminación, no es menos cierto
mencionar que estas medidas no han logrado subsanar de las instituciones un
problema que les es estructural.
El sistema educativo chileno se ha consolidado como un sistema sexista, machista y
discriminador. Creemos que para avanzar realmente y construir una educación no
sexista, es necesario que volvamos a pensar la educación desde una perspectiva
distinta en el marco institucional y curricular, y así poder generar cambios de base.
Las y los estudiantes ya están avanzando en estas demandas. En el 2014 los alumnos
del Instituto Nacional, uno de los mejores liceos públicos del Chile, cuestionaron la
tradición masculina de su institución, y se han organizado en muchos otros
establecimientos demandas que marchan por el mismo camino, y que están
incluidas en la mayoría de los petitorios que hoy levanta la movilización de las y los
estudiantes secundarios.
Es necesario, entonces, que como profesores y profesoras comencemos a demandar
una educación verdaderamente inclusiva, que fomente el fin a la discriminación de
género y que contemple la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de
género desde el aula. En una sociedad donde la violencia machista se ha vuelto
cotidiana, esta demanda se vuelve urgente.
[1] En el año 2015 el 89% de los puntajes nacionales fueron obtenidos por hombres
y solo el 11% por mujeres según los resultados de la PSU entregados por el DEMRE.
En el SIMCE para Segundos Básicos el 2013, las mujeres obtuvieron puntajes más
altos en Lenguaje, mientras los hombres en matemáticas según los datos
entregados por la Agencia de Calidad de la Educación.
Fuente:http://www.eldesconcierto.cl/2016/06/07/el-sexismo-en-la-educacion-chilena/

Preguntas para trabajar con el curso:


- ¿Qué prácticas sexistas has podido en ver en tú colegio?
- ¿Qué propuestas de trabajo de educación no sexista podríamos general desde
nuestros espacios educativo?

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