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El origen de las migraciones del siglo XXI poco tiene que ver con el de las acontecidas en
otros momentos de la historia contemporánea. Durante el siglo XIX, la expansión de la
economía tuvo dos grandes flujos migratorios; por un lado, desde las metrópolis hacia las
colonias o áreas de influencia de los países europeos, destacando América Latina, Oceanía
y África como destinos de los europeos; por otro, la articulación del centro económico
norteamericano atrajo también numerosa mano de obra principalmente europea. La
migración transoceánica se desarrolló paralelamente a la dinámica económica cíclica de las
metrópolis, de tal manera que fue máxima hasta los años veinte del siglo XX y descendió a
raíz de la Gran Depresión.
No existe una teoría general sobre las causas de las migraciones económicas. Esta carencia
no es tanto por la falta de estudios sobre las mismas como porque éstas están sujetas a
situaciones históricas cambiantes, por lo que hablar de causas de los fenómenos migratorios
es hablar de causas en un contexto histórico determinado. Las causas de las migraciones se
han venido tratando desde que en el siglo XIX se comenzaran a realizar estudios sobre las
mismas. Las leyes de Ravenstein, formuladas en el siglo XIX, se pensaron para sociedades
en transformación, desde un modelo de empleo mayoritariamente agrícola a otro nuevo
mayoritariamente industrial. Según la doctrina económica neoclásica, la migración es una
consecuencia de las diferencias de renta per cápita entre los distintos países. Pero estas
diferencias han existido entre países ricos y pobres desde la época colonial y, sin embargo,
no es hasta finales del siglo XX cuando cobran importancia las migraciones desde los
países pobres al centro desarrollado.
Otras teorías afirman que el elevado crecimiento demográfico de los países produce un
excedente de mano de obra que no puede ser absorbido de manera productiva y se traduce
en migraciones más numerosas a los países desarrollados. Sin embargo, las pruebas
disponibles no avalan la opinión de que los niveles de emigración guarden relación con las
tasas regionales de crecimiento demográfico; por ejemplo, en los años cincuenta y sesenta,
Europa occidental tuvo un fuerte crecimiento demográfico y era a su vez un importante
centro de inmigración.
La pobreza es otro de los factores que se citan como causa fundamental de la migración
internacional. Sin embargo, si la pobreza se mide en función de la posición económica
relativa del individuo en la sociedad de origen, la mayoría de los emigrantes internacionales
no son los más pobres en relación a sus conciudadanos, ya que ellos ocupan la zona
intermedia en la escala de ingresos del país de origen.
Por otra parte, aunque la situación de las estructuras económicas y políticas entre naciones
explica la predisposición a que se produzcan flujos migratorios, no explican por qué, dentro
de un conjunto de individuos con características similares, se termina produciendo la
migración de sólo algunos. Esto, en parte, se debe al hecho de la existencia de redes de
migrantes entre los países emisores y los receptores que constituyen una estrategia colectiva
combinada, destinada a reducir riesgos en la sociedad natal con el envío de remesas. Una
vez en marcha la migración internacional, se refuerzan las redes de migración a través de
lazos personales basados en el parentesco, la amistad o el origen común que unen a
migrantes, ex migrantes y no migrantes, tanto en las zonas de origen como en las de
destino. Así la ayuda prestada a los nuevos migrantes por los amigos y familiares ya
establecidos en el extranjero reduce los gastos y riesgos de la migración y aumenta la
probabilidad de nuevas migraciones. Pero el reforzamiento de las redes solamente explica
las ventajas que tiene una parte de la población para la migración de un colectivo mucho
más amplio que quisiera emigrar; las redes por sí mismas no justifican, pues, el fuerte
incremento de la migración internacional ni su carácter sostenido.
En el presente estudio, la teoría de las causas de las migraciones internacionales de finales
del siglo XX y principios del XXI, se basa en los siguientes criterios:
1. La migración internacional es un fenómeno que obedece a la interacción de
causas objetivas y subjetivas.
2. Las causas objetivas de las migraciones mundiales se basa en los desequilibrios
regionales, a escala mundial.
3. Las causas subjetivas se basan en la evolución social de la percepción del espacio
político–económico.
4. La interacción de ambos grupos de causas se produce en determinados sectores
sociales de los países emisores, según regiones del mundo.
Pero desde el punto de vista demográfico, los países desarrollados presentan una estructura
demográfica muy envejecida, por lo que la renovación de la población en los grupos de
edad más jóvenes sólo puede realizarse mediante aportes migratorios. Esta es la ventaja que
poseen los países que tienen una estructura demográfica juvenil y dinámica, que en general
son los países pobres, generadores de emigración. Lo que ocurre es que esta ventaja de los
países pobres no constituye un factor de atracción, sino de expulsión, al existir un gran
número de personas en edad de trabajar, pero sin perspectivas de conseguir empleo. Por el
contrario, la desventaja de los países desarrollados en cuanto a estructura demográfica actúa
como factor de atracción, ya que se considera necesario para la buena marcha de la
economía reducir el desequilibrio demográfico causado por el déficit de los grupos de edad
más jóvenes.
Así pues, en los países desarrollados existen ventajas que constituyen factores de atracción,
pero también carencias que actúan igualmente como factores de atracción; por el contrario,
en los países pobres existen carencias que actúan como causas de expulsión y supuestas
ventajas en la estructura demográfica que también constituyen factores de expulsión. Los
desequilibrios regionales a escala mundial están entrecruzados; y ello, sin duda, favorece
las migraciones entre países en una sola dirección: de los menos desarrollados a los más
desarrollados.
Hasta ahora, hemos dado por supuesto que los desequilibrios ente países y regiones se
produce porque estos no pueden resolver internamente sus propios desequilibrios.
Evidentemente, los países desarrollados necesitarían un cambio de modelo demográfico, si
quisieran resolver el envejecimiento de su población, pero no existe en la actualidad ningún
indicio de que esto suceda.
De manera muy diferente se plantea el problema en los países pobres. El concepto de países
en vías de desarrollo, planteado internacionalmente después de la Segunda Guerra Mundial,
no precisa en cuánto tiempo los países pobres debiera culminar el proceso de desarrollo.
Sin embargo, las altas tasas de crecimiento vegetativo y de población urbana sí continúan
siendo una constante. El desajuste entre crecimiento económico y crecimiento demográfico,
entre crecimiento económico y reparto de riqueza y entre el fuerte crecimiento de los
asentamientos urbanos y la carencia de infraestructuras, genera objetivamente
desequilibrios internos de difícil solución. Y, si con el paso del tiempo estos desequilibrios
no mejoran, subjetivamente surge entre la población incertidumbre sobre las posibles
soluciones, llegando a producirse también frustración y desesperación.
Esta es la cuestión fundamental: la percepción de la diferencia entre países pobres y ricos se
acrecienta no solamente por el hecho diferencial de las condiciones objetivas entre naciones
o regiones del mundo, sino también, y sobre todo, por la percepción de la imposibilidad de
mejorar las expectativas de vida en un plazo razonable en el país de nacimiento. El
desequilibrio entre países no tendría por qué ser motivo de atracción y expulsión de
migrantes, si existiera en los respectivos países posibilidades reales, en un periodo de
tiempo prudencial, de resolver sus desequilibrios internos. No obstante, hay que tener en
cuenta que la decisión de emigrar afecta a una parte de la población que comparte las
causas objetivas con la otra parte de la población que decide no emigrar. Este aspecto es
más difícil, cuando no imposible, de cuantificar.
Consecuencias generales
Los flujos migratorios producen, una serie de consecuencias relacionadas con el país de
origen y con el país receptor. En el país de origen se podría disminuir el conflicto social y
político cuando un porcentaje importante de la población productiva decide emigrar.
Disminuirían así los niveles de desocupación y de descontento, ya que se crearían
posibilidades aparentes, producto de este movimiento de personas hacia otras regiones. La
mano de obra que se queda puede tener una mayor posibilidad de ingreso al mercado de
trabajo, porque ha disminuido la competencia. Esta última perspectiva, denominada válvula
de escape, ha sido aceptada por algunos marcos interpretativos que consideran la
emigración de recursos humanos, y sobre todo los calificados, como proceso de circulación
de capital humano, lo cual permite una asignación más eficiente de recursos en el ámbito
mundial.
Por el contrario, otra visión sobre el tema es aquélla que plantea que con la pérdida
poblacional surge una disminución de las posibilidades de consumo en economías cuyo
potencial de desarrollo se basa, parcialmente, en la activación de su mercado interno.
Una tercera postura plantea que, con la emigración puede aumentar la capacidad de
consumo de aquéllos que se quedan y tienen un grado de parentesco con quien se fue;
siempre y cuando el emigrante se haya integrado a la sociedad receptora, de manera que
esté en condiciones de enviar a su familia una parte del dinero excedente que genere en el
país receptor.
Para ello se condiciona a los sujetos de modo que tomen una decisión que, en general,
nunca terminan de procesar totalmente. En realidad, dicha decisión viene siendo el
resultado del mensaje introyectado, generador del consenso rutinario. Éste conduce a un
conjunto de personas a emigrar, como una salida a las limitaciones impuestas en el país de
origen.
El imaginario sociocultural así constituido los determina, construyendo las fantasías
sustentadas en ciertos valores que subsumen a la población en interpretaciones falsas de la
realidad. Expresándose a partir de la frustración de la realización o desarrollo personal y la
imposibilidad de una movilidad social ascendente, una buena calidad de vida, o tan siquiera
expectativas reales para lograrlo. Su decisión estará determinada no sólo por una
insatisfacción básica con respecto a lo que su país de origen le ofrece, sino también por las
oportunidades imaginarias que surgen de la estructura del mercado de trabajo y el marco
cultural y social general del país al cual se dirige.
Por estas razones, su decisión estará orientada a una emigración más definitiva que
circunstancial, lo cual se fortalece cuando el traslado se realiza a países donde el migrante
supone que puede asimilarse con su familia, en condiciones laborales y sociales más
ventajosas que en su país de origen.
La situación actual del capitalismo globalizado hace rato que dejó atrás la inocente o cínica
idea de McLuhan acerca de "la aldea global sin fronteras". Podríamos decir que la apertura
relativa de las fronteras es una forma perversa de extender la dominación de los países
centrales o hegemónicos a los periféricos o hegemonizados, a través de la explotación de la
mano de obra de éstos a bajo costo, y de sus recursos naturales.
Se discute sobre los inmigrantes ilegales, pero no cabe duda de que éstos pueden ser
funcionales, toda vez que cuando un grupo de interés o presión necesita mano de obra
excedente, las limitaciones migratorias desaparecen.
En el caso de los recursos humanos calificados (RHC), la selección para cubrir necesidades
les permite a los países centrales encontrarse con un sujeto en el cual no invirtieron nada,
sólo se benefician a partir de su potencial.
Migración y globalización
El aumento de los flujos migratorios se ha producido en el contexto de la globalización, lo
cual significa que hay más países afectados por la migración y que además de los viejos
flujos migratorios han surgido otros nuevos. Algunos países de origen se han convertido en
países de destino; otros son de tránsito. Los países que eran de destino ahora exportan a sus
ciudadanos y en algunos más se observan varias formas diferentes de migración.
También han cambiado la edad y el sexo de los migrantes, así como sus motivos. Muchas
veces, los flujos de trabajadores provisionales en una primera instancia, se convierten en
flujos de reunificación familiar. También hay una tendencia creciente a los flujos mixtos;
por ejemplo, en el nuevo fenómeno del refugiado, que es tanto refugiado político como
migrante económico.
La globalización ha presentado desafíos a la soberanía de los Estados nacionales. Los
acuerdos internacionales, como los de Schengen en Europa o del Sistema de la Integración
Centroamericana (SICA), protegen y limitan las posibilidades de acción de los países. Al
mismo tiempo, el tamaño de los nuevos flujos migratorios, junto con las tecnologías
modernas de transporte y comunicaciones, han aumentado la viabilidad de las comunidades
trasnacionales. Los Estados modernos han reaccionado contradictoriamente, pues a veces se
aferran a las nociones tradicionales de soberanía nacional, mientras que en otros momentos
aceptan la complejidad y la fragmentación de la autoridad provocadas por la globalización
y cooperan con otras organizaciones e instituciones. La migración afecta las políticas
nacionales y, por consiguiente, las políticas de seguridad nacional y las relaciones
bilaterales y regionales, de modo que ha adquirido una importancia política cada vez
mayor.
Migración y política
La migración se considera un fenómeno primordialmente sociodemográfico, pero puede
argumentarse que sus efectos más permanentes son los políticos, y tienen manifestaciones
tanto activas como pasivas. Es decir, la complejidad de las expresiones de estos efectos ha
limitado la descripción de las consecuencias políticas de la migración. Esta afecta a la
política internacional tanto de los países de origen como de destino. Impacta asimismo en la
política interior de los países receptores, tanto por sus repercusiones en la población nativa,
cuanto por su peso en las funciones del Estado, como seguridad, educación y gasto social.
Además, muchas veces afecta la política nacional de los países emisores, al considerar las
acciones de su diáspora en sus nuevos hogares. Finalmente, los migrantes inciden también
en la política nacional del país al que llegan.
Quizás el efecto más común de la migración en la política nacional de los países de destino
es el que tiene que ver con la población original. La inmigración cambia la política interna
del país de muchas maneras, por motivos culturales, religiosos o lingüísticos, aunque da la
impresión de que estos efectos se concentran principalmente en la economía. Es
indiscutible que el capital es más móvil que la mano de obra; sin embargo, la economía
mundial sufriría sin los flujos migratorios. Al mismo tiempo, los trabajadores de los países
más desarrollados piensan que los inmigrantes les quitan su trabajo. Otra causa de malestar
es una peculiaridad de la inmigración: mientras que los costos siempre son locales (y por lo
tanto fáciles de identificar), los beneficios tienden a ser difusos (y difíciles de demostrar).
Además, muchas veces los migrantes responden a la demanda de trabajo que se genera
cuando se dan profundas reestructuraciones económicas. Por eso, como se ha puesto en
relieve en la campaña presidencial del candidato republicano Donald Trump en Estados
Unidos, así como en la aprobación del brexit en el Reino Unido y los resultados de las
elecciones en Austria —por dar solo tres ejemplos de muchos—, en los países desarrollados
no hay otro tema en el que la opinión de las élites políticas y económicas y la población en
general esté más dividida.
La diferencia fundamental en cómo enfrentan los países estas presiones tiene que ver con la
capacidad de sus sociedades para integrar a los nuevos residentes. La integración es una
dialéctica entre los inmigrantes y la sociedad de recepción; es una negociación permanente
y a varios niveles: si la sociedad de recepción no lo permite, los inmigrantes no podrán
integrarse a su nuevo país. Mucho depende, entonces, de cómo traten los gobiernos y las
sociedades de destino a los inmigrantes. Otros factores importantes en la integración son los
orígenes, los tiempos, la naturaleza y el contexto particular del flujo migratorio. Por
ejemplo, la facilidad con la que los inmigrantes puedan adquirir la ciudadanía o si los hijos
nacidos en el país son considerados automáticamente como ciudadanos. También importa si
los ciudadanos del país receptor consideran que el flujo de migrantes es predominantemente
“legal” o “ilegal”, y (un factor que a menudo está relacionado) si pensaban que era un
fenómeno temporal, pero resultó ser más permanente.
Con el fin de tener una radiografía de los desequilibrios objetivos que inducen a la
emigración desde los países pobres al centro desarrollado, se ha cuantificado la situación
socioeconómica de 170 países a finales del siglo XX. El procedimiento se ha basado en el
análisis factorial. Se ha trabajado con 14 variables que definen las características
socioeconómicas más importantes de 170 países referidas a la segunda mitad de la década
de noventa. Estas variables se corresponden con los tres campos que definen los
desequilibrios entre sociedades: variables demográficas, socioeconómicas y de calidad de
vida.
Variables para el análisis de los desequilibrios socioeconómicos del mundo
Demográficas Definiciones de las variables
Tasa de natalidad (% de habitantes) Nacidos por mil habitantes
Tasa de fecundidad (hijos por mujer) Hijos por mujer en edad fecunda (14 a 49 años)
Población urbana (%) Porcentaje de población (según Naciones
Unidas poblaciones > 10,000 habitantes)
Crecimiento vegetativo (%) Diferencia entre la tasa de natalidad y
mortalidad en porcentaje.
Población < de 15 años (%) Porcentaje de población menor de 15 años con
relación a la población total.
Población > de 65 años (%) Porcentaje de población mayor de 65 años con
relación a la población total.
socioeconómicas
PBN por habitante ($) PNB por habitante en dólares estadounidenses
Población activa: agricultura (%) Porcentaje de población activa en la agricultura
respecto de la población activa.
Población activa: industria (%) Porcentaje de la población activa en la
industria respecto de la población activa.
Población activa: servicios (%) Porcentaje de la población activa en los
servicios respecto de la población activa.
Calidad de vida
Esperanza de vida al nacer (años) Esperanza media de vida
Tasa de analfabetismo (%) Porcentaje de analfabetos de la población
Número de médicos (% habitantes) Médicos por mil habitantes
Tasa de mortalidad infantil (%) Niños menores de un año muertos por mil
habitantes.
variables Factor
factorial
A. esperanza de vida al nacer (años) -0,90124
B. Tasa de natalidad (% de habitantes) 0,94973
C. Tasa de fecundidad (hijos por mes) 0,92382
D. Población urbana (%) -0,78819
E. Tasa de analfabetismo (%) 0,86016
F. Crecimiento vegetativo (%) 0,84594
G. Tasa de mortalidad infantil (%) 0,89099
H. Número de médicos (% de -0,79158
habitantes)
I. PBN por habitante($) -0,65299
J. Población activa: agricultura (%) 0,89463
K. Población activa: industria (%) -0,81589
L. Población activa: servicios (%) -0,77068
M. Población < de 15 años (%) 0,95019
N. Población > de 65 años (%) -0,84300
Cuadro N° 3
Varianza de los factores
Varianza explicada de los factores
El primer factor, que explica el 72,6 de la varianza, representa dos modelos de sociedades,
expresados, por un lado, en las variables con correlaciones positivas y, por otro, en las
variables con correlaciones negativas. El modelo expresado en las siete variables de
correlación positiva presenta sociedades con fuerte dinamismo demográfico, un precario
desarrollo económico y escasa calidad de vida. Ello está representado en las tasas de
natalidad y de fecundidad más altas, el crecimiento vegetativo más elevado, el mayor grupo
de edad de población menor de 15 años, las mayores tasas de empleo agrícola, la mayor
tasa de analfabetismo y la tasa de mortalidad infantil más alta.
En oposición, está el otro modelo de sociedades, expresado en la correlación de las
variables negativas; se caracteriza por su poco dinamismo demográfico, excelente
desarrollo económico y buena calidad de vida. Ello se expresa en el mayor porcentaje de
viejos, en el más elevado PNB por habitante ($), la población activa industrial y de
servicios más numerosos, el mayor porcentaje de población urbana, la mayor esperanza de
vida al nacer y el mayor número de médicos por mil habitantes.
Desde el punto de vista de los desequilibrios, en las sociedades con correlaciones positivas
el desequilibrio interno se manifiesta, principalmente, en el bajo PNB por habitante ($), la
menor población activa industrial y de servicios, la menor esperanza de vida al nacer y el
menor número de médicos por mil habitantes. En las sociedades con correlaciones
negativas el desequilibrio interno se expresa principalmente por las bajas tasas de
fecundidad y natalidad, el bajo crecimiento vegetativo y el menor porcentaje de menores de
15 años.
Pero estos desequilibrios internos y entre naciones tienen un valor particular en cada país,
que se expresa cuantitativamente en las notaciones factoriales del denominado factor
socioeconómico. Según el resultado de las notaciones factoriales, se han agrupado los
países conformando cuatro tipologías, dos para las notaciones negativas y dos para las
positivas (Cuadro núm. 4 y Mapa 1).
Ucrania -1,20
Portugal -1,20
MODELO 1 Rusia -1,18
Países con
Estonia -1,16
desarrollo o notacio
Nueva Zelanda -1,16
moderado desarrollo nes
Bielorrusia -1,16
socioeconómico y
Singapur -1,15
situación
demográfica Eslovaquia -1,12
estancada Uruguay -1,11
Croacia -1,09
Alemania -1,69 Lituania -1,05
Italia -1,67 Irlanda -1,02
Bélgica -1,66 Georgia -1,02
Japón -1,63
Suiza -1,63
Luxemburgo -1,58
Dinamarca -1,56 MODELO 2
Suecia -1,54 Países con
España -1,52 moderado desarrollo notacio
Austria -1,51 socioeconómico y nes
Noruega -1,50 situación
Francia -1,49 demográfica de
Gran Bretaña -1,43 moderada a
Países bajos -1,42 dinámica
Finlandia -1,35
Republica checa -1,32 Taiwán -0,99
Hungría -1,31 Israel -0.96
Bulgaria -1,30 Chipre -0,95
Estados unidos -1,30 Cuba -0,94
Islandia -1,30 Rumania -0,93
Canadá -1,28 Yugoslavia -0,92
Grecia -1,27 Argentina -0,90
Australia -1,26 Polonia -0,89
Malta -1,22 Corea del sur -0,82
Eslovenia -1,22 Armenia -0,79
Letonia -1,21 Moldavia -0,74
Bosnia Herzeg. -0,72
Emiratos Ár. Unidos -0,72 Dominica -0,35
Kuwait -0,70 Panamá -0,33
Trinidad y Tobago -0,69 Jamaica -0,29
Chile -0,65 Costa rica -0,29
Qatar -0,64 Surinam -0,29
Kazajstán -0,62 Colombia -0,23
Brunei -0,59 Brasil -0,22
Seychelles -0,57 México -0,21
Líbano -0,53 Kirguizistán -0,20
Mauricio -0,49 China -0,07
Macedonia -0,47 Mongolia -0,03
Bahrein -0,46 Ecuador -0,02
Venezuela -0,42 Malasia -0,02
Azerbaijan -0,41 Republica Sudáfrica -0,02
Corea del norte -0,37 Túnez -0,02
Es evidente que la migración internacional desde los países pobres hacia las regiones
desarrolladas se está convirtiendo en un factor importante de cambio socioeconómico en el
mundo. Por ello es de tanto interés conocer su magnitud. La evaluación de los movimientos
migratorios internacionales se pueden realizar básicamente con dos metodologías
diferentes; la primera, método directo, se basa en elaborar las estadísticas de migraciones a
partir de los datos registrados de emigrantes o inmigrantes; la segunda, método indirecto,
consiste en el cálculo de las transferencias de población, denominados saldos netos de
migración, obtenidas de forma indirecta a partir de los datos de crecimiento natural y del
crecimiento real de la población.
Cuadro N° 9
Resumen y comparación de saldos y tasas mundiales de transferencia de población en
los periodos (1980-1985 y 1995-2000)
Conclusión
Referencias bibliográficas
http://revistas.upcomillas.es/index.php/revistamigraciones/article/view/7200
http://www.gazeta-antropologia.es/?p=4575
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-74252008000100005