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de 1973 que requirió la salvación del país y que recuerda que hay que evitar

Capítulo 4
hablar sobre los aspectos polémicos y sucios del rescate. Pero encontrar puntos
en común para una conversación entre estos campos de la memoria es mucho
más elusivo. Los ojos se tornan vidriosos. Un interlocutor cierra la caja, arran­
ca rápido y recuerda que no debe mirar atrás. De la memoria suelta
a la memoria emblemática:
los nudos en el cuerpo social

Todo el mundo tiene recuerdos. Pero ¿son los recuerdos de cada uno social­
mente significativos para una historia de la memoria? La memoria es poten­
cialmente un tema sin límites. Y la controversia, la selectividad y las ambiva­
lencias que rodean a la memoria y el olvido del pasado chileno reciente sólo
añaden más dificultades conceptuales y metodológicas.1
Por estas razones, vale la pena considerar herramientas conceptuales que
nos permitan delimitar las fronteras potencialmente ilimitadas del tema, y
trazar en forma más precisa las maneras en que las memorias emocionalmente
cargadas —personal y colectivamente- de un gran trauma y un viraje decisivo
pueden proyectarse —o no proyectarse- en el espacio o la imaginación públi­
cos. En mi investigación he encontrado dos herramientas que son metodoló­
gicamente útiles, porque nos ayudan a enfocarnos en la formación de la me­
moria personal y colectiva como un proceso, y porque evitan una rigidez que
deja afuera los aspectos desordenados e incontenibles de la memoria cuando
ésta se enfoca en temas que son a la vez socialmente conflictivos y psicológi­
camente dolorosos. En el fondo, estas herramientas me ayudaron a entender
mejor a los individuos retratados en este libro -cóm o llegaron ellos a enmar­
car e interpretar la carga emocional del pasado reciente de la forma como lo
hicieron; cómo las narrativas individuales de rememoración se conectaban
con los moldes sociales o divergían de éstos; y cómo en 1996-1997 las luchas
político-culturales habían dado paso a una impasse que frustraba un diálogo
que pudiese atravesar los campos de memoria.

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Estas útiles herramientas conceptuales son la idea de la “memoria emble­ una serie de matices más complejos de calificaciones y juicios históricos. En
mática” como parte de un proceso continuo de interacción y su contrapunto realidad, el efecto de estos matices incluso podría contradecir parcialmente el
con la “memoria suelta” —es decir, el trasfondo del saber popular personal-; marco original. Un ejemplo: al principio, la junta militar y Pinochet salvaron
y los “nudos de la memoria” en el cuerpo social, los que demandan atención al país, pero Pinochet permaneció demasiados años en el poder y finalmente
y llaman a la publicidad y a una controversia que interrumpe el flujo más terminó como un dictador corrompido por su afición al poder, y obligado a
inconsciente de lo habitual de la vida cotidiana. Consideremos cada una de cargar el descontento y el deterioro de su credibilidad.3
ellas en particular.2 Como un marco de significación para la rememoración colectiva, más que
su contenido específico, la memoria emblemática proporciona un amplio sig­
Cuatro memorias emblemáticas nificado interpretativo y un criterio de selección para la memoria personal
La memoria no es sólo el recuerdo de los acontecimientos y las emociones —basada en experiencias vividas directamente por el individuo- o para el co­
de una experiencia: es también el significado que nosotros asociamos a esa nocimiento relatado por familiares, amigos, camaradas u otras relaciones. Los
experiencia. Este aspecto de la rememoración, especialmente crucial para el contenidos y los relatos específicos que energizan y proveen la materia prima
estudio de la memoria colectiva, clarifica la distinción entre el contenido de la para la memoria emblemática, y la específica sucesión de capas o matices con
memoria (como en los acontecimientos específicos narrados) y el marco orga­ advertencias y calificaciones, varían de una persona a otra. En la ausencia de
nizativo que les imparte significado. La memoria emblemática no se refiere a un puente entre la memoria personal y la memoria emblemática de los grupos
un recuerdo particular con un contenido específico, ni tampoco a una “cosa” sociales, sin embargo, los recuerdos individuales permanecen de alguna mane­
concreta o sustantiva, sino a un marco o contexto que organiza el significado, ra “sueltos”. Desarticulados de los significados o marcos de grupo, el saber o
la selectividad y la contramemoria. ..... las experiencias personales no pueden validarse como símbolos o emblemas de
Considérese, por ejemplo, aquella memoria que ve el 11 de septiembre una gran experiencia colectiva. En el mejor de los casos pueden circular como
de 1973 como la salvación de un Chile en ruinas, un país cuya gente había anécdotas personales o curiosidades por los márgenes del imaginario social, en
pasado por un enorme trauma destructivo antes de que los militares se toma­ muy pequeños o fragmentados círculos personales.
ran el poder. Para algunos, los relatos y las memorias personales específicos La memoria emblemática, en cambio, circula en alguna especie de esfera
que encuentran significado dentro de este marco se enfocan en la escasez de pública o semipública: en los reportajes o espectáculos de los medios de comu­
bienes y en las largas colas para comprar alimentos racionados, aspectos que nicación; en las ceremonias de gobierno, los discursos y los eventos oficiales;
redefinieron la vida diaria en una gran ciudad como Santiago. Para otros, los en las manifestaciones, conmemoraciones y protestas callejeras; en las redes
contenidos específicos de los recuerdos se enfocan en incidentes de violencia sociales y los boletines de la Iglesia u otras instituciones no gubernamentales;
o en las amenazas físicas que sufrieron en una hacienda afectada por la mo­ en las universidades y los foros de oposición, incluyendo las reuniones y pu­
vilización de la reforma agraria. Para otros más, el conocimiento personal no blicaciones clandestinas y semiclandestinas; en la música, los libros, los pro­
tiene un lugar tan prominente como contenido y emblema de la experiencia gramas de televisión o las películas que atraen un público masivo. La memoria
personal; prefieren enfatizar un contenido y unos símbolos proyectados fuer­ emblemática funciona como un espectáculo moderadamente interactivo que
temente por los medios de comunicación y el oficialismo; por ejemplo, el Plan tiene lugar bajo una gran carpa abierta. La presentación del espectáculo va
Z, una supuesta conspiración de la izquierda para asesinar a oficiales militares incorporando e impartiendo significado a los variados recuerdos específicos
y prominentes lideres de oposición e instalar una dictadura en septiembre de que la gente lleva a la carpa, articulándolos en un significado más amplio. Este
1973. También pueden adaptar y personalizar los símbolos mediáticos: por significado más amplio define cuáles de estas memorias -que de otra manera
ejemplo, recuerdo cómo reaccioné a la revelación del Plan Z o cómo yo “sabía” estarían sueltas- importan, y por ello son bienvenidas a avanzar y a unirse al
que ésa era la horrorosa verdad. Para algunos, la estructura de la salvación se espectáculo, y, por el contrario, qué tipo de memorias es mejor olvidar o em­
muestra simple y directa: Pinochet salvó al país y luego lo devolvió en buenas pujar hacia los márgenes exteriores. Al mismo tiempo, la memoria emblemá­
condiciones a los civiles en 1990. Para otros, la misma estructura ha adquirido tica proporciona significado e incentiva la identificación personal con algunos

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hechos o testimonios escogidos que encuentran un gran eco, en una especie de más esencial ganan una cierta primacía en la caja de la memoria de la socie­
happening, en la esfera pública o en los medios de comunicación.4 dad. En este sentido, las voces y los portadores de una memoria emblemática
Hasta cierto punto, la memoria emblemática crea también un marco para no logran encerrar el debate pertinente dentro de los términos establecidos
organizar la contramemoria y el debate. Por ejemplo, la memoria como salva­ desde sus propios puntos de partida. La memoria como salvación de una de­
ción encuentra una contramemoria lógica en la idea de la traición. En discu­ leznable traición de Chile antes de 1973 se enfrenta a una contramemoria que
siones con algunos ex militares que tuvieron problemas con el nuevo régimen convierte a los salvadores en traidores. Pero su más profundo desafío viene de
-oficiales exonerados después del golpe porque se sospechaba de sus lealtades marcos totalmente diferentes: la memoria como ruptura, y la memoria como
políticas, un marinero encarcelado y torturado por supuesta sedición justo en persecución y despertar.7
el período previo al golpe, un oficial cuyo mando fue menoscabado cuando
la Caravana de la Muerte llegó a ejecutar prisioneros que estaban bajo su res­ Durante el cuarto de siglo que sigue a 1973, los chilenos han construi­
ponsabilidad en octubre de 1973-, la idea de que los miembros de la junta do cuatro memorias emblemáticas principales para recordar y dar significa­
eran traidores en vez de salvadores nunca estuvo lejos de la superficie y algunas do tanto a la crisis de 1973 como a la toma del poder de los militares y a
veces se expresaba explícitamente. Desde este punto de vista, los comandantes la subsiguiente violencia política masiva organizada por el Estado. Hemos
habían traicionado la Constitución y por lo tanto habían destruido Chile y so­ descubierto estas memorias emblemáticas a través de las remembranzas y ex­
metido a su gente. En el proceso habían destruido también el profesionalismo periencias personales presentadas en los capítulos anteriores. Para propósitos
de las fuerzas armadas, la doctrina de obediencia al control civil y la camara­ conceptuales, necesitamos basarnos ahora en un lenguaje más formal y analí­
dería.5 Por supuesto, las historias específicas y los contenidos de la contrame­ tico, en abstracciones y compuestos derivados de puntos recurrentes, más que
moria varían. Los críticos civiles del régimen militar, por ejemplo, recordaban en detalles específicos de cualquier memoria o experiencia individual.
cuán rápidamente reaparecieron los bienes y los alimentos después del 11 de La memoria como salvación recuerda el gobierno de la Unidad Popular de
septiembre de 1973. En esta forma de contramemoria, la repentina reapari­ Allende como una pesadilla traumática que condujo a la sociedad hasta el bor­
ción de una enorme cantidad de productos ponía en evidencia que los ricos de de un desastre final, y considera la toma de poder militar de 1973 como un
los habían acaparado para crear una crisis de gobernabilidad que sirviera para nuevo comienzo que rescató a la comunidad nacional. Los siguientes son sus
derrocar al gobierno y justificar la intervención militar; La crisis de escasez fue elementos claves: el trauma fundamental de Chile ocurrió antes, y no después,
un artificio y la “salvación” se basaba en una falsedad, en un encubrimiento del 11 de septiembre; la economía había sido llevada a un camino de tomas y
político para justificar la traición a la democracia.6 decisiones arbitrarias que envolvieron a Chile en un caos legal y económico, y,
La memoria emblemática, en suma, es un marco o contexto de significa­ a fines de 1973, en un catastrófico descenso de la producción y una distribu­
ción y, a la vez, una manera de organizar los argumentos culturales en torno al ción ineficiente; la violencia y el odio descontrolados se habían salido de con­
significado. Enmarcar la memoria como una narrativa de salvación es también trol, llevando a Chile al borde de una guerra civil que incluiría una masacre
enmarcar la memoria como un debate sobre salvación versus traición. Formas sistemática, por parte de la ultraizquierda organizada, de sus opositores reales
similares de este enfrentamiento de memoria versus contramemoria se en­ y potenciales. En este contexto, lo que hay que recordar es cuán verdadera­
cuentran en las otras formas emblemáticas de remembranza. mente aterrador y catastrófico era el camino que el país había atravesado entre
No obstante, es importante subrayar que la memoria emblemática puede 1970 y 1973, o quizás, más precisamente, en todo el período Frei-Allende, de
moldear el marco cultural y el debate sólo hasta cierto punto. Las formas más 1964 a 1973. Además, uno debe recordar que después de 1973 el país encon­
dinámicas de debate político y cultural sobre la memoria a menudo ocurren tró una solución a sus profundos problemas: reorganizó exitosamente su vida
como una lucha sobre la primacía o la “verdad” de memorias emblemáticas económica y política, y recuperó su capacidad de convivencia pacífica.
rivales, en un proceso competitivo para establecer qué marcos significativos Pero ¿qué decir sobre la violencia del Estado, sin duda el aspecto más con-
desplazarán a otros y tenderán a conseguir una influencia cultural hegemóni- troversial del régimen militar? O bien esa violencia no ocurrió, o bien las
ca. Las memorias emblemáticas que parecen haber captado la verdad colectiva violaciones a los derechos humanos sí ocurrieron, pero sólo como excesos

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ocasionales e individuales de militares o policías —a veces respondiendo a la dar y lo que puede ser relegado a un lugar secundario de la conciencia históri­
provocación- y no como una política sistemática del Estado, o como un costo ca. La crueldad sistemática de la represión después de 1973; la ausencia de un
social necesario -lamentable, pero necesario- para salvar al país. verdadero estado de guerra a pesar de los decretos de la junta que establecían
Como vimos en el caso de doña Elena (capítulo 1), quienes encuentran sig­ lo contrario; las doctrinas internacionales morales y legales que declaran injus­
nificado en la memoria como salvación construyen un puente entre esas ideas tificable la tortura, la desaparición y la ejecución de prisioneros al margen de
generales y los acontecimientos que vivieron directamente o escucharon de procedimientos legales, incluso en un estado de guerra; la humanidad de las
familiares o amigos cercanos. Como se puede inferir de los casos de la señora víctimas y de las familias de la víctimas: todo esto es lo fundamental para re­
Herminda, Violeta y el coronel Juan (capítulos 2 y 3), un proceso paralelo cordar. Debatir acerca de las opciones políticas de las víctimas antes de 1973,
ocurre con otras memorias emblemáticas principales. o las razones por las que Chile había alcanzado un punto de crisis, no viene al
Una segunda memoria emblemática se levanta en antagonismo diametral caso o se trata de una perversa maniobra de engaño.
a la primera. La memoria como una ruptura irresuelta persigue a aquéllos para La memoria como persecución y despertar marca a quienes recuerdan el go­
quienes el régimen militar significó experimentar personalmente la violencia bierno militar como un período en que tanto la sociedad como ellos mismos
del Estado, especialmente a través de la pérdida de familiares o compañeros, soportaron un largo invierno de represión y autodescubrimiento. La violenta
tan lacerante y vivida como si hubiese ocurrido hoy mismo. El trauma de la persecución de los disidentes, el colapso de los derechos democráticos y la
pena, el miedo, la incertidumbre y la rabia destruyó la continuidad de la vida permanencia de la dictadura en el poder pusieron a prueba los más profundos
y sus relaciones. Define lo más profundo del ser y de las memorias de la per­ valores del individuo y de los compromisos sociales, provocando entonces
sona. La idea central: el gobierno militar llevó al país a un infierno de muerte —para algunos más temprano que para otros- un proceso de despertar. Los
y de tortura, tanto física como mental, sin precedente histórico o justificación individuos y la sociedad descubrieron no sólo una disconformidad que se pro­
moral, y ese infierno continúa. La dictadura no sólo destruyó las vidas. Al fundizaba, o una lucha para encontrar la salida, sino también el autoconoci-
negar por años la verdad de la tortura, las desapariciones y las ejecuciones; al miento, los valores y la consecuencia moral vinculados al hecho de enfrentarse
retener aspectos claves de esta verdad -especialmente el destino específico y con el miedo, con la persecución y, algunas veces, con la rabia.9 Se vivió una
detallado de las víctimas- cuando la total negación ya no fue una opción, y al especie de vida a dos bandas, atrapado entre el dolor y la esperanza, entre la
ingeniar una amnistía que impedía la búsqueda de la verdad completa y ligada persecución y la reivindicación, entre el estigma y la solidaridad.
a la justicia, el general Pinochet y los otros gobernantes militares bloquearon La memoria como persecución y despertar conlleva una cierta semejanza
la posibilidad de la paz interior o la trascendencia para las familias de las víc­ con la memoria como ruptura, pero más como una prima que como una
timas, e impusieron, como consecuencia, una continua bancarrota moral de hermana gemela. Incluye a más gente que sólo a quienes experimentaron di­
la nación. rectamente la pérdida de un ser querido. Su base política y social llegó a ser
Esta herida profunda y abierta casi transforma a las víctimas en dobles per­ bastante más amplia y diversa. En los años 90, su heterogeneidad política
sonas. Por una parte está la persona normal de la vida cotidiana: ella (o él) or­ corría casi paralela a la de la coalición de centroizquierda conocida como la
ganiza eficazmente su vida, atiende a su familia y sus trámites, hace su trabajo Concertación, que guió a Chile durante su transición democrática. Vimos
y saluda a sus conocidos, y mantiene lo mejor que puede los rituales normales algo de su flexibilidad y heterogeneidad en los recuerdos de Violeta y Ramiro.
de la vida cotidiana. Pero por otra parte está también la persona profunda: un El activismo cristiano y moral de Violeta durante la dictadura, y el hecho de
ser humano cuyo ser mas fundamental está anclado en un infierno viviente, que ella viviera en Santiago, ciudad que vivió grandes movilizaciones y luchas
una memoria que reactiva la experiencia de una herida insoportable. Este do­ políticas durante los 80, le permitieron recordar la persecución y el despertar
lor es tan aplastante que elimina mucho del significado de lo “normal” de la con un énfasis casi equivalente. De muchas formas, su recuerdo personal y
vida cotidiana y sus apariencias superficiales.8 colectivo está enmarcado por una tensión constante entre estos dos aspectos
Al igual que la memoria como salvación, la memoria como una ruptura sin de la vida bajo una dictadura. Por otra parte, el exilio interno de Ramiro y
resolver provee un marco de significado que define lo que es importante recor­ el prolongado aislamiento rural lo condujeron a una especie de extrema au-

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torreclusión. En su memoria, el mero peso de la persecución agobia y sofoca permite que ese pasado malentendido y controversia! se ventile, envenenará
cualquier sentido de despertar social, aun cuando su ser interno se aferra a los el presente y el futuro. Destruirá las posibilidades de la reconciliación social,
ideales de izquierda y aun cuando valora la solidaridad que él y Claudia reci­ la aceptación mutua y el progreso nacional. El tema del 11 de septiembre y
bieron en momentos cruciales.10 la subsiguiente violencia militar puede ser muy importante, y privadamente
Si volvemos a la metáfora de un espectáculo bajo una carpa al aire libre, la uno puede interpretarlo como quiera, pero esas memorias son tan polémicas
memoria como persecución y despertar funciona como el show que invita a y volátiles que ponen en peligro la vida personal, familiar y colectiva. Dado
más y más gente a encontrar su lugar dentro de la carpa, y a unir su conoci­ que el tema de la memoria no tiene solución, y dado que provoca conflicto
miento y experiencia personales a un significado más amplio y emblemático. y peligro, simplemente es mejor cerrar la caja de la memoria. Mantener la
Algunos ponen el acento más en la persecución; otros vinculan sus experien­ caja cerrada es una precondición para la tranquilidad y la reconciliación, sea
cias a una dialéctica de persecución y despertar social. Algunos ven el desper­ entre los familiares divididos que se reconcilian entre ellos y renuevan un
tar como un desenlace positivo durante los 90, traducido en una transición espíritu familiar, entre los ciudadanos divididos en la familia nacional imagi­
democrática práctica y estable, respetuosa de la verdad y de los derechos ciu­ nada, o incluso dentro del propio individuo en conflicto que busca una paz
dadanos, y que permitió construir bases realistas para una sociedad más equi­ psicológica con —o a distancia d e- su propio pasado. Las memorias de cada
tativa en el futuro. Otros ven el despertar como un potencial futuro que llegó uno pertenecen a un pasado que debe ser superado por la pura voluntad de
a existir, pero que luego fue frustrado. Desde este punto de vista, la ola de superarlo.13
movimientos sociales de los 80 —por la democracia y los derechos humanos, La memoria como caja cerrada, así como la memoria de persecución y des­
por los derechos indígenas y de las mujeres, por la equidad económica y labo­ pertar, es como una prima de otra memoria emblemática: en este caso, aquélla
ral- fue la promesa de un despertar que fue socavada o traicionada en los 90 de la salvación. La semejanza reside en la manera en que muchos de sus defen­
por una transición democrática demasiado débil para enfrentarse a las reglas sores, cuando están dispuestos a abrir discretamente el cofre de la memoria,
del juego negociadas e implementadas por el general Pinochet y el saliente ré­ encuentran significado en la narrativa de salvación. El efecto práctico de la
gimen militar. Algunos se alinean muy cerca, casi poniéndose en su lugar, con memoria como una caja cerrada suele ser también más amigable para los ad-
el espíritu de la remembranza como una ruptura irresuelta, y con sus símbolos herentes incondicionales de esta memoria como salvación. Cerrar la caja hace
y voces humanas; otros manifiestan una simpatía más ambivalente, respetuosa más fácil —más por silencio y omisión que por una postura explícita—colocar
de quienes sufrieron una ruptura permanente pero que también tiende a ver un barniz benigno sobre el pasado militar. En particular, acepta sin objeciones
sus demandas o necesidades como un “problema” molesto para una transición el decreto de autoamnistía de la junta de 1978.
democrática estable.11 La semejanza amistosa entre distintos marcos de organizar la memoria no
La gran fortaleza y a la vez debilidad de la memoria como persecución y des­ implica, sin embargo, una similitud completa o exacta. La remembranza como
pertar es precisamente esta flexibilidad y heterogeneidad. A través de grupos una caja cerrada puede convocar también a pragmatistas o “realistas’ , que dis­
sociales y sensibilidades políticas distintas, a través de experiencias regionales crepan de la memoria del período militar como salvación pero que piensan
específicas, a través del tiempo histórico, desde los 70 a los 90, la flexibilidad que la necesidad de justicia y de ventilar culturalmente las persecuciones y
facilita la construcción de coaliciones políticas y culturales, e incluso puede rupturas del pasado, si bien es comprensible, está sobrepasada por considera­
potenciar una especie de hegemonía cultural. Pero también deja espacio para ciones políticas prácticas. La fuerza de los militares y del núcleo base de sus
una gran cantidad de malentendidos y fricciones entre aquellos que están en partidarios, y de los inversionistas que quieren la tranquilidad y la estabilidad
el mismo campo de la memoria y que, presumiblemente, comparten un en­ social casi a cualquier costo, convierten la búsqueda de justicia y su expresión
tendimiento básico sobre el pasado militar.12 cultural en demasiado desestabilizadoras y contraproductivas. Al igual que la
Una cuarta memoria emblemática, la memoria como una caja cerrada, ve memoria como persecución y despertar, la memoria como una caja cerrada
el colapso de 1973 y la subsiguiente violencia como asuntos profundamen­ puede articular a un conjunto de personas y perspectivas más heterogéneo que
te perturbadores, divisorios e incluso peligrosos que es mejor olvidar. Si se el marco de significación de su memoria “prima”.

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En el fondo, la memoria como caja cerrada es la rememoración como Recordemos, en este contexto, tres puntos presentados anteriormente (en el
olvido. Muy lejos de la amnesia involuntaria de alguien que ha sufrido un ílogo del capítulo 2). Primero, la memoria es emblemática porque pretende
mala caída, sin embargo, el olvido está lleno de memoria y significado 8** raotar una verdad esencial sobre la experiencia colectiva de la sociedad. Dice
sándose en el recuerdo es como uno define la utilidad del olvido. Basado en n0 sólo lo que les pasó a una persona o a la familia, amigos o camaradas de esa
el recuerdo es como uno define lo que debe ser relegado a un segundo plano persona, sino que además sugiere que esta experiencia revela algo fundamental
o bien olvidado. Algunas memorias sueltas o de trasfondo son útiles porque acerca de un círculo social más amplio: un partido político y sus simpati­
le recuerdan a uno los peligros que justifican cerrar la caja. Otras memorias zantes, un barrio o comunidad, una clase social o grupo étnico, o, a final de
provocan problemas. La prudencia le permite deslizarías a los márgenes de cuentas, la familia o comunidad nacional imaginada.17
la conciencia.14 ° Segundo, un marco de remembranza es también emblemático porque mu­
En este contexto, por ejemplo, recordar las violaciones de los derechos hu cha gente ha llegado a compartir la idea de que éste representa la verdad.
manos que diseñó y ejecutó Manuel Contreras como comandante de Tejas Gente que no sólo encuentra en él un ancla que organiza el significado de los
Verdes y jefe de la DINA, entre 1973 y 1977, se vuelve menos importante que conocimientos y las experiencias personales que de otro modo podrían flotar
recordar lo que ocurrió en el país cuando Contreras y su segundo, Pedro Es- sueltos, sino que también logra una cierta validación de estas experiencias a
pinoza Bravo, fueron condenados por la justicia en 1995. Los procedimientos través de los acontecimientos, las relaciones y los discursos que circulan en
judiciales finales y la sentencia a prisión de Contreras y Espinoza provocaron un dominio público o semipúblico -e n los medios de comunicación o en los
una crisis nacional que resultó profundamente peligrosa, pues generó temores boletines informativos alternativos; en las reuniones, manifestaciones y pro­
de una intervención militar para detener los juicios sobre derechos humanos testas callejeras; en las celebraciones, discursos y controversias oficiales; o en
expuso al gobierno democrático como demasiado débil para encargarse dé los informes sobre la verdad, los libros, la música, y los foros y performances
la custodia física de Contreras durante meses, tensó las relaciones políticas culturales-, Al encontrar un espejo o un “efecto eco” en un dominio cultura
entre los demócratas en la coalición de centroizquierda e incentivó el cinismo público, uno se da cuenta de que otros han llegado a un entendimiento simi­
acerca del sistema político civil. Los acontecimientos de aquella crisis de 1995 lar de la memoria, la experiencia y la verdad colectivas.18
son recordados como una advertencia de que el olvido acerca de los años 70 Tercero, estas condiciones implican que la formación de la memoria emble­
puede ser necesario y que la justicia puede tener consecuencias negativas. La mática emerge de un proceso de interacción, recíproca pero selectiva, entre la
democracia chilena sobrevivió esa crisis particular y Contreras terminó en la memoria como emblema y la memoria como saber o conocimiento personal.
prisión (aunque en una construida especialmente para el caso), pero .-cuántas Los hechos, las historias, los rumores y los significados que la gente recuerda
otras crisis podría sobrevivir el país? Precisamente por esa razón, uno puede como cosas que vivió personalmente o escuchó de otros -y que considera o
apreciar una memoria discreta que cierra la caja sobre el tema de 1973 y la suficientemente significativos, urgentes o curiosos como para traspasarlos a
violencia política.15 1 otros- constituyen un rico saber cultural que sirve como materia prima para
la construcción de la memoria emblemática. Como hemos visto (epilogo
Proceso 1: la formación de las memorias emblemáticas del capítulo 2), no todo el saber cultural se vincula fácilmente a u| \ marco
Estas cuatro memorias emblemáticas -la salvación, la ruptura, la persecu­ de significado emblemático. Algunas historias corroboran con facilidad un
ción y el despertar, y la caja cerrada- han competido en el dominio público y marco emblemático principal y encuentran un significado más_amplio den­
en las mentes de las personas en la medida en que se recuerda la crisis de 1973 tro del mismo. Otras memorias, como el conocimiento de la bondad y del
y sus violentas secuelas. Sin embargo, aun cuando observemos que la memo­ remordimiento, parecen captar una verdad poderosa, pero no encajan con
ria emblemática es construida socialmente y es selectiva, y que constituye un comodidad dentro de marcos emblemáticos importantes. Y, mas aun, hay
marco de significado mas que un contenido específico o “cosa”, no hay que otras historias que flotan libremente, desprovistas de una circulación o de un
caer en la trampa de suponer que la memoria emblemática es una invención o significado social más amplios y condenadas a una especie de de marginaii-
una manipulación arbitraria.16 dad cultural.

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En suma, el proceso de formación de las memorias emblemáticas, aunque les” o a “hechos duros” vinculados a éstas. Por ejemplo, para la gente politica­
incluye esfuerzos de persuasión y manipulación, es más complejo e histórica­ mente de centro, la memoria como ruptura era algo difícil de desechar como
mente fundado que la simple idea de una invención. Las memorias emblemá­ un invento cuando aludía al avístamiento de cuerpos en el río Mapocho, que
ticas son invenciones humanas, pero no son invenciones arbitrarias. Por ello es muchos habían visto y que había generado comentarios y rumores en San­
necesario considerar los criterios y procesos históricos que dan credibilidad e tiago o cuando aludía a conmovedores testimonios de experiencias reales
influencia a la rememoración emblemática como entendimientos de experien­ recogidas y ratificadas por la Iglesia Católica chilena. La autenticidad de la
cias que encuentran un “eco” en la sociedad y en la cultura. Es este complejo memoria como ruptura y persecución se volvió más difícil de desechar -in ­
efecto eco lo que permite a una memoria emblemática tomar vuelo cultural y cluso en algunos sectores políticos conservadores- cuando la Iglesia Católica,
“convencer” a la gente y a los grupos sociales, entregando así significados más los medios de comunicación y una investigación judicial confirmaron que los
amplios a varias memorias sueltas. restos de seres humanos asesinados descubiertos en 1978 en los hornos de cal
de Lonquén coincidían precisamente con los campesinos “desaparecidos que
Considérense seis criterios interrelacionados, algunos más obvios que otros habían sido buscados durante años por sus familiares, el Comité Pro Paz y la
que influyen en esta capacidad de “convencer”. Primero, historicidad.. Las me­ Vicaría de la Solidaridad. Las alusiones a la experiencia real, ratificadas por el
morias emblemáticas ganan influencia cuando se refieren a un momento o un conocimiento personal, el testimonio confiable o los hechos concretos, fueron
tiempo de ruptura, percibido como decisivo y fundacional por lo que viene especialmente importantes para otorgar autenticidad a las formas de memoria
después para al menos una o dos generaciones. Cuando los símbolos y las disidente.21 . .
consecuencias de una ruptura son ampliamente experimentados por adultos Tercero, a m p litu d y flexibilidad. C orno mencionamos anteriormente, la
y jovenes “como un gran momento de redefinición”, la necesidad de elaborar memoria emblemática funciona como la presentación de un espectáculo bajo
memoria colectiva y significado se vuelve más poderosa, y la posibilidad de una gran carpa que invita a diversas personas a unirse al proceso y encontrar
que surjan dinámicas intergeneracionales y de transmisión significativas tam- en él un significado más amplio para sus memorias específicas. Mientras más
íen emerge con más fuerza. Como reconocerán los historiadores de Alemania amplio y flexible sea el marco de significación, más efectivamente se puede
y de las familias sobrevivientes del Holocausto, una especie de transmisión construir, desde una multitud de diversas experiencias específicas traídas a a
intergeneracional puede ocurrir incluso a través de un silencio o tabú que carpa, un imaginario colectivo que parezca también una experiencia rea
significa que algo terrible y decisivo sucedió, pero que los mayores desean compartida. Ya hemos visto, en la memoria como persecución y despertar, el
enterrar en una caja de la memoria cerrada.19 ejemplo de un marco que probó ser lo suficientemente flexible para acomodar
En el caso chileno, el sentido de que la sociedad había llegado a una en­ una considerable heterogeneidad. Por otra parte, si uno reduce rígidamente
crucijada decisiva era universal por agosto y septiembre de 1973. Además, el el marco de significación o lo vincula demasiado estrechamente a la memoria
poderoso simbolismo de los acontecimientos del 11 de septiembre subrayó como un “contenido” o “cosa” específica, enfrenta riesgos. Muy pocas personas •
esta sensibilidad. El bombardeo del Palacio de la Moneda el 11 de septiembre se sentirían invitadan a la carpa como codueñas potenciales de la remembran­
simbolizó dramáticamente la historicidad de la intervención de las fuerzas ar­ za Además, se correría el riesgo de que los partidarios de las memorias emble­
madas. El tradicional centro físico de la vida política y la democracia chilena máticas rivales expongan conclusiones que podrían convertir en una mentira
había sido destruido y luego demolido; Chile tendría que construirse de nue­ algún contenido o “cosa” crucial de la memoria. Por ejemplo, las primeras
vo. El elocuente y dramático discurso final del presidente Allende por la radio versiones de la memoria como salvación simplemente negaron los hechos - a
también otorgo una poderosa historicidad al 11. Como muchos chilenos re- veracidad- de los asesinatos, los secuestros y las desapariciones permanentes.
cumeron a la radio para seguir los acontecimientos de la mañana, Allende no Presumiblemente, el nuevo gobierno era demasiado benevolente en instinto y
solo dijo adiós a quienes estaban vivos: también habló para la posteridad.20 motivación para actuar de esa manera. Cuando la negación total se torno una
Segundo, autenticidad. Las memorias que pretenden captar una verdad em­ mentira obvia, los defensores de la memoria como salvación buscaron acer­
blemática son más convincentes cuando aluden a experiencias concretas “rea­ camientos más flexibles, ya fuese una versión de la salvación que incluyera las

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ideas de que los “excesos” fueron esporádicos y los costos sociales necesarios, o En el caso de la memoria como salvación, la mujer chilena digna y respeta
un marco de remembranza alternativo que argumentara que había Uegadoel ble, una persona de clase media o clase media alta que pedía una solución al
momento de cerrar la caja de la memoria y dejar el pasado en el pasado.22 problema de la escasez, el caos y el temor a la violencia, sirvió como símbolo
Cuartofproyección en losyspacios públicos y semipúblíeos. En la medida en catalizador de todo lo que había salido mal antes de la salvación del día 11.
que la remembranza esté confinada a un ambiente muy pequeño y encerrado Doña Elena, una mujer con un fuerte sentido de dignidad, modales y orden,
-algo compartido por un diminuto círculo de amigos y familiares, o que cir­ pero que antes de que los militares intervinieran para enderezar a Chile había
cula en el mejor de los casos como un rumor no confirmado y clandestino- sentido que su mundo se destrozaba, es un ejemplo viviente de este simbolis­
resulta extremadamente difícil construir puentes entre la memoria personal mo. Para los defensores de la memoria como salvación, la intervención militar
suelta y la memoria emblemática. El único puente que es a la vez seguro y del 11 fue un “pronunciamiento” y no un “golpe”, precisamente porque la so­
que conduce a un efecto eco confirmante es el puente a la memoria oficial ciedad chilena -especialmente las mujeres respetables, en nombre de la socie­
propagada por el nuevo régimen. Para los disidentes potenciales, la cultura del dad- había pedido una solución enérgica y efectiva a la inminente catástrofe.
miedo implica fragmentación y una censura autoimpuesta que imparte una Las mujeres se habían manifestado contra Allende y habían golpeado sus ollas
cierta clandestinidad a la experiencia profunda (incluso en los grupos que no vacías para reflejar la urgencia de sus problemas para encontrar alimentos y su
están comprometidos con la organización política o social clandestina). Para miedo a que el desorden expusiera a sus familias a la violencia. El pronuncia­
que lleguen a ser culturalmente influyentes, las memorias emblemáticas disi­ miento militar respondió al llamado de las mujeres y volvió a colocar a Chile
dentes deben de alguna manera traspasar esos límites y conseguir elaboración en un camino en el cual las mujeres chilenas respetables y sus familias podían
y circulación en espacios más o menos públicos: medios de comunicación de recobrar su mundo de orden, dignidad y progreso. ^
circulación amplia; foros culturales e intelectuales, como los eventos y la vida Para la memoria como la ruptura no resuelta, las mujeres también encarna­
universitaria; redes sociales semipúblicas de información, como clubes de lec­ ron el sufrimiento de la sociedad. En este caso, sin embargo, el referente social
tura, comunidades laicas cristianas y boletines de solidaridad; o actos públicos fueron mujeres como la señora Herminda: madres y esposas que sufrieron el
como las acciones y manifestaciones callejeras, que provocan publicidad y peor dolor imaginable, aquél de perder a un familiar por la acción de un Esta­
reacción. Sin esta proyección, los marcos de rememoración potencialmente do que no sólo secuestraba o mataba a sus seres queridos, sino que ademas se
emblemáticos permanecen culturalmente arrinconados y aislados, y las me­ rehusaba cruelmente a responder al amor y al dolor de las mujeres entregando
morias sueltas que podrían sustentarlos sobreviven fragmentadas, en el mejor una información honesta y confiable.
de los casos como una especie saber alternativo flotante.23 Las mujeres en busca de sus seres queridos desaparecidos se convirtieron
Quinto, encamación en un referente social convincente. Un referente social, en un poderoso referente social, proyectado en el dominio público tanto
a la vez concreto y simbólico, no solamente provee una encarnación viviente por la propia acción de las mujeres como por una publicidad comprensiva y
para la remembranza emblemática. En la medida en que el referente social solidaria articulada alrededor de la Iglesia. El simbolismo era tan poderoso
provoca respeto cultural e incluso simpatía, invita a la gente a identificarse con que no sólo provocaba simpatía y solidaridad, sino también una hostilidad
el símbolo humano, o al menos a otorgarle una cierta autenticidad y legitimi­ feroz. Aquellos que no querían escucharlas o creerles, o que deseaban soca­
dad a la remembranza que encarna.24 var su credibilidad, tendrían que estigmatizarlas. En ese espectro, el extremo
El surgimiento de referentes sociales convincentes es crucial para la cons­ más odioso podría tildarlas de “fanáticas”; a sus seres queridos catalagarlos
trucción de una memoria emblemática efectiva. Cuando los chilenos constru­ como “subversivos” que se habían visto envueltos en desenfrenadas acciones
yeron las primeras versiones de las cuatro memorias emblemáticas planteadas armadas y que se merecían lo que les hubiera ocurrido, y a los “presuntos
aquí, encarnaron la “verdad” de los recuerdos en referentes humanos claves. desaparecidos como gente irresponsable que abandonaba a sus familias por
En realidad, las personas presentadas en los capítulos precedentes no sólo eran amantes o por una nueva vida. Una forma de estigma más suave y paterna­
gente real . Tienen también una cercana conexión con los referentes simbó­ lista reconocía que perder a un familiar ocasionaba, por supuesto, un dolor
licos claves que emergieron en los años 70.25 personal enorme, pero sugería que esta pena podía, comprensiblemente, lie-

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var a las mujeres a expectativas distorsionadas del Estado y a obsesiones con Para la memoria como una caja cerrada, que llegó a ser especialmente im­
el pasado.27 portante después de la promulgación del decreto de amnistía en 1978, un
Dada la heterogeneidad -la copropiedad- que llegó a caracterizar la memo­ referente social culturalmente convincente no surgió en forma tan clara o
ria como persecución y despertar, y su flexibilidad como marco significativo, su coherente como en los otros casos. Los chilenos que simbólicamente han jus­
evolución histórica después de 1973 fue compleja y sus referentes simbólicos tificado el cierre de la caja varían desde lo específico —los combatientes de
claves cambiaron y se multiplicaron con el tiempo. En los años 80, cuando todos los bandos que habían caído en supuestas confrontaciones armadas, en
irrumpieron las protestas en las calles y los espacios políticos públicos se volvie­ una fase triste de la historia que ahora podía ser dejada atrás- hasta un sentido
ron concurridos y turbulentos, varios referentes claves emergieron: los jóvenes más general de que los ciudadanos y familias chilenos estaban cansados de
de las poblaciones, atrapados entre la rabia inducida por la violenta persecución conflictos y ahora querían alejarse del odio y de los excesos del pasado. En
a manos de una dictadura aparentemente sin fin y sus anhelos de democracia y este contexto simbólico más opaco, el coronel Juan parece conectarse con el
futuro; las mujeres pobladoras, que sufrieron la miseria económica y la repre­ simbolismo humano. Eran los oficiales y soldados que habían sido llamados a
sión pero que también despertaron, a través del trabajo por los derechos huma­ servir al país en una coyuntura sumamente difícil los que, presumiblemente,
nos y la movilización política, para descubrir su propia fuerza como mujeres y tenían la necesidad más apremiante de dejar el pasado en el pasado.30
sus derechos como ciudadanas; los líderes políticos de la centroizquierda, que
descubrieron, a través de su proceso de fracaso político y la verdad devastadora Un sexto elemento en la capacidad de convencer y crear efectos de eco re­
de la persecución, tanto un renovado compromiso con la democracia y los sulta tan imprescindible como obvio: portavoces efectivos. Las voces humanas
derechos humanos como la necesidad de colaborar en la construcción de una comprometidas y organizadas para compartir experiencias y verdades, para
democracia que fuera sostenible por encima de las ideologías.28 proyectarlas más allá de los círculos personales de confianza mutua y para
En los años 70, sin embargo, cuando la verdad oficial y el gobierno man­ insistir sobre ellas incluso frente a aquellos que podrían no querer escuchar
tenían mayor control del espacio público, la gente como Violeta simbolizó la son fundamentales para la formación de las memorias emblemáticas. Sin esos
memoria como persecución y despertar. Personas de una profunda conciencia actores humanos que hacen, interpretan e insisten en una u otra forma de
moral -especialmente sacerdotes y líderes religiosos, pero también hombres y rememoración colectiva —y que empujan y se involucran en una insistente
mujeres laicos que sintieron el llamado de la fe o de la conciencia- no pudieron performance político-cultural de la memoria-, ninguno de los otros elementos
cerrar los ojos ante la realidad de una emergencia en derechos humanos. La fe mencionados anteriormente puede realmente “suceder”.
y la moralidad cristiana obligaron a reconocer las necesidades y la persecución, Más adelante en este capítulo ampliaremos este tema cuando analicemos
y a trabajar con organizaciones como el Comité Pro Paz o la Vicaría de la Soli­ los nudos de la memoria. Nuestro propósito principal aquí ha sido sugerir las
daridad para entregar una voz testimonial a la “gente sin voz”. En una sociedad maneras en que los marcos de significación que hemos llamado memoria em­
católica, cuyos gobernantes militares proclamaban su fidelidad al cristianismo blemática, aunque son una creación humana inherentemente selectiva, no son
como un principio básico y donde la polarización política y la amargura habían en absoluto arbitrarios. Sencillamente, resumir la variada lista de elementos
calado profundamente, un referente social que cuestionara la verdad oficial que influyen en la resonancia o el efecto eco cultural de la memoria emble­
sobre las bases de la conciencia religiosa era lo más factible, cultural y práctica­ mática -la historicidad de la ruptura recordada, la autenticidad y alusión a la
mente hablando. La conciencia religiosa enmarcaba la cuestión de la violencia autenticidad, la amplitud y flexibilidad, la proyección en el espacio público o
y los derechos humanos como asuntos trascendentes. Eran temas que estaban semipúblico, la encarnación en un referente social convincente, y su respaldo
más allá de los cálculos, reglas y discrepancias políticas mundanas. Aquellos y proyección por portavoces humanos organizados—expone las maneras en
que insistieron en defender los derechos humanos fundamentales tenían el de­ que las memorias emblemáticas no son capaces de emerger por obra el mero
recho de hacerlo porque actuaban no como una oposición política, sino como azar o la mera manipulación.
chilenos de conciencia. La suya era una insistencia moral, legitimada y organi­ Las memorias emblemáticas son maneras de organizar y pensar acerca de
zada -y parcialmente protegida- por la Iglesia Católica chilena.29 la experiencia, y en este sentido son por definición una invención humana.

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Pero, para lograr un peso cultural, deben conectarse a los acontecimientos y Los nudos de la memoria en el cuerpo social también interrumpen el flujo
experiencias “reales” de al menos una o dos generaciones. Y deben relacionarse normal de los reflejos y hábitos “inconscientes”, y empujan con fuerza para
con las necesidades y sensibilidades generadas por tales experiencias en grupos que los temas de memoria y olvido tengan presencia y peso en el dominio
sociales importantes o en amplias franjas de la sociedad en su conjunto. público. Reclaman o causan problemas que atraen la atención y la conciencia,
perturbando así los hábitos reflexivos cotidianos y los eufemismos que propi­
Proceso 2: los nudos de la memoria en el cuerpo social cian la insensibilidad. Uno termina respondiendo aun cuando el propósito sea
El necesario efecto eco entre la memoria personal individual, por una parte, sencillamente encontrar un poco de “alivio” y volver a la normalidad. Expre­
y el significado emblemático, por otra, nos coloca frente a frente con la forma­ sado teóricamente: los nudos de la memoria son sitios —en la sociedad, en los
ción de la memoria emblemática como una actividad humana. La memoria lugares o en el tiem po- tan molestos, insistentes o conflictivos que mueven a
emblemática emerge de múltiples esfuerzos humanos, conflictivos y compe­ los seres humanos, al menos temporalmente, más allá del homo habitus pos­
titivos, para dar significado a una gran ruptura colectiva, trauma o viraje de­ tulado por el antropólogo Pierre Bourdieu.34 Expresado coloquialmente: los
cisivo -u n a experiencia percibida como decisiva o transformadora y, por lo nudos de la memoria son aquellos sitios en los cuales el cuerpo social grita.
tanto, “histórica”. Estos sitios son multidimensionales. Los nudos de la memoria, de la mane­
Estos esfuerzos constituyen un proceso de aprendizaje. Los portavoces y ra en la que estoy usando el término, se refieren tanto a sitios de humanidad
sus públicos potenciales descubren cómo construir puentes hacia la memoria como a sitios en el tiempo o de materia física o geográfica. Grupos y líderes
emblemática y así encontrar su verdad colectiva. El proceso es más práctico humanos específicos, fechas y acontecimientos específicos, sitios físicos espe­
que teórico, una especie de aprender a fuerza de ensayos, errores e improvi­ cíficos, todos ellos remueven, recolectan y concentran memorias, “proyectan­
sación ante los marcos significativos rivales y, para aquellos que organizan la do” de este modo la memoria —y las polémicas sobre la memoria—en el espacio
memoria disidente, enfrentando la hostilidad y la represión del Estado. En y la imaginación públicos.35 ,
efecto, los organizadores humanos de la memoria aprenden sobre la marcha, Revisemos brevemente estas tres dimensiones.36 '
con variados grados de éxito, cómo tratar problemas como la autenticidad, la Sitios de humanidad. Algunos grupos humanos específicos —hayan sido al­
flexibilidad, la proyección en el dominio público y la encarnación simbólica tos oficiales y colaboradores civiles de un gobierno militar y sus oficinas de
en referentes humanos atractivos.31 relaciones públicas, miembros y defensores de las redes de los familiares de
Los grupos sociales y líderes específicos suficientemente motivados como los desaparecidos, líderes y activistas de derechos humanos u organizaciones
para organizar e insistir en la memoria constituyen “nudos” molestos en el religiosas, miembros y personal de una comisión de verdad del gobierno ci­
cuerpo social. Interrumpen la vida más inconsciente y habitual, y exigen que vil, periodistas dispuestos a exponer la verdad escondida o a legitimar una
la gente construya puentes entre su imaginario personal y sus experiencias oficial, o simplemente personas que se sentían de alguna manera convocadas
personales sueltas, por una parte, y el imaginario emblemático más colectivo, a participar en una conmemoración o una protesta callejera—desarrollaron
por otra.32 intensas motivaciones para organizar y proyectar particulares tipos de memo­
La idea de un nudo de la memoria es una metáfora inspirada en el cuerpo rias emblemáticas en el dominio público. Estos actores crearon información,
humano.33 Pensemos en un nudo en el estómago que se produce cuando uno acontecimientos, conmemoraciones, publicidad y escándalos que atrajeron y
está nervioso, un nudo en la garganta cuando se está conmovido, una masa de reunieron a la gente en la remembranza, o al menos obligaron a alguna forma
nervios y músculos que se tensa y grita por alivio. Estos momentos corporales (sea aprobando o desaprobando, justa o tendenciosamente, ingenua o escépti­
rompen el “flujo” normal de la vida cotidiana y del hábito, es decir, la existen­ camente) de cobertura por parte de los medios de comunicación.
cia mental y física que descansa en los reflejos (sean aprendidos o instintivos) En mayor o menor grado, todas las personas que hemos encontrado en los
para disminuir la necesidad del pensamiento consciente y la memoria. De capítulos anteriores participaron o fueron influenciadas por los nudos de la
pronto experimentamos una conciencia alertada, una exigencia para que aten­ memoria humanos que se formaron después del 11 de septiembre de 1973.
damos, pensemos, sintamos o respondamos. Doña Elena participó intermitentemente en la formación de la memoria he­

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roica. Ella se unió a las gigantescas manifestaciones que se celebraron en las Sitios en el tiempo. Los acontecimientos particulares y las fechas, ya fuesen
calles los primeros aniversarios del 11 de septiembre como la salvación de Chi­ escándalos como los asesinatos con autos-bombas en suelo extranjero de anti­
le. Se basó en los informes oficialistas del El Mercurio y de Radio Agricultura guos dignatarios chilenos, o conmemoraciones con una profunda carga cultu­
para distinguir la verdad del rumor y enmarcar el significado de los aconteci­ ral, como el 11 de septiembre o el 1 de mayo, concentraron el poder simbólico
mientos. Por un tiempo trabajó con la Secretaría Nacional de la Mujer, cuyas de “convocar” o proyectar memoria. En realidad, los tres primeros aniversarios
actividades de extensión y publicaciones promovían la idea de una salvación del golpe como un momento especial para la memoria -celebraciones oficiales
nacional de la ruina, conducida por los militares pero ayudada por las mujeres impulsadas por discursos, desfiles, concentraciones masivas y retrospectivas de
voluntarias auxiliares. La señora Herminda y Violeta fueron activistas más los medios de comunicación en torno a la acción “de rescate” de 1973, el rol
consistentes en el forjamiento de la memoria. Ellas participaron por largos del Ejército y los militares en la historia nacional y el día de la independen­
períodos en nudos de memoria disidentes, particularmente en la organización cia- también fueron acompañados por convincentes homicidios más allá de
de familiares de los desaparecidos y la Vicaría de la Solidaridad. Se basaban las fronteras. La DINA organizó el asesinato con un auto-bomba del general
tanto en los boletines de información alternativos —como los de la Vicaría y su Carlos Prats -el comandante en jefe del Ejército que había sido desplazado
revista Solidaridad—como en sus informes confidenciales sobre derechos hu­ en agosto de 1973 para despejar el camino del golpe—y de su esposa, Sofía
manos para vincular las experiencias y testimonios personales con las verdades Cuthbert, en Buenos Aires, en 1974; el tiroteo que hirió gravemente al líder
colectivas. Se unieron a valientes acciones que provocaron escándalo, inclu­ democratacristiano Bernardo Leighton y a su esposa, Anita Fresno, en Roma,
yendo una dramática huelga de hambre de familiares que exigían el retorno en 1975; y el auto-bomba que asesinó al líder socialista Orlando Letelier y a
de los desaparecidos y un informe verdadero sobre su destino, y participaron su colega Ronni Moffitt en Washington D. C., en 1976. El poder simbólico
también en ruidosas manifestaciones, en prominentes espacios cívicos que del 1 de mayo derivaba del hecho de que el movimiento laboral había desarro­
buscaban exponer la tortura y aunar la conciencia moral. llado una fuerte presencia política y cultural en Chile antes de septiembre de
Comparado con aquellas tres mujeres, el coronel Juan fue el “activista” me­ 1973. Difíciles de ignorar o de suprimir, estos acontecimientos y aniversarips
nos organizador de memoria pública. No tuvo una conexión oficial directa exigieron esfuerzos humanos de interpretación, control y proyección, y am­
con el trabajo de comunicaciones o de relaciones públicas del Ejército. Tam­ pliaron el círculo de atención a la memoria.
poco gozó de un rango de responsabilidad lo suficientemente alto como para Además, la magia cultural de las fechas cargadas de memoria abrió opor­
forjar memoria oficial pública a través de sus propios dichos o acciones. Pero, tunidades para la organización y la publicidad de parte de grupos humanos
como oficial, participó en las ceremonias internas de conmemoración y trans­ que buscaron magnificar el “llamado” de la remembranza colectiva. Éste fue
misión de memoria del Ejército y en sus códigos de silencio y eufemismos. el caso del Día Internacional de la Mujer. Hacia los 80, la celebración del 8
Como oficial también tuvo un lugar en la cadena de responsabilidad para de marzo se volvió una fecha tan relevante como el 11 de septiembre o el 1 de
mantener la moral y la disciplina —para enmarcar adecuadamente los hechos mayo, días en los cuales la gente se sentía estimulada a responder y que esta­
y eludir o neutralizar cualquier duda- entre los soldados bajo su mando. A ban cargados con las luchas por la memoria. Éste fue también el caso de ani­
su vez, siguió la dirección de sus superiores y de las comunicaciones oficiales versarios de escándalos de derechos humanos especialmente notorios, como la
cuando desestimó el problema de las violaciones de los derechos humanos, fracasada tentativa de la DINA, en julio de 1975, de explicar la desaparición
definiéndolas como una consecuencia lateral y menor de una “guerra” que de 119 personas como el resultado de una lucha fraticida que llevaban a cabo
afectó a poca gente, que naturalmente produjo algunos pocos excesos de parte militantes de izquierda en Argentina.37
de combatientes individuales y que en cualquier caso pertenecían a una era ya Sitios de materia física o geografía. Los lugares o artefactos físicos pudieron
superada. En suma, el coronel Juan fue en parte audiencia y en parte correa adquirir el poder de una conexión casi sagrada con el pasado y, consecuen­
de transmisión de la memoria del Ejército chileno, aunque sería ir demasiado temente, incentivar y proyectar polémicas sobre la memoria y la amnesia.
lejos considerarlo un actor directo o un líder al interior de los nudos militares Cuando los restos de varios campesinos desaparecidos fueron descubiertos
que hacían la memoria oficial e insistían en ella. en los hornos de cal abandonados de Lonquén en 1978 (véase el capítulo 2),

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el hallazgo llevó el problema de los desaparecidos hacia un escenario públi­ las actividades y relaciones humanas organizadas ya sea para crear o para res­
co más amplio. Lonquén y sus cadáveres se volvieron objetos de procesiones ponder a los nudos de la memoria nos permiten trazar el hacer y el deshacer
memoriales, procedimientos judiciales, reportajes de noticias y luchas por el de las memorias emblemáticas -los polémicos procesos que proyectan algunas
control. Teóricamente hablando, los lugares físicos o materiales ejercen una maneras poderosas de organizar la memoria en el dominio cultural público
cierta magia cultural, en parte porque están conectados directamente con un como “verdades” esenciales a través de las cuales la gente construye puentes
gran trauma o viraje histórico -com o en el caso de üna casa de tortura, el sitio entre el conocimiento o la experiencia personal y una imaginada comunidad
de una masacre o asesinato o unos cadáveres descubiertos en forma sorpresi­ nacional de experiencias, mientras empuja hacia los márgenes a otros conoci­
va- y en parte porque se ven imbuidos de una cierta conexión íntima con la mientos y narrativas.
historia sagrada a través de una invención humana “después del hecho”, como
ocurre con un museo, un monumento, una película o un libro testimonial. Es Política y cronología
la interacción entre la ascendencia física directa y la invención cultural lo que La formación de la memoria colectiva es un proceso intensamente políti­
cuenta -enciende la imaginación y hace recordar un trabajo estimulante y ab­ co, de manera obvia y no tan obvia. Después de todo, son los aterradores y
sorbente, una cosa de peso que cautiva-, aunque el balance o “juego” entre las a menudo divisorios períodos del trauma, de la ruptura y del viraje histórico
variables difiera de un sitio físico a otro. Un sitio que desciende directamente decisivo los que generan los esfuerzos más intensos para forjar memoria. Las
del trauma debe llegar a ser reconocido como tal a través de la interpretación luchas por la memoria juegan un rol importante en la ganancia o pérdida de
cultural o la lucha. Un museo, un memorial o una película creados después de las “mentes y corazones” políticos. Es decir, amplían o estrechan la legitimi­
los hechos establecen una conexión más sagrada o “auténtica” con el pasado si dad, tanto la de un nuevo régimen que toma el poder en medio de crisis y con­
incluyen artefactos como instrumentos físicos, restos humanos, fotos o soni­ troversias como la de los disidentes que desafían al régimen o sus políticas, o la
dos conectados directamente con el gran trauma. .. de un gobierno de transición que se basa en la premisa de lograr una aparente
Cualquiera sea el proceso y su mezcla de descendencia física y creación reconciliación nacional. Especialmente en los casos de una dictadura militar
cultural, una vez que el sitio está dotado de una conexión sagrada con un violenta, de una transición democrática frágil y de una propiedad de los me­
pasado traumático y todavía polémico puede desencadenar luchas por la dios de comunicación concentrada económicamente, también la estructura de
memoria feroces y permanentes. Como con aquellos aniversarios y aconte­ poder y las restricciones organizadas desde arriba determinan poderosamente
cimientos cargados de emotividad, los grupos humanos motivados pueden las vías disponibles para una efectiva lucha por la memoria desde abajo.39
sentirse “llamados” a reconocer o crear sitios físicos conectados con su sentido La memoria y la política, en suma, tienen una relación recíproca. La con­
de remembranza colectiva, o, alternativamente, a rechazar o volver cultural­ vulsión política y las atrocidades relacionadas generan luchas de la memoria;
mente invisibles aquellos sitios que otorgan credibilidad y energía organizativa el poder y la política, a su vez, moldean el campo de juego de la memoria. En
a memorias rivales. En el caso de Lonquén, por ejemplo, el gobierno militar una dictadura determinada a rehacer drásticamente la sociedad y a proyectar
consideró necesario organizar una transferencia políticamente amistosa de la su versión de la verdad, y dispuesta a reprimir violentamente la disidencia, el
propiedad, un proceso de toma de control que culminó en marzo de 1980 poder y el miedo ejercen una influencia obvia en la capacidad de los actores
con la destrucción con dinamita de las sacralizadas minas. Su propia existencia humanos para persuadir, es decir, para movilizar a la gente a reunirse, a desafiar
como lugar físico catalizaba demasiada gente, demasiadas romerías, demasia­ la propaganda y la información errónea, y a proyectar versiones disidentes de
das conciencias, demasiadas luchas.38 la memoria emblemática en el dominio público y semipúblico. Más sutilmen­
te, las consideraciones de política y poder pueden canalizar el propio lenguaje
Los grupos humanos fuertemente motivados, los aniversarios o fechas de de la lucha de la memoria. A mediados de la década de 1970, por ejemplo, la
conmemoración simbólicamente poderosas, los restos y lugares evocadores e extrema violencia -extrema no sólo por su efecto en las víctimas, sino también
inquietantes, son nudos de la memoria” en la sociedad, el tiempo y el espacio porque no tenía límites legales o reglas conocidas- de la represión de Estado,
que entregan un enfoque metodológico útil para los historiadores de la me­ el régimen de control formal e informal de los medios de comunicación, la
moria colectiva. Para expresar este punto de una manera más formal y teórica:

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denuncia de los políticos y de la política como ilegítima, la aniquilación de despertar- no pudieron entrar con fuerza y coherencia en el dominio público
las directivas políticas de los partidos de izquierda y la represión contra los de- sino hasta el período 1973-1979. Fue durante esos años cuando los organi­
mocratacristianos, y el cierre forzado del Comité Pro Paz como red ecuménica zadores de la memoria disidente comenzaron a lograr respaldo permanente
para defender los derechos humanos, sirvieron para canalizar el trabajo de la de la Iglesia Católica, una experiencia ligada a la formación de redes sociales
memoria orientado a los derechos humanos hacia un compromiso moral más prácticas de trabajo e intercambio, y la publicación de boletines y una cierta
que político y hacia la Iglesia Católica chilena como vehículo de presión y de presencia en los medios de comunicación que proyectaba lecturas alternativas
disidencia. No es sorprendente entonces que la responsabilidad cristiana y la de la realidad en los dominios públicos y semipúblicos. Estos logros pusieron
conciencia moral pesaran fuertemente en el lenguaje emergente de la memoria bajo una presión más abierta la legitimidad del régimen y su marco de me­
como ruptura, persecución y despertar.40 moria favorable. En esos años, los familiares de los detenidos-desaparecidos
El aspecto político de la formación de la memoria es particularmente evi­ se organizaron y encontraron aliados; forjaron su propia lectura de la vida
dente si se considera la cronología de las luchas de la memoria y su influencia chilena y su propia voz pública, cada vez más coherente; realizaron dramáticas
cultural. Los cuatro marcos de memorias emblemáticas -la salvación, la rup­ acciones callejeras, como huelgas de hambre y encadenamientos en los edifi­
tura, la persecución y el despertar, y la caja cerrada- no emergieron todos a la cios, y fortalecieron sus conexiones de solidaridad internacional. Los abogados
vez, como tampoco influyeron de igual manera en todos los momentos. de derechos humanos y los activistas que habían trabajado con el ecuménico
/ Una sucinca cronología demuestra este punto.41 La primera década del Comité Pro Paz, obligado a cerrar bajo la presión de Pinochet a fines de 1975,
régimen militar, aproximadamente de 1973 a 1982, fue una era “fundacio­ encontraron en la Vicaría de la Solidaridad, de la Iglesia Católica chilena,
nal en la formación de la memoria. Así como en muchos otros aspectos de una protección institucional más resistente y una plataforma para lanzar una
la vida chilena -económicos, políticos, educacionales, institucionales-, esos revista popular alternativa. Los abogados y periodistas chilenos aprendieron el
años implicaron una verdadera remodelación de la sociedad impuesta por la arte de la sinergia internacional, es decir, a usar las relaciones transnacionales
fuerza bruta. Dentro de esta fase inicial, sin embargo, los marcos significativos con sus contrapartes profesionales para generar en el exterior noticias sobre
surgieron más o menos en sucesión, como parte de una lucha al interior de derechos humanos, política, conflictos legales y controversias que no pudieran
una sociedad cuyas líneas de poder sufrieron una realineación radical. Entre ser totalmente silenciadas en Chile. . . .
1973 y 1976, la junta militar desencadenó una intensa violencia en contra de En suma, los actores humanos que cuajaron en los nudos de memoria disi­
la izquierda, de los disidentes y de gente considerada alborotadora o social­ dentes aprendieron cómo trabajar con las reglas prácticas, las fisuras y los des­
mente indeseable; clausuró los medios de comunicación adversos y purgó los fases del poder doméstico e internacional, aun cuando estuvieran viviendo bajo
ministerios, las escuelas, las universidades y las fuerzas armadas; y definió la una dictadura que formalmente había prohibido la política . Aprendieron a
guerra psicológica como una de las misiones de la policía secreta. La potente empujar hacia el interior del dominio público y semipúblico las realidades de
mezcla de represión, autocensura y propaganda en el dominio público lanzó la la ruptura, la persecución y el despertar moral de personas con conciencia, y
memoria como salvación. El poder y el terror del Estado hicieron muy difícil ejercieron mayor presión sobre la verdad-memoria oficial. Significativamente,
que los críticos pudieran abrirse paso en medio de la ola de informaciones, hacia 1978-1979 estas luchas de la memoria incrementaron su fuerza no sólo
noticias falsas, conmemoraciones y reportajes que impulsaban la idea de que gracias al aprendizaje y la experiencia acumulados por los líderes de la memoria
septiembre de 1973 fue un rescate, “justo a tiempo”, de una guerra civil y disidente, sino también a las divisiones -que se habían vuelto más intensas- en
de una violenta toma de poder planeada por la izquierda, y que también los las altas esferas políticas. Estas divisiones fueron en aumento entre los jefes mili­
nuevos gobernantes traían la idea de una reconstrucción en buena fe de una tares y las ramas de las fuerzas armadas, principalmente entre los generales de la
sociedad mejor para Chile. Fuerza Aérea-liderados por Gustavo Leigh- versus el Ejército y los pinochetis-
El lanzamiento de la memoria como salvación no ocurrió sin cuestionamien- tas; entre las elites que favorecían un retorno a las políticas económicas basadas
tos, pero los marcos disidentes significativos -las hirientes y crueles rupturas en un desarrollo conducido por el Estado -proveyendo ayuda y protegiendo de
que nunca terminaban, las persecuciones que también producían testimonio y las presiones del mercado a empresarios y trabajadores- y quienes eran devotos

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d e las r e fo rm a s d e lo s C h ic a g o boys, u n d e s m a n t e la m ie n to n e o lib e r a l d e la nr L experiencias recientes y en curso generó un nuevo lenguaje, o a menos le
s e n e ,a y la s p r o te c c io n e s d e l E s ta d o e n la e c o n o m ía ; y e n tr e lo s E s ta d o s c o l tv e c tó a antiguas palabras un nuevo giro o electricidad cultural. Al igual que
la s te n s io n e s lim ítr o fe s q u e casi d e s e m b o c a r o n e n u n a g u e r r a c o n A r g e m in a ! '¿aparecer se había transformado en un siniestro verbo transitivo-secuestrar
c o m o la p r e s ió n d e la a d m in is t r a c ió n d e J i m m y C á r t e r re sp e c to d e lo s d e r e c h o ! a lg u ie n para siempre, sin dejar una huella de memoria-, as. fue también
h u m a n o s y d e lo s a se sin a to s d e L e te lie r y M o f fit t . mo memoria cambió. Para el Chile contraoficial, la memoria había llegado a
U memoria como una caja cerrada no emergió como un marco significati­ r una cuestión estratégica, dado que se había hecho evidente que as políticas
vo para leer el traumático pasado reciente sino hasta el período 1978; 1982 de gobierno y la legitimidad del régimen estaban basadas en su eliminación.
Fue la intensificación de las crisis de 1978-1979 -agudizadas por las intensas La memoria también había llegado a ser una cosa sagrada, un compromiso de
uchas publicas sobre las maneras de definir tanto el verdadero significado Laltad moral con la realidad de las personas cuyas desapariciones, mu ,
y proposito del golpe de 1973 como la realidad de los derechos humanos t i r a s u otras persecuciones de otra manera se desvanecerían, como s, no

a m ib a Lide” d" " " ^ S ™ 1 0 U" a n u e v a P o lít ic a d e “ « n o r i a d e sd e


ba L id e r a d a p o r u n c e r c a n o c o n s e je r o p o lít ic o d e P in o c h e t , el m in is tr o lT p tr ln tu tt“ s¡s del tema después de la primera década del
del Interior Sergio Fernández, el vuelco comenzó en 1978, año que fue una régimen militar. La cronología de la memoria subraya su interacción con e
verdadera olla a presión. El punto era ahora definir la salvación de Chde contexto político y el poder social. Durante 1983-1988, los conflictos de a
como una etapa de la historia -la guerra contra los subversivos- triste y ne­ memoria se volvieron cada vez más una experiencia masiva, guerras cultura-
cesaria, pero que había concluido en forma exitosa y felizmente podíá ser le!cuy!objetivo era determinar cuál memoria prevalecería y agregar nuevos
símbolos y capas de significado a los antiguos marcos emb ematicos. El vuelco
transitaba^d 7 ? 7 P°Í ‘m W ia ddanre' " E n tra s el país
transitaba desde los anos de emergencia y de soluciones hacia una I n d d i ó con el quiebre de la fachada de que el control del poder político
estaba en manos de la dictadura, lo que ocurrió por la presión de las masivas
i odernizadas
i z r 7 una
y protegidas nueva const,tuctón-de^los—excesos
const,racionalmente - «democráti-
- - i protestas callejeras, en 1983-1986, y del inminente plebiscito sobre la con
nuidad de Pinochet en el poder, en 1988. La política de la memoria también
^ “ f T ° . br" knre- R“ - aspectos de la
guerra suc a de pasado no le haría ningün bien a la unidad chilena a los se hará evidente en la década de 1990. Documentar y enfrentar la violación
de los derechos humanos bajo el régimen militar jugó un r o l ‘X X t l t -
L Z 7 * 7 d e .CUaIqU‘er ‘7 ° 3 ~ 1 “ - aba a' alan ce d
la mano. Una amnistía que excusaba a los combatientes de la guerra sucia la legitimidad política de la coalición de centroizqutetda que condujo la t
s ltó n democrática de Chile en el período 1989-1991. Al mismo tiempo, 1
malmenm d t la d t a T r r * d ^ d'íaba continuidad del poder de Pinochet, de los militares y del sector empresaria
Significativamente, fue también durante 1978-1982 que la idea cultural en los 90 impuso intensas restricciones sobre las estrategias de la memoria de
“ celtroizqukrda. lo que con el tiempo produjo un desalentador sentido de
y COm° y la,idea rdadonada de “ «• Incha entre “memoria”
y do cuajaron como un lenguaje cultural y un grito de denuncia y mo impasse U mayoría creía en la verdad de las masivas e injustificables violad

v tm Cr a b " 'OS 7 d lengUa'e ^ ,0S d* la — a Z nef a los derechos humanos -la memoria como ruptura y persecución y en
el consecuente imperativo de justicia criminal, pero tenía que enfrentarse con
la ambivalencia. Correcta o incorrectamente, muchos creían también que la
a , t putar ias versi° nes ^ ¿ cue
cíente y la realidad en curso, el lenguaje se enfocó sobre los acontecimientos minoría -bastante grande- de partidarios y simpatizantes del pmoAensmo

t i
tra la I
rc zT T : “ l0S derechos humanos 7 similares. Fue la lucha con-
r r 7
1 de iusticia y
incluía sectores demasiado poderosos como para desafiarlos con mucha fuer
za. El desenredo parcial de la impasse de la memoria después.d , ,
i u s t I 0" K CT ° a Ja Cerrada ‘° qUe aSre«ó a ,as Palabras claves -verdad está conectado estrechamente con una realineacion e po e , q
T J Z de Pinochet como comandante en jefe del Ejército, en marzo, y su
k a d e la t i 7 " " ! * * ' VOCabl° c u ,t u r a l a d “ ¡ " . . a l : L a poh-
u c a d e la lu c h a s o b r e c ó m o d o c u m e n t a r , e n c o n t r a r s ig n ific a d o y r e s p o n d e r a arresto criminal en Londres, en octubre de ese mismo ano.

171
Sin embargo, si la formación de la memoria emblemática y la organización sí mismos, a sus seres queridos o a los amigos y compañeros. Fue este aspecto
de “nudos” en el cuerpo social están profundamente influenciadas por la polí­ existencial lo que inspiró a la gente como la señora Herminda y Violeta a dar
tica y el poder, reducir la memoria a un problema exclusivamente de política el salto y tomar riesgos extraordinarios -u n a huelga de hambre para exigir
sería ir demasiado lejos. Paradójicamente, lo que les da fuerza a las luchas de la responsabilidad por los desaparecidos, un audaz acto callejero para denunciar
memoria en tiempos de ruptura y trauma humanos - y potencial para influir la la tortura- bajo una violenta dictadura. Fue también este aspecto existencial
legitimidad y los alineamientos políticos- es precisamente la imposibilidad de lo que inspiró los logros más silenciosos -la voluntad de seguir reuniendo, de
reducir la memoria a un mero instrumento o estrategia política. alguna manera, energía para insistir sobre la memoria, a pesar del agotamien­
La memoria era moral y existencial, no solamente política. El lenguaje de to, el desaliento y el envejecimiento que se instalaban mientras uno llevaba
persuasión moral que emergió en el campo de la memoria orientado a reafir­ adelante un trabajo duro que entregaba pocos resultados.43
mar los derechos humanos, por ejemplo, reflejaba los estrechos límites de lo
posible bajo las condiciones de la dictadura, y el prominente rol de la Iglesia Concluyendo con ambigüedad: emblema, conocimiento y silencio
Católica chilena durante el período formativo de los años 70. Con el tiempo, Los nudos de la memoria en el cuerpo social organizan y exigen atención
sin embargo, ese lenguaje atrajo adherentes y “despertó” a personas de diferen­ cultural para un trauma o viraje histórico, una experiencia profundamente
tes inclinaciones políticas, precisamente porque la memoria de los derechos importante para al menos una o dos generaciones aún vivas y reconocida de
humanos «'trascendió la política en su sentido estrecho o habitual. La idea de alguna manera como decisiva por las personas que vienen después. Estos nu­
que los derechos humanos debían trascender el mero cálculo de la ventaja ver­ dos ayudan a entender el proceso de interacción selectiva entre los principales
sus la desventaja política, o de simpatía versus oposición al régimen, llegó a ser marcos de significación, a los que hemos llamado memoria emblemática y
un nuevo argumento cultural en la vida chilena. En una cultura con una larga las experiencias y los conocimientos personales, a los que hemos denominado
tradición de partidos políticos, en la que la gente rápidamente podía detectar memoria suelta. También nos ayudan a entender la conflicuvidad social, la
y rechazar una manipulación, la idea de la memoria de los derechos humanos multiplicidad de las experiencias y los reclamos enfrentados de ‘ propiedad de
como algo trascendente ganó terreno. La gente se encontró a sí misma con­ la remembranza que se encuentran incrustados en estas interacciones.
movida e incluso destrozada al confrontarse con la atrocidad moral. Algunos Aunque conceptos como la memoria emblemática y los nudos de la memo­
se dieron cuenta de que la urgencia moral de la memoria de los derechos ria ofrecen cierto control en la infinitud de la memoria como aspecto de análi­
humanos los llevaba a actuaciones que pasaban por encima de las antiguas sis, y ofrecen también un vehículo metodológico para estudiar la formación de
divisiones políticas. Más allá de las vidas salvadas o parcialmente reparadas la memoria colectiva como un proceso histórico, necesitamos, además, tomar
por las actividades a favor de los derechos humanos, incluyendo el trabajo de conciencia de las ambigüedades. Éstas precisan los límites de cualquier esque­
la memoria, fue este crecimiento de la sensibilización cultural en torno a los ma conceptual y nos recuerdan que debemos tolerar algún grado de desor­
derechos humanos como un valor fundamental en sí -demasiado importante den” necesario. Especialmente para el tema de una remembranza colectiva de
para ser enterrado por los caprichos de la política o de la conveniencia- el mucha carga, imponer demasiado orden conceptual podría ser tan contrapro­
logro mas importante de quienes estaban alineados con la memoria como ducente como imponer demasiado poco.
ruptura, persecución y despertar. Tres ambigüedades o calificaciones requieren un comentario especial, ri­
Igualmente significativo fue el aspecto existencial de la memoria lo que mero, la distinción entre la memoria emblemática y la memoria suelta debe
genero pasión y persistencia ante el miedo y la adversidad. ;Qué hago yo si he ser entendida no tanto como una dicotomía sino como un espectro o, mejor,
experimentado una atrocidad más allá de lo imaginable o he sido testigo de como una especie de puente sobre el cual la gente encuentra conexiones -re­
ella. La maldad radical y la ruptura de la vida pueden traer como consecuencia lativamente fuertes o relativamente atenuadas- entre la experiencia persona y
un poderoso llamado al testimonio. Para algunos sobrevivientes, familiares de la experiencia social. En un extremo del puente o espectro, un marco de signi­
las victimas y testigos, la memoria se volvió una obligación y una condición ficado emblemático moldea la remembranza personal tan poderosamente qu
de su existencia en el mundo si pretendían permanecer consecuentes y leales a la experiencia de una persona parece casi una versión clásica de la experiencia

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de un grupo. Vale la pena recordar, sin embargo, que la remembranza emble­ hemos visto, el conocimiento de bondad, si se vincula demasiado firmemente
mática puede conseguir este poder cultural precisamente porque usa como au­ a la memoria como ruptura, puede parecer que implica que sólo la víctima
téntica materia prima el conocimiento y las historias testimoniales que vienen “buena” (llevándolo al extremo, la víctima inocente y despolitizada) merece
de la experiencia personal. En el extremo opuesto del puente, las experiencias ser protegida de la tortura y de otras violaciones a los derechos humanos.
personales vinculadas a un gran trauma o asunto social podrían parecer dema­ Puede invitar también a un debate cruel y distractivo sobre la bondad relativa
siado idiosincrásicas para resonar sustancialmehte en los principales marcos de las opciones políticas de la víctima. En suma, aun cuando consideremos
emblemáticos. No obstante, como lo demostró Maurice Halbwachs muchos la formación de la memoria emblemática como un concepto metodológica­
años atrás, incluso los recuerdos más individualizados o “personales” provie­ mente útil para trazar los principales contornos de la lucha y los significados
nen de un proceso social de remembranza: hay algún círculo social o familiar relacionados con la remembranza, también tenemos que estar atentos al saber
que verbaliza y hace circular una experiencia que considera significativa. En personal popular que se aleja de los moldes y las luchas emblemáticas, pero
este sentido, incluso una remembranza tan idiosincrásica que se conecta suel­ que circula y que se torna socialmente significativo como una verdad en sí.
ta o débilmente con los principales marcos emblemáticos lleva a menudo las Tercero, los marcos de significación emblemáticos se desarrollan no sólo
huellas de alguna especie de proceso social de memoria y olvido, y las disputas al nivel del imaginario nacional, sino también al nivel de regiones, ámbitos
culturales y políticas que dan lugar a marcos de significación emblemática locales y grupos sociales específicos. Esta pluralidad de los procesos de la me­
enfrentados bien pueden haber ejercido una influencia indirecta.45 moria complica y relativiza la interacción entre la memoria emblemática y la
La gente construye el sentido de su experiencia en diferentes lugares de memoria más suelta o el saber personal popular. Más allá del hecho obvio de
los puentes que conectan lo emblemático y lo suelto. Entre los defensores de que los grupos humanos específicos que constituyen nudos de la memoria
la memoria como salvación, por ejemplo, doña Elena está más cerca de una y que buscan influir en el imaginario social son en sí mismos redes sociales
expresión clasica de los elementos claves del marco emblemático, mientras “subnacionales” —incluso los personeros oficiales que dicen hablar en nombre
que Gabriela (presentada en el epílogo del capítulo 1) evidencia una conexión de la comunidad nacional y su experiencia están específicamente situados en
más atenuada o fragmentaria. Pero en varios puntos a lo largo del puente lo regiones, instituciones o subculturas incapaces de abarcar a la nación ente­
que uno puede ver no es una dicotomía mutuamente excluyente entre la me­ ra”- , también aquí se levanta un problema más sutil. Un marco de significa­
moria emblemática de grupo y la experiencia personal suelta, sino distintos ción emblemático de la experiencia de una agrupación local o subnacional
intervalos que se balancean de distinta forma entre el recuerdo colectivo y el específica podría no coincidir exactamente con el marco adaptado a la lucha
personal. para influir en el imaginario nacional. Bajo esas circunstancias, una cierta
Segundo, como observamos en los casos del conocimiento de la bondad y relatividad matiza la línea de análisis desarrollada hasta ese momento. Por
el del remordimiento (epílogo del capítulo 2), algunos tipos de remembranza, ejemplo, al nivel del imaginario nacional notamos que, en la década de 1990,
aunque son socialmente importantes, incorporan una relación problemática las historias de bondad presentan riesgos si se vinculan demasiado firmemente
a los marcos de significación emblemáticos. Esas historias circulan como una -com o elementos definitorios esenciales- a la memoria como ruptura irresuel­
especie de saber cultural que relata una verdad poderosa, pero que no enca­ ta. Un resultado es que las historias de bondad circulan de alguna manera más
ja fácilmente con los marcos de significación nacionalmente influyentes. El suelta y flexible, como un conocimiento personal poderoso. Pero también es
saber puede desviarse de las líneas emblemáticas del relato, como cuando las verdad que a un nivel subnacional —por ejemplo, en la conmemoración de los
historias de remordimiento parecen invertir —perversa y trágicamente—el sen­ jóvenes desaparecidos en La Legua; en un partido político como el Comunis­
tido subjetivo de responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos, ta, que sufrió persecución; en una organización de derechos humanos como
o como cuando el conocimiento de bondad altera la clase social o la identi­ la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos- la bondad que la
dad política de quienes muestran una admirable solidaridad humana con los señora Herminda recordaba de Ernestito y Gerardo, sus hijos desaparecidos,
perseguidos. O como cuando el conocimiento parece encajar con las líneas de puede llegar a convertirse, al interior del grupo, en la piedra angular de la me­
la historia emblemática, pero introduce un doble filo amenazante. Así, como moria como ruptura irresuelta: define de manera mas completa el sentido y la

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lucha para modela, su significad», son .odas herramientas conceprtndes u n te.
injusticia de la pérdida, e inspira al grupo a entrar en la batalla para construir
Lo J en pane, porque nos ayudan d“ “ " ir la fon” c‘6" del El
el imaginario nacional.46 mismo’proceso que trae al frente ciertos significados, recuerdos y voces tam-
Así, mientras trazamos el hacer y el deshacer de la memoria colectiva, in­
U „ “ L a otros. Porque, como ya veremos, algunos portadores humanos
cluyendo la remembranza emblemática a nivel nacional, debemos también a l i ñ a s e n r ie n d a s son empu¡,dos al fondo de la caja de a mentor,a. M r, e,
tener en cuenta que esos procesos están conducidos por actores enraizados en
piso se abre y ellos caen, perdiéndose en la tumba del olvido.
subculturas, redes sociales y localidades específicas. Un resultado es que los
actores relativizan el significado de los marcos, adaptándolos al escenario so­
cial en el cual desean promover una memoria emblemática. E incluso pueden
moverse (de manera ambivalente en algunos casos) entre un marco de signi­
ficación y un marco amigable, primo del principal, dependiendo del escena­
rio social y las circunstancias. Por ejemplo, el coronel Juan y otros antiguos
oficiales del Ejército pueden, en el contexto de una conmemoración militar
privada del 11 de septiembre en la Escuela Militar, reafirmar sus necesidades
e identidades grupales celebrando la memoria como una salvación nacional
llevada a cabo por sacrificados y patrióticos soldados. Allí están libres para
energizarse recordando o reactivando lo que otros no pueden o no quieren
entender. Sin embargo, cuando los temas de la memoria son discutidos en un
terreno nacional, cuyos líderes aceptan la verdad de una documentación defi­
nitiva sobre las violaciones a los derechos humanos bajo el régimen militar, el
coronel Juan y sus colegas pueden adaptarse promoviendo la memoria como
una caja cerrada. Lo que es importante en este escenario no es ni celebrar ni
condenar, sino recordar que el país puede moverse hacia delante sólo si cultiva
una cierta indiferencia hacia su volátil pasado.
Estos matices —la interacción constante más que la dicotomía entre la me­
moria suelta y la emblemática; el conocimiento o saber que importa pero que
escapa a los límites de los principales marcos significativos; las adaptaciones
y la relatividad que definen simultáneamente la formación de la memoria en
los imaginarios nacional y subnacional- nos advierten sobre una dependencia
demasiado rígida en los conceptos presentados en este capítulo. La teorización
es una herramienta, no una fórmula. Los temas acerca de las memorias cul­
turalmente explosivas inducen cierto desorden y ambigüedad, precisamente
porque muchas personas y grupos reclaman una cierta propiedad y perspec­
tiva válida sobre la experiencia. El procesamiento humano de una experien­
cia definitoria y controversial no puede ser contenido dentro de categorías o
límites ordenados.
No obstante, el hacer y el deshacer de las memorias emblemáticas que van
basándose selectivamente en las memorias sueltas, así como los nudos de gen­
te, tiempos y lugares incómodos que concentran la remembranza colectiva y la

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