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Universidad de Oriente

Núcleo Bolívar

Escuela de Ciencias de la Tierra

Asignatura: Sexología Básica

Profesora: Integrantes:

Corvo Sandra Aquino Jhonmar C.I: 26.499.872

Díaz Andrea C.I: 25.893.786

Gómez Ismael C.I: 23.729.639

Hernández Daniela C.I: 27.297.496

Mata Doriana C.I: 26.374.449

Martínez Edilia C.I: 27.297.674

Rivas Ronald C.I: 27.921.151

Pérez Reynier C.I: 25.695.898

Ciudad Bolívar, Noviembre del 2017


Índice

Pag

Introducción ------------------------------------------------------------------------------------3

Patologías sexuales ----------------------------------------------------------------------------4

Características de la patología sexuales ----------------------------------------------------4

Clasificación de los trastornos sexuales ----------------------------------------------------4

Trastorno de la identidad sexual -------------------------------------------------------------5

Parafilias ----------------------------------------------------------------------------------------7

Difusiones sexuales ---------------------------------------------------------------------------10

Tratamiento ------------------------------------------------------------------------------------16

Conclusión -------------------------------------------------------------------------------------17

Bibliografía ------------------------------------------------------------------------------------18
Introducción

La sexualidad constituye una dimensión fundamental de la persona humana que no


puede ser vista como una conducta meramente instintiva. En verdad, la sexualidad humana
encierra varias configuraciones. Ella es el resultado de vertientes integradoras de orden
biológico, psicológico, social, cultural y antropológico.

Existen grandes variaciones en la conducta sexual de la gente, tanto en lo que


respecta a la frecuencia como a la necesidad de satisfacción sexual. Algunas personas
desean tener actividad sexual varias veces al día, mientras que otras están satisfechas con
una actividad poco frecuente (por ejemplo, solo unas veces al año).

Sin embargo, cuando la conducta sexual provoca un malestar importante en la


propia persona o en su pareja o daña a otra persona, es posible que necesite una valoración
por parte de un profesional de la salud y un tratamiento.

Aunque los jóvenes no suelen creer que las personas mayores estén interesadas en la
actividad sexual, la mayoría de las personas de edad avanzada sí que lo están y consideran
que llevan una vida sexual satisfactoria incluso en la vejez. Los trastornos de la
funcionalidad sexual, como la disfunción eréctil en los varones y la presencia de dolor
durante las relaciones sexuales (dispareunia o coitalgia), el espasmo doloroso de los
músculos vaginales (vaginismo) o la dificultad en alcanzar el orgasmo en las mujeres
afectan a personas de todas las edades. No obstante, estos problemas tienden a ser más
frecuentes en personas mayores. En muchos casos pueden tratarse eficazmente mediante el
empleo de fármacos (sobre todo los problemas relacionados con la disfunción eréctil).
Patologías sexuales o trastornos sexuales
La patología sexual es una subdivisión de la biología que se encarga de analizar y
obtener conocimientos acerca de los trastornos sexuales de un individuo. Existen patologías
sexuales que comparten hombres y mujeres y muchas de ellas están relacionadas con
aspectos psicológicos. Ambos sexos pueden experimentar trastornos en el deseo sexual
originados por una educación demasiado estricta, miedo a la intimidad, ansiedad antes del
sexo, inseguridad personal, trastornos endocrinos y la insuficiencia renal, etc.

Características de las patologías sexuales


 Se caracterizan por una alteración del deseo sexual, por cambios psicofisiológicos
en el ciclo de la respuesta sexual y por la provocación de malestar y problemas
interpersonales

 Siempre hay una patología de respuesta sexual en una de las parejas (vaginismo-
disfunción eréctil), lo cual conlleva a crear una patología o alteración en el otro.

 Como criterio de instalación un mínimo de 6 meses.

Clasificación de los trastornos sexuales:


El DSM-IV (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales)
considera tres grupos en esta categoría diagnóstica:

1) Trastornos de la identidad sexual

2) Parafilias

3) Disfunciones sexuales.
1) TRASTORNO DE LA IDENTIDAD SEXUAL:

En este trastorno lo fundamental es la incongruencia entre el sexo anatómico y la


identidad sexual.

La identidad sexual es la conciencia de "ser un hombre" o "ser una mujer". Es el


correlato intrapsíquico del rol sexual, que puede ser definido, a su vez, como todo aquello
que el individuo dice o hace para demostrar a los otros y a sí mismo que inviste la
condición de niño u hombre, de niña o mujer, respectivamente.

La CIE 10 considera tres trastornos diferentes en este grupo: el trastorno de la


identidad sexual en la infancia, el travestismo no fetichista y el transexualismo. En cambio,
en el DSM-IV, estas tres entidades están reunidas en una misma categoría denominada
trastorno de la identidad sexual.

1.1. Trastorno de la identidad sexual:

Para este diagnóstico se requiere cuatro subgrupos de criterios:

Criterio A.- Debe evidenciarse que el individuo se identifica de un modo intenso y


persistente con el otro sexo.

En los niños, el trastorno se manifiesta por cuatro o más de los siguientes rasgos:

a) Deseos repetidos de ser, o insistencia en que uno es, del otro sexo.

b) En las niñas, insistencia en ponerse solamente ropa masculina; en los niños, preferencia
por vestirse con ropa de niña o mujer.

c) Preferencia intensa y persistente por el papel del otro sexo o fantasías recurrentes de
pertenecer al otro sexo.

d) Atracción intensa de participar en los juegos y pasatiempos propios del otro sexo.

e) Marcada preferencia por compañías del otro sexo.

En los adolescentes y adultos, el trastorno se manifiesta por síntomas tales como:

a) Un deseo intenso de pertenecer al otro sexo, lo que se revela por un afán de adoptar el rol
del otro sexo o de adquirir su aspecto físico, mediante tratamiento hormonal o quirúrgico.

b) Un deseo firme de ser considerado como del otro sexo, para lo cual adoptan el
comportamiento, la vestimenta y los movimientos contrarios a su sexo anatómico.

c) Un deseo de vivir o ser tratado como si fuese del otro sexo.


d) La convicción de que ellos experimentan las reacciones y las sensaciones propias del
otro sexo.

Criterio B.- Deben existir pruebas de malestar persistente por el sexo asignado o un
sentimiento de inadecuación en el desempeño del rol sexual. En los niños este malestar se
pone en evidencia merced a los siguientes rasgos:

En los varones, sentimientos de que el pene o los testículos son horribles o van a
desaparecer; que sería mejor no tener pene; o sentimientos de rechazo a los juguetes, juegos
y actividades propios de los niños.

En las niñas, rechazo a orinar en posición sentada; sentimientos de tener o presentar en el


futuro un pene; el anhelo de no querer poseer senos ni tener la menstruación; aversión hacia
la ropa femenina.

Criterio C.- Este diagnóstico no se hará si el sujeto presenta simultáneamente una


enfermedad intersexual (por ejemplo, el síndrome de insensibilidad a los andrógenos o una
hiperplasia suprarrenal congénita).

Criterio D.- El trastorno debe producir un sentimiento de malestar clínicamente


significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su actividad.

En función de la edad del individuo, el diagnóstico será clasificado como trastorno de la


identidad sexual en niños, o trastorno de la identidad sexual en adolescentes o adultos. Y,
en el caso de individuos sexualmente maduros, especificar si son atraídos sexualmente por
hombres, por mujeres, por ambos o por ninguno.

Síntomas y trastornos asociados: Muchos pacientes con este trastorno se aíslan


socialmente, experimentan una merma de su autoestima y pueden presentar síntomas de
ansiedad y depresión. Algunos de ellos se dedican a la prostitución, exponiéndose a
diversos riesgos, principalmente a contraer el SIDA. Son también frecuentes los intentos de
suicidio y los trastornos por abuso de sustancias psicoactivas.

Curso y pronóstico: Este trastorno es muy raro, siendo más frecuente en hombres que en
mujeres. El problema se inicia casi siempre en la infancia, se mantiene en secreto por años
y se hace evidente al final de la adolescencia o en los comienzos de la vida adulta. El 75%
de los muchachos que muestran síntomas de travestismo empezó el trastorno antes de los
cuatro años. En ambos sexos, la homosexualidad se desarrolla entre el 30 y el 60% de todos
los casos. El transexualismo –caracterizado por el deseo de reasignación quirúrgica del
sexo– se da en el 10% de los casos aproximadamente.
Tratamiento: El tratamiento de este trastorno es difícil y pocas veces se ve coronado por el
éxito si es que la meta es que la persona afectada reasuma su identidad y el rol sexual que le
corresponde. Sin embargo, se puede aliviar los síntomas concomitantes y ayudar a los
pacientes a que se sientan mejor con el rol sexual que adopten. Los diferentes afrontes
psicoterapéuticos: psicodinámico, cognitivo-conductual, familiar sistémico, entre otros,
pueden ser útiles. Igualmente, en función de cada caso, se emplearán la
psicofarmacoterapia, el tratamiento hormonal y la reasignación quirúrgica. En lo referente a
esta última, en pacientes cuidadosamente seleccionados y preparados, los resultados
satisfactorios oscilan entre el 70 y el 80% (Kaplan, H., 1994) a pesar de lo cual sigue siendo
una medida controvertida.

1.2. Trastorno de la identidad sexual no especificado:

El DSM-IV incluye esta categoría para aquellos casos que no han podido ser
clasificados como un trastorno de la identidad sexual específico. Ejemplos:

a) Enfermedades intersexuales (por ejemplo, el síndrome de insensibilidad a los


andrógenos) y disforia sexual concomitante.

b) Conducta travestista transitoria relacionada con el estrés.

c) Preocupación continúa por la castración o la penectomía, sin deseo de adquirir las


características sexuales del otro sexo.

2) PARAFILIAS:

Las parafilias, antiguamente denominadas desviaciones o perversiones sexuales -


términos dejados de lado por su connotación peyorativa- se definen por que la imaginación
o los actos inusuales o extravagantes son necesarios para la excitación sexual. Tales
imágenes o actos, que tienden a ser insistentes e involuntariamente repetitivos, implican:

a) La preferencia por el uso de objetos sexuales no humanos para alcanzar la excitación


sexual.

b) Actividad sexual repetitiva con personas, pero en la que se da sufrimiento o humillación


real, no simulada.

c) Actividad sexual repetitiva con niños o personas que no consienten.

Dado que una cierta imaginación parafílica forma parte de la conducta sexual
normal, sólo ingresan en la categoría de parafílicos aquellos que la requieran como
condición indispensable para obtener la excitación sexual. Por otro lado, en la medida que
muchos de estos trastornos implican el no consentimiento de la pareja, ellos pueden,
frecuentemente, asociarse a problemas legales y sociales.

Por lo general, los parafílicos no experimentan su conducta como patológica,


considerando que su problema es la "incomprensión" de los demás. Otros experimentan
sentimientos de vergüenza y culpa y presentan sintomatología ansiosa y depresiva asociada.
A menudo los parafílicos presentan disfunciones psicosexuales y es frecuente hallar entre
ellos marcada inmadurez emocional. Son también comunes los problemas conyugales, de
adaptación social y aquellos de naturaleza legal. El exhibicionismo representa un tercio de
todos los delitos sexuales denunciados, seguido por la paidofilia.

El DSM-IV considera ocho parafilias, más una categoría residual. Veamos en qué
consisten:

2.1 Exhibicionismo: La sintomatología esencial de este trastorno consiste en necesidades


sexuales y fantasías sexualmente excitantes, intensas y recurrentes de por lo menos seis
meses de duración, ligadas a la exposición de los propios genitales a una persona extraña,
sin que se pretenda luego tener relaciones sexuales con el desconocido, aunque muchas
veces el exhibicionista se masturba al tiempo que se muestra (o cuando se imagina que se
expone). Este trastorno se presenta, aparentemente, sólo en hombres y las víctimas son
mujeres y niños. Las consecuencias médico legales de esta conducta son frecuentes y no
son pocos los arrestos por tal causa.

2.2 Fetichismo: Lo esencial de este trastorno consiste en el uso de objetos no vivientes


(fetiches) como método preferido, a veces exclusivo, para conseguir excitación sexual. Los
fetiches tienden a ser artículos de vestir (ropa interior femenina, zapatos) o, menos
frecuentemente, partes del cuerpo humano (por ejemplo, cabellos). Se excluyen aquellos
objetos diseñados especialmente con fines de provocar la excitación sexual, como el caso
de los vibradores.

2.3 Frotteurismo: Lo esencial de este trastorno consiste en intensas necesidades sexuales


recurrentes, así como fantasías sexualmente excitantes, que implican el contacto y el roce
con una persona desconocida que no consiente. Es el contacto y no la naturaleza coercitiva
del acto lo que resulta excitante para el individuo.

2.4 Paidofilia: Lo distintivo de esta alteración es que el individuo, durante un período de


por lo menos seis meses, experimenta necesidades sexuales intensas y recurrentes así como
fantasías sexualmente excitantes que implican actividad sexual con niños pre-púberes
(generalmente de 13 años o menos). La edad del paciente se sitúa arbitrariamente en 16
años o más y debe ser por lo menos cinco años mayor que el niño.
Debe especificarse si el paciente se siente atraído por el sexo masculino, el
femenino o ambos; si el trastorno está limitado al incesto o si se trata, o no, del tipo
exclusivo, es decir únicamente atraído por niños, o del tipo no exclusivo.

El trastorno empieza por lo general en la adolescencia. Frecuentemente son los


varones de 30 a 40 años de edad los que prefieren la actividad sexual con niños del sexo
opuesto. La atracción hacia las niñas parece dos veces más frecuente que la atracción hacia
los niños. Cerca del 11% de los paidofílicos son extraños para sus víctimas, mientras que en
un 15% se trata de relaciones incestuosas.

2.5 Masoquismo Sexual: El masoquista consigue la excitación sexual a través del


sufrimiento, es decir, siendo humillado, golpeado o atormentado de cualquier manera. El
diagnóstico debe hacerse cuando el individuo realiza actos -hechos reales, no simulados-
que impliquen sufrimiento y no solamente cuando se entrega a fantasías de tal género.

2.6 Sadismo Sexual: Lo esencial aquí es la imposición de sufrimiento físico o mental –


real, no simu- lado – a otra persona con el propósito de obtener la excitación sexual. La
pareja del sujeto sádico puede consentir o no este trato. En el segundo caso, la actividad
sádica puede determinar problemas legales. En casos severos los sujetos llegan a violar,
torturar o matar a sus víctimas.

2.7 Voyeurismo: Llamada también escoptofilia, se caracteriza por la observación repetida


y subrepticia a gente que está desnuda, desvistiéndose o realizando el coito, pero sin que el
voyeur busque ningún tipo de contacto sexual con la gente observada. Esta conducta
constituye el método preferido y en los casos más graves, exclusivo, para conseguir la
excitación sexual. A menudo el individuo se masturba durante el acto o poco tiempo
después, pero no busca tener relaciones sexuales con las personas observadas.

2.8 Fetichismo travestista: Este trastorno implica necesidades sexuales y fantasías


sexualmente excitantes, intensas y recurrentes, de por lo menos seis meses de duración, que
involucran el uso de vestimentas del sexo opuesto (en un varón heterosexual). El sujeto con
este trastorno no desea cambiar de sexo. Debe especificarse: con disforia sexual, si la
persona no se siente bien con su identidad o su rol sexual.

2.9 Parafilias no especificadas (o atípicas): Estas alteraciones no cumplen los criterios


para cualquiera de las categorías específicas citadas. Ejemplos: escatología telefónica
(llamadas obscenas) necrofilia (cadáveres) parcialismo (atención centrada exclusivamente
en una parte del cuerpo) zoofilia (animales) coprofilia (heces) klismafilia (enemas) urofilia
(orina).

Trastornos sexuales no especificados: Esta categoría incluye perturbaciones de la


sexualidad que no pueden considerarse parafilias ni disfunciones sexuales. Tales
alteraciones son ya sea poco frecuentes, escasamente estudiadas, difícilmente clasificables
o no descritas claramente en el DSM-IV. Ejemplos: disforia post coital, problemas de
pareja, matrimonio no consumado, donjuanismo, ninfomanía y el persistente y acentuado
malestar acerca de la orientación sexual.

3. DISFUNCIONES SEXUALES:

Las disfunciones sexuales se caracterizan por una perturbación del deseo, por los cambios
psicofisiológicos en alguna de las fases de la respuesta sexual y por el sentimiento de
malestar y las dificultades interpersonales que ellas generan.

El DSM-IV considera siete categorías de disfunción sexual:

1. Trastornos del deseo sexual.

2. Trastornos de la excitación sexual.

3. Trastornos del orgasmo.

4. Trastornos sexuales por dolor.

5. Disfunción sexual debida a una enfermedad médica.

6. Disfunción sexual inducida por sustancias.

7. Disfunción sexual no especificada.

3.1 Trastornos del deseo sexual

a) Deseo sexual hipoactivo: Lo fundamental de este trastorno es la ausencia o la


declinación del deseo de actividad sexual y de las fantasías sexuales (Criterio A), inhibición
que provoca marcado malestar y dificulta las relaciones interpersonales (Criterio B), y que
no se debe a la presencia de otro trastorno del Eje I –excepto otra disfunción sexual–, o a
los efectos fisiológicos de alguna sustancia o a una enfermedad médica (Criterio C).

La evaluación clínica de esta disfunción debe hacerla el clínico tomando en cuenta


los factores que afectan el deseo sexual, como la edad, el sexo, la salud, la autoestima, el
estilo de vida personal, el contexto interpersonal y el entorno cultural. Cabe subrayar que
las necesidades sexuales varían no sólo de una persona a otra, sino que una misma persona
puede experimentar cambios en función del momento que vive. Las personas con deseo
sexual hipoactivo no experimentan apetencia por el coito, aun ante una pareja atractiva,
adecuada y diestra en el arte de amar.
Es importante precisar si el síntoma es situacional o global. En el primer caso
pensamos que las causas son psicológicas, sean inmediatas o profundas, y el tratamiento
indicado es la psicoterapia o la sexoterapia. En el segundo caso, o cuando la situación es
cuestionable, hay que profundizar en el diagnóstico diferencial para descartar un trastorno
psiquiátrico (por ejemplo una depresión mayor) una enfermedad médica o el efecto de
ciertos medicamentos. Recordemos que el deseo sexual se localiza en el sistema límbico, y
que "el normal funcionamiento de los circuitos sexuales del cerebro, en hombres y mujeres,
requiere niveles adecuados de testosterona y un equilibrio idóneo de los neurotransmisores"
(Kaplan, H.S. 1985).

b) Trastorno por aversión al sexo: Tres son los criterios para establecer este diagnóstico:

- Aversión extrema, persistente o recurrente al contacto sexual genital y evitación de dicho


contacto en forma total -o casi total- con una pareja sexual (Criterio A).

- Malestar personal marcado y dificultad en las relaciones interpersonales (Criterio B).

- El trastorno no es mejor explicado por la presencia de otro trastorno del Eje I, a excepción
de otra disfunción sexual (Criterio C).

Hay una naturaleza fóbica en esta reacción, la cual puede acompañarse de


sudoración, palpitaciones, náuseas y otras respuestas somáticas semejantes al pánico, aun
cuando hay quienes no muestran manifestaciones tan intensas de angustia. El deseo sexual
se mantiene, lo que se revela porque estas personas no experimentan el temor fóbico
cuando se masturban.

El tratamiento sigue las pautas de la desensibilización sistemática.

3.2. Trastornos de la excitación sexual

a) Trastorno de la excitación sexual en la mujer: El DSM-IV señala como característica


esencial de este trastorno la incapacidad recurrente o persistente para obtener o mantener la
respuesta de lubricación vaginal, propia de la fase de excitación, hasta el final del acto
sexual (Criterio A). A ello añade, como en todas las otras disfunciones, el malestar marcado
y la dificultad en las relaciones interpersonales (Criterio B), y el hecho de que el trastorno
no sea mejor explicado por la presencia de otro trastorno del Eje I -excepto otra disfunción
sexual- y que no se deba a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o a una
enfermedad médica (Criterio C).

La respuesta excitatoria consiste en una vasocongestión pélvica, que se traduce en


una lubricación y dilatación de la vagina y en una tumefacción de los genitales externos.
Este trastorno, conocido también como "frigidez", es relativamente frecuente, pudiendo
afectar hasta un tercio de las mujeres casadas, y se asocia comúnmente con trastornos del
orgasmo y, en otras, con dispareunia y pérdida del deseo. Durante el coito, el trastorno
puede provocar evitación sexual y, por esa vía, perturbar el vínculo de pareja.

b) Trastorno de la erección en el varón (disfunción eréctil, "impotencia"): La


característica esencial de este trastorno es la incapacidad persistente o recurrente para
obtener o mantener una erección apropiada hasta la terminación de la actividad sexual
(Criterio A). Los Criterios B y C son los mismos que los de las otras disfunciones sexuales.

Kaplan, H.S., señala que "el sistema eréctil es sumamente complejo y depende de la
integridad de la anatomía peneana, de los vasos sanguíneos de la pelvis y de los nervios
correspondientes, del equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro, de un medio
hormonal adecuado y, por último, de un estado psíquico susceptible de concentración
erótica". Por ello, "nada tiene de extraño que la erección sea la fase más vulnerable de la
respuesta sexual del varón ni que la impotencia pueda estar determinada por diversidad de
drogas, enfermedades o factores psíquicos. Por lo mismo, esta alteración es la que cuenta
con mayores probabilidades de asentarse en un factor orgánico. En la práctica tales factores
pueden descartarse, en más del 90% de los casos, basándose en la entrevista. Si el paciente
tiene erecciones espontáneas, sea en la mañana sea en la noche, es inútil seguir buscando
patología orgánica.

Se estima que la impotencia adquirida se da en el 10-20% de todos los hombres.


Entre los tratados por trastornos sexuales, la disfunción eréctil representa cerca del 50%. La
disfunción primaria es muy rara (1% de los varones por debajo de 35 años). La incidencia
de esta alteración aumenta con la edad.

3.3. Trastornos del orgasmo

a) Trastorno orgásmico femenino: Lo esencial de este trastorno es la inhibición recurrente


o persistente del orgasmo femenino, manifestada por una ausencia o un retraso del orgasmo
después de una fase de excitación sexual normal (Criterio A). El diagnóstico requiere que el
clínico evalúe si la capacidad orgásmica de la mujer es menor a la que debería tener en
función de su edad, experiencia sexual previa y estimulación sexual recibida. Los Criterios
B y C son los mismos que para otras disfunciones.

Este trastorno, conocido también como anorgasmia, puede definirse, en otros


términos, como la inhabilidad de una mujer para alcanzar el orgasmo por masturbación o
por coito. Si una mujer es capaz de lograr el orgasmo por uno u otro procedimiento no será
incluida en esta categoría diagnóstica, aun cuando pueda mostrar algún grado de inhibición.
La investigación sexológica ha mostrado que, definitivamente, el orgasmo por estimulación
clitoridiana o por estimulación vaginal es fisiológicamente el mismo, aunque algunas
mujeres experimentan -subjetivamente- mayor satisfacción cuando el orgasmo es
precipitado por el coito. Por otro lado, muchas mujeres requieren la estimulación
clitoridiana manual durante el coito para obtener el orgasmo.

El input sensorial que desencadena el orgasmo proviene fundamentalmente de las


terminaciones nerviosas del clítoris y de los receptores sensitivos de la vagina. Los centros
neuronales localizados en la médula sacra controlan el reflejo orgásmico. En la práctica
sólo unas pocas drogas y enfermedades inhiben tales mecanismos reguladores, por lo cual
prima la causalidad psicológica. Si la disfunción es adquirida hay muchas posibilidades de
que la causa sea orgánica (diabetes, esclerosis múltiple, tumores de la médula,
enfermedades degenerativas). Por el contrario, si el trastorno es primario, el riesgo de
anomalía médica subyacente es bajo. El trastorno orgásmico femenino adquirido constituye
queja común en el ámbito clínico; a menudo se asocia con los problemas de la excitación
sexual o frigidez. La prevalencia de esta disfunción, cualquiera sea su etiología, se estima
en un 30% (Kaplan, H. 1994).

b) Trastorno orgásmico masculino: La característica esencial de este trastorno es la


ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo, luego de una fase de excitación
sexual normal en el transcurso de una relación sexual que el clínico juzga adecuada en
cuanto al tipo, intensidad y duración de la estimulación erótica (Criterio A). Los otros
criterios, B y C, son los mismos que hemos mencionado a propósito de otras disfunciones.

Según Kaplan, H., la prevalencia general de este trastorno –también conocido como
eyaculación retardada– es del 5% y su incidencia mucho más baja que la de la impotencia o
la eyaculación prematura. Para Masters y Johnson, la incidencia de este trastorno fue de
3.8% en un grupo de 447 casos de disfunción sexual. La mayor parte de quienes lo
presentan están por debajo de los 50 años. Algunos varones pueden llegar al orgasmo
intravaginal luego de un largo período de estimulación no coital, mientras que otros sólo
pueden eyacular vía la masturbación. Hay, todavía, quienes únicamente alcanzan el
orgasmo en el momento de despertar tras un sueño de contenido erótico.

La disfunción orgásmica masculina puede deberse a causas orgánicas, por ejemplo


una hiperprolactinemia, o una reducción de la sensibilidad cutánea del pene a consecuencia
de una afección neurológica (lesiones medulares, neuropatías sensoriales); pero en tales
casos el diagnóstico correcto es: trastorno sexual debido a una enfermedad médica. Y si el
trastorno fuera causado por las acciones de una sustancia –por ejemplo, alcohol, opiáceas,
neurolépticas como la tioridazina, o antihipertensivos– entonces el diagnóstico sería:
trastorno sexual inducido por sustancias.

c) Eyaculación precoz: La característica esencial de este trastorno es la eyaculación


persistente o recurrente que se presenta en respuesta a una estimulación sexual mínima o la
que se da antes, durante o poco después de la penetración, y antes que la persona lo desee
(Criterio A). El clínico debe tomar en cuenta los factores que influyen en la duración de la
fase de excitación, tales como la edad, la novedad de la pareja sexual o de la situación y la
frecuencia de la actividad sexual. Los criterios B y C son los ya señalados a propósito de
otros trastornos.

La eyaculación precoz es la más frecuente de las disfunciones sexuales, estimándose


que entre un 20 y 30% de los adultos la presentan. No se conoce la causa de la eyaculación
precoz. Se asume que el control de la eyaculación es una conducta aprendida, que ésta
ocurre en el momento en que el individuo se inicia en la masturbación, época en que la
eyaculación ocurre más a menudo con rapidez y en la intimidad, y que este patrón
aprendido se refuerza con las primeras experiencias sexuales, siendo luego difícil de alterar.
Ella es fuente de dificultades en la relación de pareja. La compañera, inicialmente
comprensiva, puede devenir rechazante, sintiéndose frustrada en su acceso al orgasmo. Por
su lado, el marido se siente culpable y se exige a sí mismo controlar su eyaculación, sin
éxito, lo que puede conducirlo a establecer una pauta de evitación sexual.

3.4. Trastornos sexuales por dolor

a) Dispareunia. La característica esencial de este trastorno es el dolor genital recurrente o


persistente asociado a la relación sexual, tanto en hombres como en mujeres (Criterio A).
Esta perturbación genera malestar acusado o dificultad en las relaciones interpersonales
(Criterio B). Ella no es debida exclusivamente a vaginismo o falta de lubricación, tampoco
se explica mejor por la presencia de un trastorno del Eje I, excepto otra disfunción sexual, y
no es debida exclusivamente a los efectos fisiológicos de una sustancia o una enfermedad
médica (Criterio C).

La incidencia de la dispareunia es poco conocida. Raramente se le observa en el


varón. Lo que sí es frecuente es su asociación y coincidencia con el vaginismo. Ambos
trastornos se condicionan recíprocamente. El dolor sexual está ligado frecuentemente a
trastornos urológicos y ginecológicos, los cuales deben descartarse. Si el dolor es
"cambiante" lo más probable es que la etiología sea psicológica. Por el contrario, si es
localizado y consistente, hay que pensar en un trastorno orgánico. Cuando el dolor es
psicógeno, el mismo constituye un modo de expresar los conflictos sexuales, ansiedad,
culpa, ambivalencia en torno a la sexualidad.

b) Vaginismo: La característica esencial del vaginismo es la aparición persistente o


recurrente de espasmos involuntarios de la musculatura del tercio externo de la vagina que
interfiere con el coito (Criterio A). Dicha alteración provoca malestar marcado y dificulta
las relaciones interpersonales (Criterio B). Y el trastorno no se explica mejor por la
presencia de otro trastorno del Eje I, y no es debido exclusivamente a los efectos
fisiológicos directos de una enfermedad médica (Criterio C). La tirantez muscular vaginal
es tal, que hace la penetración dolorosa, difícil o imposible. Por ello el vaginismo
constituye una de las causas principales del matrimonio no consumado. Las causas del
espasmo pueden ser físicas o psíquicas. Cualquier patología pélvica que torne doloroso el
coito puede condicionar, como mecanismo defensivo, el vaginismo. Psicológicamente
algunas mujeres son relativamente sanas y viven en armonía con su pareja. Otras son
conflictivas, agresivas o ambivalentes en cuanto a la sexualidad, el matrimonio y el
embarazo. En ocasiones hay historia de abuso sexual, incesto o intentos dolorosos de
realizar el coito.

El pronóstico es excelente, más allá de la gravedad del conflicto psíquico. El


tratamiento: dilatación progresiva de la vagina, mediante dilatadores metálicos o de
plástico, o simplemente los dedos de su compañero. La finalidad de esta forma de
intervención es relajar los músculos pubo-coccígeos y la musculatura pélvica e,
indirectamente, "dilatar" la vagina. En sentido estricto se trata de romper el espasmo
muscular vaginal. Evidentemente hay que abordar también los factores intra-psíquicos y de
la relación conyugal que pueden estar interviniendo como factores causales.

3.5. Disfunción sexual debido a una enfermedad médica: Lo fundamental de este


trastorno es la presencia de una alteración sexual clínicamente significativa que se juzga
etiológicamente relacionada a una determinada enfermedad médica. En este tipo de
perturbación puede hallarse dolor ligado al coito, deseo sexual hipoactivo, disfunción
eréctil u otras formas de disfunción sexual, las cuales son capaces de provocar malestar
personal o dificultad en las relaciones interpersonales (Criterio A). A ello debe sumarse la
evidencia por la historia, el examen físico o los hallazgos de laboratorio, de que la
alteración es explicable totalmente por los efectos fisiopatológicos de la condición médica
subyacente (Criterio B), y que dicha alteración no se explica mejor por la presencia de otro
trastorno mental; por ejemplo, trastorno depresivo mayor (Criterio C).

3.6. Disfunción sexual inducida por sustancias: La característica básica de este trastorno
es una alteración sexual clínicamente significativa que produce malestar marcado y
dificultad en las relaciones interpersonales (Criterio A). La historia, la exploración física y
los análisis complementarios prueban que el trastorno se explica en su totalidad por el
consumo de sustancias, sean éstas drogas, psicofármacos o tóxicos (Criterio B); y, que la
alteración no se explica mejor por la presencia de un trastorno sexual primario (Criterio C).
Los síntomas del trastorno se desarrollan durante o dentro de los treinta días siguientes a la
ingesta de sustancias tales como el alcohol, anfetaminas, cocaína, u otras. En cada caso
debe especificarse si desmejora el deseo, la excitación, el orgasmo, o si aparece dolor
ligado al coito.
3.7. Disfunción sexual no especificada. Esta categoría diagnóstica comprende los
trastornos sexuales que no alcanzan a cumplir con los criterios para un trastorno sexual
específico. Ejemplos:

a) Ausencia -o disminución importante- de pensamientos eróticos, a pesar de la presencia


de los componentes fisiológicos normales de la excitación y el orgasmo.

b) Situaciones en las que el clínico concluye que existe una disfunción sexual, pero no
puede determinar si ésta es primaria, debida a una condición médica general, o inducida por
sustancias.

Los casos de cefalea post-coital, de anhedonia orgásmica y de dolor al masturbarse pueden


ser considerados en esta categoría.

TRATAMIENTO

La evaluación determina el tipo de tratamiento más adecuado. En unos casos se


privilegia el tratamiento médico o quirúrgico, y en otros el psicológico. Si el problema
orgánico no puede ser superado plenamente se impone el consejo y la rehabilitación sexual.
Si la condición psiquiátrica es la responsable del síntoma, ella debe ser tratada. Si los
factores psicológicos son los responsables del trastorno sexual, entonces la psicoterapia y la
sexoterapia son las indicadas. Tradicionalmente se emplearon el psicoanálisis y la
psicoterapia de orientación psicodinámica, pero con Masters y Johnson se inaugura la etapa
de las terapias sexuales que introducen por un lado el concepto de que la pareja es el objeto
de la terapia, y -por el otro- la prescripción de actividades sexuales específicas que la pareja
debe realizar en la privacidad de su hogar, como elementos básicos del abordaje
terapéutico, lo que las diferencia de las antiguas formas de tratamiento.

La terapia sexual apunta a mejorar la comunicación de la pareja, a proporcionar


información adecuada y, así, corregir las creencias erróneas acerca de la sexualidad, de
modo que ésta sea integrada naturalmente en un clima de aceptación del placer como un
componente vital de la relación de pareja.

Algunas de las técnicas generales empleadas en sexoterapia pueden ser prescritas


por el médico general. Mencionemos por ejemplo, la abstinencia coital y orgásmica, que
busca liberar al paciente de la obligación de realizar el coito, eliminando así el temor al
fracaso; la focalización sensorial, que intenta el redescubrimiento del placer por parte de la
pareja, mediante la aplicación mutua de caricias; o la activación de las fantasías sexuales,
vía lecturas, fotos o filmes eróticos.
Conclusión

Las patologías sexuales son problemas en la respuesta sexual humana (el deseo, la
excitación y el orgasmo) que usualmente impiden el desarrollo de una vida íntima plena,
afectan la salud integral y la autoestima del individuo, así como su relación de pareja.
Padecer de algún tipo de trastorno sexual es algo muy común hoy en día. Lo mejor que se
puede hacer es buscar el tratamiento adecuado lo antes posible, para volver a disfrutar de la
vida sexual plena que tanto la persona afectada como su pareja merecen.

Aunque a veces el problema puede estar motivado por alguna anomalía orgánica
(carencias hormonales, trastornos endocrinos, insuficiencia renal, etc.) es importante
conocer que lo más normal es que el problema obedezca a causas psicológicas como un
bajo nivel de autoestima, estados depresivos, excesivo estrés o ansiedad, un historial de
abusos sexuales o mala relación de pareja, por mencionar algunas. Esta disfunción requiere
un programa de tratamiento más largo y más completo que otras, aunque el terapeuta en
este caso puede ayudarle a descubrir las causas que motivan dicha inapetencia sexual y a
proporcionarte recursos necesarios para que dicho deseo se vea incrementado.
Bibliografía:

 MANUAL DE PSIQUIATRÍA (Humberto Rotondo) “2da Edición Trastornos


sexuales
Página web:
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/psicologia/manual_psiquiatr%C3%AD
a/cap-18.htm
Basado en los libros:

FLAHERTY, J.A., CHANNON, R.A., DAVIS, J.M. Psiquiatría. Diagnóstico y


Tratamiento. Buenos Aires: Editorial Médica Panamericana, 1991.

KAPLAN, H.S. Evaluación de los trastornos sexuales. Barcelona: Edic. Grijalbo, 1985.

MASTERS, W. Y JOHNSON, V. Les mésententes sexuelles et leur traitement. Paris: Edit.


R. Laffont, 1974.

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