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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE DERECHO

ENSAYO

Título:

“REFLEXIONES SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA IMITATIO DEI PARA LAS BUENAS PRÁCTICAS


DEL JURISTA”

Autor:

Hugo Abraham Meléndez Cueto.

Asesor:

Mario Alejandro Ollague Diaz

Tarapoto-Perú

2018
INTRODUCCIÓN

El presente ensayo lleva por título “REFLEXIONES SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA IMITATIO DEI
PARA LAS BUENAS PRÁCTICAS DEL JURISTA” se encuentra en la línea de Derecho Civil.

En el presente ensayo va reunido el trabajo realizado por el autor que se apoyan en ideas de
personajes no menos importantes de diversas ciencias y en especial las ciencias jurídicas, que
son dirigidas hacia los intereses del presente. Como lo dijo Isaac Newton en su momento “si he
logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes”. El presente va
dirigido al público en general respecto a la materia del Derecho, más exactamente lo que reza
el presente título: la Importancia de la Imitatio Dei para las buenas prácticas del quien hace
derecho, es decir del abogado. Se ha consignado como referencia primera y la más importante
al hombre primitivo, así es, aunque nos cause una simpática gracia al momento de hablar de
aquel hombre, que en la suma de edades históricas y hasta los días de hoy mucho se le
desprestigia, ya sea por su razonamiento, ya sea por su actitud, o ya por su ignorancia, que,
como veremos en el presente ensayo todos estos criterios antes dichos quedan desvirtuados -
o así debería ser- de la realidad del comportamiento del hombre primitivo, ya que en su época
de vida de aquel hombre generó efectos ilustrativos en algunas parcelas fundamentales del
Derecho y, que el jurista de hoy se apoya, justamente en lo que en aquellas épocas el hombre
primitivo buscaba: Un camino puro y la encarnación ideal de lo que hoy llamamos Derecho.

El Derecho no es más que un elenco de situaciones que se han suscitado a lo largo de la


historia, es decir, en ideas del maestro ALCALÁ ZAMORA: “perspectivas” de nuestro entorno
real, y para entender realmente qué es derecho me preocupo sobre todo en regresar a los
inicios del derecho, regresar a conocer quién es esa o esas famosas personas que no dejan de
ser humanos y que han dado luz y cabida a las formalidades basadas en un orden -si bien,
consuetudinario-, regresar a establecer reflexiones sobre lo que fue y qué debe ser el
derecho, y, finalmente, regresar a conocerse uno mismo cuando empieza a estudiar derecho
o cuando lo ejerce.

Escuchemos a los juristas hablar, partiendo, por supuesto del respeto por escuchar, pero
siempre reflexivos y a la vanguardia de las palabras e ideas que buscan darnos. Hubo alguno
que decía, que, el abogado en el siglo XXI debe servir exclusivamente a su nación, ¿sería
posible ésto? o, ¿ya sea estudiando o ejerciendo el Derecho, hay alguna otra cosa más superior
que una finalidad del servicio a la nación?. Al respecto, sujeto una metáfora del abogado
SERVIGÓN, cuando habla sobre los fines de un abogado; “Una gallina y un chanchito: una
gallina y un chanchito conversaban sobre la idea de ayudar y entregarse, entonces la gallina le
pregunta al chanchito: chanchito, ¿tú sabes la diferencia entre ayudar y entregar? -No gallinita,
responde el chanchito. Yo te la voy a enseñar -dijo la gallinita-, Mañana al ser domingo,
nuestro dueño va a comer tortilla; tú chanchito te vas a entregar y yo voy ayudar. Porque yo
voy a poner los huevos, en cambio tú vas a poner el jamón, te vas a morir”, de tal manera, que
de ésta metáfora uno de los fines -abstractos y concomitantemente concretos- del abogado es
tener la vocación de “los más grandes sacrificios” que encarna una determinada actividad,
naturalmente, me refiero a una actividad vista de manera ética, que para intereses del
presente, es una actividad ligada a la Justicia, donde en determinadas circunstancias es
necesario poner jamón.

La falta de legitimidad del abogado en la actualidad responde al comportamiento


historiográfico de lo que se viene entendiendo por derecho, pues, la falta de legitimidad del
abogado es hoy en día una crisis, si se entiende por crisis un cambio; pero reflexionemos si esa
crisis o ese cambio tiende hacia una perspectiva positiva o negativa que regulará la idea de
cómo ser un buen abogado.

En la actual realidad de los ciclos de vida del ser humano, después que la persona vive su
natural etapa de adolescente con todas las inquietudes puestas en marcha, propias de la
persona, y habiendo alzado cabeza se da cuenta que empieza una nueva crisis personal -ahora
entendemos por crisis todo cambio natural e inmanente al mismo-, una crisis donde da un
nuevo hálito a la siguiente etapa de la persona, pues la necesidad de tener que ocuparse en
algo, es decir, sentirse útil en este mundo lleno de varias actividades. La crisis personal está
latente allí entre las diversas actividades que la persona o el adolescente puede escoger,
realizar y arribar, empero, de todas maneras por la propia naturaleza que encubre el ser
humano va a tener que participar de ella -de la actividad- y, con esa participación no hace nada
más que imitar ciertos parámetros establecidos ya sea por la historia, ya sea por la admiración,
ya sea por la propia moral o ya sea por la obligación que encierra determinada actividad para
desarrollarnos y encontrar la naturaleza de esa actividad, y en efecto ser lo que de ella nos
hace por medio de la participación. Es decir, no hay otra acción que permita descubrir una
profesión o cualquier oficio si no participamos de ella, de allí que, lo más cercano influya para
ser partícipes de aquella actividad.

El derecho como se entiende en el lenguaje popular, por lo general desacredita hoy en día la
actividad de llegar a ser abogados, debido que al derecho en su “sentido común” se entiende
que viene a hacer algo “recto” y entendemos por recto algo que no debe tocar extremos y si
ello se hace, en efecto, no se hace derecho. Esta forma mental y lenguaje popular que
desacredita hoy en día al abogado porque así lo comprende la sociedad, por lo menos en
nuestro medio nacional, es el resultado de que el sistema judicial es muy flexible y que si
hacemos sondeos de productividad seguramente se va a obtener un resultado que desacredita
dicho sistema y con ello arrasa también a los que median el derecho. Yendo más a fondo, que,
la Justicia en nuestro país no está “caminando recto”, pues no se hace derecho. Todo este
acotamiento no es más que un expresar del Derecho en su sentido más genérico, más
popular, que no deja de tener importancia y, más bien, influye de tal manera que las personas
y he ahí el adolescente que busca participar de una actividad, o formar parte inicial de una vida
académica en el derecho, volteen la mirada hacia otra actividad porque no encuentran algo
modélico, algo ejemplar, digno de ser admirado y digno de seguir.

Los que somos partícipes del derecho -en todo su sentido, desde un estudiante hasta un
profesional en la rama- debemos tener claro: ¿qué buscamos con esta actividad? ¿Quiénes
somos con esta actividad? ¿Cómo andamos con esta actividad? ¿Qué queremos lograr con
esta actividad? y seguramente otras reflexiones más, y todo estos cuestionamientos son
necesarios para que nos sirva como misión de vida, y, frente a circunstancias desalentadoras,
cuestión que sin duda existen, no doblemos rodilla, no bajemos la cabeza, y no retrocedamos
o dejemos de hacer lo que hemos puesto en marcha, naturalmente se logrará esto último si
tenemos una acertada respuesta a nuestros cuestionamientos reflexivos. Por eso la
importancia de conocer ¿cuál es nuestra misión en la actividad que profesamos? ¿Qué ideal
encuentro en mi actividad?, etc.

Es en la búsqueda y desarrollo de esa actividad que encontraremos poco a poco los beneficios
morales que encierra, en tanto nos permitirá erguir mejor nuestra personalidad y ser ejemplo
a seguir por quienes quieren sentirse útil o partícipe de algo. Hacer ver que con las buenas
prácticas del abogado y haciendo extensivo al estudiante de derecho, que el derecho es el
mejor canal para desarrollar la virtud más grande que es la justicia, así, el beneficio no solo es
propio, al desarrollamos con la justicia, sino prestacional, porque el mediador del derecho
atiende la defensa de la persona.

Finalmente, las ideas presentadas en este ensayo buscan conducir a una mejor perspectiva del
hombre antiguo, muy antiguo; buscar discernir que aquel hombre en su naturalidad ha servido
como una primera pieza del rompecabeza social-jurídico, y que, en la actualidad desacreditar
sus aportes sería un atentado literal hacia el yacimiento del derecho: “lo consuetudinario”.
Que no se entienda a lo “jurídico” únicamente como lo “legal”, sino más bien, entiéndase bajo
sus diferentes perspectivas que encarna ésta actividad, partiendo de la costumbre y el uso, ya
que ésta es fuente primera de la creación del Derecho. Como segunda finalidad, se busca
integrar el comportamiento del hombre primitivo como émulo para las buenas prácticas del
abogado de este siglo y los subsiguientes, debido que éstos hombres (primitivo, género
masculino y femenino) tenían una concepción mística del “orden”, de la “moral”, de lo “recto”
y, hasta del “castigo” mismo. Canal indispensable para que el abogado o dicente observen
como ejemplar, digno de ser admirado y de seguir, no en su burdo razonamiento por la vida,
sino, por el conocimiento de cómo convivir dentro de un espacio social de manera ordenada y
armónica. Subsecuentemente, esto beneficiará a ampliar una concepción de lo que es el
Derecho y de lo que siempre será.

Narro estas últimas notas en palabras de ORTEGA Y GASSET por representar lo que en estos
momentos siento; “He tomado la mano de mi mocedad como la de un amigo fiel. He mirado al
fondo de sus ojos, y he visto que no se turbaba. He empujado su espalda hacia el pretérito, y
he dicho: “Adiós puedes irte tranquila”. El premio único, el premio suficiente, el premio
máximo a que cabe aspirar es éste: poder irse tranquilo”. Así es, y probablemente hasta una
futura oportunidad, que hace tan bien al acoplo y sostén de criterios pulidos para un
académico, irse tranquilo con un humilde acto de generosidad.
ARGUMENTACIÓN
DE LOS INICIOS DEL DERECHO
Existe en el jurista un sentido de comodidad, de aburguesamiento y en el extremo hasta de
relajo por buscar la causa del derecho, refugiándose generalmente en fuentes escritas donde
el problema radica en que aquellas fuentes sólo datan desde tiempos y lugares en donde el
derecho ya tenía su apogeo, ya sea románico o ya sea germánico -según la cultura jurídica de
cada sociedad-, y así siguiendo referencias ideológicas hasta la edad contemporánea, y que
nada más hacen mención que el derecho nace con la costumbre, cosa cierta, pero
insatisfecha por el hecho de no ir más a profundidad, ya que las costumbres nacerán con los
seres humanos primitivos, lógicamente sin que estas personas supieran que estaban haciendo
uso de las costumbres. Sin embargo, el presente advierte ese sentido de estudio, porque, si
bien, el derecho no es más que costumbre, y que producto de la evolución se le entrega una
determinada formalidad y seguridad por los posteriores Estados, pues, debemos tener en
cuenta que siendo costumbre, “para el derecho no hay un solo instante de reposo” desde el
momento mismo en que el hombre existe, porque la costumbre nace en el común
conocimiento de una persona, es decir, de un dotado sentido común de realizar las cosas de
la manera menos dañina o perjudicial posible, ya sea porque se considera que hacer daño
pues atrae consecuencias hacia uno mismo y como hacia los demás, y esto era lo que un ser
primitivo quería evitar.

Es en la vida primitiva donde se dará cuenta que el tiempo que pasa irá asentando el
sentimiento de lo justo, producto de un claro sentido común por las cosas que tenemos
absolutamente todos los seres humanos, es ese sentimiento de lo “justo” que asentará la base
rudimentaria que a posterior va a generar formalidades, es decir, normas, en principio
mediante una determinada utilidad –usos- de costumbres, para llamarse después costumbres
jurídicas. Es por eso que, “las primeras normas no son tipo coercitivo, sino moral; ante la
conducta ejemplar o beneficiosa de un individuo, se pretende que las demás lo imiten, porque
es más fácil y productivo hacer lo que se ha hecho antes con buenos resultados”[1]. Hice
mención, líneas arriba que el hombre primitivo en su incapacidad de conocer la costumbre -
respecto de su concepción como de su práctica-, sin embargo, lo estaba desarrollando y
practicando inconscientemente. De igual manera nosotros las personas comunes en la
actualidad, tenemos mucho del hombre primitivo, o por lo menos deberíamos conocer lo que
tenemos de ellos, porque solo hace falta entender y practicar la moral, lo bueno, para darse
cuenta que mediante la praxis en la sociedad de lo bueno, de lo justo, nada se nos será
imputado, más bien, es la ley que nos acompañará sin haber si quiera estudiado leyes.
Para el hombre primitivo, la concepción del mundo está basada en actos ceremoniales,
porque ellos consideran que el universo y todo en cuanto existía en su medio representa un
orden que viene de lo supremo, de lo divino, a lo que ellos mediante ritos o ceremonias se
identificaban con ese orden, se sentían parte de la naturaleza, en otras palabras, sentían que
existen. Así, un factor esencial para el derecho, es que el hombre primitivo junto con el
progreso de su coeficiente iba entendiendo que lo que existe está ordenado, y cualquier cosa o
cualquier otra persona que realice desarreglos de ese orden ya establecido, pues, no era digno
de admirar, por el contrario, necesitaban otorgarle algún castigo de tipo ceremonial, y no para
que la persona sufra por medio del castigo humano, sino, en su entender que el orden
viniendo de la divinidad, pues, utilizan la coacción con el sentido de que la persona que haya
causado desarreglos del orden natural, se reintegre o se vuelva a resocializar al orden alterado
por él mismo. Algo similar pasa en nuestros tiempos si nos remitimos al ámbito penal, pero,
naturalmente, para el hombre primitivo el castigo tenía un sentido más simbólico que del
hombre actual, a quien le importa poco o nada ser castigado y verse transmutado por medio
del castigo dado. Siguiendo al jurista ALVARADO PLANAS: de ahí que el fin de la sanción no es
únicamente restituido y escarnecedor, sino, sobre todo, reintegrador, en cuanto que persigue
la reconciliación con el orden natural alterado.

Había de tal manera, una concepción básica de lo que hoy llamamos derecho, primero, en
cuanto a la práctica de lo bueno, de la moral, de lo justo, de no alterar el orden natural, y que,
frente al incumplimiento de aquellas costumbres, se necesitaba de un castigo, de la coerción.
Es así que, de los inicios del derecho y de su primera concepción jurídica, dejo en manos de
la historia que es tan antigua como la concepción misma de la vida y no simplemente
atenerse en formalidades cerradas o normas que nos tratan de parlotear qué es el derecho y
dejo entreabierto ésta incertidumbre conceptual de lo que es “derecho” para las líneas
posteriores del presente ensayo.

Modo de cura para el jurista respecto al desprestigio y poca importancia que le otorgan al
hombre primitivo:
Dedicaré estos últimos párrafos al razonamiento de las personas y lo que considero es peor,
de los juristas, que denigran la actividad y el aporte primitivo, ya sea que éstas personas o
juristas por desconocimiento o, ya sea en bases empíricas que no le permiten una mejor
perspectiva del aporte del hombre primitivo. A cuesta de: ¿qué es lo que ellos nos aportaron?
-Nada relevante a nuestra época, que simplemente son parte de la historia y nada más, diría
alguno. Nuestra realidad y mi experiencia consiente que todavía hay en muchas cátedras
universitarias que se fomenta en el alumno la sonrisa cómplice cuando se estudian algunas
costumbres primitivas consideradas como absurdas, seguramente no llevo hasta el momento
alguna materia de este tipo por la causa antes dicha.

En esta etapa de mi vida, de la vida académica es muy importante, de carácter selectivo y de


frágil contenido -en la materia del derecho- saber de qué medios agenciarse para desarrollar
su motivación o crítica introspectiva. La motivación es esencial, pero debe ir acompañada o
constituida por la inteligencia y humildad. Hoy, denigramos tanto al hombre primitivo que
usamos referencias comparativas entre nosotros –hombres racionales- y lo que una vez hemos
sido, es decir, por nuestra historia, un hombre primitivo, usando conjeturas como por ejemplo:
¿cómo el hombre primitivo piensa como piensa y no pensó como nosotros pensamos?, esta
conjetura que lo he escuchado en algunas oportunidades, no hacen más que contradecir la
evolución del ser humano.

El hombre primitivo ha utilizado componentes jurídicos aún sin saber de dichos componentes,
como por ejemplo la práctica de la costumbre que ya se habló líneas arriba y que en realidad
así nace el derecho. Ahora, para cerrar este primer tema, dejaré al lector la importancia de la
participación del hombre primitivo, sin saber, naturalmente, que éste estaba descubriendo un
nuevo componente del derecho, es decir, el llamado hoy en día “precedente vinculante”.
Primero, se necesitaba de un lenguaje, es decir: de cómo comunicarnos, pero esto no es lo
más sustancial, sino, el hecho de cómo entender las cosas o los hechos que se nos comunican,
quiero decir, que la esencia del lenguaje está en comprender el mensaje. En ese orden de
ideas, el hombre primitivo se comunicaba por medio de símbolos que encierran algún
mensaje, esto, por medio del arte rupestre. El arte rupestre ha sido su lenguaje más fidedigno,
o mejor dicho, será su precedente vinculante para que, los hombres primitivos sucesores,
comprendan el arte del mensaje rupestre y, por su mayoría, el precedente era por ejemplo,
¿cómo era la manera de cazar?, ¿qué animales cazar?, ¿cómo celebrar determinados hechos?,
etc. Ese tipo de arte rupestre, o llamémosle ese precedente vinculante tenía una finalidad y
era la de comunicar o “enseñar” a los predecesores cómo realizar las cosas. Un razonamiento
claramente superior, porque ellos , y me atrevo a decirlo, captaron criterios básicos de
aprendizaje y enseñanza que, para el hombre actual y más aún para un interés epistemológico
del jurista se necesita cierta percepción, agudeza y hermenéutica habida para asentir que
aquellos hombres primitivos dejaban sentadas las bases más rudimentarias para el hoy
llamado Derecho. Vuelvo a repercutir a manera de conclusión de éste tema, que, los hombres
primitivos le han facilitado las cosas para el posterior hombre, observador innato a seguir y
corregir determinados hechos, es decir, que, ha servido de salvedad para los hombres
primitivos posteriores en el tiempo, para hacer lo que ya se hizo con buenos resultados. A
decir, de ALVARADO PLANAS, que, “[e]n definitiva, las pinturas demuestran la existencia de un
universo de ideas y creencias religiosas bastantes coherentes y complejas que, en algunos
casos, evidencia ‘modelos primordiales’”, ¿A caso el precedente vinculante no son modelos
primordiales?.

DEL CONCEPTO DE “DERECHO”


En esta universalidad de concepciones sobre lo que es Derecho, es fácil advertir diversas
posturas respecto a su definición, se ha tratado a este preciado término dar conceptos a lo
largo del tiempo, que para algunos juristas consideran de acuerdo a su perspectiva lo que es.

Por las aulas académicas que estoy franqueando, encontré dos posturas de diferentes
docentes, a lo que ellos consideran que es Derecho, pero siempre con el último aliento y mejor
dicho: una salvedad de términos, de que “en el Derecho hay posturas abiertas, hay diferentes
concepciones, diferentes interpretaciones”, etc. En realidad es cierto que el Derecho está
presto para ser argumentado de la manera que uno considere la más apropiada, pero, a
criterio personal, no es ideal que al Derecho se le entienda de una y otra manera, o con
concepciones puramente genéricas, no le hace bien a la persona que busca entender el
Derecho ni le hace bien al sistema jurídico-social.

Como si los mediadores del Derecho -los juristas- trataran de anarquizar el concepto de
Derecho, se recogen posturas que no son más que percepciones o perspectivas, tales como:
“perspectiva jurídica positiva (...); perspectiva pura del Derecho (...); perspectiva sociológica
(...); perspectiva lógica, estética, psicológica, ética, religiosa, etc.”[4] Cada una
independientemente de la otra, como lo hace por ejemplo Hans Kelsen, en su obra de la Teoría
Pura del Derecho, que, para entenderlo en resumidas cuentas, su obra se liga a una obsesión
en la búsqueda de la perfecta pureza del Derecho, así, la reflexión del REINE RECHTSLEBRE
demuestra “[l]a obsesión que muestra Kelsen a lo largo de toda su trayectoria científica de
depurar la teoría del derecho de cualquier elemento que tienda a contaminarla (...)”[5] como
aspectos sociológicos, históricos, psicológicos, éticos, etc. “[e]n suma, para Kelsen el Derecho
es norma y no es Derecho aquello que no pueda reducirse a normas”[6]. Kelsen, no hace nada
más que demostrar la búsqueda de un concepto del Derecho de acuerdo a su perspectiva, que
fue y es objeto de críticas sostenibles y razonables, sin perjuicio de que el gran Kelsen haya
aportado significativos logros en otras ramas del Derecho, pero sin duda, que al hacer filosofía
del Derecho y conceptualizar al Derecho, se conduce hacia un extremo fatalista.

El Derecho por su intangible nacimiento con la historia, y la vivencia interminable, ha ido


recogiendo elementos latentes en la sociedad, de tal manera que, ahora, con la claridad del
tiempo que ha vivido y le toca vivir al Derecho, y compartiendo las ideas del maestro
CHANAMÉ ORBE, que, “el pretender captar, desde una sola, o algunas perspectivas solamente,
el concepto del Derecho suele acarrear inconvenientes, algunos de tal gravedad que pueden
conducir a la deformación del jurista”. Por tanto, el Derecho es, creyendo recoger hasta
nuestra actualidad todas las perspectivas: “... es la ordenación moral, imperativa, de la vida
social humana, orientada a la realización de la justicia”, nada más completo que esta
definición, donde lo indiscutible es servirse de la moral en pos de la búsqueda y realización a la
naturaleza de la justicia.

LA IMITATIO DEI PARA LA BUENA PRÁCTICA DEL ABOGADO

Hemos hablado en las primeras páginas sobre los usos y costumbres que encarna el Derecho
por medio del hombre primitivo, ahora, como cual bastón de éste medio, se necesita alguien
físicamente que demuestre que se hace Derecho, es decir, que demuestre que pone orden
moral, imperativo, de dar cuentas objetivas de cómo viene comportándose el hombre y se
oriente hacia la búsqueda de la justicia, si es que el hombre ha vulnerado el orden
naturalmente establecido. Si somos minuciosos, no es más que el concepto de Derecho. Ese
alguien, a decir verdad, ha existido desde mucho antes de la formalidad del derecho, o sea,
desde antes de que existan preceptos normativos expresos que hagan Derecho, y es
justamente, del quien hablábamos, del hombre primitivo, porque desde la convivencia y el
inicio del uso racional del intelecto ha hecho ver que el hombre ha buscado vivir de forma
ordenada, organizada, pero ha necesitado de alguien que en principio dirija ese orden, y
observamos claramente esta idea ya sea en las cazas de animales, ya sea en las incursiones
buscando el encuentro de nuevas “cosas”, en estas situaciones ha existido alguien que
preceda y dirija.

Ese “alguien” va a ser seguido, no por tener cualidades ordinarias, sino, por representar
ejemplaridad. Es así, que, la ejemplaridad es un naciente para el Derecho, es el primer factor
punitivo del derecho, porque el Derecho no existe por el estado latente de algo, ya sea sentido
común o normas, sino, también, por alguien que corrija el posible desorden. Así “la poética
frase de Ihering [utilizado en un contexto actual]: ‘un precepto legal sin coerción es un fuego
que no arde, una luz que no brilla’” y para ello se necesita de alguien que tenga la cualidad de
manejar hasta las circunstancias más reprochables que exista. Acogiéndome en la Biblia,
JAHVEH dice: “no puedo encargarme de vosotros yo solo (...), ¿cómo puedo yo solo soportar
vuestra carga y vuestros litigios? Procuraos de vuestras tribus hombres sabios, inteligentes y
expertos y los pondré a vuestro frente”[7]. Aquellos hombres que tenían y hasta hoy en día se
puede observar que tienen un especial sentido de vida que está regido por una armonía
madura y vasto conocimiento sobre cómo dirigir y corregir. A aquellas personas u hombres se
les buscaba imitar y seguirlos, y debería seguir siendo así. De ahí la importancia de buscar y
tener émulos que nos enorgullecen, que dignifiquen su participación y nos enseñen cosas
ejemplares para seguirlos y, aprender que cuando se imita cosas dignas podemos ser más y
mejores, en efecto, la sociedad concebirá que el cambio -por lo menos desde el punto de vista
jurídico- puede mejorar su estándar de calidad.

“Cuando hablamos de imitación no nos referimos al burdo y mecánico remedo, sino a la


actitud consciente, es decir, la simple imitación no le habría servido de nada al ser humano
sino fuera acompañada por la asimilación", que, en la medida que alguien imita algo bueno,
con el devenir del tiempo y práctica que este hace, va transmutando la anterior naturaleza por
la nueva puesta en práctica, y, asimismo, haríamos mal, si imitamos cosas malas, porque es
lógico pensar que de esa imitación mala solo irá acarreando consecuencias negativas que
necesitan ser reprendidas. A ese personaje predecesor de la ejemplaridad, se le llama hoy en
día Juez.
CONCLUSIONES

La Imitatio Dei se refiere a la imitación que constituye un medio de participación con lo


sagrado o lo divino, porque así uno se siente conectado e integrado con la naturaleza. La
moral, lo bueno o lo bien, son ideas que si las practicamos participando de ellas, nos atenemos
a los efectos de asimilar ese “algo” modélico.

Ya los hombres primitivos nos han enseñado y dejado un gran legado, que, la conducta de una
persona no proviene de la imposición rígida que hace someterse a ella, sino, que, la conducta
del valor “orden” viene del sentido común que encarna todo ser humano, porque en su fuero
interno conoce qué es bueno y qué no lo es, y a partir de allí, solo queda seguir aquellos
preceptos de la idea de bien.

A tener en cuenta, que las mismas leyes son originalmente imitaciones de una conducta
ejemplar, que ha sido necesaria el paso del tiempo para que lleguen a adquirir una
determinada formalidad o seguridad jurídica. Pero no por eso, debemos desacreditar al ser
primitivo ya que éstos, efectivamente empezaron hacer uso de una buena costumbre, o, a
contrario sensu en base a una pregunta: ¿qué habría pasado si el comportamiento del hombre
primitivo a través de su costumbre haya sido distorsionada y ésta sea imitada como idea de
bien?.

El mediador del Derecho, es decir, el abogado, responde a la participación activa llamada


abogacía, y es ésta un medio necesario para defender el orden natural resquebrajado por
alguien merecedor de la coerción para su justo aprendizaje y justa sanción de que el orden
social no debe ser alterado. El personaje que está facultado para reprender no es cualquier
persona, sino, ésta encarna pulcritud y coherencia en su imagen personal, por lo menos así
debería serlo, ya que, como es en persona también lo es en cuanto a su profesión. A éste
personaje se le llama Juez, cuyas facultades merecen de una ardua preparación jurídica y sobre
todo, una preparación moral y ética, porque no basta conocer y saber hacer, sino, también
saber Ser, “porque puede una persona conocer muchas y buenas cosas, pero si no las sabe
expresar asertiva o productivamente poco o nada servirá el conocimiento; y, sobre todo el
saber ser, donde muchos olvidaron el saber ser, que es la parte fundamental de una relación
íntegra, el saber ser consta en el saber actuar consecuentemente integrado por valores”[8],
adquiriendo estos preceptos fundamentales el Juzgador, será digno de asentir a su
razonamiento y, por qué no, digno de seguir. Porque una persona íntegra emana belleza digno
de admirar y ser ejemplo para la sociedad, por eso, los mediadores del derecho (abogados,
jueces, fiscales, etc) tienen hoy en día un gran deber de reconocerse asimismo en cuanto a
profesión y en cuanto a persona, tener claro cuál es la finalidad de su participación activa en su
profesión y, sobre todo, la importancia de que éstos personajes incluido el académico en
derecho, deban tener émulos dignos de admirar y seguir, pues, esta institución de una
conducta ejemplar debe ser considerado de obligado cumplimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] ALVARADO PLANA, Javier. “EL PENSAMIENTO JURIDICO PRIMITIVO”, Editorial Nueva
Acrópolis, (1986). España, p. 52.

[2] CHANAMÉ ORBE, Raúl. “DICCIONARIO JURIDICO MODERNO”, Séptima Edición, Abril (2011),
Editor: Juan Baldeón, Pueblo Libre, Lima-Perú. pp. 497.

[3] MANUEL OSSORIO. “DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS, POLITICAS Y CIENCIAS


SOCIALES”. Editorial Heliasta S.R.L. (1982), Argentina, pp. 132.

[4] CHAMANÉ ORBE, Raúl, PEREZ CASAVERDE, Efraín, INTRODUCCIÓN AL DERECHO,


INICIACIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO Y CIENCIAS FILOSÓFICAS, Primera edición, Abril (2011),
Ediciones legales E.I.R.L. Lima-Perú, p. 30.

[5] PEREZ LUÑO, Antonio E., CERVANTES LIÑÁN, Luis, GARCÍA BELAUNDE, Domingo,
PALOMINO MANCHEGO, José F., “KELSEN Y ORTEGA, POSITIVISMO JURÍDICO Y
RACIOVITALISMO DESDE LA CULTURA JURÍDICA ACTUAL”, Primera edición, abril (2009).

[6] SILVA VALLEJO, José A., “FILOSOFÍA DEL DERECHO”, 2da. Edición, Junio (2012), Editora y
distribuidora Ediciones Legales E.I.R.L., Lima Perú, p. 19.

[7] La Biblia, Deuteronomio 1, 9 y ss.

[8] SIANCAS FLORES, Ronaldo. “UNA EDUCACIÓN MORAL DE LOS VALORES CONSTA EN
PERSEGUIR Y CONQUISTAR IDEALES”, fuente:

https://docs.google.com/document/d/17ZKX6CIRlJHTwhZkOwkymX3KfBxacCJ8jk4DVl4M13o/e
dit.

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