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Historiografía Novohispana

Dr. Rafael Diego Fernández Sotelo


Centro de Estudios Históricos-El Colegio de Michoacán
Maximiliano Abner Alarcón Martínez

Reporte sobre “Notas sobre la historiografía” de José de Gaos1

José Gaos nació en Gijón, Asturias, el 26 de diciembre de 1900. En 1923 obtuvo el título de
Licenciado en Filosofía y en 1928, obtiene el Doctorado en Filosofía por la Universidad de
Madrid. Fue catedrático del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de León, posteriormente
publica su traducción de las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, de Hegel.
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, es nombrado rector de la Universidad de
Madrid y en 1937 Comisario General de España en la Exposición Internacional de París. En
1938, debido a su actitud inquebrantable en contra del franquismo, se vio obligado a venir a
México.
Desde el año de su llegada, Gaos se consagró en México a la enseñanza de la Filosofía
como miembro de La Casa de España —más tarde convertida en El Colegio de México— y
como profesor extraordinario de la UNAM. En 1953 fue nombrado doctor honoris causa y
posteriormente profesor de tiempo completo y emérito.
En la lectura, “Notas sobre la historiografía”, José de Gaos señala que la palabra
historiografía sirve para asignar un nombre al género literario o ciencia que tiene como objeto de
estudio la realidad histórica. El autor identifica que la misma historiografía es, en todo caso, una
realidad de carácter histórico, y por tanto, es posible pensar en la posibilidad de realizar una
historiografía de la historiografía. Del mismo modo, Gaos postula que es posible pensar en la
historiografía como una rama derivada de una ciencia que es más “teórica” es decir, aquella que
el autor anuncia como la “filosofía de la Historiografía". Sobre esto último cabe mencionar que
la filosofía se dedica a estudiar el objeto de la historiografía, es decir, el estudio filosófico de
todo lo histórico es, finalmente, filosofía de la Historia.

1 José de Gaos, “Notas sobre la Historiografía”, en Álvaro Matute, La teoría de la Historia en México
(1940-1968), México: Fondo de Cultura Económica, 2015, pp. 230- 262.

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Uno de los planteamientos más interesantes de Gaos sobre la historiografía es aquella
pretensión de algunos especialistas por dar una naturaleza científica al oficio del historiador,
alejándose de la concepción literaria de esta disciplina, no obstante, este anhelo ha tenido
importantes consecuencias, sea esto la perdida de la visión en conjunto de la historia humana y
sus enseñanzas insustituibles.
La historiografía es, dicho así por el autor, expresiva, es decir, que a partir de dicha
plataforma los historiadores tienen la posibilidad de comunicar a un público, a veces estrecho y
altamente especializado, hechos históricos y movimientos de las obras escritas bajo una misma
temática.
Uno de los ejes principales para el buen ejercicio del historiador, según los parámetros de la
filosofía de la Historiografía, es proceder de la manera más objetiva frente a su obra, esto es, que
no debe postrarse frente a un tema con prejuicios ni ideas a priori, ni simpatías o antipatías. Así
pues, el historiador debe de despojarse de su subjetividad. Gaos denomina a lo anterior como un
ejercicio imposible, ya que, si bien, podría alcanzarse, no es deseable. En el texto esto queda
señalado; si bien, el sujeto puede intentar despojarse de su subjetividad, no es posible que esto
ocurra del todo, ya que el historiador, previo a iniciar con una investigación, ya posee ideas
preliminares sobre el tema. Sin esto, el estudioso simplemente queda anulado por sus
condiciones filosóficas.
Así pues, la solución frente a este conflicto resulta un tanto más agradable al panorama del
historiador. En medida de lo posible, el investigador debe proceder a su obra con la conciencia
más cabal de cada una de las ideas que ha generado en torno a su tema de interés, con la
disponibilidad de cambiarlas en medida que los avances de su investigación permitan hacerlo.
Por otra parte, el objetivo de la historiografía es todo aquello que es histórico, es decir,
todos los procesos humanos en el tiempo pasado. Sin embargo, este ejercicio no surge sólo por la
simple inercia del ejercicio del historiador, este proceso de selección de momentos específicos
guarda una relación muy íntima con el presente y con el futuro que concibe el interesado. Así
pues, la historiografía es, en muchos casos en conjunto entre la elección de un tema particular
por su relación con el presente y las causas que el investigador proyecta en un tópico hacia el
futuro.

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Dado lo anterior, la historiografía captura en los histórico lo que es temporal, lo evolutivo y
lo que se encuentra en movimiento a través del tiempo. A diferencia de la evolución natural, que
formula matemáticamente el estudio de los fenómenos naturales donde la novedad resulta
inconsistente. En los procesos de evolución humana, registrados en la historiografía, es posible
hallar la existencia de manifestaciones de novedades auténticas de procesos que culminan en la
creación de nuevos horizontes culturales o materiales. Ahora, es importante destacar una
diferencia más entre la evolución humana y la natural; esta es que el tiempo con el cual se mide
cada uno de estos paradigmas es esencialmente distinto, en medida que los eventos de carácter
humano son, generalmente, mucho más rápidos y perceptibles.
Es pertinente recalcar lo siguiente, si bien la historiografía se encarga de registrar los
eventos de carácter histórico, no todos los eventos del pasado son igualmente históricos. De
hecho, uno de los ejercicios del oficio del historiadores es, precisamente, seleccionar aquellos
momentos que considera dignos de no ser olvidados o conservados en la memoria. Los criterios
para la selección de lo que es memorables pueden dividirse en tres momentos principales:
1. Lo que es influyente
2. Lo que es representativo
3. Los que es permanente
Finalmente, por los criterios anunciados, es posible observar que, para el historiador, los
memorable es todo aquello que posee la cualidad de ser importante y valioso, por tanto, que las
categorías de selección del historiador frente a los hechos históricos son, primordialmente,
valorativas.
Todo en su conjunto puede ser sintetizado por el historiador en su proceso de investigación.
Proceso cuya finalidad abarca la crítica, comprensión y explicación de un tema histórico
especifico. Del mismo modo, implica un ejercicio de recolección y de descubrimiento de fuentes
de conocimiento que arrojen luz hacia los objetivos del proyecto de investigación del historiador.
Cumplido el proceso de recolección de fuentes, y en el momento en el que el historiador cree que
posee el número suficiente de fuentes para poder aportar alguna novedad importante, resta darle
a este conjunto de documentos un sentido histórico, con el cual se daría, según señala Gaos, el
cierre a un proceso que inició con una elección preliminar de un tema de interés particular.

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Sobre las diferentes temáticas de la historiografía, el autor señala que si bien cada uno de
los historiadores se inclina hacia una vertiente en específico, lo cierto es que en esencia todas
ellas forman una sola; es decir, que al final sólo existe una historiografía; esta última agrupa a
cada uno de los sectores en los cuales, podría pensarse, se divide todos los sectores de la cultura,
sin considerar que cada una de estas ramas de la disciplina es dependiente de las otras. Así pues,
la historiografía de lo que es político, la literatura, la filosofía o el arte, la religión, forman parte
de ese mismo conjunto. La cuestión es que la historiografía es engañosa, ya que pareciese ser que
cada eje temático es uno completamente distinto en el momento en que uno de los sectores se
impone al segundo, de ahí que se piense es un género distinto.
Distinto a lo anterior, pero sobre la misma línea está el debate sobre las ideas que se
registran en cada una de las obras historiográficas. El autor menciona que tales ideas no son,
como tal, hechos históricos, sino que existen en medida en que pueden ser vinculadas tanto a la
individualidad o a la colectividad de una comunidad determinada en el tiempo. La importancia
de ellas radica en el hecho de que mucho de los motores de la historia, o lo que ha provocado la
revolución del pensamiento hacia nuevos horizontes culturales han sido, precisamente, las ideas.
El debate más interesante sobre el texto es, desde mi punto de vista, si la historiografía es
ciencia. La crítica principal del autor frente a esta situación es que la historiografía normalmente
cuenta con una larga serie de proposiciones que atienden al mismo tiempo, un gran abanico de
temas, provocando que no exista una unidad de conceptos y de objetivos de estudio que puedan
ser procesados de manera sistemática como lo haría una ciencia. Me refiero en este sentido, que
teóricamente y metodológicamente, las ciencias humanas no cuentas con un sistema que pudiera
referir que ellas son científicas, no obstante, esto último no refiere en ningún momento que esto
anule sus resultados.
La verdad que arroja el estudio científico es precisamente la distancia entre una y otra
disciplina. Así pues, es posible señalar que la ciencia es un sistema de verdades. Para el caso de
la historia la verdad de sus proposiciones es, en la mayoría de las situaciones, un asunto que
puede ser verificable, es decir que los resultados de una investigación pueden ser sometidos a un
proceso de verificación que permite demostrar si los argumentos de los cuales se sostiene un
estudio histórico son los más adecuados. Un último recurso para la verificación de la verdad

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histórica es el de la “validez universal” la cual permite identificar sucesos específicos, de una
misma naturaleza, que se presentan de una determinada forma, en ciertos sujetos y que
corresponden a un espacio temporal muy especifico. El autor los denomina como fenómenos de
conciencia, de hechos de la experiencia, etc.
El autor cierra el texto con una resolución su análisis de la historiografía. Gaos, sostiene
que la concepción de la historiografía es, por sus características, una expresión del historicismo,
considerando que bajo este término se entiende que todos los eventos del hombre deben ser
vistos como históricos y, al mismo tiempo, como una realidad que está compuesta por individuos
y personalidades diferentes. Finalmente, para mencionar que el hombre y la naturaleza son
elementos que si bien pueden verse en el pasado, su naturaleza es completamente distinta, en
todo momento que es evidente que a diferencia de la naturaleza, el hombre cuenta con una
historia que se adapta al espacio de su existencia en el mundo.

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