Sei sulla pagina 1di 334

ERAS DEL P.

CASANOVAS COMENTARIO Y EXPLANACIÓN


VOLS. VIII Y IX DE LOS

EJERCICIOS ESPIRITUALES
DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
POR EL

R. P. IGNACIO CASANOVAS, S.

Tomos I y II
COMENTARIO Y EXPLANACIÓN
INTRODUCCIÓN Y DOCUMENTOS
DE LOS

EJERCICIOS ESPIRITUALES SEGUNDA EDICIÓN

DE SAN IGNACIO DE LOYOLA


Tomos 1 Y II
NOTA EDITORIAL

El Comentario y Explanación de los Ejercicios esp


rituales de San Ignacio de Loyola, cuya versión castellar
llena este volumen y los cinco siguientes de esta tole
**ción de <<Obras del P. Casanovas», constituye el
núcleoyaprtmásxneioatdlcón
titulada Biblioteca deis excrcicis espirituals de Sant Igna
de Loyola, de la que el autor, desde 1930 a 1 936, o sea
hasta poco antes de morir víctima de la persecución rel
giosa, había llegado a publicar hasta once volúmenes.
La versión castellana del primero de ellos, Vida c
San Ignacio de Loyole, queda ya incluida en la sección
de Hagiografía, volumen V de esta colección. Los voli
menes X y XI de la Biblioteca d'Exercicis, natura
mente no tenían cabida en esta colección castellana
<<Obras del P. Casanovas», ya que los dos últimos r
son más que una selección de Cartas de San Ignaci
que se refieren a algún tema de los Ejercicios, y el II a
contiene más que el texto original de los Ejercicios cc
su versión catalana y la de la Encíclica Mens*(rviatodlpágncemar.d)Nost
de Pío XI, por el P. José Calveras, S. I. El texto orig
nal de los Ejercicios está hoy al alcance de todos, e
numerosas ediciones; y, por lo demás, se hallará tan
bién publicado aquí íntegramente, aunque por partes, e
los sitios correspondientes de este Comentario y
E*xplanció.
De los siete volúmenes restantes, III-IX inclusive d
la Biblioteca d'Exercicis, se han suprimido solamente el
texto latino del Chronicon o diario espiritual del P. Na**
dal, que se da ya traducido casi integro. y también la
aplicaciones de sentidos de la Segunda Semana tomada
a la letra de la obra del P. Meschler, y que el mismo
autor tuvo por conveniente omitir en las Semanas res
tantes.
Estas supresiones y las condiciones de la presente edi
**ción, de un formato algo mayor que el de la origina
han hecho posible que los siete volúmenes mencionado
de la Biblioteca d'Exercicis hayan quedado reducidos en
ésta a solos seis.- -
En ellos se hallara fielmente traducido todo lo que
como comentario y explanación de los E j ercicios dejó
publicado el autor, sin más modificaciones que las pura-
mente materiales de las referencias a las distintas partes
de esta obra. las cuales eran inevitables, dado el orden PRÓLOGO DEL TRADUCTOR
en que éstas se proponen en la presente versión, algo
distinto del que tienen en la obra original.
Accediendo a indicaciones y deseos de no pocas per- Querernos encabezar este sencillo prólogo con la opi-
sonas de gran experiencia en dar los Ejercicios y perfec- nión valiosísima de un ilustre Prelado español acerca
tamente conoced-oras del mérito de la obra del Padre de la obra del Padre Casanovas.
Casanovas, y con el fin de que su utilización resulte En el Primer Congreso Nacional de Ejercicios parro-
más cómoda y práctica, se presenta por separado en esta
versión, lo que se refiere a la teoría, al directorio y quiales celebrado en la ciudad de Barcelona en mayo
al comentario de los documentos de los Ejercicios, de de 1941, el Excmo. Sr. Obispo de Tortosa y Consi-
lo que es pura explanación de sus meditaciones o con- liario General de A. C. E., doctor don Félix Bilbao, de
templaciones. El Directorio, que en la obra original se santa memoria, desarrollando el terna: «Los Ejercicios
halla fragmentariamente propuesto y diseminado por
y la cultura», después de comparar en la lucha contra
todos los tomos, se publica en este primer tomo reunido
e ínt e gr o, como segunda parte de la Introducción. El el error religioso a San Ignacio con David y a los Ejer-
tomo II comprende el comentario de todos los documen- cicios con la honda que derribó al gigante Goliat, ha-
tos que no han sido ya comentados en la Preparación blando de la eficacia de los Ejercicios Espirituales, dice
y que en la obra original se hallan también esparcidos así 1:
por los distintos tomos. Preséntanse estos documentos y
los respectivos comentarios según el orden en que se
proponen en el texto. De esta manera, los Directores
Para probar esta eficacia y para conocer esta máquina
de Ejercicios tendrán reunido 'en los dos primeros to- maravillosa, vosotros tenéis en vuestra literatura barcelo-
mos, que encuadernados pueden fácilmente constituir un nesa una mina de argumentos, acaso, me atrevería a decir,
solo volumen, todo lo que particularmente puede intere- de las más ricas del mundo.
sarles para comunicarlo, a sus debidos tiempos, al ejer- Han existido millares y millares de jesuitas, todos duchos
citante. A la explanación de las meditaciones y contem- en el conocimiento de los Ejercicios. Muchos de ellos han
placiones se dedican los cuatro tomos restantes, cada uno escrito comentarios- sobre-los mismos, de todas naciones y
de ellos a las correspondientes a una de las cuatro se- razas: pacientes alemanes y tranquilos ingleses; franceses
manas.
ingeniosos y vivaces italianos; graves portugueses y clási-
Por lo demás, el que desee conocer exactamente de
qué manera se presentan las distintas -partes en la obra
cos españoles: Son trabajos de mérito, fruto de larga ex-
original, puede verlo consignado en el Apéndice que se periencia y amoroso estudio. Pero acaso ninguno, perdonad-
publica al fin del tomo sexto y último de la obra, en me la arrogancia de la afirmación, acaso ninguno iguale a
la presente edición. vuestro santo y sabio Padre Ignacio Casanovas, sacrificado
por los rojos con circunstancias de especial indignidad. Qué
claridad de concepto. qué finura de principio de detalles,

Memoria del Primer Congreso Nacional de Ejercicios pa-


rroquiales. IV centenario de la Compañía de Jesús. Barcelona,
5-11 de mayo de 1941, págs. 104-105.
que parecen nimios y tienen su importancia, :qué penetra- ocupaba una posición privilegiada. Porque a la verdad,
ción y qué dominio del conjunto, qué elegante sobriedad! nadie conoce mejor al padre que su hijo, sobre todo
Nueve tomos tiene la obra y no emplea dos líneas en cues- si este hijo es de un ingenio capaz para conocerlo a
tiones ociosas. _ fondo, de una voluntad dedicada a estudiarlo superando
toda clase de dificultades, y de un amor acostumbrado
El magnífico testimonio del sabio e ilustre Prelado a discernir y analizar las exquisiteces de su espíritu en
es, en compendio, un verdadero análisis de la obra del las mil y mil ocasiones que brinda la vida religiosa para
Padre Casanovas, y nuestro prólogo viene a ser la expli- profundizar en el alma de su fundador y padre. Éste
cación o aclaración más extensa de la afirmación del es el secreto que poseía el Padre Casanovas como ex-
Excmo. Sr. Obispo de Tortosa, común a otros ilustres celente hijo que era de San Ignacio.
pensadores que han escrito sobre la misma materia. No es caso muy frecuente poder reunir este conjunto
Ciertamente el libro inmortal de los Ejercicios de admirable de cualidades, pero él las reunió. Unas da-
San Ignacio ha caído esta vez en las manos de un das directamente por Dios, otras adquiridas con el es-
hombre dotado por Dios de una inteligencia poderosa, tudio, con los años de vida religiosa y sobre todo con
de una voluntad firme v resuelta y de un corazón abier- la práctica constante y esmerada de ese mismo librc
to a los más delicados sentimientos. Por eso a nadie que para los hijos de la Compañía es el alma de st
debe maravillar que su estudio sobre la obra cumbre espíritu y como el molde donde se funde su vida de
del genio del Fundador de la Compañía de Jesús, sea santidad.
algo verdaderamente profundo, tan lleno de unción so- Puntos hay en los Ejercicios de San Ignacio que no
brenatural y tan sabiamente ordenado, que a la vez pueden dominarse sólo con el ingenio, por grande que
admira y cautiva. éste sea. El instinto religioso que en estas materias e:
¿Fué el Padre Casanovas un talento excepcional en un gran maestro, el vivirlos y verlos vivir a multitud
el conocimiento de los Ejercicios de San Ignacio? Lo de personas que en la religión constituyen una familia
que nosotros podemos afirmar, seguros de no ser des- íntima, y sobre todo el reflexionar sobre ellos todos lo
mentidos, es que la obra que él publicó en su lengua días y durante largos años en la contemplación y e:
nativa y que ahora sale traducida a la lengua española, los exámenes de conciencia, son los agentes misteric
revela en él a un hombre conocedor como pocos del sos que proporcionan el conocimiento exacto y prc
gran libro que tomó en sus manos. fundo de los mismos.
Ciertamente le sobraba al Padre Casanovas inteli- Éste, por ejemplo, es el caso del soberbio comente
gencia para ahondar en el conocimiento del libro que rio del Padre Casanovas sobre las Adiciones, Princi**
comentaba, pero esto no era suficiente para que su tra- pio y Fundamento, Oración, Exámenes y Reglas d
bajo saliera, como salió, acabado y en todo perfecto. discreción de espíritus; asuntos todos de máxima in
Necesitaba conocer además las cualidades personales portancia y que sin ser meditaciones o
del Autor de los Ejercicios, porque suelen ellas influir contemplais,uynjtocelasrmvio
grandemente en las obras de los hombres; necesitaba que da al libro inmortal de los Ejercicios su colorid
tener noticia cierta y clara de lo que San Ignacio fué su fuerza y su importancia excepcional en la elevación
como hombre, como fundador, como religioso y como y santificación de las almas grandes.
santo. El primero y segundo volumen de esta edición que
Y en esto, persuádanse todos, el Padre Casanovas nos ha tocado traducir, abarcan el comentario de tod**
lo que de los Ejercicios de San Ignacio ha de saber el quiera de los estados o clase de vida en que la coloque
Director, para comunicarlo oportunamente al ejercitan- Dios.
te; pues la explanación de las meditaciones y contem- En la exposición del capitulo dedicado al estudio de
placiones se deja para los restantes volúmenes, según la oración en los Ejercicios, que ciertamente es uno de
se explica en la nota editorial. los mejor escritos, pocos o tal vez ninguno de los co-
De la obra del Padre Casanovas se han hecho gran- mentarios conocidos le hacen ventaja al del Padre Ca-
des y muy merecidos elogios, salidos de personas com- sanovas. ¡ Con qué precisión y fuerza de raciocinio le
petentísimas en la materia; y no ha y que hacer distin- señala a la oración el primero y principal puesto en los
ción ninguna entre sus diversas partes, porque todas Ejercicios, afirmando resueltamente que sin ellas serían,
han sido estudiadas por él con el mismo amor e inte- si, una máquina de estructura prodigiosa, pero irre-
rés y redactadas con el mismo singular acierto. misiblemente condenada a la esterilidad y a la muerte!
Brilla ciertamente el talento del Padre Casanovas en ¡Con qué claridad y firmeza de conceptos expone su
las meditaciones de todas las semanas, y en aquellas carácter fundamental de oración práctica, y con qué in-
que son tenidas por todos como pilares básicos, se mez- tuición habla de la suma trascendencia que en ella tienen
clan frecuentemente las luces de su ingenio y las obser- la petición y el coloquio!
vaciones críticas de gran alcance, fruto de su natural En este mismo capítulo, su agudeza para rechazar
inclinación al análisis científico. Pero los dos volúmenes algunas imputaciones contra la oración ignaciana, como
primeros, son campo más a propósito para que luzcan aquella de que San Ignacio no enseña los caminos de
en todo su esplendor las galas de su inteligencia. la mística, corre parejas con la gran lógica de su dis-
Cuántas y cuán hermosas páginas encierran dentro curso.
de sí estos dos volúmenes! La materia del primero de Anotaciones, Principio y Fundamento, Examen par-
ellos es riquisima y cuanto se diga en su alabanza es ticular y Adiciones ¡Qué cuatro capítulos tan pre-
poco. A través de los cuatro primeros capítulos, todos ciosos!
ellos acertadamente elegidos, soberanamente expuestos La exposición de las Anotaciones es una legítima y
y repletos de grandes y profundos pensamientos, brilla cumplida exégesis del pensamiento de San Ignacio que
de una manera clarísima la idea madre de lo que son ilumina con luces y resplandor de evidencia tres pun-
en su esencia y en sus raíces más hondas los Ejerci- tos principalísimos que nunca deben echarse en olvido,
cios de San Ignacio: es decir, algo esencialmente ac- a saber : el lugar y oficio que corresponden al Director
tivo y eficacísimo, un manantial limpio y caudaloso de en los Ejercicios; la parte no menos importante que
grandes y prácticas verdades maravillosamente trabadas corre a cargo del Ejercitante, y la disposición en que
entre sí, un instrumento admirable dado por Dios a su uno y otro deben colocarse para secundar fielmente los
santa Iglesia para crear en el orden espiritual grandes designios de Dios.
hombres, si los Ejercicios dan con capacidades natu- El estudio del Principio y Fundamento es capitulo
rales aptas y con voluntades resueltas y vigorosas. acabado y completo; y en algunos de los puntos fun-
Razón tenía San Ignacio para decir, que los damentales podría decirse de él que, además de pro-
Ejercicios completos se habían de dar «raris hominibus», fundo, tiene mucho de intuitivo. Para comprender esto
porque su fin principal y altísimo es transformar por que decimos basta leer el fino y concienzudo análisis
completo el espíritu de una persona, colocándola en el que hace de lo que es ordenado o desordenado, y de
amino seguro para ser santa y gran santa en cual- la disposición en que debe hallarse la voluntad frente
a la elección de las cosas que caen debajo de nuestro creción de espíritus es un análisis primoroso de los
libre albedrío; cosas ambas de grandísima importan- estados por que pasan las almas que tratan de per-
cia y no muy fáciles de esclarecer. El tanto cuanto y fección, un rico arsenal de pensamientos sumamente
los constitutivos de la indiferencia, salen de la pluma prudentes y prácticos y una génesis acabada de lo di-
del Padre magistralmente expuestos y perfectamente cho y sentido en esas Reglas por San Ignacio, maes-
definidos.
tro insuperable en descubrir las artes y falacias de los
Examen particular. En este punto como en los otros malignos espíritus. Las mismas Reglas para ordenarse
de reconocida importancia, el Padre Casanovas va al en el comer, al parecer tan sencillas y llanas, las es-
fondo de las cosas y, a vueltas de las consabidas pon- tudia con un conocimiento tan profundo de la parte
deraciones que el examen particular ha merecido de que les corresponde en el fin general de los Ejercicios
todos los comentaristas, él lo desentraña y nos hace que uno descubre con la explicación, su importancia
saber que lo principal de ese examen y a lo que él debe en la vida espiritual, tan grande en realidad como des**
la importancia extraordinaria de que justamente goza, conocida para muchos que no han ahondado tanto en
se debe enteramente al fin primordial que se propone, ellas como el gran comentarista.
que no es otro que el mantener en el hombre, siempre Los documentos sobre las Elecciones y sobre la;
despierto y activo el deseo de la santidad; el ser en
Tres maneras de humildad, son capítulos magistrales
todas las horas del día el excitante de aquella voluntad
y de un valor extraordinario. ¡Eso sí que es una exé
que con la ayuda de Dios se resolvió a alcanzar el fin
gesis completa del pensamiento ignaciano! Estudio de
último a toda costa y en lucha con toda clase de ene-
tenido, amoroso y profundo, dedicado a lo que él repe
migos. Todo lo demás del examen, lo considera el Padre tidas veces llama con toda justicia punto central di
Casanovas, con sobrada razón, muy oportuno y meri- los Ejercicios, donde se prueban la virilidad de las al
torio, pero secundario. mas que quieren seguir la voz de Dios, la verdad
Adiciones. ¡ Qué comentario tan sencillo y a la vez solidez de los frutos espirituales alcanzados en los
tan bello! Por no alargarnos, nos contentamos con re- ejercicios que han precedido, y donde los deseos y
comendar encarecidamente al lector que lea detenida- propósitos hasta entonces concebidos descubren entera
mente la magnifica exposición de la adición quinta. mente su debilidad e inconsistencia, o cuajan en reso**
Lo que allí se dice del examen de la oración, no tiene luciones heroicas, de aquellas que lanzan a los hombre:
precio. Es a la vez un estudio profundo y un panegí- superiores por el camino recto de la santidad.
rico jugoso, del todo nuevo y merecidísimo. Hermosa
Cierran la serie de los meritísimos capítulos conte
página ésa, y digna de su autor.
nidos en estos dos volúmenes, dos preciosos Apéndices
Si fuéramos a analizar los primores de todas y cada
digno y soberano complemento de la materia principa
una de las partes de que consta la magna obra del lísima de las Elecciones.
Padre Casanovas, no tendría fin este prólogo, pero hay
El Padre Casanovas es un verdadero enamorado de
en ella capítulos tan sabia y magistralmente tratados,
arte maravilloso que poseen los Ejercicios para orien**
que no se pueden dejar pasar sin un breve comentario,
tar la vida de los hombres según los altos principio:
si hemos de ser justos con su autor. y leyes supremas de la más pura santidad. Y come
Los Directorios, por ejemplo, contienen observacio- si temiera no haber declarado del todo en su obra la
nes atinadís imas, resúmenes preciosos y normas direc-
importancia capitalísima de las Elecciones, que tan ma
tivas de gran valor. El capítulo de las Reglas de dis- gistralmente ha comentado, pone al final esos dos mo
delos de elección, los más acabados y perfectos que se Obra digna y meritísima la del Padre Casanovas.
puede desear. Ignacio, tomando por norte de todas las verdadera mina de metal precioso para los Directores
acciones y determinaciones-de su vida las Reglas y Mo- de Ejercicios, para los Ejercitantes cultos y muy espi-
dos de elección ; y Nadal resolviendo con esas mismas rituales y para los doctos investigadores de las riquezas
leyes el asunto trascendental de su vocación a la Com- que Dios encerró en el libro inmortal de los Ejercicios
pañía de Jesús, son dos autoridades máximas que acre- para provecho de su Iglesia santa. Mérito insigne suyo,
ditan el valor inestimable del método para elegir con- poder contribuir tan poderosamente al aprecio y difu-
forme a las luces de la razón y a las inspiraciones y sión de un libro como el de San Ignado, soberanamente
consolaciones divinas. alabado de Santos, eximios Prelados r Romanos Pon-
Dijimos al comenzar el prólogo que el libro inmor- tífices; del que Su Santidad Pío Papa XI tejió el pane-
tal de los Ejercicios de San Ignacio había caído esta gírico más elocuente en su Encíclica Meas Nostra,
vez en buenas manos. El lector puede verlo por sí mis- del 20 de diciembre de 1929, diciendo que: «Es cosa
mo leyendo detenidamente y meditando con quietud y averiguada que entre todos los métodos de Ejercicios
sosiego los hermosos y excelentes capítulos de estos Espirituales que muy laudablemente fundan en los
dos volúmenes, de los que sólo hemos dado un ligerí- principios de la sana ascética católica, uno principal-
simo comentario. mente ha obtenido siempre la primacía... Nos referimos
Tal vez una crítica demasiado severa pretenda des- al método introducido por San Ignacio de Loyola, al
cubrir pequeños lunares en algunos de esos capítulos. que cumple llamar especial y principal Maestro de los
¿Pero qué obra, por acabada: que sea, no los tiene? Ejercicios Espirituales; cuyo admirable libro de los
Si quitamos algo de subjetivismo que se deja ver en Ejercicios, pequeño en volumen, pero repleto de celestial
dos o tres puntos, pero que en nada menoscaba el va- sabiduría, desde que fué solemnemente aprobado, ala-
lor y profundidad del comentario en general, y alguna bado y recomendado por Nuestro predecesor, de feliz
mayor insistencia en apreciaciones un tanto personales memoria, -Paulo ya desde entonces, -para repetir,
y en alargar más de lo necesario la defensa de algún palabras empleadas en cierta ocasión por -Nos antes de
punto tal vez dudoso, como sucede en el primer Apén- que fuésemos elevado a la cátedra de Pedro, sobresalió
dice.; confesamos sinceramente que habiéndonos fijado y resplandeció como código sapientísimo y completa-
mucho, no hemos podido hallar lunares que sean dignos mente universal de normas para dirigir las almas por el
de consideración. camino de la salvación; como*** fuente inexhausta de pie
Mirando la obra total, puede afirmarse sin faltar un dad a la vez eximia y muy sólida; y como fortísimo
punto a la verdad, que hasta el presente no ha salido estimulo y peritísimo maestro procurar la reforma
a la luz ninguna que en su género la aventaje, y que * de las costumbres y alcanzar la cima de la vida espi
según el parecer de doctos jueces y eximios pensado- ritual.»
-es, es la más completa de las vistas y conocidas hasta Para terminar nos parece oportuno transcribir aqui
aqui, y la que mejor penetra y desentraña, no una par- algunas de las conclusiones del Primar Congreso Na-
e, sino el pensamiento total de San Ignacio, cional de- Ejercicios parroquiales, celebrado en - Barce-
exponiédlsagrcepionds,afctóe lona en mayo de 1941 ; y otra de una reunión previa
.labanzas y sin otras miras que declarar con lenguaje que fué el origen de este Congreso y de la Semana-de
encillo y claro el verdadero sentido y el mérito in- estudio- sobre 'Ejercicios, celebrada en Loyola, en
rínseco del libro. julio del mismo año.
de los Ejercicios de San Ignacio por cuantos los deben estu-
Congreso Nacional de Barcelona 1 : diar y dar a los demás, y al mismo tiempo un punto de gar-
2.ª Conclusión. «El Congreso, aun reconociendo que la rida también de un gran movimiento de Ejercicios en toda
Compañía de Jesús ha sido y es la principal propagadora España y en todas las clases sociales.»
de los Ejercicios Espirituales según el método de San Igna-
cio; sin embargo hace votos por que, tanto el Clero secular La mente y el deseo de los Congresistas de ambas
como las órdenes Religiosas, dirijan las tandas de Ejerci- magnas reuniones, no pueden estar más claros.
cios conforme al método preconizado por la Iglesia, que es 1.° El método de San Ignacio en punto a Ejerci-
el de San Ignacio.» cios Espirituales, ocupa, según los documentos pontifi-
3. 3 Conclusión. «El Congreso reconoce que los Directores cios, el primero y más excelso lugar, tiene la primacía
de Ejercicios según el método de San Ignacio, tanto más y es código sapientísimo y completamente universal.
aptos serán, cuanto mejor estén formados en el espíritu y Es, pues, lógica la conclusión de que ese método debe
conocimiento del libro de los Ejercicios>>
7ª. Conclusión. «Desea el Congreso que el Seminario, a ser entre todos el preferido, por no decir el único.
juicio del Prelado respectivo, integre en sus clases de Teolo- 2.° Se recomienda eficazmente el estudio profundo
gía Ascética y Pastoral, el estudio del libro de los Ejercicios del libro de San Ignacio así a los Directores como a
y su adaptación para emplearlo como medio de apostolado.» los que hacen Ejercicios. Más aún, se indica la acer-
tada idea de introducir en los Seminarios, como asig-
Semana de Loyola 2: natura complementaria, el estudio de los Ejercicios Es-
pirituales de San Ignacio.
2.ª Conclusión. «Habiendo pasado ya los Ejercicios a ser Cualquiera puede ver que semejantes aspiraciones
Tesoro público de la Iglesia, y no exclusivo de una parte exigen para su cumplimiento un libro de texto. Respon-
de ella; siendo muchos los sacerdotes seculares y religiosos diendo a ese noble y legitimó pensamiento de los dos
que se dedican en diversas partes a este ministerio; Congresos, nos atrevemos modestamente a apuntar la
Observándose, además, por una parte una profusión extra-
ordinaria de lo que se llama Ejercicios, no siendo más que siguiente idea: ¿No sería un excelente texto la obra
predicaciones ligeras de temas varios. y por otra y como del Padre Casanovas, tan profunda y a la vez tan sen-
consecuencia, el poco fruto que de ello se saca, con lo que cilla, tan deseada por todos y tan soberanamente elo-
se desacreditan los Ejercicios en general; giada por personas de la máxima autoridad: Mayor-
Juzgando que esto es debido al desconocimiento o descuido mente cuando se ve ya cumplido el deseo de muchos
del método ignaciano, recomendado tantas veces por la San- de verla traducida al castellano, aunque hubiera sido de
ta Sede, y por los frutos que produce; desear que estos dos primeros volúmenes hubieran caído
Será finalidad principal del Congreso infiltrar en los Con- en manos de traductor más hábil que el señalado por
gresistas un conocimiento lo más perfecto posible de las la obediencia.
características y excelencias de los Ejercicios de San Igna- PEDRO N. ISLA, S. I.
cio... y al mismo tiempo despertar, impulsar y encauzar la
práctica individual y colectiva de los Ejercicios por caminos
esencialmente ignacianos.
El Congreso deberá ser un punto de partida del estudio

1 Memoria ya citada en página 7, nota,


2 Estudios sobre Ejercicios. Semana de Loyola***, julio 1941.
Barcelona, Imprenta Revista Ibérica, pág. 22.
PRÓLOGO

Creemos ser necesario escribirlo para dar a conocer


el título y el contenido del presente tomo. A éste le
ponemos el nombre de INTRODUCCIÓN A LOS EJERCICIOS
ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO, porque nuestro deseo
sería poder encontrar en él un guía que nos abra las 1
puertas de este palacio y nos enseñe su distribución v
sus estancias, para saber vivir después dentro de él,
nuestra vida espiritual.
- Con el título principal, van los otros tres subtítulos:
Teoría—Directorio—Preparación; porque la introduc-
ción ha de ser especulativa y práctica a la vez; lo pri-
mero para comprender los Ejercicios, y lo segundo para
hacerlos. Declararemos breve y sumariamente estas pa-
labras.
La introducción teórica creemos ser necesaria para
entender bien los Ejercicios de San Ignacio.
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, son te-
nidos en la Compañía de Jesús como el principal ins-
trumento para la santificación propia y para procurar,
mediante los trabajos apostólicos, la perfección de nues-
tros prójimos. El principal, se entiende, después de las
fuentes de santificación abiertas por nuestro Señor Je-
sucristo en su Santa Iglesia y de los medios dados por
ésta como necesarios o muy convenientes para aprove-
charnos de aquella agua santificadora.
Esta persuasión de la Compañía, que es común a
los particulares y a la colectividad, teórica y práctica-
mente se funda en las experiencias de cuatro siglos y
podríamos confirmarla con el testimonio de hombres
eminentisimos en santidad y en la ciencia de la vida
espiritual. Valga por todos ellos, la declaración del mis-
mo San Ignacio en la que nos dice: «Los Ejercicios y para ayudarse así el que los ha de dar, como el que
son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, los ha de rescibir» [ir El mismo Santo, pues, es quien,
sentir y entender, así para el hombre poderse aprove- reconoce y afirma que tanto el Director como el Ejerci-
char a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar tante deben entender bien el libro de los Ejercicios, y
y aprovechar a otros muchos» 1. que para ellos les serán sumamente útiles algunas anota**
Estas palabras del Santo, escritas con grande afecto ciones dadas como introducción del mismo.
y vehemencia al que había sido su confesor, no tienen Son realmente preciosas tales anotaciones, pero ni
otro intento que expresar con palabras lo que los Ejer- declaran todo el libro ni desentrañan de manera orgá-
cicios fueron para el Santo, tanto en orden a su propia nica todo su alcance; son tan sólo notas, más prácticas
santificación, como para la formación de la Compañía. que teóricas, en torno a algunos actos del Director y
San Ignacio es la personificación de los Ejercicios, y del Ejercitante que a la vez proporcionan alguna inte-
la Compañía es su espíritu convertido en organización ligencia sobre los Ejercicios. Para saber dar razón de
corporativa. los Ejercicios no basta alguna inteligencia; se necesita
Dicho esto, se comprende fácilmente, que San Igna- un conocimiento total.
cio diera a sus hijos una constitución obligándoles a Vió San Ignacio lo muy conveniente que sería escri-
experimentar en sí mismos la eficacia de los Ejercicios bir un libro complementario con el nombre de Direc-
y a usarlos como arma espiritual en la conquista de torio de los Ejercicios, y el P. Polanco lo recomendaba
las almas2. Con esta constitución podemos juntar otro como cosa necesaria. De hecho se escribieron algunas
precepto suyo, muy natural también, en el que manda páginas, fueron dictadas otras y no faltaron las redac-
que todos sepan dar razón de cosa tan provechosa como tadas siguiendo las ideas y consejos dados por el San-
los Ejercicios; pero de tal manera han de saber dar to; pero ni a éste ni a los demás les satisfizo lo hecho,
razón, que no sólo satisfagan a los que les preguntan, razón por la cual dijo San Ignacio al P. González de
sino que se extiendan a mover a otras personas de ca- Cámara a quien le dictaba su propia autobiografía,
pacidad para que quieran y deseen aprovecharse de los <que quería escribir un Directorio sobre el modo cómo
mismos. se habían de dar los Ejercicios, y que Polanco le pre-
Es muy cierto que la fuente principal de donde se guntase las dudas a cualquier hora, porque en cosas de
saca el conocimiento de los Ejercicios, es haberlos uno los Ejercidos no le sería necesario pensar mucho para
experimentado en sí mismo; es decir, haberse vencido responder a ellas» 1 . Muy poca cosa es lo que nos ha
y ordenado su vida siguiendo las normas trazadas por) quedado de estos planes del Santo.
ellos; pero también es cosa muy conveniente juntar con El P. Polanco nos dejó sobre este particular un es-
la experiencia propia, conocimientos sacados de otras crito substancioso; otros Padres escribieron también,
fuentes, como por ejemplo el estudio directo del libro hasta que la Compañía publicó el Directorio oficial el
y la dirección de maestros autorizados. año de 159t y 1599. Recordamos estas cosas, para de-
San Ignacio empieza a escribir su libro con las si- mostrar con datos históricos, que todos los amantes de
guientes palabras: «Anotaciones para tomar alguna in- los Ejercicios, empezando por su mismo Autor, sintie-
teligencia en los exercicios spirituales que se siguen, ron ya desde los principios la necesidad de dar de ellos
un conocimiento teórico más intenso que, junto con el
Monumento Ignatiana, Ser. 1.ª, pág. ni.
P. IV, c. 8, n. 5. Monumenta Ignatiana, Ser. 4.ª, I, pág. 306.
experimental, preparase Directores y Ejercitantes lo ternas que debe tener el espíritu para no ir como dice
más aptos posible, conforme al ideal que alienta en el San Pablo, in incertum et quasi aerem verberans.
maravilloso libro. La lectura de los capítulos que dedicamos a la ex-
La prueba más convincente de dicha interna necesi- posición general, disipará suficientemente la prevención
dad, se saca de la naturaleza misma del libro de los o temor que pudiera inspirar el nombre de teoría, y
Ejercicios. Porque si la materia expuesta por San Ig- dejará ver nuestro propósito de cortar el hilo del dis-
nacio. que son las verdades más elementales de la ra- curso, precisamente en los puntos donde la curiosidad
zón y de la revelación, es sobradamente conocida de
científica desearía explayarse a su gusto. Nos basta con
todos, no puede decirse lo mismo de la que podemos declarar la mente de San Ignacio, sin investigar las
llamar, forma del libro; o sea, de la trabazón de los causas objetivas o las razones doctrinales que él pudo
fines parciales con el fin total y trascendente, y del tener. Nos limitarnos a lo estrictamente necesario para
acoplamiento de los medios adecuados para alcanzarlo; cumplir lo que nos manda el Santo en las Constitu-
cosa ésta profunda, difícil, y de la que el libro sólo nos ciones: que sepamos dar razón de los Ejercicios.
da una tan breve idea y con una parquedad tal de Con lo dicho queda suficientemente declarada la pri-
palabras, que casi semejan una fórmula algebraica. mera palabra del subtítulo, Teoría.; y también la se-
Hombres de gran talento que han gastado la mayor gunda, Directorio, en cuanto a su necesidad. Su fin es
parte de su vida estudiando el libro de los Ejercicios, esencialmente práctico, toda vez que intenta recoger
se admiran cada vez más del hondo sentido de cada del tato ignaciano todos los datos que pueden orien-
palabra y de la estructura de un sistema de educación tar al Director y al ejercitante en el trabajo que van
humana calcado en las normas evangélicas, ciertamente a emprender. Pasamos a explicar la tercera, que es Pre-
vigoroso, pero expuesto con palabras tan rudimentarias, paración. La juzgamos también necesaria para hacer
que está pidiendo luz y declaración para poder ser com-
bien los Ejercicios; y aunque esto aparecerá del todo
prendido.
claro por lo que diremos en los diferentes capítulos de
Nuestro deseo sería poder dar esa luz y declaración este volumen, no será inútil dar al presente, aunque
en la primera parte de este torno que denominamos resumidas, algunas razones convincentes.
Teoría. Este título no nos satisface del todo, por su
Ante todo, es- ésta una verdad de sentido común. Los
sabor a cosa abstracta y a juego intelectual; pero lo Ejercicios de San Ignacio hechos con toda la perfec-
empleamos porque se refiere a cosas fundamentales y ción posible, son una cosa tan alta y tan excelente, que
organizadas.
a las claras sé ve la necesidad imprescindible de reunir
Nos hemos propuesto el fin práctico de hacer Ejer- Para hacerlos dis osiciones también extraordinarias,
cidos, y de ninguna manera queremos apartarnos de
naturalmente no se adquieren si no es a fuerza de tiem-
él para seguir los caminos interminables de teorizar po y de trabajo; ese tiempo y ese esfuerzo necesarios
sobre los Ejercicios. Estamos plenamente convencidos es precisamente lo que nosotros queremos significar con
de que éstos debe uno experimentarlos en si mismo, las palabras preparación o introducción práctica del
siendo esa experiencia el procedimiento esencial para ejercitante.
entenderlos bien.
Estas disposiciones extraordinarias de que hablamos,
La experiencia personal necesita, sin embargo, luz las pone San Ignacio en las anotaciones con que em-
que la dirija y le dé a conocer el fin que pretendemos, pieza su libro, en la quinta [5] principalmente y en la
los medios que conviene emplear y las disposiciones in- vigésima [20]. Quien pese como es debido la fuerza
que encierra ese deseo de adelantar todo lo posible en De nuevo volveremos sobre estas ideas y las expon-
el camino de la santidad, comenzando por ofrecer a dremos más largamente en este tomo, pero nos ha pa-
Dios con grande ánimo y liberalidad todo su quer y recido conveniente apuntarlas en el mismo prólogo, para
libertad, para que su divina majestad, así de su persona justificar plenamente nuestro intento de dedicarlo todo
corno de todo lo que tiene, se sirva conforme a su san- por entero a la preparación teórico-práctica del Ejer-
tísima voluntad, verá y admirará la alteza y excelencia citante y del mismo Director. Éste debe poseer un co-
de semejante disposición espiritual y cuán por encima nocimiento profundo tanto especulativo como práctico
está del estado en que suelen colocarse los que tenernos de los Ejercicios que ha de dar, como también tener
por buenos cristianos. conocida íntimamente la persona que se pone en sus
Dios puede conceder esta disposición por vía extra- manos, deseosa de ser bien guiada hacia el deseado fin.
ordinaria, y el mismo hombre la puede alcanzar con Para él, pues, y de manera muy particular, es esta IN-
largas preparaciones por el camino ordinario de la gra- TRODUCCIÓN A LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN
cia; pero el que San Ignacio no nos hable de ninguno IGNACIO DE LOYOLA, para que a modo de Directorio ge-
de estos dos caminos, aunque no los excluye, parece neral, le indique con claridad el dificultoso itinerario
indicarnos que los mismos Ejercicios contienen en sí que debe seguir, itinerario que sólo implícita y suma-
la preparación necesaria para llegar al punto deseado. riamente está esbozado en el libro.
De hecho, aun antes de llegar al primer ejercicio de Al Director toca, pues, determinar el uso que el
la primera semana, tropezamos ya en el libro con una Ejercitante ha de hacer de este tomo para que saque
larga serie de documentos teórico-prácticos [1-45], al de él el mayor provecho posible. Cosas hay en él que
parecer puestos allí deliberadamente para entretener para las almas de grandes cualidades pueden ser un des-
al Ejercitante en el mismo atrio, hasta que adquiera pertador que les haga desear hacer íntegramente los
el conocimiento conveniente y la necesaria voluntad para Ejercicios, una vez hayan gustado una partecica al me-
poder penetrar en el interior del sagrado templo. nos de ellos. Hay también capítulos que en determina-
Esta espontánea presunción nuestra, viene confirma- dos momentos de los Ejercicios pueden servir de lectura
da por la antigua tradición. El tercer Directorio igna- provechosa, ahorrándole al Director largas explicacio-
ciano dice, que si el ejercitante no trae las disposicio- nes, o preparando el espíritu de su Ejercitante para
nes espirituales exigidas en el texto, hay que dárselas ' que las reciba con mayor comprensión. Cosa de gran
por medio de una preparación larga y remota, o con placer es para los que han experimentado personal-
la explicación y práctica de los primeros documentos, mente la eficacia de los Ejercicios totales, poder abar-
durante tres o cuatro días consecutivos 1. El Padre Po** car con una amplia mirada de conjunto el arte desple-
lanco dedica todo el capítulo III de su Directorio a la gado por San Ignacio, para llevarnos a la santidad con
preparación espiritual del Ejercitante = y cosa parecida tanto acierto y seguridad.
puede observarse en los otros Directorios antiguos 3 y Sólo nos resta ya decir cuatro palabras acerca de la
en el mismo Directorio oficial 4 . disposición material del libro.
Comenzando en la tercera parte de este tomo y si-
• Monumento Ignatiana, Ser. 2ª , págs. 786 y 791. guiendo el mismo orden en los siguientes, encabezare-
• Ibíd, pág. 802.
' Por ejemplo en el del P. Gil González Dávila, ibíd., pági-
mos los apartados o secciones con algunos de los títulos
na 922, y en el breve Directorium, pág. 977. siguientes: TEXTO, COMENTARIO, EXPLANACIÓN. He aquí
• Cap, XI, n. 5, y cap. XII, n. 6. su significado.
TEXTO. Es el del libré de los Ejercicios. Para ma-
yor comodidad de todos nos ha parecido conveniente
repetir en cada punto la parte de los Ejercicios que a
éste le corresponde, pues ésta es la que con preferencia
se debe leer y saborear. Para que el texto sobresalga,
estará impreso en letra más pequeña, y al final se pon-
drá el número de referencia siguiendo la numeración
marginal adoptada un iversalmente en las ediciones mo-
dernas de los Ejercicios.
COMENTARIO, EXPLANACIÓN. Se refieren a lo que
escribimos para comentar o explanar el texto de San
Ignacio.
Damos el título de Comentario, a la declaración del
libro de los Ejercicios, y el de Explanación a la de las
meditaciones o contemplaciones. Algunas ideas expla-
nadas ya en la primera parte de este tomo, llamada TOMO I
Teoría, se repiten en el comentario de los lugares co-
rrespondientes de la tercera. Creemos que nadie tachará INTRODUCCIÓN
de inoportunas semejantes repeticiones; pues además de
que ahorran el hacer referencias a otros lugares, son
singularmente propias del libro de los Ejercicios.
PARTE PRIMERA

TEORIA DE LOS EJERCICIOS


ESPIRITUALES

CAPÍTULO

LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO


Y LA SANTIDAD

Todo el valor de los Ejercicios de San Ignacio, su


gran influencia en la vida de la Iglesia católica y su
misma razón de ser, se deben por entero a las relacio-
nes que tienen con la santidad. El mayor elogio que
puede hacerse de una cosa o persona es poder decir
de ella, que influye efiazmente en la santidad, puesto
que no hay perfección superior a ella ni en los hom-
bres, ni en los Angeles, ni aun en el mismo Dios. Es la
cosa de más valor de cuantas existen en el mundo y
aun en cierto sentido, es el fin adonde endereza Dios
todas las demás cosas.
Tratándose, pues, ahora de explicar, aunque sea su-
mariamente, la teoría de los Ejercicios de San Ignacio,
se ve la necesidad absoluta que hay de declarar las re-
laciones que tienen con la santidad; y claro que éstas
nunca serán bien conocidas, si antes no se adquiere un
concepto cabal de los dos extremos siguientes; a saber:
qué es la santidad y qué son los Ejercicios.
ordenadas a la misma santificación. El otro concepto es
el de la perfección de esta nuestra vida sobrenatural,
1. Lo que es la santidad y lo que son los Ejercicios Perfecci ón que, sobre sus constitutivos esenciales. exige
de las potencias arriba mencionadas una actuación ha-
Santidad en el más amplio sentido de la palabra, bitual, ordenada y perfecta que jerárquicamente ponga
significa perfección moral, y de ella así entendida han bajo su dirección todas las, facultades e inclinaciones del
hablado las literaturas de todos los tiempos y ésa han) hombre, superando cuantos obstáculos interiores o ex-
practicado, en mayor o menor grado, todas las teriores puedan sobrevenir.
zaciones, hasta las más degeneradas, según el ideal que Adviértase que estos dos conceptos de la santidad
cada una tenía formado del hombre. No hay por que pueden también estudiarse en los dos estados por que
señalar las diferencias y aun contradicciones y opuestos ha pasado la naturaleza humana llamados por los teó-
sentidos que se observan en la historia que se ha hecho logos-estados de naturaleza íntegra el uno, y de natu-
de la santidad, tornada en esta su significación amplí- raleza reparada el otro, sin hacer mención del estado
sima. Al presente no hablamos más que de la santidad de naturaleza pura que nunca ha existido.
cristiana, dando por plenamente demostrado que ella es Con la creación del primer hombre, existió el pri-
la única pura y total, pero admitiendo' sin embargo mero de dichos estados y su primitiva elevación al or-
que pueden encontrarse aun entre los paganos, actos den sobrenatural. Aquí el concepto esencial de la san-
buenos y virtudes verdaderas. tidad, además de la gracia santificante, de las virtudes
Santidad cristiana es la que tiene por maestro y mo- infusas y de los dones del Espíritu Santo, y aparte tam-
delo a Nuestro Señor Jesucristo. Ésta sola es la santi- bién de otras gracias extraordinarias, comprendía como
dad de la Iglesia católica, la que practicaron todos los peculiar suyo, el don de la integridad que ponia en
Santos y la que se esfuerzan por alcanzar cuantas almas orden perfecto todas las facultades del hombre y suje-
componen hoy el reino de Dios, o sea la Iglesia mili- taba- toda la vida sensitiva a la dirección y norma de la
tante. En ella hay que distinguir perfectamente tres co- razón. Por lo tanto en tal estado, el concepto de la per-
sas: su verdadero*** concepto, las leyes que rigen su vida fección de la santidad excluía las violencias así internas
y actuación en el hombre y los métodos para adquirirla. como externas que fuera necesario reducir a sujeción
Concepto de la santidad cristiana. — Una sola pala- jerárquica.
bra la define plenamente: es la divinización del hom** Este estado acabó para siempre con el primer pe-
bre en la presente vida, por la participación sobrena cado; y aunque Dios en su misericordia restauró de
tural de la vida divina. Tal santidad no la ha descu** nuevo en el hombre el orden sobrenatural, no le
bierto la ciencia humana y sólo la revelación nos la devolvió el don de la integridad, quedando él sometido a las
ha dado a conocer. Puede ser analizada bajo dos con- profundas y esenciales modificaciones que la tal nega-
ceptos más precisos: uno esencial, formado por los ele- ción acarrea, como sabemos por la revelación y más
mentos que componen el ser de la vida sobrenatural en concretamente por el Evangelio de Nuestro Señor Jesu-
el hombre, a saber: la gracia santificante, verdadera cristo.
alma que anima esta vida, las*** virtudes infusas y los Establecidas estas definiciones y distinciones y tra-
dones del Espíritu Santo, que vienen a ser como sus tando nosotros ahora de la santidad con el fin de rela-
potencias; y ademas de las grasias actuales, otras tam- cionarla con los Ejercicios de San Ignacio, hase de
bién sobrenaturales y permanentes que pueden existir advertir que la tomamos en su segundo concepto de
perfección y en relación con el estado de naturaleza En segundo lugar, el verdadero método de santidad,
reparada en que actualmente vive el género humano. cristiana ha de recoger toda la doctrina y los ejemplos
Leyes de la. santidad. — Tratándose aquí de una san- de Nuestro Señor Jesucristo, y esto de manera, que al
tidad que hemos conocido por la revelación divina y determinarse el hombre a seguir e imitar al Redentor,
nos ha sido dada para el perfeccionamiento del hom- lo haga movido del amor, que es el único agente que
bre caído por el pecado, se comprende que estas leyes da la seguridad de un obrar constante, suave y perfecto.
hayan de ser de dos órdenes distintos: unas provenien- En tercer término, todo método ascético ha de saber
tes de la libre voluntad de Dios y las otras sacadas o y no olvidar que Dios para cada persona tiene s eñalada
deducidas de la misma naturaleza humana. Las prime- una particular dispo sición a sí en el número y calidad
ras, claro es que no pueden tener otro maestro que el las gracias que quiere concederle, como respecto de
mismo Dios, el cual de hecho nos las ha dado a cono- los caminos humanos y divinos por donde lo quiere
cer por medio de la doctrina y ejemplos de Nuestro llevar. Por lo tanto para que el método ascético sea
Señor Jesucristo. Las segundas pueden ser cada día acertado, aunque proponga objetivamente y con la ma-
mejor comprendidas, profundizando en ellas mediante yor eficacia toda la perfección evangélica, respecto de
el estudio; pero ni las unas ni las otras son depen- los medios ha de dejar la última elección de los mismos
dientes de teorías humanas, ya que el hombre no pue- a la comunicación inmediata del alma con su Dios.
de inventar nuevas leyes de santidad ni mucho menos Conviene finalmente tener en cuenta la diferencia ca-
modificar las ya dadas por la revelación pública con- pital que existe entre la ciencia y la práctica de la
tenida en los sagrados libros. Lo único que en el caso santidad. Existe ciertamente la ciencia de la santidad
presente puede hacerse es, conocer más a fondo estas enseñada per los teólogos en el tratado de gracia, don-
mismas leyes y hallar manera de que los demás las de se estudian las causas externas de la vida sobrena-
conozcan mejor y las practiquen con más ahinco, va- tural, su íntima y formal constitución, las facultades o
liéndose para ello cada uno de sus talentos naturales potencias mediante las cuales ésta se desarrolla, los actos
o de la luz recibida por revelación particular. Todo que produce, los estimulantes que la avivan, los enemi-
esto nos lleva ya a lo tercero, o sea a los métodos para gos que la debilitan o la matan, y los efectos que pro-
adquirir la santidad. duce; es decir, toda una biología sobrenatural. Y con
Métodos de la santidad. — Los ideados por los hom- esta biología fundamental se juntan otras ciencias psi-
bres están sujetos a las mil variaciones de la condición cológicas o históricas que se dedican al análisis de los
humana y por lo tanto unos son disparatados, y otros fenómenos sobrenaturales, a clasificarlos y agruparlos y
pueden ser eficaces y aun perfectos. Los acertados y también a marcar las leyes reguladoras de cada especie
admisibles han de conservar íntegras las leyes de la o de cada período.
santidad, asi las que nacen directamente de Dios come La vida sobrenatural sin embargo es otra cosa muy
las deducidas de la naturaleza humana. La experiencia diferente de la ciencia que la estudia, al igual que se
de las aberraciones de los hombres ha puesto de mani- distingue la vida física de las teorías del naturalista,
fiesto los dos escollos donde han tropezado muchos de y la intelectual de las lucubraciones de los filósofos. La
esos sistemas representados por las dos grandes y típi- vida la posee sólo el que la vive y no el que , la estudia
cas herejías: la pelagiana, que deja malparados los dere- o contempla; y para vivirla intensamente*** hay que ali**
chos de la gracia divina, y la luterana, que destruye la mentarla con manjar apropiado, abundante y sano.
libertad humana. No es lo mismo santidad que ciencia de la santidad
y puede muy bien existir la una sin la otra. Un teólogo
San Ignacio no nos dió en ellos un libro científico
eminente puede ser un verdadero cadáver en punto a
o artístico, sino simplemente un métido
santidad, y un santo por su parte puede desconocer total- saber vivir la santidad en su grado más perfecto: un
mente la teología que enseñan los hombres y recibir libro lleno de vida y sumamente práctic o, hijo de la
sin embargo del Espíritu Santo un alto grado de más experiencia y a ella directamente encaminado.
elevada sabiduría, donde tengan mucho que aprender Jesucristo es en él el maestro, el mdelo y la vida misma,
los más sensatos de los teólogos. La experiencia de y San Ignacio quiso de sí mismo y del ejerci-
cada día confirma p l enamente estas suposiciones aprio-
rísticas. tante otros Cristos. Veamos cómo el libro llena las con-
diciones que debe tener un método de santidad que de
La verdadera ciencia de la gracia discurre por cami- veras tenga vida.
nos harto diferentes y no tan seguros como los de la En primer lugar enseña la santidad pura y total,
vida sobrenatural; y siendo ello así ¿cómo calificar a sacándola de la doctrina y de los ejemplos de Nuestro
una literatura empeñada en seguir por otras vías dei Señor Jesucristo; y es milagroso que su autor, hombre
todo arbitrarias y engañosas?
sin letras y desprovisto de libros y de maestros que le
Diríase que la osadía de los literatos crece cuanto enseñaran, llegara a compendiar la ascética evangélica
más elevada es la materia de que tratan, por ofrecerle tan cabal y eficazmente, asentándola en las leyes eter-
ella víctimas más preciosas que sacrificar a la propia nas del mundo moral y elevándola hasta la unión vital
fantasía o al sentimentalismo de sus lectores. La lite- con Jesucristo y aun con la divinidad misma. No menos.
ratura puede prestar muy buenos servicios a la santi- maravillan sus profundos conocimientos tanto de la na**
dad si se mantiene siempre en el lugar humilde que le turaleza humana como de las resistencias que ella opne
corresponde; y aun cuando lo haga, hay que andar en el camino de la santidad y su arte singular para
alerta para no confundir la santidad con los sentimien- pde
oneraciólsfuzíntm la misma intere-
tos estéticos, y vigilar también los sentimientos para sándolas en el negocio de la creación del hombre es-
que no se engolosinen con delectaciones fáciles, con piritual.
gran perjuicio de la luz sobrenatural y del temple de San Ignacio es un enamorado de Nuestro Señor
la voluntad. Ya nos advierte San Pablo que el atleta Jesucristo y deja que el amor al Redentor sea la única
debe abstenerse de cuanto pueda menoscabar su ener- fuerza, enérgica y dulce a la vez, que corte y arran-
gia. La vida de santidad, la ciencia y la literatura tie- que, edifique y piante, y cuando él ha acabado su obra
nen cada una sus métodos y procedimientos propios que y el fruto ya maduro de las resoluciones heroicas en
.nunca hay que confundir ni tomarlos indistintamente, punto a santidad, está para caer por su propio peso,
aunque todos en su esfera sean muy apreciables. Quien el Santo se retira discretamente y deja el alma a solas
enseña un camino práctico para adquirir la santidad, con su Dios, para que él y sólo él, declare a su cria-
realiza obra mucho más excelente que la del sabio des- tura cuál sea su divina voluntad. San Ignacio, pues, se
cubridor de grandes teorías o la del artista que va a limita al oficio de precursor. Del Bautista dicen los
la caza del sentimiento; sería por lo tanto gran error libros sagrados que vino «parare viam Domino, parare
seguir a éstos y no a aquél cuando se trata de vivir la Domino plebem perfectam»: por semejante manera los
vida sobrenatural. Ejercicios enseñan a preparar y disponer el ánima para
Vengamos ahora al libro de San Ignacio. ¿Qué son quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y des-
sus Ejercicios? pués de quitadas para buscar y hallar la voluntad di-
vina en la disposición de su vida para la salud del no han faltado gentes que se han regocijado con tan
ánima [ 1]. Son un método vivo y por lo tanto nunca fácil calumnia.
serán comprendidos si sólo se hace de ellos un estudio San Ignacio en el decir, es muy claro y exacto. Ya
teórico; es del todo necesario practicarlos tal cual son. en la primera de sus anotaciones arriba mencionada
No negamos que puedan ser estudiados teóricamente, dejó bien sentado, que los Ejercicios son para
pero si la teoría no pasa a ser experiencia propia, puede «preaydisonlámparqutdesíol
parar en defectuosa y aun desviada. afecciones desordenadas y hallar la voluntad divina en
Según lo dicho, el libro de San Ignacio, o mejor la disposición de su vida para la salud del ánima».
aún, la práctica del mismo, antes que método de la san- Ordenar total y definitivamente el amor del hombre,
tidad, debería llamarse molde de hacer santos y troquel es obra de Dios y así lo recuerda frecuentemente el
con que grabar en las almas la imagen de jesucristo. Santo y por eso mismo nos manda que en la oración
Éste y no otro fué el ideal del penitente de Manresa, pidamos al Señor que santifique nuestra voluntad.
y una vez experimentada en si mismo la fuerza crea- Los Ejercicios en treinta días nos dan la ciencia
dora de santidad contenida en los Ejercicios por é! práctica y la experiencia de la santidad ; es decir, el
aprendidos en la escuela de Dios, quiso encerrar en conocimiento de la verdadera doctrina de Jesucristo,
moldes eternos el ideal ya modelado y experimentado, el gusto espiritual de la misma y la experiencia de los
haciendo de sus Ejercicios un instrumento de aposto- pasos más difíciles que tiene que dar, quien se decida
lado de selección, fuerte y a la vez segurísimo. por la total y completa perfección evangélica. Expla-
Desde la misma Manresa, fué siempre este librito naremos estas ideas con el fin de conocer mejor la re-
milagroso el único tesoro de San Ignacio, su arma de lación que existe entre el libro de los Ejercicios y la
combate y su verdadera panoplia y palladium. Armado vida perfecta de santidad.
de él se fué a Tierra Santa y recorrió la Europa en-
tera, levantando a su paso enorme polvareda de admi-
ración y de odios. Y no fué su persona la causante de 2. Ciencia y experiencia de la santidad
semejante agitación, sino que toda se debió a los Ejer-
cicios, verdadera levadura evangélica que hace fermen- Además de la vida natural que todos los hombres
tar y se apodera de la masa que toca, y signo también vivimos, vida del cuerpo y vida del alma, vida de los
de salvación o piedra de escándalo, según el viento que sentidos y vida de las altas facultades del espíritu, vida
agita los espíritus. Forjador San Ignacio, y no vulgar del mundo animal y vida del inundo de la ciencia, del
sino de temple heroico, buscaba sólo los metales más arte y del amor, vida insignificante la de los individuos
preciosos para su trabajo, y en hallándolos, luchaba sin y vida dilatada y magnífica la de la sociedad ; aparte
descanso hasta conseguir llevarlos a la ardiente fragua digo de esta vida que viene consumiendo siglo tras siglo
donde los calentaba y martillaba hasta alcanzar el punto y generación tras generación los afanes todos de la so-
de fusión, que es el momento de grabar en ellos la ima- ciedad y de los individuos, hay otra vida, sobrenatural,
gen de Jesucristo. más elevada, más intensa y propiamente más vida, que
Sentido burdo y material darían a estas ideas los no es otra cosa que la misma vida de Dios en nosotros.
que creyeran que los Ejercicios de San Ignacio fabri** No somos nosotros esa vida, porque entonces sería ella
can santos ex opere operato, a estilo sacramental y en meramente natural; está muy por encima nuestro y es
el término prefijado de treinta días justos. Con todo mucho más elevada, como lo dice su mismo nombre
de sobrenatural, pero con todo nos es tan íntima y de de la teología, y la ciencia íntima que Dios nuestro
tal manera se compenetra con nuestro corazón, que Señor enseña por sí mismo a las almas humildes. Dios
llega a apoderarse de él con una fuerza superior y a ha dado a su Iglesia doctores para que guíen las al-
dominarlo, regirlo y transformarlo de un modo tan par- mas por el camino de la santidad, pero esos mismos
ticular, que viene a ser algo así como una sobrenatu- doctores tienen que aprender a su vez de esas mismas
raleza y una nueva creación: in ipso enim v ivimus, et almas que guían, como si ellas fueran un libro vivo,
movemur, et sumus 1 ; en él hallamos la vida y el movi- las soberanas maravillas que él deposita en lo más es-
miento y el ser. cogido de sus criaturas. Más aún, ni el mismo ver
Y aun siendo esto así, esa vida sobrenatural es co- tocar en otros la santidad, es comparable con la luz
nocida de muy pocos y es un verdadero misterio : vita que proporciona la experiencia propia, que es algo así
vestra est abscondita cum Christo in Deo 2 ; vuestra como entrarse por un mundo nuevo y cambiar de alma.
vida se oculta con Cristo en Dios; ni la carne, ni la Es cosa bastante parecida a lo que le sucede a los que
sangre, ni la ciencia, a pesar del arte que para per- han tenido la dicha de gustar anticipadamente en esta
suadir tienen las palabras de los hombres, puede dár- vida la bienaventuranza de la gloria, pues entonces se
nosla a conocer, porque es cosa reservada al espíritu dan cuenta de la nada de cuanto sabían, porque lo otro
de Dios, cuyo es el iluminar a todo hombre que viene está muy por encima de lo que se ve y de lo que se
a este mundo. siente y de cuanto antes había penetrado en el corazón
Y aun nos queda otro misterio que considerar : el sa- del hombre.
ber, que Dios les oculta a los sabios y prudentes estas Bajo este aspecto pueden distribuirse las almas cris**
maravillas y por el contrario las da a conocer a los tianas en dos grandes categorías : de un lado la mul-
humildes. Hecho que Jesucristo lo vió confirmado en titud de cristianos que saben que existe la vida sobre-
su predicación y le dió después estado de ley en su natural r no llegan a más; del otro, el núcleo, o ce-
Evangelio : Ita, Pater, quoniam sic fuit placitum ante náculo de los escogidos que la experimentan. ¡Cuánta
te 3 ; así sea, Padre mío, puesto que así lo habéis que- y cuán grande es la diferencia entre la teoría y la prác-
rido. Nadie conoce al Padre si no es su Hijo y aque- tica, entre la idea de una cosa y su realidad, entre la
llos a quienes el Hijo se lo revela. Sólo de él nos pue- ciencia y la vida! Con toda propiedad puede decirse, que
el alma que está en gracia posee la vida divina, puesto
de venir el espíritu de sabiduría y de revelación para
conocerle, y aquel mirar iluminado del corazón, que como dijimos arriba tiene lo esencial del estado de
ilum*
la santidad, es decir el núcleo germinal de la misma;
natos oculos cordis 4, con que llegamos a conocer cuál
con ello tiene luz, pero ésta es sólo la centellita bru-
sea la esperanza encerrada en nuestra vocación y cuánta mosa de que habla el apóstol San Pedro. Otro grupo
la riqueza de su herencia gloriosa en los santos. hay de almas predilectas en las que la santidad llega
No es la misma, ni mucho menos, la ciencia de los a ser un árbol frondoso y la luz interior se convierte
libros aun incluyendo la que se aprende en la escuela en fragua ardiente de llamas vivas.
La conversación ordinaria sobre el mundo sobrena**
1 Act., 17, 28. tural, es algo así como el hablar de países desconoci-
2 3.
Col., 3, dos. Algunos hay con todo que vibran y se animan
Mat., II, 26. hablando de él, a semejanza del afortunado viajero que i
E ph., 1, 18.
recorrió aquellas tierras, las conoció y las vivió. La
mayoría de los hombres dedican a la santidad un pen- tidad, corno nos consta por el mismo Jesucristo, y sien-
samiento, algún afecto y hasta algún esfuerzo para con- do cosa manifiesta que ésta es obra simultánea de la
seguirla. La minoría iluminada, le consagra su vida en- gracia divina y de nuestra cooperación a ella, forzo-
tera; y consiguientemente la vida de este mundo tiene samente ha de existir en la economía de Dios una ley
para los primeros un interés capital y para los segun- que asegure la concesión de un mínimo de luz y de
dos apenas vale nada; para los primeros es algo real fuerza a todos aquellos que de su parte hagan cuanto
que los domina y para los segundos sólo una sombra les sea posible por alcanzar esta verdadera tierra de
fugaz ; para aquéllos un ideal quee los subyuga, par promisión. *
éstos un pesado estorbo; los primeros se dan a gozarla Presupuesto todo esto, podemos definir ya la rela-
con fruición, los segundos la soportan armados de ción que guardan los Ejercicios con aquella vocación
paciencia. amorosa con que de una manera especial es llamada , el
Jesucristo muda a los hombres de un estado en otro alma a la santidad. San Ignacio conoce muy bien aque-
cuando y como él quiere y sin que nada ni nadie sea lla hora de Dios en la que él entra, sale y mueve el
capaz de inutilizar la luz y la fuerza de su divina gra- alma y la lleva arrebatada en el amor de su divina ma-
cia. Después, el Espíritu Santo toma a su cargo el con- jestad, sin necesidad de preparación anterior, lo cual
tinuar la obra comenzada de una creación espiritual sólo es propio del Creador [330]. San Ignacio había
más elevada que todo lo visible, llevando las almas a experimentado en sí mismo este aletazo omnipotente
una nueva vida. El tiempo y el momento de estas gra- del llamamiento divino y tuvo por gracia suprema este
cias, no están al alcance de los hombres, porque cl tiempo de verdadera predestinación. «El primer tiem-
Padre en su omnipotencia se lo ha reservado para sí po, dice él, es cuando Dios nuestro Señor así mueve y
ni los mismos Santos que sintieron el golpe omnipotente atrae la voluntad, que sin dubitar la tal ánima devota
de esa gracia que les robó el alma, están capacitados sigue a lo que le es mostrado; así como San Pablo
para descubrirnos el secreto. y San Mateo lo hicieron en seguir a Cristo nuestro
Dura y perdura en la Iglesia de Dios el gran Señor» [175].
milagrodecónJsúqureoctamnl Pero San Ignacio sabe muy bien que esto es cosa
mundo y llama a quien él quiere y toma lo que es suyo del todo extraordinaria, y por lo mismo, prescindiendo
así en las tranquilas playas de Galilea, como en las de este caso excepcional, traza él dos caminos regulares
agitadas puertas de Cafarnaún v en los caminos hos- y normales: uno el de la experiencia sacada de las con-
tiles y belicosos de Damasco. Si así Jesús lo quiere, solaciones, desolaciones y discernimiento de diversos es-
todos los dias pueden convertirse para un alma en píritus; y el otro, el de la deliberación y elección repo-
aquel venturoso dies venit,qtuare,flion sada y racional, fruto ésta de una previa labor sobre el
omnia**: laetemtur et nos in viam, tua reducti dextera espíritu, a fin de librarlo de toda afección desordenada,
el dia de Dios en que todas las cosas se visten de her- iluminarlo con luces sobrenaturales y encenderlo en vi-
mosura y se goza la inmensa alegría de haber hallado vos deseos de la santidad total [176 y 177].
de nuevo el camino, guiados por la diestra mano del Los Ejercicios, pues, no son más que esto: un sitio
Altísimo. desde donde el Señor llama de una de las dos maneras
Habiendo sido llamados todos los hombres a la san- dichas: una excursión a la prometida tierra de la vida
sobrenatural de la cual se vuelve no sólo conociéndola;
Himno de Laudes en la Cuaresma. sino habiéndola también experimentado. Para que esta
nuestra afirmación no pueda parecer temeridad y pre- rechamente ordenadas en su servicio y alabanza; final-
sunción, la aclararemos convenientemente. mente llamo consolación todo aumento de esperanza,
fe y caridad y toda leticía interna que llama y atrae
a las cosas celestiales y a la propia salud de su áni-
3. Segura eficacia de los Ejercidos ma, quietándola y pacificándola en su Criador y Se-
ñor» [316].
Según San Ignacio, un solo impedimento puede de** Por el contrario, llama «desolación espiritual» al
tener y desviar al hombre que de veras busca la san- gusto tenaz por I a vida natural y de desprovisto de conso**
tidad, y es el de sus propias afecciones desordenadas; lación. «Llamo desolación el contrario de la consola**
entendiéndose por tales no tan sólo las pecaminosas, **ción; así como escuridad del ánima, turbación en ella,
sino también las que uno tiene a las cosas no por su moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de va-
valor espiritual y moral como lo exige la voluntad de rias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia,
Dios, sino en contra de él, o prescindiendo del mismo, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia,
o no dándole siquiera el aprecio y valor que le corres- triste, y como separada de su Criador y Señor» [317].
ponden. Quien de veras y en el momento actual, arran- Supone San Ignacio, y muy razonablemente, que en
que de su alma todas estas afecciones desordenadas, el producirse en el alma estos estados de ánimo tan
está bien dispuesto y preparado para que Dios le pon- diferentes, influyen dos espíritus contrarios entre si,
ga en camino de la prometida tierra de la santidad, que son Dios y el demonio, y que nuestra cooperación
o, como él dice, «para buscar y hallar la voluntad divi- tiene también una grande eficacia en uno u otro sen-
na en la disposición de su vida para la salud del áni- tido; pero por encima de todo ello, :Dios interviene de
ma» [i]. San Ignacio, en consonancia con esta doctrina, manera especial- en el alma que practica los Ejercicios
ordena y dirige eficacísimamente sus Ejercicios a la para que salga victoriosa de esta lucha espiritual y a
extirpación de todas esas afecciones desordenadas, de su vez perfectamente iluminada para saber buscar y
suerte que el que los haga cual conviene, puede de hallar la voluntad de Dios. Tan seguro está de que los
hecho llegar a esa pura disposición de espíritu, y esto Ejercicios proporcionan una tal gracia, que llega a po-
conseguido puede estar cierto de que Dios le hablará. ner en duda la fidelidad del ejercitante a quien «no le
¿Cómo? vienen algunas mociones espirituales en su ánima, así
San Ignacio tiene su terminología propia que no de- como consolaciones o desolaciones, ni es agitado de
bemos desconocer. Él llama ~ilación espiritual» al varios espíritus» [6].
gusto de la vida sobrenatural y a la ciencia experimen- Pero esta certeza que de sus Ejercicios tiene San
tal de la misma de que hablábamos poco ha. «Llamo Ignacio ¿en qué se funda? En dos cosas. Primeramente
consolación, dice él, cuando en el ánima se causa al- en que los Ejercicios encierran en sí lo que él llama
guna moción interior con la cual viene la ánima a in- «la vera doctrina de Christo nuestro Señor» [164] com-
flamarse en amor de su Criador y Señor y consecuenter pleta, purísima y propuesta de la manera más conve-
cuando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra niente para ganar al hombre valiéndose del ejercicio
puede airar en sí, sino en el Criador de todas ellas. ordenado de todas las facultades humanas. Realmente
Asimismo cuando lanza lágrimas motivas a amor de su en ellos está toda la santidad evangélica contenida en
Señor, agora sea por el dolor de sus pecados, o de la las grandes verdades y en los grandes ejemplos con
pasión de Christo nuestro Señor, o de otras cosas de- los que Jesucristo quiso revelárnosla; santidad que los
Ejercicios no la proponen a los hombres siguiendo ca- más profundos conocedores del alma de los Ejercicios.
minos nebulosos, fantásticos y expuestos a ilusiones Ya en el primer capítulo de su directorio plantea la
peligrosas de la imaginación, sino mediante el uso de cuestión en los siguientes términos: ¿A qué es debido
las potencias humanas, iluminadas por el mismo Dios que se saque de los Ejercicios tanto y tan gran fruto?
cuando tratan de alcanzar la verdad. Esta parte de los
Ejercicios es la que podemos llamar divina, así por la Dando por supuesto, responde él, que la divina bondad
doctrina revelada que encierra, como por haberla re- está de suyo inclinadísima a transformar las almas con su
gracia y que prefiere conceder gracias importantes más bien
cibido San Ignacio de enseñanzas sobrenaturales y no
que pequeñas; si tales dones espirituales no se reciben, o si
con el uso de aquellos medios humanos que de ley
no se reciben con una intensidad totalmente transformadora,
ordinaria suelen iluminar, educar y dirigir a las almas. deberá ser seguramente, o que los pecados lo impiden, o que
Así nos lo confirma él mismo en su autobiografía y con apegados a las criaturas no nos acercamos a Dios, o que lo
sobrada razón podía poner él toda su confianza en la hacemos en todo caso con tibieza y poca voluntad. Tres
parte aquí descrita. parecen ser las cosas que debería el hombre poner de su
Además, esta confianza se apoya en un segundo mo- parte: primero, aspirar a grandes cosas, dignas de hijos de
tivo, y es, el acoplamiento de todas las energías hu- Dios y deseadas con intención rectísima; en segundo lugar,
manas aplicadas al servicio del fin sobrenatural que se buscar estas mismas cosas por los medios que la divina Pro-
propone, acoplamiento que constituye la parte humana videncia tiene convenientemente señalados; y por último
del arte ignaciano y que es en verdad una obra acabada cooperar con todo el esfuerzo posible de nuestra parte.
de psicología, de pedagogía y de humanismo completo Ahora bien: todo esto se practica admirablemente en los
y solidísimo que a su tiempo aclararemos. Ejercicios; en cuanto a lo primero, los Ejercicios purifican
totalmente al alma del pecado y de sus reliquias, dispo-
Treinta días continuos permanece el hombre de cara niéndola para una gran pureza en lo futuro; la iluminan
al gran problema consagrándole las fuerzas todas de para el conocimiento de nuestro divino Redentor y para la
su alma. ¿No es bien claro que esfuerzo semejante no elección del estado de vida y del camino seguro que ha de
lo hace el hombre por negocio alguno terreno, aunque llevarla a la gloria de Dios y su eterna felicidad, a cubierto
se cuente éste entre los de mayor trascendencia? Y en de los engaños de sus enemigos; y la inflaman por fin en
consecuencia ¿no es igualmente cierto que cuantos ha- el amor de Dios, de modo que constituya el único móvil de
cen los Ejercicios de San Ignacio, pueden tener plena todas sus acciones. ¿Puede el hombre tener aspiraciones
conciencia y seguridad de que por su cuenta han hecho más elevadas?
lo humanamente posible para entrar en la tierra de pro- En cuanto a lo segundo, el medio que principalmente em-
misión, o sea en el imperio de la santidad? Por lo tanto, plean los Ejercicios es la oración, sólidamente fundada en
la convicción de San Ignacio de que tales hombres re- materia y método y puesta al alcance tanto de los que em-
cibirán de Dios especiales gracias para conocer la vo- piezan como de los que ya van adelante. Vienen luego los
luntad divina y ordenarse a sí mismos siguiendo la sacramentos de penitencia y eucaristía bien recibidos, la
mortificación corporal, la dirección llena de prudencia y
perfección, no tiene nada de temeraria o presuntuosa;
humildad, las leyes de vida espiritual muy bien aplicadas al
antes bien está fundada en el modo de obrar de la divina examen de conciencia, al discernimiento de los movimientos
Providencia cuando trata de santificar las almas. internos y a la elección de todas las cosas conforme a la
Me es mu y grato poder confirmar estas ideas con las voluntad de Dios, etc. Ni la Sagrada Escritura ni los ejem-
que explana en su Directorio el Padre Polanco, uno de plos de los Santos nos señalan medios de santidad mejores
los hombres más en contacto con San Ignacio y de los que éstos.
Y en cuanto a lo tercero, de aplicar todo nuestro esfuerzo se espantaban de ver lo mucho que les quedaba todavía
a la cooperación con la gracia divina, no parece que pueda por saber, a pesar de todos sus estudios, lecturas, libros y
hacerse más de lo que los Ejercidos totales y perfectos or- disputas. El menor de los sentimientos internos que suele
denan. Pues en primer lugar, con la soledad absoluta, apar- Dios comunicar en los Ejercicios, llena el alma de un gusto
tan al hombre de todos los impedimentos externos y de todos y consolación extraordinarios. Pero lo que más admiración
los internos mediante la plena aplicación de entendimiento me causa es que, siendo así que nuestros Ejercicios nada
y voluntad y de todo el empeño, industria y diligencia posi- tienen rebuscado, nada que no esté ya en los Evangelios
bles al mayor adelanto en los caminos del Señor. Lo cual se y en la doctrina de los Santos; siendo todo en ellos verda-
hace recogiendo todas las fuerzas del espíritu y concentrán- des comunes y patentes a cualquier teólogo y obvias a cual-
dolas en un solo punto, no contentándose con solos deseos, quier hombre de la vida espiritual, ¿de dónde les viene su
sirio llegando hasta la misma ejecución. ¿Será, pues, de ex- eficacia en las almas para así formarlas en piedad y de-
trañar que se prodigue la divina Bondad en gracias copiosas voción? Pues vemos a cada paso que salen hombres de
extraordinarias de santificación, y que en un mes con- los Ejercicios tan transformados y tan fervorosos, que son
siga el hombre más luz sobre la disposición de su vida, más la admiración de todo el mundo, hasta el punto de que no
conocimiento y amor de Dios, más sólido progreso en las falta quien tome de ello ocasión para sus detracciones y
virtudes que en largos años de vida? Transformado de este calumnias, atribuyéndolo todo a fruto de malas artes.
modo el corazón, no es de admirar que aparezcan también Varias son las fuentes que de ese poder y eficacia de los
grandes transformaciones al exterior 1. Ejercicios podrían señalarse: p. e., la heroica concentración
total del espíritu, la confianza con que se entra en ellos, la
Muy sabiamente advierte el P. Polanco, que por más soledad, la oración continua, el método de proponerlos, la
que el hombre ponga todos sus esfuerzos y aplique los prudencia del Director, la exacta observancia, el buen orden
medios más aptos para adquirir la santidad, su con- en todo y la ayuda con que puede contarse en toda tur-
fianza no ha de estribar en estas cosas, sino solamente bación. Sin embargo, todo esto es humano; yo acostumbro
en la infinita bondad y misericordia de Dios 2. a predicar que se trata aquí de una gracia especial de Dios.
hermanada con la gracia de nuestra vocación y de nuestro
La misma o mayor intimidad aún que el P. Polanco, Instituto, mediante la cual nos otorga Dios benignamente el
tuvo con San Ignacio nuestro P. Jerónimo Nadal y en que nos impregnemos primero nosotros íntimamente del pri-
todo coincide con él en esta materia de la eficacia de mitivo espíritu evangélico de su Hijo, para tener después
los Ejercicios, expresando su pensamiento con las si- virtud de imprimirlo en los demás. Esta gracia, a mi enten-
guientes palabras, llenas de místico y ferovoroso sen- der, es la que a las cosas de los Ejercicios y a su método
timiento: comunica esa particular energía y eficacia que tan íntima-
mente conmueve los espíritus a la piedad y a la devoción 1.
Nada me admira tanto como ver que hombres llenos de
ciencia, incluso excelentes teólogos que en un principio des- La experiencia prolongada ha venido en confirma-
p reciaban o impugnaban los Ejercicios a pesar de no des- ción de esta tan bien fundada esperanza en la eficacia
conocer nada de lo que en ellos se propone, me admira, de los Ejercicios, pues son numerosas y de grandes
digo, que después de haberlos hecho se moviesen y cam- méritos las almas que en los Ejercicios de San Ignacio
biasen hasta el punto de andar diciendo con grandes pon- han oído la voz de Dios y han entrado en la tierra de
deraciones que sólo entonces empezaban a ser teólogos y que promisión y -como los exploradores israelitas, han vuelto
de ella mostrando en sus vidas frutos ubérrimos de
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, págs. 797-799.
Ibíd., pág. 804. 1 Epistolae P. Hironymi Nadal, IV, págs. 667 y 668.
santidad alcanzados por su medio. Y para no traer aquí actualidad con almas tan santas como las que existie-
ma larga lista de nombres, sólo anotaremos, que la ron en los mejores tiempos de la Iglesia, y las da a
Compañía misma de Jesús es en todo su ser hija de los conocer, cuando él quiere, siguiendo los altos designios
Ejercicios, que San Ignacio es su primera y mejor con- de su providencia, o por el contrario las mantiene ocul-
mista, y que fruto igualmente suyo son los primeros tas en el recinto escondido de Nazaret sólo conocidas
compañeros de Ignacio en París, lo mismo que los de la divinidad, sin que por ello disminuya un punto
2-andes hombres que han seguido en pos de éstos y la intervención eficaz de las mismas en la salvación
lenan y engrandecen la historia de la Compañía cuatro del mundo. Los hombres nos pagamos mucho de las
reces secular. Y el fruto no se limita a ésta, sino que apariencias, pero Dios estima en más las realidades
a misma Iglesia de Jesucristo se adorna aunque ocultas. Enseñados por la experiencia, que es
espléndidamente con multitud de santos y santas que deben su san- mejor maestra-que los sentidos, podemos y debemos de-
idad a los Ejercicios. cir, que rara es la tanda de Ejercicios en la que no poda-
mos señalar algún cambio notable en punto a santidad.
Dejando aparte estos y otros semejantes secretos de
4. Ejercicios típicos la providencia de Dios, es innegable que la dificultad
Acomodaciones. — Corrupciones presente tiene mucha fuerza y que se hace necesario
darle alguna solución que ponga en salvo y fuera de
¿ Habrán perdido ya los Ejercicios de San Ignacio toda duda la eficacia indudable de las razones arriba
su eficacia primitiva? La experiencia del pasado que aducidas. Con libertad, pues, y con sinceridad evangé-
staba en su favor ¿no ha sido anulada por la del pre- lica señalaré la causa principal de semejante anomalía,
ente, o al menos rebajada en su valor por lo que aunque a muchos les haya de sorprender la explicación
vemos en nuestros días? A tales preguntas hay que dada.
darlesunptdicerayv. Y puestos en ello, afirmamos que entre la multitud
El número de los que dan o practican los Ejercicios, incontable de los que anualmente practican. los Ejer-
s en nuestros días mayor que nunca. Tan sólo en cicios, son muy pocos los que hacen los verdaderos
Barcelona se cuentan por millares las personas que Ejercicios de San Ignacio, es decir, los que con toda
anulmetscog ridesantfcó,y propiedad calificamos de típicos o fundamentales. El
uitar nada a la positiva y gran eficacia que en la re- Santo, tan parco de ordinario en palabras, trata en tres
ovación y conservación de la vida cristiana tiene largas anotaciones, las últimas de las veinte que pone
semejante práctica, hay que confesar paladinamente que al principio de su libro, de las diferentes clases de per-
e ella no salen los frutos de santidad extraordinarios sonas que pueden presentarse a hacer los Ejercicios,
que nos permitían las consideraciones anteriormente y clasificándolas por su edad, fuerzas físicas, capacidad
expuestas. Practican también los Ejercicios de San Ig- y disposiciones morales, determina con toda precisión
acio, y con mayor interés y empeño, las clases más la parte que ha de dárseles, cuidando de no imponer a
scogidas de la Iglesia, cuales son los sacerdotes y las nadie más carga de la que buenamente puede llevar con
comunidades religiosas; y justo es confesar, que ni aun provecho de su espíritu. La mayoría de los ejercitantes,
hí son frecuentes los grandes ejemplos que eran de bien sea por su limitada capacidad o por no buena dis-
sperar. ¿Qué responder a tamaña dificultad ? posición moral, sólo pretenden «instruirse» o «llegar
Seguros podemos estar de que Dios cuenta en la hasta cierto grado de contentar su ánima» como con
frase gráfica lo hace notar San Ignacio [18]. Ordena,
pues, el Santo que a sujetos de tal condición, sólo deben Jamás soñó Ignacio con la multitud para llevar
dárseles los ejercicios que él llama «leves» y que con a cabo sus ideales, antes por el contrario confió en los
pocos, pero éstos, hombres de gran valor espiritual.
ellos no se malgasten el tiempo y las energías que deben
Atento siempre a cuanto le rodeaba, si la ocasión ponía
emplearse en aquellos que pueden y quieren hacer los
Ejercicios, siguiendo el orden y la pauta del libro al alcance de su mano uno de esos hombres excepcio-
Ipro digioso. nales tenía por la más santa y provechosa ocupación
del apóstol entregarse por completo a la formación espi-
Y estos tales ¿quiénes son? Pues los que, según San
ritual de una tal alma, dando de mano a todo otro minis-
Ignacio, tienen o son «de mucho subiecto» ; es decir, terio, como si de ello dependiera la salvación del mundo
hombres dotados de grandes cualidades intelectuales y entero. Llegado este caso, el Santo se desentendía de
morales, de suficiente salud corporal, que dispongan de las demás ocupaciones, se retiraba con este hombre al
tiempo, aunque de esto último pueda en parte prescin- sitio más recogido de cuantos conocía y allí se pasaba
dirse cuando acompañan las otras cualidades, y sobre el mes entero, a disposición noche y día del ejercitante,
todo que presenten una gran voluntad; es decir, «que]
explanándole las meditaciones, explicando los documen-
en todo lo posible deseen aprovechar» [20].
tos contenidos en su libro, resolviendo sus dudas o disi-
Asesorado San Ignacio por una larga experiencia pando las turbaciones de su espíritu. Con este proceder
de años, hizo constar en sus Constituciones, que seme- y método ganó a sus primeros compañeros y de los
jantes hombres son muy escasos y que por lo mismo se
Ejercicios salieron un Javier, un Fabro y un Laínez.
han de dar los Ejercicios completos «a raras personas,
o que quieran determinar del estado de su vivir» 1 ; o Si los Ejercidos de San Ignacio son esto y no otra
como dice en otro lugar: «Los Ejercicios espirituales cosa diferente, ¿qué decir de los que cada año haced
enteramente, no se han de dar sino a pocos, y tales, esos numerosos grupos de hombres, faltos por lo regu**
que de su aprovechamiento se espere notable fructo a lar de las grandes disposiciones que exige el Santo
gloria de Dios» 2. a les que, ni en la materia ni en la forma, se les pro**
Atendida la condición de nuestra naturaleza, se com- ponen todas las contemplaciones y documentos que ex**
prende fácilmente que será siempre corto el número de pone este gran maestro de la santidad? Diremos que sí,
las personas que reúnan las condiciones exigidas por que hacen Ejercidos de San Ignacio, pero no los
Ejercicios genuinos; que los dichos ejercicios son adapta-
San Ignacio, sin que esto mengüe la trascendencia de
ciones prévistas y aun queridas por el Santo para cuan-
los Ejercicios ni en los particulares ni en la sociedad, do otra cosa mejor no se puede pedir, pero en manera
ya que el reino de los cielos lo compara Jesucristo con
alguna el ideal de su obra; que son, valiéndonos de
cosas menudas que bajo la acción del Espíritu Santo sus mismas palabras, predicaciones para «instruirse y
crecen y se desarrollan grandemente. El grupo legítimo para llegar hasta cierto grado de contentar a su áni-
de apóstoles, todo actividad y dispuesto al sacrificio ma» [18]. Santos y buenos Ejercicios que anualmente
hasta morir, será siempre el « pusillus grex» del Evan-
gelio 3 . nutren la vida sobrenatural de todo un pueblo de bue-
nos cristianos. Ejercidos dignos de que sean promo-
vidos entre todos los grupos y jerarquías, empezando
P. IV, C. 8, n. 5, E. por los sacerdotes y acabando por las clases ínfimas
P. VII, C. 4, n. 8, F. de la sociedad. Creemos, y la experiencia misma lo ate s
Lc***., 12, 32.
-tigua,qenohymsriptualnáoi
más eficaz que éste, y estamos firmemente persuadidos,
como más arriba insinuábamos apoyados en ejemplos en los mismos pedregales y zarzales y la gracia de Dios
consoladores, de que Dios saca siempre de la copiosa no se niega a nadie, por semejante manera la doctrina
multitud de ejercitantes, almas selectas a las que por de la santidad debe ser anunciada a la luz pública y
sí mismo les descubre perfecciones que no fueron pro- desde lo alto de los tejados para que llegue a todas par-
puestas al grupo y forma con ellas su reino y su sacer- tes y fructifique allí donde Dios lo tiene dispuesto.
docio, según frase de la Escritura. Cuando se platica a uno y en particular, toda pruden-
Para todos es cosa evidente, que de los cia es poca, corno enseña San Ignacio; pero hablando
confesonarios salen almas más santas que los confesores y direc- con el pueblo de Dios, hay que imitar a Jesucristo en
tores que las guían, y aquí podemos decir que algunos su sermón de las bienaventuranzas, donde declara las
espíritus privilegiados, sacan de los ejercicios y predi- leyes del reino evangélico, no tan sólo a los apóstoles
caciones espirituales una perfección más elevada que y a los amigos, sino a la gran muchedumbre venida del
la propuesta por el predicador. La planta de la santi- llano y de las montañas y hasta de los confines de Tiro
dad nace y crece llena de lozanía en las tierras por y de Sidón. Muchos son los llamados aunque son pocos
donde pasa el espíritu de Dios; pero hay que conceder / los escogidos, y palabra que sale de la boca de Dios,
que la cosecha espiritual y las profundas transforma- jamás vuelve vacía y sin fruto.
ciones de las almas, abundan y se dejan ver más, desde Para entender bien y conocer a fondo el libro de
que los Ejercicios se vienen dando en completo retiro San Ignacio, hay que dejar bien sentada la siguiente
y se ajustan más a las normas ignacianas. Con todo verdad fundamental: los Ejercicios no se limitan a ser
no se ha de disimular, que es para los Ejercicios un despertador de pecadores dormidos, o provechoso en-
serio peligro esa misma frecuencia de exponerlos de tretenimiento espiritual de aquellos que han fijado ya
manera tan reducida, aunque provechosa; pues muchos los grados de su vida cristiana sin ánimo de pasar
pueden llegar a creer que los Ejercicios son eso que han adelante, sino que sobre todo y principalmente son ellos
visto y nada más que eso. Por esto no pasa San Igna- una fragua donde forjar santos adornados con todas
cio, ni debemos pasar nosotros. las perfecciones de la santidad evangélica y apostólica;
La altísima perfección apostólica que Jesucristo en- e para decirlo con más precisión, son un troquel para
seña en los Sagrados Evangelios (la misma proponen reproducir la imagen perfecta de Jesucristo en cuanto
los Ejercicios), no es tampoco muy predicada desde los lo permiten las imperfecciones inevitables de la natu-
púlpitos ni expuesta en los libros usuales de piedad, y raleza humana.
sin embargo continúa la Iglesia anunciándola al pue- Por nada hay que acallar el llamamiento valiente y
blo en la santa misa a semejanza de Jesús que la pre- sonoro que hace San Ignacio a la imitación de la vida
dicaba al aire libre y desde las montañas para que se apostólica, a la vida militante de pobreza, de dolor y
esparciera por el mundo entero. Qui habet aures audien- humillación y a seguir los ejemplos de nuestro Señor
di, audiat 1 : el que tenga capacidad para entenderlo, Jesucristo, so pretexto de que el mundo no está dis-
lo entenderá. puesto a oír semejante estampido; porque sucedería en-
Así como el sol de los cielos sale para todo el mundo tonces lo que ya aconteció en siglos pasados, es decir,
y la semilla del buen sembrador cae abundante aun que dejaría de oírse en el mundo la palabra más divina
del Reino de Dios, y los Ejercicios, además de muti-
Mt, 13, 9. lados, quedarían reducidos a un vulgar novenario de
verdades eternas y hasta las mismas meditaciones de los
novísimos perderían aquel gusto y sabor especial de
como de consuno lo reclaman la verdad. la honestidad
que las reviste San Ignacio. No es el terror lo que el y su misma eficacia.
Santo predica, puesto que nunca él lo sintió ni aun en Las consideraciones hechas explican perfectamente
los primeros tiempos de su conversión; sino el amor más el por qué los Ejercicios parecen haber perdido aquella
subido que arrastre al hombre a dar el todo por el todo, eficacia trascendental para infundir la santidad que les
y si es posible, a corresponder con la misma muerte al es propia. En todos estos casos, la culpa hay que acha-
Redentor que «de Criador es venido a hacerse hombre, carla por entero al predicador que se mete a hablar
y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por por cuenta propia y nunca a San Ignacio cuya pater-
mis pecados» [53]. nidad se usurpa tan temerariamente; y anotemos tam-
Y la falta subiría de punto y sería mayor el pecado bién que de ley ordinaria el fruto de los Ejercicios anda
si bautizáramos con el benemérito nombre de Ejerci- ligado con la acción del predicador, y que por lo tanto
cios de San Ignacio a simples entretenimientos espiri- es él el primer factor en orden al fruto que ellos están
tuales, a disquisiciones filosóficas, a conferencias de llamados a producir. Entiende el Santo que los Ejerci-
sociología, a discursos oratorios huecos y de vana pa- cios se proponen por alguien y que este tal debe estar
labrería, a discreteos femeninos o feministas, o bien a plenamente imbuido de su espíritu, y en tal caso vienen
entretenimientos literarios que la moda pone en circu- muy a cuento las palabras del apóstol San Pablo: la
ación por temporadas, cual ocurre a menudo con los fe por el oído, el oído por la palabra y ésta por el
vestidos. predicador 'enviado del Señor 1 . Si no se dispone de
Todas estas maneras de ejercicios podrán ser consi- predicadores llenos del espíritu de Cristo y con expe**
leradas como cosa lícita o tolerable si se hacen como riencia propia de la total fuerza de los Ejercicios, y que
conviene y bajo la responsabilidad de un nombre en su predicación viertan no sus propios pensamientos,.
propio; pero si no se hacen de manera conveniente o se sino las verdades del libro de San Ignacio, ni podernos
as quiere adornar con el título de «Ejercidos de San ni debemos exigir frutos de maravillosa santidad. '
Ignacio», se las podría tomar por un crimen de
acumlión(*ojpágacrtd)emonfals,dprveióngusto
espiritual de los auditorios y hasta de corrupción del 5. Comentarios de los Ejercicios
sagrado ministerio del predicador. A los que esto inten- Entre el libro de San Ignacio y el predicador que
aran les podría echar en cara San Ignacio el nescio explana sus meditaciones, toma puesto a menudo otro
os**1 del Evangelio: ni os conozco ni podré jamás re- libro, el del comentarista, verdadero intermediario y de
onocer como mío lo que tan sólo es una corrupción gran influjo tanto para el bien como para el mal. Direc-
empobrecimiento de mi obra. Omnia tempus habent, tores hay que no tienen más mira que hacerse con un
todo lo que sea honesto puede llegarle su tiempo, dada tal glosador y dar a sus ejercitantes lo que en él hallan
variedad riquísima del ministerium verbi admitida escrito. Proceder es éste deplorable a todas luces, y
or la Santa Iglesia; pero lo que en ningún tiempo mucho más si esos directores no se cuidan por lo menos
se*rálícito,mzagserntucoa de convertir en sustancia propia, mediante la medita-
tras y juntarlas mediante estériles y monstruosos ma- ción, los pensamientos de los otros. Y aun algo peor ;
dajes. Respetemos siempre las esencias de las cosas el que no pocas veces los tales libros desbancan al
Mt., 25, 12. Rom., 14-18.
Director y muchos se dan a hacer Ejercicios sin más vez, para predicar más con el ejemplo que con las pa-
bagaje que algunas lecturas meditadas. labras, se entregó de lleno al estudio del texto igna-
Añadamos aún otra consideración. Un libro está al ciano traduciéndolo y comentándolo con escrupulosa
alcance de cualquiera y no sabiendo su autor en qué fidelidad. Su ejemplo fué el comienzo de toda una ge-
manos vendrá a caer, mal podrá cumplir éste con la neración brillante de comentaristas auténticos en la que
recomendación de San Ignacio de que la materia de Cataluña cuenta con uno de los primeros, el Padre Jai-
meditación se acomode a la condición de las personas. me Nonell, autor de libros meritísimos. Siguiendo el
De ello se siguen un mal y un bien; el mal de no camino abierto por esta escuela, única en verdad que
dirigirse a un público conocido y estudiado, y el bien de al frente de sus libros puede estampar el glorioso nom-
la libertad que esa misma imprecisión da para expo- bre de Ejercicios de San Ignacio, vamos a declarar
ner los Ejercicios de San Ignacio íntegramente y sin brevemente estas dos cosas: cuál ha de ser el carácter
ningún género de limitaciones o atenuaciones, dejando de un legítimo comentario y cuál el uso que de él pue-
que cada uno tome de ellos cuanto necesite. den hacer los que quieren practicar los que llamamos
Atendidas estas razones y otras por 'el estilo que se Ejercicios típicos o fundamentales.
podrían traer a colación, se puede ver que no está de Hay en el libro de San Ignacio lo que podríamos
más decir alguna cosa sobre los tales comentarios, mi- llamar materia y forma. La materia la constituyen las
rada la relación que pueden tener con los grandes mo- verdades reveladas, conocidas ya de todos los cristia-
delos de santidad que nacen de los Ejercicios. nos. La forma, alma del arte ignaciano para alcanzar
Aquí la literatura es muy copiosa y los exégetas de la santidad, consta de tres elementos: el fin, la manera
San Ignacio llenan ellos solos una biblioteca. En ella peculiar de presentar cada una de las verdades y el
se tropieza con libros de gran mérito que declaran bien encadenamiento de las unas con las otras. El fin es
la doctrina de San Ignacio y la ilustran y confirman triple: el primero, el propio de cada meditación o ejer-
con la mayor eficacia ; pero hay también a su lado otros cicio; el segundo, el peculiar de cada una de las cuatro
de los que diría San Ignacio, nescio vos. semanas en que el Santo divide su libro, y el tercero
El Padre Juan Roothaan, General de la Compañía, finalmente, aquel total y definitivo que quiere conseguir
se lamentaba hace poco más de un siglo con estas se- del ejercitante. En este punto del fin de los Ejercicios
verísimas palabras: «Entre los muchísimos escritores de el comentarista ha de guardar suma fidelidad sin per-
libros de ejercicios, menos mal que algunos mitirse la menor libertad para modificar o cambiar nada.
**trevisto el pensamiento por lo menos de nuestro Padre Una 'misma y sola verdad puede dar pie a muchas y
San Ignacio, cuando otros no han sabido conservar ni variadas consecuencias y por lo mismo la puede dirigir
aun el sentido de las palabras... de tal modo que a ' el comentarista hacia fines muy diversos, aunque espi-
la vista de esa ingente multitud de libros podemos de- rituales todos ellos y conducentes a la santificación del
cir con toda verdad, que su misma abundancia nos ha hombre. La libertad que esto presta, puede utilizarla
empobrecido y que el fuego divino del verdadero libro sin duda el escritor cuando en otras ocasiones habla por
ha quedado enterrado y medio apagado bajo un mon- cuenta propia, pero si trata de dar los Ejercicios de
tón de cenizas» 1. San Ignacio, ha de conformarse en todo con el ideal
Este hombre, el Padre Roothaan; santo y sabio a la ignaciano que por nada se debe desfigurar o desvirtuar
con propias genialidades. Lo que se refiere al fin es
' Roma, 27 de diciembre de 1834. el punto más esencial y no se le conoce, cuando y com
uno quiere, sino mediante un estudio concienzudo del Vistas y consideradas todas estas cosas, se ocurre
libro de oro ; y mejor aún, haciendo de él y en la pro- preguntar: ¿qué le queda por hacer al comentarista que
pia vida una experiencia eficaz y profunda. habla o escribe de Ejercicios? San Ignacio mismo lo
El segundo elemento de la forma ignaciana está en declaró en la segunda anotación [2], y según ella, su
la manera peculiar de presentar cada una de las ver- oficio no es otro que el de explicar lo que antes hemos
dades, y en él se halla encerrado todo el método igna- llamado forma de los Ejercicios y declarar la materia
ciano de meditar y contemplar, riquísimo por su varie- siguiendo los puntos que el Santo propone para la me-
dad y facilidad de acomodación. Quien trate de penetrar ditación, contemplación o instrucción.
el método de San Ignacio, guárdese mucho de aquellos Y por lo dicho no vayan a creer el platicante o el
escritores que toman estas materias de santificación escritor, que se les ha recortado el campo, porque les
como asunto para tejer con ellas bellas parrafadas de queda todavía un terreno inmenso si quieren, como de-
literatura, o sacar de las mismas presuntuosas senten- ben, presentar las cosas de los Ejercicios con la mayor
cias filosóficas; acójase por el contrario a los hombres claridad a las inteligencias, con toda viveza al senti-
verdaderamente espirituales que las han experimentado, miento y llenas de encendido afecto y muy bien apli-
y mejor aún compruébelas en sí mismo con larga y cadas a las varias y aun diferentes condiciones que
profunda experiencia personal. ofrece la vida real. Si se tratara de un tema que nece-
Es igualmente propio de esta segunda parte, lo que sitara demostración, se cae de su peso que el comenta-
con razón podríamos llamar el punto de vista de San dor obraría acertada y meritoriamente aduciendo prue-
Ignacio respecto de cada verdad, considerada ésta tan- bas de razón, o sacadas de lo revelado en confirma-
to en orden al fin en ella propuesto, como atendida la ción y prueba de la tal verdad. Si por el contrario el
luz con que la ilumina y la fuerza y calor característico ejercicio pide solamente presentación de la verdad, ex-
:me le da. Todo esto lo debe conocer el comentarista plicación de la misma y luces que la iluminen bien, en-
y sentirlo vivamente sin atreverse jamás a mudar a su tonces debe tomar el camino que juzgue más propio
antojo ni una tilde. y acomodado para llegar hasta el corazón mismo de la
En tercer lugar forma parte de la forma ignaciana, verdad contemplada y al fondo del alma del ejerci-
d orden o encadenamiento de unas verdades con otras. tante.
Se halla en el libro una verdadera jerarquía de fines Dos obligaciones le impone San Ignacio a este oficio
particulares, ordenados todos ellos a un fin total, y esto de comentar o declarar; que sea fiel y que sea sobrio.
mismo exige igual subordinación en los medios,; visto De cada una de ellas diremos unas palabras. La fide-
o cual por San Ignacio, .ordenó de un modo admirable lidad se refiere al método de los Ejercicios y a la
:etos segundos como vió que estaban ordenados los pri- materia o verdades que se han de meditar. En lo primero
neros. quiere que el Director tome cuenta , al ejercitante de
Sería, pues, una gran temeridad mudar estas cosas cada cosa hasta con minuciosidad; en lo segundo le
. capricho, siendo tan claro y manifiesto que cuanto exige que sea fiel en exponer la materia tal cual ella
más se estudia y comprende este libro, y sobre todo es, sobre todo en las cosas históricas que pueden ser
uanto con mayor intensidad lo vive uno y lo para la fantasía ocasión de tentación. Ordinariamente
exprimntasío,ádmirablespcnto la historia de las contemplaciones o meditaciones es
la gran sabiduría con que todo se ha pesado y coor- evangélica y en alguno que otro caso es una parábola
inado. o comparación, como en las banderas y en los binarios.
gañadores. Pero los Ejercicios de Manresa y el afe-
Hombre San Ignacio fiel siempre a la verdad pura, rrarse a la doctrina y a los ejemplos de Jesucristo, le
no podía consentir que con la materia fundamental de dieron una orientación acabada y perfecta, curándole
cada ejercicio se mezclaran divagaciones arbitrarias o para siempre de todo género de singularidad, de toda 1
distractivas. «Tomar el fundamento verdadero de la his- clase de iluminismo y aun de aquellas ordinarieces que
toria» [2] son las palabras con que el Santo dicta la parecen ser patrimonio de la vida de peregrino y pe-
ley insuperable para la contemplación que él impone **nitente.
a todo el que quiera preciarse de ser discípulo suyo. El comentarista debe ser además sobrio. Su oficio
Y si en la materia, que es lo esencial, se guarda la fide- se limita a discurrir sobre los puntos de meditación
lidad, se guardará de la misma manera en los fines aclarándolos breve y sumariamente, pues la persona '
propios de cada ejercicio, en el modo de proponerlo y que contempla «tomando el fundamento verdadero de
por último en el orden y encadenamiento de las verda- la historia, ha de discurrir y raciocinar por sí mis-
des; cosas éstas que constituyen la esencia . del arte ma» [2]. En esto está encerrada una idea madre del
ignaciano. método de San Ignacio. El método propiamente no pre-
Indiquemos aquí, aunque sea de corrida, una de las dica, no proporciona lectura, no aprueba ni tolera en-
causas que dan mayor solidez a la ascética ignaciano; tretenimientos espirituales más o menos ociosos, sino
o sea la verdad objetiva de las cosas a que invariable- que enseña la manera de hacer ejercicios, o sea el con-
mente se atiene y el corte racional que da a todos sus junto de operaciones espirituales para vencerse el hom-
dictámenes. La imaginación y el sentimiento, si se les bre a sí mismo. Volveremos otra vez a tratar por se-
da rienda suelta, son en el camino espiritual dos verda- parado este punto., y ahora advertirnos tan sólo una ,
deros y malignos diablillos; conociéndolo así San Igna- cosa; y es, que todo lo que sea limitarse a oír positi-
cio, los sujeta totalmente a las facultades superiores vamente al que habla, es colocarse totalmente fuera de
del entendimiento y la voluntad, manteniendo a estas los Ejercicios de San Ignacio; -«porque no el mucho
últimas apoyadas invariablemente en la roca firme de saber harta y satisface al alma, mas el sentir y gustar
la verdad revelada. de las cosas internamente» [2].
Siguiendo fielmente San Ignacio estos sus procedi- Dijimos antes que San Ignacio era un hombre afe-
mientos y contando con la luz de Dios que le ayudaba rrado a la verdad y el P. Laínez decía con mucha gra-
de una manera casi sensible, se comprende que aun cia, que era hombre de pocas verdades. Por las preciosas\
siendo un hombre sin cultura de ningún género y ca- palabras suyas que arriba hemos copiado, puede verse
reciendo de libros o maestros de quienes aprender, lle- que el Santo quería que su ejercitante fuera él también
gara a poseer y a darnos un método práctico de la hombre de pocas verdades, pero adquiridas mediante
santidad tan completo, tan coherente y a la vez tan lleno el propio esfuerzo, íntimamente sentidas, saboreadas y
de calor y tan brillante, como si hubiera pasado toda experimentadas. Y para que el tal ejercitante llegue a
su vida sondeando las fuentes más profundas de la reve- colocarse en este estado de espíritu, serían un gran es-
lación. torbo tanto la vana palabrería de un orador, como la
El mismo Santo no siguió estos procedimientos en locuacidad de un expositor, por más que sean bien for-
sus principios, porque los desconocía, y se dió a la lec- mados y sólidos. Los dos polos de la admirable peda-
tura de vidas de Santos con el noble ideal de hallar gogía espiritual que nos enseña San Ignacio en su libro
cosas difíciles y heroísmos de penitencia que imitar, de los Ejercicios, son ciertamente el esfuerzo individual
metiéndose por caminos a todas luces peligrosos y en**
por una parte, y por otra la luz divina que previene,
acompaña y sigue a la propia actividad. No se fíe mu-
cho de sí mismo el- comentarista y no pretenda abrir las
puertas cuyas llaves tienen bien guardadas la voluntad
del ejercitante y la gracia de Dios.
En otro punto, en el estudio reflexivo o técnico del
libro de San Ignacio, ha de ser también sobrio el co- CAP IT ULO I I
mentarista que habla o escribe para los días de Ejer-
cicios. El arte ignaciano es un conjunto tal de maravi- CONDICIÓN ESENCIAL
llas, que excita las ganas de estudiarlo y aun tienta a PARA HACER LOS EJERCICIOS TÍPICOS
ello; pero consentir en esto cuando de dar Ejercicios
se trata, no sería santificar las almas, sino filosofar.
Enseñen en buena hora esa parte científica los que tie- San Ignacio no pretende hacer de sus Ejercicios una
nen caudal para ello, pero cuando la ocasión sea opor- teoría abstracta, sino que escribe para hombres vivos
tuna y el libro trate de ello. En tiempo de Ejercicios y reales tratando de darles una guía y una dirección
prescindan de trabajos de esta naturaleza ; y cuando enteramente prácticas. Pero es el caso que en los tales
más, hagan algunas indicaciones sobre ellos, juiciosas hombres se advierte una diferencia tan notable de dis-
y de gran sencillez. posiciones, que a veces llega hasta la oposición; por
lo cual era del todo necesario que el Santo declarara
la clase de hombres vivos y reales de quienes hablaba ;
o lo que es lo mismo, las condiciones o disposiciones
que exigía en los que entraban en su escuela y se po-
nían bajo su magisterio.
Lo hizo y en las tres últimas Anotaciones de las
veinte que encabezan su libro, estudia la diversidad de
condiciones físicas y morales que pueden presentar esas
personas, y allí determina no sólo la forma, sino la
cantidad de- Ejercicios que conviene darles ; advirtien-
do, que «los Ejercicios todos, por la misma orden que
proceden» [2o], solamente han de darse a los que
reúnan en su persona las diversas cualidades que allí
mismo especifica. Una de éstas, la que el Santo reputa
por esencial, será el objeto del presente capítulo, y su
estudio servirá como de fundamento para entender los
que llamamos Ejercicios típicos de San Ignacio.
Ejercicios y difícilmente habrá otro director tan exigen-
te como él. De ello se dió perfecta cuenta el Santo y
1. Disposición de la voluntad por eso dejó escrito, que son raros los hombres — raris
hominibus— a quienes se pueden dar los Ejercicios
Un buen principio, mayormente en las cosas mora- enteros. Pasemos, pues, a examinar detenidamente ese
les, es condición y a la vez prenda segura de un feliz tan importante acto de la voluntad, las causas que Io
término. Semejante ley obliga aún más tratándose de producen, sus efectos y el fin adonde lo dirige nuestro
los Ejercicios de San Ignacio; y por eso el Santo exige santo Director.
al que entra en ellos esos buenos comienzos, con el Para hacerlo con acierto, tomemos por modelo el
carácter de condición necesaria y aun esencial; porque caso mismo de la conversión de San Ignacio, que sin
si le faltara esto, sería lo mismo que querer levantar duda alguna le sirvió a él de guía en la total dispo-
un edificio sin ponerle fundamentos. ¿Pero en qué está, sición o preparación de los Ejercicios.
en qué consiste esa tan hermosa entrada de Ejercicios? Nos consta que los Ejercicios son obra de la expe-
Pues en las disposiciones con que a ellos vamos, riencia y de la gracia divina. En Loyola, San Ignacio
dispocneat ruslibevontadyq sintió en su alma ese golpe omnipotente de la gracia
vamos a examinar ahora mismo para no andar a obs- que paró en seco el curso de su vida, y como a otro
curas en muchas de las cosas esenciales de los Ejer- Saulo en el camino de Damasco, le hincó de rodillas
cicios. en tierra, clavada la mirada en el cielo y arrancando
Cuál haya de ser la disposición de la voluntad del de sus labios estas soberanas palabras: Domine, quid
que comienza los que llamamos Ejercicios típicos de me vis facere? 1. Señor, ¿qué queréis que haga?
San Ignacio, el mismo Santo nos lo declara con una Aqui tenemos ya aquella voluntad de adelantar cuan-
de sus expresiones gráficas, retrato fiel de su propia to sea posible; voluntad, por otra parte, no fruto espon-
alma cuando él los comenzó en la Cueva de Manresa: táneo del natural de Ignacio, sino don de Dios y como
1 «que en todo lo posible desea aprovechar» [30]. No estallido sobrenatural que a manera de chispa divina
se trata aquí de una voluntad cualquiera « a la larga», salta de improviso de aquel montón de pequeñas obras
como decía él, o al por mayor, como diríamos nosotros, espirituales, de las lecturas en que estaba embebido, de
sino de un acto consciente, bien meditado y enérgico, los pensamientos encontrados a que estaba sometido y
que él formulaba con esta expresión rotunda y férrea : de la reflexión interna con que comparaba las expe-
«quiero y deseo y es mi determinación deliberada» [98]. riencias de su mundana vida con las nuevamente adqui-
¿ Pero esto no es pedir demasiado y sin haber dado ridas de un mundo espiritual desconocido para él hasta
nada todavía? ¿No sería ya un santo por adelantado. entonces.
el que gozara de la posesión de una voluntad y de Viva de verdad debió ser la iluminación que sobre-
una resolución tan preciosas? ¿Y qué les quedará por cogió su alma como fulgor de rayo que cruza rapidí-
hacer a los Ejercicios, si en la misma entrada exigi- simo el cielo de parte a parte; pero pronto, enérgico
rnos al ejercitante una voluntad y un deseo eficaz de y resuelto fué también el acto de voluntad con que
toda perfección? Vamos, pues, a contestar a estas pre- respondió Ignacio al llamamiento a la santidad que le
guntas. venía de su Dios; y por eso desde este momento di-
En verdad que es mucho lo que San Ignacio pide
como preparación a los que han de hacer sus típicos ' Act., 9, 6.
choso, jamás dudó ni vaciló puesto a escoger entre concreto de mi vida para saber lo que Dios quiere
dos grados diferentes de perfección. Iba derecho a lo
de mí.
que él veía ser más elevado, y como su norma de dis-
¿De qué nos seo iría andar midiendo alturas de per-
creción consistía por entero en su voluntad de vencer
fección, inquiriendo la vo lun tad del Padre celestial y
cuantos obstáculos se le pusieran delante, a ciegas se metidos de lleno en la contemplación de los ejemplos
lanzaba a practicar las más grandes penitencias y sa- de Jesucristo, si, llegado el caso de echar a andar nos-
crificios que hallaba en la lectura de las vidas de los otros, nos halláramo s hasta sin voluntad para levantar
santos. los pies del suelo o hubiéramos de consultar todavía a
Pero eso evidentemente no era la santidad buscada ; más (u **mezclado**):i i(*mezclaquería
voluntad do) r o no que nos
ésta y los caminos para llegar a ella, estaban encerra- saplmuine*v(otjrzcd)
e la tierra? Todo el mundo sabe,
dos en la esperada respuesta de Dios a la pregunta de y por repetida experiencia, que las cosas no son las mis-
Ignacio : Señor. ¿ qué queréis que haga ? Y esa respues- mas vistas en teoría o llevadas a la práctica, y que cuan-
ta del cielo no venía. Ignacio sacrificó al Señor todas
do no s determinamos a cumplir con nuestros propósitos
las cosas del mundo; dejó familia, dejó carrera y es- asoman muy pronto los desfallecimientos y debilidades
peranzas; anduvo peregrinando el camino que le llevó de la voluntad, que llegan a las veces a asaltarla como
al monasterio de Montserrat y allí se vistió de las nue- una verdadera tempestad.
vas armas de la milicia espiritual; pasó en Manresa San Ignacio ni desconoce ni olvida lo que acabamos
meses y más meses entre penitencias, oraciones y con- de decir, y en consecuencia, a medida que progresiva-
tinuas lágrimas, y con todo la respuesta de Dios no lle- mente desarrolla el plan de sus Ejercicios, vigoriza
gaba nunca ; antes al contrario, se veía su pobre espí- excita poderosamente la voluntad, tratando de sostenerla
ritu envuelto por una nube espesa de dudas, de escrú- y adelantarla en el noble propósito de darse de lleno a
pulos y de turbaciones que lo arrastraban con gran toda clase de perfección ; son tan acertados y de tanta
fuerza a la desesperación. Hasta que al fin sonó en los fuerza los medios ignacianos, que nada tiene de extraño
oídos de su atribulada alma el esperado oráculo del cie- que al amparo y con la ayuda de la gracia divina, lle-
lo, que le inspiró los Ejercicios Espirituales y encerrado guen a crear esa voluntad denodada y resuelta a todo,
en ellos el medio más seguro para hallar «la voluntad aun en aquellos que de ella carecían por completo en
divina en la disposición de su vida» [1] ; medio no tan un principio.
sólo para el entonces afligido Ignacio, sino universal El Santo sin embargo no cuenta con estas situacio-
y para cuantos conciban deseos de aprovechar en el nes venturosas pero contingentes, y por eso sigue exi-
camino de la santidad, cuanto sea posible. giendo como disposición previa y natural para entrar
Los Ejercicios de San Ignacio fueron concebidos sin en Ejercicios** una voluntad resuelta a adelantar cuanto
duda alguna y dictados teniendo ante los ojos este gran le sea posible.
ideal. En ellos no se escudriñan sistemas espirituales ¿Es racional el sistema de San Ignacio ? Ya hemos
fáciles o difíciles ni se apuntan o tantean caminos más dicho anteriormente que todo él era fruto y cosecha de
o menos llanos o pendientes ; se va tan sólo en pos de su propia experiencia. Primeramente, él sintió en su
la más pura doctrina de Jesucristo, de su imitación persona algo así como una segunda creación espiritual
más perfecta y de conocer lo que sea ma y or servicio de su ser, obra sólo de la mano de Dios. Después ad-
y alabanza de su divina majestad ; y todo ello, no en virtió que lo dejaban solo y abandonado a sus propios
abstracto o de manera teórica, sino aplicándolo al caso esfuerzos naturales, hasta que al fin los Ejercicios le
y generoso de- darnos totalmente a Dios? Ese deseo
dieron la posesión del medio seguro de saber aplicar es sin género de duda uno de los mayores dones que
la voluntad divina en la disposición de la propia vida. nos pueden venir de Dios; y entre todos sus llamamien-
Semejante proceder ¿es ley ordinaria, o por lo menos tos, el principal y de mayor importancia es la vocación
muy frecuente en el camino de la perfección? ala santidad. El Señor es completamente independiente
Considerando atentamente las vidas de los Santos en su obrar y no está sujeto a leyes ni a contingencias.
que el Señor se ha dignado darnos a conocer, se des- Él solo conoce .los caminos que sigue su gracia, pero
cubre en ellas como caso bastante general, la siguiente no por esto nos prohibe el ir humildemente en busca
trayectoria. Primeramente, Dios por su cuenta le da a de sus huellas por las vías que recorre para dar con sus
la voluntad un empuje inicial y fortísimo hacia la san- almas escogidas.
tidad; y después la deja para que ella por su parte tra- El buen Jesús durante su vida mortal, llamaba a las
baje afanosamente entre dificultades, luchas e incerti-
almas tomando ocasión de su misma manera de vivir ;
dumbres, hasta que alcance reposo, conocida ya la vo**
llama a la Samaritana cuando ésta va a la fuente y él
luntad divina en todo lo concerniente a su propia per**
está allí como esperando para beber; a Zaqueo cuan-
fección. Y para no citar más ejemplos, caso fácil porque
do se encarama a lo más alto del árbol para ver mejor
abundan, volvamos de nuevo al caso de San Pablo.
al **gocio
Maestro
, cuando pase; a Mateo, embebido en el ne-
Dios lo derriba en el camino rindiéndolo con su gracia
divina y cuando él pregunta con decisión: «Señor, ¿qué que tiene montado en las puertas de la ciudad y
queréis que haga?», el Señor le contesta: «Entra en en el punto mismo en que por esas puertas entra Je-
la ciudad y allí te dirán lo que te conviene hacer» 1. sús; a los apóstoles mientras pescan; al Buen Ladrón
en el suplicio mismo de la cruz donde muere clavado
*Antes de que Pablo llegue a ser el Apóstol de los gen allí por la Justicia. Y aun en el cielo donde ahora está,
*tiles ha de gastar años ,en la soledad y en la, medita sigue Jesús con su mismo sistema de antes. Llama a
ción.
San Pablo en medio del camino que lleva, ciego con el
En la vida de la santidad, lo mismo que en la de la intento de perseguir a los cristianos; a San Antonio
gracia, el primer paso adelante lo da Dios, los demás Abad en el templo, por la lectura del Evangelio que está
los damos nosotros con Dios o Dios con nosotros y en
escuchando; al gran San Agustín cuando sus tristezas
esta nuestra intervención se halla la principal dificul-
dan con él en tierra al pie de un árbol del jardín; y a
tad. Muchos son los llamados y pocos los escogidos;
muchos perciben el soplo del Espíritu, pero pocos saben San Ignacio cuando aburrido en Loyola de su larga
c onvalecencia y sin otros libros con que distraerse toma
de dónde viene y adónde va; muchos comienzan a
edificar y pocos llegan a terminar. Los falsos sistemas en sus manos uno que trata de cosas de espíritu.
y los procedimientos confusos y falaces que concu- Diríase que Jesús a cada alma v cuando más lejos
rren en la vida espiritual, suelen tener todos su ori-
gen en el período que media entre el primer llama- lesapdtinrñoáh,;avent trascendental. Una palabra que se oye al aca-
uy
miento del Espíritu Santo y el conocimiento acabado y so, un desengaño que experimenta el alma, el contacto
completo de «la voluntad divina en la disposición de su con otra alma llena de luz y que cual estrella fugaz
vida» [1]. cruza por delante de nuestros ojos en el preciso mo-
mento en que tal vez nos invade el tedio de vivir ; una
¿ Cuándo y cómo nace en nosotros el deseo ardiente
nonada que ni sabemos explicar; y hablando más en
divino. en ausencia v sin el concurso de causas que nos
1 Acta 9, 6.
**sean conocidas: es lo cierto que en medio de ese con-
junto de menudencias, el entendimiento es iluminado titulara [24-31], el «Examen general» [32-34] y la
«Confesión general con la comunión» [44].
con luz pura del cielo y el sentimiento entrevé una vida
Ocupado el ejercitant e durante los días que se crea
totalmente divina y la voluntad la siente al impulso de necesarios en meditar el Principio y Fundamento, en
una fuerza desconocida que la arrastra hacia Dios. Es oír las explicaciones convenientes acerca del fin de
Jesús que pasa y llama , y dichosa el alma que sabe
responderle con decisión: Domine, quid me vis los Ejercicios y la manera de hacerlos, expuesta en las
yp aprendiend prácticamente los exámenes
facere . «Señor, ¿qué queréis que haga?» u y general, habrá recibido una'
En momento tan solemne de la vida del hombre, por de Anotaciones,
preparación admirable y capaz de producir aquella vo**
bienaventurada puede tenerse y por del todo feliz, el **luntad general de adelantar cuanto le sea posible. que
alma que halla un director como San Ignacio, quien es al parecer (**mezclado**) que trata de producir el
riecndlaierndo
la disposición
conocedor de estos misterios la invita a tener «grande nitscE«(*mezgPlado)r Fundamento».
ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofrecién** innegable que San Ignacio exige alguna prepa-
dole todo su querer y libertad, para que su divina ma- ración en los que han de hacer sus Ejercicios, y está
jestad, así de su persona como de todo lo que tiene, fuera de duda que las materias que acabamos de indi-
se sirva conforme a su santísima voluntad» [5]. Y más\ car y que constituyen lo que hemos llamado introduc-
dichosa -todavía la que por toda respuesta, entra alegre ción, son muy suficientes para que el ejercitante ad-
y animosa en Ejercicios para vencerse a sí misma y quiera la disposición de espíritu exigida por el Santo.
hallar la voluntad de Dios en la disposición de su vida Podemos, pues, concluir, que ellas son el medio ordina-
y de todas sus cosas. De ésta sí que podernos decir que/ rio y corriente que nos proporciona para adquirir aque-
es suyo el reino de la santidad. lla preparación, cuando Dios no la da por medio ex-
Cuando el que viene a hacer Ejercicios no ha reci- traordinario, o para asegurarla y ponerla en acción
bido ese fuerte impulso de la gracia, y carece por lo cuando ya se posee. Con lo dicho se desvanece la difi-
tanto de la disposición que exige San Ignacio, ¿qué cultad de los que dicen que San Ignacio pide ya para
hay que hacer con él? Hay en los Ejercicios una parte empezar una disposición extraordinaria sin que dé los
que podemos considerarla como introducción y hecha medios necesarios para adquirirla. Los da y esta parte
de intento para adquirir esa preparación previa de que de sus Ejercicios, además de admirable, es enteramente
estamos hablando. Empieza esta parte por las «Anota- esencial.
ciones para tomar alguna inteligencia en los Ejercicios Los comentaristas o no han reparado en este punto
espirituales que se siguen y para ayudarse así el que de vista, o lo han pasado por alto; y eso nos obliga a
los ha de dar como el que los ha de recibir» [1]. Sigue confirmarlo con palabras del mismo Santo, que por
a continuación el «Principio y Fundamento», grandiosa cierto las hallamos y bien ciaras en el directorio que
mirada de conjunto y del todo trascendental que culmi- él dictó al P. Victoria.
na en aquel «solamente deseando y eligiendo lo que Hablando del que entra en ejercicios sujeto a
más nos conduce para el fin que somos criados» [23]. máximas y propósitos que desequilibran su espíritu y le
Después y antes del primer ejercicio o meditación de impiden ser generoso para entregarse del todo a lo que
pla
ar* primera semana, se hallan también el «Examen sea voluntad de Dios, dice: «Conviene probar de ayu-
darlo, y para este fin sirve mucho tenerlo otros tres
Act., 9, 6, o cuatro días entretenido en la consideración del fun-
**damento, y en el examen particular y general, y en co- dadera doctrina de la santidad, de la única enseñada
nocimiento de cómo se peca de pensamiento, obra y por nuestro Señor jesucristo.
palabra, para que así vaya madurando» 2. Pero ¿qué importancia atribuye San Ignacio y en
Del mismo modo se deshace la dificultad que apun- cuánto estima la necesidad de este deseo inicial de la
tábamos arriba cuando decíamos: ¿No sería ya un santo santidad? En la quinta Anotación dice que «mucho
aquel cuya voluntad estuviera decidida a perfeccionarse aprovecha» [5], y de la misma frase se sirve el Santo
en todo lo posible? De ninguna manera, porque éste en el Examen cuando al que pretende entrar en la Com-
ha dado de sí el primer paso en el camino de la santi- pañía, le pide deseos de imitar perfectamente a Jesu-
dad, pero hasta que llegue a ver con claridad y certeza cristo; añadiendo, que si de momento carece de ellos,
cuál sea la voluntad de Dios en la disposición de su procure tener al menos deseo de tenerlos, y con esto
propia vida y en las demás cosas particulares de la mis- último se da por satisfecho, confiando en que ya los
ma, siguiendo las normas dadas por Jesucristo, le queda alcanzará más adelante. La misma doctrina puede apli-
por andar un camino harto difícil y muy expuesto a carse sin duda alguna al caso de que tratamos. Y para
engaños. poner del todo en claro la solución dada, queremos pro-
Y respondamos ya a la tercera pregunta sobre lo poner la tal dificultad con toda la fuerza que ella tiene.
que le queda por hacer a San Ignacio con aquellas per- Si alguno entrara en Ejercicios sin la disposición men-
sonas que están ya decididas a adelantar todo lo que cionada, ¿sacaría fruto de ellos? Toda obra buena pro-
sea posible. Pues sencillamente, de cuenta suya es lo duce su fruto, pero la pregunta que hacemos se refiere
que el mismo título de los Ejercicios dice, a saber: directamente al que San Ignacio se propone sacar.
enseñar al hombre a «vencer a sí mismo y ordenar su Responderemos distinguiendo.
;vida sin determinarse por afección alguna que desorde- Si el ejercitante entrara sin esa disposición, pero ca-
nada sea» [2M o lo que añade en la primera de las reciendo a su vez de otras positivamente contrarias a
Anotaciones : «Preparar y disponer el ánima, para qui- la que pide San Ignacio, podría conseguir el fruto de
tar de sí todas las afecciones desordenadas y después los Ejercicios; pues no sería extraño que en algún pun-
de quitadas- para buscar y hallar la voluntad divina en to de ellos y debido a los buenos actos que lleva a cabo,
la disposición de su vida para la salud del ánima» [1]. adquiriera la deseada disposición, mayormente si ya
Esto es precisamente lo que él mismo, acuciado por los comenzó con deseos de alcanzarla. Pero si lleva con-
deseos de perfección, buscaba en Manresa sin poderlo sigo una disposición abiertamente contraria, como son
encontrar, y lo que le hacía exclamar : «Señor, dadme ciertas máximas mundanas compenetradas con su ma-
quien me guíe, que aunque no sea sino un perrillo, yo nera de obrar, y además una voluntad decidida a no
lo seguiré para hallaros a vos.» Asunto es, pues, de gran desprenderse de ellas; en este caso no es posible na-
importancia y tarea difícil la que ha de llevar a cabo turalmente que semejante sujeto obtenga el fruto pro-
San Ignacio en sus Ejercicios. Quien entre en ellos de- pio de los Ejercicios, aunque por encima de todo está
seoso de aprovechar todo lo posible y se deje llevar siempre la Omnipotencia divina, que cuando quiere,
como por la mano del gran Maestro, no solamente lle- rompe por todos los obstáculos y supera todas las re-
gará a conocer cuál sea la voluntad de Dios respecto sistencias.
de su vida, sino que además se posesionará de la ver- Si no me engaño, San Ignacio mismo confirma esta
explicación en el directorio que dictó al P. Victoria.
' Monumento Ignatiana, Ser. 2.ti, pág. 791. «Todos, dice, los que no estuvieren aún resignados en
las manos de Dios Nuestro Señor, etc., etc., para que enérgico y muy concreto . El ofrecimiento de que aquí
él haga de ellos, y los eche a aquella parte que más se trata, no se diferencia substancialmente del conte-
les conviene, y entran con algunos diseños e intentos; nido en la contemplac ión para alcanzar amor [234],
conviene mucho poner toda diligencia para que se des- sólo que en este último, la ilustración que tiene ya el
hagan de tal imperfección, porque es una polilla, que alma es mucho mayor, y más excelente el motivo que
apolilla aquella preciosa ropa de la verdadera voca- la mueve. Consideremo s ahora las dos cualidades que
ción, y no deja conocer por ninguna manera la ver- en concepto de San Ignacio, ha de tener este ofreci -
dad; y el que se conociese estar muy pertinaz en esto empezar io. Hemos de
por tener gran**
miento preparator
antes que entrase en los ejercicios, no se había de in- raye en coraje santo. De ordinario y por
citar a ellos ni admitir hasta que por frecuentes con- nuestra natural flaqueza, andan nuestros deseos de per-
fesiones, como dicho*** es, estuviese más maduro.» Y el fección medio envueltos por una nube de temor a los
manuscrito romano que nos ha conservado estas notas sacrificios que nos puede acarrear la nueva vida. Estos
añade: «En esto hacía N. P. no poca fuerza.» Más aún: temores suelen ser imprecisos, sombríos y cosa
si semejante obstinación en no abandonar sus propios hdeonradel espanto «como son
dictámenes, se descubría cuando el hombre estaba ya mundo, etc.». [9]. Más adelante nos probará
metido en ejercicios, «parece, me dice entonces San Ig- San Ignacio, que esas mismas son las características o
nacio, que yo no pasaría con él adelante, o a lo menos señales de los terrores con que nos acomete el demonio.
le daría los Ejercicios que quedasen, con la mayor bre- Con esta tentación cerró el maligno contra él fieramen-
vedad posible» 1. te en sus primeros tiempos de Manresa, diciéndole al
oído que le quedaban aún setenta años de vida, que no
podría perseverar en ella, y otros espantos por el estilo.
2. Naturaleza y condiciones de la disposición Pero San Ignacio deshizo valientemente tamaño nu-
de la voluntad blado, y descubiertos los engaños del enemigo, se en-
tregó con mayor resolución aún al trato más frecuente
Probada ya la necesidad de entrar en Ejercicios pro- con los pobres del hospital; y de ésta v de otras seme-
vistos del deseo de aprovechar cuanto sea posible, pa- jantes experiencias propias, sacó aquella admirable re-
semos a declarar la naturaleza y condiciones de seme- gla de conducta en la que tan gráficamente describe lo
jante deseo exigido por San Ignacio. El Santo nos lo que son nuestras luchas con el demonio. «El enemigo,
describe con las siguientes palabras en la quinta Anota- dice, se hace corno muger en ser flaco por fuerza y
ción: «Al que recibe los Ejercicios, mucho aprovecha fuerte de grado; porque así como es propio de la muger
de entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con cuando riñe con algún varón, perder ánimo, dando
su Criador y Señor, ofreciendo todo su querer y liber- huida guando el hombre le muestra mucho rostro; y
tad, para que su divina majestad, así de su persona por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo
como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su san- ánimo, la ira, venganza y ferocidad de la muger es muy
tísima voluntad» [5]. Las palabras transcritas dicen crecida y tan sin mesura ; de la misma manera es propio
claramente cuál ha de ser el deseo de que venimos ha- del enemigo enflaquecerse y perder ánimo, dando huida
blando; no un deseo vago y remiso, sino consciente, sus tentaciones, guando la persona que se exercita en
las cosas espirituales pone mucho rostro contra las ten-
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 791. taciones del enemigo haciendo el opposito per diarne-
trum ; y por el contrario, si la persona que se exercita
Este ejemplo y las palabras con que lo expone el
comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir las
Santo, nos quitan toda duda sobre lo que él quiere de-
tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la haz de la
udañe*s.tierra como el enemigo de natura humana, en persecución cirnos, cuando nos repite e inculca, que nuestro deseo
al entrar en Ejercicios, sea generoso can Dios Nuestro
Señor. De donde resulta, que el coraje hay que guar-
Regla es ésta hecha a propósito para disipar las artes
darlo para hacer frente a las tentaciones , y
con que el demonio pretende cercar nuestros buenos
enemigo; y generosidad para ir contra las
deseos en el punto en que nuestra alma decide entre-
garse a Dios, y por eso avisa San Ignacio al director afecciones desordenadas de nuestro propio
que en cuanto vea que el ejercitante es «tentado gro-
sera y abiertamente, así como mostrando impedimen-
tos para ir adelante en servicio de Dios nuestro Se-
ñor» [9], le explique las reglas para discernir espíri-
tus, propias de la primera semana, entre las que se halla
la que acabamos de transcribir.
En segundo término nos dice San Ignacio, que nues-
tro deseo ha de ser generoso y que esa generosidad
que consiste** en el alma ofrezca a su Criador y Señor
«todo querer y libertad, para que su divina majes-
tad, así de su persona como de todo lo que tiene , se
sirva conforme a su santísima voluntad» [5]. Nada en
particular se concreta aqui, y sólo se pide la libre vo-
luntad de darlo todo para la gloria de Dios. Pero ad-
vierte San Ignacio que «si por ventura la tal ánima
está afectada y inclinada a una cosa desordenadamen-
te, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus
fuerzas, para venir al contrario de lo que está mal af ec*
tada; así comosestáafcdpirbuyhae
un officio o beneficio, no por el honor y gloria de Dios
nuestro Señor ni por la salud espiritual de las ánimas,
mas por sus propios provechos y intereses temporales,
debe affectarse al conbtrario, instando en oraciones y
otros exercicios espirituales, y pidiendo a Dios nuestro
Señor el contrario, es a saber, que ni quiere el tal ofi-
cio o beneficio ni otra cosa alguna, si su divina majes-
tad, ordenando sus deseos, no le mudare su affección
primera. De manera que la causa de desear o tener una
cosa o otra , sea sólo servicio, honra y gloria de la su
divina majestad» [id].
la de la vista, que es todas laentr* principal.
* Sin
que esto sea dividir a materiw. a, ehlatabslalraenplorsin (**mezclado**) eSdi*(mznclao)
los dos sentidos más groseros y propensos al desorden,
cuales son el gusto y el tacto, atendidos y regulados
por San Ignacio de una manera peculiar. Dos virtudes
ponen en orden el sentido del gusto, que es el más
CAPÍTULO III material, y son éstas : la templanza y la penitencia.
De una y otra nos da San Ignacio preciosas explica-
ELEMENTOS NATURALES ciones.
EN EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS La templanza que nos propone y recomienda San
Ignacio, no es la ordinaria y de todos conocida, sino
la que eleva a una perfección digna de los santos. Las
El mayor conocimiento de las leyes humanas que reglas que sobre ella dejó escritas, van al final de la
tienen directa intervención en la santidad del hombre, tercera semana, y en la entrada de la cuarta, que es
y la maestría para saber sacar de ellas el mayor pro- semana de gloria, para significarnos que semejante vir-
vecho posible, son las dos cosas que distinguen un mé- tud, comprendida en su total perfección, nunca debe
todo ascético de otro y las que otorgan la supremacía echarse en olvido, ni aun en los días de mayor alegría.
de la excelencia y del mérito. En esto es notabilísimo La altura adonde quiere llegar en esta materia a
el seguido por San Ignacio en sus Ejercicios, y esa no comer más de lo necesario para conserva
cualidad será el objeto del presente capitulo, no para y las fuerzas; y para no errar en punto tan difícil, nos
elaborar una especulación psicológica, sino con el sano enseña dos . procedimientos.
y práctico intento de que se entienda bien cómo se han El primero consiste en fijar o medir la cantidad de
de hacer y cómo se han de dar los Ejercicios. lo que he de comer y beber, no antes de las comidas,
cuando más vivo está el apetito** sino después de co-
mer, cuando el hombre se halla ya satisfecho. El se-
I. Concurso de todas las potencias humanas gundo, pasa más adelante y aspira a la abstinencia
quitando hasta de lo conveniente, cosa que ya toca a
Lo primero que se advierte en el arte ignaciano, es la penitencia ; y esto por dos razones: primero, por la
la singular manera y la habilidad especial con que hace gracia especial que Dios le dará para acertar, aten-
contribuir en la labor ascética a todas las facultades diendo a sus esfuerzos; y segundo, porque el procedi-
humanas. No hay pedagogo ni sistema educativo algu- miento que sigue es sumamente apto para iluminar el
no que hayan dado tanta importancia como San Igna- asunto de que se trata y dar al que delibera la posesión
cio y sus Ejercicios a la formación del hombre entero, del justo medio. Bueno ciertamente es todo esto, pero
sin dividirlo ni desequilibrarlo. Recorramos brevemente lo más importante de estas reglas está en el medio que
todas las potencias humanas. proporcionan y sugieren para levantar el espíritu sobre
Nos encontramos en primer término con los sentidos el hecho material del comer, dando al alma un nuevo
externos. Cuando hablemos del recogimiento, alimento de altos pensamientos y sentimientos, mientras
ponderaremos el cuidado delicadísimo con que atiende a regu- se sustenta el cuerpo. Éste no es otro que la dulce com-
ar el funcionamiento de estas facultades, mayormente pañía de Jesucristo, a quien el ejercitante debe imagi-
nárselo acompañado de sus apóstoles y comiendo a su Durante los Ejercicios, quiere San Ignacio que se lleve
examen particular sobre ellos, parte para que no mo-
mismo lado.
lesten con sus distracciones, parte para que también
Sobre la templanza y como motivo de mayor mérito,
ellos ayuden en la obra espiritual.
está la penitencia. «Cuando quitamos, dice el Santo, lo
superfluo, no es penitencia, mas temperancia; penitencia Ocupa lugar preferente la imaginación plástica, es-
pecie de mirada interna de mayor fijeza y penetración
es guando quitamos de lo conveniente y cuanto más y
más, mayor y mejor, sólo que no se corrompa el subiec- que la externa de los ojos corporales, y San Ignacio
to, ni se siga enfermedad notable» [83]. Más adelante le hace tornar parte en todas las meditaciones y con-
volveremos a hablar del valor que tiene la penitencia templaciones.
en los Ejercicios; contentémonos con señalar de pre- Su primer cometido es formar o construir lo que
sente la importancia grande que atribuye el Santo al llamamos composición de lugar, es decir, colocar los
hechos históricos y las circunstancias que los rodean
dominio y mortificación del gusto material para llegar en su sitio y con la mayor viveza; y cuando se trata
a la claridad y libertad de espíritu que va buscando y
de meditar una verdad abstracta, formar de ella una
persiguiendo en los Ejercicios.
A la mortificación del tacto, que solemos llamar pe- imagen sensible que de alguna manera nos la presen-
nitencia, la pone San Ignacio como una de las «adi- te como si fuera realidad material. Porque muchos no
ciones para mejor hacer los Ejercicios y para mejor tienen esta facilidad de crear, nadie debe empeñarse en
hallar lo que desea» [73]. Distingue y aconseja tres lo que tal vez sea un imposible para él; los que la po-
clases de penitencia. La primera en el comer, tal cual seen hallarán en las composiciones de lugar que trae
lo hemos comentado más arriba. La segunda en el dor- San Ignacio un anxiliar poderoso de la atención y del
mir este propósito dice: «No es penitencia quitar sentimiento íntimo del alma.
lo superfluo de cosas delicadas o moles, mas es peni- Notemos de paso el sentido geográfico y arqueoló-
gico, tan del gusto de nuestros días, de que reviste San
tencia guando en el modo se quita de lo conveniente,
Ignacio la composición de lugar. Él no las presenta a
y cuanto más y más, mejor, sólo que no se corrompa
el subiecto, ni se siga enfermedad notable, ni tampoco manera de vistas fijas, sino como una proyección cine-
se quite del sueño conveniente, si forsan no tiene hábito matográfica rica en pormenores y viveza. Veámoslo en
vicioso de dormir demasiado, para venir al medio» [84]. la del Nacimiento de Nuestro Señor : Aquí será «con
La tercera manera de penitencia es «castigar la carne, la vista imaginativa ver el camino desde Nazaret a
es a saber, dandole dolor sensible, el cual se da trayendo Bethlem, considerando la longura, la anchura, y si llano,
cilicios o sogas o barras de hierro sobre las carnes, o si por valles o cuestas sea el tal camino. Asimismo
flagelándose o llagándose y otras maneras de aspere- mirando el lugar o espelunca del nacimiento, quán
zas» [85] usadas siempre por las almas santas. Como grande, quán pequeño, quán bajo, quán alto, y cómo
más convenientes, aconseja San Ignacio aquellas morti- estaba aparejado» [112]. Como se ve, deja campo a la
ficaciones que dan dolor sensible por de fuera pero sin c onsideración de cada uno para que por su cuenta com-
dañar el organismo [86]. Cuando él y sus primeros plete el esquema con pormenores que aumenten su de-
compañeros hicieron los Ejercicios, se adelantar on mu- voción. De él sabemos la infinita curiosidad con que
cho en esto de la penitencia. hizo su viaje a Tierra Santa y su gran diligencia en
Aparte de los sentidos externos, están los internos, anotar hasta las cosas más menudas.
que tienen en nuestra alma una influencia poderosa. En todas las contemplaciones de la vida de Jesucris-
to, el primer punto es considerar las personas que in- quiere más. Quiere poner en movimiento los sentidos
tervienen en aquel misterio, y el tercero contemplar sus internos del alma, quiere acostumbrarlos a vivir las co-
acciones. Tiene aquí la imaginación plástica una ocu- sas espirituales y hacerles gozar plenamente de los de-
pación provechosísima y un entretenimiento sobrema- leites íntimos del espíritu, en pureza y elevación muy
nera dulce, cual es representarse la humanidad santí- superiores a los de los sentidos externos ; para lograr
sima de Nuestro Señor, encantarse con su belleza, con-
templar llena de amor, su cara, su mirar y su manera es lulosintento, docrea expresamente un ejercicio propio de
intent (**mezclado**) l amado él, aplicación de sentidos, y es como
de obrar en todo, de tal modo que la presencia del dul- sigue: ocupado el ejercitante durante el día en
císimo Redentor le sea tan familiar, tan real y tan viva, contemplarudsioelavNustrSño.
cual si la viera con los mismos ojos corporales. Hasta a la caída de la tarde lo regala San Ignacio con un
este punto tan elevado llegó San Ignacio y de esta amo- entretenimiento lleno de fruición, concediéndole una
rosa contemplación sacó él las reglas admirables de la hora entera para que aplique los sentidos interiores a
modestia que dejó a sus hijos, como si las copiara de saborearlas dulcedumbres escondidas enenJsú Jesús y en
lo que veía en Nuestro Señor. Su ideal en este punto María y aun las escondidas en la misma divinidad.
es, que no se miren las escenas que se contemplan como Copiemos las palabras mismas del Santo : «Oler y
cosas lejanas y de tiempos pasados, sino como actua- ygustarconelf gustain vd
les y vivientes y en las que el ejercitante toma parte dulzura de la Divinidad, del ánima y de sus virtudes y
amorosamente. En la contemplación del Nacimiento ex- de.todo, según fuere la persona que se contempla» [124].
pone este su pensamiento con las siguientes palabras : «Tocar con el tacto así corno abrazar y besar los luga-
Me figuraré ser yo «un pobrecito y esclavito indigno, res donde las tales personas pisan y se asientan» [125].
mirándolos, contemplándolos, y sirviéndolos en sus ne- Después de lo dicho, a nadie maravillará que el sen-
cesidades, como si presente me hallase, con todo acata- timiento interno intervenga en los Ejercicios de San Ig-
miento y reverencia posible» [z 14]. nacio tan a menudo y con tanta intensidad. El Santo
A las veces la imaginación plástica no es tan viva, jamás se da por satisfecho con que el entendimiento
y lo es más la auditiva, que hace el oficio de oído in- conozca las verdades y la voluntad las ame :quiere que
terno a cuyo cargo corre el segundo punto de las con- causen*** en el alma un sentimiento íntimo, parecido, en
templaciones históricas, que consiste en oír lo que ha- cuanto es posible, a los instintos naturales. Fijémonos
blan las personas que intervienen en el misterio. Esta en la expresión tan significativa del tercer ejercicio de
imaginación no debe limitarse a reproducir las palabras la primera semana: «que sienta interno conocimiento
que pronuncian, sino que en yerto modo debe crear de mis pecados y aborrecimiento de ellos» [63] ; sentir
lo que según las circunstancias debieron hablar. Así lo interno conocimiento, es lo mismo que llegar a un co
hace San Ignacio tratando del inefable misterio de la nocimiento*** tan hondo, que se confunda
Encarnación, quien después de recordar el coloquio ha- conelstim.Eoendtilafrsguen
bido entre el ángel y nuestra Señora, quiere que oigamos sienta el desorden de mis operaciones» [63]; al enten-
también las turbulentas conversaciones de los hombres dimiento toca advertir el desorden, pero Ignacio quie-
en todo el mundo y hasta las voces del decreto altísimo re algo más; pide «conocimiento interno del Señor que
de la Santísima Trinidad por el que se determina la por mí se ha hecho hombre» [104], es decir un cono-
redención del linaje humano [107]. cimiento tal, que sea algo así como la vida misma de
Y aun no se satisface con todo esto San Ignacio; Jesús vivida y sentida por mi. Sabía muy bien San Ig-
nacio, que el sentimiento que llega a fundirse en uno la memoria está regulada por la fidelidad absoluta
con una gran verdad y una gran voluntad, es del todo que se debe a la historia [2], y se mueve obediente
irresistible. siempre al mandato de la voluntad que le ordena re-
Pero las facultades a que da San Ignacio mayor im- cordar tan sólo lo que conviene al fin de la medita-
portancia y las que quiere que de manera especial ponga r ci50nó][.
en acción el Ejercitante son las espirituales, memoria, El entendimiento ejercita continuamente cuatro actos
entendimiento y voluntad. Al primer ejercicio de la peculiares suyos. El primero es discurrir; o sea deducir
primera semana lo llama él «meditación con las tres de verdades ya conocidas otras que piden y necesitan
potencias» [45] y este modo de meditar ha venido a mayor claridad, siendo esto más necesario en la medita-
ser un sistema antonomásticamente ignaciano; pero se- ción de materias morales o espirituales que no
ría exagerar las cosas y aun pecar de ignorancia, en- impresonaltd[50-3]. lE
tender con -ese apelativo, que ese sistema de oración segundo acto del entendimiento es ver, intuir _y
enseñado por San Ignacio sea el único o principal y contemplar de manera muy semejante a la visión
más frecuente. Lo innegable es que la intensa y orde- sen cual tiene lugar de una manera particular en
nada actividad a que somete el Santo a las tres prin- las realidades histéricas o en las verdades que se pre-
cipales facultades del alma, da a los Ejercicios el ca- sentan llenas de luz, ya por ser de evidencia inmediata,
rácter de fuertemente psicológicos y eficaces. ya debido a la fuerza de una demostración bien com-
Por la memoria al entendimiento y por éste a la vo- prendida. Todas las contemplaciones de la segunda,
luntad. He ahí el engranaje insubstituible de todo sis- tercera y cuarta semanas, y la aplicación espiritual de
tema racional y bien fundado y el camino invariable sentidos, particularmente del de la vista, son actos de
que han seguido los grandes hombres que han dado visión, de intuición y contemplación, mucho más repo-
cima a las gestas gloriosas de la historia humana. Los sados y mucho más profundos que los de la meditación.
sistemas impresionistas, los de estallidos y brillo inter- El tercer acto es considerar es decir, advertir pa-
mitente, los de libre vuelo, sólo producen espíritus ente- rar mientes, ponderar y gustar tantas cosas como de
cos, sin consistencia y superficiales; jamás caracteres ordinario vemos sin darnos cuenta de ello. Son nume
de temple y fortaleza probada, cual los necesita la san- rosos los lugares de los Ejercicios donde San Ignacio
tidad. Prácticamente inculca aquella máxima de Balines, de
Ignacio fué un carácter extraordinario y su libro es que la sabiduría está más que en el saber, en advertir
un forjador de caracteres; el uno y el otro lo deben y caer en la cuenta de lo que sabemos.
al ejercicio ordenado y racional de las facultades aní- Por último, el cuarto acto del entendimiento es re-
micas así en las cosas naturales como en las sobrena- ,i*oseafplcruntímioasverd t
turales. La ascética cristiana, más que ningún otro sis- o contempladas. Esta operación interna del en-
tema de formación necesita poseer una racionabilidad tendimiento, la repite San Ignacio en los diferentes pun-
muy fuerte para huir de los dos escollos que la cer** tos de un mismo ejercicio de forma casi pesada y fas-
can; a saber, un empirismo ciego y casi del todo ma- tidiosa [106-108-122-125], pero ello es debido a que
terialista, y un sentimiento soñador y delicuescente. La la introspección es su acto característico y al Que se
ascética ignaciana los ha superado, gracias sobre todo ordenan todos los demás. Al final del presente capítulo
a esta cualidad, tal vez la más característica de los hablaremos con más detención de este acto importan-
Ejercicios. tísimo.
Hay veces que en una misma frase, junta el Santo La ascética cristiana se apoya en una virtud general
dos y aun tres de estos actos de entendimiento; con- llamada recogimiento
recogimiento, que regula en gran parte el fun-
sideración y contemplación [4], ver y considerar [106], nuestra s facultades, al menos en la par-
cionamiento
mirar, advertir y contemplar [115], meditar y contem- te negativa consistente en qu i tarles estorbos y poner-
plar [ 122 ]. Lo cual prueba, que el entendimiento entra las en condiciones de plena libertad. San Ignacio toma
en ejercicio bajo todas las formas y con la mayor in- el recogimiento en el sentido más universal de apartar
tensidad. Pero sabido es, que entre todas las facultades cada una de las facultades de todo objeto que pueda
espirituales, la más ejercitada por San Ignacio y la que disminuir su efecto útil, y en consecuencia establece
en todo lleva la dirección, es la voluntad. una legislación muy cuidadosa sobre el contacto con
Proponerse el hombre la consecución de un fin ele- personas y cosas mientras se hacen los Ejercicios.
yado y dificil, elegir los medios para alcanzarlo y po- Antes de que el hombre comience sus Ejercicios**
nerlos en ejecución sin regateos ni desfallecimientos; quiere San Ignacio que en lo concerniente a la habita-
darse perfecta cuenta de los obstáculos que cierran el ción que ha de tener durante ellos, disponga las cosas
paso y encararse resueltamente con ellos y luchar has- no como solemos hacerlo de ordinario, sino totalmente
ta dominarlos; elegir una estrategia ofensiva y el sis- al revés. Recomienda el aislamiento y la soledad y si
tema que el Santo llama «hacer el oppósito per dia- ésta puede ser total, mejor. Puede sin embargo darse el
metrum» [325] ; he aquí un hecho, fruto él del impe- caso excepcional de una persona dotada de grandes cua-
rio de la voluntad. A cada meditación precede siempre lidades y ocupada en negocios que en manera alguna
un preámbulo en el que San Ignacio se propone a sí pueda abandonar; y entonces da para estas circunstan-
mismo y pide a Dios «lo que quiere» sacar de elh [48] ; cias reglas especiales [ 19].
y acaba ésta con un coloquio o coloquios en los que Pero fuera de este caso, para los demás que quie-
se busca encender por todos los medios el afecto, y se ran hacer los Ejercicios, ha dejado escrito lo que si-
multiplican las preces y la intercesión con el intento de gue: «Por vía ordenada, tanto más se aprovechará
confirmar más y más la voluntad. La preferencia la cuanto más se apartare de todos amigos y conocidos,
tiene siempre la gracia de Dios con la que se debe con- y de toda solicitud terrena ; así como mudándose de
tar. ante todo y que San Ignacio nos manda pedir con la casa donde moraba, y tomando otra casa o cámara
insistencia ; pero supuesta ella, la santidad es un pro- para habitar en ella, cuanto más secretamente pudie-
blema de voluntad, y ningún sistema ascético tiene este re... Del cual apartamiento se siguen tres provechos
carácter tan marcadamente como los Ejercicios igna- principales entre otros muchos: el primero es que, en
cianos. apartarse hombre de muchos amigos y conocidos, y
asimismo de muchos negocios no bien ordenados, por
2. Unidad de acción servir y alabar a Dios nuestro Señor, no poco meresce
delante de su divina Majestad; el segundo, estando así
Vamos a dar un paso más en la investigación del apartado, no teniendo el entendimiento partido en mu-
arte ignaciano. Logrado ya el acoplamiento de todas chas cosas, mas poniendo todo el cuidado en sola una,
las facultades en orden al trabajo que deben realizar es a saber, en servir a su Criador, y aprovechar a su
en los Ejercicios, lo primero que hace es quitarlas o propia ánima, usa de sus potencias naturales más libre-
apartarlas de todo lo que pudiera desviar o debilitar su mente, para buscar con diligencia lo que tanto desea ;
actividad, el tercero, cuanto más nuestra ánima se halla sola y
apartada, se hace más apta para se acercar y llegar a que hablamos es el lugar o habitación escogidos para
su Criador y Señor; y cuanto más asi se allega, más se hacer los Ejercicios. San Ignacio quiere que se deje
dispone para rescibir gracias y dones de la su divina la morada ordinaria, bien cambiándose a otra casa ele-
y summa bondad» [201. gida apropósito, o si esto no puede hacerse, mudan-
La anotación copiada, equivale ella sola a todo un do al menos de, habitación para apartar de la vista
libro precioso sobre la soledad espiritual, y sobre ella espectáculos y reminiscencias anejas a la vida ordina-
vamos a hacer un breve comentario juntando aquí otras ria y para dar al espíritu plena libertad para entre-
expresiones de San Ignacio. gane a las cosas sobrenaturales. Cuando el Santo los
El primer cuidado del que quiere recogerse a la so- hizo en Manresa, se retiró a la Cueva; después él y
ledad interior, ha de ser guardar bien la vista. En este sus compañeros, lo mismo en París que en Venecia y
punto manda San Ignacio: «Refrenar la vista, excepto Roma dejaban su casa y se recogían en sitios apar-
al rescibir o al despedir de la persona con quien ha- tados. Nos hablan los poetas de la psicología del sitio
blare» [Sr]. Aun en el caso de no tener que tratar con y del paisaje; los Santos sienten cosas más altas de
persona alguna, y en la contemplación de las mismas psicología sobrenatural.
cosas naturales, quiere que el hombre regule su pro- La soledad que San Ignacio ha procurado al ejer-
ceder, no por el gusto o deleite natural, sino mirando citante con todo lo dicho, es material, aunque ordenada
al provecho espiritual que se puede sacar, conforme sea a la espiritual; y no se para ahi, sino que pretende y
la materia que se contempla. «La persona que contem- quiere dejar al alma completamente a solas con su Dios
pla, tanto se debe guardar en tener oscuridad o claridad, y Señor apartando hasta el influjo espiritual que po-
usar de buenos temporales o diversos, cuanto sintiere drían tener en ella las cosas y personas espirituales.
que le puede aproyechar y ayudar para hallar lo que Primeramente quita las cosas espirituales que po-
desea» [130]. Y porque en la primera semana entiende drían turbar la quietud del alma cuando Dios le habla
que es más proyechoso un mayor recogimiento, ordena : en las meditaciones y contemplaciones de los Ejercicios.
«Privarme de toda claridad para el mismo efecto ce- Las verdades que en ellas propone San Ignacio, son
rrando ventanas y puertas, el tiempo que estuviere en grandes, fundamentales, trascendentales, e importantí-
la cámara, si no fuere para rezar, leer y comer» [79]. simas con relación al fin que persigue, y por lo mismo
Para la cuarta semana, en la que la materia de las con- no tolera que vengan a distraerla o perturbarla otros
templaciones es de gloria y de resurrección, dispone: pensamientos extraños aunque sean buenos. Dios y el
«Usar de claridad o de temporales cómodos, asi como alma, y entre el uno y la otra, solamente aquella verdad
en el verano de frescura ; y en el hibierno de sol o calor, que sale de Dios y se encamina al alma para penetrarla
en cuanto el ánima piensa o coniecta que la puede y transformarla. Cualquier otro pensamiento debe ser
ayudar para se gozar en su Criador y Redentor» [229]. apartado inmediatamente.
Advirtamos lo racional que es la doctrina y la práctica Dice el Santo en la primera semana: «No querer
de San Ignacio: en lo tocante a las cosas externas que pensar en cosas de placer ni alegría, como de i
d gl or a ,
prescribe, no se detiene en lo material de ellas, sino resurrección, etc.; porque para sentir pena, dolor y
que todo lo encamina al fin espiritual que se persigue, lágrimas por nuestros pecados, impide cualquier con-
sin dar entrada a ninguna clase de fanatismos o supers- sideración de gozo y alegría; mas tener delante de mi
ticiones. quererme doler y sentir pena, trayendo más en me-
Complemento importantisimo del recogimiento de moria la muerte, el juicio» [78]. Paralelamente a esto
señala en cada una de las tres semanas siguientes, la'
materia en que pueden extenderse nuestros pensamien- nerales: «La persona que da a otro, modo y orden para
tos y cuáles de éstos deben ser apartados. En la un- meditar o contemplar, debe narrar fielmente la histo-
décima de las anotaciones generales dijo: «Al que toma ria de la tal contemplación o meditación, discurriendo
exercicios en la primera semana aproyecha que no sepa solamente por los puntos, con breve o sumaria decla-
cosa alguna de lo que ha de hacer en la segunda se- ración; porque la persona que contempla, tomando el
mana; mas que ansí trabaje en la primera para alcan- fundamento verdade ro de la historia, discurriendo y
zar la cosa que busca, como si en la segunda ninguna raciocinando por si mismo hallando alguna cosa que
buena sperase hallar» [11]. Y sigue concretando más haga un poco más declarar o sentir la historia, quier
aún. Dentro de la misma semana quiere que se discurra por la raciocinac ión propia, quier sea en cuanto el en-
tendimiento es illucidado por la virtud divina; es de
solamente sobre la verdad o misterio que constituyen la más gusto y fructo espiritual que si el que da los ejer**
materia de la presente meditación o contemplación y cicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido
que no se piense en lo que ha de venir después. Éstas de la historia; porque no el mucho saber harta y sa-i
son sus palabras: «Es de advertir para toda esta se- tisface el ánima, mas el sentir y gustar de las cosas!
mana (la segunda) y las otras siguientes, que solamen- internamente» [2].
te tengo de leer el misterio de la contemplación que Esto es precisamente lo que dijimos antes: una sola:
inmediatamente tengo de hacer, de manera que por en- verdad, pura e incontaminada, puesta entre Dios y el/
tonces no lea ningún misterio que aquel dia o en aque- alma, y que ésta la convierta en carne y substancia pro-I
lla hora no haya de hacer, porque la consideración **pia por medio de la contemplación profunda y
de un misterio no estorbe a la consideración del reposad.Ytlmáobrayes,unicldo
otro» [127].
en ello la misma voz del Director.
Tampoco quiere San Ignacio que el ejercitante se
La actitud que debe guardar el Director con el ejer-
enrede con los libros. Sabia él por propia experiencia
citante se reduce toda, según San Ignacio, a tener con
que fueron muy pocos los libros espirituales que le hi- él mucha atención y dulzura; «no queriendo pedir ni
cieron algún provecho; y por esto y porque su intento saber los propios pensamientos ni pecados» del que
es que el alma concentre toda su actividad en un solo recibe los Ejercicios; observando sin embargo las per-
pensamiento, no habla nunca de lecturas, fuera de la turbaciones o consolaciones que pueden sobrevenirle
nota que pone en la entrada de la segunda semana: «porque según el mayor o menor proyecho le puede dar
«Para la segunda semana, y así para adelante, mucho algunos espirituales exercicios conyenientes y conformes
aprovecha el leer algunos ratos en los libros de Imi- a la necesidad de la tal ánima asi agitada» [17].
tatione Christi o de los Evangelios y de vidas de San- Al Director toca yer y determinar si es o no conve-
tos» [100]. Éstos fueron sus libros espirituales y tanto niente alargar o acortar la semana [4], si el número
se enamoró del Kempis cuando lo leyó en Manresa, que de meditaciones diarias ha de ser mayor o menor y a
nunca jamás quiso otro. Decían de él los que bien le qué horas se han de hacer [72, 129, 133] ; cuándo
conocían, que su vida no era otra cosa que la Imitación cómo deben explicársele los documentos y reglas de
de Jesucristo puesta en práctica. discreción de espíritus atendido el estado en que se
Pero aun maravilla más la sobriedad que impone al halla [8, g, lo] ; y en general todo lo que abarca la
Director en sus tratos con el ejercitante que dirige. dirección externa del ejercitante. Pero no debe meter**
Oigámosle en la segunda de las veinte anotaciones ge- se en el interior de su alma si no le llaman, y aun lla**
para el perfecto cumplimiento de su ministerio, sobre
mado no debe poner nada de su cosecha, sino dejar todo la prudencia, la humildad y la reverencia del que
expedito el camino para que Dios obre en ella pisa tierra sagrada y no camina delante como amo, sino
directamente. Hace al caso la anotación quince : «El que que sigue detrás como servidor fiel del Espíritu Santo.
da los exercicios no debe mover al que los recibe más
a pobreza ni a promesa que a sus contrarios, ni a un
estado o modo de yiyir que a otro. Porque, dado que
fuera ele los exercicios lícita y meritoriamente podamos 3. Actividad vivísima
mover a todas las personas que probabiliter tengan su-
biecto, para elegir continencia, virginidad, religión y La actividad es la parte principal del arte ignacia-
toda manera de perfección evangélica; tamen en los no. Lo primero a que debe resolverse el que entra en
tales ejercicios spirituales más conveniente y mucho Ejercicios es, a trabajar.
mejor es, buscando la diyina voluntad, que el mismo El nombre de Ejercicios que San Ignacio puso a su
Criador y Señor se communique a la su ánima devota, libro, está muy bien escogido, y no fué debido a la
abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola por casualidad, ni es un sinónimo que yenga a llenar el
la via que mejor podrá seryirle adelante. De manera vacío de otra palabra cualquiera. Son ejercicios y ejer-
que el que los da no se decante ni se incline a la una cicios para vencerse a sí mismo y ordenar su vida sin
parte ni a la otra ; mas, estando en medio, como un determinarse por afección alguna que desordenada sea :
peso, deje inmediate obrar el Criador con la criatura y lo cual bien claramente dice que no se avienen con nin-
a la criatura con su Criador y Señor» [15]. guna clase de quietismo.
Realmente hay que admirar la reverencia con que Para que no quedase ni rastro de duda en punto tan
San Ignacio se retira delante de la comunicación íntima esencial, la primera anotación que el Santo pone en la
de Dios con el alma, su fe certísima en que el Señor primera página de su libro y aun antes del mismo título
de éste, explica este nombre diciendo : que ejercicio
la rige y dirige por sí mismo en los Ejercicios, y la
gran humildad del que siendo Director, se aleja y se quiere decir operación; y por lo mismo, ejercicios espi-
queda en la puerta ajeno a toda curiosidad y omitiendo rituales no son otra cosa que una serie de operaciones
por completo intervenciones inoportunas. Qué diferen- espirituales, tales como examinar la conciencia, medi-
cia tan inmensa entre este proceder y otros sistemas tar, contemplar, hacer oración mental y vocal y otras
de dirección ! Y qué ignorancia la de los que sin saber según que adelante se dirá. Y para que mejor se en-
lo que son los Ejercicios y no conociendo a San Igna- tienda lo que quiere decir, compara esas operaciones
cio, tachan a aquéllos de sistema invasor que intenta con los ejercicios corporales, que son la expresión más
hacerse con las almas para fines ocultos, y a San Igna- viva de actividad que nosotros conocemos. Dice así :
cio, tachan a aquéllos de sistema invasor que intenta «Porque así como el pasear** caminar y correr son
de dirección espiritual calcado en los principios que ejercicios corporales ; por la mesma manera todo modo de
San Ignacio nos da en sus Ejercicios, reservaría para preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas
la acción diyina el sitio principal y eficacísimo que sólo las affecciones desordenadas, y después de quitadas
a ella pertenece ; daría al alma la libertad y la inde- para buscar y hallar la voluntad divina en la disposi-
pendencia respecto de los medios humanos que ahora ción de su vida para la salud del ánima, se llaman
ejercicios espirituales» [1].
yemos muy menguados en la práctica ; y al Director le
Para el ejercitante, fuera de las causas personales, el
descubriría el tesoro de las virtudes que son necesarias
enemigo principal de su actiyidad interna son preci- ración; porque la persona que contempla, tomando el
samente dos de los elementos destinados a fomentar- fundamento verdadero de la historia, discurriendo y
la; es decir, el Director y los libros. Una y otra, si no raciocinando por sí mismo. y hallando alguna cosa que
yan con cuidado, pueden poner fácilmente al ejercitante haga un poco más declarar o sentir la historia, quier
en un estado puramente pasivo y atento solamente a por la raciocinación propia, quier sea en cuanto el en-
recibir lo que le dan, como si los Ejercicios en vez de tendimiento es illucidado por la virtud divina; es de
hacerse, se hubieran sólo de recibir. Cierto que San más gusto y fructo espiritual que si el que da los ejer**
Ignacio repite con frecuencia la frase «el que rescibe cicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido
los ejercicios» [5]. pero en otras muchas ocasiones de la historia: porque no el mucho saber harta y satis-
echa mano del sinónimo: «el que se exercita» [y], locu- f ace al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas inter-
ción que declara el sentido propio de aquélla. manifiesto **namente» [2].
por otra parte en todo el libro. Si el ejercitante pone de su parte la viva actividad
Si el hombre llega a colocarse en una actitud expec- de , que venirnos hablando y que anteriormente declara-
tante y pasiva, en el mismo punto puede dar ya por mos al explicar la colaboración de todas las potencias
perdido todo el gran fruto que podia esperar; y por facultades del hombre, San Ignacio da por seguro el
excelente voluntad que tenga, sentirá que sus potencias efecto producido por los Ejercicios; efecto que consis-
se aflojan privadas de aquella yiva tensión, necesaria tirá en entrarse el alma por las altas regiones donde
siempre para crear algo. Y cuanto más generoso en se deja sentir mejor el influjo de las fuerzas sobrehu-
dar se muestre el Director y más copiosas explicaciones manas que él llama consolación y desolación, que no
ofrezca el libro, mayor peligro corren ambos de crear son otra cosa que el resultado de la acción de Dios
por sí mismos en el ejercitante efecto tan desastroso. del enemigo de nuestra naturaleza sobre nuestra alma.
Predíquense si se quiere cosas marayillosas, pero en- Copiemos lo que le dice al Director: que da los
tiéndase que es completamente estéril lo que no salta exercicios, cuando siente que al que se exercita no le
lleno de yida del centro mismo del alma, bien sea pro- vienen algunas mociones spirituales en su ánima, así
ducido por su esfuerzo, o bien recibido por inspiración como consolaciones o desolaciones, ni es agitado de
de Dios, que directamente la da cuando él quiere. variosepítu,mchldbinerogacs
Por eso San Ignacio, en la misma primera página ejercicios, si los hace a sus tiempos destinados y cómo:
de su libro y a continuación de la primera anotación que asimismo de las addiciones, si con diligencia las hace,
da al nombre de Ejercicios el sentido arriba indicado, pidiendo particularmente de cada cosa destas» [6].
pone la segunda para salvar el escollo de una actividad Aquí remite el Santo al sitio de los Ejercicios donde se
externa que quitaría bríos y fuerza a la propia acti- explican la consolación, la desolación y las adiciones.
vidad; anotación llena de sabiduría, tanto divina como Por lo dicho se ve claramente, que hacer Ejercicios
humana que de seguro no tiene igual en cuanto han es lo mismo que poner el hombre todas sus facultades
escrito los hombres sobre materias espirituales. Por personales en actividad yivisima, e importa mucho sa-
muy conocida que nos sea, nos vemos en la obligación ber en qué debe emplearse semejante actividad y a qué
de copiarla. Dice asi : «La persona que da a otro modo fines ha de ir dirigida.
y orden para meditar o contemplar, debe narrar fiel- Recordemos que el P. Laínez decía de San Ignacio,
mente la historia de la tal contemplación o meditación que era hombre de pocas verdades y el mismo Santo
discurriendo por los puntos con breye o sumaria decla- lo confirma cuando dice: «No el mucho saber harta y
satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas San. Ignacio encarga al Director que proponga al
internamente» [2]. Pocas verdades, pero éstas subs- ejercitante los puntos de la meditación que ha de ha-
tanciales, bien sentidas y dirigidas a un gran fin: ésta cer y por lo que dice en una nota de la segunda se-
es la formación del hombre a juicio de San Ignacio. mana [131], se ve claramente que la mente del Santo
Y como el sitio propio destinado a la asimilación de era, que a la oración precediese siempre una prepara-
estas yerdades es la oración, ella es la primera y prin- ción del ejercicio. Esto que es muy natural, se cumple
cipal entre todas las operaciones que enseña el Santo. dedicando a esa preparación un cuarto de hora. Aca-
El centro de los Ejercicios es la meditación o contem** bada la hora de oración, se ha de hacer el examen de
plación; todo lo demás va ordenado a ella. la misma por espacio de otros quince minutos; por lo
Por lo común pone San Ignacio cinco meditaciones tanto a cada uno de los ejercicios se le añade media
o contemplaciones para cada día. «El primer hora más.. Si, se hacen, pues, cinco ejercicios cada día,
ejrcio,dshaálmeinoc;sgudl el tiempo en ellos empleado es de siete horas y media,
en levantándose a la mañana ; el tercero antes o des- ocupadas en la más intensa actividad espiritual.
pués de la misa, finalmente que sea antes de comer; el Además se ha de hacer el examen particular dos ve-
cuarto a la hora de vísperas; el quinto una hora antes ces al día, aun antes de comer y otra antes de cenar,
de cenar. Esta repetición de horas, más o menos, siem- y el general una yez por lo Menos. San Ignacio no
pre entiendo en todas las cuatro semanas, según la dice cuánto tiempo han de durar dichos exámenes, pero
edad, disposición y temperatura ayuda a la persona que teniendo en cuenta que en el general el ejercitante ha
se exercita para hacer los cinco exercicios o me- de «demandar cuenta al ánima desde la hora que se
nos» [72]. Manda que la hora de oración sea comple- levantó hasta el examen presente, de hora en hora o de
to del todo, y que quede plenamente satisfecho el es- tiempo en tiempo, y primero de pensamiento y después
píritu de haberla cumplido. «El que da los exercicios, de palabra y después de obra» [43]; que en el particu-
al que los rescibe ha de adyertir mucho, que como en lar ha de ver y contar «cuántas yeces ha caído en aquel
cada uno de los cinco ejercicios o contemplaciones, que pecado particular o defecto... discurriendo de hora en
se harán cada día, ha de estar por una hora, así pro- hora o de tiempo en tiempo» [25], y conteniendo ade-
cure siempre que el ánimo quede harto en pensar que más dichos exámenes otros puntos que considerar, pa-
ha estado una entera hora en el ejercicio. y antes más rece claro que su duración ha de ser al menos la del
q ue menos. Porque el enemigo no poco suele procurar examen de la oración; y así entre los dos llenan media
de hacer acortar la hora de la tal contemplación, medi- hora más.
tación o oración» [12]. San Ignacio tenia grandísima devoción a las oracio-
la anotación 13 reza así : «Asimismo es de adver- nes de la santa Iglesia, mayormente al sacrificio de la
tir que, como en el tiempo de la consolación es fácil misa y desea que «en mano (del ejercitante) sea ir cada
y leve estar en la contemplación la hora entera; así cha a misa y a vísperas» [20]. Esto cumplía él asis-
en el tiempo de la desolación es muy difícil complirla ; tiendo todos los días a los divinos oficios en la Seo de
por tanto, la persona que se exercita, por hacer contra Manresa. Además muchos de los ejercitantes por ser
la desolación y vencer las tentaciones, debe siempre sacerdotes, celebrarán la santa misa y rezarán el oficio
estar alguna cosa más de la hora complida ; porque divino, ocupación en la que gastarán sus dos buenas
no sólo se avece a resistir al adversario, mas aun a horas.
derrocalle» [13]. Por lo tanto con sólo lo que prescribe San Ignacio,
y sin contar el tiempo que cada uno dé a sus devocio-
nes particulares, los ejercicios espirituales de cada día día y sobre ellos se han de hacer cinco ejercicios: uno
a medianoche, otro amaneciendo, dos repeticiones a las
duran más de diez horas; si a esto añadimos el tiempo
de las comidas y las horas de dormir, de las que en lo horas de misa y de víspera s y el traer de los sentidos
conveniente no hay que quitar nada ni aun por peni- antes de cenar [128, 132, 134]. Cuando el ejercitante
se va a dormir, le encarga que su último pensamiento
tencia, resulta que las horas hábiles de cada día están
sea acerca del fin que ha de buscar en la primera me-
todas consagradas a una sola cosa: al gran negocio de
los Ejercicios. dición de la mañana ; y para cuando se levante al dia
siguiente, pone delante de sus ojos, ya al despertar,
No ignoraba San Ignacio, que los fines demasiado ese mismo fin de la oración para que vaya deseando
generales no son los más a propósito para mantener
vivamente su consecución, como si se preparara para
viva la atención durante mucho tiempo seguido y menos meterlo en la fragua de la contemplación.
para bajar a la práctica y a lo real de la yida. Por eso Ya puesto en oración el ejercitante, si en algún pun-
cada una de las semanas de los Ejercicios tiene su fin to de ella encuentra lo que va buscando, quiere que
propio y concreto y a cada hora de oración se le se-
allí se detenga hasta ' quedar del todo satisfecho, sin
ñala un determinado fruto que viene a ser como su tener ansia de pasar adelante. Acabada la meditación
múcleo vital, y para el ejercitante una luz y un guía debe examinar cómo le ha ido en ella. En las repeti-
que cautivan su atención. San Ignacio distingue este ciones quiere que se fije en aquellos puntos donde ha
punto con las palabras «demandar lo que quiero» [48], sentido mayor consolación y que en ellos se detenga
aunque el logro de esta petición sea obra principal- hasta saciar el ánimo; y en los otros de mayor desola-
mente de la gracia que manda pedir a Dios, no deja
ción, insistiendo también para ver si consigue quebran-
volun* le ser también objeto del esfuerzo de nuestra tar la roca y llegar al manantial de agua viva ence-
,por lo cual se dice «lo que quiero», o sea lo que rrado en ella. Finalmente en el Ultimo ejercicio, en la
ne ha conmovido o cautivado y que a todo trance
quieconsgr. aplicación de sentidos, pone todo el empeño de su
alma.
El objeto o fin de que hablamos acostumbra a ser Éstos son los grandes martillazos dados en la ora-
inico para cada día, por más que sean cinco los ejer- ción, pero queda aún la fragua de los coloquios adon-
icios diarios, ya que la materia de éstos es una sola de se lleva el hierro una, dos v más veces durante la
• siempre la misma. En esto precisamente está lo pe- misma meditación; quedan además las reminiscencias
ciliar de la actividad ignaciana. No tolera el Santo que y el continuo acariciar la misma idea durante las ho-
**orreteemos de acá para allá, ni mariposeemos alrede- ras libres del día hasta lograr que ella se infiltre en
dor de muchas cosas sin detenernos en ninguna, antes lo más íntimo y escondido del alma, como agua mansa
al contrario quiere que insistamos en lo mismo, que que cala la tierra; y quedan por último las oraciones
hondemos y vayamos tenazmente al fondo, que mire- y penitencias y sacrificios, ordenados todos al mismo
los el objeto y lo contemplemos por todos sus lados
fin y en los que pone el Santo su principal confianza,
que apliquemos a él no una sola de nuestras faculta-1 porque todas estas cosas obligan a] Señor a que ponga
es, sino enteramente todas y de todas las maneras en la obra su mano omnipotente.
imaginables.
Cuanto llevamos dicho, es evidente que no puede ser
Regularmente propone dos misterios de la vida de fruto de la acción de agentes exteriores, sean éstos
uestro Señor como materia de las meditaciones de un hombres o libros. Esto se logra poniendo en ello, como
samiento del dia, ya que me quiero dormir, sea la me-
lo quiere San Ignacio, el alma y la vida; de lo con- ditación. La segunda, que el primero cuando me des-
trario se pierde el tiempo y no se hace nada. No ha- pierte, verse sobre la misma. La tercera se refiere al
ciéndolo de esta manera, caso éste lamentable pero no acto de reverencia y. humildad con que debe comenzar-
raro, se observa sí la distribución escrita en el regla- se la oración. La cuarta habla de las diferentes postu-
mento, pero el alma sigue perezosamente y medio dor- ras que puede tomar el cuerpo durante la misma; y la
mida, contando las horas y los dias que le faltan para
quinta finalmente, trata del modo de hacer el examen
acabar. Los Ejercicios entonces, se han frustrado por
de la oración. Pero si examinamos atentamente lo que
la falta de actividad. Ésta es la causa o el motivo más
San Ignacio dice, veremos que lo que él pretende con
frecuente de la esterilidad e ineficacia de los Ejercicios.
estas prescripciones, al parecer de poca monta, es man-
Hominem non habeo, podría decir aquí San Ignacio;
no hallo el hombre que quiera entregarse en cuerpo y tener vivo el espíritu del ejercitante concentrándolo por
alma v durante un mes seguido, a la santa tarea de entero en el fin perseguido en los Ejercicios y en el
buscar la santidad. particular del día siguiente. Esto, como tenemos decla-
rado, es lo más importante en los Ejercicios.
Que ésa sea la mente de San Ignacio, nos lo dice
claramente la explicación que él mismo nos da de la
4. Adiciones
segunda adición. Cuando en ella nos dice que el último
y el primer pensamiento del dia deben referirse a la
Con la palabra Adiciones encabeza San Ignacio una primera meditación de la mañana, no se limita mani-
serie de diez documentos a los que atribuye una im- fiestamente al puro recuerdo de la materia de la ora-
portancia suma, pues quiere que de ellos se lleve exa- ción, sino que pretende excitar en el alma un vivo y
men particular y además él toma el cuidado de anotar eficaz deseo de alcanzar el fruto de la misma, según
cada semana las modificaciones que en los mismos se
su fórmula «de lo que quiero y deseo» [48]. El con-
han de hacer. Son documentos que miran por entero a servar encendido este fuego sagrado, que no es otra
la actividad. La palabra adición, quiere decir añadidura cosa que aquel noble deseo de adelantar todo lo po-
y por lo tanto conyiene mucho saber a qué cosas se sible, aplicado ahora al punto en que me hallo, tiene
añade principalmente. Comúnmente se tienen por adi- infinitamente mayor importancia que el recordar la ma-
ciones de la oración,- pero parece que 'San Ignacio les
teria o los puntos de la meditación.
atribuye mayor amplitud y por lo mismo una mayor
La reverencia hecha a Dios y la humildad de que
importancia. El título completo que él les pone, es del
tenor siguiente: «Adiciones para mejor hacer los Ejer- nos debemos revestir puestos en su presencia dos o tres
cicios, y para mejor hallar lo que desea» [73]. Palabras pasos delante del sitio donde vamos a hacer la medi-
éstas que nos indican con bastante claridad, que la tras- tación, forman una sola pieza con la oración prepara-
cendencia de las adiciones afecta a todos los Ejercicios toria que viene a continuación y no son más que una
y al mismo fruto de ellos. Debemos pues estudiarlas, viva reproducción del Principio y Fundamento, reno-
colocados en este plano. vada al comenzar la oración.
En la adición cuarta no pueden ser más claras las
No falta razón para tomar las adiciones tan sólo palabras del Santo: «Andando siempre a buscar lo que
corno un medio práctico de hacer mejor la oración, quiero... si hallo lo que quiero de rodillas, no pasaré
viendo que las cinco primeras van totalmente encami- adelante, y si postrado, asimismo... ; en el punto en el
nadas a ella. La primera encarga, que el último pen**
cual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener
ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga» [76], Ignacio la imprt ancia debida y ninguno puede dejarla,
La postura del cuerpo es cosa del todo accidental, y si os hace. El Santo da la norma y medida que se ha
de guardar en este punto, en cada una de las semanas
lo esencial es «lo que quiero» y a lo que va enderezada
la adición. El examen que impone la quinta es para lgeruonsosprdoiabsó señalados.
y en paalgunos (**mezclado**)
Ningunoaddoo
de sus primeros
compañeros en aalgunos días de la pri-
darse cuenta de «cómo me ha ido en la contemplación mera semana; el que menos, estuvo tres días sin comer,
o meditación» [77] y este ir bien o mal, equivale a el Santo siete y el P. Fabro seis. Andando el tiempo,
alcanzar o no el fruto que se deseaba. solía decir que aunque no sentía el menor escrúpulo
Las cinco adiciones restantes no hacen referencia a por lo pasado, miradas mejor las cosas, sólo permitía
la oración, antes miran a lo que acostumbramos a lla- tal abstinencia y por solo un dia , a sujetos animosos
mar preparación remota, que es la única verdaderamen-
v de robustas fuerzas.
te esencial, ya que mantiene el espíritu embebido en
los sentimientos más a propósito para obtener el fru-
to de la misma. La adición sexta nos manda no ad- 5. Reflexión continua sobre sí mismo
mitir durante el día otros pensamientos por buenos que
sean, que aquellos que más me han de ayudar para al- Tratándose del método de San Ignacio, es de todo
canzar el fruto de la presente meditación. La séptima, punto imposible prescindir de un elemento psicológico
con idéntico sentido, ordena el uso de las cosas natu- de primera fuerza, cual es la reflexión. Su conyersión
rales como el calor, la temperatura, etc., etc. La octa- y el proceso íntegro de su santidad llevan impreso el
va previene la disipación que de ordinario produce el sello de una honda observación interna que ha sido
reír. La nona enseña a usar bien de la vista, ya que
trasladada sin menoscabo alguno a sus Ejercicios.
este sentido influye notablemente en el recogimiento del
En primer término viene el examen, y puede asegu-,
espíritu. La décima trata de la penitencia. En esta adi-
rarse con toda certeza que no hay método ascético al**
ción, San Ignacio después de explicar en qué consiste guno que le dé tanta importancia como el de San Ig**
la penitencia y cómo hay que hacerla, pone de mani- nacio. En el suyo se hacen ocho exámenes al día : dos
fiesto el fin trascendental a que se ordena, que coin- veces el examen particular, una por lo menos el gene**
cide totalmente con el de los Ejercicios. La penitencia ral, cinco de un cuarto de hora cada uno al final de
externa, según San Ignacio «se hace por tres efectos: las cinco meditaciones, dándonos en conjunto dos ho**
el primero por satisfacción de los pecados pasados; ras cabales de reflexión sobre sí mismo. Supone esto
2.°, por vencer a sí mismo, es a saber, para que la sen- en el ejercitante un vigor y un equilibrio interior nada
sualidad obedezca a la razón, y todas partes inferio- vulgares, si los hace como es debido desechando de sí
res estén más subiectas a las superiores; 3.°, para bus- toda debilidad y toda preocupación. Una palabra al me-
car y hallar alguna gracia o don que la persona quiere
nos sobre cada uno de ellos.
y desea, así como si desea haber interna contrición El examen particular, llamado asi porque atiende a
de sus pecados o llorar mucho sobre ellos o sobre las solo un defecto y éste escogido con tino y con la mira
penas y dolores que Christo nuestro Señor passaba en
de combatirlo con más eficacia y hacerlo desaparecer
su passión, o por solución de alguna dubitación en que con mayor seguridad, supone en el que lo lleya un
la p ersona se halla» [87].
hábito y una finura de introspección muy notables, así
A la penitencia durante los Ejercicios, le da San para descubrir el defecto, como para seguir la técnica
ideada por San Ignacio para desarraigarlo. Dijimos Conviene advertir que los dos exámenes de que aca-
que este examen se había de hacer dos veces al día. barnos de tratar están puestos a continuación misma
antes de comer y antes de cenar ; pero en yerdad no del Principio y Fundamento ; o sea junto a la síntesis
son dos, sino tres, porque el Santo pone una especie maravillosa del ideal de perfección más esencial que
de examen previo, ordenando que en el momento mis- darse' Puede. Qué contraste y qué eficacia a la vez !
mo de levantarse de la cama, se piense en aquel de- Según esto los Ejercicios comienzan por los dos exá-
fecto, estudiando el modo y manera de no caer en él. menes dichos y con ello quiere indicarnos San Igna-
Y aun añadiríamos, que son sinnúmero las veces que cio, que ocupan en su sistema un sitio principalisimo.
nos hemos de examinar, porque el Santo no quiere es- Debió sin duda recordar el Santo que su conversión
perar al examen del mediodía y de la noche para con- **tuvo sus comienzos en aquella serie de análisis internos
tar las faltas cometidas, sino que en el mismo momento ten los que examinaba y comparaba los diferentes
de deslizarse uno en una de ellas aconseja que se haga movientsdual.Aciroejtns
ya ten-
un acto interior de arrepentimiento acompañado de otro diendo a sus condiciones personales, les dispensa de
exterior disimulado, porque así se acostumbrará el algunas 'cosas más dificiles y pesadas. Del examen, ja-
hombre a una presencia de espíritu moralmente conti- más dispensa a nadie.
nua. La ascética cristiana no ha dado con un procedi** En el capítulo V trataremos del examen de la ora-
miento más eficaz que el presente, tanto para purificar ción.
el espiritu, como para llegar a un íntimo conocimiento Hablando con propiedad, el examen no pasa de ser
propio y para afinar la vista espiritual y acostumbrarla la parte negativa de la reflexión ignaciana o sea la
a una yigilancia poco menos que instintiva. ordenada a quitar defectos ; hay otra positiva y dirigida
Examen general. Cuando por primera vez, a los cin- a la perfección interna, que no tiene limite de horas
co años justos de haber sido escrito, fué citado a juicio porque abarca el día entero y singularmente las horas
ante un tribunal eclesiástico de teólogos y juristas cl de oración. Tratando del sistema de oración de los 1
libro de los Ejercicios, y cuando San Ignacio no con- Ejercicios, forzoso es decir que ésta es esencialmente
taba en punto a ciencias sagradas más que con prin- práctica, pues en ella el fruto es lo verdaderamente
cipios sumamente pobres, lo único que en él llamó la esencial y un como fin superior que absorbe y ordena
atención de aquellos jueces fué la intrepidez con que los actos todos del ejercitante.
en el libro se analizaban y aclaraban los actos más Pues bien : a cada punto de la oración le sigue in-
delicados y finos del pensamiento, definiendo en cada variablemente como si fuera su sombra, un acto de re-
caso su grado de responsabilidad. Estas finuras y ex- flexión. Esto de la reflexión, es para San Ignacio un
quisiteces de observación se hallan en el examen ge- tópico explícitamente repetido por él aun en los casos
neral. Ya en el mismo titulo declara San Ignacio, que en que fácilmente podia sobrentenderse, y una voz que
ejrcitan el examen no se limita a preparar al ejercitantepara para llama al ejercitante a «reflectir en si mismo para sacar
que haga una hermosa confesión, sino que atiende a algún provecho» [1231. Sin dificultad se entiende, que
conseguir la pureza del alma ; y en efecto, los cinco ac- el hombre, que sin cesar nos repite que nuestro conoci-
tos prescritos acerca del modo cómo se ha de hacer, miento debe ser «interno» y que debe llegar a conver-
están tan sabia r acertadamente elegidos y hermanados, tirse en «sentimiento», tiene clavada la mirada en tal
que más que un balance de defectos, es un ramillete pensamiento, hasta verlo hecho carne dentro de una
de actos internos llenos de vida y preciosísimos. voluntad sincera y robusta.
Lo de la reflexión, no tiene en los Ejercicios tiempos distinguir perfectamente los momentos todos de una
señalados para hacerla, porque cualquier tiempo es bue- consolación, señalando con toda precisión, qué movi-
no para ello; pero hay un momento, el de la elección, mientos del alma se deben a la consolación presente,
el más trascendental de los Ejercicios, que exige un y cuáles son fruto y «reliquias» de la que ya pasó [336].
equilibrio interior perfecto, tanto en los actos delibera- comSpairldenuPsfcqi(*mezlado) psicológica insuperable, las
dos y conscientes, como en todo aquello que de manera e San Ignacio se vale para de-
subconsciente pueda escaparse a nuestra reflexión; y clarar los movimientos espirituales, por medio de otros
todo esto con la mira puesta en que nada torcido in- corrientes en la vida humana; como, por ejemplo, las
fluya lo más minimo en las determinaciones que se van variantes de la ira de la mujer que riñe con el hom-
a tomar. Es sencillamente admirable el conjunto de bre [325]. En estas ocasiones, no tan sólo los concep-
contemplaciones, documentos y advertencias que en este tos son ejactos y de gran precisión, sino que el mismo
punto reúne San Ignacio, para asegurarse de que el lenguaje es sumamente notable. San Ignacio, dueño
ejercitante ve la verdad tal cual es y la quiere sincera siempre de frases y palabras tan significativas que pa-
y verdaderamente. Y cuando esto parece ya cosa hecha recen ser fruto natural de una intuición clarisima o de
y que todas las cosas están en su debido punto, nos un singular don suyo de ponderación, en punto a aná-
sale entonces San Ignacio con otra meditación que él lisis interior se supera a sí mismo y presenta una ri-
titula de tres binarios de hombres, ordenada por entero queza y vida tales, que sin duda alguna nos descubren
y exclusivamente al análisis completo de nuestra actual en él una aptitud natural para ello, especialisima.
voluntad, para ver si es tal cual pensamos; no vaya a Resumiendo las ideas expuestas, se ve con toda cla-
salirnos una voluntad que quiere el fin pero sin los ridad, que el director ideal en los caminos del espíritu,
medios; una voluntad que pone los medios por encima será el que, como San Ignacio, no sólo conozca todos
del fin; un querer que Dios venga a nosotros en vez los pasos de la vía espiritual por experiencia propia,
de ir nosotros a Dios. y por iluminación sobrenatural los haya contado y re-
Viendo por último las llamadas reglas de discreción pasado todos, sino que además conozca a fondo a su
de espiritus, semejantes a experiencias de laboratorio dirigido y no aparte jamás la vista de él, para poderle
psicológico ordenadas a descubrir el verdadero móvil dar en cada momento lo que más le conviene.
de nuestros actos internos: si es Dios, el demonio o
nosotros mismos. Allí se someten a los reactivos espi-
rituales del maestro, la tristeza y la alegría, la seque-
dad- y la consolación, el• temor y la esperanza, los pen-
samientos cuya causa es desconocida y los que tienen
su origen en causa precedente y averiguada ya.
Tal grado de finura alcanza la percepción ignacia-
na, que llega a oír el golpe seco o suave de la gota de
agua que cae en la piedra o en la esponja [335] ; a
darse cuenta en el largo proceso que sigue un pensa-
miento, del momento preciso en que el demonio deja
ver su cola serpentina [334] ; a verle a éste sus cuer-
nos, aunque se presente transfigurado en ángel, y a
sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por affec-
ción alguna que desordenada sea» [2r] ; la primera
anotación da una definición de las palabras «Ejercicios
espirituales» diciendo que son «todo modo de preparar
y disponer el ánima para quitar de si todas las affec-
ciones desordenadas, y, después de quitadas, para bus-
CAPÍTULO IV
car y hallar la voluntad divina en la disposición de su
vida, para la salud del ánima» [I]. El fin, pues, de
ELEMENTOS SOBRENATURALES
los Ejercidos tiende a dos cosas: en primer lugar a
EN EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS «vencer a sí mismo» y en segundo a «ordenar su vida».
El hombre consta de dos partes, una espiritual y la
otra material, y para que se pueda decir con toda verdad
Hora es ya de emprender el estudio de los elementos
que se ha vencido a sí mismo, es necesario que las ten-
sobrenaturales del arte ignaciano, parte principal de
la misma y sin la cual quedaría reducida a una simple ga dominadas a las dos. La voluntad es la parte espi-
pedagogía humana. Ciertamente la pedagogía de San ritual, y de ésta se dirá que ya está vencida, sólo cuan-
Ignacio no es humana ni natural, sino sobrenatural y do el hombre prepara y dispone su alma para quitar de
divina, asi por el fin a que está dirigida que no es otro sí todas las afecciones desordenadas [1]. La parte ma-
terial consta de muchos elementos que San Ignacio in-
que la más alta santidad, como por la exactitud con
dica cuando dice que la penitencia se hace para que
que reduce todas las leyes de la perfección evangélica «la sensualidad obedezca a la razón y todas partes in-
a un breve y fácil sistema. Es tan maravilloso el libro feriores estén más subiectas a las superiores» ; y esto
de los Ejercicios en este punto, que atendidas las cir- dice que es «vencer a sí mismo» [87].
cunstancias en que se escribió, no es posible dejar de «Ordenar su vida» es la segunda parte del fin de los
yer en él la mano de Dios, que guía a San Ignacio con Ejercicios y está en «buscar y hallar la voluntad di-
asistencia muy particular para que escriba obra tan vina en la disposición de su vida para la salud del áni-
acabada y perfecta. Con el intento de declarar de alguna ma», una vez quitadas de sí todas las afecciones des-
manera obra tan magnífica, vamos a fijarnos y a expli- ordenadas H. Decir «yida» es lo mismo que decir
car el fin general de los Ejercicios, el particular de cada
semana y el sistema práctico de ajustar-semejante altí- toda la persona y sus cosas, como claramente se des-
sima perfección a la vida particular del que hace los prende de la quinta anotación en la que San Ignacio
Ej ercicios. pide a quien comienza los Ejercicios «grande ánimo
y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo
su querer y libertad, para que su diyina Majestad, así
1. Fin general de los Ejercicios
de su persona como de todo lo que tiene, se sirva con-
forme a su santísima yoluntad» [5]. «Ordenar su vida»
incluye además el enmendarse y ordenarse en las pro-
San Ignacio es hombre de pocas palabras, pero éstas
pias operaciones [63] ; es decir, ajustar toda nuestra
substanciales. El titulo mismo del libro y la primera
conducta o vida con las normas de rectitud y perfec-
anotación nos dicen ya el fin que se propone.
ción prescritas en la Ley de Dios y propuestas por la
Dice el titulo: «Ejercicios espirituales para vencer a doctrina del Evangelio. Lo dicho no pasa de ser una
simple enunciación de las cosas ; San Ignacio ya más pues la necesidad de preparar ante todo y disponer el
lejos, y su propósito es meterlas en el alma y clavarlas alma, para quitar de sí todas las afecciones desorde-
en lo más profundo de la misma. Por eso a continua- nadas, y colocarse en una perfecta indiferencia con res-
ción del título de los Ejercicios , coloca el Principio y pedo a las cosas criadas y llegar a tener un deseo in-
Fundamento para que el ejercitante piense en él y lo tensísimo y una determinación eficaz de elegir lo que
rumie despacio, durante el tiempo que sea necesario Más conduce a la gloria de Dios y a la salvación del
p ara convertirlo en substancia propia. alma [23]. Una vez adquirida por el ejercitante esta
El Principio y Fundamento es una síntesis disposición fundamental, está ya preparado para orde-
perfec del fin total de los Ejercicios. San Ignacio con nar su vida, buscando y hallando la rayoluntad de Dios
una comprensión filosófica y teológicamente profunda, persona y(**mezclado**)
Hkedaishpíoslaiciósanntdide de todas sus cosas.
su
leduce del fin de la creación, que la ley moral esencial en ad más perfecta erigida en norma
del hombre es la santidad; o lo que a esto equivale.: de la vida humana; he ahí una ascética completamente
me el valor supremo, absoluto y esencial de todo lo racional empeñada en la lucha contra las afecciones
criado es estar dirigido a la gloria y servicio de Dios; desordenadas para dar perfecta realidad a esa misma
:gloria y servicio que pesa sobre el hombre, como tal, santidad. Esta síntesis del Principio y Fundamento no
on obligación de ley impuesta por el Señor. En su se horra del pensamiento de San Ignacio ni por un mo-
umplimiento éste halla también su bien supremo, ya mento siquiera en todos los Ejercicios. Todo en ellos
ue ése es el medio único y necesario para salvar su se ordena a realizarla, y para que el ejercitante llegue
alma. En todo el uniyerso no hay más que dos valores a obsesionarse con ello, al principio de cada ejercicio
morales, supremo cada uno en su género, a saber: la le recuerda invariablemente el mismo propósito ence-
loria de Dios y la salyación del hombre, y ambos al- rrado en la llamada oración preparatoria, que dice así :
anzan su única realización en el cumplimiento de la «Pedir gracia a Dios nuestro Señor para que todas mis
oluntad divina. intenciones, acciones y operaciones sean puramente or-
Por lo tanto todo uso de las criaturas que no se aco- denadas en servicio y alabanza de su divina Mages-
modeprfctanlivoutad,es tad» [46]. Conviene fijar detenidamente la atención en
desorna,yquptdelaincóSñor;y lo que a San Ignacio le sirve de punto de vista en los
para que sea lo que debe ser, hay que tomar o dejar Ejercicios, para distinguir lo ordenado de lo desorde-
las criaturas, tanto cuanto ayuden o estorben a la nado. Es desordenado, a juicio del Santo, no tan sólo
consecución del fin para que ha sido creado el hombre. lo pecaminoso, sino también lo que siendo de suyo in
ste y no otro es el principio universal del orden de diferente o bueno, no obedezca recta y puramente a
creación y a él ajusta San Ignacio sus juicios en los razones del servicio y amor de Dios. Algunos ejemplos/
ejercicios. que él mismo trae aclaran del todo su pensarniento.
Para obrar constantemente de acuerdo con este Un eclesiástico se siente moyido a buscar un beneficio
princpio (** revisar la página cortada - falta alguna palabra**) de orden, tropieza el hombre con el gran impedi- «no por el honor y gloria de Dios nuestro Señor, MI
ento de sus afecciones desordenadas, que le arrastran por la salud espiritual de las ánimas, mas por sus pro-
aprecio y uso de las personas y de las cosas, por pios provechos y intereses temporales» [16]. «Muchos
objetivos bien diferentes de la gloria de Dios y de la eligen primero casarse, lo qual es medio, y secunda-
salvación del alma, o por otros que derechamente no rio servir a Dios nuestro Señor en el casamiento, el
coneivaprstefnumo.Sip qual servir a Dios es fin... Éstos no van derechos a
Dios, mas quieren que Dios venga derecho a sus affec- en los Ejercicios nos llama a la más alta perfección y
ciones desordenadas, y por consiguiente, hacen del fin santidad. Y esto por dos razones; en primer lugar por-
medio y del medio fin» [169]. Otro tiene oficio de re- que lo está pidiendo la cosa misma, y en segundo por-
partir limosnas y se siente «inclinado y afficionado a que esa perfecta ordenación de nuestras aficiones, la
algunas personas a las cuales quiere distribuir» [342j, fama él- como preparación para otro fin muy más alto,
de forma que aun tratándose tal vez de los mismos po- cual es buscar y hallar la voluntad divina en la dis-
bres, no se mueve a ello principalmente por el mayor posición de su vida y de todas las otras cosas particu-
seryicio de Dios, sino por su afición hacia aquellas per- lares; Quien 'así disponga su voluntad, bien purificada
sonas. Un hombre ha adquirido o conserva cierta can- de todas las aficiones desordenadas, puede vivir
tidad de dinero, justamente y sin la menor ofensa de confiado en que Dios le hablará o le dará a conocer cuál
nadie, pero no con aquella tan pura intención que sólo sea su santa voluntad.
mire al servicio de Dios [1501. Realmente es digna de Es tan alta la perfección de que estamos hablando,
consideración esta nomenclatura de San Ignacio. En que podría parecer cosa del todo imposible poderla al-
lenguaje corriente, tenemos por pecaminoso lo que cla- canzar en los pocos días que duran los Ejercicios. Ya
ramente es pecado, o al menos es ocasión o tentación San Ignacio dice de éstos, y muy acertadamente, que
que nos lleva al pecado. Pero el Santo es mucho más son «modos de preparar y disponer el ánima para qui-
exigente y califica de desordenado o simplemente de tar de sí todas las affecciones desordenadas» [1], y es-
desorden, a toda acción, deliberación, afición o inclina- pera una gracia de Dios que responda, así a lo ejtra
ción que directa y plenamente no se conforme con las ordinario del fin que se propone el ejercitante, como a
normas primarias y últimas del servicio de Dios. los medios que pone en práctica para alcanzarlo. Que
Se entiende semejante modo de pensar reflexionan- semejante esperanza del Santo no puede ni debe to-
do sobre el orden esencial de todo lo creado tal cual marse por presunción ni engaño, lo ha demostrado más
está expuesto en el Principio y Fundamento. Partiendo que suficientemente la historia de los Ejercicios. El Pa-
de la base cierta, de que todos hemos sido creados para dre Nadal nos habla de «la gracia de los Ejercicios»
un fin supremo, absoluto y único, saca San Ignacio- la teniendo de ella el mismo concepto que tenemos de «la
conclusión siguiente: el orden está en que ese fin im- gracia de estado o la gracia de la yocación».
pere siempre y sin limitación de ningún género en todas También es*** oportuno reducir a sus limites
nuestras acciones; y el desorden, en que alguna de ellas verdaderos lo que se entiende por «quitar de sí todas las affec-
no se dirija con la mayor intensidad y pureza posibles ciones desordenadas». La afección en lenguaje
a ese mismo fin. En consecuencia debe tenerse por des- ignaco,estrqulpocmhari
ordenada toda acción, deliberación, afición o inclinación una persona o cosa [184, 338] y por lo tanto, quita:
que no se encamine a ese fin último pura y simple- de sí todas las afecciones desordenadas, es lo mismo
mente, o lo haga sin la intensidad que pide la luz que que ordenar el amor, amando lo c ine se ama, en Dios
el alma tiene recibida de Dios en aquel momento. Ésta y por Dios. Pero nadie crea que con esto ha alcanzado
ya la victoria total sobre sí mi s mo, porque esta victoria
es la mente y éste el lenguaje ordinario de San Ignacio
en sus Ejercicios. abarca lo que es más alto aún, o sea, que «la sensua-
Invito de nuevo al lector a una reflexión profunda. lidad obedezca a la razón y todas partes inferiores esten
Aqui, desorden no quiere decir propiamente pecado, subiectas a las superiores» [87]. labor ésta que abre un
sino carencia de perfección, y por lo tanto San Ignacio campo de lucha para toda una yida. En l os Ejercicios
llegamos a cobrar aborrecimiento del desorden que hay
en las cosas que no van como deben ir; nos determi- cial y universal que preside todas las cosas y que tan
claramente nos lo dió a conocer el Principio y Funda-
namos además a luchar con una voluntad resuelta y
logramos las primeras victorias por medio de la peni- mento [23], desorden es, y por tal ha de ser tenida,
tencia, y de la vida reglamentada y austera, tan propia cualquier desviación positiva o negativa de aquella
de esos días. conocida y tomada en toda su perfección. Éste Éste es el
ideal de Dios; que sigamos y tornemos solamente lo
No se debe olvidar tampoco, que ese orden adqui- que nos lleva al fin; en tanto y cuanto nos conduce al
rido por el hombre en los Ejercicios a fuerza de despo-
fin; lo que con mayor seguridad nos lleva al fin sobre-
jarse de sus afecciones desordenadas, puede perderse
natural, pero puesta la mirada únicamente en su razón
después de ellos dando otra vez entrada a amores nc de fin. Por consiguiente, será acción desordenada la
del todo bien ordenados, expuestos como estamos siem- que no busca puramente el fin o no se atiene a la me-
pre a caer en los halagos con que nos tientan las cria- dida del tanto cuanto, aunque la cosa de que se trata
turas. Si esto llegara a acontecer y se diera el triste caso
no sea de sí prohibida por la ley de Dios bajo ninguna
de perderse esa primera ordenación de afecciones ad- clase de culpa, ni grave ni leve.
quirida en los Ejercicios, nos será fácil recuperarla El desorden será aún mayor, si la cosa es objeto de
volviendo de nuevo a ellos. Nótese además, que cuando alguna ley divina, preceptiva o prohibitiya. En aque-
un hombre ha de tomar resoluciones en cosas de im- llos mandamientos de Dios que no son puramente posi-
portancia deseando hallar en ello la voluntad de Dios, tivos, sino que tienen fundamento en la materia misma
le es sumamente necesario tener bien ordenadas todas a que se refieren, concebimos, siguiendo nuestro modo
sus afecciones.
de pensar, un desorden anterior al precepto o prohi-
Pasemos ahora a ver y declarar cómo cada una de
bición divinos, desorden que es el fundamento mismo
las semanas de Ejercicios tiene un fin propio suyo,
de la ley, puesto que Dios manda lo que manda por-
pero siempre subordinado al fin general que acabamos
de exponer. que es ordenado, y prohibe lo que prohibe porque es
desordenado. Quiere, pues, San Ignacio, que tratando
de pecados lleguemos hasta este desorden radical y que
lo detestemos por su misma fealdad y malicia. Cuantos
2. Fin de la primera semana se acostumbren a mirar las cosas penetrándolas hasta
lo más profundo, estarán ciertamente muy lejos de
El fin de la primera semana de los Ejercicios, to- quebrantar o echar en olvido ley ninguna, divina o hu-
mándolos siempre no mutilados, sino en la forma y he- mana que prohibiendo algo, hace que esto sea formal-
chura perfectas en que los concibió San Ignacio, no se mente pecado.
limita a la «contrición, dolor y lágrimas por los peca- Por otro lado, la luz con que San Ignacio alumbra
dos», sino que tiende a adquirir un profundo horror a las cosas que propone, es tan abundante y a la vez tan
lo que el Santo llama «el desorden racional, que no hay inteligencia que se atreya no digo
demisopracn»[63];felquvincompredsl a negarlas, pero ni siquiera a apartar de ellas los ojos.
pecados graves y leves y lo que es puramente imper- Es la evidencia que se impone por sí misma. Bien la
fección v defecto. Por lo dicho acerca del fin general aprovecha el Santo y de la vergüenza, del horror, de
de los Ejercicios, puede colegirse el significado que a la contrición v de las lágrimas Que la consideración
dicha frase le da San Ignacio. Atendido el orden esen- y contemplación de los pecados le han arrancado al
ejercitante, se vale él para llevarle hasta lo más hon- mitir los principios, sinmo en su aplicación a las acciones;
do, hasta tocar la raiz primera de todo desorden; y en- y fácilmente se comprende que cuando ese caso llega,
tonces lo encara con él para que se dé cuenta exacta hagan su aparición las grandes dificultades. Éstas j a-
de toda su monstruosidad y malicia y lo aborrezca con) más. se vencen y dominan con solas ideas, pues son ade-
todas las fuerzas de su alma. más necesarios sentimientos poderosos.
Una vez logrado por el medio eficaz de la «consi- Mejor que nadie sabía esto San Ignacio, y por lo
deración y contemplación de los pecados» cuanto pue- tanto no se contentó con dar al ejercitante en la pri-
den dar de sí las fuerzas humanas ayudadas de la gra- mera semana las leyes fundamentales de la santidad,
cia, se acoge a la oración perseverante y echa mano sino que ademas trató de armario de afectos,
de la intercesión de la Madre de Dios, de los méritos poders*aqunpecidlsfutareyvis
de Jesucristo y de la bondad del Eterno Padre, para no se hiciese atrás, sino que las arre imeracotn
que la eficacia omnipotente de la plegaria nos alcance denuedo y coraje. Y en esto está la segunda parte del
del Señor aquel don que él considera trascendental y fin o fruto de la primera semana. Vamos a declarar
de absoluta necesidad para obtener el fin que se pro- ahora qué sentimientos son ésos.
puso. Éste es el sistema que pone en juego cuando toca El primer afecto que quiere despertar en el ejerci-
puntos yitales y necesarios. necessitate medii, si vale la tante es la vergüenza de sí mismo [48]; pero no la
frase. que le lleve a ocultar las maldades que descubre en el
En el plan de sus Ejercicios, éste es el concepto pro- fondo de su alma o le inspire el temor de presentarse
fundo que tiene formado San Ignacio del desorden, con- envilecido delante del Dios de cielos y tierra. Vergüen-
siderado en si mismo. El acto central de los Ejercicios za semejante, sería servil e incapaz de encender su es-
es la elección de estado o la reforma de la vida, hechas píritu en deseos vehementes de acción, que es precisa-
con tal pureza de intención v con tal santidad, que al mente lo que San Ignacio intenta y desea.
ejercitante no le pueda caber ni sombra de duda de que Este afecto toca en lo más vivo de la vergüenza, pr
lo elegido es exactamente la voluntad divina. Siendo o pia de los nobles corazone,s para que viéndose deudores deudores
esto así ¿es posible que haga buena elección y buena de su gran bienechor, sientan la apremiante necesidad
reforma de yida, quien no haya llegado a aborrecer de de darlo todo, de aniquilarse si es preciso y sacrificarse
muerte todo desorden, ni se sienta inflamado de amor opnqrtaumáes.dTlfécvrióne
has, con tal de librarse del eso de sus miserias
hacia aquella ordenación substancial de las cosas cria-
das, mirada por Dios como ley primordial de la santi- Ignacio y asi entiende él a los hombres de corazón, y
dad? A éste le sucedería que llegado el punto de la por eso amontona aquí cuantos elementos son capaces
elección, se hallaría envuelto por otras muchas y dife- de engendrar ese sentimiento fecundísimo, poniendo en
rentes intenciones y aficiones que en manera alguna le juego al mismo tiempo los más vivos contrastes.
dejarían tomar determinaciones ajustadas a la suprema Llegados a este*** punto, el sentimiento de vergüenza
voluntad del Creador. La semana fuerte y dificil de los se convierte en apasionada adhesión a la persona de Jesucristo,
Ejercicios es la segunda. En ella los grandes principios al que veo colocado en medio mismo de
relativos a la santidad adquiridos en la primera, pasan ruina eterna, que me sa lva del infierno y del pecado,
a ser ley, reducidos a normas de perfección exactamente y me hace objeto de una verdadera predileccion de su
definidas. Corazón santísimo. Aquí el contraste salta y estalla de
La**dificultad principal no está precisamente en ad- tal manera, que todas las demás cosas desaparecen de la
vista, como si todo quedara reducido a la singular e nitencia. Cómo se explica, preguntan éstos, el que de
impresionante lucha entre Jesucristo y su miserable
primer intento se le hable al pecador de perfecciones
criatura, entre su amor eterno y mi malvada obstina- tan elevadas como las arriba expuestas? Semejante
ción. esperando an si osamente a ver quién triunfa de vperonciéendtej(**mezclado**)
quién. Esto no es otra cosa que el amor que triunfa, ?, ¿no es querer andar más de prisa de lo con-
¿No es edificar la casa comenzando por el
el amor que crea en el alma del ejercitante la necesidad
apremiante de lanzarse a la acción, necesidad manifes- **tejado?
Esta clase de admiraciones, proviene ciertamente de
tada por aquella pregunta que los caminos de Damasco, ignorar la suerte de hombres a los que habla San Ig-
oyeron salir un dia de los labios ardorosos del per- nacio en sus Ejercicios típicos y completos. No hay
seguidor de los cristianos, elegido para el apostolado: duda que muchos de los que vienen a los Ejercicios,
«¿ Qué debo hacer por Cristo?» [53].
y a tiene el ejercitante metidas en su alma las ideas han de comenza r por convertirse, y claro es que a éstos
hay que hacerles recorrer los pasos todos de la vía pur-
y los sentimientos que son necesarios para las gran- gativa, empezando por el santo temor de Dios. No es
des gestas de la segunda semana de los Ejercicios, y menos evidente que aun aquellos que han entrado ya
San Ignacio no espera un momento más, ni se entre- por esta vía, o tal vez la tienen ya recorrida, obrarán
tiene más tiempo con las verdades llamadas muy santamente renovando los sentimientos de su pri-
postrimerías del hombre, sino que de lleno le presenta a Jesu- mera conversión, perfeccionándolos y afianzándose más
cristo «y delante dél todo el universo mundo, al cual y más en ellos. Pero dado por bueno lo que acabamos
y a cada uno en particular llama» [95] y convida a de decir, notemos que San Ignacio para comenzar a
la gran conquista de la santidad. Ésta es la respuesta hacer sus Ejercidos ideales, pide un hombre «que en
resonante y clara, dada a la pregunta: «¿Qué debo ha- todo lo posible desee aprovechar» [2o] ; es decir, que
cer por Cristo?» [53]. «entre en ellos con grande ánimo y liberalidad con su
El panorama cambia por modo maravilloso, al igual Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad
de lo que nos sucede cuando escalada la cima de una para que su divina majestad, así de su persona como
montaña, tendemos la vista por el lado opuesto al de de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctíssima
[a subida. Este lado precisamente es el imperio de la voluntad» [a]. Vuélvase a meditar lo que expusimos
santidad, es el reino de Jesucristo. El llamamiento para en el capítulo segundo, y con ello desaparecerá esa nube
entrar en él sin reseryas y de lleno, lo hace San de extrañeza, y nuestros ojos verán completamente des-
Ignacio,prmejdnustoSñr,pmedila pejada la cumbre altísima de perfección adonde se en**
mntemplación del Reino de Cristo, que viene a ser una caminan los Ejercicios.
ntroducción a las semanas siguientes de los Ejercicios.
Antes de examinar el fin de las siguientes semanas,
onviene disipar la nube que tal vez se ha apoderado 3. Fin de la segunda semana
le la inteligencia de los que no conocen a fondo el libro
de los Ejercicios. Éstos, como otros muchos, creen que El fin de la segunda semana es esencialmente prác**
primera semana se limita a la conversión del peca- tico y consiste en abrazarse de hecho y de corazón con!
or, y por eso le hablan sólo de dolor y de propósito, la pobreza, la humildad y el dolor de nuestro Señor
el infierno, castigo del pecado, y de la muerte y juicio Jesucrito,amándlsquepoam
ande se acaba para el hombre el tiempo de hacer pe** persona,udctiysejmplo.
Mirando dicho fin de una manera general, no ofrece- a admitir y desear con todas las fuerzas posibles quan-
ría ciertamemte grandes dificultades, pero carecería por to Cristo nuestro Señor ha amado y abrazado. Como
lo mismo de verdadera eficacia. Por eso San Ignacio, los mundanos que siguen al mundo aman y buscan con
porque con la mayor claridad uno por uno, los gran tanta diligencia honores, fama y estimación de mucho
deshechos ylagrndesñzlRntor;y nombre en la tierra, como el mundo les enseña, así los
con ellos a la vista, descubre, y sin la menor compa- que van en spiritu y siguen de veras a Cristo nuestro
sión desentraña muy en particular, las afecciones más Señor, aman y desean intensamente todo lo contrarío;
vivas que arrastran al ejercitante al amor de las rique- es a saber, vestirse de la misma vestidura y librea de
zas, dei honor y del placer de la vida; y hecho esto, le su Señor por su debido amor y reverenda; tanto que
invita a sacrificarlo todo al amor de aquel jesús a quien donde a la su divina Majestad no le fuere offensa al-
enardecido p reguntnlabprimes:«¿Qué guna, ni al próximo imputado a pecado, desean passar
debo hacer por Cristo?» [53]. Nada de propósitos al injurias, falsos testimonios, afrentas y ser tenidos y es-
aire; el ejercitante ha de contestar categóricamente, con timados por locos (no dando ellos ocasión alguna dello),
un si, o con un no, a cuantas aficiones o repugnancias, por desear parecer y imitar en alguna manera a nues-
concretas o determinadas se presenten; y el dicho debe tro Criador y Señor Jesucristo, vistiéndose de su ves-
juntarse con el hecho. tidura y librea; pues la vistió Él por nuestro mayor
Hay que reproducir la santidad evangélica y los provecho spiritual, dándonos ejemplo, que en todas co-
procedimientos evangélicos, como si de nuevo tuviéramos sas a nosotros posibles, mediante su divina gracia, le
delante de nosotros a Jesucristo y para mi solo queramos imitar y seguir, como sea la vía que lleva
repitaélsunñzyejmplos.Aqu«rí», los hombres a la vida» 1.
se repite en cada contemplación y allá dentro del alma En esta hermosa página, hija como se ve del tercer
contesta su eco: «Y yo ¿qué debo hacer por él?» San grado de humildad, presenta San Ignacio a quien pre-
Ignacio pretende nada menos que llevar al ejercitante tende entrar en la Compañia de jesús, el ideal del je-
a las alturas de lo que él llama tercer grado de suita y la califica de «Grado de perfección preciosí-
dad, en que «siendo igual alabanza y gloria de la di- simo en la vida espiritual» 2 . Claramente se ve, que si
vina Majestad, por imitar y parescer más actualmente el hombre en el desarol uvi na,o
a Cristo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con mira todas las cosas desde este punto de vista, jamás
Cristo pobre que riqueza; opprobios con Cristo lleno alcanzará aquella libertad de espír itu necesaria para
¿ellos, que honores; y desear más de ser estimado por neutrsgoaSñi,vlecod*
vano y loco por Cristo, que primero fué tenido por tal, ni la fortaleza divinal qu debe acompañar siempre al
que por sabio ni prudente en este inundo» [167]. Cual- apóstol, n i la plena satisfacción interna y Ila absoluta
quiera puede ver que casi es imposible ir más allá en ¿confianza
Pero en Dios, luz y consuelo de las almas santas
la imitación de Jesucristo. como se sube a estas alturas?
Semejantes deseos nos los dió el Santo en el libro En el sistema ignaciano, el medio para escalar pum
del Examen, conyertidos en norma práctica de la vida. **to tan elevado es poseer una gran idea y un gran sen-
«Es mucho de advertir (encareciéndolo y ponderándolo con*ti miento, cosas ambas que se identifican con el
delante de nuestro Criador y Señor), en cuánto grado
ayuda y aprovecha en la vida espiritual, aborrecer en Examen, cap. 4, n,
todo y no en parte quanto el mundo ama y abraza y n. 36,
cimiento y el amor de nuestro Señor Jesucristo. Jesu- meditando cada uno de los pasos en particular. Éste es
cristo es el objeto y materia única de las tres últimas el sentido «Mirar ceyr punto de la contemplación del na-
tercer
semanas de los Ejercicios, corno si al ejercitante le yconsidera(*mezclado*) considerar lo que hacen, así como
fuera imposible, una vez puestos sus ojos en nuestro es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido
Señor, apartarlos ni por un momento de su divina per- en suma pobreza, y a cabo de tantos trabajos, de ham-
sona. También la petición en todas las contemplacio- bre, de sed, de calor, y de frío, de injurias y afrentas,
nes es siempre la misma: «Conocimiento interno del para morir en cruz; y todo esto por mí» [116].
Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más La extraordinaria sobriedad que se advierte en las
le ame y le siga» **
[104]. Esto es aquello de San Pa meditaciones de la vida de Jesucristo, tanto en los por-
blo 1 : no querer saber otra cosa que Jesucristo, ni te- menores como en las consideraciones, parece obedecer
ner otra vida que la suya. El hombre que ha tenido la al ansia de contemplar sólo a Jesucristo, y es como el
dicha de llegar a tan alto grado dé perfección, debe resultado del encanto o embeleso producido en el alma
mirarse como un condenado a muerte: Tanquam morti por su vida y su persona. En este particular, las medi-
destinatos 2 . Para él los bienes materiales han desapa** taciones de San Ignacio se diferencian de las de otros
recido totalmente; ya no tiene honra, ya no tiene vida autores. Nadie como él ha adoptado un modo de mi-
omnia et in omnibus Christus 3. Para poder llegar al rar tan completo y a la vez tan sencillo, arrastrado
conocimiento íntimo de Jesucristo, que es el fundamen- por el afán del conjunto y sin atención a la variedad
to donde se apoyan su amor y su imitación, San Igna- de los pensamientos, tan buscada y deseada por otros.
cio, según la enérgica expresión de San Pablo', no di- Compárense, por ejemplo, los puntos de San Ignacio
vide a Jesucristo, antes presenta su persona toda ente- con las meditaciones atribuidas a San Buenaventura.
ra; es decir, su ser divino y su ser humano, su interior Es éste un punto de vista del sistema de los Ejercidos,
y su exterior, sus pensamientos, su doctrina, sus idea- desconocido para muchos.
les, sus hechos y sacrificios. Siguiendo por ese camino, Se ha dicho del método de San Ignacio, y en tono
lo mira y lo remira, escucha todas sus palabras y cada acusatorio, que no saca almas contemplativas. Para des-
una en particular, examina todas sus obras, estudia lo hacer la acusación, llamamos la atención sobre la ten-
que padece, o lo que quiere padecer [195] y penetra dencia altamente contemplativa que encierra el modo
lo más íntimo de su alma y de su divinidad, saboreando de oración puesto en práctica en esta segunda semana de
set infinita dulzura [124]. Éste y no otro es el sentido los Ejercicios. Aquella mirada, sencilla, profunda, de-
de aquella petición repetida invariablemente al principio tenida y amplísima, que es el todo de la oración de Sim-
de todas las contemplaciones: «Conocimiento interno del plicidad y como la puerta de la contemplación, a nadie
Señor; que por mí se ha hecho hombre, para que más le será tan familiar como al que siga el sistema de San
le-amé y le siga» [104]. San Ignacio quiere que el ejer- Ignacio. Es cosa sabida y experimentada, que por el
citante que contempla, aprenda este sistema de unidad camino que marca dicho sistema, se llega a una con-
y totalidad a la vez, ya en los principios, y mientras va smrealqucnázdposelvirnc* vivencia espiritual con Jesucristo, más íntima aún y

1 I Cor., 2, 2. ralmente durante su vida mortal. No quiere San Igna-


2 I Cor., 4, 9. cio, que la contemplación de la persona adorable de
Coloss., 3, ir. nuestro Señor Jesucristo se quede en la región de lo
' I Cor., 1, 13. ideal p abstracto, sino que baje a vivir en todas las
obras del ejercitante, de modo que a ser posible, todas del Santo en la una y en la otra y de qué medios se
las acciones del día, aun las puramente materiales, lle- vale para dirigir al ejercitante.
guen a ser una reproduc iónovi oreflejodelasde Los tres primeros días se proponen como fin propio,
Jesucristo. ¿Hay cosa más vulgar y baja que el comer? que el ejercitante se encariñe intensamente con la per**
Pues aun en esta ocupación quiere San Ignacio que sona de Jesucristo y con la vida de pobreza y de hu**
«mientras la persona come, considere como que ve a mildad con que comienza su vida mortal. Por esto quie**
Cristo nuestro Señor comer con sus apóstoles: y cómo re y desea San Ignacio, que el estado de ánimo del
bebe, y cómo mira, y cómo habla; y procure imitar- que hace los Ejercicios sea durante todo este tiempo,
le» [214]. de una suavidad interior grande. Los misterios del na**
cimiento y la infancia de Jesús que en ellos se contem**
plan son dulcísimos como lo tienen bien probado la
4. Las elecciones de los santos y la experiencia diaria de las
almas contemplativas. La vida de San Ignacio nos cuen-
Son las elecciones el centro de los Ejercicios y el ta, que aqui se apoderó de su alma una devoción pro-
acto más importante de los mismos y bien merecen por funda y ternísima. Cosa particular. En las meditacio-
ello un estudio especial en todo el conjunto de la se- nes del santo nacimiento, puso San Ignacio las notas
gunda semana. San Ignacio le da a ésta una importan- sentimentales más atrayentes de todo el libro de los
cia tan marcada, que llega a obscurecer a las otras, Ejercicios. Después de las resoluciones heroicas de la
incluso a la primera con ser tan vigorosa y bien forti- primera semana y del Reino de Cristo, donde ofrece
ficada. Su duración es doble que la de las otras y en al ejercitante la pobreza, la humillación y el mismo
ella los documentos se multiplican, y la contemplación martirio sufrido por Jesucristo, como el más seductor
alcanza a ser tan profunda, que quiere el Santo que de los ideales, ahora quiere atar su corazón con los
un mismo ejercicio se repita cuatro y cinco veces en suaves y fuertes lazos de la devoción íntima y amoro-
el mismo día [159]. La segunda semana es a no du- sa que cual incienso aromático sale del portal de Be-
darlo, la cima más empinada y dificil de cuantas hay lén y de la profunda quietud de Nazaret. Quiere que
que dominar en el camino emprendido. Lo anterior no el ejercitante en su arrobamiento llegue a exclamar con
pasaba de ser ascensiones de tanteo o preparatorias, y San Pedro en el Tabor. «Bonum est nos hic esse» 1;
lo que viene después son ya bajadas de hombre que se ¡ que bien se está aquí!
ha vencido y ordenado. El esfuerzo que todo esto revela, Dos repeticiones pone y una aplicación de sentidos
va dirigido únicamente a que el acto central de los para sacar de lo más hondo el agua regalada de la
Ejercicios, que son las elecciones, se realice con la ma- consolación espiritual y llegar si es posible al mismo
yor perfección posible. Demos, pues, también nosotros manantial del amor. En la aplicación de sentidos, enca-
una mayor explicación del mismo tema. minada directamente al sentimiento, abre de par en par
Las elecciones dividen la segunda semana en dos todas las puertas a la devoción y a la ternura. «Ver las
partes perfectamente definidas, pero muy bien unidas personas con la vista imaginativa, meditando y contem-
entre si y dirigidas a un mismo fin último. La primera plando en particular sus circunstancias» [ 1 22]. «Oír
parte comprende los tres primeros días y la segunda con el oído lo que hablan o pueden hablar» [1231. «Oler
los nueve restantes, hasta los doce que es el total y el
señalado por San Ignacio. Veamos cuál es el intento Mt, 17, 4.
y gustar con el olfato y con el gusto la infinita. suavi- dos» [135], a esto siguen nueve días de contem-
dad y dulzura de la divinidad del ánima y de sus yirtudes finalmente el acto mismo de la
y
plación [136-161],
y de todo» [124]. «Tocar con el tacto, asi como abra- elección, que consta: de un «Preámbulo para hacer
zar y besar los lugares donde las tales personas pisan elección» [169], una introducción «para tomar noticia
y se asientan» [125]. de qué cosas se debe hacer elección» [170-174], tres
Difícilmente pueden escogerse actos más amorosos tiempos «para hacer sana y buena elección en cada uno
que los señalados aquí por San Ignacio, ni palabras que [175-177 ], dos métodos o maneras prácticas de
Belios»
los expresen con mayor fuerza de atracción. Y para [178-188] y otro para la reforma de la
hacer elección(ez*cladom)isgón
que todo concurra al mismo fin y ayude al alma, acon- [189].
vida
seja en estos días lo que él llama «buenos tempora** Esta larga enumeración, sacada de un libro por otra
les» [130], o sea, que se dé al cuerpo y a los sentidos parte tan sencillo en su composición como parco en las
cierto descanso y suave bienestar. No debe levantarse palabras, manifiesta bien a las claras la importancia
el ejercitante para el ejercicio de la medianoche; tenga trascendental de las elecciones, que son a no dudarlo
en su habitación más bien claridad que obscuridad, el núcleo o centro mismo de los Ejercicios. Pero adver-
disminuya o suspenda totalmente las penitencias timos que erraría mucho quien pensase que lo princi-
corpalesyimntuoracpesmint pal de este período son los documentos que llevan el
ycosnalpdreiquév densrí nombre de elección. Las fórmulas para San Ignacio son
para andar con el alma dulcemente embebida y cosa del todo vacía si no entrañan grandes ideas, sen-
ensachd.Portminlegaásrvide timientos y afectos nacidos todos de la contemplación;
Jesucristo [129-130]. y con esto queda dicho que ésta es la parte principal
El cuarto día ocupa un lugar preferente en la se- de los Ejercicios. Aclaremos un poco más este punto
Randa semana y dentro del total de los Ejercicios es y aparecerá la distinción esencial que hay entre la ma-
le una importancia capital. En él se da principio a las teria y el espíritu de las elecciones.
lecciones; es decir, a una serie de actos encaminados Las Banderas y los Binarios son como las contem**
ver si Dios quiere serrayirse de nosotros en el estado placiones madres de las elecciones,para y decirlo con
e «custodia de los mandamientos» o en el de «per- las palabras de San Ignacio, son como el principio y
ección evangélica» [135]. El día anterior, San fundamento de las mismas. «Para alguna introducción
IgnaciopreJsutmojplyde dello, dice él, en el primer exercicio siguiente veremos
no y. de otro estado; del primero «siendo Él en obe- la intención de Cristo nuestro Señor... y cómo nos de-
iencia a sus padres», y del segundo «guando quedó en bemos disponer para venir en perfección, en cualquier
el templo dejando a su padre adoptivo y a su madre estado o vida que Dios nuestro Señor nos diere para
atural** por vacar en puro servicio de su Padre eter- elegir» [135].
al» [135]. San Ignacio cambió en estos dos hechos La materia de las elecciones son los diferentes esta-
orden de la narración evangélica, poniendo el segun- dos o maneras de vida sobre los que se debe deliberar,
D antes que el primero, porque para sus fines, la con-
y el espíritu o alma de las mismas, «la intención de
mplación de la subida al templo le ofrecía un funda- Cristo nuestro Señor». La meditación de las Dos Ban-
ento admirable para las elecciones. deras se encamina a declararnos esa intención de Je-
Esta materia de las elecciones es varia y extensa. sucristo y la manera cómo nos hemos de disponer de
mpieza por un «Preámbulo para considerar esta- nuestra parte para ser perfectos en cualquier estado
de vida. Pertenece por lo tanto al alma de las eleccio- «1cEl5iquoeªdnaysjr6 be
nes, y fácilmente se comprende el por qué San Ignacio mover al que los rescibe más a pobreza ni a promesa,
manda que se haga cuatro veces en un solo día; a me- que a sus contrarios, ni a un estado o modo de vivir,
dianoche, a primera hora de la mañana y dos repe- que a;-otro» [15]:. El Director debe contentarse con
ticiones después. proponer da vera doctrina de Cristo» [164] y vigilar
El ejercitante que mediante las contemplaciones del atentamente para que su ejercitante no sea engañado,
cuarto día llegue a ver claras las cosas, tiene asegura- ni se deje llevar de afecciones desordenadas, creyendo
das las elecciones; las hará bien. El que en esto se que- quivocadamente que va por el camino de la vida es**
da a media luz o ande casi a obscuras, no poco sufrirá pi ritual.
cuando se halle ante las fórmulas concretas de elec- exp*¬ dicho nos hace pensar en la ciencia y en la
Lo
ción: se parecerá mucho al que quiere o tiene que leer riencia , que debe poseer el que da los Ejercicios. Si éste
casi sin luz, Este cuarto día es un día muy serio, ar- confundiera la materia y el espíritu de las cosas, y no
duo y el que más eficazmente contribuye para el logro distinguiera claramente entre medios y fines, o tomara
del fin principal de todos los Ejercicios. Notemos aquí a su cargo un oficio que no le pertenece, creyendo ser
algo que es de importancia capital. Los Ejercidos de de su incumbencia lo que el Señor se ha reservado para
San Ignacio son ciertamente un llamamiento a lo que sí; entonces los Ejercicios serían una cosa estéril, o un
conocemos con el nombre de estado evangélico, o sea vulgar instrumento de piedad, o lo que es peor toda-
al estado de pobreza actual, pero éste es un llamamien- vía, se convertirían en un verdadero martirio para las
to condicional; es decir «queriéndome vuestra santísi almas mejor intencionadas. Cada oficio y carrera tiene
ma majestad elegir y rescibir en tal vida y estado» [98]. su moralidad profesional. La de los ministerios espiri-
Ahora bien, lo que no es condicional, ni está sujeto a tuales es muy perfecta y estrecha, y entre tales minis-
elección, antes es el ideal definitivo de los Ejercicios; terios, pocos habrá tan difíciles como el de ser un buen
es «la intención de Cristo nuestro Señor», esto es, «cómo Director de Ejercicios.
nos debemos de disponer para venir en perfección en Al llegar aquí, salta una dificultad, grave y a prime-
qualquier estado o vida que Dios nuestro Señor nos die ra vista de difícil solución: ¿No quebranta el mismo
re para elegir» [135]. Erraría pues quien creyera, que San Ignacio en el modo de conducir las elecciones, las
Ignacio predestina de alguna manera a sus discípulos, normas y preceptos que con tanta prudencia le ha dado
o compellit intrare en determinado estado, aunque éste al Director?
sea el apostólico. Él ciertamente pondrá en nuestras En el quinto día se da principio a la materia de las
manos un troquel acabado de estos estados; pero hay elecciones como lo dice expresamente San Ignacio: «La
algo superior a todas las formas de vida que es la pura materia de las elecciones se comenzará desde la con-
doctrina de la perfección enseñada , por nuestro Señor templación de Nazaret a Jordán, t omando i nclusive, que
Jesucristo. Ésta, sí, se la propone al ejercitante como es el quinto día» [163]. Dejamos ya dicho, que la ma-
fin de sus Ejercicios típicos, y lo hace con un teria de las elecciones es la vida o el estado en que
vigor y una fuerza tales, que es moralmente imposible debe practicarse la perfección; estado que, aunque no
que aquél no la acepte de todo corazón y la tome por sea tan esencial como la doctrina y el deseo de la per-
luz y norte de su vida, si en él se dan las condiciones fección, es ciertamente muy importante, ya que un error
exigidas del perfecto ejercitante. en su elección, daría lugar a una desviación fatal, abri-
Aquí viene como de molde la doctrina de las anota** ría un camino lleno de peligros, o al menos vendría a
ser fuente de perpetua desorientación y de tribulacio- extinguir el tal affecto desordenado pedir en los colo**
nes interiores. Cierto que San Ignacio no impone una quios (aunque sea contra Ia ca r ne) que el Señor le elija
clase de estado, pero al menos parece inclinarse deci- yserquplic,aóod
didamente por el estado de pobreza actual ; y aun por
el de vida apostólica. Aclaremos este punto.
que sea servicio y alabanza de la su divina voluntad» [157].
Domina en todos los Ejercicios d e San Ignacioy d proceder que San Ignacio reco-
El modo h ero i co de
de manera casi mecánica la ley práctica de aplica r más mienda al ejercitante, lo practica él a su vez como Di-
fuerza allí donde es mayor la resistencia; único y rector de los Ejercicios . Profundo conocedor de la re-
verdadero medio*** para asegurar elequilbronecsa. pugnancia instintiva de nuestra corrompida naturaleza
Cuando la resistencia, de simplemente pasiva pasa a a todo lo que sabe a pobreza actual, a humillaciones
ser inclinación positiva hacia un extremo determinado, y a dolor, se pone a la ofensiva y sin constarle aún a
entonces hay que colocarse, no en el centro, sino en el qué clase de estado lleva al ejercitante la inspiración
otro extremo, para que resistiendo se ponga el hombre de Dios, él lo inclina ya, y con la mayor decisión, a la
en su justo medio. El libro de los Ejercicios formula práctica de aquellas grandes virtudes evangélicas.
con la mayor claridad tan sabia ley pedagógica, dicien- Transcurridos los tres días de cielo que pasa el alma
do: «Si por ventura la tal ánima está affectada y in- del ejercitante contemplando la infancia de Jesucristo
clinada a una cosa desordenadamente, muy conveniente y como preparación para los ejercicios heroicos del
es moverse, poniendo todas sus fuerzas, para venir al cuarto día, le propone el ejemplo que Jesús nos da de
contrario de lo que está mal affectada» [16]. San Igna- lo que el santo llama segundo estado, «cuando quedó
cio recalca su necesidad e importancia con estas dos en el templo desando a sus padres» [135]. En este
expresiones altamente significativas : «Hacer el oppósito cuarto día expone San Ignacio la doctrina de la per-
per diametrum» [ 3 25] y «mudarse contra» la inclina- fección evangélica, y entrando ya en el quinto, da para
ción o tentación [319]. ¿Se siente uno perezoso y ten- primera contemplación la partida de nuestro Señor de
tado de acortar e: tiempo señalado para la oración ? su casa de Nazaret, dejando definitivamente a su Ma-
Alárguela. pues, un poco más [13]. ¿Le instiga la de- dre para ir a recibir el bautismo, a ayunar en el de-
solación para que cambie los propósitos hechos durante sierto y después a predicar ; y ordena el Santo que esta
'a consolación? Refuércelos con mayor energía toda- contemplación se haga cinco veces en este quinto día:
vía [318], y añada algo más para ir contra la desola- a medianoche, en la madrugada, dos repeticiones an-
**ción [31]. ¿Con paz y sosiego, fijaste ya la cantidad tes de la misa y de vísperas y una aplicación de sen-
le alimento que debes tomar, y llegada la hora de comer tidos antes de cenar, acabando con los coloquios de
a tentación te dice que cambies de propósitos ? Come las banderas, o según la nota de los binarios poco ha
entonces un poquito menos [217]. mencionada [159].
Aparte estas menudencias, hay en esta materia co- Decidido el ejercitante a seguir muy de cerca a Je-
as de mayor importancia, y San Ignacio hablando ya sucristo, le encarga San Ignacio que mientras lo con-
de las mismas elecciones, pone en las contemplaciones templa practicando de manera definitiva el segundo es-
'e las banderas y de los binarios, la siguiente nota: tado de perfección evangélica, comience ya a deliberar
Es de notar, que cuando nosotros sentimos affecto o sobre la materia de las elecciones; o lo que es lo mismo,
,preobugznacit(*ljdpsomnarect*) l que piense en el estado que le conviene escoger para
indfertsapobziqu,mchaprove practicar la perfección [163].
Pero ni aun con todo lo dicho se contenta San Ig- ha de «hallar en paz a Dios nuestro Señor» [sao], es
nacio. A continuación le propone al ejercitante las tres decir, de que cumplirá perfectamente la voluntad divina
maneras de humildad, «en ellas considerando a ratos en la disposición de su vida.
por todo el día» [164]. En este importantísimo docu- Una vez más queremos advertir, que el sistema de
mento ¿qué le enseña? Lo que el Santo llama humil- San Ignacio no es una teoría especulativa, filosófica,
dad perfectísima, es a saber: «guando incluyendo la teológica, ascética o mística; es algo más: una peda-
primera y segunda, siendo igual alabanza y gloria de gogía práctica de la perfección evangélica. En él está
la divina majestad, por imitar y parescer más actual- encerrada toda la doctrina, pero además contiene algo
mente a Christo nuestro Señor, quiero y elijo más po- más vivo y de mayor eficacia; o sea, el conocimiento
breza con Christo pobre que riquezas, opprobios con profundo del hombre y el arte sobrenatural de moldear
Christo lleno de ellos que honores, y desear más ser a éste según el ideal de toda perfección. Vamos a exa-
estimado por vano y loco por Christo que primero fué minar ahora el fin de la tercera semana.
tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mun-
do» [167].
Hay que confesar que San Ignacio con todo lo hasta 5. Fin de la tercera semana
aquí expuesto, inclina tan fuertemente hacia el estado
de pobreza actual, que quien haya hecho sus Ejerci- Después del esfuerzo hecho en la segunda semana
cios tal como él lo quiere y desea, difícilmente podrá para alcanzar el tercer grado de humildad, «que sien-
resistir a esa poderosa inclinación a menos que no dis- do igual alabanza y gloria de la divina majestad, por
ponga de razones evidentes en contra. Y cabe pregun- imitar y parescer más actualmente a Christo nuestro
tar: ¿No es esto un empujón excesivo hacia un extre- Señor, quiero y elijo más pobreza con Christo pobre
mo? ¿No se rompe aquí la ley del equilibrio que el mis- que riqueza, opprobios con Christo lleno de ellos que ho-
mo San Ignacio ha impuesto al Director? nores, y desear más ser estimado por vano y loco por
En teoría podría parecer que si; pero mirando a Christo que primero fué tenido por tal, que por sabio
lo práctico y teniendo en cuenta la violenta inclinación ni prudente en este mundo» [167] ; y habiendo conse-
que nos arrastra hacia los bienes materiales y el horror guido asimilarnos de esta manera la doctrina y los
con que miramos la humillación y el dolor, vemos con ejemplos de nuestro Señor Jesucristo — haciéndolos ob-
claridad que llegada la hora de la elección todo se ne- jeto de nuestra elección tal vez heroica—, podría creer
cesita para disponer de juicio claro e indiferencia de alguno que estaban ya andados todos los pasos en el
voluntad y de afección, en todo lo posible. Quien no ha camino de la santidad. San Ignacio no obstante, alar-
alcanzado la disposición de los hombres del tercer bina** y ga los Ejercicios dos semanas más, dando seis días
o aund la contemplación
elm d de la pasión de Jesucristo [208] y
dop,rentijaslcdmunoy otros cinco o seis al menos a la contemplación de los
evidentes razones de mayor gloria de Dios no está, a misterios de la resurrección [226], a la contemplación
juicio de San Ignacio, bien preparado para la elección. para alcanzar amor y a las maneras de orar, que corno
Caso de no existir esa evidencia, aun siendo igual glo** se deduce de la anotación cuarta [4], forman también
ria de Dios una cosa y otra, abrace gustoso el ejercitante parte de la cuarta semana. ¿Qué fin se propone el San-
el estado de pobreza actual, el de humillación y sacrifi- to en estaá dos semanas postreras de tanto trabajo es-
cio; y hecho esto, tenga la completa seguridad de que piritual? La petición y los coloquios de los ejercicios
de estas semanas nos dan la respuesta deseada, pues un valor incomparablem ente superior; pero no obstante
es de todos sabido, que en la petición se declara «lo pretendamos nosotros crearnos una conciencia moral
que quiero y deseo» ; es decir, cuál sea el fruto espe- que nos nos l eve a mirar
cial de la contemplación, que los coloquios vienen a lo que a Jes ús pertenece, hastaincorpas,ifuebl
confirmar y aun ampliar pidiéndolo en ellos a nuestro posible, su misma persona divina. El amor humano
Señor. ciando es muy intenso, y mucho más el amor divino,
En esta tercera semana v a partir de la segunda con- posee ciertamente semejante fuerza asimilativa.
templación, la petición es siempre la misma ; es decir, En el caso actual no se trata de sueños amorosos,
se pide lo que «es propio de demandar en la passión, sino de realidades sobrenaturales bien fundadas en teo-
dolor con Christo doloroso, quebranto con Christo que- logía. Jesucristo nos tiene dicho, que él es la vid y
brantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que nosotros los sarmientos 1 ; que él es nuestra vida 2 ; que
Christo passó por mí» [203]. Estas lágrimas por la hemos de vivir en él, siendo una misma cosa, como lo
pasión de nuestro Señ or se mencionan incidentalmente es él con su Padre celestial 3 . San Pablo ha expuesto
en otros - lugares de los Ejercicios [48], y son, entre magistralmente esta doctrina persuadiéndola de un mo-
otras, una clase de consolación muy apreciable que muy do gráfico y con el mayor ahinco. Jesucristo, dice él, es
dignamente puede pedirse al Señor y ser buscada hasta la cabeza y nosotros somos los miembros 4, que
con penitencias externas, que se hacen para «llorar estamos como plantados, injertos y arraigados en Jesu-
mucho sobre... las penas y dolores que Christo nuestro cristo 5 ; hemos de crecer en Jesucristo que es la cabe-
Señor passaba en su passión» [87]. Palabras como es- za, con el crecimiento que es debido a cada miem-
tas de tanto encarecimiento y tan repetidas por San Ig- bro 6 .
nacio, indican a las claras que la petición de la tercera La vida sobrenatural de la gracia que poseemos y
semana encierra algo muy importante. Veámoslo. que nos viene de nuestro Señor Jesucristo, es la reali-
Aquí pedimos a Dios dolor, quebrantó, lágrimas y dad encerrada en todas estas metáforas. La gracia san-
pena interna, no propiamente como cosa nuestra, antes tificante, o es la misma caridad sobrenatural, o va siem-
como cosa que nos toca a nosotros y a Jesucristo a la - pre acompañada de ella; por ello un crecimiento nuestro
vez; pedimos sentir el dolor que siente Jesús, llorar las en la vida sobrenatural, una más íntima incorporación
lágrimas que llora jesús y sufrir la misma con Jesucristo, o una mayor participación vital de su
pena interna que atormenta a Jesús. Notable manera de com- vida, llevan consigo bajo la asistencia del Espíritu Santo
penetrarnos con Jesús. Hasta aquí mirábamos a Jesús un crecimiento en la caridad sobrenatural, que puede lle-
Como a nuestro maestro y nuestro modelo; queríamos gar hasta los grados más altos de la unión divina, ocul-
conocerlo internamente, para amarlo más y seguirlo tos tal vez a muchas almas, pero ciertamente reales y
más de cerca; pero se había de suponer siempre que él verdaderos.
y nosotros éramos personas diferentes y que diferentes
eran también sus actos y los nuestros, aunque el amor'
tratara de hacerlos semejantes «por imitar y parescer 1 Jean., 15, 5.
más actualmente a Christo» [167]. Verdad es que la 2 Coloss., 3, 4.
persona física de Jesucristo será siempre distinta e infi- • Joan., 17, II, 20 y 21.
nitamente superior a la nuestra, y que sus actos • I Con, 6, 15.
• Coloss., 2, 6.
entitativamente se distinguirán de los nuestros y que tendrán Ephes, 4, 15 y 16.
Siendo esto así y atendida nuestra condición, pue- sucristo; con quien vive en unión personal? Ciertamen
de decirse en verdad que la entrada desembarazada y te se necesitaba un milagro para que Jesucristo pudiera
más natural para penetrar en el misterio de la unión asqepadecer,
ñfcntolubvmiíóyp y lo hizo la voluntad divina suspendiendo los
mística con Jesucristo, no es otra que el sentir en nos-
otros las penas que él sufre por nuestra causa en su de Dios, dejando a la humanidad abandonada a sus
sagrada pasión. No hay cosa tan conforme con los no- fuerzas naturales y sujeta a la acción de
bles sentimientos del corazón humano, como el las causas externas y a la malicia de sus enemigos. Es decir, lo con**
partici** los dolores que otro padece por nosotros. Par
tiendo, pues, de la idea del sentimiento común, parece
tr ario precisamente de lo que ha hecho Dios algunas
veces con los santos mártires, llenándolos de tales y
cosa hacedera y muy natural el formarse conciencia tan grandes .consolaciones divinas, que ahogaban en
plena de nuestra incorporación total -y permanente con ellos todos los padecimientos corporales. Jesucristo
Jesucristo mediante las realidades sobrenaturales que quiere padecer, y para conseguirlo hace un milagro mucho
en nosotros mismos poseemos, contando por supuesto, mayor que el hecho con los mártires para quitarles el
con la acción interna de la gracia y de dos dones del dolor y multiplica además por modo admirable las cau-
Espíritu Santo. sas externas e internas de su sufrimiento.
Sobrentendida esta gracia divina, San Ignacio toma San Ignacio quiere que la contemplación del quinto
los medios más convenientes para llegar a esa comu** punto de la tercera semana se concentre toda en esta
nidad de dolor con Jesucristo. A los tres puntos de las voluntad de Jesucristo: «Considerar cómo la Divinidad
contemplaciones de la segunda semana, o sea, perso- se esconde, es a saber, cómo podría destruir a sus ene-
nas, palabras y obras, añade aquí este cuarto «consi- migos, y no lo hace, y cómo dexa padescer la sacratís-
derar lo que Christo nuestro Señor padesce en la huma- sima humanidad tan crudelísimamente» [196]. Contem-
nidad o quiere padescer, según el paso que se contem- plación como ésta, tan espiritual y tan honda, apode-
pla; y aquí comenzar con mucha fuerza y esforzarme rada fuertemente de la voluntad enamorada de Jesu-
a doler, tristar, y llorar, y así trabaxando por los otros cristo y tan largamente repetida en cada meditación
puntos que se siguen» [195]. Tal vez en ningún otro y en todas las partes de la misma, no puede dejar de
lugar de los Ejercicios se ha excitado el sentimiento despertar en el Ejercitante una voluntad proporciona-
con tan gran fuerza como aquí, con el intento de llegar da, que estalla de esta manera en el sexto punto: «Con-
a lo que los Santos llaman transformación dolorosa siderar cómo todo esto padesce por mis pecados, etc.,
en yAhí qué debo yo hacer padecer por él» [197].
San Ignacio no se contenta con hacer suyas las pe tenemos el golpe de gracia que San Ignacio iba
nas
lejosde Jesucristo;y
quierellegar
ir más buscando.
a la fuente misma del amor de donde proceden, que no es otra . El fruto de la tercera semana, que es un resumen del
que la voluntad del Redentor. Jesucristo, atendida su fruto de las anteriores, comprendiendo además la aspi**
naturaleza, no podía padecer porque la divinidad que ración al martirio sufrido po r Jesucristo y en Je sucristo,
en unión personal forma parte de su ser, no sólo lo consiste todo él en hacer y padecer por Cristo y **ver que no falte algo**
había de preservar de todo mal, sino colmarlo también c omunidad de dolor con Cristo. Empresa ésta muy su-
de toda felicidad. perior a nuestra naturaleza. Del dicho al hecho, hay
Si Dios beatifica en el cielo a los ángeles y a los gran trecho, y éste se hace mucho más largo cuando
hombres con sola su contemplación ¿qué hará con Je** de padecimientos se trata. Cuando el sacrificio que se
hace es de la vida entera, encierra en sí la suma del
amor y es a la vez el acto de mayor fortaleza. Nos parece que para lograrlo, no ha y manera ni más
**verificar**
acomodada ni más eficaz que trabajar por llegar a la
En este estado de espíritu se halla el ejercitante al transformación y a la unidad y de vida de muerte con
salir de la segunda semana. Ha hecho entrega a Dios Cristo crucificado; es decir el Christo confixus sum
de su persona y de sus cosas, como le había prometido
cruel, de San Pablo: «Estoy clavado en la cruz junta-
al entrar. Pero cuando salga del recinto sagrado donde mente con Cristo; y yo vivo, o más bien, no soy el que
sólo respiraba sobrenaturalismo y palpe la realidad de vivo, sino que Cristo vive en mí. La vida que vivo ahora
la vida que ha determinado llevar, la perspectiva, en esta parte, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
s
presente ante sus ojos entrañará dificultades seria me amó, y se entregó a sí mismo a la muerte por mí»
y muy graves. ¿Su*** voluntad entonces será tan firme que Vida nuera es ésta, que no contenta con morir en
se encare con todo, aun con la misma muerte, para ser' Cristo crucificado, vive sepultada con él, hasta la muer-
fiel a las verdades y promesas que ahora tiene y guarda te y que con él ha de resucitar 2.
como rico tesoro de su espíritu? .
San Ignacio intenta llegar a una transformación do-
Corre el peligro de que la realidad lo zarandee y le lorosa que no se detenga en uno u otro misterio, sino
haga perder el tino. San Francisco Javier, que fue uno que abarque toda la persona de Jesucristo ofrecida a
de los espíritus más fuertes en hacer y padecer gran- Dios por entero en holocausto por nosotros. Por esto
des cosas por Dios, escribió desde la India a sus her- declara repetidamente su deseo de que no se deshaga
manos de la Compañía unas cartas interesantísimas y ni se descomponga en manera alguna la amorosa figura
en ellas ponderaba la gran diferencia que hay entre de Jesucristo, separando demasiado sus misterios unos
ofrecerse en el retiro de la oración a perder la de otros. Así funde la pasión y la muerte en un solo
por Jesucristo y en verse expuesto a perderla de hecho. y total ideal de sacrificio que va desde el pesebre hasta
Llagada la hora del sacrificio, dice San Francisco Ja- la cruz, y fiel a este su propósito recomienda que se
vier que la inteligencia se obscurece y no se entiende repase entre día el siguiente rosario de dolor «indu-
el sentido de la sentencia evangélica, que dice: del que ciendo a mí mismo a dolor y a pena y quebranto, tra-
quiere perder la vida por Jesucristo la salva, y el que yendo en memoria frequente los trabajos, fatigas y
quiere salvarla, la pierde». Aquel latín tan claro del dolores de Christo nuestro Señor, que pasó desde el
Evangelio, dice agudamente al Santo, se convierte en- puncto que nació hasta el misterio de la pasión en que
tonces en una lengua enrevesada que no hay quien la al presente me hallo» [2o6]. Para asegurar el logro
entienda 1. dé este su intento, quiere el Santo que el último día de
La razón de esto está, en que la inclinación que sen- la semana se encierre toda la pasión junta en una sola
timos a los bienes materiales ha llegado a convenirse contemplación, para que de una ojeada se pueda abar-
en nosotros casi en una naturaleza y por este cauce car todo aquel retablo de dolores [208].
podría escapársenos*** todo el fruto de los Esta tercera semana confirma eficacísimamente el
Ejercicios. ¿Qué hay que hacer para asegurar la clarividencia de fruto de la primera y de la segunda. Por lo que toca
la inteligencia y con mayor empeño aún la perseveran- a la primera, vemos que San Ignacio quiere que nos
cia de la voluntad, para cuando los conflictos se pre- fijemos con cuidado en que las penas que padece Jesús
senten?
Gala. 2, 9 y 20.
Monumenta Xaveriana, vol. 1, pág. 400. Galat., 6, 4; Coloss., 2, 12.
son la paga por nuestros pecados, y así en la primera pidiendo aquello que más eficazmente cerca algunas
contemplación nos dice que pidamos «dolor, sentimiento cosas particulares desseo» [199].
y confussión porque por mis pecados va el Señor a la Por último, aquello que nos enseña en la segunda
passión» [193] ; y en las demás nos hace «considerar semana; es decir, el ver, el escuchar y el mirar a las
cómo todo esto padesce por mis pecados» [197]. sagradas personas con el intento de aficionamos a la
Comparadas estas sus palabras con las del coloquio imitación práctica y continua de nuestro Señor Jesu-
del primer ejercicio de la primera semana que dicen: cristo, lo encarga de la misma manera en toda esta ter-
«Imaginando a Christo nuestro Señor delante y puesto cera.
en cruz... cómo de Criador es venido a hacerse hom- Creemos además que no es ningún despropósito, el
bre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir pensar que San Ignacio sacó de la contemplación de
por mis pecados» [53], se ve claramentequelafrz, la cena la quinta regla para ordenarse en el comer, que
incomparable de eteste coloquio alcanza una magnífica dice así: «Mientras la persona come, considere como
ampliación y desarrollo en el curso de la tercera sema** que vee a Christo nuestro Señor comer con sus após-
na,completandoelsntimentoydesodehacrlgo toles, y cómo bebe, y cómo mira y cómo habla; y pro-
por jesucristo, con el más íntimo aún, de padecer por cure imitarle» [214].
«¿Qué hacer por Christo?» nos preguntába-
mos en la primera semana [53], pero en ésta vamos
más lejos y añadimos: «¿Qué debo yo hacer y padecer 6. Fin de la cuarta semana
por él». [197]. El paralelismo aquí es evidente, y sin
ningún género de duda San Ignacio establece una re- La vida gloriosa de Jesucristo y la acción de la di-
lación íntima entre las dos preguntas. vinidad en nosotros son la materia de las contempla-
Lo mismo les acontece a los propósitos de la segun- ciones de la cuarta semana. El fin de la misma es la
da semana, que también ellos tienen aquí su confir- transformación amorosa del hombre en Jesucristo glo**
mación. Entre todos, el más perfecto es la disposición cri
ompendisat. oso en la misma divinidad. Pasemos a declararlo
que encierra el tercer grado de humildad, y precisa-
mente la contemplación de la pasión exige naturalmen- En las contemplaciones de la vida gloriosa de Jesu-
te que esa disposición se repita y se refuerce. Así lo cristo, la petición es siempre la misma: «pedir gracia
entendió San Ignacio, y por eso dice que, acabadas esas para me alegrar y gozar intensamente de tanta gloria
contemplaciones, el Ejercitante «puede hacer tres co- y gozo de Christo nuestro Señor» [2211. En la tercera
loquios, uno a la Madre, otro al Hijo, otro al Padre, semana, como gracia y don singularísimo, pedíamos a
por la misma forma que está dicho en la segunda se- Dios participación en las penas y dolores del Reden-
mana en la meditación de los dos binarios, con la nota tor, pero sintiéndolos como si fueran suyos y nuestros
que se sigue a los binarios» [199] ; nota singular que a la vez, y como si él y nosotros fuéramos una misma
equivale a un abrazarse fuertemente con el tercer grado persona. Por semejante manera y agradeciéndolo como
de humildad. graci a y don especial, suplicamos en la cuarta el ser
Tal vez el Ejercitante no dé cima a sus elecciones partícipes de la alegría y gozo del Redentor, pero como
hasta terminar esta tercera semana; y por esto San cosa común de ambos y como si formáramos con él una
Ignacio le dice que enderece sus coloquios «según que sola persona. La compasión amorosa era allí la puerta
quiera (el Señor) disponer de mí a una parte o a otra... de comunicación, aquí lo es el gozo amoroso.
Propio es de los corazones nobles y sensibles pa-
apóstoles y entrarnos en posesión de esa gracia con-
decer con aquel que por ellos padece y muere, y no
soladora que no nos faltará jamás, si hasta la muerte
o es menos alegrarse y gozarse de su triunfo glorioso
somos fieles al espíritu y a la verdad de la vida de fe
sobre las penas y la misma muerte. Ésta es la cima del
que nos espera. Como ello s también, tenemos seguro
amor, la que nos lleva a la unión gloriosa y beatífica. el rico tesoro de las esperanzas, de las consolaciones
En la tercera semana padecemos, morimos y somos
divinas y de las santas expansiones de caridad que Jesu-
sepultados con Jesucristo; y en la cuarta resucitamos con cristo quiera darnos según el orden de su amorosa pro-
Él a nueva vida 1. videncia.
Vida que es el mismo Jesucristo resucitado, oculto Con estas poderosas ayudas andaremos nuestro ca-
ti presente por las sombras de este mundo; pero «cuan- mino hacia la eternidad, como los Santos que nos han
lo el Cristo vida nuestra aparecerá, entonces precedido, a los que vimos caminar gozosos, desembara-
2.aprecmos(*jáginarecotd*)mbiénsrocÉlegia» zados de todas las cosas y ágiles como si tuvieran alas,
El efecto natural de nuestra transformación gloriosa y llenos de gracia y suavidad. Los aires inmortales de
en Jesucristo resucitado, es la alegría y el gozo, que la resurrección tienen la virtud de*** disipar lo mismo las
orman lo <pie llamamos consolación espiritual. San Ig- penas que las alegrías de este mundo y dejan al alma
nacioset qulamsetrd l ena de una gran alegría para poder correr por los
consolación, quiere además que sepa y sienta, que J e caminos seguidos por Jesucristo.
sucristo¬ resucitado es la propia fuente de donde ella San Ignacio quiere que el ejercitante se dedique por
mana. «Miar, dice, el oficio de consolar, que Christo entero a cultivar estos sentimientos, no tan sólo en las
nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos horas de contemplación, sino aun antes de entrar en
uelen consolar a otros» [224]. El oficio de Redentor ella, «luego en despertándome, ponga enfrente la con-
eacaba
spcialímoyrdesuciónqjamátdr* en Jesucristo con su vida, pero ahora toma otro templación que tengo de hacer, queriéndome affectar y
alegrar de tanto gozo y alegría de Christo nuestro Se-
endrá fin; éste es el de Consolador. ñor» [224]. Y también entre día «traer a la memoria
Y así lo verros buscando afanoso y con el cariño pensar cosas motivas a placer, alegría y gozo espi-
le una madre amorosa a los apóstoles y discípulos que ritual, así como de gloria» [229]. Y hasta quiere que
1 tempestad de la pasión dispersara tan violentamente, las mismas cosas materiales contribuyan a lo mismo:
ara consolarlos y fortalecerlos con las artes «Usar de claridad y de temporales cómodos, así como
maravillosa de su amor. Cortos y muy distantes unos de otros en el verano de frescura, y en el invierno de sol o ca-
on ciertamente *sitade los ratos que pasa con ellos, perro esas vi** lor, en quanto el ánima piensa o coniecta que la puede
* isitas de Jesús les proporcionan un consuelo quelsduraá* ayudar, para se gozar en su Criador y Redemp-
tirará toda la vida; vida de fe y de tribulaciones su- tor» [229]. El esfuerzo personal que de nosotros exigía
:idas por esa misma fe. Por la contemplación de esa San Ignacio para que imitásemos a Jesucristo en sus
ida de Consolador que vive Jesús durante los cuarenta virtudes y le siguiéramos en sus padecimientos, nos lo
días después de su resurrección y antes de subirse a pide ahora para que sepamos participar y gozarnos de
)s cielos, nos hacemos nosotros semejantes a los santos sus alegrías.
Esta transformación amorosa en Jesucristo, fin de la
Rom., 6, 4, cuarta semana nos une con la misma divinidad. «Con-
Cols.,*34 siderar, dice San Ignacio, cómo la . Divinidad, que pa-
lo dijo: «Ninguno va al. Padre sino por mí» 1 . Pero
rescía esconderse en la pasión, paresce se muestra ago- existe también otro, el de las criaturas; porque siendo
ra tan milarosamente en la santísima resurrección, ellas participación y reflejo de la misma Divinidad y
por los verdaderos y sanctíssimos effectos della» [223]. hablando tan directamente a nuestros sentidos, y po-
Y a continuación quiere que veamos a la misma Divi- tencias, pueden fácilmente llevarnos hasta Dios, si nues-
nidad, unida aun antes de la resurrección, tanto con el tra alma se quiere aprovechar de la luz que le viene
alma como con el cuerpo muerto de Jesucristo [219]. de arriba. Lo lamentable es, que ésta muchas veces se
En todas las partes de sus Ejercicios, nos encamina duerme y deja en libertad a los sentidos para que se
San Ignacio hacia la Divinidad. engolfen en las criaturas sin querer alzar los ojos al
El mismo Principio y Fundamento pone ya al hom- cielo. Pero por fortuna, esta misma alma cuando se
bre de cara a Dios para siempre; en la vida y en la llega al final de los Ejercicios está muy despierta y
eternidad. Cuando por primera vez en el coloquio del llena de luz sobrenatural con que poder conocer las
primer ejercicio de la primera semana se presenta Je- cosas divinas. Por esto San Ignacio, atento a esta su
sucristo ante el Ejercitante, es ya el «Criador que es buena disposición, aprovecha tal coyuntura para ense-
venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte ñarla y adiestrarla en subir a Dios por las criaturas.
temporal». [53]. Cuando en el ejercicio del Rey tem- Acerca de este divino camino recibió San Ignacio
poral lo llama en su seguimiento, es el «rey eterno y se- en Manresa tal copia de ilustraciones, que según él mis-
ñor universal» el «eterno Señor de todas las cosas» [97 mo dice, se sentía cambiado en otro hombre y aun el
y 98]. En la aplicación de sentidos, último ejercicio mismo- mundo se presentaba a sus ojos muy otro y
de cada día en las semanas segunda, tercera y cuarta, como cosa del todo nueva. Oportuno nos parece copiar
nos hace «oler y gustar con el olfato y. con el gusto la aquí lo que el Santo nos dejó escrito sobre aquella exi-
infinita suavidad y dulzura de la Divinidad» [124], y mia.: ilustración que recibió de Dios a orillas del Car-
en los grandes coloquios nos encontramos siempre con doner, de camino hacia la ermita de San Pablo: «Se
aquella escala de Jacob que arranca de nosotros mismos le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no
y pasando por la Madre y el Hijo nos lleva al Eterno que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo
Padre. muchas cosas tanto de cosas spirituales como de cosas
Aquí dibuja San Ignacio dos caminos para llegar de fe y , de letras; y esto con una illustración tan gran-
hasta la Divinidad ; uno es eldascritueylo de, que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se
el de nuestro Señor Jesucristo. Este último es el que puede declarar los particulares que entendió entonces
toma con preferencia San Ignacio en los Ejercicios. Pero aunque fueran muchos, sino que recibió una grande
notemos una cosa: que en las tres primeras semanas la claridad en el entendimiento; de manera que en todo
Divinidad de Jesucristo no se manifiesta claramente sino el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos
como velada y medio oculta, mayormente en la pasión, años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de
al paso que en la resurrección se deja ver de manera Dios, y todas cuantas cosas a sabido aunque las ayun-
milagrosa y clarísima por sus verdaderos y santísimos te todas en uno, no le parece aber alcanzado tanto, como
efectos. De este modo tan prodigioso, el alma que se de aquella vez sola. Y esto fué en tanta manera de
había unido íntimamente con Jesucristo se encuentra quedar con el entendimiento illustrado, que le parece
ahora unida con la misma Divinidad.
Jesucristo es sin género de duda, el camino más rec-
Joan. 14, 6.
to y seguro para ir a la Divinidad, como él mismo nos
como si fuese otro ombre y tuviese otro intellecto, que
tenía antes» 1. divina. Antes al encontrars e con Jesucristo, Redentor
suyo amorosísimo, Maestro y ejemplar de su vida, se
Dos caminos vió San Ignacio para llegar hasta Dios
por medio de las criaturas: uno, el de la verdad y de s él de talmanera que quisiera identificar
con sus
nnl**pensamientos todos, sus de
Joersús (**mezcla**) afectos, palabras,
la justicia; el otro, el del amor.
El segundo nos hace ver con claridad que quien crea obras, su vida, muerte y resurrección, como si ambos
fueran-una sola persona. Ahora, como dichoso remate
el mundo es el amor; que ese amor divino que da a las y coronamiento, halla dentro de sí misma a la Divini-
criaturas su ser y las conserva, vive en ellas una vida,
dad, incorporada a su persona por el intermedio de
aunque misteriosa, realísima; cuyo final y remate es, Jesucristo, y fuera de sí, ve también a la misma Divi-
darse por entero el mismo Dios movido de un amor nidad que se le está dando en todas las cosas que la
purísimo. Este segundo camino nos lo descubre San Ig- rodean, e invitándola además a una mutua correspon-
nacio al acabar sus Ejercicios en la gran contemplación dencia de amor.
para alcanzar amor. ¿No es esto la verdadera amistad con Dios? Por
El amor es la gran fuerza unitiva y asimilativa de ma y otra parte existe el amor de benevolencia, mu-
que está dotada nuestra naturaleza. Por lo tanto si :uamente reconocido, dado y aceptado; sólo falta, pues,
acertamos a ver en todas las cosas ese amor infinito a comunicación íntima y la convivencia que exige la
de Dios que nos invita de continuo a guardarle la es- amistad. A estas alturas de unión con Dios llegó San
tima que se merece, se nos ha abierto de par en par la Ignacio en sus Ejercicios y así prosiguió el resto de
puerta para llegar a la Divinidad. Uno de los más hon- vida creciendo de continuo en la intimidad con Dios.
dos y espontáneos sentimientos de nuestra naturaleza Todas sus cartas** las comenzaba y acababa invariable-
es el agradecimiento, y para despertar en nosotros esa nente invocando el amor eterno y la santisima volun-
gratitud, nos propone San Ignacio en primer término :ad de Dios. Los asuntos los trataba y resolvía como
los beneficios recibidos de Dios, no parándose en el ;i de hecho leyese en los ojos de Dios lo que en cada
beneficio, sino con ánimo de descubrirnos el amor en- :aso pedía la gloria del Señor.
cerrado en él y hacernos ver a la Divinidad que envía La contemplación del cielo estrellado y la vista de
por delante sus dones, tan sólo como prenda y aviso una flor arrebataban su alma, elevándola hasta Dios, y
de otro don infinito que nos espera y que no es otro 1 mismo le aseguró al P. Cámara al fin de su vida,
que ella misma. me «había ido siempre creciendo en devoción, o sea,
Llegados aquí, fácilmente se comprende que el alma en la facilidad de encontrar a Dios», y que entonces
no se contenta ya con el sentimiento de gratitud hacia do encontraba más que nunca; que siempre y a cual**
Diós , sino que brota espontáneo en ella otro amor más quier hora que quisiese hallarlo, lo hallaba». Ésta es la
elevado; el amor de benevolencia, la verdadera y santa disposición de alma que el Santo quiere en los que
amistad
*losEjerci, con su bienhechor* lacen los Ejercicios.
*ya está el alma prepa Se admiran algunos de que San Ignacio no nos hable
rada para unirse con Dios por amor, purificada como del amor en el Principio y Fundamento y también les
se halla de todas las afecciones desordenadas y resuelta lama la atención su gran sobriedad en usar la palabra
a entregarse totalmente al cumplimiento de la voluntad mor en sus Ejercicios. Los que así hablan, no han
sabido ver que lo que el Santo busca y quiere es la
Autobiografía, n. 31. calidad del amor que nunca miente; y no la palabra,
que ha sido y será siempre una de las más falaces.
**falta**
Mas luego cuando el ejercitante se halla ya purificado,
encendido en caridad divina, le expone en**
Las
**falta** Santo ampliamente la doctrina del amor con

siguientes palabras de las Constituciones que


parecen ser una conclusión lógica de la contemplación CAPÍTULO y
para alcanzar amor, expresan bien a las claras el es-
tado a que San Ignacio quiere elevar al hombre deján- LA ORACIÓN EN LOS EJERCICIOS
dolo allí de asiento y permanentemente: «Todos se DE SAN IGNACIO
esfuercen, dice, de tener la intención recta, no sola-
mente acerca del estado de su vida, pero aun de todas
cosas particulares, siempre pretendiendo en ellas pura- La palabra ejercicios, la aplica ciertamente San
mente el servir y complacer a la divina bondad por sí Ignacio a diversas operaciones espirituales, pero no
misma, y por el amor y beneficios tan singulares en cabe la menor duda que en su mente y propósito la
que nos previno, más que por temor de penas, ni espe- refiere de una manera especial y con preferencia a la
ranza de premios, aunque de esto deben también hora de oración mental donde el alma tiene ocupadas
ayudarse; y en todas las cosas busquen a Dios nuestro todas sus facultades en la íntima comunicación con
Señor, apartando, cuanto es posible, de sí el amor de Dios. El mismo encabezar cada meditación, contem-
todas las criaturas, para ponerle en el Criador de ellas, plación, repetición y aplicaciones de sentidos con el
a él en todas amando, y a todas en él conforme a su consabido titulo de ejercicio, nos está indicando clara-
santísima voluntad» 1. mente, que la oración es entre todos el principal. Y así
yernos que ésta se lleva las mejores horas del día y que
' P. c. 8, 26. los otros ejercicios se refieren a ella mediata o inme-
diatamente como secundarios.
No es invención de San Ignacio el considerar la
oración como un medio para adquirir la santidad, puesto
que por tal la tuvieron todos los Santos y así nos lo
enseñó nuestro Señor Jesucristo y lo recomienda k
Santa Iglesia. La que en esta materia le pertenece a
San Ignacio como propio, puede reducirse a los cuatro
puntos siguientes: primero, el carácter central de la ora-
ción; segundo, su carácter práctico; tercero, el método;
y cuarto, las diversas y variadas formas de oración,
Digamos algo de cada uno de ellos.
cada palabra ignacianas, que los arrastra y medio obliga
1. Carácter central de la oración en los Ejercicios a emprender una exégesis del libro rda vez más autén-
tica y más profunda.
Comenzando por la importancia extraordinaria que Siendo esto así, fácilmente se comprende que quien
San Ignacio atribuye a la oración. conviene fijarse en ha hecho los Ejercicios, se sienta fuertemente inclinado
las dos clases de escritos bien diferentes entre sí que a estudiarlos. Notemos bien la diferencia entre lo uno
el libro de los Ejercicios contiene: los de la primera y lo otro. Hacer los ejercicios, es primaria y principal-
clase llevan por título, ejercicio; los de la segunda o mente experimenta r en sí propio a fuerza de oración,
carecen de nombre propio o lo tienen muy variado, la eficacia de las verdades enseñadas por San Ignacio
como anotación, adición, nota, preámbulo, regla, etc., en orden a «vencer a sí mismo y ordenar su vida sin
reunidos todos ellos bajo la denominación común de determinarse por affección alguna que desordenada
documentos. Ejercicios y documentos, aunque en la sea» [21]. En cambio, estudiar los Ejercicios, es tratar
forma diferentes, van todos ordenados al mismo fin, de entender bien el libro de San Ignacio, o darse cuenta
y debido a esto, las ideas, los sentimientos y los pro- perfecta de los cambios y transformaciones que producen
pósitos se encuentran lo mismo en unos que en otros en las almas, coligiéndolo de la reflexión introspectiva
coincidiendo siempre en ayudar al ejercitante, para que sobre sí mismo o del análisis psicológico de los demás.
éste trabaje, por decirlo así, con las dos manos, cami- La ciencia y la experiencia de los Ejercicios pueden
ne con ambos pies y vuele con dos alas, siguiendo un prestarse mutua y preciosa ayuda; pero también es
ideal único y poniendo un esfuerzo total. posible, y esto sería muy de lamentar, que la ciencia
El ejercicio se presenta en forma de oración bajo perjudique a la experiencia, que el estudio sea un estor-
sus diversas modalidades de meditación, contempla- bo para la oración y que se llegue a confundir con`la
ción, etc., al paso que el documento se da en forma de vida de la santidad, la teoría sobre la misma. Peligro
doctrina. A las veces esta doctrina viene a ser materia éste que dejamos ya apuntado en el primer capítulo.
de la oración como acontece en el Principio y Funda- San Ignacio quiere «preparar y disponer el ánima
mento; y también lo que se medita en aquélla, toma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y
forma y consistencia de documento corno puede verse después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad
en las elecciones. divina en la disposición de su vida para la salud del
Cierto que San Ignacio no tuvo la intención de ánima» [1] ; y esto quiere hacerlo, no tan sólo pen-
darnos un cuerpo acabado de doctrina ni un sistema inte- sarlo; quiere hacerlo mediante ejercicios espirituales,
lectualmente construido, pero aun sin pretenderlo, su o sea, con «todo modo de examinar la consciencia, de
libro es una rica y abundante mina de donde pueden meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de
sacarse cuantos elementos son necesarios para la for- otras espirituales operaciones» [1].
mación de una teoría y de un sistema. La experiencia «Vencer a sí mismo y ordenar su vida sin determi-
misma nos dice, que los espíritus mejor cultivados y narse por affección alguna que desordenada sea» [21]
más selectos pican en ese precioso cebo y que cuanto es el fin de los Ejercicios; y esto se ha de alcanzar con
más ahondan en la entraña de los Ejercicios, descubren la oración y la contemplación de las grandes verdades,
en ellos mayores resplandores de genio, intuiciones más continuando en ellas hasta tanto que la luz divina ilus-
profundas, trabazón entre contemplaciones y documentos tre el entendimiento, la voluntad se vea movida a darse
más estrecha y una exactitud tal en cada frase y en enteramente a Dios y las afecciones queden ordenadas
con los sentimientos espirituales. «Vale más sentir la tud y reposo de la oración. En nuestros días se habla
compunción que saber su definición», dijo el Kempis, y mucho de las ideas-fuerza. Sépase pues, que la ora-
con igual razón podernos añadir nosotros, que vale más ción es el mejor laboratorio para todas esas combina-
experimentar la eficacia de los Ejercicios mediante la ciones espirituales entre el pensamiento y la acción,
práctica de la vida de santidad, que saber explicar ésta entre la luz y la fuerza ; y que la oración ignaciana
teóricamente con gran copia de ciencia teológica, mís- conoce perfectamente los secretos todos de esa sínte-
tica y psicológica. sis misteriosa, como tendremos ocasión de verlo en el
Lo dicho nos pone ya ante un punto verdaderamente párrafo siguiente.
esencial, característicamente ignaciano y digno por le
tanto de que lo rodeemos de toda clase de ponderacio-
nes; es la necesidad y eficacia de la oración. 2. Carácter práctico de la oración en los Ejercicios
Si la maravillosa estructura de los Ejercicios se vie-
ra desprovista de la fuerza de vida que le comunica Lo que en segundo lugar distingue a la oración en-
la oración, seria, si, una máquina perfecta, pero por señada por San Ignacio, es ser esencialmente práctica.
desgracia completamente muerta. Cualquiera vendar No se nos esconde que algunos han criticado a San Ig-
puede ser muy elevada y ofrecérsenos a la vista con la nacio, tachándole de que con su clase de oración cierra
mayor claridad posible, pero si mediante la oración no la puerta a la contemplación mística. Tal vez el mé-
la entendemos, saboreamos y convertimos en substan- todo ignaciano de orar se halle en oposición con las
cia propia, no es más que un plato de mesa muy bien teorias de cierta mística literaria, o con las prácticas
presentado. El arte de la santidad que encierran en s seudomísticas de los quietistas, pero tiene en cambio la
los Ejercicios, por mucho que los estudien y contem gran suerte de ir acorde con la doctrina del Evangelio
**plen las potencias de nuestra alma, se queda en puro y con la vida práctica de todas las almas santas que
y estéril arte, si la oración no lo convierte en verdes en la oración gozan de las más altas comunicaciones
dera santidad personal. Aun añadimos más y decimos con Dios.
que sólo los que han experimentado en sí la fuerza Con todo conviene poner en claro cuál sea el verda-
vital de la oración, están capacitados para entender aur dero sentido práctico de la oración ignaciana, porque
especulativamente los Ejercicios, si se trata de toda st hay quienes la motejan de oración mecánica,
perfección. querién**¬ presentar como si fuera un reglamento rutinario
De muy diferente manera penetra en nuestras almas de puntos y de actos que hay que guardar
una misma verdad, bien sea del orden natural o perte** einvarblmxtcusfenrioamtlsquebrn
**a a la revelación divina, según que la tomemos opere operato (**ojo mezcla**). Con semejante criterio, no es cosa
corno materia de estudio o tema de. oración, porque en fácil criticar¬ al mismo Evangelio, como ya lo han hecho
esta última la luz resplandece con mayor claridad, la: algunos incrédulos, poco a poco y solapadamente.
mociones de la voluntad son más fuertes, y más íntimo: Yerran también los que intentan caracterizar la
y espirituales los sentimientos. prác peculiar de la oración ignaciana, identificándola
-Muy bien conocido tenía todo esto San Ignacio po con aquella clase, de oración recomendada por autores
experiencia propia, y por eso quiere que todas las ver ascéticos de gran autoridad, en la que el que medita
dades de los Ejercicios las entendamos, las aceptemo i se da a imaginar actos difíciles de virtud, para
acep**
y las apliquemos a nuestra propia persona, en la quie** tarlos después de buena gana si de hecho se presen
**
tan. No puede negarse que este sistema de oración sea
la dirección espiritual tan alabada y necesaria, se in-
muy práctico, y aunque en la forma no sea literalmente terponga entre Dios y el alma inspirando a ésta de-
ignaciano, puede muy bien tomarse como una deriva- terminados propósitos o in clinaciones; sino que debe
ción de la primera de las tres maneras de orar enseñadas limitarse a aconsejarle que busque puramente la vo-
por el Santo en la cuarta semana [238-248]. Conven- luntad divina y deje «que el mismo Criador y Señor
gamos, sin embargo, en que dicha clase de oración es se comunique a la su ánima devota, abrazándola en su
más expuesta a cavilaciones que las fórmulas espontá- divino amor y alabanza, disponiéndola por la vía que
neas y sencillas de la primera manera de orar citada. mejor podrá servirle en adelante» [15]. Los mismos
La oración de San Ignacio puede y debe llamarse Ejercicios, con todas sus horas de meditación y con-
práctica por dos razones principales: primeramente por** templación, y con todo el esfuerzo para vencer a si
que toda ella va enderezada a la consecución de un fin mismo, los tiene San Ignacio tan sólo como una ma-
concreto, y en segundo lugar porque es oración metó** nera de preparar y disponer nuestra alma para que
dita. Esto último será objeto del artículo siguiente y' Dios le manifieste sin trabas su santísima voluntad.
al presente declararemos lo primero. Este su pensamiento lo pone el Santo como la primera
Como contrapuesta a la doctrina y práctica de San advertencia en el umbral de los Ejercicios [i].
Ignacio, se habla mucho en nuestros días de una es- En la materia misma de elecciones donde debe aten-1
pecie de oración que permite al espíritu volar libre- derse a toda clase de razones ponderándolas con el'
mente. Colocando las cosas en su justo medio y des- mayor detenimiento, lo último y principal es que Dios
nudando el tal pensamiento de la vaporosa metáfora por sí mismo mueva mi voluntad y le declare a mi al-
que lo envuelve, oración de libre vuele no parece que ma lo que en el caso es beneplácito suyo [180]; y aun
pueda significar otra cosa, sino que Dios encuentra• después de concluida la elección bajo el impulso de la
siempre puerta franca para comunicarse con el alma inspiración divina y a la luz de razones sobrenaturales,
en la oración, y que el alma al ir a Dios, sigue libre- he de volver con la mayor diligencia a la oración, a
mente y sin trabas injustificadas las divinas mociones ofrecer a Dios nuestro Señor la tal elección para que
o inspiraciones. Y cabalmente lo uno y lo otro se cum** su divina Majestad quiera aceptarla o confirmarla, si
ple perfectamente en los Ejercicios de San Ignacio. ha de ser para su mayor servicio y alabanza [183].
Tocante a lo primero; sabe muy bien San Ignacio Queda plenamente demostrado que la oración igna-
que a solo Dios pertenece entrar, salir y causar en las ciana le deja siempre a Dios franco el paso y abierta
almas toda suerte de santos -afectos- sin cansa prece- la puerta para que pueda comunicarse libre y desem-
dente; es decir, con entera independencia de nuestros barazadamente con el alma del ejercitante. Después de
pensamientos y sentimientos [330] y que «no es de esto, sólo nos resta demostrar que tampoco al alma le
nosotros traer o tener devoción crecida, amor inten- pone trabas ningunas para que atienda a las divinas
so, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual, mas aspiraciones.
que todo es don y gracia de Dios nuestro Señor» [322]. San Ignacio ciertamente es largo y si se quiere, has-
Recuerda e inculca con la mayor eficacia, que jamas ta minucioso en dar fórmulas y anotaciones, pero lo
debemos pretender que Dios venga adonde nosotros propone todo tan sólo como medio para hallar mejor
querernos, sino que por el contrario nosotros lo hemos el fin que se busca y advirtiendo que ha de aplicarse
de dejar todo para ir a Dios [154]. de una manera relativa y no con rigor absoluto. Así,
No quiere San Ignacio que durante los Ejercicios las adiciones de la primera semana, como su mismo tí-
que se propone «lo que quiero», es absoluto, insistente
**tulo lo indica, son para mejor hacer los Ejercicios y y eficacisimo. Sus Ejercicios van tras un fin general
para que el hombre halle con mayor facilidad lo que
del que no pueden apartarse nunca los que real y ver-
desea*** [73]. Sobre la penitencia. en particular, advier-
te el Santo, que ni sea poca ni demasiada y que para daderamente quieren hacerlos como son. Cada semana,
venir al justo medio se vaya tanteando hasta que la y aun cada una de las meditaciones o contemplaciones
experiencia nos dé a conocer la voluntad divina [89]. por separado, tiene señalado su fin _peculiar sacado de
las mismas entrañas de la oración estrechamente uni
En algunos días de la segunda semana y durante toda
la tercera, deja a la discreción del ejercitante el supri- da con el fin*** general;,i
enstpuolSa n
mir o no alguna contemplación si se siente falto de sitenydomarpit
,iqulesjorcntadvgyenradotsvlei
fuerzas [129], y aun cuando éstas sean sobradas [13 ]
tambien le permite «usar de buenos temporales o diver- entretenimientos espirituales. Respecto del fin propuesto,
sos cuanto sintiyearequlpdovch la oración de los Ejercicios de San Ignacio carece de
para hallar lo que desea» [130]. toda libertad para cambiar nada, pero precisamente de
Hablando de la misma oración, avisa que el alma esa que podríamos llamar esclavitud, nace toda su efi-
no se deje l levar del afán de guardar las prescripciones cacia. Adviértase que al presente hablarnos sólo de la
exteriores por sí mismas, sino que las tome o las deje oración que se hace durante los Ejercicios, separándola
según vea que le ayudan o estorban para llegar a la de la oración ordinaria del resto de la vida. Esta última
Quietud interna, y que una vez alcanzada ésta, en ese también debe ser práctica y dirigida a un fin concreto,
punto descanse sin ansias de pasar adelante, hasta que si se quiere hacer siguiendo el espíritu de San Igncio;
se halle totalmente satisfecha [76]. pero decimos, que esto obliga mucho más y que de ello
no puede prescindirse en los Ejercicios, donde los fines
El coloquio con Dios, vocal o mental, es la parte de cada meditación tan íntimamente ligados con el fin
más íntima de la oración y la que pide mayor reveren-
cia [3]. Pues en esto precisamente, es donde el Santo general forman la parte más substancial del arte igna-
da al ejercitante la mayor libertad; no solamente deja a ciano en lo que éste tiene de sobrenatural, como deja-
mos ya declarado en el capítulo anterior de este mismo
su arbitrio el hacer uno o más coloquios, sino que en la libro.
misma manera de hacerlos le advierte que puede hablar
Ciertamente que en los Ejercicios no se debe ir fue-
en ellos como un amigo con su amigo, o como un siervo
ra de camino ni estar a lo que se presente. Pero en-
con señor; que puede pedir gracias, o acusarse de
tiéndase que esto no es poner trabas al Espíritu Santo,
algo ohemcuniarslpdeo
sino convidarlo de nuestra parte y de la manera más
consejlami[54];quepdhablrsgún
eficaz, para que venga a nosotros y otorgue a nuestras
encuentre tentado o consolado, con deseos de obtener
una virtud u otra, según quiera disponer de sí en este almas los dones de santificación que él sabe nos son
necesarios.
o el otro sentido, bien quiera sentir dolor o gozo con
aquello que contempla***, llegando hasta pedir a Dios las
cosas particulares que más eficazmente desea [199***].
Concluyamos, pues, con que San Ignacio es huma-
no, flexible y espontáneo en el empleo de los métodos
y fórmulas que prescribe; sin querer sacarlos de la
categoría de medios. Por el contrario, respecto del fin
dos puntos, nada nos queda por decir acerca de la pre-
3. Método general de la oración ignaciana paración remota.
Por preparación próxima se entiende las prácticas
San Ignacio, sin género de duda, es metódico, corno inmediatamente ordenadas a la oración y que San Igna-
lo fueron en todos los tiempos los grandes hombres cio propone en las tres primeras adiciones.
que pusieron la mira en un fin trascendente. Siendo, «La primera addición es, después de acostado, ya
pues, la oración el acto central de sus Ejercicios, tam- que me quiera dormir, por espacio de un Ave María
bién ella tendrá su método; es decir, dispondrá de un pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué,
conjunto de medios ordenados a conseguir el fin que resumiendo el exercicio que tengo de hacer» [73]. La
se propone. Desterrada ya del método ignaciano toda práctica de esta adición es tan clara como sencilla y
clase de estrechez material, mecánica o supersticiosa, no necesita mayor explicación. Lo conveniente y nece-
pasemos ahora a exponer con claridad su organización. sario es penetrarse, al cumplirla, del espíritu que mo-
Cada hora de oración tiene señaladas en los Ejercicios vió a San Ignacio a redactada.
ocho partes bien distintas, saber: preparación, ora- Este espíritu es aquella actuación viva del alma y
ción preparatoria preámbulos, p untos desarrollo de la aquel vehementísimo deseo de aprovechar, referido al
oración, coloquio, plegaria y por último examen de fin propio de cada meditación y que verdaderamente
la oración. Cuatro palabras sobre cada una de ellas. es el alma de los Ejercicios. El Santo quiere que el
1ª. PREPARACIÓN. - Todos saben que para asegu- hombre se duerma con esta hermosa disposición y a
rar y hacer bien la oración son necesarias dos ciases la vez con el propósito de continuarla y avivarla aún
de preparación, remota una y próxima la otra. La pri- más al despertarse al día siguiente. No es ciertamente
mera consiste en la guarda continua del recogimiento grande la eficacia de esta práctica si sólo se toma ma-
del espíritu y la segunda suele ser alguna práctica di- terialmente, pero practicada según el espíritu que la
rigida inmediatamente a la oración. No se crea que las informa, es digna de la mayor consideración y estima,
palabras remota v próxima indiquen grados diferentes La segunda adición dice así : «Cuando me desper-
de importancia, porque si a esto atendemos, debería- tare, no dando lugar a unos pensamientos ni a otros,
mos decir, siguiendo el espíritu de San Ignacio, que la advertir luego a lo que voy a contemplar en el primer
remota es cosa más substancial y por eso mismo más exercicio de la medianoche» [74], y como ejemplo pone
necesaria que la próxima; porque en sentir del Santo a continuación, los pensamientos que deben ocupar la
la preparación remota encierra en sí esencialmente dos mente en la primera meditación de la primera semana.
elementos que son nada menos que el fundamento sub- Por lo que dice aquí el Santo, se entiende muy bien
jetivo de todos los Ejercicios ; a saber: el deseo intenso lo que decíamos antes en la explicación de la primera
de adelantar cuanto sea posible y la actividad diligente, adición; o sea, que ese traer a la memoria la medita-
viva y universal de todas las facultades ocupadas en ción que he de hacer, es lo mismo que interesarse viva-
alcanzar los fines propuestos. Concebidas así las cosas mente por el fruto que de ella quiero sacar, por eso en-
el recogimiento habitual es claramente, o una condiciór carga que se fomenten esos deseos, y se pongan ejem-
o un medio aptísimo de la actividad espiritual, y nadie plos y consideraciones que los activen.
dudará de que semejante punto de vista es más funda- Este punto tan esencial lo recuerda en cada sema-
mental que lo que suele leerse en muchos de los trata- na. En la primera los actos han de ser de vergüenza
dos de la oración. Expuestos ya y por separado estos y, confusión de mis pecados; en la segunda, deseos de
«más conoscer el Verbo encarnado, para más le servir piadosísimó y acompañado de alguna manifestación in-
y seguir» [13o] ; en la tercera, «esforzándome mientras terna y externa de reverencia y de humildad. El mismo
me levanto, y me visto, en entristecerme y dolerme de comenzar, poniéndose el hombre en pie y fijo el pen-
tanto dolor y de tanto padescer de Christo nuestro samiento en Dios y juntando con esto el acto exterior
Señor» [2o6] ; y en la cuarta por fin, «queriéndome y corporal de alguna reverencia, v. g. una genuflexión,
affectar y alegrar de tanto gozo y alegría de Christo aviva notablemente el sentimiento; y el mismo hacer
nuestro Señor» [2291. He aquí el fruto que en cada se- todo esto uno o dos pasos delante del sitio destinado
mana se desea sacar. a orar, nos da la impresión de que nos hallamos en un
No puede estar más claro el fin que San Ignacio lugar sagrado.
quiere obtener con las dos primeras adiciones; a sa- Estas industrias externas si van acompañadas de es
ber, acabar el día y comenzar el siguiente con un acto *espíritunoaydxrimentalos
que mantenga vivo el espíritu; acto concerniente al fru- sentimientos que son las verdaderas fuerzas de la oración.
to contenido en la meditación o contemplación que he 2ª ORACIÓN PREPARATORIA. — Una vez cumplida
de hacer próximamente. ¿Puede idearse preparación la tercera adición y puesta ya la persona en el sitio de la
más conveniente que ese mantener el alma encendida de oración y en la debida postura, quiere San Ignacio que
continuo en el espíritu de la oración que he de hacer, se comience por la que llama oración preparatoria, que
preparación sacada, no de cosas accidentales, sino de «es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas
la entraña misma del asunto que he de meditar? No mis intenciones, acciones y operaciones sean puramen-
nos maraville, pues, que San Ignacio conceda tanta im- te ordenadas en servicio y alabanza de su divina ma-
portancia al exacto cumplimiento de semejantes pres- jestad» [46]. Esta oración se hace siempre al comen-
cripciones. zar cada ejercicio v es muy notable el cuidado con que
Esa segunda adición debe también cumplirse en las lo recuerda San Ignacio sin darlo nunca por supuesto.
contemplaciones todas de entre día. «En todos los Además no quiere que se mude nunca.
ejercicios, dempto en el de la medianoche y en el de la ma- La petición que está en los preámbulos, se cambia
ñana se tomará el equivalente de la segunda adición cada :ser-nana y a las veces entre semana, pero la- ora-
de la manera que se sigue: luego en acordándome que ción preparatoria ha de ser; según disposición suya,
es hora del exercicio que tengo de hacer, antes que me siempre la misma. Grande debe ser la importancia de
vaya, poniendo delante de mí adónde voy y delante la oración preparatoria cuando en tanto aprecio la tiene
de quién, resumiendo un poco el exercicio que tengo de el Santo. Examinemos el caso.
hacer, y después haciendo la 3' adición, entraré en el En la petición está contenido siempre el fruto que
exercicio» [131]. San Ignacio busca en la meditación y que el ejercitan-
La tercera adición dice así : «Un paso o dos antes te debe procurar. Más adelante diremos que la petición
del lugar donde tengo de contemplar o meditar, me forma parte de los preámbulos y por lo tanto quien la
pondré en pie por espacio de un Pater noster, alzado hace bien y con fervor, muestra ya desde un principio
el entendimiento arriba, considerando cómo Dios nues- una excelente voluntad para lograr ese fruto que no
tro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o hu- se aparta de sus ojos durante todo el ejercicio.
millación» [75]. Ésta es la última preparación. Sucede algunas veces, como luego explicaremos, que
No conoce San Ignacio disposición mejor para co- en el término de la oración, ve San Ignacio al ejerci-
menzar la oración, que un acto de presencia de Dios, tante preparado para más de lo que le había propuesto
en la petición del preámbulo, y entonces le hace pedir siempre dos preámbulos que se llaman composición de
en el coloquio ese nuevo fruto que se le presenta. Que- lugar y petición; cuando la materia de la meditación
da, pues, bien sentado, que las peticiones de los Ejer- son
son hechos acaecidos, pone por delante un tercero que
cicios contienen siempre un fruto esencial que hay que se
Lallama his toria.
conseguir. historia. --- Este preámbulo tiene por fin recor**
San Ignacio ya en el Principio y Fundamento, como dar al comienzo de la oración, el hecho o hechos que
quien dice en la fachada misma de los Ejercicios, dió Io
eonotesznpolnan mSuayn pIgnacio
pe s
a conocer claramente la disposición perfecta que ha de a el asa
br s
tener quien sólo busca la voluntad de Dios en la dispo- (c**
ont ojoramesu mente acudir en busca de ellos al mismo tex**
zcla**)
sición de su vida y demás cosas suyas particulares, en evangélico, como se deja ver en la segunda anota**
que consiste el verdadero fin de los Ejercicios. Sabe ción en lag que manda al Director «narrar fielmente la
muy bien el Santo que por más que el ejercitante salga historia de la tal contemplación o meditación, discu**
del Principio y Fundamento convencido de la necesidad por los puntos con breve o sumaria
(**ojo mezcla**) e. Cierto que en ninguna parte
de esa disposición, no alcanzará ese grado de perfección encon** _Li
considerando una vez aquella verdad fundamental, sino traremosg mayor fidelidad que en el texto evangélico.
que más adelante lo obtendrá como fruto precioso de Notemos que San Ignacio, en la lista que hace al
los siguientes ejercicios. fin de su libro, de los misterios de la vida de nuestro
Por esta razón quiere que el ejercitante renueve al Señor dividiéndolos en puntos para la meditación, no
comenzar cada una de las meditaciones y de la ma- se olvida nunca de citar las fuentes de donde los toma,
nera más intensa posible ese ideal, acompañando esa como convidándonos a acudir a ellas. Sabido es que
renovación o recuerdo con un acto fervoroso de adhe- la .lectura devota del texto evangélico posee una fuerza
sión a él y poniendo en ello las fuerzas todas de su siugularísima, que toma más cuerpo cuando aquélla tiene
voluntad. Esto en una palabra es la oración prepara- lugar en la misma entrada de la contemplación.
toria. La composición de lugar.—Éste es el segundo
En ella pedimos gracia a Dios para que todas nues- preámbulo y no es más que una representación imagi-
tras intenciones, acciones y operaciones sean puramente naria del lugar en donde se desarrolla la escena que
ordenadas en servicio y alabanza de la divina contemplamos. Su fin es doble: primero procuara que la
majestad`[46]. ¿No es esto un perfecto resumen del Prin- imaginación y las otras potencias del hombre se entre
cipio y Fundamento y una como fórmula expresiva y gu en totalmente a la gran obra de emplear una hora en
práctica para hacerlo real y efectivo? De gran efica- la contem plación , y segundo esforzarse en reconstruir
cia es sin duda alguna, ese renovar al comienzo de cada el misterio lo más vivamente posible.
ejercicio tan hermosa voluntad, ofreciéndola al Señor Grande debió ser la facilidad de San Ignacio para
como prueba inequívoca de que en la oración no bus- representar con su imaginación y con toda clase de por-
camos más que su gloria; y medio también seguro para menores las cosas y parajes que había visto directamente
obtener el fruto esencial y total de los Ejercicios, es o en los libros; siendo notable su complacencia en repe-
aquel pedir a Dios constantemente y cinco veces cada tirnos el modo cómo se debe poner en práctica este
día durante ellos, las gracias necesarias. preámbulo.
3.2 PREÁMBULOS. — Es tan claro el sentido de la ¿Se trata, por ejemplo, de un camino? Pues en tal
palabra que no necesita explicación. San Ignacio pone caso con la vista imaginativa se ha de ver su longura,
su anchura, y si llano o si por valles o cuestas sea el tiva del «quiero y deseo y es mi determinación delibe-
tal camino [112]. ¿Es una habitación? Entonces siente rada» [98]. Aquí, pues, conviene echar mano de todas
devoción fijándose en la disposición de sus partes, en las fuerzas espirituales; pues, como ya dijimos, la pri-
la situación y en las dimensiones, etc. [103, 112]. Ya mera y segunda adiciones tienen por fin principal de-
insinuamos en otro lugar la poderosa ayuda que para cidir y enardecer la voluntad para este momento.
la contemplación puede ofrecernos la riqueza arqueoló- No es éste un acto aislado de la voluntad, sino una
gica, geográfica e histórica que nos proporcionan con oración hecha a Dios como lo indica el nombre mismo
sus escritos los modernos comentaristas del santo Evan- de preámbulo; ni tampoco se trata aquí de voces mi-
gelio. Por su parte San Ignacio reconstruyó para sí lo litares de mando u otras señales por el estilo; sino de
principal de los santos lugares con la lectura de la vida ruegos fervorosísimos en los que ponernos de nuestra
de nuestro Señor y con los conoéimientos adquiridos cosecha cuanto tenemos para obligar amorosamente al
en su viaje a Tierra Santa. Señor a que fecunde con su gracia nuestra débil volun-
Una cosa hemos de advertir en esta materia: que tad. Por eso, llevados de semejante deseo, nos hemos
éste es uno de los puntos que más dependen de las con- apartado de todos y de todo y hemos entrado en Ejer-
diciones personales del que contempla, pues lo que para cicios.
unos es ayuda verdadera y un descanso, para otros es Este fruto que va encerrado en la petición y que con
un estorbo y hasta un martirio. Los medios para el fin, toda el alma deseo y con toda humildad pido, es uno
y lo que aquí se propone no pasa de la categoría de de los anillos esenciales de la cadena que me ha de
medio. Hay, pues, que usarlo siguiendo la regla ignacia- unir con mi Dios, o una fibra vital de mi santidad; por
na del «tanto, quanta» [23]. lo tanto he de rogar y permanecer constante en mis
La petición. — Preámbulo tercero que no debe mi- súplicas hasta que sienta mi espíritu embelesado con él
rarse como algo accidental o dependiente de la dispo- y a Dios amoroso y propicio para oír mis plegarias.
sición personal, sino que debe ser tenido como parte 4ª Los PUNTOS. — Comparado el lenguaje que em-
esencial del ejercicio, y de una trascendencia tal en la plea San Ignacio en el texto de los. Ejercicios con el
trabazón de los fines propuestos, que no sufre modifi- que usa en el catálogo que traza de los misterios de la
cación alguna.
vida de nuestro Señor y que va al final del libro, se
San Ignacio anuncia siempre la petición con un tono ve que para él hay dos clases de puntos de meditación
absoluto «lo que quiero», en el que algunos han que. o contemplación: unos, por decirlo así, materiales, que
rido oír el eco de la voz del capitán que manda, o e dividen el tema que se medita o contempla, y otros for-
ruido y sonido de las espuelas del caballero, de paso
fi rme y decidido. males, o sea consideraciones o puntos de vista aplica-
bles a la materia de la oración. Así, por ejemplo, en el
Aparte de semejantes imágenes pintorescas, esa fra catálogo de los misterios, la contemplación del
se rotunda «lo que quiero», nos manifiesta bien a
Nacimiento está dividida en tres puntos materiales que son :
claras que en la petición se encierra toda la esencia
viaje de Nazaret a. Belén, nacimiento del Niño Jesús
es decir, el fruto que del ejercicio se ha de sacar y h
y cántico de los ángeles. Dentro del texto, se propone
convicción de que el alcanzarlo depende, después de
la misma materia conforme a los tres puntos formales
la •rada de Dios de la decisión de una voluntad re de personas, palabras y obras. Claro es que lo propio
suelta que sea declaración explícita de aquel deseo de .de los puntos formales puede aplicarse sin dificultad
adelantar todo lo posible [20] y repetición confirma** a los puntos materiales. A estos últimos, alguna vez
los llama San Ignacio, partes y aun partes principa- tierra, cuándo supino rostro arriba, cuándo sentado,
les [118, 227]. cuándo en pie, andando siempre a buscar lo que quiero.
San Ignacio divide la meditación en puntos para que En dos cosas advertiremo s: la primera es que si hallo
el ejercitante no divague ni se desoriente y encuentre lo que quiero de rodillas, no pasaré adelante, y si pos-
mayor facil dad en el curso de la meditación; pues trado, asimismo, etc.; la 2ª , en el punto en el qual ha-
aconseja que en la preparación de la or ación cada uno llare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener ansia de
se trace el plan de la misma atendidas la materia y sus pasar adelante hasta que me satisfaga» [76J. Como se
disposiciones personales [228] . En lo que nunca pensó ve es una norma directiva. La postura del cuerpo pue-
San Ignacio fué en dar una especie de valor supers- de variar, procurando que sea siempre reverente. Lo
ticioso a semejante división en puntos, ora venga dada más frecuente es estar de rodillas y las otras son ex-
ésta en el libro, ora se la haya compuesto a su gusto traordinarias, mirando unas a la mayor reverenda.
el ejercitante. como el estar postrado en tierra, y otras al descanso,
Por eso dice que «dado que en todas las contem- como el estar sentado. Todas ellas son solamente un
placiones se dieron tantos punctos por número cierto, medio del que se usa si ayuda para la oración y del que
así como tres o cinco, etc., la persona que contempla se prescinde si la estorba.
puede poner más o menos punctos, según que mejor se Con esta adición San Ignacio quiere quitarle al ejer-
hallare» [228]. Con el mismo criterio que aquí, dió antes citante la congoja de pensar en cambios de postura y
facultad para dividir los misterios en mayor o menor por eso le da la norma de no moverse de la ordinaria
número de contemplaciones, y también para alargar o y reverente, si con ella encuentra lo que va buscando.
acortar las mismas semanas según sea la disposición La segunda parte de la adición, la que dirige los movi-
interior del ejercitante [4]. mientos del espíritu, tiene mayor importancia. Nada de
Conviene fijarse en el principio sólido e invariable ansias por discurrir acerca de todos los puntos de la
de donde se toman estas reglas. Cuando se trata de con- meditación: lo esencial de ésta es el fin o fruto que
seguir el fin principal de un asunto o negocio todo lo pretendemos sacar de ella en el punto donde lo encon-
demás se subordina a este intento. ¿Hemos alcanzado tremos, lo tenemos todo. Éste es el único camino por
ya lo que buscábamos ? Pues adelante, ¿No? Pues haya donde debe ir el espíritu. Por consiguiente si en un pun-
pasado o no el tiempo destinado para ello, se debe alar- to determinado Dios nos abre la fuente de su luz y
gar éste e insistir todo lo posible. Con frase corta y devoción, detengámonos y descansemos en la posesión
práctica nos lo dice San Ignacio: «buscar lo que quie- del don divino, sin prisas ningunas de ir más adelante
ro» [76]. o acabar. Aquí todo está ordenado por las reglas de
Referente al ejercitante, a tres cosas atiende mucho prudencia práctica de que hablamos en el punto an-
el Santo: a la capacidad natural de éste, a su fervor terior.
y a las dificultades externas que el enemigo le pone. 6.a EL COLOQUIO. — La oración según la voluntad
Esto es ser hombre práctico y saber acomodar las co- de San Ignacio ha de acabar con el llamado coloquio,
sas a las personas y no las personas a las cesas. o plática con Dios, con nuestro Señor o con la Virgen
ªELCA5UqRuSíOnDosAaleIÓN.— Santísima según sea lo que se contempla. El que me-
paso la adición cuarta que regula lo que podríamos dita, pues, ha de disponer el tiempo de manera que
llamar el curso de la oración. Dice así : «Entrar en la quede lugar para esta parte principalisima de la ora-
contemplación cuándo de rodillas, cuándo postrado en ción. Por lo dicho sabemos la gran trascendencia que
tiene la petición en el arte ignaciano ; pues del coloquio anhelo: vehemente de sufrir oprobios por imitar a Je-
hemos de decir que tiene idéntico cometido que ella, - sucristo [147, 1571. ¿De qué echa mano San Ignacio
con la circunstancia especial de que al llegar su tiem- en puntos como éstos de canta trascendencia?
po, el espíritu desea más ardientemente el fruto que Lo primero que hace es multiplicar los coloquios
buscaba, cuando al cabo de una hora de oración sale empezando por la Madre de Dios para que me presente
de ella hecho una brasa de fervor. Dada en general a su Hijo; pidiendo a Jesucristo que nos lleve al Pa-
esa observación sobre la importancia del coloquio, es dre, y suplicando por fin a éste que se digne conce-
muy conveniente estudiar en el libro de los Ejercicios dernos aquellas grandes gracias. En segundo lugar
la doctrina de San Ignacio sobre el mismo y sobre la quiere y encarga, que además de pedir, se razone (es
manera de hacerlo, porque tiene un alcance mucho ma- frase suya); es decir [6i] que se pesen argumentos y
yor del que suelen darle los maestros de oración. • razones para meter muy hondo en nuestras almas el
El sentido general de la palabra coloquio» lo ex- deseo de aquellas gracias y para mover a la divina mi-
pone el Santo cuando por primera vez manda que se sericordia a concedérnoslas.
haga al fin del primer ejercicio de la primera semana. • • Aunque la manera expuesta de hacer el coloquio, la
«El coloquio, dice, se hace propiamente hablando, así aplique sólo San Ignacio a un número reducido de con-
como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor, templaciones principales, aconseja sin embargo al ejerci-
cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por tante que use de ella cuantas veces se lo pida el estado
algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y que- de su alma. Lo que el Santo quiere es que el coloquio
riendo consejo en ellas» [54]. Es el coloquio una plá- sea en cada meditación un acto viviente; como si en él se quisiera
tica íntima con nuestro Señor llena del afecto que en •se quisiera resumir y vivificar toda la vida espiritual
el alma ha despertado la contemplación y ordenada a de los Ejercicios.
asegurar el fruto en ella conseguido. Por esto advierte Leamos ahora las palabras con que explica toda esta
el Santo que en él hemos de poner mayor reverenda doctrina, complemento de las que dejamos copiadas
que en las demás partes*** del ejercicio espiritual [3]. anteriormente: «Es de advertir, como antes y en par-
Lo dicho se refiere a la técnica general coloquio, te' está declarado, que en los coloquios debemos de ra-
expuesta y practicada por todos los autores. zonar y pedir según la subiecta materia, es a saber,
San. Ignacio hace de esta doctrina del coloquio una según que me hallo tentado o consolado, y según que
aplicación muy suya, para los casos en que el , fruto deseo haber una virtud o otra, según que quiero dis-
que quiere sacar de la oración es de mucha trascenden- poner de mí a una parte o a otra, según que quiero do-
cia o dificultoso. lerme o gozarme de la cosa que contemplo, finalmente
En la meditación, por ejemplo, de los pecados quiere pidiendo aquello que más eficazmente cerca algunas
conseguir aquellas tres gracias de importancia capital, cosas particulares desseo; y desta manera puede hacer
a saber; conocimiento y sentimiento interno y aborre- un solo coloquio a Christo nuestro Señor, o si la ma-
cimiento de los pecados; sentimiento y aborrecimiento teria o la devoción le conmueve, puede hacer tres co-
del desorden de las operaciones; conocimiento del mun- loquios, uno a la Madre, otro al Hijo, otro al Padre,
do para aborrecerlo apartando de sí todas cosas mun- por la misma forma que está dicho en la segunda se-
danas y vanas [63] ; en las contemplaciones de las mana en la meditación de los dos binarios, con la nota
Banderas y Binarios quiere clavar muy hondo en el que se sigue a los binarios» [199]. Se entiende muy
alma el deseo de la pobreza actual y espiritual y el bien por lo dicho aquí, que el coloquio ignaciano es
algo más que una simple plática con Dios. Es un meter
las grandes verdades de los Ejercicios en la fragua gamos al tiempo del coloquio y San Ignacio dice : «Ima-
de la oración para clavarlas después ardientes en el ginando a Christo nuestro Señor delante y puesto en
corazón. Es además una dulce violencia a la gracia cruz hacer un coloquio, cómo de Criador es venido
divina. hacerse hombre y de vida eterna a muerte temporal
Pidiendo, pues, gracias tan desinteresadas como las (**ojommo
morir po
mezcla**) pecados. Otro tanto mirando
incluidas en los grandes coloquios de los Ejercicios, lr e hecho
olo queeohe heco por Christo, lo que hago pot
con tal insistencia y con repetición tan amorosa, y es- Christo, lo que debo hacer por Christo, y así viéndole
tando además de por medio en nuestro favor la inter- tal, y así colgado en la cruz discurrir por lo que se
cesión omnipotente de la Madre de Dios, los méritos de offresciere» [53].
Jesucristo y la bondad infinita del Eterno Padre, ¿po- ¡Qué vuelo tan enorme hemos tomado desde la pe-
drá nadie dudar de que la promesa de Jesucristo «pe- tición al coloquio! De la vergüenza de ver a mi alma
did y recibiréis» 1 , no alcance aquí su máxima eficacia? encarcelada en el cuerpo y como desterrada entre bru-
La doctrina lo mismo que la práctica de San Ignacio, tos animales, pasamos hasta mirar cara a cara y
nos dicen claramente que el Santo aunque como pru- confiados a Jesucristo; de la confusión del pecador car-
dente eche mano de los medios más poderosos de la gado de cadenas a quien llevan a la presencia del juez
convicción, del sentimiento y de la fuerza espiritual, para que oiga de él su sentencia de muerte, a la sor-
con todo, su mayor y suprema esperanza descansa siem- prendente admiración con que vemos descifrado el enig-
pre en la oración y en la impetración. Doctrina ésta ma de nuestra libertad por la predilección de Jesucris-
profundamente teológica y además humana. Pero en el to que muriendo en cruz paga por nuestros pecados ;
arte ignaciano el coloquio a veces se extiende a mucho de aquel no atreverse el hombre a levantar los ojos
más. delante de su rey ofendido, de quien antes había reci-
San Ignacio, como sabemos, en el preámbulo llama- bido tantos y tan grandes beneficios, al atrevimiento
do petición encierra el fruto de la meditación o contem- de ese inflamado grito: «¿ Qué he de hacer por Christo?»
plación. Pues bien, el Santo como si se olvidara de lo Semejante vuelo no es en manera alguna un salto
que en el preámbulo pedía, llegada la hora del coloquio, lírico. Es la expresión, o mejor dicho, la explosión de
se remonta y propone en él otro fin muy más elevado un afecto de mi gratitud y de mi enamoramiento de Je-
y perfecto, convirtiendo el coloquio, por decirlo así, sucristo, al ver deshecho el enigma angustioso que ve-
en una nueva contemplación más rápida, por la faci- nía oprimiendo mi espíritu, cuando en los diferentes
lidad y el calor que las consideraciones pasadas han puntos de la meditación veía a los ángeles y a los hom-
producido en el alma. bres pecadores y condenados, y a mí, pecador también,
Así sucede en el primer coloquio que se hace después sin el debido castigo; a los que por pecar una sola vez
del primer ejercicio de la primera semana. La petición eran justamente condenados al infierno, y a mí tantas
rezaba así : «Demandar vergüenza y confusión de mi veces pecador recibiendo beneficios y hecho objeto de
mismo, viendo quántos han sido dañados por un solo misericordia.
pecado mortal, y quántas veces yo merescía ser con- Por todo esto, y sobre todo en presencia de una so-
Ldenado
le* para siempre por mis tantos pecados» [48]. lución tan maravillosa y altísima producida por el amor
de predilección que Jesús ha tenido conmigo, predilec-
1 Mt., 7, 8. ción que no tuvo ni con los Ángeles ni con los otros
hombres condenados, la repentina, vehemente y varia-
por el temor de las penas del infierno y acaba en el
da sucesión de afectos que se apodera del alma en ese
coloquio de San Ignacio es un acontecimiento necesario coloquio presentándonos la admirable disposición de
Dios en la salvación de los hombres por la fe y las
y del todo lógico.
Es una como repetición del hecho memorable de obras, terminando con una ferviente acción de gracias
por la predilección que de mí ha tenido Jesucristo ;
Santa María Magdalena. Avergonzada se acerca por de**
trás al Maestro, se arroja a los pies de Jesucristo, los gratitud que brota espontánea de aquellas considera-
ciones.
ojos y la cabellera por tierra; y en cuanto nota que el
Señor la recibe benévolo, que la defiende de los fari** Enelartigcofpdelcquio
es obtener un fruto más elevado que el de la*** petición
seos y de los discípulos egoístas y que finalmente tomai
por el camino del amor, la penitente se levanta y se previa, sabiamente preparado con la exposición de los
atreve entonces a perfumar la cabeza misma de su puntas meditados. En la petición nos hace pedir San Ig-
nacio: «lo ueqquiero y deseo» [43] y en el coloquio,
Amador.
Sin duda alguna le satisfizo a San Ignacio el proce- «aquello que más eficazmente deseo» [i99], y claro
dimiento empleado en el coloquio del primer ejercicio, está que lo principal es lo que con mayor eficacia se
puesto que vuelve al mismo en el quinto y último de la busca.
misma primera semana. Es el de la meditación del in- Nota aquí el P. Nonell y muy acertadamente, que
fierno donde nos manda pedir como fin y fruto de la este preparar el alma para que al final de la medita-
misma «interno sentimiento de la pena que padescen ción aspire a fines más altos que los propuestos en la
los dañados, para que si del amor del Señor eterno me petición, es propio y peculiar de los grandes oradores
y de los maestros en el arte de persuadir. Cosas difíciles
olvidare por mis faltas, a lo menos el temor de las pe-
y que a primera vista se las rechaza o acepta con recelo,
nas me ayude para no venir en pecado» [65]. Siguen
los puntos de la meditación y por el método llamado Parecen la cosa más natural y aun se las llega a desear
aplicación de sentidos se ven, se oyen, se gustan y tocan si se prepara el espíritu en su favor, con un buen dis**
los tormentos del infierno [66-70] y a continuación curso. A estas mismas leyes obedecen las cosas sobre-
naturales, singularmente las que exigen algún sacrificio
viene el coloquio expuesto con mayor extensión que la
dada a las consideraciones precedentes. de nuestra débil naturaleza, cuando se nos presentan
como la norma real y efectiva de nuestra vida.
Divide el infierno en tres partes o sectores, deter-
minados por las almas caídas allí ; antes de la venida Son muy frecuentes esos cuadros sinópticos donde
del Redentor, durante su vida mortal y después de su se apuntan con orden los diferentes actos de la oración
y algo tal vez eche de menos en San Ignacio el más
subida a los cielos, y fijándose en cada una de éstas recomendado entre ellos, es decir el propósito. Verda-
tres clases, quiere que consideremos que todas se con-
denaron, o porque no creyeron en la venida de Jesu- deramente tendría gracia y sería de admirar, que el gran
cristo o porque creyendo en ella no obraron conforme maestro de la oración práctica y eficaz hubiera echado
a los mandamientos del Señor. La conclusión que saca en olvido ese punto de los propósitos, el más eficaz y
práctico.
el Santo es ésta: «darle gracias, porque no me ha dexa-
do caer en ninguna deseas clases acabando mi vida. Nada de eso, y para convencerse de ello basta traer
Asimismo, cómo hasta agora siempre -ha tenido de mí a la memoria algo de lo expuesto más arriba. El fruto
que se pretende sacar de la oración lo tiene siempre
tanta piedad y misericordia» [71]. - de
La meditación como vemos, comienza en la petición lante de los ojos el Santo, y lbuscaportd
medios durante la hora de meditación y en la prepa-
ración de la misma. Tal fruto es anunciado ya en el de esta hermosa oración, sobre todo cuando se reza al
final de una hora de oración en la que el alma no bus-
segundo o tercero de los preámbulos o sea en la peti-
ción: el mismo se confirma, se le da mayor calor y en caba ni deseaba otra cosa que conocer íntimamente a
Jesucristo para más amarlo y mejor seguirle. Cuando
ocasiones hasta se le perfecciona en el coloquio. Y pre- en las grandes contemplaciones se hacen tres coloquios,
guntamos: ¿qué diferencia hay entre el propósito y el
el segundo suele ir dirigido a Jesucristo y se acaba con
fruto de la oración? Ninguna. Por lo tanto San Ignacio el Anima Christi.
empieza y acaba sus meditaciones con el propósito, y La tercera oración es el Avemaría. La Virgen como
éste es el guía y la meta de todos los actos espirituales intercesora es la primera que nos presenta a su Hijo
que en ella se practican. y, debido a esto, con ella se tiene el primer coloquio co-
7 a LA PLEGARIA. - Es una o varias oraciones vo- ronado siempre con la salutación angélica. Muy a me-
cales con que se termina el coloquio. en confirmación nudo se acordaría Ignacio de que allá en Montserrat
de que todo el fruto lo esperamos principalmente de la y delante de la Virgen Madre de Dios y en la misma
bondad de Dios nuestro Señor. noche en que el Ángel la había saludado con aquellas
Tres oraciones señala San Ignacio. La primera, que dulces palabras del Avemaría, él se había vestido en su
se reza siempre, es el Padrenuestro, que tan gran de- templo de las armas espirituales de Jesucristo. ¡Con
voción inspiraba al Santo por ser la más santa y la de cuánto consuelo de su alma y con qué gran confianza
mayor eficacia, como dictada que fué y enseñada por le pediría a la Señora las grandes gracias de santidad
el mismo Jesucristo. que se desean obtener en los coloquios de los Ejercicios!
Cuando esta plegaria divina se toma corno materia La Virgen fué la maestra que enseñó a San Ignacio
de meditación aplicándole la segunda o tercera manera
la sabiduría celestial y todos la hemos de tener por
de orar, el alma se llena de santa unción al tomarla
Madre de nuestra vida espiritual esperando de ella
en nuestros labios; y grande debe ser también el gusto
cuanto necesitamos para conservarla y aumentarla.
de Dios nuestro Señor cuando vea que le pedimos gra-
EE8XsAlMaqNuDintLOdRªcCóIÓ.-
cias tan espirituales y santas como lo son las de los que dice así : «Después de acabado el exercicio. por es-
Ejercicios, y que se las pedimos precisamente con las pacio de un cuarto de hora, quier asentado, quier pa-
palabras mismas de su divino Hijo, jesucristo. seándome, miraré cómo me ha ido en la contemplación
La segunda oración recomendada por San Ignacio o meditación; y si mal, miraré la causa donde procede,
es el Anima Christi. Aunque lo digan algunos devocio- y así mirada arrepentirme, para me enmendar adelan-
narios, esta oración no fué compuesta por San Ignacio. te; y si bien, dando gracias a Dios nuestro Señor; y
La propagó, sí, cuanto pudo y puso gran empeño en haré otra vez de la misma manera» [77].
que el pueblo cristiano la tuviera en gran aprecio y es-
Mucho tiempo parece realmente, quince minutos de
tima.
examen para cada hora de oración, pero con esto quiere
Fácilmente se comprende que un enamorado de Je- sin duda alguna el
sucristo, como lo era el Santo, sintiera alegría y alien-
oSmanifestlgrpoancidemtóylavirudqenxm
tos sobre manera grandes uniéndose tan íntima y espi- para acostumbrarnos a hacer bien las cosas. Puede ser
ritualmente con Jesucristo mediante esa dulce letanía ello así, pero es lo cierto que de ordinario se encuen-
saturada de unción y de amor. En los Ejercicios, como tra muy largo el examen y que por ese mismo motivo
en ninguna otra ocasión, se penetra el hondo sentido se hace con dificultad y poco provecho. Tal vez sucede
esto porque no lo hacernos según el espíritu de nuestra, nado ha de hacerse sentado o paseando. Para quien
santo Director. Examinémoslo un peco. haya estado una hora de rodillas y con la actividad es-
El examen, sí en él se atiende solamente o como a piritual que el Santo recomienda, el pasearse puede ser
cosa principal a esa lista de actos que pone San Igna- además de un descanso, un excitante físico que favo-
cio dirigidos a hacer bien la oración, es realmente algo rezca la serena reflexión que pide el examen. Otra nota
fatigoso, atiende a muchas cosas, dura demasiado y de mucha importancia es el no quitar nada de la hora
pierde interés con tantas menudencias repasadas cinco asignada a cada meditación. Con razón San Ignacio
veces al día. Pero advirtamos que esas menudencias, atribuye gran valor a esta fidelidad, y por eso nos dice
aunque ciertamente importantes en sí mismas, no son que «en el tiempo de la consolación es fácil y leve
lo esencial de la oración dentro del espíritu de San estar en la contemplación la hora entera; así como en
Ignacio. Lo esencial de ésta, está en el truto que nay que cumplir* el tiempo de la dessolación es muy difícil
sacar; o mejor dicho, en la voluntad fervorosa y activa la» [13]; y a la vez recomienda con el mayor encare-
que se pone en aicanzarlo. Lo demás no tiene más valor cimiento el «hacer contra la dessolarión» [13] o «ha-
que el que le da esta nuestra voluntad. cer el oppósito per diametrum» [325] ; o sea, alargar
Mirado así el examen, cuando nos dice el Santo que un poco en semejantes casos el tiempo de oración, para
reparemos en si ha ido bien o mal la oración, hemos de acostumbrarnos «no sólo a resistir al adversario, mas
tomar lo esencial como esencial y lo accidental como aun a derrocalle» [13]. Este esfuerzo y santa tenaci-
accidental. Por lo tanto cuando se empieza el examen, dad, no obedecen al propósito de buscar lo arduum sub
nuestra mirada ha de ir directamente a la voluntad de ratione ardui, sino que van a dejar el alma en paz, y
santidad con que hemos entrado en' la meditación. Sil segura de que por su parte no se pierde ninguna de las
dicha voluntad o no existió o fué tibia o mortecina, ya gracias que el Señor haya determinado concederle. Que
hemos dado con la raíz y veremos al momento que éste sea el intento de San Ignacio, nos lo revela su fina
todas las deficiencias han nacido de aquel defecto ra- atención en conceder al ejercitante acortar en ciertas
dical. ci rcunstancias las horas destinadas cada día a la
Si antes de la contemplación hemos preparado esa oración, o aflojar algo en la penitencia, recrear su espí-
nuestra voluntad, y con ella así dispuesta hemos en- ritu, etc., etc., como lo anotaremos en su propio lugar.
trado a meditar y, trabajado a tono con lo que pedía
de nosotros cada ejercicio, de un vistazo nos daremos
perfecta cuenta de cómo han ido las demás cosas. Quien 4. Maneras de oración*** enseñadas en los Ejercicios
mantiene siempre viva la voluntad de alcanzar la san-
tidad, toda la santidad que intenta conseguir San Ig- Al hablar de la oración ignaciana, no se suele citar
nacio en los Ejercicios, velará naturalmente sobre ella más que la meditación o ejercicio de las tres potencias,
y la examinará con atención para ver si crece o men- como si ésta fuese la única forma enseriada en el libro
gua; y por el contrario el que no la conserve viva, ni de los Ejercicios, o por lo menos la más común y aun
tendrá interés alguno en examinarse sobre este punto, la
peculiar suya. He aquí un caso de rutina humana tan
ni mucho menos se fijará en las otras prácticas me- fácil de adquirir como difícil de dejar, una vez que
nudas. haya pasado a ser como un proverbio en el común ha-
**blar
Conviene también fijarse en la actitud y posición del de las gentes. Triste cosa es tener siempre de-
cuerpo durante el examen. Según la mente de San Ig- /ante de dos ojos un librito como el de los Ejercicios,
donde las cosas se dicen concisamente pero con la ma- actual, nos hace saber que es un modo sobremanera
yor claridad y sencillez posibles, leerlo y no percatarse apto para penetrar bien las verdades abstractas, em-
uno de lo que lee. Porque lo cierto es que para de- plear en ellas ordenada y reflexivamente la memoria
sechar aquel prejuicio basta sólo saber leer. para que nos recuerde las palabras o los hechos que
Graves consecuencias ha traído semejante modo de las contienen, el entendimiento para que penetre en su
proceder, común no sólo a los enemigos de San Igna- sentido y en las razones de las mismas, y la voluntad
cio, sino a muchos de sus amigos. La oración ignacia- para que mueva los afectos que de ellas naturalmente
na ha sido combatida por insuficiente para la vida de nacen y son más convenientes a nuestras almas, según
las almas espirituales y aun como si fuera una rémora sea el fruto que buscamos en aquella meditación.
o estorbo; al mismo Santo se le quiere hacer pasar por Esto sin embargo no quiere decir que entre los actos
enemigo de la contemplación y del todo incapaz para de esas tres potencias haya de establecerse una como
guiar un alma hasta las cumbres del estado místico, en separación mecánica, pues claramente nos dice San Ig-
lo que éste necesita de dirección humana. nacio, que la voluntad, por ejemplo, aun antes de dar
Convencidos de que la tal confusión nace de no leer lugar a sus propios afectos, debe imponer los de la me-
el libro atenta y reposadamente, para deshacer tan moria y los del entendimiento, ordenando con energía
erradas interpretaciones enumeraremos en el presente a estas dos facultades que cumplan bien con su oficio.
capítulo las diferentes maneras de oración que en el Afuera pues semejantes trabas mecánicas que frisan
libro de los Ejercicios nos enseña San Ignacio, hacien- en superstición. Una verdad, bien clavada en la memo-
do de ellas un breve comentario sacado de sus mismas ria , penetrada a fondo, bien sentida y aplicada a lo que
palabras. Vamos a seguirlas, una por una. cada uno necesita, es lo que todos entendernos y tene-
1ª MEDITACIÓN. - Por este nombre se entiende la mos por meditación de San Ignacio.
forma de orar mediante el uso de las tres potencias. En la meditación el acto de mayor importancia es lo
Siempre que obramos corno hombres, empleamos na-1 que el Santo llama «mirar a mí mismo» [53], «com-
turalmente las tres potencias del alma: memoria, enten** parar» [ 52] y más frecuentemente «refiectir» [106].
dimiento y voluntad; y cuando hacemos esto mismo en** Ésta es la hora precisa para excitar lo más vivamente
la oración, aplicando ordenada y reflexivamente las so- posible el deseo de aquel «lo que quiero» [48].
bredichas facultades a una materia o asunto convenien- Cuando la materia de la meditación la tiene el alma
te y con un fin espiritual, hacemos lo que se dice me- presentisima y el entendimiento goza de plena luz y la
ditación. voluntad se halla como encendida, el fruto de la ora-
La materia de ella suelen ser algunas verdades abs** ción brota espontáneamente ante sus ojos y no hay
tractas, sin que esto quiera decir que las personas acos- que hacer más que cogerlo y apropiárselo. Esta situa-
tumbradas a orar no puedan tomar esas mismas verda** ción es la más propicia para el coloquio y la plegaria.
des como asunto de contemplación. Por esto San Igna- Este «reflectír» es lo que da a la meditación su carác-
cio llama meditaciones a los ejercicios de la primera' ter de oración práctica.
semana que versan sobre los pecados, al ejercicio de las No olvidemos una cosa; que aunque San Ignacio
banderas y al de los tres binarios. aplique la meditación o ejercicio de las tres potencias
Hablando San Ignacio de los sistemas cíe oración a sólo las materias arriba enumeradas y que constituyen
dice de ellos con mucha propiedad, que no hacen más una parte pequeña de los Ejercicios, es indudable que
que dar forma y manera de orar. Aplicándolo al caso todos los otros modos de oración que el Santo enseña,
incluyendo aquí los mismos documentos de su libro, Segundo, por lo que hace a los actos mismos, si-
presentan ese mismo aspecto de eminentemente racio- guen éstos el curso de los sentidos y, como ellos, se
nales, nota propia de la ascética ignaciana. Del «re- fijan en las cosas y se detienen en ellas hasta quedar
flectir» podemos decir lo mismo: se le encuentra en la plenamente satisfechos. San Ignacio llama a estos ac-
meditación lo mismo que en la contemplación; siempre tos: ver; oír, mirar, palabras todas ellas tomadas de los
y en todas partes. sentidos.
2ª CONTEMPLACIÓN. — Los ejercicios propuestos Esto sin embargo, no quiere decir que la contem-
por San Ignacio, son en su mayoría contemplaciones y plación no tome su parte el discurso , mayormente en
en esta clase se han de contar todas las horas de oración uno aquel reflectir que invariablemente acompaña a cada
acerca de la vida, pasión y resurrección de nuestro Se- de los puntos. Oigámoslo del mismo San Ignacio
ñor Jesucristo, materia propia de las tres últimas se- en el segundo y tercer puntos de la contemplación del
manas. Error, pues, manifiesto sería considerar la me- Nacimiento: «El 2.°: mirar, advertir, y contemplar lo
ditación como sistema único de oración ignaciana. que hablan; y reflictiendo en mí mismo, sacar algún
San Ignacio fué un gran contemplativo y cuantos se provecho» [115]; «el 3º: mirar y considerar lo que
acostumbren a orar siguiendo el método de los Ejer- hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el
cicios, adquirirán naturalmente el hábito de la contem- Señor sea nascido en suma pobreza y a cabo de tantos
plación. Entiéndase que aquí hablamos de la contempla- trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de i n-
ción adquirida, o sea del hábito nacido del ejercicio de jurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por
las facultades y no de la infusa que es don gratuito mí, después reflictiendo, sacar algún provecho espiri-
del Espíritu Santo, Llama San Ignacio materia de la tual» [116]. La mente de San Ignacio no puede estar
contemplación a las cosas visibles; y por forma entien- más clara. El Santo no quiere que nuestra contempla-
de el modo particular suyo de emplear nuestras facul- ción sea puramente especulativa estética, sentimental
tades. Ambas cosas necesitan explicación. San Ignacio ni golosa, antes práctica y de una fuerza espi
hace consistir la forma de la contemplación en los tres -ritual.
actos de «ver las personas» [106], «oír lo que ha- Dos palabras acerca de la materia de la contempla-
blan» [107] y «mirar lo que hacen» [108]; cuya ten- ción. Ésta consiste en las cosas visibles que pueden ser
dencia intuitiva está a la vista y tiene este doble signi- c ontempladas a la manera de las corporales; pero ad-
ficado. Primero, referente a las cosas contempladas, virtiendo que la contemplación no termina en ellas, y
quiere decir que éstas no se han de mirar
que sería un gran error pensar lo contrario.
dicosmetlaungvrpdsenotr
-Los sentidos interiores abren el camino, del mismo
de tiempo, sino que espiritualmente*** son algo actual y
modo que los exteriores son la vía natural para llegar
presente. Claramente lo dice San Ignacio en la al entendimiento; pero dado ya ese paso y caldeada e
contemplación del Nacimiento: «ver las personas, es a saber, iluminada el alma con la contemplación sensible eleva
ver a Nuestra Señora y a Joseph y a la ancila y al niño su espiritual mirada a cosas más altas e independientes
Jesús, después de ser nascido, haciéndome yo un pobre- de toda materia.
cito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos «Conocimiento interno» [ 1 04] de
sirviéndolos en sus necesidades, como si presente d J esucr i sto pe di -
mos en todas las contemplaciones de la segunda semana;
me hallase, con todo acatamiento y reverencia posi- y uno de los sentidos de esta petición es que ese co-
ble» [114]. No podía más claramente expresarse. n
,a*tr ocimiento no se detenga hasta haber llegado al
**zon y al alma misma del Salvador. De aquí se deduce cosas contempladas» [64]. Diríamos,
que el conocer y contemplar los misterios exteriores de tición va dirigida a reforzar el*** sentimiento, dejándole
la vida del Señor, no es sino un medio o instrumento que se sacie en las fuentes ya abiertas, o haciéndole
para penetrar en sus sentimientos o ideales. Sólo los ***primera
golpear
que de nuevo aquella roca dura que la mera
ojos clarísimos del alma, iluminada por la gracia, pue- vez tan obstinadamente se resistió.
den entrar tan adentro. El resumen tiende a dejar bien clavadas las ideas
Esta mirada espiritual de que hablamos, es en la en el entendimiento y para ello somete al hornbre a un
segunda semana fruto sacado de los puntos contempla- ejercicio, fecundísimo en opinión de los psicólogos y
dos; pero en la tercera y cuarta pasa a ser materia que consiste en ir recogiendo cuidadosamente las re**
esencial de la misma contemplación . Así en la tercera, miniscencias de las cosas dejando que el alma vaya
a continuación de las personas, palabras y obras y del rumiándolas casi sin advertirlo. En conclusión, el re-
cuarto punto en el que hemos de considerar lo que Je** sumen se ajusta más a la meditación que a la contem-
sucristo padece en su Humanidad, viene el quinto que plación, y de hecho San Ignacio lo pone solamente en
dice: «Considerar cómo la Divinidad se esconde, es a la primera semana, que no tiene más que meditaciones.
saber, cómo podría destruir a sus enemigos, y no lo La repetición es más propia de la contemplación y aun-
hace, y cómo dexa padescer la sacratísima humanidad que también se haga en la primera semana se multi-
tan crudelisimamente» [196]. En la cuarta semana, el plica extraordinariamente en las tres restantes, donde
cuarto punto es «considerar cómo la Divinidad que pa- todo es contemplación. Notamos, sin embargo, que, tan-
rescía esconderse en la passión, paresce y se muestra to el resumen como la repetición nos llevan
ahora tan mlagros amente en la santísima resurrec- ambos directamente yconlamrefi ocónd
ción, por los verdaderos y sanctísimos effectos de- simplicidad: simplicidad de ideas, y simplicidad de
lla» [223]. El quinto punto «es mirar el officio de con- afectos o sentimientos.
solar, que Cristo nuestro Señor trae, y comparando 5ª APLICACIÓN DE SENTIDOS. — Es la forma de
cómo unos amigos suelen consolar a otros» [224]. Lo oración del último ejercicio que precede a la cena y
dicho nos revela cuán íntima y espiritual es la materia cuya materia son los misterios contemplados y repeti-
de la contemplación y qué fina vista necesita el alma dos durante el día. «Traer los sentidos», es en frase de
para poder penetrarla. San Ignacio, «el pasar de los cinco sentidos de la ima-
4*Estas
ªREPTICÓ3NYSyUM.— dos for ginación» por las contemplaciones ya hechas [121.].
mas de oración convienen en un mismo concepto fun- Antes de pasar a declarar prácticamente esta forma de
damental, que es el de emplear otra hora de oración oración valiéndonos, como es nuestra costumbre, de las
más en las mismas materias ya meditadas o contempla- palabras mismas del Santo, creemos necesario adelan-
das. Con todo cada una tiene sus notas propias, como tar una exposición histórica sobre el modo como ha
muy bien lo entienden las almas dadas a la contempla- sido interpretada esta aplicación de sentidos. Ello ayu-
ción. La repetición, según San Ignacio consiste en re- dará para que se entienda mejor, y desvanecerá además
pasar los mismos puntos antes meditados «notando y muchas preocupaciones que el lector ha podido sacar de
haciendo _pausa en los puntos que he sentido mayor leer autores modernos excesivamente inclinados a la
consolación o desolación o mayor sentimiento mística y enemigos o recelosos del sistema de oración
espiritual» [62] . En el resumen entendimiento sin enseñado por San Ignacio en sus Ejercicios.
divagar discurra asiduamente por la reminiscencia de las El Directorio oficial de los Ejercicios dedica*** un ca**
pitulo especial a la aplicación de sentidos y en él dice hiciesen sobre él las advertencias oportunas. En Nápo-
lo siguiente : «El quinto ejercicio, que es aplicación de les hallaron dificultad en la comparación de la medita-
sentidos, es muy fácil y útil, imaginando que vemos las ción con la aplicación de sentidos, donde se dice, que
personas, y que oírnos las palabras o el ruido si alguno ésta es inferior a aquélla. «Parece, escriben de Nápo-
hay; que tocamos o besamos los lugares o las personas, les, que nuestro Padre Ignacio siente de distinto modo,
cosa que debe hacerse con gran reverencia, modestia y ya que habla de la aplicación de sentidos como si fuese
temor. El olfato, nuestro Padre San Ignacio lo aplica una especie de contemplación; dice en efecto, en pri-
a oler la fragancia del alma por los dones de Dios, y mer lugar en la tercera nota de la cuarta semana, que
el gusto, a saborear la dulzura; cada uno de . 1a cuales la aplicación de sentidos sirve para imprimir más fuer-
pide cierta presencia del objeto o de las personas que -te en el alma las contemplaciones. Además de esto,
meditamos, acompañada de gusto y de tierno amor quiere que del mirar, oír, etc., se saque siempre algún
«Laplicón hacia ellos.» fruto reflictiendo en sí mismo, lo cual no puede hacer-
de sentidos se distin gue de la medi- se sin discurso, y por tanto ya no interviene sólo el
tación en que la meditación es más intelectual y se en- sentido. Por último se sirve de los sentidos del gusto
tretiene más en el discurso y es mucho más elevada; y dei olfato aplicados proporcionalmente a cosas espi-
como que discurre por las causas de aquellos misterios rituales, lo cual no puede hacerse con los sentidos mis-
y por los efectos, investigando en ellos los atributos de mos... Parece, pues, que nuestro Padre indica allí que
Dios, como son la sabiduría, caridad y demás. Pero la la aplicación de sentidos es cosa más alta que el dis-
aplicación de sentidos no discurre, sino que sólo se de- curso de la meditación, y que, como se ha dicho, es
tiene en aquellas cosas s ensibles mirando, oyendo y una especie de contemplación, de la cual es propio es-
haciendo otros actos, en los cuales se goza con deleite tar fijo en el objeto que se contempla, gustando, olien-
y y fruto espiritual.
»Dos son los provechos de la aplicación de sentidos :
do, etc.» 1.
Estudiando los directorios escritos por diferentes
cuando el alma no puede contemplar cosas más pro- Padres, bien para facilitar la composición del Directorio
fundas, deteniéndose en los sentidos se prepara poco a oficial, o como observaciones hechas a otros escritos
poco para elevarse a aquellas cosas más altas ; o por sobre la misma materia, se nota en ellos cierta especie
el contrario, cuaundo el alma ya está muy llena de de- de temor respecto de la aplicación de sentidos. No se
voción por el conocimiento de aquellos misterios más conforman con tenerla únicamente por un acto de la
altos, bajándose a estas cosas sensibles, por todas par- im aginación, que parece ser la mente del Directorio,
tes halla abundante _pasto, consolación y fruto, debido y dicen que puede ser o imaginaria o intelectual, del
a que la abundancia del amor hace apreciar en mucho modo que lo enseña San Buenaventura. Sobre la con-
las cosas más insignificantes (un simple movimiento de v eniencia
de tomarla así, hay sin embargo diversidad
cabeza, por ejemplo), hallando en ellas materia de amor de pareceres.
y consolación» 1. El P. Gil González Dávila se inclina por la parte
Lo transcrito del Directorio de 1599, ya estaba en negativa: «Aunque esta aplicación de sentidos (la inte-
el primero, publicado en 1591 y enviado a las provin- l
ectual), dice, puede practicarse y es aprobada por hom-
cias de la Compañía para que se experimentase y se bres e spirituales, vale más emplear la otra, que es más

Exercitia Spiritualia, cap. XXI. Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 1096.
sencilla y clara. Las sutilezas en estas materias van
mezcladas de curiosidad y engendran más bien aridez hecho por encargo de la primera Congregación General,
que afectos sólidos en el alma ; cuanta más atención no se preocupa lo más mínimo de esta cuestión, dice
claramente en su segundo, que el gusto y el olfato se
se pone en esas cosas, más fruto se pierde de la medi-
han d de aplicar
apli por vía espiritual : «En la quinta con-
tación. Lo mismo se diga de los sentidos anagógicos,
templación de la segunda semana, en el punto tercero,
más aptos para predicar que para meditar ; por lo cual
que es la aplicación de los sentidos del olfato y del
mejor es evitarlos. Camino es éste más conforme a los gusto, se ha de subir por encima de la imaginación, hasta
Ejercicios de nuestro Padre Ignacio, los cuales, como la razón, considerando la suavidad y dulzura de los do-
sabemos, se apoyan siempre en cosas sólidas, como nes de Dios en el alma santa, que llenan nuestro olfato
son las acciones, las personas y otras cosas pareci- y gusto espiritual ; la imaginación de los olores y sa-
das» 1. bores que perciben el gusto y el olfato corporales, po-
Complicada y difícil es la explicación citada de San drá llevarnos al ejercicio de esos sentidos internos y
Buenaventura, según la cual los sentidos espirituales mentales» 1.
obran por medio de las virtudes teologales. Más sen- El Directorio más cercano a los tiempos de San Ig-
cilla es la exhortación del proemio a la Vida de Jesu- nacio es el del P. Polanco, escrito por los años 1573
cristo, que citan con las siguientes palabras tanto el a 1575, y en él nos habla de lo mismo que los Directo-
P. Gil González Dávila como el Directorio oficial-: rios siguientes admitiendo dos maneras de aplicación
«Si quieres, dice San Buenaventura, sacar provecho de de sentidos: la imaginativa y la mental, dejando a la
estas cosas, hazte presente a lo que se cuenta que hizo prudencia del Director explicar la una o la otra.
y dijo nuestro Señor Jesucristo, como si lo vieses con Éstas son sus palabras : «El quinto ejercicio que es
tus ojos y lo oyeses con tus oídos, con todo el interés
la aplicación de sentidos, o puede entenderse de los sen-
y afecto de tu corazón, con gran detenimiento y com- tidos imaginativos (y así conviene en la meditación de
placencia, abandonando toda otra preocupación y cui- los pocos ejercitados para quienes principalmente se
dado.» proponen estos ejercicios), o de los sentidos de la ra-
El editor de Monumento hace constar, que Ludolfo zón superior o mentales, y así cuadran mejor a los
de Sajonia, el Cartujano, probablemente leido por San proficientes y versados en la vida contemplativa. En-
Ignacio de Loyola, trae unas palabras parecidas a estas tendida en la primera forma, ninguna dificultad hay
de San Buenaventura en el proemio de su Vida de Je- en la mirada imaginaria de las personas con sus cir-
sucristo. Tampoco tienen nada de complicado las si- cunstancias, ni en oír las palabras que hablan, o que
guientes del mismo*** P. Gil González Dávila : «Santo To- convenientemente se juzga que puedan hablan Tampoco
más (ad Philip.; 2º. , lect. .2ª) aplica estos sentidos al en el tacto hay gran dificultad en imaginar que besa-
trato con el Verbo encarnado : ver su luz, oh su sabi- mos la huella que dejan los pies de Cristo o sus vestí;
duría, oler las gracias de su mansedumbre (trahe me **dos; pero si imaginamos besar algo más, la imaginación
post te, etc.), gustar la dulzura de su piedad, tocar su debe ir acompañada de reverencia, como por ejemplo
virtud para salvarnos.» al besar los pies de Cristo, nuestro verdadero y sumo
El P. Diego Mirón que en su primer Directorio, Pontífice (de quien son vicarios Pedro y sus sucesores,
Cris* a los cuales besarnos los pies por tener el lugar de
1 Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 1047, nota.
Cap. XIV, núm. 5. Mo numenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 867, nota.
La prudencia del Director, concluye, dictará hasta donde
to), o bien sus manos, como a nuestro supremo y ver-
dadero Padre, 'Rey y Señor, tal corno aquí los hijos y esas cosas hayan de ser tocadas o explicadas» 1.
súbditos suelen besar las manos de sus padres, reyes Este tímido regateo que observamos, o que fácil-
y señores. En el olfato v en el gusto conviene superar mente se adivina en la serie de testimonios citados y
la imaginación subiendo hasta la razon, considerando que aumenta a medida que los escritores viven más
que los dones de Dios en el alma santa nos recrean con apartados de la época de San Ignacio, nace sin duda
la suavidad de su fragancia, como de cosa ausente; y alguna de su temor al iluminismo que traía entonces
de su gusto, como de cosa presente. Y la imaginación perturbados a muchos espíritus, y al sensualismo, com-
pañero casi inseparable del primero.
de los olores y sabores, que perciben el gusto y el olfato
corporales, nos introduce a ejercitar en estas medita- Les parecía a aquellos Padres que huyendo de los
ciones los sentidos internos de la razón. Si interpreta- sentidos espirituales y acogiéndose a los puramente
rnos la aplicación de sentidos según la doctrina de San imaginarios, evitaban o por lo menos disminuían el peli-
gro de ser acusados de iluminados; cargo que repetidas
Buenaventura (cap. 4 del Itinerarium mentis ni Deum)
entendiéndola de los sentidos mentales pertenecientes a veces se había hecho ya, tanto a los que daban como
la razón superior, se pueden explicar tales sentidos del a los que hacían los Ejercicios 2.
alma en que la imagen de Dios ha sido reformada por En los dos sentidos del gusto y del olfato la difi-
la gracia divina, mediante la fe, la esperanza y la ca- cultad de hallar una solución era mayor, y para esqui-
ridad. Pues creyendo en Cristo por la fe, por Él, como var el peligro, o concedían que al aplicarlos había que
Verbo increado resplandor del Padre y brillo de la luz elevarse por encima de la imaginación hasta el enten-
dimiento, o violentaban algo las palabras de San Igna-
eterna, recupera y ejerce la vista espiritual para con-
cio, diciendo, no lo que él escribió: «oler y gustar con
siderar los resplandores de la misma luz, y de ese mis-
mo Cristo en su verdad. Creyendo en Cristo por la fe el olfato y con el gusto la infinita suavidad y dulzura
como en el Verbo encarnado, que enseña lo tocante a de la divinidad, del ánima y de sus virtudes y de todo,
nuestra salvación y perfección, por él recupera y ejerce según fuere la persona que se contempla» [124], sino
«oler la fragancia del ánima por los dones de Dios,
el oído para percibir sus palabras; y de ese modo Cristo
en su camino. Y cuando por la esperanza suspira por y saborear su dulzura». Esta su alma así perfumada por
los dones de Dios, parece ser la nuestra propia; mien-
recibir a Cristo como al Verbo inspirado, que habita
en nosotros por sus dones y nos invita a mejores caris- tras que San Ignacio se refiere inmediatamente a la
mas y finalmente a la plena fruición de sí mismo, con infinita suavidad y dulzura de la divinidad, del alma
el afecto del deseo y de la esperanza, recupera el hom-
y de las virtudes de Jesucristo.
bre el olfató espiritual, que ejercita corriendo detrás Verdad es que San Ignacio habla claramente de los
de los ungüentos de Cristo, que de este modo es su sentidos de la imaginación [66, 121], pero los actos que
les atribuye, pueden también referirse a los sentidos
es
vida. Uniéndose a Cristo por la caridad como a Verbo
encarnado, cual si percibiese ya sus delicias, gustando,
aun en esta peregrinación, cuán suave es el Señor, recu-
Monumenta Ignatiana, Ser. 2 º, págs. 812 y 813.
pera y ejerce el gusto espiritual. Abrazándole y unién- El P. Gil González Dávila quería enmendar la palabra
dose a Él por puro amor transformativo que no per- perentiscere que la Vulgata usa en el núm. 184***, porque «eo
mite separarse de Él, ni deja pensar ni amar sino a Él, dicendi modo, qui in Hispana illuminati aut*** derelicti vacati
por Él y en Él, recupera y ejerce el tacto espiritual, sunt abutuntur». Monumenta*** Ignatiana , Ser. 2º, Pág. 901.
pirituales, y algunos, como los del olfato y del gusto,
naturalmente han de referirse a ellos. El Directorio de Gregorio, San Bernardo y otros; cuyos dichos larga-
Granada dice explícitamente, que en la aplicación de los mente trae San Buenaventura en el Tratado de los siete
caminos de la e tern idad,
sentidos imaginarios, no entran ni el gusto ni el olfato 1. en el camino sexto» 1.
Con los tres primeros puntos de las tres últimas se- A continuación y declarando cómo ha de hacerse di-
manas de los Ejercicios se podría cumplir muy bien cha aplicación de sentidos añade: «Es un modo, más
usando sólo los sentidos de la imaginación, pero cla- de contemplación que de meditación; porque la
ramente se apartaría esto de la intención del Santo, que meditación discurre de una cosa en otra buscando verda-
des escondidas, como hasta aquí e ha hecho; pero la
quiere que se apliquen las tres potencias espirituales del co ntemp lació n es una
alma, y así lo declara manifiestamente con las palabras: vista sencilla de la verdad, sin
variedad de discursos, con grandes afectos de admira-
mirar, contemplar, advertir, considerar, de que se vale
ción y amor; y como regularmente se alcanza después
para explicar el modo como se debe cumplir con estos de la meditación, así después de haber meditado estos
puntos [11 4-116]. ¿Quién no -ve el parecido substan- misterios de Cristo nuestro Señor, es bien dar otra vez
cial que tiene todo esto con los dos primeros puntos de vuelta sobre cada uno con este modo de contemplación
la aplicación de sentidos? afectuosa, que llamamos aplicación de. sentidos; porque
Toda esta materia de la aplicación de sentidos la así como los sentidos perciben sus objetos, y se delei-
expone muy bien el P. Lapuente. Primeramente pone tan y saborean en ellos, así en esta contemplación los
en seguro el fundamento psicológico de la existencia de
los sentidos espirituales y dice: «Así como el cuerpo sentidos interiores del alma, que son sus mismas poten-
tiene sus cinco sentidos exteriores con que percibe las cias interiores, con la variedad de sus actos sin nuevos
cosas visibles y deleitables de esta vida y toma expe- discursos, presuponiendo los que se han hecho en otros
riencia de ellas, así el espíritu, con sus potencias de tiempos, perciben estas verdades y sacan de ellas afec-
entendimiento y voluntad, tiene cinco actos interiores, tos maravillosos de devoción, previniéndolo nuestro
proporcionados a estos sentidos, que llamamos, ver, Señor con su especial gracia, sin la cual no acertaremos
oír, oler, gustar y tocar espiritualmente, con los cua- a entrar en tal modo de contemplación.»
les percibe las cosas invisibles y deleitables de Dios, y Posteriormente, aplicando la doctrina de San Bue-
toma experiencia de ellas. De donde nace la noticia o naventura y perfeccionándola, dice que esos sentidos
espirituales del alma, potencias naturales suyas, son
conocimiento experimental de Dios, que excede incom-
ayudados sobrenaturalmente por las virtudes infusas
parablemente a todos los conocimientos que proceden cuando se aplican a contemplar los misterios de
de nuestros discursos; así corno se conoce mucho mejor la fe 2.
la dulzura de la miel gustando un poco de ella, que
Demos por. terminada esta digresión histórica y pa-
haciendo grandes discursos para conocerla. Y así por
semos a declarar la práctica de la aplicación de sen-
estas experiencias se alcanza la Teología mística, que tidos, con las palabras y el espíritu de San Ignacio.
es la sabiduría y ciencia sabrosa de Dios; la cual se
Consiste este último ejercicio en aplicar a los mis-
alcanza por medio de estos cinco sentidos interiores de
los cuales hacen mucha mención la Sagrada Escritura, terios que se contemplan los cinco sentidos internos de
y los Santos Padres, especialmente San Agustín, San modo parecido a lo que hacemos con los sentidos ex-

Meditaciones espirituales , Introd., § XI, núm.


Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 961. 3.
Ibíd***., p. II, med. XXVI.
ternos o corporales. Los que en primer lugar actúan son Esto es ya un paso muy adelantado, es ponernos en
la vista y el oído, por su orden, y notemos que estos las puertas mismas de la contemplación mística y de
dos primeros puntos de la aplicación de sentidos son aquel sentir presente en nosotros a la divinidad, dado
los mismos dos primeros de las otras contemplaciones que el oler y el gustar piden que los objetos no estén
sobre los misterios de la vida de Jesucristo. El texto lejos ni fuera de nosotros, sino muy cercanos y tocando
de la aplicación de sentidos dice así : «El primer punto 'a nuestro paladar.
es ver las personas con la vista imaginativa, meditando Si el Señor se digna tocar internamente el alma y
y contemplando en particular sus circunstancias, y sa- deja sentir su presencia en el fondo de la misma me-
cando algún provecho de la vista» [122]. Este contem- diante alguna de sus gracias místicas. en ese mismo
plar y meditar las circunstancias en particular y ese punto saboreará ésta la suavidad y dulzura de la
sacar algún provecho de la vista, claramente dan a en- cosa que suele acontecer en los Ejercicios. Cuando
tender que el trabajo intelectual no debe separarse del falta esta intervención de orden superior, se dobe pro-
trabajo imaginativo de la vista interna. ceder en este punto como en la meditación del infierno;
Pero advirtamos que este trabajo intelectual aven- es decir, que entonces hay que traer a la memoria las
tajará fácilmente a la representación imaginativa, y que cosas donde con mayor intensidad se ha sentido la sua-
la simplificación de los actos de la meditación ya ini- vidad y dulzura espiritual, actuarse en ellas hasta sen-
ciada en las repeticiones, acabará en una contemplación tirlas de nuevo; y cuando esto acaezca ; aplicar aquel
s entimiento dicho de dulzura y suavidad a la divinidad
intuitiva y reposada de todas las escenas que el ejerci-
o al alma, a las virtudes y a todo lo que pertenece a
tante ya conoce y ha experimentado. Casi lo mismo debe
decirse del segundo punto que es «oír con el oído lo las personas sagradas, pensando que aquella dulzura y
que hablan o pueden hablar, y reflictiendo en sí mismo, suavidad se encuentran en ellas en un grado muy su-
perior.
sacar dello algún provecho» [123].
El oler y el gustar los junta San Ignacio en un ter- Las consolaciones pueden ser una poderosa ayuda,
cer punto, tal vez por la íntima relación que guardan puesto que son causa de suavidad y de dulzura en el
entre sí estos dos sentidos corporales y además por la alma justa. En las segundas reglas de discreción de
semejanza o superposición de las sensaciones propias espíritus encarga San Ignacio, que si el alma ha sido
de cada uno y de las representaciones imaginarias in- engañada so capa de bien por el enemigo, que exami-
ternas que a ellas corresponden. «El 3.°, oler y gustar ne todo el proceso «de los buenos pensamientos que le
con el olfato y con el gusto la infinita suavidaddul- trujo, y el principio de ellos, v cómo poco a poco procuró
h acerla descender de la suavidad y gozo espiritual en
yd*zuraelivn,ámaydesuvirt
que, estaba» [ 334 ] . Del modo de tocar los espíritus al
todo. según fuere la persona que se contempla,
reflictndosímyaprovechdl»[124]. alma, escribe que «en los que proceden de bien en me-
Aquí la materia de la contemplación es ya del todo jor, el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve y sua-
v emente,
nueva: «la infinita suavidad y dulzura de la divinidad», como gota de agua que entra en una esponja ; y
el malo toca agudamente y con sonido e inquietud, como
y también el modo proporcionado de contemplarla, que cuando la gota de agua cae sobre la piedra» [
es olerla y gustarla. Gustate et videte quoniam suavis 35].
Las con solaciones pueden ser una po d da . sa*poder ayu*d
est Domines 1 nos dice San Ignacio con el Salmista.
sacar de ese gustar la suavidad y dulzura interna de
las personas sagradas, del alma, de las virtudes y de la
1 Psalm. 33, 9.
misma divinidad contemplada en la persona de nuestro-
Señor Jesucristo, es la convicción de que la vida de el trabajo mental** Éste difiere mucho en cada uno de
pobreza, de humillación y de sufrimiento en que vemos los tres modos de orar.
dEleprimxaovnsuepci
a las personas santas se aviene perfectamente con la
verdadera felicidad interna que está en la suavidad, dul- de conc i encia instructivo y a la vez agradable, muy
conforme con las partes del catecismo que se toman
zura y gozo del espíritu** Y por este camino viene a**
como materia de oración: mandamientos de la ley de
ser aquella vida como un fruto lleno de espinas por de
Dios, pecados capita les y,potsenciadlm
fuera, pero que esconde en su interior un manjar riquí-
simo. Esta consideración hará que poco a poco vayamos corporales.
El trabajo acerca de cada uno de estos puntos
perdiendo el miedo natural a la pobreza, a la humilla- calosigbuentr:)sdaquéelo
ción y a los sufrimientos** abn manda o prohibe, o en qué está el recto uso o el
El cuarto punto es «tocar con el tacto, así como abra- so; b) pensar cómo lo he observado y en qué he fal
**
zar y besar los lugares donde las tales personas pisan tado; e) acusarme de las faltas que hubiere cometido;
y se asientan, siempre procurando de sacar provecho d) pedir a Dios perdón de ellas; e) y pedir gracia y
dello» [125]. El modo de poner en práctica este punto ayuda para enmendarme en adelante. La duración de
es cosa sencilla. Pero advirtamos de paso la gran reve- cada punto es, poco más o menos, el tiempo que se
rencia que San Ignacio nos pide en nuestro trato in- tarda en rezar tres Padrenuestros y tres Avemarías, se-
terno con Jesucristo y las demás personas sagradas, gún sea poco o mucho lo que hay que enmendar
aun cuando la expansión del sentimiento llega al máxi- [238-248]**
mo y la devoción es mayor. Abrazar y besar los lugares, La ocupación de la mente en el segundo modo de
dice; no las personas ni siquiera sus vestidos. Con este
orar, es entrene rse «contemplando la significación de
proceder nos aparta el Santo de todo peligro de
cada palabra de la oración» [249] mientras halle en ella
senualimoprt,deanfcumthído ella «significaciones, comparaciones, gusto y consolación en
las sectas iluministas. Explicadas ya las formas de la deraciones
consi pertinentes a la tal palabra***» [252]. La
oración, pesemos de nuevo el ningún valor de los re- oración meditada es una plegaria, v. g. el Padrenuestro,
proches lanzados inconsideradamente contra el sistema el Avemaría, Anima Christi, Salve Regina, o un acto
de oración ignaciana, tachándola de excesivamente seca, de fe, como el Credo [253] y también un acto de espe-
de mecánica, reñida o por lo menos desviada de la ranza, de contrición, etc., etc. [249-257].
contemplación que ensancha el espíritu** En el tercero, la materia de la oración son las ora**
y76RESMAN8ªDO,R.—
T*En la de ciones antedichas, per. el trabajo de la mente se reduce
finición que San Ignacio da de los Ejercicios en la pri- a atender, reparando «principalmente*** en la
mera de las anotaciones, distingue entre «meditar, con- **ción de la tal palabra, o en la persona de quien reza o
templar y orar vocal y mentalmente» [1]. La manera
en, la bajeza de sí mismo o en la diferencia de tanta
de saber juntar la oración mental con la vocal la enseña alteza a tanta bajeza propia» [258], y todo esto mien-
en los «tres modos de orar» que pone al final de la tras se va rezando lentamente la oración, a compás del
cuarta semana después de la «contemplación para al- aliento a respiraciones [258-260].
canzar amor» [238-260]** En los tres, la materia de A estos tres modos de orar les da San Ignacio una
meditación son las oraciones del catecismo, o alguna forma muy semejante a la de un ejercicio de los ya
de las oraciones litúrgicas, y en torno de ellas gira todo conocidos** asignándoles las partes principales de una
meditación o contemplación; es a saber : un equivalente contemplación por la palabra que se sigue de la ora-
de la segunda adición, oración preparatoria, cuarta adi- ción [2551**
ción, coloquio y plegaria** «Primeramente, dice, se haga En el primer modo de orar, una vez terminada la
el equivalente de la segunda adición de la 2ª semana, consideración sobre el mandamiento o pecado, etc**, que
es a saber, antes de entrar en la oración repose un poco se meditaba, se acaba rezando un Padrenuestro o Ave-
el espíritu asentándose o paseándose, como mejor le maría [241, 248] ; y este interponer periódicamente una
parescerá, considerando adónde voy y a qué, y esta oración vocal, da al examen de las propias faltas el ca-
misma adición se hará al principio de todos modos de rácter mixto de oración mental y vocal que ciertamente
orar» [239]** no tienen los ordinarios exámenes de conciencia**
La atención y concentración del entendimiento no] En el segundo y en el tercero, la plegaria viene al
pasa instantáneamente de unas cosas a otras. Por tan- fin de la hora, v entonces se dicen «vocal o mentalmen-
to, para que uno entre del todo en la oración, es me- te según la manera acostumbrada» las otras oraciones
nester que primero sosiegue su espíritu, para dejar vocales que no ha habido tiempo de meditar durante e;
aquello que le tenía ocupado** A ello ayuda el mismo ejercicio [253, 25 4 , 258]**
cambio de postura del cuerpo** Si antes de entrar al Respecto del coloquio ordena San Ignacio para el
trato con Dios, tuviéramos siempre presente esta primer modo de orar, que «después de acabado el dis**
ysadiceón,orhímsucaditrone curso ya dicho sobre los mandamientos, acusándome
más completa e íntima la comunicación. en ellos, y pidiendo gracia y ayuda para enmendarme
Los modos de orar no entran en el cuadro de las' adelante, base de acabar con un coloquio a Dios nues-
meditaciones y contemplaciones de las semanas, enca- tro Señor según subiecta materia» [ 243 ]. El signifi**
minadas todas ellas a la consecución del fin total y cado de estas últimas palabras nos lo declara el Santo
esencial de los Ejercicios; por esta razón no se les an- en el coloquio del segundo modo de orar: «Acabada la:
tepone la doble oración o petición preparatoria que oración, en pocas palabras convertiéndose a la persona;
precede a aquéllas para pedir a Dios el fruto común a quien ha orado, pida las virtudes o gracias, de las
de los Ejercicios y el particular de cada meditación o cuales siente tener más necesidad» [25 7]** En el tercer}
contemplación, sino que empieza siempre por una ora- modo, no pone San Ignacio coloquio**
ción sencilla en la que pedimos el fruto que al presente Dos palabras sobre el uso de estos tres modos de
se desea sacar** orar. Quiere San Ignacio que los que hacen los Ejer-
Refleja el espíritu de la cuarta adición, lo que el cicios típicos de un mes, se ensayen en ellos antes de
Santo dice en el segundo modo de orar : «La persona, salir, al fin de la cuarta semana [4]. En los tiempos
de rodillas o asentado, según la mayor disposición en del Santo, como nos lo refiere el P. Polanco en su
que se halla y más devoción le acompaña, teniendo los Directorio 1 , lo común era dedicarles a los modos de
ojos cerrados e hincados en un lugar sin andar con orar uno o dos días enteros**
ellos variando, diga Pater, etc**» [252] ; y también lo Pr i meramente se recorrían uno por uno los cuatro
que añade un poco más abajo: «Si la persona que con- ej ercicios diferentes que comprende el primer modo;
templa el Pater noster hallare en una palabra o en dos a saber, los mandamientos, los pecados capitales, las
tan buena materia que pensar y gusto y consolación, no potencias del alma y los sentidos corporales, mirando
se cure pasar adelante, aunque se acabe la hora en aque-
llo que halla» [25 4 ] y al siguiente día empiece la Monumenta Igna t iana Ser. 2º, pág. 826.
bien lo que es propio de cada , una de estas materias**
Después habían de probar también, una o dos veces, ejercitante
oración es (**mezcla**) diaria que acaba el mes
emás natural.
Ej er cicios, al Saliendo como
d lralacosa ejrcitan sale
el segundo y el tercer modo, para aprender su prác-
éste de una atmósfera de alta concentración y recogi-
tica. El mismo Santo dice, que estos dos modos de
miento, cual es la de los Ejercicios, y entrando después
orar se han de continuar hasta haber seguido todas las
de ellos en el ambiente de la vida ordinaria, frío de si
oraciones.
y agitado, se encuentra como en estado de convalecencia
Para el tercer modo da esta regla: «En el otro dia espiritual y necesita tomar durante una temporada pre-
o en otra hora que quiera orar, diga el Avemaría por cauciones especiales para que no se desvanezcan las
compás, y las otras oraciones según que suele, y asi buenas disposiciones alcanzadas con tanto esfuerzo en el
conseqüentemente procediendo por las otras» [259]** tiempo de Ejercicios**
Para el segundo esta otra: «La tercera es, que si en Éstas nacieron al calor del trato íntimo con Dios, y
una palabra o en dos del Pater noster se detuvo por con el mismo
una hora entera, otro día guando querrá tornar a la varyondehsasige.Ccrn,pusagrlbenmchdaspráti
oración, diga la sobredicha palabra o las dos según de piedad para después de los
suele; y eh la palabra que se sigue inmediatamente, daEjerciosy r materia para la oración diaria, que es la principal, mien-
comienatplr»[25];yconiuaóñdel tras la experiencia no enseñe por qué caminos quiere
siguiente nota: «Es de advertir que acabado el Pater Dios guiar el alma** Cuando esto acaezca, la mejor ma-
noster en una o en muchos días, se ha de hacer lo mis- nera de oración será, sin duda alguna, aquella que el
mo con el Avemaría y después con las otras oraciones, mismo Dios le dicte por medio de sus inspiraciones y
de forma que por algún tiempo siempre se exercite en comunicaciones**
una de ellas» [256]**
Declarado ya el carácter y oficio de los tres modos
Lo dicho y transcrito le da al ejercitante la pauta
de oración en el cuerpo de los Ejercicios típicos de San
para la oración diaria que ha de hacer durante algún Ignacio, digamos brevemente qué lugar ocupan en su
tiempo al salir del mes de Ejercicios, dedicando una
aplicación a las diferentes clases de personas**
hora a repasar las oraciones vocales de costumbre si-
Del primer modo de orar dice San Ignacio que «es
guiendo el segundo modo de orar. Por otro lado parece más dar forma, modo y exercicios cómo el ánima se
que San Ignacio deseaba que el ejercitante continuase apareje y aproveche en ellos, y para que la oración sea
la meditación y contemplación de la vida de Jesucristo acepta, que no dar forma ni modo alguno de orar»
hasta acabarla; y ésta tal vez sea la razón por que puso
[ 238 ]; y en consonancia con esto y para las personas
a 'continuación de los tres modos de orar la serie de que no pueden hacer los Ejercicios típicos por falta de
misterios reduciéndolos a tres puntos cada uno. Deci- capacidad natural o por su poca voluntad, compone unos
mos esto, porque así parece indicarlo la nota suya que Ejercicios de primer grado con el primer modo de orar,
se lee en la segunda semana, después del día doce, según el siguiente plan : «Se puede dar el examen par-
sobre alargar o acortar los días y los misterios** Allí da ticular, y después el examen general; juntamente por
facultad para hacerlo y enseña el modo cómo debe ha- media hora a la mañana el modo de orar sobre los man-
cerse, dando por razón «que esto es dar una introduc- damientos, pecados mortales, etc., comendándole*** tam-
ción y modo para después mejor y más cumplidamente bién la confesión de sus pecados de ocho en ocho días,
contemplar» [162]**
y si puede tomar el sacramento de quince en quince y
Que San Ignacio se preocupe de señalar materia para si se afecta mejor de ocho en ocho** Esta manera os
más propia para personas más rudas o sin letras, decla- quier persona podía hacer oración por uno de los tres
rándoles cada mandamiento, y así de los pecados mor- modos expuestos, y en especial por el primero, cuya
tales, preceptos de la Iglesia, cinco sentidos y obras de estructura ya no puede ser más sencilla.
misericordia» [18]. Del segundo se puede decir, que difícilmente se ha-
Éstos eran los Ejercicios que el Santo daba en Man** llará manera más cómoda para adiestrar a los nombres
resa y en Alcalá a las gentes sencillas. Hacía que se en la meditación y contemplación o para someter el
comprometiesen a seguir esta regla de vida por espacio alma a la dirección del Espíritu Santo tan directamente
de un mes entero, y para su instrucción doctrinal les y tan libre de estorbos humanos, Dios seguramente to-
obligaba después a ir a la doctrina que él explicaba mará a su cuenta y elevará al grado de una oración
públicamente dos días a la semana** muy levantada, al alma dichosa que quiera entrar por
Estos Ejercicios aunque en sí sencillos, proporcio- este camino, pero con espíritu de humildad, de simpli-
naban una formación espiritual completa y preparaban cidad y recta intención** De este segundo modo de orar,
muy bien a cuantos los recibían para poder continuar puede decirse que es la contemplación casera puesta al
durante toda su vida unas prácticas de vida interior alcance de todos**
que va les eran familiares** El tercer modo de orar es el segundo, pero abrevia-
La materia que abarca el primer modo de orar, es do o simplificado para aquellas personas a quienes las
decir, la ley de Dios y preceptos de la Iglesia, las cau- circunstancias no les permiten tener una hora de ora-
sas internas de los pecados, los desórdenes en todas las ción y sólo disponen de un corto tiempo.
potencias interiores y sentidos exteriores, es un cedazo- Este tercer modo podemos considerarlo como efecto
de mallas bien apretadas que cierne admirablemente la o como causa del segundo** En el primer caso, sí lo si-
propia conducta. gue una persona ya versada en el segundo modo, pero
La práctica constante de esta clase de Ejercicios, que al presente no puede o no quiere dar tanto tiempo
junto con la luz cada vez más intensa que se pide en a la oración, este tercero se convierte entonces en una
la oración preparatoria para «la inteligencia (de los recitación, rica en buenos pensamientos y afectos san-
mandamientos), para mejor guardarlos y para mayor tos; algo así como una repetición o resumen de las
gloria y alabanza de su divina majestad» [240], hará anteriores contemplaciones.
que la malla del cedazo se afine cada vez más, con Si ocupa el lugar de causa, o sea, si usa de él una
aumentos de pureza interior y santidad de costumbres. persona acostumbrada al segundo modo, servirá de ca-
Semejante modo de orar es indicadísimo*** para el día mino y de muy buena preparación para alcanzar la ma-
de retiro mensual y difícilmente se hallarán otros exá** nera más perfecta de orar y contemplar** Por lo demás,
menes y otras prácticas espirituales que le aventajen*. toda clase de personas hallarán en este tercer modo
San Ignacio, sin duda alguna, lleva aquí la intención' un medio eficacísimo para acostumbrarse a rezar aten-
de enseñar con estos tres modos de orar, el camino de ta y devotamente las oraciones más usadas en las que
la oración menta ejercicio de la mayor importancia hay mayor peligro de caer en la rutina. Con esto, claro
espiritual que debería tener siempre su lugar señalado es, no queremos decir que las tales oraciones ordina-
entre las obras principales de todo cristiano. Decía el rias se hayan de rezar siempre a compás, sino que ha-
Santo, que con un poquito de buena voluntad cual** ci éndolo así de vez en cuando, su rezo será ciertamente
más sentido y devoto**
Const. S. J., p. VII, c. VI, 8, F. ¿Y quién no ve en este tercer modo de orar, el mé-
todo espiritual más excelente para todos aquellos que de escritos ni de escritores** Aqui pega como anillo al
por obligación han de cantar diariamente las divinas dedo el dicho de San Pablo: «No es del que quiere, ni
alabanzas? Lo que aquí enseña San Ignacio, puede ser del que corre, sino don de la misericordia divina» 1.*
sin género de duda el alma del canto litúrgíco** Tomamos la palabra mística en sentido lato y nos refe-
Seguramente hubo de pensar el Santo que la persona rimos al explicarla, a las disposiciones espirituales que
que aprendiese estos modos de orar y se aplicase a suele exigir Dios de nosotros como preparación de sus
practicar alguno de ellos todos los días de su vida, por caminos** Nuestro propósito es dar una explicación
más que por cualquier causa no subiese a ninguno de plid a de este problema que satisfaga a los hombres cum* rec-
los métodos principales de oración enseñados en los tos y de buena voluntad**
Ejercicios, podía sin embargo llegar a ser persona de Ante todo, no hay santo alguno ni escritor consciente
oración y de vida espiritual muy sólida** de las cosas de la santidad, que no afirme que la mejor
No puede menos de causar admiración, el ver la ri- preparación para los dones de Dios más elevados en
queza y variedad de métodos de oración enseñados por los caminos del espíritu, es una fuerte ascesis de per-
este gran Santo en tan pocas páginas, tan acomodados fección evangélica; y en este terreno, el de San Ignacio
a toda clase de personas, y todos tan sólidos y tan aptos no solamente puede sostener la comparación con cual**
para acercarse a Dios nuestro Señor** quier método de vida espiritual, sino que puede pro**
vocada confiada y ventajosamente.
La misma acusación que estamos refutando, es una
5. Camine de la mística confesión implícita de la verdad de lo que acabamos
de escribir; pues dicen los acusadores que los
El reproche más repetido y más agrío de cuantos Ejerciosnpmítrexcsivamntéo,
se han lanzado contra el magisterio espiritual de San y sabido es de todos que la ascética ignaciana en sus
Ignacio y contra sus Ejercicios, es sin duda alguna el elementos sobrenaturales, es la quinta esencia de la más
de no enseñar los caminos de la mística** Semejante alta perfección evangélica**
acusación torna más cuerpo y mayor calor en nuestros Si se trata de comprobar lo dicho con los hechos,
días en que la mística parece reinar, más que en las no podemos ofrecer prueba más evidente que la vida
almas, en las plumas de los escritores, corriendo el gran misma de San Ignacio** En efecto, si de alguna persona
peligro de convertirse en moda literaria lo que debería puede afirmarse con verdad que ha recibido en sí la
ser' un jardín cerrado y una fuente sellada** impresión perfecta y acabada de los Ejercicios, ésa -es
Ya en nuestras explicaciones anteriores hemos ida el Santo** Dicho con mayor propiedad aún: los
dejando caer notas y advertencias que por sí solas Ejerciosnlamgpfectdsuíri,on
podrían aclarar esta delicada cuestión. Sin embargo misma vida interior. ¿Y no es cosa certísima que San 1
creemos oportuno concentrar de nuevo la atención en Ignacio alcanzó un estado altísimo de contemplación
ello tomando pie de la contemplación para alcanzar mística, enriquecida con todos los otros dones extra-
amor, verdadera llave y espléndido broche de los Ejer- ordinarios que suelen acompañarla? Dígase lo mismo
cicios** de los demás Santos y varones extraordinarios de la
No se trata aquí del estado místico sobrenatural Compañía de Jesús, que no conocieron ni recibieron
que siendo como es don infuso, el Espíritu Santo lo
da cuando y como Él quiere, sin la menor intervención n Rom. 9, 16.
otra formación que la de los Ejercicios** Pasemos ahora recto que éste para llegar al sentimiento intimo de Dios**
a considerar otras razones más particulares** En todos los Ejercicios se atiende a esto que veni-
Dicen todos que la contemplación adquirida es de mos diciendo, pero entrados ya en la tercera y cuarta
s uyo el camino más derecho y conveniente para llegar semanas, el fruto esencial que en ellas buscamos es asi-
a la contemplación infusa (en cuanto una cosa natural milarnos por una verdadera transformación, los dolo-
puede ser proporcionada a una cosa sobrenatural); y res [195] y las alegrías de Jesucristo [221], como lo
que a su vez la oración de simplicidad es la puerta que hicimos con sus ideales en la segunda. Uno de los pun-
abre paso a la contemplación adquirida** Siendo esto tos de dichas semanas lo encamina San Ignacio direc-
así, invito al discreto lector a que vuelva a leer lo que tamente a la divinidad : en la pasión, viendo cómo la
en el último artículo dijimos acerca de la contemplación divinidad en cierto modo se esconde; y en la resurrec-
constantemente enseñada y practicada en los Ejercicios, ción, cómo parece y se muestra de manera tan milagro-
y lo escrito sobre la maravillosa aptitud que tiene el sa por sus verdaderos y santísimos efectos [223]** Y
sistema de repeticiones, resúmenes y aplicación de sen- por esta vía nos lleva a la contemplación de amor, que
tidos para simplificar o purificar la mirada del alma y no es otra cosa que un abrir caminos por todas partes
sus sentimientos, hasta llevarla a la verdadera contem- y en todas las cosas para ir derechamente a Dios**
plación** La síntesis de la creación entera, que en el Princi-
La realidad, como allí mismo hemos declarado, es pio y Fundamento después de larga y profunda consi-
que, a pesar de tanto hablar y oír hablar del sistema deración, ofrece a nuestra vista la esencia misma del
de oración de San Ignacio, al fin de cuentas, de todas_ orden que preside en todas las cosas, en la contempla-
sus cosas es ésta tal vez la más desconocida** Sólo dos ción del amor se nos presenta de nuevo como la esen-
cosas nos quedan por mencionar. La primera es la cia pura del amor divino** Si del prímer concepto fun-
cuarta adición, que es una de las leyes generales dadas d amental brotaba la ley de la santidad de justicia
por San Ignacio para todos los géneros de oración** llamada a imperar en todos los actos de nuestra vida, de
Dice así : «En el punto en el qual hallare lo que quie- este segundo sale otra ley, la de la santidad de amor,
ro, ahí me reposaré sin tener ansia de pasar adelante que penetra nuestro ser y todas las demás cosas, ha-
hasta que me satisfaga» [76]** Las prisas en los Ejer- ciendo que todo vuelva a Dios por pura caridad**
cicios, son cosa del todo desconocida para el Santo** Quien penetre a fondo esta gran contemplación, mi-
Si los puntos para la oración y las horas de contem- rará como la cosa más sencilla y casi por experiencia
plación o los días enteros son o no demasiado tiempo en tenderá lo dicho por los místicos: de que Dios lo es
empleado, es cosa que no entra para nada en las cuen- todo en todas las cosas y que todas las cosas están en
tas de San Ignacio, si todo ello lo cree necesario o con- Dios. Por esto San Ignacio***, tomándolo como una con-
veniente para que el alma se haga dueña de las grandes secuencia salida de esta contemplación, nos dice que la
verdades y de los grandes sentimientos** santísima y divina voluntad quiere que amemos a Dios
La segunda cosa es el tercer punto de la aplicación en todas las cosas y a todas las cosas en Dios.
de sentidos, donde nos ordena «oler y gustar con el Notable en verdad es la tendencia mística puesta de
olfato y con el gusto la infinita suavidad y dulzura de manifiesto en el Directorio de Granada, anterior al Di-
la divinidad, del ánima (de las personas sagradas) y rectorio oficial de 1591 y emparentado con el del P** Po-
de sus virtudes y de todo» [124 No sabemos que el lanco. Quiere que lo primero v princ ipal que se busque
mas profundo místico pueda señalar un camino más en todas las con
templaciones de la vida de Jesucristo,
sea el conocimiento de Dios, y de sus atributos y per-
fecciones, y que este conocimien t o sea experimental, y
a poder ser, infuso** Éstas son sus palabras: «El cono-
cimiento práctico que por las tales meditaciones se al-
canza, es de dos maneras: el uno infuso de la mano de
Dios, que es un vivo sentimiento de las cosas meditadas,
acompañado de mucha consolación ; y por otras pala- PARTE SEGUNDA
bras, en un conoscimiento experimenta l y afectivo que
infunde Dios, guando quiere, a los que están apareja- DIRECTORIO
dos; el otro es adquirido, de ponderación, estima y jui-
cio de las cosas meditadas. El 1° es el que primera y
principalmente se ha de pretender, pero si Dios no se CAPÍTULO

lo diere, ha de insistir con su trabajo y industria, y


con el favor de Dios, en el 2.°, ponderando, estimando DIRECTORIO DE LA PREPARACIÓN
y juzgando las cosas meditadas, a fin de tener y estimar PARA LOS EJERCICIOS
y amar en lo que es razón» 1.
Es cosa, pues, del todo evidente, que los Ejercicios
de San Ignacio no sólo no se oponen en nada a la vida El breve Directorio que dedicamos a cada una de
mística, sino que por el contrario abren sus puertas a las partes de los Ejercicios, contiene cinco puntos prin-
todos los que a ella son llamados** cipales, a saber: fin, materia, forma, documentos y dis-
Confirmación autorizadisima*** de cuanto acabamos de tribución**
decir y la mejor conclusión de este nuestro comentario, Fin** —La preparación que precede a los Ejercicios,
son las palabras del Padre Santo Pío XI al cardenal tiene por fin hacer que el ejercitante que viene a prac-
Dubois***, arzobispo de París. con motivo de la semana ticarlos i ntegramente, adquiera las disposiciones espiri-
de Ejercicios de Versalles (abril de 1929): «Los Ejer- tuales que exige San Ignacio, contenidas y explicadas
cicios de San Ignacio han contribuido con muy parti- en las anotaciones quinta [5***] y vigésima [20]; es de-
cular eficacia, a la ascensión espiritual de las almas, a cir, que desee aprovechar todo lo posible y darse a Dios
las cuales han guiado a las cumbres de la santidad y con grande ánimo y liberalidad, ofreciéndole todo su

dél amor divino por el camino de la abnegación y de la querer y libertad para que su divina majestad , a sí de
victoria sobre las pasiones, sin exponerlas a las ilusiones su persona como de todo lo que tiene, se sirva confrme
sutiles del orgullo.» a su santísima voluntad** Esto se ha de conseguir nece-
sariamente, y quien de hecho no tenga
Monumenta Monumenta, Ser. 2º, págs. 962-965. sdemjanfitczporl,sen
puede adelante; y si le pareciese cosa imposiblle
de adquirir, sería más conveniente variar entonces de
plan y darle una simple acomodación de los Ejercicios.
Materia. -- Compónenla, las veinte anotaciones [1-20-
], el Título del libro [21], el Prosupuesto [22], el
Principio y Fundamento [23], el Examen particu-
acciones. Esto último se logra de ordinario, llevando
lar [24-31], el Examen general [32-34] y la Confesión muchas veces a la oración para meditarlo despacio ese
general [44]* Materia toda ella, rica, abundante y va- Principio y Fundamento,, como oportunamente lo ex-
riada que suave y provechosamente puede entretener pondremos**
la reflexión atenta del ejercitante despertando en su
Documentos. – San Ignacio para la preparación da
alma el espíritu que San Ignacio desea en los que co-
documentos, no ejercicios de meditación o contempla-
mienzan los Ejercicios** Podrá añadirse a la materia
dicha** alguno de los Tres modos de orar, con preferen- ción, exceptuando lo dicho acerca del Principio y Fun-
damento** Los documentos son muy diversos los unos
cia el primero** de- los otros, las anotaciones se dirigen principalmente
Forma** — La forma de proponer al ejercitante esta al entendimiento y los exámenes, como documentos
materia es la propia de todos los documentos, a sa-
ber: exposición de la misma, hecha por el Director, y .prácticos, van más directamente a la voluntad** Los prác-
reflexión por parte del ejercitante. La oración se re- ticos. piden una ejecución inmediata, fiel y que vaya in**
duce durante todo este tiempo a las siguientes prácticas formada por el espíritu propio de los Ejercicios.
Distribución. — Ha de abarcar la víspera misma de
generales: santa misa, horas litúrgicas, rezos privados los E j ercicios y dar a las últimas*** horas de ese día el
y práctica de alguno de los Tres modos de orar. El
tono de seriedad de quien se aleja
ejercitante, claro es, debe acudir a Dios y tratar con Él
el asunto de sus disposiciones internas, tarea en la que pasa acercarse mas a Dios. De esta primera noche de
debe ayudarle el Director y no dejarlo hasta que aquél Ejercicios habla con gran solemnidad el tercer Direc-
torio ignaciano, conservando reminíscencias de la noche
haga con toda verdad el ofrecimiento de la anotación
que pasó el Santo en Montserrat velando sus nuevas
quinta** armas espírituales. «La noche, dice, que se recogiere,
El Principio y Fundamento pide consideración apar- no ha de bazar otra cosa, salvo que se prepare y dis-
te, como lo exigen lo profundo de la materia que con ponga con oración a hazer dichos exercicios perfecta**
tiene y su gran trascendencia en el resto de los Ejer- mente y como noble caballero de Cristo» 1**
cicios** Lo incluimos en la parte destinada a la prepa- - De un modo especial debe procurar el ejercitante
ración, pero no quiere decir esto que carezca de ulterior ad aptarse en todo a las condiciones que pide San
ordenación** Se puede proponer, bien compo documento,
Ignacio.Éstdel,xrnasuydeo
bien como materia de oración. En el primer caso, su interno otras** Vamos a exponer las dos de un modo
lugar propio es inmediatamente después del título de p
los Ejercicios, puesto que en él se nos enseña el orden ráctico, empezando por las externas, mas propi as que
que debe presidir en toda nuestra vida** las otras para la tarde que precede a los Ejercicios**
Cada uno ordena su vida conforme al criterio que Entre las condiciones externas, la primera a que se
del orden tiene formado y para todos es cosa evidente, refiere San Ignacio es el sitio adonde debe retirarse la
que San Ignacio en el Principio y Fundamento nos persona que entra en Ejercicios. Lo mejor y más con-
v
proporciona una fórmula de orden muy levantado y ex- eniente es que cambie de casa y se recoja en otra a
P r opósito y lo más apartada posible [20]. Si tal mu-
celso, que debe conocer perfectamente el ejercitante des-
danza no fuera factible, déjese al menos la habitación
de el primer momento** or
Pero no se crea que es lo mismo conocer bien este dinaria que nos habla de ocupación y preocupaciones
criterio** y tenerlo ya vivo en el alma dictando de hecho
las normas a que deben conformarse todas nuestras Monumenta*** Ignatiana, Ser. 2º pág. 789.
de ínundo y búsquese otra, disponiéndola de manera
que ayude y favorezca el recogimiento** cosas a la vez, debe dársele la distribución del tiempo,
Ha de estar en nuestra mano poder regular la luz fijando en ella la hora de levantarse y acostarse, se-
ñalando lo que se ha de hacer en las restantes horas
y obscuridad de la habitación, como más convenga para
del día y cuidando de que los tiempos destinados a la
los fines espirituales [79]** Se ha de poder estar de pie**
oración y a los exámenes, aparezcan como distribucio-
sentado, arrodillado, postrado o si conviene paseán-
nes de la mayor importancia. Conforme a lo que San
dose [77]** Facilidad para ir al templo a oír misa y Ignacio manda en diferentes p artes de los Ejercicios,
asistir a vísperas, disponiendo para ello de los libros se debe procurar por todos los medios que las siguien-
necesarios [20]. Debe estar bien señalado el lugar donde tes horas de ejercicios espirituales, queden del todo ase-
se ha de hacer la oración [75] y no ha de faltar el guradas**
librito del examen particular [28]** Tampoco pueden
faltar los instrumentos de penitencia que se crean con- A medianoche
venientes [85-86]**
Supone San Ignacio que el ejercitante traerá su Una hora de oración y un cuarto de hora de examen**
libro o cuaderno donde poder tornar notas que le con- (Si se hacen los cinco ejercicios.)
venga guardar. Así lo hacia él; lo mismo exige la ter-
cera manera de hacer elección como lo indica clara-
Por la mañana
mente el segundo Directorio ignaciano con las siguientes
palabras: :Podrá avisarse al ejercitante que escriba sus Después de vísperas, una hora de oración y un
pensamientos y mociones» 1. cuarto de hora de examen**
El trato y conversación del ejercitante ha de ser con
muy pocas personas, cuantas menos mejor, limitán- Misa
dose en esto a lo que pide la urbanidad [8]** Negocios Después de misa, una hora de oración y un cuarto
y solicitud de cosas terrenas, deben desaparecer** En de hora de examen**
sentir de San Ignacio, el Director es la única persona Media hora de instrucción o lectura de documentos.
con quien de ordinario tratará el ejercitante, y para Antes de comer, un cuarto de hora de examen gene-
estas conversaciones debe determinarse de antemano el ral y particular,
sitio y la hora** En ellas el ejercitante debe darle cuco-
ta fielmente de cómo practica todo lo referente a los
Ejercicios, de las consolaciones, desolaciones [6] y de! Vísperas Por la tarde
las dificultades internas que se le ofrezcan [9]. Si no
es para confesarse con él, ninguna necesidad hay de Después de levantarse, una hora de oración y un
que le declare o cuente sus pecados, pero debe mani- cuarto de hora de examen**
festarle el efecto que los Ejercidos producen en su Antes de cenar, una hora de oración y un cuarto de
alma [r7]. hora de examen**
La misma víspera de Ejercicios, o mejor tal vez al Antes de acostarse, un cuarto de hora de examen
día siguiente para no fatigar al ejercitante con tantas general y particular**
Las horas que la distribución deja libres, pueden
Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, pág. 784. repartirse en atender a lo que la vida corporal pide, cui-
dando en esto de no quitar al sueño el tiempo conve-
niente [84], en ratos de suave y descansada considera** verdades resentes, como si , todo se acabara allí, mor**
[*c1ión064],elturasbcogid
e n devo- tificando a curiosidad de querer saber lo que vendrá
ciones, en descanso y en conversación y . trato con el La después [11].
Director** tercera, que no se deje llevar de apresuramiento
Éste es un plan o distribución general que, según las ni ansiedad en querer resolver antes
semanas y aun según los días de una misma semana, **blemas particulares» [14].
puede modificarse siguiendo las indicaciones particula- La cuarta, que abra su corazón con el Director en
res que en este punto se hagan** Tiene San Ignacio sumo todo lo concerniente a Ejercicios, pero sin que éste re**
interés en que se guarde fielmente la distribución y para presente el papel de intermediario entre su alma y
lograrlo, manda que durante todo el tiempo de Ejerci- Dios [15].
cios se lleve examen particular sobre esta guarda [90]** La quinta es entrar en comunicación directa con
Por nada se debe acortar el tiempo destinado a la ora- ypesDtroSiañ lncmudeor[15]
ción, para que el espíritu quede plenamente satisfecho esto que purifique todas sus intenciones allí donde se
de haber cumplido en esto con toda fidelidad [12] ; si sienta inclinado a una parte, y que si advierte en sí la
le acometiese la tentación de acortarlo, alárguelo enton- presencia de alguna afección desordenada, vaya al extre-
ces un poco más [13]** Hay que entrar con firme pro- mo opuesto ayudándose para ello de la oración y del
pósito de hacerlo todo bien** afecto [16].
La penitencia corporal es muy conveniente, y una La sexta y principal es entrar en Ejercicios con un
vez explicadas las diez adiciones, deben tomarse en este firme deseo de no contentarse con cualquier cosa, sino
punto las disposiciones oportunas, siguiendo el con- con una determinación de adelantar cuanto
sejo del Director** Se puede hacer penitencia en la co- [ipfb2l0e]uyncoasgrtd z
mida, en el dormir y castigando el cuerpo dándole do- corazón para darse del todo a Dios [5]. El mismo San
lor [83-83]** Lo que en esto se haga, debe estar bien Ignacio nos proporciona la fórmula de un breve ofre-
determinado y conforme a prudencia, observando fiel- címiento, repítiéndolo entre día durante todo el tiempo
mente lo establecido y modificándolo según las adver- que dure la preparación**
tencias de San Ignacio y del Director** Estas cosas crean Una palabra sobre la distribución del primer día de
a los Ejercicios un ambiente propicio al que San Igna- esta preparación. Quiere San Ignacio que las cosas se
cio atribuye una importancia extraordinaria. Las hagan todas con suavidad ; ateniéndonos pues al espí
disposiciones internas del ejercitante piden, sin embargo, rito*** del Santo, este primer día, el ejercitante se levan-
un cuidado más atento y delicado que todas esas cosas tará a la hora de costumbre, y la meditación de la medía-
exteriores** noche será mejor inaugurarla con los ejercicios serios de
La* * primera disposición interna del ejercitante debe la primera semana** Las cuatro horas de oración du-
ser, colocarse en una perfecta serenidad v paz de es- rante el día, pueden suplirse con otros cuatro actos de
píritu, con grandes deseos de hallar la verdad***, reci- co nsideración sobre materias que el Director las crea
biendo sin prevención de ninguna clase cuan gatoseprn -más convenientes, atendida la disposición de cada per-
* su consideración y desterrando de sí toda ca
a , sona** En general podrán atenerse a las s i guientes nor-
vilación y el prurito de disputar [22]. mas:
La segunda es ocuparse de lleno y solamente de las
La media hora dedicada a la instrucción, puede em-
Primera hora plearse exponiendo el examen particular [24-31 y el
Fin de los Ejercicios y disposiciones con que se debe modo de hacer el general [43], empezando a dedarar
entrar en ellos** El fin general se halla expuesto en el m que en parte es la
título del libro [2i] y en la primera anotación [I]** -Las (**
* mter*)lczi
ad eesteúltimo[32-44] que en parte es la misma del primer modo de orar, y pide más largas ex
disposiciones generales están en las anotaciones quinta plicaciones. Éstas se pueden simplificar valiéndose del
y dieciséis principalmente y lo referente a la fidelidad algún libro que contenga un sumario sobre los manda**
en los ejercicios, en las anotaciones II, 12, 13, 17 y 20. mientos de la ley de Dios y de la Iglesia y sobre las
Nuestro comentario acerca de estos documentos pro- obligaciones del propio estado**
porciona materia oportuna para los puntos de la con-
sideración.

Segunda hora
El Director expondrá la primera mitad del Principio
y Fundamento hasta que quede del todo clara y bien
fundamentada la norma perfecta del orden, que por
voluntad de San Ignacio debe tener siempre delante
el ejercitante durante la tarea de ordenar su vida. Éste
debe ir repasando después las ideas expuestas y debe
repetir el ofrecimiento pidiendo al Señor gracia para
hacer los Ejercicios con el mayor provecho posible**

Tercera hora
Exposición hecha por el Director, de la segunda mi-
tad del Principio y Fundamento, de modo que ponga
de manifiesto la extensión y las cualidades de la indi-
ferencia, que según la mente de San Ignacio, se debe
conseguir en los Ejercicios a todo trance. El ejercitante
debe repasar después estas ideas por toda la hora y
acabar como en la anterior**

Cuarta hora
Puede ejercitarse en alguno de los tres modos de
orar [238-26o] : por ejemplo en el primero acerca de
los mandamientos, o bien en el tercero aprendiendo a
rezar con toda devoción el Padrenuestro, el Avemaría
y el Anima Christi, oraciones las tres muy apreciadas por
San Ignacio y de uso frecuentisimo en los Ejercicios.
señalada en el libro para esta semana, lean la nota
puesta en el número 71 de la versión Vulgata latina de
la que hablamos en el prólogo de la explanación de las
Meditaciones de la 1ª semana (tomo III); y allí encon-
trarán la explicación satisfactoria** Pero esta nota debe
entenderse bien**
CAPÍTULO II El segundo Directorio ignaciano dice, que se pueden
proponer los ejercicios de la muerte, etc**, «si son nece-
DIRECTORIO DE LA PRIMERA SEMANA sarios para hallar lo que se busca; a saber, dolor, etc**,
pero que si bastan para esto los cinco ejercicios
anterios,y calostr»1.
Recordemos de nuevo las cinco cosas que breve- El tercer Directorio inspirado por el mismo San Ig-
mente se declaran en nuestro Directorio, a saber : fin, nado dice, que la materia de la muerte. etc., es más
materia, forma, documentos, y distribución de los Ejer- propia de los que entran en Ejercicios poco dispues-
tos 2 y a este mismo caso parece referirse lo que acon-
cicios**
La anotación primera [1] 1 y el título del libro [21] 2, seja el Directorio oficial: «hace rarissime omittenda
declaran el fin general de los Ejercicios y en la ora- videntur***» Ep3.lrofinque,SaIgsc
ción preparatoria de cada ejercicio, se renueva el de- ha de perder nnuca de vista y con él como regla hemos
seo de alcanzar este fin. El fin propio de la primera 1 de ordenar éstas y las demás cosas. Aquí como en n i n-
semana es conocer, detestar y enmendar lo que hay en guna parte está en su punto el dicho del Santo : «no el
nuestras acciones de pecado contra la ley divina y -mucho saber harta v satisface al ánima, más el sentir y
gustar de las cosas internamente» [2]**
de desorden interno contra el fin para que somos cria-
dos [4, 55, 57], y además sentir la predilección que Forma de la primera semana** San Ignacio en esta
con nosotros ha tenido Jesucristo librándonos de las semana aplica, o al menos menciona, todas las formas
penas merecidas por nuestros pecados, habiendo sido de oración contenidas en los Ejercicios: Meditación,
C ontemplación, Repetición, Resumen, Aplicación de
justamente condenados otros muchos, por menos peca-
dos que nosotros [53, 65, 71]** Convendría leer la decla- sentimientos y Tres modos de orar.
ración de este fin 3 y la del título de los Ejercicios k Antes de practicar cualquiera de estos ejercicios,
La Materia de la primera semana son los pecados y debe el Director explicar brevemente la forma propia
las penas con que éstos son castigados** Precede a es- y peculiar de él, y para ello puede valerse de la expli*
tas meditaciones la consideración del Principio y Fun- ción que dimos en la primera parte de este volumen 4.
4 ylpF.EunedaPrm*iotcb
damento que es la regla esencial del orden, muy nece**
saria para conocer la fealdad y malicia del pecado. ma del que ya hemos hecho mención en el Directorio
de la Preparación s y que declararemos más aún al final
A quienes les narezca poca la materia expresamente
Monumenta Ignatiana, Ser.784. 5,pág2º784.
Cír. supra, págs** 108-114** Ibíd., pág. 791.
2 Infra. págs. 331-336. -' 3 Cap** XV, n.
Cfr** 117-200**
3 Supra, págs. 114-119**
Infra, págs** 331-336** Véase pág** 207**
del presente. Este lugar es a propósito para insistir en
**rio se hallará en la III parte de este tomo o en el si-
lo que dijimos en el capítulo V de la primera parte, guiente:
es decir, que la oración mental en sus diversas formas
Anotaciones*** [ 1-20].
es el centro de los Ejercicios de San Ignacio 1 . La ma- Título [21]**
teria en esta semana, corno ya hemos dicho, es corta Prosupuesto*** [22].
y la documentación como diremos ahora** es copiosa** Principio y Fundamento [23]**
Pero ahí están las largas horas de oración, que descu- Examen particular [24-31]**
brirán el sentido de todas las cosas y sabrán conver- Examen general [32-43]**
tirlas en vida espiritual del ejercitante** Confesión general [44]**
Documentos**— Aparte de los que pertenecen a la- Adiciones [73-903**
Preparación 2 , hay para la primera semana los siguien- Primeras reglas de discreción de espíritus [313-327]**
tes: Addiciones [73-87], Notas [88-90], las Primeras- Asimismo pueden ser temas convenientes de instruc-
reglas de discreción de espíritus [ 3 13-327], y las Reglas ción o de lectura, los siguientes:
para sentir y entender escrúpulos [ 3 45-351]** Documen Fin general de los Ejercicios: explanado en este mis-
tación, como se ve, abundante, y más si se la compara mo volumen, parte 1ª , c. IV, I.
con la reducida materia de la oración** Fin de la primera semana : Ibídem, II**
Los documentos pueden darse o bien de un modo Formas de oración enseñadas por San Ignacio: Ibí-
teórico declarándolos metódicamente, o bien dem, c** V, IV**
enseñando la manera de usarlos cuando se ofrece Entre los ejercicios y documentos de esta primera
una ocasión oportuna. Lo más práctico es hacerlo de semana, intercala San Ignacio las siguientes notas de
las dos maneras, empezando por la teoría para que Directorio:
así se entienda mejor el documento** San Ignacio, por Acerca de la oración preparatoria 31. preámbulos,
ejemplo, nos da seguidas todas las Adiciones [73-9o],
dice: «Ante todas contemplaciones o meditaciones, se
documento importantísimo de cuya observancia depen** deben hacer siempre la oración preparatoria sin mu-
de en gran parte el fruto de los Ejercicios; pero la darse y los dos preámbulos ya dichos, algunas veces
práctica de las mismas la va inculcando por medio de múdanse según subiecta materia» [49]..
notas esparcidas por todo el libro y que componen una Tratándose en particular de la composición de lu-
especie de Directorio** gar, distingue la meditación visible de la invisible:
La explicación metódica de los documentos, suele «Aquí es de notar que en la contemplación o medita-
hacerse durante la media hora que precede al examen ción visible, así como, contemplar a Christo nuestro Se-
del mediodía, tiempo destinado en la distribución gene- ñor el cual es visible, la composición será ver con la
ral a la instrucción dada por el Director o a la lectura vista de la imaginación el lugar corpóreo donde se ha-
particular del ejercitante** Para facilitar el que esa dis- lla la cosa que quiero contemplar** Digo el lugar cor-
tribución se cumpla provechosamente, daremos ahora póreo así como un templo o monte, donde se halla Jcsu
la lista de todos los documentos dados o indicados por Christo o Nuestra Señora, según lo que quiero contem-
San Ignacio para toda esta semana y cuyo comenta- plar** En la invisible, como es aquí de los pecados, la
composición será ver con la vista imaginativa y consi-
Véanse págs. 149-153** derar******» (una forma corpórea que cause un efecto pare-
Págs** 295-384. cido a la cosa invisible) [47]**
na que se exercita, para hacer los cinco exercicios o
Se fija el Santo en la petición y la declara de un menos» [72]**
modo especial advirtiendo de nuevo que ella es «lo que Distribución de la semana** Es éste el punto más obs-
quiero y deseo» ; es decir, que en la petición está en- curo y difícil del Directorio de la primera semana, por:
I
cerrado el fruto que pretendo sacar de la meditación que en el libro de San Ignacio queda esto bastante más
o contemplación. «La demanda ha de ser según sub- indeterminado que en las otras tres** En éstas se hace
iecta materia, es a saber, si la contemplación es de la distribución de los días y de los ejercicios que tocan
resurrección, demandar gozo con Christo gozoso; si es a cada día, pero hablando de la primera, se señalan
de pasión, demandar pena, lágrimas, y tormento con para ella cinco ejercicios y no se dice una sola palabra
Christo atormentado» [48]** acerca de los días que ha de durar** San Ignacio no nos
También explica el coloquio con que se acaba la da explícitamente la razón de semejante determinación,
oración. Las disposiciones en que se encuentra nues- pero podemos deducirla con probabilidad suficiente**
tra alma pueden ser muy diversas, pero siempre halla- En primer lugar, aqui todo depende de las disposi-
remos en Dios lo que ese nuestro estado actual nece- **ciones en que está el ejercitante al entrar en Ejercicios,
site** Y en esto consiste el coloquio, en acertar a dar y según ellas sean, se habrá de alargar o acortar la
con esa relación existente entre Dios y el estado de mi preparación** Además se deben examinar y atender los
alma y partiendo de ahí, en entablar una tres puntos esenciales declarados por San Ignacio
comuniaóít Él*LspabrdeSnIgcios cuando dice: «como acaesce que en la primera sema-
éstas «El coloquio se hace propriamente hablando así na unos son más tardos para hallar lo que buscan, es
como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor, a saber : contrición, dolor, lágrimas por sus pecados ;
cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose asimismo como unos sean más diligentes que otros, y
por algún mal hecho, cuándo comunicando sus co- más agitados o probados de diversos spíritus; requié-
sas y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater rese algunas veces acortar la semana y otras veces
noster***» [54]. alargarla» [4].
Finalmente nos avisa, ahora por vez primera, de lo En lo dicho por San Ignacio hallamos ya tres nue-
que repetirá otras muchas para que nos demos perfec- vas causas de aquella indeterminación, a saber : la faci-
ta cuenta de la gran importancia que le atribuye : «El lidad o dificultad por parte del ejercitante en alcanzar
examen particular se haga para quitar defectos y ne- o no el fin propio de esta semana, su diligencia perso-
gligencias sobre ejercicios y addiciones; y así en nal y los estorbos que pone el enemigo** Ateniéndose
la 2ª***,ªs3eman»[9y0].4 el Santo a estas razones, encierra toda la materia de
Las distribuciones son dos : una la de las horas del meditación en cinco ejercicios que presentan la forma
día y otra la de los días de la semana** Hablando de la di stribución que suele darse para un día, y por lo
primera de ellas, dice San Ignacio : demás da libertad al Director para determinar los días
«Nota** El primer exercicio se hará a la mediano- que ha de durar la semana.
che ; el 2**° luego en levantándose a la mañana; el 3 **° an- Todavía nos queda otra dificultad y es, que la nota
tes o después de la misa, finalmente que sea antes de (in*mdezícla*)rqSutosenlúmr72.pac
comer ; el 4**° a la hora de vísperas; el 5**° una hora s cinco ejercicios por él señalados, se han de hacer
antes de cenar** Esta repetición de horas, más o menas, todos en un solo día** Los antiguos Directorios asi i n-
siempre entiendo en todas las cuatro semanas; según terpretaron este punto e igual criterio sigue el Direc**
* la edad, disposición y temperatura ayuda a la perso-
torio oficial'. Por lo tanto, en este sistema cíclico cada ejercicio con sus repeticiones y aplicación de sentidos**
día de la semana se repetirían los mismos cinco ejer- Entre estas materias incluirnos también el Principio y
cicios, poniendo siempre en ello mayor intensidad** Fundamento** La primera semana, queda, pues, distri-
. En sentir del P** Miró 2 , es ésta al parecer la úni- buida en seis días** El que prefiera seguir el método
ca manera admitida por San Ignacio, y así rechaza el cíclico dando cada día toda la materia de los cinco ejer-
método de dar para cada día un solo ejercicio con sus cicios, puede hacerlo sin la menor dificultad**
repeticiones, como se hace en las otras semanas 3 . Pero Al determinar la distribución que se haya de dar a
el tercer Directorio ignaciano hace suya la interpreta- la primera semana, no se eche en olvido que a ella
ción rechazada por el P** Miró, y después de su explica- pertenece la confesión general como uno de sus ejer-
ción sobre la preparación que debe tener el ejercitante cicios propios** Dice el segundo Directorio ignaciano:
y decir cómo se le ha de proponer a éste el Principio «Mientras esté preparando el ejercitante su confesión
y Fundamento y otros documentos** añade: «El primer general, no debe ocuparse en otros ejercicios que no
día, darle el primer ejercicio [45-53] con cuatro repe- sirvan para ella» '. Y el primer Directorio: «Los que
ticiones, y tras él luego darle las diez adiciones que se tienen mucho deseo de passar adelante para determinar
ponen para hacer bien los exercicios [73-90]; y el se- de su estado, después que acabaren su confesión gene-
gundo, el segundo día [55-61], y el tercero, el tercero ral, aquel día y el que se comunicaren, pueden dexarse
día [62-63] con repeticiones, etc** Pero si fuese persona, reposar hasta la mañana siguiente sin darles exercicio
como dicho es, espiritual y que hubiese llorado sus pe- ninguno a modo de ejercicio, aunque alguna cosa lige-
cados** etc**, se pueden dar todos en brevísimo tiempo****** ra podría dárseles, como los Mandamientos de la ley
Cuando se diere sólo un ejercicio cada día, puédele de Dios» (el primer modo de orar) 2 . Este día de des-
compartir que haga un puncto o más en cada hora, canso al fin de la primera semana, lo aconsejan todos
con una o dos repeticiones, todo junto******» Y el relator los Directorios**
de ese Directorio acaba diciendo: «Conviene que el que Principio y Fundamento** —Recogiendo y a la vez
dé los ejercicios guarde la orden de ellos, que importa confirmando las ideas expuestas en otros lugares, dare-
mucho, y a mí guando los daba me fué assí recomen- mos ahora un Directorio del Principio y Fundamento
dado de nuestro Padre; porque de otra manera hará dedicándole una exposición más amplia que a los otros
muchos errores y el ejercitante non hará el provecho puntos, atendiendo a la grar importancia que tiene den-
que conviene, como se parece por experiencia» 4** tro de los Ejercicios**
Creemos necesario adoptar en esta nuestra obra uno Dijimos ya que el Principio y Fundamento puede
de los dos sistemas que se disputan el pensamiento de proponerse, bien como documento bien como ejercicio
San Ignacio y nos ha parecido que lo mejor era guar- de meditación o contemplación** Tomado en el primero
dar una norma semejante a lo que se hace en las otras de los dos significados, lo expondremos entre los docu-
semanas, y así damos como materia para cada día, un mentos de la Preparación a los Ejercicios dando así
a conocer la ley del orden y la indiferencia necesaria
Cap** XIV, I** Véase también el Directorio de Granada, para ordenar nuestra vida como lo exige el título del
Monumenta Ignatiana, Ser. 2ª, pág. 953. libro
expo* de los Ejercicios. Sin ese documento y su
2 Los antiguos documentos españoles lo llaman Mirón y
los portugueses mima**
Ibíd.. pág. 854; 855, not. b; 860, not. Monumenta Ignatiana, Ser.2º,pág.784.
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, págs. 791-793. Ibíd., pág. 780.
sición. andaríamos desorientados o nos tendríamos que de los Ejercicios y que dirigiéndose éstos no a la inte-
contentar con una ley del orden, ordinaria y muy infe- ligencia solamente, sino a todas las potencias del hom-
rior a la propuesta por San Ignacio** bre, es muy conveniente que todas ellas lo conozcan a
Merced a este documento sabemos que el fin para fondo y se lo asimilen, no tan sólo con la fuerza que nos
que hemos sido creados es la regla por la que deben prestan nuestras operaciones naturales, sino con aquella
guiarse tanto nuestro amor a las cosas corno la elección penetración superior y con aquella luz y fuerza que na-
que de las mismas hayamos de hacer** Pero esto, tanto cen de la contemplación** No hay ejercicio espiritual
cuanto; es decir, que se debe buscar lo que nos lleva alguno que en punto a eficacia pueda compararse con
al fin y hemos de rechazar lo que de él nos aparta; que la oración, por cuyo motivo es para San Ignacio el
lo que más nos acerca al fin, debe preferirse a lo que,
ejr¬ciotíp anmsi.
menos, y que en todo esto solamente han de intervenir Por consiguiente, si el Santo Autor de los Ejerci-
un deseo y una elección, ambos ordenados: «solamente
cios nos acostumbra y obliga a llevar a la contemplación
deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el
todas las grandes verdades no una, sino repetidas ve-
fin que somos criados». Lo demás es cosa desordenada.
Sabempos también que para poder poner en práctica - ces y bajo tantas y tan variadas formas, ¿dejará de
esta regla de orden, es necesaria una labor anterior que ser una cosa muy conforme con su modo de pensar,
nos haga indiferentes con una indiferencia de voluntad**
de inclinación y de afección que quite de nosotros todas
las afeccíones desordenadas**
Expuesto el Principio y Fundamento como docu-
mento en el que vamos a buscar la ley del orden, el
entendimiento no se distrae con las muchas y profundas
verdades que corno chispas saltan de cada una de las
palabras del mismo, sino que va directamente en busca
de la conclusión final que ciertamente es de una lógica
rigurosa** Y sin ningún género de duda hay que hacerlo
así, ya que el querer detenerse desde los principios en
analizarlo y meditarlo todo minuciosamente, podría ser
en perjuicio de lo principal**
Por este camino venimos en conocimiento de la ley
del orden y de la indiferencia y si se tratara tan sólo
de conocer estas dos cosas, podríamos dar por termi-
nada la consideración del Principio y Fundamento can
el análisis del mismo, llevado a cabo en la preparación
de los Ejercicios 1.
Pero se da el caso, de que en el Principio y Fun**
damento está encerrado nada menos que el fin general

Infra, págs. 339-352.


del Cardoner. La luz divina recibida por él en aquella
ocasión, le presentó de tal manera las cosas todas del
universo, las materiales y las espirituales, las letras y
las ciencias, que todo lo del mundo le parecía cosa nue-
va, y aun a sí mismo se miraba y se sentía como una
persona diferente de la de antes 1**
De aquí le nació aquella comunicación de su espíritu CAPÍTULO III
con la sabiduría infinita y con la bondad divina, que
parecía que la una y la otra le dictaban la ley que había DIRECTORIO DE LA PRIMERA PARTE
de tener en todas las cosas aun en las más menudas** DE LA SEGUNDA SEMANA
Razón por la cual todo lo veía sujeto a una ordenación
espiritual altísima que le hacía encontrar desordenado
hasta lo que muchos tenían por ordenado** En los Ejercicios de San Ignacio la importancia de
El ejercitante debe tener la aspiración de penetrar la segunda semana es central y predominante** Hemos
tan hondo como pueda en estas contemplaciones según dicho y repetido que la intención del Santo no es dar-
la disposición de la divina gracia, y así se ha de dar nos en sus Ejercicios un libro de estudio, sino
a la contemplación del Principio y Fundamento con el enseñarnos con él a vivir la vida sobrenatural. No estu-
mayor reposo posible** diamos los Ejercicios, sino que los hacemos, y estas dos
El tercer Directorio ignaciano dice, que puede ser palabras «hacer Ejercicios» son esencialmente prácticas
conveniente entretenerse*** en él tres o cuatro días 2 .Nos- y eficaces. Por esto la segunda semana es la de los gran-
otros le dedicamos tres conforme a las tres partes en des hechos espirítuales, o en lenguaje de San Ignacio,
que naturalmente se divide, cada una con sus repetir
clones y aplicación de sentidos.
g
la de las eleccrsyianldomefctup.s

Los fines tan repetidamente propuestos, a saber:


1 Autobiografía, núm** 3r** «vencerse a sí mismo», «ordenar la vida», * no deter-
Monumenta Ignatiana***, Ser. 2º, pág. 791. minarse por afección alguna que desordenada sea», no
podrán ser ya meras fórmulas generales, sino que en
esta semana se han de puntualizar, con la mayor exac-
titud, los puntos vitales en los que el hombre debe ven-
cerse, las cosas en que se ha de ordenar, las afecciones
que debe desarraigar y las resoluciones que en adelante
han de ser como la ley de la vida. A la pregunta «¿qué
he de hacer por Cristo?» hay que contestar ahora con
hechos**
Siendo esto así, es indispensable que tanto el Direc-
tor como el ejercitante entren en la segunda semana
con grandes ánimos; aquél decidido a proponer la san-
tidad apostólica en su totalidad, y éste resuelto con la
gracia de Dios, a abrazarla íntegramente** Al uno y al
otro podrá serles de mucha y provechosa ayuda la lec- en qué grado ha conseguido ya el alma el fruto especial]
tura y consideración del presente Directorio en el que de cada ejercicio o meditación I**
brevemente declararemos los consabidos puntos de Fin, Al disponemos, pues, a dar comienzo a la segunda
Materia, Forma, Distribución y Documentos, precedido semana, es preciso hacer un examen de la primera, no
todo de una Recapitulación de lo va hecho** solamente para que el ejercitante se dé perfecta cuenta
de cómo ha entendido y puesto en práctica la técnica
Recapitulación
formal de todo lo que constituye el organismo de los
Oportuno y además conveniente nos parece, poner- Ejercicios espirituales, sino principalmente para que
la de aquí en adelante como un nuevo capítulo del Di- * adquiera la seguridad de que ha alcanzado el fruto
rectorio por las razones siguientes** Los Ejercicios de pretendido por San Ignacio en esta última y de que está
San Ignacio son de una trabazón maravillosa mirando porlotantoenlasdebidascondiconespar iradelante* !
al fin que ellos se proponen conseguir, trabazón que • A esto llamamos Recapitulación**
mira no tan sólo el orden ideológico, sino más aún el ** Este examen que preconizamos no tiene complica
práctico, ya que los Ejercicios corno oportuna e impor- ción alguna, pues sabemos por experiencia quién es San
tunamente lo hemos dicho, son esencialmente ejecuti- Ignacio; hombre de pocas verdades, de contados
vos, por cuya razón el Santo le manda al ejercitante, sentimiento y de reducido número de resoluciones; y si
que reflexione continuamente y vea el grado en que va bien lo consideramos, podemos ver que cuanto nos pre-
adquiriendo las ideas, los sentimientos y las afecciones senta como cosa nueva, no es más que una declaración
que constituyen el fin que pretendemos alcanzar, do concreta y práctica de lo que ya conocíamos de modo
que quiero» ; reflexión que en sus diferentes formas, general**
tiene un sitio propio en el examen. En el día, pues, de descanso que se toma acabada
Es tarea del examen general, examinar cómo andan la primera semana, debemos consagrar a dicho examen
en el servicio de Dios nuestro amor y nuestro fervor; tiempo que sea necesario siguiendo el procedimiento
y más particularmente, ver si perseveran en nosotros y del primer modo de orar [238-248]**
aumentan las disposiciones que son necesarias para ha** pa** El ejercitante con espíritu tranquilo, sentado o
cer bien los Ejercicios [5, 20] ; o lo que es lo mismo, **
seándose, como más le acomode, y pidiendo a Dios
cómo está el deseo de aprovechar todo lo posible y aque** nuestro Señor su gracia para renovar en si mismo el
llo de entregarse a Dios con grande ánimo y liberalidad,' fruto de la primera semana, puede cómodamente redu**
ofreciendo todo nuestro querer y libertad para que su cir a cierto número de capítulos las verdades, los sem
divina majestad, así de nuestra persona como de todo lo} **timientos, los afectos y resoluciones enseñadas por San
que tenemos se sirva conforme a su divina voluntad Ignacio hasta el momento actual, y detenerse en cada
El oficio del examen partícular es mantener siempre uno de dichos capítulos todo el tiempo que necesite para
vivo y en su ac iónelfinpro i decad seman y decad r efrescar las disposiciones espirituales por que ha
día de Ejercicios, fin donde toman cuerpo y se definen pa sado en los Ejercicios, renovándolas y confirmándose
cada vez con mayor exactitud las llamadas disposiciones de nuevo en ellas** Éstas pueden agruparse en los seis
generales 2. El examen de la oración nos da a conocer! capítulos siguientes, propuestas con las mismas
pala¬bras de San Ignacio.
Págs.207,34
Pág. 358. ** Primeraseman ,adicón5ª.
I. Grande ánimo ylyiberaldconmC **rir por mis pecados. No ha permitido que yo me con**
Señor, a quien he ofrecido todo mi querer y libertad, reden e n saara,r a , en compañía de las almas que no creyeron
para que su divina majestad, así de mi persona como en su advenimiento, ni de las que, creyendo, no obra-
de todo lo que tengo, se sirva conforme a su santísima o según sus mandamientos; sino que me ha dado
voluntad [5]** v i d hasta
dad (**mezcla**) siempre ha tenido de mí tanta pie-
—IL Deseo de aprovechar cuanto sea posible, no sa- y amiseoorrd** ay [53, 61, 71].
tisfecho con instruirme o con llegar hasta cierto grado VI** Yo hasta el presente nada he hecho por Jesu-
de contentar mi alma, antes dispuesto a vencerme a mili cristo, más de aquí en adelante quiero hacerlo e * • or
mismo y decidido a preparar y disponer mi ánima para Él sin olvidarme jamás del amor del Señor eterno y
quitar de mí todas las afecciones desordenadas, y des- huyendo de las faltas que acarrean olvido semejante**
pués de quitadas para buscar y hallar la voluntad di» Mirando a Cristo nuestro Señor puesto en Cruz y lleno
de amor de predilección para conmigo, me pregunto a
tina en la disposición de mi vida para la salud del
I .alma [1, 18, 20, 21]** mí mismo una y muchas veces, qué debo hacer por
Mi fin: que soy criado para alabar, hacer re** Cristo.
Esta adhesión a Jesucristo mí Redentor, revestida de
verencia, y servir a Dios nuestro Señor y mediante esto
caracteres tan especiales y acompañada de encendidísi-
salvar mí alma. — El fin de las demás criaturas de la
tierra: que son criadas para mí, y para que me mos deseos de hacer por Él las cosas más grandes, es
***ayuden en la prosecución del fin para que soy criado. — la hermosa y necesaria disposición para entrar en la
Uso*** de las criaturas: tanto cuanto me ayuden para mi contemplación del Reino de Cristo. Un día entero de-
fin** — Necesidad de hacerme indiferente a todas las co dica San Ignacio a esta contemplación, reduciendo a dos
sas criadas. — Amor apasionado de semejante ordena- solamente los ejercicios para que el alma se engolfe en
ción divina, que es la ley de la santidad y la ley del Fella in. con tiempo y a su placer.
orden; en el conjunto de nuestras afecciones, solamente — El fin de la segunda semana, como el de las
deseando y eligiendo lo que más me conduce al fin para otras dos que le siguen, aunque cada una con su modo
que soy criado [23]** de ser propio, es llevar al ejercitante a que vitalmente
• IV. Soy pecador y gran pecador, lleno de vergüen incorpeasuvdl Jcristo.Hemd
za y confusión, encarcelada y cargado de cadenas, vivir la vida sobrenatural; por su parte Jesucristo; ade-
más de ser Él la verdadera vida, quiere comunicárnosla»
mu**chas veces digno de muerte eterna, llaga y postema de
donde han salido tantos pecados*** y tantas maldades y lo más abundantemente posible y si no la asimilamos,:
ponzoña tan turpisima** Mirando la fealdad y malicia 1 no tendremos vida en nosotros** Esa vida Jesucristo nos
que cada pecado mortal cometido tiene en sí, dado que la da, por su doctrina: «sus palabras son de vida eter-
no fuese vedado; he de sentir interno conocimiento y na» 1 ; por sus ejemplos: «el que me sigue tendrá luz
aborrecimiento de mis pecados y también el desorden de vida» 2, y por su misma persona : «Yo soy la vida,
de mis operaciones, para que aborreciéndolo me enmien- el que permanece en mí y Yo en él, éste da fruto abun-
de y ordene. He merecido el infierno más aún que los doctri* dante» 3** Por consiguiente, la asimilación de su
demonios y que otros muchos condenados por menos
pecados de los que yo he hecho [48, 50, 52, 58, 63]** Jean., 6, 69**
V. Jesucristo de Criador es venido a hacerse hom** • Joan., 8, 12.
**bre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a mo** • Joan., 15, 5.
**na, la imitación de sus ejemplos y la unión con su per- todos a la segunda semana y repartidos en sus pun-
sona, son tres cosas del todo necesarias. tos [262-288]. Da también como materia de contempla-
Y semejante asimilación espiritual, ¿cómo se ha del ción algunas parábolas que son a su juicio en extremo
hacer? Pues naturalmente mediante los actos espiritua** aptas para dar plasticidad, digámoslo así, al
les propios de nuestra alma, cuales son el iecnot,almry cióndeJsurto.
conimetlar.Psoencildaróute Además de la materia de las contemplaciones, San
esta semana ha de ser, tratar de conocer íntimamente a. Ignacio en esta segunda semana señala también la
Jesucristo y amarlo con todas las fuerzas de nuestra urlacoempdvtsnigueoa:
alma acompañado todo esto de una seria reflexión
Para la segunda semana y así para adelante, mucho apro**
sobrentmiclfndeaproisqu vecha el leer algunos ratos en los libros de imitacione Christi
en Él contemplamos. Todo esto nos lo da reunido la- o de los evangelios y de vidas de sanctos [loo].
petición de la segunda semana que dice: «demandar,
conoscimiento interno del Señor que por mí se ha El Director debe escoger con cuidado lo que de estas
hecombr,paquásleyiga»['04]. materias debe leerse, y el ejercitante por su parte ha;
El conocimiento que aquí pedimos, se llama y debe de tener cuenta consigo mismo para no dejarse llevar de
ser interino, tanto por lo que toca a Jesucristo como por la curiosidad, adelantándose a leer lo que no pertenece
lo que se refiere a nosotros. Cuanto a lo primero, 52 al día en que se halla, como se le advierte por esta otra
ha de procurar conocer al Señor penetrando hasta el nota :
fondo mismo de sus pensamientos, afectos y
sentimío;yprauest,lconimdbegar Es de advertir para toda esta semana y las otras siguien-
ser sentimiento y fuerza a la vez. Y notemos que este tes, que solamente tengo de leer el misterio de la contem-
plación que ínmediate tengo de hacer, de manera que por
amor nacido de aquel interno conocimiento. no es un entonces no lea ningún misterio que aquel día o en aquella
amor vulgar o común a todo el mundo, sino especialí- hora no haya de hacer, porque la consideración de un mis-
**simamente mío y debe crecer tan sin medida, que me terio no estorbe a la consideración del otro [127] .
lleve a darle a Dios toda mi persona con todas sus co-
sa.Aquel«pormi»,ecodelgrito* delApóstol«diext La materia del examen particular la señaló ya de
me» 1 , encierra en sí toda la fuerza necesaria para unir antemano el Santo para las cuatro semanas, pero vuelve
en una sola las dos vidas, la de Jesucristo y la nuestra. a repetirla diciendo aquí :
Materia. – La de la segunda semana son las
palabras***, las ¬ obras y la misma persona de nuestro Señor El examen particular después de comer y después de ce-
Jesucritolca,unqetsiofrd nar se hará sobre las faltas y negligencias cerca de los
santo Evangelio. San Ignacio escoge de la vida de Je- ejercicios y addiciones deste día, y así en los que se siguen [160].
sucristo aquellos misterios que cree más aptos para ha- se**
Forma. – Tres son las formas de oracion en esta
cernos conocer mejor la santidad apostólica, pero da gunda semana : contemplación y aplicación
libertad al Director para tomar algunos otros o dejar de sentidos 1. La distribución en todas ellas es la mis**
los escogidos ; por eso pone el Santo al final de su
libro, una lista de veintisiete misterios pertenecientes
' Véase una explicación general de la oración y de estas
formas de oración en particular en la Primera parte, cap. 5,
Ephes. 2, 4. nº 3 y 4.
ma ; a saber, oración preparatoria, tres preámbulos, o
sea historia, composición de lugar y petición, tres pun - San Ignacio para la contemplación, no nos impone
tos (llamémoslos materiales) en que se divide toda la regla mecánica alguna, antes nos enseña, como buen
materia y un coloquio, o a las veces, tres** Vuélvase a maestro, el modo de contemplar que cree mas apto y
leer la nota que se puso después de la petición en el lexpeditopar ad emejor persona,
Jesucrito. la doctrina y
primer ejercicio del primer día** Dice así : os ejemplos Jesucristo** lamodo de (**meexponer
zcla**). Su modo de el
exponer el ter**
cero de los puntos dichos, nos revela la libertad, am-
Conviene aquí notar que esta misma oración preparato- plitud y profundidad de su mirada; y el que sigue en
ria sin mudarla, como está dicha en el principio, y los mis- el primero, nos descubre lo vivísimo de su sentimiento
mos tres preámbulos se han de hacer en esta semana y en en presencia de las divinas personas y cómo se da todo
las otras siguientes, mudando la forma, según subiecta la a ellas «como si presente se hallase».
materia [tos]** La contemplación bajo la dirección del Espíritu San-
to, debe ser una cosa viva y por lo mismo espontánea**
Pero lo característico de la contemplación son los Dice asi el Directorio de Granada: «Si Dios visita al
puntos formales, o sea los que nos dan la forma o ma- exercitante y le influye sentimientos de las cosas me-
nera para contemplar. ditadas, no tiene por qué constreñirse a ir por los pun-
El primer puncto es ver las personas, es a saber, ver a tos de ver, oír, etc., etc., sino seguir la guía del Espíritu Santo» 1.
Nuestra Señora y a Joseph y a la ancila y al niño Jesú, des- Santo»
pués de ser nascido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito La repetición es la segunda forma de oración dada
indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus por San Ignacio y para ella da la norma siguiente:
necesidades, como si presente me hallase, con todo acata-
miento y reverencia possible; y después reflectir en mí mismo Después de la oración preparatoria, y de los tres preám-
para sacar algún provecho [114]. bulos, se hará la repetición del primero y segundo ejercicio,
El 2º: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y notando siempre algunas partes más principales, donde haya
reflitiendo en mí mismo, sacar algún provecho [115].
El 3 * 0: mirar y considerar lo que hacen, así como es el ersentidolap sona algún conocimiento, consolación o desolación, haciendo asimismo un coloquio al fin y un Pater nos-
caminar y trabajar para que el Señor sea nascido en suma ter [r r8]**
pobreza, y a cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de En esta repetición y en todas las siguientes se llevará la
calor, y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; misma orden de proceder, que se llevaba en las repeticio-
y todo esto por mi, después reflitiendo, sacar algún nes de la primera semana, mudando la materia y guardando
prove spiritual [116]. la forma [119]**

La manera práctica de cumplir con estos llamados La tercera forma es la aplicación de sentidos; he
puntos formales, deben entenderse bien 1. aquí el texto:
Después de la oración preparatoria y de los tres preám-
1 El P** Gil González Dávila en nota al Directoria de 1591, bulos, aprovecha el pasar de los cinco sentidos de la imagi-
dice de este contemplar por personas, palabras y obras: «Non nación por la 1ª y 2ª contemplación de la manera siguiente:
ita accipiendum est ut prius omnes personas, deinde omnia dicta,
postremo omnia facta separatim expendatur, sic enim confude-
rentur puncta meditationis, sed demostratum est quo in singulis transeat ad aliud, et idem in en faciat (Monumenta Ignatiana,
punctis dirigi debeat meditantis intentio, ut nempe cogitet perso-
nas et dicta et actiones quae occurrunt in uno punto, deinde Ser. 2º, pág. 1047, nota).
Ibíd., pág. 961.
El primer puncto es ver las personas con la vista imagi- Tal ejercicio está propuesto bajo la forma de una
nativa meditando y contemplando en particular sus circuns- parábola, pero entiéndase que lo esencial de la pará-
tancias y sacando algún provecho de la vista** bola, lo mismo en este caso que en los otros dos simi-
El 2º: oír con el oído lo que hablan o pueden hablar, lares de esta misma semana, el de las Banderas y el
y refietiendo en sí mismo, sacar de lo algún provecho. de los Binarios, es su aplicación y que lo demás es
El 3º: oler y gustar con el olfato y con el gusto la infi- cosa meramente accidental** San Ignacio escogió las
nita suavidad y dulzura de la divinidad, del ánima y de sus parábolas que le parecieron las más eficaces atendida
virtudes y de todo, según fuere la persona que se contem- la disposición de su espíritu y la de sus contemporá-
pla, refietiendo en sí mismo y sacando provecho dello**
El 4.°: tocar con el tacto, así como abrazar y besar los neos; y tales que, en su espíritu fundamental, tienen
lugares donde las tales personas pisan y se asientan, siempre realmente una fuerza siempre duradera; pero por otro
procurando sacar provecho dello** lado, tampoco puede negarse que algunas de las cir-
Acabarse ha con un coloquio como en la primera y se- cunstancias accidentales de las mismas, hayan perdido
gunda contemplación y con un Peter noster [121-126]** para con algunas personas toda, o por lo menos gran
parte de su eficacia.
Distribución. — Hablaremos primero de la En este último caso. el Director obrará cuerdamente
distribución de la semana, que comprende un preámbulo o día cambiando esa parte accidental de la parábola de la
de preparación, y dos partes bien determinadas. manera que crea más oportuna, pero sin perder nunca
El preámbulo tiene un solo día, casi de descanso, de vista la necesidad de emplear una comparación de
pues en él sólo se hacen dos horas de oración, como tales condiciones, que tanto objetivamente por la impor-
reza la siguiente nota: tancia trascendental de la empresa, como subjetivamente
por la calidad moral y lo atractivo de la persona que
Este exercicio se hará dos veces al día, es a saber : a la hace el llamamiento, despierte el máximo interés en el
mañana en levantándose y a una hora antes de comer o de
cenar [99***]. espíritu del ejercitante,
Aquí lo importante y lo substancial es, que Jesucris-
Para estas dos horas de oración, el ejercicio es el to, con quien nos une inseparablemente el serle nosotros
mismo el llamado del Reino de Cristo o del deuorstanvidoempral
Reytmporal.quvinsecomPrpiy como aletcmornquis*,d a
loFudneamsgtó,ioambéndel y a la victoria sobre nuestros enemigos internos; fines
tercera y cuarta, puesto que en él se nos enseña el es que constituyen el único y verdadero problema de la
píritu con que debemos contemplarla vida de Jesucristo vida.
En esta contemplación se nos presenta Jesucristo A continuación 'del preámbulo vienen las dos partes
proponiéndonos su vida como modelo el más perfecto en que está dividida la semana. La primera parte abar-
de la santidad puesta en práctica y manifestándonos ca los cuatro primeros días y es la preparación de*** las
además, que los ejemplos de esa su vida nos los da elecciones [101-157] ; la segunda comprende los otros
expresamente a nosotros para que aprendamos de ello: ocho, donde están las elecciones [158-189]. En el actual
a vencer a nuestros enemigos. Y justamente lo propio*** Directorio trataremos solamente de lo que toca a la
de los ejercicios que se siguen a continuación del Reino primera parte o en general a toda la semana, dejando
de Cristo, está en entender bien ese intento de Jesucris para su propio Directorio lo correspondiente a la
tu y en contemplar su vida sin perderlo nunca de vista segunda parte.
La primera parte comprende los misterios desde la
de la visitación de Nuestra Señora a sancta Elisabet , los
infancia de Jesús hasta la vida en la casa de Nazaret, pastores, la circuncisión del Niño Jesús, y los tres reyes, y
incluida la subida del Niño Dios al Templo. El intento así de otros; y si abreviar, aun quitar de los que están
de San Ignacio es dar lugrar a una contemplación de puestos; porque esto es dar una introducción y modo para
gran intimidad, paz y dulzura y a la vez después mejor y más cumplidamente contemplar [162].
nerdlvació.DosgmteñlaSnoprcdu
de los tres primeros días, con cinco ejercicios o medi- Por último señala las modificaciones que hay que
taciones cada uno, como claramente lo dice en la si- hacer en las adiciones ya explicadas en la primera se- )
guiente nota donde hace la distribución de las horas mana :
del día primero: En esta segunda semana, en todas las diez addiciones, que
El primer ejercicio de la Encarnación se hará a la media- se dixeron en la primera semana, se han de mudar la 2Y,
noche; el 2° en amanesciendo; el 3º a la hora de misa; la 6ª, la 7ª y en parte la 10ª.
el 4º a la hora de vísperas, y el 5º antes de la hora de En la segunda será luego en despertándome poner en-
cenar, estando por espacio de una hora, en cada uno de los frente de mí la contemplación que tengo de hacer, deseando
cinco ejercicios; y la misma orden se llevará en todo lo más' conoscer el Verbo eterno encarnado para más le servir
siguiente [128]. seguir.
Y la 6ª será traer en memoria freqüentemente la vida y
En estos días concede San Ignacio algún alivio como! misterios de Christo nuestro Señor, comenzando de su encar-
lo dejó escrito en estas otras dos notas: nación hasta el lugar o misterio que voy contemplando.
Y la 7. 8 será que tanto se debe guardar en tener obscu-
Es de advertir que si la persona que hace los exereicios ridad o claridad, usar de buenos temporales o diversos.
es viejo o débil, o aunque fuerte, si de la 1ª semana ha quanta sintiere que le puede aprovechar y ayudar para ha-
quedado en alguna manera débil, es mejor que en esta se- llar lo que desea la persona que se ejercita.
gunda semana a lo menos algunas veces no se levantando Y en 10**a addición el que se exercita se debe haber según
a medianoche, hacer a la mañana una contemplación y otra
los misterios que contempla; porque algunos piden peniten-
a la hora de missa, y otra antes de comer, y sobre ellas una cia, y otros no, de manera que se hagan todas las diez addi-
repetición a la hora de vísperas, y después el traer de los ciones con mucho cuidado [1301.
sentidos antes de cenar [129]. En todos los ejercicios, dempto en el de la medianoche y
Algunas veces aprovecha, aunque el que se ejercita sea en el de la mañana, se tomará el equivalente de la 2ª addi-
recio y dispuesto, el mudarse desde este 2º día hasta el 4° ción, de la manera que se sigue: luego en acordándome que
inclusive para mejor hallar lo que desea, tomando sola una es hora del exercicio que tengo de hacer, antes que me vaya,
contemplación en amaneciendo, y otra a la hora de missa, poniendo delante de mí adónde voy y delante de quién, re-
y repetir sobre ellas a la hora de vísperas, y traer los sen- sumiendo un poco el ejercicio que tengo de hacer, y des-
tidos antes de cena [133]. pués haciendo la 3. 8 addición. entraré en el exercicio [131].
También da libertad para alargar o acortar la se**
mana, según sea el fruto que en ella va sacando el ejer- / Documentos.— De las reglas que pone San Ignacio
citante : al final del libro de los Ejercicios, corresponden a esta,
segunda semana las de «mayor discreción de espíri**
En las contemplaciones desta segunda semana, según que tus» [328-336] ; pero la documentación principal de la
cada uno quiere poner tiempo o según que se aprovechare, misma, o sea la referente a las elecciones, es propia i
puede alongar o abreviar. Si alongar, tomando los misterios de la segunda parte 1169-189]
otros se quiere servir su divina majestad; y así para al-
guna introducción dello, en el primer ejercicio siguiente ve-
remos la intención de Cristo nuestro Señor, y por el con-
trario la del enemigo de natura humana, y cómo nos
deb¬mosipnrave fciónqualerstdo
vida que Dios nuestro Señor nos diere para elegir [135***].
CAPÍTULO IV Y dicho esto, entremos ya en las elecciones.
.Constan éstas de materia v forma. La materia son
DIRECTORIO DEL DÍA CUARTO las cosas que se someten a elección; la forma de elegir y comprende: -
DE LA SEGUNDA SEMANA nera de elegir y comprende: el estado de nuestro espí**
INTRODUCCIÓN A LAS ELECCIONES ritu, el tiempo y el modo práctico de hacer la elección.
La materia principal es el estado o modo de vida
que se ha de elegir. San Ignacio propone como ejm*
El cuarto día de la segunda semana es de una im- de estado o clases de vida, dos que en materia de
plo

portancia capital por las dos cosas absolutamente elección pueden t omarse como fundamentales (las va*
necesarias*** que San Ignacio pretende sacar de él. Es la riaciones accidentales de los mismos no ofrecen nin *
primera, un conocimiento de la verdadera doctrina de guna dificultad) y son: vida de familia el uno y el otro
la santidad y un sentirse el hombre llamado por Jesu- vida totalmente consagrada al puro servicio de Dios
cristo a esa santidad. obligación familiar alguna. Nuestro Señor Jesucri*
La segunda, el examen que hemos de hacer de nues- to enlas meditaciones anteriores, ha dado ya ejemplo de
tra voluntad para ver cómo se ajusta ella a ese conoci- estos dos estados; del primero en su vida de Na-
miento adquirido y con qué resolución responde a dichc zaret, y del segundo cuando dejando a sus padres, se
llamamiento. Equedó
l en el Templo.
Téngase en . cuenta que esas dos cosas no son un e j ercitante, a medida que va contemplando estos
fin, sino simplemente una introducción al acto central días la vida de Jesucristo, ha de ir pensando en qué
de los Ejercicios, que son las elecciones. Así lo declara vida o estado se quiere servir de él su divina majestad,
San Ignacio en el preámbulo que sirve de entrada a ju ntando con la investigación la petición al Señor. Para
este cuarto día. **
ir seguro, ha de partir de la siguiente verdad funda
mental, a saber: que le es del todo necesario armarse
PREÁMBULO PARA CONSIDERAR ESTADOS
de una firme resolución de ser perfecto en cualquiera de
los estados que elija y que debe tratar de conocer muy
Ya considerado el ejemplo que Cristo nuestro Señor bien la manera de disponerse para conseguirlo.
A
nos ha dado para el primer estado, que es en custodia de los
mandamientos, siendo él en obediencia a sus padres; asi-
y

mismo para el 29 que es de perfección evangélica. guando


r esto va encaminada la meditación de las bande**
as [136-147], a la adquisición de esa resuelta vol
un** conocimiento de los caminos que nos l evan
quedó en el templo dejando a su padre adoptivo y a su a e sa perfección; meditaciónq vutenoshracd
madre natural, por vacar en puro servicio de su Padre claridad, ser esa la gran batalla que riñen dentro de
eternal; comenzaremos juntamente contemplando su vida, nuestra alma Jesucristo y Lucifer. Jesucristo, con el
a investigar y a demandar en qué vida o estado de nos-
propósito de que nos resolvamos a ser perfectos en todo, encargada de prevenimos contra ese peligro y el Santo
estado de vida y a entrar por el camino de la perfec- nos presenta en ella un ejemplo dende claramente po-
ción; y Lucifer a su vez tratando de quitarnos esa san- damos ver, cuáles han de ser las condiciones del acto
ta voluntad para llevarnos por caminos de perdición. de la voluntad que está
ra llamado a ser el instrumento
La meditación, pues, de las dos banderas es el para llevar a cabo grandes cosas en el camino de la
llamamiento general con que nos convida Jesucristo a la, santidad.
perfección. y lo que con ella intenta es, que el ejerci-
tante se resuelva, pero con voluntad firme y decidida,
a buscar la perfección en cualquier estado de vida, sin
dejarse engañar por las seducciones del enemigo. Tan
grande importancia atribuye San Ignacio a esta
meditación, que manda que se haga cuatro veces en este
cuarto día.
Este ejercicio se hará a media noche, y después otra vez
a la mañana, y se harán dos repeticiones deste mismo a la
hora de misa, y a la hora de visperas, siempre acabando,
con los tres coloquios de Nuestra Señora, del Hijo y del
Padre. Y el de los binarios que se signe a la hora antes
de cenar [148].
No hemos de fiarnos de nuestras resoluciones antes
de tiempo. San Ignacio quiere tener entera seguridad de
que la voluntad con que abrazamos la perfección reúne
las condiciones necesarias para hacer una buena elec-
ción. No es que él pongaen duda nuestra sinceridad,
como si , lleváramos la intención de engañar cuando de-
cimos, que queremos; sino Io que teme es que seamos
zadoyunreslciógnosotros
ayduer,notl los engañados persuadiéndonos haber alcan**

vez la nuestra no pase de aparente y condicionada.


Equivocamos tratándose de los fundamentos esen-,
ciales de la santidad sería cosa muy peligrosa para la
propia nuestra; pero si tal equivocación tocara al valor
mismo de nuestro acto de voluntad, tal vez el peligro
fuera entonces más disimulado y de más graves conse-
cuencias, y el daño podría llegar a ser irreparable, si
con ese acto de voluntad, falso poi abulia, pasáramos
a elegir estado alguno.
La meditación de los tres binarios [149-157] es la
espiritual, queriéndole su santísima majestad elegir y
rescibir en tal vida y estado» [97-98].
Ha entendido además, y con la mayor claridad, que
la santidad es el reino que se trata de conquistar y
que los enemigos de ella son la propia sensualidad y
su propio amor carnal y mundano; que la lucha que
CAPÍTULO V en este punto se entabla, no es contra el pecado
manifiesto, sino con las afecciones a cosas honestas en sí
DIRECTORIO DE LA SEGUNDA PARTE amismas,
morde pero buscadas «no pura o debidamente por
DE LA SEGUNDA SEMANA Dios»: y que contra estos «engaños del mal
caudillo» no hay más defensa que el «conoscimiento
Recapitulación. — Cuando el ejercitante llega al día de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero
capitán», o sea, «pobreza contra riqueza, opprobrio o
quinto de la segunda semana está lleno de los senti-
menosprecio contra el honor mundano, humildad con
mientos que la persona de nuestro ,Señor Jesucristo le
tra la soberbia» [146]. Por haberlo, entendido así, ha
ha inspirado en los días anteriores. Estos sentimientos
por un lado son fuertes y por otro dulcísimos. pedido, como gracia muy especial, ser recibido bajo
la bandera de Jesucristo «primero en suma pobreza
Los fuertes y enérgicos le nacen de aquella su vo- espiritual, y si su divina majestad fuere servido y le
luntad, resuelta a seg uir al «Rey eterno», al «Señor
quisiese elegir y rescibir, no menos en la pobreza
universal», al «Sumo y verdadero Capitán», al que «de ac; 2° en pasar opprobrios y injurias por más en ellas
Criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna le imitar, sólo que las pueda pasar sin pecado de
a muerte temporal, y así, a morir por sus pecados», al ninguna persona ni diplacer de su divina majestad» [147].
que hecho hombre por su amor y teniendo «delante Su alma está igualmente llena de sentimientos
del todo el universo mundo», llama al ejercitante y a
nacidos de su acercamiento a Jesús, de mirar
cada uno en particular llama y les dice : «Mi voluntad
su persona santísima, de oír sus palabras, contemplar
es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos,
*sus acciones y «hacerse un esclavito indigno, mirando
y asi entrar en la gloria de mi Padre; por tanto quien
le, contemplándole y sirviéndole en sus necesidades,
quisiere venir conmigo ha de trabajar conmigo. porque
siguiéndome en la pena también me siga en la glo- como si presente se hallase, con todo acatamiento y
ria» [95]. reverencia posible» [i14].
Decidido, pues, el ejercitante a ser uno de los que La presente dulzura se aviene perfectamente con la
«más se querrán affectar y señalar en todo servicio de fortaleza de los sentimientos primeros, porque el ejer-
su rey eterno y señor universal», no solamente ha ofre- citante ha visto y considerado que todo cuanto hace
cido su persona al trabajo, más aún haciendo contra Jesucristo, va encaminado a la «summa pobreza, y al
su propia sensualidad y contra su amor carnal y mun- cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor
dano, ha hecho oblaciones de mayor estima y mayor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz;
momento, diciendo que quiere y desea y es su deter- y todo esto por él» [116]; y ha «considerado el eje
minación deliberada, de imitarle en pasar todas inju- mpmpl¬o
er(*izcla) que Christo nuestro Señor le ha dado para el
rias, y todo vituperio y toda pobreza así actual como
estado, que es en custodia de los mandamientos,
siendo él en obediencia a sus padres ; y asimismo para
el 2° que es de perfección evangélica, guando quedó hora de la missa y vísperas, y antes de cena traer sobre
en el templo dexando a su padre adoptivo y a su ma- ella los cinco sentidos; en cada uno destos cinco
dre natural» ; ha visto da intención de Cristo nuestro ylpoejrcisatónd l
Señor, y cómo se debe disponer para venir en perfec** preámbulos según que de todo está declarado en !a contem-
ción en cualquier estado o vida que Dios nuestro Señor plación de la encarnación y del nascimiento, y acabando
le diere para elegir» [135]. con los tres coloquios de los tres binarios: o según la nota
que se signe después de los binarios [159].
Cuanto acabamos de enumerar, es sólo «alguna in-
troducción» a las elecciones en las que ahora entrarnos San Ignacio ordena las contemplaciones del modo,
de lleno: da materia de las elecciones se comenzará más conveniente para que la vida de perfección apos**
desde la contemplación de Nazaret a Jordán tornando tólica adquiera a los ojos del ejercitante la máxima
inclusive, que es el quinto día» [163]. Materia es ésta importancia. De este modo cambiando algo el orden
larga y complicada, pero hay aquí otra cosa más ardua de los misterios, pone inmediatamente después de las'
aún que ella ciertamente y la única esencial dado el Banderas «el ejemplo que Cristo nuestro Señor nos
momento en que nos hallamos; nos referimos a la dis** ha dado para el 2° estado que es de perfección evan-
posición espiritual en que debe hallarse el ejercitante gélica, guando quedó en el templo dejando a su padre
para hacer sana y buena elección. Esta disposición es adoptivo y a su madre natural, por vacar en puro ser-
el objeto preferente del esfuerzo de San Ignacio y la vicio de su Padre eternal» [135].
que de momento queremos declarar aunque sólo sea A continuación siguen las contemplaciones del cuar**
sumariamente, enlazando de esta manera la primera to día que promulgan las leyes propias de la más puras
parte de esta semana que ha terminado, con la segunda perfección evangélica, entrando después en el quinto
que comienza ahora. día que consta de cinco ejercicios y cuya materia es el
El cuarto día, ha sido para el ejercitante de hondo acto o misterio con que Jesucristo inaugura su vida 1
meditar sobre la verdadera doctrina de la santidad en apostólica. Como se ve, son éstos empujones muy vigo-
la que toda elección debe inspirarse, si el que elige rosos. Por si acaso nos habíamos olvidado, nos vuelve
quiere de veras buscar y hallar la voluntad de Dios en a recordar San Ignacio que «la materia de las eleccio-
la disposición de la vida (banderas). Ha sido igualmente nes se comenzará desde la contemplación de Nazaret a
un ejamen riguroso de la propia voluntad para ver de J ordán, tomando inclusive, que es el quinto día, según
distinguir los actos ciertamente eficaces de los que sólo se declara en lo siguiente» [163].
son veleidades o abulias verdaderas, pero encubiertas Quiere decir esto, que el período de las elecciones-
(binarios). en el que «comenzaremos juntamente contemplando su
Así se entra en el quinto día, dedicado todo él a la vida (de Jesucristo) a investigar y a demandar en qué
contemplación del acto solemne con que J es ucristo vida o estado de nosotros se quiere servir su divina
cambiprselvdaNzrtpoi majestad» [133], toma pie de los más grandes ejem-
apostólica, inaugurando esta última con la gran humillación plos de sacrificio que nos da Jesucristo, dejando el es-
le su bautismo recibido de manos de su Precursor, San tado o vida de familia de que tan santa y dulcemente
Juan. Dice así San Ignacio: gozaba en su casa de Nazaret**
Con lo dicho no están aún preparadas las eleccio-
Esta contemplación se hará una vez a la medianoche, y nes, a gusto de San Ignacio, y por eso quiere reunir***
concentrar en un rshoalyoszadceulnutz
brillado desde el Principio y Fundamento hasta la hora el presente Directorio esto basta, dejando para el tomo
presente, para poder dar al ejercitante un faro lumi** siguiente la ejposición de las tres maneras de hu-
noso que le guie y oriente cuando llegue el tiempo de mildad. .
elegir. El faro no es otro que la consideración que él A continuación de las tres maneras de humildad,
llama «tres maneras de hulidad» [164-168] y quiere trae el libro de los Ejercicios una larga serie de docu-
que se tenga «antes de entrar en las elecciones», «con-11 mentos pertenecientes todos ellos a las elecciones, sin
siderando a ratos por todo el día, y asimismo haciendo que esto quiera decir que éstas hayan de hacerse pre-
los coloquios» [164]. Quiere por lo tanto que a la par] cisamente en este punto de los Ejercicios. El Director
que vamos contemplando, investigando y pidiendo a que en todo momento sabe la disposición espiritual en
Dios en qué vida o estado quiere servirse de nosotros que se encuentra el ejercitante, es el que debe deter-
su divina majestad [135], repitamos varias veces al minar cuándo ha llegado la hora de hacerlas con plena
día la consideración acerca del tercer grado de humil** garantía de fidelidad.
dad, en la que por «imitar y parescer más actualmente( El Santo puso toda esta documentación al final de
a Christo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza! la segunda semana y nosotros daremos ahora el catá-
con Christo pobre que riqueza, opprovios con Cristo logo de los citados documentos dejando la ejplicación
lleno de ellos que honores, y desear más de ser estimado para el siguiente tomo. Con esto vengamos ya a los
por vano y loco por Christo que primero fué tenido: cinco puntos ordinarios del Directorio.
por tal, que por sabio ni prudente en este mun** Fin. — El de esta parte es el que indicamos ya en
do» [167], añadiendo a la consideración «los tres co** el capítulo anterior para toda la segunda semana 1 , con-
loquios de los binarios ya dichos, pidiendo que el Señor cretándolo más en particular a que se haga una sana
nuestro le quiera elegir en esta tercera mayor y mejor! y buena elección; o lo que es lo mismo, a buscar y
humildad, para más le imitar y seguir, si igual o ma- hallar la voluntad divina en la disposición de la vida.
yor servicio y alabanza fuere a la su divina majes-
Materia.— Parte de los misterios de la vida de Je**
tad» [168].
sucristo, empezando por su bautismo en el jordán hasta
Puestas las cosas en semejantes términos, cree San el domingo de Ramos. Ocho misterios señala el libro,
Ignacio que el ejercitante puede pasar ya a las eleccio** pero el catálogo final pone quince, para que el ejerci-
nes; porque mire adonde mire, en todo verá que le tante acorte o alargue haciendo uso de la libertad que
convidan y alientan a la más alta perfección 1. Y para para ello le da San Ignacio [162].
Forma. — Cuatro son aquí las formas de oración: la
1 Si se tiene presente la anotación 15*quedic:«la
los Ejercicios no debe mover al que los re=cibe más a pobreza
ni a promesa que a sus contrarios, ni a un estado o modo de dos cosas diferentes. El mismo San Ignacio, como autor del
vivir que a otro», que « no se decante ni se incline a la una
libro, tira y con mucha fuerza hacia el estado de la perfección
parte ni a la otra; más estando en medio como un peso, date evangélica; y a las afecciones desordenadas, les hace inclinarse
inmediatamente obrar el Criador con la criatura, y a la cria- a lo contrario para que vengan a ponerse en el justo medio;
tura con su Criador y Señor» [15], podrá parecer que San Ig- Pero como Director de una persona en particular. jamás pesa su
nacio empuja mucho hacia el estado de pobreza y que no se propia inclinación en el platillo de la balanza del ejercitante,
*y queda en el medio, como el fiel de la balanza. Ya hemos tocado sino que lo deja en inmediata comunicación con su Dios, para
resuelto esta dificultad en otra parte (Cfr. supra, parte 1ª, q ue puesto en la divina presencia, tome libremente su resolución
. 1V. § IV). Pero téngase en cuenta que escribir el libro de definitiva.
les Ejercicios y proponerlos a una persona en particular, son . Cfr. supra, pág. 227.
contemplación
de Jesucristo; para los misterios de la vida hora de missa y vísperas, y antes de cena traer sobre ella
los cinco sentidos; en cada uno de estos cinco exercícios
últimos ejercicios de cada día, y la meditación acerca preponiendo la sólita oración preparatoria y los tres preám-
de las tres maneras de humildad, pero en forma algo bulos según que de todo esto está declarado en la contem-
diferente de la practicada, porque para ella no se se- plación de la encarnación y del nascimiento, y acabando con
ñala hora fija, ni se prescriben todos los preámbulos los tres coloquios de los tres binarios, o según la nota que
que son ordinarios en la oración, sino diciendo sola- se sigue después de los binarios [159].
mente «que en ellas se considere a ratos por todo el Para el día sexto dice, que la distribución será «lle-
día y asimismo haciendo los coloquios» [1641. vando en todo la misma forma que en el quinto» [161].
El primer preámbulo de la contemplación sigue sien** El aviso que dió el Santo para la primera parte de
do el mismo; es decir, la historia, y los puntos forma** esta semana, es valedero también para esta parte de la
les son como antes: personas, palabras y obras. segunda semana.
Distribución. — La distribución de los dms, la da San
Ignacio, como sigue: Es de advertir que si la persona que hace los exercicios
es viejo o débil, o aunque fuerte, si de la 1ª semana ha
5.0 día** —.El quinto día contemplación sobre la partida quedado en alguna manera débil, es mejor que en esta 2ª se-
de Christo nuestro Señor desde Nazaret al río Jordán, y mana a lo menos algunas veces no se levantando a media-
cómo fué bautizado [158). noche, hacer a la mañana una contemplación, y otra a la
hora de missa, y otra antes de comer, y sobre ellas una
6.° día.—El sexto día, contemplación cómo Christo repetición a la hora de vísperas y después el traer de los
nuestro Señor fué desde el río Jordán al desierto inclusi- sentidos antes de cena [129].
ve, llevando en todo la misma forma que el quinto.
7**° día**— El séptimo día, cómo santo Andrés y otros El cambio de que se habla en la nota transcrita, es
siguieron a Christo nuestro Señor. a veces de provecho «aunque el que se exercita sea
recio y dispuesto» [133], Así lo dice San Ignacio.
8. 0 día. — El octavo, del sermón del monte, que es de La mente de San Ignacio, por todo lo dicho, no pue-
las ocho bienaventuranzas. de estar más clara. Los días de la segunda semana
9.° dia. — El nono, cómo Christo nuestro Señor apare han de ser completos por lo que mira al número de
10º
ció a sus discípulos sobre las ondas de la mar. ejercicios o meditaciones que siempre deben ser cinco.
Si el Santo cree conveniente suprimir alguno de ellos,***
día. -- El décimo, cómo el Señor predicaba en el éste ha de ser el de medianoche, pero con el encargo
templo.
11º de hacerlo después por la mañana.
día. – El undécinio, de la resurrección de Lázaro Para los días de esta segunda parte de la semana,
sólo se toma un misterio como materia de meditación,
12º día. — El duodécimo, del día de ramos [161]. cuando para la primera parte de la misma se tomaban
dos. Ésta es la diferencia entre una y otra; la razón
La distribución de las horas de cada día, nos la pone de hacerlo asi puede ser la siguiente: En la segunda
después del día quinto: parte está el ejercitante con la materia de las eleccio-
Esta contemplación se hará una vez a la medianoche, y nes entre manos, y el Santo desea que pueda disponer
otra vez a la mañana, y dos repeticiones sobre ella a la de algunos ratos de oración destinada a ellas, de un
modo especial a las tres maneras de humíldad. Así, Documentos. — Por ahora nos limitamos a dar la
vernos, recordando lo citado poco ha en los números 159 lista de ellos; el texto y su comentario los ponderamos
y 161. que San Ignacio quiere que todas las contem- más adelante, en el siguiente tomo**
placiones acaben «con los tres coloquios de los tres 1.° Preámbulo para considerar estados [135].
binarios, o según la nota que se sigue después de los
binarios» ; y de las tres maneras de humildad dice tam- 2° Tres maneras de humildad [164-168].
bién: «en ellas considerando a ratos por todo el día y 3° Preámbulo para hacer elección [169].
asimismo haciendo los coloquios» [164].
Los cambios que en las adiciones señaló para la pri- 4.° Para tomar noticia de qué cosas se debe hacer elec-
mera parte de la semana, valen igualmente para esta ción, y contiene en sí cuatro puntos y una nota [170-174].
segunda. 5° Tres tiempos para hacer sana y buena elección en
cada uno de ellos [175-178].
En esta segunda semana en todas las diez addiciones,
que se dijeron en la primera semana, se han de mudar la 6. 9 El primer modo para hacer sana y buena elección
2ª, la 6ª, la 7ª y en parte la 10ª. contiene en sí seis puntos [178-183].
En la segunda será luego en despertándome poner en- 7.° El segundo modo para hacer sana y buena elecciór
frente de mi la contemplación que tengo de hacer, deseando contiene en sí cuatro reglas y una nota [184-188].
más conoscer el Verbo eterno encarnado, para más le ser-
vir y seguir. 8º Para emendar y reformar la propria vida y esta**
do [189].
la 6ª será traer en memoria frecuentemente la vida 9.° En el ministerio de distribuir limosnas se deber
y misterios de Christo nuestro Señor, comenzando de su en-
guardar las reglas siguientes [337-344].
carnación hasta el lugar o misterio que voy contemplando.
Y la 7ª será que tanto se debe guardar en tener obscu-
ridad o claridad, usar de buenos temporales o diversos,
cuanto sintiere que le puede aprovechar y ayudar para ha-
llar lo que desea la persona que se ejercita.
Y en la 10ª adición el que se exercita se debe haber
según los misterios que contempla; porque algunos piden
penitencia, y otros no; de manera que se hagan todas las
diez addiciones con mucho cuidado [130].
En todos los exercicios, dempto en el de la medianoche
y en el de la mañana, se tomará el equivalente de la 2ª ad-
dición, de la manera que se sigue: luego en acordándome
que es hora del ejercicio que tengo de hacer, antes que me
vaya, poniendo delante de mí adónde voy y delante de quién,
resumiendo un poco el ejercicio que tengo de hacer, y des-
pués haciendo la 3ª addición entraré en el exercicio [131].
Sin embargo, estos tres puntos de vista existen cier-
tamente en el fondo del libro, y es conveniente fijarse
en ellos para ver el problema más claramente y resol-
verlo con mayor eficacia. Si se tratara aquí de teorías
y clasificaciones ideales, el punto que tocamos abriría
CAPÍTULO VI la puerta a infinitas disquisiciones, inútiles para la san-
tidad o poco aprovechables. Solamente conservar en la
DIRECTORIO PARA LOS DOCUMENTOS memoria las divisiones que pone San Ignacio, seria ya
DE LAS ELECCIONES cosa fatigosa y muy expuesta a confusiones.
Éstos son documentos prácticos apoyados en redu-
cido número de normas de perfección; quien tenga estas
La colección de documentos pertenecientes a las normas arraigadas en el corazón, obrará en perfecta
Elecciones, es la más numerosa y tal vez la más difícil armonía con la perfección pretendida por San Ignacio,
de las contenidas en el libro de los Ejercicios. Dice aun cuando no atienda a esas diversas circunstancias
el P, Gil González Dávila, que con esa abundancia de y clasificaciones que aquí se ponen. El Director, por
documentos San Ignacio nos quiere dar a entender la lo tanto, debe conocer bien todos estos documentos, y
gravedad y dificultad de esta materia. Nunca le parece cuando los haya de aplicar, déle sólo al ejercitante el
a él que ha dicho lo bastante y después de prevenirlo que entonces le pueda aprovechar y no le enrede ton
todo con tanta minuciosidad. se queda sin determinar muchas cosas a la vez.
el momento de la elección confiándolo prudentísima Creemos necesario insistir en este punto. Por ser la
mente al Director que conoce mejor que nadie las dis- materia de las Elecciones tan abundante, complicada y
posiciones en que se halla el ejercitante. de índole tan particular, tal vez en ninguna otra parte
Al Director le corresponde la clasificación de estos de los Ejercicios como en ésta, se vean los Directores
documentos y es lo que vamos a hacer ahora breve- y ejercitantes tan expuestos a teorizar y a enredarse
mente, dejando para el comentario de los mismos de- en discusiones sobre los múltiples problemas que plan-
terminar el espíritu y fin de cada uno en particular. tea asunto tan importante y delicado. Nada tan contrario
Tres cosas esenciales pretende conseguir San Ign como esto a la intención de San Ignacio, y por centé-
acio¬ con los documentos de las Elecciones, a saber: «prepar sima vez recordamos, que hacemos Ejercicios, cosa dia-
pararqueést,hgnbayelció; convenientemente el espíritu del ejercitante e_ncSilptÚa4Je metralmente opuesta a teorizar sobre Ejercicios.
ésta es Es útil, digno de alabanza y hasta conveniente, po-
y la pesarprimera , y principal
detenidamente qué tiempos
de las tres. La segunda, estudiar ner cátedra de exégesis y metodología ignacianas; pero
sean los más esto, que sea fuera de Ejercicios, no dentro de ellos,
acomodados para hacerla, y la tercera dar reglas prácticas para tal fin. Y porque debe suponerse que el Director ha estudiado
bien de antemano el tejto y el método que aplica al
libro no nos da estas tres cosas metódicamente ejercitante. Quererlo hacer ahora, estorbaría segura-
clasificadas y divididas, porque aquí, como en todos mente la acomodación de los mismos a la persona que
los Ejercicios, no se trata de teorías sino de cosas rea- los está practicando.
les y prácticas que no necesitan divisiones ni clasifi- No es lo mismo conocer el método para hacerse uno
caciones. santo. que hacerse santo; y en esta materia, la práctica
pueda engendrar en él la menor sospecha de que se le
es mejor camino que la ciencia de los métodos. San
quiere inclinar a un extremo determinado a no ser a la
Ignacio así lo hizo.
Vencido el prurito de teorizar, queda todavía el santidad (ibid**, n. 2).
Si en el curso de las Elecciones se aferrara el
Peligro de dar a los documentos más importancia que
a los mismos Ejercicios. Para evitarlo, recordemos las! ejercitante a una afección desordenada decidido a no
yparótsnedgl,uéasEecion
verdades expuestas en otro lugar acerca de la trascen**
cuanto antes a los Ejercicios punto final (ibid., n.
dencia que en los Ejercicios de San Ignacio tiene la
En materia de Elecciones el Director ha de estar tan
oración bajo todas sus formas 1.
indiferente como el ejercitante. Sin esa indiferencia, ni
El documento es sin duda alguna un guía bueno y bendecirá Dios ni el ejercitante depositará en él la
práctico, pero de la oración nos ha de venir la luz para
entederlo y la fuerza para seguirlo. Todos los documen- nesaria confianza (c. 24, n. 2).
Atienda solícito el Director no sólo a las disposicio-
tos son hijos de la oración y quien de ellos quiera sa-
n es que el ejercitante tiene al entrar en las Elecciones,
car el fruto que en sí encierran, los ha de llevar de
nuevo a la oración. Por lo tanto, el consejo-del Direc- sino también a la tormenta pasional y diabólica que
puede surgir de repente durante el proceso de la Ele
torio que aquí queremos dar es éste: ejplíquense los
documentos mediante una declaración sencilla autén- cción
tica, pero entiéndase que lo principal es aplicárselos_ Si la Elección se hace en el tercer tiempo, búsquense
uno a sí mismo con el auxilio de ,la oración. Por esto días y horas de gran serenidad: mental y de tranqui**
lidad afectiva; sin prisa ninguna, pues de intento San
San Ignacio sólo nos da para cada día un misterio que
Ignacio no determina el tiempo que debe emplearse
contemplar en esta segunda parte de la segunda semana,
(c . 28, n. 2).
con el fin de que nos quede tiempo de digerir y asimilar? La siguiente es norma sapientisima, llena de pru-
las Elecciones.
Los documentos se hallan esparcidos por diversas
d encia divina y humana: «Es cosa sumamente paligrosa
quererse gobernar solamente por mlovientsd
partes del libro y en todos ellos se deja ver el sistema la voluntad y por cierta clase de sentimientos internos,
ignaciano de fundamentar las cosas en pocas verdades Eprseocianfdtl rción.
ys en
y éstas siempre las mismas. Nadie extrañe, pues, que timientos los ha de probar antes la luz, pues como dice el Ja luz, pues como dice
nuestro comentario siga ese camino de las repeticiones. el Apóstol omne quod manifestatur lumen est 1. Por
Ahora sacaremos del Directorio oficial algunos con- de
sólo la razón laayudada de la porfe aquélla»
sino (ibíd., n. 5).
también
sejos y normas prudentísimas , con las mismas palabras
de San Ignacio o siguiendo fielmente su espíritu. De gran valor es también la experiencia, como cuan-
La Elección completa y a fondo, la peculiar de los
do uno conoce ya los grandes peligros que tiene en
Ejercicios perfectos, es tan sólo para aquellas pocas determinadas cosas (ibid., n. 7).
personas de las que se puede esperar un fruto no deje
Unala oración por atenderla
vez emprendida a ellas;
tarea de las Elecciones, no
vulgar¬ para la de Dios. (c. 23, n. 1). n .r atender a ellas' entonces es
De ninguna manen debe entrar el ejercitante en más necesaria que nunca, ya que de ella nos viene la
Elecciones sin haberlas antes deseado y pedido; jamás
a a disgusto y por la fuerza. Se ha de evitar todo lo que
**l
uz y la fuerza, la esencia y lo más subido de la devo-

Págs. 149-206.
Eph S Eph es. , 5, 13***.
ción. Si Dios se digna premiar el esfuerzo del discurso es decir, a la oración a la cierto modo(**mezcla**) resentación ante Dios
con alguna gracia del segundo o del tercer tiempo del cierto modo, que esto, en es
Elección, lo más fácil será que la conceda en la ora_ * deconverti * *eltercertiempo,qu s
,eslnutro e
ción (c. 3o, n. 3-5). gundo o en el primero que son los de Dios. La sana
Para que de nuestra parte no falte nada a fin de y buena Elección, o se hace en la oración, o en ella
mover a Dios a concedernos la gracia de la consolación se afianza y confirma obteniendo del Señor el senti-
que confirme y eleve el trabajo que ponemos en con** miento de que la acepta y se complace en ella (c. 32,
siderar y discurrir, el alma ha*deprocu,nl n. 1-4).
oración ya también fuera de ella, ponerse sencilla y El Director por su parte debe dar su conformidad al
totalmente en la presencia de Dios, presentándole la Elección del ejercitante. Si ve que ésta se ha rea**
tambiénlercotadlión,moque lizado en las debidas disposiciones y siguiendo las nor**
pregunta al Señor cuál sea su voluntad y espera de él mas trazadas par San Ignacio, asegúrele que lo elegido
una respuesta que le deje sentir su asentimiento y com- es la pura voluntad de Dios y esto para siempre. Pero
placencia divinas (ibid., n. 6). si el ejercitante no ha sido del todo fiel y en su Elección
Si la Elección se hace por el tercer tiempo, hay que ha influido alguna afección desordenada o alguna alu-
evitarle al ejercitante a todo trance la fatiga, el tedio cinación, no lo exaspere por ello, pero tampoco le dé
y el desaliento nacidos de la dificultad de la materia y seguridad de haber acertado. Dígale, que tal vez otro
del cansancio físico y moral, mayormente si sobrevienen día verá con mayor claridad y firmeza la voluntad
además desolaciones y ataques del enemigo. Cuesta mu- divina.
cho levantar un corazón desengañado y caído. Asimismo Esto realmente puede suceder. Por las condiciones
deben tenerse en cuenta las debilidades espirituales del de la materia de la Elección, y de un modo particular
ejercitante y sus resistencias a la gracia, sin espantarse por el temperamento del ejercitante y por su estado
por ellas; antes imitando la magnanimidad de Dios, hay en el punto de elegir, puede asaltarle a éste alguna pre-
que soportar con suavidad y gran esperanza las lenti- ocupación o apoderarse de él el ahogo y la fatiga que
tudes de la naturaleza y de la gracia (c. 31, n. 4-5). con el tiempo se desvanecen, y entonces se ven más
A veces el Espíritu Santo mueve las almas a. que claras las verdaderas razones que dan los Ejercicios
confirmen la Elección con voto. El Director no tome (c. 33, n. 1-3).
jamás en esto la iniciativa ni se empeñe en ello; antes
ponga freno sobre todo a los temperamentos vehemen**
tes y poco estables. No presente tampoco dificultades
insuperables, si la Elección ha sido tranquila, hecha con
madurez y acompañada de ciertos indicios que dejen
ver la voluntad de Dios; porque en semejantes casos
el voto puede ser un arma excelente para vencer las
resistencias de la carne, del mundo y del demonio, y
un cerrar la puerta a las posibles vacilaciones del enten-
dimiento o del sentimiento (ibíd., n. 6).
Debe dársele*** gran importancia al último punto de
los dos modos de hacer Elección en el tercer tiempo;
cristo. Una vez, pues, que hayamos repasado en paz
y con todo fervor los seis capítulos de la primera se-
mana anotados en el Directorio de la segunda 1 , aña-
diremos los seis siguientes, resumen de la semana an-
terior :
I. Jesucristo con sus palabras, obras y su misma
CAPÍTULO VII persona, me ha dado a conocer claramente lo que debo
hacer por Él. Él es el camino, la verdady2.Slavid
DIRECTORIO DE LA TERCERA SEMANA yo no voseo esa vida sobrenatura l , permanezco en la
muerte; si la tengo. es ya mía la vida eterna. Debo así-
milarme su doctrina, sus ejemplos y su misma persona
El mecanismo externo de los Ejercicios, a medida por la vía del conocimiento, del amor y de la imitación;
que se va adelantando en ellos, necesita menos ejpli- en eso está la verdadera contemplación de la vida del
caciones, pues con el uso diario de los mismos el ejer- Redentor, en saber sacar de ella esa asimilación [104].
citante se acostumbra a todas las prácticas ordenadas II. En este proceso hay diferentes grados: desde[
por San Ignacio. No sucede lo mismo con el alma de los que «se hacen el sordo», pasando por los que «ofrc
los Ejercicios que consiste principalmente en su fin, el cen sus personas al trabajo», hasta los que «más s-
cual cada vez recibe mayor cantidad de luz y aparece quieren affectar v señalar en todo servicio de su re
mejor y más claramente definido. Por esta razón cree- eterno y señor universal». Estos terceros son los que
mos necesario declarar los cinco puntos ordinarios del «no solamente ofrecen sus personas al trabajo, mas au
Directorio una vez que el ejercitante haya renovado haciendo contra su propia sensualidad y contra su amo
las buenas disposiciones con la recapitulación de las carnal y mundano, hacen oblaciones de mayor estima
adquiridas en la segunda semana. Y mayor momento» porque «quieren y desean y es st
Recapitulación.— En los comienzos de la segunda determinación deliberada de imitar a Jesucristo en pa
semana recapitulamos los pasos más notables de la sar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza as,
primera, y movidos de las mismas razones, haremos lo actual como espiritual» [97-98]. Entre éstos he querido
mismo ahora con los de la primera y segunda. Pero yo ser contado ofreciéndome de todas maneras al Eter
adviértase que éste no es un repaso especulativo a caza no Señor de todas las cosas.
de principios teóricos para sacar una conclusión tam- III. Jesucristo ha hecho de la pobreza y de la hu-
bién teórica, sino de los principios de la vida eterna mildad el centro de sus enseñanzas: las ha convertido
que vivimos ahora por nuestro Señor Je s ucristo con el en su «bandera» dándomelas como escalones que me
_designio de que esa vida en nosotros sea llena, real y lleven a todas las virtudes. Yo he pedido a la Virgen
verdadera. Santísima, al mismo Jesucristo y al Padre celestial,
La recapitulación, por lo tanto, consi stirá en poner como una gracia muy singular, «ser recibido debaxo de
de nuevo nuestro espíritu en aquel mismo estado de su bandera, primero en summa pobreza espiritual, y si
fervor que tuvo en aquellos pasos, valiéndonos del pro- su divina majestad fuere servido y me quisiere elegir
cedimiento de la reflexión que San Ignacio nos ha en-
señado y nos ha hecho practicar en todos los puntos de 1 Pág. 227,
las contemplaciones de la vida de nuestro Señor Jesu** Joan., 14, 6.
y rescibir, no menos en la pobreza actual; 2° en
Dios viniese derecho a mis afecciones desordena
sar opprobrios y injurias por más en ellas le imi** das[169],porque«tngds mialnfrutos
tan [147]. Más aún, he examinado esta mi vo
luntad, notablesymupciDonestrSñ»[174].
le he aplicado para probarla toda clase de reactivos, He buscado la voluntad divina en la disposición de mi
incluso los de la más cruda realidad, y he visto que era ¡ida [1] siguiendo los tiempos y modos que me ha
hasta tal punto ver dadera, que «siendo igual al enseñado San Ignacio y estoy cierto de haber hallado
y gloria de la divina majestad, por imitar y parecer abanza .
a voluntad divina, porque «Dios ha movido mi volun-
más actualmente a Cristo nuestro Señor, quiero y tad y ha puesto en mi ánima lo que yo debo hacer para
elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza, nás alabanza y gloria suya» [180], y se ha dignado
opprobrios con Christo lleno de ellos que honores. y deseo más «rescibir y confirmar mi elección» [183].
de ser estimado por vano y loco por Christo que pri- VI. Desfilan por mi memoria la fortaleza de Jesu**
mero fué tenido por tal, que por sabio ni prudente en C risto al separarse de su Santa Madre para ocuparse'
este mundo» [167]. de las cosas de su Padre celestial; su magnanimidad{
(**mezcla**). Esa vida de Jesucristo la he vivido en en abandonar pan siempre Nazaret para entrar de
compañía suya, de la Virgen Santísma y de San José, «ha- lleno en la vida apostólica; el amor ardiente con que
ci endome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirando entra en Jerusalén, acabado ya su ministerio de predi-
los, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, cación y rodeado del triunfo del Domingo de Ramos,
como si presente me hallase, con todo acatamiento y porque ve que en lo alto del Calvario le espera la Cruz
reverenda posible» [114]. He gustado las infinitas donde consumará el holocausto de su vida, a gloria de:
ternuras de Belén, las amarguras crueles de Egipto, la Dios y por la salvación del mundo.
paz profundísima de Nazaret y las renuncias, fatigas A su imitación, me siento desligado de todas las
y contradicciones del apostolado. «He considerado el cosas de la tierra, enamorado por amor su yo de
exemplo que Christo nuestro Señor nos ha dado para la pobreza y de la humildad dispuesto a trabajar por la
el primer estado, que es en custodia de los mandamien- gloria divina y deseoso de subir con Jesucristo al Cal
tos, siendo él en obediencia a sus padres; y asimismo vario y con Él clavarme en la cruz. Con semejante es-
para el 2.° que es de perfección evangélica, quando que- tado de ánimo entro en la tercera semana de mis Ejer-
dó en el templo dejando a su padre adoptivo y a su cicios, y como en las anteriores con grandes ansias de
madre natural, por vacar en puro servicio de su Padre «aprovechar todo lo posible» [20].
eternal» [135 ], pidiendo y suplicando al Señor que se En resumen; me parece que me he metido dentro del
dignase manifestarme en qué estado o clase de vida me mismo Jesucristo, merced a un conocimiento interno, a
quería, porque el fin de mis Ejercicios es «buscar y ha- un amor íntimo, a tina imitación mu y perfecto* hasta
llar la voluntad divina en la disposición de mi vida para por un sentimient o profundo de unidad de persona, que
la salud del ánima» [i]. me hace una misma cosa con Él, como lo son el sar-
V. Llegada la hora de hacer mi elección hice lo miento y la vid 1 y como los miembros constituyen un
posible para que fuera «sana y buena» [175], «sincera solo cuerpo. Parece que toda mi vida no pueda tener
y bien ordenada» [174], «no llegando a carne ni 4 ya otro ser que el mismo de Jesucristo.
inundo» [173], «sin affecciones desordenadas» [ 1 72]; *Fin.
Joan., — El fin de esta tercera semana lo hemos expli
«no ordenando ni trayendo el fin al medio, mas el me
dio al fin» ; yendo derecho a Dios, y no queriendo que 15
**cado anteriormente 1, pero queremos recordar otra vez la vida por Jesucristo. Las cartas de San Ignacio de
las mismas ideas. Antioquía, están llenas de expresiones parecidas.
Jesucristo es nuestra única vida y su deseo es que Nuestro Padre San Ignacio solía decir, que en las
sea vida llena. La existencia de esa vida en nosotros cárceles de Alcalá no había tantas cadenas como las
presupone necesariamente nuestra muerte; paradoja que él deseaba llevar por amor de Jesucristo. Cuando
evangélica cuya explicación la hallamos en el Apóstol! en Italia le quitaron los vestidos y lo llevaron por me-
San Pablo cuando escribe: «Estoy clavado en la cruz dio de un campamento entre burlas y acusado de es-
con Jesucristo : vivo yo, pero no soy yo quien vive, sino pionaje, cuando lo atropellaron en la Tierra Santa por
que Jesucristo vive ea mí. La vida que vivo es vida de haber dado rienda suelta a la devoción y cuando en la
fe en el Hijo de Dios que se ha entregado por mí» 2. ciudad de Barcelona lo dejaron medio muerto por
Palabras misteriosas ciertamente, pero que llegan a ser sa¬lir en defensa de la honestidad y recogimiento de un
en las almas santas una verdadera y profunda realidad. 'monasterio, le parecía hallarse en medio de los miste-
Fácilmente se ve que aquí se habla de la vida sobre- rios de la pasión cuando Jesucristo era acusado, escar-
natural y de la muerte natural y que por lo mismo no necido y atormentado.
ejiste la menor contradicción. La sobrenatural es la La razón más profunda de este misterio nos la da
crucifixión de la natural, con Jesucristo y en Jesucris- el Apóstol cuando dice: «completo en mi cuerpo lo que,
to: «Los que son de Jesucristo han crucificado su carne falta a las penas de Jesucristo para su cuerpo, que es
con los vicios y concupiscencias 3 . La muerte natural la Iglesia» Así entendidas las cosas, nuestra pasión
es cosa visible para todos, la vida sobrenatural no la y muerte son la muerte y pasión de Nuestro Señor Je-
ve mundo y sólo a Dios es manifiesta. «Estáis muer- sucristo. La obradora de tan grande maravilla, es la
tos y vuestra vida está escondida con Christo en Dios.» caridad. La de Dios entregó su Hijo a la muerte por
Este misterio durará hasta la última y definitiva mani- nosotros 2 ; la nuestra hace que nos entreguemos a la,
festación de Jesucristo. «Cuando aparezca Jesucristo, muerte por Dios 3.
amor a Cristo, nos
vida nuestra, apareceréis vosotros con Él en la gloria» 4. Cuando es muy encendido nuestro
La cosa más natural es, que conociendo el alma este hace sentir en lo íntimo de la conciencia y casi
misterio se lance enamorada a la cruz para ser cruci- euxntrid*aspvmyle,rtcon
ficada con Jesucristo. De sí mismo dice San Pablo : nuestro Redentor** La fragua que a imenta ese gran
«Estoy lleno de consolación, reboso de gozo en todas fuego de amor, es pr i ncipalmente la pasión y muerte
mis tribulaciones» 5 . La muerte para él es un ideal : de Jesucristo.
«Mi vivir es Cristo, el morir es una ganancia» 6 . San En la pasión, la caridad, como dice San Pablo, nos'
Francisco Javier al emprender una expedición en la «espolea» «ponderando que por todos murió uno ; que
que le va la vida, no acierta a dar otra razón de su murió por todos para que los que viven, ya no vivan
hay
manera de obrar, que la necesidad que siente de dar para sí sino para el que murió por todos» 4 . No
c osa que mejor nos haga sentir esta unidad moral de
Págs. 133-141.
• Gal., 2, 19-20.
• Gal., 5, 24. • CoL, 24.
• Col., 3, 3-4. • J on, 3, M-
• 2 Cor.. 7, 4. I Rom.., 8, 36.
Phil.,12 4 2º Co r ., 5, 14, 15.
persona que la gracia produce entre Jesucristo y nos: tio debemos contentarnos con pedírselo al Señor, sino
otros, como el padecer y morir con Él. En la misrnt me además en el cuarto punto formal de todas las con-
vida humana, lo que más íntimamente une a las almas. Snerei±,...).„_ fl empeño en.ip,_
es, sufrir los mismos dolores y morir la misma muerte, emplaciones, hem c
practicarles. ‘ El 4.° considerar lo que Christo
por amor. La convicción de los mártires era ésta: que, nuestro Señor padesce en la humanidad o quiere pa-
morían en Jesucristo y que Jesucristo moría en elloti lescer, según el paso que se contempla; y aquí co-
Así se lo dijo Santa Felicitas a sus verdugos.
neazar con mucha fuerz,a v .,,esforzarme a doler, instar
Todo este misterio lo había vivido San Ignacio y em así trabaxando sor Íos otróLaurztó.5,....que,....5e
esta tercera semana quiere introducir en él al ejerci- y llorar,
(595}. Este doloroso esfuerzo se ha de comen-
tante'** «Lo proprio de demandar en la passión es dolar
zar al cumplir por la mañana con la segunda adición:
con Christo doloroso, quebranto con Christo quebranta- asiorzándeme mientras me levanto y me visto en en-
do, lágrimas, pena interna de tana pena que Christo
tristecerme y dolerme de tanto dolor y de tanto pades-
passó por mí» [203]. Ésta es la peticíón de la tercera cer de Christo nuestro Señor» 1 . 2061** En ningún otro'
semana y en ella está contenido el fruto que buscamos, lugar de los Ejercicios usa San Ignacio de tanta energía
de palabras para expresar el sentimiento que quien ei
j Es admirable el sentimiento de íntima y total incorpora- provocar. «Los otros punctos que se siguen» son i
ción con la persona de Jesucristo que el P. Jerónimo Nadal
manifiesta en sus apuntes espirituales. Permítasenos co piar &II al 5. 0 : considerar cómo la divinidad se esconde, es a
dos párrafos siquiera sabes, cómo podría destruir a sus enemigos, y no lo
cAccipe atque exerce diligenter uniones guara, tibi gratificas': hace, y cómo deja padescer la sacratísima humanidad
tur spiritus Domini ad Christurn Jesurn atque ejus percutías,
ut segtiatin spkigu ,, te ser ejus intellectura intelligere, per ve- tan crudelísimarnente » [19.6]. De suerte que la causa
luntatern veije, per rnemoriam recordari. taturnque te et esse Ultima y la más verdadera de sus pikeiziSut°son
vi d ere,, et operan, non in te sed in avisto " haec est hojas teras Te-
sns enemigos, sino aquella voluntad santísima de
poris perfecto sun-una, v i rtus divina, admirabilis sumitasss (Epist ara lozrarlo, oculta la
P. Nadal, IV, pág. 97).
<Horno interius constituendus, qui venos est haud dable guara di vinidad 4:i.±uede impesír tou) J.:SarnaE0
exterior. Is creatus est a ,Deo in Christo; hojas est caput Chri- quiere que -hagamos nuestra esa vóruntadsa ntísima de
stus; atque adeo Christus est hominis intersi et caput et corpus, risto, como lo dice en el sexto punto g el sexto
Jesuc
considerar cómo todo esto palece29/mis pecados, y
ut ecclesiae. In Christo enim est et principiar omnis spiritualis
operationis, et operario simul omnis, et subetantia, et censas, et qué debo -o hacer r - St4,„agjelaz [5973**
vita. In bac capite viget intellectus, et rejuntas, et memoria Jesucristo»;
intellectualís in spiritu, tum sensus interni in codea/. spiritu. Sed acer y padecer por Jesucristo y con
Itnitá est homo perfectas, ubi nihil inferioresa hominem, qui caro he ahí el fin y fruto de la tercera semana, que excede
est, sequitur, et haec inferiora nihil interturbant; quod rarunn sobremanera al de las anteriores. A la pobreza y a la
est in bac rnortalitate. Sensum harem cesan huno habuit quidam humillación propias de la segunda semana, añadiremos
(el misma 1'. Nadal); videbatur videre animan; creandarn a
Deo, ut inocentíae statu fuerat creata, spl gididam. divina elu-
en ésta el dolor, tercer clavo de la cruz de Jesucristo;
dan-1 luce ac dosis naturalibus illustrem tus inmergí ac conta- pero dolor que dure usque od mortent, mortem eutein
et hunc
minara et colligari hac corruptione canje. Hinc, ubi contendit crucis', hasta la muerte en cruz, por Jesucristo,
ad illam lucen et libertatem, Dei gratia in Christo fit, ut con- crucifizzon 2.
stituatur horno interior, qui solos sit toturn hominem gubernatu-
rus** Frie -cero sentitur in luce quadam spirítus et sernos quasi
Christum induamus tata anima et corpore tate, virtutemque ipsius ' Phil., 2, 8.
omni ex parte sentiamus» (Iba, págs. 709 7r0). 2 r.a Cor., 2, 2.
Si el ejercitante ha hecho ya su elección en la se- tro Señor Jesucristo, son la materia de la tercera se-
gunda semana, como lo supone San Ignacio, o si la mana. San Ignacio señala para cada día dos misterios,
La aplazado por especiales dificultades que el caso a pero indica otras combinaciones para los que quieran
las veces ofrece; puesto que en los Ejercicios típicos alargarla o acortarla [209***]. En la lista de los misterios
se trata «de buscar y hallar la voluntad divina en la que pone al final, encierra toda la pasión en diez con-
disposición de su vida para la salud del ánima» [I], templaciones [289-2981. Sea cualquiera la duración de
-o lo que es lo mismo de «que su divina majestad, así la semana., recomienda el Santo que se emplee un dial
de su persona como de todo lo que tiene, se sirva con- en contemplar junta toda la pasión [209],
forme a su santísima voluntad» [5]; es muy fácil que declaránostudeqlosprmne
en esta tercera semana se reproduzcan las dificultades hagan perder de vista la grandiosidad del conjunto,
de la segunda; las de la elección por ejemplo, o las de como tampoco quiere que los padecimientos externos
la ejecución de la misma, a veces más dura y difici** :de Jesucristo nos entretengan tanto, que lleguen a ce-
que aquélla. Entonces habrá llegado la hora de «hacer rrarnos el paso para poder penetrar en el interior de
y padecer». su persona y llegar hasta su voluntad santísima que
San Ignacio conoce la dificultad que esto encierra y «quiere padescer» [195] y hasta la misma «Divinidad
echa mano de los grandes recursos de la segunda se- que se esconde, es a saber, cómo podría destruir a sus
mana, o sea de los tres coloquios de las banderas y de enemigos, y no lo hace, y cómo dexa padescer la
los binarios, «con la nota que se sigue a los binarios», sacratísima humanidad tan crudelisimamente» [196].
que es el mayor esfuerzo espiritual de los Ejercicios. El designio San Ignacio es, que el ejercitante
Quiere el Santo que el ejercitante ponga en juego todos tenga muy presentes en su contemplación todos los
esos medios y con la mayor intensidad posible «según trabajos y dolores de Jesucristo; que se mueva a sí mismo
subiecta materia, es a saber, según que me hallo tentado «a dolor y a pena y quebranto, trayendo en memoria
o consolado, y según que deseo haber una virtud o otra, frecuente los trabajos, fatigas y dolores de Cristo
según que quiero disponer de mí a una parte o otra, se- nuestro Señor, que pasó desde el puncto que nasció
gún que quiero dolerme o gozarme de la cosa que con- hasta el misterio de la passión en que al presente se
templo, finalmente pidiendo aquello que más efficaz- halla» [206]; que en cada paso contemple, no sólo lo
mente cerca algunas cosas particulares desseo» [199]. que ahora padece el Señor, sino además «lo que quiere
El Santo quiere anticiparse a las grandes crisis que" padecer» [195] y que por remate de la semana. dedique
pueden presentarse después de los heroicos esfuerzos un día a contemplar de una vez toda la pasión [208].
que ha sostenido la voluntad, y avisa que el remedio Forma. — Tres son en esta tercera semana las
no está en dar un paso atrás, sino al contrario en abra- formas de oración: contemplación
zarse resueltamente con el padecer usque ad mortem, A los puntos ya sabidos de personas,
mrtem autem crucis, sin querer saber otra cosa que a pa¬lbrsyoeñdncajriotse
Jesucristo et hunc crucifixum. Quien así «se une con muy eficaces.
Jesucristo, es corno dice San Pablo, un solo espíritu
con El» 1. El 40 : considerar lo que Christo nuestro Señor padeces
en la humanidad o quiere padescer, según el paso que se
— La pasión, muerte y sepultura de contempla; y aqui comenzar con mucha fuerza y esforzame-
a doler, tristar y llorar, y así trabajando por les otros
nues** Con, 6, 17. puntos que que se siguen, [195].
Qué energía de palabras tan maravillosa! La tes [53], pero ahora me debo preguntar: ¿qué he de
**luntad del Santo es, que en la pasión de nuestro Se hacer y que he de padecer por Él? Es evidente el pro-
ñor nos entreguemos totalmente y sin reservas al doler, pósito de San Ignacio de que renovemos en este punto
Hemos de contemplar todas y cada una de las penas los grandes afectos de la meditación de los pecados.
que padece y las que quiere padecer, como si fueran pro- Como ya lo hemos advertido, el Santo quiere que
pias nuestras; y esto no ya por la consideración, sino el ejercitante tenga, siempre a mano, las grandes armas
sintiéndolas en nosotros mismos, pues formamos una de los tres coloquios para valerse de ellas cuando lo
sola persona con Jesucristo. pida la necesidad.
El 5º: considerar cómo la Divinidad se esconde, es a Nota. — «Es de advertir, como antes y en parte está
saber, cómo podría destruir a sus enemigos, y no lo hace declarado, que en los coloquios debemos de razonar y
y cómo den padescer la sacratissima humanidad tan pedir según la subiecta materia, es a saber, según que
crudelísimamente [196].
me hallo tentado o consolado, y según que deseo haber
una virtud o otra, según que quiero disponer de mí a
Tengamos siempre ante la vista que quien padece es una parte o a otra, según que quiero dolerme o ga-
Dios, aunque la divinidad se esconda; que padece vo- zarme de la cosa que contemplo, finalmente pidiendo
luntariamente, pues podría destruir a sus enemigos
aquello que más eficazmente cerca algunas cosas par-
no lo hace. Esta su voluntad es lo más precioso de
la pasión; voluntad de padecer que debe ser también la tic ulares desseo; y delta manera puede hacer un solo
nuestra, sin admirarnos nunca de que Díos deje en li- coloquio a Christo nuestro Señor, o si la materia o la
bertad a nuestros enemigos para que nos atormenten, devoción le conmueve, puede hacer tres coloquios, une
como si Él no supiera o no quisiera estorbarlo. a la Madre, otro al Hijo, otro al Padre, por la misma
forma que está dicho en la segunda semana en la me-
El 6°: considerar cómo todo esto padesce por mis ditación de los dos binarios, con la nota que se sigue
pecados, etc., y qué debo yo hacer y padescer por él [197]. a los binarios» ['993.
Las adiciones sufren también alguna variación**
Éste es aquel reflectir sobre sí mismo que San Igna-
cio va buscando siempre como medio el más eficaz En esta tercera semana se mudarán en parte la segunda
para que nosotros tomemos en los Ejercicios parte muy y sexta adición; la segunda será, luego en despertándome,
activa. Todo esto lo padece por mí, en mí piensa Jesús, poniendo delante de raí adónde voy y a qué, resumiendo
a quien quíere mover, es a mí, los pecados por quien un poco la contemplación que quiero hacer; según el miste-
paga. son los míos, y yo soy objeto de un amor de rio fuere, esforzándome mientras me levanto y me visto, en
entristecerme y dolerme de tanto dolor y de tanto padescer
predilección por parte de Jesús. También padece por
de Christo nuestro Señor.
otros, pero éstos no se quieren aprovechar de sus pa-
La 6ª se mudará no procurando de traer pensamientos
decimientos, y se condenan. Hasta aquí, tampoco yo alegres, aunque buenos y santos, así como son de resurrec-
me he aprovechado como debía, pero Él no ha permi- ción y de gloria, mas*** antes induciendo a mi mismo a dolor
tido que yo me condenara y ahora mismo viene otra y a pena y quebranto, trayendo en memoria frecuente los
vez a mí y me invita a amarlo y a seguirle, como si ne** trabajos. fatigas y dolores*** de Cristo nuestro Señor, que
cesitara*** de mi. pasó desde el punto que nasció hasta el misterio de la
¿Qué debo hacer por Cristo? pregutéme an** pasión en que al presente me hallo [206].
terios, es a saber, en la primera contemplación solamente
El examen particular es siempre el mismo. la cena; en la 2ª el lavar de los pies; en la 3ª el darles
El examen particular sobre los exercicios y addiciones el sacramento; en la 4ª el sermón que Christo les hizo, y
presentes se hará, así como se ha hecho en la semana pas- así por las otras contemplaciones y misterios.
sada [207]. Asimismo después de acabada la passión, tome un día
entero la mitad de toda la pasión, y el 2° día la otra mi-
Distribución. —Primero la de la semana. San Igna- tad, y el 3**° dia toda la passión.
cio le da a la tercera siete días, dejando en libertad Por el contrario quien quisiere más abreviar en la
para alargarla o acortarla. Señalados los ejercicios del pasión, tome a la medianoche la cena,ealhmuñrton,
primer día, añade: a la hora de misa la casa de Anás, a la hora de vísperas
la casa de Caifás en lugar de la hora antes de cena la
El segundo día a la medianoche, la contemplación será casa de Pilato; de manera que no haciendo repeticiones ni
desde el huerto a casa de Anás inclusive, y a la mañana el traer de los sentidos, haga cada día cinco ejercicios
de casa de Anás a casa de Cayphás, inclusive, y después distintos, y en cada uno ejercicio distinto misterio de
las dos repeticiones y el traer de los sentidos, según que CristonueSñ;ydpésaícbtodlpsión,
está ya dicho [208]. puede hacer otro día toda la passión junta en un ejerci-
El tercero día a la medianoche, de casa de Cayphás a do o en diversos, corno más le parescerá que aprovecharse
Pilato inclusive, y a la mañana de Pilato a Herodes inclu- podrá [209].
sive; y después las repeticiones y sentidos por la misma
forma que está dicho [208]. Distribución del día. Es la completa, con cinco ejer-
El cuarto día a la medianoche de Herodes a Pilato, cicios: el primero a la medianoche y es una contem-
haciendo y contemplando hasta la mitad de los misterios de
la misma casa de Pilato, y después en el exercicio de la plación; el segundo a la mañana, otra contemplación:
mañana, los otros misterios que quedaron de la misma casa, el tercero a la hora de misa, repetición; el cuarto a la
y las repeticiones y los sentidos corno está dicho [208]. hora de vísperas, segunda repetición; el quinto antes
El quinto día a la medianoche, de casa de Pilato hasta de cenar, aplicación de sentidos. Atendiendo a la edad,
ser puesto en cruj; y a la mañana desde que fué alzado , disposición y temperamento del ejercitante, puede dis-
en cruz hasta que espiró; después las dos repeticiones y minuirse el número de los ejercicios. Oigamos a San
los sentidos [208]. Ignacio:
El sexto día a la medianoche, desde la cruj descendién-
dole, hasta el monumento ejclusive; y a la mañana desde En esta segunda contemplación, después que está puesta
el monumento inclusive hasta la casa donde Nu e stra Se- la oración preparatoria con los tres preámbulos ya dichos,
ñora fué después de sepultado su Hijo [208]. se terná la misma forma de proceder por los punctos y
El séptimo día contemplación de toda la pasión junta en coloquio que se tuvo en la primera contemplación de la
el ejercicio de la medianoche y de la mañana, y en lugar cena; y a la hora de missa y vísperas, se harán dos repe-
de las dos repeticiones y de los sentidos, considerar todo ticiones sobre la primera y segunda contemplación, y des-
aquel día, quanto más freqüente podrá cómo el cuerpo sa- pués antes de cena se traerán los sentidos sobre las dos
cratíssimo de Christo nuestro Señor quedó desatado y apar- sobredichas contemplaciones, siempre preponiendo la
tado del ánima, y dónde y cómo sepultado. Asimismo con- oraciónpetylsrámbuo,egún
subiecta ma-
siderando la soledad de Nuestra Señora con tanto dolor y ter ia, de la misma forma que está dicho y declarado en la
fatiga; después por otra parte la de los discípulos [208]. segunda semana [204].
Nota. — Es de notar que quien más se quiere alargar en
Según la edad, disposición y temperatura, ayuda a la
la pasión, ha de tomar en cada contemplación menos mis-
persona que se ejercita , hará cada día los cinco
o menos [205]. ejer eicios

Documentos. —El único documento que pone San


Ignacio en esta semana, son las reglas para orde
en el comer [210-227], narse

CAP ÍTULO VIII

DIRECTORIO DEL DÍA SÉPTIMO


DE LA TERCERA SEMANA

El mismo San Ignacio nos traza el directorio de


este día con las siguientes palabras : «El séptimo día
contemplación de toda la pasión junta en el exercicio
de la medianoche y de la mañana, y en lugar de las
dos repeticiones y de los sentidos, considerar todo aquel
día, quanto más freqüente podrá, cómo el cuerpo sacra-
tísimo de Christo nuestro Señor quedó desatado
yaprtdoelánim,óycosepultad.Aim
considerando la soledad de Nuestra Señora con tanto
dolor y fatiga; después por otra parte la de los discí-
pulos» [208].
A la dicho sigue una nota explicando la minera de
alargar o acortar el tiempo destinado a la contempla-
ción de la sagrada pasión. Pero en uno y otro caso
quiere el Santo que se dedique un día a meditar «toda
la pasión junta en un exercicio o en diversos como
más le parescerá que aprovecharse podrá» [209].
Es evidente el deseo de San Ignacio, de que la con-
templación de las diferentes misterios no estorbe en
manera alguna a la visión de conjunto de toda esta tra-
gedia de amor, con la que debe terminar la tercera sema-
na. En la pasión existe sin duda alguna una profunda'
unidad que une y caracteriza todos sus pasos con ser
tantos y tan diversos; unidad que nace del pensamiento
y del amor del Redentor, más que de las causas exter-
nas por decisivas y poderosas que nos parezcan. El mis
mo Jesucristo dejó dicho, que la hora de la pasión la
señaló Él y no sus enemigos; que entregaría su vida
cuando 21 quisiera, no cuando lo decidieran ellos 1.
Por otro lado es certísimo, que el valor trascen-
dental que tiene la pasión no se lo da ninguna causa
externa ni el grado o naturaleza de este o aquel
padecimnto.slraimdeJsuctoq
todarsgunvblyifmeto.
CAPITULO
El modo práctico para esta contemplación de con-
junto, varía según sea la condición o el gusto espiritual
de las personas. Procedimiento natural es y muy con- DIRECTORIO DE LA CUARTA SEMANA
forme con la piedad cristiana recorrer los pasos de la
pasión a manera de Vía Crucis, deteniéndose en la con-
templación atenta de los puntos donde mayor devoción El contraste entre la tercera y la cuarta semana es
se sienta. Esto es muy parecido a las repeticiones gene- ciertamente muy notable. Sin duda alguna así lo quiso
rales de San Ignacio. an Ignacio y por eso mismo es sumamente conveniente
Otros, tal vez, se sentirán más atraídos por la con- asegurar bien el efecto que con ello se desea obtener,
templación de ciertos puntos de vista generales, guia- conservando en todo su vigor las ideas, los afectos y
dos por la luz particular que proyecta la santa Cruz 35 sentimientos con que hemos terminado la
sobre toda la vida de Jesucristo y sobre los oficios que contemplaiódsyuertnoSñ
ejercitó en bien de los hombres. A éstos les vendrá muy Jesucrito.
**Recapitulación. — Hemos terminado la tercera se
bien una explicación de las contemplaciones más aco-
modadas a este sistema. mana, no como decíamos en la primera «imaginando»,
Este camino hemos seguido, explanando en el tomo síno contemplando «a Christo nuestro 'Señor delante
tres contemplaciones acerca de los tres oficios princi- y puesto en cruz, cómo de Criador es venido a hacerse
pales que Jesucristo ejercitó con nosotros: el de Re- hombreydviatnurempoal,ysí
morir por mis pecados» [53]. Éste ha sido el final de
dentor, el de Maestro y el de Vida nuestra, contem-
plándolos todos al pie de la Cruz v con el auxilio de Jesús previsto ya desde el pesebre de Belén: «a cabo
la luz clarísima que brota de su pasión y muerte. De k tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de
este modo, cada uno puede elegir el método más aco- frío; de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo
modado a su persona y dejar el que no le conviene. esto por mí» [116]. Así se ha realizado aquel llama-
mie nto del Rey eterno, en el que me declaró sus
Joan., 10, 11. propósitos indicándome al mismo tiempo mi propia
vocaión:«mlutdescoqiarlmundy
todos los enemigos» [o5].
**A los enemigos de la gloria de Dios y de mi santi**
ad: riqueza, honor mundano, soberbia y todos los de
más vicios, los veo al pie de la cruz derrotados y ven-1
nidos [142]. Los han vencido las virtudes contrarias
elevadas por Jesucristo a lo más alto de la perfección:
«pobreza contra riqueza, opprobrios o menosprec io con
tra el honor mundano, humildad contra soberbia; y des- ninguna otra parte como al pie de la cruz de la
tos tres escalones, a todas las otras virtudes» [146]. que está colgado jesucrist o y en el sepulcro donde yace
En tan gran victoria, también a mí me ha cabida: amortajado su cuerpo muerto, se ve con clarídad tan
parte porque he participado en la pasión y muerte de luminosa aquella sentenci a tantas veces repetida por
Jesucristo : «dolor con Christo doloroso, quebranto con Él a sus apóstoles: «No temáis a los que matan el
Christo quebrantado, lágrimas, pena interna de tan cuerpo, y hecho esto, no tienen más qué hacer» 1 . Con
pena que Christo passó por mi» [203]. En asimilarme la misma clarísima luz ve el hombre que las penas y la
los trabajos y penas de Jesucristo, me he puesto «coa muerte no alcanzan más que a enterrar el grano o la
mucha fuerza y e sforzándome a doler, tristar y llo- simiente para que después germine y fructifique abun-
rar» [195], con el propósito de poder decir con San dantemente 2 * Con la gloria de la resurrección, esa mis-
Pablo: «clavado estoy con Jesucristo en la cruz; vivo ma luz resplandecerá brillantísimamente.
todavía, pero ya no soy yo quien vive, sino que es je- En el fondo de los incidentes transitorios de las
sús quien vive en mí» I. penas, se oculta una verdad necesaria y que nunca pasa:
El programa del Rey eterno no terminaba aquí. De- la que oiremos repetir a Jesús resucitado ante sus ate**
cía Jesús, que conquistado el mundo y vencidos todos morizados discípulos oportuit pati Christum et ita in**
los enemigos, quería «así entrar en. la Gloria de su trare in gloriam suam 3; era necesario que Jesucristo
Padre»; y a mí me proponía que «quien quisiere ir con padeciera, para así entrar en su gloria. Lo mismo debe
Él ha de trabajar con Él, porque siguiéndole en la pena decirse de todos y cada uno de cuantos profesan ser
le siga también en la gloria» [95]. Es lo que dice San
discípulos suyos, porque éstos no han de ser de mejor
Pablo: si compatimur, ut et conglorificemur 2 ; si pa- condición que su Maestro, y como Él serán persegui-
decemos con Jesucristo y en jesucristo, es para ser dos y sufrirán en el mundo graves penas'.
también con Él y en Él glorificados. Esta gloria de Todo esto es tan eterno como la palabra de Jesu**
Jesús, que también es mía, es lo que voy a contemplar cristo que nos lo anuncia. Sea, pues, éste el resumen
en la cuarta semana. de la tercera semana: Hemos de padecer por Cristo, con
En la sagrada pasión de Jesucristo unas cosas son acontemplrgidasuecón. Cristo y en Cristo.: y llenos de este es píri tupmseoas
transitorias y otras permanentes. A las primeras per-
tenecen las penas y tormentos de alma y cuerpo que, Fin.— Los místerios que contemplamos en la cuarta
corno hemos contemplado, fueron -tantas y tan terribles.- santifcó.PoremdSanblofe semana son parte esencial en el proceso de nuestra.
Pero éstas a la postre, son en realidad muy poca cosa;
momentaneum et leve, cosas ligeras y de un momento resurrección*** de Jesucristo es necesaria para que seamos
las llama San Pablo 3. Cuando los discípulos espanta**
ju stificados, porque el mismo que fue entregado por
dos le recuerden a Jesucristo la tormenta de su pasión, nuestros pecados resucitó para nuestra justificación'.
oiremos de los labios del Salvador estas brevísimas Las apariciones gloriosas del Salvador son prueba
palabras: Y todo eso junto ¿qué vale? 4. de la certeza de su resurrección y del reino de Dios que

1 Gal, 2, 19 -20. 1 Lc., 12, 4


2 Rota, 8, 17. 2 Jean., 12, 24.
2.1 Cor., 4, 17. Lc., 24, 26.
24,19. ., ELcn Mt, 10, 24; Joan., 15, 20; 16, 33.
5 Rom., 4, 24, 25.
jesucristo dejaba fundado en la tierra'. La Ascensión una vida de verdadera amistad. Debemos sacar nues-
es aquel «volver al Padre» 2 que jesucristo ponía por tra vida de las profundidades del sepulcro de la natu-
remate y término de su misión en la tierra; es aquel raleza, para elevarla con Jesucristo y en Jesucristo a
prepararnos el lugar para nosotros 3 y la condición in- esa gloria inmortal, en la que nuestra alma participe
dispensable para la venida del Espíritu Santo; venida desde ahora de las cualidades sobrenaturales de los
que es promesa del Padre y virtud sobrenatural que bienaventurados.
le sirve a de testigo 5 lo mismo en la santifica- En otro lugar de este libro hemos explicado suma-
ción de los hombres como en sus obras de apostolado. riamente el fin de esta cuarta semana 1, pero volvemos
A nadie, pues, ejtrañará que se dedique a estos mis- otra vez sobre el mismo limitándonos a señalar el ca-
terios la cuarta semana de Ejercicios. minoevtadrcl,peona
La resurrección de Jesucristo lo llena todo con su con el cuidado de hacernos caminar por él hasta
resplandor sobrenatural y es entre todos los misterios conde quiera la voluntad divina.
el principal, tanto por ser el fundamento y la raíz de La petición de la cuarta semana dice así :
todos ellos ; como por su inmediata aplicación en nues- Demandar lo que quiero, y será aquí pedir gracia para
tra santificación. Dos clases de resurrección npacre me alegrar y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de
nosotros de la de Jesucristo: la una corporal, espiri** Cristo nuestro Señor [221].
tual la otra. La primera será efectiva en la segunda ve-1
nida de Jesucristo; la segunda es de presente y de cada Esta alegría y gozo que pedimos, es un don sobre
natural y altísimo en su orden, porque nos hemos de
uno de los momentos de nuestra vida.
El Nuevo Testamento y toda la literatura eclesiás** a legrar y gozar con la alegría y gozo de Jesucristo re**
sucitado. En la pasión tuvimos dolor con Cristo dolo**
tica, al predicarnos que debemos morir con Jesucristo
y ser sepultados con Él espiritualmente, no se olvidan ahora hemos de tener gozo con Cristo resucitado.
de recordarnos que también con Él hemos de resucitar. D os cosas se necesitan para obtene resa gracia: la pri
Valga por todos el tejto de San Pablo: «Hemos sido mera dquir con cimento¬graci :laprimera dquir con cimentop rmediodela
sepultados con Él por el bautismo en orden a la muerte, contemplación de la altura incomprensible desalgríy
a fin de que, así como Cristo resucitó de entre los muer- gozo de Jesucristo; la segunda hacer que el amor al
tos por la gloria del Padre, así también nosotros cami- Salvador convierta en nuestro su gozo y alegría. Éste
nemos en novedad de vida» 6. es el alegrarse, propio de la cuarta semana.
Toda la cuarta semana se encamina a esa nuestra ¿Quién no ve claramente que ésos son dones
resurrección espíritual ; es decir, a que hagamos nues** sobrenaturales que nos vienen de Dios y que nosotros esta-
tros el gozo y la alegría de Jesucristo, a que por el emes obligados a poner de nuestra parte la 'oración y el
camino de esa asimilación lleguemos hasta la misma trabajo para alcanzarlos? Para alegrarnos con Cristo,
Divinidad que vive en Jesucristo, entablando con Dios el trabajo y la oración han de ser nuestra ocupación
en todos los momentos del día, pero de una manera
1 Act., 1, 3. especial en las horas de meditación. San Ignacio, ya al
2 Joan., 14. 28. amanecer del día, quiere que empecemos a cumplir con
Joan, 1 4. oefisct.
Act.,14 2.
Act., 1,8. Págs.
' Ron,., 6, 4, .4-148,
Luego en despertándome, poner enfrente la cont empla- es el gozo y nosotros participarnos de él, porque nos
ción que tengo de hacer, queridorne affectar y alegrar de gozamos de que sea suyo.
tanto gozo y alegría de Christo nuestro Señor [229]. El primer fin, por lo tanto, de las contemplaciones;
de la cuarta semana, es nuestra incorporación gloriosa
Entre día hemos de aprovecharnos de todas cuantas
cosas favorezcan ese gozo, estén e n nosotros mis mos o a Cristo glorioso, y el gozo espiritual de su santa re-
fuera de nosotros. surrección es quien nos ha abierto la puerta para poder
llegar a esa incorporación. Pero San Ignacio no se de-
Traer a la memoria y pensar cosas motivas a placer, tiene aquí, sino que va mucho más lejos todavía y para
alegría y gozo espiritual, asi como de gloria. llegar a la meta propuesta, se vale de la contemplación
Usar de claridad o de temporales cómodos, así como como es costumbre en los grandes momentos de los
en el verano de frescura, y en el hibierno de sol o calor, en Ejercicios. Aclaremos este punto.
cuanto el ánima piensa o coniecta que la puede ayudar, Quiere San Ignacio que reparemos en esta gran ver-
para se gozar en su Criador y Redentor [229]. dad: Jesucristo, a quien largamente hemos contempla-
: El último momento del día, antes de dormimos, debe do en su vida, pasión, muerte y resurrección, sintién-
donos atraídos y unidos con Él por fuerzas y lazos de
ser una renovación de este mismo espíritu junto con el: toda clase, llegando hasta la incorporación con su per-
propósito de intensificarlo al día siguiente.
Dice San Ignacio que nos hemos de alegrar, <inten- sona 1 ; Jesucristo que ahora nos alegra tan intensa-
samente»; si nosotros cumplirnos cuanto nos acaba de mente, es Dios y en Él subsiste personalmente la ple-
enseñar el Santo, hemos puesto ciertamente una intensa nitud entera de la divinidad 2**
preparación para lograr ese gozo. Lo que falta, lo Esta verdad que con la mayor firmeza creíamos por
suplíráagcidvnqestmopidahrs. la fe, pretende el Santo que en cierto modo la experi-
mentemos en nosotros por los maravillosos y santísi-
Es esta cuarta semana estamos ex puestos a un pe-
ligro que o no ejistía en la tercera o no se manifestó mos efectos de la resurrección, propios y característi-
tan abiertamente. Conviene fijarnos en él. Ahora cos de la divinidad. Este proceso recorrió la fe de los
tramos¬deiln.cuatosepibl,gz apóstoles quienes tuvieron la dicha de vivir sensible-
mente la misma vida de Jesús y este mismo debe seguir
de Jesucristo resucitado, y en esto corremos el peligro
la nuestra.
de querer que Jesucristo venga a nosotros en vez de San Juan, el apóstol y de un modo especial el evan-
ir nosotros a Él. Ya dijo San Ignacio, que ésta es una gelista de la divinidad de Jesucristo, nos presenta el
de las más ocultas hipocresías nuestras en todo lo que
inefable misterio de la siguiente manera. Había con-
concierne a nuestras propias comodidades [169].
templado él la vida eterna del Verbo en el seno de la
Ni nosotros, ni cosa alguna nuestra, ni nuestra mis- divinidad y escribe así : «El Verbo estaba en Dios, el
ma alegría deben ser el motivo, el fin y el amor que Verbo era Dios, en el Verbo estaba la vida, la vida era
produzcan el gozo que buscamos, sino sólo y absolu-
tamente Jesucristo y la alegría de que Él goza. Nos- la luz de los hombres y las tinieblas no comprendían
esta luz. Vino el enviado de Dios para dar testimonio
otros somos los incorporados a Él, como los miembros de esta luz, a fin de que todos creyesen en aquella luz
lo están en la cabeza 1 , no Él a nosotros. Suyo, pues,

Joan.,172-6
Col., 1, 18. Col., 2, 6.
grandeza. Dios Padre le llenó de honor y gloria ha-
verdadera que ilumina a todo hombre que vino a este ciendo descender sobre Él esta magnífica voz : Éste es
mundo. El Verbo hizo el mundo, y sin Él nada tiene mi Hijo estimado en quien tengo mis complacencias ;
ser, pero el mundo no le conoció; vino a su casa, y los oídle. Voz que oímos bajar del cielo, estando nosotros
suyos no le recibieron aunque les traía la filiación divina, con Él en el santo monte» 1.
no por carne ni por vía humana, sino por vía divina. El Idéntico procedimiento experimental nos enseña San
Verbo se hizo hombre y habitó entre los hombres» 1. Ignacio. Reparemos en el horizonte infinito que nos des-
Anunciadas estas grandes verdades de la fe, el evan- cubre el cuarto punto formal, primero de los propios
gelista las confirma con su propia experiencia y en cier- de la cuarta semana.
to modo las hace hasta sensibles. «Hemos viste su glo- recíasond lpió,arecysmut «El cuarto: considerar, cómo la divinidad que pa**
ria, dice, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad» 2 . «Al que era desde el principio, al ahora tan milagrosamente en la santísima resurrección,
Verbo de vida, nuestros oídos lo han oído, nuestros ojos por los verdaderos y santísimos ctos dela».[23] efe
lo han visto y lo han tocado nuestras manos. Se nos Ah
cuanto
ondems podamos en la consideración de
ha manifestado la vida sensiblemente; la vimos y damos la divinidad a que nos invita San Ignacio, hasta sentir,
testimonio de ella. Os anunciamos esa vida eterna que .si es posible, por ejperiencia su acción. Estemos ínti-
estaba en el Padre y se nos descubrió. Lo que vimos mamente persuadidos de que ese Jesús Dios, no está
y oímos, eso os predicamos para que también vosotros fuera de nosotros. Nos incorporó a sí con unidad de
gocéis de nuestra comunión y para que esa comunión vida sobrenatural y ahora vemos, que esa incorpora-
nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os ción la quiso y la buscó Él, no para comunicarnos su
escribimos todo esto para que os alegréis y para que vida humana, sino para hacernos partícipes de su misma
sea completo vuestro gozo» 3. vida divina; es decir, para divinizarnos: «ut*** nos
El apóstol San Pedro usa de un procedimiento pa- divinitatis*** suae tribueret esse participes» 2 . Penetremos
recido al de San Juan. Quiere meter a todos los fieles en tan profundo misterio.
en el que él llama «el reino eterno de Jesucristo Señor Cuando Jesús dijo a Nicodemus que debíamos na-
y Salvador nuestro», afianzando en ellos firmísima- cer otra vez a , se refería naturalmente a esta vida di-
mente esta verdad. Establecer ese reino ha sido la ocu- vina que se añade a la natural. Nacimos de un hombre
pación y el ministerio de su vida, y viendo ahora que y debemos nacer a su vez de Dios, por Jesucristo y en
esa vida se le acaba rápidamente, como ya se lo ha Jesucristo. Como en el orden de la naturaleza sería
anunciado el mismo Jesús, quiere escribir su testa- cosa anormal que uno se quedase siempre en el mismo
mento y dejárselo para que lo recuerden frecuentemente estado que tiene al nacer, tampoco en este nacimiento
después de su muerte. Escribe así con gran solem- sobrenatural podemos quedarnos estancados, sino que
nidad:
«Os hemos manifestado la virtud v la presencia de Aquel conocer cada día mejor a Jesucristo, amarle
Jesucristo Señor nuestro, no ilusionados por doctas es- cada día más, e imitarle más de cerca y sentirnos una
peculaciones, sino como testigos oculares de su propia

Joan., 1-14.
2
ª Petr., 1 11-18.
2 Offert. Missae; 2ª Petr., 1, 4.
Joan., 1, 14. Joan., 3 , 3.
Joan***., 1, 2-4.
sola persona con Él en los padecimientos de su pasión, parte contamos con los actos meritorios y divinizadores
cosas éstas que San Ignacio nos mandó pedir y pro.. de la presente vida.
curar en la segunda y tercera semana, no tienen otro Tanto en la una como en la otra vida sobrenatural,
fin que estrechar más y más nuestra unión con la divi- ejisten en la intensidad grados diversos** La fe, la es-
nidad. El conocimiento, el amor, la imitación activa y peranza y la caridad que son las virtudes que nos di-
la compenetración con la vida sobrenatural, no conocen vinizan, crecen de claridad en claridad 1 , más en unas
límite alguno ; la unión divinizadora tampoco lo tiene almas que en otras, y hasta en una misma, según los
y no se detiene hasta pensar como Dios, amar como designios de Dios y nuestra propia cooperación.
Dios, sentir como Dios y gozar como Dios. Hay entre las almas diversidad puramente gratuita
Esto que decimos no es el sueño de los panteístas, según el ministerio a que las destina Dios dentro de
en el que el alma, al ser absorbida por Díos, en reali- su Iglesia, como existen en el cuerpo humano diversos
dad desaparece totalmente y viene a parar en la nada, miembros encargados de actos diferentes. Aparte de
que es el término fatal de todas las cosas fundadas en ésta, aun hay otra diferencia en la que nosotros inter-
la falsedad** venimos según sea el fruto que sacamos del talento que
La divinización del cristiano, por el contrario, con- el Señor nos ha confiado. Así por ejemplo, uno camina
siste en la unión con Dios mediante los actos producidos. y otro corre; una semilla produce sólo el uno p or, uno,
por el alma ayudada de otro principio sobrenatural y otra el mil por uno. La vida divina es infinitamente
adherido a ella. Conoce a Dios, pero con luz divina. participable; Dios la reparte con amor creciente en ra-
Ama a Dios, pero con la claridad que le infunde el zón de nuestra fidelidad en corresponderle. Las progre-
Espíritu Santo. Goza de Dios, pero es entrando en el siones de un amor fiel superan todos los cálculos mate-
mismo gozo divino. Vive en Dios y Dios vive en ella, máticos y nos acercan a Dios uniéndonos con Él de
pero no por unión personal con Jesucristo 1 , sino por, manera cada vez más perfecta.
otra clase de unión que, conservando la total distinción El argumento más frecuente de cuantos maneja San
entre la personalidad humana y las personas divinas, Pablo en sus predicaciones, es el de nuestra diviniza-
comunica a la primera una participación de la natura- ción por Jesucristo que él designa con la frase da ple-
leza divina y de la vida de Dios. nitud de Dios». Misterio es éste oculto a todos los tiem-
Semejante divinización del hombre, admite diferen- pos y no hay luz de entendimiento creado que pueda
tes grados. Tiene sus principios en la presente vida al comprenderlo; por eso el Apóstol dobla su rodilla ante
modo de semilla que germina y alcanza su término en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, pidiéndole que
la otra, cual fruto que llega a la madurez. Aunque en envíe su luz sobrenatural para que ilumine las almas
grados sean diferentes, las dos son una, porque en ésta y les dé a conocer estas grandiosas maravillas 2.
como en la otra vida, ambas se alcanzan por el conoci- Guiados por Jesucristo resucitado, aun podernos ade-
miento: el amor y la fruición. Siendo los actos de esta lantar más en este camino. Nuestra divinización es obra
vida ' sobrenaturales, dan derecho a los actos sobrenatu- peculiar del Espíritu Santo y de este modo toda la San-
rales de la otra. Dios nos ha llamado al orden sobre- tísima Trinidad concurre a nuestra santificación. El Pa-
natural gratuitamente, pero ha querido .obligarse en dre nos envía a su Hijo para que nos redima; el Hijo
justicia a darnos la plenitud en la patria, si por nuestra
32C.o1r8ª,
1 Col., 1, 15. Eph., 1, 18; 3, 19.
nos merece la gracia y nos comunica la doctrina de la
santidad que el Padre le ha dado; el Espíritu Santo las virtudes y dones- sobrenaturales que la acompañan.
vivifica y hace que fructifique en nosotros esa gracia di- Cuando nos tiene de esta manera unidos con Jesu**
vina y que entendamos y practiquemos las enseñanzas cristo, entonces pone en acción dentro de nuestras al
de Jesucristo. *almstode nviasobretul,
Más aún. Toda la Santísima Trinidad viene a nos- manera que el sol hace circular la savia de las plantas
otros, no tan sólo por medio de sus dones, sino perso- vistiéndolas de hojas, de flores y de frutos.
nalmente y hace de nuestras almas su morada, donde Dejando a un lado las metáforas, he aquí algunos
realmente habita. Es palabra de Jesucristo: «Si alguno de los actos vitales que produce en nosotros el Espíritu '
me ama, vendremos a él y haremos morada en él» Santo, sacados de lo que nos dicen los textos revelados.
Ahora bien; ese morar divino de la Trinidad en nos- Él nos comunica el conocimiento o sentido de Dios y
otros es, como dijimos, obra peculiar del Espíritu San- 'de Jesucristo' con cierta unción y gran suavidad 2 ; es
to. Él víveen el alma santa como en su templo y por el Maestro que nos da a entender la doctrina de Jesu-
la unidad de naturaleza entre las tres personas, hace cristo y nos la recuerda en el momento oportuno 3 ; el
que las otras dos estén allí igualmente presentes. Los que habla por nosotros en los casos de peligro y difi-
Padres de la Iglesia no han logrado encontrar compa- cultad 4 ; el que difunde en nuestros corazones la carí-
raciones adecuadas para expresar esa unión del Espí- dad divina 5 ; y finalmente el que hace que seamos un
ritu Santo con nosotros; porque no es unión personal mismo espíritu con Dios 6.
como la que tiene la naturaleza humana en Jesucristo San Ignacio aun nos da otro quinto punto propio de
trascendilm.
lal cuart seman ,queac b por ev larnoslainme sa
con la persona del Verbo; pero excluido ese grado su-
premo e inefable de unión substancial, ninguna unión
accidental basta para declararla, «El quinto: mirar el oficio de consolar, que Christo
¿Hay cosa mejor y más unida que una gota de agua nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos
con otra, o el perfume con el objeto perfumado, o el suelen consolar a otros» [224
fuego con el hierro de la fragua hecho ascua? Pues • De los varios oficios que Jesucristo tomó como suyos
aun estas comparaciones las tienen por insuficíentes, propios, muchos se acaban con su vida temporal; por
porque nuestra unión con el Espíritu Santo es vital y ejemplo, el de Redentor 7 , el de Legado divino s de un
por esa razón debe compararse con la que existe entre Nuevo Testamento y el de Compañero 9 y partícipe del
el alma y el cuerpo que vivifica, excluida se entiende nuestras penas, etc., etc. Otros continúa teniéndolos,
la subsistencia personal que nos haría dioses. como el de Abogado nuestro 10 ante su Padre celestial.
El Espíritu Santo es en nosotros el principio de la)
vida sobrenatural. Quien formó a Jesucristo, lo llenó
de la plenitud total de la gracia y le hizo obrar las ma- 11ª
ª Cor., 2, 16.
• Joan., 2, 27.
ravillas de la redención. Él mismo echa ahora mano Joan.. 14, 26; 16, 13.
de la plenitud de esa gracia y la desvía hacia nosotros, 20. lit.,M10
así como la sangre vital sale del corazón para vivificar • Ron., 5, 5.
los miembros, y nos hermosea y enriquece con todas . ° Cor.,617 L a1ª
1ª Petr., 1, 18, 19.
' Jean., 12. 49.
Jean., 14, 23 o Tit., 3, 4.
Jean., 14, 13.
Ahora nos dice San Ignacio, que uno de los oficios Ya se entiende qüe todo esto se refiere de un modo
que Jesucristo resucitado conserva y ejerce con espe**
cial propiedad es el de Consolador 1 : Trae el oficio particula r al amor sobrenatu ral , pero no debemos mm-
de ca olvidar que Jesucristo, además de ser Dios, es hom-
consolar, y la verdad no le vimos hacer otra cosa du** bre, hermano nuestro y de nuestra misma carne y san-
rante los cuarenta días que tardó en irse al cielo des** gre, que nos ama con amor sensible, aunque el motivo
pués de haber resucitado. último de amarnos sea sobrenatural. San Ignacio, pues,
Divinamente consuela echando de las almas las tris- nos traza aquí el camino por donde subimos a la amis-
tezas que acarrea la vida humana de un modo espe** tad divina, que no es otro que Jesucristo, Dios y hom-
cial los miedos de la pasión, y descubriéndonos los
bre verdadero 1 , ayudados, por lo tanto, con todas las
ideales de la vida inmortal que Él inaugura, para la que suavidades de la vida divina y humana.
también nosotros hemos sido llamados 2 . Consuela tam** Pongamos ya término a la declaración del fin de la
bién humanamente, porque no se olvida nunca de que,] cuarta semana, larga en ejceso para lo que pide el
excluido el pecados en todo quiso ser igual a nosotros. carácter de directorio, pero corta y pobre para su tras-
Así' lo vemos buscar y aprovechar las coyunturas cendenc i a en la vida espiritual.
más amorosas, preparar las sorpresas más inesperadas, De intento pasamos por alto la «contemplación para
comer con sus apóstoles y hasta prepararles Él miso alcanz ar amor»; porque siendo la corona de los Ejercicios,
el desayuno 4. se sale del ámbito de esta cuarta Nos
A éstos los consuela, asegurándoles que estará siem** parece más acertado dejar su exposición para su
pre a su lado hasta la consumación de los siglos, no proi*luga.
solamente asistiéndoles con su protección, sino con su Materia. —DiceSanIgoqulmtridea
presencia sacramental 5. Los consuela revelándoles el lu-
cuarta semana es «la resurrección y ascensión, ponien-
gar que les tiene preparado en el cielo y prometiéndoles- do tres modos de orar» [4], y de hecho en el catálgo
el envío del Espíritu Santo, Consolador por excelencia s. de los misterios puesto a continuación de los tres mo-
Nos dice San Ignacio que «comparemos cómo unos dos de orar, están la resurrección, trece apariciones y
amigos suelen consolar a otros», queriendo significar, la ascensión de nuestro Señor Jesucristo [299-3121.
con ello que Jesucristo no quiere dejar ese oficio de Sobre la venida del Espíritu Santo, no pone contem**
Ser 'amigo nuestro. Lo es en verdad y quiere que tam plación propia, tal vez porque no es misterio que en
bién nosotros lo seamos suyos. realidad pertenezca a la vida de Jesucristo. Pero adu**
de amistad es entre todos los amores el más ciendo el Santo en la contemplación de la ascensión.
perfecto por lo que supone y exige, a saber: conoci** las palabras de Jesucristo que «mandóles a los após-
miento mutuo, mutua caridad de benevolencia dada y toles que en Jerusalén esperasen el Espíritu Santo
recibida desinteresadamente y comunicación íntima 3 prometido», parécenos que no será contrario al pensa-
familiar. miento, al espíritu ni a la letra siquiera de San Ignacio,.
contemplar también este inefable misterio que corona
Joan14,8. la obra de nuestra santificación y consiguientemente la
- Joan., x6, 22**
Hebr., 4 , 13. obra del Redentor.
Joan., 20, 16, z9; 27; Losma**tres modos de orar [238-260] más que a la
21, 9; Luc., 24, 43.
Mt., 28, 20.
6 Jean., 1 4, 2, 16.
Joan., 14, 6.
la resurrección, que se tuvo en toda la semana de la pa-
tenia pertenecen a la forma de esta semana y por eso sión. De suerte que por esta primera contemplación de la
los ciamos como documentos. resurrección, se rija en cuanto los preámbulos, según
Forma. — Las ciases de oración son las mismas que subiecta materia; y en quanto los cinco punctos sean los mis-
mos; y las addiciones que están abajo sean las mismas; y
en la tercera semana : contemplación, repetición y apli** así en todo lo que resta se puede regir por el modo de la
cación de sentidos [2263. Los preámbulos son tres y semana de la passión, así como en repeticiones, cinco sen-
los puntos llamados formales, cinco. De éstos los tres tidos, en acortar o alargar los misterios, etc. [226].
primeros son idénticos a los de la segunda y tercera
semana. Distribución. — No nos dice San Ignacio cuántos
El primero, 2º y 3º puncto sean los mismos sólitos que días debe durar la cuarta semana. Conocido su sistema,
tuvimos en la cena de Cristo nuestro Señor [222]. nos parece la cosa más natural que esto lo deje al rec-
El
to criterio del Director. No contando el tiempo que se
cuarto y quinto son propios de ésta. destine a la «Contemplación para alcanzar amor» [230-
2371 y a los «Tres modos de orar» [238-260], si se
El cuarto: considerar, cómo la Divinidad. que parescía quieren contemplar todos los misterios que el Santo se-
esconderse en la pasión, parece y se muestra ahora tan ñala 1299-312], a razón de dos misterios por día, se
milagrosamente en la santisima resurrección, por los
verdaderos y sanctissimos efectos de ella [223]. emplean bien siete días completos.
El quinto: mirar el officio de consolar, que Christo Para la distribución de cada día nos hemos de ate-
nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos suelen ner a la nota segunda, según la cual lo más conve-
consolar a otros [224]. niente es hacer dos contemplaciones por la mañana, una
repetición antes de vísperas y la aplicación de sentidos
La nota que pone a continuación San Ignacio, no antes de la cena. Según esto, se suprime en esta semana
parece referirse a los puntos formales, antes a los ma- - la oración de la medianoche. Leamos las palabras del
teriales en que se divide el asunto de la contemplación. Santo:
La tercera, dado que en todas las contemplaciones se La segunda nota: comúnmente en esta quarta semana es
dieron tantos punctos por número cierto, así como tres o más conveniente que en las otras tres paseadas, hacer qua-
cinco. etc., la persona que contempla puede poner más o tro ejercicios y no cinco: el primero luego en levantando
menos puntos, según que mejor hallare; para lo qual me- a la mañana: el 29 a la hora de missa o antes de comer
dío aprovecha antes de entrar en la contenlación en lugar de la primera repetición; el 3.° a la hora de vís-
conietura eñalar los puntos, que ha de tomar en cierto nú-
ys peras en lugar de la segunda repetición; el 4.° antes de
mero [228].. cenar** traiendo los cinco sentidos sobre los tres ejercicios
del miento día, notando y haciendo pausa en las partes más
En lo del número de coloquios, da amplia liber- gus*
principales, y donde haya sentido mayores mociones y
tad [225]. tos espirituales [227].
Varias de estas normas las resume el Santo en la
nota que pone después de la primera contemplación. También advierte cómo deben guardars e las adi-
ciones.
En las contemplaciones siguientes se proceda por todos
l os mi sterios de la resurr ección, de la manera que abajo se En esta cuarta semana en todas las diez addiciones se
sigue, hasta la ascensión inclusive, llevando y teniendo en han de mudar la 2ª la 6ª , la 7ª y la so E.
lo restante la misma forma y manera en toda la semana de
La 2ª será luego en despertándome, poner enfrente la
contemplación que tengo de hacer, queriéndome afectar y.
alegrar de tanto gozo y alegría de Cristo nuestro Señor.
La sexta, traer a la memoria y pensar cosas motivas a
placer, alegría y gozo espiritual, así como de gloría.
La 7ª usar de claridad o de temporales cómodos, así
como en el verano de frescura, y en desinovlrca,
en quanto el ánima piensa o coniecta que la puede ayudar, PARTE TERCERA
para se gozar en su Criador y Redentor.
La 10ª , en lugar de la penitencia, mire la temperancia PREPARACIÓ N A LOS EJERCICIOS
y todo medio, si no es en preceptos de ayunos o abstinen** ESPIRITUALES
cias, que la Iglesia mande, porque aquéllos siempre se ha
de complir, si no fuere justo impedimento [229].
CAPÍTULO
Respecto de los «Tres modos de orar», como son
formas de oración diferentes de las que generalmente ANOTACIONES
se practican en el ejercicio o meditación, y su explica**
ción la hemos de dar al tratar de los documentos, nos
D
contentamos ahora con citarlos solamente.
ocumentos. — Son dos: «Tres modos de orara
[238-260] y las «Reglas para el sentido verdadero en
texto. — Anotac iones para tomar alguna inteligencia
en los Ejercicios espirituales que se siguen, y para ayudarse
así el que los ha de dar, como el que los ha de rescibir [r].
la Iglesia» [352-370].
En la primera división que en la cuarta anotación COMENTARIO. — San Ignacio pone las anotaciones al
del principio del libro, hace San Ignacio de los Ejerci- principio de su libro, antes del titulo del mismo, indi-
cios, incluye explícitamente en la cuarta semana los cándonos con ello claramente que son una como prepa-
«Tres modos de orar». Esto, como claramente lo da a ración o introducción de los Ejercicios. Unas son para
entender el Santo en la anotación 18, no quiere decir el Director y otras para el ejercitante, pero es muy
que sólo en la cuarta semana se puede practicar ese conveniente que los dos las lean todas, pues lo que en
modo de orar** ellas se refiere a uno directamente, también aprovecha
En el segundo documento no hay nada que de un al otro indirectamente. Todas deben leerse y considerar-
modo especial pertenezca a esta semana. Lo comenta** se, pero algunas merecen además cumplida explicación.
remos al fin de todos en el tomo siguiente, porque es En las anotaciones, no hay que buscar una teoría o
el que cierra el libro de los Ejercicios y no tiene en un sistema, porque generalmente hablando, son sólo no-
ellos señalado otro lugar. tas prácticas** Si alguna vez encierran también doctrina,
ésta como aquéllas va dirigida a la práctica.
El fin de las anotaciones es formar el criterio v la
mentalidad del ejercitante, crearle un ambiente interíor
y exterior y un espíritu, propios de los Ejercicios de
SanIgnacioyeldeltodonec sariospar sac rde l os
el fruto que se desea._
Basta una lectura de las anotaciones para hacernos affecciones desordenadas, y después de quitadas para bus-
ver las muchas precauciones que se toman, y cómo se car y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida
atiende en ellas a tantas _cosas con un cuidado y una para la salud del ánima, se llaman exercicios spirituales [i].
minuciosidad mayores de lo que se acostumbra a tener
en los asuntos humanos; esto sólo engendra ya en e! COMENTARIO. — Dos partes tiene la presente anota-
ánimo, el convencimiento de que el problema de la san- ción. En la primera declara San Ignacio lo que se en-
tidad que se trata de resolver en los Ejercicios, es entre, dende en general por ejercicios espirituales; a saber,
todos el único esencial. Anotaciones hay que sólo tienen una actividad del alma en orden a su santificación. En,
aplicación en los días de Ejercicios; otras, en cambio, la segunda determina específicamente lo que son sus
dan leyes espirituales para to do el curso de la vida. Ejercicios, o sea, un sistema de preparar y disponer el
El título de las anotaciones*** nos dice que son «para alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas,
tomar alguna inteligencia en los Ejercicios espiritua- yunavezqitds,prbcayhlvountd'
les». No les pidamos, pues, más de lo que tienen, pero divina en la disposición de su vida para la salvación
leídas consideradas a continuación de la Teoría ge- del alma.
neral ejpuesta en el presente volumen, tal vez nos pue- Por tanto, unas operaciones que no sean de esta na-
dan decir algo más. Nadie, pues, se ejtrañe si repeti- turaleza. podrán ser ejercicios espirituales, pero no
mos en estos comentarios algunas ideas dadas ya al serán los Ejercicios espirituales de San Ignacio.
tratar de la Teoría. La palabra ejercicio tiene en boca del Santo doble
El primer Directorio ignaciano 1 indica la convenien- significación, una general y otra particular. Tomada en
significac
ión,
cia de que a todos cuantos hacen los Ejercicios, en sentido general, abarca el conjunto de actos contenidos
cualquiera de sus formas, se les declaren y expliquen en su libro y ordenados a la consecución del fin que
las anotaciones, porque de conocer la mente de San Ig- se propone el Santo. Éstos son los Ejercicios definidos
nacio, sólo provecho puede seguirseles, aun cuando de en la primera anotación.
ellos sólo hagan una aplicación la más breve. Las anota- En la segunda significación, se da el nombre de ejer-
ciones se ponen en el libro todas juntas, pero pueden cicio, en particular y por antonomasia, a cada hora de
declararse ahora unas, ahora otras, corno más conven- oración.
ga** Después pueden leerse todas seguidas y de una vez. La primera acepción se toma siempre en plural «los
Ejercicios» y la segunda, en singular o en plural:
Anotación primera ejercicio, dos ejercicios.
De la ejplicación del nombre hay que pasar al co-
TEXTO. — nocimiento de la realidad por él significada. Lo que el
La primera annotación es, que por este nom-
bre, ejercicios espirituales, se entiende todo modo de exami- nombre quiere decir es, que los ejercicios son una ac**
nar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal tividad espiritual del ejercitante, continua, e incesante
y mental, y de otras espirituales operaciones, según que ade-
del mismo modo que los ejercicios corporales son una
lante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr
actividad material. Error grande sería por parte del
son cjercicios corporales; por la mesma manera todo modo
de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las que hace los Ejercicios dejarlo todo a la actividad del
Director o adoptar una actitud pasiva o ejpectante,
como si todo le hubíera de venir del cielo. Al contra-
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º . pág. 77. ri o, todas sus potencias deben entrar en acción ocu-
**pándose en toda clase de operaciones espirituales, tales que lleguemos a aborrecerlas; pasando después más
como ejaminarse. meditar, contemplar, orar, etc., etc. adelante aún, hasta despojarnos del amor a las mismas
Semejante actividad de parte nuestra, no tiene más cosas inocentes o buenas, cuando a ellas no nos mueva
obj eto que preparar nuestra alma y disponerla para qui- el agradar al Señor, sino que las buscamos o las que-
tar de sí todas las afecciones desordenadas, a fin de remos guardar movidos por motivos s naturales y hu -
que una vez quitadas, podamos buscar y hallar la vo** manos, no puramente por el mayor servicio de Dios y
luntad divina en la disposición de nuestra vida. Con provecho espiritual de nuestras almas.
esto quedan p erfectamente determinadas las tres partes Si el hombre no ha echado de sí semejantes afeccio-
que corresponden a nuestra actividad, a saber: 1ª , pre** nes, que no intente buscar, ni mucho menos hallar la
parar nuestra alma y disponerla para quitar las afec- voluntad divina en la disposición de su vida y en las
ciones desordenadas; 2ª, quitar de hecho las tales demás cosas, porque como agudamente lo apunta San
afecciones; 3ª, una vez logrado el propósito, buscar y Agustín, amor meus pondus*** meum,elpesodafc*
hallar la voluntad divina. Nótese que las tres cosas son ciones inclinará de un lado la balanza de la delibera-
del todo necesarias en los Ejercicios típicos de San ción aun sin darnos nosotros cuenta de ello.
Ignacio y que ninguna de ellas puede faltar. La raíz y fuente de estas afecciones desordenadas,
Además, las tres han de practicarse según el orden es nuestra misma naturaleza caída por el pecado; por
señalado sin que éste se pueda variar o invertir ; pues eso no está en nuestras manos quitar las causas de las
tan absurdo sería querer buscar la voluntad divina sin mismas ; pero sin duda es uno de los grados de la vida
quitar antes las afecciones desordenadas, como pensar espiritual llegar a corregir ese desorden radical
en lograr esto último prescindiendo de la preparación poniedraqulstomr,eipdnqusa
y disposición que ello requiere. Claro es que la gracia afecciones desordenadas del corazón obscurezcan la luz
divina ha de obrar mancomunadamente con estas nues- de nuestra inteligencia adelantándose a ella, o
tras actividades, pero es mayor éxito suyo crear en pertubnlaod micóneustravold.
nosotros un alma nueva, desnuda de afecciones desorde- Poder llegar a semejante estado, es un don especia-
nadas tal vez antiguas, y ponerla en camino de hallar lísimo de Dios y una creación nueva del Espíritu Santo
con seguridad la voluntad divina. — emitte Spiritum tuum, et creabuntur —; y lo que en
¿Pero cuáles son esas afecciones desordenadas? San este punto se propone San Ignacio en sus Ejercicios es,
Ignacio da ese nombre al amor, poco o mucho, que que nosotros nos preparemos y dispongamos para que
te¬nmosalpr cos[184-]delqu, Dios obre en nosotros tal maravilla, seguros de que Él
a veces no nos damos, cuenta >ere que en la hora de suplirá lo que faite. Solía decir el Santo, que hay po-
las deliberaciones nos inclina a un lado o a otro, despertando des** cos hombres, y tal vez ninguno, que comprenda bien
pertando en nosotros ganas, deseos o repugnancias ins** cuánto estorbo ponemos a Dios, y cuánto obraría Él
piradas por él desde lo más oculto del corazón donde en nosotros si no le pusiéramos impedimentos.
se asienta.
¿Y qué quiere decir quitar de sí todas las afecciones
des ordenadas? Pues trabajar con el mayor empeño pasa! Anotación segunda
desarraigar ese amor que en el estado de nuestra caí- Tato. —La segunda es, que la persona que da a otro
da naturaleza, nos es natural y nos lleva a lo malo y modo y orden para meditar o contemplar, debe narrar fiel-
peligroso. En esto no nos hemos de detener hasta tanto mente la historia de la tal contem p lación o meditación, dis-
curriendo solamente por los pandos con breve o sumaria de**
claración; porque la persona que contempla, tomando el mones del Director, sino en orar sin temor de hallarse
fundamento verdadero de la historia, discurriendo y racioci- solo en la presencia de Dios o creerse desarmadopro
nando por sí mismo, y hallando alguna cosa que haga un prir
oecdsuntiyabvmexpus. a la oración con sólo una verdad árida al parecer,
poco más declarar o-sentir la historia, quier por la racio-
cinación propia. quier sea en quanto el entendimiento es
ilucidado por la virtud divina; es de más gusto y fruto San Ignacio dicelo que ha de hacer. Aférrese
spiritual, que si el que da los exercicios hubiese mucho de- como a fundamento inconmovible, a la roca de la ver-
clarado y ampliado el sentido de la historia; porque no el dad conocida por la fe, por la razón o por la historía;
mucho saber harta y satisface al alma, mas el sentir y gus- golpee vigorosamente esa roca con el discurso y racio-
tar de las cosas internamente [2]. cinio o contémplela detenidamente con los ojos del
espíritu; avive su esperanza en la iluminación divina, y
COMENTARIO. – Comyadejsichárba, dude un punto de que al fin saltarán de esa roca
los Ejercicios de San Ignacio son todo actividad espi- las limpias aguas de una oración sabrosa y fecunda
ritual que corre a cargo del ejercitante y no del Direc** . Esta segunda anotación encierra en sí una gran ley
tor, ya que la tarea de este último es muy reducida. de la vida espiritual, sacada de la psicología humana
El Director no tiene que inventar ni buscar siquiera y ordenada a la más alta pedagogía y formación del
la materia de la meditación; está ya bien determinada hombre. No el mucho saber harta y satisface el ánimo,
en los Ejercicios; todo su cuidado ha de consistir en' sino el sentir y gustar de las cosas internamente.
conservarla intacta sin dejarse tentar de la curiosidad, El maná dado por Dios a los Israelitas, contenía
de la erudición o del afán y concupiscencia científica. toda clase de sabores, pero no gustaba mayor número
Después, ha de ser fidelísimo a la verdad poniendo todo .de éstos el que lo recogía en mayor cantidad, sino aquel
su empeño en no desvirtuarla con humanas exagera- que sabía saborearlo aun cuando sólo comiera de él
ciones y on no cercenarla por temores algunos. La ver- una porción pequeñísima. Esto mismo acontece con la
dad no es un vestido que se ha de cortar a gusto y a verdad, especialmente con la sobrenatural, que aun la
la. medida del cliente; sino que el hombre es el que parte más pequeña de ella, lo encierra todo. Lo único
ha de ajustarse en todo a sus formas. En tercer lugar necesario es, saberla gustar mediante la propia activi-
quiere San Ignacio, que el Director sea hábil para dad dad ayudada con el concurso de la divina gracia. Un
con los puntos esenciales de cada materia y fiel en pro** sol o hilillo del agua sabrosa y pura, nos llevará a la
ponérselos al ejercitante mediante una breve aclaración• fuente que es Dios, mar inmenso de verdad. Las fuen-
Finalmente debe trazarle a éste el orden y la manera tes de la consolación espiritual son estas dos: el propio
que ha de tener para bien meditar o contemplar; o en esfuerzo y la luz divina. Pongamos nosotros lo que está
otras palabras, le ha de explicar y enseñar el método de nuestra parte, que todo lo demás se nos dará por,
de orar. añadidura.
Por lo dicho se ve claramente que la principal acti- Esta anotación tiene por otra parte la particularidad
viciad corre por cuenta del ejercitante y que éste debe de ser como un retrato interno de San Ignacio. De él
ponerla toda entera en el ejercicio; es decir, en la me* decía el P. Laínez, que era hombre de pocas
ditación o contemplación que al fin y al cabo es el acto Pero téngase en cuenta que el Santo las penetraba has-
capital de los Ejercicios. Las horas principales del día ta el fondo, a la par que ellas lo penetraban a él me
las ha de ocupar. no en lectura de libros o en oír ser** tiéndose en las raíces mismas de su alma.
Los Ejercicios Espirituales participan del mismo ca**
rácter : pocas verdades, pero seguras. bien sentidas, al hablar con Dios; acto tan particularmente cristiano y
hechas luz, amor y fuerza, y puestas en calidad de propio de las almas santas. Jesucristo durante su vida
motor de la vida entera. mortal nos dió en este punto, ejemplos admirables , y
La palabra sentir la repite San Ignacio en esta por ello, corno bien lo advierte San Pablo, fué oído del
anotación refiriéndola a las verdades meditadas o con- Padre.
templadas. Palabra o expresión llena de profunda sabi La reverencia es un acto de adoración, mezcla a la
**duría y muy propia de los Ejercicios; porque sentir vez de amorofi.laPydehumqsirv
una verdad, no es sólo conocerla, sino cobrar de ella sea legítima, ha de salir del entendimiento, pasar por
un gran aprecio y llevarla bien meditada al punto de la voluntad y llegar hasta el sentimiento, porque éste
concurrencia de las fuerzas espirituales y sensibles, lla** es el camino natural de todos los actos que llamamos
piado sentimiento, en el que todo el hombre actúa y de fundamentales. Esta reverencia para con su 'divina Ma-
donde arrancan las grandes actividades humanas. jestad, la debemos tener siempre y en todo lugar, pero
Muchos, en la ascética ignaciana, se fijan solamente de una manera especial es propia del tiempo de Ejer-
en el esfuerzo de la inteligencia para meditar y en el cicios y de los actos que en ellos practicamos; ha de
de la voluntad para querer y pasan por alto la parte crecer sobre todo cuando en la oración nuestra
que toca al sentimiento que es verdaderamente voluntadseirgD,hblndocaÉ str
princal. personas celestiales**
No es posible que el método de San Ignacio-, siendo Piedad que eche en olvido esta revncia,spdoeh.
corno es profundamente humano, desconociera punto sospechosa. San Ignacio nos enseña a empezar y aca- 1
tan vital como éste y origen de las grandes resolucio- bar la- oración con actos de gran reverencia, y nos la
nes y de las grandes actividades. El sentimiento, libre trae a la memoria en los momentos de mayor ternura
de freno y a sus anchas, es una bestia salvaje que va y más llenos de devoción.
sin tino de las cumbres a los abismos, pero que guiado
por el entendimiento y por la revelación, y dominado
por una voluntad recta y firme, es la fuerza más fecun- Anotación cuarta
da y poderosa.
TEXTO. —La quarta: dado que para los exercicios si-
guientes se toman cuatro semanas, por corresponder a
Anotación tercera cuatro partes en que se dividen los ejercicios; es a saber, a la
primera, que es la consideración y contemplación de los pe-
TEXTO. — La tercera: como en todos los exercicios si- cados; la segunda es la vida de Cristo nuestro Señor hasta
guientes spirituales, usamos de los actos del entendimiento el día de ramos inclusive; la 3ª la pasión de Cristo nues-
discurriendo y de los de la voluntad affectando; advertamos tro Señor; la 4 ª la resurrección y ascensión, poniendo tres
que en los actos de la voluntad guando hablamos vocal- modos de orar: tamen no se entienda que cada semana ten-
mente o mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus ga de necesidad siete o ocho días en sí. Porque como acaece
santos, se requiere de nuestra parte mayor reverenda, que- que en la primera semana unos son más tardos para hallar
guando usamos del entendimiento entendiendo [31. lo que buscan, es a saber, contrición, dolor, lágrimas por
sus pecados; asimismo como unos sean más diligentes que
COMENTARIO. — Nos hablan San Ignacio en la pre** ** y más agitados o probados de diversos spíritus; re
otros,
sente anotación de la reverencia que debemos guardar! quierese algunas veces acortar la semana, y otras veces alar
llamarse pedagogía- espiritual, con el ejemplo de los
garla, y así en todas las otras semanas siguientes, buscando
otros, acierten éstos o fracasen lastimosamente en la
las cosas según la materia subiecta; pero poco más o me-
nos se acabarán en treinta días [4]. resolución de sus problemas. Quien carece del funda-
mento de la propia experiencia, jamás llegará a ser un
COMENTARIO** - En apariencia. esta anotación parece buen Director y tendrá que contentarse con ser un co-
sólo una norma para distribuir el tiempo de los Ejer- leccionador de historias ajenas.
cicios en semanas y éstas en días, pero en el fondo es Lo que decimos del conocimiento que debe tenerse
una revelación del razonable espíritu de San Ignacio,' del ejercitante, debe aplicarse íntegramente a los Ejer-
enemigo de rutinas y de supersticiones. cicios corno claramente lo indica la anotación. El
Dos cosas lo regulan todo en los Ejercicios: el fin Director debe conocerlos por experiencia propia
que en ellos se busca y las condiciones personales del ’ntimamente persuadido de que ni el estudio especulativo del
ejercitante. Las soluciones, pues, son innumerables. De libro ni el haberlos explicado repetidas veces a los de-
aquí nace la absoluta necesidad de que el Director co- más, le proporcionará aquel sentimiento profundo y
nozca tanto al ejercitante como los Ejercicios, y sería esencial que saben dar las cosas vividas.
abiertamente contrario al espíritu ignaciano, presentar- El libro entero de los Ejercicios de San Ignacio no
se a dirigirlos siguiendo una fórmula o una pauta de es más que esto: un fiel reflejo de sus propias y pro-
antemano preparada y aplicable a todos por igual. fundas ejperiencias. Quien en esto imite al Autor del
Los Ejercicios típicos de San Ignacio, si se quiere libro, sintiendo en sí mismo por la ejperiencia la vir-
seguir el camino más conveniente y acertado, debe ha- tud de todos los Ejercicios y de cada ejercicio en par-
ticular, ése será el gran Director. El que no haya he-
cerlos una sola persona con su Director al lado ; solu
cho muy bien todo el mes de Ejercicios, no pasará de
cura solo. Si es una multitud la que los hace, el resul-
ser un pobre Director que va quasi in incertum y lucha
tado en el mejor de los casos, no pasará de ser acep-
table, y el mayor trabajo del Director será entonces, quasi aerem verberans.
Aparte del conocimiento de la persona y de los Ejer**
suplir con el trato particular el estorbo que ocasiona
la reunión de muchos. cicios, se necesita para hacer con acierto la distribución
de que habla San Ignacio, conocer muy bien la Material
El conocimiento ejacto de la persona a quien se hall
Y el fin de cada semana. La anotación, aunque suma**
de dar los Ejercicios pide, además del necesario cono-
cimiento de los hombres, una noticia particular de las riamente, ya nos da la materia; el conocimiento del fin
especiales circunstancias que rodean al ejercitante; no- se supone adquirido por otras vías 1.
ticia que no debe ceñirse al conocimiento de su natural Notemos por último que el Santo dice, o por lo me-
y de sus intenciones y pasiones aun las más íntimas, nos supone, que los más diligentes serán los movidos
O agitados de diversos espíritus, cosa difícil de enten-
sino que más directamente debe fijarse en las luchas
que trae su conciencia con Dios y consigo misma. der para los novicios en la vida espiritual y que más
largamente declararemos en la anotación sexta.
Ciencia es ésta que sólo se aprende a fuerza de ex-
periencia propia, sin que baste para ello haber sentido
en sí mismo estos problemas de orden moral y sobre- 2 Véase el cap. IV de la Primera parte de este tomo.
natural, pues es además necesario haberlos resuelto sa-
tisfactoriamente. Los que se hallan en este caso, enri-
quecen cada día su ciencia humana que bien puede
algún problema espiritual, las suelen clasificar los hom-
bres siguiendo la norma marcada por esta clase de
Anotación quinta deseos. De estas acciones, unas se ofrecen a nuestra vista
TEXTO. - La quinta: al que rescibe los ejercicios, mu** con tanta claridad, que las queremos, sin titubear y las
cho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad &recemos al punto a su Divina Majestad; otras por
con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y s er más difíciles las miramos de reojo, las queremos
libertad, para que su divina majestad, así de su persona como sólo a medias y confusamente y se las ofrecemos a
de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santísima vo Dios faltos de sinceridad, con regateos y dilaciones,
luntad [a]. a cabando por dejarlas para mejor ocasión; finalmente,
las más duras, pero regularmente las más necesarias,
COMENTARIO, — La anotación vigésima nos da una ni las queremos mirar y hasta llegamos a creer que no
fórmula algo diferente de ésta, pero que encierra la exist,equrindosp talecoins
misma disposición que se recomienda en la presente; no pueden ser voluntad de Dios respecto de nosotros,
a saber «el deseo de aprovechar en todo lo posible». atendidas la situación y condiciones denustravi.
Quien posea la una, poseerá también la otra. Un ejemplo que San Ignaciotrae y repite en su
La anotación quinta es la principal entre todas las libro, puede aclarar este punto. Pongamos un hombre
anotaciones y nos declara cuál ha de ser la disposición que ha empleado todo el esfuerzo de su vida en crearse
de aquel ejercitante que quiere hacer los Ejercidos de - una posición económica, en obtener un cargo o digni-
San Ignacio con toda perfección. Estas disposición dadque le da honra y prestigio, o que ha consegutdc
qué el ejercitante no ponga ningún obstáculo al Espí- ya un bienestar honesto, premio de una vida de tra-
ritu Santo y que le abra todas las puertas de su alma bajo. Este tal mirará naturalmente como su mayor des**
de par en par. gracia, el perder lo que ha adquirido, y consiguiente**
Nuestros deseos, en las materias que no fuerzan por mente ni le pasará por las mientes la posibilidad si-
su bondad infinita evidentemente propuesta, corno sue- quiera de que Dios se vaya a complacer pidiéndole e:
len ser los que se refieren a los caminos de la santidad, toda sacrificio voluntario de una cosa que la posee con
dependen en gran manera del esfuerzo de nuestra vo-
luntad. Asi desear ser santo, es casi lo mismo que que-
j usticia y sin la menor ofensa ni daño de nadie.
Él quiere servir a Dios en la posición en que está
rer serlo; queriéndolo, se entiende, con firme y eficaz ¿por qué se ha de preocupar de otras cosas? Y clan
voluntad. es, la menor duda, un simple interrogante sobre est
Los hombres generalmente quieren y desean las co punto, y hasta el asomo de un pensamiento que se le
sas espirituales sólo hasta ciert opuntyciesda vante en su conciencia, lo rechazará al momento corra
limitada; si se trata de algo más elevado y que requiere si fuera una cavilación o un escrúpulo.
mayores esfuerzos, las voliciones suelen ser condiciona- El consabido proverbio de que «las cosas de los San
das por esta condición imposible: «si no costase tanto». tos son más para admirarlas que para imitarlas» no
Tal vez esto no se lo diga el hombre a sí mismo clara** sólo lo refieren los hombres a los prodigios o milagro
mente, ni aun pare mientes en ello, pero en el fondo y, que por ellos obra la Omnipotencia de Dios, sino que
en la realidad éste suele ser nuestro modo de querer y lo aplican también indebidamente a las
por lo tanto nuestro modo de desear la santidad. virtudes*qloSanjrcitphodesuDvinaMjt
Las acciones o situaciones que en la vida plantean y en la santificación de sus propias almas.
Con decir «Dios no me llama por estos caminos», semejante manera, con los que pretenden entrar en la
se queda el hombre tan satisfecho, aunque no se haya Compañía y ve que no tienen aún una disposición es-
tomado la menor molestia para investigar en serio sil piritual perfecta, se contenta con que tengan sincero
lo llama o no lo llama Dios. O bien esto otro: «Las -deseo de alcanzarla. En los mismos Ejercicios, si el
virtudes evangélicas son sólo consejos que no obligan hombre siente repugnancia hacia la pobreza actual,
a nadie», y con esto dan por resuelto el problema y manda y ordena que haga actos contrarios a tal repug-
ya no hay que pensar más ¡Qué nieblas y aun qué nu- nancia y junta con ellos la oración, dirigiéndola a la
blados ponernos los hombres entre Dios y nosotros! ¿Es consecución de tan deseada disposición.
posible hallar, con semejante proceder, la voluntad di- Aplicando esta doctrina al caso presente decimos
vina en la disposición de nuestra vida y en cada cosa su el ejercitante ve que no tiene la disposíción que
particular? Todo esto no son más que cobardias espi- pide esta anotación va** des nos lme a ue q dmesnvoia
rituales, falta clara de generosidad y deseos poco o nada mente tenerla, que repita muchas veces estos deseos y la pida a Dios
sinceres. Dios nuestro Señor. Esta anotación pone de
No quiere en manera alguna San Ignacio, que su manifiesto lo necesaria que es una intensa preparación
ejercitante entre en los Ejercicios con la carga de se- espiritual, para hacer los Ejercicios totales, como es
mejantes prejuicios, que irremisiblemente ahogarán en debido.
él cualquier anhelo de gran santidad en el punto mismo El Tercer Directorio ignaciano nos da las normas si-
de nacer. (* *falta**) «Los no dispuestos y todos los que no
siguientes:
Tampoco pretende el Santo que en los comienzos estuv¬ieren aún resignados en las manos de Dios N. S., etc.,
resuelta ya los grandes problemas. Lo que quiere es, para que él haga de ellos y los eche a aquella parte que
quitar de su alma toda disposición espiritual que pueda más les conviene, y entran con algunos disegnos y in-
dificultar o entorpecer la solución de los mismos, **tentos; conviene mucho poner toda diligencia para que
Ilegada la hora oprtuna. Por esto exige del ejercitante se deshagan de tal imperfección, porque es una poli *
un acto por lo menos de deseo sincero de adelantar lla , que apolil la aquella preciosa ropa de la verdadera
cuanto le sea posible por el camino de la santidad; le no deja conocer por ninguna manera la
ejige un acto valiente y generoso con el que ponga a el que se conociese estar muy pertinaz en
la entera disposición y gusto de la voluntad divina, su esto antes que entrase en los ejercicios no se había
persona y todas sus cosas.
de incitar a ellos ni admitir frecuentes
Tal vez esto, de presente, no llegue a ser una dispo- confes iones,estuvimáadro.Ptví,y
sición firme y habitual de su voluntad; quizás ello se que es entrado a los hacer es menester intentar de le
reduzca a un simple acto. No importa: haga ahora ese
ayudar, y para esto ayuda mucho detenerle en la consi**
acto sincero, animoso, liberal, que será muy acepto a
deración del fundamento, y en los exámenes particular \
Dios y que más adelante se reiterará, se fundamentará
y se llevará a la perfección. y general, y en el conocimiento de cómo se peca con
p ensamientos, obras y palabras, para que se vaya ma-
No se le oculta a San Ignacio lo grande y difícil que
durando; y guando estuviese la primera semana muy
es una disposición de esta naturaleza y sabe muy bien pertinaz, paréceme que yo no passaría con él adelante,
que no se llega a ella de golpe. Por lo mismo no la im-
O a lo menos le daría los exercicios que quedassen con
pone en la entrada de los Ejercicios como de necesi-
la brevedad possible. Non obstante esto, se habría de
dad absoluta, sino como cosa altamente provechosa. Por*** despedir de tal manera que no fuesse causa que por
(*paginscore=10 *)aquloédexsfrntalcoesióy &lados y cómo; asimismo de las addiciones, si con diligen-
colloquios familiares y espirituales. Esto se entiende siendo cia las hace, pidiendo particularmente de cada cosa destas.
tal sujeto, de quien se esperase mucho, y no habiendo tala de consolación y desolación nn. 316-324, de adicio-
otros más dispuestos que él, con quien se hubiesse de nes, nn. -
73 90 [6].

poner d iligen cia» 1.


La anotación quinta va dirigida directa y princal* COMENTARIO. — Esta anotación está escrita para el
mente al ejercitante, pero reza también con el Directo pDane San pero le ite
irectsoar, gneeresSi pores fiel al ejercitante. Su-
igual
aunque sólo sea indirectamente. Éste encontrará en Ia Igna cio éste en hacer los Ejer-
anotación el más seguro criterio para saber discerní cidos tal cual él los enseña, le hará sentir Dios su pre-
la clase de ejercitante que tiene entre manos y los Ejer sencia y le dará a conocer su aprobación por medio
cicios que le son más convenientes. Si en él descubrí de la consolación espiritual, y el demonio por el con-
un hombre animoso y resuelto a dárselo todo a Dios trario le atacará con la desolación. En la anotación se
persuádase de que le ha cabido en suerte una obra ver pilan los lugares donde el libro de los Ejercicios de-
**daderamente grande. El que sea uno sólo su ejercitante, fine la consolación o la desolación; creernos que no
nada tiene que ver. Vale más un santo que mil alma, estará de más copiarlos aquí.
mezquinas. Ocúpese un mies entero y con el mayor «Llamo consolación guando en el ánima se causa
empñonsatifcresogida,pnque -alguna moción interior con la cual viene la ánima a in-
tal vez con ello prepara un nuevo Javier destinado flamarse en amor de su Criador nseqüenter
salvar naciones enteras. De los generosos con Dios, si guando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra,
puede esperar todo. puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas.
Si tropieza en cambio e íritu apocado á Asimismo guando lanza 1'Srimas motivas a amor de
ademas egoísta, que a nada se atreve por agora su Señor, agora sea por el dolor de sus pecados,-0 de
Dios, que no quiere abandonar sus ere nietos - ea( la passión de Christo nuestro Señor, o de otras cosas
deápimp ante el sólópensannenp we_pue ta exi- derechamente ordenadas en su servicio y alabanza; final-
girsele el menor_sacrificig, descárguese el Director de mente llamo consolación sodaumentasanza,
su trabajo y envieló cuanto antes a sucasá, bien COW: fe y caridad eticia interna que llay_attae
resattoe iist'rTireoé; i 'xi;itaz&rfevii-- su vida cristiana. 1as:sisas celestiales vslaor_opia_lalud de su am:
- Esta quinta anotación, la hemos declarado ya mas mar uietándlan su Criador y Se-
ampliamente en el capítulo III de la Primera-Parte..c ñora 31
«Llas.....dwekik,1ado el ccatrmjaLasí como escu-
riáásl. e:1 á . .ina re. iín en -Ila, moción a las cosas
Anotados sexta
bazas 2S, hanietud de_varias agitaciones y
TEx•ro.— La sexta: el que da los exercicios, guando tentaciones moviendo a infidencia sin esperanza, sin
siente que al que se exercita no le vienen algunas mociones amor, hallándassStperezosa tibia triste v como
mirituale_s en su ánima, assi como consolaciones o dessola- separttail,Crjadqr.../...S.efia Porque así como la
:iones, ni es agitado de varios spíritus; mucho le debe bate- consolación es contraria a la desolación, de la misma
:rogar cerca los exercicios, si los hace, a sus tiempos des- manera los pensamientos que salen de la consolación,
son contrarios a los pensamientos que salen de la de-
Monninenta Ignatiana, Ser. 2.•5 pág. 79t. SOlaciónk E3171•
¿No será por ventura todo este discurso una supo- ción de Dios, son para San Ignacio muy buenas se**
sición arbitraria o una presunción temeraria de San Ig- ñales, porque la una y la otra revelan la existencia de
nacio? No, y la razón es clara. Porque si el hombre' una actividad espiritual propia, y donde ésta existe,
entra en Ejercicios con la disposición que requiere la todo va bien.
anotación quinta y cumple fielmente cuanto en ellos se** oEhst ay que hacérselo saber al ejercitante. Lo que el
prescribe, de él podemos decir a boca llena que pone Santo teme y lo que aborrece, es la pasividad, dia
cuanto está de su parte, guiándose por el deseo purí- metral¬nopus íritdelEjcos.
simo de buscar y hallar la voluntad divina. hombre inactivo y perezoso, no es grato a Dios, ni es
En este caso ¿es creíble que Dios no se deje hallar temifastido do del demonio ; lo que hace es consumir su vida fastidiado de todo y de sí mismo.
de quien asi lo busca? de todo y de sí mismo.
Esto no lo puede esperar, claro está, quien no tenga Para después de Ejercicios, puede formularse la si
la disposición exigida en la Incitación anterior; porque guiente ley, basada en la presente anotación. Si es cons
no haciendo lo que debe, tampoco Dios viene obligado tantemente fiel en el uso de los medios espirituales
a darle aquello para lo cual él no quiere prepararse quehantomdc rpbadelvi,nc
convenientemente. pasará mucho tiempo sin que el espíritu sienta alguna
Por aquí podemos también sacar la extraordinaria moción espiritual. O en otras palabras: una vida espi
importancia que en la mente de San Ignacio tiene el **ritual llevada con exactitud, no carecerá ciertamente
que se hagan los ejercicios u horas de oración, cum- *porlagtiemdjncaoslie
pliendo con toda exactitud las notas o adiciones a ellas desolaciones.
referentes, ya que son para la meditación una ayuda Advirtamos además otra cosa. San Ignacio exige
de las más perfectas. ejercitante el mayor esfuerzo y la mayor fidelidad el
El tiempo de oración es precisamente la hora en hacer bien los Ejercicios; es más, asegura el éxito si
que el Criador obra inmediatamente en su criatura y la as í se hace; pero sépase que su esperanza no estriba
criatura se halla a solas con su Criador, como lo hace precisamente en esas prácticas que debe cumplir el

notar el Santo en la anotación quince. Si aquí cumple ejercitante, sino que se apoya en la infinita bondad
el alma con fidelidad, todo está asegurado; pero si falta y la fidelidad de Dios, que quiere comunicarse con su
la fidelidad en lo que es esencial de todo punto, lo na- Criaturas y que infaliblemente lo hace desde el moment
tural es que todo lo demás venga entonces a parar en que ellas por su parte se disponen a recibir sus gracias.
un lastimoso desbarajuste. Así vemos que en los Ejercicios se multiplica la ora
Atento a todo el Director, si ve que el ejercitante ción en forma de petición dirigida a la generosidad di
no siente en su espíritu ni la acción de Dios ni la gue- vina de la que en último término hemos de esperar el
rra del enemigo, con toda razón puede sospechar que don de la santidad perfecta.
el contacto que la oración establece entre el alma y Lo que el P. Polanco recomienda en primer térm
Dios, en él no ha tenido lugar aún; por eso debe exa- inoycmpral,síDiectomjran
minarlo detenidamente y ejhortado a guardar la ma- e s, que el uno y el otro pidan al Señor con el mayor
yor fidelidad en todas las cosas en general y en cada fervor y constancia el fruto de los Ejercicios 1.
una en particular, sin que omita ninguna de ellas por
pequeña que le parezca.
Tanto la guerra que mueve el demonio como la ac** Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 803.
sí, pero a la que tantísima importancia le atribuyen el
cielo y el infierno.
Anotación séptima Entre las cosas criadas, nada más grande que un acto
moral o espiritual. De este valor de los actos, San Ig-
TExto.— La séptima: el que da los ejercicios, si ve, al
que los rescibe, que está desolado y tentado, no se haya con nacio tiene un conocimiento clarísimo y es conveniente
él duro ni desabrido, más blando y suave, dándole ánimo y que el ejercitante abra bien los ojos para apreciarlo
fuerzas para adelante; y descubriéndole las astucias del como él merece.
enemigo de natura humana, y haciéndole preparar y dis-
poner para la consolación ventura [7].
Anotaciones octava, novena y décima
COMENTARIO. — Esta anotación, corno las tres si- Texto.— La octava: el que da los ejercicios, según la
guientes, son momentos especiales de la lucha que ten- necessidad que sintiere en el que los recibe, cerca de las
drá que sostener, a juido de San Ignacio, el que es fiel dessolaciones y astucias del enemigo, y así de las consolacio-
en hacer bien los Ejercicios. Aquí encarga el Santo al nes; podrá platicarle las reglas de la primera y V semana,
*Director, que cuando vea al ejercitante tentado o de que son para conocer varios espiritus, nn. 314-327, 328-
solado, no lo trate con dureza y sequedad, antes con suavidad y dulzura. 336 [8].
En este caso la tristeza del La nona: es de advertir, guando el que se exercita anda
íaDsirencdtoumlg piejrctan en los ejercicios de la primera semana, si es persona que
y ambos colaborarían a la acción del demonio. en cosas spirituales no haya sido versado, y si es tentado
Lo que el uno y el otro deben procurar es reconocer grosera y abiertamente, así como mostrando impedimentos
que se trata de tentación y lucha con el enemigo, no para ir adelante en servicio de Dios nuestro Señor, como
son trabajos, vergüenza y temor por la honra del mundo,
de culpa propia; y aun dado que ésta existiese, tal falta etcétera; el que da los exercicios, no le platique las reglas
no debe favorecer la astucia infernal, antes hay que de varios spiritus de la 2ª semana; porque cuanto le apro-
volverla contra ella, vecharán las de la primera semana, le dañarán las de la 2ª,
El Director debe hacer comprender al ejercitante, por ser materia más subtil y más subida que podrá enten-
que si ahora se halla en estado de desolación, después der [93.
de éste vendrá el de consolación, para el que debe pre- La décima: guando el que da los exercicios siente al que
pararse y disponerse con fidelidad en todo. Cierto que los rescibe, que es batido y tentado debaxo de especie de ,
no debemos nosotros fijarle al Señor días ni horas, y bien, entonces es propio de platicarle sobre las reglas de
la segunda semana ya dicha. Porque comúnmente el ene-
por lo mismos seria gran imprudencia de nuestra parte migo de natura humana tienta más debaxo de especie de
prometernos consuelos a tiempo fijo, pero podemos ase- bien, guando la persona se exercita en la vida illuminativa,
gurar que las almas suelen experimentar alternativas que corresponde a los ejercicios de h semana, y no
espirituales que en vez de mal indicio, son una buena tanto en la vida purgativa, que corresponde a los exercicios
señal. de la La semana [ro].
Necesariamente deben ser los Ejercicios cosa de gran
valor, cuando en torno suyo despliegan todas sus fuer- COMENTARIO. — Estas tres anotaciones nos dicen
zas el demonio y la gracia de Dios. En el centro de cómo y cuándo se han de explicar las reglas de dis-
todo este movimiento no hay más que una cosa, a sa- creción de espíritus que San Ignacio pone en la prime-
ber, nuestros actos: a la verdad cosa pequeñísima en ra y en la segunda semana.
mientas, la luz y la obscuridad, el bueno y el mal
En la primera semana, si ejrcitasplon tiempo [130].
poco versada en las cosas espirituales, o si es tentado El Director, pues, debe ser un psicólogo sagaz, con
de manera claramente diabólica, con ganas de retroce** la vista siempre atenta para descubrir con facilidad los
der en el servicio de Dios, por lo difícil que se le pre** fenómenos que obedecen a causas puramente naturales.
senta la vida o por respetos humanos y por la afición Además de éstas, están las causas preternaturales,
que tiene a la honra y comodidades temporales, éste es o sea, Dios y el demonio, el ángel bueno y el ángel
el tiempo a propósito para explicarle las reglas de la enemigo de la naturaleza humana.
primera semana y no las de la segunda [9]. Que estos dos principios influyen en nuestra vida
Pero cuando el ejercitante sea tentado con aparien** espiritual y de una manera especial en tiempo de Ejer-
cias de bien que encubran alguna mala estratagema del cicios, es cosa certísima. Las reglas de discreción de
demonio, cosa más frecuente en la segunda semana, en espiritus [316-324, 328-336] nos dan a conocer las leyes
tonces es hora de explicarle las segundas reglas de dis que siguen estas dos fuerzas en su manera de obrar en
creción [10]. Esto es lo que en general puede decirse los diferentes estados espirituales de cada persona.
aquí y no hay cosa particular que añadir. En la obra de San Ignacio, no hay ni rastro siquiera
Esta materia es sutil y difícil. Lo que en un estado de terrores demoníacos ni exaltados iluminismos; no
de espíritu puede ser provechoso, en otro tal vez sea hay más que una estrategia perfectamente racional. El
perjudicial. Para no errar en esto, hay que conocer per- espíritu bueno quiere llevarnos a la perfecta doctrina
fectamente estas dos cosas: la naturaleza de las expe- evangélica; el malo por el contrario procura enturbiar
riendas por que va pasando el ejercitante y las fuerzas , primero esta doctrina, para después corromperla del
no humanas que en ello intervienen. todo y hacer del hombre, si puede, un enemigo de la
En la interpretación de las ejperiencias que pasan in*
misma. Las armas que esgrime para conseguir su
por el ejercitante, hay que tener cuenta con las con- tento, no son apariciones ni efectos misteriosos, antes
diciones del sujeto, porque no en toda clase de personas sugestiones y sentimientos que lleven al ejercitante a
obedecen a las mismas causas ni tienen idéntico signi- ' tomar resoluciones y a formular determinados propó-
ficado. Además de las circunstancias espirituales de sitos.
cada persona, debe estudiarse su temperamento, saber- San Ignacio, fija la vista en el ideal inconmovible
se su estado de salud y conocer hasta las cosas mate- de la verdadera doctrina de Jesucristo, legisla con pre-
riales que lo rodean, para no exponerse a equivocacio- cisión y seguridad admirables, en la seguridad de que
nes lamentables. todo hombre racional aceptará convencido éstas sus
San Ignacio, en la anotación 18, quiere que se estu- leyes.
dien, la complexión, la edad, la cultura, el ingenio y las En la historia de la dirección espiritual de las almas,
ocupaciones del ejercitante [18]. Aunque manda que se encuentran cosas harto raras, como, por ejemplo, las
se haga penitencia corporal, no permite que se llegue pruebas a que someten los Directores a sus dirigidos,
en esto a perjudicar ni a debilitar con la falta del sue- imponiéndoles cosas dificiles, contradictorias, misterio-
ño debido, el sistema nervioso [84], sino que se vaya sas e imposibles. Nada de esto se ve en los Ejercicios,
tanteando y probando, para estar seguros de lo que y consiguientemente el Director debe huir de semejantes
puede sobrellevar cada temperamento [8g, 133]. Sabe cosas v no tener otras normas que las de la razón y la
revelación. Advertimos también, que las leyes de dis-
también la influencia que ejercen en nuestros senti-
creción de espíritus son muy útiles durante toda la vida en particular. Fuera de esto tiene que aprender aquí
espiritual, aun fuera del tiempo de Ejercicios. dos lecciones. La primera es, que en todo tiempo y mo-
Sabido es que los ejemplos enseñan más y con ma** mento ha de emplear el mayor esfuerzo posible y pres-
yor facilidad que las palabras. No siendo, pues, las le- tar una atención inteligente y viva a cuanto Dios o el
yes de discreción de espíritus dadas por San Ignacio
demonio obran en el espíritu del ejercitante; a la ma-
más que las propias experiencias del Santo, reducidas ñera de un médico que observa todos y cada uno de
a cánones, el Director obrará cuerdamente si hace leer lbs síntomas que presenta su enfermo. La segunda, que
al ejercitante, en tiempo oportuno, las luchas internas aun llevando él muy bien preparado su plan, esté siem-
del Autor de los Ejercicios Espirituales 1. pre dispuesto a sacrificar todos sus p r oyectos en aras
de las disposiciones de Dios, en el mismo punto "y hora
que le sean conocidas.
Anotación undécima
Turro.— La undécima: al que toma ejercicios en la Anotaciones doce y trece
primera semana aprovecha que no sepa cosa alguna de lo
que ha de hacer en la segunda: semana más que aní tra** TEXTO. — La duodécima: el que da los exercicios, al que
baje en la primera, para alcanzar la cosa que busca, como los rescibe ha de advertir mucho, que como en cada uno de
si en la 2ª ninguna buena sperase hallar [11]. los cinco exercicios o contemplaciones, que se harán cada
día, ha de estar por una hora, así procure siempre que el
COMENTARIO. — No es hombre San Ignacio que gus- ánimo quede harto en pensar que ha estado una entera hora
te de dar sorpresas o preparar golpes teatrales; se con- en el ejercicio, y antes más que menos. Porque el enemigo
tenta con darnos sencillamente para el trabajo una ley no poco suele procurar de hacer acortar la hora de la tal
eficaz y llena de sentido práctico cual es, hacer con contemplación, meditación o oración [12].
toda la perfección posible lo que tenemos entre manos. La terdécima: asimismo es de advertir que, como en
Esperarlo todo del porvenir y dejar las cosas para el el tiempo de la consolación es fácil y leve estar en la con-
mañana, es propio de los proyectistas y soñadores que templación la hora entera; assí en el tiempo de la desolación
militan en la clase de los perezosos y son gente com** es muy difícil cumplirla; por tanto, la persona que se ejer-
cita, por hacer contra la desolación y vencer las tentacio-
pletamente estéril, sobre todo en el campo de la san- nes. debe siempre estar alguna cosa más de la hora
tidad. En los asuntos de orden sobrenatural nos hemos cumplida;orqensóvcaitrldeso,ma
niayer de ajustar a la hora de Dios, que para nosotros noes
mañana sino hoy. En todo momento hemos
de recibir cuanto a Dios le plazca darnos, devolviéndole COMENTARIO. — Son tan claras estas anotaciones que
cuanto nos pida** ciertamente no necesitan comentario alguno. Dos cosas
tan sólo queremos notar.
Primera, la voluntad diamantina de San Ignacio no
admite dirección ni de las pasiones internas ni de ex
temas dificultades. Una vez ha resuelto una cosa con
luz de lo alto, jamás se mueve del punto donde se ha
colocado.
Segunda, la estrategia igualmente ignaciana, de no
estar nunca a la defensiva sino de acometer siempre al COMENTARIO. — Admiremos la humana prudencia de
enemigo. San Ignacio, verdaderamente exquisita** Aquel hombre
Estas dos notas peculiares de los Ejercicios, marcan del fervor osado y de la decisión generosa, el que en
el corte y carácter de la vida espiritual de los que en general lo ofrece todo a Dios desde el primer
esta escuela se educan. Esto ciertamente, no es men-*,cargqudoset rnalucioes
tozude,sinfral pítuyideabl concretas, vaya, como suele decirse, con pies de plomo.
gracia. Resolución que se toma con Dios y por Dios, En semejantes casos se han de pesar bien los ele-
no es cosa exclusivamente, nuestra, sino nuestra y de mentos naturales con que podemos contar y no es pru-
Dios. Hay que defenderla, pues, como a cosa sagrada. dente fiarse de audacias inconsideradas.
Hasta en la educación de los hombres tienen estas El Director debe frenar las precipitaciones del ejer-
anotaciones suma importancia, pues a juicio de los en- citante, es cierto; pero ha de andar con más cuidado
tendidos en esta materia, no hay nada tan eficaz para aún, para no empujarle él mismo con estímulos incon**
que el hombre sepa vencerse a sí mismo, como el quitar siderados. Aquí toda prudencia 'es poca.
a las pasiones la esperanza de triunfar; y mejor todavía,
castigar en ellas inflexiblemente cualquier intento de
Anotación quince
sublevación. La verdad de esto se ve claramente en los
niños, y niño es el hombre, juguete de las pasiones. TEXTO. —La décimaquinta: el que da los exercicios, no
El entendimiento, pierde además con esto la cos** debe mover al que los rescibe más a pobreza ni a promesa,
tumbre de ir buscando razones para eludir la obliga- que a sus contrarios, ni a un estado o modo de vivir, que
ción, razones las más de las veces pueriles, pero que a otro. Porque, dado que fuera de los exercicios lícita v
meritoriamente podamos mover a todas personas, que proba-
engañándose el hombre a sí mismo, las torna como ar** biliter tengan subiecto, para eligir continencia, virginidad,
gumentos de mucho peso. Con un acto resuelto y enér religión y toda manera de perfección evangélica; tamen en
gico, como el que aquí aconseja San Ignacio, todas es los tales exercicios spirituales más conveniente y mucho me-
tas fantasmagorías caen al momento por tierra. jor es, buscando la divina voluntad, que el mismo Criador
'Y Señor se communique a la su ánima devota abrazándola
ea su amor y alabanza; y disponiéndola por la vía que
Anotación catorce mejor podrá servirle adelante. De manera que el que los da
no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; mas
TEXTO. — L a quatuordécima: el que los da, si ve al que estando en medio como un peso, dexe inmediate obrar al
es recibe que anda consolado y con mucho hervor, debe Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y
?revenir que no haga promessa ni voto alguno inconsidera- Señor [15].
do y precipitado; y quanto más le conociese de ligera con
dición, tanto más le debe prevenir y admonir. P orque, dado COMENTARIO. — En esta anotación, San Ignacio to-
que justamente puede mover uno a otro a tomar religión. ma el puesto del apóstol San Pablo cuando éste decía
en la qual se entiende hacer voto de obediencia, pobreza y que él no era el esposo de las almas, sino el fiel
castidad; y dado que la buena obra que se hace con voto, parnifoecgdlvarsJeucito.Dg,ns
es más meritoria que la que se hace sin él; mucho debe de disponer a su parecer de la vida de otro ni imponerle
mirar la propria condición y subiecto, y cuánta ayuda o sus propios pensamientos, sino velar cuidadosamente
Dios.
estorbo podrá hallar en cumplir la cosa que quisiese pro- Para que en todas las cosas se cumpla la voluntad de
meter [4].
ANOTACIÓN DIECISÉIS 323

Para San Ignacio el oficio del Director es muy di** La providencia de Dios no puede faltar y se dará a
ferente, dentro o fuera del tiempo de Ejercicios. Fuera conocer claramente en su hora y por los medios que él
de Ejercicios, si la persona posee las disposiciones que sabe; pues no es de nuestra cuenta anticiparlos.
el caso requiere, puede el Director inclinarla lícita y El tercer Directorio ignaciano aconseja al Director,
meritoriamente a la continencia, a la virginidad, a laj que sea sumamente discreto en no decir cosa alguna
religión y a cualquier otro estado de perfección evan** que tenga la menor apariencia de querer inclinar al
gélica. En esto, el ejemplo de los Santos, la historia ejercitante a entrar en la Compañía de Jesús: «Porque
cotidiana de las vocaciones y la razón misma, nos di- es contra la regla de los ejercicios y puridad del es-
cen de consuno que el prudente consejo de un hombre píritu de la Compañia, que no quiere sino líberamente
espiritual, es uno de los medios ordinarios de que se y por divino instinto y beneplácito, etiam se fuere
vale el Señor para declarar su voluntad. posible tan notorio que non aya que dudar, se Muevan a
En tales casos aplicamos a las cosas sobrenaturales entrar en la Compañía y no otramente. Aliende que
la norma y el criterio que seguimos en las naturales, hacer al contrario es meter la hoz en la mies de Dios
pero, poniendo aquí más prudente y esmerado cuidado, nuestro Señor, que a la hora se quiere haver con su
porque la materia de que se trata es más alta y delicada " ánima a su beneplácito; y aun siendo en tal tiempo
que la de los otros problemas de la vida. movido el exercitante por consejos o industria de algún
Dentro de los Ejercidos, ya es otra cosa muy dife- hombre mortal, siempre quedaría abierta la puerta al
rente. El oficio del Director en tiempo de Ejercicios es demonio pan le tentar, diciendo y sugeriéndole que si
ayudar al ejercitante a preparar y disponer su alma él no se moviera por consejo del tal," etc., que nunca
para quitar de ella las afecciones desordenadas, a fin. huviera hecho tal cosa; y que, al fin, consejo era de
de que Dios le manifieste su voluntad. Así, pues, ha de hombre, y que quasi siempre yerra; y así le queda la
llevar a Dios la persona ejercitada poniéndola en in- tentación en la mano. Esta manera de se governar ha
mediata comunicación con él; hecho esto, déjela allí, de tener el que da los exercicios, solícito que no ponga
encendida de amor y deseosa de conocer lo que debe otra cosa de su casa, salvo el ministerio de darle los
hacer para alabanza y servicio de nuestro Señor; Dios ejercicios, como se han de dar, con m ucha caridad
se encargará de declarárselo. y solicitud y oración, encomendándole may de veras a
Todo el tiempo que duran las elecciones, ha de es- Dios para que no permita que por los pecados del que
tar el Director atento y con gran diligencia para que le da los ejercicios, aquella ánima no sea engañada» 1.
aquella comunicación de Dios con el alma y de ésta con
el Señor no se interrumpa; si esto hace, habrá
lcidouetmcnspuf. Anotación dieciséis
Aunque al Director le parezca que ve las cosas muy
claras, entienda que pueden ser funestas sus iniciativas. Tarro.— La decimasexta: pata lo cual, es a saber, para
No se le ocurra, pues, ponerse en el lugar de Dios; no, que el Criador y Señor obre más ciertamente en la su cria-
ha de tener, no ya iniciativas, pero ni siquiera prefe- tura si por ventura la tal ánima está affectada y inclinada
rencias. Por su parte guarde la total indiferencia que a una cosa desordenadamente, muy conveniente es moverse,
al ejercitante le ha enseñado y vaya él delante practi- poniendo todas sus fuerzas, para venir al contrario de lo
cándola y no inclinándose a una parte o a otra, sino
que esté en el justo medio como el fiel de la balanza. Monumenta Ignatiano, Ser. 2º, pág. 788.
Poco importa que la cosa de que se trata no sea en
que está mal affectada; asi como si está affectada para bus-
car y haber un officio o beneficio, no por el honor y gloria sí mala, cual acontece con el ejemplo del oficio o bene-
de Dios nuestro Señor ni por la salud espiritual de las ficio de que aquí habla San Ignacio; basta con que se**
ánimas, mas por sus proprios provechos y intereses tenora- quiera, la cosa mirando a su provecho e interés temporal
les, debe affectarse al contrario,- instando en oraciones y y no simplemente a la honra y gloria de Dios nuestro
otros exercicios espirituales, y pidiendo a Dios nuestro Se- Señor y a la salud espiritual de las almas.
ñor el contrario, es a saber, pie ni quiere el tal officio o Doctrina es ésta tan contraria a lo que da de sí nues-
beneficio ni otra cosa alguna, si su divina majestad, orde- tra pobre naturaleza y tan opuesta a las máximas que 1
nando sus deseos, no le mudare su affección primera** De gen* triunfan o toman carta de naturaleza entre las
hoy
manera que la causa de desear o tener una cosa o otra, sea tes tenidas por buenas y espirituales, que deberá ser
sólo servicio, honra y glori a de la de su divina majestad [16]. muy grande el trabajo del Director para explicar
debidamente, los fundamentos solidísimos donde la asienta
COMENTARIO. - La anotación dieciséis es esencial- San Ignacio, y descubrir el veneno que se oculta en la
mente ignacíana. Es principio inconcuso de San Igna- doctrina contraria, capaz de matar todo el bien espiri-
cio, que nuestras afecciones desordenadas son el único tual que se pretende sacar de los Ejercicios.
estorbo que Dios halla en nosotros para darnos a cono-
cer su santa voluntad, y que las mismas son las que
impiden o perturban la acción inmediata de Dios con Anotación diecisiete
sus criaturas y de éstas con él; consiguientemente or-
dena que mientras el hombre descubra en sí alguna de Texto. - La décimaséptima: mucho aprovecha, el que da
ellas, aplique todas sus fuerzas a vencerla del todo, los ejercicios, no queriendo pedír ni saber los proprios pen-
fiel*
samientos ni pecados del que los rescibe, ser informado
echando mano de la gran estrategia de hacer el mente de las varias agitaciones y pensamientos, que los varios
*oppositum per diametrum; es decir, de inclinarse resuelta espíritus le traen; porque según el mayor o menor provecho
mente a la parte contraria para llegar de este modo al le puede dar algunos spirituales ejercicios convenientes y
justo medio. conformes a la necesidad de la tal ánima asi agitada [ir].
Para esto se ha de servir de actos de voluntad mu-
chas veces repetidos y de oraciones fervorosas, ponien- COMENTARIO. - Lo que en otro lugar dejamos di-
do de su parte la conveniente disposición para que venga dm, lo repetimos aquí con San Ignacio. Ser Director de
Dios a él y con su suave y poderosa gracia le imponga Ejercicios, no es lo mismo que ser confesor o director
su amor clavando de modo inmutable en su alma el espiritual de una persona.
deseo purísimo de buscar sólo la gloria y servicio de Ninguna necesidad hay de que el ejercitante decla-
su Señor** re al Director sus pecados o el plan de vida que lleva;
En el caso presente, el Director no debe atenerse a basta con que le manifieste el efecto que en su alma
la reserva o indiferencia que se le recomendaba en la van produciendo Ejercicios v. g. las tentaciones o
anotación anterior; antes cumpliendo con la fidelidad. consolaciones que siente, su fidelidad en guardar la dis-
que
mo* debe tanto a Dios como al ejercitante, procure tribución, y principalmente la disposición de su ánimo
verle a luchar contra la afección desordenada, exhor** ante las verdades que en cada ejercicio se inculcan.
tándole y prestándole cuanta ayuda pueda para arrancar' Esto le basta al Director para ordenar conveníente-
de cuajo aquella mala raíz. mente las materias y determinar el tiempo q ue se ha
de dar a cada semana y fijar con acierto cuándo y cómo poca capacidad natural, de quien no se espera mucho fruto;
se ha de hacer cada ejercicio para poder conseguir los más conveniente es darle algunos de estos ejercicios leves has**
fines generales y particulares. Esto basta, volvemos a - ta que se confiese de sus pecados; y después dándole algunos
decir, pero entendiendo que es absolutamente necesa- exámines de conciencia, y orden de confesar más a menudo
rio; de tal manera, que si el ejercitante se negara a hacer que solía, para se conservar en lo que ha- ganado, no pro-
semejantes manifestaciones, esto equivaldría a no querer ceder adelante en materias de elección, ni en otros algunos
hacer los Ejercicios, y en consecuencia no podría seguir, exercicios, que están fuera de la primera semana; mayor-
adelante. mente guando en otros se puede hacer mayor provecho, fal-
tando tieno para todo [18].
Dice el primer Directorio ignaciano: «Mejor es, La diecinueve: al que estubiere embarazado en cosas pú-
pudiendo, que otro le confiese y no el que da los blicas o negocios convenientes, quier letrado o ingenioso, to-
ejercicios» 1 . Y el segundo: «Si el ejercitante no obedeciese mando una hora y media para se ejercitar, platicándole para
al que le propone los Ejercicios, sino que quisies qué es el hombre criado, se le puede dar asimismo por spa-
guiarse por su propio juicio, no convendría continua cio de media hora el ejamen particular, y después el mismo
dándoselos» 2. general, y modo de confesar y tomar el sacramento, hacien-
do tres días cada mañana por spacio de una hora, la me-
ditación dei 1º, 2º y 3º pecado [45-54]; después otros tres
Anotaciones dieciocho, diecinueve y veinte días a la misma hora la meditación del processo de los
pecados [55-61], dándole en todas tres meditaciones las diez ad-
TExto. — La décima octava: según la disposición de las diciones [73-90], llevando el mismo discurso por los misterios
personas que quieren tomar ejercicios spirituales, es a sa- de Christo nuestro Señor, que adelante y a la larga en los
ber, según que tienen edad, letras o ingenio, se han de apli- mismos Ejercicios se declara [m].
car los tales ejercicios; porque no se den a quien es rudo La vigéssima: al que es más desembarazado y que en todo
o de poca complisión, cosas que no pueda descansadamente lo possible desea aprovechar, dénsele todos los ejercicios
llevar, y aprovecharse con ellas. Assimismo según que se qui- spirituales por la misma orden que proceden, en los quales
sieren disponer, se debe de dar a cada uno, porque más se por vía ordenada tanto más se aprovechará. quantó más se
pueda ayudar y aprovechar. Por tanto, al que se quiere ayu- apartare de todos amigos y conoscidos, y de toda solicitud
dar para se instruir y para llegar hasta cierto grado de con- terrena; así como mudándose de la casa donde moraba, y
tentar a su ánima, se puede dar el ejamen particular [24-31], tomando otra casa o amera para habitar en ella, quanto
y después el examen general [32-43] ; juntamente por media
más secretamente pudiere; de manera que en su mano sea
hora a la mañana el modo de orar sobre los mandamientos, ir cada día a missa y a vísperas, sin temor que sus
pecados mortales, etc. [238-248] comendándole también la conocidos le hagan impedimiento. Del qual apartamiento se si-
confesión de sus pecados de ocho en ocho días, y si puede to- guen tres provechos principales, entre otros muchos: el pri-
mar el sacramento de quince en quince y si se afecta mejor mero es, que en apartarse hombre de muchos amigos y co-
de ocho en ocho. Esta manera es más propria para personas noscidos, y asimismo de muchos negocios no bien ordenados,
más rudas o sin letras, declarándoles cada mandamiento, y así
de los pecados mortales, preceptos de la Iglesia, cinco sen- por servir y alabar a Dios nuestro Señor, no poco meresce
delante su divina majestad; el segundo, estando así apartado
tidos y obras de misericordia. Asimismo, si el que da los
ejercicios viere al que los recibe ser de poco subiecto o de no teniendo el entendimiento partido en muchas cosas, mas
poniendo todo el cuidado en sola una, es a saber en servir
a su Criador, y aprovechar a su propria ánima, usa de sus
Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 779. potencias naturales más libremente, para buscar con dili-
Ibíd., pág. 784. gencia lo que tanto desea el 3° cuanto más nuestra ánima
se halla sola y apartada, se hace más apta para se acercar A quien quiere hacer los Ejercicios. que - llamamos
y llegar a su Criador y Señor: y quanto más así se allega, típicos, San Ignacio le exige el deseo de adelantar todo
más se dispone para recibir gracias y dones de la su divina lo posible y una grande generosidad para ofrecer ardo-
y suma bondad [20]. rosamente al Señor toda su persona y todas sus cosas.
Si se entra ya en Ejercicios con esta magnífica dispo-
COMENTARIO. — Estas tres anotaciones ponen en las
sición, mejor que mejor ; pero si falta aún algo de ella,
manos del Director la acertada aplicacíón de los Ejer- puede suplirse de alguna manera con la esperanza de
cicios, atendidas las diversas clases de personas que adquirirla en los días de preparación de los mismos,
los hacen. El maná del desierto tenía para cada persona mayormente si con esta esperanza va junto un vivo
un sabor diferente, y el Evangelio o reino de Dios, a deseo de llegar cuanto antes a aquella disposición, deseo
unos se les declaraba por medio de parábolas, a otros s ignificado por las palabras: «Quererse disponer».
del todo y abiertamente. De la misma suerte, los Ejerci-
cios de San Ignacio, que son mm - introducción a la san- El que carezca de esta disposición moral, puede dar-
se también por eliminado y contentarse como el ante-
tidad, se dan total o parcialmente, según las disposi-
ciones del ejercitante. rior, con una aplicación. El primer Directorio ignaciano
es algo más condescendiente : «Los que en la primera
Éstas las reduce. San Ignacio a dos clases, físicas
semana, dice, no mostrasen mucho fervor y deseo de yr
unas y morales otras. Entre las primeras se cuentan,
adelante para determinar del estado de su vida, mejor
las fuerzas corporales,' la cultura, el talento del ejerci-
será dexar de dar los de la segunda semana, a lo menos
tante y el tiempo de que dispone; las segundas no son
por un mes o dos» 1.
más que la voluntad que éste tenga de darse más o Para poder hacer íntegramente los Ejercicios, hay
menos a buscar el fin y a poner los medios señalados que tener en cuenta otra condición, física y moral a la
en los Ejercicios. vez; es la soledad y alejamiento de todo negocio tem-
Disposiciones físicas. — Las fuerzas pueden no ser poral. Desea el Santo que el ejercitante cambie de casa
suficientes, por enfermedad, por debilidad y comple- o por lo menos de habitación; que no dependa entonces
xión natural o por la edad. El ingenio o talento natu- de la voluntad de nadie, y que tenga entera libertad
ral, puede muy bien suplir la falta de cultura. El tiempo, para dar todo el tiempo a las cosas espirituales.
con aquellas personas muy ocupadas pero de buenas
Aprecia tanto el Santo esta condición, que por ella
prendas, puede compensarse dando más días a la sema- mide el fruto de los Ejercicios: «Por vía ordinaria,
na y alargando la duración de los Ejercicios. Para hacer,
dice, tanto más se aprovechará, quanto más se apartare
pues, íntegramente los Ejercicios de San Ignacio, son
de todos sus amigos y conoscidos, y de toda solicitud
necesarias: la salud o fuerzas físicas, cultura o talento
terrena» [2o]. Y enumera aquí tres provechos princi-
natural y tiempo libre y desocupado. El ejercitante que
no reúna estas condiciones, queda eliminado y debe pales, que pueden verse en el texto.
contentarse con una de las aplicaciones que se hacen de Hombre puede haber de mucho mérito y valer que
los Ejercicios. debido precisamente a ello, no podrá desentenderse de
Disposiciones morales. — No son más que la volun-
toda ocupación. Lo sabe San Ignacio y en gracia de él
consiente en suplir la intensidad perdida y la falta de
tad de adelantar en la vida espiritual y la generosidad
para entregarse a Dios nuestro Señor. En esto puede
haber, como se comprende, muchos grados. Monumenta Ignatiana, Ser. 2º , P ág . 788.
soledad y apartamiento, con una mayor duración de cho
rebajaren
en dos cosas. Primera ue no es lo mismo
el algo
los Ejercicios. el grado total de perfección que se busca
Estas disposiciones físicas y morales de que
shablimon,exgSIacosprdment, enlosEjerciostípc,queircontaesmi aperfción,osaétenodysiemprntoleab.No
todas a la vez; y como el reunirlas es de muy pocos, hay que poner a nadie carga que no le permitan llevar
por eso mismo dice el Santo en las Constituciones, que sus fuerzas, y al que por mala disposición de su vo-
los Ejercicios, totales y llamados típicos, se darán raris luntad no quiere cargar con la que puede llevar (**parece faltar un par de renglones**) pru-
personis. dencia ha de ver si será más conveniente ocultarle lo
Esas eliminaciones que tanto acortan el número de que con ello pierde o decírselo claramente por si más
ejercitantes, no se achaquen a dureza de San Igna- adelante mejorara su voluntad; pero jamás
cio, sino a gran prudencia suya, tanto natural como so- **gún caso el Director debe atreverse a n o desvir-
brenatural. A nadie, dice él, se deben dar «cosas que tuar la más alta perfección evangélica pro uestapor
no pueda descansadamente llevar y aprovecharse con San Ignacio, ni a callar que existen unos Ejercícios
ellas» [18]. un esfuerzo tan heroico como éste, no se íntegros y típicos en los que ésta se enseña totalmente
ha de hacer con personas «de quien no se espere a quien puede y quiere hacerlos cual conviene,
fhmruto»[1*8].Añacdsrzón,potlicae La segunda cosa capital que todos deben entender
verdad: no malgastemos nuestras fuerzas «mayormente , que para que estas aplicaciones parciales -muybiens
guando en otros se puede hacer mayor provecho, fal- de los Ejerciciossehagncomdbr,espio
tando tiempo para todo» [r8]. lconocer
otancveiísm,olanzrdsite a fondo los Ejercicios totales y que sería por
Aplicaciones de los Ejercicios. — Para el caso de no
tener el ejercitante las condiciones requeridas para ha- haberlos hecho íntegramente. Si esto se cumpliera no
cer íntegramente los Ejercicios, dice San 4-naco que se harían cosas a aquebsioenratbimrtmnccosslepi*on l es
éstos se apliquen. Aplicar los Ejercicios es, según el ios de San Ignacio.
píritu de los Ejercic
sentido de las anteriores anotaciones, dar solamente
algunas de las cosas Que se proponen en el libro, o
darlos, por decirlo así, de una manera leve sin ir a
buscar el fin total de los Ejercicios y el particular de
cada, ejercicio, sino otro grado inferir de p erfción.
qCon
ue esto están justificadas las formasvidíen
p ueden dar se los Ejercicios.
San Ignacio, al parecer, distingue tres categorías:
la de aquellos que por falta de salud no pueden hacer
todos los Ejercicios; la de los que quieren hacerlos
todos, pero solamente «se quieren ayudar para se ins-
truir y para llegar hasta cierto grado de contentar a su
ánima» [18]; y por último, la de los que aun querien-
do, no pueden por impedírselo sus imprescindibles
ocupaciones¬.
Tratándose de esta materia, es necesario fijarse mu**
ritu, dotado de miembros, sentidos y potencias internas
de orden sensitivo y espiritual.
Primeramente se debe lograr que el cuerpo y los
sentidos, la imaginación 'y los afectos sensitivos obedezcan puntualmente a la dirección

CAPÍTULO II - razón o parte superior del hombre, como fruto de ha-


ber conseguido ya, dentro de lo que conracia de
TÍTULO DE LOS EJERCICIOS Dios es posible, el reprimir y tener a raya la rebelión
de la carne contra el espíritu, que es uno de los efectos
del pecado original.
Texto. – Ejercicios espirituales para vencer a sí mismo Lo segundo, y lo que en la victoria de sí mismo más
y ordenar su vida, sin determinarse por affección alguna que interesa es ganar la voluntad .ara el servicio de Dios;
desordenada sea [21].. esto es, hacer que la parte superior del hombre se so**
meta enteramente y vaya acorde con la voluntad divina
COMENTARIO. - Los Ejercicios que San Ignacio en- poniendo en perfecto orden el amor, que es la primera
cabeza con el título que acabamos de copiar, comienzan fuerza impulsiva de la actividad humana. En este punto,
propiamente después de ras anotaciones que sirven como la victoria completa está en «quitar de sí todas las affec-
de prólogo. Dicho titulo nos descubre ya el concepto ciones desordenadas» [1] ; o lo que es lo mismo, en
fundamental que de ellos tenía su Autor. arrancar del corazón los malos o peligrosos amores, y
Ejercicios los llama el Santo, y ya se sabe que todo en ordenar los naturalmente honestos, mudando en es-
ejercicio importa necesariamente actividad de las po- piritual el afecto natural que a las cosas tenemos; esto lo
tencias o facultades ; o lo que es lo mismo, trabajo por habremos logrado, cuando lleguemos a amar todas las
parte del ejercitante, no precisamente para oír las ins- cosas en Dios y a Dios en ellas, sin desparramar nues-
trucciones y pláticas del Director, sino para ejercitarse tro amor ni dividirlo entre Dios y las cosas criadas,
él en las variadas formas de trabajo mental, u opera- antes pasando de Dios a las cosas y de éstas a Dios,
ciones espirituales como las llama San Ignacio; por con el mismo amor, purificado y unificado.
ejemplo, examinar la conciencia, meditar, contemplar, Ordenar su vida es poner en orden toda nuestra ac-
orar mental y vocalmente y otras conforme a las dife- tividad personal, tanto la interna como la externa, la
rentes maneras que hay de ejercitarlas. privada lo mismo que la pública o de relación sin olvi-
Para que el intenso trabajo del ejercitante durante así,completn dar las otras cosas que nos rodean y que, por decirlo
todo un mes de Ejercicios, se conforme con el título nuestra persona ; como por e j emplo, la
y el intento de los que San Ignacio propone, debe ten- casa, la servidumbre, los bienes de fortuna, etc., etcé-
der e ir dirigido a un fin espiritual perfectamente de- tera [1891.
terminado, corno es vencer a sí mismo y ordenar su Esta ordenación comprende dos partes: la negativa
vida. Estas dos partes, íntimamente unidas entre si, por la que hay que quitartodo lo malo, tanto lo que es
constituyen en el fin total y específico de los Ejercicios pecado mortal o venial, como todo aquello que sin ser
Espirituales de San Ignacio de Loyola. pecado, es defectuoso, excesivo y no conforme a juicio
Vencer e sí mismo, es conquistar el dominio del rei- y razón; y la positiva, que consiste en hacer todas las
no interior del hombre, ser compuesto de cuerpo y espí* cosas tomo nos las dicta el ideal de la perfección cris-
tiana, según el estado de vida en que a cada uno lo ha Esta tarea de ordenar la vida, tiene, como hemos
puesto Dios v según las ocupaciones y relaciones que dicho, dos partes : enmendar la conducta quitando el pe- ,
para él ha escogido la voluntad del mismo Señor. cado y el desorden, y elegir, en las cosas no mandadas
Hay que tener muy en cuenta, que Dios en muchas o prohibidas, conformándose siempre con la voluntad. '
cosas ya ha establecido el orden, el mismo para todos; de Dios; entre estas dos partes hay diferencia por lo
en este caso no debemos preocuparnos de conocer cuál que toca al tiempo de comenzarlas v acabarlas.
es la voluntad de Dios; que bien clara está para los El trabajo de limpiarse uno de culpas e imperfeccio-
que la quieren ver. A quien no tenga la conciencia bien nes, puede emprenderse sin más p r eparación el primer
formada y no sepa a ciencia cierta cuándo una cosa día de Ejercicios, al mismo tiempo que va recibiendo
es pecado mortal o venial, o solamente imperfección y la instrucción moral y la conciencia se va afinando;
desorden que desagrada .a Dios, sin llegar a pecado, a trabajo que durará toda la vida a medida que la luz
éste le bastará instruirse convenientemente. A medida crezca y nos haga fijar cada día la atención en des-
que la conciencia vaya_ purificándose, convendrá «lim- órdenes más pequeños. Esta misma duración tendrá
piarse» [32] o sea, ir quitando de su manera ,de obrar también la lucha que hemos de sostener para alcanzar
todo lo que vea, que es pecado o desorden. la victoria sobre nosotros mismos, y poder conseguir
Pero aparte de éstas, hay otras cosas en las que el primero y mantener después la subordinación perfecta
' orden ni ha sido establecido por. Dios de una manera de la sensualidad y de las partes inferiores del hombre
general, ni éste es igual para todos, sino que se mo- a la razón.
difica para cada persona en particular. Tratándose de deDiosnlapcódeuvi,no mp* El trabajo, en cambio, de buscar y hallar la voluntad
esas últimas cosas, que son nuestro estado o modo de
vida, las ocupaciones principales, el uso y distribución zarse sino bien adelantados ya los Ejercicios; porque
de los bienes temporales y otras muchas que pueden requiere como condición previa quitar las afecciones
concurrir de muy diversos modos a la gloria de Dios desordenadas todas, como nos Jo -dice claramente San
y al mayor provecho del alma; es menester consultar Ignacio en la primera anotación, «y después de quitadas
la voluntad de Dios para ordenar nuestra vida confor- para buscar y hallar la voluntad divina .en. la dispo-
me a ella; o como dice San Ignacio, se ha de «buscar sición de su vida» [1]. La causa de esto está en que,
y hallar la voluntad divina en la disposición de su vi j antes de quitar y ordenar esas afecciones, no sólo no
para la salud del ánima» [1]. somos aptos para hallar la voluntad de Dios, pero
Ésta es la materia propia de la elección y el orden ni siquiera para buscarla; porque de hecho ellas nos en**
pide que no tomemos determinación alguna llevados gañan, nos desorientan y enturbian el entendimiento - v
por motivos naturales o humanos, sino que pongamos la voluntad, que son las potencias que deben hacer la
los ojos únicamente en la gloria de Dios y en la salud elección. Razón por la cual encarga el Santo al Direc-
de nuestra propia alma; que es lo mismo que nos dice tor, que a ninguno le permita entrar en la materia de
el final del título de los Ejercidos, «sin determinarse las elecciones, si por su natural o por su culpa no tiene
por affección alguna que desordenada sea» [21. Luego libres de todo impedimento esas facultades electoras.
vendrá el caso de llevar a la práctica con la mayor fide- Este trabajo de buscar y hallar la voluntad divina,
lidad y constancia posible la buena elección o determi- bien en un estado de vida que no fué elegido ordena-
nación tomada, atendiendo sólo a la voluntad conocida damente, bien para ordenar las ocupaciones principa-
del Señor. les, por ejemplo el orden y trato de la casa y familia,
y otras cosas a éstas parecidas dentro de un estado
bien constituido; ocupa sólo una parte del tiempo de los
Ejercicios, hacia la segunda mitad de la segunda se-
mana.
Pero otra cosa es una disposición estable o de equi**
libri fruto de haber ordenado ya todas esas afeccio**
CAPITULO III'
nes. Esta disposición debiera ser habitual, para poder
hallar fácilmente la voluntad divina en todas las cosas
que van sucediéndose en la vida. PROSUPUESTO
Claro es que ésta también se puede perder, si
abrimos otra vez la puerta los amores no bien ordenados TExto. — Para que así el que da los ejercicios
que están llamando de continuo a nuestro corazón; pero espirtualcomqseib,áayudnsprovech;
volviendo de nuevo a los se ha de presuponer, que todo buen christiano ha de ser más
Ejercios,pudtabler ioqu,edbprcasonl prompto a salvar la proposición del próximo, que a conde-
mayor empeño para el caso de tener que tomar resolu- narla; y si no la puede salvar, inquira cómo la entiende,
dones de importancia; convencidos de que sólo enton- y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, bus-
ces irán éstas perfectamente ordenadas y según el querer que todos los medios convenientes para que, bien entendién-
de Dios. Las aclaraciones dadas en las anteriores anota- dola, se salve [22]**
ciones, principalmente la primera, pueden ser un buen
complemento de las ideas aquí ejpuestas. COMENTARIO. - Grande extrañeza nos causaría leer
El ejercitante que con la lectura o exposición de esta nota, puesta en lugar tan prominente, de no saber
las causas o hechos históricos que movieron Ig*¬ a San
las aclaraciones aquí dadas logre entender bien todas
va nado a hacerlo así. Apenas empezaba el Santo a
y cada una de las palabras del título de los Ejercicios,
habrá adquirido un conocimiento exacto y claro del fin lerse abiertamente del arma de los Ejercicios en las
que con todas sus fuerzas debe buscar en los treinta ciudades de Alcalá, Salamanca y París, en cuyas uni-
días que ahora comienza; renovará, además, sus deseos versidades estudió, cuando se comenzó a atacar el libro
de adelantar todo lo posible [20] y también su franco y por causa del libro se levantó la persecución contra
y generoso ofrecimiento de «todo su querer y liberta& su autor.
para que su divina majestad, así de su persona como De dos fuentes diferentes partieron las acusaciones.
de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santisima Era la primera, cierto convencimiento de que no podía
voluntad» [5]. salir doctrina tan alta de un hombre que careciera de
estudios, y que si a pesar de ello la predicaba, le era
forzoso confesar que la había recibido por verdadera
revelación del Espíritu Santo. Así argüían los Padres,
Dominicos de Salamanca.
San Ignacio, que a nadie ocultaba sus pocos estu-
dios, jamás quiso discutir sobre la iluminación del Es-
píritu Santo; no porque dudase de su intervenció n , sino
por no creerse obligado a declarar cosas tan intimas no
siendo a la autoridad eclesiástica competente. Seme**
jante conducta del Santo, en, pues, un tácito reconoci**
miento de un magisterio divino, que admite grados,
toma formas diversas y descubre los caminos de la
santidad a las almas bien dispuestas. En su autobiografía
confiesa él mismo, que allá en Manresa le instruía Dios
como suele hacerlo un buen maestro con su discípulo,
La parte principal de los Ejercicios, es una práctica de
este magisterio divino.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
La otra fuente de donde nacieron las acusaciones
contra el libro de los Ejercidos, fueron las cavilaciones,
o la violenta interpretación por parte de los que a sí TEXTO. - El hombre es criado para alabar, hacer
mismos se tienen por sabios o letrados. Es cosa ioresvnutcaSyñ,mDdesoalvr
sumamente fácil interpretar en mal sentido cualquiera pro- su ánima; y- las otras rosas sobre la haz de la tierra son
posición, cuando se está mal dispuesto con ella o con s criadas para el hombre, y para- que le ayuden en la prose-
autor por el contrario, una -buena voluntad siempr cución del fin para que es criado. De donde- se sigue, que el
halla camino para explicar muchas cosas como conviene. hombre tanto ha de usar de ellas, quanto le ayudan para su
- El abren- del libro de los Ejercicios pasó en esto por, fin, y tanto debe quitarse dellas, cuanto para dio le impi-
una larga experiencia que le dió a conocer lo inclinada den. Por lo cual es menester hacemos indiferentes a todas
que es la voluntad humana antes a condenar que a de las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad
fender las cosas de los demás. Éstas fueron las razones de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido . en tal ma-
que le movieron a escribir esta regla y a ponerla en la nera que no queramos de nuestra parte más salud que-
portada de sus Ejercidos, tanto en defensa propia, en-fermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida
como para que sirviera de instrucción al Director y al', larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; sola
ejercitante. mente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el
fin que somos criados [231. -
Lo que aquí dice y escribe San Ignacio, nos lo pre-
dican tres virtudes profundamente cristianas: la justi** COMENTARIO. – De dos maneras diferentes se puede
cia, la caridad y la prudencia. Exige y manda la justicía, proponer el Principio y Fundamento: como verdad filo-
que a nadie se le condene sin pruebas , evidentes. 9 **sófica de razón natural, o como conclusión teológica
caridad, llega hasta mirar con buenos ojos lo que se cada de la revelación. En ambos sentidos es una lec*
presenta con apariencias poco favorables. La prudencia ción clara y convincente. San Ignacio, sin embargo, lo
favorece la acción de la justicia y de la caridad echando toma como ley práctica de la vida, y en este sentido
mano de razones probables donde faltan las evidentes. se lo impone al ejercitante antes de que éste empren-
Estas tres virtudes componen la sencillez evangélica. da la tarea de ordenar la suya conforme a la voluntad
cuya forma la hallamos en este prosupuesto de San Ig- divina.
nacio. Hagámosla ley de nuestra vida. Podia el Santo darnos una ley que fuera contra-
ria, divergente o simplemente diversa de la que nos diera
el Creador en el acto mismo de crearnos, no por vo-
luntad libre y positiva, sino por imperativo fundado en
el mismo acto divino de darnos el ser? De ninguna las otras; relaciones fundadas en su misma naturaleza
manera, porque cuantas determinaciones tome el hom- y que Dios Creador y Gobernador debe hacer que se
bre, deben ser una aplicación exacta de esa ley esen- cumplan prohibiendo y castigando las infracciones. El
cial y universal. Precisamente por esta razón se llama segundo, cuando en el uso de las criaturas, sin llegar
Principio y Fundamento. á quebrantar ese orden esencial de las cosas, nos apar-
Nos dice el título del libro que los Ejercicios son tamos del fin a que Dios las ha destinado dejándolas
para ordenar la vida; y a renglón seguido, para que nos a nuestra libre disposición, para que nosotros libremente
sirva de norma segura con que distinguir lo ordenadc consiguiéramos este fin.
de lo desordenado, nos da San Ignacio el principio fun** Este segundo campo es mucho más vasto que el pri-
damental, universal y eterno del orden puesto por Dios mero y en él se coloca San Ignacio en su Principio y
en el universo.`'°
Fundamento. Consideremos, por lo tanto, qué destino ha
Para levantar una pared a plomo, lo primero y lo
más necesario es tener siempre a, punto el nivel dado Dios a las criaturas y con qué condiciones nos
ha permitido el uso de ellas; así sabremos
para aplicarlo, a cada piedra que se coloca. El Principio y
Fundamento es el nivel de toda la vida, el que debe eldsorned nsalired voluntadi ,uncado
regular todas y cada una de nuestras acciones si que** no se llegue a quebrantar aquel orden esencial que cae
remos que sean ordenadas. bajo la prohibición formal del Señor y nos hace incurrir
En el uso de las cosas 1 deben tenerse en cuenta dos en el pecado y castigo consiguientes.
capítulos o dos clases de desorden que puede haber Dios nuestro Señor creó todas las cosas guiado úni-
Es desordenado e irracional, querer que las cosas sir camente por su bondad infinita sumamente comunica-
ble, sin pretender para sí utilidad o interés alguno. Pero
van para lo que no han sido hechas, porque esto es
dado que libremente se determinaba a crear,
violentar su naturaleza. Cuando el hombre se empeña
yforzsa¬mentíquñlrdestinoacu;
por capricho, en usar de las cosas contrariamente a sí
natural destino, si éstas pudieran hablar, protestarían considerando quién es Dios y lo q ue las cosas cria
seguramente contra ese abuso del orden natural. das, éste no podia ser otro que la glorificación de la
También es desordenado, servirse de_ una cosa mil divinidad.
tíene amo y señor que conserva el pleno dominio y pro Por esta razón el Creador destina las criaturas do-
piedad sobre ella, saliéndose de lo concedido por él ta todas de entendimiento y voluntad, a que la glorifiquen
aun cuando el uso que de ella se haga no sea contraria conscientemente reconociendo voluntariamente sus divi-
a la aptitud natural de la misma. nas atributos: Alabándolo por su sabiduría y poder
Aplicando estos conceptos a las relaciones entre Dios infinitos que tanto resplandecen en la creación;
y sus criaturas, se descubren también dos clases dt prestándole reverencia v adoración por su excelencia so-
desorden en el uso de las mismas. El primero tiene lu berana; sirviéndole con el cumplimiento de su voluntad
gar cuando el uso que se hace de las cosas es contra santísima, por ser su dominio supremo; finalmente,
do a las relaciones esenciales que unen las unas cor amándolo 'con todas las fuerzas del alma por su in-
mensa bondad y liberalidad y cumpliendo además, por
amor, con todo lo que exige la glorificación perfecta.
1 En esta declaración del Principio y Fundamento, no: Esto es lo que San Ignacio dice lo más concisamente
aprovechamos de la exposición del P. J. Calveras, S. I. en
revista Manresa», vol. I, págs. 119 y siguientes. posible: «El hombre es criado para alabar, hacer
reverencia y servir a Dios nuestro Señor» [23]. No men-
ta para nada el amor, porque toda esta doctrina la guar- ciendo éste de ellas escalón para subir al conocimiento
da para la «Contemplación para alcanzar amor», últi- de Dios, o mostrando la debida sujeción a la voluntad'
ma de los Ejercicios; pero aquí están las obras del divina, usando de ellas o no, según el querer de Dios .1
amor que valen más que las palabras. Por lo tanto, las criaturas ir racionales, manteniendo?
Verdad es, por otra parte, que Dios ha puesto en las por un lado al hombre y perfeccionándolo; y por otro,
criaturas inteligentes la aspiración innata a la felicidad, sirviéndole de instrumento para glorificar al Señor, in-
que lleva en si el afán del propio perfeccionamiento y directamente dan ellas gloria a Dios de la
de la propia excelencia y la sed de satisfacciones que manera que pueden, o como dice San Ignacio: «las
llenen la extensión inmensa de las aspiraciones del otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para
amor. el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del
Pero la perfección moral del ser inteligente y libre, fin para que es criado» [23].
está precisamente en su acercamiento a Dios, en em- Si nos colocamos en la alta cumbre de la intención
plear todas las actividades de su entendimiento y de que tuvo Dios al crear el mundo y tomamos como nor-
su amor, de su sentimiento y de su obrar, en Dios y ma directiva el destino que el Creador señaló a las obras
en su glorificación y por esta razón la felicidad supre- de sus manos, distinguiremos con absoluta certeza lo
ma del ser inteligente, tanto en el estado natural como ordenado de lo desordenado en todos los actos de nues-
en el sobrenatural, en ésta como en la otra vida, radica tra vida.
en esa concentración de todas las fuerzas y actividades Procede desordenadamente, la criatura racional
del alma, nacida de la concentración del amor de Dios. se propone en sus obras un fin diverso de la gloria de
De este modo al constituirse Dios nuestro Señor a Dios y su propia perfección; cosas ambas que unidas
sí mismo en fin último de las criaturas inteligentes para la llevan a la completa felicidad. Desorden es también
que éstas se ocuparan en servirle y amarle, juntó divi- el que se valga de las criaturas para fines ajenos de
namente en un punto la glorificación divina con la su- su propia conservación yperfección y de la gloria di-
prema perfección y felicidad de las criaturas capaces vina, o que use de ellas saliéndose de la justa medida
de conocerle y amarle. Es lo mismo que dice San Igna- en la que le pueden aprovechar. Por esto «el hombre
cio: «Y mediante esto salvar su ánima» [ 23] ; sentencia tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin. I
que no debe restringirse a sólo escaparse de la conde- y tanto debe quitarse dellas, cuanto para ello le
nación divina, sino que se debe ampliar a la idea com- impden»[23].
pleta de la suprema perfección y de la felicidad propia, Desordenados son asimismo todos los actos que no
tanto en ésta, como en la otra vida. se ajustan con esta norma, puesto que no Van dirigidos
El Creador destinó también a su gloria a las criatu- por la ordenación divina, ni responden al designio que
ras irracionales, pero de la siguiente manera. Las cosas tuvo Dios al concedernos el uso de las cosas; _y esto,
de que se ve rodeado el hombre, las puso Dios a su ser- tanto si son contrarios al orden esencial de la creación,
vicio, para que le ayudaran en la conservación de su como á no lo son; lo mismo si van contra la glorifica-
propio ser y en su perfeccionamiento físico, intelectual ción divina, como si solamente se desvían de ella o
y moral; y así con esas ayudas pudiera darse él con prescinden del último fin.
más libertad a glorificar personalmente a Dios. Adviértase, sin embargo, que no todo lo que se apar-
Pero también directamente pueden las cosas ayudar- ta de esta norma, es pecado o merece sanción de parte
le al hombre en la glorificación divina: a saber. ha- con* de Dios. Solamente la merecerá, aquell que sea
trario a la naturaleza de las cosas y a las relaciones no puede tener otro intento ordenado que la glorifica-
esenciales que median entre Dios y sus criaturas; extre- ción divina y su propia perfección. Porque si fuese lícita
mo éste que la santidad infinita de Dios se ve obligada y ordenada alguna otra intención que no fuera absolu-
a prohibir y castigar, llegando en esto, si el desorden tamente opuesta al último fin, lícito y ordenado seria
es grave, hasta privarle de su amistad; privación que cualquiera otro uso de las criaturas que nos llevara al
si se hace definitiva por la muerte en pecado mortal, último fin, aunque no fuera con esa medida exacta y
lleva consigo la privación eterna de la felicidad del cielo ejclusiva del tanto cuanto le ayudan las cosas o le es-
y la condenación a las penas eternas del 'infierno. torban.
Según esto, en la glorificación de Dios por parte de Pero supuesta la ordenación divina que destina al
las criaturas racionales, hay una parte mínima obliga- hombre exclusivamente a la glorificación divina y a su
toria que lleva aneja culpa y pena. Pero esto de huir propia salvación, deberá tenerse por desordenado cual**
del castigo, no es la posición adoptada por San Ignacio quier otro intento que el hombre se proponga en sus
en sus Ejercicios típicos, sino que van dirigidos «al que actos, si no se halla subordinado a los dichos, o a. ellos
en todo lo posible desea aprovechar» [20]. no puede reducirse.
Resumiendo los anteriores conceptos y parafrasean- Se imponen por lo tanto la rectitud y pureza de in-
do las palabras del Principio y Fundamento, podemos tención en todas nuestras determinaciones; o como dice
formular asi el principio práctico de orden que adopta San Ignacio «en toda buena elección... el ojo de nues-
San Ignacio en sus Ejercicios. Siendo el hombre_ criado tra intención debe ser simple, solamente mirando para
y destinado por Dios para glorificar a su Creador con lo que soy criado, es a saber, para alabanza de Dios
la alabanza, la reverencia, el servicio y el amor. perfec- nuestro Señor, y salvación de mi ánima» [169].
cionado a la vez con ello su alma y asegurando la feli- De modo que todo cuanto queramos debe ir nivela-
cidad de esta vida y la suprema y definitiva de la otra; do por el fin último, de tal manera, que esa relación
síguese de aqui que el hombre no debe ocupar sus facul- con él sea la verdadera y única razón para determinar-
tades en cosa que no esté subordinada a estos fines; nos a obrar. Si no es la razón verdadera, nos faltará
y puesto que las demás cosas de sobre la haz de la la recta intención y por eso hierran los que primero
tierra, han sido criadas y puestas por Dios al servicio determinan casarse o tomar beneficios, y luego buscan
dei hombre para que directamente le ayuden en esa glo- servir a Dios en aquello que escogieron sin consultar
rificación divina, se deduce también que el hombre ha la voluntad divina. De ellos dice San Ignacio «que no
de servirse o apartarse de ellas con el único propósito van derechos a Dios. más Q uieren que Dios venga a
de conseguir esos fines y tomándolas en la medida pre- sus affecciones desordenadas y por consiguiente hacen
cisa en que para ello le sirven o le estorban. del fin medio y del medio fin» [169].
Conviene insistir un poco más en el alcance que tie- Si la gloria de Dios es la verdadera razón de elegir,
ne en el pensamiento de San Ignacio la regla del tanto pero no la única, entonces nos faltará la pureza de in-
cuanto con que concluye esta primera parte del Prin- tención y la elección será del mismo modo desordena-
cipio y Fundamento. da; porque ninguna cosa debe moverme a tornar unos
Si el hombre ha de usar de las criaturas tanto cuan- medios u otros o a privarme de ellos, «sino sólo el ser-
to le ayudan para conseguir su fin y no más, y si ha vicio y alabanza de Dios nuestro Señor y salud de mi
de apartarse de ellas sólo tanto cuanto le estorban, ello ánima» [169].
obedece necesariamente a que en el uso de las criaturas En los casos concretos en que la variedad de los
objetos da lugar a la deliberación y a la elección, por todas las cosas criadas,hasta que logremos colo-
ser diversa su aptitud respecto de nuestro último fin, carnosepctodelasn posicónmásconfrme
la regla del tanto cuanto nos obliga a elegir «lo que con el ideal del último fin, aquella que nos haga más
más conduce para el fin que somos criados» (23].. Por- fácil la práctíca de la regla del tanto cuanto. Así nos lo
que si hemos de usar de las cosas o abstenemos de ellas dice San Ignacio: «Por lo cual es menester hacernos hacernos
tonto cuanto nos ayudan o estorban, y no más; dado indiferentes a todas las cosas criadas.»
que la única razón ele buscarlas ha de ser el que nos Estudíemos, pues, atentamente la extensión y los
ayuden o estorben, por eso mismo debemos usar más consti tutivos de la indiferencia que aquí se nos propo-
las que más nos ayudan y menos las que nos ayudan ne, para orientar convenientemente el trabajo que de-
menos; pues es claro que no existe razón alguna para bemos poner para alcanzarla y que es la tarea que nos
preferir las que ayudan menos a las que ayudan más. espera en los Ejercicios que se siguen.
Ahora bien, cuando en un caso concreto hay varie- Primeramente ese hacernos indiferentes, no es res-
dad entre las cosas que se ha de elegir y es preciso pecto de nuestro último fin sino que se refiere a las co
determinarse por una de elas, usar más de las que sa¬ criadsquesonmediopar lcanrl I
o.Laindfe* ndife-
más nos ayudan, equivale a decir que éstas deben pre** rencia no reza con el fin, sino con los medios, que no
feirse en absoluto a las otras; como en el caso con- se buscan por sí mismos, sino porque ayudan a la con-
trario se debe de huir de la que más estorba, cuando. secución de aquél. La frialdad, por lo tanto, o la indi-
uno no puede apartarse de las demás de su género. ferencia respecto del fin, serían algo indigno y cuajado
Las dos explicaciones de la regla del tanto cuanto, de peligros.
las resume San Ignacio con estas palabras del final del No hay otra manera digna y ordenada de correspon-
Principio y Fundamento: «Solamente deseando y eli der al destino altísimo que Dios nos ha _señalado de
giendo lo que más nos conduce para el fin que somos' glorificarle a Él y de santificamos a nosotros mismos,
criados» [23]. salvándonos de este modo y entrando en posesión de la
Si naturalmente las cosas criadas no nos interesaran felicidad completa y eterna, que ofreciendo de nuestra
más que por su relación con nuestro último fin, no parte la determinación absoluta de cumplir perfeta**
hallaríamos la menor dificultad en conformarnos con mente con este fin, poniendo en ello todas nuestras...
estas reglas de orden, tan elevadas y a la vez tan razo- fuerzas.
nables. Pero es el caso, ,que de hecho nos inclinamos Esto, como se ve, lleva consigo la firme determina-
a las cosas y nos aficionamos a ellas por. otros motivos; ción de no hacer ni admitir deliberadamente cosa alguna
y naturalmente también miramos como un bien la santa que se oponga, se desvíe o, si se presenta en compañía
la riqueza, el honor y la vida, y como un mal la enfer- de otras mejores, nos ayude menos para glorificar a
medad, la pobreza, el deshonor y la muerte; y Dios y santificarnos a nosotros mismos. En otras pala-
esas preferencias resistencias naturales las extendemos a otra bras: hemos de tener el propósito firme y absoluto de
gran multitud de cosas, según que éstas nos propor- huir de todo pecado mortal y venial y detoda
cionen satisfacciones o provechos, o por e l contrario imperfección deliberada, y de escoger siempre lo que s más
molestias, disgustos o perjuicios. conforme con la voluntad
Por lo tanto, para conformarnos del todo con las En puntos corno éstos no cabe la indiferencia, Cuanto
normas de orden que hasta el presente nos ha enseñado más firme sea nuestra determinación y mayor nuestro
t*esa San Ignacio, debemos trabajar para hacernos indiferen- entusiasmo para huir de todo lo que sea prohibido o es
tra naturaleza caída, la desolación espiritual y otras
en sí mismo desordenado, y más prontos estemos a cum- pruebas interiores.
plir lo mandado o lo que voluntariamente hemos ofre- La voluntad, ordenada conforme al ideal del
cido, y en lo que toca a las cosas indiferentes más nos PrincpoyFudamet,xigqí;prolaecusión
empeñemos en seguir lo que comprendamos que es más de toda determinación y preferencia nacida de motivos
agradable al Señor, tanto mejor y mejor. humanos respecto de las cosas buenas o indiferentes,
Con semejantes disposiciones estarnos muy seguros que lo mismo pueden ayudamos que estorbarnos en el
de que en el uso de las cosas criadas cumpliremos con cumplimiento de nuestro último fin de glorificar a Dios
la regla del tanto cuanto. Pero esto nos dice también y santificarnos a nosotros mismos. Segundo, en la hora
que la indiferencia no se refiere indistintamente a todas de tomar una resolución, exclusión asimismo de, todo
las cosas criadas, puesto que a ella no pertenece lo que otro móvil que no se reduzca a éstos.
está mandada o prohibido bajo pena de pecado, lo que Si nuestra voluntad adquiere de hecho semejantes
es desagradable a Dios aunque sobre ello no recaiga disposiciones, elegirá con la mayor naturalidad-lo que
prohibición formal, ni tampoco las cosas en sí indife- más nos conduce al fin para que somos criados. Éstos
rentes en las que nos es conocida la voluntad de Dios. son, pues, los constitutivos de la indiferencia dentro
Todo esto cae fuera de nuestra libertad para elegir, por- del campo de las cosas permitidas a nuestra libre elec-
que ya nos consta la relación que ello tiene con nuestro ción; y dicho con las mismas palabras de San Ignacio:
último fin. Oigamos a San Ignacio: «a todas las cosas «Es menester hacernos indiferentes... en tal manen que
criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de no queramos de nuestra parte más salud que enferme-
nuestro libre albedrío, y no le está prohibido» [23]. dad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida lar-
El campo de la indiferencia queda, pues, limitado a ga que corta, y por consiguiente, en todo lo demás; so-
las cosas indiferentes o buenas, que ni son mandadas lamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce
ni nos consta que sean más conformes con la voluntad para el fin que somos criados**»
de Dios; campo muy extenso que abarca una multitud Una vez que en estas cosas particulares, nos sea coi
de cosas, grandes unas y pequeñas otras, a las que na- nocida la voluntad de Dios merced a una buena elec-
turalmente nos sentimos aficionados o de ellas alejados. ción, trocamos el campo de la indiferencia por el de una
y que nos acarrean gran trabajo y no pequeña lucha voluntad determinada que conviene mantener en toda:
para alcanzar respecto de ellas una indiferencia perfec- su firmeza para llevar a la práctica lo que rectamente
ta. San Ignacio enumera aquí las más importantes de se ha elegido.
uno y otro lado, en las que es más difícil la indiferencia, Esta hermosa disposición de la voluntad, que aca-
corno son : salud y enfermedad, riqueza y pobreza, ho- bamos de dibujar, con esa su determinación de rehusar
nor y deshonor, vida larga y vida corta «y por consi- todo lo malo y desordenado, de tomar lo mejor una
guiente en todo lo demás» ; es decir : familia, amigos, vez conocido como tal, de indiferencia mientras esto no
patria. arte, ciencia y todo lo que constituye nuestra nos conste, y de cerrar los ojos, en la hora de resol-
ejcelencia y felicidad; y en el orden espiritual los actos verse, a toda otra razón que no sea la gloria de Dios
particulares de las virtudes y prácticas de perfección. o la salud de mi alma; hace que dicha voluntad sea
En sentido opuesto: los émulos, los enemigos. los perfectamente ordenada, plenamente conforme con el
ejtranjeros, lo que dificulta nuestro adelantamiento principio del orden establecido por San Ignacio, y es
científico y se opone a nuestra excelencia y felicidad; además el fundamento insustituible de la verdadera
en el orden espiritual, los defectos y miserias de nues**
vida espiritual, es decir, de la vida perfectamente or** moción nacida de motivos humanos no bien subordina-
donada según la intención divina. dos, que podrían torcer la recta determinación.
Siendo la voluntad quien debe imponer el orden tan- Pera demos todavía un paso más para afianzar del
to en el ejercicio de las demás potencias del hombre, todo esa oisposición fundamental de la voluntad y re-
como en el uso de las criaturas; si ella no se mantu- forzar esos mismos deseos encargados de sostenerla.
viera firmemente en esa disposición que acabamos de * Los deseos que por reflexión nacen de la considera
describir, ¿podría imponer este orden, siempre, perfecta- ción de los provechos que se nos pueden seguir, o los
mente y en todo, a pesar de las dificultades interiores transitorios que brotan espontáneamente de una casual'
y exteriores que le salieran al paso empeñadas en ha- y viva representación, o de la presencia de un objeto
cerle tropezar, cin ceder jamás ni perder un punto de que cautiva nuestro afecto v amor, no• son de los que,
su decisión y valor? arraigan en lo profundo del espíritu; por lo tanto, no:
Por otro lado. sí esa voluntad admite preferencias pueden ser ellos los que en la guarda constante del
que la-predisponen y 6. e- inclina voluntariamente a unas perfecto orden, sostengan permanentemente la ordenada
cosas más que a otras, ¿cómo es posible que en la hora determinación de la voluntad.
de la elección se eche de parte de lo que más conduce Aquí es necesaria aquella clase de deseos que salen
a la gloria de Dios? del fondo del corazón y son hijos de un poderoso afecto
Razón le sobra a San Ignacio para decir, que ante to que los ata fuertemente con el objeto amado. Sólo
todo «es menester hacernos indiferentes». Ésta, pues, éstos son los constantes, siempre vivos y en acción; los
será la tarea de los siguientes días de Ejercicios, hasta que multiplican sus energías cuando arrecia el combate
que llegue la hora en que, alcanzada ya la indiferencia, contra la cosa amada, porque en tales casos interesado
podamos pasar a la elección. el corazón en la defensa, pone en movimiento los estí-
Conviene advertir aquí una cosa ; que sólo el querer, mulos de mayor brío y empuje.
o sea la mera determinación de la parte electiva, al no Si falta ese corazón totalmente dominado por el amor
ir acompañada de la parte afectiva que la refuerce y de Dios y enteramente desligado de las criaturas, es
asegure, es de muy escasa eficacia en la práctica, sobre inútil esperar aquel deseo estable, universal y eficaz de
todo si se quiere que sea duradera. Por eso la disposi** seguir siempre y en todas las cosas lo que más agrada
ción de la voluntad que acabamos de proponer como a Dios nuestro Señor; y,asuvezinmjatedso,
modelo de determinaciones habituales, justa y cabal- tampoco se puede confiar en que la voluntad cumpla
mente ordenadas, no gozará en la práctica de estabi** habitualmente con la regla del orden mayormente si
li dad y e ficac i a duraderas, si en todos sus actos no se
lidad no conserva la plena presencia de espíritu, o aumentan
halla alentada y sostenida por un deseo sumamente vi- las circunstancias difíciles ; casos ambos en que suelen
goroso. triunfar con sus halagos las criaturas, si el corazón no
El alma ha de tener un encendido de se o de conse- se halla plenamente espiritualizado por una intensa vida
guir el fin único de la glorificación de Dios con la ma- sobrenatural.
yor perfección posible. A esto debe seguirse por parte Si queremos, pues, que la indiferencia sea perfecta,
del espíritu, un alejamiento y una repugnancia grandes estable y eficaz, se ha de procurar que lo sea en la
hacia todo lo que es pecado y desorden, juntamente con ejecución, en la inclinación voluntaria y en el afecto;
un deseo tan poderoso de escoger siempre lo que más y a este estado no llegará, hasta que el alma, ayudada
glorifique a Dios, que prevalezca y anule cualquiera otra con la gracia divina, no haya quitado de sí todas las las
afecciones desordenadas dejando libre el paso al amor
de Dios y amando las cosas criadas en Él y por Él úni-
camente.
Ésta es precisamente una de las partes principales
del fin de los Ejercicios.
Con lo dicho puede darse el ejercitante por muy
bien orientado: conoce ya la norma segura para dis-
tinguir lo ordenado de lo desordenado, propuesta y CAPÍTULO V
declarada en la primera parte del Principio y Funda-
mento'y asentada firmemente en el fin del hombre y EXAMEN PARTICULAR
en el de las criaturas. Sabe, además, que para realizar
este ideal del orden, el primero y fundamental trabajo
TEXTO. - EXAMEN PARTICULAR Y COTIDIANO; CONTIENE
está en conseguir la indiferencia perfecta. A ella le lle-
EN Sí TRES TIEMPOS Y DOS VEcES EXAMINARSE
varán por sus grados los ejercicios particulares de las
ser-dalias de los Ejercicios que van a comenzar. El primer tieno es, que a la mañana luego en levantán-
dose, debe el hombre proponer de guardarse con diligencia
de aquel pecado particular o defecto que se quiere corregir
y enmendar.
El segundo, después de comer, pedir a Dios nuestro Señor
lo que el hombre quiere, es a saber, gracia para acordarse
cuántas veces ha caído en aquel pecado particular o de-
fecto, y para se emendar adelante, y consequenter haga el
primer examen demandando cuenta a su ánima de aquella
cosa propósita y particular de La qual se quiere corregir y
enmendar, discurriendo de hora en hora o de tiempo en tiem-
po, comenzando desde la hora que se levantó hasta la hora
y punto del examen presente; y haga en la primera línea
de la g= tantos puntos quantos ha incurrido en aquel
pecado particular o defecto; y después proponga de nuevo
de emendarse hasta el segundo examen que hará.
El tercero tiempo, después de cenar se hará el a.° examen
asimismo de hora en hora, comenzando desde el primer exa-
men hasta el 2.° presente, y haga en la 2ª línea la mis-
ma g= tantos punctos cuantas veces ha incurrido en aquel
particular pecado o defecto.

SÍGUENSE CUATRO ADICIONES PARA MÁS PRESTO QUITAR


1ª AQUEL PECADO O DEFECTO PARTICULAR
addición. — La primera adición es que cada vez que
el hombre cae en aquel pecado o defecto particular, ponga
la mano en el pecho, doliéndose de haber caído; lo que se
- EJERCICIOS ESPIRITUALES.
puede hacer aun delante muchos, sin que sientan lo que hace, Ignacio ; pero el que en cosa tan recomendada como
— La 2ª : como la primera línea de la g= significa ésta se tropiece con tanta dificultad, da lugar a la sos-
el primer examen, y la 2ª línea el 2.° ejamen. mire a la noche pecha de que pueda haber aqui mala inteligencia; o me-
si hay enmienda de la primera línea a la 2ª , es a saber, dei jor dicho, falta de buena inteligencia que desorient los
primer ejamen al 2P. espíritus. Se ve, pues, la necesidad que hay de un co-
3. a — La conferir el segundo día con el primero, es mentario, no de la letra, sino del espíritu del a
a saber, los dos ejámenes del día presente, con los otros y hemos de confesar que el documento, por ser princi-
dos exámenes del día passado y mirar si de un día para otro palmente empírico, no facilita una explicación de esta
se ha enmendado.
4.ª — La 4ª addición: conferir una semana con otra, y naturaleza. No nos queda, pues, otro remedio que estu-
mirar si se ha enmendado en la semana presente de la pri- diarlo colocándolo en lo más interior del espiritu de los
mera passada. Ejercicios ignacianos y por este camino deducir la doc-
trina justa y racional.
Nota: Es de notar que; la primera g= grande que se Ante todo es preciso conocer a fondo el fin a que
sigue, significa el domingo; la segunda más pequeña el lunes; endereza San Ignacio el examen, mayormente el parti-
la tercera el martes, y así consequenter [24-31]. cular. Ya hemos hecho notar en otro lugar, ponderán-
COMENTARIO. —Huelga aquí la declaración o dolo, el hecho de la importancia tan marcadamente ej-
comentario literal, porque el sentido de las palabras es cepcional que le atribuye el Santo. Cada uno de los ejer-
claro y la práctica es sencilla. En cambio, pocos docu- cicios propiamente dichos, va seguido de un cuarto de
mentos se encontrarán en los Ejercidos que reclamen hora de examen. Por la mañana y por la tarde, se hace
con más insistencia que Se, la explicación de la cosa examen de todos los actos del día. Entre día, el examen
en sí misma, de su espíritu y de la importancia capital particular acompaña, por decirlo así, a todas y cada una
que San Ignacio atribuye al ejamen, tanto para poder de las acciones. La importancia que se le da'a esta ope**
dar razón de él, como para practicarlo de la manera ración espiritual, justifica suficientemente el lugar que el
más conveniente y provechosa. examen ocupa en el libro de los Ejercimos; nada menos
Para todos es cosa cierta y sabida, que el examen, que el primero después del título, del Prosupuesto y del
singularmente el particular, es uno de los elementos más Principio y Fundamento; algo así como Si en eL mismo
importantes de los Ejercicios y aun de toda la ascética vestíbulo quisiera el Santo poner en nuestras manos el
ignaciana***, en la dirección de la vida. El Santo puso en báculo que nos sostenga al dar ya el primer paso en la
cumplirlo la mayor fidelidad hasta el día mismo de su vida espiritual, o bien el arma más eficaz para emprender
muerte y lo mismo han hecho cuantos, siguiendo el me- la lucha de vencerse a sí mismo.
todo Por él enseñado, han alcanzado la más alta per- La vida misma de San Ignacio nos proporciona una
fección. Y al contrario no hay cosa que más descuiden, razónhistcypeoldhtanbe,
las almas flojas y, justo es confesarlo, también las de el carácter extraordinariamente introspectivo o psicoló-
buena voluntad y que aman a nuestro Señor, pero que gico, de que se halla impregnado todo el proceso de su
no saben amoldarse al examen y más bien hallan en él conversión y transformación espiritual, llevada a cabo
una complicación' perturbadora. en Loyola y Manresa** El efecto producido en Ignacio
En punto a prácticas no ordenadas por una autori- por la primera gracia del Señor fué, que él advirtiera
dad competente, no hay nada en la vida espiritual que yconsideralvmpsionequdjabr
sea absoluto e inmutable, como a menudo lo repite San su alma los pensamientos de Dios y los del demonio
Leer, y ante los hechos de un Santo, brota espontá- del ejercitante, y San Ignacio, como primera ley, le da,
nea en su alma y de una manera consciente la reflexión esa finura de percepción para que se dé cuenta perfecta
interna que le lleva a pensar lo que él podría hacer. de todos los movimientos que se levantan en su alma,
Jesucristo, por ejemplo, enseña, trabaja, padece; pero y esa gran discreción para discernir las causas de donde
no de una manera universal y absoluta, sino con la mira nacen y los fines adonde tienden. El examen es el apa-
puesta en Ignacio para que éste repare en ello y lo en- rato registrador de todas estas experiencias.
tienda y obre y padezca por Jesucristo. La reflejión Creemos que esta breve declaración es suficiente
ante cada palabra o hecho de. Jesucristo, es como la som- para comprender que el examen, dentro de los Ejerci-
bra que proyecta el rayo de sol que las ilumina, cios, y en la debida proporción en toda la ascética igna-
primero, pues, y lo principal que como comenta- ciana, es un estado de espíritu y una operación. Primera
rio del examen puede decirse, es esto: que se entienda y principalmente es un estado de espíritu; es decir. una
y se sienta la importancia que San Ignacio le atribuye disposición general del hombre que le hace estar atento
y la razón porque se la concede. Entendida esta impor- siempre y vivamente interesado en conocer, discernir y
tancia, todo queda explicado, pero desconocida o mal perfeccionar, cuanto le sea dado las reacciones produ-
comprendida, el examen se convierte en un mecanismo cidas en su alma, cuando en ella entra la verdadera
complicado y fastidioso, a manera de penitencia espi- doctrina de la santidad que es asimilada en la oración,
ritual que se debe cumplir porque así lo mandan. No adonde acude Dios a visitarla; y también cuando el
hay cosa más opuesta que ésta al espíritu de los Ejer- enemigo la embiste de una manera grosera, o trata de
cicios. seducirla con mal disimulada malicia.
San Ignacio busca y quiere un hombre bien prepa- ' Elexamn,sgudorea
**rado espiritualmente, que mantenga despiertas y activas requiere sus horas determinadas v tiene leyes precisas
todas sus energías para poder aplicarlas conscientemente para su ejecución. La operación sin el espíritu, para
a vencerse a sí mismo y a ordenar su vida según la vol en una rutina enojosa y estéril; el espíritu sin aquélla,
**luntad de Dios. Este tal, ocupará largas horas en la carece de eficacia práctica. La junta de entrambas co-
meditación y contemplación, pero no será pór el puro sas, es el ideal de San Ignacio, fecundísimo en frutos
placer intelectual, estético o espiritual, sino movido del de santificación.
deseo de llegar a conocer cuál sea la voluntad de Dios Hay dos clases de personas oue y erran en la expli-
respecto de su persona y de su vida. Su voluntad dará cación del examen de San Ignacio: los que sólo atien**
entrada franca a todos los enamoramientos que despierta den a multiplicar los pormenores prácticos exigiendo
la adorable persona de Jesucristo, pero no para hacer su cumplimiento de una manera casi supersticiosa y
pie en ninguna de esas complacencias mudables, sino los que los desprecian, tomándalos por un sistema de
para reflejionar en cada caso sobre lo que debe hacer y contabilidad, impropio
padecer por el Redentor. Hay que conocer intimamente de los corazones. Tan superficial e injusta es
a Jesucristo, para más amarle e imitarle. la posición de los unos como la de los otros. Ni en-
En los Ejercicios se despliega una estrategia espi** tienden ellos a San Ignacio, ni San Ignacio los enten-
ritual, no sólo del hombre contra sí mismo, sino además dería a ellos.
contra el maligno y sus fuerzas mundanas, aliadas con En faltando el deseo de adelantar cuanto sea posi-
él en contra de Jesucristo y de los que quieren seguirle. ble; sin el afán de vencerse a sí mismo y ordenar su
El campo donde se riñe esta lucha, es el propio espíritu vida, sin determinarse por afección alguna que desor-
denada sea y mirando sólo a. la voluntad de Dios; sin menos evidente que las faltas que quiere quitar, son pre-
el cuidado de mantener siempre vivo y en acción este cisamente las que nos impiden hacer bien los Ejercicios
ideal, aplicándolo más cada día a los actos particulares y observar las adiciones [90, 160, 207]; ejercicios y
de perfección evangélica; los Ejercicios de San Ignacio adiciones que están directamente ordenadas a la conse-
vienen a ser una cosa totalmente desconocida y parecida cución del fin general y de los fines particulares; ideales,
a un embrollo de meditaciones, anotaciones, adiciones, aquél y éstos, positivos y de gran perfección,
notas y reglas. Supone San Ignacio que el ejercitante está lleno de
Este concepto general del examen que acabamos de los ideales contenidos en los fines que se buscan en los
dar, específicamente le conviene más al examen parti- Ejercicios; y para que los mantenga en todo su vigor,
cular. Éste trata de conservar el espíritu, despierto y aplica el examen particular que tiene la virtud de remo-
activó en todas las horas del día tara ue el hombre ver cuanto pudiera resfriados. Bajo la acción aparen**
alcance el fin fue se a o esto de la manera más temente negativa del examen, existe un fondo positivo
seria y eficaz** Esto es lo primero y lo principal, porque sumamente Intenso, .que es su parte esencial y que se
es como la vida espiritual del alma. Cuanto viene des** renueva y robustece cada vez que se le quita un estorbo.
pués de esto, es secundario por grande que sea su im** Esto lo confirma el hecho de que el examen particu**
portancia; y como secundario lo debe mirar y tratar lar, como lo pide su mismo nombre y lo dice claramente
quien quiera dar a las cosas su justo valor, sin pecar el texto, se ocupe de un solo pecado o defecto y se ord
e**
ne
ni por exceso ni por defecto** en los Ejercicios «para quitar defectos y negligencias
No se puede pensar con provecho en cosa alguna de sobre exercicios y addiciones» [90], ¿Dónde, pues,
la vida espiritual sin contar con un alma llena de vida, encontrar la unidad especial que exige este examen; sino
que ni esté muerta, ni medio dormida, amodorrada o en aquel fin que perseguimos en los Ejercicios con todas
en actitud pasiva o expectante. La fuente natural de. las fuerzas de nuestra alma?
esta vida es la oración, pero el examen particular es Por otro lado en el primer modo de orar, que es un
en todos los momentos el excitante o despertador; y verdadero examen particular, nos dice claramente San
en sentido inverso, el pulso que la da a conocer. Aquel Ignacio, que quitar un defecto equivale a adquirir la
querer tan propio de los Ejercicios que de un modo virtud contraria, y que aun es mejor comenzar por
especial ejerce su influjo en uno de los preámbulos y segundo, para lograr lo primero. «Para mejor conos=
en el coloquio de las meditaciones o contemplaciones, las faltas hechas en los pecados mortales, mírense sus
sigue palpitando en todos loa momentos del día por me** contrarios, y así para mejor evitarlas proponga y pro *
examenparticul. cure la persona con santos ejercicios adquirir y tener
Por esta' es muy conveniente, y aun neceario, las siete virtudes a ellos contrarias» [245].
dar una misma dirección y reunir en uno solo, el es- Declarado ya el fin principal del examen particular,
fuerzo del fácilmente se comprende lo que es en él esencial y lo
r alma y el del ejamen particular. que sólo tiene importancia relativa y secundaria. Si lo
San Ignacio dirige el examen particular a quitar
pecados y defectos y no a la práctica o ejercicio de actos principal es conservar siempre vivo y en ejercicio el
positivos pertenecientes a los ideales de los Ejercidos, deseo práctico de la santidad, salta a la vista que no
cosa que a primera vista parece ir en contra de lo que puede ocupar el primer lugar el recuento de las faltas.
acabamos de decir. No es así sin embargo. Cierto lo de que para muchos es lo principal, o lo que exclusiva-
la dirección dada por el Santo al examen, pero no es mente entienden con el nombre de examen. Lo hecho.
hecho está; y claramente nos dice la experiencia, que aún en las interiores y espirituales. Las adiciones-prin-
encontrarse uno cada día con las mismas o con mayores cipales ¿no son, por ventura, actos admirables de la
y más numerosas faltas, antes quita que aumenta el previsión, encaminados a hacer bien los Ejercicios, sin-
espiritu. De seguro que en el texto encontraremos algo gularmente la oracion ? Muy bien pueden ellas compa-
de mayor importancia. rarse con los tres tiempos del examen particular, como
San Ignacio nos habla de «tres tiempos» esenciales nacidas de una misma prudencia espiritual.
en el examen particular y como de cosa diversa del La primera adición que pone San Ignacio, que se re-
«examinarse» [2 4]. Mirando atentamente lo que quiere fiere al acto mismo de caer en algún defecto, o de prac**
significar el Santo con esos «tres tiempos», vemos que ticar alguna virtud, tiene una capital importancia por
se trata de «proponer de guardarse con diligencia de razón del fin a que se ordena el examen particular.
aquel pecado particular o defecto, que se quiere corregir Después de la previsión dicha; no hay cosa de tanta
y enmendar». importancia como el darse uno cuenta de sus propios
Esto es lo que llamamos examen de previsión y actos; del mismo modo que no hay cosa más fatal, que
abarca dos partes: primera, escoger de antemano y en la inconsciencia en las caídas o la rutina en el obrar.
concreto el punto en el que de un modo particular he de Nos dice esta adición, que ese estar atento a las caí-
concentrar mi atención; y segunda, proponer firme y das debe ser enteramente consciente, y que esa cuida-
eficazmente guardar esa atención con la mayor diligen- dosa advertencia debe manifestarse hasta con una acción
cia. Semejante previsión ha de durar hasta la hora de externa, llevándose, por ejemplo, la mano al pecho. Este
examinarse, o sea mediodía; llegada esta hora y hecho gesto externo denota arrepentimiento, si se ha caído en 1
el examen retrospectivo, se debe renovar para el me- falta, y es además una renovación del propósito de no
diodía siguiente [25,]. caer.
A este examen de previsión, no se le suele dar la im- No es posible que se habitúe a las caídas el que se
portancia que le atribuye San Ignacio y la' que reclama da cuenta de cada desliz, se arrepiente al instante y
la cosa misma, bien pensada. En él se hallan la fuerza- de la misma caída toma pie para renovar su espíritu. Si esta
y el espiritu que dan su valor al examen particular. renovación se hace cual conviene, tal' vez el mismo res- 4
puesto que es la renovación del fin a que se endereza balón sirva de estimulo y acicate para dar un salto ade-
este último. lante, como suele suceder en los resbalones materiales.
Exactamente lo mismo que decimos del ejamen ge- La elección de la materia sobre que debe versar el
neral: que el dolor y el propósito son de mucha más examen particular, es lo más importante, después de
importancia que el escrutinio minucioso de las faltas la la previsión y atención durante el día. En este punto
cometidas, pues esto ríó pasa de ser un registro y lo hay que distinguir entre el examen durante los Ejerci-
otro son los actos de la voluntad donde radica la san- cios, y el mismo después. en la vida cotidiana. Nos dice
tidad. Por consiguiente, si estos actos no se paran en y repite San Ignacio, que el examen particular en los
las caídas ya pasadas y que no tienen más remedio que Ejercicios es para quitar defectos o negligencias sobre
la penitencia, sino que son previsión y esfuerzo para ejercicios y adiciones [90]; y concretando aún más,
lo por venir, sin ningún género de duda son mucho más «cerca los exercicios y addiciones deste día» [160] ; o
apreciables que los otros. bien «sobre los exercicios y addiciones presentes) [207].
San Ignacio se distingue en todo por su prudencia Materia, como se ve, abundante, variada y diversa para
y previsión, no sólo en las cosas exteriores, sino más cada momento del día.
Supone San Ignacio que el ejercitante conoce per- de los Ejercicios. Hecha esta observación, a nuestro jui**
fectamente lo que sebe hacer en cada instante del día cio provechosa y muy conforme con el espíritu de San
y que por lo mismo no hallará la menor dificultad en
Ignacio, pasemos a examinar lo que dice la letra del
recordarlo y podrá cumplirlo con la mayor fidelidad. texto sobre la materia del examen particular.
Por eso mismo baja a tantos p ormen ores en lo 'tocante Dice el Santo, que «debe el hombre proponer de
a las cosas prácticas de los Ejercicios. Con la distri- guardarse con diligencia de aquel pecado particular o
bución clarísima de todo lo que hay que hacer y con defecto», o bien de adquirir la virtud particular con-1
las adiciones y notas complementarias que determinan traria al tal defecto o pecado. Con las mismas palabras
lo que pudiera haber quedado peco definido, difícilmente de San Ignacio, tomadas de su explicación del primer
se ofrecerá ocasión de divagar en nada. El Santo inculca modo de orar 245], dijimos anteriormente, que
muchas veces la necesidad que hay de conocer bien todas ferentemente podía hacerse lo uno o lo otro.
estas cosas y de observarlas con la mayor fidelidad. Adviértase que el primer modo de orar, es un exa-
.Por otra parte el examen particular exige unidad en men meditado, y por ello no cometemos la menor irre-
la materia de que .trata, corno claramente lo dicen el gularidad comparándolo con el examen particular. Fijé-
texto y su mismo nombre. monos también en que dentro del grupo de ejercicios
¿Dónde encontrar esa unidad, si no es en el fin que santos que San Ignacio recomienda en las citadas pala-
San Ignacio pretende alcanzar con sus Ejercicios, fin bras para adquirir y poseer las virtudes, no hay ninguno
que "después lo vemos particularizado en el de cada se- tan eficaz como el ejamen particular. Y finalmente que-
mana, en el de cada día, y a las veces, aun en el de remos notar, que no sólo se nos recomienda adquirir
cada ejercicio? Todas aquellas cosas tan menudas no virtudes, sino también tenerlas; es decir, conservarlas y
se buscan por sí mismas, sino con la intención de al- perfeccionarlas; con lo cual se ve que la materia el
canzar el fin que buscamos. Supóngase, pues, al ejer- examen particular comprende toda clase de perfección.
citante dedicado enteramente a conseguir este fin, a Generalmente los autores ascéticos encarecen la ne-
conservarlo y reforzarlo cuanto posible sea, y aquella cesidad que hay de elegir acertadamente el defecto 'o la
multiplicidad queda naturalmente muy simplificada. virtud particulares sobre que debe llevarse el examen
San Ignacio, como hemos visto, quiere que durante particular; y para asegurar este punto, establecen la
los Ejercicios conservemos vivo el deseo de hacerios teoría de la pasión dominante, afirmando que primero
con la mayor perfección, avivándolo en todos los se debe atacar el vicio principal, luego los secundarios
momentos del día con la fiel y exacta observancia de cuan-
y por último debe tratarse de
tas cosas ordena para este fin. Otro tanto puede y debe Todo esto es muy acertado, mirado como teoría fun**
hacer el hombre fuera del tiempo de Ejercicios; es de- dada en el valor de los vicios y de las virtudes, pero
cir, mantener vivo y muy activo el deseo de la santi- si se atiende al fin a que se ordena el examen particular
dad, manifestado en todos los momentos del día por la según el espíritu de San Ignacio, tal vez convenga seguir
ejacta fidelidad en guardar cuanto hemos propuesto y un criterio diverso.
hemos visto que, nos era conveniente o necesario para Siendo el fin del examen particular mantener siem-
nuestra perfección. pre vivo y muy activo el deseo de la santidad, -debe
Este mismo examen de nuestro espíritu, podría ha- preferirse lo que atendida la clase de persona y las cir-
cerse entre año en algunas temporadas bien distribuidas, cunstancias en que se halla, haya de ser más eficaz para
o en algunos días de cada mes, para renovar el fruto encender ese deseo, aunque esto rompa los moldes del
orden objetivo con el que valoramos los vicios o las y dispuesto para buscar y hallar la voluntad divina en
virtudes. Es tan grande la diversidad en que se hallan la disposición de la vida para la salud del alma.
los espíritus respecto de un mismo grado de perfección El ejercitante ha tomado ya la iniciativa en cosas
o imperfección, y son tan varias las disposiciones en de menor cuantía, como es en el comer, en la tasa de
que un mismo espíritu puede encontrarse, que se hace las penitencias que ha de hacer y en lo que le parece
muy difícil decretar a priori lo que es más prove- que le puede ser de provecho espiritual. Todo esto, cier-
choso. tamente, se ha hecho bajo la atenta mirada del Direc-
No perdamos nunca de vista, que la santidad es una 9 tor, pero éste se ha quedado siempre en la retaguardia,
vida y no una teoría, por muy bien pensada que ésta dejando el alma en libre y directa comunicacióonscu
sea; y que el examen particular no es un fin al que debe Dios, interviniendo solamente en loscasodevnr
amoldarse la vida del Ilma., sino mi medio pan necesidad. Ésta es la legítima dirección ignaciana que
conservarla y perfeccionarla. debe aplicarse al ejamen particular.
¿Quién ha de escoger la materia del examen particu- Según esto, el dirigido que conoce mejor que nadie
lar? Muchos creen que el Director espiritual, y por esto su estado intenterior, debe investigar las causas que oca-
van a él a pedirle con la mayor naturalidad que se la sionan la pérdida de fuerzas en su alma, y una vez
señale; como acude el empleado en busca de la tarea conocidas, debe buscar el remedio más seguro y eficaz,
del día. consultándolo todo con el Director. Éste, guiado por su
Semejante conducta demuestra que los tales no son mayor ciencia y experiencia, ha de examinar el caso
almas vivas movidas por un principio interno, sino má- viendo si existe error, pasión u ofuscamiento en su di-
quinas muertas que necesitan recibir de fuera el im** rigido; y entonces, o lo confirma en sus propósitos, o .
pulso y la energía. Éste no es el verdadero sentido de corrige sus desviaciones, o descubre, tal vez, con luz
la ascética ignaciana. Una cosa es el motor y otra muy superior, algo que estaba oculto. Jamás debe convertirse
diferente la dirección. La iniciativa nace del motor que en centro motor, suplantando la actividad interna del
es el dirigido; pero una prudencia, libre de ofuscamien- ejercitante.
tos, la debe organizar y dirigir; ésa es el Director. Una El hombre que trabaja espiritualmente de esta ma-
fuerza espontánea, regulada por un poder moderador nera ordenada, alcanza sin duda alguna buenas tempo-
superior, es la única que ofrece garantías de eficacia. radas de vida normal, y aun llega a vivir continuamente
La potencia sola, no produce más que movimientos des- en semejante estado; éstos son los tiempos más favora-
ordenados, la dirección aislada, es completamente inútil. bles para llevar a cabo una revisión objetiva de las vir-
Los Ejercicios son para engendrar almas vivas, no tudes y de los defectos, trazando planes bien escalonados
máq uinas. Crean dentro del espíritu los grandes para desarraigar éstos y adquirir las primeras.
principios, los grandes sentimientos y las resoluciones gran- En este sentido deben entenderse los hermosos ca-
des. Descubren los enemigas internos y externos de la pitulos que sobre el particular escriben los autores asc é
santidad y enseñan la estrategia que debe emplearse -ticos,delarnquébopimerslg
en las luchas declaradas y en las disfrazadas con apa- para examen, cómo se han de dividir las materias y
riencias engañosas de un bien espiritual. Hacen que qué gradaciones sean las más convenientes en cada
realicemos ese acto heroico de la elección personal, pues- caso 1.
tos en la presencia de Dios, y después de haber quitado
todas las afecciones desordenadas y habernos preparado Toda esta doctrina, y en general todo lo referente a la
Toda esta doctrina es de gran estima, pero aun juz- distinguen de los demás por un notable dominio de si
gándola muy conveniente en la práctica, el fruto prin- mismos. Vale, pues, la pena de no dar oídos a las quejas
cipal del examen particular, será siempre el conservar de la naturaleza, si así ha de ser uno dueño y señor de
vivo y despierto el interés por la santidad. Y si por sí mismo.
cualquiera razón, ve el hombre que esta vira impre- La imaginación abulta grandemente las dificultades
sión pierde en él fuerza, hará muy bien en renovarla reales. Siempre, nos repite al oido, y hasta en cada
mediante ejercicios convenientes; y mejor aún, con un momento ha de ir uno embarazado con estas ataduras!
examen particular que le sugiera grandes motivos de San Ignacio sólo quiere que pensemos en esto cada me-
actividad. diodía; pero nosotros, exagerados, amontonamos el
Práctica del examen particular. — El texto la expone tiempo pasado, y el futuro hasta la misma eternidad
con toda la claridad apetecible. Cada cosa por sepa- Tentación es ésta, ordinaria y un tanto infantil,
rado, es sencilla; pero todas juntas, sobre todo llevadas para vencerla hasta colocarse uno en la realidad, de-
a la práctica con constancia, componen uno de los ejer- jándose de exageraciones ; y mejor aún, despertar en
cicios más pesados para nuestra pobre naturaleza. Las nosotros el interés por la santidad. Si para estas cosas
cuatro adiciones, son los puntos donde más tropiezan pequeñas no tenemos fuerzas ¿cómo queremos tnerla
los que comienzan la práctica del examen particular. para las mayores? Conviene también no olvidarse de
El trabajo de anotar y comparar las caídas en faltas la gracia de la perseverancia que Dios nos tiene seña**
o los actos de virtud ejercitados, les es cosa muy molesta. lada si somos fieles en las cosas mínimas. Todas estas
Contra esto se levantan toda clase de razones triviales, razones disipan en gran parte la nube o fantasma del
como aquello de ir siempre armado con los aparatitos la dificultad que tenemos por lo minucioso del ~en
destinados a llevar la cuenta de los actos; o la otra de particular.
más apariencia, diciendo que aquí se emplea mayor es- Hay que huir también de ese espíritu supersticioso
fuerzo en la parte material que en los actos internos; y que suele dar más valor a las cosas pequeñas que a las
finalmente, apoyándose en el carácter personal, argu**. grandes. No nos cansaremos de repetir que lo principal
yendo que a uno no lo han hecho para caminar con del examen particular es mantener siempre vivo el inte-
andadores y que necesita mayor libertad espiritual. rés por alcanzar la santidad, y que carecen en absoluto
Hemos empezado reconociendo que verdaderamente de valor las estadísticas nacidas de una especie de espi-
se* existe esa dificultad, pero por otra parte estamos ran coleccionista, o hijas tal vez de la vanidad de tener
San Ignacio la había experimentado como siempre en regla el librito del examen para poder pre-
nosotros, y tal vez por esa misma experiencia dictó esas sentarlo al Padre espiritual.
reglas para hacer, el oppositum per diametrum, según Alguno tal vez nos dirá, que se pierde, o por lo me-
su sistema; es decir, para quebrantar nuestra pereza y nos, disminuye el interés, si diariamente hemos de
flojedad, ejercitando constantemente el carácter. Es cosa caer en la cuenta de tantas caídas, o advertir en los
averiguada, que los que son fieles en este ejercicio, se retrocesos inesperados, o encontramos con dificultades
al parecer insuperables.
Esta dificultad tiene poco de espiritual; y si bien se
materia del examen, tanto particular como general, se hallará
muy bien expuesta en el manual, Libro del Examen, por el mira, hasta revela humildad, que es ya un fruto pre**
Reverendo Eudaldo Serra, Pbro. (Tercera edición, Barcelona, cioso de la fidelidad en guardar el ejamen.
«Editorial Balmes», 1940). Nada contribuye tanto a producir en nosotros un
sentimiento íntimo y real de nuestra propia debilidad,
como tocar con las manos nuestra impotencia. Cuandd
a este sentimiento de verdadera humíldad se le junta
la confianza en Dios misericordioso, entonces entra el
hombre por el camino recto y seguro de la santidad.
Finalmente, si debido a razones verdaderas, o de carác- CAPÍTULO VI
ter, o nacidas de las mismas ocupaciones, alguna adi-
ción de San Ignacio no se pudiera cumplir o fuera tan EXAMEN GENERAL
dificultosa que nos quitara la paz del espíritu; recor-
demos la regla fundamental dada por el mismo Santo
para el uso de las criaturas: «tanto hemos de usar dellas TEXTO. — EXAMEN GENERAL DE CONCIENCIA PARA LIMPIARSE
quanto nos ayudan para nuestro fin, y tanto debemos Y PARA MEJOR SE CONFESAR
quitarnos dellas, cuanto para ello nos impiden» [23].
En el examen particular no se trata de fórmulas sa- Presupongo ser tres pensamientos en mí, es a saber : uno
cramentales que santifiquen• es opere operato, sino tan proprio mío, el qual sale de mi mera libertad y querer; y
sólo de medios de prudencia espiritual. Atengámonos, otros dos que vienen de fuera, el uno que viene del buen
pues, en los casos difíciles, al parecer de un Director espíritu y el otro del malo.
prudente y experimentado: que sabrá aconsejarnos; no
DEL PENSAMIENTO
queramos resolver las cosas, guiados por el capricho o
el fastidio. . Hay dos maneras de merescer en el mal pensamiento que
viene de fuera, verbi gracia, viene un pensamiento de co-
meter un pecado mortal, al qual resisto impromptu y que-
da vencido.
La segunda manera de merescer es, guando me viene aquel
mismo mal pensamiento, y yo le resisto, y tórname a venir
otra y otra vez, y yo siempre resisto, hasta que el pensa-
miento va vencido; y esta 2ª manera es de más merescer
que la primera.
Venialmente se peca, guando el mismo pensamiento de
Pecar mortalmente viene, y el hombre le da oído haciendo
alguna mórula o rescibiendo alguna delectación sensual, o
dende haya alguna negligencia en lanzar al tal pensamiento.
Hay dos maneras de pecar mortalmente : la primera es,
guando el hombre da consentimiento al mal pensamiento,
Para obrar luego, así como ha consentido, o para poner en
obra si pudiese.
La 2ª manera de pecar mortalmente es guando se pone
en acto aquel pecado, y es mayor por tres razones: la pri-
mera por mayor tieno, la 2ª por mayor intensión, la 3ª por
mayor daño de las dos personas.
está dicho hay mérito en bien ordenar, y peccado en el mal
DE LA PALABRA enderezar o en vanamente hablar.
No jurar ni por Criador ni por criatura, si no fuere con No decir cosa de infamar o mur murar; porque si descu-
verdad, necessidad y reverencia; necessidad entiendo, no bro pecado mortal, que no sea público, peco mortalmente;
guando se afirma con juramento qualquiera verdad, mas si venial, venialmente; y si defecto, muestro defecto pro-
guando es de algún momento cerca el provecho del ánima prio; y siendo la intención sana, de dos maneras se puede
hablar del pecado o falta de otro.
o del cuerpo o de bienes temporales. Entiendo reverenda,
guando en el nombrar de su Criador y Señor, considerando La 1ª: quando el pecado es público, así como de una me-
retriz pública, y de una sentencia dada en juicio o de un
acata aquel honor y reverencia debida.
Es de advertir que, dado que en el vano juramento público error que inficiona las ánimas que conversa.
Segundo, Guando el pecado cubierto se descubre a alguna
pecamos más jurando por el Criador que por la criatura, es
más difícil jurar debidamente con verdad, necessidad y re- persona para que ayude al que está en pecado a levantarle,
teniendo tamen algunas coniecturas o razones probables que
verencia por la criatura, que por el Criador, por las razones
le podrá ayudar. -
siguientes:
guando nosotros querernos jurar por alguna cria-
tura, en aquel querer nombrar la criatura no nos hace ser. DE 14 OBRA
tan atentos ni advertidos para decir la verdad, o para afir- Tomando por obiecto los diez mandamientos y los pre-
marla con necesidad, como en el querer nombrar al Señor ceptos de la Iglesia y comendaciones de los superiores; todo
y Criador de todas las cosas. lo que se pone en obra contra alguna destas tres partes,
La 2° es, que en el jurar por la criatura no tan fácil es
de hacer reverenda y acatamiento al Criador, como ju- según mayor o menor calidad, es mayor o menor pecado.
rando y nombrando el mismo Criador y Señor; porque el Entiendo comendaciones de superiores, así como bulas de
querer nombrar a Dios nuestro Señor trae consigo más aca- cruzadas y otras indulgencias, como por paces, confesan-
tamiento y reverencia que el querer nombrar la cosa cria- do y tomando el santísimo sacramento; porque no poco
da; por tanto, es más concedido a los perfectos jurar por se peca entonces, en ser causa o en hacer contra tan pías
la criatura, que a los imperfectos; porque los perfectos, por la exhortaciones y comendaciones de nuestros mayores.
asidua contemplación y iluminación del entendimiento con-
sideran, meditan y contemplan más ser Dios nuestro Señor MODO DE HACER EL EXAMEN GENERAL
en cada criatura según su propria essencia, presencia y po- Y CONTIENE EN SÍ CINCO PUNTOS
tencia; y así en jurar por la criatura son más aptos y dis*
puestos para hacer acatamiento y reverencia a su Criador y El primer punto es dar gracias a Dios nuestro Señor por
Señor, quelosimprfct. los beneficios rescibidos. -
La 3ª es , que en el asiduo jurar por la criatura, se ha El 2.°: pedir gracia para conoscer los pecados y lan-
pde
erfctos. temer más la idolatría en los imperfectos que en los zallos.
El 3.0 : demandar cuenta al ánima: desde la hora que se
No decír palabra ociosa, lacentiduo,a l levantó hasta el examen presente de hora en hora, o de tiem-
mí ni a otro aprovecha, ni a tal intención se ordena. De po en tiempo; y primero del pensamiento, y después de, la
suerte que en hablar para todo lo que es provecho, o es palabra, y después de la obra, por la misma orden que se
intención de aprovechar al ánima propria o agena, al cuer- dixo en el examen particular.
po o a bienes temporales, nunca es ocioso; ni por hablar El 4º: pedir perdón a Dios nuestro Señor de las faltas.
alguno en cosas que son fuera de su estado, así como si un El 5º: proponer enmienda con su gracia. Pater nos
religioso habla de guerras o mercancías. Mas en todo lo que ter [32-43].
COMENTARIO. - Este documento de San Ignacio tie- no poco aprovechan al ánima que se da a espirituales
ne dos partes bien distintas, una de instrucción moral exercicios ; antes en gran manera purgan y alimpian a
que al hacer la división en pensamientos, palabras y la tal ánima, separándola mucho de toda apariencia de
obras, toca algunos puntos particulares definiendo pecado» [348].
cuándo se comete el pecado mortal o venial; y la otra Este repaso de las ideas morales y el mayor afina-
práctica que enseña cómo debe hacerse el examen ge- miento de la conciencia, son una poderosa ayuda para
neral [43]. Reparemos en el título que San Ignacío examinar y precisar los pecados ya cometidos, y por
pone a este documento. «Examen general de lo mismo para hacer una buena confesión. El primer
conieaprmjlseyaorcnf». modo de orar [238-243] que por manera admirable sabe
Limpiarse, como lo apuntamos ya al declarar el titulo unir el examen de conciencia con la oración, es el com-
de los Ejercicios, es quitar de nuestras costumbres todo plemento natural de' presente instrucción, y puede
lo que es pecado mortal, yeñidr o imperfección delibe-
muy bien servir de preparación próxima para la confe-
rada; lo que San Ignacio llama «Apariencia de peccado
sión general que debe hacerse inmediatamente después
deliberado» [348, 349] en las reglas para «sentir es
crúpulos y suasiones de nuestro enemigo». de los ejercicios de la primera semana.
Queremos repetir aqui lo que ya hemos ponderado
Lo primero que hay que hacer en este trabajo de lim- al tratar del examen particular, o sea, que la mente de
pieza o enmienda de las costumbres es, afinar bien la San Ignacio es, que la primera impresión que reciba
conciencia moral, para que el hombre, sin caer en los el ejercitante sea de gran tendencia introspectiva, y que
escrúpulos, aprenda a darse cuenta de los pecados mor- se acostumbre no sólo a advertir, sino a analizar todos
tales y veniales y de las mismas imperfecciones delibe- sus actos aun los más íntimos. ¡Qué finura y precisión
radas, y sepa distinguir cuándo una cosa es pecado mor-
de análisis, la de San Ignacio! No se da por satisfecho
tal o venial o sólo imperfección. con la simple comprobación de los hechos ; quiere que
A esto van dirigidas las instrucciones que da San nos acostumbremos a investigar sus causas, como lo
Ignacio en el presente documento ; y como se ve, se hace él analizando el origen de nuestros pensamien-
ocupa más de los pecados internos y de palabra, que tos [321.
de los de obra, porque supone que estos últimos se co- Antes que la doctrina referente a la culpabilidad de
nocen ya por la doctrina de los diez mandamientos. nuestros actos, nos da la que declara su valor merito-
Atendida la instrucción religiosa del ejercitante, rio [33, 34]. Quiete que nos fijemos en los diferentes
el Director verá n es o no conveniente descender a más'
pormenores en otras materias de las que aqui toca San grados de malicia que se van concentrando en nuestra
Ignacio. voluntad [37], pero a su vez nos hace notar los grados
de perfección que puede tener una acción, ya de suyo
Junto con estas instrucciones, puede contribuir a la
afinación de la conciencia la acción de los espíritus, y buena [39]. Al hablar de las palabras ociosas, qué cri-
los mismos escrúpulos que el enemigo de natura hu- terio moral tan justo nos proporciona! [40].
mana le pondrá al ejercitante fervoroso para enredarle La segunda parte del documento puede servirnos
y perturbarle en tiempo de Ejercicios; escrúpulos que 1 para toda la vida, pues nos enseña la manera práctica
el Señor permite para mayor provecho suyo, pues como para hacer diariamente el examen general de conciencia.
advierte San Ignacio, los escrúpulos verdaderos, que ¿Cuál es en la vida espiritual el fin de semejante
son tentación del demonio, «por algún espacio de tiempo examen?
La respuesta, nos indicará el espiritu con que lo he**

mos de hacer. Decir que el ejamen general cotidiano bamulta de pensamientos, palabras v obras defectuosas
es un medio para purificar nuestras almas de sus faltas que se le han entrado por todas partes sin que nadie
ordinarias y una preparación remota que asegura y fa-. se lo estorbara; al paso que el segundo, o no deja pasar
**cilita la confesión general, sería contestar a la pregunta a ninguno de estos enemigos, o si alguno ha entrado en
de una manera inadecuada. Cierto que ésos son buenos su casa, no sale de ella sin !saberlo antes registrado.
frutos del ejamen, pero San Ignacio va tras un fin espi- Éste es el primer fin del examen general de cada día.
ritual de más elevada importancia; pretenoe que nues- Grande es el poder de la introspección diaria para
tras faltas cotidianas no enfríen nuestro fervor, y menos descubrir las faltas; pero de si, sin una luz superior,
aún nuestro amor a Dios. no es suficiente. Entra un rayo de luz en una habitación
Conocer el camino para hacernos santos y saber y vemos que revolotean en el aire infinitas partículas
amar a Dios rodeados de faltas, es punto y asunto ca- que no sabíamos que ejistian.
pital í simo. Por lo que se refiere a nuestras intenciones, al móvil
Convenzámonos de esta triste realidad; es decir, de principal de nuestros actos y a los fines complicados
que siempre tendremos faltas y que carecer de ellas que a veces nos proponemos en ellos, hay en nuestro
por completo, es un don extraordinario con el que no espíritu profundidades muy obscuras** 1
podemos contar. Sólo el espíritu sobrenatural que, escudriña las
Quede asimismo bien asentado esto otro: que a pe- 1yprloa*ndbievsDqucza
sar de las faltas podemos y debemos ser santos. Viene hasta a divisíon del alma ydelspíritu2,dn 2**
aquí muy a cuento lo que en la meditación del infierno **nar ante nuestros ojos esas tinieblas del espíritu, de¬sc
advierte San Ignacio, o sea, que las faltas pueden ha- ubriéndosleymadnustroc.
cernos olvidar del amor de Dios [65]. Dios nuestro Señor da esta sabiduría del cielo a,
Por consiguiente, hay faltas que disminuyen el fer- quien se la pide con humildad y sinceridad, confiada y
vor, y otras que no. La causa de tal diferencia, no es constantemente; por eso San Ignacio quiere que se la
objetiva sino subjetiva; no está en ellas, sino en nos- pidamos todos los días y en cada uno de los exámenes.
otros mismos. Uno conservará el fervor o lo perderá, El conocimiento de nuestras faltas no neutralizaría
según que sepa o no caminar por entre dichas faltas. cumplidamente la influencia maléfica que ellas ejercen
Ahí está el fin del ejamen general ; su oficio es ayudar sobre nuestro fervor, y por esta razón pone San Igna-
a conservar el fervor, sin que lo destruyan las faltas de cio en el examen otros actos esenciales.
cada día. El primero de éstos, contrapone nuestras faltas dia**
Para llegar a este ideal, lo primero es conocer nues- rias a los infinitos beneficios que recibimos de Dios,'
tras propias faltas. En una casa sin guardián, no hay repetidos por Él cada día y con el mismo amor de
nada seguro y quien quiera conservar sus tesoros ha de siempre. La creación, la redención y la providencia, que
estar muy al tanto de quién entra y quién sale de su meditadas en los Ejercicios crearon el amor de Dios
:asa. Esta comparación gráfica, nos declara la diferencia en nuestros corazones, se renuevan con nuevas mara-
que va del hombre que no cae en la cuenta de sus actos villas de la bondad del Señor, todos los días y en cada
más íntimos, al que los conoce uno por uno. momento. sin que nuestras multiplicadas miserias sean
El primero, casi sin advertirlo, se encuentra con que
ha perdido por completo el tesoro de los santos deseos
1 1ª Cor., 2, 10.
que le enfervorizaban, porque se los ha robado la tur** Hebr., 4, 12.
parte para hacerle apartar sus ojos de nosotros peca- la desesperación, por lo menos a un obscuro pesimismo,
dores. persuadiéndonos que no habríamos nacido para la san-
Qué aspecto tan diferente adquieren nuestras faltas, tidad. En cambio, un examen orientado principalmente
si las proyectarnos sobre el corazón de Dios y el cora- a fomentar en nosotros el amor de Dios, hará que apo-
zón de Jesús, que a pesar de mis ingratitudes me ha yemos toda nuestra confianza, no en nosotros mismos,.
amado y me ama hasta la misma muerte! Vistas así, sino únicamente en Dios; y consiguientemente que mire-1
no sólo no enfrían en nuestro corazón el amor de Dios. mos confiados el mañana, es pe rándolo todo de su infinita
sino que lo encienden todavía más. Por eso quiere San misericordia.
Ignacio que el primer punto del examen sea dar gra- Si Dios no se cansa, ni me vuelve la espalda viendo
cias a Dios por los beneficios recibidos. mis faltas cotidianas, ¿por qué me he de cansar yo de
De aquí nacen naturalmente, los actos de dolor y de aguantarme a mí mismo? Si Dios me regala con un
propósito que son los dos últimos puntos del examen. nuevo dia para que le ame, ¿por qué no entrar en él,
y los principales a juicio de los autores ascéticos. lleno de humildad y confiada esperanza de que yo tam-
Si sentimos las cosas tal como San Ignacio las pro- bién le amaré a Él un poquito más? No tengo yo pren-
pone, fácilmente nuestro dolor será de contrición, por- das que afiancen estas mis promesas, pero puedo ase-
que traerá su origen del contraste entre nuestra malicia gurarlas en el amor infinito que me ayudará'.
y la bondad infinita de Dios. Será un dolor amoroso, Sólo nos falta ya comentar el tercer punto que es
que no se encogerá ajustándose a la medida de nuestras «demandar cuenta al ánima desde la hora en que se
miserias, sino que se extenderá por las inmensidades levantó hasta el examen presente». Entre los dos ex-
del amor misericordioso de Dios que, corno lo canta la tremos igualmente viciosos, a saber: el de los que sien-
Iglesia, en nada muestra más su omnipotencia que en ten pereza y hasta horror de ejaminar sus obras y el
ser benigno y perdonador. Será un dolor humilde, quieto de los que en esto padecen verdadera obsesión y no
y confiado, considerando que Dios nuestro Señor nos acabarían nunca de examinarse, existe el justo medio de
ama, no por alguna perfección nuestra, que ninguna pedirse uno cuenta de sus actos, con firmeza, sí, pero
tenemos, sino movido de su corazón de padre, qué tanto a la vez con apacible serenidad de espíritu.
más ama a su hijo cuanto lo ve más pobre y llagado Dice San Ignacio, que ese examen se debe hacer re-
de pies a cabeza** Y este dolor parará naturalmente en pasando nuestros actos del día, de hora en hora; o lo
amor, avivándose cada vez más aquel nuestro valeroso que es lo mismo, de ocupación en ocupación, para lo
atrevimiento con que nos preguntábamos en los Ejer- cual ayudará mucho tener una copia de la distribución
cicios, qué habíamos de hacer por Cristo, y nos ofre del dia y seguirla con atención, deteniéndose sólo un
-cíamosÉlpreguihatmsMer.Con momento en cada una de sus partes para ver si hemos
esto nuestras faltas lejos de ser agua que enfríe nuestro cumplido y cómo. En este cómo se ocultan generalmen-
amor a Dios, serán combustible que lo encenderá cada te todos nuestros defectos, y también todas nuestras
vez más. virtudes.
Por el mismo camino correrá el propósito: será sin-
cero, humilde y confiado. Un examen cuyo fin princi** 1 El que desee una explicación más práctica de los cinco
pal fuera el conocimiento exacto de todas nuestras faltas, puntos del examen general, y fórmulas inspiradas en el espíritu
fácilmente engendraría en nosotros el desaliento. vién- ignaciano que comentamos, puede acudir al Libro del Examen
(páginas 25-50 que hemos recomendado at hablar del examen
donos caer cadaa día; y hasta podría llevarnos, si no a particular.
Para darnos perfecta cuenta de nuestras obras, en-
carga el Santo que en torno de ellas analicemos nues-
tros pensamientos, palabras y obras. No quiere decir
esto que en todas se hayan de ejaminar esas tres co-
sas, porque en muchas de ellas, no habrá por qué; sino
que a cada una la miremos por el lado que más con- CAPÍTULO VII
viene para hacerla con perfección. Si se tiene escrita
la lista de las ocupaciones del día, será muy conveniente CONFESIÓN GENERAL Y COMUNIÓN
tener estudiado lo que en cada obra se ha de examinar
de un modo especial, atendiendo a su naturaleza, o a
las veces que en ella solemos faltar, o a los planes de TEXTO. — Confesión GENERAL CON LA COMUNIÓN
perfección que nos hemos trazado. En la general confessión, para quien voluntarie la quisiere
San Ignacio en las Constituciones 1 encarga que se hacer, entre otros muchos, se hallarán tres provechos para
haga el examen general dos veces al día juntamente aquí.
con el examen particular; a mediodía y a la noche; Los El primero: Dado que quien cada un año se confiesa, no
que quieran llevar una vida espiritual, deben hacerlo, sea obligado de hacer confessión general, haciéndola hay ma-
por lo menos, una vez al día. yor provecho y mérito, por el mayor dolor actual de todos pe-
cados y malicias de toda su vida.
1 P. IV, c. 4, nn. 3 y 4. El segundo: Como en los tales exercicios spirituales se
conoscen más interiormente los pecados y la malicia de ellos.
que en el tiempo que el hombre no se daba asi a las cosas
internas, alcanzando agora más conocimiento y dolor dalos,
habrá mayor provecho y mérito que antes hubiera**
El tercero es consequenter que estando más bien
ymsdceáoihasnlppfrujedtto,
rescibir el sanctíssimo sacramento, cuya recepción no sola-
mente ayuda para que no caya en peccado, mas aun para
conservar en augmento de gracia; la qual confessión general
se hará mejor inmediate después de los exercicios de la pri-
mera semana [44J.

COMENTARIO. — De las palabras de San Ignacio se


deduce claramente que aquí sólo se habla de la con-
fesión general voluntaria, dando por supuesto que el
ejercitante ha cumplido ya con lo estrictamente nece-
sario para salvarse. Y con mucha razón se supone eso
en quien entra en Ejercicios con disposiciones de es-
píritu tan perfectas y ha pasado ya toda la primera se-
mana entregado a meditaciones tan intensas. Dice el
P. Mirón, que si el ejercitante es persona que se con-
Claro es que todo esto aumenta el mérito de la con-
**fiesa a menudo, que lo haga antes de empozar los Ejer-
fesión y sobre todo el provecho que de ella se sigue,
cicios 1. pues es poner el fundamento de una sólida y perfecta
El caso de uno que viniera a hacer Ejercicios no
paz de la conciencia y un cortar de raíz todos los es**
habiéndose confesado antes o habiéndolo hecho mal a sa-
crúpulos y congojas respecto de la vida pasada; cosas:
biendas, es posible, pero no corriente y normal; hasta
que torturan la vida espiritual de tantas almas.
va contra todo lo que explícitamente dice y supone el
El tercer fruto es una mejor preparación para reci-
Santo. Se trata, pues, sin duda alguna, de una confe-
bir la sagrada Eucaristía.
sión general voluntaria encaminada a liquidar en paz
Con cuánta humildad, confianza y amor se une con
con la mayor seguridad toda la vida pasada para em-
Jesucristo en la comunión, el que acaba de llorar todos
prender de nuevo una vida de perfección.
los pecados de su vida! Entonces siente vivamente, que
En éste supuesto indica San Ignacio algunos de los
no hay cosa en el mundo que lo aparte de nuestro Se-
provechos que sacará de ella el que la haga. Tres son
ñor, que entra copiosamente en su alma la gracia di-
los que apunta el Santo. El primero es «mayor pro-
vina y que en Jesucristo halla el medio más seguro de
vecho y mérito por el mayor dolor actual de todos peca-
conservar esa misma gracia, evitando el pecado y cre-
dos y malicias de toda su vida». Con mucha razón dice
ciendo siempre en la gracia divina.
San Ignacio, que este dolor será actual, ya que en estas
circunstancias los motivos para sentirlo tienen en el Aquel Jesús que en las meditaciones de la primera
alma del ejercitante una eficacia extraordinaria. semana se presenta al ejercitante como el salvador que
lo ha librado de las penas del infierno, ahora le comu-
El dolor será más intenso y también más perfecto,
nica su propia vida y viene a él para ser su alimento,
porque el alma se ha dado por entero en las medita- su intimo consuelo y la fuente inagotable de todas las
ciones a la contrición perfecta y al amor de Dios. Estas
gracias.
razones demuestran, sin género de duda, que el prove** Dice el texto de San Ignacio que la confesión gene-
cho y el mérito serán mayores. ral se ha de hacer acabados los Ejercicios de la primera
En segundo lugar ese provecho y mérito serán ma
semana ; pero añade uno de los directorios ignacianos,
**yores, debido al mayor conocimiento de los pecados y de
que se ha de preparar al terminar aquellos ejercicios 1.
su malicia. Los frecuentes ejámenes de conciencia v
Esto debe entenderse de la preparación inmediata, pues
aplicación del primer modo de orar, le han proporcio
nado al ejercitante una gran claridad interior para pe cuanto se ha hecho en los días de Ejercicios, constituye
netrar a fondo las cosas de su vida y darse perfecta en realidad una preparación mediata.
cuenta de cuanto ha hecho contra la ley de Dios. Dice el tercer directorio ignaciano que mientras dure
Este cabal conocimiento le servirá de ocasión para esta preparación, no se ha de hacer ningún ejercicio o
hacer una confesión clara y completa y le proporcio meditación; que el ejercitante puede valerse de algún
**nará también la mayor seguridad y certeza de que nada libro útil para esto y que puede escribir su confesión,
le queda por confesar. Además podrá distinguir con si lo cree conveniente 2.
más exactitud la malicia de cada pecado, y gozará de d Quien ha hecho debidamente los ejercicios de la pri-
gran paz, estando cierto de que en la confesión ha de mera semana y a continuación se dedica a preparar su
clarado su verdadera gravedad.
Monumenta Ignatina, Ser. 2º, pág.784
Ibíd., pag. 974.
1 Monumenta Ignatiana, Ser. 2º , pág. 852.
confesión general sin pensar por entonces en ninguna
otra cosa, verdaderamente pone de su parte lo que hu-
manamente es posible. Por lo tanto puede ya cerrar la
puerta para siempre a cualquier escrúpulo y al prurito
de renovar sus confesiones, que es lo que aquí quiere
conseguir el Santo.
Ejaminada la instrucción religiosa del ejercitante,
convendrá a las veces, como lo apunta San Ignacio en
la anotación 19 [19] darle una explicación sobre el
modo de confesar y tomar el sacramento.

TOMO II

DOC U MENTOS
Documento primero

ADICIONES

TEXTO. - Addicioncs para mejor hacer los Exercicios


y para mejor hallar lo que desea [73].

COMENTARIO 1 . — La palabra «adición» o añadidura,


supone naturalmente que hay una cosa que ocupa el
lugar principal y que a ésta se le añaden otras de or-
den secundario. San Ignacio, en el título que acabamos
de copiar, señala dos cosas como principales, a saber :
los Ejercicios y el fin que en ellos se desea alcanzar.
Se oye decir, con frecuencia, que las adiciones van
encaminadas exclusivamente a la oración, y no es así ;
son adiciones de los Ejercicios, puesto que su fin es,
no sólo ayudar a que se hagan bien las meditaciones
o contemplaciones, sino todo el conjunto ordenado de
operaciones espirituales que en el libro recibe el nombre
de Ejercicios. Lo dicho se entiende en el supuesto de
que el nombre Ejercicios tenga un sentido general que
abarque todo este conjunto de operaciones espirituales
ordenadas en el libro. Si alguno cree que el tal nombre
debe aplicarse solamente a las horas destinadas a la
oración, porque las cinco primeras adiciones sólo a ellas
se refieren, hallará dificultad para dar cumplida aplica-
ción a las restantes, y se verá forzado a decir, que San
Ignacio, en su título, les señala un doble fin ; o sea,

Suponemos aquí lo que queda dicho en el tomo I, c. III, 4.


Adiciones, págs. 100-103.
hacer mejor la oración v hallar mejor lo que uno desea. Aquí podríamos repetir lo escrito anteriormente so*
Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que todas las bre el examen particular, viendó que San Ignacio
cosas de los Ejercicios se ordenan principalmente al une a las adiciones con tan íntimo lazo, que ordena
fruto , es decir, a «mejor hallar lo que desea» ; ésta es que «el examen particular se haga pa r a quitar defecto
la segunda cosa que de nuevo queremos señalar en el y negligencias sobre ejercicios y adiciones»** [90].
titulo que comentarnos.
El intento de las adiciones es, sin género de duda,
a y udarnos a conseguir con la mayor seguridad el fin PRIMERA ADICIÓN
de los Ejercicios: por tanto, el que quiera entender bien
las adiciones, antes ha debido comprender perfectamente TEXTO. — La primera addición es, después de acostado,
el fin de los Ejercicios'. ya que me quiera dormir, por espacio de un Ave-María pen-
De la declaración dada a las palabras del título, se sar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo
saca una conclusión de máximo interés; a saber: que el exercicio que tengo de hacer [73].
las adiciones no son ni única ni principalmente unas
prácticas menudas que ritualmente se juntan a la ora- ComENTARio.— San Ignacio, por medio de esta adi-
ción para que la hagamos mejor ; ni mucho menos unos ción, pretende ordenar el último acto consciente del día;
actos casi sacramentales que producen su efecto como no como podría creer alguno, sometiendo a un nuevo
ex opere opereta, sino que primera y principalmente' examen lo que se ha hecho durante el día, sino fijando
quieren ser un despertador que nos acompaña a todas: la atención en el día siguiente. El pretendido examen
horas, impulsándonos de continuo a que no perdamos' va está hecho; mejor dicho, todos los actos del día han
de vista el fin que buscamos. pasado y vuelto a pasar por una serie de exámenes ge-
No hay cosa en los Ejercicios de mayor importancia, nerales y particulares que a modo de cedazos finísimos
que este fin ; él es el alma y la vida de todo. Desapa- no han dejado que se escapara nada a la vigilancia. El
reciendo ese fin, perderían toda su peculiar fuerza los: propósito del Santo es, que se acabe el día presente con-
Ejercicios y quedarían reducidos a una serie de prácti** centrando todas las energías del alma en orden al de
cas devotas. mañana, con una especie de breve examen, no de revi-
Por eso San Ignacio quiere que renovemos su me- sión, sino de previsión; no de los defectos en que he
moria constantemente, que lo definamos con toda exac- caído, sino de las obras perfectas que he de practicar.
titud, lo penetremos y amemos hasta enamorarnos de Este acto consta de tres elementos. El primero es,
él, y que lo pongamos por fundamento de todas nues- determinar la hora a que me he de levantar; entendien-
tras acciones y operaciones. do que esto no significa solamente fijar a punto esa
El fin de las adiciones es, servirnos de aviso y es** hora, sino hacer el firme propósito de levantarme, ven-
tímalo para que no se apodere de nosotros la soñolen** ciendo resueltamente toda pereza y languidez.
cia o la rutina en los ejercicios que hemos de hacer, Decisiones de esta clase son de gran eficacia para el
y lograr, por el contrario, que resplandezcan ellos con** caso de que al día siguiente enturbie mis facultades al-
la luz sobrenatural que irradia nuestro fin y que se guna especie de niebla o se aflojen las energías de mi
enciendan como brasas, al calor estimulante de =u amor, espíritu. Este acto debe, pues, hacerse en previsión

' Tomo I. c. In, 4. Adiciones, pág. sao. Torno I, P. III, y . Examen particular, pág. 359,
m contra de esas resistencias que pueden presentarse a
a hora de levantarnos. SEGUNDA ADICIÓN
El segundo elemento es, pensar «a que» me he de
levantar a la hora señalada. Este «a qué» no es un TEXTO. —La 2ª cuando me despertare, no dando lugar
simple y frío recuerdo de la primera distribución del futuro a unos pensamientos ni a otros, advertir luego a lo que voy
día, o sea la oración; sino un vivo deseo y sentimiento a contemplar en el primer exercicio de la medianoche, tra-
(*ojrevisabntdlpág)efiqumhprostacde ión. yéndome en confusión de mis tantos pecados. poniendo ejem-
Supone aquí San Ignacio que al ejercitante se le ha plos; así como si un caballero se hallase delante de su rey y
declarado va el primer ejercicio del día siguiente, con- de toda su corte, avergonzado y confundido en haberle mu-
* ofendido, de quien primero recibió muchos dones y mu
cho
cretando muy bien el fruto que debe buscar en él; por
esa razón ordena, que el último acto antes de dormirse
chas mercedes; asimismo en el 2 .0 exercicio haciéndome pec-
cador grande y encadenado, es a saber, que voy atado como
sea un acto fervoroso de la voluntad, queriendo y de- en cadenas a parescer delante del sumo juez eterno, tra-
seando ese fruto con la mayor intensidad posible: «lo yendo en ejemplo cómo los encarcerados y encadenados ya
que quiero y deseo». La repetición deliberada de seme- dignos de muerte parescen delante su juez temporal;*** y con
jantes actos de la voluntad, son los martillazos que cla- estos pensamientos vestirme o con otros según subiecta ma-
van en lo más profundo del alma los ideales heroicos. teria [74].
El tercer elemento es, «resumir el ejercicio que
tengodhacr».SIisuelpntarjcio En la segunda semana :
o materia de la meditación distribuida con la mayor En la segunda semana será luego en despertándome po-
eclaridenpálmbuos,tyclqiparue ner enfrente de mí la contemplación que tengo de hacer, de-
entendimiento no vaya a la oración desprevenido y a seando más conoscer el Verbo eterno encarnado, para mas
la Ventura, entendiendo que la dignidad del trato con le servir y seguir [130].
Dios exige una preparación. No es que el Santo quiera
En la tercera semana:
que Dios venga a nuestros pensamientos, sino todo lo
contrario ; que nuestros pensamientos vayan a Dios, La segunda será, luego en despertándome, poniendo de-
cuando el Señor, por sí, no nos dé otra cosa mejor que lante de mí adónde voy y a qué, resumiendo un poco la con-
templación que quiero hacer, según el misterio fuere, esfor-
ellos. El resumen de que se habla en la adición, es esa zándome mientras me levanto y me visto, en entristecerme
mirada rápida a la distribución o ejercicio.
y dolerme de tanto dolor y de tanto padecer de Christo
Claramente se ve, por lo dicho, que la primera adi- nuestro Señor [206].
ción no debe ser una fórmula fría y rutinaria, sino que
para cumplir con ella se nos pide un acto bien despier- En la cuarta semana:
to, intenso y complejo, dirigido inmediatamente al pri- La 2ª será luego en despertándome, poner enfrente la con-
mer ejercicio de la mañana, pero íntimamente unido con templación que tengo de hacer, queriéndome afectar v ale-
el fin de los Ejercicios. Quiere San Ignacio que este grar de tanto gozo y alegría de Christo nuestro Señor [29].
acto sea una cosa corta, como el tiempo que se emplea
El equivalente de la segunda adición para los ejer-
«en rezar una avemaría» ; y que, hecho esto, el hombre
«quiera dormirse» como para cobrar fuerzas corporales cicios de entre din:
para la tarea dispuesta para el siguiente día. dempto en el de la medianoche
En todos los ejercicios
y en el de la mañana, se tomará el equivalente de la 2ª ad- Es. pues, la cosa más natural, que en despertándonos
dición, de la manera que se sigue: luego en acordándome que se apodere de nosotros el pensamiento de lo que antes '
es hora del ejercicio que tengo de hacer, antes que me vaya, preparamos para la oración, y que si por una cosa o
poniendo delante dpemíoaóncvyltedquién,rs- por otra tratan de cercarnos otros pensamientos distin-
mien do un tengo de hacer.
el exercicio que y después tos, los rechacemos enérgicamente, sean los que sean.
haciendo la 3ª adición entraré en el exercicio [131]. Pero la parte principal es la positiva , y está, en «adver-
tir luego a lo que voy a contemplar».
COMENTARIO. — La segunda adición ordena el pri- Como decíamos ya en la primera adición, lo que aquí
mer acto del día, que es sin duda alguna de mayor im- se nos inculca no es sólo que recordemos la materia de
portancia que el último del anterior, y por lo mismo, la contemplación inmediata, sino algo mucho más
supera en interés a la primera. La primera, como ya portante ; es decir, que despertemos en nosotros y avi-
dijimos, no es un examen retrospectivo, sino una pre- vemos el espíritu, puesta la mira en lo que vamos a ;
paración para el día siguiente, cu y o fin es asegurar el contemplar.
primer acto de este nuevo día ; claramente, pues, va diri- San Ignacio nos pone un ejemplo de esto en la con-
gida y ordenada a la segunda. templación de los pecados, correspondiente a los dos
A este primer acto del día le atribuye San Ignacio primeros ejercicios de la primera semana, apuntando
una eficacia muy grande y muy inmediata respecto dei allí ideas y comparaciones, aptas para excitar la con-
ejercicio que se ha de comenzar media hora después de fusión y vergüenza que se quiere obtener en la contem-
levantarse, poco más o menos;*** por eso quiere unirlos plación. La segunda adición no es, pues, una práctica
a los dos, acto y ejercicio, de la manera más íntima po- mecánica, sino la verdadera renovación del espíritu que
sible. No es un acto breve, como el de la primera adi- debe tener el ejercitante en el punto y hora en que co-
ción, sino toda una serie de actos que deben ocupar mienza su ejercicio.
todo el tiempo que media entre levantarse y comenzar jamás se olvida San Ignacio de concretar por me-
la oración, Es, por lo tanto, la preparación inmediata dio de notas en cada una de las semanas el espíritu de
de ésta. esta segunda adición. Así, en la segunda, el interés del
San Ignacio, saliéndose de su estilo, se extiende en ejercitante ha de ser, «desear más conoscer el Verbo
la explicación de esta segunda adición, que divide en eterno encarnado, para más le servir y seguir» [130]:
dos partes, una positiva y negativa otra. La negativa en la tercera, «esforzarme, mientras me levanto y me
nos enseña lo que no se debe hacer, esto es: «no dar visto, en entristecerme y dolerme de tanto dolor y de
lugar a unos pensamientos ni a otros». La del despertar, tanto padescer de Christo nuestro Señor» [206] ; en la
suele ser la hora en que nos embiste el tropel de pensa** cuarta, «queriéndome affectar v alegrar de tanto gozo
mientes que más nos preocupan en el día que empeza** y alegría de Christo nuestro Señor» [229]; palabras
mos. En tiempo de Ejercicios hemos dado de mano al todas y expresiones que indican con toda precisión el
todo lo que les sea ajeno; y aun dentro de ellos, debe** fruto propio de cada semana.
mos concentrar la atención por entero en sólo el ejer** No se pues bien la segunda adición, resu-
cicio presente in, 127j. miendo los ,puntos que he de meditar; lo principal es,
La noche anterior nos quedamos dormidos con el renovar y avivar todo lo posible el sentimiento que debo
único pensamiento de levantarnos puntualmente, puesta teneryquexiglpntodsEjerciqum
toda nuestra alma en la contemplación primera del día. hallo, pues en ese sentimiento se encierra todo el fruto
obtenido hasta el presente. Lo hemos de renovar con
repetidos actos de nuestras potencias, singularmente de
TERCERA ADICIÓN
la voluntad, «affectándome» i ntensamente según la ex-
presión de San Ignacio. Si entro en la contemplación
con la voluntad así caldeada, he asegurado el fruto de TEXTO. — La 3. a : un paso o dos antes del lugar donde ten-
go de contemplar o meditar, me pondré de pie por espacio
la misma. Estimaba en tanto San Ignacio esta prepa- de un Pater noster, alzado el entendimiento arriba, consi-
ración inmediata, sacada de las entrañas mismas de la derando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc., y hacer una
contemplación, que la recomienda para los demás ejer- reverencia o humillación [75].
cicios de entre día, con lo que él llama «equivalente de
la segunda adición». «En todos los exercicios, dice él, COMENTARIO. — Esta adición nos enseña una prác-
dempto el de la medianoche y el de la mañana, se tomará tica que viene a ser la última preparación para la ora-
el equivalente de la 2. a addición, de la manera que se ción y al mismo tiempo la entrada en la misma.
sigue : luego en acordándome que es hora del exercicio Oración es levantar el alma a Dios ; y claro es, que
que tengo de hacer, antes que me vaya, poniendo de- para poderlo hacer, debemos estar plenamente conven-
lante de mí adónde voy y delante de quién, resumiendo cidos de que tenemos al Señor delante de nosotros, de
un poco el exercicio que tengo de hacer» [131]. que estamos en su presencia. Cuantas veces queramos
Si inmediatamente antes del ejercicio, se dedica como hablar con Dios, debemos pensar en esto ; pero el caso
es costumbre, un cuarto de hora a lo que decimos «to- actual reviste un carácter especial y propio del método
mar puntos», o sea a preparar la contemplación, pone- ignaciano, porque, como hemos dicho, este acto lo vie-
mos con ello el equivalente de la segunda adición. Pero nen preparando ya las adiciones primera y segunda y
es necesario saber lo que en esos minutos se debe hacer. el alma por tanto está llena de pensamientos, sentimien-
Escoger la materia y dividirla en sus puntos conve- tos y propósitos que los quiere meter en la fragua de
nientes, es lo que el Santo entiende por «resumir el la oración para que en ella se amolden a las formas
exercicio» ; pero aquí lo principal consiste en excitar de la santidad. Jamás el ejercitante va a la oración con
eficazmente el ánimo para que desee ya el fruto que de las manos vacías.
la meditacion queremos sacar; que es lo mismo que Para esta entrada en la oración, prescribe San Ig-
nos dicen las ejpresiones: «adónde», «a q ué», y nacio un rito externo y otro interno, cual si fuera ello
«delantquié».Nbdancelmtri,os un acto de culto. El externo, dentro de su gran senci-
sentimientos" cualesquiera de ella derivados, por bue- llez, reviste la majestad de una gran reverencia. Uno
nos que se an, deben jamás ahogar ese ánimo y deseo; o dos pasos antes del lugar donde se ha de hacer la
mates hemos de trabajar, para concentrar en él si es oración, el orante se pone en pie, como pidiendo au-
posible, todas nuestras potencias, entendimiento, volun- diencia a su Divina Majestad, y obtenida la respuesta,
tad y sentimiento. El ideal sería comenzar la oración se le hace un acatamiento humilde y reverente. Este acto
puestos ya en contemplación. externo de reverencia y acatamiento a la presencia de
Dios, va acompañado del acto interno de fe en esa mis-
ma presencia divina y es el que establece la comunica-
ción entre el Señor y el alma. El alma entonces pone
amorosamente su entendimiento en Dios y Éste la mira
con aquella benevolencia que ella desea y espera.
Esta adición puede compararse con la ceremonia que el fruto esencial que se trata de alcanzar en los Ejer-
al comenzar la santa Misa coloca al sacerdote delante cicios, en grado diferente según el punto de ellos en que
del altar v profundamente inclinado y con el alma pues- nos encontremos. No debemos, pues, hacer del medio.
ta ante el solio mismo de Dios, le hace entrar en la fin, sino tomar las cosas siguiendo la norma conocida del
sancta sanctorum, para ofrecer el divino sacrificio. «tanto cuanto».
Fijémonos también en el orden que llevan estos tan-
teos.
CUARTA ADICIÓN Como primera posición pone el estar de rodillas.
porque es la actitud reverente admitida en la costumbre
TEXTO. — La 4ª entrar en la contemplación cuándo de eclesiástica, y que puede por lo tanto adoptarse en toda
rodillas, c uándo postrado en tierra, cuándo supino rostro suerte de circunstancias, bien p ri vad as , bien
bi públi c as
arriba, cuándo asentado, quándo en pie, andando siempre Las dos siguientes, a saber: postrar todo el cuerpo con
a buscar lo que quiero. En dos cosas advirtiremos: la pri- el rostro pegado a la tierra. o vuelta la cara al cielo,
mera es que si hallo lo que quiero de rodillas, no pasaré añaden a la humilde reverenda el abatimiento extraor-
adelante, y prostrado, asimismo, etc.; la 2ª en el puncto dinariamente penitente; y, como ya lo advierte San Ig-
en el qual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener nacio [881, sólo puede emplearse a solas en la celda,
ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga [76]. pero dejando siempre en libertad al ejercitante para que
pueda servirse de esa posición mortificativa, cuando
COMENTARIO. — Al leer esta adición, recuerda uno a así se lo pida la interior devoción, o en los tiempos de
San Ignacio y parece que lo vemos ensayando diversas lucha consigo mismo, o con el enemigo.
actitudes corporales en aquel su noviciado de Manre- En los casos en que estas actitudes más penosas no
sa, «andando siempre a buscar lo que quería». Cuando produzcan el resultado apetecido, se puede aplicar la
clamaba a Dios para que le diese alguno que le guiara, norma dada en la adición décima sobre la penitencia:
prometiéndole sir en pos de un perrillo, si menester ensayando la dirección contraria de buscar posturas más
fuese» ; cuando en los largos meses de escrúpulos no de- cómodas, como son, estar sentado o de pie. Los hombres
jaba nada por probar, personas y cosas, ansioso de ¿Ca guiados de juicios erróneos, fácilmente nos vamos por
llar en paz a Dios nuestro Señor», pasando días y no- los extremos: «y como Dios nuestro Señor en infinito
ches en oración y ayuno; lo natural es que ensayara conoce mejor nuestra natura, muchas veces en las tales
todas las formas de oración con toda clase de actitudes mudanzas da a sentir a cada uno lo que le convie-
corporales, aun las más humildes, como «postrado en ne» [89].
tierra» o «supino rostro arriba». No siendo la postura del cuerpo más que un medio
Cuando después en los Ejercicios se serenó el cielo para alcanzar lo que buscamos en la oración, una vez
de su alma, reunió la experiencia de todas aquellas prue- lo hallemos con alguna de las indicadas, quedémonos
bas en esta adición; advirtiéndonos que todas esas acti- en ella sin ganas de ensayar otras. Esta conclusión tan
tudes son cosa accidental ; que todas, según sean las natural, iluminó el espirito de San Ignacio descubrién-
circunstancias, pueden sernos o no útiles, y que por lo dole otra ley más universal y por lo mismo aplicable
mismo las podemos probar todas, no tomándolas por si a cosas de más peso que la posición del cuerpo, ley
mismas, sino como medio para «buscar lo que quiero». que formuló con las siguientes palabras: «en el puncto
Sabida es que esta frase en boca de San Ignacio denota en el cual hallare lo que quiero, ahí me reposaré sin
tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga».
La expresión «en el punto» lo mismo puede refe- la consolación divina, porque en ella nos habla Dios
rirse a la parte de la materia que llevaba preparada para [318, 329] ; y consolación para San Ignacio, es nada
la oración, como a uno cualquiera de los muchos actos menos que encenderse el alma en el amor de Dios, es
que prescribe el método ignaciano. no poder amar en sí cosa terrena alguna, es aumento
Conviene advertir que todo esto es secundario de fe, esperanza y caridad. es alegría interna que arre**
accidental con relación al fin que buscamos ; por lo mis- bata el alma hacia las cosas celestiales, aquietándola y
mo ninguna de estas cosas debe buscarse por sí misma, pacificándola en su Creador y Señor [316].
n i hay por qué dejarse llevar de ansias, por decirlo así, En estas cosas, pone San Ignacio aquel «reposo»
formularias, de seguirlas todas. del alma, y quiere que cuando tope con él, no se mueva
No es San Ignacio ese espíritu ordenancista que de allí y no tenga ansia de pasar adelante, hasta que se
algunos se empeñan en pintarnos, ni fué nunca su pro- satisfaga.
pósito tratar a los hombres corno si fuesen máquinas ; La norma que nos traza esta adición, vale lo mismo
lo que quiere es que ellos se muevan libremente impul- para la contemplación de cosas, como para el segundo
sados por un ideal. Recordemos, si no, la libertad que modo de orar que es contemplación de las palabras de
concede para alargar o acortar las semanas [4], para una oración vocal. «Si la persona que contempla el Pa-
distribuir un mismo misterio en mayor o menor número ter noster hallare en una palabra o en dos tan buena
de contemplaciones [162, 209], para omitir algún ejer- materia que pensar y gusto y consolación, no se cure
cicio [129, 133], para tomar más o menos puntos en pasar adelante, aunque se acabe la hora en aquello que
una misma contemplación [228], para tantear en lo de halla» [254].
la penitencia [891 y para tomar o dejar otras cosas ex-
teriores [130].
QUINTA ADICIÓN
Por . otra parte, volviendo a la ley con que termina
esta adición cuarta, consideremos la importancia capital TEXTO. — La quinta: después de acabado el exercicio, por
que San Ignacio ay tribue a ese «reposar» del alma en espacio de un quarto de hora, quier asentado, quien paseán-
la oración. De sobra saben les contemplativos lo que dome miraré cómo roe ha ido en la contemplación o medita-
eso significa, pero fijándonos en lo que se escribe acerca ción; y si mal, miraré la causa donde procede, y así mi-
de los Ejercicios de San Ignacio, muchos por lo visto rada arrepentirme, para roe enmendar adelante; y si bien,
ignoran o no quieren saber la gran estima que tiene el dando gracias a Dios nuestro Señor ; y haré otra vez de la
Santo de ese reposo espiritual. misma manera [77].
Pues sí. señor: él lo conoce, lo estima, lo fomenta
y lo defiende como el
más preciado tesoro. Hablan de COMENTARIO. — Ya hemos declarado en otro lugar
ello algunas de las fra s es usuales en él. Para la ora- el espíritu del examen de la oración 1 yporesn
c i ón mental , q ui ere y desea aquel «sentir y gustar de limitaremos ahora a dar un comentario práctico de las
las cosas internamente» que «harta y satisface al áni- palabras de San Ignacio, explicando más por extenso lo
ma» [2]: lo que declara y ejplica con aquellas expre- que a nuestro parecer es parte principal del examen de
sones suyas tan sabidas, de «conoscimiento interno». la oración, si éste se hace según la mente del Autor
de «oler y gustar la infinita suavidad y dulzura de la de los Ejercicios.
divinidad». Nos manda que en la oración busquemos
' Tomo pág. 175.
«Después de acabado el exercicio.» Estas palabras suden fijarse en esta diferencia, pero el ejercitante no
parecen indicar que el examen debe hacerse inmedia- la debe perder de vista.
tamente después de cada ejercicio, como si fuese parte Tres personas concurren al éxito de nuestra oración:
integral del mismo. La razón de hacerlo entonces y no nosotros mismos, el demonio y Dios; el saber «cómo
más tarde es, porque en este punto están frescas en la me ha ido en la contemplación o m editación», depende
memoria las cosas, y sobre todo el estado espiritual con de que nos sea muy bien conocida su acción. Esta ac-
que sale el alma de la oración, que es, como diremos ción de las tres anda siempre mezclada, pero para ha-
después, la parte principal de la materia de dicho cer bien el examen conviene examinar cada una por
examen. separado.
«Por espacio de un quarto de hora.» Generalmente Nuestra acción. En el lenguaje de San Ignacio,
a todos les parece largo este tiempo, pero esto es de- «ejercicio» significa actividad espiritual; siendo pues la
bido a que no se hace el examen conforme al espíritu contemplación o la meditación el ejercicio principal,
de San Ignacio. Corto o largo el tiempo, entendemos fácilmente se entiende que en ella alcanza su máximo
que sin fidelidad y sin esfuerzo, nunca se hará bien desarrollo la actividad del espíritu. La actividad va
No cabe la menor duda, de que el examen de la ora- dirigida íntegramente al fin que buscamos, a «lo que
ción es uno de los ejercicios serios en el método de; quiero» ; y aunque es verdad que todas las cosas con-
Santo. curren a dicho fin, no es menos cierto que el máximum
«Quier asentado, quier paseándome.» Aquí señala el de eficacia reside en la contemplación o meditación. Por
Santo las dos posturas del cuerpo que le parecen más esta razón el examen de la oración debe ir a saber, pri-
apropiadas al caso. maria y principalmente, qué eficacia ha tenido el ejer-
La posición corporal tiene aquí particular importan- cicio que acabo de hacer en la consecución del fin gene-
cia, porque lo natural es que el ejercitante salga fati- ral y de los fines de cada semana y de cada ejercicio
gado de la oración y le convenga dar con una que le en particular.
descanse sin fomentar la inacción. Tal vez un pasear San Ignacio no puede comprender que se haga bien
reposado sea lo más favorable para la disposición in- ni un solo ejercicio sin que éste origine alguna per-
terna. En esto cada cual puede consultar y guiarse por fección en las disposiciones espirituales de nuestra alma;
su propia experiencia. del mismo modo que un médico no receta medicina
. «Miraré cómo me ha ido en la contemplación o me- alguna sin el propósito de que produzca un efecto bene-
ditación.» Éste es el punto principal. Este «cómo me ficioso para la salud. De ahí su gran interés en tornar
ha ido» parece corresponder a «lo que quiero», puestc el pulso al alma y examinar el estado de sus fuerzas
al principio de cada ejercicio ; por lo tanto su principal vitales, apenas se acaba el ejercicio.
significado es, que debemos examinar si hemos alcan- La tarea principal del examen de la oración, es la
zado o no el fruto que pretendíamos sacar de la con- siguiente:
templación. No quiere decir esto. que en el examen nc ¿En qué grado poseo aquel deseo de aprovechar en
tengan también cabida las demás particularidades de: todo lo posible y aquella generosidad magnánima de
ejercicio, sino que cada cosa entra en él con su valor darlo todo a Dios? ¿Con qué fuerzas y ardor de volun-
propio: lc principal como principal y lo secundario come tad cuento para prepararme y disponerme a vencerme
secundario. Las fórmulas o cuadros sinópticos que sue- a mí mismo, quitando todas las afecciones desordena-
len darse como guía para el examen de la oración, nc das y ordenando mi vida según la voluntad divina?
del enemigo, y para ello escribió las reglas admirables
; Hasta dónde llega la intensidad de la luz con que res- de discreción de espíritus, que si tienen aplicación en
plandece en mi espíritu la suprema ley del orden, y todos nuestros actos espirituales, la tienen mayor aún
cuánto es mi deseo de aplicarla a todos mis actos como en la oración.
norma única de mi vida? ¿ Cuál y cuán intenso es el Muchas veces será éste el punto más sutil, el más
dolor de mis pecados; cuánto el sentimiento por el des- difícil y aun el más importante; porque puede darse
orden de mis operaciones, cuán grande mi enamora- el caso de que el ángel malo transfigurado sub angelo
miento de Jesucristo que con tanta predilección me ha lucis, haya entrado junto conmigo en la oración, para
amado, y qué anhelo es el mío de realizar grandes cosas hacerme salir después con él, comenzando por inspi-
por Él? ;A cuánto alcanza mi conocimiento íntimo de rarme buenos y santos pensamientos a tenor de los que
este mi Redentor y Señor, y el sentido verdadero que yo llevaba, y arrastrándome luego, poco a poco, a sus
tienen para mí los actos de su vida y su doctrina pu- engaños encubiertos y perversas intenciones [332]•
rísima acerca de la santidad? ¿Crecen en mi alma el Estas trazas del enemigo se descubrirán, si en
amor y el deseo de imitarle? ¿Qué eficacia ha ejercido el discurso y final de mis pensamientos he venido a pa-
en mis disposiciones espirituales el ejercicio que acabo rar en alguna cosa mala, o distractiva o no tan buena
de hacer?
como la q ue yo me proponía hacer; o bien en algo que
Este examen requiere más concentración de espíritu me «enflaquece», inquieta o conturba, quitándome la
'que el de las prácticas externas.
paz, tranquilidad y quietud que antes tenía [ 3 33]. En
Si hallo que de uno a otro ejercicio es menor el tal caso he de examinar detenidamente el discurso de
fervor y más bajo el tono de esas mis disposiciones de esos buenos pensamientos que el demonio me ha inspi-
espíritu, la causa de ello provendrá del último, y es rado; comenzando de su principio y viendo cómo poco
cuestión de averiguarlo con la mayor diligencia. Por a poco me ha hecho descender de la suavidad y gozo
lo que a mí se refiere, la causa puede nacer de que he espiritual en que estaba, hasta traerme a su intencion
descuidado las cosas que con tantas veras me tiene en- depravada. Conocida y anotada esta experiencia, apren-
comendadas San Ignacio para que los Ejercicios vayan deré a guardarme para adelante de los engaños a que
bien hechos y de las cuales quiere que se lleve el examen tan sutilmente me ha llevado el enemigo [334].
particular. Ésta es precisamente la hora de recorrer Por último, he de examinar la acción de Dios en mi
todas esas prácticas, aun las más menudas, para ver en oración. San Ignacio tiene por cosa cierta y averiguada
qué me ha ido bien y en qué mal, sin detenerme en una que en los Ejercicios «el mismo Criador y Señor se co-
observación puramente material, sino fijándome princi- munica a la su ánima devota abrazándola en su amor
palmente en si las he hecho conforme al espíritu de San y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor po-
Ignacio. De esta manera se aprende la ciencia práctica drá servirle adelante» [15]. Quiere que, en lo esencial,
de la oración.
esta comunicación sea inmediata, sin que ni el mismo
Lo segundo que debo examinar es, la intervención Director se entremeta, sino que «dexe inmediate obrar
que ha tenido el demonio en el ejercicio que acabo de al Criador con la criatura, y la criatura con su Criador
hacer. El Santo da por sabido que el demonio desarro-
y Señor» [15***, 16]. Para obrar dentro del alma no ne-
lla una actividad especial en torno al ejercitante [ 6 ], y cesita Dios mirar tiempos ni lugares, ni atender a cosa
siendo la contemplación el ejercicio por excelencia, alguna «porque es propio del Criador, entrar, salir, ha-
daroesqucntljaráodsuengí.Qir cer moción en ella trayéndola toda en amor de la su
San Ignacio que nunca perdamos de vista esa acción
divina majestad» [33o] ; pero bien sabe San Ignacio,
viene sin causa precedente, es decir, sin ningún previo
que la oración, de ley ordinaria, es el lugar propio para
esa íntima comunicación, y que en ella por lo tanto se sentimiento o conocimiento de algún objeto [330 , en
que tengan parte los actos de mi entendimiento y volun** ]
han de resolver en definitiva los grandes problemas de
los Ejercicios. :Cómo , pues, puede desatender esa ac- tad ; aun entonces debo mirar, y con gran vigilancia y
atención discernir el tiempo propio de la actual conso-
ción divina un buen examen de la oración
lación del siguiente; porque podría suceder que en este
Lo más frecuente es que Dios nos hable en tiempo
segundo, caliente el alma y favorecida con el favor y
de consolación [318, 176], pero la desolación es tam-
reliquias de la consolación pasada, haya hecho propó -
bién a las veces una verdadera lección divina [322] ;
sitos y tomado pareceres «por su propio discurso de
por consiguiente, la una y la otra deben ser examina- habitudines y consecuencias de los conceptos y juicios»,
das siguiendo las leyes sapientísimas de San Ignacio.
que no vengan inmediatamente de Dios nuestro Señor,
Empezaré, pues, mirando si he tenido consolación espi-
sino que tal vez proceden del bueno o del mal espíritu.
ritual, fijándome principalmente en sus partes esencia-
En tales casos he de examinar con la mayor detención
les, como son: «todo aumento de esperanza, fe y cari- todos esos «propósitos y paresceres, antes de darles en-
dad», y cuando «viene la ánima a inflamarse en amor tero crédito ni que se pongan en efecto» [336]. «Si el
de su Criador y Señor, y consequenter guando ninguna
principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo
cosa criada sobre la haz de la tierra puede amar en sí, bien, señal es de buen ángel» [333].
sino en el Criador de todas ellas» [3163.
Si he estado desolado en la oración, examinaré
Examinaré si Dios nuestro Señor ha movido mi vo-
luntad y puesto en mi alma lo que debo hacer [180]: de dónde ha podido venir la desolación. Han podido
si ha aceptado y confirmado alguna oblación mía, te** ser causa de ella mi tibieza, pereza o negligencia, y en:
niéndola por mayor servicio y alabanza suya 183]; si este caso mis propias faltas son las que han alejado
he sentido que descendía de arriba, del amor de Dios de mí la consolación espiritual. Puede ser también una
nuestro Señor, el amor que me mueve y me hace elegir prueba de Dios, que quiere ver para cuánto somos y en
alguna cosa, seguro de que sólo lo hago por mi Criador cuánto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin
tanto estipendio de consolaciones y crecidas gracias.
y Señor [184, 338] ; si he sentido que la divina ma- Entonces hay que aceptarla de buen grado, porque es
jestad ordenaba mis deseos, mudando mis afecciones señal manifiesta de que el Señor me quiere valiente y
desordenadas [46].
esforzado en el camino de la santidad.
El fruto de la oración y el de todos los Ejercicios La desolación es a veces una lección del Señor, para
depende principalmente de esa acción divina sobre las «darnos vera noticia y conocimiento para que
disposiciones del Ejercitante, encaminada a que éste se
interamsoqunedstraone
ajuste perfectamente a las disposiciones esenciales exi- devoción crescida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna!
gidas por San Ignacio. Ella debe ser, pues, la materia
principal del examen. consolación espiritual, mas que todo es don y graci
de Dios nuestro Señor; y porque es cosa ajena no
Pero qué finura de análisis tan maravillosa la que pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en al-
pide San Ignacio en este punto de la acción que Dios guna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la
lleva a cabo en nuestra oración por medio de sus con- devoción o las otras partes de la espiritual consola-
solaciones! Porque aun dando por cierto que la conso- ción» [322]. El remedio para este caso lo encontraré en
lación que he tenido es de Dios, como lo es cuando me la paciencia y en la santa esperanza de que volverá
otra vez la consolación, si yo pongo de mi parte contra luntarias que haya habido, sino además de las involun-
la desolación las diligencias convenientes, «como es ins- tarias deficiencias que han podido influir o ser causa
tar más en la oración, meditación, en mucho examinar- del mal éxito.
me y en alargarme en algún modo conveniente de hacer «Si me ha ido bien en la contemplación o medita-
penitencia» [321, 319j. Entretanto, «consideraré cómo
ción, daré gracias a Dios nuestro Señor, y haré otra
el Señor me ha dejado en prueba en mis potencias na- vez de la misma manera.» El agradecimiento es una de
turales, para que resista a las varias agitaciones y ten- las virtudes más recomendadas en las relaciones que
taciones del enemigo», persuadido de que siempre me unen al hombre con Dios, y siendo la oración, bien he-
queda el auxilio divino, aunque yo claramente no lo cha, un don del Señor, así lo hemos de reconocer y a
sienta, y también la gracia suficiente para la salud eter- Él se lo debemos atribuir por medio de la acción de
na [320].
gracias. Traigamos a la memoria las palabras gravísi-
He de examinar con especial detención, si he hecho
propósitos en tiempo de desolación, o he cambiado de mas de San Ignacio en la explanación del pecado de
dictámenes. Si así ha sido, he de reconocer mi error los ángeles: «Cómo siendo ellos criados en gracia, no se
y enmendar el yerro; constándome, corno me consta, queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia
que el consejero en la desolación es el mal espíritu, «con y obediencia a su Criador y Señor, veniendo en super-
bia, fueron convertidos de gracia en malicia» [50].
cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar».
Miraré también si los tales propósitos y sentimientos Ensoberbecerse o envanecerse por las gracias reci-
bidas de Dios, es el camino más seguro para perderlas
son contrarios a los que tenía en la anterior consolación,
todas y volvernos a quedar en nuestra pura miseria.
y me decidiré a estar firme y constante en la determina-
ción en que entonces me hallaba [317, 318J. Acordémonos de aquella otra sentencia del Santo: «he-
mos de sentir internamente que no es de nosotros traer
El que se examine con este cuidado y diligencia pue- o tener devoción crescida, amor intenso, lágrimas ni
de estar seguro de que ha cumplido a la perfección con lo otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don
que encargan las últimas palabras de la adición, cuando
sé dice, que no solamente hemos de saber si la oración y gracia de Dios nuestro Señor ; y porque en cosa aje-
na no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento
ha ido bien o mal, sino también por qué ha ido de la
una o de la otra manera. en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nos-
otros la devoción o las otras partes de la spiritual con
Hecho ya el balance de la oración y descubierta la
solación» [322].
causa del bueno o del mal éxito, Quedan aún otros actos
espirituales que necesitan también su tiempo. Si la ora- Por el contrario hemos de procurar que las gracias
de la oración nos funden en la verdadera humildad,
ción ha ido mal, vista la causa del fracaso, dice San
Ignacio que he de « arrepentirme para me enmendar pues ésta es la mejor disposición para conservarlas y
aumentarlas. Por eso dice San Ignacio que «el que está
adelante». Esto es lo lógico, porque un examen de con-
ciencia no practicado por puro estudio psicológico, sino consolado procure humillarse y baxarse cuanto puede,
pensando quán para poco es en el tiempo de la desola-
que reviste la categoría de ejercicio espiritual para la
ción sin la tal gracia o consolación» [324]. Y aun aña-
salud del alma, necesariamente ha de acabar por el dolor
de las faltas y el propósito de no volverlas a cometer. de esta otra regla de prudencia : «el que está en con-
Y éste es el caso del examen de la oración, puesto solación piense cómo se habrá en la desolación que
que nos hemos de enmendar no sólo de las faltas vo** después vendrá, tomando nuevas fuerzas para enton-
ces» [323].
Salta a la vista, que un examen de esta naturaleza COMENTARIO. — Lo que se dice en esta adición, de-
es algo más fundamental que ir recorriendo un simple muestra a las claras que los doc umentos que vamos co-
formulario; pide mayor atención, pero es también de mentando, ni van dirigidos inm ediatamente a la ora-
mucho más provecho. Tendrá siempre su dificultad, bien ción, ni pertenecen a ella exclusiv amente, como se dice
sea por nuestra flojedad, bien por la desolación espi- o se supone con harta frecuencia; sino que
ritual; pero si uno va a él con la decisión de hacerlo vanedrzostlEjeciydun*moespcial
bien, hasta puede parecerle corto ese cuarto de hora, al fruto que pretendemos sacar de ellos; o como lo
que de otra manera resulta muy largo. diceSanIgoltíu,«mejrhaoq
desea» [7 3 ]. Por esta causa, unas adiciones tienen bien
determinado el tiempo en que se deben observar; pero
SEXTA ADICIÓN ésta y las que le siguen no tienen señalada hora pro-
pia; se han de cumplir a todas horas.
TEXTO. — La sexta: no querer pensar en cosas de placer Su objeto es, que el fin peculiar asignado al punto
ni alegría, como de gloria, resurrección, etc.; porque para de los Ejercicios en que ahora nos hallamos.
sentir pena, dolor y lágrimas por nuestros pecados, impide totalmente nuestro entendimiento. Si éste no se entrega
qualquier consideración de gozo y alegría; mas tener de- de lleno a estas cosas, por no haberlas penetrado como
lante de mí quererme doler y sentir pena, trayendo más en convenía. debe intervenir con su imperio la -voluntad
memoria la muerte, el juicio [78].
para que las quiera recordar y rumiar con aquella ac-
Estas palabras se refieren a la primera semana; para ción lenta que hace que las asimilemos. El entendimiento
la segunda dice lo siguiente: es el fundamento de la vida racional, y por lo mismo,
también de la sobrenatural de la santidad; y en razón
La 6ª será traer en memoria frecuentemente la vida y de esto es justo y eficaz el propósito de que se entregue
misterios de Christo nuestro Señor, comenzando de su en- únicamente y sin reservas a lo que queremos que se
carnación hasta el lugar o misterio que voy contemplan- convierta en substancia espiritual de nuestra alma.
do [13o]. Observemos que el Santo, apartándose de lo que sue-
le hacer con respecto a la oración, señala en la adición
Para la tercera : para cada semana materias generales y múltiples, pero
La 6ª se mudará no procurando de traer pensamientos todas convergentes en un mismo punto; o sea, en el
alegres, aunque buenos y sanctos, así como son de resurrec- fin propio de cada semana. Argumento claro de que el
ción y de gloria, mas antes induciendo a mi mismo a dolor fin es lo que con preferencia buscamos y lo mismo que
y a pena y quebranto, trayendo en memoria freqüente los ha de querer y fomentar el ejercitante con toda dili-
trabajos, fatigas y dolores de Christo nuestro Señor, que gencia. Ese fin concreto lo, obtenemos en la oración, pero
passó desde el puncto que nació hasta el misterio de la lo preparan las adiciones antes de entrar en ella, y lo
passión en que al presente me hallo [206].
conservan y hacen que penetre en el alma cuando de ella
Para la cuarta: hemos salido. De esta manera todo el día andamos
ocupados con un mismo asunto, ciertamente esencial.
La 6ª traer a la memoria y pensar cosas motivas a pla- Tal vez se nos haga difícil el cumplimiento de esta
cer, alegría y gozo espiritual, así como de gloria [229]. adición por el cansancio natural o por la sequedad del
espíritu. No nos admiremos de ello. Estelpuno
y' hora de aquel «querer» tan propio del sistema igna- Aquí, nada de superstición o rutina, nada de aflo-
ciano ., que con energía perseverante y deliberada se jamiento sensual o sensible; sino perpetuamente el mis-
impone a todos los actos de la persona y les hace ser- mo criterio y determinación de poner , los medios que el
vir para sus intentos. De un modo especial debernos fin*exja.
frenar la curiosidad, aun la espiritual, porque es una De todos es conocida la influencia que tienen en el
de las formas de la pereza con que nos combaten y nos estado actual del alma las cosas sensibles y de un modo
engañan frecuentemente el enemigo y nuestra natural especial la luz y la temperatura: sabido es que el alma
condición. puede dirigirlas más o menos en un sentido puramente
natural o llevarlas a esferas más levantadas. He ahí,
pues, lo que pretende San Ignacio: que el ejercitante
SÉPTIMA ADICIÓN tenga el suficiente criterio para ver si sabrá encauzar
o no esas impresiones sensibles para que ellas favorez-
Texto. —La 7ª: privarme de toda claridad para el mis- can los grandes sentimientos espirituales que desea sacar
mo effecto cerrando ventanas y puertas, el tiempo que estu- de la oración. Si calcula que si, eche mano de esas cosas
viere en la cámara, si no fuere para rezar, leer y comer [7g].
materiales y naturales para las espirituales y sobrenatu-
rales; pero si, por una causa o por otra, entiende que
Segunda y tercera semanas: no, evite todo tropiezo y no use «buenos temporales»,
sino «diversos».
La 7ª será que tanto se debe guardar en tener obscuri- La adición tiende a crear en nosotros, poco a poso,
dad o claridad, usar de buenos temporales o diversos, cuanto
sintiere que le puede aprovechar y ayudar para hallar lo
el hábito de saber hacer que las cosas naturales que
que desea la persona que se exercita [130]. nos rodean nos hablen un lenguaje espiritual: ciencia
en verdad difícil, que alg unos poseen como don natural,
yquelosSantdirceluxoagi
Cuarta semana: sobrenatural, de un modn más elevado y perfecto. El
La 7ª: usar de claridad o de temporales cómmodos, así Principio y Fundamento nos enseñó a ver en todas las
como en el verano de frescura, y en el hibierno de sol o cosas la ley del amor; pero el ejercicio ascético y mís-
calor, en quanta el ánima piensa o coniecta que la puede tico hace que el alma advierta en ese lenguaje y lo
ayudar, para se gozar en su Criador y Redemptor [229]. entienda y se acostumbre a responder en idéntico sen-
tido. Nunca como en los Ejercicios se halla el alma tan
Comentario. — «Para el mismo efecto», o sea bien dispuesta para un trabajo como ése.
«para hallar lo que desea», para el fin que se pretende
sacar en cada semana de Ejercicios. En la materia de
que trata la presente adición, tiene más entrada la pro- OCTAVA ADICIÓN
pia personalidad o condición, por el misterioso enlace
que tienen entre si las cosas sensibles y las espirituales;
TEXTO. — La 8ª: no reír ni decir cosa motiva a risa [So].
por eso lo deja todo el Santo a la discreción del ejerci**
tante: «tanto quanto sintiere que le puede aprovechar COMENTARIO. — Esta corta adición no sufre modifi-
ayudar»; «en quanto el anima piensa o coniecta que cación alguna en las restantes semanas. La alegría no
la puede ayudar», debe confundirse con el «reír o decir cosas motivas a \
risa» ; son dos cosas muy distintas, como lo son la tris-
teza y el mal humor adusto.
La alegria y la tristeza son dos grandes afectos dei NOVENA ADICIóN
alma que San Ignacio aprecia y fomenta: buscando que
la primera, cuando conviene, llegue hasta el gozo más TEXTO. —La nona: refrenar la vista, excepto al rescibir o
intenso, y que la segunda se convierta en pena, dolor, al despedir la persona con quien hablare*** [81].
aflicción y lágrimas. Quiere que los Ejercicios estén re-
vestidos de una seriedad externa matizada por la ale- COMENTARIO. — Tampoco esta adición se modifica en
gría o tristeza interiores, así como rechaza de ellos las el resto de los Ejercicios. Su objeto es refrenar la vista,
risas o las palabras motivas a risa y atribu y e a influen- que entre todos los sentidos externos es el más espiri-
cia del enemigo la obscuridad del alma, la turbación, tual. La adición siguiente se ocupará de los sentidos
inquietud, desconfianza y la misma tristeza no nacida materiales.
de causa espiritual [317]. A este sentido hay que ponerle leyes y, dada su ten-
La perfecta educación de los sentimientos es cosa dencia a distraerse con las cosas de fuera. hay que re-
ciertamente difícil, pero es muy necesaria, y para lo- frenarlo también con energía por algún procedimiento
grarla existen dos procedimientos: uno interno y otro parecido al de la adición anterior. Los grandes enemi-
externo. El interno procura fundar esos sentimientos gos de los Ejercicios espirituales son: un corazón disi-
en grandes ideas y en amores igualmente grandes que pado y un entendimiento distraído, y precisamente la
le sirvan de alimentación saludable. Los Ejercicios son vista es la puerta por donde entran la disipación y la
como una escuela práctica de este procedimiento, que distracción.
es el más justo y a la vez el más eficaz. Refrenarla, pues, es cerrar esa puerta.
El externo atiende a regular v corregir las manifes- La expresión que usa San Ignacio es muy general,
taciones desordenadas con que se muestran al exterior y la misma excepción que pone confirma esa genera-
los sentimientos internos; y aunque no alcance, ni de lidad ; porque si la reserva se circunscribe a la sola
lejos, la eficacia del procedimiento interno, es algunas l*uzaptendcsrióo éptma,uesil
veces de gran utilidad. Este segundo es el que pone en habla, eso mismo indica que debe reprimirse en todo lo
nuestras manos San Ignacio con esta adición octava. demás. A pesar de lo dicho, también aquí tiene apli-
tomando como ejemplo la risa, que suele ser causa de cación la adición séptima, pues si la luz puede sernos
la ligereza, de la disipación y desedificación; cosas to- una ayuda en los días de alegría espiritual, también
das que deben estar muy apartadas así de los Ejerci- podrá consolarnos el mirar y contemplar el cielo y otras
cios como de los ejercitantes. cosas buenas que elevan el espíritu. Fuera de estas cosas,
es utilísimo cerrar los ojos a cuanto pueda ocasionar
distracciones, para que el alma concentre todas sus ener-
gías en el gran negocio de los Ejercicios.
Este rigor de San Ignacio en lo de refrenar la vista,
parece indicar que además de la más perfecta modestia,
busca el Santo la mortificación. Modestia es, apartar la
vista de cuanto pueda perturbar el espirita mortifica-
ción es prohibirle mirar lo que se podría ver sin ningún
inconveniente. La modestia debe guardarse con toda dili- reglas de la modestia que legó escritas a sus hijos. Hijas
gencia lo mi s mo en Ejercicios como fuera de ellos, pero como él dice, de larga oración y de muchas lágrimas.
el tiempo de Ejercicios pide además penitencia, como Son las siguientes:
lo dice el Santo en la adición décima; y buena y exce**
lente mortificación es, privarse de mirar cosas agrada** Lo que deben observar los de la Compañía en el andar
bles, que aunque buenas , no son necesarias; y esto público, en general se puede brevemente decir de nuestros
Hermanos, que en todo el hombre exterior se vea en el os
cuanto más, mejor, mientras no faltemos a las atenciones
modestia, humildad y madurez religiosa, y edificación en
debidas, ni caigamos en reprensibles descortesías. todos los que los miran: pero, viniendo al particular, se ob-
Hablábamos en la octava adición de la necesidad que serven las cosas siguientes:
hay de educar nuestros sentimientos, y lo mismo hemos No se vuelva ligeramente la cabeza acá ni allá; sino cuan-
de decir de nuestros sentidos. Para ello, no hay mejor do acaeciese, con madureza religiosa; y no siendo menester,
escuela que la de los Ejercicios, porque el método de se tenga derecha, con moderada inclinación del cuello hacia
contemplar de San Ignacio es sumamente plástico: ver, la parte anterior, y no hacia el un lado o al otro.
oír y mirar espiritualmente. Además está la aplicación Los ojos se tengan comúnmente bajos, sin mucho alzarlos
de los sentidos internos, cuyos actos son más durade- ni volverlos a una parte ni a otra; y hablando, máxime con
ros, intensos y elevados. Supuesta, pues, la mutua in- personas de respeto no les miren fijamente a la cara, más
comúnmente abajo.
fluencia entre los unos y los otros, el acostumbrar a
Las rugas en la frente se deben evitar, pero mucho más
los internos al ejercicio de la contemplación ha de re** en la nariz, de manera que por la serenidad de fuera se co-
Anudar eficazmente en la moderación de los externos.¡ nozca la de dentro.
Añadamos aún otra consideración más. Las perso- Los labios ni muy cerrados ni muy abiertos.
nas santísimas de Jesucristo y la Virgen Santísima, que Todo el rostro muestre antes alegría que tristeza u otro
son la perfección ideal en todas sus acciones, son el afecto menos ordenado.
objeto primario de todas nuestras contemplaciones. Los vestidos estén limpios y compuestos con religiosa mo-
Será, pues, la cosa más natural que el contemplar nos- deración. .
otros detenida y amorosamente, cómo miran y hablan, Las manos, si no se ocupan en alzar la ropa, se tengan
cómo caminan y trabajan, con la intención deliberada en modo decente y quieto.
Sea el andar moderado, sin notable priesa, si la necesidad
de imitarlos a ellos y reflictiendo sobre nosotros mis-
no fuese urgente, guardando el decoro que se podrá.
mos para hacerlo después de la misma manera, imprima
Todos los movimientos y acciones finalmente sean tales,
en nuestros propios sentidos el mismo modo espiritual que muestren humildad, y muevan a devoción a los que
de obrar que vemos y apreciamos en aquellas santas los miran.
personas. Cuando son muchos, téngase orden, viniendo dos o tres
No satisfecho aún San Ignacio con todo esto, ensa- juntos, como serán repartidos.
ya en el primer modo de orar, de una manera más prác- Si aconteciere hablar, acuérdense de la modestia y- edifi-
tica, este sistema de educar nuestras facultades internas cación en las palabras s modo de decir.
y externas, examinando las faltas que cometimos en el
uso de los sentidos, pero poniéndonos para este examen,
delante de los ojos, el ejemplo de Jesucristo y de la
Virgen Santísima [ 246-248] .
De esta misma contemplación sacó San Ignacio las
2ª nota. La 2ª: es de advertir que la 1ª y 2ª adición
se han de hacer para los exercicios de la medianoche y en
DÉCIMA ADICIóN arnaneciendo y no para los que se harán en otros tiempos;
y la 4ª addición nunca se hará en la iglesia delante de otros,
Texto. — La décima adición es penitencia, la cual se sino en escondido, como en casa, etc. di* [8 ].
vide en interna y externa, Interna es dolerse de sus pecados 3ª nota. La 3ª: guando la persona que se exercita aun
con firme p r op ó s it o de no cometer aquéllos ni otros algunos; no halla lo que desea, ansi como lágrimas, consolaciones, etc.,
la externa o fruto de la primera es castigo de los pecados muchas veces aprovecha hacer mudanza en el comer, en
cometidos, y principalmente se toma en tres maneras [82] - el dormir y en otros modos de hacer penitencia; de ma-
1ª manera. La 1ª es cerca del comer, es a saber, guan- nera que nos mudemos haciendo dos o tres dias penitencia,
do quitamos lo superfluo no es penitencia, mas temperancia; otros dos o tres no; porque a algunos conviene hacer Más
penitencia es guando quitamos de lo conveniente, y quanta penitencia y a otros menos; y también porque muchas veces
más y más may or y mejor, sólo que no se corrompa el dejamos de hacer penitencia por el amor sensual y por jui-
subiecto, ni se siga enfermedad notable [83]. cio erróneo, que el subiecto humano no podrá tolerar sin no-
2ª manera. La 2ª: cerca del modo del dormir ; y asimis- table enfermedad; y algunas veces, por el contrario, hace-
mo no es penitencia quitar lo superfluo de cosas delicadas mos demasiado, pensando que el cuerpo pueda tolerar; y
o moles, mas es penitencia guando en el modo se quita de como Nos nuestro Señor en infinito conosce mejor nuestra
lo conveniente, y cuanto más y más mejor, sólo que no se natura, muchas veces en las tales mudanzas da a sentir a
corrompa el subiecto, ni se siga enfermedad notable, ni tam- cada uno lo que le conviene [89].
poco se quite del sueño conveniente, si farsan no tiene há-
bito vicioso de dormir demasiado, para venir al medio [84]. COMENTARIO. — Muy clara y segura es esta doctrina
3ª manera. La 3ª castigar la carne, es a saber, dándole de San Ignacio y sobre ella sólo haremos unas ligeras
dolor sensible, el cual se da trayendo cilicios o sogas o barras observaciones.
de hierro sobre las carnes, flagelándose o liagándose y otras La primera es, que en tiempo de Ejercicios hay que
maneras de asperezas [85]. hacer penitencia. La hizo San Ignacio en Manresa, ex-
Nota. Lo que par esce más cómodo y más seguro de la traordinariamente intensa y prolongada. La hicieron sus
penitencia, es que el dolor sea sensible en las carnes y que primeros compañeros imitando en esto a su Padre. La
no entre dentro en los huesos, de manera que dé dolor y no historia entera de la santidad nos predica lo mismo.
enfermedad; por lo cual paresce que es más conveniente las-
timarse con cuerdas delgadas, que dan dolor de fuera, que
Por lo tanto, cuando en Ejercicios hacernos el esfuerzo
no de otra manera que cause dentro enfermedad que sea supremo para entrar decididos por el camino de los
notable [86].
Santos, no podemos en manera alguna prescindir de la
Nota. La primera nota es que las penitencias externas pemtencia. Un espíritu inmoderadamente penitente en-
principalmente se hacen por tres efectos: el primero por sa- cierra graves peligros; pero la falta absoluta del espi**
tisfacción de los pecados pasados: 2º, por vencer a sí ritu de penitencia nos avisa de que tal vez estamos pi-
mesmo, es a saber, para que la sensualidad obedezca a la sando una tierra totalmente estéril para cultivar en ella
razón, y todas partes inferiores estén más subiectas a las su- la planta de la santidad.
periores; 3º , para buscar y hallar alguna gracia o don que La vida moderna predica continuamente el huir de
la persona quiere y desea, así como si desea haber interna toda incomodidad como se huye de la enfermedad, y va
contrición de sus pecados o llorar mucho sobre ellos o sobre en busca de los refinamientos como si fueran la misma
las penas y dolores que Christo nuestro Señor passaba en salud. Ciertamente que no es éste el espíritu cristiano,
su passión, o por solución de alguna dubitación en que la y si viniera a hacer los Ejercicios una persona tan llena
persona se halla [87].
de ese espíritu de mundo, que tuviera por cosa absurda
la penitencia, se le deberían exponer detenidamente las todos sus secretos y a saber ponerlos en práctica con
tres razones que para hacerla alega San Ignacio. la mayor presteza y facilidad.
La primera de estas razones es, la satisfacción que Más arriba hemos insinuado la necesidad de educar:
debemos por los pecados ya cometidos. Todo pecado nuestros sentidos y sentimientos. El comienzo de seme-
se pres e nta ante la divina justicia llevando encerrada jante educación debe ser una victoria absoluta sobre
en sí una culpa y una pena; la penitencia cristiana, más todo lo que es material, lo mismo en el obrar que en
la voluntaria, es una expiación que paga por la pena el padecer. Sólo a precio tan subido se compra la liber-
debida v una reparación de la culpa, que desagravia a tad del espíritu. Cuando el alma llega a ser señora de
Dios. Expiación y reparación son proporcionales, pri** la carne, dominando todos sus vicios y concupiscencias,
mero y principalmente a la penitencia interna, pero tam** y aun las mismas necesidades naturales en cierto grado
bién a la externa ; por esto está en su debido punto prudencial, entonces se ve iluminada de luz superior y
regla de San Ignacio, «quanto más y más, mejor». empieza a gustar las cosas divinas y puede comunicar
A lo que en esta materia se debe atender es, a que algún destello espiritual a sus sentimientos y sentidos
la penitencia interna vaya siempre junta con la externa, inferiores, logrando así que le ayuden a saborear
para que ésta no venga a parar en un acto puramente plenamente las cosas del cielo: «quae sursum sunt sapite»
material, sino que llegue a ser un acto íntegramente El hombre animal no puede gustar ni aun la mínima
humano y sobre todo sobrenatural; dentro ya de este de esas dulzuras espirituales; pero los que saben cru-
último orden, hay que procurar que los motivos o ra- cificar su carne con Jesucristo, aun en la presente vida
zones de hacer penitencia sean cada vez más elevados, participan en su tanto de la espiritualización de sus
hasta hacerla puramente por el amor de Dios. Esta úl- sentidos. No puede estar más clara en el texto igna-
tima penitencia es oro purísimo de caridad. ciano la necesidad de despertar el sentimiento espiritual
La segunda razón es «por vencerse a sí mesmo, es para que los Ejercicios se apoderen de todo el hombre
a saber, para que la sensualidad obedezca a la razón, y le comuniquen fuerzas para las grandes resoluciones.
y todas "partes inferiores estén más subiectas a las su- En la primera carta que sabemos dirigida por el Santo
periores». a su antiguo confesor, Manuel Miona, y que a su vez
Aquí entramos de lleno en el fin esencial de los Ejer- es también la primera y más fervorosa exhortación a
cicios. «Vencer» es término que indica esfuerzo y aun hacer Ejercicios, dice que éstos «han de ser gustados» 2.
violencia., y tratándose aquí de vencer y dominar nues- La penitencia practicada como es debido, es un des-
tra parte animal, o sea la sensualidad con todas sus pertador eficacísimo del gusto espiritual, como nos lo ad-
facultades sensibles desprovistas de razón, ya se entien** viene la tercera razón, aunque fundada en otros motivos.
de que la violencia ha de ser de orden material; esto se La penitencia no es la victoria total y com p leta de
llama penitencia. pero es la primera parte de la lucha, nece-
Tarea es ésta que dura toda la vida, porque la in- saria para alcanzar otras victorias superiores. La que
subordinación de la sensualidad contra el imperio de debe llamarse gran victoria es, la alcanzada por la
la razón no acaba nunca , y por otra parte es del todo voluntad de Dios sobre la nuestra, y la de la vida so-
necesario que triunfe siempre dicho imperio. L a estra- brenatural sobre la vida puramente natural. pensar
tegia contra este enemigo interno la hemos de ejercitar
en tiempo de Ejercicios, hasta que lleguemos a conocer 1 Col., 3, 2.
Monumenta Ignatiana, Ser. 1º , I, 113.
siquiera en escalar estas alturas, sin antes habernos que quiere cenar ; c así después de cena, lo que querrá
librado de la esclavitud de la carne. comer el día siguiente.» El que tr ansmite estas palabras
La tercera razón de la penitencia es «para buscar de San Ignacio. añade que «esto juzga (el Santo) ser
y hallar alguna gracia o don que la persona quiere o de las cesas que más ayudan».
desea, aní como si desea interna contrición de sus pe- «Guando a las otras penitencias, dice San Ignacio,
cados e' llorar mucho sobre ellos o sobre las penas y decláresele lo que dicen los Exercicios y en lo que podía
dolores que Christo nuestro Señor passaba en su pas- pedir algún instrumento, como disciplina , cilicio, etc.,
sión, o por solución de alguna dubitación en que la en general se ofrezca el que da los Ejercicios que le
persona se halla». Todos éstos son dones de Dios y la dará lo que pidiere» 1 . Dice el P. Polanco, que se le'
experiencia de las personas espirituales nos dice que ver* puede invitar a ello, porque hay algunos que por
suele Dios concederlos a la verdadera penitencia. El güenza no lo piden 2 . En opinión del P. Gil González
mismo Jesucristo les dijo a sus apóstoles, que cierta ávila, conviene espolear a los perezosos 3 y otra redac-
clase de gracias no se obtienen más que con la oración ción añade que «el que da los Ejercicios procure ente-
y el ayuno 1. rarse de lo que come el ejercitante, para huir del exceso
Todas estas cosas las debe experimentar en sí mis- en uno y otro sentido» 4 y vuelve a repetir el tercer'
mo el ejercitante, y haciendo la cuenta de todo lo que Directorio lo de dejar en manos del ejercitante la elec**
necesita y atendiendo de modo especial a las gracias ción de lo que quiere comer, añadiendo que lo haga a
contenidas en el fin general de los Ejercicios y en el la hora que él prefiera: «en qualidad y quantidad
particular de cada semana, comience por pedirlo conti- tiempo. se ha de guardar estrechamente lo que el exer**
nuamente en la oración y acabe por impetrado mediante citante le dixere»
la penitencia. La penitencia debe ser verdaderamente tal, y no una
No es del Director señalar o imponer la penitencia, prudente moderación en el uso de placeres
pues ésta debe quedar siempre a la libre y espontánea ycomdiaes,njporlmaz.Estúieco
elección del ejercitante. Muy de veras la recomienda de toda la vida si queremos ser hombres espirituales,
San Ignacio, y con todo, ninguna en particular señala, pero en tiempo de Ejerciicos se debe buscar algo .más: _

dejándolo todo a la determinación de aquél, regulada bienstaryñdes


ol decir, cortar hasta de lo conveniente en materia de
por la experiencia del Director.
Sobre este punto, además del texto explícito de los ¬*ymortifcaónpsv,gudoiemrplanc.
Ejercicios, poseernos diversas notas de los Directorios Para curar de una enfermedad, o conseguir un pro-
escritos o dictados por el Santo. El primer Directorio vecho temporal y hasta por pura recreación. se toman r
dice así : «Ni coma ni beba sino lo que pidiere» 2 . Y el se sufren cosas mortificantes y dolorosas; por lo tanto
segundo: «Cuando uno hace Exercicios, siempre le sea sería un verdadero absurdo tener por inhumanas e im-
demandado qué quiere comer, y désele, aunque pida prudentes esas mismas privaciones c violencias tratan-
una gallina o nonada, corno él tuviere devoción: en tal
modo que guando hubiere acabado el comer, él mesmo
diga
Mc. al que le qu i ta los platos, o le lleva el comer, lo IMonumenta
bid. Ignatiana, Ser. 2º, pág. 782.
• pág. 809.
pág.90Ibíd • Ibid.,
785. pág.785
9, 28. Monumenta Ignatiana, Ser. 2º, pág. 779. ' lbíd.. pág. 788.
más que aquella ley que preside la comunicación inme-
diata de Dios con el ejercitante: ley de prudencia di-
doce nada menos que del gran negocio de la santidad
vina.
de nuestra alma.
No tome en este punto el Director la delantera con Con una y otra ley nos aconseja el Santo, que «guan-
do la persona que se exercita no halla lo que desea, ansí
demasiada frecuencia, ni mucho menos sea Importuno
como lágrimas, consolaciones, etc., muchas veces apro-
en el urgir ; antes sirva a sus tiempos de freno y sea
siempre el consejero prudente y moderador que no per- vecha hacer mudanza en el comer, en el dormir y en
mita que las cosas vayan por caminos torcidos. Para otros modos de hacer penitencia; de manera que nos
esto puso San Ignacio limitaciones que deben observar- mudemos haciendo dos o tres días penitencia y otros
dos o tres no».
se puntualmente.
Ea primera es, que la penitencia no debe jamás inuti- Estos cambios descansarán el cuerpo, iluminarán el
lizar al sujeto ni causarle enfermedad notable, porque espíritu y pueden ser un medio por el cual nos dé a
además de que eso no es cosa lícita, sería contrario a conocer Dios su santísima voluntad.
lo que se pretende en los Ejercicios. ¿Qué grandes co- En confirmación y para mayor aclaración de lo di-
sas puede emprender en su propia santificación y para cho, viene a punto el párrafo de una carta de San Ig-
la gloria de Dios el hombre que ha agotado sus fuerzas nacio a Sor Teresa Rajadell, que reza asi :
y está enfermo?
Toda meditación en la qual trabaja el entendimiento, haze
Al mismo fin concurre la segunda que dice «tam- fatigar el cuerpo; otras meditaciones ordenadas y descan-
poco se quite del sueño conveniente, si forsan no tiene sadas, las quales son apazibles al entendimiento y no tra-
hábito vicioso de dormir demasiado, para venir al me- bajosas a las partes interiores del ánimo, que se hazen sin
dio». El insomnio lleva consigo el desequilibrio ner- poner fuerza interior ni exterior, éstas no fatigan al cuer-
vioso, y esto sería fatal en todos los sentidos. po, mas hazen descansar, si no es por dos maneras: la pri-
La tercera dispone que en el uso de cilicios y disci- mera, guando os quita el natural sustentamiento y recrea-
plinas, se tenga en cuenta que «el dolor sea sensible en ción que al cuerpo hauéy s de dar. Llamo sustentamiento,
las carnes y que no entre dentro en los huesos, de ma- guando por ocuparse alguno en las tales meditaciones no
nera que dé dolor y no enfermedad». se acuerda de dar al cuerpo su refección natural, pasando
San Ignacio finalmente añade otras dos observacio- las oras reguisitas. Llamo recreación, mas pía, dexar al en-
nes moderadoras que están llenas de prudencia así hu- tendimiento que discurra donde quiera, en cosas buenas o
mana como divina. indiferentes, sólo que no sean malas.
La segunda, a muchos acaece, dados a la oración o con-
Observación primera: «a algunos conviene hacer templación, que antes que atan de dormir, por hazer exer-
más penitencia y a otros menos». La penitencia no es
citar mucho al entendimiento, no puedan después dormir,
más que un medio y por lo tanto a cada s ujeto hay que pensando después en las cosas contempladas y imaginadas;
tratarlo en este pu nto, no por procedimientos ciegos donde el enemigo asaz procura entonces de tener cosas bue-
rutinarios, sino conforme a lo que pide el fin que preten- nas, porque el cuerpo padezca, corno el sueño se le quita,
demos sacar de los Ejercicios, respecto de su persona. po* lo que totalmente se ha de evitar. Con el cuerpo sano
Cualquiera puede ver que ésta es una ley de gran pru- dréis hacer mucho, con él enfermo no sé qué podréys. El
dencia humana. cuerpo bueno en gran manera ayuda para hazer mucho mal
Segunda observación: «Como Dios nuestro Señor y mucho bien ; mucho mal a los que tienen la voluntad
en infinito conoce mejor nuestra natura, muchas veces depravada y hábitos malos ; mucho bien a los que tienen la
da a sentir a cada uno lo que le conviene.» Esto no es
carnes comunes ni de otras cosas, que den substancia con-
voluntad toda a Dios N, S. aplicada y en buenos hábitos veniente al cuerpo humano; antes seria en buscar todos
acostumbrada modsquepiarfozl,cmiendquasr
viandas concedidas, y tantas vetes quanto hallase
La conclusión que de todo esto ha de sacar el ejer- provechsa linf guadepróximos;ql
citante ha de ser un fuerte impulso a la penitencia es- cuerpo tanto debemos querer y amar, cuanto obedece y ayu-
piritual y corporal: la primera, buscarla sin limites ni da al ánima, y ella, con la tal ayuda y obediencia ,sd
e is-
condiciones, porque es el fin; la segunda, practicarla pone más al servicio y alabanza de nuestro criador y señor.
con eficacia pero condicionalmen te y con mucha Cerca de lastimar su cuerpo por el Señor nuestro, sería
discreón,om . en quitar de mí todo aquello, que pueda parecer a gota al-
La penitencia ha de acompañarnos toda la vida, aun guna de sangre; y si la su divina magestad ha dado la gra-
fuera de los Ejercicios; pero la corporal, fuera de ca- cia para ello, y para todo lo dicho, para adelante (sin dete-
nerme a dar razones o probationes algunas para ello), es
sos singulares de más graves necesidades espirituales, mucho mejor dejarlo, y en lugar de buscar o sacar cosa al-
debe ser más moderada y subordinarse siempre a los guna de sangre, buscar más inmediatamente al Señor de to-
dones superiores del Espíritu Santo y a la gloria de dos, es a saber, sus sanctissimos dones, así como una infu-
Dios. sión o gotas de lágrimas, agora sea, 1º , sobre los propios
Plácenos confirmar esta doctrina y aclararla más to- pecados o ajenos. agora sea, 2°, en los misterios de Cristo
davía con un capítulo de la carta que el mismo San Ig- nuestro Señor en esta vida o en la otra, agora sea. 3°, en conside-
nacio escribió a San Francisco de Borja en tiempo que ración o amor de las personas divinas... Qualquiera de todos
éste, practicados los Ejercicios, se disponía a dejar todo estos santísimos dones se debe preferir a todos actos cor-
lo del mundo para entrar en la Compañía de Jesús: póreos, los quales tanto son buenos, quanto son ordenados
para alcanzar los tales dones o parte de ellos... Y asi, guando
Cerca ayunos y abstinencia, seria por el Señor nuestro el cuerpo por los demasiados trabajos se pone en peligro,
en guardar y fortificar el estómago con las otras juergas es lo más sano, por actos del entendimiento y con otros me-
naturales, y no en debilitarlas; porque, primero, guando diocres exercicios, buscarlos; porque no solamente la ánima
una ánima se hallasse asi dispuesta y así determinada, que sea sana, mas la mente seyendo sana in corpore, sano, todo
antes elegiría perder en todo la vida temporal que hacer una será más sano y más dispuesto para mayor servicio divino 1.
offensa, por mín ima que fuese, deliberada, contra la divina
majestad: y segundo, que no se hallase trabajada de parti-
Monumenta Ignatiana, Ser. 1 º, II , págs. 234, 237.
culares tentaciones del enemigo, del mundo o de la carne...
deseo mucho que V. Sría, imprimiese en su ánima, que sien-
do ella y el cuerpo de su criador y señor, que de todo le
diese buena cuenta, y para ello no dexase enflaquecer la
natura corpórea, que siendo ella flaca, la que es interna no
podrá hacer sus operaciones. Por tanto, dado que los ayunos
con tanta abstinencia y con tanto quitarle de manjares co-
munes yo laudé mucho, y dello me gocé por cierto tiempo,
para en adelante yo no podría laudar, donde veo que el es-
tómago con los tales ayunos y abstinencias no puede natu-
ralmente hazer sus operaciones, ni aun digerir alguna de las

Monumenta Ignatiana, Ser. 1º pág. 108.


Jesucristo nos propone en primer término la voca-
ción a la perfección «en qualquier estado o vida» y a
continuación nos presenta el estado o vida en los que
hemos de realizar estos propósitos de perfección. Lucifer
sigue un camino totalmente opuesto; trata primeramente
de borrar y confundir las ideas fundamentales de la per-
fección cristiana, y una vez conseguido esto en nosotros,
le interesa ya muy poco el estado o vida que queramos'
LA PERFECCIÓN CRISTIANA elegir.
Y LOS ESTADOS Jesucristo nos llama a todos a la perfección y no a
un estado o vida determinados, porque «nos debemos
disponer para venir en perfección en qualquier estado o
— Preámbulo para considerar estados. vida». Ésta es «la intención de Christo nuestro Señor,
Preámbulo. Ya considerado el exempio que Christo nues- y por el contrario la del enemigo de natura humana».
tro Señor nos ha dado para el primer estado, que es en En toda elección espiritual el punto de vista funda-
custodia de los mandamientos, siendo él en obediencia a sus mental está, sin duda alguna, en colocar las cosas en e;
padres; y asimismo para el 29 que es de perfección evan- lugar que por su importancia les corresponde. Resuelto
gélica, guando quedó en el templo desando a su padre adop- acertadamente este punto capital, las demás cosas de la
tivo y a su madre natural, por vacar en puro servicio de su
elección son claras y relativamente fáciles; pero no re-
Padre eternal; comenzaremos juntamente contemplando su
vida, a investigar y a demandar en qué vida o estado de
suelto, todo es confusión y el hombre se encuentra des-
nosotros se quiere servir su divina majestad; y assí para
armado para poder superar y vencer las grandes difi-
alguna introducción debo, en el primer exercicio siguiente
cultades que lleva consigo el negocio fundamental de
veremos la intención de Christo nuestro Señor, y por el con- elegir vida o estado.
trario la del enemigo de natura humana y cómo nos debe- Por cierto que no suele ser éste el procedimiento
mos disponer para venir en perfección en qualquier estado o que siguen los cristianos. Creen, así lo dicen ellos, o
vida que Dios nuestro Señor nos diere para eligir [135]. cuando menos prácticamente demuestran creerlo, que la
perfección es cosa del todo libre; que la intención o vo-
COMEN ARIO. - El pensamiento capital de San Ig- cación de Jesucristo, no es proponer a todo el mundo
nacio en el presente documento es dejar bien sentado la perfección evangélica, y que por lo mismo todos son
que hay algo anterior a la elección de estado o vida, dueños para tomarla o dejarla a su antojo y como más
llamado por él «preámbulo», de mayor importancia que les convenga; si no es que se alargan todavía a más,
la elección misma. Ese algo tan interesante es que «nos a decir y asegurar que es cosa temeraria proponerse
debemos disponer para venir en perfección en qual- esa perfección sin sentir una vocación especial a un es-
quier estado o vida que Dios nuestro Señor nos diere tado determinado.
para eliden. La gran meditación de las banderas puesta a con-
Dos son las vocaciones de Dios: una a la perfección tinuación del «Preámbulo» que ahora comentamos, tien-
y otra a un estado o vida determinados. La primera de a demostrar este modo de ver ignaciano, o por mejor
es y debe considerarse como fin; la segunda simple- decir, cristiano. El primer preámbulo de dicha medita-
mente como medio para alcanzar ese fin. ción es la «Historia» ; una historia brevísima, pero ple-
namente universal y de capital importancia***: «Será aquí De nuevo repetimos que no es éste el orden con que (**página rocortada a la derecha**
cómo Christo llama y quiere a todos debaxo de su ban- proceden generalmente los cristianos cuando se trata
dera, y Lucifer al contrario debaxo de la suya» [137] .* de la vocación. La vocación para ellos es
La bandera de Cristo es la perfección propuesta a toda primaent,ylvzxcusiament,l o«estad
clase de personas: «a todos quieran ayudar en traerlos, o vida», y sólo creen que Dios los llama a la
primero a summa pobreza spiritual, y si su divina ma- perfciónuadoslm netadoprfció
jestad fuere servida y los quisiese elegir, no menos a evangélica; en otro caso, no. Resuelven el problema d
la pobreza actual; 2.° a deseo de opprobrios y menos- la elección de estado, sin haber resuelto antes el previo
precios, porque destas dos cosas se sigue la humildad, problema de la vocación a la perfección. Este último
de manera que son tres escalones: el 1. º pobreza contra no lo plantean sino tarde y mal, cuando no lo dan por
riqueza; el 2.º opprobrio o menosprecio contra el honor completo al olvido.
mundano; el 3.° humildad contra la soberbia; y destos Parécenos que es éste uno de los puntos principales
tres escalones induzcan a todas las otras virtudes» [146]. de los Ejercicios, propio y característico de San Igna-
La bandera de Lucifer es la negación de la perfec** cio; sin embargo, tal vez los Directores y los comen-
ción, inculcada también a todos los hombres: «echar , zaristas no lo advierten ni lo ponen en práctica de modo
redes y cadenas; que primero hayan de tentar la conveniente. Este documento primero de la riquísima
codicia de riquezas, como suele ut in pluribus, para que colección perteneciente a las elecciones es muy subs-
más fácilmente vengan a vano honor del mundo, y des- tancioso, aunque sea muy breve, como lo son todas las
pués a crescida soberbia; de manera que el primer es- cosas substanciosas. Todo el cuarto día de la segunda
calón sea de riquezas, el 2.° de honor, el 3.° de so- semana, que es el más fuerte, se destina a que en e:
berbia. y destos tres escalones induce a todos los otros espíritu del ejercitante quede bien clara y perfectamente
vicios» [142]. resuelta su doctrina.
Indudablemente hay un «estado o vida» «de perfec- Loa advertencia sobre el significado de las dos pa**
ción evangélica», en el que todo está organizado si- labras «estado o vida». Si San Ignacio las emplea como
guiendo las leyes de la perfección; y hay también otro equivalentes, no hay nada que advertir ; pero si signi
«estado o vida» de «custodia de los mandamientos» don- fican dos cosas diversas, conviene averiguar en qw
de las cosas no están así organizadas. Es igualmente consiste esa diversidad. «Estado» podría incluir las
cierto que Dios no llama a estos estados a todos indis- cla*sedvinmutbypúlcaedfins1;
tintamente, y por eso es necesaria la elección que debe Iglesia, como son el matrimonio o la castidad, obliga
hacer el ejercitante. toria ésta en virtud del voto emitido en el sacerdocio
Con todo, cada uno en particular se puede y debe o en algún instituto religioso.
«disponer para venir en perfección en qualquier estado «Vida» podría referirse a toda otra manera de vi-vi
o vida» como lo hizo Jesucristo, que «nos ha dado no reconocida o sancionada públicamente por la Igie
exemplo para el primer estado, que es en custodia de sia, aunque estuviese totalmente dedicada a la perfección
los mandamientos, siendo él en obediencia a sus padres; evangélica, ora fuera por libre voluntad, ora por
y asimismo para el 2.° que es de perfección evangélica, fuerza de algún voto particular. «Estado» puede sign i*

quando quedó en el templo dexando a su padre adop- ficar las cosas inmutables y «vida» las mudables, como
tivo y a su madre natural, por vacar en puro servicio lo dice San Ignac o en otro lugar de su libro [171]
i
de su Padre eternal». Sea o no éste el sentido de dichas palabras, conviene
ciertamente fijar la atención en la vida de perfección
evangélica que se lleva en el mundo y en el seno de la
propia familia; vida practicada ya en la Iglesia desde
los tiempos de Jesucristo y que en los nuestros renace
de una manera altamente consoladora en gran número
de almas que consagran todas sus fuerzas a la Acción
Católica o a otras obras de la gloria de Dios. Vida como
ésta, que muy acertadamente podría tomar por modelo Documento tercero
a la Santísima Virgen y a las santas mujeres que la
acompañaban, tiene abiertas sus puertas a todo género TRES MANERAS DE HUMILDAD
de perfección y muy bien puede ser objeto de una vo-
cación divina distinta de la vocación al matrimonio, al
sacerdocio o a la vida religiosa, TEXTO. - Antes de entrar en las elecciones para hombre
afectarse a la vera doctrina de Christo nuestro Señor, apro-
vecha mucho considerar y advertir en las siguientes tres ma-
neras de humildad, y en ellas considerando a ratos por todo
el día, y asimismo haciendo los coloquios*** según q ue adelante
se dirá [164].

COMENTARIO.- «Antes de entrar en las elecciones.»


Esta frase necesita su explicación adecuada. San Igna-
cio, al parecer, señala para las elecciones tres pe-
ríodos.
El primer período es un «preámbulo» o «introduc-
ción» [135], donde se declara «la intención de Christo
nuestro Señor, y por el contrario la del enemigo de
natura humana, y cómo nos debernos disponer para ve-
nir en perfección en qualquier estado o vida que Dios
nuestro Señor nos diere para elegir». Ocupa todo el
cuarto día.
El segundo investiga «la materia de las elecciones»
[163], o sea «juntamente contemplando la vida de Je-
sucristo, investigar y demandar en qué vida o estado
de nosotros se quiere servir su divina majestad» [135].
De este periodo dice San Ignacio que «comenzará desde
la contemplación de Nazaret a Jordán; tomando inclu-
sive, que es el quinto día» [163], pero no dice cuándo
ha de acabar, puesto que ello depende de la disposición
de las personas. Sólo puede decirse, en general, que
termina cuando entra el ejercitante en el acto formal
de las elecciones, que constituyen el tercer
El tercer período es ese acto formal de las eleccio- to y el duodécimo, teniendo todos ellos cinco ejercicios
nes, llevado a cabo en alguno de los tiempos y por al- diarios.
guno de los métodos declarados en el libro de los Ejer- No olvidemos sin embargo la libertad que nos da
cicios ; es el que San Ignacio s e ñala co n las expresiones el Santo para «alongar o abreviar» añadiendo nuevos
«elección», «hacer elección» o «elegir». De éste tam- misterios, o «aun para quitar de los que están pues-
poco nos dice el Santo, ni cuándo empieza ni cuándo tos» [562]. Por esta razón no parece que falte en nada,
acaba; siendo cosa del todo clara, que no puede co- ni al espíritu ni a la letra de San Ignacio, el Director
menzar mientras el ejercitante no haya adquirido las que creyéndolo necesario para su ejercitante, substi-
disposiciones requeridas en el primero y segundo pe- tuya una de las dos repeticiones diarias para dedicar
ríodos, ni puede darse por acabado hasta que no haya ese tiempo a la consideración de las tres maneras de
conseguido hallar ,la voluntad de Dios. humildad.
Según esto, la frase de San Ignacio: «antes de en- Una observación final, Si se adoptara la exégesis de
trar en las elecciones», no puede significar «antes de los preopinantes, habría que decir, que las tres mane-
entrar en el primer período de las mismas» ; porque en- ras de humildad con la nota que las precede [164-168]
tonces las tres maneras de humildad se habrían de con- quedaban fuera del lugar que naturalmente les corres-
siderar o meditar antes de las banderas y esto no puede ponde; porque entonces vendrían después del núme-
ser, puesto que de ellas procede en gran parte la doc- ro 157, y antes del día quinto.
trina de la humildad. Ateniéndonos a la disposición del texto ignaciano,
La sobredicha frase, ¿querrá decir «antes de entrar lo más obvio y natural es decir, que la frase «antes de
en el segundo período de las elecciones» ; esto es, antes entrar en las elecciones» significa lo mismo que «antes
del quinto día? En tal caso, la consideración de las tres de hacer elección» o sea antes del acto formal de elegir,
maneras de humildad debería comenzar el mismo día que es precisamente el tercer periodo.
cuarto, a menos que se adoptara el sistema mas expe- Fijémonos atentamente en el orden mismo del texto:
dito que alguien ha sugerido, de intercalar un día de En los números 136-157 se nos da la materia completa
descanso entre los días cuarto y quinto, dedicándolo del día cuarto. En los siguientes, desde el :58 al 161,
totalmente a la referida consideración. se traza la distribución de los días quinto al doce, am-
Ya es lo bastante pesado este día cuarto para que bos inclusive.
lo sobrecarguemos con una consideración tan fuerte Las notas puestas a continuación del número 16r,
como la de las tres maneras de humildad; además de son observaciones referentes a la sucesión de los días
que eso de intercalar sistemáticamente un día de des- de la semana. La del 162, trata de la libertad dada para
canso, parece tener aires de una solución radical y un «alongar o abreviar». La del 163 se refiere íntegra al
tanto extremada. día quinto. La del número 164 (la que trata de las ma-
El motivo de introducir de nuevo ese día de descan- neras de humildad), clara y naturalmente se refiere o
so, dedicándolo a «contemplar y advertir, en las tres al día quinto o a los siguientes.
maneras de humildad, y en ellas considerando a ratos Prosigamos la explicación de las palabras de la
por todo el día, y asimismo haciendo los coloquios según nota. «Para hombre affectarse a la vera doctrina de
que adelante se dirá» [164], es sin duda alguna por- Christo nuestro Señor». es decir a la doctrina propues-
que se ve difícil el poder cumplir debidamente con el ta en la contemplación de las banderas, si bien allí se
encargo del Santo en los días que median entre el quin** da el nombre de «vida verdadera» [139] a lo mismo
el mismo sentido en los dos órdenes, natural y sobre-
que aquí se llama «vera doctrina». «Affectarse» es que- natural.
rer poner afecto en una cosa, o como dice San Ignacio «Asimismo haciendo los coloquios.» Según esto la
en los «binarios», «querer quererla» [155]. consideración debe ir acompañada de afectos y súplicas
Alude aquí el Santo a esos actos de nuestra libre y pertenece por lo tanto a la categoría de la verdadera
voluntad, con los que nos esforzamos por apreciar al- oración.
guna cosa que nos es dificultosa o contraria, tratando Lo que nos pide, pues, San Ignacio, es, que ocupe**
de llegar hasta amarla de verdad, mudando nuestra mos suavemente todo el día en una verdadera oración 1
opuesta afición con la repetición de esos actos, y prin- sobre las tres maneras de humildad; oración que unas
cipalmente apoyándonos en la gracia de Dios. veces se asemejará a la consideración, otras será una
«Considerar y advertir.» Estas dos cosas parecen ser sencilla mirada o contemplación, o bien un coloquio con
dos actos diferentes: el primero de meditación y de Dios nuestro Señor, con Jesucristo nuestro Redentor !
contemplación el segundo. «Considerar» es lo mismo o con la Virgen Santísima, Abogada nuestra. ¿Es posi-
que rumiar, analizando la cosa en sí misma, o buscando ble que una serie de actos como éste no tenga sobre
sus causas, los efectos y las circunstancias, «Advertir» nosotros una eficacia natural y sobrenatural verdadera-
es fijar la atención y caer en la cuenta de la verdad o mente extraordinaria, mayormente queriendo «afectar-
importancia de una cosa que tal vez sabíamos ya de nos a la vera doctrina de Christo nuestro Señor» ? Le
una manera rutinaria y sin haber reparado en ella. Por sobra razón a San Ignacio para decir que «aprovecha
esto dice Balmes que lo importante no es saber las cosas, mucho».
sino advertir en ellas; lo cual a veces tiene lugar súbi- En la explicación de la primera palabra de la nota
tamente, como ocurre con la invención o la inspiración. que estamos comentando, resolvimos ya de alguna ma-
Considerando las tres maneras de humildad, fácilmente nera la dificultad o escrúpulo de los que no ven cómo
se cree y admite su verdad porque es cosa evidente: puede hacerse la consideración de las tres maneras de
pero es necesario rasgar esa envoltura de rutina merced humildad «a ratos por todo el día» si se han de hacer,
a la cual muchas cosas, a fuerza de oírlas, se nos pre- como está mandado, cinco ejercicios diarios. A lo dicho
sentan como evidentes, y así lograremos que brille ante queremos añadir aqui, que es posible hacer esa consi-
nuestros ojos toda su luz, belleza y bondad interna. deración en cualquiera de los cinco ejercicios y aun en
(Considerando a ratos por todo el día.» Semejante todos ellos, sin suprimir ninguno.
manera de considerar las cosas, tiene en el terreno psi- San Ignacio en el número 559 nos enseña la manera
cológico una gran importancia. Muchas veces aquella de saber conservar el fruto de la meditación de las ban-
luz nacida del «advertir» se da como una gracia repen- deras y de los binarios «acabando con los tres coloquios
tina, no tanto al que se esfuerza por alcanzarla mediante de los tres binarios, o según la nota que se sigue des-
una meditación empeñada y violentamente, como al que pués de los binarios». Además en la nota puesta a
frecuentemente vuelve a considerar una misma cosa, continuación de las tres maneras de humildad añadirá
como acariciándola. Así nos lo dice la experiencia, la que «para quien desea alcanzar esta tercera humildad,
cual nos asegura por otra parte que también el Señor mucho aprovecha hacer los tres coloquios de los binarios
en materias sobrenaturales suele darnos sus luces a la ya dichos» [168]. Por lo tanto, los que acaben todos los
hora menos pensada, cuando nosotros ponemos de nues- ejercicios, considerando las tres maneras de humildad y
tra cosecha los medios ordinarios para conseguirlo. haciendo los coloquios de los binarios, pueden decir con
A esto llamamos «ins p iración» ; palabra Que casi tiene
verdad que cumplen lo ordenado por San Ignacio de Criador quiera imponerle, y que por esta razón esta
«considerar y advertir en las tres maneras de humildad, ahora obligado a aceptar las leyes de santidad promul-
y en ellas considerando a ratos por todo el dia». gadas por nuestro Señor Jesucristo. Pero esto es sólo
«Tres maneras de humildad.» ¿Por qué San Ignacio una ley radical e implícita, no formal y explícita, como
llama «humildad» a la materia de que aquí trata, abar- conviene que lo sea, para que en el camino de la san-
cando como abarca ella toda la perfección o santidad ? tidad pueda el hombre seguir una dirección fácil, clara
Yo diría que lo hace porque su intención es que y segura.
«hombre se affecte a la vera doctrina de Christo nues** Esto lo vió ya claramente San Ignacio , y por eso
tro Señor», es decir, a la de las banderas; y la doctrina puso al comienzo de la segunda semana un nuevo
que Jesucristo nos propone en esa meditación acaba Principio y Fundamento llamado «Contemplación del Reino
en la «humildad», de la cual se siguen « todas las otras de Cristo», sacado no de la razón natural, sino de la
virtudes» [146]. revelación. En él están contenidas explícitamente las
A todas las clases de perfección puede dárseles el principales leyes de la santidad que promulgó el Reden-
nombre de humildad, si como lo hace aquí San Ignacio tor para el nuevo orden de la santidad de expiación en
se toman en concepto de rendimiento y humillación que ahora nos hallamos después del pecado y la reden-
«para que — el hombre — en todo obedezca a la ley de ción; leyes que en la meditación de las banderas se ven
Dios nuestro Señor» [165]. Ninguna dificultad habria resumidas con una nueva y mayor fuerza. Con todo, a
en llamarlas también obediencia, mortificación, etc., etc. San Ignacio se le ve fuertemente inclinado a sacar del
Sea lo que fuere así del nombre de humildad corno Principio y Fundamento todas las leyes que deben
de la razón para emplearlo o preferirlo. lo c ierto es, y dirglaecón.
esto es lo capital, que San Ignacio quiere darnos re- Examinando la riquísima documentación que nos
unidas aquí todas las leyes de la santidad que hasta dió el Santo para las elecciones, vemos que toda está
el presente ha descubierto en sus Ejercicios. Investi- fundada en el Principio y Fundamenta ; y hablando con
guemos por lo tanto el fin que intenta conseguir el más propiedad, que no es más que el mismo Principio
Santo con este documento, y si damos con él, mucho y Fundamento propuesto de diversas maneras. A la
nos ayudará para comprender toda su importancia u verdad, si no hubiera más leyes de la santidad que las
aun para penetrar su más íntimo sentido. derivadas de ese Principio y Fundamento, él solo bas-
De dos capítulos deduce San Ignacio todas las leyes taría para ordenar y dirigir toda buena y sana elección.
de la santidad: del Principio y Fundamento y de la Pero sucede que ahora el hombre no vive pura y
vida y doctrina de nuestro Señor Jesucristo. Las leyes simplemente en la ley de la creación, que es la del Prin-
del Principio y Fundamento, aunque las conozcamos cipio y Fundamento, sino que caído por el pecado del
también por la revelación, son principalmente leyes de orden sobrenatural a que en un principio fué elevado,
la razón natural, valederas en cualquier orden estable- en él ha sido puesto de nuevo por la redención de Jesu-
cido por la Providencia (por ejemplo, en el de justicia cristo, quien explícitamente ha añadido nuevas leyes de
original en que fué criado el primer hombre), puesto santidad. El Principio y Fundamento no contiene de un
que se fundan en el hecho de ser Dios el Criador del modo claro y explícito estas nuevas leyes, y por eso San
hombre y del mundo. Ig nacio ha ido a buscarlas y las ha hallado en la vida
Es claro que del mismo hecho se deduce también, y doctrina de nuestro Señor Jesucristo.
que el hombre debe cumplir toda ley positiva que Dio; Queriendo, pues, encerrar en unas fórmulas cornple-
tas y precisas todas las leyes de la santidad llamadas la vida espiritual, de perfección o de santidad». Pero
a regir la buena y sana elección, ve que no le bastan dejemos las disputas sobré palabras y pasemos sin más
las sacadas del Principio y Fundamento y que debe al comentario del documento.
buscar otra síntesis total y ejplícita de las leyes de la
santidad que rigen e imperan en la actual providencia San Ignacio quiere que el ejercitante no halle, como
nacida de la redención llevada a cabo por Nuestro Se- vulgarmente se dice, camino por donde escaparse cuan-
ñor Jesucristo. Obtenida esta nueva, más amplia y explí- do puesto ya a elegir, o su estado de vida o alguna
cita síntesis, dado que el Principio y Fundamento con- otra cosa importante referente a la misma, descubra y
tiene, como sabemos, implícitamente todas esas leyes, las vea que ha de elegir un grado superior de perfección,
que repugna a su naturaleza. En este caso únicamente
fórmulas de éste serán lo suficientemente ciaras y com-
pletas para dirigir toda buena y sana elección. Las tres le debe detener para no abrazarse con ese grado de san-
maneras de humildad son esta nueva síntesis. tidad, la voluntad divina claramente manifestada. De
En ellas se encuentra efectivamente cuanto piden el esta suerte hallará en paz a Dios nuestro Señor y podrá
Principio y Fundamento y nuestro divino Redentor. Tal tener la completa seguridad de que no se ha determinado
vez se note, o al menos se adivine, cierto esfuerzo para por afección alguna desordenada. En consecuencia el
yuxtaponer ambas doctrinas, es decir la del Principio Santo lo rodea por todas partes con razones que le con-
y la del Salvador, pero ello es debido a que el Santo venzan de que lo debe hacer así.
Autor de los Ejercicios no poseía la terminología téc- En primer término le presenta la poderosa razón que
nica para decir claramente que la segunda estaba con- nos obliga a huir siempre de todo pecado. «En todo
obedezca a la ley de Dios nuestro Señor, de tal suerte
tenida implícitamente en la primera; pero esta falta de que aunque me hiciesen señor de todas las cosas cria-
unión técnica en nada perjudica a las dos magníficas das en este mundo, ni por la propria vida temporal, no
cualidades de esta síntesis: la totalidad y la claridad.
sea en deliberar de quebrantar un mandamiento, quier
Queda completamente a salvo la totalidad, porque
divino, quier humano, que me obligue a peccado mor-
en la síntesis no falta absolutamente nada de cuanto en
tal» [165]. Asimismo «que por todo lo criado, ni por-
orden a la santidad más perfecta ejigen y prescriben
que la vida me quitasen, no sea en deliberar de hacer
la razón y la revelación, la inteligencia y el corazón.
Lo misma se diga de la claridad, porque ha sabido un peccado venial» [166].
reunir los actos más heroicos de la santidad en una Nunca será norma de sana y buena elección el ir con-
fórmula que satisface plenamente a la inteligencia y al tra la ley de Dios o desviarse de ella, sean las que fueren
amor de todas las personas, desde el hombre sencillo las dificultades que se presenten, ni aunque corra pelidro
y el cristiano ordinario, hasta el sabio y el santo. la misma vida. Ley es ésta que se deduce claramente
Considerado en este aspecto y bajo esta luz el do- del Principio y Fundamento, y por no haberla guardado
cumento que vamos comentando, adquiere tal profun- se perdieron los ángeles en el cielo y los hombres en
didad y am p litud, que el nombre que se le da de «hu- el paraíso. Contamos, pues, con una ley para la elección,
mildad» podría aparecer poco apropiado o limitado a negativa pero verdaderamente universal y absoluta.
los ojos de los que se detienen demasiado en el signa En segundo lugar está la razón del desorden, aun-
**ficado vulgar de las palabras. Dándoles a éstas su que éste no llegue a ser pecado; razón tenida por San
propio y natural sentido, el documento ignaciano debería Ignacio en gran estima y fundamental en sus Ejercicios.
titularse «tres maneras, tres estados o tres grados de Es cosa desordenada el uso de una criatura y aun
la afición a la misma, si no los inspira y mueve exclu** Sin embargo es un caso muy real e n la elección de
estado de v ida o de cosas muy i mportantes
sivamente el fin sobrenatural. La ley en este caso es, de la
el «tanto, quanto», y la condición esencial requerida, misma, que es lo que ocurre cuando se hacen los Ejercicios.
la indiferencia. Sin esta última, el entendimiento, la vo- Por ejemplo, he de determinar si he de vivir la vida
luntad y las restantes facultades del hombre no están ordinaria de familia o tomar el estado y vida de per-
convenientemente dispuestas pa ra emprender una sana fección evangélica [135] ; si he de «tomar beneficios
y buena elección. dexarlos, tomar bienes temporales o lanzallos» [171];
Esto nos da la segunda ley para la elección, univer- si las limosnas que quiero hacer las distribuiré entre
sal también y absoluta que puede ser llamada suspen- «parientes o amigos o personas a quien estoy aficiona-
siva: «es a saber, si yo me hallo en tal puncto que no do» o bien las daré a otros [338]. Llegada la hora de
la elección consideraré raciocinando quántos cómodos
quiero ni me afecto más a tener riqueza que pobreza,
o provechos se me siguen con el tener el oficio o bene-
a querer honor que deshonor, a desear vida larga que
ficio propuesto, para sola la alabanza de Dios nuestro
corta» [166]. Esto, como se ve, es igualmente Princi-
Señor y salud de mi ánima; y por el contrario, consi-
pio y Fundamento.
deraré asimismo los incómodos y peligros» [181].
Además de esto, necesitamos otras leyes positivas,
En situaciones como ésta, es muy de temer que si
porque los grandes y levantados ideales del Principio
y Fundamento, como «la alabanza y gloria de la divina la afición que lleva o inclina a la parte más cómoda,
majestad» [167], el «servicio de Dios nuestro Señor no logra seducir el entendimiento con razones aparentes
y la salud de mi ánima» [186] no se satisfacen con que de mayor gloria de Dios y provecho del alma, anegán-
nos abstengamos de cosas malas o desordenadas, antes dose «a carne y a mundo» como dice San Ignacio [17 3 ] ;
nos piden que practiquemos las buenas y ordenadas, y por lo menos procurará presentar las cosas de tal ma-
aun las mejores entre todas, siguiendo el principio de nera, que sea difícil ver de qué lado se inclina la balanza
«solamente deseando y eligiendo lo que más nos y prácticamente acabará por colocar al ejercitante en
conduce para el fin que somos criados» [23]. San Ignacio un estado tal de equilibrio, que sea fuente de dudas y
presenta aquí el problema en forma todavía más radical. perplejidades. La «igual gloria de Dios» por una y otra
Descontado por evidente, el caso de que se trate de parte de las que a elección se presentan, siempre será
un pretexto o tentación para huir del sacrificio.
«lo que más conduce para el fin que somos criados»;
o sea, el de «mayor alabanza y gloria de la divina ma- Este caso teóricamente no queda resuelto en el Prin-
jestad» y «mayor servicio de Dios nuestro Señor y cipio y Fundamento; pero sí fundamentalmente aunque
salud de mi ánima» ; el Santo traslada la cuestión al más no sea con términos propios y de manera explícita, des-
subido y difícil de siendo igual servicio de Dios nuestro de el momento que el ejercitante enamorado de Nuestro
Señor y salud' de mi ánima, «igual alabanza y gloria Señor Jesucristo se resuelve a ser de «los que más se
de la divina majestad», debiendo elegir, no entre dos querrán afectar y señalar en todo servicio de su rey
extremos de igual o parecida condición y categoría, sino eterno y señor universal, y no solamente ha ofrecida su
entre dos radicalmente opuestos y que dificultan sobre- persona al trabajo, mas aun haciendo contra su propia
manera la elección, como son pobreza y riqueza, opro- sensualidad y contra su amor carnal y mundano, ha he-
bios y honores, ser tenido por vano y loco o por sabio cho oblaciones de mayor stima y mayor momento» [97],
y prudente en este mundo. Se trata ciertamente del caso Hacer contra su propia sensualidad y contra su amor
más dificil de cuantos pueden presentarse. carnal y mundano; querer, desear y tener determinación
deliberada de imitar a nuestro Señor Jesucristo, en pa- resolución, le recomienda San Ignacio al ejercitante que
sar «todas injurias y todo vituperio y toda pobreza así repita los coloquios de los binarios «pidiendo (aunque
actual corno spiritual» [98], es prácticamente resolver sea contra la carne) que el Señor le elija en pobreza ac-
el caso de equilibrio en que se encontraba. tual; y que él lo quiere, pide y suplica» [157] ; y que
Verdad es que allí se dice «sólo que sea vuestro todo esto lo aplique al caso actual en que se encuentra,
mayor servicio y alabanza» ; pero en las Banderas se «pidiendo al Señor nuestro le quiera elegir en esta ter-
hacen ya las mismas oblaciones, pidiendo al Señor que cera, mayor y mejor humildad, para más le imitar y
sean aceptadas «por más le imitar, sólo que las pueda servir».
pasar sin pecado de ninguna persona ni displacer de su Ya hemos llegado al final de este gran documento.
divina majestad» [147]; y en los Binarios se han in- Tres son las leyes sacadas del Principio y Fundamento.
vertido los términos del problema, haciendo cuenta que Primera, la ley contra el pecado: que por todo lo
ha dejado lo que tenía, con resolución firme de no vol- creado, ni por a vida, no sea en deliberar de cometer
verlo a tomar, «ni aquello ni otra cosa alguna, si no le un pecado mortal ni venial.
moviere sólo el deseo de mejor poder servir a Dios Segunda, la ley contra el desorden: no elegir cosa
nuestro Señor» [155]. alguna criada, por si misma.
Con lo dicho hasta aquí no se siente San Ignacio del Tercera, ley de perfección: solamente desear y ele-
todo satisfecho y quiere plantear el problema en tér- gir lo que mas conduce al fin para el cual somos criados.
minos muy claros, definiendo que cuando el ejercitante Las contemplaciones de la segunda semana añaden
haya buscado y ponderado todas las razones que son a éstas, otra ley de suma importancia que determina el
de gloria y servicio de Dios, si aun entonces perdura objeto de la elección, el modo de hacerla y los motivos
el equilibrio; esto es, que sigue «siendo igual alabanza en que se funda. Está concebida en los siguientes tér-
y gloria de la divina majestad», sepa que aun hay otra minos: elegir siempre lo que Jesucristo eligió, como
razón universal y resolutiva en favor de la pobreza y Él lo eligió y movido por el amor al mismo Jesucristo.
de la humillación, y es la de «imitar y parescer más San Ignacio cree ciertamente que si el ejercitante
actualmente a Christo nuestro Señor». sigue estas reglas puede estar seguro de que ha hecho
Movido por esta razón, el ejercitante, que en todas una buena y sana elección, «no lledando a carne ni a
y cada una de las contemplaciones de la segunda se- mundo».
mana venia pidiendo «conoscimiento interno del Señor Declarado ya el fin que San Ignacio se propone en
que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame este documento y antes de pasar al comentario de las
y le siga» [104], hace ahora su oblación de mayor es- «tres maneras de humildad», queremos advertir que el
tima y momento, diciéndole al Señor en este caso de Santo no nos_da aquí su doctrina sujetándose a un
igual alabanza y gloria de la divina majestad : «por orden lódico ideal,. sino de una forma empírica, concre-
imitar y parescer más actualmente a Christo nuestro tando sus ideas en personas, Así como antes nos dió
Señor, quiero y dijo más pobreza con Christo pobre las leyes de una voluntad recta y bien ordenada por
que riqueza, opprobrios con Christo lleno dellos que medio de los «tres binarios de hombres» cada uno de
honores, y deseo más ser estimado por vano y loco por los cuales obra a su manera, cosa parecida podría haber
Christo, que primero fué tenido por tal, que por sabio hecho con las leyes de la humildad echando mano de
ni prudente en este inundo» [167]. «tres binarios, o tres estados de personas» que las prac-
Y para que se afirme más y más en esta su noble ticasen en grado diferente.
Deliberar, no es ver razones o sentir inclaó
referente a dos puntos o Cosas contr adict orias; por
PRIMERA MANERA DE HUMILDAD ejemplo, en el caso actual respecto de quebrantar o no
un mandamiento que obliga bajo pena de pecado mor-
TEXTo***. -- 1.ªhumilda.Lpre n humilda tal. Semejantes razones o 'inclinaciones pueden pasar
es necessario para la salud eterna, es a saber, que asi me por el entendimiento o el sentimiento sin que intervenga
baxe y así me humille quanto en mí sea possible, para que ningún acto libre de la voluntad; y claro es que faltando
en todo obedesca a la ley de Dios nuestro Señor de tal suerte este acto libre, no puede haber pecado.
que aunque me hiciesen señor de todas las cosas criadas en
este mundo, ni por la propria vida temporal, no sea en deli- Pero existe sin duda alguna otro género de delibe-
berar de quebrantar un mandamiento, quier divino, quier ración en la materia de pecado mortal, que encierra en
humano, que me obligue a peccado mortal [165]. si un acto libre de la voluntad, acto que aun en pre-
sencia de un mandamiento que me obliga en materia de
COMENTARIO, — Las palabras de San Ignacio son pecado mortal, quiere someter a un examen consciente
muy claras y la doctrina que nos da no necesita expli- las razones y los sentimientos que sabe ser contrarios
cación ninguna, a no ser la frase de que «esta primera a la sobredicha obligación, desentendiéndose por eso
manera de humildad es necesaria para la salud eterna». mismo en su deliberación de la obligación del manda-
Los preceptos negativos obligan semper et pro sem** miento.
per, porque nunca es lícito poner por obra lo que ellos Fácilmente se echa de ver que esta última delibera-
prohiben; los positivos obligan seso pee sed non pro ción es muy diferente de la anterior, como lo es la per-
semper, pues aunque jamás dejan de ser ley, no obli- fecta de la imperfecta. Solamente la deliberación perfecta
gan a ejercitar los actos pertenecientes a ela en todos es pecado, y éste será grave, si lo es también la materia
y cada uno de los momentos de la vida, sino solamente sobre que versa. ;Razón? Pues porque semejante deli-
en los que la misma ley señala. beración perfecta lleva en sí misma un acto libre de la
Si la primera manera de humildad tiene carácter voluntad, contrario a la obligación impuesta por la ley.
negativo, torna el siguiente sentido: nunca deliberarás Si la ley impuesta por este primer grado de humil-
acerca de quebrantar un mandamiento, divino o huma- dad se torna en sentido positivo, y asi parece tomarla
no, que te obligue a pecado mortal. Si positivo, quiere San Ignacio al ordenar actos positivos de rendimiento
decir esto otro: haz actos de rendimiento y humildad, y humildad, debe tenerse en cuenta la s iguiente obser-
para que en todo obedezcas a la ley de Dios, de tal ma- vación.
nera que nunca te permitas deliberar sobre quebrantar Una cosa es el ejercitarse en actos sueltos de hu-
un mandamiento divino o humano, que te obligue a mildad y otra diferente haber adquirido ya el hábito,
pecado mortal. nacido de la repetición de dichos actos y que acostum-
Tomada la ley de este primer grado de humildad en bra al hombre a no cometer pecado mortal alguno por
el sentido negativo, ciertamente es necesaria para la nada del mundo. En esto último consiste propiamente
salud eterna y obliga semper et pro semper, porque la virtud. El hábito no es necesario para la salud eterna,
jamás, ni por un solo momento, nos es lícito el delibe** pero el acto de humildad puede serlo cuando de otra
rar sobre cometer un pecado mortal. Esto es muy claro manera no se pueda cumplir con la ley de Dios. En tal
para todo el mundo, a menos que algún espíritu poco caso la ley obligaría semper sed non pro semper.
ilustrado o caviloso no entienda qué cosa sea deliberar Lo anterior vaya dicho solamente para precisar las
ideas de esta doctrina, pues demasiado claro es lo que mer directorio ignaciano dice: «Quien no está en la
en el orden de la virtud quiere decir San Ignacio. indiferencia del segundo grado (de humildad), no está
Supongamos, pues, que se trata de un hombre que para ponerse en elecciones y es mejor entretenerle en
no tiene más que esta primera manera de humildad y otros exercicios hasta que venga a ellas 1.
preguntamos: ¿Está en condiciones para hacer una Quien ha tenido la dicha de llegar a esta segunda
buena y sana elección? Evidentemente que no, pues no manera de humi l dad, es manifiesto que en materia de
se ha despojado de sus múltiples afecciones desorde- pecado venial y de desorden (mucho más por lo que
nadas hacia el pecado venial y al desorden, cosas que toca al pecado mortal), ha quitado ya de sí todas las
están abiertamente reñidas con la voluntad divina que afecciones desordenadas y en todo se gobierna confor-
se trata de hallar con toda buena elección. mándose con la ley de la santidad a que se atuvo el
Este sujeto sólo se halla bien dispuesto para elegir mismo Dios cuando lo creó. Si para las elecciones no
entre cometer o no el pecado mortal; situación espiri- existieran más leyes que las explícitamente contenidas
tual digna ciertamente de alabanza en un cristiano de en el Principio y Fundamento, el hombre de que ha-
vida corriente, pero claramente insuficiente e inade- blamos estaría admirablemente preparado para hacer
cuada para quien está haciendo los Ejercicios de San
una buena elección y podría estar cierto de que en ella
Ignacio.
hallaría la voluntad de Dios en la disposición de su
Si cuando entró en Ejercicios semejante persona hu- vida.
biera manifestado que sólo pretendía alcanzar esta bue- Pero es el caso que nuestro Señor Jesucristo quiso
na, pero ínfima disposición, sin ánimo de ir más allá, redimirnos siguiendo el camino de la pobreza, de la
o no lo hubiera admitido San Ignacio, o se hubiera humildad y del dolor elevando dichas virtudes a la ca-
limitado a enseñarle la manera de confesarse bien y tegoría de leyes de la santidad que nosotros debemos
algún modo de oración, enviándolo a continuación a su imitar movidos de su amor. Por esta razón no se puede
casa [181. ya buscar ni hallar la voluntad divina en la disposición
de la vida, si ésta no se conforma con la nueva ley do
la santidad. ¿ Se halla en esta disposición el hombre
SEGUNDA MANERA DÉ HUMILDAD de la segunda manera de humildad?
TEXTO. — 2.ª humildad. La 2. ª es más perfecta humildad
Se puede presumir con fundamento que lo está, pues
no hay palabra alguna en el texto que se oponda a ello,
que la primera, es a saber, si yo me hallo en tal puncto que
no quiero ni me afecto más a tener riqueza que pobreza, a y por otra parte se puede creer, que quien acepta tan
querer honor que deshonor, a desear vida larga que corta, de lleno la ley de la santidad dada por el criador, acep-
siendo igual servicio de Dios nuestro Señor y salud de mi tará también y de todo corazón las promulgadas por el
ánima; y con esto, que por todo lo criado, ni porque la vida Redentor, mayormente estando estas segundas conteni-
roe quitasen, no sea en deliberar de hacer un peccado ve- das en la primera, aunque sólo sea hipotética o implíci-
nial [16 ]. tamente. En circunstancias corno éstas, el hombre de la
segunda manera de humildad no se diferencia del de
COMENTARIO. — Todo en los Ejercicios de San Ig-
la tercera ; y generalmente hablando puede asegurarse,
nacio es sumamente claro, las palabras lo mismo que que ninguno se detendrá en este segundo estado, sin
la doctrina: y así sucede aquí que parece que estamos
leyendo de nuevo el Principio y Fundamento, El pri** 1 Monumenta Ignatiana, Ser. 2. º , pág. 781.
pasar pronto al tercero; y que si tarda algo, será muy pobreza con Christo pobre que riqueza, opprobrios
poco tiempo. con Christo lleno dellos que honores, y deseo más de
Advirtamos, antes de entrar en la tercera manera, ser estimado por vano y loco por Chr isto que primero
que San Ignacio pone en este segundo grado dos par- fué tenido por tal, que por sabio ni prudente en este
tes : la ley contra el desorden y la que va contra el mundo».
pecado venial, colocándolas en orden descendente de Conocida y aceptada de buen grado la norma que
perfección. para obrar acertadamente nos dan los ejemplos y el
amor de nuestro Señor Jesucristo, prácticamente pode-
mos reducirla al ideal total del Principio y Fundamento
TERCERA MANERA DE HUMILDAD «solamente deseando y eligiendo lo que más conduce
para el fin que somos criados» [23], en el que hipoté-
Texto. — 3. ª humildad. La 3 .ª es humildad perfectíssima, ticamente estaba incluida; puesto que la imitación y el
es a saber, guando incluyendo la 1.ª y 2. ª , siendo igual ala- amor de Jesucristo son las dos cosas que más nos con-
banza y gloria de la divina majestad, por imitar y parescer ducen al fin para que somos criados. A su vez, y por
más actualmente a Christo nuestro Señor, quiero y elijo más esta última razón, el ideal del Principio y Fundamento
pobreza con Christo pobre que riqueza, opprobrios con Chrís-
equivale ciertamente a la citada norma,
to lleno dellos que honores, y desear más de ser estimado
por vano y loco por Christo que primero fué tenido por tal, Por esto decíamos al acabar el comentario hecho a
que por sabio ni prudente en este mundo [167]. la segunda manera de humildad, que el hombre penetra-
do del Principio y Fundamento, digan lo que quieran
COMENTARIO. — Ya ha dado San Ignacio con la fór- las fórmulas, o estaba ya de hecho en esta tercera ma-
mula que reúne en una todas las leyes necesarias para nera, o se detendría muy poco tiempo en la segunda.
asegurar la buena y sana elección; así las de razón como En punto a santidad, montan muy poco las palabras
las de revelación, las que traen su origen del Principio y hay que atribuírselo todo al espíritu. En el lenguaje
y Fundamento y las que nacen directamente de la de San Ignacio, las dos fórmulas «la mayor gloria de
imitación de nuestro Señor Jesucristo. Dios» y «la imitación perfecta de Jesucristo» se con-
Dicha fórmula, que no es otra cosa que esta tercera vierten y se substituyen la una a la otra. La primera de
manera «incluyendo la y la humildad, añade a ellas, es la síntesis suprema del Principio y Fundamento
ellas un grado de santidad «perfectísima», el más aco- v por 10 mismo encierra la segunda manera de humil-
modado a las palabras y obras del Redentor y que sobre- dad; la otra es un acabado resumen de toda la segunda
puja a todos los otros motivos explícitamente contenidos semana de los Ejercicios, y es por lo tanto la tercera
en el Principio y Fundamento. manera de humildad.
Por lo tanto cuando ninguna ley de pecado o desor-
den me incline más a un extremo que a otro, y el ideal Claras y sencillas son todas estas cosas si se las
de Dios, o sea «la alabanza y gloria de la divina ma- mira en orden a la práctica, como lo hace San Ignacio;
jestad» resplandezca por igual en ambos, para entonces pero dejan de serlo a los ojos de los que en materia
contamos con un criterio definitivo, el de «imitar y pa- de Ejercicios se empeñan en teorizar. Dicen éstos, que
rescer más actualmente a Christo nuestro Señor» echán- a la tercera manera de humildad no se le puede reser-
dome a ciegas y por su amor del lado que él escogió var un puesto separado y propio; y dan como razón,
para si, por amor mío. Por eso «quiero y elijo más que donde concurra una más perfecta imitación de je-
dar, siempre que fuese «igual gloria de Dios y alabanza
**sucristo, no se puede hablar de «igual» gloria de Dios, de su divina majestad» '.
sino que forzosamente se da entonces el caso de la «ma- Nótese que los hombres que aquí intervenían, eran
yor» gloria. pocos en número, muy selectos y capacísimos para en-
Mera cavilación es semejante razonamiento, para no tender las cosas como ellas son, sin dejarse llevar de
llamarlo sofisma especulativo. San Ignacio pone en los exageraciones ni de falacias espirituales. En cambio,
platillos de la balanza los motivos objetivos que para cuando San Ignacio escribía para todos, tal vez advir-
elegir se ofrecen al ejercitante; hace que éste los pese tió que la fórmula no era lo suficientemente sencilla y
y los vuelva a pesar repetidas veces, y si el equilibrio clara para hacer de ella un criterio de perfección, no
persiste aún, pone entonces del lado de la pobreza el limitado al acto solemne de la elección de los Ejerci-
motivo de la imitación perfecta y el del amor de Jesu- cios. sino destinado a ser la norma para obrar acertada-
cristo, y claro es que la balanza se inclina bajo el peso mente en todas las ocasiones de la vida.
de la «mayor» gloria de Dios. Las fórmulas negativas, cuando el caso se presta
Dicho de otra manera: en la valoración de los dife- para ello, suelen ser las más expeditas y universales, y
rentes motivos que mueven al ejercitante a elegir, éste San Ignacio para el nuestro dió con la siguiente : «Donde
no tiene en cuenta el acto mismo de la elección que aun a la su divina majestad no le fuese ofensa alguna, ni
no ha tenido lugar. San Ignacio muy sabiamente hace al prójimo imputado a pecado.» Ya se ve que es mu-
que se fije en esto, en el valor de humildad o santidad cho más fácil ver al momento si hay o no ofensa de Dios
«perfectísima» que adquirirá la tal elección, si viendo él o pecado para el prójimo, que meterse a determinar y
que los motivos espirituales están perfectamente equi- definir si es igual o mayor la gloria de Dios. También
librados, se abraza con la pobreza y la humillación, mo- es más sencilla la otra fórmula positiva : «Cuanto Cristo
vido únicamente por el ejemplo y amor de nuestro Se- nuestro Señor ha amado y abrazado.»
ñor Jesucristo. Conforme con esta explicación, damos aqui una re-
A lo mejor tropezó ya San Ignacio en su tiempo con dacción nueva de la tercera manera de humildad, la
alguno de estos disputadores, o vió de antemano que que en el libro del Examen se propone a los que pre-
podían sobrevenir semejantes cavilaciones. Lo cierto es tenden entrar en la Compañía. «Es mucho de advertir
que rebosando el espíritu de este tercer grado de hu- (encareciendo y ponderándolo delante de nuestro Cria-
mildad en todos sus escritos, una sola vez si mal no dor y Señor), en quánto grado ayuda y aprovecha en
recuerdo nos volvemos a encontrar con la fórmula de la vida spiritual, aborrecer, en todo y no en parte,
«siendo igual alabanza y gloria de la divina majestad», yaqdumnitorelsc baz;
y fué en el punto de las deliberaciones que en Roma todas las fuerzas possibles quanto Cristo nuestro Señor
tuvieron los primeros compañeros por el año de 1539, ha amado y abrazado. Como los mundanos que siguen
para acabar de fundar la Compañía. al mundo, aman y buscan con tanta diligencia honores,
Para resolver el punto de la obediencia, que era el fama y estimación de mucho nombre en la tierra, como
más dificil de todos, convinieron en «que cada cual se el mundo les enseña; así los que van en espíritu y si-
procurase por medio de oraciones, sacrificios y medita- guen de veras a Cristo nuestro Señor, aman y desean;
ciones, tal estado de espíritu, que se esforzase por en- i ntensamente todo el contrario; es a saber, vestirse de'
contrar gozo y paz en el Espíritu Santo respecto a la
obediencia, t rabajando cuanto estuviese de su parte por
Monumenta Ignatiana, Ser. 3. º . vol. I, págs. 1-7.
tener la voluntad más afectada a obedecer que a man-
la misma vestidura y librea de su Señor por su debido Observemos por último, lo grande que debe ser 1
amor y reverenda; tanto que, donde a la su divina eficacia que tiene con el ejercitante ese repetir actos ta
jestad no le fuese offensa alguna, ni al próximo inapu** espirituales corno éstos, a todas horas y durante todo
fado a peccado, desean pascar injurias, falsos testimo** los días que duran las elecciones.
fine, afrentas y ser tenidos y estima dos por locos (n o
dando ellos occasión alguna dello), por desear parecer
y imitar en alguna manera a nuestro Criador y Señor
Jesu-Cristo, vistiéndose de su vestidura y librea; pues
la vistió Él por nuestro mayor provecho spiritual, dán-
donos exemplo que en todas cosas a nosotros posibles,
mediante su divina gracia, le queramos imitar y seguir
como sea la vía que lleva los hombres a la vida» 1.

NO TA A LAS TRES MANERAS DE HUMILDAD

TEXTO. — Nota. Assí para quien desea alcanzar esta ter-


cera humildad, mucho aprovecha hacer los tres coloquios
de los binarios ya dichos, pidiendo que el Señor nuestro le
quiera eligir en esta tercera, mayor y mejor humildad, para
más le imitar y servir, si igual o mayor servicio y alabanza
fuere a la su divina majestad [168j.

COMENTARIO. — Dice la presente nota, que en los co-


loquios de las banderas [147] hechos según el espíritu
de la nota de los binarios [157], se pide el tercer grado
de humildad, y añade que esto es «más imitar y seguir»
a Jesucristo. Por aquí se puede colegir el sentido de
altísima perfección que encierra la petición que San
Ignacio pone en todas las contemplaciones de la vida
de Nuestro Señor, en la que nos manda pedir cono-
cimiento interno de Jesucristo para que más l e ame y
le siga» [104].
Dice además esta nota, que esa excelsa perfección
del tercer grado es una gracia de Dios muy especial,
que debe pedirse con mucha insistencia y poniendo de
por medio los intercesores más poderosos con Dios.

1 Examen. c. 4 - n
ESPÍRITU DEL EJERCITANTE EN LAS ELECCIONES 453

sin mixtión de carne ni de otra affección alguna desor-


denada» [172] ; descripciones todas ellas que nos dicen
a las claras, que la elección buena, sana, pura, limpia,
sincera y bien ordenada, es la que se hace, corno lo dice 1
el mismo título de los Ejercicios [21], «sin
determinarse por affección alguna que desordenada sea».
De la mala dice, que es «oblica», «desordenada y
**oblica» [172], contraria en todo a la primera, y según
ESPÍRITU DEL EJERCITANTE esto debe definirse, diciendo que se hace «determinán-
EN LAS ELECCIONES dose por alguna affección que desordenadasea».
Siendo, pues, la elección el acto central de los Ejer-
cicios, éstos se ordenan y dirigen a «preparar y dispo-
TÍTULO
ner el ánima, para quitar de sí todas las affecciones
TEXTO. —Preámbulo desordenadas, y después de quitadas, para buscar y
para hacer elección [169].
hallar la voluntad divina en la disposición de su vida
COMENTARIO. — Aquí Preámbulo, es lo mismo que para la salud del ánima» [1], Además, llegada la hora
preparación práctica del espíritu para hacer debida** de hacer una elección cualquiera, lo primero que pro- I
mente la elección. Nada de nueva doctrina. cura San Ignacio para mayor seguridad es, que el
En este preámbulo se nos dan las leyes del docu- ejercitante se halle «indiferente sin affección alguna
dessordenada, de manera que no esté más inclinado ni
mento anterior, en substancia y resumidas; no en con-
cepto de doctrina general, sino más bien corno normas affectado a tomar la cosa propuesta, que a dexarla, ni
directivas de carácter práctico, encaminadas a la eje- más a dexarla que a tomarla; mas queshalcom
en medio*** de un peso para seguir aquello que sintiere
cución del vivo problema que el ejercitante tiene ante
sí y a punto ya de resolver. Por esta razón, cuando San ser más en gloria y alabanza de Dios nuestro Señor y
Ignacio trate de darnos el modo práctico de hacer la salvación de su alma» [179].
elección, ante todo nos repetirá la doctrina de este Si el ejercitante no estuviera en posesión de esta in-
preámbulo. diferencia, y por el contrario advirtiera , en si amor y
Para proceder con la mayor claridad y ahorrarnos afición hacia la cosa que él tiene por ordenada, manda
repeticiones inútiles, advertirnos al comenzar a tratar de el Santo que «se examine y pruebe» ese amor y afec-
esta materia, que para San Ignacio hay dos ciases del. ción [342]. «La primera cosa es, que aquel amor que
elección : «buena» y «mala», calificativos que van se- me mueve y me hace (elegir), descienda de arriba, del
guidos de otros, puestos por el mismo Santo para que amor de Dios nuestro Señor ; de forma que sienta pri-
aclaren del todo lo que quieren decir las palabras, buena mero en mi que aquel amor, más o menos que tengo.
y mala elección. es por Dios, y que en la causa porque más amo ( aquell a
A la primera la llama: «buena y sana» [175, 178, cosa) reluzca Dios, [338].
184 ], «sincera y bien ordenada» [1 74], De consiguiente, tratándose de hacer Elecciones, no
«no llegando
a carne ni a mundo» [173], «hecha debida y ordenada- bastan las buenas doctrinas, los buenos deseos y pro-
IV.mente, sin affecciones desordenadas» , «pura y limpia, pósitos, ni «preparar y disponer el ánima para quitar
de sí todas las affecciones desordenadas ». Es del todo
necesario, haberlas quitado de hecho; «después de qui** El mismo San Ignacio se encarga de decirnos en
tadas» como dice San Ignacio [1]. La existencia de qué consiste la intención espiritual que hemos de tener
esta preciosa disposición o su defecto, es lo que prin- de nuestra parte para hacer una elección «buena» y
cipalmente hace que, la elección sea buena o mala, Si apta «para buscarhallar la voluntad divina en la
esto falta, las demás condiciones puestas, de mu y poco disposición de la vida para la salud del ánima» [1].
o de nada sirven. Da por cosa fuera de toda duda, que para h acer la
elcióndqustraloEjeci,dbmsntar
con una intención despierta y viva, puesto que actos
DOCTRINA de esta naturaleza no se pueden llevar a cabo, tomán-
dolos a la buena de Dios o de una manera rutinaria y
TESTO.— I.° puncto. En toda buena elección, en quanto mecánica; porque en este caso no merecerian el nombre
es de nuestra parte, el ojo de nuestra intención debe ser de selección» y mucho menos el de «buena elección».
simple, solamente mirando para lo que soy criado, es a sa- Partiendo, pues, de que por nuestra parte existe di-
ber, para alabanza de Dios nuestro Señor, y salvación de mi cha intención y que va dirigida al fin, nos dice San
ánima; y así qualquier cosa que yo eligiere, debe ser a que
Ignacio que debe ser sencilla y ordenada.
Me ayude para al fin que soy criado, no ordenando ni tra- Intención sencilla es la que sólo se propone un fin y
yendo el fin al medio, mas el medio al fin; así corno acaece
que muchos eligen primero casarse, lo qual es medio, y se-
no muchos a la vez; es muy parecida a la mirada que
cundario servir a Dios nuestro Señor en el casamiento, el cuando quiere fijarse es una cosa u objeto no lleva más
qual servir a Dios es fin. Assimismo hay otros que primeo una
que*** una dire c ci ón, y en cambio es múltiple y movediza
quieren haber beneficios y después servir a Dios en ellos.** cuando pretende abarcar varios a la vez. Este fin único
De manera que éstos no van derechos a Dios, mas quieren es aquel «solamente mirando para lo que soy criado,
que Dios venga derecho a sus afecciones desordenadas, y, es a saber, para alabanza de Dios nuestro Señor y sal-
por consiguiente, hacen del fin medio y del medio fin. De vación de mi ánima», con la exclusión, no solamente de
suerte que lo que habían de tomar primero toman postrero; los otros fines opuestos o divergentes, sino también
porque primero hemos de poner por obiecto querer servir a de los concomitantes. En esto está la fuerza propia y
Dios, que es el fin. y secundario tomar beneficio o casarme, esencial del último y supremo fin de que aquí tratarnos,
si más me conviene, que es el medio para el fin; así nin- Y sin esto no sería ni último ni supremo.
guna cosa me debe mover a tomar los tales medios o a pri- Esta intención es la consecuencia del Principio y
varme dellos, sino sólo el servicio y alabanza de Dios nues-
tro Señor y salud eterna de mi ánima [169]. Fundamento: «Solamente deseando y eligiendo lo que
más nos conduce para el fin que somos criados» [23],
COMENTARIO. — En este documento se pone un pri- y quien la posea, tiene por lo que a él toca la mejor
mer punto sin que siga después otro segundo. Dejamos disposición para hacer una buena elección. Quien en el
el examen crítico del texto para los editores de la edi- acto de la elección no la tenga, que no pase adelante
ción monumental de los Ejercicios. La parte doctrinal hasta alcanzarla, y por cierto muy viva y resuelta.
es la nuestra, y ésta no tiene la menor dificultad, pues Intención ordenada. Para que la intención sea per-
el documento nos propone dos cosas. con palabras cla- fecta, no basta con que sea sencilla y dirigida, exclusi-
ras y precisas: primera, que el ojo de nuestra intención vamente al fin supremo, porque corre ella por entre las
la de ser sencillo; y segunda, que la dirección de esta cosas como por un camino y en el tra yecto puede des-
**ntención debe ser ordenada. Pasemos a comentadas. ordenars e, de varias maneras; v. gr. «ordenando y tra-
yendo el fin al medio, y no el medio al fin», «no yendo
derecha a Dios, mas queriendo q ue Dios venga derecho
a sus affecciones desordenadas», «haciendo del fin, me-
dio, y del medio, fin», «lo que habían de tomar primero
tomando postrero». Con esta gran riqueza de expresio-
nes describe San Ignacio el desorden de la intención y
para ejpresarlo más gráficamente aún, añade estos
ejemplos : «Así corno acaece que muchos eligen primero MATERIA DE LAS ELECCIONES
casarse, lo qual es medio, y secundario servir a Dios
nuestro Señor ea el casamiento, el qual servir a Dios es
fin. Assimismo hay otros que primero quieren haber TITULO
beneficios y después servir a Dios en ellos.»
Muchos de los que dicen querer servir a Dios, caen TEXTO. - Para tomar noticia de qué cosas se debe hacer
con gran facilidad en semejante desorden, perdiendo con: elección, y contiene en sí cuatro puntos y una nota [170].
ello la sencillez de su intención; porque entonces «no Comentario. — El preámbulo anterior es de índole
van derechos a Dios, mas quieren que Dios venga dere**
subjetiva porque su fin es proporcionar al espíritu la
cho a sus affecciones desordenadas», y viene a ser su disposición necesaria para el acto de la elección; el pre-
intención múltiple y desordenada.
sente documento, en cambio, es objetivo, ya que trata
El curso que siguen el orden v la sencillez de la de las cosas que han de ser elegidas. Y está muy en su í
intención es el siguiente : «primero hemos de poner por punto, porque no todas son materia apta para una elec-
obiecto querer servir a Dios, que es el fin, y secundario ción espiritual como la que en los Ejercicios se le pro-
tomar beneficio o casarme, si más me conviene, que es pone al ejercitante, encaminada a «buscar y hallar la
el medio para el fin ; así ninguna cosa me debe mover
voluntad divina en la disposición de su vida para la sa-
a tomar los tales medios o a privarme dellos, sino sólo lud del ánima» [1] ; o aunque de por sí lo fueran, pue-
el servicio y alabanza de Dios nuestro Señor y salud den estar rodeadas de circunstancias especiales que las
eterna de mi ánima».
Todo esto, como se ve, es puro Principio y Funda- excluyan.
mento, y por lo tanto el preámbulo que comentamos es
una acomodación práctica del mismo a la materia de PUNTO 1.0
las elecciones. Pero recordando lo dicho en el documen-
to anterior acerca de la tercera manera de humildad
TEXTO. - El primer puncto: es necessario que todas co-
y qu e el Principio y Fundamento encierra en si, aun-
sas, de las quales queremos hacer elección, sean indiferentes
que implicitamente, todas las leyes de la santidad dadas o buenas en si, y que militen dentro de la sancta madre Igle-
explícitamente por Jesucristo, se ve claramente que esta sia hierárquica, y no malas ni repugnantes a ella
[170].
nueva síntesis adquirirá en el espíritu del ejercitante
mas luz y mayor amplitud, y que por lo mismo será COMENTARiO. - La primera ley objetiva de toda elec-
para él un preámbulo o preparación magnífica para las ción espiritual es que la cosa que se pone a elección
elecciones. sea moral; puesto que una inmoral no puede ser jamas
objeto de la voluntad divina.
La moralidad o inmoralidad de las cosas puede ser hay o t ras que caen debaxo de elección mutable, assí como
intrínseca o extrínseca a las mismas. Cosas hay que son son tomar beneficios o dexarlos, tornar bienes temporales
son malas de por sí v otras que únicamente lo son por o lanzallos*** [171].
razón del precepto externo que las prohibe. Unas y otras
caen fuera del campo de la elección espiritual; y por Comentario, — Conforme con lo que decíamos e n el
lo tanto no es materia apta todo aquello que esté pro- comentario del documento anterior [135], las cosas de
hibido por la ley natural o por ley alguna positiva, sea elección inmutable constituyen el «estado», al paso que
divina o eclesiástica. a las de elección mudable se les puede dar el nombre
Dando, pues, por excluidas todas las cosas que son de «vida». Esto tomando las cosas en sentido absoluto;
malas, o por sí o en virtud de la prohibición externa, porque atendiendo al sentido relativo, hay cosas en sí
no quedan más que las buenas o las indiferentes en sí mudables que pueden constituir estado; p or ejemplo los
mismas, y todas éstas «militan dentro de la sancta ma- votos temporales o simples en un instituto religioso,
dre Iglesia hierárquica» ; es decir que son admitidas puesto que la intención de la religión es establecer un
por la Iglesia y pueden ser por lo tanto materia apta estado permanente y definitivo ante la Iglesia.
para una elección espiritual. Acerca de las cosas que Por otro lado, hay en la vida de perfección cosas
son intrínseca o extrínsecamente buenas, no puede ha- que son mudables para la Iglesia, y sin embargo tien-
ber la menor duda, puesto que todo lo que es bueno es den de suyo a ser, o lo son ya, un estado permanente
también grato a Dios. delante de Dios ; como por ejemplo dedicarse a guar-
Las cosas que siendo indiferentes en sí mismas no dar los consejos evangélicos y la entera perfección apos-
están prohibidas por ninguna ley, pueden ser a su vez tólica, bien sea por un propósito, bien por voto tempo-
materia apta para la elección, puesto que el fin que: ral o perpetuo. De esta forma especial de santidad, tan
debe proponerse el ejercitante (y que ya nos es cono** antigua como el mismo Evangelio, hemos hablado ya
cido por el documento anterior), de indiferentes, las: otras veces, y hoy, por singular providencia de Dios,
cambiará en buenas. El ejercitante de San Ignacio, si la vemos de nuevo restablecida, y por cierto de una
procede como tal, nunca pone actos que sean indife- manera muy conforme, en la Acción Católica definida
rentes, aunque en sí mismas lo sean las cosas a que y organizada por el papa Pío XI.
ellos se refieren, porque «tanto ha de usar dellas quan- No queremos detenernos ahora en este punto de má-
to le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, xima importancia, porque, si Dios lo quiere, tenemos
quanto para ello le impiden». Además es él quien «ha hecho el propósito de hacerlo detenidamente en un libro
de hacerse indiferente a todas las cosas criadas, en todo especial. Queremos con todo hacer constar, que seme-
lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albe- jante forma de vida perfecta tiene legítimo derecho a
drío, y no le está prohibido» ; y en todo ha de obrar «so- entrar en la materia de las elecciones con mérito espi-
lamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce ritual tan grande como el mismo estado religioso.
para el fin que somos criados» [23]. Según esto. la palabra «inmutable» puede referirse a ]
los deberes morales con la Iglesia, o bien a los con-
traídos con Dios y con la propia conciencia. El ejer-
PUNTO 2.° citante debe mirar como inmutable todo lo que moral-
Texto. — Segundo : hay unas cosas que caen debaxo de mente le ata y le obliga para siempre ante Dios y ante
elección inmutable, así como son sacerdocio. matrimonio etc.; su conciencia, aunque por las leyes eclesiásticas sea cosa
Pues decirles la verdad lisa y llanamente, es decir,
mudable. La Iglesia no juzga acerca de las cosas inter- que no pueden mudar de estado ni pensar en someterlo I
nas, sino que las remite íntegramente a la responsabi- a nueva elección; y que esto no significa en manera al**
lidad de cada uno. guna, que fuera de Dios la elección hecha anteriormente
Por esta razón, procedería erradamente quien obli- Sería de Dios, si la elección hubiera sido hecha si
gado va moralmente en la presencia divina, en virtud guiendo puntualmente el camino y las leyes trazadas
de algún voto hecho en las debidas condiciones y refe- por San Ignacio; pero si se tomó el estado prescindien-
rente a una particular forma de perfección, tomase esto do de toda clase de elección espiritual, o si habiendo
en las elecciones como si fuera cosa mudable, sólo por- ésta tenido lugar, no fué «buena, sana, sincera, orde-
que las leyes eclesiásticas no le dan valor públicamente nada, no determinada por affección alguna que desor-
inmutable. denada sea», sino «mala, oblica y dessordenada», no
Sé debe dar á Dios lo que es de Dios, y a la Iglesia parece que sea vocación divina; «porque toda vocación
lo que es de la Iglesia, persuadidos de que los derechos divina es siempre pura y limpia sin mixtión de carne
del Señor son más íntimos y más extensos que los pu- ni de otra affección alguna desordenada» ; muchos en
ramente eclesiásticos.
esto yerran, haciendo de oblica o de mala elección, vo-
caci ón divina. Expóngase, pues, esta verdad con la ma-
PUNTO 3° yor claridad, puesto que ningún provecho pueden aca-
rrear la tolerancia o el disimulo.
TEXTO. - Tercero: en la elección inmutable, que ya una San Ignacio quiere que añadamos a lo dicho una
vez se ha beche, elección, no hay más que eligir, porque no segunda verdad, a saber «que arrepintiéndose (de la
se puede desatar, así como es matrimonio, sacerdocio, etc. elección hecha no debida y ordenadamente, sin affeccio-
Sólo es de mirar que si no ha hecho elección debida y orde- nes desordenadas) procure hacer buena vida en su elec-
nadamente, sin affecciones dessordenadas, arrepentiéndose ción». No es éste un vano consuelo o humano cumpli-
procure hacer buena vida en su elección, la qual elección miento, antes muy verdadero y divino.
no parece que sea vocación divina, por ser elección desor- Hay en Dios una voluntad antecedente y otra con-
denada y oblica, corno muchos en esto yerran, haciendo de
oblica o de mala elección vocación divina; porque toda vo- siguiente que no siempre quieren la misma cosa. En el
cación divina es siempre pura y limpia, sin mixtión de car- presente caso, la voluntad que antecede a esa elción
ne ni de otra affección alguna dessordenada [172]. desordenada, es reprobatoria; al paso que la voluntad
consiguiente, partiendo de que la elección desordenada
COMENTARIO. - Nos dijo el segundo punto que una se ha consumado, quiere que la tal persona se santifi-
vez verificada la elección, las cosas quedan divididas que en ella, y esta voluntad es seria, formal y va acom-
en mudables e i nmutables, y esto lleva consigo el que
pañada de todas las gracias necesarias. Lo cual
llegado el tiempo de hacer elección se encuentren las nada tiene que ver con aquel sistema tan reprobado por San
personas en muy diferente situación; porque habrá unas Ignacio de «ordenar y traer el fin al medio; asi cona
que respecto de una determinada cosa no puedan pen- acaece que muchos eligen primero casarse, lo cual es
sar en la elección y otras que la pueden hacer. Este medio, y secundario servir a Dios nuestro Señor en e
tercer punto habla de los primeros, de los que no la
casamiento, el cual servir a Dios es fin» [169].
pueden hacer por encontrarse ante un hecho que ya no En nuestro caso el fin primario es servir a Dios, y e
admite cambios. como son los sacerdotes y los casados. medio para ello, medio en este caso necesario, es per
¿Qué hay que hacer con éstos?
severar santamente en el estado inmutable en que se ha San Ignacio se aferra inv ariablemente a esta norma.
colocado. Siendo la consolación espiritual una clara manifestación
En términos parecidos hay que hablar, tratándose de de las divinas complacencias, no sólo ordena «en tiempo
una vocación divina enteramente privada y personal, de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y
bien probada antes y ahora confirmada de nuevo. Aun- constante en los propósitos y dete rminación en que es-
que jurídicamente la materia de esa vocación sea en sí taba en la antecedente consolación» [318]; sino que
mudable, la debe tener y tratar como moralmente in- como valeroso y esforzado caballero de la divina compla-
mutable quien claramente conozca los derechos de Dios cencia, quiere luchar ardorosamente en su defensa con
y de la conciencia. Por lo tanto no debe pasar a hacer «muedlarisntco elaín»
nueva elección, sino «hacer buena vida en su elección», Este espíritu acometedor palpita en este cuarto pun-
la cual vendrá a ser con esto «pura y limpia, sin mixtión to, cuando el Santo nos dice que no hay que pensar en
de carne ni de otra affección alguna dessordenada». hacer elección, sino «más perfeccionarse cuanto pudie-
re» en la primera.

PUNTO 4.°
NotA
Texto. — Quarto: síalgunoheciódbay
ordenadamente de cosas que están debajo de elección muta- Tarro.— Es de advertir que si la "tal elección mutable no
ble, y no llegando a carne ni a mundo, no hay para qué de se ha hecho sincera y bien ordenada, entonces aprovecha
nuevo haga elección, mas en aquella perficionarse quanto hacer la elección debidamente, quien tubiere deseo que dél
pudiere [173j. salgan fructos notables y muy apacibles a Dios nuestro Se-
ñor [174].
COMENTARIO. — La elección de una cosa que jurídica
y aun moralmente es mudable, la dene San Ignacio y COMENTARIO. — La nota nos propone el caso de
la trata como si fuera inmutable, si ha sido hecha «de- aquellos que han elegido cosas jurídica y moralmente
bida y ordenadamente, y no llegando a carne ni a mun mudables; por ejemplo un beneficio eclesiástico. San
do» ; y la razón es porque el Santo tiene por inmutable Ignacio distingue aquí dos clases de personas: una que
el beneplácito divino que la dictara. El que no exista «ha hecho elección debida y ordenadamente y no lle-
ley divina o humana que me obligue de una manera in- gando a carne ni a mundo» ; otra cuya elección «no se
mutable, poco o nada importa; pues para quien en su ha hecho sincera y bien ordenada».
obrar no tiene más norma que la voluntad divina, la El primer caso lo resuelve San Ignacio diciendo que
sola complacencia de Dios es ya una ley. No reza con «no hay para qué de nuevo haga elección, mas en aque-
Dios lo que nos sucede a nosotros, que siendo misera- lla perficionarse quanto pudiere». Y la razón de esto
bles, fácilmente pasamos de unas complacencias a otras es muy clara : Dios no se muda. Por lo tanto, si por
porque con la misma facilidad cambiamos de parecer. nuestra parte tampoco han cambiado las circunstancias,
Dios por el contrario, en no cambiando las cosas, en la cosa permanece en el ser en que se encontraba cuan-
nada modifica sus juicios y sus complacencias respecto do se hizo la primera elección, debida y ordenadamente
de los hombres; y lo que a nosotros nos conviene es y no llegando a carne ni a inundo, y lógicamente el re-
divinizamos, acercándonos cuanto podamos a esta in- sultado de una nueva elección debería ser el mismo.
mutabilidad divina. San Ignacio no es ningún formulista, de aquellos
hombres que hacen las cosas porque si; quiere que en Todo el problema se reduce a esto: a querer como
todo se proceda movido por un fin digno de las per- es debido; y si así no se hace, entonces se presentan 1
sonas espirituales y digno de Dios, en la medida que todas aquellas dilaciones de para más adelante, para
nos es dado remontarnos a esas alturas. la hora de la muerte; aquellas voluntades contradicto-
En el segundo caso, debe enmendarse la elección rias de si la cosa no fuera tan difícil; aquellas absurdas
primera, porque fué mala. Si versó acerca de cosas in- pretensiones de entrar en tratos con Dios «de manera
mutables, no hay que repetirla por muy equivocada que que allí venga Dios donde él quiere, y no determina
haya sido, pues sería perder el tiempo y el trabajo. de dexar la cosa, para ir a Dios, aunque fuesse el mejor
Si fué de cosas mudables, «entonces aprovecha ha- estado para él», con el plan miserable y raquítico de
cer la elección debidamente, quien tubiere deseo que querer quitar la afección desordenada «quedándose con
dél salgan fructos notables y muy apacibles a Dios la cosa adquirida» [154].
nuestro Señor». Aquí tenemos el caso que San Ignacio Por remate de este comentario, notemos que en este
nos presentó en los Tres Binarios, cada uno de los cua- documento nos da San Ignacio más aún de lo que decía
les «ha adquirido diez mil ducados, no pura o debida- el título. Éste nos dice escuetamente que todo va enca-
mente por amor de Dios; y quieren todos salvarse y minado a «tomar noticia de qué cosas se debe hacer
hallar en paz a Dios nuestro Señor, quitando de sí la elección» ; pero el Santo, hablando de todo, nos ha di**
gravedad e impedimento que tienen para ello, en la cho además qué personas deben hacer elección y cuá-
afección de la cosa acquisita» [150]. Examinemos de les no.
nuevo el caso, pero en orden a hacer una nueva elección. No deben hacerla los que están ya en un estado in-
A la primera elección no se le da aquí el nombre de mutable; o si se trata de cosas sujetas a mudanza, cuan-
tal, sino que se la llama simplemente adquisición, por** do sobre ellas han hecho ya una buena y sana elección.
que en verdad ésta suele ser la manera práctica de ha- Deben hacerla todos los que han de «buscar y hallar
cer semejantes elecciones desordenadas. Se presenta la, la voluntad divina en la disposición de su vida» [I]
ocasión de poder adquirir algo terreno, por ejemplo y cuantos habiendo hecho elección de cosa mudable, no
bienes materiales, honores, oficios o comodidades, y sin la hicieron «sincera y bien ordenada».
más se entra en posesión de ellos, mirando sólo a no; Aquellos que «en todo lo posible no deseen aprove-
cometer en ello pecado, pero «no pura y debidamente; char» [20], y que sólo se «quieren ayudar para se ins-
por amor de Dios». Si la persona que así procede tiene) truir y para llegar hasta cierto grado de contentar a su
deseos de llevar vida espiritual, y mucho más si hace; ánima» [ 'S] (si es que alguna de semejantes personas
los Ejercicios de San Ignacio, ya no encuentra en paz; hubiere llegado hasta este punto de los Ejercicios), se-
a Dios y siente la gravedad y el impedimento nacidos guramente no estarán para tantos quebraderos de cabe-
de la afección a la cosa así adquirida. za, y es preferible que dejen no sólo esto de las elec-
En este caso la situación es la siguiente: esta per- ciones, sino los mismos Ejercicios. Pero quien «tubiere
sona o permanecerá indefinidamente en este estado de deseo que dél salgan fructos notables y muy apacibles
contienda con Dios y de peso y estorbo para toda su) a Dios nuestro Señor» que se prepare para hacer elec-
vida espiritual, o r esueltamente debe determinarse al ci ón y que la haga «debidamente».
desandar el mal camino y hacer una nueva elección
espiritual como si se tratase de adquirir ahora y por;
primera vez los bienes dichos.
vez mejor para hacerlas y hacerlas del todo bien. As
lo supone el primer Directorio i gnaciano y da para estc
los siguientes consejos:
«Entrando en los tres o quatro tiempos de electrón,
especialmente se encierre, sin querer veer ni sentir cosa
que non sea de arriba. Antes de lo qual inmediate le
Documento sexto disponga a estar en todo resignado a consejos o a pre-
ceptos, Para estar más dispuesto a mayor gloria divina
TRES TIEMPOS DE ELECCIÓN y a su may or perfectión, le disponga a desear más los
consejos que los preceptos, sí Dios fuese más dello
ser,*vido.Lpngayhczquesomntr
TíTuLo ma¬yoresñldDipaorectsqual
consejos, pues Xpo. N. S. aconseja a los consejos y pone
Taro.— Tres tiempos para hacer sana y buena elección dificultad en el posseer haziendas, lo que se puede en
en cada uno dellos [175]. los preceptos»
COMENTARIO. — Una vez expuesto lo que se refiere a
la necesaria disposición subjetiva para hacer una bue-
na y sana elección (documentos primero, segundo y PRIMER TIEMPO
tercero) y sabido ya qué personas y de qué cosas deben
hacerlo (documento cuarto), pasa San Ignacio a decla** Tarro. — El primer tiempo es guando Dios nuestro Señor
rarnos los tiempos más convenientes para hacer la elec- así mueve y atrae la voluntad, que sin dubitar*** ni poder du
ción ordenada y debidamente. bitar. la tal ánima devota sigue a lo que es mostrado: assí
como San Pablo y San Matheo lo hicieron en seguir a Christo
«Tiempo» aquí no se refiere precisamente a meses, nuestro Señor [175].
semanas, días ni horas, sino más bien a las diversas
situaciones espirituales que se suceden en la vida del COMENTARIO. — LO primero en que aquí debemos
hombre y son apropósito para llevar a cabo una sana fijarnos es en el ambiente pasivo o místico de este pri-
y buena elección. Estos tiempos o disposiciones espi- mer tiempo de elección. San Ignacio es el hombre de los
rituales son tres, y no de la misma sino de especie di- Ejercicios, que como su mismo nombre lo indica, son
**ferente; y aunque todos ellos sean aptos para hacer en todo actividad, trabajo, esfuerzo y lucha. Oír, pues, en
ellos una buena y sana elección, cada uno tiene sin medio de este verdadero camp de batalla, semejante
embargosuptidcífmenvrsaypol toque de quietud y dentro de la total paralización de
misoujetalypcis.Érometdánlas! apestnircovu,xmalción
di-
San Ignacio en el presente título. Es cosa de admirar vina que «mueve y atrae la voluntad***», y ver al alma
la prudencia con que el Santo va tratando este asuntoí que «sin dubitar ni poder dubitar , sigue a lo que es
de las elecciones atendiendo a todos sus aspectos. mostrado», *ordina. causa verdaderamente una impresión extra-
De creer es que a medida que adelanten los días y
el ejercitante vaya penetrando más y más en esta ma-
teria de las elecciones, disponga éste su espíritu cada Monumenta Ignaciana; Ser. 2. º, pág. 779.
En otro lugar hablamos ya de los muchos elementos y se entrega t otalmente a la voluntad divina, respon-
místicos esparcidos por el libro de los Ejercicios, cuan- diendo «Señor, ¿qué queréis que haga?» 1,
do intentábamos desvanecer la preocupación de los que Ni el uno ni el otro han hecho ninguna clase de
les niegan toda competencia en este grado superior de *
ción ; se la han dado ehloscanimtdy
la vida espiritual 1 ; pero hay que reconocer que este
seguirla «sin dubitar ni poder dubitar». "Quien hace la
pasaje es del todo excepcional y que causa verdadera
elección en este caso es Jesucristo y la hace sicut po-
maravilla el que no lo vean brillar como un sol esplen-
testotem habeas'- como dice el Evangelio; o como dice
doroso, los que se muestran tan aficionados a mirar San Ignacio «mueve y atrae la voluntad», «entra, sale,
la santidad casi exclusivamente desde este punto de
vista. hace moción en ella, trayéndola toda en amor a la su
divina majestad» ; y obra de esta manera, porque «es
Hay otro lugar paralelo a éste y que queremos tras-
proprio del Criador» hacerlo así. Por esto dice Jesu-
ladar aquí, porque el uno con el otro se completan: es
la segunda de las Reglas de discreción de espíritus, más cristo a sus apóstoles: nos vos me elegistis, sed ego
elegi vos 3 ; no sois vosotros quienes me habéis escogido
propias de la segunda semana. Dice así : «Sólo es de
Dios nuestro Señor dar consolación a la ánima sin causa a mí, soy yo quien os ha escogido a vosotros.
precedente; porque es proprio del Criador entrar, salir, Claro es que Dios puede llamar de esta manera sen**
hacer moción en ella, trayéndola toda en amor de la sible, como vemos que lo hizo con San Mateo y con
su divina majestad. Digo sin causa, sin ningún previo San Pablo; pero puede hacerlo también sin valerse de
sentimiento o conoscimiento de algún objeto, por el ningún medio externo y con sola la luz y fuerza espi**
qual venga la tal consolación mediante sus actos de ritual comunicada interiormente al alma, dándole por
ella tanta o mayor certeza de ser ésta la voluntad de
entendimiento y voluntad» [330]. Como se ve. la ma- Dios, que si lo viera con los ojos, lo oyera con los oidos
teria de las Elecciones y la de las consolaciones tienen y lo tocara con sus mismas manos.
en los Ejercidos de San Ignacio una conexión muy Quien da la certeza no es el medio de que se vale
íntima.
Dios, sino Dios mismo que se manifiesta y comunica al
Vengan a colación ahora los ejemplos de San Mateo alma, como Él solo sabe hacerlo. Por esta razón quiere
y San Pablo. Sentado está Mateo junto a su mesa de San Ignacio, sobre todo en los Ejercicios, que nada ni
cobrador de contribuciones, pasa por alli nuestro Se- nadie se interponga entre Dios y el ejercitante; y advier-
llar jesucristo, le dice que deje todos aquellos negocios
terrenos y que le siga a Él que predica el reino del te que «más conveniente y mucho mejor es, buscando
cielo 2 ; y Mateo «sin dubitar ni poder dubitar, sigue la divina voluntad, que el mismo Criador y Señor se
comunique a la su ánima devota abrazándola en su amor
a lo que es mostrado» y se va en pos de Jesucristo.
y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor podrá
Santo va camino de Damasco comisionado por las auto-
ridades judías para detener y llevarse presos a cuantos servirle adelante» [15].
vea que profesan vida cristiana. Jesucristo lo detiene Existe, pues, este primer tiempo de hacer buena y
en mitad del camino, lo llama por su nombre, y él «sin sana elección, y él es el mejor de todos; pero nótese,
dubitar ni poder dubitar, sigue a lo que es mostrado» extraodi* que no es el camino ordinario, sino un don

Tomo 1. pags. 202-206. Act. 9, 1-6.


M t., 9, 9. 29. t.7, M
Joan., 15, 16.
nario, aunque en él no se adviertan fenómenos externos tra, siguiendo las leyes de la santidad. Y hablando en
que vayan contra o estén fuera del curso de la natura- el estilo y método de los Ej erc icios, tenemos por ca- I

leza de las cosas. Por esto mismo sería una verdadera mino excelente para llegar a esa disposición, los pasos
presunción el pretender que Dios nos rigiera inmediata- que nos ha hecho dar ya San Ignacio. Recordémoslos.;
mente por si mismo «sin causa». Esto sería iluminismo Disposición excelente es «todo modo de preparar v
detestable. disponer el anima, para quitar de sí todas las affecciones
Pero no es iluminismo ni presunción aceptar el don desordenadas, y después de quitadas scar y ha-
de Dios, dado que Él quiera comunicarse así «a la su llar la voluntad divina en la disposición de su vida para
ánima devota». Ni puede tampoco tenerse por desacer- la salud del ánima» [1]. Excelentísima. el darse en el
tado el pedir esta gracia extraordinaria, si se trata de acto a Dios nuestro Criador y Señor «con girande ánimo
casos muy díficiles y el alma siente en sí un gran de- y liberalidad ofreciéndole todo su querer y libertad,
seo de hallar la voluntad divina y la petición va acom- para que su divina majestad, asi de su persona como
pañada de muy sincera humildad y de una confianza y de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctísima
absoluto abandono en la voluntad divina. voluntad» [5]. Asimismo, estar actual y habitualmente
Dejamos ya dicho que en este documento, donde se «indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que
definen los tres tiempos «para hacer sana y buena elec- es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, .
ción en cada uno de ellos», esta palabra «tiempo» no no le está prohibido; en tal manera que no queramos
se refiere expresamente a meses, semanas, días ni horas, de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza
sino a los diversos estados espirituales aptos todos para que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta,
llevar a cabo una buena y sana elección. Según esto, y por consiguiente en todo lo demás; solamente desean-
fácilmente se comprende que semejantes tiempos no se do y eligiendo lo que más conduce para el fin que somos
suceden siguiendo algún orden determinado e impuesto criados» [23]. Ítem, aquella voluntad actual con la que
por una ley física, sino que, como acontece con todas las «quiero v deseo y es mi determinación deliberada, sólo
situaciones o disposiciones espirituales de los hombres, que sea mayor servicio y alabanza de Dios, de imitar
vienen dados por la acción soberana de Dios misterio- a Jesucristo en pasar todas injurias y todo vituperio y
samente combinada con la libre determinación humana. toda pobreza asi actual como espiritual» [98]. Ítem
Alguno podría creer que nuestra cooperación no tie- aquella disposición que lleva encerrado en sí el fin de
ne arte ni parte en este primer tiempo de elección. Cierto la segunda semana y que según ella, lo que quiero y
que Dios puede darnos esa gracia extraordinaria sin deseo es «conocimiento interno de Jesucristo para que
nosotros y aun contra nosotros; pero en manera alguna más le ame le siga» [104]. Además el amor con que
es indispensable que todo el proceso de la elección siga pido «gracia para que yo sea recibido debaxo de la
este desarrollo, y bien se compadece el que vaya unida bandera de jesucristo, y primero en suma pobreza espi-
con la acción soberana de Dios, una previa disposición ritual, y si su divina majestad fuere servido y me qui-
por parte nuestra, mediante la cual preparemos los cami- siese elegir y rescibir, no menos en la pobreza actual
nos a la gracia sobrenatural. 2.° en pasar opprobrios y injurias por más en ellas le
¿Cuál puede ser esta previa disposición humana? imitar, sólo que las pueda pasar sin pecado de ninguna
Pueden serlo y aptisima, la purificación espiritual que persona ni displacer de su divina majestad» [147].
le quite estorbos a la divina gracia, y el mayor acerca** Singularmente preciosa es esta otra disposición
miento a Dios por una más perfecta divinización nues** «guando nosotros sintimos affecto o repugnancia con**
tra la pobreza actual, quando no somos indiferentes a neras de humildad, y en ellas considerando a ratos per
pobreza o riqueza, y para extinguir el tal affecto des- todo el día, y asimismo haciendo los coloquios» [164].
ordenado, pedirnos (aunque la carne) que el Trahe me post te... curremus 1 , atraedme, Señor, en
Señor nos elija en pobreza actual; y nosotros queremos, pos de Vos... corriendo iremos. Y esta gracia podemos
pedimos y suplicamos, sólo que sea servicio y alabanza pedirla a Jesucristo por mediación de la Virgen San-
de la su divina bondad» [157]. tísima y al Padre por Jesucristo nuestro Señor, subien-
De todas e s tas magníficas disposiciones nace la ter- do así por esta escala mística de Jacob por la que tantas
cera humildad que a todas las reúne y concentra como veces nos ha llevado San Ignacio. Haciéndolo así, se-
en preciosa esencia «quando incluyendo la 1.ª y la 2.ª, guiremos al pie de la letra la dirección del Santo, que
siendo igual alaba nza y gloria de la majestad, en el tercer punto del primer modo de hacer sana y
por imitar y parescer más actualmente a Cristo n ues- buena elección nos ordena «pedir a Dios nuestro Se-
tro Señor, quiero y elijo más pobreza con Christo po- ñor quiera mover mi voluntad y poner en mi ánima lo
bre que riqueza, opprobrios con Christo lleno dellos que que yo debo hacer acerca de la cosa propósita, que más
honores, y desear más de ser estimado por vano y loco su alabanza y gloria sea» [180].
por Christo que primero fué tenido por tal, que por sa-
bio ni prudente en este mundo» [167].
Los Ejercicios son, sin ningún género de duda, una 'SEGUNDO TIEMPO
disposición aptisima y la mejor tal vez de cuantas pue-
TExto. — El segundo: quando se toma asaz claridad y cog-
de poner el hombre de su parte para entrar en el «pri- noscimiento por experiencia de consolaciones y dessolacio-
mer tiempo de hacer sana y buena elección» ; y por eso nes, y por experiencia de discreción de varios espíritus [176].
cuando San Ignacio conjetura que el ejercitante ha
alcanzado o ha podido alcanzar la tercera manera de COMENTARIO. — Este segundo tiempo es un proceso
humildad, entonces le propone este primer tiempo. El largo y delicado. El primer Directorio ignaciano lo de-
ejercitante ha hecho cuanto estaba en su mano para clara de la siguiente manera : «Si en el primer tiempo
preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas de hacer electión Dios no moviese, déuese insistir en
las affecciones desordenadas, y para buscar y hallar el segundo, de conocer su uocación con experiencia de
la voluntad divina -en la disposición de su vida para la consolaciones y desolaciones ; en manera que procedien-
salud del ánima» [1]; es por lo tanto muy conforme do en sus meditaciones de Cristo nuestro Señor, mire,
con el proceder de la divina Bondad, el que ésta se quando se hallara en consolación, a quál parte D eiomsuval;
comunique «a la su ánima devota» manifestándole lo mueva; y asimesmo en desolación; déuese bien decla**
que quiere de ella «sin dubitar ni poder dubitar» de rar qué cosa sea consolación, que es tanto como agrlíea
ello. No siendo éste el único medio de que dispone Dios espir tual, amor, esperanza de las cosas de ar iba, láigri*
para declarar su voluntad, nadie puede prometérselo de mas y todo mouimiento interior, que dexa el ánima en
un moco infalible; pero como a su vez es el principal el Señor nuestro consolada. Lo contrario desto es deso**
y más seguro. podemos pedirlo al Señor, con toda hu- **lación: tristeza , falta de amor,
desconfianza, sequda,
mildad, confianza y constancia.
etcétera» 2.
Es ésta una petición y súplica que mientras duran
el segundo y tercer tiempo de las elecciones la podemos Cant., 1, 3.
juntar con aquel «considerar y advertir en las tres , ma* Monumenta Ignatiana, Ser. 2.º , pág. 781.
Y el P. Polanco en su Directorio: «Al hacerse me- deben poner la vista v la intención en las Reglas de
particular
ditación y coloquios, en la presencia de Dios, proponga discreción de espíritus y de un un modo particular are e n las (* verif caras
el pár afo* )
simplemente sin raciocinios a la consideración de su que declaran qué cosa sea consolación y qué de so lación;
alma la vida de los consejos y observe si siente en su teniendo muy presente que la experiencia de que aqui
espíritu movimientos de consolación o de desolación se habla se refiere principalmente a la consolación subs-
hacia ella; lo mismo haga proponiéndose la vida de los tancial, al «aumento de esperafneycazrid»l,
mandamientos. Y no es necesario que para esto se haga «moción interior con la qual viene la ánima a infla
ningún ejercicio especial; basta ponérselo delante de marse en amor de su Criador y Señor, y
Dios en las mismas meditaciones y oraciones ordinarias, ter, guando ninguna cosa criada sobre la haz de la
con absoluta resignación de la voluntad y deseando sen- tierra_ puede_ amar sino en el Criador de todas
tir en sí la voluntad divina. ellas» [3161.
»Aun fuera de los ejercicios acostumbrados, vaya Quien profunda y constantemente sienta en su alma
resolviendo esto mismo en su entendimiento, y observe esos santísimos efectos cada vez que piensa elegir una
igualmente los sobredichos movimientos, no entregán- cosa porDios,yloscontra ioscuandopiensa
dose a los propios discursos, sino disponiéndose del lo contrario, acertadamente puede tomar aquella***
mejor modo posible a recibir la inspiración del Espíritu mando.
consolación substancial como voz de Dios
Santo. Cuando le visite el Director, ha de preguntarle
sobre los dichos movimientos, y si encuentra en ellos Del texto de San Ignacio y de las declaraciones más
señales del bueno o del mal espíritu, aplique las reglas autorizadas del mismo se sigue, que este segundo tiem-
de discreción, sobre todo las de la segunda semana, y po para hacer una sana y buena elección es también
dele de ellas lo que juzgue conveniente para dirigirle, un procedimiento místico aunque distinto del primero,
y si conveniente fuese, para animarle. Si le pareciese que es una gracia extraordinaria, al paso que este últi-
que va por buen camino, al darle otra meditación, ex- mo debe contarse entre las gracias ordinarias del orden
hórtele a que vuelva a proponerse lo mismo para ver sobrenatural. La práctica y la eficacia de este segundo
si perseveraban las mismas mociones o si le venían otras tiempo dependen de lo perfecta que sea la experiencia
contrarias: y vuelto a visitarle, si encuentra que siguen que cada uno tiene de las gracias de la consolación;
las mismas y que parecen venir del buen espíritu, ten- y como aquí -tiene también entrada la vigilancia del Di**
drá fundamento bastante para dar por aprobada la elec- rector, ésta será másomenosacerta* da,
ción; y si hubiesen aparecido mociones contrarias, pro- scergúinódaupíot.msenarid
cure, ton he reglas antedichas, discernir cuál sea la Hora es, pues. de ponderar y darse cuenta exacta
voluntad de Dios en lo de seguir el camino de los de la necesidad que hay de conocer a fondo las Reglas
consejos o de los preceptos» 1. dadas por San Ignacio sobre esta materia; no sólo con
Ya hemos visto cómo el primer Directorio ignaciano un conocimiento especulativo o teórico, sino por la ex-
hablando a nuestro propósito, dice que «débese bien periencia, preferentemente la personal, que es la ver-
declarar qué cosa sea consolación, etc.». En esto efecti- dadera clave de los Ejercicios, y haciendo hincapié de
vament e está todo el fundamento de este segundo tiem** una manera especial en aquellas cosas po o materias que
y por lo tanto asi el Directo r como el ejercitante tiran más a la mística.
Y en verdad que en este punto conviene mucho
1 Monumenta Ignatiana***, Ser, 2.º pág. 818. guardarse del peligro de iluminismo, ya que todos los de

po, cuando la voluntad divina quiere que por él se haga.


esta secta se han apoyado siempre en la experiencia
En efecto, este segundo tiempo pide tal unión, y
personal sobre gracias de iluminación y de consolación,
podríamos añadir, tal compenetración del alma con Dios,
Cuando éstos alegan gracias extraordinarias como las
que ésta llegue a conocer cuáles sean los deseos y gus-
del primer tiempo, mayormente si ellas derogan o sus-
penden alguna ley natural, es más fácil dar con el ene- tos del Señor respecto de la materia propuesta a elec-
migo transfigurado sub angelo*** lucís 1 ; pero cuando con ción. Y los Ejercicios proporcionan esa compenetra-
!insistencia se acogen a las gracias ordinarias de consi- ción, porque hacen que el alma no ame más que lo que
lación, es mayor el trabajo para descubrir aquella cola Dios ama y por las mismas razones por las que Dios
serpentina de la que tan bella como acertadamente nos ama; hacen que el alma se asimile, especialmente el
habla San Ignacio en las segundas Reglas de discreción. misterio de la redención, en el que Dios encerró toda
Con el fin, pues, de guardarnos de toda posible ilu** la economía de sus divinas misericordias; hacen que
por la experiencia y la ciencia refleja se conozcan las
sión en esta materia, notemos bien que aunque las mo**
clones divinas sean la característica de este segundo operaciones internas de la consolación, que es el len-
tiempo de elección, esto no quiere en manera alguna guaje que Dios usa para hablar con el alma; y final-
mente hacen que el alma de tal manera se dé a prepa-
decir que queden excluidas ni la razón ni los otros meo
dios de que disponemos para conocer la verdad. rarse y disponerse para buscar y hallar la voluntad
divina, que no quiera saber otra cosa de este mundo, y
Estas mociones deben ser examinadas mediante las
en ello cifre todo el ideal de su vida.
reglas de discreción de espíritus, para ver si son de
Sin duda alguna, Dios que es bondadosísimo, habla-
Dios, y en esas reglas tienen su puesto todos los cri-
rá a un alma como ésta, dispuesta tan a gusto del Señor
terios seguros que poseemos para conocer la verdad, y tan sensible a todas las inspiraciones divinas. Procure
principalmente en cosas divinas. ella perseverar sin desfallecimientos en semejante dis-
Debido a esto, el sistema que aquí propone San Ig- posición; ruegue con humildad, pida confiada y perseve-
nacio es totalmente diverso del que sigue la gente ilu- rantemente el conocer y sentir el beneplácito divino,
**minista, la cual, corno dice el P. Gil González Dávila, movida únicamente del deseo de ajustar a él toda su
se aferra a su propósito de gobernarse única y exclusi- vida, y espere segura las divinas misericordias.
vamente por movimientos y sentimientos internos; y por
esta razón, aunque después se descubran y claramente Todo esto, como se ve, no es prometerse de un modo
infalible ilustraciones y mociones extraordinarias, sino
se manifiesten sus propios disparates y los engaños ponerse en las mejores disposiciones para recibirlas en
demonio, no_ saben volver atrás y ellos mismos cierran
la puerta a toda corrrección posible 2. la hora que al Señor le plazca el manifestarse al alma.
Bienaventurada la que al oírse la voz del ecce sponsus
Una de las notas propias del demonio, según San
Ignacio, es ésta: el noquer d_ venit 2 , esté en vela y con su lámpara encendida
nidescubrto [326]. amindo quersnix no el*
Fijémonos en la manera como los Ejercicios colocan 1 Mt., 25, 6.
al alma en las disposiciones que de ella se exigen para
tiem* hacer una buena y sana elección en este segundo

ª
2. Cor.,1 4.
Monumenta Ignatiana , Ser. º
2. , pág. 927.
perfecto perdiendo la mejor di sposición en que antes
estaba, no se debe pasar adelante mientras no recobre
TERCER TIEMPO la primera posición, por muchas tazones o mociones
que se le ofrezcan en contra; pues de no hacerla así,
Texto. — El tercero tiempo es tranquilo, considerando siempre quedará un fundado temor de andar en ello el
primero para qué es nascido el hombre, es a saber, para ala- mal espíritu y se perturbaría la paz en la elección.
bar a Dios nuestro Señor y salvar su ánima, y esto desean- No hay que temer que la inclinación a lo más per**
do dije por medio una vida o estado dentro de los límites recto venga de la parte del mal espíritu; v viniendo de
de la Iglesia, para que sea ayudado en servicio de su Señor Dios no nos impedirá conocer su santa voluntad. «Con
y salvación de su ánima. todo, si un sujeto con inclinación a lo más perfecto,
Dixe tiempo tranquilo, guando el ánima no es agitada de pareciese estar haciendo una elección no razonable, * llé
varios espíritus y usa de sus potencias naturales libera y vese a examen la tal elección, no sólo por med io de las
tranquilamente [177]. reglas de discreción de espíritus, sino además por los
dos modos del tercer tiempo, para mayor satisfacción
COMENTARIO. — Fijémonos ante todo en la claridad
y exactitud con que San Ignacio define este tercer tiem- de Director y ejercitante » 2.
Tanto si el «tiempo tranquilo» se toma en sentido'
po: «tiempo tranquilo, guando el ánima no es agitada
de varios spíritus y usa de sus potencias naturales liberal literal estricto, como si se le da una significación más
y tranquilamente», íntima, es cosa cierta y averiguada que los Ejercicios
Aquí, pues, queda excluída cualquier causa sobrena- son un medio aptísimo para colocar el alma en ese tiem-
tural o preternatural capaz de agitar el espíritu, par po o disposición. Anteriormente dejamos ya dicho que
ejemplo las consolaciones y desolaciones extraordina- son igualmente aptos para disponerse a los tiempos pri-
rias, y también las naturales que impidan o perturben mero y segundo, ambos tranquilos también, aunque con
el libre y tranquilo uso de nuestras potencias, y . g. en- superior tranquilidad mística.
fermedades, preocupaciones, tristeza, etc., etc. Conse- A la divina bondad toca escoger el tiempo en que
guidas estas disposiciones, el procedimiento es entera- quiere colocar al alma pan hablarle y manifestarle su
mente racional, sin ninguna clase de mociones de dentro voluntad; nosotros por nuestra parte nos hemos de con-
ni de fuera. El hombre atiende únicamente al último y tentar con el que el Señor quiera darnos; y podemos
supremo fin, que debe ser el norte de su vida en todas estar ciertos de que si no nos pone en el primero ni en
sus determinaciones y con su discurso busca en el cam- el segundo, nos otorgará la disposición propia del ter-
po de su elección el medio que más le puede servir para cero. Y si nos parece que el Señor tarda «procuremos
alcanzarlo con seguridad. La mística queda ciertamente (siguiendo el consejo de San Pedro) que nos halle en
muy lejos de aquí. paz, inmaculados y sin defecto, recibiendo su retraso
como medio que nos da de salvación» 2.
El P. Polanco, ampliando un poco la significación
del vocablo, llama al «tiempo tranquilo» de San Igna-
cio, equilibrio en las inclinaciones; es decir, un estado Monumenta Ignatiana***, Ser. 2.º, pág. 820.
de es p íritu indiferente a todos los medios y para ma * Petr., 3. 14.
yor seguridad una mayor y más fuerte inclinación a lo
más perefcto conforme a las máximas de Jesucristo.
Si se notara que ese espíritu se inclinaba a lo menos
verificada según el tercer tiempo, da también su parte
ORDEN DE LOS TRES TIEMPOS al segundo, cosa muy digna de tenerse en cuenta pata
poder hacer la elección conforme al legítimo espíritu
TEXTO. — Si en el primero o segundo tiempo no se hace de los Ejercicios.
lección, siguense cerca este tercero tiempo dos modos para Así vemos que en el punto tercero del primer modo
aceda [178]. dice: «pedir a Dios nuestro Señor quiera mover mi vo-
luntad y poner en mi ánima lo que debo hacer acerca
COMENTARIO. — San Ignacio en esta nota nos
de la cosa propósita» [180]; palabras idénticas a las
dec*laornpfeciqudbgarsentlo usadas en el primer tiempo: «guando Dios nuestro Se-
tres tiempos de elección, y los Directorios añaden que ñor así mueve y atrae la voluntad...» [175]. Cuando
:on el segundo y el tercero puede hacerse alguna trato de «discurrir bien y fielmente con mi entendimien-
comparión(*jquefltrasmgnizquedo*).Cvclarhombspunt,
to y de eleg ir conforme a la sanctísima y beneplácita
aunque sólo sea brevemente, para que con ello quede expe- voluntad de Dios», invito antes a Dios a que «ponga»
dito el camino para hablar de los «dos modos para hacer
sana y buena elección». Él en mi alma lo que yo debo hacer, y a que «mueva»
mi «voluntad» [180], no sólo con la «moción racional»
El primer tiempo debe ser tenido y apreciado como contrapuesta a la «moción sensual» y que es fruto del
el más excelente y deseable, porque todo él es obra de discurrir bien y fielmente, sino con la «moción de con-
Dios y la consiguiente elección resulta por eso mismo solación» que es el lenguaje de Dios en su conversa-
segurísima. El segundo tiempo es •inferior al primero
ción con las almas [329].
tanto en dignidad como en seguridad, pues aunque tam- Más aún. «Hecha la tal elección o deliberación, debe,
bién nos habla Dios en él por la consolación, pero ya ir la persona que tal ha hecho, con mucha diligencia
no es sólo Dios (el que habla) sino que entramos a la a la oración delante de Dios nuestro Señor y offres**
parte el enemigo y nosotros mismos. El tercer tiempo cerle la tal elección para que su divina majestad la
es inferior en dignidad al segundo, porque en este úl- quiera rescibir y confirmar, siendo su mayor servicio y
timo está la palabra de Dios representada por la conso- alabanza» [183]. Y en este mismo punto, vuelve San
lación; y en el tercero sólo interviene el hombre usando Ignacio a ofrecer toda su alma para recibir las mocio-
libremente de sus potencias, que cuentan ciertamente nes que Dios se digne otorgarle.
con el concurso de Dios, pero esto dentro del orden Pero de lo dicho aquí nace un nuevo problema, a
general y sin la moción especial de la consolación divina. saber: Las mociones de consolación recibidas en la ora-
Pero cabe preguntar : la seguridad en la elección
ción que precede y en la que sigue a este tercer tiempo,
hecha en este tercer tiempo, ¿es de inferior calidad o
menor comparada con la del segundo ? Punto difícil es pueden convenir y andar acordes con las mociones pu-
éste. ramente racionales que nacen del discurso, o pueden tal
vez ser más o menos divergentes. Para este caso even-
Teniendo San Ignacio tan alta estima de las mocio- tual, el Directorio oficial hace su y as las conclusiones
nes divinas y siendo como era maestro tan consumado
de los PP. Polanco y Mirón, que dicen así:
en descubrir hasta la menor intromisión del enemigo en q su enten -
materia tan delicada y sutil como ésta, sin duda que «Si el ejercitante siente en la oración que
con* dimiento se confirma en la elección ya hecha, sintiendo
cedía mayor seguridad al segundo que al tercer tiempo.
Así nos lo persuade el que el Santo, en la elección en sí algunas mociones o ilustraciones superiores por
las cuales parezca aprobar Dios lo que lleva hecho y
prometerle fuerzas para efectuarlo, será esto un indi- a discernir los effectos de buen espíritu y de malo) tó
cio excelentísimo v habrá de ser mirado como el sello **mese el tercero modo del discurso intellectivo por los
de toda elección. Pero, caso que las mociones, afectos seis puntos. Ultimamente se tomará el m udoque tras
o ilustraciones del entendimiento fuesen tales que de- éste se pone, de quatro puntos, como el último que pue-
bilitasen la elección hecha, si examinadas según las re** de tomarse. Se, podría usar de presentar un día a Dios
glas sobredichas, pareciesen del mal espíritu o dudo-i nuestro Señor una D arte, otro día otra, como seria un
**sas, no debe mudarse la elección. Si se viese empero día los consejos y otro los preceptos, y observar adónde
claramente que p r ocedian del buen espíritu, señal se** le da más señal Dios nuestro Señor de su divina volun**
ría de que el discurso no fué correcto, y de que ha del tad, como quien presenta diversos manjares a un
ser repetida la elección. Si en cambio nada notable, ni príncipe y observa quál dellos le agrada. Lo que se propone
por un lado ni por otro ocurriese en esa oración, ni en para deliberar es : primero, si conseios o preceptos;
el afecto ni en el entendimiento, y la voluntad del ejer** segundo, si consejos, en religión o fuera de della; ter-
citante perseverase en su propósito no puede dudarse cero, si en ella, en quál; quarto, después, quando; y en
de la elección; hay que tener por cierto que ha querido qué manera. Si preceptos, en quál estado o modo de
Dios que fuese su voluntad hallada por medio del dis** vivir, y va discurriendo» 3.
curso de la razón» 1. Supóngase ahora que, al hacer elección, por el se-
Escribe el P. Polanco: «Si no se ve que el espíritu gundo y tercer tiempos, o sea, por las reglas de discre-
que mueve de esa manera superior venga de Dios y el ción de espíritus y por el procedimiento racional, se
ejercitante, o el Director, o ambos, dudan de si aquellas llegara a conclusiones contrarias. Para ese caso difícil
ilustraciones y consolaciones espirituales provienen del dice el P. Polanco: «Si constase claramente que la
buen espíritu, o, al menos en parte, del malo transfi- razón caía del lado del tercer tiempo, sería más seguro
gurado en ángel de luz ; aunque se haya hecho la elec- atenerse a la razón, toda vez que el Director tiene duda
ción en el segundo tiempo, puede ser examinada según de que las mociones del segundo tiempo sean de Dios.
los dos modos del tercero; lo cual pone en ejercicio las Por el contrario, si las razones del tercer tiempo fuesen
fuerzas naturales y dispone al propio tiempo a la so- débiles, y se viese más claramente que las mociones del
brenatural ilustración y moción de Dios. Por esto, de segundo tiempo provienen del buen espíritu, y que nada
la elección así efectuada podrá el ejercitante dar per- había en ellas. opuesto a la razón, en tal caso deberá
fecta razón a Dios: ha hecho en efecto, cuanto estaba' ser preferida la elección del segundo tiempo. Porque,
de su parte por conocer la voluntad divina, después aun dado que en un principio no constaba claramente.
que no logró quedar seguro de haberla hallado en el por ella la voluntad de Dios, puede sin embargo constar
segundo tiempo» 2 . El Directorio de Granada repite ahora, con el testimonio de la razón, mejor pensadas
substancialmente las mismas ideas 3. y ponderadas las cosas» 1 . Hizo suya esta norma el
Y el primer Directorio ignaciano dice: «guando por Directorio oficial en el capitulo XXVIII, número 9.
d segundo modo no se tomarse resolución, o no buena
al parecer del que da los exercicios (de quien es ayudar Monumenta Ignatiana, Ser. 2. º , pág. 78!.
Ibid***., págs. 820 y 821.
Directorio , cap. XXXII.
Monumenta Ignatiana, Ser. 2. º , pág. 820.
Ibíd., pág. 967.
raciocinado a todas partes sobre la cosa propósita, mirar
dónde más la razón se inclina, y así según la mayor moción
racional, y no moción alguna sensual, se debe hacer delibe-
ración sobre la cosa propósita [182].
6.° puncto.— Sexto: hecha la tal elección o deliberación
debe ir la persona que tal ha hecho, con mucha diligencia
a la oración delante de Dios nuestro Señor y offrescerle la
Documento séptimo tal elección para que su divina majestad la quiera rescibir
y confirmar, siendo su mayor servicio y alabanza [183].
PRIMER MODO PARA HACER ELECCIÓN
COMENTARiO. — Fijémonos en la maestría de San
Ignacio para hacernos practicar lo que nos ha enseñado
TEXTO. — El primer modo para hacer sana y buena elec- acerca de la elección combinando admirablemente nues-
ción contiene en sí seis punctos. tra acción personal con la de Dios, que ahora de un
puncto. — El primer puncto es proponer delante la cosa modo especial «se comunicará a la su ánima devota
sobre que quiero hacer elección, así como un officio o bene- abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola
ficio para tomar o dexar, o de otra qualquier cosa que cae por la via que mejor podrá servirle adelante» [15].
en elección mutable [178]. - El primer punto determina y fija la materia de la
2.° puncto. — Segundo: es menester tener por obiecto el
elección. El segundo es un resumen de la disposición 1
fin para que soy criado, que es para alabar a Dios nuestro subj etiva en que debe estar colocado el ejercitante.
Señor y salvar mi ánima; y con esto hallarme indiferente El tercero es una invitación a Dios y súplica a la vez.
sin affección alguna desordenada, de manera que no esté más
poniéndonos en sus manos dispuestos a ser movidos
inclinado ni affectado a tomar la cosa propuesta, que a de- por Él, conforme al primero o segundo tiempo de elec-
xarla, ni más a dexarla que a tomarla; mas que me halle ción, y pidiéndole que se digne guiar nuestra elección.
como en medio de un peso para seguir aquello que sintiere
ser más en gloria y alabanza de Dios nuestro Señor y sal- El cuarto es la deliberación objetiva, espiritual y
vación de mi ánima [179]. acerca del pro y del contra del asunto sobre
3.° puncto.— Tercero : pedir a Dios nuestro Señor quiera que versa la
mover mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo debo ha- El quinto es el juicio racional que debe hacerse de
cer acerca de la cosa propósita, que más su alabanza y glo- la deliberación practicada.
ria sea, discurriendo bien y fielmente con mi entendimiento El sexto es una nueva invitación y súplica al Señor
y eligiendo conforme su sanctisima y beneplácita volun-
presentándole nuestro juicio y deliberación y pidiendo
tad [180].
su aprobación divina.
4.º Puncto. — Quarto: considerar raciocinando quántos Y todo esto lo hace el ejercitante después de haber
commodos o provechos se me siguen con el tener el officio pasado muchos días en Ejercicios «preparando y dis-
o beneficio propuesto, para sola la alabanza de Dios nuestro
Señor y salud de mi ánima; y, por el contrario, considerar poniendo el ánima, para quitar de si todas las affeccio-
assimismo los incómodos y peligros que has en el tener. nes desordenadas, y después de quitadas para buscar
Otro tanto haciendo en la segunda parte, es a saber, mirar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida
los cómodos y provechos en el no tener ; y asimismo por el para la salud del ánima» [1].
contrario, los incómodos y peligros en el mismo no te- Claramente se ve que el hombre no puede hacer ya
ner [181]. más,soenipfurmjzdsobenaturl
5.° — Quinto: después que así ha discurrido y
humano que sea más dili g ente y prudente, San Ignacio
tenia plena conciencia de que en rea dadse podía
hacer nada más ni mejor ; y por eso está tan seguro de
que se ha hallado la voluntad de Dios, que no permite
que se repita una elección efectuada con tantos mira-
mientos [ 1 73], y espera que de ella «salgan fructos
notables y muy apacibles a Dios N. Señor» [174]. Documento octavo

SEGUNDO MODO PARA HACER ELECCIÓN

TEXTO. —El segundo modo para hacer sana y buena


elección
1.ª contienen en si cuatro reglas r una nota.
regla. — La primera es que aquel amor que me mue-
ve y me hace eligir la tal cosa, descienda de arriba del amor
de Dios, de forma que el que elige sienta primero en si que
aquel amor más o menos que tiene a la cosa que elige, es sólo por su Criador y
Señor [184].
2.ª regla. — La 2.ª : mirar a un hombre que nunca he vis-
to ni conoscido. y desseando yo toda su perfección, conside-
rar lo que yo le diría que hiciese y eligiese para mayor glo-
ria de Dios nuestro Señor y mayor perfección de su ánima,
y haciendo yo asimismo, guardar la regla que para el otro ,
pongo [185].
3.ª regla. — La 3.ª : considerar como si estuviese en el
artículo de la muerte la forma y medida que entonces que-
rría haber tenido en el modo de la presente elección, y
reglándome por aquélla, haga en todo la mi determina-
ción [186].
4.ª regla. — La 4. ª : mirando y considerando cómo me hallaré
el día del juicio, pensar cómo entonces querría haber
deliberado acerca la cosa presente; y la regla que entonces
querria haber tenido, tomarla agora, porque entonces me
halle con entero placer y gozo [187].
Vota.—Tomadas las reglas sobredichas para mi salud
y quietud eterna, haré mi elección y oblación a Dios nues-
tro Señor conforme al 6.° puncto del primer modo de hacer
elección [188].

Comentario. — Este segundo modo de hacer la elec-


ción no constituye un nuevo sistema, pues es el mismo
primero con sus seis puntos, substituidos los racioci- limosnas es casi literalmente esta misma. «La primera
nios del pro y del contra por cuatro reglas que pueden es, que aquel amor que me mueve y me hace dar limosna
proporcionarnos una luz más brillante y rápida que' descienda de arriba, del amor de Dios nuestro Señor ;
aquéllos. Cada una de ellas es de por sí suficiente para de forma que sienta primero en mí que el amor más o
darnos la solución del problema propuesto, pero apli- menos, que tengo a las tales personas, es por Dios, y que
cando la s cuatro, el alma queda más satisfecha del re- en la causa por que más las amo reluzca Dios» [338].
saltado, que de todas maneras siempre será el mismo. Lo propio de las otras tres reglas está en proponer
Cuando es una elección de gran trascendencia se al alma realidades externas de comprensión y,
echa también mano de los otros cinco puntos del primer como lo hacen las dos postreras también de gran fuerza
modo; pero tratando de elegir las cosas más sencillas de emoción, las cuales
que suelen presentarse y piden una solución rápida, instaáemornustpeamioynustr.
una cualquiera de las reglas substituye cumplidamente Por ejemplo, ver qué consejo, daría yo con todo des**
a todo el primer sistema. Esto último presupone un interés a quien se encontrara en mi mismo caso; figu**
uso muy habitual de las mismas. rarme lo que querría haber hecho en el artículo de la
La primera de dichas reglas es de diverso orden que muerte; recapacitar sobre lo que desearé haber hecho,
las otras tres. Es hija del Principio y Fundamento y cuando me halle en el juicio de Dios.
da por supuesto que el alma se halla muy habituada a No suponen estas tres reglas tanta perfección inte-
no ver en las cosas más relación que la que ellas tienen rior como la primera, y por lo mismo se acomodan a
con Dios, y a no admitir otro amor que el de Dios o toda clase de personas buenas y de cristianos senti-
el de las cosas por Dios. Supone además en ella gran mientos.
facilidad para ver de una ojeada las disposiciones inter- San Ignacio, en el caso particular de distribuir
nas en qu e nos encontramos y principalmente para co- limosnas, nos ha dejado perfectamente explicado este
nocer el orden*** y camino que lleva nuestro amor. segundo modo de hacer la elección; porque las Reglas
Ahora bien, si todo esto supuesto, se me presenta que con este titulo escribió [337-344] no son más que
la elección de una cosa, a la que San Ignacio supone una deliberación calcada en el segundo modo para hacer
que me siento inclinado, y previa una rápida introspec- sana y buena elección.
ción de mi espíritu, puedo tener certeza de «que aquel Queremos poner fin a este comentario con una ob-
amor que me mueve y me hace eligir la tal cosa des- servación que aunque sea más propia de la primera
ciende de arriba del amor de Dios, de forma que siento semana por la materia que toca, por hallarse aquí las
primero en mi que aquel amor más o menos que tengo razones en que se apoya, nos ha parecido que su ex-
a la cosa que elijo, es sólo por mi Criador y Señor», posición sería más clara en este lugar.
con t oda confianza puedo fiarme y seguir aquella
En el Directorio de la primera semana 1 al citar la
nación o amor y descansar en aquello como en la voy nota que la traducción Vulgata latina pone al núme-
**luntad divina. ro 75 de los Ejercicios, dijimos que si el Director lo
Y repito. que así corno todo esto es cosa fácil y se- creía conveniente, podía añadir a la materia de la pri-
gura para el alma que vive del Principio y fundamento, mera semana las meditaciones de la muerte, juicio, etc.,
es igualmente difícil y aun peligroso para la que no está no puestas allí por San Ignacio.
acostumbrada a esas verdades y sentimientos. La pr i
-meradlsgquSnIacioprdstbu Tomo 1, pág. 217.
Partiendo de ese permiso dado por la Vulgata, e [370]. «Donde otra cosa mejor o más útil el hombre
indirectamente también por San Ignacio que vid y apro- no alcance» : Éste, si que es criterio auténtico y genui-
bó semejante nota, dicen algunos que el omitir las cita- namente ignaciano: criterio que enseñó al Santo el sa-
das meditaciones es ir contra el espíritu de los Ejerci- ber sacar amor de Dios del pecado y del mismo infierno.
cios; el principal argumento ignaciano en que se apoyan
son los puntos tercero y cuarto del segundo modo de
elección y las Reglas para distribuir limosnas, de donde
sacan la consecuencia de que el ejercitante debe estar
muy familiarizado con el pensamiento de la muerte y
del juicio.
Sin duda alguna San Ignacio da por probado y
admitido que el ejercitante siente la importancia tras-
cendental de las postrimerías y que sabe percibir la luz
clarísima con que ellas nos presentan las cosas de este
mundo en su justo valor; pero todo esto parece ser
patrimonio de todo buen cristiano y no prueba la nece-
sidad de que precisamente se haya de obtener con las
meditaciones de la primera semana.
Si en dicha semana se han de meditar o no las pos-
trimerías, debe deducirse del fin que allí se propone
San Ignacio y viendo además si su meditación es n no
necesaria o conveniente para alcanzarlo.
No parece que lo necesitara San Ignacio para su
espíritu o al menos no nos consta de ello; ni tampoco
parece que él creyera que lo necesita el ejercitante para
obtener los sentimientos nobilísimos de amor que el
Santo trata de inspirar en la primera semana. Por lo
demás, quien lo necesite o lo crea conveniente hará muy
bien en servirse de este medio santísimo y apto para
inspirar el santo temor de Dios, como lo enseña en
otro lugar el mismo Santo. «Dado que sobre todo se
ha de estimar el mucho servir a Dios nuestro Señor
por p uro amor, mucho debemos alabar el temor de la
su divina majestad; porque no solamente el temor filial
es cosa pía y sanctísima, mas aun el temor servil, donde
otra cosa mejor o más útil el hombre no alcance, ayuda
mucho para salir del pecado mortal; y salido, fácilmente
viene al temor filial, que es todo acepto y grato a Dios
nuestro Señor, por estar en uno con el amor divino»
caso en que se viese «muy prompta voluntad para hacer
elección de las cosas que caen debaxo de elección mu-
dable» se podría pensar de diferente manera.
Con persona como ésta, constituida en alta dignidad.
Documento noveno aunque no tenga esa «muy prompta voluntad», y sea
de aquellos «que primero quieren haber beneficios y
REFORMA DE VIDA después servir a Dios en ellos; no van derechos a Dios,
mas quieren que Dios venga derecho a sus affecciones
desordenadas, y, por consiguiente, hacen del fin medio
TEXTO. — Para enmendar y reformar la propria vida y y del medio fin» [169]; adoptando en este caso el prin-
estado. cipio de que «según que las personas se quisieren dis-
Es de advertir que acerca de los que están constituidos poner, se debe dar a cada uno, porque más se pueda
en prelatura o en matrimonio (quier abunden mucho de los ayudar y aprovechar» [18], y mirando además al bueno
bienes temporales, quier no) donde no tienen lugar o muy o mal ejemplo que podrán dar a otros muchos, transige
prompta voluntad para hacer elección de las cosas que caen
con ella San Ignacio y dice : que «aprovecha mucho, en
debajo de elección mutable, aprovecha mucho, en lugar de
hacer elección, dar forma y modo de enmendar y reformar lugar de hacer elección, dar forma v modo de enmendar
la propria vida y estado de cada uno dellos, es a saber, po- y reformar la propria*** vida y estado». Lo que práctica
niendo su creación, vida y estado para gloria y alabanza de mente equivale a tratar a estas personas como si estu-
Dios nuestro Señor y salvación de su propria ánima. Para vieran en estado inmutable, procurando que lleven
venir y llegar a este fin, debe mucho considerar y ruminar buenavidtroqlsueciónba[172].
por los exercicios y modos de eligir, según que está declara- De semejantes personas y de las que ya están colo-
do, quanta casa y familia debe tener, cómo la debe regir y cadas en un estado inmutable, dice San Ignacio que
gobernar, cómo la debe enseñar con palabra yexmcpoln: «aprovecha mucho dar forma y modo de enmendar y
asimismo de sus facultades, quánta debe tomar para su fa-
reformar la propria vida y estado de cada uno de ellos».
milia y casa, y quánta para dispensar en pobres y en otras «Dar forma y modo» quiere decir proporcionarles ver-
cosas pías. no queriendo ni buscando otra cosa alguna sino
dadera materia para la elección y un sistema práctico
en todo y por todo mayor alabanza y gloria de Dios nuestro que seguir en tales casos. Y esto en dos cosas: en «en-
Señor. Porque piense cada uno que tanto se aprovechará en
todas cosas spirituales, quanto saliere de su proprio amor, mendar la propria vida» o lo que es lo mismo, corregir
querer y interesse [189]. el pecado y los desórdenes personales; y «reformar el
estado de cada uno dellos» perfeccionándose en el ejer-
COMENTARIO. — Siendo ya cosa sabida que quien ha cicio de la dignidad que cada uno tenga y según ella lo
tomado un estado inmutable. por ejemplo el matrimonio, pida.
no ha de hacer nueva elección de estado o vida [172], Con esto el ejercitante que se halla en estas condi-
parece que San Ignacio supone aquí igualmente, que ciones ya tiene un campo extensísimo para sus delibe-
todo aquel que ha alcanzado y posee alguna prelatura, raciones y elecciones, puesto que se le presenta rá una
no debe pensar en hacer elección de estado, aunque el multitud de cosas tocantes a su enmienda personal y al
su y o teóricamente sea mudable, puesto que práctica- perfeccionamiento del cargo que ocupa, «po niendo su
mente debe mirarse como inmutable. -Únicamente en el creación, vida y estado para gloria y alabanza de Dios
nuestro Señor y salvación de su propria ánima».
«Para venir y llegar a este fin, debe mucho consi- personas; como en matrimonio tenemos exemplo del
derar y ruminar por los exercicios y modos de eligir***, Sancto Joaquín y de Sancta Anna, los quales partiendo
según que está declarado» ; es decir, que a cada cosa le su hacienda en tres partes, la primera daban a pobres,

ha de aplicar el ejercicio y modo de elección más aco- la segunda al ministerio y servicio del templo, la tercera
modados, después de haberlo considerado largamente y tomaban para la substentación dellos mismos y
meditádolo profundamente. familia» [344].
Quien ha de hacer elección para tomar o dejar una El mismo Santo escribe a su hermano Martín (Sarria
cosa concreta, atiende a sola una materia donde con- de Oñaz: «Un hombre en esta vida tener vigilias, an-
centra toda su atención; pero el que trata de reformar sías y cuy-dados para mucho edificar, augmentar pare-
su vida y estado, se encuentra ante muchas y variadas, des, rentas y estado, para dexar en la tierra mucho
de las que cada una pide su especial consideración y nombre y mucha memoria, non est meum condemnare,
exige el modo que le es más conveniente. laudare autern nequeo; porque, según San Pablo, Re-
San Ignacio, como es natural, no puede bajar a to- bus ipsis debemus vti tanquam non vtentes, possidere
das v a cada una de estas cosas particulares, y por esta tanquam non possidentes... Si alguna parte de esto avéis
razón se limita a señalar ternas generales de enmienda sentido en tiempo passado o presente, por reverencia
y reforma dejando para el ejercitante el concretarlos. y amor de Dios N. S. os pido procuréis con enteras
Cuatro son los pinitos que marca el Santo: 1.°, «casa fuerzas de ganar honrra en el cielo, memoria y fama
y familia» ; 2.°, «cómo la debe regir y gobernar»; delante del Señor, que nos ha de juzgar» 1.
3.º, «cómo la debe enseñar con palabra y con exemplo» ; Punto segundo: «Cómo debe regir y gobernar la
4º, casa y familia.»
°, la distribución de los bienes materiales.
Punto primero: «Casa y familia.» Quiere decir: la Punto tercero: «Cómo la debe enseñar con palabra
casa con todo su séquito de bienes materiales, de ser- y con exemplo.»
vidumbre y de empleados. Por los tiempos de San Ig- Nada dice directamente sobre este particular el libro
nacio, los prelados eclesiásticos llevaban en todo esto de los Ejercicios, que todo él está ordenado a la per-
mucho rumbo y generalmente necesitaban una seria en- sonal santificación del ejercitante. Indirectamente muy
mienda y reforma, tanto mirando a su salvación y san- bien puede uno acomodar al gobierno y enseñanza de
tidad personal, como a la dignidad y perfección espi- la familia cuanto le ha sido enseñado para la enseñanza
ritual del cargo que ostentaban. y gobierno de su persona.
San Ignacio en la regla séptima para distribuir li- Punto cuarto: La distribución de los bienes mate-
mosnas, declara cuál era su pensamiento en este punto. riales. Sobre este punto San Ignacio nos ha dejado unas
«Siempre es mejor y más seguro, en lo que a su per- reglas especiales que pertenecen por entero a las elec-
sona y estado de casa toca, quanto más se cercenare y ciones y constituyen el último documento que nos queda
disminuyere, y quanto más se acercare a nuestro sumo por comentar.
pontifice, dechado y regla nuestra, que es Christo nues- Digna es de especial reflexión la máxima de vida
tro Señor. Conforme a lo qual el tercero concilio cartha- espiritual con que el Santo cierra este punto de la re-
ginense (en el qual estuvo Sancto Augustín) determina forma de la vida: «Piense cada uno que tanto se apro-
y manda que la suppeléctile del obispo sea vil y pobre. vechará en todas cosas spirituales, quanto saliere de
Lo mismo se debe 'considerar en todos modos de vivir,
mirando y proporcionando la condición y estado de las Monumenta Ignatiana, Ser. 1.º, I, pág. 81.
mresu*nsu propio amor, querer y interesse.» Espléndido
de toda la ascética cristiana, tornándola en su
partengiv;yxclsítedaorin
ignaciana acerca de las afecciones desordenadas que el
hombre debe quitar de sí, o de aquel «vencerse a sí
mismo» [21] a que van dirigidos los Ejercicios. Documento décimo

REGLAS PARA ORDENARSE EN EL COMER

TEXTO. — Reglas para ordenarse en el comer para adelan-


te [2101

COMENTARIO. — Son «reglas», es decir normas prác**


ticas y no conclusiones teóricas que ordenan lo que se;
debe hacer pero que no enseñan la manera de realizarlo.¡
«Para ordenarse», o sea, para llegar a establecer de
una manera definitiva y constante un orden racional y
espiritual; orden que debe poner la misma persona,
guiada por un criterio seguro, sostenida par la conve**
niente fuerza de voluntad y que además debe
«cnoelsrvma»Eypdt.
explicitamenté se dice en las reglas, también en el «beber».
La materia de estas reglas, permitasenos la tautolo-
gía, es la más material del hombre, la más animal del
animalis homo 1 , pero al mismo tiempo materia nece-
saria a todo hombre que vive en carne mortal. El ali-
mento, como las otras necesidades humanas, puede y
debe ser moderadoirigido v espiritualizado; lo que
no podemos hacer es rescindir de él. Finalmente es
ésta, materia que toca a todos los hombres y abarca
toda la vida.
Se trata, pues, de convertir una función, llamémosla
brutal, en un acto racional, virtuoso y de perfección
cristiana. Esta sumaria declaración de las palabras del
píritu ignacia
título pueden darnos bastante idea del espíritu
no que anima estas reglas. No estará de más volver a

1 Cor., 2, 14
leer las insinuaciones que hemos hecho sobre ellas en El apetito material es más o menos intenso, según
otros lugares de esta obra 1 y an tes de dej ar el título, sea el objeto que se le propone. Para saber esto están
querernos hacer alguna observación de carácter general de más los dictámenes de la ciencia, porque la experien-
Ordenarse o estar ya ordenado, son dos cosas muy cia se encarga de enseñárnoslo de una manera evidente.
diferentes; o dicho técnicamente: una cosa es el orden Verdad es que hay en esto ex periencias generales' cae
ira fieri y otra el orden in facto esse, como dicen los a todos nos dicen lo mismo, pero cada persona tiene las
trade filósofos. Y más en concreto todavía: no es lo mismo suyas propias que en esta materia son las más seguras.
conocer el orden que la persona debe guar- No debemos steros en nuestra misma casa,
darenlcom,quvz antes debemos conocer *enprác muy por menudo todos los ata-
tica. Se compadece muy bien el que ciertas cosas sean ques de la pasión con sus disimuladas artimañas y tai-
necesarias mientras se busca el orden y dejen de serlo madas coqueterías. Acostumbrado el ejercitante por San
una vez el orden o «el medio» quede bien determina- Ignacio a una fina introspección y a la reflexión sobre
do [229]. Ítem más: cosas diversas son el orden o me- sí mismo, fácilmente sabrá discernir los movimientos
dio objetivo y el subjetivo. En el presente caso: una todos de su apetito; sobre todo, si al tratar de estudiar
cosa es haber llegado al justo medio en la cantidad y y aplicarse estas reglas dirige su examen al conocimiento
calidad del comer, y otra diferente el que la tal persona de la pasión y del objeto de la misma.
posea el espiritu necesario para convertir ese acto ani- En esta materia supone San Ignacio que cada uno
mal en acto espiritual. ha estudiado o está dispuesto a estudiar esta función
San Ignacio nos quiere dar a conocer ambas cosas. animal del comer y beber, poniendo en claro y con la
Primero el orden objetivo, dis uniéndonos sar . mayor precisión los extremos siguientes: fuerza del
la medida justa en la cantidad y calidad de la apetito, objetos a que se siente más inclinado y.con qué
;ycoels-nti*dañ cutro intensidad, tiempos y horas en que es mayor la guerra
añadiendo en la octava un medio práctico para poder o la paz y-también el caudal de fuerzas corporales en
conservar siempre ese justo medio. En segundo lugar, relación con las propias actividades.
y esto con preferencia, quiere enseñar al ejercitante el Conocido todo esto, hay que tener cuenta con aque-
espíritu que debe guiarle en la comida para que esta llas leyes estratégicas que el Santo nos enseñó en otros
funcion, del grado infimo animal pase al valor superior lugares y que conviene recordar aquí con firme pro-
de una operación espiritual. Las reglas quinta, sexta y pósito de cumplirlas. El enemigo combate por la parte
séptima dan el medio para ello. más débil [327]. No nos ataca cuando nos tiene por
Tal vez el Santo no tuvo la intención de dividir sus suyos [34]. Arrecia en su ataque cuando huimos de
reglas de esta manera, pero ciertamente puso la mira él [329]. Acomete con mayor furia si nos acobarda-
en los dos fines de hallar y conservar en el comer el fi nos, pero huye si damos la cara [325
]. Es traidor y
.orden así objetivo como el subjetivo, y las reglas le sabe disimular y dar mil rodeos para salir con su de-
salieron divididas conforme a ese orden. pravado intento [331, 332]. No hay que retroceder nun-
Pasemos ahora a otro género de consideraciones ca [318], antes al contrario hay que revolverse contra
muy convenientes, para que luego se entienda mejor la tentación, atacando y venciendo al enemigo en aque-
nuestro comentario. llo mismo que nos propone [13, 319].

Supra, págs. 70 y 418-437.


sentir y hablar.? Debe mirarlo como salido de Babilo-
nia, es decir de aquella cátedra de fuego y humo, y con-
REGLA 1.a trario a lo que enseña y practica Jesucristo, todo hu-
milde, hermoso y gracioso en medio de su pobreza. Bajo
TEXTO. — La primera regla es que del pan conviene me- especies de pan 1 nos ha sido dada la Sagrada Euca-
nos abstenerse, porque no es manjar sobre el qual el apetito ristía, para enseñarnos que en ella tenemos la vida del
se suele tanto desordenar, o a que la tentación insista como alma, como en el pan hallamos la del cuerpo. No desha-
a los otros manjares [210]. gan los hombres lo que Dios ha hecho.
COMENTARIO. — Comenzamos por buscar el orden
La regia habla de lo que ordinariamente suele suce-
objetivo en el comer, o sea, vamos a conocer la canti- der, pero ya se entiende que puede haber excepciones;
dad y la calidad de alimento que para nosotros consti- no sólo por razones clínicas, como hemos dicho, sino
t • yen el justo medio que hemos de guardar en adelante. por motivos de templanza, por ejemplo en los acostum-
San Ignacio divide los alimentos en «pan» y «manjar», brados a comer pan con exceso. Quien en esto advir-
comprendiendo con este último nombre todo lo que no tiera desorden, debería tratar el pan como ios demás
es pan. Respecto del «beber» no hacer división alguna. alimentos.
La primera regla nos dice, que generalmente el pan
no está sujeto a examen, por ser una cosa que no pide REGLA 2ª
mucha vigilancia y porque en ella no se suele desorde-
nar el apetito ni insistir mucho la tentación. Con esto TEXTO. — La segunda : acerca del beber paresce más
queda establecida la primera norma de alimentación cómoda la abstinencia, que no acerca el comer del pan ;
que debe seguir toda persona espiritual : el pan debe por tanto se debe mucho mirar lo que hace provecho, para
mirarse como el elemento fundamental de la vida. admitir, y lo que hace daño, para lancallo [211].
Concuerdastmnoelguajsdpr

Dios en la Sagrada Escritura 1 , como el modo de hablar COMENTARIO. — Una nota de la cuarta semana dice
tradicional entre los hombres. Dos buenos criterios de textualmente: «en, lugar de la penitencia, mire la tem-
verdad. Ya se entiende que aquí hablamos de hombres perancia y todo medio, si no es en preceptos de ayunos
sanos o que al menos no están sujetos a contraindica- o abstinencias, que la Iglesia mande, porque aquéllos
ciones médicas justificadas. siempre se han de complir, si no fuere justo impedi-
El código que en este punto rige la vida moderna mento» [229]. Hay en esta nota dos palabras técnicas:
está en abierta oposición con esta nuestra norma; él «templanza» y «penitencia», cuya definición conviene
dice: no comer pan, o comer poco. ¿Razones? Salvo 'as conocer y recordar porque nos es necesaria para la ex-
excepciones arriba indicadas, todas las que alega son fú- plicación de ésta y de las siguientes reglas.
t iles, como el espíritu mundano que dicta la ley; y se San Ignacio en la primera semana y aplicándolas a
reducen, o al poco gusto que el pan proporciona o a la esta misma materia del comer y beber, las definió de la
enea de conducta que impone la moda. manera siguiente: «Temperancia es guando quitamos lo
¿Qué caso debe hacer el ejercitante de este modo de superfluo; penitencia, guando quitamos de lo conve-
niente» [83].
Gen., 3, 19.
lo., 6, 35: hit., 26, 26.
Vengamos ahora a las palabras de la regla. «Absti- De dos maneras podemos evitar prácticamente el
nencia» es privac i ón voluntaria, la dicte la templanza desorden: o acostumbrándonos a las bebidas vulgares,
o la penitencia; es lo mismo, El «provecho» y el «daño» o si se trata de las finas y delicadas, tomándolas en
de que nos habla, se entiende en el terreno y sentido pequeña cantidad como se dirá de los alimentos. Éstas
racional y espiritual; que sí se las quisiera referir a la son las normas que nos da San Ignacio en la regla si-
parte física, ipso jacto, se relacionarían también con la guiente:
moral, tratándose como se trata de efectos voluntarios.
El «beber» de que habla aqui San Ignacio, puede
REGLA 3ª
referirse a la parte líquida que exige toda clase de ali-
mentación, o bien a la satisfacción del sentido. El Santo Texto-- La tercera: acerca de los manjares se debe
no lo declara, pero es seguro que no nos apartarnos un tener la mayor y más entera abstinencia; porque así el ape-
punto de su propósito estudiando separadamente las dos tito en desordenarse como la tentación en investigar, son
cuestiones. más promptos en esta parte, y así la abstinencia en los man-
da que se juzga necesaria para la nu-
parte jares para evitar dessorden, se puede tener en dos maneras:
trición es el agua; comprendiendo la que ya llevan en la una en habituarse a comer manjares gruesos, la otra, si
sí los alimentos que injerimos y la que se bebe por se- delicados en poca quantidad [ata].
parado. En el caso de una alimentación conveniente así
en la cantidad como en la calidad, no es mucha el agua ComENTARio. — Ordenado el uso del pan y del agua
que de ordinario pide y necesita el organismo, y lo más en las dos primeras reglas, y asegurado con ello lo que
conveniente es no cargarlo. es esencial e intangible en la vida, resta todavía el cam-
Por lo tanto, no sólo la razón y la ascética, sino la po vastísimo de tantos y tantos alimentos como Dios
misma higiene están conformes con la conclusión de ha puesto a la disposición del hombre y que San Igna-
San Ignacio de que: «paresce más cómoda la abstinen- cio comprende con el nombre general de «manjares».
cia del beber, que no acerca el comer del pan». Quiere Él los a ru a en dos categorías: manjares «gruesos»
decir, que hay menos dificultad en que cercenemos la y manjares «delicados». Cuenta entre los primeros a
bebida que el pan; y que antes pasaremos de la medida todos los alimentos vulgares, ordinarios y sencillamente
justa bebiendo demasiado, que faltemos a ella bebiendo condimentados; y entre los segundos, a los más selectos
poco. Y volviendo sobre las definiciones de templanza o a los que siendo vulgares y ordinarios, están prepa-
y penitencia, añadirnos que en este punto nos debemos rados exquisitamente.
atener a la primera y no a la segunda, porque la tem- Para conseguir en el uso de los manjares el orden
planza quita de lo superfluo y no toca lo conveniente objetivo que buscamos, nos dice San Ignacio que debe-
ni de ordinario debe tocarlo. mos emplear la «abstinencia» o sea la privación
Si se mira el beber como satisfacció n o deleite del voluntari; o una abstinencia
yn cualquiera. sino «la mayor
sentido, entonces entran en la cuenta toda clase de be- y más entera» ; una abstinencia que no se contente con
bidas; y en tal caso sí que «el apetito, se suele desor- la «temperancia», que sólo es privación de lo super-
denar y la tentación insistir» y por lo mismo, corno se fluo, sino que llegue a la «penitencia», que es privación
dice en la regla tercera «se debe tener la mayor y más de lo conveniente.
entera abstinencia» ; es decir, hay que valerse de la Conseguido de una manera permanente este orden,
templanza y de la penitencia; de las dos a la vez. ya no es necesario que la abstinencia sea «la mayor y
más entera» ; puede prescindir ordinariamente de la pe- nacío es la siguiente: La rapidez en conseguir el orden
nitencia y ceder el puesto a una constante templanza. deseado es ordinariamente proporcional a la intensidad
Mientras dure la lucha por el orden y la penitencia lleve con que interviene la penitencia con su norma de abs-
*ladirecón la dirección hemos de tener muy presente el límite que tenerse de lo conveniente, sin que el hombre venga a
repeti damente impone San Ignacio en otros lugares: caer en alguna enfermedad.
«Que no se corrompa el subiecto; ni se siga enferme- Un orden prontamente adquirido es doblemente orde-
dad notable» [83 y 84]. El orden se podrá dar por bien nado y doble don también del alma; es por lo tanto
aseg urado. cuando ni el apetito «sea prompto en des- convenientísimo lanzarse a su rápida adquisición, pero
ordenarse», es decir cuando no se adelante a la razón sin olvidarse nunca de la limitación expresamente de-
y a la voluntad; ni la tentación «sea prompta en insti- clarada por San Ignacio. En este punto, no se contenta
gar» perturbando el uso de las potencias espirituales. el Santo con darnos la regla, sino que añade las razo-
San Ignacio atendiendo a las dos categorías en que nes en que ella se apoya, y son dos.
dividió los manjares, nos da dos maneras prácticas para Enprimelugatsd penica
guiarnos en esa lucha por el orden: «la una (está) en petición de una especial asistencia divina. Es ley de la
habituarse a comer manjares gruesos; la otra, si deli- penitencia, según el Santo, ser medio «para buscar y
cados. en poca cantidad». La misma medida debe adop- hallar alguna gracia o don que la persona quiere yde-
tarse por lo que toca a las bebidas, como ya antes indi- sea, ansi como si desea haber interna contrición de sus
cábamos. Todo son golpes contra el apetito y la pecados o llorar mucho sobre ellos o sobre las penas y
tentación y ya se sabe que a fuerza de golpes hasta las dolores que Christo nuestro Señor passaba en su pas-
bestias obedecen. Otro medio propone el Santo en la sión, o por solución de alguna dubitación en que la
regla siguiente, que es la manera conveniente de asestar persona se halla» [87]. Es también medio particular-
esos golpes al apetito desordenado. mente efi caz contra la desolación «alargarnos en algún
modo conveniente de hacer penitencia» [319].
Nótese que la eficacia de la penitencia no proviene
REGLA 4ª inmediatamente de la penitencia misma como ex opere
opereta, sino que viene de Dios, el cual cuando nos-
Texto. — La quarta: guardándose que no caiga en enfer- otros «nos ayudamos y disponemos», también se mue-
medad, quanto más hombre quitare de lo conveniente, alcan- ve a obrar directamente en nosotros. Idea es ésta muy
zará más presto el medio que debe tener en su comer y exacta, y muy arraigada también en San Ignacio. Las
beber, por dos razones: la primera porque así ayudándose transformaciones espirituales del alma son una gracia
y disponiéndose, muchas veces sentirá más las internas no- de Dios y nosotros no hacemos más que prepararles el
ticias, consolaciones y divinas inspiraciones para mostrár-
camino. Los mismos Ejercicios no son otra cosa que
sele el medio que le conviene: la 2ª si la persona se vee en
la tal abstinencia, y no con tanta fuerza corporal ni dispo- «un modo de preparar y disponer el ánima» [1 ]. El Se-
sición para los exercicios espirituales, fácilmente vendrá a ñor a las veces nos hace ver claramente que Él es el
juzgar lo que conviene más a su sustentación corporal [213]. que quita y pone en nuestras almas dándonos consola-
ción sin que medie causa alguna precedente [33 0];*** pero
Comentario. — Lo propio de esta regla es, declarar- cierto es que de ordinario pide nuestra cooperación.
nos la estrategia que debemos adoptar para llegar a un En conformidad con lo dicho, nos dice ahora San
orden sólidamente establecido, La fórmula de San Ig** Ignacio que en el caso presente de buscar y hallar el
orden en* * el comer, la penitencia intensa «muchas veces que está subjetivamente ordenado. Para ello nos da San
hará sentir más las internas noticias, consolaciones y Ignacio un medio fácil, agradable y eficaz, fruto directo
divinas inspiraciones para mostrársele el medio que le de los Ejercicios, que consiste en ponerse delante a e -
conviene». «Noticias», «consolaciones » y «divinas ins- sucristo y tomar ejemplo de él.
piraciones», constituyen el segundo tiemopo de hacer Durante dos semanas consecutivas nos hemos acos-
sana y buena elección [176] y ya sabemos que ésta es tumbrado a mirar, oír y contemplar la persona de le -
divina y segurísima. Por lo tanto, una penitencia in- sucristo en toda suerte de acciones y con tanta intimi-
tensa puede ser, según el Santo, un medio rápido y se- dad «como si presentes nos hallásemos» [ 14j ; de se-
guro para dar con el orden estable en el comer. mejante contemplación nacen el conocimiento y el amor,
La experiencia personal que la penitencia propor- y por reflexión sobre nosotros mismos también la imi-
ciona puede muy bien ser una segunda razón de la rapi- tación.
dez en hallar el orden deseado. Así, cuando la persona ¿Queremos, pues, ordenarnos en el comer? Contem-
penitente experimenta que con la abstinencia «no se ha- plemos para ello detenidamente a Cristo nuestro Señor,
lla con tanta fuerza corporal ni disposición para los como si lo estuviéramos viendo «comer con sus após-
exercicios espirituales» cae en la cuenta de que ha lle- toles; y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y pro-
gado a un límite donde no le conviene permanecer y curemos de imitarle». Sin duda San Ignacio se detuvo
que debe buscar otro medio «que convenga más a su en esta contemplación con gran dulzura de su alma
sustentación corporal». La serie de Stas experiencias de ella sacó la presente regla.
graduadas le proporcionarán sin duda alguna ese medio Tres frutos nos proporcionará, según San Ignacio,
que va buscando. esta contemplación. Primeramente aprenderemos de je-
sucristo una regla de «mayor concierto y orden de cómo
nos debemos haber y gobernar», porque en el acto ma-
REGLA 5ª terial del comer guardaba el Redentor un orden mucho
más perfecto del que nosotros podemos alcanzar con
Trato. — La quinta: mientras la persona come. considere todas nuestras pruebas y tanteos. En segundo lugar
como que vee a Christo nuestro Señor comer con sus após- contemplando cómo come Él con sus apóstoles y com
toles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y procure habla y se comunica con ellos, siendo como eran tan
de imitarle. De manera que la principal parte del entendi-
miento se occupe en la consideración de Nuestro Señor, y imperfectos; la perfección que en Él advertimos será
la menor en la sustentación corporal, porque así tome parte para que nos sintamos atraídos a su compañía y
mayor concierto y orden de cómo se debe haber y gober- a su imitación. finalmente podremos dar a nuestro en-
nar [214]. tendimiento una nutrición espiritual que contrapese la
parte animal que lleva en si la nutrición corporal, «de
COMENTARIO. — Las reglas que vamos ahora a co- manera que la principal parte del entendimiento se ocu-
mentar nos proporcionan el orden subj etivo en el comer. pe en la consideración de Nuestro Señor, y la menor
objetivo tiende principalmente a quitar defectos, en la sustentación corporal». Admiremos aquí dos co-
el subjetivo comunica perfecciones que dan al acto del sas: la perfección positiva que en todo esto nos enseña
comer un valor espiritual y de cosa perfecta. Cuando San Ignacio y el medio fácil y atractivo que nos propone
elhombracputensíriocpad para conseguiría.
en cosas espirituales y de perfección, podemos decir
REGLA 6.' REGLA 7ª

TEXTO. - La sexta: otra vez mientras come, puede tomar TEXTO. - La séptima: sobre todo se guarde que no esté
otra consideración o de vida de santos o de alguna pía con- todo, su ánimo intento en lo que come, ni en el comer vaya
templación o de algún negocio espiritual, que haya de hacer; apresurado por el apetito; sino que sea señor de sí, así en
porque estando en la tal cosa atento, tomará menos la manera del comer, como en la quantidad que come [216].
[cmaysdento2ir1pól5j].t
COMENTARIO. - Ésta es, entre todas, la regla más
COMENTARIO. - La presente regla nos ofrece nuevo esencial, porque nos da toda la orientación subjetiva
y abundante alimento espiritual para el alma y a la qus buscamos contenida en una fórmula total, clara y
vez nos declara el fin inmediato que con ello persigue. precisa. Hela aquí : «EI espíritu sea señor de sí»
El alimento espiritual es mucho y variado : vidas de Los apetitos y concupiscencias caen en el desorden
Santos, piadosas contemplaciones y negocios espiritua- porque quieren mandar, cuando han sido creados sólo
les. Las personas que andan ocupadas en rosas santas para obedecer ; quieren ser señores, siendo de su con-
tienen el alma llena de semejantes consideraciones, y la dición esclavos. El espíritu es el señor y el que ha de
santa costumbre que guardan las comunidades religiosas mandar ; pero si el apetito se desordena, pasa entonces
de tener lectura durante las comidas, es sin duda alguna a ser el esclavo que obedece.
una hermosa aplicación de esta ley. «El espíritu sea señor de sí», que es lo mismo que
El fin que se pretende con todas estas consideracio- decir: tenga el espíritu conciencia muy viva y bien
nes espirituales es, que «estando en la tal cosa atento, despierta de que es señor de derecho y de que debe
binará menos delectación y sentimiento en mamar serlo también de hecho; tenga plena conciencia de aque-
corporal». El desorden en el comer, no está precisa- lla ley que dictó Dios en los tiempos mismos de la crea-
mente en lo material de la comida, sino en el deleite ción: «debajo de ti estará el apetito y tú le domina-
que en ella busca y encuentra el alma. Come el animal rás» O se tiene o no se tiene esa conciencia viva:
y no se desordena, porque él y las cosas se mantienen en el primer caso, todo iría ordenado; en el segundo,
en el lugar que les corresponde; pero el hombre falta todo lo dicho y lo que se pueda añadir quedará redu-
y quebranta el orden en el comer, porque el alma siendo cido a meras fórmulas y preceptos externos que de poco
espiritual se entrega a una cosa material que le es muy o nada servirán.
inferior, buscando allí una complacencia y sentimiento «El espíritu sea señor de sí.» San Ignacio explica
excesivos, en los que no sólo se goza el cuerpo, sino algo más en que debe consistir semejante dominio. Dice
también ella misma. primeramente, que «se guarde que énotodo est su áni-
La manera, pues, de elevar el acto material del co- mo intento en lo que come» ; no quiere decir con ello
mer debe consistir en lograr que el placer y el senti- que el espíritu esté total y absolutamente alejado de
mien to del alma se trasladen a cosas espirituales; y que lo que hace, porque esto nos llevaría a una exageración
en las puramente corporales se detengan el menor tiem- imposible de guardar.
po posible.

Gen. , 4, 7.
Atendiendo a lo dicho en las reglas quinta. sexta y la comida o cena por venir, y ansi con s equenter cada día,
séptima. claramente se ve que la mente del Santo es, la cantidad que conviene que coma; de la cual por n ún
ni g
appetito ni tentación pase adelante, sino antes por más ven-
que el espíritu no se concentre todo éenloqucm,
cer todo apetito desordenado y tentación del enemigo , si es
sino que ponga la parte principal de su atención en tentado a comer más, coma menos [217].
«algún negocio espiritual» y «la menor en la sustenta-
ción corporal», y de esta manera «no tomará tanta de- COMENTARIO. —De nuevo vuelve San Ignacio al cm-
lectación y sentimiento en el manjar corporal».
den objetivo, para dejarlo del todo asegurado en la
Haciéndolo así, el acto ya no es puramente animal, infinita variedad de circunstancias en que puede hallarse
sino acto humano, acto al mismo tiempo del cuerpo y la persona y que de seguro sobrevendrán.
del espíritu, y acto capaz de espiritualidad y de per- Las reglas tercera y cuarta nos dieron un procedi-
fección. miento experimental para llegar a conocer con certeza
Dice en segundo, lugar San Ignacio que el espíritu la justa medida que debemos tener en el comer. Dán-
debe ejercer su dominio «en la manera del comer». El dola, pues, por sabida y no olvidada, pasa ahora San
animal «va apresurado por el apetito», el espiritu debe Ignacio a ponernos en conocimiento de un medio
refrenar y moderar este apresuramiento. La misma nor- suyo para que aquella medida no se quede en la región
ma nos impone la urbanidad ; pero siendo, como es, una de los conocimientos generales, sino que se aplique a
disciplina simplemente exterior y en gran parte con-
vencional, no va a buscar la raíz donde residen el mé- cada caso en particular, y de hecho entre en la práctica
durante toda la vida.
rito y la elevación de la moderación deseada, y a todo
tirar consigue su propósito sólo en presencia de otros El medio no es otro que aquel examen de previsión
y por respetos humanos. Nuestra ley espiritual, en cam- del que ya tratamos hablando del examen particular';
bio, lleva en sí una fuerza su erior que eleva el acto un examen por adelantado de lo que debe ser el acto
al valor de verdadera virtud v as gura el éxito lo que nos proponernos realizar, y acompañado de la firme
mismo ante las personas que en la más completa soledad. resolución de que, llegada la hora, el acto se realizará
Resumiendo: San Ignacio proclamando y afianzando como estaba , determinado.
el imperio del espíritu en el acto del comer, consigue Dos partes, pues, tiene semejante examen: primera,
tres cosas que nos dan la posesión del orden perfecto fijar con exactitud y de antemano lo que debe ser
que persiguen estas reglas. primero, pone a salvo la nuestra próxima comida ordenada; segunda, proponer firme-
dignidad interna de la persona colocándola en un am- mente que ella sea de hecho tal cual lo propusimos.
biente de alta espiritualidad; segundo, asegura la mode- En este caso, como en el examen particular, es de
ración en la forma y modo externo del comer ; tercero suma importancia escoger el tiempo con la mayor pre-
cisión.
fija la cantidad y la calidad de los alimentos. Todo ello,
Allí el primer tiempo es «luego en levantándo-
como se ve, muy racional y sólidamente espiritual.
se» [24], la hora en que el espíritu está más sereno con
respecto al asunto de que se trata, cuando ni la tentación
REGLA 8ª ni la ocasión obscurecen o perturban la visión del alma.
Aquí se ha de buscar de la misma manera ese tiempo
TEXTO. — La octava: para quitar dessorden mucho apro-
vecha que después de comer o después de cenar o en otra
hora que no sienta apetito de comer, determine consigo para Tomo 1, pág. 360.
tranq uilo con relación al apetito; y a San Ignacio le
parece que el mejor es «después de comer o después
de cenar o en otra hora que no sienta apetito de comer». Epílog
Y corno este examen de previsión debe hacerse para
cada comida, cada una exige hora diferente, que podrá Terminado ya el comentario de las «Reglas par.,
ser o al terminar la comida presente o en otro tiempo ordenarse en el comer», creo conveniente detenernos en
en que la persona se vea del todo libre del estímulo la consideración de dos puntos de vista, más claros
del apetito. Fijémonos ahora en las dos cosas ahora que durante la explicación del comentario. El
practicarse en este examen de previsión. primero es, definir con claridad qué reglas pertenecen
La primera es determinar para la próxima comida exclusivamente al tiempo en que vamos buscando la or-
con toda exactitud «la cantidad (y la cualidad) que con- denación objetiva, y cuáles las que debemos observar
viene que coma». Quien respecto de la templanza y pe- durante toda la vida, una vez conseguida dicha orde-
nitencia haya hecho todas las pruebas y tanteos que nación. Esta distinción viene ordenada e impuesta por
San Ignacio nos enseña en es tas reglas, y acabe ahora la experiencia, pues hay almas que cometen excesos en
de comer ordenadamente y «siendo señor de sí», no hay materia de penitencia y se escudan con algunas pala-
duda de que está en la mejor disposición para deter- bras de San Ignacio, arrancadas de su propio lugar y
minar «lo que conviene que coma» en la refección si- desfigurada su verdadera significación, contra el intento
guiente. manifiesto del autor de los Ejercicios. Las tales palabras
De aqui que dentro de los Ejercicios, quiera San Ig- se hallan en las «Reglas para ordenarse en el comer»
nacio que se le pregunte al ejercitante cuando acaba de y en la adición décima donde se trata de la penitencia.
comer, lo que desea para la cena «en cualidad, cantidad Dijo el Santo en la tercera regla que «acerca de los
y tiempo» 1 ; y que después de la cena se le vuelva a manjares se debe tener la mayor y más entera abstinen-
preguntar lo mismo para la comida del día siguiente. cia» [212]. Añadió en la cuarta que «guardándose que
En manera alguna consiente el Santo que eso lo deter-
no caiga en enfermedad, quanto más hombre quitare
minen ni el Director ni otra persona alguna. de lo conveniente, alcanzará más presto el medio que.
La segunda es el propósito de que «por ningún ap- debe tener en su comer y beber» [213]. En la adición
perito ni tentación pase adelante, sino antes por más décima dice de la penitencia que la primera manera de
vencer todo apetito desordenado y tentación del enemi- practicarla es en el comer : «penitencia es guando qui-
estragi go, sí es tentado a comer más, coma menos» La gran
tamos de lo conveniente y quanto más y más, mayor y
de no retroceder jamás, sino atacar siempre,,
mejor, sólo que no se corrompa el subiecto, ni se siga
haciendo el oppositum per diametrum [13, 319]. De
enfermedad notable» [83].
presente, el propósito; y cuando llegue la hora, su cum- La segunda manera de penitencia consiste en «el mo-
plimiento mas exacto. Quien así lo cumpla «se ordena- do de dormir» no en el tiempo conveniente, y «es peni-
rá en el comer» no sólo en t iempo de Ejercicios, sino
tencia guando en el modo se quita de lo conveniente, y
«para adelante» y para toda la vida.
cuanto más y más, mejor, sólo que no se corrompa el
subiecto ni se siga enfermedad notable» [84] La ter -
Supra. pág. 419.
cera manera de penitencia es «castigar la carne, dan-
**dole dolor sensible» [83].
En este último punto omite San Ignacio la expresión
de «quanto más y más, mayor y mejor», pero la ponen rdinar en él; salvando, ya se en
planza, viva de ordinario
por su cuenta y con la mayor facilidad algunos tiende, lolosprecaIgdit d
discípulos celosos, y hasta pasan a confirmarla, incluso con entlea, lo m ismo
my o d epjaarnad o(riog:*enludsmzca)al ordinaria
las penitencias terribles que el Santo practicó y con las como para la extraordinaria, que en casos excepciona-
que él permitió y aun aconsejó a sus primeros compa- les puede ser hasta necesaria.
ñeros.
Éstos son los pasajes de los Ejercicios que dan pie En este punto, el problema sale ya del terreno pro-
E
a interrogaciones, teórica y prácticamente exageradas; pio de las presentes regias para entrar en el campo
de las leves generales de la penitencia externa. Sigamos
son todos ellos lugares paralelos que necesitan su au-
pues con él, planteado en este lugar paralelo al de las
téntica explicación, sacada, se entiende, del mismo San-
reglas, pero siempre conforme a los dictámenes de San
to, y no de nuestras preferencias personales. Comen-
tando en la primera semana la adición décima, anota- Ignacio y no a los de nuestras propias inclinaciones.
Los puntos ignacianos son los siguientes:
rnos la moderación y las cautelas que San Ignacio le
pone a la penitencia i ; ahora diremos más en particu- • Primero: Se debe practicar la penitencia externa,
lar cómo deben entenderse y practicarse las reglas del porque es el fruto natural de la penitencia interna que
comer, aunque haciendo referencia, corno es debido, a todos hemos de sentir (siendo ella el dolor de nuestros
la penitencia general. pecados) [82].
Repetimos aquí lo que ya dijimos en el comentario: • Segundo: La penitencia externa puede hacerse de
que las cuatro reglas se ordenan a «alcanzar más pres- muy diversas maneras [83-851; admite varios grades
te el medio que debe tener en su comer y beber» [213], como lo deja entender la expresión «quanto más y más,
y que por lo tanto su práctica sólo se extiende hasta mayor y mejor» ; hay tiempos que la piden mayor o
haber conseguido ese justo medio en que consiste la menor [87], y es también diferente según la clase de
ordenación que se busca en el comer. Conseguido esto, las personas que la hacen [89].
las reglas ya han cumplido con su deber y no hay que Tercero: La penitencia externa debe ir regida
forzarlas a que den más de lo que tienen, no sólo para leyes espirituales. Así la primera y la tercera semanas
que el sujeto «no caiga en enfermedad» sino para evitar de Ejercicios invitan y piden penitencia, y en ellas cum-
que «la persona se vea no con tanta fuerza corporal ni plía San Ignacio y quería que los demás cumplieran
disposición para los exercicios espirituales». con el aguanto más y más, mayor y mejor». En la
San Ignacio no se olvida de hablar claro en este segunda «algunos misterios piden penitencia, y otros
punto como lo hace en una nota referente a la cuarta no» [130]. En la cuarta, «en lugar de la penitencia,
semana, donde dice: «en lugar de la penitencia, mire la mire la temperancia y todo medio» [229].
temperancia y .•* todo medio, si no es en preceptos de Si la penitencia, como vemos, debe ir graduada en
'* tiempo de Ejercicios, con mayor motivo debe hacerse
ayunos o abstinencias, que la Iglesia mande, porque
aquéllos siempre se han de complir, si no fuere justo lo mismo fuera de ellos. Ha de haber en esto una me-
impedimento» [229]. La ley ignaciana puede, pues, for**
dida justa, como en el comer ; medida que debe ser fruto
cemlarse diciendo que la persona que sale de los de repetidos tanteos: «muchas veces aprovecha hacer
Ejercicios, una vez haya hallado el justo medio de la tem- mudanza en el comer, en el dormir y en otros modos
de hacer penitencia; de manera que nos mudemos ha-
1 Supra, págs. 420-421. ciendo dos o tres días penitencia, y otros dos o tres
no; porque a algunos conviene hacer más penitencia y gañía de Jesús, que no tiene penitencias que la obliguen
a otros menos; y también porque muchas veces dejamos por ley, pero quiere y procura que cada uno de sus
de hacer penitencia por el amor sensual y por juicio hijos tenga bien reglamentadas sus penitencias particu-
erróneo, que el subiecto humano no podrá tolerar sin lares guiándose en todo por luz sobrenatural y por la
notable enfermedad; y algunas veces, por el contrario, dirección de la obediencia.
hacemos demasiado, pensando que el cuerpo pueda to- Esto no es ciertamente prescindir de la penitencia,
lerar; y como Dios nuestro Señor en infinito conosce ni mucho menos entrar por el camino de una espiritua-
mejor nuestra natura, muchas veces en las tales mu- lidad muelle, sin nervio ni virilidad; es sencillamente
danzas da a sentir a cada uno lo que le conviene» [89]. espiritualizarla, sacarla del arduum sub ratione ardui,
Cuarto: Una vez hallada la medida justa, no se debe para hacer de ella un medio dócil que sepa sentir las
salir de ella en la vida ordinaria si no es por justas más finas virtudes y aun la perfección de las mismas.
razones. San Ignacio pone como ejemplo «buscar y hallar El cuerpo debe servir al espíritu y éste debe regir
alguna gracia o don que persona quiere y desea» [87], y gobernar el cuerpo, con una serenidad, que ya que
o luchar contra alguna desolación fuerte «alargándose no puede llegar a igualarla se acerque cuanto sea po-
en algún modo conveniente de hacer penitencia» [3191. sible a la armonía que Dios concedió al hombre al darle
Muy conveniente sería volver a leer la carta del Santo la gracia de la integridad. El alma es el jinete que ca-
que en otro lugar dejamos copiada 1. balga lleno de dignidad, marcando ágil y expeditamente
San Ignacio practicaba lo que enseñaba. En los tiem- el paso v la dirección; y si la bestia no obedece ni se
pos de su conversión tomó la penitencia únicamente sujeta a ley, viene entonces el castigo, que por eso
como fuerza poderosa para dominarse a sí mismo y no dejó el alma las riendas, ni el freno, ni la espuela.
la practicaba ateniéndose constantemente al «cuanto Estas reglas tomadas literalmente se aplican sólo al
más y más, mayor y mejor». Los Ejercicios le dieron comer y beber, pero el espíritu que las anima y los
gran luz sobre este punto y sobre todos los demás con- procedimientos que nos proporcionan, sirven a mara-
cernientes a la vida espiritual, y vió entonces que la villa para materias análogas; para todo aquello que
penitencia no era un fin, sino un medio para el fin, y necesariamente nos es presente y que por tocarnos a
desde su salida de Manresa la practicó de modo muy nosotros hemos de velar sobre ello.
diferente. Pasan los tiempos, funda la Compañía, y en San Ignacio, por ejemplo, nos habla en los Ejercicios
punto a penitencia el San Ignacio de Roma es muy del uso de la claridad [79], de la temperatura [130],
otro que el de Manresa. Sus compañeros siguieron un del mirar [SI] y del hablar [8o]. El que haya enten-
camino parecido al de su padre. En los Ejercicios, du- dido bien estas reglas para ordenarse en el comer ; y
rante su transformación y mudanza espiritual o cuan- mejor, si aplicándoselas a sí mismo ha llegado a ad-
do en determinadas ocasiones deseaban alcanzar de Dios quirir un conocimiento práctico de las mismas,
algunos fines particulares, se daban a grandes peniten- facilísimamente sabrá aplicarlas a otras materias paralelas
cias. En el resto de la vida ordinaria , se atenían a una o parecidas; y no sólo a las de orden exterior y sen-
justa y razonable medida . en conformidad con lo que sible, sino también a las internas y espiritual e s . Por
pedían sus ministerios con los prójimos y su clase de ellas v. g. podrá ordenar el uso de la imaginació n , de
Com* vida espiritual. 1 esto mismo sigue practicando la la memoria, de las facultades estéticas, del sentimiento
y aun de la misma potencia especulativa. Por esta ra-
' Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, I, pág. ;o& zón, aunque hubieran estado bien en cualquier otro lu-
gar de los Ejercicios . en la entrada de la cuarta semana sea la energía, antes se dará con el debido y justo
medio.
están como en su lugar propio, pues este tiempo, como Hallado éste, hay que procurar conservarlo y espi**-
dice San Ignacio, es de «tem planza y todo medio» [29]. ritualizarlo. Conservarlo quiere decir, perseverar firmes
Fijémonos por un momento y- de una manera parti- en eI convencimiento de que aquello y no otra cosa es
cular en el método de dominar y educar nuestras pa- lo conveniente; conciencia que debe •formarse valiéndo-
siones sensibles por analogía con lo que nos ha ense- nos de los tiempos en que el apetito está quieto y so
ñado San Ignacio para ordenarnos en el comer. A pri- segado, y haciendo caso omiso de los de excitación. En
mera vista nos podría parecer que el alma no puede segundo lugar debe espiritualizarse el acto en el une
hacer nada con una pasión material que reside en un se le concede al apetito el justo medio; esto se logra
órgano corporal y está sometida a unas disposiciones despertando en el alma sentimientos que aparten del es-
físicas que ella no puede quitar ni siquiera modificar, píritu la atención al gusto material de semejante acto,
pero pensando mejor las cosas a la luz de las normas para ponerla en otras cosas puramente espirituales. Con
que nos ha dado San Ignacio para dominar y educar este proceder el hombre es siempre señor de sí mismo
el apetito de comer, se ve que existe realmente una y puede convertir esas funciones materiales y animales
sabiduría espiritual capaz de regular, aunque indirec- en actos espirituales y de perfección.
tamente, hasta las concupiscencias más animales que
exigen y reclaman lo que para la vida del cuerpo es
esencial. Veamos de formular los puntos principales de
esta altísima pedagogía.
Lo primero que debe examinarse es el caso de que
el apetito reclame algún acto presentándolo como ne-
cesario para la vida. Si dicha necesidad realmente no
existiera, la sabiduría dicta entonces que decidida y
absolutamente se le cierre el paso a la concupiscencia
sin ceder en ello un punto por ninguna razón. No tiene
aquí lugar el «quanto más y más, mayor y mejor», sino
que hay que ir a la negación más rotunda y al oppo-
situm per diametrum, tantas veces enseñado por San
Ignacio. Estamos frente a un enemigo, al que no basta
vencer, sino que es preciso derrotar completamente.
Si lo que pide el apetito fuera cosa necesaria para
la vida, ante todo se debe conocer experimentalmente
lo que hay en tal caso de necesario y conveniente; y
para saberlo con certeza el mejor camino es quitar aun
de lo conveniente hasta dar con el justo medio por ex-
periencias repetidas. No basta aquí la templanza, y es
preciso echar mano de la penitencia, y «quanta mas
y más, mayor y mejor» con tal que no peligre la vida
ni se siga enfermedad notable, Cuanto mayor en esto
la consideración y escrutinio dél, y lo mismo se guarde en
los pecados mortales [242].
2ª nota. — Después de acabado el discurso ya dicho so-
bre todos los mandamientos, acusándome en ellos, y pidiendo
gracia y ayuda para enmendarme adelante, hase de acabar
Documento undécimo con un coloquio a Dios nuestro Señor según subiecta mate
ria
TRES MODOS DE ORAR
SECUNDO SOBRE PECADOS MORTALES.
Acerca de los siete peccados mortales, después de la addi-
TEXTO. — TRES MODOS DE ORAR, Y PRIMERO SOBRE MANDA- ción, se haga la oración preparatoria, por la manera ya di-
MIENTOS.
cha, sólo mudando que la materia aquí es de peccados que
La primera manera de orar es cerca de los diez manda- se han de evitar, y antes era de mandamientos, que se han
mientos, y de los siete peccados mortales, de las tres po- de guardar, y asimismo se guarde la orden y regla ya dicha
tencias del ánima, y de los cinco sentidos corporales; la y el coloquio [244].
cual manera de orar es más dar forma, modo y exercicios, Para mejor conoscer las faltas hechas en los peccados
cómo el ánima se apareje y aproveche en ellos, y para que mortales. mírense sus contrarios y así para mejor evitarlos
la oración sea acepta, que no dar forma ni modo alguno de
orar [238]. proponga y procure la persona con sanctos ejercicios
[ytaend2rlqs4iuv5].ocntrais
Primeramente se haga el equivalente de la 2. a addición
de la 2ª semana, es a saber, ante de entrar en la oración 3° SOBRE LAS POTENCIAS DEL ÁNIMA.
repose un poco el espíritu asentándose o paseándose, como Modo. — En las tres potencias del ánima se guarde la
mejor le parecerá, considerando adónde voy y a qué; y misma orden y regla que en los mandamientos, haciendo su
esta misma addición se hará al principio de todos modos del adición, oración preparatoria y coloquio [246].
orar [239].
Oración. — Una oración preparatoria, así como pedir 4° SOBRE LOS CINCO SENTIDOS CORPORALES.
gracia a Dios nuestro Señor, para que pueda conoscer en lo Modo. — Cerca los cinco sentidos corporales se tendrá
que he faltado acerca los diez mandamientos, y asimismo siempre la misma orden, mudando la materia de ellos [247].
pedir gracia y ayuda para me enmendar adelante, deman- Nota. — Quien quiere imitar en el uso de sus sentidos a
dando perfecta inteligencia cienos para mejor guardallos y Christo nuestro Señor, encomiéndese en la oración prepara-
para mayor gloria y alabanza de su divina majestad [240]. toria a su divina majestad; y después de considerado en cada
Para el primer modo de orar conviene considerar y pen- sentido, diga un Ave María o un Pater noster, y quien qui-
sar en el primer mandamiento cómo le he guardado, y en siere imitar en el uso de los sentidos a Nuestra Señora, en
qué he faltado, teniendo regla por espacio de quien dice tres la oración preparatoria se encomiende a ella, para que le
veces Pater noster y tres veces Ave Maria, y si en este tiem- alcance gracia de su Hijo y Señor para ello; y después de
po hallo faltas mías, pedir venia y perdón dellas, y decir considerado en cada un sentido, diga un Ave María [248].
un Pater noster; y desta misma manera se haga en cada
uno de todos los diez mandamientos [241]. 2° MODO DE ORAR ES CONTEMPLANDO LA SIGNIFICACIÓN DE
Es de notar que guando hombre viniere a pensar en un CADA PALABRA DE LA ORACIÓN [249].
mandamiento, en el cual halla que no tiene hábito ninguno Addición. — La misma addición que fué en el primer mo-
de peccar. no es menester que se detenga tanto tiempo; mas do de orar, será en este segundo [250].
según que hombre halla en si que más o menos estropieza Oración. — La oración prepratoria se hará conforme a la
en aquel mandamiento, así debe más o menos detenerse en persona a quien se endereza la oración [251].
2º usado de orar. — El segundo modo de orar es, que la do una palabra del Pater noster o de otra oración que se
persona, de rodillas o asentado, según la mayor disposición rece, de manera que una sola palabra se diga entre un anhé-
en que se halla y más devoción le acompaña, teniendo los lito y otro, y mientras durare el tiempo de un anhélito a
ojos cerrados o hincados en un lugar sin andar con ellos otro, se mire principalmente en la significación de la tal
variando, diga Pater, y esté en la consideración de esta pa- palabra, o en la persona a quien reza, o en la baxeza de sí
labra tanto tiempo, cuanto halla significaciones, compara- mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta baxeza
ciones, gusto y consolación en consideraciones pertinentes a propria; y por la misma forma y regla procederá en las otras
la tal palabra, y de la misma manera haga en cada palabra palabras del Pater noster; y las otras oraciones, es a saber.
del Pater noster o de otra oración cualquiera que desta ma- Ave María, Anima Christi, Credo y Salve Regina hará se-
nera quisiere orar [252]. gún que suele [258].
regla.—La primera regla es, que estará de la manera I.° regla. — La primera es, que en el otro día o en otra
ya dicha una hora en todo el Pater noster, el qual acaba- hora que quiera orar, diga el Ave María por compás, y las
do, dirá un Ave María. Credo, Anima Christi y Salve Regina otras oraciones según que suele, y así conseqüentemente pro-
vocal o mentalmente, según la manera acostumbrada [253]. cediendo por las otras [259].
2.c regla. — La segunda regla es, que si la persona que 2ª regla. — La segunda es, que quien quisiere detenerse
contempla el Pater noster hallare en una palabra o en dos más en la oración por compás, puede decir todas las sobre-
tan buena materia cue pensar y gusto y consolación, no se dichas oraciones o parte de ellas, llevando la misma orden del
cure pasar adelante, aunque se acabe la hora en aquello que anhélito por compás, como está declarado [26o].
halla, a qual acabada, dirá la resta del Pater noster en la
manera acostumbrada [254]. COMENTARIO. — Entre todas las formas de orar, no
3ª regla. -- La tercera es, que si en una palabra o en dos hay ninguna que haya sido tan minuciosamente expli-
del Pater noster se detuvo por una hora entera, otro dia cada por San Ignacio como los «Tres modos de orar»
guando querrá tornar a la oración, diga la sobredicha pala- y por eso es la que menos necesita de comentario. En
bra o las dos, según que suele; y en la palabra que se sigue otro lugar dimos ya de ellos la explicación que nos
inmediatamente comience a contemplar, según que se dixo pareció conveniente y a ella remitimos al lector'.
1ªen la segunda regla [255]. La atenta lectura del texto y su práctica son el mejor
nota. — Es de advertir que acabado el Pater noster en
uno o en. muchos días, se ha de hacer lo mismo con el Ave
comentario que puede hacerse, y no cabe duda alguna
María y después con las otras oraciones, de forma que por de que San Ignacio de la práctica sacó la teoría. Todo
algún tiempo siempre se exercite en una dellas [256]. el secreto para saber practicarlos como es debido está,
2ª nota. — La 2 ª nota es, que acabada la oración, en po- en emplearlos cuando el alma se halla en las disposi-
cas palabras convertiéndose a la persona a quien ha orado, ciones que pide cada uno de ellos. Son modos de orar
pida las virtudes o gracias, de las quales siente tener más muy diferentes entre sí y piden naturalmente disposi-
necessidad [257]. ciones también diversas; pero cuáles hayan de ser las
que cada persona debe tener, nada ni nadie se lo dirá
3° MODO DE ORAR SERÁ POR COMPÁS. más claramente que la experiencia personal.
Adición. — La adición será la misma que fué en el pri- Hechas las anteriores observaciones, sólo nos resta
mero y 2.° modo de orar. responder a la pregunta del por qué ponemos los «Tres
Oración. — La oración preparatoria será como en el se- modos de orar» como documento de la cuarta semana.
gundo modo de orar. Y contestamos así : en primer lugar porque el libro
3.° modo de orar. — El tercero modo de orar es, que con
cada un anhélito o resollo se ha de orar mentalmente dícien- Tomo 1, págs. 194-2022.
de lo s Ejercicios los pone a continuación de la «Con-
templación para alcanzar amor». Y en segundo porque
en la anotación cuarta dice San Ignacio, que a la cuar-
ta semana pertenecen da resurrección y ascensión, po-
niendo tres modos de orar» [4].
Pero no vaya a entenderse por esto que sólo en
ella se puedan o deban usar; pues hablando San Ig-
nacio del que por defecto natural o por falta de gene- Documento duodécima
rosidad con Dios no es apto para hacer los Ejercicios
completos, dice que se le entretenga algunos días en- PRIMERAS REGLAS DE DISCRECIÓN
señándole la manera de hacer el examen particular y DE ESPÍRITUS
haciendo que practique el primer modo de orar por es-
pacio de media hora, etc. [18].
Hay que concluir, pues, diciendo que el intento y TEXTO. — Reglas para en alguna manera sentir y cog-
propósito de San Ignacio es, que los «Tres modos de noscer las varias mociones que en la ánima se causan : las
buenas para rescibir y las malas para lanzar ; y son más
orar» se expliquen en la cuarta semana como en su
proprias*** para la primera semana [313].
lugar propio, sobre todo cuando se dan los Ejercicios
completos, pero que esto no quiere decir que en todo COMENTARIO. — Supone San Ignacio que nuestra
o en parte no se puedan y deban explicar antes, si se alma siente mociones muy diversas, como por ejemplo
juzga más conveniente para el ejercitante. consolación, alegría o tristeza, es p eranza o desespera-
Y de hecho no pocas veces será conveniente adelan- ción; y aunque esto en cierto grado es cosa y ley de
tar la explicación y la práctica, mayormente cuando toda la vida, es sin embargo distintivo propio del tiem-
se trate de personas que tienen sujeto para hacer todos po de Ejercicios [6]. Estas mociones son de orden espi-
los Ejercicios y no están todavía en las disposiciones ritual tocantes al servicio de Dios y a la salud del alma.
exigidas por San Ignacio para comenzarlos [5, 20]. En Son a la vez diversas, no sólo por ser las unas distintas
este caso la Preparación ' tiene una importancia extra- de las otras, sino también por ser opuestas entre si,
ordinaria, y uno de los medios más aptos que puede tanto si se mira a la impresión que producen en el alma
emplearse para acostumbrar el alma al examen y a la como a los efectos que se siguen de ellas y a los fines
osada, es sin duda alguna la práctica de los «Tres
a que se enderezan.
mod os de o r ar», que no son otra cosa que exámenes La palabra «mociones» parece referirse, al menos de
fáciles maneras de orar. modo principal, a la parte afectiva y sensible. ya que
Cuando no haya buena coyuntura para explicarlos la consolación y la desolación, señaladamente perten e
durante los Ejercicios, hágase al final, tomándolos como nos dará-cenal,sgúdripcónquelas
medios de perseverancia; y también, principalmente el
segundo y tercer modo, como camino llano para pasar más adelante [316 y 317]. No quiere decir esto qu e
en la consolación y desolación dejen de tomar parte los
de la oración vocal a la contemplación; lo cual cuadra pensamientos y las imaginaciones, pero como oportuna-
admirablemente con la cuarta semana. mente advierte San Ignacio, «salen de ellas» [317] o
lo que es lo mismo, o son producidas por las mociones
Tomo 1, págs. 207-215. de que está llena el alma en uno y otro estado, o son
anteriores a la consolación y desolación propiamente di- cia personal; pero entienda que su propia experiencia,
chas, obrando como concausas de dichas mociones. y la de los otros, acompañadas siempre de un estudió
No por esto debe abandonarse el estudio de la parte humilde, atento y teniendo siempre a Dios pr e sente, son
que le corresponde al pensamiento previo o consecu- cosas que deben durar toda la vida.
tivo; sino que aquí, como en todo, es San Ignacio muy Se trata de reglas de prudencia que abarcan toda
prudente en sus expresiones. la amplitud, complejidad y sutileza de la vida espiri-
Por lo que toca a estas mociones, San Ignacio pre- tual, viviente en temperamentos d i versísimos. Los
tende dos cosas; a saber que el ejercitante las*** sienta*** principios de San Ignacio son ciertamente buenos y seguros,
y las conozca, Quiere primeramente que las sienta, es pero adviértase que se han de aplicar a cada persona
decir que se dé perfecta cuenta de que pasan por su y a cada circunstancia en particular, y que por encima
alma; segundo***, que advierta la diversidad que existe de esta prudencia experimental se hallan los dones del
entre ellas. Ambas cosas son necesarias para la vida Espíritu Santo que gobiernan las almas de una manera
espiritual. más elevada y segura. Tales dones son multiformes y
Quien ni siquiera se da cuenta de las impresiones todos de orden sobrenatural, pero dados por Dios a
que pasan por su alma, jamás se pondrá en camino de cada uno conforme a la medida ordenada por su provi-
ordenarse, porque, aun sin saberlo, se verá arrastrado dencia sapientísima.
por fuerzas internas (las impresiones evidentemente son Existen también luces divinas, que se llaman extra-
fuerzas internas) que se escapan a la vigilancia de la ordinarias, por no estar comprendidas en la economía
inteligencia y de la voluntad y obran por lo mismo ordinaria de la gracia; pero además hay otras que
fatalmente y a manera de fuerzas ciegas. son ordinarias, porque en cierto grado y medida las da
A su vez, el que advierte en ellas, pero las desconoce, Dios a las almas que viven la vida sobrenatural inten-
no las distingue entre sí y no se fija en lo diversas que samente. Estas últimas puede esperarlas confiadamente
son por su misma naturaleza, por sus efectos y por los quien aplique fielmente las reglas de prudencia dicta-
fines a que tienden; anda tan desorientado como el pri- das por San Ignacio, las cuales encontrarán su com-
mero por lo que hace a la ordenación espiritual de su plemento en esta comunicación divina.
alma. Es por lo tanto necesario sentir y conocer las El título que estamos comentando, supone que fuera
mociones que se producen en el alma. de nosotros hay causas externas que engendran esas
Nos dice San Ignacio que las reglas que nos da-nos mociones espirituales; supone asimismo que entre si
servirán para sentir y conocer semejantes mociones «en son opuestas, como lo son las Mociones nacidas de ellas
alguna manera». Las palabras del libro de los Ejerci- y por último que esas causas son Dios y el demonio,
cios son tan medidas y exactas, como la doctrina que en el buen espíritu y el maligno espíritu, enemigo de la
ellas se nos enseña. naturaleza humana. Todo este lo da por descontado
Esta sabiduría interna es cosa difícil y complicada San Ignacio, y con razón.
y no se llega a aprender si no es con mucha luz sobre- Dios nuestro Señor influye en nuestra vida espiritual
natural y con larga experiencia de la vida. No se ima- directamente y por sí mismo, o por el intermedio de
gine nadie que va a salir de los Ejercicios hecho todo sus ángeles, concediéndonos ilustraciones y mociones
un maestro de discreción de es p íritu; se habrá adue- encaminadas a nuestra propia santificación; pero tam-
ñado de las leyes fundamentales, tanto mejor penetra- bién permite, si bien hasta cierto límite, que nos tiente
das cuanto mayor y más interna haya sido su experien- el demonio con sus malignas sugestiones para someter
a prueba nuestra virtud y para que sea mas meritoria Si el ejercitante no quiere tomar ningún remedio
nuestra corona. No se habla aquí de influencias extra- contra este defecto voluntario, o entró en Ejercicios sin
ordinarias que pueden venirnos unas veces de Dios y las disposiciones debidas, o si las tenía ahora las ha
otras del diablo, sino de lo que le suele acontecer a perdido, es claro que para un sujeto así son del todo
toda persona espiritual que lleva una vida normal y inútiles los Ejercicios.
ordinaria. Por consiguiente mi vida espiritual está tam- Las reglas de que ahora hablamos pueden dividirse
bién sujeta a semejantes leyes. en cuatro partes. La primera comprende las cuatro pri-
El estudio de que tratamos no es especulativo, sino meras [314-317] que plantean el estado de la cuestión,
práctico; es decir, no vamos a enredarnos en disquisi- definiendo con toda claridad las personas de quien se
ciones y teorías, sino a aprender normas de conducta; trata, la acción de los espíritus y lo que se entiende
conducta que debe consistir en la resolución firme y por consolación y desolación. La segunda, que abarca
práctica de aceptar las mociones del buen espíritu y desde la quinta hasta la décima, nos enseña el modo
rechazar las del malo. El cumplimiento de semejante de portarnos en tiempo de desolación [318-322]. La
resolución, durante toda la vida, y con mayor empeño tercera, que incluye las reglas diez y once, se refiere
aún en tiempo de Ejercicios, exige ciertamente un es- a lo que debemos hacer cuando estamos consolados
fuerzo grande; pero hay que hacerse la cuenta de que [323-324]. Finalmente la cuarta contiene las tres últi-
nos es absolutamente necesario. Malo es desconocer los mas [325-327], que- nos pintan al vivo el carácter y
caminos de Dios y los del demonio, pero sería mucho modo de obrar de nuestro enemigo por medio de com-
peor conocerlos y no sacar de ello ningún provecho. paraciones y símiles sumamente gráficos.
La doctrina que San Ignacio nos da sobre este punto
es, sin ningún género de duda, buena y segura; no du-
demos, pues, un punto en seguirla. REGLA 1.ª
Por último, nos dice el Santo que estas reglas «son
más propias para la primera semana». Esto no quiere TEXTO. - La primera regla: en las personas que van de
decir que no sean siempre y para todos útiles, sino que peccado mortal en peccado mortal, acostumbra comúnmen-
de ordinario son más apropiadas para las personas que te el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo ima-
se hallan en las disposiciones que suponen los ejercicios ginar delectaciones y placeres sensuales, por más los con-
de la primera semana. Los que se encuentren en situa- servar y aumentar en sus vicios y peccados, en las quales
personas el buen spíritu usa contrario modo, punzándoles y
ción distinta, deben aplicar regias diferentes. En las remordiéndoles las consciencias por el sindérese de la ra-
anotaciones octava y novena [8 y 9] ya nos advierte
zón [314].
claramente San Ignacio acerca de la gran discreción que
hemos de tener en toda esta materia. COMENTARIO. - Comienza San Ignacio determina n
Prevé también el Santo el caso de una persona que se refiere esta-docntapreisólujoqn
no siente moción alguna, ni del bueno ni del mal espí- primera regla que es el hombre que va de pecado mor-
ritu. Si esta espiritual insensibilidad no es cosa tran- tal en pecado mortal, incluyendo en tal denominación
sitoria y relativa, sino absoluta y permanente, de ley no tan sólo al que desenfrenadamente se entrega a toda
ordinaria debe atribuirse a infidelidad o negligencia en clase de pecados mortales, sino también al que volun-
hacer los ejercicios señalados para cada hora del día, o tariamente se deja dominar por un solo vicio y en él
a descuido y falta de observancia de las adiciones [6]. comete pecado tras pecado. Se trata, pues, de aquella
clase de personas que deliberadamente viven siendo es- a que
q con tantog gusto suyoo se entregaba en los días de
clavas de una afección pecaminosa que les lleva a caer su convalecencia en Loyola, como él mismo nos lo re-
habitualmente en culpas graves. lata en su Autobiografia; y reco r dándolas veía clara-
Es necesario que semejante hombre sienta y conoz- mente que todo aquel enamoramiento que tan fuerte-
ca las diversas mociones que se engendran en su alma; mente le obsesionaba, no era otra cesa que moción del
las buenas para admitidas y las malas para rechazarlas. enemigo que le hacía imaginar deleites y placeres sen-
Y debe saberlo de una manera cierta y a la vez prác- suales para retenerlo y hacerle ir más lejos aún en su
tica; siguiendo una ley o regla fija y perfectamente vicios y pecados'.
definida. El que va, pues, de pecado mortal en pecado mortal,
La regia para las mociones que vienen de la parte ya tiene la regla necesaria para sentir y conocer lar
del demonio, es la siguiente: el enemigo no agita ni mociones que produce en su alma el enemigo, y las
perturba el alma, sino que engendra en ella mociones puede echar de sí, resistan cuanto quieran la oasión
que la deleitan, «proponiéndole placeres aparentes, ha** las potencias internas que son sus cautivas. Por expe-
riendo imaginar delectaciones y placeres sensibles». riencia propia conocerá que hay una delectación interna
La concupiscencia va tras esas mociones deleitables que es mala, que trae su origen del pecado y arrastra
del alma con más ahinco aún que tras las del cuerpo, al pecado y es la primera y principal arma con que te
porque son más duraderas, más secretas e íntimas que ha de acometer el enemigo. Aunque haya entrado en
las otras. La memoria, la imaginación, el sentimiento Ejercicios con la mejor voluntad del mundo, no se ma-
interno, el entendimiento y la voluntad están como fas- raville de que le tiente el demonio con estas mociones
cinadas por estos placeres y delectaciones, que hacen seductoras, y rechácelas valerosamente permaneciendo
del hombre un esclavo de su pasión tan rendido, que alerta contra las nuevas acometidas.
estima ese cautiverio como la propia vida y su mayor Y el ángel bueno, ¿qué hace con estos hombres que
consuelo. van de pecado mortal en pecado mortal? «Usa contra
Cualquiera hora es oportuna para dar entrada a río modo, punzándoles y remordiéndoles las conciencias
estas mociones y todas son cortas para saciar el hambre por el sindérese de la razón.» Tratando el ángel bueno
y la sed de gozarlas. El enemigo conoce perfectamente, de apartarlo del pecado, fin totalmente opuesto al del
que dar calor a esas mociones es el mejor camino para enemigo. ya se entiende que las mociones que inspira
conseguir el fin que se propone de «más le conservar son contrarias a las de aquél: punzadas y remordimien-
y aumentar en sus vicios y pecados». tos contra delectaciones y placeres.
En todo este proceso, caben pecados de muy diver- Nos dice San Ignacio, que lo primero que advirtió
sa clase c gravedad, como lo hace notar San Ignacio reflexionando sobre sí mismo, fué esto: que los pensa-
en el Examen general [32-37] ; pero el hombre que se mientos de Dios al entrar en su alma le entristecían,
encuentra en este caso, sólo atiende a su deleite inter- porque le estorbaban el gozar de aquellas ilusiones mun-
no, y aun puede suceder que no le parezca el tal deleite danas en que tanto placer hallaba, pero que después
tan malo como el acto material externo, sobre todo esos mismos pensamientos le eran dulces y consoladores.
cuando reviste y disfraza su pasión con ciertos falsos En otro lugar nos da la razón del contrario estilo que
idealismos que el enemigo sabe muy bien inspirar. Es
casi seguro que cuando el Santo escribía esta regia, 1 Cír. vol. V de esta colección: San Ignacio de Loyola,
e acordaba de aquellas horas de apasionada divagación páginas 56-58.
tienen las mociones de los espíritus en nuestra alma: **sión ni la caridad deben pretender ahorrarle al pecador
«cuya causa es la disposición del ánima ser a los dichos las punzadas y los remordimientos que nacen del buen
ángeles contraria o símile; porque cuando es contraria, espíritu, sino que deben colaborar con éste avivando
entran con estrépito y con sentidos, perceptiblemente; y esos mismos remordimientos y llevando al ánimo del
quando es símile, entra con silencio como en propia casa pecador el convencimiento de que son un don del cielo
a puerta abierta» [335]. que debe recibirse con hacimiento de gracias.
Añade San Ignacio que las punzadas y remordimien- Persuádase el pecador de que*** la paz
tos nos vienen por el camino de la sindérese de la ra- la despreocupación del alma engolosinada con sus , con-
zón. al contrario de las delectaciones del demonio, que a**cupiscencias,
lm son una grandesgracia y un engaño mas
nos llegan por la vía de la imaginación. **nifiesto del mal espíritu.
En todo lugar tropezamos con pruebas que ponen
de manifiesto lo razonable y sólido de la doctrina
ignaciana ; pero la presente tiene una fuerza muy especial. REGLA 2.ª
Son muchos los que al tratar de convertir a los pe-
cadores prefieren los medios sacados de la imaginación TEXTO. — La segunda: en las personas que van intensa-
y del sentimiento, como por ejemplo, descripciones pa- mente purgando sus peocados y en el servicio de Dios nues-
téticas de la muerte y de los tormentos del infierno y tro Señor de bien en mejor subiendo, es el contrario modo
hasta representaciones plásticas que hablen e impresio- que en la primera regla; porque !entonces proprio es del mal
nen a los sentidos. San Ignacio para ganar a todo hom- espíritu, morder, tristar y poner impedimentos inquietando
bre para la verdad, también echa mano de la imagi- con falsas razones, para que no pase adelante; y proprio
del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, ins-
nación y del sentimiento, pero su principal y preferido piraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedi-
camino es el de la razón y por ella va a la voluntad. mentos, para que en el bien obrar proceda adelante [355].
La vía de la imaginación y del sentimiento es sin duda
más fácil y de efectos más aparatosos. pero la de la COMENTARIO. — Muy distinto del anterior es el su-
razón es más segura y mucho más p rofunda. El pecador jeto a quién va dirigida esta segunda regla, porque éste
a costumbrado a no moverse más que por delectaciones
no sólo no va de «pecado mortal en pecado mortal»,
sensuales, necesita más que ninguno volverse racional y sino que «va intensamente purgando sus pecados y en
dejarse guiar por la razón y por la fe. el servicio de Dios de bien en mejor subiendo». Para**
Medite mucho el Director esta regla para sacar de pertenecer a esta segunda categ oría no basta haber
ella conclusiones prácticas que le ayuden a cumplir bien hecho alguno que otro acto de dolor y haberse purifi-
con su oficio. No vaya en busca de éxitos sentimentales cado de sus pecados; es necesario hacer todo eso de
a que son propensos los hombres impresionables, ni de un modo habitual e ir adelantando en las obras vir-
conmociones contagiosas de las multitudes, antes ex- tuosas.
ponga ideas claras y verdades bien comprendidas con
Son éstos, dos estados espirituales perfectamente
el auxilio de la razón y de la revelación divina. No cai- definidos y opuestos entre sí, y entre ellos caben situa-
ga tampoco en el error de creer que a los pecadores ciones intermedias que gradualmente se apartan dei
hay que convertirlos con halagos y condescendiendo con uno para acercarse al otro, y a los que se deben aplicar
ellos y sus concupiscencias a título de caridad cristiana prudencialmente la primera o la segunda regla, como
y de ser humano y comprensivo; porque ni la compren- lo pidan los casos.
¿Cuál es la táctica de los dos espíritus con semejan- Y el ángel bueno, ;qué hace con estas personas que
tes personas? Nos dice San Ignacio que «es el contrario van de bien en mejor? San Ignacio nos lo dice con
modo que en la primera regla). palabras muy expresivas; «Dar ánimo y fuerza s ,
El mal espíritu las perturba con toda suerte de tri- consolaciones, lágrimas, Inspiraciones y quietud, facilitando
bulaciones internas, expresadas gráficamente con las y quitando impedimentos, para que en bien obrar pre-
palabras ; morder, tristar, poner impedimentos e inquie- I ceda adelante». El buen espíritu llena el alma de senti-
tar insinuando razones falsas. Ya se ve que no se con-I mientos consoladores y al mismo tiempo ilumina y
tenta con atacar a la parte imaginativa y sensible sino aquieta el entendimiento con santas inspiraciones, direc-
que procura también trastornar la razón, Lo que pre** tamente encaminadas a deshacer las falsas razones del
tende es que no pase el hombre adelante en el camino I enemigo.
emprendido, sino que vuelva atrás, o por lo menos que Estas gracias proporcionadas por el ángel bueno
dude y se entretenga sin salir del paso. pueden ser tan poderosas que anulen completamente la
Esto es un verdadero retrato del estado interior de 1 acción diabólica, dejando al alma en paz y tranquilidad
no pocas almas buenas, a las que el demonio enreda admirables; pero lo más corriente es que no pongan Fin
con tristezas, temores, confusiones y dudas intermina- a la lucha interior que mueven los diferentes espíritus,
bles que por largo tiempo las detienen en el camino de y que la intervención del ángel bueno siga dando áni-
la virtud y les hacen dejar, a veces, la vía comenzada. mos y fuerza para admitir las mociones buenas y re-
En estos casos lo más difícil es saber ver que toda chazar las malas aunque persistan unas y otras, bien
esta máquina de mociones atormentadoras es pura arti- simultáneamente, bien repitiéndose sucesivamente,
maña del enemigo, pues andan envueltas con falsas ra- Quiere San Ignacio que nos convenzamos de que
zones que el alma no acierta a desenredar. nuestra vida espiritual es una lucha y que en ella quien
De todo sabe sacar provecho el maligno enemigo : decide la victoria no es el espíritu bueno o malo, sino
de los pecados de la vida pasada, de las faltas de la nosotros mismos con la gracia de Dios nuestro Señor.
presente, de los temores de la futura y hasta de*** la mis** Pueden ser las leyes de la estrategia excelentes y per-
ma eternidad, que se representa al alma como una noche fectas, pero serán totalmente inútiles sin nuestra deter-
espantosa rodeada de todos los terrores. Aun las mis- minación decidida y firme de luchar ateniéndonos a ellas.
mas obras buenas, y de un modo especial los sacramen-
tos que son las fuentes de la gracia, se convierten en
fuentes de amargura y tribulación, porque llega a creer REGLA 3.ª
el hombre que en vez de purificarse frecuentándolos,
se hace reo de nuevas culpas. Texto.— La tercera de consolación espiritual: llamo
Habla así San Ignacio por propia experiencia, pues consolación guando en el ánima se causa alguna moción inte-
rior, con la qual viene la ánima a inflamarse en amor de su
en sus primeros tiempos de Manresa tuvo que aguan-
tar esta clase de embestidas, de una dureza e intensidad Criador y Señor, y consequenter guando ninguna cosa cria-
da sobre la haz de la tierra, puede amar en sí, sino en el
grandes. Muy útil será leer las páginas de su autobio- Criador de todas ellas. Assimismo guando lanza lágrimas
grafía, en las que se describen estas tribulaciones 1 motivas a amor de su Señor, agora sea por el dolor de sus
pescados, o de la passión de Christo nuestro Señor, o de
Núms***. 20-25. Cír. vol. V de esta colección: San Ignacio otras cosas derechamente ordenadas en su servicio y ala-
de Loyola, págs. 98-106. banza; finalmente llamo consolación todo aumento de esPe-
ranza, fe y caridad y toda leticia interna que llama y atrae nas, como lágrimas, alegría, quietud, paz y esperanza
a las cosas celestiales y a la propria salud de su ánima, de las cosas del cielo, sólo son fruto y residuo de la
quietándola y pacificándola en su Criador y Señor [316]. misma consolación.
La verdadera consolación espiritual es cosa muy
COMENTARIO. — Las mociones que engendran en elevada y santificadora, y por esa razón quiere San
nuestra alma el bueno y el mal ángel, dan lugar en la Ignacio que; tanto en tiempo de Ejercicios como fuera
misma a dos estados característicos que tienen sus leyes de ellos, la busquemos y la pidamos, rendidos siempre
propias y especiales. Comencemos por el estado produ- a la disposición de la divina Providencia 1 . Los autores
cido por las mociones del buen espíritu, que se llama espirituales que hablan de las consolaciones como de
de consolación espiritual. algo accidental, especie de golosina espiritual que pue-
La descripción que de este estado interior - del alma de debilitar la vida del espíritu, no profundizan tanto
hace San Ignacio es riquísima, porque las mociones que como San Ignacio en las cosas, El alma puede muy (
en él se producen son de una variedad de consuelos bien estar en consolación substancial, sin muchos efec-
!infinita; y más preciosa aún que esa variedad, es en tos sensibles y aun sin ninguno, aunque lo ordinario es
este estado la verdad esencial de la verdadera conso- que vaya acompañada de ellos; pero aun en este caso,
lación, sin la cual fácilmente andaríamos desorientados. su amor no se detiene ni descansa en esos efectos, sino y
Consolación espiritual es substancialmente un aumento en Dios.
sensible de las virtudes teologales, fe, esperanza y cari- San Ignacio en todas las reglas de discreción de es-
dad, singularmente de la caridad que es la reina de to** piritus que dictó sobrentiende una norma práctica, ex-
das las virtudes y la que posee mayor fuerza consola-1 presada alguna vez claramente, y es ésta ; que el tiempo
3
dora. Las otras mociones que la acompañan son acci** de la consolación verdadera es la hora en que nos habla
dentales. el buen espíritu, aunque el enemigo procure entonces
El momento de mayor trascendencia en la vida espi- remedarlo para engañarnos.
ritual es aquel en que nuestro amor se ordena y se
enciende. Esto propiamente es obra de Dios, pues cuan-
to hacemos nosotros no pasa de ser una simple REGLA 4.ª
preparación o disposición para esta obra divina.
La Providencia, en la santificación de cada alma, TEXTO. — La quarta de desolación espiritual: llamo deso-
tiene sus horas secretas ; horas dichosas en las que el lación todo el contrario de la tercera regla; así como escu-
amor germina m isteriosamente y crece y se robustece ridad del ánima, turbación en ella, moción a las cosas bazas
y purifica y se desarrolla hasta alcanzar la perfección, y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones,
entre mociones y estados espirituales variadísimos. moviendo a infidencia, esperanza, sin amor, hallándose
La hora más dulce y sabrosa es aquella en que el toda perezosa, tibia, triste, y como separada de su Criador
amor divino se torna sensible, se enardece y extingue Y Señor. Porque asi como la consolación es contraria a la
en nosotros los amores a cualquiera otra criatura, de- desolación, de la misma manera los pensamientos que salen
jándonos en la venturosa imposibilidad de no poder ni de la consolación son contrarios a los pensamien tos que
querer amar más que a Dios y a las demás cosas por salen de la desolación [317].
el mismo Dios. Ésta es la legítima y verdadera conso-
lación espiritual, y cualesquiera otras mociones inter- Constitutiones Societatis lesu, P. III, c. I n. 20.
Comentario.— Al estado en que dejan al alma las el malo forma diversos propósitos y paresceres» [336
mociones del mal espíritu, lo llama San Ignacio desola- Parémonos a admirar el primoroso análisis y la
ción espiritual, la cual es totalmente contraria a la percepción de nuestro maestro para saber distingu**
consolación. La descripción de la desolación hecha por entre los diferentisimos estados espirituales por que** p**
el Santo. es también muy rica de matices, pero la raíz san nuestras almas. Su deseo y gusto seria vernos sien
substancial es una y consiste en hallarse el alma falta pre colocados en algún estado espiritual; es decir,
de amor y como sepa rada de su Dios; todo lo demás: ocupada nuestra alma en el servicio de Dios mplean
ye
son «pensamientos que salen de la desolación». La en él las fuerzas naturales y sobrenaturales que el SI
solación substancial es tormento también substancial y flor nos comunica y que desaparecieran por complet
una especie de pena de daño que va contra la misma esos otros estados inconscientes, rutinarios o de
vida espiritual. Las mociones accidentales de la desola- abandono espiritual que nos hacen olvidar las cosas de Dio
ción son penas asimismo accidentales. contrarias a las para vivir sólo la vida de los sentidos.
mociones accidentales de la consolación, pero que no Aunque el Santo nos exige esa actividad espiritua
atacan a la raíz misma de la vida. Por esto el experi- de un modo especial en tiempo de Ejercicios, quien
mentar esas sus mociones accidentales estado nuestra sin embargo que la conservemos durante todo el pro
alma en posesión de la consolación substancial, es un ceso de nuestra vida, para que toda entera sea venda
grado inferior de desolación. **deramente espiritual.
El tiempo de la desolación es la hura que escoge
ordinariamente el mal espíritu para hablarnos, y de aquí
sacó San Juan Berchmans aquella su máxima de apli-
cación práctica y constante: «quidquid affert inquietu- REGLA 5.ª
dinem est a diabolo», lo que causa inquietud a un alma
dada a la vida espiritual, tiene por autor al diablo. Texto. –q La uinta; en tiempo de desolación nunca ha-
cer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos
Nadie crea que San Ignacio no admite en la vida
y determinación en que estaba el día antecedente a la. tal
espiritual más que dos estados o tiempos: el de conso- desolación, o en la determinación en que estaba en la ante-
lación y el de desolación. Entre la una y la otra puede cedente consolación. Porque asi como en la consolación nos
haber muchos grados y por esto nos enseña el Santo guía y aconsejo más el buen espíritu, así en la desolación
a fijarnos en el principio, medio y 'fin de cada uno de el malo, con cuyos consexos no podemos tornar camino para
los estados o tiempos espirituales [333]. acertar [318].
Aprecio especial le merece lo que él llama «tiempo
tranquilo, quando el ánima no es agitada de varios spí- COMENTARIO. — Con esta regla comienza la segunda
ritus y usa de sus potencias naturales libera y tranqui- parte donde se nos declara lo que debemos hacer en
lamente» [177]. Quiere también que «con mucha vigi- tiempo de desolación.
lancia y attención, miremos y discernamos el tiempo Repetidas veces hemos dicho que los Ejercicios de
propio de la tal consolación, del siguiente en que la San Ignacio no son una teoría espiritual, sino una prác-
ánima queda caliente y favorescida con el favor y reli- tica viva de la santidad y eso mismo hay que decir en
quias de la consolación passada», en la cual el hombre en el caso presente.
«por su propio discurso de habitúdines y conseqüencias Aquí no se trata de darnos un sistema teórico acerca
de los conceptos y juicios o por e) buen espíritu o por de la discreción de espíritus, sino una estrategia v iva
y práctica para la lucha en que vivimos continuamente y aviso para que estemos prepararlos a mantenernos fir-
que es aún más empeñada en el tiempo de los Ejerci- mes en nuestro propósito de guardar la regla que aquí
cios. El bueno y el mal espíritu, no son entelequias, nos da San Ignacio.
ni símbolos, ni seres misteriosos que sólo aparecen en Cierto que en tiempo de Ejercicios, o en algunos
el mundo cuando hay en él hombres de vida momentos especiales de los mismos, se ven las cosas
extraordinaria; son seres reales que intervienen en la vida es- muy claras y se hacen propósitos de acuerdo con esa
piritual de los que la quieren llevar ordenada y confor- claridad, pero su cumplimiento es siempre difícil si se
mada con la voluntad de Dios. quiere poner en ello el cuidado que es debido y con una
Por lo tanto, yo que estoy ahora haciendo Ejerci- constancia a toda prueba. Recordemos las tres maneras
cios; yo que vivo en estos momentos pendiente de unos como suele manifestarse la acción de la voluntad.
problemas concretos que quiero resolver, estoy metido Hay una voluntad impetuosa, que se lanza violen-
en semejante lucha y tengo a mi lado al bueno y al mal tamente y se para. Otra enérgica, de esfuerzos más du-
espíritu, que están influyendo en mi espíritu con las raderos, pero que al fin cede también. Y una tercera,
mociones de que me ha hablado San Ignacio; y si no resuelta y constante, que a paso normal va camino de
quiero vivir engañado y a la ventura, me he de resolver su fin sin detenerse nunca. Esta última es la que vale,
a reñir el combate por la santidad, como buen soldado mayormente si sabe desplegar en los momentos
de Jesucristo. difíciles el ímpetu y la energía necesarios. Para la lucha
La primera regla práctica que me da San Ignacio, con un enemigo astuto y pérfido es necesario poder
es ésta; «en tiempo de desolación nunca hacer mudan- disponer de una voluntad firme.
za, mas estar firme y constante en los propósitos y de- San Ignacio al darnos la regla, nos da también el
terminación en que estaba el día antecedente a la tal motivo en que la funda. «Porque así como en la con-
desolación, o en la determinación en que estaba en la solación nos guía y aconseja el buen espíritu, así en
* antecedente consolación». la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos
La desolación es una crisis experimental del amor, tomar camino para acertar.»
y ni el tal desfallecimiento espiritual ni los efectos que Por lo común, la consolación es voz de Dios que
de él dimanan, son los que han de determinar los pro- debe seguirse. porque el Señor no se contradice nunca.
pósitos o decisiones de la vida. La consolación a su El mal espíritu es el contradictor de Dios v de cuanto
vez es plenitud de amor también experimental, y de esa de Él procede; por lo mismo es él quien me inspira en
plenitud nacen los propósitos y determinaciones que me el tiempo de la desolación en contra de los propósitos
han de llevar a Dios. y determinaciones de la consolación. De ordinario la
Importa por lo tanto no hacer ningún cambio en los desolación es palabra del demonio, y no son los con-
propósitos y determinaciones de la consolación, sino sejos de este enemigo los que debo seguir para hallar
armarse de energía y ejercitar con valor la virtud de mi camino.
la fortaleza y la de la constancia contra toda suerte de Hemos dado por supuesto que la desolació n tiende
imaginaciones, sentimientos y pensamientos y contra a atacar los propósitos y resoluciones tornados en tiem-
cualquier desfallecimiento de la voluntad que pretenda po de consolación; y lo mismo debe decirse, con la de-
arrancarme de mis decisiones y propósitos. Estemos se- bida proporción, de aquellos propósitos y determina-
guros de que vendrá la desolación tentando fuertemente ciones que mediante una buena elección se han hecho
nuestra constancia y fortaleza, pero eso mismo es un en tiempo tranquilo, porque en este caso también va
el demonio contra la voz de Dios que se ha manifes- «es de advertir que como en cl tiempo de la consola-
tado por la vía de la razón iluminada por la gracia. ** ción es fácil eve
Parece que San Ignacio alude a estos dos casos cuando ceinótn t i eens-;aor
en(*ojrvisalpág)e ed le llaa de oerisot anclipól na ocia-
cita alternativamente los propósitos y determinaciones fícil cumplirla; por tanto, la persona que se exercita,
de la «antecedente consolación» o los del »día antece- por hacer contra la desolación y vencer las tentaciones
dente a la tal desolación». debe siempre estar alguna cosa más de la hora cum-
plida; porque no sólo se avece a resistir al adversario,
mas aun a derrocarle»
REGLA 6, Recuérdese también a enseñanza del Santo, cuando
nos dice que la consolación espiritual es uno de los
TEXTO. — La sejta: dado que en la desolación no debe- frutos de la penitencia [88 y 89]. De todos estos textos
rnos mudar los primeros propósitos, mucho aprovecha el se deduce que cuando el enemigo nos embiste con el
intenso mudarse contra la misma desolación, así como es arma de la desolación, nuestro ataque contra él, intenso
en instar más en la oración, meditación, en mucho exa- y hasta derrocarle, consiste; en mucha oración, mucha
minar, y en alargarnos en algún modo conveniente de ha- meditación, mucho examinarse y más penitencia.
cer penitencia [319].
COMENTARIO. — La estrategia abarca , estos dos actos;
resistir y atacar. La regla anterior nos ha explicado REgLA 7,
cómo debemos resistir valiéndonos de las virtudes de
la firmeza y de la constancia ; esta otra nos enseña el Texto.— La séptima: el que está en desolación, consi-
modo de atacar tan propio de los Ejercicios de San dere cómo el Señor le ha dexado en prueba en sus poten-
cias naturales, para que resista a las varias agitaciones y
Ignacio. Provechosisimo es no contentarse con resistir tentaciones del enemigo ; pues puede con el auxilio divino,
al enemigo y pasar resueltamente al ataque, porque esta el qual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta ;
táctica infunde valor al alma, agrada a Dios y al buen porque el Señor le ha abstraído su mucho hervor, crecido
espíritu y desconderta al demonio. Pero para que el amor y gracia intensa, quedándole tomen gracia suficiente
ataque alcance plenamente esos resultados tan provecho- para la salud eterna [320].
sos, nos dice el maestro que debe consistir en un »in-
tenso mudarse contra la misma desolación», es decir, COMENTARIO. — En las reglas precedentes nos ha
en hacer todo lo contrario de lo que ella inspira, y esto dado San Ignacio las leyes de la estrategia para resis-
con toda la energía y de frente al enemigo. tir y derrocar al enemigo; y reparando en que todas
San Ignacio propone ya aquí algunos de estos actos, ellas reciben su fuerza del esfuerzo de la voluntad pre-
tomo ejemplo de lo que puede hacer el ejercitante, y cisamente cuando la pobre se halla desamparada de la
notemos bien que en esos mismos actos están indicados consolación y atacada por la desolación; quiere el San-
os principales ejercicios espirituales incluidos en la to vigorizar nuestro entendimiento con verdades claras
definición que nos dió en la anotación primera [I]. a- seguras que sirvan de fundamento solidísimo al es-
Dice así : «Instar más en la oración. meditación, en fuerzo de la voluntad. Esto es lo que hace en esta y en
nicho examinar, y en alargarnos en algún modo las dos reglas siguientes.
conveniente de hacer penitencia.» Estas palabras son pa- La presente contiene la verdadera doctrina teológica
alelas a las de la anotación decimotercera, que dicen: acerca de la desolación. y deja entrever las fuerzas que
sexta, no se hace esperar mucho la consolación; y sien-
le quedan siempre al alma para poder luchar. En primer do esto así no hay que hacer ningún caso de las veja-
término hay que dejar bien sentado que Dios quiere ciones que el enemigo añade a la desolación, querién-
la desolación para probar nuestra fidelidad y para que donos persuadir que para nosotros se ha acabado para
venzamos nosotros y derroquemos al enemigo. A este siempre el consuelo, o por lo menos que el tiempo de
fin Dios deja al hombre reducido a sus potencias na- la desolación será larguísimo.
turales eso si, sostenidas en realidad, aunque no de El remedio en estos casos está en tener un poco de
modo sensible, por el auxilio divino de la llamada gra- paciencia. El Santo no nos promete la gracia de la con-
cia suficiente, quitándole empero las sobreabundantes solación a plazo fijo; porque quiénes somos nosotros
del mucho fervor, crecido amor e intensa gracia. para señalarle a la soberana majestad de Dios, días ni
Nada hay por lo tanto en la desolación, tal como horas? Lo que hace es dar fe de la norma de conducta
Dios la quiere, que no sea recto y santo, pues el pro- que ordinariamente guarda su divina bondad con sus
ceder del Señor se limita a retirar los dones extraor- escogidos, cuando éstos se hallan en medio de estas lu-
dinarios de la consolación, dejando al alma con solas chas espirituales.
sus fuerzas naturales y con la gracia sobrenatural su-
ficiente para salvarse y poder resistir a las mociones
diabólicas y todo con la única intención de probar nues-
REgLA 9.ª
tra fidelidad y vencer a nuestros enemigos.
Siendo esto así, debe el alma rechazar toda idea que TETO. —La nona : tres causas principales son por que-
no sea completamente favorable a la Providencia divina nos hallamos desolados : la primera es por ser tibios, pere-
y descansar segura en la fidelidad de Dios, que no per- zosos o negligentes en nuestros exercicios espirituales, y
mitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuer- así por nuestras faltas se alela la consolación espiritual de
zas. antes hará que saquemos provecho de la misma ten- nosotros; la 2. ª por probarnos para quánto somos, y en
tación 1. quanto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto
estipendio de consolaciones y crescidas gracias; la 3. ª por
darnos vera noticia y cognoscimiento para que internamen-
REGLA 8.ª te sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción
crescida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación
TEXTO —La octava: el que está en desolación trabaxe espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro
de estar en paciencia. cue es contraria a las vexaciones que Señor; y porcue en cosa ajena no pongamos nido alzando
te vienen, y piense que será presto consolado, poniendo las nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana,
diligencias contra la tal desolación, como está dicho en la attribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la
sexta regla [321]. spiritual consolación [322].
COMENTARIO. — En ésta nos da a conocer el Santo COMENTARIO. — Para que la inteligencia se manten-
la ley que tiene ordinariamente la divina Providencia ga firme en los tiempos de consolación y desolación, San
en el tiempo de nuestras desolaciones, y es la siguien- Ignacio le ofrece en esta regla novena el último apoyo,
t e : cuando el hombre lucha fiel y esforzadamente con- dándole conocimiento de las causas que de ley ordi-
ura la desolación sujetándose a las normas de la regla naria ocasionan la pérdida o desaparició n de la pri-
mera, causas que unas veces proceden de Dios y otras
1.ª Cor. 10,
de nosotros mismos. No puede negarse que era nece- Si somos tibios, perezosos o negligentes en actuar
sario aclarar este punto, porque siendo la consolación y perfeccionar en todos los momentos semej a nte volun-
obra principalmente de causas externas y superiores tad, ya sabemos cuál es la primera causa de encon-
a nosotros, podría creerse que era ésta una lucha fatal t rarnos desolados. Hagamos memoria de aquel espirito
y que los hombres que se dan a la vida espiritual eran esencial con que debe hacerse el examen 1 , especialmente
juguete del bueno o del mal espíritu. el de la oración e veremos cuánta y cuán grande es
La presente regla apunta tres causas. no corno úni- la vigilancia de San Ignacio para que no se apoderen
cas, sino como las «principales» en la vida ordinaria. de nosotros la tibieza, pereza o n egligencia, exponién-
Las otras secundarias fácilmente se reducen a las prin- donos a perder por nuestra culpa el don de la conso-
cipales y las causas que son extraordinarias, en sí mis- lación y a franquearle la entrada a la desolación del
mas llevan la razón de ser. enemigo.
Notemos que solamente se nos habla aquí de las cau- Repetimos aquí lo declarado ya en su propio lugar ;
sas principales «por que nos hallamos desolados». La a saber, que es imposible que se nos entre en el alma
causa de la consolación no se estudia directa y positi- la tibieza espiritual si nosotros hacemos las cosas con
vamente, porque se da por conocida, puesto que es Dios el espíritu deseado y querido por San Ignacio; y que**
mismo o su ángel bueno. La consolación es un aumento no deja de ser una especie de flojedad o negligencia
sensible de la caridad; el intento de Dios y de su ángel contentarse con la práctica externa y puramente mate-
es llevarnos a la caridad más perfecta. Por lo tanto las rial de las mismas, haciendo caso omiso de la vida in-
causas de la consolación siempre están a punto, si nos- terior que les comunica toda la eficacia.
otros ponemos lo que está de nuestra parte, y esto es La segunda causa de nuestras desolaciones es «por
lo que nos enseña San Ignacio en todos los Ejercicios probarnos para quánto somos, y en quánto nos alar-
y lo recalca con muy particular energía cuando nos dice gamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio
en la regla sexta cómo hemos de luchar contra la de- de consolaciones y crescidas gracias». No se nos con-
solación [319]. Examinemos, pues, las tres causas prin- cede la consolación a título de gozo estéril y sin ulte-
cipales por que nos hallarnos desolados. rior finalidad, sino como un verdadero estímulo y nue-
«La primera es por ser tibios, perezosos o negligen- va fuerza para adelantar en el servicio de Dios. Somos
tes en nuestros exercicios espirituales.» En esta misma nosotros mismos los que pervertimos el uso de las co-
primera semana nos ha dado San Ignacio unas «addi- sas más santas haciendo del medio fin y deteniéndonos
ciones para mejor hacer los exercicios y para mejor engolosinados en el placer y gozo espiritual, sin levan-
hallar lo que desea» [73]. El «mejor hacer» y el «me- tarnos a ser tanto más fieles cuanto más consolados
jor hallar» es lo opuesto a «ser tibios, perezosos o ne- somos.
gligentes en nuestros exercicios espirituales» ; por con- Cuando de esta manera obramos, el que se nos quite
siguiente la primera causa de hallarnos desolados es la consolación es un favor que nos hace la misericordia
nuestra tibieza, pereza o negligencia en cumplir las divina; porque entonces, privados de las gracias espe-
adiciones con aquella amplitud e intensidad que San ciales del Señor v sin el temple de voluntad que hemos
dis*Ignacio se proponía. No olvidemos tampoco aquella perdido por dejarnos llevar de la golosina espiritual,
posición esencial con que debemos comenzar y con
tinuar los Ejercicios, es decir «deseando
lo posible» [20]. Tomo P ág s - 353-382.
2 Supra, Adición 5,ª, págs. 397-406.
nos vemos abandonados a nuestra miseria e impotentes
para toda obra buena. El fin que Dios se propone ea los miramos como cosa que nos es debida, o propia
semejantes casos es éste: darnos una prueba nuestra o cosa que está siempre al alcance de nuestras
experímental de nuestra propia nada. fuerzas. Por eso, cuando lo perdemos todo en un mo-
En cambio, si no hemos pervertido el uso que de la mento, sin que sean parte para conservarlo nuestros
consolación debe hacerse, sino que real y verdadera- esfuerzos, entonces conseguimos la «vera noticia y co-
mente la hemos hecho servir para aumento de nuestra noscimiento» y llegamos incluso a sentir internamente,
generosidad en darnos más a Dios y en afianzar nuestra que la consolación no es cosa nuestra, sino don y gra-
voluntad en el servicio de su divina Majestad, la desola- cia exclusiva de Dios nuestro Señor.
ción nos proporciona la ejperiencia de la fuerza adqui- Con esto queda deshecha una de las enfermedades
rida para saber perseverar sin la ayuda de la consola- espirituales que más aborrece Dios y mayores daños
ción. nos causa a nosotros; a saber, la sob e rbia o vanagloria
La dureza del sacrificio sobrellevado careciendo de de nuestro entendimiento, empeñado en que son obra
todo consuelo es manjar de escogidos, y el que gusta nuestra las gracias de la consolación.
ysaboreuftmgsinecóoart Ni total ni siquiera parcialmente nos pertenecen, y
notablemente el temple de su voluntad. Las consolacio- por lo mismo, como tan gráficamente nos lo dice San
nes y crecidas gracias son un estipendio concedido a Ignacio, no debemos poner nido en casa ajena, porque
nuestro esfuerzo en servir a Dios; el servidor más no- nos sacarán v nos echarán de él con grande ignominia
ble es aquel que no necesita de estipendios y sin ello nuestra.
se alarga cuanto puede en darse por entero a sí mismo.
A Dios nuestro Señor le sobran estas pruebas por-
que conoce perfectamente el barro de que estamos for- REGLA 10.ª
mados mucho antes de que se quiebre nuestra constan-
cia; nosotros las necesitamos muy de veras porque no TEXTO. — La décima; el que está en consolación piense
nos damos cuenta de nuestra flaqueza hasta que nos cómo se habrá en la desolación que después vendrá, toman-
vemos caídos. Ya tenemos, pues, una segunda prueba do nuevas fuerzas para entonces [323].
para convencer a nuestro entendimiento de lo conve-
mente que nos es encontrarnos de vez en cuando de- COMENTARIO. — Esta tercera parte comprende las
solados. reglas que tocan al tiempo de la consolación; y en esta
La tercera causa es «por darnos vera noticia y co- primera se nos avisa que cuando estamos consolados
noscimiento para que internamente sintamos que no es debemos prepararnos para cuando sobrevenga de nuevo
de nosotros traer o tener devoción crescida, amor in- la desolación. Ya la experiencia nos ha enseñad o que
tenso , lágrimas ni otra alguna consolación espiritual». la consolación y la desolación se suceden en nosotros
Tenemos una i nclinación innata a tomar como obra como la noche y el día, y que cuando carecemos de las
nuestra cuanto Dios hace en nosotros esa nuestra obs- gracias abundantes de Dios, son frecuentes nuestros
uinada necedad no se rinde si no es a fuerza de repe- desfallecimientos y muchas las faltas en que incurrimos.
tidas experiencias. viendo que nos quitan las cosas de Por lo tanto ahora que gozamos de luz, nos hemos
las m anos.Los dones v gracias espirituales son toda- de preparar para el tiempo de la obscuridad, y cuando
vía más pegajosos por nuestra gran miseria; y pronto n o s regala Dios con auxilios sobrenaturales robustez-
camos el ánimo para cuando nos sintamos desfallecidos,
Regla es ésta de gran prudencia y de mucho sentido huir perdiendo ánimo, la ira, v enganza y ferocidad de la
común. mujer es muy crescida y tan sin mesura: de la misma Ma-
nera es proprio del enemigo enflaquecer se perder ánimo,
dando huida sus tentaciones !guando la persona que se exer**
cita en las cosas spirituales pone mucho rostro contra las
REgLA 11.ª tentaciones del enemigo haciendo el oppósito per diametrum:
y por el contrario, si la persona que se excercita comienza a
Texto. — La undécima: el que está consolado procure tener temor a perder ánimo en sufrir las tentaciones, no
humillarse y baxarse guante puede, pensando quán para hay bestia tan fiera sobre la haz de la tierra como el enemi-
poco es en el tiempo de la desolación sin la tal gracia o go de natura humana, en prosecución de su dañada inten-
consolación. Por el contrario piense el que está en desola- ción con tan crecida malicia [325].
ción, que puede mucho con la gracia sufficiente para resistir
a todos sus enemigos, tomando fuerzas en su Criador y COMENTARIO. — Aquí comienza la cuarta y última
Señor [3241
parte de las reglas, encaminada a que conozcamos a
fondo el carácter de nuestro enemigo y su manera de
COMENTARIO, — San Ignacio nos enseña en esta re-
gla el modo de prepararnos para el tiempo de la deso- obrar en las almas. Las tres reglas que abarca, son las
lación. Toda su instrucción se compendia en solas dos únicas páginas del libro de los Ejercicios que con razón
palabras: humildad mirando a nuestra miseria y valor pueden calificarse de literarias. Fuera de ellas, en todo
apoyándonos en la gracia de Dios. Humildad por tan** lo demás del libro, San Ignacio sólo se preocupa de
gran miseria como la nuestra, que nos es tan bien co- ser lo más claro y exacto posible, conteniéndose en una
nocida y que acabamos de experimentar en la pasada pobreza de palabras austerisima. Aquí, sin que esa su
desolación al vernos a obscuras, turbados, inclinados a claridad y exactitud pierdan un punto, es rico de ex-
las cosas bajas. sin esperanza y sin amor, tibios y pere- presión y pintoresco en las imágenes; reminiscencia
zosos, tristes y apartados de Dios. cierta de aquellas sus lecturas caballerescas y de su vida
Valor sacado de la gracia de Dios, pues aunque este cortesana y militar.
amor encendido que ahora siento v estas lágrimas y ale- Estas páginas, cuanto más se leen, más gustan, y
gría interna desaparezcan cuando la desolación se pre- dado que la enseñanza que encierran no puede ser más
sente, cierto estoy de que contaré siempre con la gracia clara y patente, el mejor comentario que de ellas se
suficiente que me dará el Señor, la cual me proporcio- puede hacer es recomendar que se lean atentamente. y
nará fuerzas para resistir a todos mis enemigos, si yo repetidas veces.
quiero valerme de ella. De sobra conocemos el método ignaciano de no co-
locarnos jamás a la defensiva en la lucha con nuestro
enemigo, sino de atacarle siempre con vigor y fortaleza
hasta derrocarle. Las razones en que se apoya este mé-
12.ª* REGLA
todo son todas de la más alta y segura estrategia y
traen también su origen de aquel gran espíritu y libe-
Texto. —. La duodécima: el enemigo se hace como mu-
ger en ser flaco por fuerza y fuerte de grado: porque asi
ralidad que nos recomendó al emprender esta lucha [5] ;
como es proprio de la muger, guando riñe con alga varón, pero aquí se nos descubre una nueva razón sacada del
perder ánimo, dando huida quando el hombre le muestra carácter del enemigo con quien hemos de luchar.
mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a Parecido a la mujer que riñe con un varón, él ce
débil ante la fuerza v fuerte ante la debilidad y los su malicia c sus engaños. Por el mismo cauce discu-
halagos; tímido y huidizo, cuando resueltamente se le rren sus tentaciones. Todas ellas son embrollos, lazos,
hace cara; lleno de ira, de ven ganza y de ferocidad artimañas, embustes y mentiras que sólo saben engañar
desenfrenada, como la fiera más salvaje, si el hombre a las almas mezquinas que se empeñan en caminar a
se acobarda y empieza a retroceder. solas, pero que se deshacen como el humo con el soplo
Ese nuestro enemigo es el demonio; aquel león en- de un hombre espiritual y muy experimentado.
cadenado que ruge en torno nuestro queriéndonos de- Los 'incipientes carecen de esta experiencia y son
vorar 1 . Y particularizando más, el enemigo es cada una como niños a los que ha de guiar la mano de sus pa-
de las tentaciones con que nos acomete. Ni una siquiera dres. Por esta razón ha querido la divina Providencia
de éstas resistirá si la embestimos llenos del espíritu que así como en la vida material nuestra educación co-
ignaciano, pero todas nos vencerán si espantados y co- rre a cargo de nuestros padres naturales, también en la
bardes nos apocamos. sobrenatural debemos ser educados por nuestros padres
espirituales.
Pero tengamos muy en cuenta que estos nuestros °
REGLA 13.ª
padres no conocerán las tentaciones con que nos aco-
mete nuestro enemigo, si nosotros no se las descubrimos
TEXTO. - La terdécima: assimismo se hace como vano
con entero candor y confianza. De aquí que toda la per-
enamorado en querer ser secreto y no descubierto: porque fidia del demonio esté en cerrarnos la boca y en per-
así como el hombre vano, que hablando a mala parte re- suadimos que vamos bien ; solos. Esas sugestiones para
quiere a una hija de un buen padre, o a una muger de buen que callemos, nacen de vergüenza, encogimiento y temor
marido, quiere que sus palabras y suasiones sean secretas; vano, y algunas veces también de presunción y exage-
y el contrario le displace mucho, guando la hija al padre rada suficiencia propia. Cerremos, pues, resueltamente
o la muger al marido descubre sus vanas palabras y inten- con esos fantasmas, abramos el corazón y huirá el ene-
ción depravada, porque fácilmente collige que no podrá migo y la tentación se desvanecerá.
salir con la impresa comenzada: de la misma manera, guan-
do el enemigo de natura humana trae sus astucias y suasio-
nes a la ánima justa, quiere y desea que sean recibidas y REGLA 14ª
tenidas en secreto; mas guando las descubre a su buen con-
fessor o a otra persona spiritual, que conozca sus engaños
y malicias, mucho le pesa; porque collige que no podrá salir TEXTO. - La quatuordécima: assimismo se hace como
con su malicia comenzada, en ser descubiertos sus engaños un caudillo para vencer y robar lo que desea; porque as;
manifiestos [326]. como un capitán y caudillo del campo, asentando su real y
mirando las fuerzas o disposición de un castillo, le com-
COMENTARIO. - Nuestro enemigo no conoce la no-
bate por la parte más flaca; de la misma manera el enemi-
go de natura humana, rodeando mira en torno todas nues-
bleza ni sabe ser franco, pues toda su táctica consiste tras virtudes theologales, cardinales y morales; y por donde
en seducir ocultando sus malas intenciones y amparán- nos halla más flacos y más necescitados para nuestra salud
dose en la obscuridad ; p or eso busca rincones donde es- eterna. por allí nos bate y procura tomarnos [327].
conderse y no sufre que se le denuncie a quien conozca
COMENTARIO. - Este nuestro enemigo tiene la astu-
1ª Petr., 5, 8. cia del ladrón. y como él, sabe escoger la hora propicia
y el lugar más oportuno para atacarnos. Conoce a la
perfección los puntos flacos de nuestra vida sobrena-
tural y nos acomete por donde más d e scuidados nos
halla. Conviene** v igilar mucho. Si sup i e ra el * padre
familia por dónde ha de entrar el ladrón, vigilaría para
que no le saquearan su casa . Velemos también nosotros
y demos un buen repaso a todas las- entradas de nues- Documento trece
tra alma para que no nos coja desprevenidos.
SEGUNDAS REGLAS DE DISCRECIÓN
DE ESPÍRITUS

Taro.— Reglas para el mismo efecto con mayor dis-


creción de espíritus, y conducen más para la segunda se-
mana [328].
COMENTARIO. - El fin de estas segundas reglas es el
mismo que el de las primeras 1 , a saber; «en alguna
manera sentir y conoscer las varias mociones que en
el ánima se causan» [3131, pero entrañan sin embargo
una más fina discreción , de espíritus. Estos espíritus
son el bueno y el malo, y el discernimiento versa sobre
las causas y sobre los efectos; es decir que atiende lo
mismo al espíritu que nos inspira, que a las mociones
que produce en nosotros, con la particularidad de que
aquí semejante discernimiento es mucho más delicado
porque la tentación se presenta disfrazada bajo la es-
pecie de bien. Ya nos lo advierte claramente la anota-
ción décima: «guando el que da los exercicios siente
al que los rescibe, que es batido a tentado debaxo de
especie de bien, entonces e proprio de platicarle sobre
las reglas de la segunda semana... Porque comúnmente
el enemigo de natura humana tienta más debaxo de es-
pecie de bien, guando la persona se exercita en la vida
illuminativa, que corresponde a los exercicios de la
2.ª semana y no tanto en la vid-a purgativa, que corres-
Real*ponde a los exercicios de la 1.ª semana» [sol.

Supra, pág. 325.


que no dan más razón de las cosas que sus propias y
mente un enemigo que se presenta tentando bajo especie vanas Impresiones. El- demonio es el gran creador de
de bien, exige mayor vigilancia y discreción que aquel semejantes fantasmas y con él se junta nuestra grande
que tienta «grosera y abiertamente» [9]. inclinación para admitir y dar crédito a los sueños de
Esto por lo que toca a la causa de las tentaciones, la imaginación. Los Ejercicios por el contrario son una
que si miramos a sus efectos, es decir, a las mociones rica cantera de razones sólidas y reales; y por eso, si
que produce en nosotros, se ve claramente que también ponemos esos fantasmas de la imaginación delante de
en esto debe ser mayor la discreción, porque como dice las verdaderas razones que hemos aprendido, aquéllos
San Ignacio no nos hemos de contentar con sentir y se desharán al punto como el humo. San Ignacio se
conocer esas diversas mociones, sino que debemos exa- sirve de la imaginación para que ella ayude al enten-
minar minuciosamente la trabazón de las unas con las dimiento y al sentimiento representándoles vivamente
otras, la evolución de cada una y los residuos que que- las cosas corporales o dando forma corporal a las espi-
dan de ellas en nuestras almas una vez han desapare- rituales [47], pero jamás tolera que se entrometa en
cido. Todo lo cual, como se ve, es de una finura psico- las deliberaciones. La espiritualidad que dé pábulo a
lógica mucho más exquisita. las representaciones de la imaginación y las tome como
guía para dirigirse por ellas, forzosamente vendrá a
parar en espiritualidad peligrosa y muy expuesta a los
REGLA 1.ª
engaños del enemigo.
Texto. — La primera: proprio cs de Dios y de su; án-
«Sotilezas». Son razones sutiles como hilos finisi-
mos y traídas de muy lejos; lo que llamamos vulgar-
geles en sus mociones, dar verdadera alegría y gozo
spiritual, cuitando toda tristeza y turbación, que el enemigo mente escrúpulos. San Ignacio tiene sus reglas o notas
«para sentir y entender escrúpulos y suasiones de nues-
induce; del qual es proprio militar contra la tal alegría y
tro enemigo» [345-351], y a ellas por tanto nos remi-
consolación espiritual, trayendo razones aparentes, sotilezas
y assiduas falacias [329]. timos I . Baste con recoger en este lugar dos palabras
de las que allí escribe San Ignacio, afirmando que el
Comentario . — Esta primera regla tiene una gran enemigo procura «adelgazar en extremo al alma para
analogía con la segunda y tercera de la primera sem a más la turbar y desbaratar» [349]; palabras que con-
5 y 316]. Resumiendo en ésta San Ignacio lo-na[31 cuerdan con las que aquí emplea al decirnos que «mi-
que en aquéllas declaró más ampliamente, nos dice que lita contra la alegría y consolación espiritual». Sutilezas
es propio del buen ángel cuando inspira a las almas que producen efectos de esa naturaleza, nunca podrán
buenas. darles alegría verdadera y gozo espiritual, al ser razones de buena ley.
raso que el malo procura causar en ellas tristeza y tur- «Falacias». Son razones envueltas en palabras
a las
bación. Y añade que la discreción en la segunda semana que se les da un sentido que no hace al caso. El de-
es mayor, porque «es proprio del enemigo militar con- momo es el gran maestro en valerse del doble sentido.
tra la tal alegría y consolación espiritual, trayendo razo- como padre que es de la mentira. Para ir contra este
nes aparentes, sotilezas y assiduas falacias». Comente- vicio, debemos buscar siempre la claridad y la precí
mos las últimas palabras. sión en las ideas y la sencillez y firmeza en la te.
« Razones aparentes». Son las destituidas de todo
fundamento por más que se presenten de forma apara- Infra, págs. 58i-595.
tosa. Tales suelen ser los fantasmas de la imaginación
Como de molde viene en este punto lo que escribió ella mociones necesariamente santas que de ninguna
San Ignacio a Sor Teresa Rajadell: manera puede remedar nuestro enemigo. Mociones di-
«Sobre todo, que pensáis que el Señor vuestro os vinas de la más alta y pura c on solación , influyen
ama, lo que yo no dudo, y que le respondáis con el mis- maravillosamente en el alma, «t ray éndola toda en amor
mo amor, no haziendo caso alguno de cogitaciones ma- de la su divina majestad». Los Ejercicios, que no tienen
las, torpes o sensuales. poquedades o tiuiesas, guando otra mira que poner nuestras almas en contacto inme-
son contra vuestro querer; porque todo esto o parte diato con su Criador y Señor, son sin duda alguna un
dello, que no veniesse, nunca lo alcanzó Sant Pedro ni medio aptísimo para mover a Dios a que libremente se
Sant Pablo; mas aunque no del todo, alcáncese mucho digne repetir en nuestras almas esos sus actos de do-
con no hazer caso a ninguna cosa dellas. Porque así minio suavísimo. Por esta razón no es cosa ajena a la
como no me tengo de saluar por las buenas obras de mente y al espirita de San Ignacio el que humildemente
los ángeles buenos, así no me tiengo de dañar por los pidamos al Señor que repita con frecuencia en nosotros
malos pensamientos y flaquezas que los ángeles malos, semejantes actos de dominio, para que mediante ellos.
el mundo y la carne me representan. Mi ánima sola como experiencia personal la más segura, aprendamos
quiere Dios N. S. se conforme con la S. D. M., y así la más alta discreción de espíritus.
la ánima conforme, hace andar al cuerpo, quiera que
no quiera, conforme a su divina voluntad, donde con-
siste nuestro maior batallar y plazer de la eterna y sum- REGLA 3.ª
**ma bondad» 1 .
Texto.— La tercera: con causa puede consolar al áni-
ma así el buen ángel como el malo, por contrarios fines; el
buen ángel por provecho del ánima, para que cresca y suba
REGLA 2 de bien en mejor; y el mal ángel para el contrario, y ade-
lante para traerla a su dañada intención y malicia [331],
TEXTO. — La segunda: sólo es de Dios nuestro Señor
dar consolación a la ánima sin causa precedente; porque es COMENTARIO.—« », es decir, con previo
proprio del Criador entrar, salir, hacer moción en ella, tra- sentimiento o conocimiento de algún objeto y mediante
yéndola toda en amor de la su divina majestad. Digo sin
los actos del entendimiento y de la voluntad, como di*
cauta, sin ningún previo sentimiento o conoscimiento de jimos en la regla anterior, pueden consolar a nuestra
algún obiecto, por el qual venga la tal consolación median-
alma tanto el bueno como el mal espíritu. Por consi-
te sus actos de entendimiento y voluntad [330].
g uiente lo dicho en la segunda regla de la primera se-
mana [315], de que lo propio del mal espíritu es produ-
cir desolación en las almas buenas, sólo quiere significa:-
que ésa es su característica y lo que hace de ordinario.
como lo explica San Ignacio en la regla quinta [318];
pero que eso no le impide hacer lo contrario cuando
le conviene.
Lo que jamás varía son los fines diversos que se
proponen el bueno y el mal ángel al procurarnos la
consolación; puesto que el primero lleva siempre la in-
**tención de hacernos mejores, y el propósito del segundo rodeos; consiente en que se practiquen algunas buenas
*** ** peores. Las palabras de San Ignacio nos
-nos obras y sobre todo aparenta al principio mucha devo-
del , también el alcance de las intenciones y
***
preví** ción; todo ello a trueque de salirse al fin con la suya.
uno y del otro: «el provecho del ánima» que Aquí tiene cumplida aplicación la pregunta que hicieron
buen ángel, no es cosa tan sólo del momento a Jesús los apóstoles cuando les hablaba de los peligros
sino que quiere que «cresca y suba de bien en encubiertos: Quis ergo poterit salvos esse?1 . ¿Quién,
mejor»;,asi lángmora«detp pues, se podrá salvar
** ** ** a su dañada intención y malicia».

REGLA 5.ª
REGLA 4"
Taro.— La quinta: debernos mucho advertir el discurso
TEXTO. — La quarta: proprio es del ángel malo, que se de los pensamientos; y s i el principio, medio y fin es todo
forma sub angelo lucís, entrar con la ánima devota y salir bueno, inclinado a todo bien señal es de buen ángel; mas
consigo; es a saber, traer pensamientos buenos y sanctos si en el discurso de los pensamientos que trae, acaba en al-
conforme a la tal ánima justa, y después poco a poco pro- guna cosa mala o distractiva, o menos buena que la que el
cura de salirse trayendo a la ánima a sus engaños cubiertos ánima antes tenía propuesta de hacer, o la enflaquece o in-
y perversas intenciones [332]. quieta o conturba a la ánima, quitándola su paz, tranquili-
dad y quietud que antes tenía, clara señal es proceder de mal
Comentario. — De nuevo nos hallamos aquí con spíritu, enemigo de nuestro provecho y salud eterna [333].
aquel enemigo astuto y malintencionado que con tan
vivos colores nos pintó San Ignacio en la última regla COMENTARIO. — La regla anterior sugiere natural-
de la primera semana [327]; pero con la diferencia de mente la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos conocer
yque
roba» allí se presentaba «como un caudillo, para vencer que el ángel malo se ha transfigurado en ángel de luz
y aquí se disfraza de ángel de luz para y que trata de engañarnos con la falsa consolación? San
engañarnos fraudulentamente, guiado de las más perversas Ignacio nos da aquí la respuesta resumida en las tres
intenciones. Que el demonio es maestro muy hábil en primeras palabras «debemos mucho advertir», que vie-
esto de disfraces, nos los dice claramente San Pablo1, nen a ser una simple variante de su habitual método de
de quien San Ignacio ha tomado esa expresión; la examen. El único medio seguro para descubrir los en-
presente regla nos explica la manera cómo lo hace. «Entra gaños del enemigo es un examen queatindsolíc
con la ánima devota» ; es decir, trae «pensamientos a todos los movimientos de nuestro espíritu, que sea
buenos y sanctos conforme a la tal ánima justa, y después, iluminado por la gracia sobrenatural y vaya guiado y
a poco procura de salirse, trayendo a la ánima a dirigido por una acertada dirección.
sus engaños cubiertos y perversas intenciones». Los dos La forma especial que debe revestir en este caso el
**¿¿os son, por un lado la devoción y por el otro examen, nos la explica San Ignacio con toda precisión.
las más perversas intenciones. El paso del uno al otro Puesto que el enemigo es cauteloso, va poco a poco y
se hace _poco a poco. paso a paso, nuestro examen debe tener esas mismas
A él no le duele esperar; sabe dar muchos y largos condiciones ; «Mucho advertir», no sólo a cada tina de

2.ª Cor., II, 14. 1** Mt., 19, 25.


las mociones que experimentamos, sino el «discurso de da, mirar luego en el discurso de los buenos pensamientos
los pensamientos» y la sucesión completa de nuestras que le truxo, y el principio dellos, y cómo poco a poco
resoluciones hasta el punto donde acaba el proceso de procuró hacerla descendir de la suavidad v gozo spiritual
nuestros
se* actos internos; en cada uno de los pisos de en que estaba, hasta traerla a su intención, depravada { para
m,iedn*atcprolsb que con la tal experiencia conoscida y notada, se guarde
notarse si «es todo bueno,
inclinado a todo bien», si «enflaquece, o inquieta. o pera adelante de sus acostumbrados engaños [334].
conturba a la ánima, quitándola su paz, tranquilidad y
COMENTARIO. — Dijimos antes que nu e stro examen
quietud que antes tenía» ; mayormente, si todo ello
«acaba en alguna cosa mala o distractiva, o menos bue- debe comprender no sólo las mociones internas sino
na que la que el ánima antes tenía propuesta de hacer». también su proceso y desarrollo. Esto segundo tiene
Si en algún punto del proceso observamos algo de esto, más importancia aún que lo primero en el mayor dis-
celara señal es proceder de mal espíritu, enemigo de cernimiento que trata de enseñarnos San Ignacio en es-
tas reglas, y por esta causa le dedica toda la regla sexta.
nuestro provecho y salud eterna». Dios y ,sus ángeles Una vez hayamos sentido y conocido la acción dei
son absolutamente buenos, y de consiguiente cuanto de
enemigo, o por «su cola serpentina», es decir, por los
ellos proceda tiene que ser «todo bueno, inclinado a
movimientos con que debilita, inquieta o turba al alma,
todo bien». Todo lo que haya en nuestros propósitos de
o por el «mal fun a que induce», a saber, a «cosas malas
malo, distractivo o no tan bueno; el más ligero desfa-
llecimiento, o inquietud y perturbación, que r eferente a o distractivas o menos buenas», debemos mirar atenta-
las cosas mencionadas se mezcle en las mociones que mente «en el discurso de los buenos pensamientos que
experimenta nuestra alma, debemos tener por seguro le truxo y el principio dellos, y cómo poco a poco pro-
que es obra del enemigo que cautelosamente ha inter- curó hacerla descendir de la suavidad y gozo spiritual
venido en el curso de la tal consolación. en que estaba, hasta traerla a su intención depravada».
Notemos la gran perspicacia de San Ignacio en atri- Precisamente los pensamientos buenos son les que
buir al demonio no sólo las cosas malas en "todos sus con más cuidado debemos examinar, fijándonos de un
grados, sino aun las que no son tan buenas como las modo especial en su desarrollo y siguiéndolo desde el
principio hasta el fin. Por este camino vendremos a ad-
que nosotros nos hablamos propuesto practicar ; porque
no se puede concebir, que deseando Dios nuestra mayor quirir una «experiencia conoscida y notada» ; es decir,
perfección, inspire determinaciones y propósitos de ma- obtenida y analizada con la mayor reflexión, a fin de
que «se guarde — la persona — para adelante de sus
yor bien a las almas puestas en adelantar tolo lo po**
sible, para hacerlas bajar después Él mismo a cosas de acostumbrados engaños».
menor perfección. Tal proceder denotaría en el Señor
algo de imperfección y contradicción.
REGLA 7.ª

TESTO. —La séptima: en los que proceden de bien en


REGLA 6.ª mejor, el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve y sua-
vemente, como gota de agua que entra en una esponja; y
TEXTO. — La sexta: guando el enemigo de natura hu- el malo toca agudamente y con sonido y incuietud, corno
mana fuere sentido y conoscido de su cola serpentina y mal guando la gota de agua cae sobre la piedra; y a los que
finaquedc,provhlaesnqufdta* proceden de mal en peor, tocan los sobredichos spíritus con-
trario modo; cuya causa es la disposición del ánima ser a
los dichos ángeles contraria o símile; porque guando es con- morada.» Puede haber algo que sea más dulce, suave
traria, r n
ent a con estrépito y con sentidos. perceptiblemen- y consolador que ese habitar de la Santísima Trinidad
te; y quando es símile, entra con silencio como en propria en nosotros? Dado este habitar común de Dios y el
casa a puerta abierta [335].
alma, parece la cosa más natural así el dominio altísimo
COMENTARIO. —De nuevo nos encontramos aquí con
de Dios Criador, como lo enseñado por San Ignacio
en la segunda regla de que «es proprio del Criador en-
la regla fundamental de discreción de espíritus, dada
trar, salir, hacer moción en la ánima, trayéndola toda
por San Ignacio en las dos primeras reglas de la pri-
mera semana [354 y 355], consignada brevemente en en amor de la su divina majestad», y esto otro «sin
la quinta [318] y sobrentendida siempre así en las causa precedente» o sea «sin ningún previo sentimiento
primeras como en estas segundas reglas. La repite al o conoscimiento de algún objeto por el cual venga la
presente, declarándola mediante comparaciones delica- tal consolación mediante sus actos de entendimiento y
dísimas y con una riqueza de palabras que sólo suele voluntad» [330].
usar cuando de asuntos capitales se trata. La consola-
ción es el lenguaje de Dios cuando habla con las almas
REGLA 8.ª
buenas, pero aquí no la llama San Ignacio palabra, sino
toque; expresión más profunda y más apreciada de los TEXTO. — La octava: guando la consolación es sin cau-
místicos. Este toque es dulce, ligero y suave como de sa, dado que en ella no haya engaño per ser de solo Dios
«gota de agua que entra en una esponja». La desola- nuestro Señor, como está dicho, pero la persona espiritual,
ción es también un toque del ángel malo, pero seco, a quien Dios da la tal consolación, debe con mucha vigi-
con ruido e inquietud, «como guando la gota de agua lancia y atención, mirar y discernir el proprio tiempo de la
cae sobre la piedra». Lo dicho se entiende hablando de tal actual consolación, del siguiente en que la ánima queda
los «que proceden de bien en mejor», que «a los que caliente, y favorescida con el favor y reliquias de la conso-
proceden de mal en peor, tocan los sobredichos spiritus lación paseada; porque muchas veces en este segundo tiem-
contrario modo». po por su proprio discurso de habitúdines y consequencias
Todavía más: La consolación es un habitar fami- de los conceptos y juicios. o por el buen espíritu o por el
malo forma diversos propósitos y paresceres, que no son
liarmente con Dios a la manera de dos amigos y com- dados inmediatamente de Dios nuestro Señor; y por tanto
pañeros, o de dos miembros de una misma familia que han menester ser mucho bien examinados, antes que se les -
habitan en la misma casa. Por eso Dios «entra con dé entero crédito ni cue se pongan en efecto [336].
silencio, como en propria casa, a puerta abierta». En tal
casa el demonio es un forastero, un contrario y desco- COMENTARIO. — Para San Ignacio es el examen el
nocido: de ahí que «entra con estrépito y con sentidos, único medio seguro para conocer cuándo se transforma
perceptiblemente». Esta comparación de San Ignacio es el demonio en ángel de luz procurando falsas consola-
un hermoso comentario o reminiscencia de las palabras ciones a las almas buenas : y tanta y tan grande eficacia
de jesucristo 1 ; «Si alguien me ama, también mi Padre le atribuye, que quiere que se someta a él aun la misma
le amará, y vendremos a él y haremos en él nuestra consolación sin causa, en la que no cabe engaño por
venir directamente de Dios. Leamos de nuevo y pon-
------
deremos una por una las palabras con que nos explica
' Jo., i d 23.
cómo debe hacerse el ejamen de esta gracia.
Ante todo impone dicho examen como una obliga-
ción que se debe cumplir «con mucha vigilancia y »Otras vetes nos hace de smenuir de la lectión re-
attención», sin que esto signifique desconfianza alguna en cibida, poniéndonos envarazos, inc onvenientes , porque
Dios, antes por el contrario un grande aprecio de favor enteramente no cumplamos todo a quello, que nos ha
tan singular. Se han de examinar los «propósitos y pa- sido rnonstrado. Y es menester más adv**
resceres, antes que se les dé entero crédito ni que se todas las otras cosas; vezes muchas refre na d
P ongan en efec to » , y s obre todo se ha de «mirar y dis- cha gana de hablar las cosas de Dios N. S .; otras vezes
cernir» en qué tieso fueron hechos. Si nos los ha dado hablando más de lo que gana o movimiento nos acom-
Dios en «el proprio tiempo de la actual consolación», paña; porque en esto es menester más mirar el sujeto
«no hay engaño, por ser de solo Dios nuestro Señor». de los otros, que los mis deseos. Quando así el enemigo
) Pero conviene «mirar y discernir ese tiempo del , si- ayuda a crecer o menguar el buen sentido recibido, de
guiente en que la ánima queda caliente y favorescida manera que así vayamos tentando para aprovechar a los
con el favor y reliquias de la consolación passada», en otros, como quien pasa el vado ;. si halla buen paso, o
el cual ya no es solo Dios el que interviene, sino tam camino, o esperanza que se seguirá algún prouecho, pas-
bién** nosotros con nuestro propio discurso, relacionando sar adelante; si el vado está turbado, y que de las bue-
unos con otros los conceptos, comparando juicios y sa- nas palabras se escandalizarán, tener rienda siempre,
cando consecuencias; y siendo esto así, fácilmente se buscando el tiempo o la hora más dispuesta para hablar.
comprende que en los diversos actos de este segundo » Materias se han movido, que no se pueden assí es-
tiempo pueden intervenir el bueno y el mal ángel como cribir, a lo menos sin muy crecido processo, y aun con
en las consolaciones ordinarias. todo quedarían cosas, que mexor se dexan sentir que
Creemos oportuno copiar aquí el siguiente pasaje de declarar, quando más por letra»
una carta de San Ignacio a Sor Teresa Rajadell, mon- La preciosa doctrina que aquí nos da San Ignacio,
a de Santa Clara de Barcelona: «Agora resta hablar, establece un criterio que necesariamente deberán seguir
o que sentimos de Dios N. S., cómo lo hemos de en- los que sean llamados a examinar revelaciones, profe-
ender, y entendido sabernos aprovechar. Acaece que cías o semejantes comunicaciones extraordinarias de
muchas veces el Señor nuestro mueve y fuerza a Dios con las almas santas. Demos a Dios lo que es de
ránimaueopsztó rabiendoust Dios y al alma lo que es del alma y con ello quedarán
anima; es a saber, hablando dentro della sin ruido al- resueltas las antinomias, las contradicciones y los fra-
-uno de voces, alzando toda a su divino amor, y nos- casos, etc., etc.
trosa* susentido,aunquequisésemos,nopudiendo Resumamos el contenido de estas reglas. La conso-
esistir, y el sentido suio que tomamos, necesario es lación espiritual es el lenguaje usado por Dios y sus
informarnos con los mandamientos, preceptos de la ángeles cuando hablan con las almas buenas; y siendo
iglesia y obediencia de nuestros mayores, y lleno de esto así, San Ignacio nos adiestra para conservar pura
ida humildad, porque el mismo spíritu diuino es en e incontaminada esta celestial comunicación
do. Donde artas veces nos podemos engañar, es que ensñadoitgurledaocnsióflad
después de la tal consolazión o espirazión, como el anim**árnd- o contrahecha por el demonio.
a queda gozosa, allégase el enemigo todo devaxo de Para ello nos da reglas para conocer las causas ver-
alegria** y de buen color, para hacernos añadir lo que daderas de la consolación; nos las hace examinar con
naos sentido de Dios N. S., para haremos desordenar
en todo desconcertar. Monumento Ignatiana, Ser. I , 106.
la mayor atención en su principio, medio y fin; quiere
que separemos del tiempo propio de la consolación, el
que le sigue, en el que no quedan más que sus reliquias.
Nos advierte además, que n todo este largo proceso
no pendamos de vista ni el más ligero movimiento de
la cola serpentina de Satanás; que aprendamos a sentir
los toques dulces y suavísimos del Espíritu que entra en Documento catorce
nosotros como gota de agua en una esponja. Compa-
rando estas segundas reglas con las de la primera se- REGLAS PARA DISTRIBUIR LIMOSNAS
mana podemos afirmar que nos enseñan a «sentir y co-
noscer las varias mociones que en el ánima se causan»
pero «con mayor discreción de espíritus». TEXTO. — EN EL** MINISTERIO DE DISTRIBUIR LIMOSNAS SE
DEBEN GUARDAR LAS REGLAS SIGUIENTES [3,37]:
y no dé la limosna, hasta que conforme a ellas su posterior y añadida a los Ejercicios . A lo mejor fué es-
desordenada affección tenga en todo quitada y lanzada [342]. n ocasión de algún caso p pfieua re ert in; nael ar
6ª regla. — La sexta: dado que no hay culpa en tomar deEjsuma
art
icniptoorctaonnciraqsui6e icular (**mezclados dos renglones**) algunoser-iríoasni
nctqaásuroes
e ee
los bienes de Dios nuestro Señor para distribuirlos, guando cios dados a persona de alta signi ficación por su oficio
la persona es llamada de nuestro Dios y Señor para el tal de limosnero. Sea de esto lo
ministerio; pero en el cuánto y cantidad de lo que ha de
tomar y aplicar para sí mismo de lo que tiene para dar yendo que esta materia de las limosnas es más impor-
a otros, hay duda de culpa y excesso; por tanto se puede tante o más dificil que las anteriormente enumeradas.
reformar en su vida y estado por las reglas sobredichas San Ignacio sienta el principio de que «no hay culpa
[343]. en tornar los bienes de Dios nuestro Señor para distri-
7.0 regla.— La séptima; por las razones ya dichas y por buirlos» [343], pues «es cosa buena en sí, y que milita
otras muchas, siempre es mejor y más seguro, en lo que a dentro de la sancta madre Iglesia hierárquica» [170].
su persona o estado de casa toca, quanto más se cercenare En la elección de este oficio, -el punto difícil e stá en
y disminuyere, y quanto más se acercare a nuestro summo saber si «la persona es llamada de nuestro Dios y Señor
pontífice, dechado y regla nuestra, que es Christo nuestro para el tal ministerio». Este punto es materia grave de
Señor. Conforme a lo qual el tercero concilio carthaginense elección, cuando se trata de tomar este ministerio, o
(en el qual estuvo Sancto Augustin) determina y manda que bien, en caso de elección mudable, si no se eligió debi-
la suppeléctile del obispo sea vil y pobre . Lo mismo se debe
considerar en todos modos de vivir, mirando y proporcio- damente.
nando la condición y estado de las personas; como en matri- «Si la tal elección mutable no se ha hecho sincera
monio tenemos exemplo del Sancto Joaquín y de Sancta y bien ordenada, entonces aprovechará hacer elección
Anna, los quales partiendo su hacienda en tres partes, la debidamente, si tiene deseo que dél salgan fructos no-
primera daban a pobres, la segunda al ministerio y servicio tables y muy apacibles a Dios nuestro Señor» [174].
del templo, la tercera tomaban para la substentación de ellos Pero si la primera elección ya fué hecha debida y or-
mismos y de su familia [344]. denadamente [173] ; o en caso contrario, si no hay lugar
o muy pronta voluntad para repetirla, aprovechará mu-
COMENTARIO. - Estas reglas, como dijimos ya en cho dar forma y modo de enmendar y reformar este
otro lugar, no pasan de ser una aplicación del segundo ministerio, poniéndolo todo para gloria y alabanza de
modo de hacer elección perteneciente al tercer tiempo. Dios nuestro Señor y salvación de su propia alma [1891.
a esta materia especial de la distribución de limosnas. Esto precisamente es lo que hace San Ignacio en las
San -Ignacio así nos lo confirma en la primera regla. presentes reglas.
Cosa parecida -podía haber hecho el Santo aplicando Respecto de la persona que ha de hacer esta elec-
aquel -modo de elegir, v. g. a tomar o dejar beneficios, ción, San Ignacio atiende a dos circunstancias que ha-
a escoger uno u otro estado de vida, y particularmente cen difícil y delicado este caso: La primera es «guando
a abrazar la pobreza actual y la vida apostólica. Por alguna persona se siente inclinada y aficionada a algu-
qué lo hizo con esta materia de las limosnas y no con nas personas a las quales quiere distribuir» [342] ; y la
las que acabamos de nombrar, es difícil averiguarlo. segunda «el quánto y cantidad de lo que ha de tomar
La referencia que hace la regla séptima al Concilio y applicar para si mismo de lo que tiene para dar a
cartaginés, descubre en el Santo una cultura adquirida otros» [343]; cosas ambas que ordinariamente nos dan
muchos años después de haber salido de Manresa, y el caso de la máxima inclinación y afición. Todo esto
co eso nos hace creer que el documento presente es obra hace que las reglas para distribuir limosnas sean más
bres no parientes; que caetera paria, más debe hacer
extensas que el segundo modo de elegir que le sirvió en los parientes que en los otros no parientes» 1.
de modelo; las cuatro primeras son comunes a uno y Segundo caso; «Cantidad de lo que ha de tomar y
otro documento; la quinta responde a la primera aplicar para sí mismo». San Ignacio parece hablar del
circunstancia; la sexta y séptima a la segunda. caso en que el limosnero haya de vivir de los mismos
Primer caso; «Distribución a parientes o amigos o bienes de los pobres, o como él mismo dice, «de lo que
a personas a quien estoy aficionado.» La afición puede tiene para dar a otros». Y ampliando un poco el con-
ser ordenada o desordenada. Por desordenada debe te- cepto de limosnero para incluir también a todo posesor
nerse, si no «desciende de arriba, del amor de Dios de beneficios eclesiásticos y aun «todos modos de vi-
nuestro Señor; de forma que sienta primero en mí que vir, mirando y proporcionando la condición y estado de
el amor más o menos que tengo a las tales personas, las personas», da leyes generales de perfección para
es por Dios, y que en la causa por que más las amo re- toda persona, bien sea de estado eclesiástico, bien cons-
luzca Dios» [ 3 38]. Ésta debe ser combatida y desarrai- tituida en matrimonio.
gada con los ideales del Principio y Fundamento «po- Las leyes por que debe ser «examinadaprobada
niendo su creación, vida y estado para gloria y alaban- su affección», son las mismas del primer caso , y añade
za de Dios nuestro Señor y salvación de su propria que esto es «por las razones va dichas» y por muchas
ánima» [189] y con las cuatro primeras reglas del ac- otras. Pero coo comoel caso presente reviste especial difi-
tual documento, «examinando y probando su affección cultad por tratarse de cosa propia y de hallar el justo
con ellas, y no dando la limosna, hasta que conforme a medio, en la cantidad de lo que ha de tomar y aplicar
ellas su desordenada affección se tenga en todo quitada a si mismo, sin que en ello quede la menor duda de si
y lanzada» [342]. hubo culpa y exceso; San Ignacio se decide por lo me-
El pensamiento de San Ignacio en este punto lo de- jor y más seguro, y en consecuencia define que «siem-
claran bien unas palabras suyas dirigidas a Mosén Juan pre es mejor y más seguro, en lo que a su persona y
Claret: «Si hijos no tiene, ni otros tan cercanos, a los estado de casa toca, quanto más se cercenare y dismi-
quales por ley es obligado dejar, parece ser, en lo nuyere y quanto más se acercare a nuestro sumo pontí-
qual yo no pongo duda, que lo mejor y más sano sería, fice, dechado y regla nuestra que es Christo nuestro
dar a aquel de quien todo ha recibido, es a saver, a Señor». Y para el que esté en estado de matrimonio,
nuestro universal dador, gobernador v señor, en cosas pone el ejemplo de San Joaquín y Santa Ana, «los qua-
pías, justas y sanctas, y mejor en vida lo que pudiere, les partiendo su hacienda en tres partes, la primera
que después della. Porque dexar hombre a otro para daban a pobres, la segunda al ministerio y- servicio del
nutrir caballos, perros y caza, honras, honores y faustos templo, la tercera tomaban para la sustentación de ellos
mundanos, no puedo a ello asentir. Sant Gregorio pone, mismos y de su familia» [344].
entre otros, dos grados de perfección; uno, guando
hombre dexa todo lo que tiene a debdos y parientes, y Monumenta Ignatiana, Ser. 1º I, pág. 95.
s i gue a Christo N. S.; otro nota por mayor, guando,
todo dexando, distribuye en pobres, iuxta illud: si vis
perfectos esse, etc. 1 . Entiendo seer mejor dar a pobres
guando la necesidad no es ygual entre parientes y po-

May 19 , 21.
tros actos internos para saber a punto fijo los que he-
mos de admitir y los que debemos rechazar.
Estas dos significaciones encierran las citadas pala-
bras «sentir y entender», ya que San Ignacio no quiere
hombres inconscientes ni engañados. Modestamente nos
Documento quince dice él que no pretende darnos un asentir y entender»
del todo precisos y acabados, sino sólo unas notas que
nos «a y udan». dejando abierta la puerta a otras luces
NOTAS SOBRE ESCRÚPULOS Y SUASIONES
y doctrinas que pueden llegarnos por otras vías*.

TEXTO. — Para sentir v entender escrúpulos y suasiones * Nota del editor.— Pasa conservar con la mayor fidelidad
de nuestro enemigo ayudan las notas siguientes [345]. el comentario íntegro del P. Casanovas, trasladamos a esta nota
algunos párrafos del texto de la primera edición, los cuales,
COMENTARIO. — La explicación de las palabras del dado el orden en ésta adoptado, según lo dicho en la Nota edi-
torial que va al principio del torno primero, no tienen en
título es la siguiente. «Sentir» es lo mismo que notar, ella
razón de ser. He aquí lo suprimido en el texto:
advertir v caer en la cuenta. «Entender» es compren- <Parece que estas notas tienen un carácter simplemente
der las cosas corno ellas son y no de diferente manera. complementario y esto nos ofrece la oportunidad de declarar el
«Escrúpulo» : San Ignacio mismo nos dará pronto su por qué las colocamos en la primera semana, cuando en el libro
verdadera significación y también lo que falsamente se de los Ejercicios están puestas después de las reglas de discre-
ción de la se gunda, y aun después también de las otras para
toma por tal. «Suasión» es un acto provocado desde fue- distribuir limosnas, pertenecientes a la misma.
ra de nosotros y parece referirse más al pensamiento que »Según se ve, San Ignacio dejó para el final de su libro todos
al sentimiento: al contrario de la «moción», que, corno aquellos documentos que no tienen lugar determinado en los
ya dejamos dicho, parece referirse al sentimiento. «Nota» Ejercicios. Esto se advierte en las mismas reglas de discreción
señala una doctrina no tan completa, precisa y orde- de espíritus, pues aunque las divide en las que son más propias
de la primera semana y las más propias de la segunda.
nada corno la «regia» ; es más bien una «observación». la mis-
ma expresión de más prop ias indica que tal vez convenga expli-
El significado, pues, del titulo es éste; las notas u carlas en otro tiempo, atendidas las actuales disposiciones del
observaciones que vienen a continuación. sin constituir ejercit ante, como ya lo advirtió claramente en las anotaciones
octava, novena y décima
un conjunto de reglas completas, precisas y ordenadas >Siendo, pues, lícito escoger el lugar más op ortuno para expli-
acerca de los escrúpulos y suasiones del demonio, ayu- car las notas sobre escrúpulos y suasiones, hemos resuelto jun-
dan para darse cuenta de que se dan en nosotros y a tarlas con las reglas de discreción más propias de la primera
tenerlas por tales. semana, por las siguientes razones:
»La primera es porque dice el Santo en la tercera de estas
En la apreciación de los actos de nuestra vida inte- notas que el escrúpulo «en gran manera purga y alimpia la
rior, dos cosas hay que son esenciales. La primera es nacqáuesbdpiortmljcs»[348],y
que no sean inconscientes, es decir, de aquellos que en- que ese ,purgar y limpiar es muy propio de la primera semana.
tran y se van sin que el alma advierta su presencia; »La segunda, porque dice en la quinta nota que «la ánima pro-
cure solidarse en el medio»; es decir, que su conciencia en ma-
porque esto se parecería a una casa sin puertas y a dis- teria de pecados no sea ni ancha ni estrecha, y también parece
posición por lo tanto de cuantos quieran entrar en ella que pertenece a la misma primera semana adquirir ese conoci-
para meterse en nuestras cosas. La segunda es conocer miento exacto y justo del nevado.
perfectamente la naturaleza y valor espiritual de nues**¬ »La tercera. porque en las cartas de Sor Teresa Rajadell pa-
clan pie a ninguna clase de juicios de esta naturaleza,
ni van tras semejantes hombres, que padecen cierto es-
NOTA
trabismo intelectual; pues vemos claramente que la ra-
TEXTO. —La primera: llaman vulgarmente escrúpulo, el zón y la revelación son su fundamento firme y que sólo
nos dan verdades ciertas y normas morales muy segu-
'qu e P- de nuestro proprio juicio y libertad, es a saber,
pquando
ec* yo libremente formoseerpcadolsqun ras y enérgicas.
cado; así como acaece que alguno después que ha pisado Por el contrario, hay que decir que los individuos en
unacruzdepaj incdent r,formaconsupropriojuico los que se vea muy acentuado tal temperamento enfer-
que ha vacado; y éste es propriamente juicio erróneo y no mizo, no son sujetos aptos para hacer los Ejercicios
propio escrúpulo [346]. de San Ignacio, y que será camino más acertado remi-
tirlos a un médico antes que a un Director espiritual.
COMENTARIO.— Aquí tenernos bien definido y per-
A los que han de dar Ejercicios a muchedumbre de
fectamente descrito el escrúpulo vulgar, corno lo llama gentes, tal vez les sea útil observar que estas multitu-
San Ignacio; que propiamente no es el escrúpulo ascé- des tienen cierta tendencia al estrabismo colectivo , aun-
tico que constituye una prueba o tentación en la vida que individualmente no estén contaminados de esa en-
espiritual, sino un juicio erróneo nacido de nuestro fermedad aborrecible. Las turbas, al menos en momen-
propio juicio y libertad, sin causa alguna o sugestión tos pasionales, más fácilmente creen en el absurdo que
exterior. Ya se ve que es una cosa detestable, puesto en la verdad, y emiten los juicios más monstruosos con-
que es un juzgar sin razón suficiente para ello. tra las verdades más evidentes y aun en contra de las
El análisis se ha de llevar en este punto, antes que mismas verdades de experiencia y de sentido común.
al juicio erróneo en sí mismo, a las causas que lo pro- Si esas turbas, en un estado psicológico como éste, se
ducen. Dice San Ignacio que «procede de nuestro pro- ponen a tratar de asuntos religiosos, espirituales y so-
prio juicio y libertad». Parece absurdo que un hom- brenaturales, profieren y proclaman monstruosidades
bre, deliberadamente, por su propio parecer y libertad verdaderamente increíbles. La historia de las herejías
y sin razón alguna que lo abone, juzgue erróneamente y supersticiones está llena de esto. Entienda, pues, el
que es pecado lo que no lo es. Y sin embargo existe Director de los Ejercicios, mayormente cuando tenga
esa ciase de hombres, verdaderos casos patológicos, que hablar a mucha gente, que' ha de poner un cuidado
inteligencias y libertades enfermas o enfermizas, pro - especial en evitar a todo trance todo aquello que pueda
**pensas a formar juicios extravagantes, y por lo mismo contribuir de alguna manera a crear estos estados pasio-
a dejarse llevar de una espiritualidad errónea. Éstos nales tan propensos a toda clase de errores y supers-
son los mejor dispuestos para creer en toda suerte de ticiones.
supersticiones. Los Ejercicios de San Ignacio jamás No es raro encontrarse con personas predispuestas
psicológicamente al estrabismo espiritual y llenas de
rece que se hace referencia a los escrúpulos cuando se habla de errores intelectuales profundamente arraigados, errores
las reglas de discreción de la primera semana.
»Con todo, al colocar en este punto dichas notas (en algún que traen su origen de doctrinas irracionales, sacadas
sitio había que ponerlas), no queremos disminuir en lo más mí- de oír algún predicador que no supo exponer la verdad
nimo la discreción que incumbe al Director. de escoger el mo- con la debida claridad; o lo que es más probable, que
mento mas oportuno para explicárselas al Ejercitante, siguiendo no fué bien comprendido. Estos tales, oirán declarar
el espíritu y la letra de San Ignacio.>
después mil veces esos mismos puntos con la mayor
claridad y precisión y refutar el absurdo contrario, pero un pensamiento venido de fuera q ue lo turba y que en
ellos no salen de su primera aberración por nada del contra de lo que el pensaría y sentirla discurriendo na-
inundo. turalmente. le hace dudar de si ha pecado o no. Ya
Lo mismo cabe decir de las prácticas supersticiosas, tenemos pues dos pensamientos que van el uno contra
de las devociones estrafalarias y de los fantasmas de el otro: el del hombre totalmente racional y bien orien-
ultratumba, hijos del curanderismo, del sectarismo de tado, y la sugestión diabólica que San Ignacio califica
mil maneras disfrazado, o de los seudovidentes que con los apelativos de astucias, engaños, malicias, razo-
nunca faltan, sobre todo en circunstancias y aconteci- n es aparen tes , sutilezas y constantes falacias [326, 329].
mientos extraordinarios. Con todas estas cosas tiene es- El final de la lucha entablada dependerá natural-
trecho parentesco lo que San Ignacio denomina escrú- mente de la relación en que estén el ataque y la resis-
pulo _vulgar. tencia.
Dada la explicación del escrúpulo vulgar, sepamos Si el pensamiento del hombre tiene sólidos funda-
el juicio que le merece a San Ignacio. Dice de él seve- mento y este posee un temperamento espiritual firme
ramente, que «es mucho de aborrescer, porque es todo y sereno; si tiene bien conocida la estrategia de su ene-
error» El error de juicio cuando es libre y voluntario migo y está a punto para responder a ella con la suya
es cosa aborrecible, aunque se presente revestido de propia, la sugestión diabólica no será más que una
apariencias de conciencia delicada, como la del que «ha molestia más o menos duradera, pero sin ulterior tras-
pisado una cruz de paja incidenter»; porque es hacer cendencia. Entonces, y en el caso peor de carecer de
de la mentira camino para ir a Dios, es apoyar en fal- la gracia de la consolación venida del buen ángel, nos
sos fundamentos toda la santidad, es destruir al hom- hallamos en una forma de desolación de aquellas que
bre y volver del revés la obra de Dios. Siempre y en describe San Ignacio cuando nos dice que el Señor
todas las cosas es digno de odio el error, y mucho más para probarlo le ha dejado a solas con sus potencias
en materia espiritual pero lo que es «todo error», es naturales, para que resista a las varias agitaciones y
más aborrecible todavía. tentaciones del enemigo, con el auxilio divino que siem-
pre le queda, aunque claramente no lo sienta, como le
queda la gracia suficiente para la salud eterna [320]
NOTA 2ª Por el contrario, si el pensamiento propio no está
sólidamente fundado, si nuestro
Tupa— La segunda: después que yo he pisado aquella ydteémbiplsranco utebglias
cruz, o después que he pensado o dicho o hecho alguna otra del enemigo y la que debemos oponerle, entonces se
cosa, me viene un pensamiento de fuera que he peccado; y produce en nosotros el estado propiamente llamado
por otra parte me parece que no he pecado, tamen siento
en esto turbación, es a saber, en cuanto dudo y en cuanto escrupuloso.
no dudo: éste tal es proprio escrúpulo y tentación que el Características de semejante estado. La primera es
enemigo pone [347]. la duda. El pensamiento del hombre le dice a éste que
no ha pecado; el del demonio le acusa de culpa. Aun-
COMENTARIO. — Esta nota nos da la definición y que el pensamiento propio se apoye en razones morales
descripción del escrúpulo ascético, que es una clase de y en cambio el del demonio se valga sólo de astucias,
tentación en la vida espiritual. El hombre obra v pro- engaños, malicias, razones aparentes, sutilezas y cons-
cede con toda normalidad, pero el demonio le sugiere tantes falacias, para un espiritu que se halla en la día-
posición descrita más arriba, esto basta y sobra para dos palabras que puso San Ignacio en el título de estas
Umnad*u meterlo en un mar de dudas. notas ; «para sentir y entender escrúpulos y suasiones
serena, que dejara abierta la puerta al de nuestro enemigo» : es decir, que lo primero que ha de
examen*** de unas yotras razones, no sería mal tan gran- hacer el escrupuloso es darse cuenta y convencerse
de; pero es el caso que la duda del escrupuloso es toda** de que lo es; que no está en estado de pecado como se
turbación. Ésta es la segunda característica. lo quiere persuadir el enemigo, s i no de tentación o
Cuando esto sucede, el demonio no se contenta con desolación, y que en consecuencia debe atenerse a las
atacar el pensamiento, sino queinvadeltro regias dadas por San Ignacio para este caso. Muy útil
sentimiento con todos los caracteres principales de les será repasarlas una por una [318-327]. Tal vez las
sodl«Lamceión.surdalánim, que más le convengan son la I2 a, que le aconseja «po-
turbación en ella... inquietud de varias agitaciones y ner mucho rostro contra las tentaciones del enemigo
tentaciones. movimiento a infidencia, sin esperanza, et- haciendo el opposito per diametrum» [ 325], y la 13ª
céteras [317]. La raíz de esta clase de turbación es de «descubrirse a su buen confessor o a otra persona
hallarse el alma (alma débil como suponemos) atraída spiritual, que conozca sus engaños y malicias» [326],
y medio arrastrada por dos acciones o fuerzas contra- obedeciéndoles a ojos cerrados.
rias. que son los dos pensamientos. El uno afirma, el
otro niega. Mira al uno, y no duda; vuelve*** la vista al
otro, y duda. Así oscila no tanto entre dos razones o 3ª
Nova
entre dos dudas, cuanto entre dudar y no dudar. No
sólo carece de seguridad respecto del objeto de su duda, TEXTO. — La tercera: el primer escrúpulo de la 1ª nota
que es el pecado, pero ni siquiera está seguro de su es mucho de aborrescer, porque es todo error; mas el 2 .° de
duda ni de si mismo ; «siento en esto turbación, es a la 2ª nota, por algún espacio de tiempo no poco aprovecha
al ánima que se da a espirituales ejercicios; antes en gran
saber, en cuanto dudo y en quanto no dudo». Estado manera purga y alimpia a la tal ánima, separándola mucho
es éste verdaderamente miserable, muy parecido al de de toda aparencia de peccado, jujta illud Gregorii: bona
un enfermo que no puede ni estarse quieto, ni moverse rum mentium est ibi culpam cognoscere, ubi culpa nulla
y sólo es capaz de estar temblando. est [348].
Dice San Ignacio que «éste es proprio escrúpulo y
tentación que el enemigo pone» ; luego el verdadero es- COMENTARIO. — San Ignacio en esta nota nos da a
crúpulo es una especie de tentación del enemigo. Verdad conocer el juicio o dictamen que le merecen los dos es-
importantísima quepermit crúpulos, el vulgar y el ascético. El del primero, ya lo
efinrlacodutq
debe adoptar el e scrupuloso. Viene del enemigo; por- liemos comentado en la primera de estas notas ; del se-
que según el principio general que rige en materia de gundo dice que «por algún espacio de tiempo no poco
desolación. y tratándose aquí de almas buenas, «pro- aprovecha al ánima que se da a espirituales
pio es del mal espíritu morder. tristar y poner impedi- ejrcios».Sabmquelntodprsca,que
men tos ,
inquietando con falsas razones» [3131; y es a quien haga los Ejercicios como es debido de ven-
propio del enemigo militar contra la verdadera «alegría drán algunas mociones spirituales en su ánima, así
y consolación espiritual, trayendo razones aparentes, como consolaciones o desolaciones, y sera agitado de
sutilezas y asiduas falacias» [329]. varios spíritus» [6]. Por otra parte, según las reglas
En este punto adquieren su máxima importancia las de discreción de espíritus. en la desolación debemos
prepararnos para la consolación 1321] y en la conso- so, para convertirse en fuente de numerosos males es-
lación para la desolación [323]. Siguese de esto que pirituales.
la desolación oi
tentacón nos es provechosa. Añade Habla aquí San Ignacio, como lo hace generalmen-
ahora que una de las formas de tentación que apro- te en todo, por propia experiencia. La mayor de las
vecha, y no poco, al alma que se da a ejercicios espiri- tribulaciones que pasó en Manresa, fué por causa de
tuales, es el escrúpulo ascético. Y da la razón de esto, los escrúpulos. Aquello era morirse de veras. Le aco-
diciendo que «en gran manera purga y alimpia a la metían tentaciones de dejar la vida comenzada y hasta
tal ánima, separándola mucho de toda aparencia de de acabar con una muerte violenta. Pero él era dili**
pecado». Primeramente la purga, pues viene a ser una gentísimo en «buscar hombres espirituales, que le reme-
pena que le quita las faltas y reliquias de los pecados diasen de los escrúpulos», fidelísimo en la obediencia
y un cauterio contra la soberbia. De las tres causas a su confesor, y heroico en darse a penitencias extra-
principales de donde nace nuestra desolación, la pri- ordinarias. Su recurso principal era la oración; «Socó-
mera es «por nuestras faltas» y la tercera «porque en rreme, Señor, decía, que no hallo ningún remedio en
cosa ajena no pongamos nido, alzando nuestro los hombres, ni en ninguna criatura; que sí yo pensase
entendimiento en alguna soberbia- o gloria vana, attribuyen- de poderlo hallar, ningún trabajo me sería grande.
do a nosotros la devoción o las otras partes de la Muéstrame tú, Señor, dónde lo halle; que aunque sea
espiritual consolación» [322]. El escrúpulo es una de las menester ir en pos de*** un perrillo para que me dé el
desolaciones más terribles, es un verdadero martirio remedio, yo lo haré». No le faltó el Señor y pasado
espiritual y por lo mismo lleva encerrada en sí una «algún espacio de tiempo» puso Dios término a la ten-
gran virtud purgativa de los pecados y de la soberbia. tación.
En segundo término, la limpia, apartándola no tan sólo Es muy digno de notarse, que el remedio le viniera
del pecado mortal y venial, sino aun de todo desorden precisamente por las reglas de discreción de espíritus.
y apariencia de pecado. Y dice San Ignacio que esto «Mas en la fin destos pensamientos (de los escrúpulos)
lo hace mucho; es decir muy intensamente. le vinieron unos desgustos de lvidaquehcí,on
Advirtamos con todo qué los escrúpulos, como dice algunos ímpetus de dejarla; y con esto quiso el Señor
el Santo, aprovechan «por algún espacio de tiempo». que despertó como de sueño. Y como ya tenía alguna
Dios con los escrúpulos lleva la misma cuenta que con experiencia de la diversidad de spíritus con las liciones
las tentaciones, que no permite que seamos tentados que Dios le había dado, empezó a mirar por los me-
más de lo que pueden nuestras fuerzas; y para que nos dios con que aquel espíritu era venido, y así se deter-
animemos a soportarlos, nos hace sacar provecho de minó con grande claridad de no confesar más ninguna
ellos; a condición, se entiende, de que el hombre ponga cosa de las passadas; y así de aquel día adelante que-
de su parte lo que debe y puede. dó libre de aquellos escrúpulos, teniendo por cierto que
Con frecuencia los escrupulosos son enfermos cró- nuestro Señor le había querido librar por su miseri-
nicos que han hecho ya de ese su estado como una se- cordia» 1.
gunda naturaleza. Cuando esto acontece, es muy de El remedio consistió, pues, en examinar los efectos
temer que por su parte haya falta en no valerse de los que en él producían los escrúpulos, en deducir de ese
medios convenientes de una buena dirección y una obe- examen con gran claridad y como quien despierta de
diencia perfecta; en este caso, si el escrúpulo dura más
que talgún espacio de tiempo», deja de ser provecho- Monumenta Ignatiana, Ser. IV, I, pág. 393.
un sueño, que todo aquello era tentación del mal espí- aparentes, haciendo • imaginar delectaciones y placeres
ritu y finalmente en arrojado todo muy lejos de sí y sensuales, por más los conservar y aumentar -en sus vi-
para siempre. cios y pecados» [314]. Las almas delgadas son un su-
A pesar de haber puesto de su parte tan grande es- jeto a propósito para la tentación de escrúpulos; pero
fuerzo, no dudó un punto de que era nuestro Señor el advierte San Ignacio, que el enemigo antes de meter-
que por su gran misericordia le había querido librar las en ellos, hace sus pruebas para ver de convertirlas
de aquel tormento, permaneciendo él firme y constante en almas gruesas y para ello intenta obligarlas a acep-
en su doctrina de que nosotros no hacemos más que tar el desorden, o «hacerlas caer en cosa que parezca
preparar y disponer nuestra alma, pero que Dios es el pecado». Si lo consiguiera, ya las tendría bien prepara-
que lleva a cabo la transformación y mudanza. das para que dejaran pasar también el pecado venial
y entonces fácilmente se convertirían ya en almas
gruesas.
NOTA 4a De nuevo vemos en esto la gran importancia y la
eficacia que tiene el simple desorden en el sistema as-
TEXTO. — La parta; el enemigo mucho mira si una cético de San Ignacio. Si el alma resiste a esta tenta-
mpysánireoadculg, ; ción, en apariencia leve, el enemigo esgrime entonces el
a adelgazar en ejtremo, para más la turbar y desbaratar: arma terrible de los escrúpulos.
verbi gracia, si ve que una ánima no consiente en sí pec- El alma que no quiere admitir ni apariencia siquiera
ado mortal ni venial ni aparencia alguna de peccado de pecado, trata el enemigo de adelgazada más aún y
delibeiado, entonces el enemigo, cuando no puede hacerla caer «procura de hacerla formar peccado adonde no es
:n cosa que parezca peccado, procura de hacerla formar pecado, assí como en una palabra o pensamiento mí-
ceceado adonde no es peccado assi como en una palabra
nimo» .
o*pensamití;lánaesgru,mio Cualquiera palabra, el más ligero pensamiento, se
procura de engrosarla más, verbi gracia, si antes no hacía
lo representa el enemigo como si en realidad fuera un
caso de los peccados veniales, procurará cue de los
mortaleshgpc,yialúnsohcíte,qum
pecado, aunque el alma, discurriendo por su cuenta, pen-
cenas o ninguno haga agora [349]. saría que aquello no era nada. Y como esto se repite
a cada momento y en todas las cosas, lo mismo en el
COMENTARIO. — San Ignacio nos describe aquí sí como en el no, la pobre alma se ve metida en una
admirablemente las trazas del enemigo en la tentación de clase de martirio, que duda absolutamente de todo:
os escrúpulos. Hay almas gruesas que no se preocupan duda de sí misma y duda de la misma duda.
o más mínimo de los pecados veniales, y almas del- Consecuencias de la presente nota. — Primera; fijé-
radas que no dejan pasar, no ya el pecado mortal o monos en que las almas que escoge el demonio para
venial, pero ni siquiera apariencia alguna de falta de- atormentadas con los escrúpulos, son por lo general
iberada o desorden. almas selectas y muy aptas para ser santas ; cibus eius
Las almas gruesas no suelen ser tentadas de escrú* electas. Esto puede ser un consuelo y al mismo tiempo
pulos;antercilmgopruaen- un estimulo para los que son tentados. — Segunda:
sarlcdvezmáyarlsquhgnpoc Cuando el demonio intente engrosar de antemano el
caso de los mismos pecados mortales. « Acos* alma haciéndole admitir el desorden, que ésta no ceda
tumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres jamás por el temor de que será después tentada de es-
**crúpulos. Dichosa el alma que por se r fi el a Di os se importantes que si hubiéramos triunfado de él en su
ve metida en este martirio; si es constante en esta su propio terreno
fidelidad, saldrá de él, sin ningún género de duda, pur- ¿Intenta el enemigo engrosar el alma? Pues como
gada v limpia y apartada hasta de la menor apariencia ese engrosar quiere decir que la lucha gira en torno del
de pecado. pecado mortal, procediendo el alma contrario modo v
tratando de adelgazarse, traslada con eso el campo a
la simple apariencia de pecado deliberado. En cuyo caso,
NOTA 5ª
si el alma desgraciadamente sale vencida, habrá caido
en un desorden que no es pecado ni mortal ni venial;
TEXTo.— La quinta: La ánima que desea aprovecharse al paso que sin esta estrategia, la lucha se hubiera libra-
en la vida espiritual, siempre debe proceder contrario modo do en terrenos del pecado mortal, donde el vencido que-
que el enemigo procede, es a saber, si el enemigo quiere da perdido.
engrossar la ánima, procure de adelgazarse; asimismo si el ¿Trata por el contrario el enemigo de «adelgazar
enemigo procura de artenuarla para traerla en extremo, tanto al alma, que la attenúe para traerla en extremo»
quie* la ánima procure solidarse en el medio para en todo En este caso, de ninguna manera puede irse al extremo
tarse*** [350]. contrario, que sería el pecado mortal. Como el alma es
va «delgada» ; es decir, tal que evita todo pecado y
Comentario. — La ley contenida en esta nota, la h asta la apariencia de pecado deliberado, le basta con
inculca repetidamente San Ignacio cuando trata de en- «solidarse en el medio para en todo quietarse». Este
señarnos la estrategia que hemos de adoptar en la lucha «solidarse» en todo, en el medio, con una paz y quietud
con nuestro enemigo: «proceder contrario modo», es que no se alteren con lo que viene por la derecha o
lo mismo que «hacer el oppósito per diametrum» y su por la izquierda, es formarse una conciencia práctica,
fin es que «no sólo se avece a resistir al adversario, mas sólida, ilustrada y la más apta para poder llegar a la
aun a derrocalle» [13]. virtud perfecta.
Ya nos ha enseñado el Santo que «el enemigo de
natura humana, rodeando mira en torno todas nuestras
virtudes teologales, cardinales y morales; y por donde NOTA 6ª
nos halla más flacos y más necescitados para la salud
eterna, por allí nos bate y procura tomarnos» [327]. TEXTO. — La sexta: cuando la tal ánima buena quiere
Por consiguiente, seguir la iniciativa de nuestro enemi- hablar o obrar alguna cosa dentro de la Iglesia, dentro de la
go, pero con el intento y dirección contrarios a la suya, intelligencia de los nuestros mayores, que sea en gloria de
es muy buen sistema, lo mismo para contrarrestar su Dios nuestro Señor, y le viene un pensamiento o tentación
acción como para saber colocar nuestras defensas allí de fuera, para que ni hable ni obre aquella cosa, trayéndole
razones aparentes de vana gloria o de otra cosa, etc.; en-
donde se ve que son más débiles.
tonces debe de alzar el entendimiento a su Criador y Señor;
De este modo, aunque parezca a primera vista que y si vee que es su debido servicio o a lo menos no contra,
el enemigo es el que lleva la dirección estratégica, en debe hacer per diametrum contra la tal tentación, juxta
realidad somos nosotros los que llevamos el combate a Bernardum videm respondentem: nec*** propter te*** incepi,
un campo que nos es menos peligroso, y si la victoria propter te finiam [351].
queda por nosotros, producirá resultados, mucho más
COMENTARIO. — Hasta el presente ha tratado San tituciones, comendaciones y costumbres de nuestros
Ignacio del escrúpulo del pecado y aquí nos habla del mayores» como lo explica en una de las reglas cita-
escrúpulo con ocasión de las mismas obras buenas. Pa- das [362].
recen estas dos cosas objetivamente inconexas, pero lo Tercera: «que sea en gloria de Dios nuestro Señor,
cierto es que suelen ir juntas en los servidores de Dios o a lo menos no en contra».
«que van intensamente purgando sus pecados y en el Cumplidas estas condiciones y puesto el entendimien-
servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor su- to en su Criador y Señor, debe oponerse diametral-
biendo» [315]. El autor de esta unión es la malicia mente a la tentación de vanagloria y a cualquiera otra
del enemigo. Cuando ve el demonio que no puede arras- que con aparentes razones le presente el enemigo, y
trar al alma al pecado o a la apariencia de pecado y se ha de lanzar a hablar u obrar lo que le dicta la santa
ni siquiera a que vea pecado donde no lo hay, intenta 'inspiración, oponiendo la conocida respuesta de San
al menos apartarlo de hacer obras buenas, explotando Bernardo: ni por ti lo he comenzado, ni por ti lo dejaré.
una falsa humildad, e impedir que adquiera una con- Ya se entiende. advierte San Ignacio en una carta
ciencia moral perfecta. a Teresa Rajadell que luego copiaremos, que «este ha-
La nota que estamos comentando la sacó también blar debe ser con mucha mesura, y movido por el ma-
San Ignacio de su propia experiencia. Ya en los her- yor provecho de sí mismo y de los otros, si halla tal
mosos comienzos de su conversión sintió vivas ansias aparejo, y creyendo serán crédulos».
de ayudar a las almas valiéndose de las gracias espi- Cerremos el comentario de esta y de las anteriores
rituales que le comunicaba Nuestro Señor. Contra este notas, admirando la gran claridad y solidez con que
su espíritu apostólico se levantaron pronto las dificul- nos forma San Ignacio la conciencia moral, tanto por
tades que le oponían el mundo y muchas personas bien lo que toca a huir del mal, como en el obrar el bien,
ntencionadas y las tentaciones internas provocadas por «solidándonos en el medio, para en todo quietarnos».
el enemigo. Es éste un punto ciertamente delicado, por-
que el proselitismo ejaltado de los neófitos está lleno
de peligros; pero sería, a su vez, un absurdo flagrante
condenar todas las inspiraciones de los Santos encami-
nadas al bien de las almas. San Ignacio sintió en si, Apéndice
y vivamente, semejante inspiración, y aleccionado por
las contradicciones y las tentaciones formuló las normas COMENTARIO AUTÉNTICO DÉ LAS REGLAS DE DISCRECIÓN
prudentísimas que nos da en la presente nota. DE ESPÍRITUS Y DE LOS escrúpulos
Las condiciones que señala para que sepamos dis-
cernir si es buena y prudente la inspiración que se siente Poseemos una aplicación práctica de estas reglas ,
**de hablar o practicar alguna cosa buena, son las salida de la pluma del mismo San Ignacio; v en ella
siguent;Prma,qlouesirhbapct de tal manera razona el Santo que su carta constituye
sea dentro de la Iglesia militante y conforme con el «sen- un comentario auténtico de este punto de los Ejerci-
tido verdadero que en ella debernos tener», a cuyo fin cios. Es el caso de Teresa Rajadell, monja del monas-
escribió el Santo unas reglas muy notables [352-370]. terio de Santa Clara, de Barcelona. Era San Ignacio
Segunda : que sea asimismo «dentro de la inteligen- muy conocido en aquel convento desde los años que
cia de los nuestros mayores» ; es decir, según las «cons** vivió en nuestra ciudad entregado a los estudios y a
las obras de celo. A principios del año t536, hallán- «sin otra causa venidera»: como Dios N. S. tiene puesto
orden, peso, y mesura ca todas las cosas, posible es que
dose él en Venecia con sus compañeros, recibió carta de
Señor viese que, aunque aquélla fuese en gracia por enton-
Jaime Cazador, en la que le hablaba de las penas espi- ces, cue de los dones y gracias recibidas no se avía de
rituales por que pasaban la s religiosas de aquel monas- apr ovechar , y no perseverando, venía a mayores pecados,
terio, una sobre todo, a causa de la dirección terrorífica á la fin á perderse; y el Señor nuestro benignísimo, por
de cierto confesor falto de discreción. El futuro Obispo pagarle este poco de servicio, premitiese que así viniese en
de Barcelona pedía al Santo algún remedio espiritual temores y en continuas tentaciones, siempre guardándola que
para aquella pobre alma. no perezca. Porque siempre debemos presumir que el Señor
El Santo contesta así ; del mundo todo lo que obra en las ánimas rracionales es, 6
por darnos mayor gloria. 6 porque no seamos tan malos;
«Cierto no tengo por cristiano aquel á quien no atra- pues para más no alla en nosotros subiecto. Tandem, como
viesa toda su ánima, en considerar tanta quiebra en servicio nosotros ignoremos los cimientos y las cabsas della, no po-
de Dios N. S. Y no tengo en tanto en faltar juyzio á vna demos determinar los efectos. Así a nosotros es siempre
sola persona, quanto el daño que resulta en muchas otras, mucho bueno, no sólo vivir en amor, mas avn es muy sano
y en otros, que al seruicio divino se podrían aplicar. Por- en temor ; porque sus divinos juicios son En todo inescruta-
que por nuestra miseria, corno aliemos tanta dificultad en bles, in cuius voluntate non est querenda ratio. Sólo nos
vencer á nosotros mismos, donde se alta el mayor proue- **rresta llorar, y rrogar á la salud mayor de su conciencia y
cho, poca ocasión nos vasta para en todo nos desbaratar. de todas las otras. Su divina bondad lo quiera ordenar, y
Cierto, mucho quisiera aliarme entre esas rreligiosas, si en no permita que el enemigo de natura humana tanta visoria
alguna manera pudiera calar el cimiento de sus ejrcios reciba contra aquéllas, cue con la su preciosísima sangre
y modo de proceder, mayormente de acuella que se ve en las ha tan caramente comprado, y en todo rescatado» 1.
tanta angustia y peligro. Porque yo mi fácilmente puedo
creer que una persona, andando en placeres mundanos, ó La fervorosa monja, consolada y alentada con la
menos dado á Dios N. S., y en su seso y juicio, que por
carta que anónima e indirectamente le había dirigido
más servir y allegarse al Señor nuestro, se permita que
aquella venga en tanto caso de desesperación. Yo, que soy San Ignacio, se atrevió a escribirle ella abiertamente
humano y flaco, si alguno viniese para me ser** y por «rogándole con mucho interés que le comunicara lo que
amarme más, si en mí fuese y fuerces subiese, no le podría le dijera el Señor y le expusiese claro su parecer» res-
dejar venir á tanto desastre; cuánto más Dios N. S., que, pecto del caso de conciencia en que se encontraba. San
seyendo divino. se quiso hacer humano, y morir, sólo por Ignacio, por el mes de junio del mismo año, le contesta
la salvación de todos nosotros. Así no me puedo facilitar, como sigue:
que por aplicarse á las cosas diuinas, sin otra cabsa interna
ó venidera, ella veniese á tanto suplicio y á tanto mal. Por- «Diré de mucha buena voluntad; y si en alguna cosa pare-
que de Dios N. S. es propio dar entendimiento. y no quitar; ciere ser agr[i]o, más seré contra aquel que procura
asimismo esperanza y no desconfianza. Digo «sin otra cabsa oturbas,qecnvtproa.Edscelmíio
internas, porque posible es que su ánima, en el tiempo de hace turbar, mas no de manera que os haga caer en culpa de
los exercicios estuviese llagada de peccado; y peccados ay pecado, que os aparte de vuestro Dios, y señor, mas os haze
de tantas maneras, que parece que no ay número alguno; turbar y apartar de su mayor seruizio y vuestro mayor
asimismo, que subiese modo llagado de proceder en los hreposo.
umil* La primera es que pone y suade á una falta
exercicios: que no todo lo que [lo] parece es bueno; y así,
romo en la tal persona el bien no habitase con el mal, ni la
gracia con el pecado, podía el enemigo mucho obrar. Dixe Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, I, págs. 97-99.
deseosa. Si bien miráys, bien entendéys que aquellos deseos
dad. La segunda pone extremo temor de Dios adonde dema- de seruir a Xpo. N. S. no son de vos, mas dados por el Se-
siado os detenéis y ocupáis. ñor; y así hablando, el Señor me da crecidos deseos de ser-
Y cuanto a la primera parte, el curso general, que el ene- uirle al mismo Señor. Le alabáys, porque su don publicáis.
migo tiene con los que quieren y comienzan seruir á Dios y en él mismo os gloriáis, no en vos, pues á vos misma
N. S., es poner impedimentos y obstáculos, que es la primera aquella gratia no atribuís. Assí deuemos mirar mucho, y si
arma con que procura herir, es á saber: cómo as de vivir el enemigo nos alza, baxarnos, contando nuestros peccados
toda tu vida en tanta penitencia, sin gozar de parientes, y miserias; si nos abaja y deprime, alzarnos en verdadera
amigos, possesiones, y en vida tan solitaria sin vn poco de fe y esperance en el Señor, y numerando los beneficios re-
reposo? como de otra manera te puedas saluar sin tantos cibidos, y con quánto amor y voluntad nos espera para sal-
peligros; dándonos á entender, que hemos de viuir en vna uar, y el enemigo no cura si habla verdad ó mentira, mas
vida más larga por los trauaxos que antepone, que nunca sólo que nos venza. Mirad cómo los mártires, puestos delante
hombre vivió, no nos dando á entender los solaces y conso- de los jueces idólatras, decían que eran sieruos de Christo;
laciones tantas, que el Señor acostumbra dar á los tales, pues vos, puesta delante del enemigo de toda natura humana,
si el nueuo seruidor del Señor rompe todos estos y por él assí tentada, guando os quiere quitar las fuerzas,
inconvenientes, eligiendo querer padecer con su criador y señor. que el Señor os da, y os quiere hazer tan flaca y tan teme-
Luego procura el enemigo con la segunda arma, es á saber, rosa con insidias y con engaños, no osaréis decir, que soys
con la jactancia ó gloria vana, dándole á entender, que en deseosa de servir á nuestro Señor. antes hauéis de dezir y
él ay mucha bondad ó santidad, poniéndote en más alto confessar sin temor, que sois su seruidora, y que antes mo-
lugar de lo que merece. Si el siento del Señor resiste á estas riréis, que de su seruizio os apartéis: si él me representa
flechas, resiste con humillarse y baxarse, no consintiendo justicia, yo luego misericordia; si es él misericordia, yio al
ser tal qual el enemigo suade, trae la tercera arma, que es contrario dico la justicia. Así es menester que caminemos
de falsa humildad, es a saber; como ve al siervo del Señor para que no seamos turbados, quel burlador quede burlado,
tan bueno y tan humilde, que haziendo lo que el Señor man- alegando nos aquella authoridad de la sagrada scriptura,
da, piensa que aun todo es inútil, y mira sus flaquezas, y que dice: Guarde no seas así humilde, que así humillado te
no gloria alguna, pónele en el pensamiento, que, si alguna coniectas en estultizia
cosa halla de lo que Dios N. S. le ha dado, así en obras, Viniendo a la segunda, como el enemigo a puesto en nos-
corno en propósitos y deseos, cue pecca por otra specie de otros vn temor con vna sombra de humildad, la qual es fal-
gloria vana, porque habla en su fauor propio. Así procura sa, y que no hablemos, ni aun de cosas buenas, santas y
que no hable de cosas buenas reciuidas de su Señor, porque prouechosas. trae después otro temor mucho peor, es á sauer,
no haga ningún fruto en otros, ni en sí mismo, tanto por- si estamos apartados, segregados y fuera del Señor nues-
que acordándose de lo cue ha recluido, siempre se ayuda tro; y esto se sigue en mucha parte die lo pasado; porque
para mayores cosas, aunque este hablar deue ser con mucha así como en el primer temor alcancó victoria el enemigo,
mensura, y mouido por el mayor probecho de ellos, digo de sí halla facilidad para tentarnos en este otro: para lo qual en
mismo, y de los otros si alla tal aperejo, y creyendo serán alguna manera declarar, diré otro discurso que el enemigo
crédulos y aprovechados : assí en hacernos humildes, pro- tiene: si alla á una persona [que] tiene la concienzia ancha
cura de traernos en falsa humildad, e á saber, á una extrema y pasa los peccados sin ponderarlos. hace quanto puede que
y viciada humildad; desto dan vuestras palabras apto tes- el peccado venial no sea nada, y el mortal venial, y el muy
timonio. Porque después que narráys algunas flaquezas y gran mortal poca cosa; de manera que se ayuda con la fal-
temores, que hazen al propósito, decís soys vna pobre reli- consie* ta, que en nosotros siente; es á saber, por tener la
giosa, paréceme deseosa de seruir a Christo N. S., que aun
no osáys decir soy deseosa de seruir a Cristo N. S., ó el
Eccli., 13, 10.
Señor me da deseos de seruirle; mas decís, paréceme ser
**cia demasiadamente ancha. Sí á otra persona halla de con- Por donde es menester mirar quién combate: si es consola-
siencia delgada, cue por ser delgada no ay falta, y como vee ción, vajarnos y humillarnos, y pensar que luego viene la
cue no sólo echa de sí los peccados mortales, y los veniales prueba de la tentación; si viene la tentación, oscuridad
posibles, que todos no están en nosotros, y que aun procu- tristeza, hir contra ella sin tomar resabio alguno, y espe-
ra echar de sí toda semejanza de pecado menudo en per- rar con paciencia la consolación del Señor, la qual secará
fectión y defecto, entonces procura embalumar aquella todas turbaciones, tinieblas de fuera» 1.
conciencia tan buena haziendo pecado donde no es pecado,
y poniendo defecto donde ay perfección, á fin que nos pueda
Monumenta Ignatiana, Ser. 1º, I, págs. 101-105.
desbaratar y afligir; y donde no puede muchas veces hacer
pecear ni espera poderlo acabar, á lo menos procura de ator-
mentar.
Para más en alguna manera declarar el temor cómo se
causa, diré, aunque breve, de dos lectiones, quel Señor acos**
tumbra dar ó permitir. La una da, la otra permite; la que
da es consolación interior, que echa toda turbazión, y trae
á todo amor del Señor ; y á quiénes illumina en tal
consolación, a quiénes descubre muchos secretos, y más adelan-
te. Finalmente con esta divina consolación todos trabaxos
son placer, y todas fatigas descanso. El que camina con este
feruor, calor y consolazión interior, no ay tan grande carga,
que no le parezca ligera; ni penitentia, ni otro trauaxo tan
grande, ene no sea muy dulce. Ésta nos muestra y abre el
camino de lo que debemos seguir, y huir de lo contrario:
ésta no está siempre en nosotros, mas camina siempre sus
tiempos ciertos según la ordinación; v todo esto para nues-
tro prouecho; pues, quedado sin esta tal consolación, luego
viene la otra lectión, es á sauer: nuestro antiguo enemigo
poniéndonos todos inconvenientes possibles por desviarnos
de lo comenzado, tanto nos vena, y todo contra la primera
lectión, poniéndonos muchas veces tristeza sin sauer nos-
otros por qué estamos tristes, ni podemos orar con alguna
deuozión, contemplar, ni aun hablar, ni oír de cosas de
Dios N. S. con savor o gusto interior alguno; que no sólo
esto, mas, si nos halla ser flacos, y mucho humillados á
estos pensamientos dañados, nos trae pensamientos, como
si del todo fuéssemos de Dios N. S. olvidados; y venimos en
parecer que en todo estarnos apartados del Señor nuestro;
y cuanto hemos hecho, y cuanto queríamos hacer, que nin-
guna cosa vale; así procura traernos en desconfianza de
todo, v así veremos que se causa nuestro tanto temor y fla-
queza. mirando en aquel tiempo demasiadamente nuestras
miserias, y humillándonos tanto á sus falaces pensamientos.
XVI. REGLAS PARA SENTIR CON LA IgLESIA 597

vi-ornes y sábado; asimismo penitencias no solamente inter-


nas mas aun externas [359].
8ª regla. — Alabar ornamentos y edeficios de iglesias;
9asi
ª mismo imágenes. y venerarlas según que representan [360]
regla. — Alabar finalmente todos preceptos de la Igle-
sia, teniendo animo pronto para buscar razones en su de-
Documente dieciséis 10fensa
ª y en ninguna manera en su ofensa [365].
regla. — Debernos ser más promptos para abonar y
REGLAS PARA SENTIR CON LA IGLESIA alabar assí constituciones, comendaciones como costumbres
de nuestros mayores; porque dado que algunas no sean o
no fuesen tales, hablar contra ellas, quier predicando en
TEXTO.— Para el sentido verdadero que en la Iglesia mi- público. quier platicando delante del pueblo menudo, engen-
me1ª debemos tener, se guarden las reglas siguientes [352]: drarían más murmuración y escándalo que provecho; y assí
regla. — La primera: depuesto todo juicio, debemos te- se indignarían el pueblo contra sus mayores, quier tempo-
ner ánimo aparejado y prompto para obedescer en todo a rales quier espirituales. De manera que así como hace daño
la vera sposa de Christo nuestro Señor, que es la nuestra el hablar mal en absencia de los mayores a la gente me-
sancta madre Iglesia hierárchica [353]. nuda. así puede hacer provecho hablar de las malas costum-
2ª regla. — La segunda; alabar el confesar con sacerdote 1 ª bres a las mismas personas que pueden remediarlas [362].
y el recibir del sanctissimo sacramento una vez en el año, regla. — Alabar la doctrina positiva y escolástica;
y mucho más en cada mes, y mucho mejor de ocho en ocho porque assí como es más proprio de los doctores positivos,
días, con las condiciones requisitas y debidas [354]. assí como de Sant Hierónimo, Sant Augustín y de Sant Gre-
regla . — La tercera: alabar el oír misa a menudo, asi- gorio, etc., el mover los afectos para en todo amar y servir
mismo cantos, psalmos y largas oraciones en la Iglesia y a Dios nuestro Señor; assí es más proprio de los escolásticos,
fuera delta; asimismo horas ordenadas a tiempo destinado así como de Sancto Tomás, San Bonaventura y del Maes-
para todo officio divino y para toda oración y todas horas tro de las sentencias. etc., el diffinir o declarar para nues-
canónicas [355] tros tiempos de las cosas necessarias a la salud eterna, y
" regla.— La quarta : alabar mucho religiones, virgini- para más impugnar y declarar todos errores y todas fala-
dad y continencia, y no tanto el matrimonio como ninguna cias. Porque los doctores escolásticos, como sean más moder-
de estas [356]. nos, no solamente se aprouechan de la vera inteligencia de
5ª regla. — La cuinta: alabar votos de religión, de obe- la Sagrada Scriptura y de los positivos y santos doctores;
diencia, de pobreca , de castidad y de otras perfecciones de mas aun siendo ellos iluminados y esclarescidos de la vir-
supererogación; y es de advertir que como el voto sea cer- tud divina, se ayudan de los concilios. cánones y constitu-
ca las cosas que se allegan a la perfección evangélica, en ciones de nuestra sancta madre Iglesia [363].
las cosas que se alejan de ella no se debe hacer voto, así 12ª regla. — Debemos guardar en hacer comparaciones
como de ser mercader o ser casado, etc. [357]. de los que somos vivos a los bienaventurados pasados, que
6ª regla. —Alabar reliquias de sanctos, haciendo venera- no poco se yerra en esto, es a saber. en decir: éste sabe más
ción a ellas . y oración a ellos; alabando estaciones, peregri- que Sant Agustín. es otro o más que San Francisco, es otro
naciones. indulgencias, perdonanzas, cruzadas y candelas en- Sant Pablo en bondad, sanctidad, etc. [364].
cendidas en las iglesias [358]. 13." regla. — Debemos siempre tener para en todo acertar,
7ª regla. — Alabar constituciones cerca ayunos y que lo blanco que yo ueo, creer que es negro, si la Iglesia
abstinencias así como de quaresmas, quatro témporas, vigilias, hierárchica así lo determina, creyendo que entre Christo
nuestro Señor, esposo. y la Iglesia su esposa, es el mismo

598 DÜCUMENTOS

espíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras con Dios. Así lo dice su mismo título de «Ejercicios
ánimas, porque por el mismo Espíritu y Señor nuestro que espi r i tu ale s para vencer a si mismo y ordenar su vida.
dió los diez mandamientos, es regida y gobernada nuestra sin determinarse por affección alguna que desordenada
sancta madre Iglesia [365]. sea» [21], y la primera anotación por estas palabras
14ª regla. — Dado que sea mucha verdad que ninguno se «todo modo de preparar y disponer el ánima, para Qui-
puede salvar sin ser predestinado y sin tener fe y gracia. tar de sí todas las affecciones des ordenadas, y despué
es mucho de advertir en el modo de hablar y comunicar de
quitadas para buscar y hallar la voluntad divina en
todas ellas [3663.
la disposición de su vida para la salud del ánima, se
15ª regla. — No debemos hablar mucho de la predestina-
llaman exercicios espirituales» [1].
ción por vía de costumbre; mas si en alguna manera y al-
gunas veces se hablare, así se hable que el pueblo menudo Al final del libro nos encontrarnos con las llamadas
«Reglas para sentir con la Iglesia», con las que trata
no ven ga en error alguno, como algunas veces suele, dicien- el Santo de ordenar nuestra vida mirando a las rela-
do: Si tengo de ser salvo o condenado, ya está determinado,
y por mi bien hacer o mal, no puede ser ya otra cosa; y ciones que nos unen con la santa Iglesia o con los miem-
con esto entorpeciendo se descuidan en las obras que con- bros de ella con los que socialmente convivimos dentro
ducen a la salud y provecho espiritual de sus ánimas [367]. de la misma.
16. 0 regla. —De la misma forma es de advertir que por Esta característica esencial, la materia de que tra-
mucho hablar de la fe y con mucha intensión, sin alguna tan, los conocimientos positivos que demuestra poseer
distincción y declaración, no se dé ocasión al pueblo para el escritor y el mismo estilo, son clara prueba de que
que en el obrar sea torpe y perezoso, quier antes de la fe estas reglas no fueron escritas en Manresa, sino mu-
17ª formada en oberidad o quier después [3683.
cho más tarde, cuando se encontró San Ignacio en me-
regla. — Assimismo no debemos hablar tan largo ins-
tando tanto en la gracia, que se engendre veneno para qui- dio de un ambiente de lucha contra el verdadero y
tar la libertad. De manera que de la fe y gracia se puede sano sentir de la Iglesia. Y esto no aconteció en Es-
hablar cuanto sea posible mediante el auxilio divino, para paña, donde el cuerpo social no era combatido entonces
maior alabanza de la su divina majestad, mas no por tal por el mal espíritu, sino en Francia, que se hallaba en
suerte ni por tales modos, mayormente en nuestros tiempos plena lucha contra el protestantismo, y singularmente
tan peligrosos, que las obras y libero arbitrio reciban de- en la Universidad de París, donde se leían los libros
trimento alguno o por nihilo se tengan [369]. de los protestantes o de sus fautores encubiertos, mas
18. 0 regla. — Dado que sobre todo se ha de estimar el mu- peligrosos aún que los enemigos declarados.
cho servir a Dios nuestro Señor por puro amor, debemos Allí sintió el Santo la necesidad de añadir a su libro
mucho alabar el temor de la su diuina majestad; porque no de los Ejercicios unas reglas que orientaran y ordena-
solamente el temor filial es cosa pía y santísima, mas aun ran a su ejercitante, para luchar contra enemigos de
el temor servil, donde otra cosa mejor o más útil el hom- fuera que sin negar a veces explícitamente ningún dog-
bre no alcance, ayuda mucho para salir del peccado mor- ma formal de fe, trataban siempre de corromper la vida
tal; y, salido, fácilmente viene al temor filial, que es todo
acepto y grato a Dios nuestro Sellor, por estar en uno con social de la Iglesia y por lo tanto venian de la región
el amor divino [37o]. de Babilonia, enviados por Lucifer, y bien instruidos
en las artes infernales de «echar redes y cadenas» para
COMENTARIO. — Los Ejercicios de San Ignacio van arrastrar a los hombres a militar «debato de su ban-
todos dirigidos a ordenar nuestra vida atendiendo a las dera» [137-142].
relaciones directas y personales que ligan al hombre No se propuso Ignacio escribir una obra doctrinal,
sino simplemente unas reglas prácticas para que en ellas mente a lo hablado y practicado por los protestantes y
tuviera el ejercitante una norma breve y a la vez segura sus fautores.
para hablar y obrar con acierto en todos aquellos pun- Creemos que es innecesaria una más amplia declara-
tos donde solía infiltrarse el espíritu protestante. El ción de unas reglas que son clarísimas, así en la materia
Santo estaba íntimamente persuadido de que haciendo sobre que versan, como en el fin que se proponen. Sólo
el oppositum per diametrum se acomodaba al verdadero con leerlas y meditadas detenidamente puede sacarse
espíritu de la Santa Iglesia, a la que «depuesto todo todo el fruto que pretendía con ellas San Ignacio.
juicio, debemos tener espíritu aparejado y pronto para Tal vez fuera un comentario más acomodado al es-
obedecer en todo como a vera esposa de Christo nuestro píritu de San Ignacio, aunque no lo fuera a la letra del
Señor» [3531. presente documento, reducir a una síntesis parecida a
El conjunto de notas catalogadas por San Ignacio la hecha aquí por el Santo, todas las notas peculiares
referentes a la clase de hombres arriba mencionada, y distintivas del laicismo o paganismo que se infiltra
componen un retrato acabado de los hombres ilustra- en nuestra sociedad, ya abiertamente, ya tapándose con
dos, como Erasmo, que en aquella época habían puesto las diferentes contraseñas intelectualismo, libertad,
de moda el ataque, la ironía o la duda contra las prác- modernismo, moda, deporte, comodidad y otras nuevas
ticas religiosas externas del catolicismo, preparando así que a diario se inventan y que por su misma inconstan-
el camino a serios tropiezos en materia de fe. cia y confusión manifiestamente declaran que proceden
de la religión de Babilonia y del caudillo asentado en
Por el contrario la suma de notas recomendadas por
aquella «gran cátedra de fuego y humo» [14.0].
el Santo, nos pinta de cuerpo entero al hombre de fe
Contamos para ello con los preciosos documentos
y de prácticas tradicionales ; que para no resbalar si-
papales sobre Americanismo, Modernismo, Sillonismo,
quiera en las cosas de la fe, quiere estar firme y seguro
Acción Francesa y otros varios, en los que no sólo se
en todo lo que es manifestación de una vida práctica- condenan errores manifiestos, sino también tendencias
mente católica.
opuestas al espíritu y prácticas católicas.
Estas reglas son eminentemente prácticas y no de- Acertadamente obrará el Director que recomiende
jan de tener su trascendencia doctrinal; pero más que semejantes documentos al ejercitante que los necesite
a definir la doctrina, se encaminan a dar normas de y sea capaz de comprenderlos, sin perjuicio de hacerle
prudencia y medida conveniente en exponerlas al pue- él mismo un resumen práctico al estilo de San Ignacio.
blo. De esta clase son las reglas que tratan de la teo-
logía positiva y escolástica [363], de la predestina- A lo dicho en general sobre las reglas de San Igna-
ción [367], de la fe [368], de la gracia [369] y del cio, queremos añadir ahora dos observaciones más en
amor y temor de Dios [370], que constituyen la se- particular sobre las mismas. Sea la primera la referente
gunda parte de las dedicadas a la doctrina. a la franca y abierta recomendación que se hace en ellas
La primera parte, que es la que les da su verdadero de la comunión frecuente, generalmente poco usada en
carác t er. se refiere a las prácticas sacramentales y litúr- aquellos tiempos y en muchas regiones criticada. Esta
gicas de la santa Iglesia o a las típicas costumbres de regla es la expresión de la práctica seguida por el Santo,
un pueblo tradicionalmente católico. En este punto la comenzada ya en Manresa y continuada después por
norma del Santo es alabar y practicar cuanto los buenos él y sus compañeros.
católicos alaban y practican, por oponerse diametral- El uso de la comunión frecuente fué uno de los me-
602 DOCUMENTOS

dios empleados por la Compañía de Jesús para la re- El error de nuestros días e stá principalmente en dos
generación cristiana. Tenemos cartas preciosas de San cosas: primero en alabar la liturgia rebajando el valor
Ignacio en las que se elogia sobremanera la comunión de las prácticas individuales de oración, mortificación
diaria; y antes de su muerte, hizo escribir el Santo un y apostolado; segundo, en el campo mismo de la litur-
libro publicado primero por el F. Salmerón y perfec- gia, alabando en demasía lo que es en ella accidental,
cionado y reimpreso después por el P. Madrid, en el como lo hacen ahora con la historia, los vestidos, can-
que se da con la mayor claridad la teoría de la comu- to, etc., sin dar lo que es debido a lo principal, como
nión cotidiana, que por la gran misericordia de Dios la ilustración del entendimiento, el afecto de la voluntad,
la vemos hoy prácticamente aceptada por toda la Igle- la dignidad, atención y devoción que la santa Iglesia
sia. La comunión diaria debe ser un fruto práctico que nos hace pedir a Dios por la oración que pone en los
debe sacar de los Ejercicios todo el que los haga. labios del sacerdote antes de comenzar a rezar el oficio
Fijémonos en segundo lugar en la minuciosidad divino.
amorosa del Santo en alabar todo lo concerniente a la Lo que acabamos de decir no entraña repulsa alguna
liturgia y a las demás prácticas de nuestra santa madre ni el menor enfriamiento en el verdadero espíritu litúr-
la Iglesia. La confesión sacramental, la santa comunión, gico de la santa Iglesia, ni en lo substancial ni en lo
la misa, cánticos, salmos, largas oraciones en la Igle- meramente accidental. Lo uno y lo otro lo hemos de
sia y fuera de ella, horas dispuestas según los tiempos alabar y fomentar dando a cada cosa la importancia que
destinados para todo oficio divino y para toda clase se le debe.
de oración, y horas canónicas, reliquias de santos, esta- San Ignacio dispone los actos de los Ejercicios se-
ciones, peregrinaciones, indulgencias, perdones, cruza- gún las horas litúrgicas [72], y quiere que al ejerci-
das, velas encendidas en las iglesias, ayunos y absti- tante se le dé libertad para poder asistir a los actos
nencias, cuaresmas, témporas, vigilias, penitencias in- más importantes de la misma [20]. Él así lo hacia en
ternas y externas, ornamentos, edificios de iglesias e Manresa, y toda su vida sintió gran devoción oyendo
imágenes. el canto sagrado de la Iglesia; y si dejó de prescribirlo
Rezuma aquí el gozo espiritual que siente su alma en su Compañía, fué sólo por haber entendido que Dios
alabando todas y cada una de las cosas que tocan al quería servirse de sus hijos en otros ministerios de su
culto divino y a las prácticas tradicionales del pueblo mayor gloria. Por lo que a la santa misa se refiere, no
cristiano, y quiere que su ejercitante participe del mis- parece que pueda decirse con mayor devoción interior
mo gozo y que deseche toda preocupación o respeto y exterior que la que el Santo ponía en ella ordinaria-
humano en la práctica de semejantes cosas. mente.
Si el ejercitante es sacerdote, o persona adscrita o Por lo tanto cuantas advertencias se hagan en este
aficionada a las prácticas del culto, convendrá preve- punto, si se quiere seguir el espíritu de San Ignacio,
nirlo en este punto contra las desviaciones del litur- que es el de la santa Iglesia, han de tener por fin la ala-
gismo, por medio de los documentos eclesiásticos en banza y mayor perfección del legítimo espíritu litúrgico;
los que el Papa ha hablado sobre tema tan delicado. nunca el más leve detrimento del mismo.
La norma práctica enseñada por San Ignacio es la de
alabar y fomentar todo lo que la santa Iglesia practica
y alaba, para ir contra el espíritu protestante, que lo
rehusaba o criticaba.
APÉNDICE PRIMERO

SAN IGNACIO,
MODELO DE LAS ELECCIONES
Aunque las Elecciones, consideradas como el punto
céntrico de los Ejercicios, son un act o ex tr aordinario
en la vida del hombre — ya se entiende que nos refe-
rimos a los Ejercicios en su sentido típico —; pero está
fuera de duda que la mente y propósito de San Ignacio
es que, fuera de los Ejercicios, dirijan también muchos
actos de la vida, hasta que lleguen a convertirse en una
costumbre ordinaria de la misma. Explicar cómo se pue-
de adquirir semejante costumbre, es un buen comple-
mento del comentario de las Elecciones.
Puestos, pues, a redactar este complemento, nos ha
parecido más conveniente seguir un sistema progmático,
más bien que teórico, y que para ello no podíamos hallar
mejor ejemplo que el del mismo San Ignacio. De tal
modo llegó el Santo a espiritualizar su vida, que eran
poquísimos los actos que se le escapaban sin el debido
registro, y los más de ellos pasaban por un alambique
tan fino que, al decir de sus contemporáneos, no parecía
sino que leía todas las cosas en la voluntad santa de
Dios. Estudiemos, pues, su vida en este sentido y ello
nos proporcionará más luz que las largas explicaciones.
En ella tropezaremos con actos, ordinarios unos y extra-
ordinarios otros,. y por lo mismo con actos que exigen
formas diversas de elección. Procuraremos presentar
aquí los documentos más auténticos, para que sean ellos,
y no nuestras palabras, los que nos dirijan e Instruyan.
todavía en las penitencias que emprendía a hacer no se
acordaba mucho dellos. Y así, cuando se acordaba de hacer
alguna penitencia que hicieron los Santos, proponía de ha-
cer la misma y aun más. Y en estos pensamientos tenía
toda su consolación, no mirando a cosa ninguna interior ! ni
sabiendo qué cosa era humildad, ni caridad. ni paciencia,
1 ni discreción para reglar ni medir estas virtudes, sino toda
su intención era hacer de estas obras grandes ejteriores,
SAN IGNACIO VIVÍA SIEMPRE DISPUESTO A BUSCAR porque así las habían hecho los Santos para gloria de Dios,
Y HALLAR LA VOLUNTAD DIVINA sin mirar otra ninguna más particular circunstancia I.

Confirmación de estas palabras, son estas otras del


P. Laínez
Ante s de contemplar a Ignacio rabiando guiado ya
per los principios de elección sacados de los Ejercicios, El Señor entonces le daba una simple intuición y buena
mirémosle en aquellos días de su conversión, anteriores voluntad, que luz de entendimiento de las cosas divinas...
a la formación recibida después en Manresa. El con- Tenía los ojos puestos más en los ejercicios ejteriores y pe-
traste es tan notable, cual si se tratara de dos personas nitencias, que no en las cosas interiores, porque aun no las
distintas ; y a eso se debe el que resalte con tanta viveza entendía 2.
la superioridad de la perfección adquirida en los Ejer-
**cicios. Fácilmente se comprende que un principio de elec-
ción tan material como éste, aunque su intención fuera
Cuando Ignacio abandona Loyola, tiene un principio
de elección simplicísimo y a la vez muy material, que recta, no podía proporcionarle las soluciones espirituales
consiste en hacer siempre lo que le ocasione mayor sacri- que él mismo nos enseñará después con tanta seguridad.
ficio corporal. Valiéndonos de una palabra que más tarde
Excelente ocasión tuvo para comprobarlo en su viaje
aplicara el Santo a la obediencia, y ahora se la aplica a Manresa, allá por el mes de marzo del año 1522, en
el mismo en el estado de espiritualidad en que se en- el que se cruzó con un moro que en su conversación
o**uentra, podríamos llamar a ese principio de elección, el ponía mancha en la virginidad de la Madre de Dios.
de la penitencia ciega, aun cuando vaya dirigido—son Salió Ignacio por los fueros de María, afirmando como
sus palabras — por «el deseo de agradar a Dios, de buen creyente la verdad católica, pero le asaltó la duda
complacerle y de hacer cosas grandes por su amor». de si debía hacer algo más como cumplía a un caballero
Copiemos algunas expresiones de la Autobiografía que que todavía ceñía espada. No le satisfacía una elección
le confirman: puramente espiritual, pareciéndole que en caso como
aquél había que darle también lo suyo a la fuerza ex-
Esta ánima aun estaba ciega, aunque con grandes deseos terior. Y entonces, lleno de reminiscencias caballerescas,
de servirle la nuestro Señor] en todo lo que conociese, y así las mezcla y confunde con las verdades cristianas, pi-
determinaba de hacer grandes penitencias, no teniendo ya diendo a Dios que guíe los pasos de su caballería, para
tanto ojo a satisfacer por sus pecados. sino agradar y apla-
cer a Dios. Tenía tanto aborrecimiento a los pecados pasa- poder saber si ha de matar o no a aquel hombre
dos, y el deseo tan vivo de hacer cosas grandes por amor de
Dios. nue sin hacer juicio que sus pecados eran perdonados, Autobiografía, n. 14.
Monumenta I gnatiana. Ser. 4 . º , 1, pág. 100.
descreído y blasfemo. Suelta, pues, las riendas para que ta que la alcanzó. Y estando pensando en esto un buen rato,
al fin se determ i n ó de hacerlo, diciendo consigo mismo que
el animal camine a su albedrío, proponiendo no hacer
nada si éste tira por camino diferente del que lleva el ni comería ni bebería hasta que Dios le proveyese o que
moro; pero si sigue el mismo que é l , matarlo para de- se viese ya del todo cercana la muerte porque sí le acae-
ciese verse in ejtremis, de modo cue, si no comiese se hu-
fender así la pureza virginal de la Madre de Dios. biese de morir luego, entonces determinaba de pedir pan
Lleguémonos a Manresa y hallaremos de nuevo a comer (quasi yero lo pudiera él en aquel extremo pedir, ni
Ignacio totalmente desorientado en otra elección difícil. comerlo).
Permitió Dios que los escrúpulos sobre la vida pasada Esto acaeció un domingo después de haberse comulgado;
le atormentaran de la manera más cruel; había hecho y toda la semana perseveró sin meter en la boca ninguna
en Montserrat una confesión general muy minuciosa y, cosa, no dejando de hacer... su oración de rodillas, aun a
con l a mayor diligencia, volvía a confesarse una y otra medianoche, etc. Mas venido el otro domingo, que era me-
vez de todo cuanto le causaba algún remordimiento, nester ir a confesarse, como a su confesor solía decir lo
pero en vano; no hallaba nunca la satisfacción completa que hacía muy menudamente, le dijo también cómo en acue-
lla semana no había comido nada. El confesor le mandó
que buscaba. Consultábalo todo con sus confesores, pero
que rompiese aquella abstinencia; y aunque él se hallaba
lo que éstos le decían para aquietarlo y pacificarlo, lo
con fuerzas todavía, obedeció al confesor, y se halló aquel
interpretaba él en el sentido de sus escrúpulos. El ene- día y el otro libre de escrúpulos; mas el tercer día, que era
migo aprovechaba esta ocasión para persuadirle nada martes, estando en oración, se comenzó acordar de los pe-
menos que al suicidio; pero el penitente Ignacio, viendo cados; y así como una cosa que se iba enhilando, iba pen-
que el matarse era pecado. gritaba conmovido: «Señor, sando de pecado en pecado del tiempo pasado, pareciéndole
no haré cosa que os ofenda.» Y luego se volvía al Se- que era obligado otra vez a confesados. Mas en la fin de
ñor y- con profundos gemidos le decía; estos pensamientos le vinieron unos disgustos de la vida que
hacía, con algunos ímpetus de dejarla; y con esto quiso el
Socórreme, Señor, que no hallo ningún remedio en los Señor que despertó como de sueño. Y como ya tenía alguna
hombres, ni en ninguna criatura; que si yo pensase de pc ejperiencia de la diversidad de espíritus con las lecciones
derlo hallar, ningún trabajo me sería grande. Muéstrame, que Dios le había dado, empezó a mirar por los medios con
Señor. dónde lo halle; cue aunque sea menester ir en pc que aquel espíritu era venido, y así se determinó con gran-
de un perrillo para cue me dé el remedio, yo lo haré. de claridad de no confesar más ninguna cosa de las pasadas;
y así de aquel dia adelante quedó libre de acuellos escrú-
Aquí tenemos al pobre Ignacio, al futuro gran maes** pulos, teniendo por cierto que nuestro Señor le había que-
tro en desvanecer escrúpulos, envuelto en una confusió rido librar por su misericordia 1.
insoluble, porque al presente sólo muy rudimentaria Dios se valió de esta tribulación espiritual para ilu-
mente poseía los principios espirituales de la discreción minarlo acerca de la estrategia que enseña en los Ejer-
de espíritus, tan íntimamente ligados con las leyes d cicios, v alcanzó el Santo una seguridad tan perfecta y
una buena y sana elección. Para salir del conflicto en qu
duradera. que al parecer no puede hallarse mayor paz
se encontraba, acudió de nuevo a su norma empírica, de espíritu que la suya respecto de las cosas pasadas.
o sea, a lo que había leído en las vidas de los Santos
Para confirmarlo refiere la Autobiografía, precisamente
Y así – nos dice él mismo – le vino al pensamiento 1 en este punto, diversos peligros de muerte en que se
historia de un santo, el cual, para alcanzar de Dios un
cosa que mucho deseaba, estuvo sin comer mucho días has 1 Autobiografía, núms. 22-25
halló más tarde, en los cuales sintió una quietud per- a la Tierra Santa y así volvió de su peregrinación.
fecta y hasta gran consolación de haber de morir. Cuantas veces, movido por razones de prudencia huma-
na, admitió algo por adelantado, se arrepintió inmedia-
El año de so, dice, estuvo muy malo de una muy recia tamente y repartió entre los pobres los pocos dineros
enfermedad que, a juicio suyo y aun de muchos, se tenía que tenía. Así lo hizo en el puerto de Barcelona cuando
por la Ultima. En este tiempo, pensando en la muerte, tenía se embarcó para Italia; y en Italia, al ir de Roma a
tanta alegría y tanta consolación espiritual en haber de mo- Venecia para emprender el viaje de Jerusalén. Claro es
rir, que se derretía en lágrimas; y esto vino a ser tan con- que este modo de proceder no le libraba de encontrarse
tinuo, que muchas veces dejaba de pensar en la muerte, por
no tener tanto de acuella consolación 1. muy a menudo abandonado de todos y en la mayor ne-
cesidad, como le sucedió en Chioggia y Venecia, donde
Cuando se ausenta de Manresa nos hallamos ya con los mismos pobres lo dejaron abandonado, de noche,
un Ignacio muy cambiado. Sale de ella con vocación en campo raso, sin fuerzas y con tal mal color que al
determinada para la perfección apostólica y para el ejer- verlo huían todos de él como de un apestado; pero tam-
cicio igualmente apostólico de llevar los prójimos a Dios, bién es muy cierto que nunca le faltó la amorosa pro-
aunque desconozca entonces el lugar, tiempo y manera videncia de Dios para sacarle de todos los peligros y
de llevar todo esto a la práctica. Semejante vocación es desenredarle los más enmarañados apuros. Tan bien
fruto de los Ejercicios y de las grandes 'ilustraciones aleccionado Ignacio, así por la fe como por la experien-
sobrenaturales recibidas durante su estancia en Manresa, cia, se afianzó tanto en su propósito, que como él mismo
y de un modo especial de la extraordinaria y eximia decía; «ningunas razones y miedos que le ponían, le
iluminación que tuvo lugar a orillas del Cardoner. Por podían hacer dudar» I.
cosa divina tuvo siempre el Santo esta vocación, sin Se embarca para Jerusalén estando enfermo y oyen-
desdecirse nunca de las cosas esenciales de ella por difi- do que le dicen, que aquello es lo mismo que ir a que
cultades que le pusieran las potestades todas de la tierra lo entierren; dentro ya de la nave reprende enérgica-
y del infierno. Cuando Ignacio quería dar la razón potí- mente los escándalos que se dan en ella, sin temor a la
sima de estas cosas substanciales y aun de otras que amenaza de que lo iban a arrojar en una isla desierta.
podían parecer accidentales, traía siempre a la memoria Determina quedarse en Jerusalén, pidiendo solamente
las cosas acaecidas en Manresa. Dos puntos particulares que lo confiesen cuando desee recibir el sacramento de
podemos señalar como parte esencial de dicha vocación: la penitencia; de que le nieguen el sustento corporal y
la pobreza apostólica y el verse totalmente libre de temo- de los peligros de la vida con que pretenden intimidado,
res humanos. no hace caso. «Tenía, dice, este propósito muy firme
Por lo que toca a las cosas materiales de la vida, y juzgaba por ninguna cosa dejarlo de poner en obra» -.
ya desde un principio halló la más perfecta conformi- Cuando decidió ir a estudiar a Paris, los amigos de Bar-
dad con la voluntad divina. Seguro de su vocación apos- celona querían retenerlo consigo dio**iéndole que «hasta
tólica, creyó firmemente que ya no había de tener más en asadores metían a los españoles: mas nunca tuvo
ley que la norma evangélica de no poseer nada v espe- ningún modo de temor» Cuando en Venecia. quería
rarlo todo de la amorosa providencia del Padre celes-
tial. Así dispuesto salió de Manresa. Así hizo el viaje
• Autobiografía, n. 42.
• Ibid., n. 46.
1 Autobiografía, n. 33. • Ibid.. n. 72.
embarcarse. para ir a Génova, «aunque muchas cosas le expuesto en el título mismo y en la primera de las anota-
dijeron, bastantes a ponerle miedo, no obstante, ninguna ciones; «Exercicios espirituales para vencer a si mismo
cosa le hizo dudar» 1 . La elección solemne de pobreza. y ordenar su vida, sin determinarse por affección alguna
de la que trataremos en los párrafos In y IV de este que desordenada sea» [21]. Ejercicios para «preparar
apéndice, tiene precisamente su fundamento y disponer el ánima, para quitar de sí todas las
einncsotapmrimvbvloecódeIgna. affecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar
Segurísimo estuvo asimismo de la voluntad divina y hallar la voluntad divina en la dis posición de su vida

en el modo de mirar los peligros humanos que le ha- para la salud del ánima» [ 1]. Comparemos ahora este
bían de salir al paso al llevar adelante su vocación y fin con las elecciones. Toda elección sana, buena , pura,
realizar las obras de apostolado; su norma sería no tener limpia, divina (estos calificativos y otros más le da San
para nada en cuenta esas cosas ni hacer o dejar de hacer Ignacio) «es siempre sin mixtión de carne ni de otra
cosa alguna por miedo al dolor o a la muerte. Recorde- affección alguna desordenada» [1 72] y «elige conforme
mos a este propósito cómo en Barcelona su celo por la a su sanctísima y beneplácita voluntad» [180].
reforma de tinas religiosas le costó heridas tan graves, Por este cotejo del fin de los Ejercicios con el de
que los que lo vieron, lo dejaron por muerto. Pasó me- las Elecciones, se ve que ambos a dos tienen una parte
ses enteros en la cama con verdadero peligro de perder negativa y otra positiva. La parte negativa es «vencer
la vida, y diciéndole un día que jamás volviera a aquel a si mismo», o sea «quitar de sí todas las affecciones
convento, «¿qué podría haber más dulce para mí, con- desordenadas» ; la positiva es «buscar y hallar la volun-
testó Ignacio, que morir por amor de Jesucristo y del tad de Dios aprobatoria y santísima». Las Elecciones
prójimo, cuando es esto precisamente lo que yo quisie- practicadas en los Ejercicios tratan principalmente de
ra?». Y apenas pudo andar volvió al punto a continuar buscar y hallar la voluntad de Dios en la «disposición
su obra. Cuando en Alcalá lo metieron en la cárcel y sus de la vida», o sea en los problemas fundamentales de
amigos se ofrecieron para sacarle de ella, Ignacio les la misma. Fuera del tiempo de los Ejercicios. de ordi-
contestó: «Aquel por cuyo amor aquí entré, me sacará nario las Elecciones buscan y hallan la voluntad de Dios
si fuere servido de ello.» Y en Salamanca en caso pare- en lo que San Ignacio denomina «todas cosas particu-
cido, dijo; «No hay tantos grillos ni cadenas en Sala- lares». Claro es que quien ha quitado de sí todas las
manca que yo no desee más por amor de Dios.» afecciones desordenadas y ha buscado y hallado la vo-
Ahora querríamos demostrar cómo Ignacio poseía no luntad de Dios en la disposición de su vida, está en
sólo de un modo habitual, sino también actualmente, ejcelentes condiciones para hallarla también en todas co-
todas las disposiciones que exigen los Ejercicios para sas particulares. Por esto, para hacer bien las Elecciones
hacer una buena y sana elección v cómo su vida toda fuera del tiempo de los Ejercicios, le basta conservar
se gobernaba por elecciones perfectísimas. Su espíritu las dos disposiciones que tuvo en las Elecciones de Ejer-
estaba siempre preparado para moverse únicamente por cicios, a saber; purificación de todas las afecciones des-
razones, mociones e impulsos sobrenaturales que le ma- ordenadas y sensibilidad espiritual para conocer la vo-
nifestasen la voluntad de Dios. luntad divina. Queremos decir con esto, que San Ignacio
Comencemos, pues, por entrar en el alma de Ignacio, durante toda su vida no sólo conservó estas dos dispo-
y para ello volcamos al fin de los Ejercicios, muy bien siciones, sino que las fué perfeccionando hasta un grado
verdaderamente extraordinario.
Autobiografía , n. 90. El P. Luis González de Cámara, que hacia de secre-
**tario en la redacción de la Autobiografía. y era además llegar a la continua unión con la voluntad de Dios.
un observador minucioso de todos los actos del Santo Razón tienen los seudomisticos al decir que la doctrina
cara poder tomar después notas individuales de ellos, y método de San Ignacio son íntegramente ascéticos;
escribe estas palabras; «Cuántas veces he notado cómo pero yerran cuando se contentan con lo dicho, y niegan
el Padre en todo su modo de proceder observa todas o no ven que también son íntegramente místicos. La as-
reglas de los Ejercicios exactamente, de modo que pa- cética es el medio y la mística el fin. Con todo, la ascética
rece primero los haber plantado en su ánima, y de los es el medio necesario y por carecer de este medio, son
actos quetenía en ella sacadas aquellas reglas» I . Y así falsas muchas místicas aparentes.
era realmente. Llama poderosamente la atención, el que Dice el P. Cámara que le oyó decir muchas veces
habiendo comenzado su conversión con la lectura de las que de cien personas muy dadas a la oración, las no-
vidas de los Santos y no disponiendo por entonces de venta son ilusas. Y en cambio, decía que al hombre ver-
otra norma para obrar que la imitación de las cosas que daderamente mortificado, un cuarto de hora le bastaba
leía y anotaba, dejase resueltamente este camino para para unirse con Dios en la oración 1.
seguir el suyo propio una vez hizo los Ejercicios en Examinemos ahora la clase de unión con Dios que
Manresa. Oigamos al P. Ribadeneira: San Ignacio buscaba. Comenzaba por no detenerse él
nunca ni querer que los suyos se encantaran admirando
Los dos primeros años de su conversión, cuando oía ha-
y alabando las gracias externas extraordinarias que a
**blar de alguno que tuviese excelente fama de santidad, lo
buscaba, más para ver si su espíritu se conformaba con el las veces concede el Señor; por el contrario, «estimaba,
propio, cue no porque pensase poder adelantar mucho con dice el P. Cámara, extraordinariamente los dones inte-
su conversación. Pasados aquellos dos años, ya no hizo más riores» y daba de ello una razón expuesta ya en los
visitas de esa clase. y me decía el Padre que en aquel bienio Ejercicios : «Nuestro Señor, decía, puede y acostumbra
sólo había encontrado una o dos personas enteramente con- hacer sus gracias y mercedes dentro en el interior ; el
formes con su espíritu y modo de vivir 2. demonio no puede hacer nada sino en lo de fuera» 2.
Citemos dos pasajes de los Ejercicios donde declara que
Al P. Laínez, después de leer las vidas de muchos gracias internas son ésas, tan dignas de aprecio. «Sólo
Santos, le dijo que «si no había otras cosas mayores es de Dios nuestro Señor dar consolación a la ánima
que las que allí se leían, que él no trocada lo que sin causa precedente; porque es propio del Criador en-
Dios N. S. le había comunicado, ni lo que él había sen- trar, salir, hacer moción en ella, trayéndola toda en
tido en su ánima, con la que allí había leído dellos, amor de la su divina majestad. Digo sin causa, sin nin-
aunque él no se comparaba con los santos, ni se tenía gún previo sentimiento o conoscimiento de algún obiec-
por santo, sino por pecador y miserable» 3.
to, por el cual venga la tal consolación mediante sus
La vida y la doctrina espiritual de San Ignacio pue- actos de entendimiento y voluntad» [330] 330]. Entre todas
den muy bien condensarse en esta fórmula que encierra las admirables operaciones de Dios en estas sus entra-
los dos elementos contenidos en el fin de los Ejercicios das, salidas y mociones, la de mayor aprecio y estima
y en el de las Elecciones: continua mortificación para para San Ignacio es la manifestación clara e indudable
de su voluntad santísima y aprobatoria que atrae y une
Monumenta Ignatiana, Ser. 4º, I, pág. 659.
• Ibid., 341. • Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág. 251
' [bid., pág. 349. • Ibíd., pág. 252.
la voluntad humana con la divina. Éste es primer
**momento las complacencias divinas. Sobre lo primero,
tiempo de elección, guando Dios nuestro Señor así mue- o sea acerca de la mortificación de sí mismo en todas
ve y atrae la voluntad, que sin dubitar ni poder dubitar, las cosas, dice muy hermosamente el p. Frusio, que «la
la tal ánima devota sigue a lo que es mostrado; assí gracia le parecía connatural, y que las pasiones las tenía
como San Pablo y San Matheo lo hicieron en seguir a tan habituadas a la virtud, que ellas mismas de suyo
Christo nuestro Señor» [175].
no le servían para otra cosa, según parecía, sino para
El ideal de San Ignacio era tener siempre prepara- cosas buenas» 1 . Sobre su actual unión con Dios, tene-
da su alma para recibir las visitas de Dios y saber mos tantos testimonios y tan admirables, que sería pro-
hallar estas visitas internas, en una u otra forma, pero lijo referirlos todos. Escojamos los principales.
dejando siempre la iniciativa al Señor, cuantas veces Ribadeneira había recogido de labios del P. Laínez,
necesitaba conocer la voluntad divina acerca de algún que lo había oído del mismo San Ignacio, lo que sigue;
punto determinado. Él es muy racional y consecuente
en apreciar y buscar las razones que dicta la prudencia De tal modo rebosaba su alma de divina consolación, en-
natural, hasta el punto de que esa su gran prudencia na- contraba siempre tan a punto y como esperándole la gra-
tural haya eclipsado a la sobrenatural a los ojos de mu- cia de la divina visitación. que solía decir que si diez veces
chos que lo conocen poco; pero jamás se contenta con o más al día quisiese hallar sobrenaturalmente a Dios, con
razones naturales y hace de su parte cuanto humana- el favor de Él fácilmente lo conseguiría, pero que solía abs-
mente puede para llegar a conocer y sentir la voluntad tenerse de esas consolaciones tan continuas y se contentaba
divina por el medio de las gracias internas sobrenatu- con aplicar los labios a esa fuente inejhausta una vez al
rales. Por esta causa tiene en mayor estima el primero día; porque de ese modo, el cuerpo no se debilitaba dema-
y segundo tiempos de elección que el tercero; y aun siado, y el espíritu se rehacía, si no tanto como hubiese de-
seado, al menos en la proporción que convenía a un hombre
cuando emplea este último, que es de razón, se esfuerza ocupado y enfermo como él.
cuanto puede para ver de introducir en él, por uno u
otro lado, la luz sobrenatural. Oigamos de nuevo al Pa- sigue diciendo Ribadeneira
dre Cámara: «El año 1555, el 21 de febrero, dijo el
Padre que en las cosas más importantes nunca solía
resolver nada, por más que viese todas las razones fa-
vorables, sin comunicarlo antes con Dios» 1 . Por eso al
sobrevenir alguna situación imprevista o presentarse al-
guna dificultad, solía decir con gracia «dormiremos so-
bre ello» : quería decir que lo consultaría en la ora-
ción.
Hemos llegado ya al punto final a que nos dirigía-
mos, o sea a saber que San Ignacio, del mismo modo
que había conseguido un dominio perfecto o mortifica-
ción de sí laísmo en todas las cosas, tenía igualmente
una unión admirable con Dios para sentir en cualquier

Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág. 367.


**meros rudimentos, y cue era ahora muy diferente la forma
con que veía las cosas de como las había comenzado 1. Más visibles eran todavía la paz y serenidad imper-
turbables que respiraba todo su porte exterior ;
Esta su unión con Dios se echaba de ver aun en las Una vez, diciendo el médico que no tomase melan-
cosas más menudas: por ejemplo, en la bendición de colía, porque le haría daño, dijo el Padre después; «Yo
la mesa No digamos nada de la santa misa, de la ora- he pensado qué cosa me podía dar melancolía, y no hallé
ción, Leí oficio divino, etc. «Cualquier cosa que el Padre cosa ninguna, sino si el Papa deshiciese la Compañía
haga de Dios, escribe el P. Cámara, la hace con un ad- del todo; y aun con esto yo pienso que, si un cuarto
mirable recogimiento y prontitud ; y parece claramente de hora me recogiese en oración, quedaría tan alegre y
que no sólo imagina tener a Dios delante, sino que lo más que antes» 1 . Esto escribe Cámara, y para confir-
ve con los ojos» 2 . El mismo Santo confesaba que Dios marlo recuerda lo sucedido cuándo la elección de Pau-
era toda su vida. «Estando yo presente, escribe Riba- lo IV, que de simple cardenal Carafa se había declarado
deneira, dijo que le parecía que no podría vivir, si no enemigo abierto de Ignacio y la Compañia. «Estando
sintiese en su alma una cosa (la consolación) que no era un día de la Ascensión, que fué a 23 de mayo de 55,
suya, ni podía serlo, ni era cosa humana, sino cosa pura- en un aposento con el Padre, él sentado en el poyo de
mente de Dios» 3. una ventana, y yo en una silla, oímos tocar la señal que
En toda su persona se transparentaba esa su actual anunciaba la elección del nuevo Papa, y de ahí a pocos
unión con Dios, aunque de un modo particular resplan- momentos, vino luego recado que el electo era el mismo
decía en su rostro. Así*** lo confirmó San Felipe Neri cardenal teatino, que se llamó Paulo IV, y al recibir
que trataba mucho con él, y lo mismo dijeron otros esta nueva, hizo el Padre una notable mudanza en el
muchos de casa que lo veían de continuo. Cámara, uno rostro; y, según después supe (no me acuerdo si por él
de los que tuvo con él trato más íntimo y seguido, es- mismo o por los Padres antiguos, a quien él lo había
cribe; «Acuérdome que todas las veces que entré a verlo contado), se le estremecieron todos los huesos del cuer-
en tiempo de oración, que fueron muchas, le hallé con po. Se levantó sin decir palabra, y entró a hacer oración
un rostro y semblante tan resplandeciente, que con lle- en la capilla, y de ahí a poco, salió tan alegre y contento
var la atención e imaginación puesta en solo el recado, como si la elección hubiera sido muy a su gusto» 2.
me quedaba espantado y como fuera de sí, porque lo
que en él observaba no era lo que había visto muchas De su unión con Dios nacía su gran constancia, que
veces en otras personas devotas, cuando están en ora- a no pocos les parecía cosa milagrosa. Dice así Riba-
ción, sino que claramente parecía cosa celestial y muy deneira:
extraordinaria» 4 . El P. Manareo dice que el rostro le
parecía como transfigurado por cierta alegría interior, y Suele nuestro Padre ser tan constante en todas las cosas
como con cierto resplandor sobrenatural que lo en- que emprende, que hace espantar a todos. Las causas que
cendía de esto me ocurren, la primera es: porque considera muchas
cosas antes que las determine; la segunda. porque hace so-
bre ello mucha -oración, y tiene lumbre de Dios; la tercera,
Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág. 353. porque ninguna cosa que tocue a particulares hace. sin oír
pág. 244.
pág. 399.
pág. 535.
Ibid. pag. 493. Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág. 244.
pág. 198.
los pareceres de aquellos cue entienden en ello, el qual les casi le parecía no poder vestirse_ Todavía con aquella repug-
pide en las más cosas si no es en algunas, en las quales tie- nancia salió de casa y hasta de la ciudad antes que fuese
ne plena cognición'. bien de día. Pero el te mor le duraba todavía, y le duró has-
ta Argenteuil, que es un castillo a dos leguas de París hacia
Ruán, donde se dice que está la vestidura de Nuestro Señor.
Pasando acuel castillo con aquel trabajo espiritual, subiendo
a un alto, le comenzó a pasar acuella cosa, y le vino una
grande n y consolación
esfuerzo espiritual con tanta alegría,
que comenzó a gritar por aquellos campos y hablar con
Momentos DE ELECCIÓN EN A VIDA DE SAN IgNACIO Dios, etc. Y se albergó acuella noche con un pobre mendigo
en un hospital, habiendo caminado aquel día 1 4 leguas;
el día siguiente fué a albergarse en un pajar; el tercer día
Recojamos ahora de la vida del Santa los' hechos fué a Ruán: todo este tiempo sin comer ni beber, y des-
que mejor demuestran el espíritu que acabamos d e ana calzo, como había determinado, En Ruán consoló el enfer-
-lizar.Nosmte pducirlosgenav- mo y le ayudó a ponerlo en una nave para ir a España; y le
siones más auténticas, sin poner de nuestra parte más dió cartas, dirigiéndole a los compañeros que estaban en Sa-
que las palabras indispensables. El lector fácilmente lamanca, es decir, Calixto, Cáceres y Arteaga
hará su comentario, que indudablemente consistirá en
ver claramente el estado interior del alma de Ignacio, El Memorial del P. Cámara conserva memoria, de
y como él responde exactamente al espíritu de los Ejer- un acto rapidísimo de elección hecho por San Ignacio
cicios y más en particular al de las Elecciones. para determinar si podía alargar más el a y uno de
Empecemos por el caso de aquel estudiante español Fabro, cuando éste hacía sus Ejercicios Espirituales en
que pérfidamente se gasta en París todos 'los 'dineros París. He aquí las sabrosas palabras con que se refiere
el caso:
que ! Ignacio le confiara, que cae después enfermo en
Ruán y desde allí escribe al Santo. Digamos cómo éste Todos los primeros Padres hicieron les Ejercicios exacta-
nos cuenta la lucha que sostuvo consigo mismo c cómo mente y apartados; y el que menos abstinencia hizo, estuvo
la resolvió; tres días sin comer ni beber ninguna cosa, ejcepto Simón
Rodríguez, que, por no dejar sus estudios, y no andar bien
Viniéronle— dice — deseos de irle a visitar y cuidar; pen- sano. no dejó su casa ni hizo ninguno de estos extremos, sino
sando también que en aquella conjunción le podría ganar que le daba el Padre las meditaciones, etc.
nara que, dejado el mundo, se entregase del todo al servicio Fabro hizo los Ejercicios en el arrabal de Santiago. en
de Dios. Y para poder conseguir esto, le venía deseo de an- una casa a mano izquierda, en tiempo que el río Sena se
dar acuellas 28 leguas que hay de Paris a Ruán, a pie, des- pasaba con carretas por estar helado. Y aunque el Padre
calzo, sin comer ni beber; y haciendo sobre está oración. se tenia esta advertencia de mirar en los labios si se pegaban,
sentía muy temeroso. Al fin se fué a Santo Domingo, y allí para conocer si no comía el que se ejercitaba, cuando exa-
se resolvió a andar al modo sobredicho, y habiendo . pa- minó a Fabro, halló que ya hacía seis dias naturales que
sado aquel grande temor que tenia de tentar a Dios: Al día no corma ninguna cosa y que dormía en camisa sobre las
siguiente, la mañana que había de partir, se levantó al ama- barras que le trajeron para hacer fuego, el cual nunca había
necer; y comenzándose a vestir. le vino tanto temor, que hecho, V que las meditaciones hacíalas sobre la nieve en un

Monumenta Ignatiana, Ser. 4 º I, pág. 398. 1 Autobiografía, n. 79.


memoria del ayuno de Nuestro Señor en el desierto.
**cortil. Corno el Padre esto supo, le dijo: «Yo pienso cierto
mu** Así como Jesucristo se preparó con ese acto extraordi-
quo vos no habéis pecado en esto, antes habéis merecido nario para el apostolado que iba a comenzar después,
cho, y volveré antes de una hora a vos, y os diré lo que
haber de hacer». Y así se fué el Padre a una iglesia así ellos quisieron dar el mismo tiempo para prepararse
cercana a¬ hacer oración; y su deseo era cue Fabro estuviese a celebrar su primera misa y para inaugurar sus expe-
tanto tiempo sin comer, cuanto el mismo Padre había es- diciones apostólicas por Italia, mientras llegaba la oca-
tado, para lo cual le faltaba poco. Mas, aunque esto deseaba, sión oportuna para emprender el viaje a Jerusalén.
no se atrevió el Padre a consentirlo después de hecha ora- Admira la naturalidad con que entran en esos Ejercicios
ción; y volvió a hacerle fuego y de comer 1. larguísimos, como si fuera la primera vez que los hacían
en su vida. Esto indica bien a las claras que sus almas
Los consejos de Ignacio alcanzan en París un gran estaban siempre dispuestas para darse a una vida total-
éxito espiritual, logrando que algunos estudiantes de mente entregada a las cosas del cielo, sin cuidarse poco
aquella Universidad se dieran a una vida de perfección, ni mucho de las cosas de la tierra; v debido a esa exce-
vida que a otros les pareció cosa improp i a y aun absur- lente disposición, lejos de ser aquello para ellos una
da. De esta misma opinión era el rector del Colegio de penitencia, era un esparcimiento y descanso espiritual,
Santa Bárbara, donde Ignacio cursaba sus estudios, y por duras que fueran las circunstancias que lo rodearan.
decía que éste sacaba de quicio a sus compañeros y que Copiemos las palabras de la Autobiografía:
era necesario escarmentarlo de una vez para siempre.
en efecto da órdenes y dispone las cosas para darle Viendo ellos que se alejaba la esperanza de pasar (a Je-
a Ignacio una tanda pública de azotes apenas llegue al rusalén), se repartieron por el territorio veneciano, con in-
Colegio. A Ignacio le llega la noticia de lo que contra tención de esperar el año que habían determinado; y des-
él se prepara antes de entrar a clase y duda un momento. pués que hubiese pasado, y no hubiese pasaje, se irían a
Su primer pensamiento es sufrir callado aquella pública Roma. Al peregrino tocó ir con Fabro y Laínez a Vincencia.
afrenta por amor de Jesucristo, pero medita en el es- Allí encontraron una cierta casa en despoblado, que no tenía
cándalo que esto causará en todos aquellos que aun ni puertas, ni ventanas, en la cual dormían sobre un poco
no están muy firmes en sus propósitos y cómo él mismo de paja que habían llevado. Dos de ellos iban siempre a bus-
quedará desacreditado para seguir de allí en adelante car limosna a la ciudad, dos veces al día y traían tan poco,
con sus ministerios espirituales. Determina, pues, pre- que casi no se podían sustentar. Ordinariamente comían un
poco de pan cocido, cuando lo tenían, el cual cuidaba de co-
sentarse al rector, que lo era entonces el Doctor Govea,
cer el que quedaba en casa. De este modo pasaron 40 días,
y rogarle que reflexione sobre los daños espirituales que
no atendiendo más que a la oración... En aquel tiempo en
acarreará su determinación El razonamiento del Santo que estuvo en Vincencia tuvo (Ignacio) muchas visiones es-
persuad ió a l re ctor, y en lugar del castigo preparado pirituales y muchas casi ordinarias consolaciones; y por el
hizo de Ignacio gran aprecio delante de todos, y más contrario cuando estuvo en París; máxime cuando comenzó
tarde en Roma fué decidido protector suyo y de la na- a prepararse para ser sacerdote en Venecia, y cuando se
ciente Compañia. preparaba para decir la misa, por todos aquellos viajes tuvo
Recibidas las órdenes sagradas en Venecia por ju- grandes visitaciones sobrenaturales, de aquellas que solía
nio de 1537, Ignacio y sus compañeros determinaron tener estando en Manresa 1.
dedicar cuarenta días a la oración y a la penitencia en
1 Autobiografía, núms. 94-95.
1 Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág. 303
Pronto se reunieron todos en el caserón de Vincen- de corno era, y que en la fundación de la Compañia nada
cia llamado San Pedro de Vivarolo, y allí trataron acer- se atribuía a si mismo) que el nombre fuese a tomar ori-
ca del programa apostólico que habían de realizar du- gen de su persona sino sólo de Jesucristo.
Consta cue , en esa cuestión del nombre, tuvo Ignacio mu-
rante aquellos meses de espera. El 13 de octubre se falló
chas ilustraciones y mociones mentales de Aquel de quien
en Venecia el proceso contra Ignacio y sus compañeros, el nombre tomaba; y cue había recibido tantas señales de
declarándolos hombres «de religiosa vida, de santa doc- aprobación e n est e pun to, que, como yo mismo oí de labios
trina v de reputación intachable» ; sentencia que se dictó de Ignacio, decía que si dudase de la conveniencia de ese
a petición del mismo Ignacio por creerla muy conve- nombre, creería ir contra la voluntad de Dios, y hacerle ofen-
niente para la Compañía que se estaba formando. Antes sa. Habiéndole, en efecto, hablado v escrito muchas perso-
de separarse los unos de los otros, creyeron necesario nas sobre la conveniencia de cambiarlo (porque algunos nos
tomar un nombre para poder responder a los que les decían q ue tomábamos como propio nuestro y de la Compa-
preguntaran quién eran, y entonces eligieron y adopta- ñía lo que era común de todos los cristianos, y otras cocas
por el estilo), fué tan constante en retenerlo. que le oí de- -
ron el nombre de Compañía de Jesús. Oigamos al P. Po-
cir que, aun cuando todos los compañeros juzgasen cue se
lanco. que es, entre todos los primeros, quien más a había de dejar o mudar, y aunque pensasen del mismo modo
fondo trata este punto: todos los hombres a quienes él no estuviese obligado a obe-
decer bajo pena de pecado, él nunca sería de tal parecer ;
El nombre de Compañía de Jesús sabemos cue lo habían y , como en las Constituciones de entonces se determinaba
ya adoptado. Ignacio y sus primeros compañeros, antes de
venir a Roma. Al deliberar. en efecto, entre sí sobre la res- que nada se hiciese contra el parecer de uno solo mientras
puesta que darían a cuien les preguntase qué clase de con- el tal viviese, por eso decía él que el nombre no se mudaría.
gregación era aquélla formada por diez hombres o pocos Cuantos conocían el modo de obrar de Ignacio y su humil-
más, se pusieron en oración buscando el nombre que mejor dad, se daban perfecta cuenta de que una estabilidad o me-
podría cuadrarles; y, considerando que no tenían otra ca- jor seguridad tal, que no cedía a ninguna razón ni autoridad
beza que Jesucristo a cuien únicamente deseaban servir, pa- humana, él no la tenía sino en cosas que había conocido
por luz superior; en las cuales con toda razón entendía que
recióles que de él debían tomar el nombre y que su congre-
no había que cederse a la luz inferior del entendimiento.
gación fuese llamada, por consiguiente, la Compañía de Je- Ya se supone lo mucho que los nuestros hablarían y deli-
sús. Es de creer que arraigó más profundamente en el cora- berarían sobre ese nombre: pero, aunque nunca la oímos
zón de Ignacio ese propósito sobre el nombre de Compañía expresamente de Ignacio, una cosa resulta bastante clara de
de Jesús, cuando tuvo, cerca de Roma, aquella visión en cuanto llevamos dicho; que ese nombre o le fué revelado
que el Padre Eterno encomendaba la Compañía al Hijo, y por Dios, o por lo menos confirmado 1.
el Hijo la tomaba bajo su patrocinio. Y cuando más tarde
se trató de constituirse en congregación perpetua corno ver- La siguiente reunión con sus compañeros la convo-
dadera religión, y de redactar la Fórmula del Instituto, cre- cará Ignacio en Roma hacia marzo de 1339, cuando
yeron todos que debía retenerse el mismo nombre de Com- vea definitivamente frustrado el viaje a Jerusalén, des-
pañía de Jesús; y así fué aprobado con autoridad apostó-
pués de haberse ofrecido al Papa repetidas veces y ha-
lica por el Papa, a quien, juntamente con la Fórmula, se le
ber aceptado éste con sumo agrado el ofrecimiento.
había propuesto. Aunque el nombre resultó mu y a gusto de
todos, verosímil es que fuese Ignacio quien lo propusiese a Cuando los tuvo a todos reunidos, ; no es hora va, les
sus compañeros; porcue, al ver que a los discípulos y segui- Com*
dijo, de qu e constitu y amos definitivamente nuestra
dores de su Instituto , de su nombre propio de Higo empe-
zaba ya a llamárselos Iñiguistas, no sufría el Padre (humil** Polanco: Vita Ignatii Loiolae, págs. 72 y sigs.
pañía, determinando para siempre su modo de ser y esta es realmente la primera ordenación de la Compañia,
manera de subsistir ? No podía proponérseles elección anterior a su constitución jurídica 1 , realizada por los
de ma y or importancia que ésta. A todos les pareció muy primeros compañeros en Roma el año de 1539, durante
justa y necesaria la idea de San Ignacio, y todos coin- el espacio de tres meses y bajo la dirección del Santo
cidieron en la forma que había que dar a la delibera- Fundador. El documento que redactaron después em-
ción, y que consistió en entregarse todos por algunos pieza con estas palabras;
días a mucha oración y penitencia. Pasados estos días
se dieron de lleno a las deliberaciones; pero con el fin La Cuaresma pasada, como instase el tiempo en que con-
de no abandonar los ministerios espirituales comenzados venía dividirnos y separarnos unos de otros ,(lo cual tam-
va en Roma, durante el día se ocupaban en hacer bien bién esperábamos con sumos deseos para llegar cuanto an-
a las almas y en pedir limosna, y por las noches se daban tes al fin que teníamos ideado y establecido, y con vehemen-
a la oración y consultaban entre sí. cia deseado), resolvimos tener juntas entre nosotros por mu-
Fijémonos en que no se trata en el caso actual sola- chos días antes de la separación, y tratar de esta nuestra
mente de elegir, sino de deliberar ; y el propósito de vocación y forma de vivir. Lo cual como hubiésemos hecho
San Ignacio es que el espíritu de los Ejercicios penetre muchas veces, y unos de nosotros fuesen franceses, otros es-
pañoles, otros saboyardos y otros cántabros, teníamos acerca
no sólo la elección sino la deliberación también, lo cual
deste nuestro estado variedad de sentencias y opiniones, si
es cosa más difícil. Can dificultad puede hacer una co- bien todos con una misma intención y voluntad de buscar
munidad las elecciones, a lo menos en un tiempo fijo, la beneplácita y perfecta voluntad de Dios, según el blanco
porque las condiciones que para ello exige San Ignacio de nuestra vocación. Pero en cuanto a los medios más expe-
son esencialmente personales. Lo que regularmente pue- dientes y fructuosos, tanto a nosotros como a los demás pró-
de hacerse en común es, proponer la materia de delibe- jimos nuestros, habla alguna pluralidad de sentencias... Pues,
ración, orar pública y privadamente y exhortar a la como nosotros juzgásemos variamente, y anduviésemos so-
adquisición de las disposiciones requeridas para hacer lícitos y desvelados por hallar alguna vereda muy llana 2
una buena elección. La elección misma se la ha de hacer por donde caminando ofrecernos totalmente en holocausto
cada uno en el tiempo v de la manera más acomodados a Nuestro Dios, a cuya alabanza, honor y gloria cedie-
sen todas nuestras cosas; decretamos por último, y estable-
a su espíritu. En este tiempo, a una hora fija puede
cimos, por sentencia concorde, instar con mayor fervor de
tenerse la deliberación o consulta en común, en la que
cada uno exponga su manera de sentir y las razones en
que se apoya, las cuales pueden influir entonces en el
sentir de los demás y en la resolución definitiva que
adopten todos. Ya se entiende que hablarnos aquí de
deliberaciones espirituales, que lo son en sí mismas o a
lo menos en el En a que se encaminan.
Tal es el caso que nos propone el documento titula-
do «Deliberación de los primeros Padres», sobre «El
modo de ordenarse la Compañía» ; así escrito con las
palabras autógrafas de San Ignacio que lo encabezan 1.

Monumenta Ignatiana. Ser. 3º I, XXXV y


lo acostumbrado a la oración, sacrificios y meditaciones; saber, si después que todos habíamos hecho voto de casti-
después de aplicada de nuestra parte alguna deligencia, dad perpetua y voto de pobreza en manos del Reverendí**
echar en lo demás nuestro pensamiento a los pies del Señor, simo Legado de Su S antidad , cuando estábamos en Venecia.
esperando en Él. como tan bueno y liberal, que así como si seria ejpediente, digo, hacer otro tercer voto, de obe-
no niega el buen -espíritu a ninguno que se le pide en hu- decer a alguno de nosotros, para que con ma y or sinceridad,
mildad v simplicidad de corazón (antes se da a todos con alabanza y mérito, pudiésemos en todo y por t odo hacer
afluencia sin emproperar a alguno), tampoco nos faltaría, la voluntad de Dios Y. 5., y juntamente la libre voluntad y
sino que nos asistiría, por su benignidad, con abundancia precepto de Su Santidad, a quien gu stosísimamente había-
mayor que lo que pedimos o entendemos. mos ofrecido- todas nuestras cosas, la v oluntad, el entendi-
miento, el poder y la hacienda... Para la solución de esta
Aquí tenemos propuesta en términos generales la duda, como nos diésemos por muchos días a la oración, y la
materia de la deliberación, que se va concretando des- confiriésemos sin que nada ocurriese que llenase nuestros
pués en las siguientes sesiones; pero sobre todo tenemos ánimos, esperando en el Señor, comenzamos a pensar entre
ante los ojos el fin dignisimo que todos los reunidos nosotros algunos medios para mejor desatada. Fué el pri-
mero: si convendría retirarnos todos a algún desierto, y es-
buscaban con un solo corazón y una sola alma. Se tra-
tarnos en él por 3o ó por 4 0 días empleándonos en medita-
taba, pues, de una deliberación completamente espiritual,
ción, ayunos y penitencias, para que el Señor oyera nuestros
merecedora de que todos y cada uno hiciesen sobre ella
deseos, y se dignara de imprimir en nuestras mentes la so-
una elección dirigida y gobernada únicamente por los
lución. O si irían tres o cuatro allá, en nombre de todos,
documentos de los Ejercicios. Y esto es lo que hizo cada para el mismo efecto. O si, en caso de que ningunos hubie-
uno en particular, como nos lo refiere el documento con
sen de ir al desierto, quedándonos dentro de Roma, ¿ apli-
las siguientes palabras:
caríamos la mitad del día a este nuestro negocio principal,
Comenzamos, pues. a emplear nuestros conatos humanos, para que tuviésemos mayor y más cómodo lugar de meditar,
y a proponer entre nosotros algunas dudas dignas de dili- pensar y orar, y el resto del día gastaríamos en nuestros
gente y madura consideración y providencia, en las cuales acostumbrados ejercicios de predicar y de oír confesiones?
solíamos pensar y meditar entre día, investigándolas tam- No teniendo por conveniente salir de Roma en aquellas
bién por medio de la oración: y de noche proponía cada uno circunstancias, signen diciendo; «Lo que comenzamos a con-
a los demás lo que había juzgado ser mejor y más expe- ferir para hallar camino a la resolución, fué proponer a
diente, para cue todos abrazasen uniformes la sentencia todos y a cada uno las tres preparaciones del ánimo siguien-
tes. La primera: que cada cual de tal modo se preparase,
más verdadera, examinada y aprobada por el mayor número
de votos, y por las razones más eficaces. y de tal suerte se diese a la oración, meditación y sacrifi-
cios, que procurase conseguir el gozo y paz en el Espíritu
La gran dificultad se presentó al tratar del voto de Santo acerca de la obediencia, y tener cuanto fuese de su
obediencia, que era el punto principal de la reunión, parte más inclinada la voluntad a obedecer cue a mandar,
corno lo indica el título puesto por San Ignacio mismo donde se hubiese de seguir igual gloria y alabanza de su
al documento. «El modo de ordenarse la Compañía para Majestad. La segunda: que ninguno de los compañeros ha-
blase de este punto con otro, o le pidiese razones, para que
dar obediencia a uno de ella.» Oigamos de nuevo al
por ninguna persuasión ajena fuese atraído o inclinado más
documento :
o obedecer que a no obedecer, o al contrario, sino que cada
Decidida y resuelta esta primera duda [la estabilización uno inquiriese lo que pudiese alcanzar de la oración y me-
de la Compañía constituyéndola en corporación j, se llegó ditación como más expediente. La tercera: que cada cual
a otra, digna de no menor consideración y providencia. Es a se imaginase como extraño desta nuestra Congregación y
en que nunca esperaría ser recibido; porque en esta con- cienes, y trabajos de alma y cuerpo, que precedieron a la
sideración no se dejase llevar de aficiones algunas para más definición y deliberación.
opinas v juzgar el uno de los extremos, sino, como si fuese
extraño, profi riese con libertad su sentir acerca del propó- El final de semejante elección y deliberación revis-
sito de obedecer o no obedecer; y por último, confirmase y tió una gran solemnidad. San Ignacio termina los dos
aprobase con su juicio aquella parte, por medio de la cual modos de haber elección «yendo con mucha diligencia
creyese haber de resultar mayor servicio de Dios, y haber a la oración delante de Dios nuestro Señor, y
de permanecer más segura la conservación de la Compañía. qoufrescdivlnamtjópr
quiera rescibir y confirmar, siendo su mayor servicio y
Interrumpamos por un momento la lectura del docu- alabanza» [183]. En el caso presente la oración debía
mento para darnos cuenta de que estamos de lleno den- ser doble; una particular de cada uno como término
tro del espíritu de los Ejercicios y de manera más par- de su propia elección y otra de todos juntos como final
ticular aún en el espíritu de las Elecciones. Aquellos y remate de la deliberación en común. Y así se hizo,
santos varones, aleccionados por la experiencia de los como nos lo cuenta el P. Bobadilla:
días pasados en una deliberación en común, se conven-
cen de que el remedio seguro para llegar al fin que pre- Celebrando misa Maestro Fabro, que era como el confe-
tenden es fundamentar la deliberación y consulta pública sor de todos, preguntó a todos y a cada uno de los compa-
en la elección particular y ésta a su vez en el espíritu ñeros si querían unirse y constituir todos juntos una reli-
que nos enseñan los Ejercicios en materia de Elecciones. gión, en caso de ser beneplácito a Dios y al Sumo Pontí-
Con este espíritu, pues, comenzaron por presentar a la fice. y si cada uno quería ser de esta religión y Compañía.
todos fueron hallados de un solo espíritu, respondiendo
junta para su consulta las dificultades espirituales que
individualmente que si; y entonces se les daba la Eucaris-
encontraban en el voto de obediencia y cada uno las ex- tía del cuerpo y sangre de Cristo 1.
ponía con orden a la deliberación de los demás. Después
hicieron lo mismo con las ventajas espirituales que veían Redactaron además un documento que firmaron to-
en el tal voto de obediencia. Y acaba así el documento; dos, n cada cual con una copia en las manos se acer-
Pasados, pues, muchos días en que por una y por otra caron a comulgar. El documento es del tenor siguiente:
parte ventilamos largamente acerca de la solución de la
duda, pesando y ejaminando las razones de mayor momen- Yo, N.. infrascrito, doy testimonio delante de Dios Omni-
to y eficacia; vacando a los ejercicios acostumbrados de potente, delante de la beatísima Virgen María y de toda
la oración, meditación y consideración; favorecidos, final- la corte celestial, quc, hecha oración a Dios, y bien ponde-
mente, del aujilio divino, concluimos (no por pluralidad de rado el asunto, espontáneamente resuelvo que en la Compa-
votos, sino por total concordia de dictámenes) sernos más ñía haya voto de obediencia. por ser, a mi juicio, más opor-
ejpediente y necesario dar la obediencia a alguno de nos- tuno para la gloria de Dios y perpetuidad de la misma Com-
otros, para mejor y más ejactamente poder ejecutar nues- pañia; y de propia elección me he ofrecido, si bien sin voto
tros primeros deseos de cumplir en todo la voluntad divina, ni obligación alguna, a entrar en la misma Compañía si,
para más seguramente conservar la Compañia, y en fin, para concediéndolo el Señor, es confirmada por el Papa. En me-
poder dar decente providencia a los negocios particulares moria de este propósito, que reconozco como un don de Dios,
ocurrentes, así espirituales como temporales... Todas las co- * me acerco ahora, auncue indignisimo, a la sacratísima co
sas se acabaron de establecer suavemente, y de consentí
miento concorde de los ánimos, no sin graves desvelos y ora- 1 Bobadilla Monumenta, pág. 617.
**munión llevando esta deliberación. Martes, 1 5 de abril Yo — dice —haré con él confesión general desde el día
de t5391. en que supe pecar hasta el presente; yo le descubriré todas
mis enfermedades y miserias corporales; y, si después él
Otra elección y deliberación capitalísima fué la elec- me manda en nombre de Jesucristo, o al menos en Él me
ción del primer General de la Compañia de Jesús, des- aconseja, teniendo en cuenta mi vida pasada y presente,
pués de haber sido ésta constituida canónicamente por aceptar o rehusar el cargo, yo desde ahora hago oblación
los documentos pontificios. Sucedió esto durante la cua- de seguir la sentencia del confesor.
resma del año 1541. Sólo seis de los primeros compa-
ñeros de Ignacio residían entonces en Roma, pero ex- Aunque de muy mala gana, tuvieron que ceder de
ceptuando a Bobadilla, los demás habían mandado su nuevo sus compañeros. Ignacio se fué al convento fran-
voto por escrito. Reunidos los seis de Roma, acuerdan ciscano de San Pedro in Montorio, donde residía su
darse de lleno a la oración durante tres días, y al cuarto confesor el P. Fray Teodosio. Tres días duró su confe-
traer escrita su elección en cédula firmada y sellada sión, que terminó el día de Pascua florida. La respuesta
para juntarla con el voto de los ausentes, que ya obraba del confesor fué que si se resistía, resistía al Espíritu
en su poder. Abiertas las selladas cédulas, todos daban Santo. Pídele entonces Ignacio que se digne encomendar
su voto a Ignacio, y éste daba el suyo a quien votaran más el asunto a Dios y que después escriba en una cé-
los demás, excluyéndose a sí mismo. Oigamos ahora las dula su parecer y lo remita a sus compañeros cerrada y
palabras de Ignacio, que quiso escribir de su propia sellada. .A los tres días llega a casa la cédula, la abren
mano el relato de esta elección memorable; estando todos presentes y dice el confesor que Ignacio
acepte el cargo que los demás le dan. Ignacio lo acepta,
Migo — dice —hizo una plática según lo que tenía en su
corazón, afirmando que sentía más inclinación y voluntad pues, sin más resistencia.
a ser gobernado que a gobernar, y que él no se sentía con En los documentos auténticos y contemporáneos que-
caudal para gobernarse a si mismo, mucho menos a los dan todavía anotados con muy pocas palabras otros ac-
otros. Por tanto, mirando los muchos hábitos malos de su tos de elección que omitimos para no alargar demasiado
vida pasada y presente. sus muchos pecados, faltas y mise- este apéndice. Sólo un par de ellos queremos recoger
rias, él declaraba que no aceptaba el cargo ni lo aceptaría aquí para que se vea la gran facilidad con que San Igna-
nunca, si no viese más luz en la cosa de la cue de pre- cio hacía oración y se imponía penitencias extraordi-
sente tenía. Les pedía, pues, y rogaba mucho in Domino que narias por cosas que a nosotros nos parecen ordinarias
lo pensasen mejor tres o cuatro días, encomendándolo más en la vida religiosa.
a Dios, para hallar quién había de llevar el cargo mejor Cuenta el P. Laínez que ayunó durante tres días y
y con más utilidad de todos.
tres noches por uno de sus compañeros que se hallaba
Resistieron los compañeros cuanto pudieron, pero no fuertemente tentado 1. El P. Cámara añade que en otra
hubo más remedio que ceder. Pasados los cuatro días ocasión hizo lo mismo para que uno no dejase de hacer
vuelven a reunirse, y se repite la elección con la misma la profesión 2 . Si el asunto era más grave, a Ignacio y
unanimidad. 'Ignacio dice entonces que dejaba el nego- a sus compañeros les parecía la cosa más natural reti-
cio en manos de su confesor, a menos que el Papa le rarse durante quince o cuarenta días a 'nacer oración y
mandase lo contrario:
1 Monumenta Ignatiana, Ser. 4º pág. 345.
Monumenta Ignatiana, Ser: 3º I, pág. 8. Ibid., pág, 256.
penitencia. Unas palabras del P. Cámara declaran muy o posesiones, ni otros ningunos bienes raíces, sino que se
contenten teniendo sólo el uso de las cosas necesarias con
Declara***
bien e espirito; el consentimiento de los dueños, y con recibir los dineros
mucho el P. Ignacio que en las cosas y demás cosas que les fueren dadas en caridad para el caso
espirtualdvcoeDistnmvéoys necesario de la vida.
inclinásemos por devoción y movimiento interior y usaba tan
poco como podía de medios externos 1. Este capítulo substancialmente pasó después a la
Bula, con la sola limitación, contenida ya en la fórmula
ignaciana, de que los Colegios pudieran tener rentas con
que mantener a sus estudiantes.
Cuando en marzo del año 1541 se reunieron los
Padres para la elección de General, y para hacer su
profesión y depositarla en sus manos, tomaron en co-
UNA ELTECCIóN MODELO, DE TERCER TIEMPO mún varias determinaciones, y entre ellas una en la que
se establecía que la sacristía constituyera un sujeto jurí-
dico distinto de la Compañía, capaz de poseer rentas
Hemos hablado anteriormente de la vocación apos- destinadas al culto divino. En conformidad con esta deli-
tólica con que salió Ignacio de Manresa y de cómo la beración, Paulo III, en la Bula «Sacrosanctae Romanae
practicaron en materia de pobreza él y los compañeros Ecclesiae», dada el 24 de junio del año 1541, concede
que el Señor le proporcionó en París. Llegada la hora a la Compañía el templo de la Madre de Dios de la
de la fundación canónica de la Compañía, y después de Estrada, aplicando a su sacristía los -frutos y rentas de
las deliberaciones de los meses de marzo y abril del que estaba dotada.
año 1539, recibió Ignacio de sus compañeros el encargo Todo esto se podía hacer sin contravenir la Bula de
de redactar la fórmula del Instituto que había que pre- fundación de la Compañía 1 y el mismo Ignacio tomó
sentar al Papa, fórmula llamada de los cinco capítulos, parte en aquellas deliberaciones; pero, o calló por de-
porque ésos y no más tenía. El cuarto de ellos trata de ferencia a la autoridad de los demás, pues por
la pobreza y está expresado con las siguientes dulcísimas entocsraúGl,obienptrfxósobe
palabras: lo determinado, o**omo lo demuestran los hechos, o tal vez
Porque hemos ejperimentado que aquella vida es más sua- va entonces manifestó so parecer. prevaleciendo sin em-
ve, y más pura, y más aparejada para edificar al prójimo, bargo el de la mayoría. Hay indicios que nos inclinan a
que más se aparta de la avaricia, y más se allega a la po- creer esto último.
breza evangelica; y porque sabemos que jesucristo nuestro San Ignacio «sentía gravedad e impedimento» en esa
Señor proveerá de las cosas necesarias para el comer y ves- pobreza restringida. aun sin sentir «affección de la cosa
tir a sus siervos, que buscan solamente el reino del cielo, acquisita» [150]. No podía «hallar en paz a Dios nues-
hagan todos y cada uno el voto de la pobreza perpetuo, de- tro Señor» y se sentía como apartado de Jesucristo y
clarando que no puedan, ni en común, ni en particular. para del colegio apostólico que había querido imitar, y como
la sustentación o uso de la Compañia, adquirir derecho ci-
vil alguno, para tener o poseer ningunos provechos, rentas
1 Véase la edición novísima de las Constituciones, Monu-
menta Ignatiana , Ser. 3º I, pág. 35, nota 3, donde se hallará
este caso tratado jurídicamente.
Monumenta Ignatiana, Ser. 4º I, pág, 238.
SAN IGNACIO, MODELO DE ELECCIONES 639

si hubiera decaído de aquella imitación perfectísima que 4ª. Podrán vacar más ordenada y quietamente a los ofi-
al principio se habían propuesto él v sus compañeros. cios y orationes concertadas.
Si se hubiesen conservado y dispusiéramos de las deli- 5ª. El tiempo de demandar o buscar se podría predicar,
beraciones tenidas en el año 1541, con los nombres de confesar y darse a otras obras pías.
6ª. Parece que la iglesia se conservará más polida, or-
los autores de las enmiendas puestas en la materia de la
nada, y para más mover a devoción, y así para hacerla de
pobreza y las razones en que éstas se apo yaban, nos en- nuevo.
contraríamos probablemente con que no salió de Ignacio Asimismo pueden mejor vacar al estudio, y con él
7ª.
la mitigación acordada, sino que más bien opuso resis- ayudar más a los prójimos en espíritu y gobernando mejor
tencia. Carecemos de todos estos pormenores, pero con a sus cuerpos.
alguna probabilidad si no del todo, en parte, podemos $. Después que dos de la Compañía vieron la materia.
suplirlos con la elección formal que el Santo escribió el aprobaron todos les otros.
año 1544.
Ponemos aquí entera esta elección hecha por el Ter- Los INCÓMODOS AL TENER SON LOS COMODOS AL ANO TENER
cer Tiempo y la trasladamos, en su texto original caste- COSA
1ª. ALGUNA, ES A SABER:
llano para no quitarle nada de su gracia y fuerza propia. Teniendo. no serian tanto diligentes para ayudar a
Este documento parece ser anterior al Diario de que los prójimos, ni tanto dispuestos para peregrinar y pasar
hablaremos en el párrafo siguiente, porque cuando en adversidades, y no se puede tan bien persuadir a los
éste se mencionan las elecciones, no se dice que las prójimosalvebzyngaciópro,etdsgún
haga o escriba entonces, sino «pasando por las eleccio- que se sigue en los cómodos al no tener cosa alguna.
nes» (días 8 y 9 de febrero), o bien «andando por las
elecciones» (día 10), y más claramente aún el día : CÓMODOS y RAZONES PARA NO TENER COSA ALGUNA
«después para discurrir y entrar por las elecciones y RENTA:
determinando y sacadas las razones que tenía escritas,
1ª. La Compañía toma mayores fuerzas espirituales y
para discurrir por ellas» ; palabras todas que al parecer mayor devoción, asimilando y viendo al Hijo de la Virgen
suponen que el documento estaba va escrito con anterio- nuestro Criador y Señor, tanto pobre y en tantas adversi-
ridad. Si las cosas sucedieron así, puesto que el Diario dades.
comienza el día 2 de febrero, hemos de decir que Ignacio 2ª. En no querer cosa cierta se confunde más toda ava-
ya habla escrito sus elecciones antes de dicha fecha. ricia mundana.
2ª [sic]. Parece que con mayor afecto se une con la
Iglesia, seyendo uniformes en no tener cosa alguna, consi-
Los INCÓMODOS PARA EL NO TENER COSA ALGUNA DE RENTA derando en el sacramento a Cristo pobre.
SON LOS CÓMoDOS AL TENER EN PARTE O EN TODO. 3ª. Se facilita más a esperarlo todo en Dios nuestro Se-
ñor, separándose de todas cosas del século.
1ª. Parece que*** la Compañía con el tener en parte o en 4ª. Ayuda más a humillar y a más unir con quien se hu-
todo, se conservarla Mejor, mille sobre todos.
2ª Teniendo, no serán así molestos ni desedificativos a 4ª. [sic]. Vive más olvidada de toda consolación secular.
otros por pedir, mayormente seyendo clérigos los que avían 5ª. Vive más en continua esperanza divina y con mayor
de pedir. diligencia en su servicio.
3ª. No teman tantas mociones y turbaciones a la desor- 6ª. Hay mayor edificación en general, viendo que no se
denada solicitud en buscado, teniendo. busca cosa deste século.
7ª. Con mayor libertad de espíritu y con mayor eficacia comento, se dice: «Después que dos de la Compañia
se habla de todas cosas spirituales para el mayor provecho vieron la materia, aprobaron todos los otros.» Estas
de las ánimas. palabras parecen indicar que dos de los compañeros
Sª Se ayuda y se despierta más a ayudar spiritualmen- examinaron por encargo las razones aducidas en favor
9ªte
. a las ánimas, corno cotidianamente reciba limosnas. de la pobreza mitigada, y que las expusieron después
Se persuade mejor a los otros a la vera pobreza,
a los demás, como ponentes de una tesis que fué apro-
guardando aquélla según que Christo nuestro Señor mueve,
bada por todos. La misma impresión produce la segun-
diciendo: Si quis dimisserit patrem, etc.
so. Parece que serán más diligentes para ayudar a los da parte.
prójimos, y más dispuestos para peregrinar y pasar adver- En cambio, de la tercera parte, que contiene las ra-
sidades. zones en favor de la pobreza absoluta, no se dice que
ir. La pobreza, no teniendo cosa alguna de renta, es más fuera estudiada o propuesta por ninguna comisión, y
perfecta que teniendo en parte o en todo. revela el carácter personal de San Ignacio, así por la
12. Esta tomando nuestro común Señor para sí, mostró clase de razones aducidas, todas puramente espirituales
la misma a sus apóstoles y discípulos queridos enviándolos «por imitar y parecer más actualmente a Christo nues-
a predicar. tro Señor» [167], como por el estilo y las palabras
13. Ésta eligiendo todos diez, nemine discrepante, toma- que usa. Si las cosas, como lo parece, son así, diríamos
mos por cabeza al mismo Jesús nuestro Criador y Señor
que la elección de San Ignacio fué una especie de juicio
para ir debajo de su bandera para predicar y exhortar, que
contradictorio, hecho delante de Dios, en el que quiso
es nuestra profesión.
comparar o cotejar las razones alegadas por los otros
14. Desta manera nosotros pidiendo, nos fué concedida
compañeros en favor de la pobreza mitigada, con las
la bula, y después esperando la ejpedición por un año, y
perseverando en el mismo asenso, nos fué confirmada por que él veía militar de parte de la pobreza absoluta. El
su santidad. número r6, último de esta tercera parte, parece ser una
15. Propio es de Dios nuestro Señor ser inmutable, y respuesta dada al número t de la primera, que propone
del enemigo mudable y variable. la mitigación como cosa necesaria o muy conveniente
16. Para conservarse la Compañía hay tres modos: para la conservación de la Compañía, pues afirma que
u", que sean todos letrados o pocos menos; 2º. para los en la pobreza absoluta se pueden hallar tres caminos
escolares para vestir. dormir y viático parece que se podría por donde lograr que todos los individuos obtengan las
dar medio; 3°, para ajuar v otras algunas cosas necesarias cosas necesarias para la vida 1 . Más adelante nos hare-
para la Compañía, aun algunos que probablemente entrarán, mos cargo de otra prueba, intrínseca al documento, que
podrán ayudar 1. (Este número 16 está borrado, parece que
por el mismo San Ignacio.) deja entrever que las razones en favor o en contra de
la pobreza absoluta, no salieron de la misma pluma.
Este documento nos ofrece proporción para descu- Tenemos, pues, aquí una elección del tercer tiempo
brir el pensamiento de Ignacio en las razones que defien-
den la pobreza absoluta, y el de sus compañeros, o el 1 Éste es el parecer del editor de la Serie 3. 2 de Monumenta
de algunos de ellos, en las que se alegan en favor de gnu t orla, quien dice que este número sé, después de escrito, lo
la mitigada. Efectivamente : en el número 8, último de borró el mismo San Ignacio. Tal borradura no qu iere decir que
la primera de las tres partes en que está dividido el do- el Santo no tuviera por buenos los tres caminos expuestos, sino
que no eran razones directas en favor de la pobreza absoluta,
sino únicamente solución de dificultades dada a las razones de
Monumenta Ignatiana,, Ser. 3º I, págs. 78 -81. los otros. El texto está publicado en el vol. I, págs. 7844
hecha por San Ignacio con toda serenidad y tranquili- sin duda alguna espirituales y sobrenaturales, pues su
dad, «guando el ánima no es agitada de varios espíritus fin es siempre algún motivo espiritual y sobrenatural:
y usa de sus potencias naturales liberar tranquilamen- pero su objeto inmediato es algo del orden natural ; la
te» [177]. Esta tranquilidad no sgnifica insensibilidad conservación del cuerpo de la Compañía (1ª), no oca-
espiritual ni carencia de consolaciones divinas, sino sola- sionar molestia alguna al prójimo (2ª ) , no andar pre-
mente ausencia de la interna lucha que ocasiona la deso- ocupados (3ª), ordenar mejor la distribución de ca-
lación vehemente. Casi no se concibe que San Ignacio sa (4ª ) , disponer de más tiempo para l o s minis t e-
dejase de sentir consolación con estas razones que tanto rios (y), tener la Iglesia más limpia y bien provista (61,
le asemejaban a Nuestro Señor Jesucristo. y poder dar más tiempo al estudio (7ª). En cambio,
La materia de la elección es espiritualísima : no tan las razones en favor de la pobreza absoluta no sólo son
sólo «indiferente o buena en sí, y que milita dentro de espirituales y sobrenaturales por su fin, sino también
la sancta madre Iglesia hierárquica» 11707, sino ade- consideradas en sí mismas; ma y or fuerza espiritual de
más, de perfección evangélica, y que milita bajo la ban- la Compañía, más devoción y más semejanza con Jesu-
dera de Nuestro Señor Jesucristo. Es materia sujeta a cristo (1ª), destrucción de toda humana ambición (2ª),
elección mudable; y si las cosas sucedieron como deja- conformidad mayor con Jesucristo sacramentado (2ª bis),
mos indicado guiados por conjeturas probables, la pri- más esperanza en Dios (38), más humildad con Jesu-
mera resolución o elección no había sido lo cristo humillado (4, 8 ), carencia de toda consolación hu-
suficentm«rayoden»juicSaIgo;y mana (4ª bis), mayor esperanza y diligencia (5ª), ma
por esta causa la somete el, como es justo, a una nueva -yoredifcaón(61,máslbrtdepíiuymásfca-
elección, porque «tiene deseo que de él (y de su Com- cia en los ministerios (7ª ) , mayor estímulo del celo (8ª),
pañía) salgan fructos notables y muy apacibles a Dios mayor fuerza para persuadir a otros la pobreza (9ª),
nuestro Señor» [1747. mejor disposición para peregrinaciones y trabajos (r1),
Luego veremos que Ignacio lleva una y otra vez esta aceptación más pura de la doctrina de Jesucristo ense-
elección del tercer tiempo, al primero o al se gundo, no ñada a los apóstoles y discípulos (12), tener por cabeza
porque pueda haber oposición entre las verdaderas ra- a Jesucristo, y por bandera la suya (r 3 ), conservar la
zones espirituales y las mociones divinas, sino para que pobreza establecida en la Dula del Papa (14), no mu-
el alma se confirme más y más, y porque la luz que vie- darse, imitando a Dios que es inmutable y contra el
ne de la ilustración divina, es siempre más alta, más demonio que es mudable (15).
pura y más penetrante que la que emana de la pura Puestas unas y otras razones en los platillos de una
razón. Las razones del entendimiento son muy reducidas balanza tan fina como la de los Ejercicios, y mejor aún
y se acaban pronto, pero las iluminaciones sobrenatu- en la del tercer grado de humildad, se ve claramente
rales no tienen termino ni fin. que han de pesar más las razones aducidas en favor de
Vengamos ahora a cosas más particulares, pero de la pobreza absoluta. Nosotros lo vemos así, ¡pero con
mucha importancia, y fijémonos en primer lugar en la cuánta mayor evidencia lo tenía que ver San Ignacio,
diferencia que ejiste entre !as razones traídas en favor que parecía guiarse inmediatamente y siempre por la
de la pobreza restringida y las que militan de parte de luz de la sabiduría infinita! había concretado todos
la pobreza absoluta, aun siendo unas y otras espirituales sus ideales de santidad en sola una cosa; «que el Señor
y sobrenaturales. nuestro le quisiera elegir en esta tercera mayor y mejor
Las razones en favor de la pobreza restringida son humildad, para más le imitar y servir, si igual o mayor
servicio y alabanza fuere a la de su divina majestad» exista una prueba o un indicio de que no son de la
[168] jamás había imaginado él a su Compañía sino misma pluma unas y otras razones; y de que las se-
como la Compañia de Jesús, teniendo a Éste por cabeza gundas, que sin duda son las de Ignacio, han sido cata-
a su verdadera doctrina por bandera, a semejanza de logadas y estudiadas para que sirvieran de contrapeso
lo que fue el apostolado. Pues bien, ahora no sabe ver a las primeras, que serían probablemente las que la
otra cosa que eso ; «Ésta (la pobreza absoluta) tomando comisión de 154t propuso a les diez compañeros para
nuestro común Señor Jesús para sí, mostró la misma a su aprobación. Si esto sucedió as:, la solución directa
sus apóstoles y discípulos queridos enviándolos a predi** que debe darse a la dificultad, es mucho más natural.
car (12); ésta elegiendo todos diez, nemine discrepante, Bien miradas las cosas, no es oposición lo que hay
tomamos por cabeza al mismo Jesús nuestro Criador entre las dos proposiciones, sino una mera equivocación,
y Señor para ir debajo de su bandera para predicar y puesto que no se trata de una misma disposición, sino
exhortar, que es nuestra profesión» (53). Es evidente de dos diferentes entre sí. El defensor de la pobreza
que Ignacio no puede dudar en una elección como ésta, absoluta habla de una disposición sobrenatural y quizá
antes «según la mayor moción racional, y no moción también de otra natural que trae su origen de la ante-
alguna sensual» [[821, debe determinarse por abrazar rior ; los defensores de la pobreza restringida hablan
la pobreza absoluta para sí y para la Compañía, y va de una disposición natural. Dice el primero ; Un hom-
no le queda otra cosa que hacer, sino «ir con mucha bre del todo pobre está en mejor disposición para tra-
diligencia a la oración delante de Dios nuestro Señor, bajar apostólicamente con sus semejantes porque su
y offrescerle la tal elección para que su divina majestad alma se halla completamente libre de las criaturas y en-
la quiera recibir y confirmar, siendo su mayor servicio teramente puesta en su Criador; los otros responden:
y alabanza» [183]. Un hombre del todo pobre no está en tan buena dispo-
Fijémonos en una cosa muy particular, en que se sición para trabajar apostólicamente con sus semejantes,
aduce una misma razón en favor de una y otra clase porque ha de emplear el tiempo en procurarse el sus-
de pobreza. Efectivamente, la razón so, en favor de la tento. Como se ve, uno y otros, es decir, San Ignacio
pobreza absoluta, dice así ; «Parece que serán más dili- y los de la Comisión, no se refieren a lo mismo, no par-
gentes para ayudar a los próximos, y más dispuestos ten del mismo punto.
para peregrinar y pasar adversidades.» La 5ª, que esté Oposición no la hay, porque las razones de ambas
por la pobreza restringida, dice; «El tiempo de deman- partes son verdaderas; pero la de Ignacio es de un or-
dar o buscar se podría predicar, confesar y darse a otras den superior, por ser sobrenatural, y por lo mismo su-
obras pías,» Las palabras de uno y otro número no sor pera a la razón de la Comisión, dejándola en lugar muy
idénticas para poder formar proposiciones lógicas co- inferior, sin quitarle la verdad que encierra dentro de
rrelativas, es cierto; pero la cosa ejpresada, sí que lo es. su posición natural. Diría Ignacio; aquí tratamos de
Dice la primera razón, que la pobreza absoluta deja al una elecci ón puramente espiritual y sobrenatura l , y co-
hombre más dispuesto para poder trabajar con sus se- locados en este terreno, la razón que yo alego me sa-
mejantes; .- la segunda dice o supone, que la pobreza tisface plenamente, y para mí, las vuestras no dicen
absoluta deja al hombre menos dispuesto para ese mis- nada. Visto y reconocido que la pobreza absoluta triun-
mo fin. ¿Cómo se explica esto en una misma elección: fa por las razones espirituales y sobrenaturales en que
Antes de responder directamente a la dificultad pro- se apoya, si después queremos entablar otra deliberación
puesta, no está de más advertir que tal vez en todo esto acerca de las dificultades naturales que lleva consigo y
sobre el modo de resolverlas, lo tengo por bueno; lo que
de ninguna manera apruebo es que se confundan unas
razones con otras.
Tal vez esta solución sea la clave para explicar el IV
número 16, última razón en favor de la pobreza abso-
luta. Los números anteriores al 16, así en su fin como UNA ELECCIÓN EXTRAORDINARIA DEL SEGUNDO TIEMPO
por la razón que en ellos se da, tienen la mira puesta
en lo sobrenatural; éste, en cambio, aun cuando se di-
Al parecer San Ignacio tuvo toda su vida la costum-
rige también a un fin sobrenatural, sólo habla de razo-
bre de anotar las gracias que recibía de Dios nuestro
nes naturales. Según la impresión del editor, este nú- Señor. Consta positivamente, que cuando escribía las
mero, como ya lo advertimos anteriormente, lo borró en Constituciones, llevaba un Diario espiritual donde apun-
su original el mismo San Ignacio. ¿Se daría cuenta el
taba cuanto pasaba por su alma. La Autobiografía ha-
Santo, de que estaba fuera de su sitio y de que no con- bla así ;
cordaba con los demás? Parece efectivamente, que allí
se quiere contestar a la primera razón de la Comisión Cuando hacía las Constituciones tenía muy a menudo vi-
en contra de la pobreza absoluta, que reza así; «Parece siones; y ahora lo puede afirmar más fácilmente—va di-
que la Compañía con el tener en parte o en todo se ciendo el P. Cámara— porque cada día escribía lo cue pa-
conservaría mejor» ; es decir, que tendría mejor asegu- saba por su alma, y lo encontraba ahora escrito. Y así me
rada su vida temporal. San Ignacio por su parte con- mostró un fajo muy grande de escritos de los cuales me leyó
testa; «Para conservarse la Compañia ha y tres modos; buena parte. Lo más eran visiones, que él veía en confir-
que sean todos letrados o pocos menos; 2°, para mación de alguna de las Constituciones, y viendo a veces
los escolares para vestir, dormir y viático parece que a Dios Padre, a veces a todas las tres Personas de la Trí
se podría dar medio; 3º, para ajuar y otras algunas nidad, a veces a nuestra Señora que intercedía, a veces con-
cosas necesarias para la Compañía, aun algunos que firmaba. En particular me dijo en las determinaciones, de
probablemente entrarán, podrán ayudar.» O en otros adlíscuienotv40m,yadí
con muchas lágrimas, y la cosa era si la iglesia tendría al-
términos: la vida temporal de la Compañía, aparte de guna renta, y si la Compañía se podría ayudar de ella. El
la esperanza sobrenatural que es lo primero y lo prin- modo que observaba cuando hacía las Constituciones era de-
cipal, la podemos asegurar por otros medies tempora- cir cada día misa y representar el punto que trataba a Dios,
les, y ahora mismo se me ocurren estos tres; primero, y hacer oración sobre ello; y siempre hacía la oración y la
procurar que entre gente ya formada que ocasione me- misa con lágrimas. Yo deseaba ver aquellos papeles de las
nos gastos; segundo, conseguir por otras vías lo que Constituciones todas, y le rogué me los dejase un poco; él
necesiten los escolares que todavía se han de formar ; no quiso I.
y tercero, destinar a las necesidades de la casa los mue-
bles y las otras cosas materiales que traigan consigo Con estas palabras acaba la Autobiografía.
los que entran. De todo este rico tesoro de apuntes espirituales, de
Pero como todo esto es cosa tan diferente de la elec- los que se podría sacar la vida espiritual de Ignacio,
ción espiritual y sobrenatural que estoy escribiendo en pri*
sólo han llegado hasta nosotros dos fragmentos. Al
este papel, lo mejor es borrar lo escrito y dejar el asun-
to para ocasión más oportuna. 1 Autobiografía, núms. 100 y 101.
mero lo llamaremos Diario, porque eso es, aunque sólo El asunto que nos ocupa es, si la Compañía de Jesús
abarco el corto tiempo que media entre el 2 de febrero Labia de vivir en absoluta pobreza evangélica, o si ésta
del ano 1544 y el 2 7 del mismo mes de 1545; poco más -podía mitigarse en favor de las sacristías de nuestros
de un año, o sea, 39 2 días. El segundo, que lo apellida- templos para asegurar en ellos el culto divino. La his-
remos Compendio, es un resumen de una sola parte del toria de esta cuestión la hemos tratado ya brevemente
anterior v en él San Ignacio ensayó un sistema taqui- en el capítulo anterior y además nos es conocida la elec-
gráfico para reducir a fórmulas brevísimas las notas del ción que de este punto hizo San Ignacio por las reglas
primero. Descubierto este sistema, todo el Diario está y método del Tercer Tiempo.
redactarlo con esta concisión. El Santo, sin embargo, vuelve a emplear en lo mismo
El tiempo que empleó San Ignacio en escribir las cuarenta días más, y lleva de nuevo a la presencia de
Constituciones no baja de seis años, o sea desde el 1544 Dios el mismo problema. ¿Es que no lo vió del todo
hasta el 1550: prueba manifiesta de que el Diario que resuelto en la elección del tercer tiempo? Lo vió cierta
hoy poseemos, no es más que una parte mínima de lo y totalmente resuelto por el camino de la razón, o sea
escrito por el Santo mientras redactó las Constitucio- por el tercer tiempo; pero Ignacio era hombre acostum-
nes. De otros apuntes tomados por él desde su con- brado a conocer y sentir en todas las cosas lo que era
versión hasta el fin de su vida, no hablamos. voluntad de Dios, por las ilustraciones y mociones pro-
Conviene advertir que San Ignacio no escribía las pias del primero o segundo tiempo, y por eso quería
notas de su Diario hasta el fin del día, y a veces lo de- contar con esa misma confirmación divina en cosa corno
jaba para el día siguiente o para más tarde aún. Así ésta, para él tan querida y a su parecer esencial para la
se deduce claramente de algunos pasajes del mismo Compañia de Jesús. Cuarenta días gastados en la ora-
Diario. En otro lugar del mismo dice él que vuelve a ción eran para Ignacio la cosa más llana y natural, eran
leer lo que ha escrito y que le parece bien. Todo esto el gran placer de su espíritu, que no sabía ni podía vivir
son garantías de exactitud. falto de la comunicación directa con Dios. Para nos-
Contra lo que ordinariamente suponen los autores, otros son cosa extraordinaria cuarenta días dedicados a
hay que decir que el Diario no se escribió exclusiva- la oración, porque medimos las cosas con el raquitismo
mente para defender la pobreza que había de abrazar que usamos con Dios nuestro Señor, cuando se trata de
la Compañía, sino que se refiere y abarca todo el tiem- buscar y hallar su santísima voluntad.
po que duró la redacción de las Constituciones. Dió pie El segundo tiempo para hacer la elección se funda
a este error el que el punto de la pobreza sea el primero en el conocimiento adquirido por experiencias de con-
que se examina en el fragmento que nos ha quedado solaciones divinas acerca de un punto determinado que
del Diario, y que de éste no se hubiera publicado más se quiere elegir. Si exigimos para la oración de cada
que la parte va conocida, hasta que ahora nos lo ha día una preparación remota, o sea el -fervor habitual, y
dado íntegro la edición crítica de las Constituciones que otra próxima, el fervor actual, con cuánta mayor razón
los redactores de Monumento han comenzado a pu hemos de reclamar esas preparaciones para una oración
blicar en 1934. Para el fin que nosotros buscamos en tan extraordinaria como la del segundo tiempo de elec-
este apéndice, el asunto de la pobreza es también el que ción! Y la llamamos extraordinaria, no porque vaya a
más nos interesa, aunque todo el Diario sea una con- ser ella una manifestación sobrenatural visible, sino en
firmación de las principales ideas de las Elecciones. el sentido de encontrar nosotros en ella una unión tan
Concretemos, pues, lo que queremos estudiar. íntima con Dios, que ponga de manifiesto ante nuestras
almas las complacencias divinas. Ya hemos procurado dad divina su elección y su alma ent era, para que el
explicar la disposición remota que para esta clase de Señor se digne manifestarle sil c omplacencia. Las demás
oración tenía San Ignacio, confirmándola con los testi- horas del día pasan también por el examen cuantas ve-
monios más intimes de su vida espiritual, y hemos po- ces se insinúa Dios en el alma de Ignacio , y diríamos
dido llegar a la conclusión de que el Santo estaba de que éste entonces cede el lugar a Dios para las ilumi-
continuo como pendiente de la voluntad divina, leyen- naciones y visitas más propias del primer tiempo, pero
do, al parecer, en ella v notando, con una sensibilidad sin fijar por ello ni la hora ni el momen t o que Dios se
sobrenatural verdaderamente exquisita, hasta las meno- reserva en su poder. Pero llega la visita divina , sea en
res señales del beneplácito divino. Ahora nos toca ha- uno o en otro de los momentos dichos, y al punto se
blar de la disposición próxima que procuró tener para entrega totalmente Ignacio a la acción sobrenatural, sin
el caso que estamos estudiando. prisas ni inquietudes por aclarar una cosa u otra. Alguna
Como primera medida se llenaba de fervorosos deseos vez que le parece no haber atendido a la divina Majes-
de conocer la voluntad divina respecto del punto espi- tad con la debida finura, o que ha sentido ansia de acor-
ritualísimo de la pobreza que a la Compañía le conve- tar el tiempo destinado a su retiro espiritual, se acusa
nía tener, para llegar a ser lo que a él Dios le había mucho de ello y hace penitencia.
inspirado; o sea, un Apostolado. teniendo a Jesucristo unas veces, poquísimas, el camino que toma para
por cabeza y por guía su pura doctrina evangélica. Estas llegar a Dios es la mediación de los Santos (74 de fe-
cosas las amaba el Santo con toda su alma, desechando brero); otras, muy frecuentes, por los que él antonomás-
cualquier pensamiento o sentimiento que le hiciera caer ticamente llama dos mediadores», que son la Virgen
un punto de semejante altura; y se las presentaba a su Santísima y Jesucristo; siguiendo por la escala que nos
alma, no para ella sola, como si solamente él las hubiera enseña en el libro de los Ejercicios cuando nos manda
de elegir, o porque la elección hecha ya anteriormente hacer tres coloquios. Otras va directamente a Dios, a
hubiera de ser la razón última, sino con el intento de la Santísima Trinidad y de modo especial al Espíritu
que todo estuviera patente a las miradas de Dios, pre- Santo. La dirección de este movimiento o camino espi-
sentándolo todo humildemente a la voluntad santísima ritual viene dada ordinariamente por la misa que cele-
del Señor, ofreciéndoselo y pidiéndole señales íntimas bra. De los cuarenta días. dieciséis de ellos dice misa
y manifiestas de su aceptación y complacencia. Este es- de la Madre de Dios, cuatro del Nombre de Jesús, dos
tado espiritual lo renovaba el Santo con mayor inten- del Espíritu Santo, siete de la Santísima Trinidad, y
sidad cada día, principalmente cuando más íntima era los domingos y algún otro día muy señalado dice la misa
su comunicación con Dios en la oración y en la celebra- de Tempore.
ción de los divinos misterios. Desde el principio de estos cuarenta días, Ignacio
Pero concretemos todavía un poco más. San Ignacio siente en sí una decidida inclinación tanto intelectual
tiene ya elegidos diferentes tiempos de observación es- como de sentimiento hacia la pobreza absoluta, o como
piritual tenidos por él como los más preciosos. Los fijos él la llama, a no nada». es decir, a no tener nada.
y constantes son estos cuatro; la hora diaria de ora- Y esto que experimenta no es cuestión de uno o mu-
ción, la preparación para la santa misa, la misma misa chos momentos del día, sino cosa perpetua. La fórmula
y la acción de gracias después de ella. Podemos decir usada por él en estos primeros días dice así «a no nada,
con razón que éstas son las horas propias del segundo entonces 1 todo el día». Asi io hace constar los días 2,
tiempo, porque en ellas Ignacio pone delante de la Bon- 6
3, 4 y 5 d e fe bre r o, que fueron los primeros. El día
va no le satisface la fórmula anterior y la amplifica y serie de misas a la Santísima Trinidad para darle gra-
le da mayor fuerza, de esta manera : «antes de la misa cias por las mercedes recibidas aquellos días, tiene un
en ella, con devoción y no sin lágrimas, y más a no gran parecido con la célebre ilustración del Cardoner,
nada; después parecerme, en asaz claridad y mutación
de lo sólito, seer confusión el tener en parte, el tener En la misa — dice -- con muchas lágrimas y mucho repo-
todo, un escándalo, y un ayudar para deprimir la po- sadas, con muy muchas inteligencias de la Santísima Trini-
dad, ilustrándose el entendimiento con ellas, a tanto que me
breza que Dios nuestro Señor tanto alaba». Semejante
parecía cue con buen estudiar no supiera tanto... aunque
inclinación persevera en él invariable todos los cuarenta toda mi vida estudiara... Este día, aun andando por la ciu-
dias sin una sola excepción. dad con mucha alegría interior, un representárseme la San-
Esta inclinación espiritual del Santo no para en sen- tísima Trinidad.
timiento tan sólo, antes va acompañada de grandes con-
solaciones. Dicen así las primeras palabras del Diario: Veamos esta otra del día 2r
«Sábado; abundancia de devoción en la misa, con lágri-
mas, con crecida fiducia en nuestra Señora». El 4 de En la misa,
febrero: «un allegarme mucho in afecto a nuestra Se- lágrimas en mayor abundancia que el día pasado, a la lar-
ga y con cerrárseme la palabra, alguna o algunas veces así
ñora con mucha confianza». El día 5; «Dolor de ojos mismo sintiendo inteligencias spirituales, a tanto que me pa-
por tantas lagrimas». Dia 7; «mucha abundancia de recía así entender que casi no había más que saber en esta
devoción y lágrimas, y todo el día con un calor y devo- materia de la Sanctíssima Trinidad.
ción notable». Y así todos los días. No pudiendo copiar
aquí tantas páginas como hay repletas todas de divinas En esta divina unión pasó San Ignacio siete días
consolaciones, nos contentaremos con transcribir algu- dominado completamente por el sentimiento de que la
nos de los efectos de devoción y consolación más extra- voluntad de Dios era, que la Compañía abrazase una
ordinarios que consigna el Santo; son éstos: «no pu- pobreza íntegramente evangélica; podía, pues, dar ya
diendo muchas veces tener la habla sin perderla» (14 de por terminada la elección que quiso hacer por el segun-
febrero); «muchas inteligencias sentiendo notables, sa- do tiempo enseñado en el libro de los Ejercicios. Pero le
brosas y mucho espirituales» (16 de febrero); «devoción vinieron entonces ganas de volver a probar el tercer
calorosa Y como rúbea y muchos anélitos de asaz devo- tiempo, sometiendo de nuevo a examen la deliberación
ción» (18 de febrero). que tenía ya hecha y escrita, para ver cómo las razones
Pero más altas que las consolaciones sensibles, son que anteriormente satisficieron plenamente a su espíritu,
las visiones intelectuales frecuentes y copiosas durante conservaban toda su fuerza en presencia y contacto con
estos cuarenta días; visiones de la Virgen Santísima, las consolaciones e ilustraciones de que al presente es-
de Jesucristo («los mediadores»), del Espíritu Santo, de taba llena su alma y también para presentarle al Señor
la Santísima Trinidad, de Dios (en este inundo') y de esas mismas razones, como lo ordena el último punto
la Esencia divina. Éstas, dice él, son cosas que no se de la elección hecha por el tercer tiempo. En el Diario
pueden explicar; «en tal manera viendo, que escribir no leemos cómo lo hizo el viernes, día 8 de febrero, des-
se puedo. como ni las otras cosas ejplicar» ( 14 de fe- pués de decir misa dei Nombre de Jesús.
brero). Visiones hay de la Santísima Trinidad que re-
Después de notable devoción, en oración; y lágrimas desde
cuerdan mucho a las de Manresa. Por ejemplo la del el preparar de la misa; y en ella mucha abundancia de de-
día 19 de febrero, día en que empieza a celebrar una voción y lágrimas asimismo, y con retener la palabra, quan-
che.
do podía, estando con intención de no nada [de no poseer pasando por las elecciones, de todo, de parte. de nad
nada ]; luego d es pués de la misa con devoción
y no sin lá- haciendo la oblación de no nada, con mucha devo ci ó n, pa
grimas, pasando por las elecciones por hora y media o más, interior y tr anquilidad de ánima, c
on una cierta segunda
Y presentando lo que más me parecía por razones. y por asenso de ser buena elección**
mayor moción de voluntad, es a saber; no tener renta al-
guna, queriendo esto presentar al Padre por medio y rue- Día 11 de febrero:
g os de la Madre y del Hijo, y primero haciendo oración a
ella por que me ayudase con su Hijo y Padre, y después Del Espíritu Santo [la misa]. Lunes** En medio de la ora
e,s*rincoólgatumbdfe
orando al Hijo me ayudase con el Padre en compañía de la
Dios nuestro Señor, la oblación pasada fuese por la su divina
Madre, sentí en mi un ir o llevarme delante del Padre; y en
majestad aceptada, con asaz devoción y l á grimas, y después
este andar. un levantárseme los cabellos, y moción como ar- un dato adelante coloquendo con el Espirito Santo para de.
dor notabilísimo en todo el cuerpo,*** y consecuente a esto, lá- Sir su misa, con la misma devoción o lágrimas me
grimas y devoción intensísima . Esto después leyendo, y juz- parecía
veerle o sentirle en claridad espesa o en color de llama
gando estar bien escrito, venirme una nueva devoción no
ígnea modo insólito, con todo esto, se me asentaba la elec-
sin agua a los ojos; después, acordándome destas gracias ción echa.
recibidas, una nueva devoción. Después para discurrir y entrar por las elecciones , y de-
A la tarde, por hora y media o más, andando por las elec-
terminado, y sacadas las razones que tenía escritas, para
ciones asimismo, y haciendo elección de no tener nada, ha-
llándome con devoción, me hallaba con una cierta elevación discurrir por ellas, haziendo oración a nuestra Señora . des-
y muy tranquilamente sin contradicción alguna a tener al- pués al Hijo y al Padre para que me diese su Espíritu para
guna cosa, y quitándoseme la gana de ir en las elecciones discurrir y para discernir, aunque hablaba ya como cosa
tanto adelante como algunos días antes pensaba. echa** sintiendo asaz devoción y ciertas inteligencias con al-
guna claridad de vista, me senté mirando casi in genere el
Los días siguientes 9, lo y 11 de febrero, vuelve a
tener todo, en parte y no nada, y se me iba la gana de veer
ningunas razones, en esto viniéndome otras inteligencias, es
pasar por las elecciones. Día q de febrero:
a saber, cómo el Hijo primero envió en pobreza a predicar
Pasando por las elecciones con mucha trancuilidad y de- a los apóstoles, y después el Espíritu Santo. dando su Es-
voción, en todo me parecía no tener parte, ni todo [cuiere píritu y lenguas, los confirmó, y así el Padre y el Hijo
decir, no tener pobreza restringida o sin pobreza], ni ser enviando el Espíritu Santo, todas tres personas confirmaron la
cosa asaz digna para mirar en ello, teniendo por acabado, tal misión. A esto, entrando en mi mayor devoción y qui-
y con mucha tranquilidad de mente, y así siempre me tarme toda gana de mirar más en ello, con un lacrimar
restava con no tener nada. y sollozos, hice la oblación de no nada al Padre, de rodillas,
y con tantas lágrimas por la cara abajo y sollozos
al hacer
Día ro de febrero: la oblación y después, quasi no me pudiendo levantar de
sollozos y lágrimas de la devoción y gracia que recibía, y
Andando por las elecciones, y haciendo la oblación de nc así tandem me levanté. y levantado aún seguirme la devo-
tener nada, con mucha devoción y no sin lágrimas, y así ción con los sollozos. ellos viniendo habiendo hecha la obla-
antes en la oración sólita [se refiere a la hora de oración ción de no tener nada, dando por rata, válida, etc.
acostumbrada en la Compañía], antes de la misa, en ella, y Después, de ay a un rato, andando y acordándome de lo
después de ella, con asaz devoción y lágrimas, y siempre pasado, una nueva moción interior a devoción y lacrimar.
con no tener nada, quietándome en la oblación hecha, De ay a un rato. para sallir a la misa, llegándome a corta
habiendo sentido mucha claridad discurriendo, y después cer- oración, una devoción intensa y lágrimas, a sentir o ver cier-
ca los mediadores ciertos sentidos y no sin vista. A la no- to modo el Spíritu Sancto, como cosa acabada cerca la clec-
cien. y no poder así ver ni sentir a ninguna de las otras dos la Santísima Trinidad, aunque «sentía una íntegra segu-
ridad que el Padre eterno me restituiría a lo pasado».
personas divinas.
Después en capilla, antes de la misa, y en ella, con abun- A vueltas con estos sentimientos pasa los días 12, 13,
dancia de devoción y de lágrimas. Después con grande tran- 14 y r5 de febrero.
quilidad y seguridad de ánima, como de cansado quien des- El 16 de febrero, celebrada la misa del Nombre de
cansa en mucho reposo, y para no buscar ni querer buscar Jesús, vuelve a las elecciones, probando los dos modos
cosa alguna, teniendo la cosa por acabada, si no fuere por del tercer tiempo, corno se desprende de las siguientes
dar g arias, y por devoción del Padre y de misa de la Tri- palabras
nidad, según que antes tenía pensado de decirla el martes
de mañana. El Padre me atraía a sus misericordias... y este sentir o
veer creciendo, con mucha abundancia de lágrimas por el
Estando así las cosas, acaeció un hecho que perturbó rostro, con una grandísima fiducia en el Padre, como qui-
un poco la serenidad de estos días de cielo, y puso de tándose el destierro pasado. Después. yendo a misa, prepa-
manifiesto el grado extraordinario de pureza de con- rando el altar, vestiéndome*** y entrando en la misa, en todas
ciencia a que había llegado San Ignacio y su gran sen- estas partes con muchas intensas lágrimas, tirándome al Pa-
sibilidad para apreciar la menor variación por parte de dre, al qual ordenando las cosas del Hijo muchas inteligen-
la pre s encia divina. cias sintiendo notables, sabrosas y mucho spirituales.
Hay que advertir que las habitaciones y la capilla Después de la misa, pasando por las unas elecciones por
una hora, mirando el punto y mirando la renta dada, pare-
que usaba el Santo en tiempo de esta elección (las mis- ciéndome ser nudos y impidimentos del enemigo, con mu-
osas que con tanta devoción visitan ahora sus devotos cha tranquilidad y paz elegiendo y ofreciendo al Padre el
en la Iglesia del Jesús de Roma), a un lado tenían una no tener ni para la Iglesia; y tornando por las otras eleccio-
escalera y por el otro daban a un patio; lo que hacía nes lo mismo, no sin moción interior y a lágrimas.
que algunas veces se oyera el ruido de los que bajaban A la noche, sacando las cartas [quiere decir los papeles:
o subian o la voz de los que hablaban ; cosas ambas muy de la palabra italiana «carte»] para veer y hacer razones
molestas para él porque eran un verdadero estorbo para de las electiones... Después... pidiendo gracia para discurrir
la íntima urden que su alma tenía con Dios. Y dice en con su espíritu y moverme con el mismo, antes que me le-
un punto de su Diario, que pensó en trasladarse a otro vantase, me parecía no seer para qué veer más electrones;
piso de la casa, o irse de ella para huir de aquella difi- y con esto cubriéndome tanto de lágrimas, y con tanta in-
cultad. tensa devoción, sollozos y regalos spirituales por un rato me
muevo a hacer mi oblación de no nada para la yglesia, ni
Sucedió, pues, que el día 12 de febrero, uno de aque-
más querer mirar en ello, si no es los dos días por venir, para
llos ruidos importunos le vino a molestar, precisamente
rengraciar y rehacer la misma oblación, o más en forma, y
en el tiempo que tenía muy presentes a sus intercesores así hago con eccesivas lágrimas, calor y devoción interior;
María y Jesús, y se levantó de su sitio con el propósito y después, durándome lo mismo, me parecía que no me po-
de hacer desaparecer semejante estorbo. Acto continuo día levantar, mas querer estar allí con aquella visitación
le pareció que con lo hecho había faltado a la reverencia interna. De ahí a un poco viene un pensamiento, que los otros
debida a las celestiales personas, y que por lo mismo le ;los días puedo veer las elecciones, y que el contrario desto
parecía también que le eran ya menos visibles. Deja en- no pareciendo haber determinado, me toca y a y me sacava
tonces el Santo los sentimientos ordinarios de aquellos de la tanto intensa devoción, queriendo yo repuñar al tal
días para dedicarse totalmente a pedir perdón, y en pe- pensamiento, tandem levantándome y asentado, puesta la
nitencia piensa privarse de llegarse tan íntimamente a cosa en alguna electrón, y miradas algunas razones spiritua-
les, y comenzando un poco a lacrimar, juzgando seer ten- gando y suplicando con largos raz onamientos para que
tación. me pongo de rodillas , ofreciendo de no mirar más la mi confirmación ultimada y dar gracias subiesen
elecciones en esta materia, mas tomando los dos días, es a adelante del trono de la Santissima Tri nidad... Hice la
saber, hasta el lunes decir misa para dar gracias y reite-
rar las oblaciones. En este ofrecimiento y oblación de nuevo confirmación ultimada a la Sanctissima Trinidad delante
*tantas lágrimas y en tanta abundancia, Y con tantos sollo- de toda su corte celestial, dando gracias con mucho in-
tenso afecto, primero a las personas divinas , después a
zos regalos spirit uales, que después de hecha al Padre
delante de nuestra Señora, de los ángeles, etc., continuando nuestra Señora y a su Hijo, después por los ángeles.
las mismas lágrimas, etc., sentía en mí no querer levantar, sanctos padres,*** apóstolos, discípulos, a todos sanctos y
mas estar allí en lo que tanto eccesivarnente sentía; y así santas y a todas personas que para esto me habían a y u-
a la fin con muy mucha satifacción, y continuando la mis- dado».
ma devoción y lágrimas, me levanté con firme propósito de Esto de la devoción tan copiosa le acaeció antes de
Disert ar la oblación hecha, y todo lo ofrecido. la misa y mientras se preparaba para celebrarla. La
misa, sin embargo, careció de toda devoción. se halló
Observemos con detención la gran finura de los sen- seco, y el Santo no podía resignarse a que siendo ésta
timientos ignacianos. Ve con toda claridad que no debe la última misa que decía de la Santísima Trinidad pa-
volver más a las elecciones, porque la cosa está ya defi- sase sin devoción. Acabada la misa, se serenó «medien-
nitivamente resuelta y Dios así lo quiere, y hace su obla- do mi mesura con la sapiencia y grandeza divina». Le
ción ante la divina majestad proponiendo dedicar dos acometió entonces una tentación descarada de enojo
días más a repetir dicha oblación y a dar gracias. Pero queriéndole persuadir de que no dijera más misas de
entonces se le ocurre, que en esos dos días puede tam- la Trinidad. Sin determinar lo que en este caso había
bién volver a las elecciones, puesto que respecto de esto de hacer, pasó el día entre devoto y tentado, y se fué
no ha hecho elección definitiva, y de nuevo se encuentra a dormir dejando la resolución para el siguiente día.
turbado. Reflexiona entonces un momento siguiendo las Día 19 de febrero. Despertó lleno totalmente de amor
reglas de discreción de espíritus (332 y 333), rechaza y devoción hacia la Santísima Trinidad. En este día
el tal pensamiento, y se resuelve a dedicar los dos días tuvo sobre este misterio aquella iluminación mara v illo-
únicamente a repetir la oblación y a dar gracias. El Se- sa comparable con la eximia del Cardoner, como va
,
Santodándole , dándole abun*
ñor confirma este propósito del Santo, - lo dejamos anotado. Determina, pues, decir la misa de
abun**dantes consolaciones. la Trinidad, y creciendo más y más su devoción, resuel-
Día 17 de febrero; Lo pasa todo él repitiendo su ve decirla unos días seguidos, tal vez seis, o más, pero
oblación y dando gradas al Señor. Se va a dormir pen- sin fijar el número.
sando, lleno de devoción, en que al día siguiente aca- Día 20 de febrero. Vuelve a decir misa de la Trini-
baría. dad y ve claramente que aquella del dí 18 era tenta-
Día 18 de febrero. Al despertar se halla completa- ción. Ya no sentía la necesidad de continuar esas misas
mente desolado, «desierto de toda cosa spiritual» y des- para alcanzar la entrada con la Santísima Trinidad que
confiado de encontrar gracia con la Santísima Trinidad, echaba de menos, ni para confirmar las elecciones pasa-
cuya misa iba a celebrar. Se le ocurre pasar tres días das, sino solamente para dar grao**ias.
sin comer con el fin de obtener lo que mucho desea Día 21 de febrero. Misa de la Trinidad con ilustra-
es decir, entrada con la Santísima Trinidad. En este ciones intelectuales tan sublimes que le obligan a ex**
momento invade su alma un torrente de devoción: «ro- clamar con San Pablo; Dominas Kit.
Día 22 de febrero, Misa de la Trinidad con la mis- veces que el día me acordaba o me venia en memoria de
Día ma devoción. Jesús, un cierto sentir o veer con el entendimiento en con-
23 de febrero. Misa de la Trinidad. Hoy se tinua devoqión e confirmación.
écporensltíuaJyú iónde
calima de la Compañía; «Viniendo en memoria guando Día 24 de febrero. Es domingo y dice misa de domi-
el Padre me puso con el Hijo... Con esta intensión de nica. Siente que la Santísima Trinidad por medio de
imprimirseme tanto el nombre de Jesús.» Rogaba muy Jesús sigue otorgándole la misma confirmación ya ex-
particularmente por los compañeros que habían firmado perimentada y esto le dura todo el día. «Era en mí
la proposición de la pobreza restringida. Copiemos un tanto amor, sentir o ver a Jesús, que me parecía que
magnífico párrafo del Diario: adelante no podía venir cosa que me pudiese apartar
dél ni hacerme dudar cerca las gracias o confirmación
En la oración sólita, al principio no hallando de la
mitad adelante con asaz devoción y satisfacción de ánima, con recibida.»
alguna muestra de claridad lúcida. Al preparar del altar, ve- Día 25 de febrero. Misa de San Matías, por ser su
niendo en pensamiento Jesús, un moverme a seguirle, pare- fiesta. También hoy es Jesús el que se le presenta «con
ciéndome internamente, seyendo él la cabeza de la Compa- un sentir n veer que no se puede así explicar». Echa
ñia, seer mayor argumento para ir en toda pobreza, que to- de menos a la Santísima Trinidad y quiere decir misa de
das las otras razones humanas, aunque me parecía que todas ella «para reconciliarme».
las otras razones pasadas en elección militaban a lo mismo, Día 26 de febrero. Misa de la Trinidad. Quien se le
y este pensamiento cue movía a devoción y a lágrimas, y representa durante todo el día de hoy, es Jesús, y él se
a una firmeza, que, aunque no hallase lágrimas en misa halla muy conformado con la voluntad divina respecto
o misas, etc., me parecía que este sentimiento era bastan- de hallar o no a la Trinidad Santísima.
te, en tiempo de tentaciones o tribulaciones, para estar fir-
me. Con estos pensamientos andando y vestiendo, creciendo Día 27 de febrero. Misa del miércoles de ceniza, fies-
incremento, y pareciendo una confirmación, aunque no re- ta del dia. «Ver, fuera de las fuerzas naturales, a la
cibiese consolaciones sobre esto, y pareciéndome en alguna Sanctíssima Trinidad y a Jesús.» Jesús lo pone en co-
manera seer de la Sanctíssima Trinidad el mostrarse o el municación con la Trinidad, pero él no ve a Jesús corno
sentirse de Jesús, viniendo en memoria guando el Padre otras veces en sola su Humanidad, «más seer todo mi
me puso con el Hijo. Al fin ir del vestir, con esta intensión Dios».
de imprimireme tanto el nombre de Jesús, y tanto esfor- Día 28 de febrero. Misa de las llagas de Jesús. La
zado o parecer seer confirmado para adelante, venía en nue- misma visión de ayer.
va fuerza de lágrimas y sollozos, comenzando la misa asis- Día i de marzo. Misa del sábado de cuaresma. Gra-
tente mucha gracia y devoción y con lágrimas quietas y a
la larga, y aun acabada durándome una devoción grande cia y devoción abundantes.
y mociones a lágrimas hasta el desnudar. En el tiempo Día 2 de marzo. Misa de dominica. «Todo en amor
delta sintiendo diversos sentimientos a confirmación de lo de Jesús, hablando v deseando más morir con él que
dicho; y el tener el Sanctissimo Sacramento en las manos, vivir con otro, no sentiendo temores, r tomando cierta
veniéndome un hablar y un mover intenso de dentro, de confianza y amor en la Sanctíssima Trinidad,» Acabada
nunca le dejar por todo el cielo o mundo o etc., sentiendo la misa, le vino el pensamiento de que con la primera
nuevas mociones. devoción y gozo espiritual. Añadía de mi visita que tuviera de la Santísima Trinidad, daría ya
parte, haciendo quanto era en mi, y esto último se termi- por terminado el número de misas que le había ofrecido
naba para los compañeros que habían firmado. Después, las (siete había dicho después del ofrecimiento), y todo el
negocio de la pobreza. Pero pensándolo más despacio, visitas de la Santísima Trinidad, del Padre, del Hijo
le pareció que no le tocaba a él, sino a Dios señalar el de la Virgen Santísima y de los Santos. Ignacio va n
tiempo y la manera de acabar. piensa ahora en las elecciones ni en pedir perdón d
Dia 3 de marzo** Misa de la Trinidad, que le visita ninguna falta; se ocupa solamente de la visita divin
«no viendo así como los días pasados las personas dis- que lo absorbe por completo**
tintas, mas sentiendo como en una claridad lúcida una En todo esto aparece patente y clara una verdad
essencia». jesús lo acerca aún más a la Trinidad, «ha- contenida ya implícitamente en los tres tiempos de ha
llándome a su sombra como seyendo guía». Se sentía **cer buenaeprloqucahibón,lzr*
plenamente satisfecho, aunque no se le acababa la de- sima, nacida de la conducta observada por San . Ignacio
voción de seguir diciendo misas a la Santísima Tri- y de las palabras que aquí nos ha dejado escritas. U:
nidad. verdad es ésta: las consolaciones divinas que en una
Día 4 de marzo** Misa de la Trinidad, la cual le elección del segundo tiempo nos manifiestan la voluntad
visita de un modo tan extraordinario «que me parecía de Dios, son de mucho más valor y se han de tener
eccessivamente juntarme a su amor tanto bagado y dul- en mayor aprecio y estima que la elección misma ; por-
ce, que me parecía aquella intensa visitación y amor que la elección es cosa nuestra, y la consolación o es
fuese señalada o eccelente entre otras visitaciones»** Si Dios mismo o es obra de Dios. O dicho de otra manera
continúa diciendo misa de la Trinidad, teme perder un quien lleva la dirección en el segundo tiempo de elección.
ojo de tanto llorar. La misma consolación le confirma no somos nosotros, sino Díos** Por esta causa hemos
cn su propósito de seguir diciéndolas** de dejar en sus manos, no sólo la gracia de la conso-
Día 5 de marzo. Misa de la Trinidad acompañada lación que buscamos como comprobante de un acto
de «las mayores visitaciones a la Sanctíssima Trinidad» nuestro, sino también el alargarla más de lo que piden
que borraron de su memoria los días de nostalgia pa- las reglas de elección, para otros fines dignísimos que
sada, «con una tranquilidad y descanso del ánima... puede tener en ello la bondad divina. Si en cosas. nues-
como de cansado quien reposa con ánimo tranquilo, de- tras nos dice San Ignacio que «en el punto en el cual
voto y visitado»** hallare lo que quiero, ahi me reposaré, sin tener ansia
Dia 6 de marzo. Misa de la Trinidad. Visión de la de pasar adelante hasta que me satisfaga» [76] ; cuando
Esencia divina, sin ver ni distinguir personas, excepto de lo que se trata es de seguir el gusto del Señor, ¿no
d Padre. «Me parecía ver más claro más allá de los le dejaremos a Dios la iniciativa, la dirección y el con-
cielos que lo que acá quería considerar con el entendi- tinuar sus consolaciones hasta que Él se satisfaga, sin
miento; illustrándose allá.» Después de esto, visión de tener nosotros ansias de pasar adelante?
la divina Esencia, y en ella también de las Personas. Y este sentimiento no se presenta por vez primera
Sin poderlas definir bien, sentía en sí las atenciones precisamente el 7 de marzo, pues lo había tenido ya el
que quería tener con él la Santísima Trinidad, «es a sa- día 2 del mismo mes, como lo declaran las siguientes
ber, por qué vía llevarme, y yo razonando cómo o por palabras;
dónde quería que fuese, tratando conmigo coniectaba y
pensaba que por ventura sin visitaciones de lágrimas Pareciéndome que yo no deb í a definir el tiempo para aca-
me quería hacer contento, sin seer ávido o desordenado bar, hallando la visitación en el cabo, mas entonces o guan-
en ellas»** do a la su divina majestad le pareciese seer mejor comu-
Día 7 de marzo. Misa de la Trinidad con muchas nicándome la tal visitación.
Lo que ha sucedido es que hoy se ha hecho más in Me parecía que no tenía licencia para mirar arriba, y
tenso (**ojo a la página**), y por eso vuelve a escribir ; acuel no mirar arriba, mas en medio, me crecía la devo-
ción intensa con intensas lágrimas, teniendo y creciendo
Nosabiendoenquéraer solverporbuenespaciode acatamiento y reverencia a las visiones de arriba, y con ve-
tiempo, si daría fin a las misas, o cuando: después venia nirme cierta confianza que se me daría licencia, o se me
me in mente que mañana digiese misa de la Sanc ís ima manifestaría a su tiempo (día 7)** Nuevas mociones, y, du-
*Trinidad, a determinar lo cue havía de hacer o finir del rándome al cabo con mayores, y con asaz de lágrimas, mos-
o; me * en muchas mociones y lágrimas, y de rato en trándoseme una humildad mucho grande, para no mirar
o, por mucho espacio de tiempo, grandes mociones , so** aun el cielo, y cuanto menos quería arriba y humillarme
**ros y grandes efusiones de lágrimas, tirándome todo al y basarme, tanto más gusto y visitación espiritua l sentía****.
or de la Sanctissima Trinidad, con muchos coloquios ba- En estos intervalos de tiempos, dado que iba para no alzar
ndo y viendo disposición para más y más gozar destas los ojos del entendimiento arriba, y para procurar de seer
*¿inspracoemuyt,siqraepy contento de todo, imo rogando que a igual gloria divina no
*humilanoyprecédunbopertémian me visitase con lágrimas, algunas veces que el entendimien-
finir, mas donde se me descubriere y fuere visitado, to se me iba arriba inconsiderate, me parecía. veer
ha si poniéndome todo para terminar y gozar donde le cosa del seer divino, que otras veces, queriendo, no es en mi
facultad.

Y para que veamos qué actos de amor tau perfectos Día 9 de marzo. Misa de la dominica 2ª de cuares-
asan en Ignacio las divinas visitaciones, a continua- ma. Siguen las visitaciones de la Santísima Trinidad
in de las palabras copiadas, escribe; y de Jesús, «juntos o casi juntos, en tal modo, que la
terminación a Jesús no disminuía devoción de la
Viniéndome en** pensamiento, y si Dios me pusiese en el Sanctissima Trinidad, ni e contra».
**erno, se me representaban dos partes: la una** la pena Día ro de marzo. Misa del Nombre de Jesús. Efectos
e padecería alli; la otra. cómo su nombre se blasfema allí;
parecidos**
**ca la primera no podía sentir ni veer pena, y así me Día ir de marzo, Misa de la Santísima Virgen. Efec-
r**ecia y se me representaba serme más molesto en oír
tos parecidos.
,**sfeniar su sanctíssimo nombre** Después, asentándome a
ater**. y cesando las lágrimas, me duró todo el día en peso Día 12 de marzo. Misa del Espíritu Santo** Comienza
a mucha interna y calurosa devoción. el día con alguna devoción, pero, después de media misa,
'inquietud.
Día E de marzo. Misa de la Trinidad. Las divinas
nsoiaciones** continúan en gran abundancia y aparece Con batalla qué haría en el finir... sin ninguna señal de
ellas algo nuevo que se inició en el día anterior y visiones ni intelligencias... hallándome todo desierto de so-
y se manifi es t a mucho más. Es una especie de pugna corro alguno, sin poder tener gusto alguno de los mediado-
res ni de las personas divinas, mas tanto remoto y tanto
tre Dios e Ignacio. Ignacio. por humildad y reveren-
separado, como si nunca hubiese sentido cosa suya, o nunca
t, no se atreve a levantar sus ojos a lo alto, hacia la hubiese de sentir adelante, antes veniéndome pensamientos
i**ntisima Trinidad, y los baja muy devotamente; y guando contra Jesús guando contro otro hallándome así con-
os cuanto más él los baja, lo visita con mayores fuso con varios pensamientos, guando de irme de casa y to-
consolaciones. Oigamos sus palabras; mar una cámara locanda por evitar rumores [de la escalera
y del pati], cuando querer estar sin comer, cuando comen**
zar de nuevo misas, cuando hacer el altar arriba, y en nin** cosa en sí ni ofrece duda, plantea así el problema;
gura parte hallando requiem con un deseo de dar fin en ¿Será de ma y or gusto de Dios el que acabe ya, sin es-
tiempo de ánimo consolado y satisfecho en todo** perar a más pruebas ni decir más misas? En este punto
le embargan dos sentimientos diferentes; uno el mayor
En este pasaje se nos describe el estado de desola- placer del Señor de que a ca be sin más pruebas; el otro
ción tan bien como en el libro de los Ejercicios [317]. su propia inclinación a que se avenga Dios con su deseo
¿Oué hará Ignacio en este caso? Nos acaba de decir, de acabar en tiempo de consolación divina** Somete a
que su d e seo era acabar estos cuarenta días teniendo elección estos sentimientos y dice;
su espíritu consolado y plenamente satisfecho. Hoy ter-
mina el plazo, y el estado de su espíritu es todo lo con- Comencé luego a advertir y quererme llegar al placer de
trario de lo que él deseaba. Sin duda alguna, el Santo Dios nuestro Señor, y con esto cornenzaron a yr de mi gra-
trataría de hallar en sí alguna de las «tres causas prin- datim* las tinieblas, yvenirmlágas,étyendo
cipales por que nos hallamos desolados» [322], y vería aumento, se me quitó toda voluntad de más misas para este
que tal vez obedeciera a «la segunda, por probarnos efecto, y viniendo en pensamiento tres misas de las Trini-
para cuánto somos, y en cuánto nos alargamos en su dad para dar gracias, me parecía seer de mal spíritu; y
servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolacio- determinando que ninguna, crecía mucho en amor divino, y
tantas lágrimas u con tantos sollozos y fuerzas y de ro-
nes y crescidas gracias» ; o bien a «la tercera, por dar-
dillas por mucho tiempo y paseando, y otra vez de rodillas
nos vera noticia y conoscimiento para que internamente con muchos, varios y diversos razonamientos v con tanta
sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción
satisfacción interior, y aunque esta visitación tanto grande
crescida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna o**onso- (que sentía notable dolor de ojos) durase por espacio de una
lación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios hora, poco más o menos, tándem cesando lágrimas y dubi-
nuestro Señor»** Se acordaría también de las reglas que tando si concluiría a la noche con semejante afl uencia, si
nos dicen lo que conviene hacer en el tiempo de la hallase, o agora; habiéndose cesada la afluencia, aun me
desolación ; «nunca hacer mudanza, mas estar firme y parecía que Mejor agora; que el buscar o tardar para la
constante en los propósitos y determinación en que es- tarde era aún querer buscar, no seyendo por qué, y así pro-
taba» [318] ; «intenso mudarse contra la misma desola- puse delante de Dios nuestro Señor y toda su corte, etc.,
ción» [319] «prueba en sus potencias naturales.**. con dando fin en acuel puncto, no proceder adelante en aquella
materia; y aun a este último proponer, viniendo mociones
el auxilio divino; el qual siempre le queda» [320] ;-«tra-
internas, sollozos y lágrimas, ataque en el tiempo de las
baje de estar en paciencia..** y piense que será presto
muchas efusiones dellas tenía todo por concluido, y de no
consolado» [321]. buscar ni misas, ni visitación alguna, mas concluir en este
- Comienza, pues, Ignacio a trabajar valiéndose de sus día** Finido.
potencias naturales y del auxilio de la gracia ordinaria.
Cae en la cuenta de que anda buscando demasiadas se- Por la tarde volvió otra vez el tentador con más
ñales divinas y mucho su propia satisfacción. La cosa dudas, pero Ignacio le contesta «súbito respondiendo sin
no podía estar más clara; no es propiamente la segu* turbación alguna. antes como a una cosa vencida: ¡la
ridad en el acertar lo que le atrae, sino el prurito de tu posta!». La tentación queda vencida y vuelve la vi-
hallarlo todo a medida de su gusto espiritual. Por otro sión de la Trinidad. De este modo termina esta elección
lado, se le ocurre que si acaba tan desterrado de Dios, magnífica que Dios ha querido que llegase hasta nos-
después le vendrán inquietudes. Supuesto, pues, que la otros autógrafa y en un lenguaje donde se vuelca toda
n*uesatrdoSbñí,mc.yDir
alma y no empleado por San Ignacio en ningún otro lágrimas. mas este acatamiento y reverenc i a, a tanto que
los escritos que habían de leer ojos humanos** frecuentandome en este acatamiento, antes de la misa, en
Una cosa queremos advertir antes de terminar; a cámara, en capilla y en la misa. y veniéndome lágrimas,
sa, cómo Dios con este final un poco duro e las refutava de presto, por advertir al acatamiento, y no
pareciendo que era yo o mío, se me representava el acata-
sdinecpuarot,íésnlacioe
miento, el cual siempre me aumentava en devoción y en lá-
visitas sobrenaturales, quiso purificar el amor de Igna- grimas: a tanto que me persuadía que ésta era la via que
o de todo residuo de egoísmo o complacencia excesiva al Señor me quería mostrar, corno los días pasados creía
su propio gusto espiritual, confirmándolo al mismo cue me quería mostrar alguna cosa, y a tanto que, dezien-
tiempo en la unión y correspondencia que han de do la misa, me persuadía que en más tenía esta gracia y
argentusílodimpecón*Lali conoscimiento para el provecho espiritual de mi ánima, que
si último día ya hemos visto que realmente versó entre todas las otras pasadas.
deseo por parte de Ignacio de acabar consolado, y el
gusto de Dios de que terminase apoyado en la luz y Dos días después, o sea el 16 de marzo, vuelve a
razón natural; cosa muy conforme con la ascética escribir :
eignascp,isremp*rtionaldesugr Haciendo oración en cámara, antes de la misa, se me die-
**sabdad. se acatamiento. reverencia*** y humildad; y en guardo visi-
Al hablar de la relación que existe entre los tres taciones o lágrimas. no se me diesen, si igual servicio fuese
tiempos de elección, vimos que los consuelos divinos, la su divina magestad, o gozarme de sus gracias y
amparados con las luces de la pura razón, son de un visitasiones limpiamente, sin intereses; y así después todas
rden superior, pero que la total perfección está en unir las visitaciones espirituales venían en representárseme aca-
**unos otras evitando toda confusión** Este orden guar- tamiento, no solamente a las personas divinas en nombrarlas
o en acordarme dellas, mas aun en reverenciar el altar y
o Dios, al parecer. durante los cuarenta días: Él tomó las otras cosas pertinentes al sacrificio, refutando [apartan-
asucrgolpteina;Icouslyhat do] las lágrimas n visitaciones. guando me venía el adver-
donde alcanzaron sus fuerzas; y el final fué recibir el tir a ellas o desearlas, y así advertiéndome primero al aca-
Sanno la visita divina como fruto y premio de haberse tamiento, las visitaciones venían conseqüentes, el contrario,
resuelto a seguir en la tentación el camino de la razón. id est, advertir primero a las visitaciones que al acatamien-
Después del día 12 de marzo hay escritas unas pala to, juzgando seer malo, y pareciéndome y confirmando lo
bras de Ignacio, que dicen: «estos 4 días tomé para no que sentía el viernes pasado (o sea, el 1 4 de marzo, según
mirar cosa alguna de Constitucionese». Y de hecho los antes hemos copiado).
pasó descansando él en Dios y visitándolo Dios a él.
Agradable y a la vez provechoso nos parece recoger en-
tre los apuntes de estos cuatro días, aunque ellos no
pertenezcan va al objeto de este estudio, algunas pala-
bras del Santo que nos manifiestan lo purificado que
quedó su amor con las visitas de Dios. Escribe el 14 de
marzo:
Era en mí un pensamiento que me penetraua dentro del
ánima, con cuánta reverencia y acatamiento yendo a la mi-

Potrebbero piacerti anche