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Son sistemas que demandan un alto consumo de energía para el presurizado mediante
bombeo y deben tener un eficiente sistema de filtrado para evitar obturaciones.
Presentan una alta eficiencia de aplicación (90-95%) del agua de riego y para su instalación,
por lo general, no necesitan de gran preparación del terreno por lo que se pueden emplear en
terrenos con pendientes fuertes, sin necesidad de nivelación.
Estos sistemas de riego de alto nivel tecnológico demandan, para su correcto funcionamiento y
manejo, de personal capacitado, ya que el riego presurizado mal utilizado puede causar
problemas graves al olivo (por excesos como por déficits hídricos) y pérdidas económicas.
Gracias al pino instalado durante este periodo han logrado obtener recursos
que ayudarán a generar posibilidades de crecimiento económico mediante la
producción de la madera y los hongos comestibles; además de mejorar el micro
clima del lugar y convertir esta zona en un atractivo turístico.
RIEGO CONVENCIONAL
La agricultura de riego o agricultura de regadío consiste en el suministro de las necesarias
cantidades de agua a los cultivos mediante diversos métodos artificiales de riego. Este tipo de
agricultura requiere inversiones de capital y una cuidada infraestructura
hídrica: canales, acequias, aspersores, albercas, etc., que exigen, a su vez, un desarrollo técnico
avanzado. Entre los cultivos habituales de regadío destacan los frutales, el arroz, el algodón,
las hortalizas y la remolacha.
El recurso agua es imprescindible para la producción de cultivos: de su disponibilidad depende la
formación de nueva biomasa vegetal. En cultivos como tomate y lechuga los contenidos de agua
en el interior de la planta superan el 90 %. Es claro que el agua es pieza clave para producir más
alimentos, pero también es claro que hoy en día constituye un recurso cada vez más escaso. Para
ejemplificar el consumo de agua en la agricultura supongamos la meta de producción de un trigo
de 5 ton/ha, donde se necesitan alrededor de 500 L de agua para producir 1 kg de materia seca;
esto resulta en un consumo de 2500 m3 de agua/ha para producir dicho rendimiento.
Se construyen canales por los que se lleva el agua y canalillos que la distribuyen por las zonas
agrícolas. En sus puntos terminales, los canalillos llegan a las arquetas, que tienen un portillo, que
al estar abierto permite la salida del agua.
Este antiguo modo de regar, mediante canales por los que se lleva el agua y canalillos que la
distribuyen por las zonas agrícolas, va cayendo en desuso en el mundo desarrollado,
fomentándose por las administraciones públicas el cambio a otros sistemas.