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En primera instancia, me llama la atención cómo se hace una división de la

psicología en dos aspectos, una, de la que hablaremos en este momento; la


psicología de las multitudes o mejor conocida como psicología de las masas, y
dos, la psicología individual. Ciertamente, la psicología individual investiga al
hombre de forma aislada, pero también es cierto que siempre existe un punto en
que el individuo va estar integrado con el otro, ya sea como objeto o modelo, por
lo que a mí respecta, hacer la división desde un inicio resultaría inútil, así que
intentaré encausarla para el final.

Uno de los escritos que causó mucho interés en mí y en donde se verá reflejado la
sustancia de este ensayo, fue “psicología de las masas” de Gustave Le Bon, autor
que me rescató de la incertidumbre evocada acerca del comportamiento que
realizan grandes cantidades de personas y cómo (dentro de un pensamiento
dicotómico) pueden dejarse llevar a situaciones extremas, para bien o para mal…
Cuando está dirigida al bien provoca actos de abnegación, sacrificio y humanidad,
en cambio, si está dirigida al mal se asocian con espectáculos sangrientos, en la
mayoría de los casos.

Este ensayo consistirá en dar a conocer la importancia del actuar colectivo, cuáles
son los elementos que hacen mover como olas de mar a un tumulto de personas,
y lo que es aún más importante; concientizar nuestros actos a sabiendas que son
dirigidos por un deseo individual y no necesariamente colectivo.

Para poder iniciar con dicha tarea, habría que analizar el significado de “masa”,
“multitud”, “muchedumbre”, llámesele como quiera. De un modo simplista, la
“masa” es un conjunto de gran magnitud de personas que se han reunido por
alguna razón. Desde el punto de vista psicológico adquiere un significado
diferente, no sólo es un gran conjunto de personas, incluso ni siquiera tiene que
ser grande, la masa pueden ser unas cuantas personas de las que sus
sentimientos y pensamientos van dirigidos en una misma dirección, es ahí donde
la conciencia individual desaparece para dar paso a la ‘conciencia colectiva’.
Aunque sin lugar a dudas existen innumerables ejemplos acerca de movimientos
sociales en gran escala, uno de los que más me han despertado interés debido al
impacto mundial que ha generado, ha sido el movimiento reaccionario iniciado por
Hitler, mejor conocido como Nazismo, para ello habría que hacer una brevísima
recopilación de información respecto al tema.

Como es ya bien sabido, en Alemania alrededor de los años 20’, Hitler se


incorporó a un partido político de baja demanda, posterior a su llegada propuso
algunos preceptos tales como racismo antisemita, limitación de prensa y arte,
organización centrada del Reich y creación de derechos germánicos especiales.
En un inicio, el partido nazi tenía muy pocos seguidores, sin embargo, el
resentimiento y deseo de venganza originado a partir de la derrota en manos de la
triple entente en la primera guerra mundial, secundó la idealización de la
esperanza por recuperar aquella “dignidad nacional”, esperanzas puestas en dicho
partido, lo que gradual y progresivamente aumentó el número de seguidores. Para
1933, Hitler se convirtió en jefe de estado de Alemania, asunto que no se debió
precisamente al conteo por mayoría de votos, sino a la fuerza de voluntad de cada
uno de los votantes que lo seguían.

Hasta aquí analicemos un poco, ¿Qué fue lo que le proporcionó a Hitler el apoyo
de seguidores que en un inicio no compartían la misma ideología? Le Bon
menciona tres características principales, la sugestión como se mencionó
anteriormente, el contagio, que va seguido de la primera, y, por último, un
sentimiento de poder. De manera más clara, cuando un individuo se ve privado de
su individualidad –valga la redundancia-, se ve influenciado por algo o por alguien,
quién se encarga de redirigir su pensamiento, de esta manera, está el influenciado
y el influenciador, el influenciador que tiene el poder sobre el influenciado, y el
influenciado que se ve privado de la conciencia sobre sus decisiones. El contagio,
(aún sin una explicación concreta) surge dentro de la multitud, cualquier
sentimiento, emoción o pensamiento está sujeto a ser contagioso. Por último,
cuando un individuo se encuentra acompañado de una gran multitud cree poder
hacer cosas que de forma aislada no se permitiría, por ejemplo, cualquier acto
inmoral perdería importancia si al estar en compañía de un gran tumulto, se verían
erradicadas cualquier castigo o repercusión.

Siguiendo el ejemplo, partiendo de la idea de que el pueblo alemán había sufrido


una derrota ante sus países enemigos durante la primera guerra mundial, es
deducible que se encontraran en una posición resentida y humillada, por ello,
Hitler impone preceptos como derechos especiales para los alemanes, o como el
los llamaba “raza aria superior” y siembra deseos de venganza para su nación.
Nótese que es a partir de ahí donde su ideología comienza a convencer a los
ciudadanos de concentrarse entre sus filas, a su llegada al poder, esta ideología
se esparce o contagia al gobierno y el resto de los ciudadanos.

Si nos ponemos a mirar fríamente las acciones que los nazis llevaron a cabo para
‘magnificar a la raza aria’ ningún individuo lo habría llevado a cabo por sí mismo,
porque, ¿a quién le gustaría asesinar romaníes, afro-alemanes, judíos, incluso
alemanes mismos que sufrían de discapacidades físicas o mentales? Claro que, si
dicha acción viene acompañada del engrandecimiento de la raza alemana, no
resultaría una pésima decisión, al menos para Hitler…

Vemos, pues, que la desaparición de la personalidad conciente, y el contagio de


sentimientos e ideas puestas en una única dirección, la tendencia a transformar
inmediatamente las ideas sugeridas en acción; éstas son, como vemos, las
principales características del individuo formando parte de una masa. Ya no es él
mismo, sino que se ha convertido en un autómata que ha dejado de estar guiado
por su propia voluntad.

Le Bon menciona que las principales características de las masas (hablando


desde un enfoque psicológico) son la impulsividad, irritabilidad, incapacidad de
razonar, la ausencia de juicio y de espíritu crítico, y que casi siempre se observan
en seres pertenecientes a formas inferiores de la evolución. Dichas características
ponen al ser humano al nivel primitivo de su desarrollo, es decir, el individuo está
sujeto a los impulsos de su ambiente temporal, o mejor dicho a estímulos
causales. Es decir, para que ocurra un fenómeno como el Nazismo, Fascismo,
Comunismo, etc., los individuos que conformen la masa deben de tener ciertas
características en común, todo aquello que los rodea.

Hasta aquí he manifestado los supuestos que dieron origen a la psicología de las
masas y he puesto al descubierto cuáles son los elementos del comportamiento
colectivo, sin embargo, el objetivo que me plantee en un inicio también va dirigido
a la concientización de nuestros actos en función de nuestros deseos individuales
y no colectivos.

La sugestión característica de la psicología de masas o multitudes, suele venir


acompañada del “contagio” como lo llamó Le Bon, sin embargo, se trata
meramente de la imitación automática en términos conductuales respecto a repetir
las conductas mediante un modelo a imitar.

Montaño afirma que no solamente la psicología de las multitudes se relaciona con


actos de abnegación heroica o de sadismo. También se habla de su actitud ante el
peligro, inclusive se habla de una “psicología del peligro” que se explica como la
reflexión de una persona ante una situación de peligro, qué es lo que piensa, cuál
es su actitud, etc. Al hablar sobre la psicología de las multitudes se detecta una
especial atención por la respuesta de éstas ante las situaciones de peligro y su
actitud ante espectáculos importantes. La actitud ante el peligro, a su vez,
permitirá que se hablen sobre temas como el pánico, el miedo y el valor,
estrechamente relacionados con la salud física y psíquica del hombre.

Este último párrafo está totalmente en contraposición con lo que afirmaba Le Bon,
ya que, desde su punto de vista, el hombre sugestionado por el comportamiento
de los demás no razona, y deja llevarse sin conciencia de las consecuencias.

Si en algo Montaño y Le Bon están de acuerdo es que las multitudes expresan sus
sentimientos a través de la agitación y la cólera, un ejemplo son las corridas de
toros en el país, considerando que Méjico posee la plaza de toros más grande del
mundo “La Monumental”.

Por último, citando a Justo Sierra, y compartiendo su opinión:


“Más para formar el carácter, es, ante todo, indispensable, es de necesidad
inmediata, el divorcio de las sugestiones ajenas, el rompimiento con ese contagio
de las muchedumbres, que aniquilan nuestra razón, pretende imponernos sus
pasiones, sus impulsos, sus prejuicios y sus disolvencias.”

La formación del carácter, impulsado a través de la educación, es la opción más


adecuada para el control de la dirección o redirección a la sugestión de las
multitudes.

Hablar del comportamiento colectivo, es despertar en sí mismo la importancia de


nuestro actuar, en primera instancia individual, es decir, la formación de nuestra
personalidad, de los rasgos que nos diferencian de los demás, si bien es cierto,
nuestra personalidad es adquirida en parte genéticamente, y además moldeada
por los factores ambientales de los que nos rodeamos, y aunque muchos no estén
de acuerdo, pienso que los estímulos ambientales son a fin de cuentas los que
determinan el rumbo de vida de una persona, así pues, es trascendental comenzar
por cuestionar el origen de nuestra forma de pensar, de nuestro actuar y de
nuestro sentir, porque a partir de ahí encontraremos que muchos de nuestros
pensamientos y acciones fueron imitados aún sin darnos cuenta. Y como diría
Justo Sierra, nuestra opción para divorciarnos de las sugestiones ajenas es a
través de la educación.

Y aún si somos conscientes de nuestra formación y de nuestro actuar, debemos


saber cómo dirigir todas aquellas sugestiones que han de prevalecer, porque sin
querer parecer ingenua, los movimientos colectivos llevados de la mano de una
sugestión masiva son necesarios para la subsistencia de las sociedades en
general, digo, las independencias, revoluciones, las religiones, las ideologías que
nos permiten sanar sin una explicación objetiva, no podrían llevarse a cabo sin tan
interesante fenómeno.

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