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Uno de los escritos que causó mucho interés en mí y en donde se verá reflejado la
sustancia de este ensayo, fue “psicología de las masas” de Gustave Le Bon, autor
que me rescató de la incertidumbre evocada acerca del comportamiento que
realizan grandes cantidades de personas y cómo (dentro de un pensamiento
dicotómico) pueden dejarse llevar a situaciones extremas, para bien o para mal…
Cuando está dirigida al bien provoca actos de abnegación, sacrificio y humanidad,
en cambio, si está dirigida al mal se asocian con espectáculos sangrientos, en la
mayoría de los casos.
Este ensayo consistirá en dar a conocer la importancia del actuar colectivo, cuáles
son los elementos que hacen mover como olas de mar a un tumulto de personas,
y lo que es aún más importante; concientizar nuestros actos a sabiendas que son
dirigidos por un deseo individual y no necesariamente colectivo.
Para poder iniciar con dicha tarea, habría que analizar el significado de “masa”,
“multitud”, “muchedumbre”, llámesele como quiera. De un modo simplista, la
“masa” es un conjunto de gran magnitud de personas que se han reunido por
alguna razón. Desde el punto de vista psicológico adquiere un significado
diferente, no sólo es un gran conjunto de personas, incluso ni siquiera tiene que
ser grande, la masa pueden ser unas cuantas personas de las que sus
sentimientos y pensamientos van dirigidos en una misma dirección, es ahí donde
la conciencia individual desaparece para dar paso a la ‘conciencia colectiva’.
Aunque sin lugar a dudas existen innumerables ejemplos acerca de movimientos
sociales en gran escala, uno de los que más me han despertado interés debido al
impacto mundial que ha generado, ha sido el movimiento reaccionario iniciado por
Hitler, mejor conocido como Nazismo, para ello habría que hacer una brevísima
recopilación de información respecto al tema.
Hasta aquí analicemos un poco, ¿Qué fue lo que le proporcionó a Hitler el apoyo
de seguidores que en un inicio no compartían la misma ideología? Le Bon
menciona tres características principales, la sugestión como se mencionó
anteriormente, el contagio, que va seguido de la primera, y, por último, un
sentimiento de poder. De manera más clara, cuando un individuo se ve privado de
su individualidad –valga la redundancia-, se ve influenciado por algo o por alguien,
quién se encarga de redirigir su pensamiento, de esta manera, está el influenciado
y el influenciador, el influenciador que tiene el poder sobre el influenciado, y el
influenciado que se ve privado de la conciencia sobre sus decisiones. El contagio,
(aún sin una explicación concreta) surge dentro de la multitud, cualquier
sentimiento, emoción o pensamiento está sujeto a ser contagioso. Por último,
cuando un individuo se encuentra acompañado de una gran multitud cree poder
hacer cosas que de forma aislada no se permitiría, por ejemplo, cualquier acto
inmoral perdería importancia si al estar en compañía de un gran tumulto, se verían
erradicadas cualquier castigo o repercusión.
Si nos ponemos a mirar fríamente las acciones que los nazis llevaron a cabo para
‘magnificar a la raza aria’ ningún individuo lo habría llevado a cabo por sí mismo,
porque, ¿a quién le gustaría asesinar romaníes, afro-alemanes, judíos, incluso
alemanes mismos que sufrían de discapacidades físicas o mentales? Claro que, si
dicha acción viene acompañada del engrandecimiento de la raza alemana, no
resultaría una pésima decisión, al menos para Hitler…
Hasta aquí he manifestado los supuestos que dieron origen a la psicología de las
masas y he puesto al descubierto cuáles son los elementos del comportamiento
colectivo, sin embargo, el objetivo que me plantee en un inicio también va dirigido
a la concientización de nuestros actos en función de nuestros deseos individuales
y no colectivos.
Este último párrafo está totalmente en contraposición con lo que afirmaba Le Bon,
ya que, desde su punto de vista, el hombre sugestionado por el comportamiento
de los demás no razona, y deja llevarse sin conciencia de las consecuencias.
Si en algo Montaño y Le Bon están de acuerdo es que las multitudes expresan sus
sentimientos a través de la agitación y la cólera, un ejemplo son las corridas de
toros en el país, considerando que Méjico posee la plaza de toros más grande del
mundo “La Monumental”.