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Cómo estudiar filosofía

Filosofía y metodología
1. La Historia de la Filosofía es una materia compleja que puede suscitar el interés o el
rechazo de los alumnos por muy diversos motivos, como puede ocurrir con cualquier otra
materia del Bachillerato. El objetivo de estas páginas es evitar que ese rechazo pueda estar
motivado por la falta de recursos a la hora de abordar su estudio, o por no saber cómo
aplicar los recursos de los que disponemos.

Porque como veréis, esos recursos están ya en vuestras manos, y los habéis aprendido a
utilizar a lo largo de vuestros estudios en otras materias. Aquí vamos a seleccionar
solamente aquellos que son indispensables para comprender la Historia de la Filosofía y
tratar de explicar de qué manera se pueden aplicar al estudio de la Filosofía. Entre ellos,
algunos recursos metodológicos para exponer nuestros conocimientos sobre la materia,
muy útiles para los llamados "exámenes".

2. Pero quizá la primera observación que debamos hacer, aunque os pueda parecer trivial,
sea la de que la filosofía se encuentra en los textos de los filósofos, por lo que su lectura,
por parcial o limitada que os parezca, es imprescindible. Hemos de perder el miedo a no
entender lo que nos dicen y pensar, más bien, que sólo los entenderemos realmente si los
leemos. Y esa lectura no puede realizarse sin tener en cuenta el contexto (social, histórico,
filosófico...) en que el autor escribe su obra.

O sea: que la lectura es el primer instrumento necesario para nuestro propósito y, en relación con
ella, claro, tendremos que hablar del resumen, del análisis, del comentario de textos y de otro
conjunto de técnicas útiles para exponer, llegado el caso, lo que hemos aprendido.

3. El otro elemento del que disponemos es nuestra capacidad de razonamiento abstracto,


conceptual. Descartes, al principio del "Discurso del método", una de sus obras
fundamentales, nos recuerda, no sin cierta ironía, que todos parecemos muy satisfechos
de la razón ("bon sens") con que la naturaleza nos ha obsequiado, pero que, poseyendo
todos la misma, quizá no sepamos utilizarla correctamente, y de ahí las diferencias entre
los seres humanos respecto al conocimiento. Tampoco basta, nos recuerda, tener una
"buena" razón, sino que lo principal es aplicarla bien. Para él, el problema no estriba en la
falta de capacidad, pues, sino en la falta de método.

También te pueden servir de referencia, o al menos de repaso, las orientaciones metodológicas de


esta web para estudiantes de Secundaria, aplicadas al aprendizaje del inglés como lengua
extranjera.
Cómo estudiar. El análisis

El análisis de un texto filosófico


El análisis, según la definición que podemos encontrar en cualquier diccionario, consiste
básicamente en "la distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus
principios o elementos." El análisis filosófico se atiene, por lo tanto, a dicha definición,
consistiendo básicamente en dicha operación; pero hay una característica que ha constituido
desde siempre una de las partes fundamentales de todo análisis filosófico: el conocimiento de la
estructura argumentativa del texto objeto de análisis.

A diferencia del resumen, que consiste básicamente en transmitir abreviadamente el contenido


esencial de un texto, el análisis consistirá en explicar dicho texto. Es decir, básicamente, en explicar
su significado y su estructura argumentativa (lo que se dice y cómo se dice). El análisis no es
todavía un comentario de texto sino, junto con el resumen, el paso previo a todo comentario de
texto (o una parte del comentario de texto, según la escuela metodológica que se siga).

1) Analizar es, pues, explicar los contenidos de un texto, es decir, las ideas y conceptos que en
él se expresan; y también explicar las relaciones que existen entre esas ideas, conceptos,
es decir, explicar su estructura argumentativa.

2) En primer lugar hemos de fijar el sentido del texto, lo que podemos hacer apoyándonos en
la técnica del resumen, hasta estar seguros de lo que el autor nos quiere transmitir. Hemos
de distinguir lo esencial de lo secundario; y ser capaces de discernir las razones en las que
se apoya para afirmar lo esencial del texto. Esta distinción nos orienta, por supuesto,
respecto a la estructura argumentativa del texto.

3) En el análisis hemos de dejar clara la distinción entre las partes del texto, explicando su
significado y su papel en la argumentación de conjunto, dando las referencias precisas de
las líneas en que se encuentran y añadiendo todas las observaciones que consideremos
necesarias para aclarar tanto su significado como el papel que juegan en el conjunto.

4) La estructura lógica de un texto, su estructura argumentativa, no tiene por qué coincidir


con su presentación literaria. Ésta responde a la presentación de una idea o de un conjunto
de ideas, pero puede que nos confunda sobre su estructura lógica: la estructura lógica es
un "todo" en el que, partiendo de determinadas premisas, y por lo general a través de un
razonamiento intermedio, se llega a una determinada conclusión. La recursos retóricos y
literarios pueden hacer que sea conveniente presentar de modos muy diversos los
elementos de la argumentación.
Cuestiones prácticas
A) Para realizar un análisis debemos comenzar la lectura del texto buscando el significado y la
estructura lógica del mismo. Por lo que respecta a la estructura, hemos de prestar atención
a los párrafos en que se divide el texto, así como a los signos de puntuación y a todas
aquellas partes del lenguaje -conjunciones, adverbios...- que ponen en relación las
distintas partes del texto. Hemos de atender igualmente a todas las expresiones utilizadas
por el autor para fijar el orden y la importancia de los contenidos, así como la naturaleza
propia de su discurso.

B) Hay que releer el texto tantas veces como sea necesario hasta estar completamente
seguros de haber determinado su sentido y estructura.

C) Al tiempo que hacemos este trabajo podemos ir anotando todas las sugerencias que se
nos vayan ocurriendo: aunque la mayoría no vayan a resultar fructíferas siempre habrá
algunas que podrán sernos útiles, ya para fijar el sentido del texto o su estructura, ya para
un posible y ulterior comentario (si el análisis que estamos realizando forma parte de un
comentario de texto).

D) Resumir el texto nos permite, por supuesto, comprobar el grado de comprensión del
mismo que hemos alcanzado.

E) Hemos de dar todas las explicaciones que consideremos necesarias para fijar con precisión
el significado del texto y su estructura argumentativa.

F) Como se ha dicho más arriba, prestar atención a los términos en los que se expresan las
distintas transiciones lógicas es fundamental para obtener rápidamente la comprensión de
la estructura lógica. A continuación presentamos aquellas expresiones más comúnmente
utilizadas relacionadas con su valor lógico:

1) La expresión de la continuidad lógica entre dos proposiciones.

-Para recalcar la identidad o equivalencia: es decir, o sea, en otras palabras, en una palabra,
brevemente, en resumen, del mismo modo, lo mismo ocurre, así, así como, como, etc.
-Para recalcar el fin: por esto, por ello, a fin de que, con este fin, en esta perspectiva, en vistas a,
etc.

-Para recalcar la causa: a causa de, por este motivo, por el hecho, lo que hace que, etc.

-Para recalcar la consecuencia: pues, de ahí, de donde, en consecuencia, por consiguiente, por lo
que, por lo tanto, etc.

-Para recalcar la simultaneidad o implicación lógica: al mismo tiempo, correlativamente, por lo


mismo, teniendo en cuenta el hecho, etc.
-Para recalcar la idea de medida o proporción: en tanto que, tanto como, tanto más que, etc.

2) La expresión de la divergencia lógica entre dos proposiciones.

-De carácter concesivo: bien que, aunque, a pesar de, de todos modos, sea como fuere, etc.
-De carácter restrictivo: al menos, por lo menos, cuando menos, todavía menos, aún menos, solo,
solamente, etc.
-De oposición: pero, por contra, al contrario, por el contrario, a la inversa, no obstante, sin
embargo, etc.
-De elección: sea... sea, bien... bien, o... o, o bien... o bien, etc.
Cómo estudiar. El comentario

¿Qué significa comentar un texto?


1. Comentar un texto no significa parafrasearlo, es decir, repetir exactamente lo mismo que dice el
texto pero con otras palabras. Y tampoco limitarse a explicar el significado de las ideas del texto, ya
que eso forma parte del análisis y no del comentario de texto propiamente dicho que, en tal caso,
quedaría reducido a un análisis.

2. Prestad atención, sin embargo, a la siguiente consideración: si el análisis debe formar parte o no
del ejercicio conocido como comentario de texto ha sido y es objeto de discusión y debate; por
supuesto que no se puede comentar un texto sin haberlo analizado previamente, pero ello no
quiere decir que necesariamente el análisis deba plasmarse como tal en el ejercicio llamado
comentario, o que deba ser una parte del comentario. Mayoritariamente se tiende a considerar
que el análisis debe ser una parte del comentario, pero estad atentos a las exigencias de vuestros
profesores en cuanto a la necesidad o no de incluirlo como tal en el ejercicio (ya hemos visto en
otra página que el análisis es un ejercicio con entidad propia). Aquí consideraremos que el análisis
del texto debe formar parte del ejercicio que llamamos comentario de texto.

3. El comentario de un texto filosófico consiste en la emisión de un juicio o consideración sobre el


lugar que ocupan las ideas defendidas en el texto en el conjunto del conocimiento, y en la
exposición de nuestro punto de vista al respecto (no confundáis esto con lo que vosotros llamáis
"opinión personal"). Esto quiere decir que comentar es, ante todo, relacionar. Relacionar las ideas
del texto con nuestros conocimientos. Y relacionar las ideas del texto con nuestras propias ideas
sobre el tema.

4. Para ello habremos de determinar, mediante el análisis, las ideas principales y las secundarias,
así como la relación existente entre ellas y el significado conceptual o terminológico, así como la
presentación del contexto del fragmento que tenemos que comentar. Además, y aquí comienza
propiamente el comentario, hemos de buscar la relación de esas ideas con nuestros
conocimientos, pues es a partir de estas relaciones como podremos emitir ese juicio o
consideración en que consiste el comentario. A este respecto es útil dejar que fluyan las
asociaciones de ideas en nuestra mente y, para facilitar esta actividad, plantearse algunas
preguntas como las siguientes: ¿A qué escuela filosófica pertenece el autor, a cuál se opone? ¿Es
un innovador? ¿Qué pretende el autor con sus afirmaciones? ¿En qué contexto se producen? ¿Qué
significado le podemos atribuir? ¿Qué intención tienen sus palabras? ¿Es correcto todo lo que
afirma el autor? Si creemos que no, debemos aportar nuestra crítica, que debe comprender datos
y soluciones. (Por ejemplo: a) si hay errores en el texto debemos aportar los datos correctos; b) si
hay afirmaciones gratuitas debemos explicar por qué consideramos que lo son; c) si encontramos
falsas interpretaciones, de datos o de pensamientos de otro autor, debemos exponer los datos
correctos. Etcétera.)
5. El comentario debe presentarse como un ejercicio que consta de tres partes relacionadas entre
sí, formando un todo ordenado y coherente: introducción, desarrollo y conclusión. En la
introducción, que ha de ser breve y proporcional a la extensión total del ejercicio, se plantean los
problemas tratados en el desarrollo del ejercicio y que conducen a la conclusión. En el desarrollo,
la parte más extensa del ejercicio, se exponen los resultados del análisis (si debe figurar en el
ejercicio) y el comentario propiamente dicho. En la conclusión, que ha de ser breve, se valoran los
resultados a que conduce el comentario.

Pautas de trabajo.
Para elaborar el ejercicio suele resultar útil seguir las siguientes pautas:

1. Preparativos: Numerar el texto. Lo habitual es cada 5 líneas. Esto nos permite localizar cualquier
frase con rapidez y citar con precisión, lo que nos evita pérdidas innecesarias de tiempo,
posteriormente.

Disponer de folios para utilizarlos como borrador. Asegurarse de disponer de todo lo necesario
para la realización del trabajo.

2. Lecturas, anotaciones y análisis: Leer el texto varias veces, hasta estar seguros de haberlo
comprendido. Podemos hacer un brevísimo resumen del mismo (la idea central nunca debe estar
ausente del mismo; en el resumen se trata simplemente de abreviar el texto, recoger lo esencial) .

Anotar, en el borrador, todas las ideas que se nos ocurran en las sucesivas lecturas del texto,
aunque inicialmente parezcan no tener nada que ver con él o con nuestro propósito.

Analizar el texto, (¿cómo? ver el análisis), anotando en el borrador todas las ideas que se nos sigan
ocurriendo, de forma que podamos recuperarlas posteriormente si las creemos útiles.

3. Plan para la elaboración de comentario: Más tiempo nos llevará seleccionar y ordenar las ideas
del borrador y hacer un plan para la elaboración del comentario. Es la parte central del ejercicio:
de qué vamos a hablar, qué posición defenderemos, qué criticaremos, en qué orden, con qué
extensión cada parte, etcétera. Una vez hecho esto tendremos clara la conclusión que se impone.
Conociendo el desarrollo y la conclusión estaremos en condiciones entonces de preparar una
buena introducción.

4. Desarrollar el comentario según el plan fijado: Por último, comenzaremos el desarrollo del
ejercicio siempre según el plan de trabajo que nos hemos trazado.
Cómo estudiar. La disertación

1. La disertación es una de las formas más habituales de realizar exámenes en filosofía y suele
asimilarse a lo que más coloquialmente llamamos desarrollo de un tema. El tema sobre el que se
realiza este ejercicio puede ser alguno de los más conocidos que se ha planteado la filosofía a lo
largo de los tiempos, como la libertad, por ejemplo, o puede limitarse a la explicación de tal o cual
teoría de cualquier filósofo, como sería la disertación sobre la teoría del conocimiento en Platón,
por ejemplo. Cada una de estas opciones tiene sus propias variantes, por supuesto; pero nosotros
vamos a comenzar por lo que sería la estructura básica de la disertación, que hemos de considerar
común a los dos casos citados. (Claro que lo común, como veremos a continuación, suele resultar
demasiado general y, con frecuencia, demasiado evidente).

2. La disertación se suele dividir en tres partes claramente diferenciadas: la introducción, el


desarrollo propiamente dicho, y la conclusión. Sobre la introducción y el desarrollo es válido lo que
se ha explicado para el comentario. La introducción ha de ser proporcional a la extensión del
ejercicio, pero partiendo siempre del principio de su necesaria brevedad; su objeto es situar al
lector en el terreno adecuado para la mejor comprensión y valoración de lo que decimos a
continuación. No se ha de anticipar, pues, nada que no sea estrictamente necesario para dicho fin.
En virtud de esa relación, es fácil comprender que no podremos hacer una introducción adecuada
sin saber lo que vamos a decir, por lo que la introducción, pese a ser lo primero que va a ser leído
por el corrector es, realmente, lo último en lo que nosotros debemos pensar (de dónde se sigue,
espero que se vea esto con claridad, que necesariamente hemos de elaborar al menos un guion
previo de nuestro trabajo, lo que requiere utilizar una hoja como borrador).

3. Ya que se supone que conocemos el tema sobre el que hemos de disertar es de esperar que
tengamos claras las ideas fundamentales que podemos utilizar. Se trata de seleccionarlas
adecuadamente, ordenarlas, buscar otras ideas adicionales que puedan mejorar la comprensión de
lo que queremos decir y elaborar con todo ello un discurso coherente en el que se supone que
defendemos determinado punto de vista. En esto consistirá la parte central del ejercicio, el
desarrollo propiamente dicho, sobre el que espero poder ofreceros, más adelante, algunas
observaciones significativas. La conclusión tiene que presentarse como una consecuencia directa
del desarrollo que hemos planteado, por lo que conviene, antes de ordenar los contenidos del
desarrollo, tener muy claro a qué conclusión queremos llegar. Por paradójico que parezca, pues, la
conclusión, que es lo último que leerá el corrector, es lo primero que tenemos que tener claro al
iniciar el ejercicio. El orden de la reflexión sería, pues, el siguiente (sobre el tema de la disertación):

1) Qué posición defenderé sobre ese tema. (Conclusión).

2) Qué contenidos, argumentos, puedo utilizar para defender dicha opinión, y en qué
orden. (Desarrollo).
3) Cómo situar al lector para una mejor comprensión del asunto que trato. (Introducción).

El orden de la exposición sería, por supuesto, el inverso, al igual que en el comentario:

Partes de la disertación y características correspondientes


Parte del ejercicio Contenidos que desarrolla

Introducción Elaborada en función del desarrollo y la conclusión.

Cuerpo del ejercicio con el desarrollo de los argumentos que me permiten


Desarrollo
defender la conclusión.

Conclusión Breve exposición y valoración de la tesis defendida.

Cómo estudiar. El resumen


El resumen consiste básicamente en la reducción a términos breves y concisos de lo esencial de un
asunto o materia. La capacidad de resumir va ligada, por lo tanto, a la capacidad de comprender
con precisión lo que se considera esencial. En cuanto tal, es el paso previo a todo análisis y
comentario de texto, por cuanto nos garantiza que hemos comprendido con exactitud lo esencial
de aquello que tenemos, posteriormente, que analizar o comentar.

1) Lo que no es un resumen
1. Un resumen no es un esquema, ni un conjunto de notas ordenadas, sino una abreviación del
texto original que debe presentarse con una redacción clara, lógica y bien encadenada.

2. Tampoco es un mosaico, es decir, una colección de fragmentos arrancados del texto: se trata,
más bien, de asumir el pensamiento del autor y expresarlo uno mismo como si fuera el autor. No
obstante, siempre que sea necesario, podrá reproducirse literalmente cualquier frase o fragmento
colocándola entre comillas. (En los textos breves, lógicamente, puede llegar a ser realmente
complicado evitar reproducir literalmente frases del texto.)

3. El resumen tampoco es una reducción mecánica proporcional, es decir, un conjunto de "sub-


resúmenes" correspondiendo cada uno de ellos a una de las partes en las que se puede dividir el
texto original. Se trata de destacar lo esencial, por lo que se ha de evitar colocar al mismo nivel lo
que en el texto es accesorio o secundario.

4. Un resumen tampoco es un comentario, por lo que ha de evitarse expresar en él la opinión que


nos merezca el texto. Se trata de ser fiel al significado del texto, de someterse completamente, por
un tiempo, al pensamiento del autor. Toda objeción o crítica, así como todo signo de admiración
por el autor o el texto, deben ser evitados en el resumen de un texto.

5. Un resumen no es un análisis, es decir, una explicación del pensamiento del autor y de sus
afirmaciones, acompañada de introducciones y expresiones explicativas ("El autor cree...", "según
X..."), sino una simple sustitución en cuanto a la extensión del texto. Por ello, mientras en el
análisis hablamos en nombre propio, en el resumen tomamos el lugar del autor.

El resumen debe ser claro y bien redactado. Puede ocurrir que tengamos que resumir un texto
literariamente defectuoso, aunque plagado de excelentes ideas. En ese caso debemos evitar
contagiarnos de los defectos del texto utilizando un castellano oscuro e incorrecto.

2) Cómo resumir
1.-Leer el texto tantas veces como sea necesario.
2.-Repensar el texto y "medirnos" con él, hasta estar seguros de haberlo comprendido.

3.-Discernir la importancia de cada elemento.

4.-Elegir qué elementos debemos sacrificar y cuáles destacar.

5.-Expresar, por último, lo que hemos comprendido.

Cuestiones prácticas
1. Hemos de plantearnos preguntas elementales en torno al texto:

A) ¿De qué se trata? ¿De qué trata exactamente?

B) ¿Por qué se ha escrito? ¿Qué quiere explicarme el autor?

C) ¿Qué pone de relieve? ¿En qué insiste?

2. Ya que el resumen no es un procedimiento mecánico requiere la presencia permanente de la


imaginación y la inteligencia.

3. Subrayar desde la primera lectura palabras y expresiones consideradas importantes, así como
establecer divisiones en el texto o enlaces entre sus partes es negativo. Si tales notas precipitadas
fueran erróneas, lo que es muy probable, nos ocultarían el sentido del texto en ulteriores lecturas.

4. Es más efectivo y seguro leer antes el texto dos o tres veces con atención, sin subrayar ni anotar
nada.

5. A continuación, sin volver a mirar el texto, reflexionar sobre el mismo, intentando expresar su
idea central, su punto de partida, su encadenamiento lógico... escribiendo todo ello, si es
necesario, en un papel distinto del que vamos a utilizar.

6. Proceder a una nueva lectura del texto subrayando, en este caso, más que las ideas centrales
(que ya hemos asimilado y no se nos olvidarán) aquellas ideas importantes que no deben ser
excluidas del resumen, pero procurando no subrayar frases enteras, a menos que lo consideremos
indispensable, en cuyo caso debemos ponerlas entre comillas y subrayarlas.

7. Si el texto es largo podemos realizar un esquema del mismo en un papel aparte, pero no sobre
el mismo texto; hemos de recalcar la división y encadenamiento de sus partes.

8. Si el texto es corto podemos iniciar la redacción del resumen directamente. Ellos plantearán
problemas, sin duda, que deberemos resolver en el curso de la redacción misma.
9. Hay que respetar la extensión máxima del resumen según las instrucciones recibidas (resumir a
un 1/4, 1/16..., o resumir en 10, 15 líneas; como norma se toma como referencia aceptable la
variación de un +/- 10%).

Recordemos, por último, que uno de los sentidos pedagógicos del resumen de un texto es
habituarnos a comprender exactamente el pensamiento de otra persona.

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