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Más allá
de la revolución ecuatoriana
Manuela Cañizares. "la mujer fuerte" como la conocían, fue el más
grande impulso que tuvo Ecuador ya que la mañana del 10 de agosto de
1809, después de 300 años de ser colonia española, Quito amaneció libre.
No hay duda alguna, la historia de ese Primer Grito de Independencia no sería la misma
sin el aporte de Manuela Cañizares, mujer quiteña, prócer de la Independencia.
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Quito, jueves 9 de Agosto de 1809, es de noche y uno por uno entran los próceres a la
casa de doña Manuela. Ella los recibe atenta, y con el corazón palpitante por el tema que
van a tratar. Su casa, queda a solo una veintena de metros del palacio de Carondelet y
mientras los próceres agitan sus deseos libertarios, El Conde Ruiz de Castilla,
presidente de la Real Audiencia de Quito se dispone a dormir.
A eso de las 22h00 el Marqués de Selva Alegre toma la palabra para concienciar a sus
semejantes sobre el decaimiento y pobreza en el que ha caído Quito. Entonces se planea
el gran golpe. Se designa quienes constituirán la Junta Soberana, que derrocará al
Conde.
En vista del rumbo que tomaba la situación, y de ciertos desacuerdos entre algunos de
los reunidos, unos pocos se alistan para salir, sugieren que se trate el tema otro día con
más calma y se dirigen a la puerta. Es en este momento cuando la valentía y el
patriotismo de Manuela Cañizares salen a flote.
"¡Cobardes! Hombres nacidos para la servidumbre! ¿De qué tenéis miedo? ¡No hay
tiempo que perder!" Con estas palabras Manuela Cañizares, esa mujer dominante de 34
años, detuvo a los temerosos, y su determinación tan semejante a la de una espartana los
motivó a volver a la sala y lanzar el Primer Grito de Independencia.
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Si bien Manuela no es santa, sí fue aclamada por el pueblo ecuatoriano, quien comenzó
a llamarla Nueva Judith y hasta le hicieron una copla que años más tarde recogió Juan
León Mera:
Se conoce, gracias a los escritos de Celiano Monge, historiador del siglo pasado, que
fue "mujer de ameno trato, carácter franco y resuelto, solicitada por nobles caballeros,
pero sólo concedió el corazón a Manuel Rodríguez de Quiroga, por quien sentía una
gran admiración y confianza (se dice que también amor), y que la llevó a apoyar la
causa de la Independencia. Su aspecto fue hermoso, su carácter, gracia, y demás prendas
le dieron mucho influjo sobre los políticos de su tiempo, pues fue mujer de ánimo
templado".
Se dice que fue de origen humilde ya que sus padres, Isabel Álvarez y Miguel
Cañizares, fueron ambos de raza blanca, pero de clase social media y de escasos
recursos económicos.
En cuanto a su educación, recibió la misma que toda mujer del la época colonial. Sabía
leer, escribir, matemáticas básicas y un poco de artesanías, costura, etc.
El permanecer soltera, no le impidió compartir su lecho con el Dr. Manuel Rodríguez de
Quiroga. Gracias a él se nutrió su espíritu libertario con los detalles de de la revuelta
que se estaba tramando contra el yugo español.
Muchos escritos de esos tiempos cuentan que Manuela Cañizares demostraba gran
valentía y una cultura elevada para aquella época, en la que a la mayoría de las mujeres
no les interesaban los temas culturales. Esta característica precisamente fue la que la
llevó a codearse con la flor y nata de la intelectualidad criolla, situación que le permitió
cultivar sus deseos libertarios y finalmente participar de aquél Primer Grito.
Manuela no murió asesinada, como muchos de sus compañeros de lucha, ella logró huir.
El Fiscal Aréchaga, en abril de 1810, solicitó que Manuela Cañizares fuera apresada por
ser una de las culpables de la revuelta.
Eso habría sucedido, de no ser porque Manuela fue protegida por una de las Marquesas,
que la llevó fuera de la ciudad a una casa de campo, en el valle de los Chillos. Allí
permaneció escondida hasta 1812. Mientras tanto en Quito, después del 2 de Agosto de
1810, persiguieron tenazmente hasta a su servidumbre.
Solo pudo regresar a Quito en 1813 y murió un año más tarde. Fue enterrada en el
cementerio del Tejar cerca de la Merced, como fue su deseo. Su tumba se perdió con el
paso de los años, pero queda para recordarla y enaltecer su figura uno de los más
prestigiosos colegios femeninos, el colegio Manuela Cañizares.