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Se inscribe la Educación Inicial como un nivel

educativo, en donde cada una de las intenciones

y conceptuaciones, deben dinamizar el sentido-

significado, que tiene para un ser humano asistir

a un centro educativo durante los primeros seis

(6) años de su vida. En tal sentido, todas las

acciones dirigidas a la atención de los niños/

as deben poseer una intencionalidad que tenga

como norte promover su desarrollo

Desde el 2002 la educación preescolar se vuelve obligatoria en México y pasa a formar parte de la
Educación Básica junto con la primaria y la secundaria.

En 2004 se ofrece para esta etapa un programa integrado por seis campos formativos: 1. Desarrollo
Personal y Social; 2. Lenguaje y Comunicación; 3. Pensamiento Matemático; 4. Exploración y
Conocimiento del Mundo; 5. Expresión y Apreciación Artísticas y 6. Desarrollo Físico y Salud. Es un
programa completo que trabaja de una manera integral las áreas: cognitiva, socio-afectiva y el área
motriz. Una educación pensada para proporcionar las habilidades, destrezas y actitudes que lo
ayudarán en la educación primaria y en su vida cotidiana. Sin embargo, todavía hay padres que
consideran una pérdida de tiempo el llevar a sus hijos a preescolar, exponiéndose a no poder
inscribirlos en primaria, dado que es un requisito indispensable.

Por su parte el gobierno debe enfrentar año con año este problema e implementar como medida
remedial los cursos intensivos de verano para estos niños que, a pesar de ese esfuerzo, iniciarán la
primaria en inferioridad de condiciones con respecto a los que sí cursaron preescolar.
Es de valorarse que, a diferencia de otros países, en México exista una Ley que haga obligatorios los
tres años de educación preescolar. Sin embargo, la importancia de cursarla trasciende a la ley o a las
recomendaciones de organismos internacionales a los que México pertenece.

La educación preescolar es tan relevante que merece la pena reflexionarla y sobre todo difundirla,
para que los padres tomen conciencia y no priven a sus hijos de la misma.

Vale la pena distinguir la educación inicial, que atiende a chiquitos de 0 a 3 años 11 meses, de la
educación preescolar que atienden a niños de 4 años a 6 años de edad y que es la obligatoria. Cada
una de estas etapas tiene su propia razón de ser y sus propios objetivos. Aunque es de los 0 a los 6
años cuando el cerebro presenta una mayor disposición para recibir estímulos que favorecerán su
socialización, creatividad y aprendizaje.

En la educación preescolar, el niño aprende a relacionarse con otros, a desarrollar la responsabilidad,


la solidaridad y la importancia de respetar las reglas y las normas, además de una serie de hábitos
que forjarán su carácter, todo ello en un ambiente lúdico y grato que le proporcionarán confianza y
seguridad en sí mismo.

Un centro de preescolar, además de ofrecer actividades estructuradas en un ambiente controlado,


puede ayudar a detectar anomalías físicas o psíquicas, que podrán ser canalizadas y tratadas a
tiempo por especialistas.

Es en preescolar donde los niños empiezan a dejar de lado su egocentrismo porque se dan cuenta de
que el mundo no gira alrededor de ellos y que hay otras personas a las que debe considerar y
respetar. Es el lugar donde aprenden a ser más independientes y autosuficientes porque no están los
padres para ayudarlos, por tanto no les queda más remedio que hacerse cargo de sus propias cosas y
aprender a pedir ayuda. Además de todo, en el área cognoscitiva, los niños terminan el preescolar
sabiendo leer, escribir y calcular operaciones sencillas.

Anteriormente se aprendían estas cuestiones en la primaria, pero ahora deben llegar sabiéndolo y si
algún niño no tiene esos aprendizajes, le costará mucho más nivelarse con los demás.

Por otro lado, el hecho de que se haya agregado el aprendizaje del inglés le da un plus al programa,
dado que los niños en esta etapa es cuando mejor aprenden una segunda lengua. De manera que, a
la dificultad de no saber leer, escribir y calcular, se suma la de no haber estado en contacto con otro
idioma y la de no haber socializado, dejando al niño en una clara situación de inequidad, que no se
solventará con un curso de verano.

No se puede banalizar esta etapa reduciéndola a un “requisito” y como tal tratar de cubrir el
expediente con dicho curso por muy intensivo que sea; habría que pensar también en una fórmula
de estimulación paralela al primer año de primaria, para que el niño que no cursó preescolar,
adquiera las habilidades y esté a la altura de los demás.

Además de todo, creo que la mejor medida para abatir los casos de niños que no asisten a esta etapa
es la de informar y sensibilizar a sus padres. Ellos deben conocer y entender las ventajas de la
educación preescolar y la diferencia cualitativa que supone el que sus hijos la reciban.

La ley los obliga, pero es mejor que los lleven por convencimiento y entiendan que esos tres años son
esenciales para su desarrollo futuro. Cualquier omisión en la educación de los hijos es una forma de
maltrato y los padres también tienen que saberlo.

Decía María Montessori: “El niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a
nosotros. Este hecho debe ser transmitido a todos los padres, educadores y personas interesadas en
niños, porque la educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el presente
y futuro de la sociedad”. Petra Llamas García.

Uno de los grandes retos de la Educación Preescolar denominada hoy

Educación Inicial es optimar el proceso de formación y desarrollo de los niños

y niñas de 0 a 6 años, procurando que los educadores sean efectivos mediadores

entre el mundo y estos. Un docente mediador debe promover desarrollo, no

detenerlo ni entorpecerlo, para lo cual, propone, pero no impone; exige, pero

no satura; debe ser firme, pero no agresivo; estará presente cuando el niño lo

necesita y se alejará cuando su presencia lo inhibe.

En consecuencia, las acciones educativas en los primeros años de vida,

deben estar dirigidas a estimular el desarrollo cognitivo, emocional, de lenguaje,


físico, motor, social, moral y sexual de los niños, de tal manera que no se

pierda el espacio más relevante en la vida del ser humano para desarrollar sus

potencialidades.

En este sentido es importante asumir el norte de la educación de la primera

infancia hoy día, pues, pareciera que no ha encontrado su rumbo, su identidad y,

entonces se va moviendo según las modas de distintas pedagogías, de distintas

propuestas, sin encontrar un camino en el que situarse con una intencionalidad

definida. Al respecto, indagaciones realizadas por la investigadora en varios

jardines de infancia evidencian que no hay orientaciones precisas respecto del

currículum que desarrollan.

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