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Reflexiones y propuestas para la
formación docente. Revista Novedades Educativas Nº 171 marzo de 2005. Buenos Aires.
Introducción, se abre la escena
Las instituciones educativas constituyen encarnaciones históricas y culturales donde los sujetos
aprenden a otorgar un significado a la realidad.
Conforman un escenario privilegiado donde se dirime la formación de los sujetos, ya que en ellas
se produce un proceso heterogéneo, múltiple y a veces contradictorio que posibilita esta
formación de subjetividades (Mc Laren, 1995:56).)
Para poder dar cuenta de los motivos que nos llevan a considerar a la escuela como un
escenario privilegiado, nos remontamos al origen del término escenario para luego establecer las
posibles analogías entre uno y otro campo.
El vocablo escenario proviene del griego skênê que significa cabaña o tablado, donde lo que se
representa está separado del público por un telón. En la obra se arma una escenografía para
tales fines.
Si trasladamos esta imagen a la escuela llamada “moderna” se pueden establecer algunas
semejanzas entre los dispositivos usados en el teatro y los empleados en ella (cuya invención
puede ubicarse en la segunda mitad del siglo XIX). En primer lugar la institución escolar
establece lugares diferenciados para los actores, situando en un espacio al docente y en otro a
los alumnos. En sus comienzos el maestro era ubicado en una tarima desde la cual impartía las
clases al “público” los alumnos que recibía mansamente las lecciones. Era el docente quien
abría y cerraba la escena, quien habitaba tanto la palabra como lo que debía decirse en cada
caso. Con el tiempo, al igual de lo que sucede en el teatro, la obra se hizo abierta, lo que
permitió que se escucharan las voces de un público que tenía algo que decir.
El escenario que se monta en el aula constituye otro de los puntos en que puede vincularse la
escuela al teatro, en tanto se prepara un espacio para unos fines determinados y visibles. En la
clase se presenta una escenografía particular: bancos colocados de modo que los estudiantes
no puedan desplazarse más de lo necesario, con una iconografía que permite, a cualquier
persona, reconocer ese lugar como un aula, con artefactos e iluminación adaptados a los fines
propuestos. En ese espacio conformado arbitrariamente a los fines de enseñar, las personas
desempeñan papeles o roles previamente asignados: unos son docentes y otros son alumnos.
Aún hoy, en muchas escuelas, el espacio disponible así como los pupitres usados no permiten a
los estudiantes hacer otra cosa que mirar la nuca del compañero marcando a través de la simple
distribución del espacio la unidireccionalidad de la comunicación.
Por otra parte, se trabaja en cada escena con un texto, con un currículo que marca los pasos a
seguir, que explicita aquello que se debe enseñar y omite lo que no puede o debe ser trabajado.
En estas instituciones los actores se hallan en situaciones peculiares, y particularmente los
docentes ya que alguna vez –y en ocasiones al mismo tiempo pero en otros espacios de
formación fueron alumnos, contando con la característica distintiva de no salir nunca de la
escuela a la hora de insertarse en el mercado laboral. Esta peculiaridad, propia de la docencia,
hace que ellos transiten una y otra vez por espacios que por ser tan conocidos no llegan a ser
reconocidos (Tenutto, 2000). Lo expuesto conforma un desafío para quienes proponen instancias
de formación de docentes, ya que de lo contrario nuevos conocimientos serán significados bajo
viejos formatos obstaculizando la posibilidad de ver y reconocer aquello que por familiar
constituye parte de su paisaje habitual. También esos actores deberán tener presente que la
enseñanza se realiza en un contexto donde usualmente lo que se produce no se usa en ese
lugar, por lo que habrá que revisar las relaciones entre teoría y práctica.
Algunas propuestas posibles para la formación docente
En este apartado presentaremos una propuesta posible de formación docente a la par que
trataremos de delinear algunos de los hilos teóricos que sostienen su entramado. Se trata de
presentar un escenario en el que se puede desarrollar la escena de enseñar y aprender
Constituye un desafío diseñar propuestas que incorporen la formación en la práctica brindando la
posibilidad de potenciar la capacidad de los estudiantes para la reflexión en la acción (Schön,
1997). Ésta supone el desarrollo de habilidades que permitan el aprendizaje permanente de los
profesionales y la resolución de problemas inherentes a la práctica profesional.
El tema de la recuperación y utilización de lo aprendido en situaciones de actuación resulta
crítico en el caso de la formación profesional así como la tensión entre la teoría y la práctica
(temáticas que se presentan reiteradamente en los debates acerca de la educación superior).
Schön (1997) plantea que el desafío en la enseñanza de una práctica profesional, consiste en
considerar que los estudiantes deberán aprender hechos y operaciones relevantes, también las
formas de indagación que sirven a los prácticos competentes para razonar acerca del camino a
seguir en situaciones problemáticas, a la hora de clarificar las conexiones entre el conocimiento
general y los casos particulares.
Los estudiantes tienen que aprender un tipo de reflexión que va más allá de las reglas existentes,
no sólo a través del establecimiento de nuevos métodos de razonamiento, sino también mediante
la construcción y comprobación de nuevas categorías de conocimiento, estrategias de acción y
maneras de formular los problemas.
“Quizás aprendamos a reflexionar en la acción aprendiendo primero a reconocer y
aplicar reglas, hechos y operaciones estándar, luego a razonar sobre los casos
problemáticos a partir de reglas generales propias de la profesión y sólo después
llegamos a desarrollar y comprobar nuevas formas de conocimiento y acción allí
donde fracasan las categorías y las formas familiares de pensar”. (Schön, 1997: 46
47).
Para ello, es necesario acentuar, en la enseñanza, zonas indeterminadas de la práctica y llevar
adelante conversaciones reflexivas sobre los componentes de cada situación. El prácticum
reflexivo como dispositivo – propuesto por Schön permite aprender haciendo, efectuar una labor
de tutorización antes que de enseñanza y la construcción de un diálogo entre el tutor y el
estudiante basado en la mutua reflexión en la acción.
“Un prácticum es una situación pensada y dispuesta para la tarea de aprender una
práctica. En un contexto que se aproxima al mundo de la práctica, los estudiantes
aprenden haciendo, aunque su hacer a menudo se quede corto en relación con el
trabajo propio del mundo real. Aprender haciéndose cargo de proyectos que
simulan y simplifican la práctica, o llevar a cabo, relativamente libre de las
presiones, las distracciones y los riesgos que se dan en el mundo real al que, no
obstante, el prácticum hace referencia. Se sitúa en una posición intermedia entre el
mundo de la práctica, el mundo de la vida ordinaria, y el mundo esotérico de la
Universidad” (Schön, 1997: 4546).
En este marco, el trabajo en clase basado en el desarrollo de competencias estaría buscando su
camino entre dos visiones de la persona en proceso de formación. La primera consiste en
recorrer el campo de conocimientos más amplio posible, sin preocuparse de su movilización en
situación, lo que vuelve, de manera más o menos abierta, a confiar en la futura experiencia
profesional o en la vida para asegurar la creación de competencias. La segunda, acepta limitar
en forma drástica la cantidad de conocimientos enseñados y exigidos, para ejercer de manera
intensa, en el marco de la formación en la institución educativa, su movilización en situaciones
complejas.
La competencia1 se crea, según Perrenoud, a partir de situaciones que demanden su puesta en
marcha durante los procesos de formación, colocando al alumno en situaciones que lo obligan a
1 Toda competencia se encuentra unida a una práctica social o profesional de referencia. El problema que se
presenta entonces es: ¿cuál es el principio para identificar situaciones a partir de las cuales reconocer
competencias? Frente a esta pregunta, Perrenoud distingue dos posiciones. La primera, enfatiza las competencias
transversales (esto es, las capacidades intelectuales muy generales del pensamiento: analizar, juzgar, argumentar,
etc.) fuera de toda referencia a situaciones y prácticas sociales. La segunda, intenta superar las limitaciones
derivadas de la primera posición, evitando la oposición entre competencias transversales y conocimiento disciplinar
y proponiendo la enseñanza por competencias en el marco de una organización disciplinar del conocimiento; y
trabajan la movilización del conocimiento en situaciones complejas.
alcanzar un objetivo, resolver problemas, tomar decisiones. Se trata de decidir en las condiciones
efectivas de la acción con datos insuficientes, en ocasiones rápidamente, en situaciones
inciertas. Tal como destaca el autor, “si las competencias se forman a través de la práctica, debe
ser necesariamente en situaciones concretas, con contenidos, contextos y desafíos
identificados”. (Ob. Cit. 2000)
Resulta imprescindible atender a las peculiaridades señaladas desde el diseño de las propuestas
y particularmente de las que están destinadas a la formación docente. En los siguientes párrafos
se exponen propuestas concretas realizadas en el ámbito de la formación docente,
implementadas en el Profesorado Universitario de la Univ. Maimónides.2 Cabe aclarar que lo
expuesto conforma sólo pinceladas de un abanico de otras propuestas posibles.
Otro escenario es posible
Se explicitarán tan sólo dos de las propuestas trabajadas en el profesorado, ya que ellas dan
cuenta de instancias formativas que se hallan sostenidas en el marco expuesto: 1) la
microenseñanza, 2) reflexión y análisis de las situaciones de clase desarrolladas.
Como se ha planteado en el apartado anterior, las competencias se forman a través de la
práctica, en situaciones concretas, con contenidos, contextos y desafíos identificados. La
microenseñanza se erige, entonces, en un espacio privilegiado para el desarrollo de
competencias profesionales.
Desde una perspectiva histórica la microenseñanza tiene orígenes en la Universidad de Stanford
en el año 1963 y surge como alternativa a los problemas de la formación del profesorado,
utilizándosela paralelamente a otras actividades de formación con el “objetivo principal de
introducir una nota de realismo, al principio de la formación, porque los pasantes, en su mayor
parte, venían con la idea reinante en los medios intelectuales, de que todo aquello de lo que un
profesor tiene necesidad, es conocer su cometido, la materia” (Gregorio, 1979: 97).
En las primeras experiencias realizadas, la microenseñanza consistió en la simplificación del
tiempo, el número de alumnos y los contenidos, determinar las aptitudes pedagógicas a
observar, desarrollar la clase, en forma inmediata su crítica y si fuera necesario, la repetición de
la actividad. En su desarrollo tuvieron influencia las contribuciones de Bloom, Kratwohl, Gagné y
Popham, encontrando así su apoyo teórico en el conductismo.
En la década del 60 y hasta mediados del 70, se desarrolla del mismo modo en que fue pensada
por sus pioneros, pero con el tiempo surgieron nuevas corrientes que ampliaron y enriquecieron
el concepto.
Las críticas que ha recibido la microenseñanza se basan en su fundamentación positivista, la
creación de contextos artificiales de enseñanza claramente diferentes a los naturales, la
posibilidad de que el profesor se centre en su propia imagen olvidando la metodología a
desarrollar y a los alumnos, la concepción exclusivamente técnica de la enseñanza, la necesidad
de dominar técnicas de observación y análisis de la enseñanza, y otras. (Cabero Almenara,
1998)
2Esas ideas se conforman en el marco de un trabajo de reflexión sistemático realizado en el citado
Profesorado con los profesores el cual es propiciado por sus Coordinadoras: Mg. Graciela Cappeleti, Mg.
Silvina Feeney y Lic. M. José Sabelli.
Diversos autores, Allen y Ryan (1978) entre otros, plantean las siguientes características de la
microenseñanza:
- Simplifica la complejidad del proceso de enseñanza en el aula, al reducir las dimensiones
de los elementos intervinientes: número de alumnos, alcance de los contenidos y
duración de la clase
- Supone una superación constante de los modelos internalizados y nuevas posibilidades
de acción a través del análisis crítico previo y a posteriori de la acción misma.
- Implica una gran participación de los estudiantes en donde predomina la observación y la
experiencia directa.
Pero es distanciándose del conductismo, y la desartificializando la propuesta de enseñanza que
la microenseñanza puede plantearse de otra manera.
Por lo antes dicho, la propuesta de microenseñanza se enmarcaría en el diseño de estrategias
que incorporan la formación en la práctica brindando la posibilidad de potenciar la capacidad de
los estudiantes (futuros profesionales, o profesionales) para la reflexión en la acción. Esta
reflexión en la acción supone el desarrollo de la habilidad para el aprendizaje permanente de los
profesionales y la resolución de problemas inherentes a la práctica profesional.
Se trabaja tomando como objeto de conocimiento a la propia situación de enseñanza que se les
propone a los futuros docentes. La situación de enseñanza se temporaliza en dos tiempos: el de
la propuesta de clase y el de su reconstrucción, momento de distanciamiento de lo vivido para
ser reflexionado, discutido. Este planteo supone:
- el distanciamiento de desarrollos que reducen la práctica como el espacio "de lo real",
considerando la práctica desde otro lugar que el mero "dar clase".
- considerar a la observación como un instrumento fundamental a la hora de apelar a la
reconstrucción de la clase.
- una reflexión sobre la acción, es decir, el análisis que a posteriori se realiza sobre las
características y procesos de una acción (en este caso, compartida)
Tomar a la situación de enseñanza recientemente transcurrida como objeto de conocimiento
implica una reconstrucción teórica de lo vivido. Se analizan las múltiples variables intervinientes,
las restricciones presentadas en esa situación, se explicita cómo se la había pensado y cómo se
llevó adelante y finalmente se proponen otras alternativas posibles.
Se abona a un trabajo que se enmarca en el planteo de Grossman y Wineburg (1993) al llamar la
atención sobre las decisiones didácticas que toman los profesores y el pensamiento que sostiene
estas elecciones, mirando a la clase en sí misma como un caso de enseñanza que está abierto a
la discusión y reflexión. En síntesis, se “transparentan las situaciones de clase”, abonando a la
construcción de procesos reflexivos sobre la enseñanza.
A modo de conclusión
Entendemos que los aspectos desarrollados hasta aquí tornan visible que la práctica reflexiva en
el oficio de enseñar conlleva una gran capacidad para reflexionar “en” la acción y “sobre” la
acción, al decir de Schön. No se trata de una reflexión episódica, sino de una postura que deberá
asumir el profesional docente a fin de crear los lugares para el análisis de la práctica, en pos de
la construcción de una perspectiva social sobre la enseñanza.
Se trata de responder afirmativamente a quienes se plantean dudas acerca de si es posible
reflexionar con los estudiantes sobre las decisiones tomadas por el profesor (al seleccionar un
contenido, estrategias de enseñanza, una propuesta de trabajo elegida) ya que tal como
menciona Perrenoud, la postura y la práctica reflexivas no están sino en el núcleo de la identidad
y de la formación docente.
Se trata de provocar, en la formación docente, la apropiación de una herramienta de reflexión
sobre su práctica, ya que sin esta reflexión, se corre el riesgo de reproducir acríticamente lo que
cada uno tiene aprendido espontáneamente en su historia de formación. Los aprendizajes
realizados durante el transcurso de la vida son aprendizajes en situación, que forman parte de la
propia trama de la existencia. Estos aprendizajes se imponen frente a los contenidos que se
aprenden en espacios de formación. Sin embargo, su poder puede relativizarse si se les otorga
un espacio privilegiado a la reflexión sobre la práctica. En este sentido, resulta provechoso
reflexionar sobre la propia historia como docente. Las propuestas presentadas (microenseñanza
y análisis de situaciones de clase) se sostienen en lo antes expuesto.
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Autoras:
María José Sabelli: Licenciada y Profesora en Cs. de la educación (UBA). Cursó la maestría en
educación Superior en la Universidad de Palermo. Es pedagoga.
Marta Tenutto: Magíster y Especialista en educación (Universidad de San Andrés), Especialista
en Psicología Educacional (Colegio de Psicólogos de la prov. de Buenos Aires), Licenciada en
Psicología (UBA), Licenciada y Profesora en Cs. de la educación (UM) y Profesora para la
enseñanza Primaria. Es pedagoga e investigadora.