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Luego, si se emplea, quita el velo del cáliz tomándolo con ambas manos
por los extremos y cuidando de que no arrastre la palia. Lo dobla y lo
entrega al ayudante junto con la carpeta de los corporales.
Mientras tanto, el acólito acerca las vinajeras al altar, salvo que ya estén
ahí desde la presentación de los dones. Puede colocar un manutengo
por debajo, para evitar que se manche el mantel del altar con vino.
Luego, el sacerdote se gira y se dirige con las manos unidas hacia el
lado derecho del altar, para preparar el cáliz. Con la mano izquierda
toma el cáliz, sujetando el purificador con el dedo pulgar. Es
recomendable que con la mano derecha toma el extremo del purificador
que cae del lado izquierdo del cáliz y limpie el borde de la copa; luego
deja caer ese extremo del purificador del lado derecho para que evitar
que el mantel se manche con el vino mientras prepara el cáliz. Toma la
vinajera que contiene el vino con la mano derecha y vierte vino dentro
del cáliz y la deja.
Luego, con las manos unidas se gira y va al centro del altar. Ahí toma
el cáliz. Lo recomendable es que lo haga con la mano derecha en el
nudo y la izquierda en la base. Lo levanta ligeramente sobre el altar,
mientras dice: “Bendito seas, Señor…”
Luego, si se emplea, quita el velo del cáliz tomándolo con ambas manos
por los extremos y cuidando de que no arrastre la palia. Lo dobla y lo
entrega al ayudante junto con la carpeta de los corporales.
Luego, se dirige con las manos unidas hacia el lado derecho del altar,
para preparar el cáliz, aunque puede dirigirse a la credencia para
prepararlo ahí (IGMR 178).
Mientras tanto, el acólito acerca las vinajeras al altar, salvo que ya estén
ahí desde la presentación de los dones. Puede colocar un manutengo
por debajo, para evitar que se manche el mantel del altar con vino. Si la
preparación del cáliz se hace en la credencia, no es necesario que el
acólito lleve las vinajeras al altar.
Si la preparación del cáliz se hizo en la credencia, una vez que echó las
gotas de agua, toma el cáliz y el purificador y los lleva al altar y los
coloca fuera del corporal, a su derecha.
Lavatorio
Después de la oración “Humilde y sinceramente arrepentidos…”, o
después de la incensación, el celebrante se dirige al extremo derecho
del altar (IGMR 145) y se acerca el o los acólitos con la jofaina, el
aguamanil y el manutergio.
Si hay tres ayudantes, uno lleva la jofaina sosteniéndola con las dos
manos, otro el aguamanil sosteniéndolo con la mano derecha y
colocando la izquierda sobre el pecho, y otro el manutergio desplegado
sosteniéndolo con las dos manos. Si hay dos ayudantes, uno lleva el
aguamanil en la mano derecha y la jofaina en la izquierda, y otro el
manutergio. Y si solo hay un ayudante, se en el antebrazo izquierdo
coloca el manutergio, con la mano izquierda sostiene la jofaina, y con la
mano derecha lleva el aguamanil.
Al decir esta invitación hay que seguir las palabras del misal: “para
que este sacrificio mío y de ustedes (vuestro)…” No puede cambiarse
por “para que este sacrificio nuestro”, porque la Iglesia ha querido
significar con esta expresión la distinta participación del sacerdote y de
los fieles en el Santo Sacrificio, en vez de usar el plural que los iguale.
Los diáconos que estén asistiendo se colocan unos pasos detrás del
celebrante principal, para dejar en claro que no concelebran.
Posteriormente sólo se acercarán cuando tengan que auxiliar al
celebrante en algo.