Sei sulla pagina 1di 3

ACTO PRIMERO Hace poco que en la iglesia ideaba cierto

ESCENA VII proyecto...

DOÑA RUFINA, ÑA CATITA. RUFINA.- ¿Sobre esta misma materia?

CATITA.- Deo gracias. CATITA.- Y con el favor de Dios nos ha de


salir de perlas.
RUFINA.- ¡Oh! ¡Ña Catita! Adentro te lo diré, que ahora no está mi
cabeza para nada. ¡Ay! ¡Ay...!
CATITA.- ¡Déjame que vengo muerta!
¡Ay Jesús! RUFINA.- ¿Qué es eso? ¿Le ha dado a
usted la jaqueca?
RUFINA.- ¿Cómo está usted?
CATITA.- No es cosa, hijita. Estas beatas,
CATITA.- ¡Con un dolor de cabeza que no que son unas sinvergüenzas, son las que
veo! me han de quitar la vida. ¡Ay, qué gente
esta!
RUFINA.- Habrá usté estado metida hasta ¿Creerás que se están las más toda la
ahora en la iglesia. mañana entera al pie del confesionario, en
consultitas secretas con el padre, y con
CATITA.- ¿Qué quiere, hijita, que haga? risitas y otras dos mil morisquetas, sin dejar
¡El Señor me dé paciencia! que una se llegue a descargar la
conciencia?
RUFINA.- Pero si está usted así... ¡Que Dios las haga unas santas! […]

CATITA.- Y con la boca muy seca, y el RUFINA.- Ña Catita, cada día más me
estómago en un hilo. pesa haberme unido con él.

RUFINA.- ¡Válgame Dios! También llega CATITA.- No hay mal que por bien no
usted tan tarde. No importa porque que venga.
haya en la alacena alguna cosa. […]
¡Manuela! RUFINA.- Yo sola tengo la culpa.
No faltó quién me advirtiera el geniazo que
CATITA.- Dios te lo pague, mamita. tenía; pero yo, niña inexperta, cerré el ojo y
Pero escucha; mejor fuera un poco de me casé con ese perro de presa. […]
chocolate, porque hoy creo que son Bastante caro me cuesta la ansia de tener
témporas, y el ayuno... marido.

RUFINA.- Mandaremos a comprarlo... CATITA.- ¿Por qué no haces la promesa, a


fin de que se componga, de ir en el año
CATITA.- No; no, deja; tomaré cualquier que entra, descalza echando sahumerio,
cosa. hasta Santa Ana siquiera, al Señor de los
Te molestas… Milagros? […]

RUFINA.- ¡Qué molestia! RUFINA.- ¡Ojalá que en eso solo, Ña


Catita, consistiera!
CATITA.- ¿Y cómo va por acá?
CATITA.- Pero hablando de otra cosa. ¿No
RUFINA.- Siempre, Ña Catita, en guerra. sabes que la Malena peleó ayer con su
marido?
CATITA.- ¿Con que no hay forma que La puso, hija, como nueva. […]
entre tu marido por vereda?
RUFINA.- ¡Qué desvergüenza!
RUFINA.- Cada día está más terco; no hay
que tocar otra tecla sino matarlo o dejarlo. […]
[…]
¡Si es más duro que una peña! CATITA.- Mas, volviendo a tu marido,
¿Conque es un maula completa?
CATITA.- ¡Y quién lo ve!
RUFINA.- Le digo a usted, Ña Catita, que
RUFINA.- Sí, señor; pero es más malo que estoy pasando las penas del infierno con
. ese hombre.
Sabe Dios que si tuviera un buen empeño
CATITA.- ¡Qué trabajo! ¡Cómo siento lo le haría dar algún destino afuera. […]
que este hombre te atormenta!
Pero ya se compondrá. (Con misterio).
CATITA.- […] Vamos a esto, ¿y Julianita ALEJO.- ¡Oh! me pongo yo algunos días,
qué cara a estas cosas muestra? Por que casi insufrible soy.
supuesto que se inclina al sujeto y...
RUFINA.- ¡Qué! ¿Padece usted de esplín?
RUFINA.- Ni lo piensa: es muy caprichuda,
mucho. […] ALEJO.- ¡Ah! Si parezco un bretón; pero
Ahora poco estuvo aquí don Alejo a hablar pronto se me pasa:
con ella. ¡Y si la hubiera usted visto! ¡Qué Tomando un vaso de ponch, o una copa de
palabrotas tan secas, le contestó! Casi, coñac, como si tal cosa estoy. Pero
casi me caigo de rabia muerta. […] variando de asunto, ¿Julieta está aquí o
Y él que es, como usted sabe, de tanta salió?
delicadeza, y tan puntilloso...
RUFINA.- Por dentro anda esa loca.
CATITA.- ¡Oiga!
ALEJO.- ¿Siempre hechicera?
RUFINA.- Disimulaba.
RUFINA.- Favor que usted le hace.
CATITA.- A la fuerza. Eso tiene, Rufinita,
dejarle la rienda suelta. ALEJO.- Nada de eso. Lo que es suyo,
eso le doy. Mucho más merece.
RUFINA.- ¿Pero qué haré, Ña Catita?
RUFINA.- Gracias.
CATITA.- Nada: a una niña doncella se le
mete en cartabón, que quieras o que no ALEJO.- Esas le tocan a Dios.
quieras. […] Tampoco estás tan de sobra, A quien parecerse tiene: su mamá es una
para que así, por simplezas, desprecies el flor aromática y hermosa...
fortunón que te se entra por las puertas.
Don Alejo es un partido que así nomás no RUFINA.- Usted me avergüenza...
se encuentra. ¡Cuántas, hija, se darían de (Con coquetería).
santos con una piedra, porque el cielo les […]
mandase una mamada como esta! […]
ALEJO.- Ya...
Segura, Ma. A. Ña Catita
(Fragmento) RUFINA.- Pues...

ALEJO.- […] ¿Y qué hace Mademoisèlle?


Deo gracias: La expresión en latín es Deo
gratias (gracias a Dios) RUFINA.- No sé, estará al bastidor. Voy a
Témpora: Tiempo de ayuno. llamarla... ¡Julieta!
Gestas: Nombre atribuido al ladrón malo
crucificado junto a Jesús. ALEJO.- Déjela usted: ya me voy.
Maula: Cobarde, despreciable.
Meter en cartabón: Corregir a alguien RUFINA.- ¿Tan pronto?
ciñéndolo a ciertas reglas.
Darse de santos con piedra: Penitencia ALEJO.- Tengo que hacer; pero volveré.
por una falta que merecía castigo mayor.
Mamada: Situación que permite sacar RUFINA.- ¡Ay señor! ¿dónde andará esta
algún provecho personal. muchacha?
¡Julieta...!

ESCENA III ALEJO.- No hay precisión. Déjela usted,


no la llame, mas luego tendré el honor de
DOÑA RUFINA y DON ALEJO presentarme.

ALEJO.- Mala está la guisa hoy. RUFINA.- ¡Qué hechura!

RUFINA.- Déjeme usted don Alejo,


mientras más viejo está peor. Se va ESCENA IV
poniendo intratable. De nada sirve que yo
le predique a todas horas para que mude DOÑA RUFINA, DOÑA JULIANA Y DON
de humor. ALEJO
Nada, imposible. Los hombres más duros
son que una hoz y si se les mete el diablo JULIANA.- Mamita. ¿Usted me llamó?
¿quién puede con ellos?
RUFINA.- ¡A buena hora te apareces!
Te llamé, porque el señor ha preguntado Repréndala usted, por Dios, porque su
por ti. padre...
[…]
JULIANA.- ¿Por mí?
ALEJO.- ¡Eh, bien! queda a mi cuidado.
RUFINA.- ¡Qué contestación! por ti: ¿por Yo haré que lea a Rosseau, a Volney,
quién ha de ser? Pigault Lebrun, a Voltaire, Walter Scott, a
Eloisa y Abelardo, a Ovidio, al Barón de
JULIANA.- Como nadie me avisó. Humboldt, y a otros autores modernos que
hablan sobre educación.
RUFINA.- ¡Jesús! ¡Nunca has de ser gente!
¡No sé cómo no te doy un pellizco que te RUFINA.- Muy bien. Y el canto y el baile, y
aturdo! ¡Qué animal eres! otras cosas así...

JULIANA.- Por Dios, mamá... ALEJO.- ¡Oh! Para eso me pinto solo. No
hay coreógrafo cual yo. […]
RUFINA.- ¡Mamá...! ¡Sinvergüenza!
JULIANA.- (¡Jesús! qué hombre tan
JULIANA.- (¡Caramba!) simplón!) […]

RUFINA.- ¡Qué condición! RUFINA.- Muy feliz va a ser Julieta con tan
sabio preceptor.
ALEJO.- Madame, ne vous fachéz pás;
Todo eso lo hace el pudor: yo a su edad ALEJO.- Con tal madre y tal esposa nadie
era lo mismo. más feliz que yo.
Mire usted; una ocasión andaba tras una En fin, Madama, me marcho. […] divina
dama, como gorgojo en arroz, con el fin de Julieta, adiós.
que me diese un rendéz-vous en su
maison, y, al verla, se me dormía JULIANA.- Adiós, caballero.
la mandíbula inferior.
RUFINA.- ¡Niña!
RUFINA.- Mira... el señor Don Alejo
dice que te ama y...

ALEJO.- ¡Oh!
En cuanto a caso, ni Orosmán,
ni Orlando, ni Agamenón,
ni todos los que han sentido
el aguijón del amor,
sufrieron el voraz fuego
en que arde mi corazón.

JULIANA.- (¡Agua que este hombre se


quema!)

ALEJO.- Todo por ese arrebol.


Sí, Julieta, mia Julietta,
más brillante está usted hoy,
que el lucero matutino
antes de que salga el sol;
más seductora que Venus,
más robusta que Nemrod,
y de más aprecio y valía
que las minas de Tirol.

RUFINA.- Contesta.

ALEJO.- Déjela usted; harto dice su rubor,


quien calla otorga.

RUFINA.- ¡Ay amigo!


¡Como esta niña no hay dos! Es huraña
como un gato. […] Y ya se hace
indispensable desterrarle ese amargor;
usted que ha de ser su esposo está en esa
obligación. Púlala usted, descortécela.

Potrebbero piacerti anche