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CATITA.- Y con la boca muy seca, y el RUFINA.- Ña Catita, cada día más me
estómago en un hilo. pesa haberme unido con él.
RUFINA.- ¡Válgame Dios! También llega CATITA.- No hay mal que por bien no
usted tan tarde. No importa porque que venga.
haya en la alacena alguna cosa. […]
¡Manuela! RUFINA.- Yo sola tengo la culpa.
No faltó quién me advirtiera el geniazo que
CATITA.- Dios te lo pague, mamita. tenía; pero yo, niña inexperta, cerré el ojo y
Pero escucha; mejor fuera un poco de me casé con ese perro de presa. […]
chocolate, porque hoy creo que son Bastante caro me cuesta la ansia de tener
témporas, y el ayuno... marido.
JULIANA.- Por Dios, mamá... ALEJO.- ¡Oh! Para eso me pinto solo. No
hay coreógrafo cual yo. […]
RUFINA.- ¡Mamá...! ¡Sinvergüenza!
JULIANA.- (¡Jesús! qué hombre tan
JULIANA.- (¡Caramba!) simplón!) […]
RUFINA.- ¡Qué condición! RUFINA.- Muy feliz va a ser Julieta con tan
sabio preceptor.
ALEJO.- Madame, ne vous fachéz pás;
Todo eso lo hace el pudor: yo a su edad ALEJO.- Con tal madre y tal esposa nadie
era lo mismo. más feliz que yo.
Mire usted; una ocasión andaba tras una En fin, Madama, me marcho. […] divina
dama, como gorgojo en arroz, con el fin de Julieta, adiós.
que me diese un rendéz-vous en su
maison, y, al verla, se me dormía JULIANA.- Adiós, caballero.
la mandíbula inferior.
RUFINA.- ¡Niña!
RUFINA.- Mira... el señor Don Alejo
dice que te ama y...
ALEJO.- ¡Oh!
En cuanto a caso, ni Orosmán,
ni Orlando, ni Agamenón,
ni todos los que han sentido
el aguijón del amor,
sufrieron el voraz fuego
en que arde mi corazón.
RUFINA.- Contesta.