Sei sulla pagina 1di 7

Crónica de la segunda oportunidad de los hijos de Macondo sobre esta

tierra: viaje a una Zona Veredal Transitoria de Normalización

Por: Henry Córdoba

Las lecciones de los grandes maestros que recorrieron el país con


sus propias armas -me refiero a cámaras, cuadernos y lápices- como
Alfredo Molano, Marta Rodríguez, Jesús Abad Colorado, entre muchos
otros, ha sido abrirse al país nacional, en palabras de Jorge Eliécer Gaitán,
evitando imponer sus voces, y sí escuchando, registrando y compartiendo
su experiencia, su cultura y sus problemas de vida de colombianos y
colombianas a lo largo y ancho del territorio.

Mesetas, el municipio donde está uno de las zonas acordadas para la


dejación, se parece al pueblo descrito por Evelio Rosero en Los Ejércitos1.
Desde temprano hay un señor atento del tinto, negocios con puertas
impregnadas de sueño, niños y niñas que corren a la escuela. El escudo
del pueblo tiene una imagen que se repite en el paisaje: un morichal con
dos palmeras altas y gemelas sobre un sol incandescente.

La Zona Veredal de Buenavista2, bautizada como Zona Veredal


Mariana Páez, se encuentra en un pie de la Serranía de la Macarena, que
luce como una serpiente enroscada. Para llegar hay que internarse veinte
kilómetros desde el casco urbano por una carretera levantada durante el
acondicionamiento de las zonas, en buenas condiciones pero desastrosa
durante el invierno.

El campamento es un área del tamaño de un caserío, levantado en


un terreno alquilado, que poco antes había sido un terreno para ganado.
El olor a campo se siente como si dentro de los pulmones se alimentaran
bosques enteros.
                                                            
1
 Rosero, Evelio (2007). Los ejércitos. Barcelona: Editorial Tusquets.  
2
 De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, las Zonas Veredales Transitorias de 
Normalización, son los campamentos temporales concertadas por el gobierno colombiano y las FARC‐EP, 
para garantizar el cese al fuego y el tránsito a la vida civil y legalidad por parte de los integrantes de la 
guerrilla. Son 23 zonas habilitadas en 12 departamentos del país. 
http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/herramientas/Documents/Zonas‐de‐ubicacion.pdf  


 
En los costados y alrededor se concentran las casas de la
guerillerada. En esta habitan cerca de 600 hombres y mujeres, en caletas,
dormitorios de campaña, construidos con postes de madera, plástico negro
y cabuya.

Allí cada uno tiene sus pertenencias: una cama hecha con tablas,
una colchoneta y cobijas; mudas de ropa, recuerdos personales y artículos
de aseo y comida, un radio, un portátil, un televisor, pero esto último es
muy raro. No hace falta imaginación para enterarse que las casas fueron
levantadas por los mismos guerrilleros al llegar a la lugar.

Mariana Páez o “Mariana Paz”, nació en Bogotá, militó en la JUCO


en la universidad y se unió a las FARC-EP en los años ochenta. Cumplió
un papel importante como única mujer del equipo de la guerrilla en los
Comités Temáticos de los diálogos del Caguán. Con la ruptura de las
conversaciones, se desplazó a Sumapaz, falleciendo en una incursión del
ejército en 20093. Su deceso fue reseñado por la prensa como trofeo de
guerra, pero al escuchar a quienes la conocieron, afirman que era una
mujer inteligente, entregada al movimiento y a la emisora clandestina LA
VOZ DE LA RESISTENCIA. En la red puede leerse el relato escrito por uno
de sus compañeros, donde se hace un recuento de su vida desde otra
perspectiva4.

La Zona Veredal no está habilitada de acueducto y el abastecimiento


de agua es posible con un carrotanque de la defensa civil. De allí sale el
agua que cubre las necesidades del casino o la ranchada, donde se
preparan las comidas, y las albercas, que funcionan como duchas
colectivas. Para el agua sucia se han abierto surcos sobre la tierra. La
iluminación es posible con el uso de celdas solares. En la zona hay un
                                                            
3
 “Mariana Páez, de las FARC, murió en Combate”. Revista Semana‐Conflicto Armado‐ Edición del 04 de 
marzo de 2009. Recuperado de: http://www.semana.com/nacion/conflicto‐armado/articulo/mariana‐paez‐
farc‐murio‐combate/100722‐3  
4
 Ángel, Gabriel: A propósito del 8 de Marzo: A Mariana Páez, un maravilloso ejemplo de mujer”. 
Recuperado en línea de: http://www.farc‐ep.co/pdf/GA/A‐Mariana‐Paez.pdf  


 
pequeño hato de ganado cebú, marcado por una estrella en el lomo de los
animales.

Para los baños se hace lo que denominan chontos. Son letrinas


abiertas un metro o dos en la tierra. Luego de usarlas, con una pala se
cubren los desechos. Es una tecnología funcional y extremadamente
limpia.

Conocer la guerrillada me permitió acercarme a esta humanidad.


encontré campesinos, aunque esta es una noción demasiado homogénea
para caracterizarlos, ya que indígenas y afrodescendientes también son
parte de la organización. En otras palabras, un grupo amplio de sujetos
explotados y marginalizados por el Estado colombiano y sectores de la
sociedad colombiana, que en la zona, cercana a La Macarena, tiene otro
significado: por décadas han estado al borde de la frontera de colonización
o agraria, y por tanto, la violencia se ha ensañado con más crudeza y
dureza contra los pobladores y sus territorios.

Los guerrilleros provienen de distintas partes del país, en su


mayoría de departamentos periféricos: Casanare, Guaviare, Arauca,
Guainía, Caquetá y Meta. En general, llegaron de zonas bastante
apartadas, donde sus vidas y familias fueron afectadas por la dura
realidad del conflicto.

La zona está integrada por adultos de todas las edades, la mayoría


con edades entre los 30 o 35 años. Hay jóvenes que bordean los 20 años,
veteranos que han estado en el monte por quince años e incluso más. No
hay menores de edad y los únicos niños están con sus familias.

Con interés contemplaba el antebrazo de una mujer con su uniforme


verde.su nombre estaba escrito con letras cursivas en púrpura, algo como
Alejandra o Camila. las botas caucheras no se dejan delado, son parte del


 
trabajo diario de los campesinos, al caminar por las trochas y barrizales,
en la ardua labor del campo. una buena parte de la guerrillerada viste
camisetas con consignas alusivas a la paz.

Desde hace unos meses, los guerrilleros usan celulares y se


comunican a través de aplicaciones y redes sociales. Es curioso observar
cómo las personas se comunican entre sí y conocen otros contenidos,
memes, juegos, canciones, saludos de conocidos y desconocidos, como si
fuese filtración, fuga en el estilo de vida llevado por años, no tiene que ver
con lo pactado por ambos bandos, pero implica un paso en su salida al
mundo que nosotros conocemos.

Dos de las personas que las que conversé en los campamentos,


compartían mis apellidos. Ellos no eran familiares y sus historias de vida
entre sí son bastante diferentes, y nada tenían que ver conmigo hasta el
conversar con ellos. La primera, Victoria, atraída por las FARC desde que
los escuchó alguna vez en su pueblo natal en el eje cafetero. De mediana
edad, delgada, de pelo corto y castaño, ojos almendrados y mirada de
zorro, su tez blanca y con algunas pecas, y facciones fuertes. A las FARC,
se acercó directamente y le gustó su estilo de vida, las cosas que se
aprendían en la guerrilla, hasta el punto de considerarla su familia. Dejó
todo atrás, familia -si vive- y novio -si lo hubo-. Pasó mucho tiempo en el
páramo de Sumapaz y desde el frío se hacían las transmisiones de la radio
clandestina, labor a la que se dedicó durante la guerra. La radio se
escuchaba pero la señal la bajaban. Un dial fue 99,9 FM y en otro tiempo,
106.9. E igual la bajaban. Pasaban música de todo tipo y programas
informativos y temáticos. Era idéntica a cualquier emisora, solo que sin
publicidad, y clandestina.

Victoria, no piensa salir de la zona una vez transcurra el día D+180,


prefiere quedarse en las tareas que se vienen realizando allí, y aprender de
medios, que a fin y al cabo, es la tarea que más le gusta realizar. Contaba


 
que afuera se desconoce la realidad de las mujeres de las FARC, donde
tienen igualdad de condiciones y hay un respeto por parte de los hombres,
a quienes llaman compañeros.

El otro hombre que compartía mi apellido, Vladimir, tiene una


historia mucho más extensa en las FARC. Según él, estuvo en varias
oportunidades a cargo de frentes, sin caer en combates. Nació en el
Caquetá, donde en su juventud se inició en la política, participando de la
Unión Patriótica durante los años ochenta. Así fue como conoció Bogotá,
aunque con brevedad, al ser tiempos difíciles de mucha persecución y
asesinatos, llevándolo a militar en las FARC para proteger su vida.

Vladimir, es un veterano calvo y de bigote ralo, de mirada esquiva, y


aún con su dureza, su aspecto es algo bonachón y suspicaz. Para él, las
FARC son un proyecto político de corte bolivariano, que no pierde de vista
su objetivo con la dejación de armas, y por el contrario, se trata de un
momento histórico donde se hará política usando otros medios. Considera
que el brazo político se empezó a dañar con el narcotráfico y con el
crecimiento de la guerrilla en los años noventa. El Plan Colombia y les
obligó replegarse, pero no estaban derrotados. Después del Caguán, y el
recrudecimiento de la guerra, se tenía que llegar a un punto donde se
abrieran los diálogos, como única salida para el conflicto político. Fumaba
de vez en cuando y ya en paz, hablaba con sinceridad con la mirada
puesta en la Serranía.

Se dice que aun en tiempo de guerra, la guerrillerada nunca


abandonó la vida campesina, ni el estudio, ni tampoco celebrar de vez en
cuando una que otra fecha especial. Además de clases de música y baile,
se dedican al deporte. Con palos se levantó una cancha de fútbol y otra de
voleibol. No es raro descubrir alguien con la camiseta de un conjunto
colombiano, pero sí verse enfrentados por algo.


 
Cuando cesa el día, se resguardan en sus caletas o salen a cenar. Se
conversa mientras se sigue un noticiero, sin importar la cadena y la
posición adversa de estos. En especial, se presta atención con
detenimiento lo que se menciona sobre los acuerdos. Hasta el momento
pocos periodistas se acercan a conocer la realidad de fondo de los
guerrilleros, que pacientemente contemplan cómo el estigma sobre las
FARC en las ciudades se reduce poco a poco. A veces, se quedan más
tiempo viendo alguna película. A las ocho, se dan buenas noches, se
apagan las luces, y cada quien se dispone a dormir. De noche, un cielo
despejado y con estrellas blancas cubre el campamento y el silencio febril
del día le da espacio a los sonidos de la noche, que se acrecientan con
cucarrones, cigarras, cocuyos y otros insectos, que recuerdan la cercanía
con las montañas de Colombia.

El hecho que se haya pactado el fin del conflicto, no implica que su


consecuencia natural sea la Paz. La Paz ha sido por mucho tiempo, el
cuerpo sin órganos5, de la política nacional, que cada bando llena de
contenido. Para unos bandera electoral, para otros el silencio de los
fusiles. No obstante, para la gran mayoría de los colombianos, la Paz es
algo se está construyendo y que está por verse, pero para que su realidad
sea completa, es necesario que los colombianos y colombianas, sea bajo la
forma de sociedad civil, ciudadanía o pueblo, respalde lo que se está
haciendo y vuelque su mirada hacia los territorios. Hay razones para
acercarse a las zonas veredales, con el fin de darle continuidad al proceso
de paz y a la posibilidad de otra forma de resolver los problemas y
conflictos internos.

                                                            
 


 
Por último, es imprescindible la superación de los estigmas, que
apunte a la convivencia y la reconciliación. Es notoria una reticencia de
algunos sectores en aceptar la continuidad de los acuerdos, y no es raro
encontrar quienes defienden su posición desde los escritorios. Esto se
traduce en un limbo, cuando existe otra realidad, la de miles de personas
esperando a que se resuelva su situación jurídica, para poder emprender
proyectos que beneficien a los territorios y sus habitantes.


 

Potrebbero piacerti anche