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La guitarra en el tango

El vínculo entre la guitarra y el tango viene de los comienzos del género. Ya en las primeras
manifestaciones grupales la guitarra ocupa un rol preponderante. El criterio, en cuanto a recursos en el
acompañamiento, ha variado notablemente del antiguo al contemporáneo, sin embargo, los rasgos
fundamentales de la técnica guitarrística siguen siendo prácticamente los mismos. Abrimos nuestra
primera ventana a este universo observando lo que podríamos definir como el ABC del tango: las
acentuaciones.

El tango es una danza binaria, esto quiere decir que se enmarca en un compás simple de 2X4 o 4X4.
Comprender las variantes en términos de subdivisión que el compás simple ofrece, nos ayudará a realizar
lo que plantearemos como necesidad a priori: tocar el ritmo en el mayor número de formas posibles. Para
empezar, nos apoyaremos en técnicas más o menos elementales para la mano derecha, por lo que
definiremos a este primer concepto como “toque plaqué”, consistente en dividir la función del pulgar de
las del índice, medio y anular, que trabajarán en bloque, de modo tal que podamos emplearlos en células
de acompañamiento.
En el gráfico nº 1 os ofrezco tres alternativas de ritmo, de fácil a más difícil, sobre un acorde de Am9. En
las tres podréis observar que el pulgar, aunque en ocasiones aparece unido al resto del acorde, es el
principal responsable en la marcha del ritmo. Una práctica interesante y que os ayudará a relacionar las
tres células del ejemplo 1 consiste en, una vez comprendidas individualmente, tocarlas una tras otra
siguiendo el pulso con una marca de metrónomo. Así veréis cómo estas opciones rítmicas pueden utilizarse
con alternancia en un mismo contexto. Del mismo modo, y dado que podremos encontrarnos con tangos
escritos en 4X4, el gráfico nº 1 bis ilustra equivalencias rítmicas para el 2X4 poniendo el acento en los
bajos de los cuatro tiempos del compás.

Fig 1
Fig 1 bis

Para ampliar este patrón rítmico y aportar nuevos horizontes al acompañamiento utilizaremos la célula de
uno de los géneros que sirvió de base al tango en sus etapas fundacionales: la habanera.

El tango y la habanera

La habanera es un ritmo de origen afro-cubano que presenta una curiosa característica: en un compás de
4X4 la acentuación se efectúa a través de la subdivisión de los cuatro tiempos en corcheas agrupadas de
la siguiente manera (gráfico nº 2)

Fig 2

El concepto de 3+3+2 se comenzó a utilizar en el tango a principios de los años cuarenta de manera
frecuente hasta que a partir de la era de Astor Piazzolla se transformó en símbolo del tango moderno.
Veamos tres casos para introducir en una secuencia (gráfico nº 3)
Para contextualizar todos estos ejemplos te ofrecemos el fragmento de un clásico del género: El Choclo. En
el gráfico nº 4 tenéis la melodía principal escrita y tabulada además de una segunda guitarra donde se
ponen en funcionamiento algunas de las células rítmicas anteriormente descritas. Prueba tocándolo con un
amigo intercambiando los roles melodía-acompañamiento.

Fig 4

Seguramente os estaréis preguntando porqué hacemos tanto hincapié en la importancia de aprender


primero el ritmo base. Hemos decidido comenzar por aquí porque, al igual que casi todas las danzas, el
tango requiere de un ritmo con acentos bien marcados; la comprensión morfológica de éstos y sus
múltiples interpretaciones son, por tanto, material de estudio necesario.
Habiendo hablado ya de algunos de los recursos elementales, avanzaremos sobre otros más complejos. En
ocasiones hemos observado que cambiar de acorde no significa necesariamente el traslado inmediato de
una posición a otra. Pues bien, en el tango, muchas veces, para moverse de un lugar a otro de la armonía
se introduce un elemento contrapuntístico que, al tiempo que da continuidad a la idea rítmica aporta
riqueza al acompañamiento. Estos elementos suelen aparecer con bastante frecuencia en los bajos,
veamos algunos ejemplos a través del fragmento de otro clásico El día que me quieras (gráfico nº 5) Sin
dar un salto muy grande en cuanto a la dificultad técnica, en este ejemplo podéis observar cómo en el
compás nº 2, el paso del Dmaj7 al Bbm7/5b se efectúa a través del anticipo de la tónica del último acorde.
Del mismo modo, en el compás nº 3, el recurso rítmico empleado para llegar al acorde de G#m7/5b
presenta un movimiento de bajos cromáticos descendentes que, partiendo del Bb y acabando en la tónica
del acorde (todo en la 6ª cuerda), nos vuelve a dar una idea de cómo movernos creativamente de un lugar
a otro.

Para cerrar esta primera aproximación al lenguaje de la guitarra tanguera os ofrecemos un ejemplo más -
en este caso para introducciones o interludios en un modo menor- con el que podréis trabajar con
comodidad dentro del estilo (gráfico nº 6).
Fig 5

Fig 6

El tango y la milonga

La relación entre tango y milonga es tan cercana, que muchos de ellos encierran una parte central lenta
con ritmo de milonga. Tal es el caso, entre otros, de Los mareados, de Juan Carlos Cobián y Enrique
Cadícamo, cuando canta: -Hoy vas a entrar en mi pasado/en el pasado de mi vida/tres cosas lleva mi
alma herida/amor, pesar dolor (...)- Introduzcámonos en su microcosmos.

Entre sus muchas acepciones, milonga, según la R.A.E., es una palabra de origen africano que significa
engaño, cuento, discusión o riña. Antiguamente se empleaba para designar a las casas de baile de los
barrios periféricos y a las mujeres que trabajaban en ellas. Podríamos describirla, a grandes rasgos, como
un tipo de canción bailable de movimiento lento y compás binario. Surgida hacia 1870 en los bailes
populares de Montevideo (Uruguay) y extendiéndose rápidamente a su vecina Buenos Aires, suele constar
de una breve introducción de guitarra después de la cual se cantan toda una serie de estrofas de 4, 6, 8 o
10 versos. Desde sus inicios coexistió con la habanera, aunque reinando en ambientes sociales mucho más
humildes. Por este motivo era conocida como “habanera de los pobres”. Sin embargo, aunque hermana de
esta última, la milonga tiene una mayor relación con la música afro-americana. Su estructura, encajada en
el compás binario de 2X4, sigue un tipo de diseño musical que reúne todas las características del
cancionero colonial y se presenta en diversas formas rítmicas y melódicas, por lo que puede ser sureña o
pampeana, porteña o corralera, negra o candombeada, siempre manteniendo sus características
morfológicas.

La clave para interpretar correctamente un ritmo de milonga consiste en marcar con especial énfasis la
segunda mitad del último tiempo del compás y luego el tiempo fuerte. En el gráfico nº 7 tenéis un
ejemplo fácil de tocar que ilustra ejemplarmente este característico acento.

Otra variante, más cercana a la estética de la milonga sureña, es la que os ofrecemos en el gráfico nº 8.
En ambos ejemplos acentuar los tiempos señalados os permitirá apreciar el carácter gracioso del ritmo.

Fig 7

Fig 8

La guitarra solista

Con el propósito de volcar todos estos elementos en material de trabajo tangible, en el gráfico nº 9 os
ofrecemos un arreglo completo para guitarra sola en versión fácil del anteriormente citado tango El Choclo.
En el mismo, veréis cómo los elementos ya explicados cobran forma a lo largo de las tres secciones que la
obra presenta.

Pensad siempre que el proceso de aprendizaje mediante el cual se llegan a comprender las características
de las músicas regionales, va acompañado, idealmente, de una permanente inquietud por escuchar el
género en sus diversas manifestaciones; no perdáis de vista nunca este detalle y recordad: los discos son
nuestros mejores maestros.
Guitarra y bandoneón

La guitarra y el bandoneón ocupan, juntos, puestos de privilegio en la historia del tango. Como hemos
apuntado ambos forman parte de su evolución estilística desde un principio. Sin embargo, tuvieron que
pasar varias décadas para que los dúos formados por estos dos nobles instrumentos dialogaran a solas en
el surco del disco. De los muchos dúos formados a lo largo de la historia, algunos han dejado registros
excepcionales. En el año 1962 Aníbal “Pichuco” Troilo (bandoneón) y Roberto Grela (guitarra)
grabaron para de Argentina, el que sería la referencia para todos los dúos de la historia. “ Pa´ que bailen
los muchachos” recoge clásicos del género con intervenciones del cuarteto típico que completaban con
guitarrón y contrabajo. A mediados de la década del 70, tras el fallecimiento de Troilo, Grela registró junto
al virtuoso Leopoldo Federico (bandoneón) el larga duración “Hombres de tango”, maduro y brillante
aunque menos sorprendente que su antecesor. Años más tarde, la sorpresa llegaría de la mano de los
veteranos Aníbal Arias (guitarra) y Osvaldo Montes (bandoneón) con su “Juntos por el tango”,
grabación que reúne tangos, valses y milongas en el estilo tradicional, romántico y cantábile que
caracterizó la estética de los años 40 y 50. La actualidad en materia de dúos está a buen resguardo en las
manos de los experimentados Juanjo Domínguez y Julio Pane, quienes con su reciente trabajo “Un
placer”, nos recuerdan que buen gusto y virtuosismo pueden convivir en perfecta armonía.

Si te interesa profundizar en el lenguaje guitarrístico del tango, una excelente forma de hacerlo es
escuchando dúos de guitarra y bandoneón. En cualquiera de las grabaciones citadas podrás apreciar las
posibilidades que la guitarra tiene de trabajar tanto en el plano solista como de acompañamiento,
haciendo uso de un amplio abanico de recursos.

El “tempo rubato” del tango


Un último consejo: todo lo que del tango no puede explicarse con palabras está registrado en las
numerosas grabaciones que las grandes figuras del género dejaron como legado a las generaciones
posteriores. El carácter melancólico, arrastrado, rubato, lírico, compadrito y a la vez temperamental del
tango sólo es comprensible y asimilable en recursos cuando se lo ha escuchado -y mucho- en sus
diferentes formas. Por lo que es de carácter imprescindible para todo interesado en introducirse en su
universo expresivo el escuchar mucha música.

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