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cl 3
Editorial
Tributos regionales
E
n los países desarrollados
(OCDE) el nivel central tiene
a su cargo la definición de
solo el 50% del gasto fiscal
y los gobiernos locales la
otra mitad. En Chile, en
cambio, el poder de asignar los recursos
está en Santiago, con el 85% de la toma de
decisiones; mientras regiones y municipios
asignan en forma autónoma la pequeña
fracción restante, un 15%, margen que
incluso disminuirá como consecuencia de
la desmunicipalización de la educación.
Lamentablemente, este cuadro difícil-
mente cambiará en la actual administración,
pese a la luz de esperanza que encendió
el subsecretario de Desarrollo Regional,
Felipe Salaberry, al declarar en Concepción
que el gobierno iba a elaborar un proyecto
de ley para que las regiones recauden los
impuestos provenientes de las empresas que
se instalen en su territorio, y terminar así
el subterfugio de aprovechar los sistemas
contables para pagar en la casa matriz, que
generalmente está en la capital.
Sin embargo, la ilusión de los regionalistas
duró poco, pues los dichos del titular de
la Subdere no cayeron bien en Santiago
y debió desdecirse, y aclarar que no está
en los planes del Gobierno avanzar en
la materia.
Esta desviación de un sistema hipercen-
tralizado y su posible solución, viene siendo
expuesta hace décadas por estudiosos y
organizaciones regionalistas. La última fue
de la Fundación Chile Descentralizado y
contó con el aval de la ex Presidenta Ba-
chelet, sin embargo nunca llegó a puerto.
Allí se proponía la coparticipación de las
regiones en la recaudación fiscal nacional
mediante una serie de tributos descen-
tralizados para gravar a generadoras de
energía y forestales y a las cadenas del retail
Opinión
¿El respeto en decadencia?
Germán Gómez Veas
Consultor e Investigador en
Educación
La respuesta que el Presidente de
Francia, Emmanuel Macron, dio a
un joven, que en el contexto un acto
oficial de la tradición gala, lo trata con
una inapropiada informalidad verbal y
gestual, ha sido ampliamente comentada
en muchas partes.
“¿Cómo te va, Manu?”, fue la locución
inicial del joven ante una multitud de
ciudadanos y también ante numerosos
espectadores que vieron por diversos
medios el acto solemne que sería
presidido por el gobernante francés. A
éste, no le pareció nada de bien dicha
interpelación y en un tono sencillo, para
nada estridente, corrigió al joven im-
provisando una concisa, pero profunda
corrección. El Presidente de Francia le
reparó de inmediato: “No. No puedes
hacer eso. No, no, no, no”. “Estás aquí
en una ceremonia oficial, y deberías
comportarte. Puedes jugar al payaso,
pero hoy es el día de la Marsellesa, así
que me llamas señor Presidente, o se-
ñor, ¿de acuerdo?”. El joven sin perder
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En los últimos
30 años ninguna
iniciativa de
este tipo ha
prosperado y la
razón es simple:
nunca ha existido
voluntad política
para promover
tales cambios.
¿Será ahora
distinto? Todo
indica que no,
pues los actores
políticos llamados
a impulsar el
cambio son
prácticamente
los mismos y
los grupos de
poder e intereses
afectados
también.
compostura y habiendo puesto plena
atención responde: “Sí, señor Presidente”;
afirmación a partir de la cual el Presidente
completa: “Aquí tienes. Bien. Tienes que
hacer las cosas de la manera correcta.
El día que quieras hacer la revolución,
aprende primero a tener un diploma y
a alimentarte por ti mismo. Entonces
podrás ir a darle lecciones a los demás”.
Luego, para finalizar con natural cortesía,
el Presidente se despide.
En mi parecer, esta situación no es solo
una anécdota. No se trata únicamente de
un episodio que sirve para hacer notar
el carácter o el temperamento de una
autoridad respecto de una actitud poco
respetuosa de un ciudadano en un acto
oficial. Lo cierto es que este episodio
pone en evidencia que el respeto como
virtud ética, o si se prefiere, como valor
moral, está siendo desacreditado, des-
integrado y anulado muy ampliamente.
¿Acaso muchos profesores no viven
algo parecido a lo experimentado
por el Presidente francés? Podríamos
enumerar y describir muchos casos
diversos en cuanto al contexto, pero
idénticos en cuanto al fondo, respecto
de la experiencia vivida por el Presidente
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en las zonas donde están emplazadas. Las
dos primeras se asocian a un derecho a
compensación y reparación que tiene el
desarrollo, sobre todo cuando los beneficios
no van directamente a quienes sufren sus
efectos negativos.
En el caso del retail, un tributo des-
centralizado vendría a nivelar la cancha
y terminar con las escandalosas diferen-
cias hoy existentes en el pago de patentes
municipales. En Chillán, por ejemplo,
el supermercado Jumbo paga cada seis
meses $1.000 por concepto de patente,
mientras que una empresa local cancela
4 millones y un vendedor ambulante del
orden de 75 mil.
La realidad descrita y las propuestas
para superarla -no todas, pero la mayoría-
son hace tiempo conocidas. De hecho, la
propia Constitución permite, a través de
una simple ley, que determinados tributos
que gravan actividades o bienes con clara
identificación regional o local, puedan
ser afectados para fines de desarrollo de
la propia localidad.
Pese a ello, en los últimos 30 años ninguna
iniciativa de este tipo ha prosperado y la
razón es simple: nunca ha existido voluntad
política para promover tales cambios. ¿Será
ahora distinto? Todo indica que no, pues
los actores políticos llamados a impulsar
el cambio son prácticamente los mismos
de hace tres décadas y los grupos de poder
e intereses afectados también.
Para muchos puede resultar una quimera
seguir pidiendo una efectiva descentra-
lización a quienes han hecho todo lo
posible por mantener el actual modelo, sin
embargo, no podemos dejar de demandar
un cambio, a los actuales gobernantes y a
los que vendrán, porque en ello se juega,
inevitablemente, el futuro de todos los
chilenos.
Macron. No obstante, a partir de esta
circunstancia quisiera resaltar que cada
ciudadano, independiente de la función
o del rol jerárquico que pueda desarrollar
en el entramado social, no puede menos
que hacer todo para que cultivemos la
hospitalidad, el respeto, y la cortesía
como valores que nos permitan crecer
colectivamente. Por lo pronto, parece
conveniente y necesario preguntarse: si
no asumimos el deber de poner en prác-
tica una cultura oportuna, perseverante,
intachable, firme, y normal respecto de
estos valores sociales, ¿cómo podríamos
aspirar a una sociedad mejor?
Es posible advertir que muchos de
quienes ponen un sobredimensionado
énfasis en que vivamos en una sociedad
de derechos, no comprenden que ello
no puede ser contradictorio con los
deberes que explican precisamente
esos derechos. Y en este caso tan sin-
gular, resulta oportuno subrayar que
para nosotros, los humanos, poner en
práctica la hospitalidad, el respeto y la
cortesía, no es un asunto de derechos
más o de derechos menos, sino que
ante todo, ello parece constituir más
bien un deber moral.
LA DISCUSIÓN
Humor ÑUBLENSE ELIMINA A COLO COLO
Otra Mirada
Licencia social pendiente
L
a decisión de la empresa Ecobío, de invertir 250 mil
dólares en un moderno sistema para monitorear la
calidad de las aguas del subsuelo del relleno industrial
que tiene en Chillán Viejo, es un positivo avance
para la gestión de un recinto que carga un historial
de episodios controvertidos, además de enfrentar
la férrea oposición de gran parte de la población de la comuna
histórica, que considera peligrosa su operación para la integridad
del medio ambiente.
Es bienvenido todo cuanto se haga por mejorar la eficiencia en
el manejo de este relleno que desde 2011 recibe desechos indus-
triales de más de 100 compañías de todo el país y que a la fecha
acumularía 500 mil toneladas de residuos. La peligrosidad de las
sustancias con las que trabaja amerita que se manejen todas las
posibles variables de contaminación, incluyendo algunas complejas,
como es precisamente la infiltración de las napas subterráneas.
El tratamiento de desechos industriales es por sí solo un tema
complicado y que genera externalidades, por lo mismo la respon-
sabilidad en el manejo y la extrema precaución en su destino final
es parte de lo que la ciudadanía exige a este tipo de industria.
El relleno industrial de Chillán Viejo (CITA) debe lidiar con
una opinión pública adversa que cuenta con información técnica,
además de la poderosa fuerza de los hechos que ha revelado que
su preocupación no es infundada, pues al menos tres episodios
de derrames se han presentado en los últimos cuatro años.
La contaminación cero prácticamente no existe, pero lo que sí
hay son tecnologías que minimizan los impactos, también modelos
para relacionarse adecuadamente con las comunidades afectadas
y límites normativos que deben cumplirse. Ese es el piso de ope-
ración que debemos exigirle al CITA y los requisitos mínimos
para que obtenga su aún pendiente licencia social.
Efemérides
1907. Nace en Chi- Hace 50 años
llán la escultora Mar-
ta Colvin Andrade, Anoche, a las 22.30 horas, se
Premio Nacional de efectuó en el salón auditorio
Arte 1970. de Radio La Discusión un foro
sobre “Salud Pública y Previsión
1928. Se inaugura Social”, con la especial participa-
la primera línea tele- ción del subsecretario del Minis-
fónica internacional terio de Salud, Dr. Patricio Silva.
que tuvo Chile. Unía
Santiago con Buenos
Aires y Montevideo. Hace 25 años
1941. Nace el Teatro El Servicio Nacional de Pesca
Experimental de la inició una acción conjunta, con
Universidad de Chile, la Municipalidad, Carabineros,
con su primera pre- Armada y vecinos de Cobque-
sentación en público cura, para librar a los lobos ma-
en el Teatro Imperio rinos de los buques pesqueros
de Santiago. que merodean cerca de la playa.