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PRIMERA ESTACIÓN:
SEGUNDA ESTACIÓN:
La cruz a cuestas sobre nuestros hombros hoy día, son aquellas situaciones
difíciles que vamos enfrentando con fe, valentía, disposición y amor en
nuestra vida personal y familiar. Problemas, angustias, necesidades,
enfermedad, crisis económicas, problemas delicados, pero también,
¿Qué cargamos sobre nuestros hombros y que no nos santifica ni nos dan
merito ante Dios ni ante los hombres? Son aquellas vanas cosas que nos
quitan la paz y el gozo espiritual. Los vicios, defectos, venganza,
odio, maldad. También, la irresponsabilidad, la ociosidad, la desidia, la
vida comodina, los pecados capitales, etc.
Reflexionemos como vamos caminando en la vida en la familia y cada uno de
nosotros y reconozcamos que estamos llamados a renovar propósitos para
crecer como personas y como hijos de Dios. Propongámonos retomar las cosas
buenas que nos hacen felices y alegres. OREMOS. Padre nuestro, Ave María
y Gloria.
TERCERA ESTACIÓN:
CUARTA ESTACIÓN:
QUINTA ESTACIÓN:
SEXTA ESTACIÓN:
SÉPTIMA ESTACIÓN:
Las caídas duelen y/o dejan dolor como también cicatriz en grado
significativo. Jesús vivió la maldad de un pueblo entero quien le dio la
espalda por hacer el bien. Por mostrar el rostro bueno de Dios en las buenas
obras al necesitado, le costó la vida por anunciar la Verdad y denunciar la
injusticia. Los profetas pasaron también la misma suerte.
Que todos sepamos buscar la Luz que da vida para que no cometamos los
mismos errores como comunidad y evitar frecuentes caídas buscadas por
nuestros errores. OREMOS. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
OCTAVA ESTACIÓN:
VIA CRUCIS
Reflexiones
aquella persona.
favor nuestro, que nos apoyen, ayuden, pero nosotros preocuparnos por la
caridad cristiana en nosotros se ha perdido por que nos dejamos vaciar del
NOVENA ESTACIÓN:
Jesús cae por tercera vez
Esta tercera caída de Jesús nos recuerda la fragilidad humana, nos recuerda que
nuestras solas fuerzas no son quien nos sostiene sino el amor misericordioso de Dios que quiere
que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. Cada experiencia
drástica, difícil, buscada es una llamada de atención a reconocer el único Camino, Verdad
y Vida a quien necesitamos sea nuestra Luz en el caminar de nuestra oscuridad. Cada uno
sabremos interiormente de que se trata. Hace falta la humildad de corazón que nos lleve
reconciliarnos con Dios y con la Iglesia a quien hemos herido con el pecado por tantas caídas en el
mal. Roguemos a Dios que escuche nuestra oración en todo tiempo, que alcancemos la
humildad como cimiento de nuestra vida. Que María nuestra Madre nos ayude a pedir este don
que tanta falta nos hace para asemejarnos a ella. OREMOS. Padre nuestro, Ave María, Gloria.
DÉCIMA ESTACIÓN:
VIA CRUCIS
Reflexiones
La cruz fue un instrumento de tortura en aquel tiempo. A todos los malhechores los llevaban
allí para causar escarmiento al pueblo. Hoy día hay muchas cruces que encaminan a la perdición
y que tenemos que cambiar ese sufrimiento que destruye en medios de santificación que
construyen para que tenga sentido llevar la cruz renunciando continuamente y me refiero
a aquellos defectos, vicios, pecados capitales que por tenerlos en cada uno sepamos ofrecer a
Dios nuestra fragilidad y apoyados de la oración logremos significativamente la alegría del
Señor en nuestra vida y familia. Muchos prefieren seguir clavados en la cruz del vicio y no
quieren cambiarlo en medio de santificación y liberación, pidiendo a Dios reciba nuestra
debilidad y nos favorezca con la fortaleza para renunciar al mal. OREMOS. Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
Con la muerte de Jesús en la cruz, se cumple el plan de Dios de Redimir al mundo de sus
pecados. Este ejemplo de amor de Dios por nosotros nos compromete también a morir a todo
aquello que no beneficia nuestra vida y nuestra familia. Necesitamos morir constantemente a
muchas ociosidades, a muchas malas costumbres, hábitos desordenados, mentalidad
corrompida, desidia de aprender y conocer la fe. No somos felices porque no queremos morir al
pecado. No vivimos la alegría que Dios quiere porque vivimos las ataduras del mal. Cada uno sabe
en su interior a que tenemos que morir para encontrar aquella felicidad anhelada por Dios y
muy buscada por nosotros. Que la muerte de Jesús no sea vana por nuestra indiferencia en la
práctica del amor a nuestros semejantes. Pidamos a Dios piedad de nuestros pecados de
omisión en nuestras obligaciones diarias. OREMOS.Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Jesús cumplió su misión de Redimir al mundo y con ello cumplió la voluntad del Padre. Nosotros,
tenemos también una misión que realizar y la principal es nuestra propia santificación, es decir,
hacernos santos desde aquí en la tierra. Aunque nadie piensa en eso, es una realidad.
La santidad es una vocación, un llamado de Dios para cada uno de nosotros, SIN SANTIDAD
NADIE VERA A DIOS (Hch 12,14). Todo lo demás que tengamos que hacer va unido a la
santidad. Pensemos en la vida eterna, pensemos que no viviremos quinientos años aquí en
la tierra. Al final de nuestra vida y en brazos de Santa María, Madre nuestra nos reciba
en sus brazos por haber cumplido la voluntad del Padre. Que cada uno de nosotros pensemos en
serio nuestra santidad. Trabajemos nuestra vida eterna lo más pronto posible porque no sabemos el
día ni la hora. OREMOS. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Al final de su vida Jesús como hombre cotidiano también llego al lugar de los muertos. Jesús fue
sepultado según la costumbre de su pueblo. El sepulcro es el lugar de los muertos, en un
sepulcro todo es podredumbre, en un sepulcro no hay nada agradable sino polvo y huesos.
Esto nos recuerde que nosotros no nos convirtamos en un sepulcro donde nuestro corazón
este corrompido, donde solo exista la muerte, donde sale solo olor mal oliente de
maldad, destrucción, odio y todo lo que perjudica al prójimo. No nos convirtamos en vida en un
sepulcro desagradable en su interior, pestilente al que no se puede estar cerca por el
hedor que sale de su corazón. Vivamos el amor, la verdad, la justicia y la paz. Estamos
llamados a la vida hoy y siempre. La Palabra de Dios es vida, es Luz, guía, corrige,
levanta, reprende, alimenta, robustece, endereza. La Palabra de Dios calma las tempestades de
nuestras penas. Si conocieras el don de Dios y te atrevieras a mirarlo, ya no
esperarías más y te arriesgarías a buscarlo definitivamente y agradecerías su Palabra que da
vida a nuestra fragilidad. Que nuestra comunidad sea más sensata en su manera de pensar como de
obrar el bien. Necesitamos ser verdaderos hijos de Dios, manifestando nuestro compromiso
bautismal y no ser infierno que irradia la maldad en los corazones de buena voluntad. OREMOS.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
P R O M E S A S para los devotos del Vía Crucis
2. Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Vía Crucis.
4. Aunque tuvieran más pecados que las hojas de la hierba que crece en los campos, y más
que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al
Vía Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados
mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
5. Los que acostumbran rezar el Vía Crucis frecuentemente, gozarán de una gloria en el Cielo.
10. Fijaré la mirada de Mis Ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y
Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11. Así como Yo fui clavado en la Cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que
Me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
12. Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de Mí porque Yo les daré la gracia de jamás
cometer un pecado mortal.
13. En la hora de la muerte, Yo les consolaré con Mi presencia, e iremos juntos al Cielo.
La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Vía Crucis.
14. Para estos devotos del Vía Crucis, Mi Alma será un escudo de protección que siempre
les prestará el auxilio cuando recurran a Mí.