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La Filosofía Natural puede ser considerada, por una parte, como la matriz de la
que surge la ciencia moderna, y por otra como el intento de completar de forma espe-
culativa los vacíos dejados por la misma. La primera interpretación se refiere a la
filosofía natural anterior al surgimiento de la revolución copernicana, galileana y
newtoniana y la segunda se aplica a la reacción romántica y prerromántica frente a las
carencias del mecanicismo. La filosofía natural pretende poner los resultados de la
ciencia al servicio de una visión del mundo, cambiar la inteligibilidad del mundo
dando lugar al surgimiento de un nuevo sentido común.
La Filosofía Natural presentaría como algunas de sus características esenciales
las siguientes3:
3
Sobre esta problemática se puede consultar con provecho el magistral análisis de M. Foucault
en Las palabras y las cosas, donde también muestra el rechazo que tanto Bacon como Descartes
mostraron frente a todo pensamientos basado en la analogía.
4
«La philosophie naturelle, une quête de l’intelligence», en Apologie du logos, Hachette, París,
1990, pp. 495-504 (AL).
De ahí su utilidad en los campos de las ciencias biológicas y sociales en que general-
mente se desconoce la dinámica que origina el proceso. A partir de la morfología del
sistema y aplicándole la modelización de la TCE podemos emitir hipótesis acerca de
su comportamiento y de la dinámica oculta que lo produce.
En conclusión, para Thom el lugar que hoy podría y debería ocupar un filósofo
natural se sitúa al lado del científico, atento a las novedades que surjan, y procurando
facilitar lo más posible el intercambio entre la ciencia y la filosofía, mostrándose
«filósofo en la ciencia y científico en la filosofía». Su papel es el de ser «guardián de
lo inteligible» y su función general consiste en «luchar continuamente contra las des-
viaciones pragmatistas que tienden a torcer nuestras pregnancias y crear significacio-
nes abusivas o ficticias»5.
Thom presenta la Semiofísica6 como una «física del sentido», como una teoría
general de la inteligibilidad, como una onto-morfología, o consideración ontológica
de la diversidad de formas que se presentan en el mundo. Para nuestro matemático
sólo ciertas configuraciones de elementos tienen sentido y pueden servir de base a
una construcción inteligible de la realidad susceptible de ser descrita de forma lin-
güística. La ontología inteligible que propone Thom consta de dos tipos de seres7;
formas que resaltan (saillances) y pregnancias (pregnances), ambas se dan en un es-
pacio sustrato que en este caso es el espacio euclideo tridimensional en un rango de
dimensiones que tiene por patrón la escala humana, es decir, que no considera ni lo
infinitamente pequeño ni lo infinitamente grande. Las primeras son elementos esta-
bles, cerrados topológicamente y disjuntos que pueden interaccionar por contacto,
fusionarse, escindirse, nacer y morir. Las pregnancias son como fluidos, como emana-
ciones que se propagan de una forma a otra a la que invisten, de manera que la forma
investida sufre un cambio de estado (efecto figurativo) y puede remitir la pregnancia
recibida (efecto de codificación). El ejemplo más claro es el del contagio. Algo pasa
de una forma a otra, le produce un cambio y la hace capaz de transmitir de nuevo lo
recibido contagiando a otras formas.
El mundo de Thom conjuga, pues, formas resaltantes de objetos individuales
impenetrables, topológicamente disjuntas, y pregnancias, cualidades ocultas, virtudes
5
Cfr., Al, 504.
6
Cfr., R. Thom, Esquisse d’une Sémiophysique. Physique aristotélicienne et Théorie des
Catastrophes, InterEditions, París, 1988. (S). Hay traducción española de Alberto L. Bixio en
Gedisa, Barcelona, 1990.
7
Cfr., S, 16-20.
eficaces que emanan de las formas fuente y van a investir otras formas resaltantes
produciendo en ellas efectos visibles. Las formas resaltantes son experimentadas como
discontinuidades contra un fondo continuo que es el espacio sustrato en el que habitan
dichas formas, de manera que la condición general de la individuación es la conexión
topológica. Los individuos son bolas cerradas en terminología topológica definidos
por su figura exterior que les sirve de frontera separadora y contrastante en relación
con el espacio circundante. Por su parte, las pregnancias suelen tener una fuerte signi-
ficación biológica. El ejemplo más claro es el del condicionamiento pavloviano en el
que la forma resaltante del timbre se inviste por la pregnancia alimenticia de la carne
y desencadena los mismos efectos, la salivación, que ella. Las pregnancias son como
un fluido invasor que se propaga por semejanza o por contigüidad en el campo de las
formas percibidas. Ejemplos de pregnancias son los fenómenos de contagio, de imita-
ción en general y, en el mundo humano, fenómenos como los de la moda o las ideolo-
gías. Precisamente las pregnancias emitidas es lo que permite una primera caracteri-
zación del concepto como una clase de equivalencia definida en el conjunto de todas
las formas resaltantes, de forma que podemos decir que son equivalentes y, por tanto,
que se agrupan bajo el mismo concepto o categoría, el conjunto de formas cuya per-
cepción provoca la emisión de una misma señal o el establecimiento de una misma
conducta. Por ejemplo, el concepto de presa agrupa a todos los objetos que desenca-
denan una actividad predatoria; y el concepto de depredador agrupa a todos los obje-
tos que provocan una conducta de huida en un animal.
La ciencia contemporánea en tanto que está aún sometida al positivismo preten-
de reducir los entes admisibles a las formas resaltantes eliminando las pregnancias y
sólo admite un tipo de interacción, la colisión entre formas resaltantes. Sin embargo,
dicha ciencia tiene que admitir para explicar la acción a distancia debida a la fuerza de
la gravedad, o a las fuerzas electromagnéticas una noción como la de campo (campo
gravitatorio, campo eléctrico o campo magnético) que es difícil interpretar de otra
manera que como una pregnancia objetiva.
Thom, por su parte, admite cuatro tipos de interacciones8: la de una forma resaltante
sobre otra, o colisión que es el resultado de la competición de dos formas por un
mismo espacio; la de una forma resaltante sobre una pregnancia, que denomina
preprograma y cuyo ejemplo más claro es la de un obstáculo introducido en un fluido
al que modifica; la de una pregnancia sobre una forma resaltante, cuyo ejemplo más
notorio es el contagio, el efecto figurativo por el cual una pregnancia inviste una for-
ma y la transforma; por último, la de una pregnancia sobre otra y que modeliza cómo
una pregnancia presente influye sobre la propagación de otra.
La noción que exige más explicación es la de preprograma que Thom entiende
como una forma que al situarse como un obstáculo en el seno de una pregnancia puede
operar en ella una serie de transformaciones topológicas típicas como el nacimiento, la
8
Cfr., S, 53-61.
9
Cfr., Al, 498.
10
Cfr., S, 155.
11
Cfr., S, 152-154.
Por otra parte, Thom analiza la teoría aristotélica del acto y la potencia, en la que
también descubre cierta ambigüedad, ya que por un lado, un ser en potencia puede
significar una posibilidad imaginaria de desarrollo de un ser real, pero también un ser
en potencia puede ser un ser real capaz de desplegar posibilidades inesperadas, pode-
res (dinameis)o capacidades (exeis), si se dan ciertas circunstancias actualmente no
presentes12. respecto al acto, Thom establece dos axiomas según los cuales, por una
parte, toda transformación no natural exige la presencia de una entidad diferente, el
motor, (to kinoun) que entre en contacto con la entidad inicial y le transmita una
especie (eidos) que modifique su estado. (una pregnancia en la ontología de Thom) y,
por otra, todo estado actual puede ser descrito verbalmente por una frase nuclear con
un verbo13.
En cuanto al tipo de entidades presente en la Física aristotélica Thom distingue
los homeómeros de los anhomeomeros. Mientras que en los primeros, las partes son
equivalentes semántica y fenomenológicamente al todo, en los segundos, que son los
verdaderos entes individuales, las partes no son equivalentes al todo. Estos últimos
12
Cfr., S, 155.
13
Cfr., S, 157.
14
Cfr., S, 223.
15
Cfr., S, 225.
4. CONCLUSIONES