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Desde un punto de vista genérico el bien jurídico protegido será la Administración Publica,
en dos sentidos distintos: en su organización interna y en su relación con los ciudadanos.
Por ultimo quedan autores que señalan el bien protegido en los intereses patrimoniales de
los entes públicos, así como el Tribunal Supremo que estimó que los delitos de malversación
apuntan a la protección de un conjunto de bienes jurídicos, entre los que se incluyen el
patrimonio público, junto al correcto funcionamiento de la actividad patrimonial del Estado,
la confianza de los ciudadanos en el manejo honesto de los caudales públicos y la propia
fidelidad al servicio de las funciones encomendadas a quienes disponen de ellos (Sentencia
del Tribunal Supremo de 27 de mayo de 1993)
Marco conceptual
Las presentes figuras delictivas se configuran como delitos especiales propios, porque sólo
pueden ser cometidos por un círculo determinado de sujetos, autoridades o funcionarios
competentes, y la figura de malversación, asimismo, requiere que la autoridad o
funcionario tenga una determinada relación con el patrimonio público, bastando con que
haya llegado a su poder con ocasión de las funciones que concreta y efectivamente tenga el
sujeto como elemento integrante del órgano público. No obstante el artículo 435 CP,
asimila el delito de malversación para aquellos sujetos encargados de fondos o rentas
pertenecientes a las Administraciones Publicas, porque aun siendo particulares los tales
encargados, la importancia de dichos bienes es notoria y su carácter público es indiscutible.
A tenor de lo anterior, el particular que sustraiga caudales públicos no puede ser autor de
un delito de malversación; lo será de hurto, robo o apropiación indebida.
El objeto material
La acción del sujeto activo recae en todas las modalidades de malversación sobre un objeto
material concreto: el patrimonio público, que sustituye a partir de la reforma operada por
la LO 1/2015 en el Código Penal a la referencia a los caudales y efectos públicos. Se entendía
por tales todo capital, patrimonio, fondo, cosa o cualquier bien, de cualquier condición,
fungible o no, susceptible de estimación económica, así se consideró utilizar a un empleado
público en horas en que debe prestar sus servicios a la administración (SSTS 21 de julio de
2005 y 12 de diciembre de 2006), el dinero procedente de cobro de multas (STS 24 de enero
de 2001), adquiriendo el caudal, naturaleza pública por incorporación a la administración o
por destino a sus fines. El art. 3.1 de la Ley 33/2003 de 3 de noviembre, del Patrimonio de
las Administraciones Públicas, define el mismo, estableciendo que el patrimonio de las
Administraciones públicas está constituido por el conjunto de bienes y derechos, cualquiera
que sea su naturaleza y el título de adquisición o aquel en virtud del cual les hayan sido
atribuidos, y se clasifican en bienes de dominio público o demaniales, y de dominio privado
o patrimoniales, según se encuentren afectados al uso general o al servicio público, o
expresamente se determine, o no tengan tal carácter demanial, aún siendo de titularidad
pública. Por consiguiente, el patrimonio público como conjunto de bienes y derechos de
cualquier clase de naturaleza o titularidad pública, es un concepto mucho más amplio que el
de caudales públicos, del texto anterior, que siguen incluyéndose dentro del ámbito de
protección penal, pese a las previsiones del art. 3.2 de la Ley 33/2003.
Regulación
Malversación propia
El art. 432.1 CP, redactado por la LO 1/15 de 30 de marzo, castiga con pena de prisión de 2
a 6 años e inhabilitación especial para cargo o empleo público y para el ejercicio de sufragio
pasivo de 6 a 10 años a la autoridad o funcionario público que cometa el delito de
administración desleal del art. 252 CP.
Aunque la remisión lo es al artículo 252 in totum y, por tanto y en principio, a cualquiera de
sus modalidades, las previsiones de un tipo agravado y de un tipo atenuado en la
malversación, desplazan por especialidad la remisión al número 2 del artículo 252 y al art.
250 CP.
Acudiendo entonces al delito de administración desleal del art. 252.1 CP, se castiga a los que
teniendo facultades para administrar un patrimonio ajeno las infrinjan excediéndose en el
ejercicio de las mismas y, de esa manera, causen un perjuicio al patrimonio administrado.
Conductas de apropiación
Se configura, por tanto, la otra modalidad de malversación como una apropiación indebida
de patrimonio público. Se trata de la tradicional conducta de sustracción de los fondos y/o
patrimonio público.
• Sujeto activo, una autoridad o funcionario público del que no se exige que, por
razón de sus funciones, tenga a su cargo el patrimonio público;
Elemento objetivo, solo pueden ser objeto de este delito el patrimonio público,
incluyendo los caudales o efectos públicos; Caudales públicos son, según la
jurisprudencia, todos aquellos que hayan llegado a poder del funcionario en razón de
las funciones que concreta y normalmente desempeña, debiendo afirmarse por ello
la pertenencia del dinero o los efectos de la Administración a partir de su recepción
por el funcionario legitimado, sin que quepa exigir una efectiva incorporación al
Erario Público y son, en definitiva, como señala la STS de 10 de octubre de 1989citada
en la STS 44/2008 de 5 de febrero, todos los que han llegado a poder del funcionario
en ocasión de las funciones que, concreta y efectivamente, tenga a su cargo.
El precepto ya no exige que el funcionario tenga los efectos públicos «a su cargo por
razón de sus funciones», que significaba estar encargado de ellos, y no solo
responsabilizarse de su custodia material, sino también ostentar capacidad de
disposición o inversión sobre los mismos de tal manera que los caudales no pudieran
salir del organismo oficial sin la decisión del funcionario (por disposición de ley,
nombramiento o elección). (STS 6 de mayo de 2013)
Subtipos agravados
El art. 432.3 CP, modificado por la LO 1/15, establece únicamente dos tipos agravados de
malversación, independientes y separados, relativos a la especial gravedad en atención al
daño/entorpecimiento al servicio público:
Malversación impropia
• Los que se hallen encargados por cualquier concepto de fondos, rentas o efectos
de las Administraciones públicas. Comprende a cualquier persona que, de forma
reglamentaria o no, se ocupe de dichos bienes, como las entidades colaboradoras o
agencias ejecutivas de recaudación, bancos y cajas de ahorro que se utilizan para ello.
• Los particulares legalmente designados como depositarios de caudales o efectos
públicos.
• Los administradores o depositarios de dinero o bienes embargados, secuestrados
o depositados por autoridad pública, aunque pertenezcan a particulares».
Supone una extensión ex lege de los tipos de malversación, acudiendo a una doble
ficción: la de asimilar a la condición de autoridad o funcionario a tales
administradores o depositarios, y a la de caudales públicos, los bienes embargados,
secuestrados o depositados. (STS 1027/2007, de 10 de diciembre)
Las conductas descritas pueden llevarse a cabo de cualquiera de las formas previstas para
los casos de malversación propia, por tanto por gestión desleal o por apropiación, con los
mismos subtipos agravados o atenuados, destinando el patrimonio público a usos ajenos o
dándoles una aplicación privada.