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FILOSOFÍA DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA ANTONINO GONZÁLEZ

UNIDAD DIDÁCTICA 1.
INTRODUCCIÓN FILOSÓFICA

La disciplina que damos en llamar Filosofía del matrimonio y de la familia abarca


numerosos ámbitos: tantos como caben en la Filosofía en general, aplicados en
este caso al matrimonio y a la familia. No obstante, numerosos de ellos son trata-
dos en diversas asignaturas -de entre ellas, de modo relevante, la Antropología,
pero también la Psicología, la Sociología, el Derecho Natural, etc.- de modo que
nuestra reflexión ha de centrarse en ese campo de reflexión filosófica no abor-
dado por ninguna otra área del extenso saber filosófico: tal conocimiento sólo
puede referirse al núcleo mismo del filosofar, la metafísica. Este saber estudia el
ente en cuanto ente, es decir, lo que es en la medida en que es, el ser de lo que es.
La familia y el matrimonio son, pero ¿qué? ¿Tienen una realidad autónoma o
dependen de sus miembros? ¿Existen en sí mismos? ¿En qué consisten? La realidad
familiar y conyugal debe ser estudiada, porque no es lo mismo el ser que tiene una
idea mía que el que tiene un hipopótamo... La reflexión sobre tal estatuto ontoló-
gico -el tipo de existencia- del matrimonio y de la familia es la que nos propone-
mos llevar a cabo.
La primera distinción radical es la que separa -en nuestra mente- la esencia de
la existencia: es distinto el ser algo que el algo que se es. Todo ente -todo lo que
es, lo que tiene existencia- es y es algo.Y siempre es-y-es-algo: en la realidad no se
da nada que no sea o que no sea algo, nada que no tenga existencia por más que
tenga un modo propio de ser, ni nada que, existiendo, no sea algo. En la realidad
hay entes: seres que existen y son tal o cual cosa. Sólo en nuestra mente se pue-
den dar por separado esencia y existencia. Que algo que existe puede ser una
cosa u otra no nos comporta dificultad -el clásico ejemplo de la madera que pasa
a ceniza y humo-; pero sí nos resulta complicado de entender el que esa cosa
pueda tener un ser u otro, entre otras razones porque ser es siempre ser. Pero
como dice Aristóteles en su Metafísica, to on legetai pollacos, el ser se dice de
muchas maneras: no es lo mismo ser en sí, -subsistencia-, que ser en otro
-como el color, por ejemplo-; no es lo mismo ser en la mente que ser en la reali-
dad; no es lo mismo ser en potencia -ser pura posibilidad real- que ser en acto...
Así las cosas, acometeremos el estudio del tipo de esencia -lo que se es- y de
existencia tanto del matrimonio como de la familia.

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LECCIÓN 1.1.
EXISTENCIA DE LA FAMILIA Y
EXISTENCIA DEL MATRIMONIO

1.1.1. La facticidad de la familia


Es un hecho evidente que la familia existe. Hay innumerables testimonios de la
existencia a todo lo largo de la historia de numerosas agrupaciones familiares,
revestidas de diversas formas culturales, pero siempre en torno a un patrón
básico -véase, siquiera someramente, la asignatura Historia de la familia del tercer
semestre-.
Dice Alvira en su El lugar al que se vuelve, al plantearse el ser de la familia, que
las consideraciones en torno a ella podrían llevarse a cabo en un plano descriptivo
-qué es lo que hay- o en el plano del ser y el deber-ser: qué idea configura la fami-
lia y consecuentemente, cómo debe ser ésta, y apostilla que si bien parecen dos
ámbitos distintos, en realidad son uno solo: qué trazos tiene toda familia y, en
consecuencia, cómo debe la familia buscar el poseerlos del modo más perfecto
posible. Como el matrimonio es un tipo de familia -la llamada familia matrimonial-,
a partir de este punto se hace extensivo para el otro todo lo que digamos acerca
de la existencia del uno o del otro.

1.1.2. La familia, realidad natural


La familia es una realidad natural porque, de diversas maneras, aparece con-
tinuamente en las diferentes sociedades humanas: la idea es encontrar un canon,
una medida según la cual se constituye la realidad familiar. En cualquier caso, esa
naturalidad de la familia ha de ser naturalidad de sus miembros: es en la naturaleza
del ser humano donde hay que buscar qué es la familia, cuál es su naturalidad, ya
que es el ser humano el que por naturaleza se asocia familiarmente. Lo que aquí
pretendemos es buscar, desde la naturalidad que el ser humano, fundador de la
familia, le confiere a esta, el tipo de realidad que la familia es, para de nuevo volver
desde ahí a esos elementos canónicos, siempre presentes en toda forma de con-
creción familiar.
Si es la naturaleza humana la que confiere naturalidad a la familia, o dicho en
otras palabras, si la familia es natural porque es natural que el hombre forme fami-
lias -porque es evidente que no hay familia sin hombre, que es este quien forma
aquella- ¿qué en el hombre le mueve a formar familias? Evidentemente, su sociabi-
lidad: al igual que el resto de animales, el ser humano no es viable por sí sólo, y,
como los animales sexuados, si no es por relación, no se puede perpetuar la espe-
cie. De todo ello se infiere que por naturaleza, el hombre es un ser social,
relacional. Está en la esencia del hombre el juntarse con otros hombres, porque

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"no está bien que el hombre esté solo", le es insoportable. Dado que el hombre
por naturaleza es apertura, es relacional, no sólo con otros hombres, sino
con el Mundo que le rodea, la forma de asociación primaria y más propiamente
humana, que es la familia, ha de ser natural, connatural al ser humano.
En la Metafísica de Aristóteles, se le llama naturaleza a: la generación de las
cosas que crecen; lo primero a partir de lo cual comienza a crecer lo que crece,
siendo aquello inmanente en esto; aquello-de-donde se origina primeramente el
movimiento que se da en cada una de las cosas que son por naturaleza; lo primero
de lo cual es o se genera cualquiera de las cosas que son por naturaleza, siendo
aquello algo informe e incapaz de cambiar de su propia potencia. Así se llama tam-
bién naturaleza a los elementos de las cosas que son por naturaleza; la entidad de
las cosas que son por naturaleza; a toda entidad. Pero primariamente, naturaleza
es la entidad de aquellas cosas que poseen el principio del movimiento en sí mis-
mas por sí mismas.

1.1.3. Relación
Pero según lo visto en el epígrafe anterior, si el ser humano es animal social,
zoon poloitikon, la familia no es sino una relación que los seres humanos establecen
entre sí. Unos la establecen y otros vienen a ella sin intervención de su voluntad:
son engendrados en la familia, como lo fueron sus progenitores: es natural la fami-
lia en tanto que de ella venimos todos, y nadie hay que haya sido concebido sin
una relación mediante, incluso en los casos de fecundación artificial, ya que es
absolutamente necesaria la intervención de alguien otro que yo. Pero el sosteni-
miento de esa forma de relación fundad por varón y mujer o en la que se ha
engendrado al hijo, depende de sus miembros: bien sea yo el que ha elegido a tal
persona para fundar una familia, bien halla yo llegado al Mundo en esa familia, la
pervivencia de la misma dependerá de mí. Aun cuando el matrimonio es indisolu-
ble, vive como indisoluble sólo si yo quiero...
Así, este modo se relación es sostenido por sus miembros: no tiene realidad
propia -es impensable una familia sin componentes- de donde se deduce que no
tiene su existencia en sí misma, sino en otro: no es una substancia -sub-stantia, lo
que permanece por debajo de todos los cambios aparentes- sino un accidente
-algo que ocurre, una incidencia, una ocurrencia- que existe en algo otro: en una
substancia: igual que el color de la pared no existe sin la pared, mientras que la
pared sigue por más que se pinte de otro color, así la familia existe en sus miem-
bros. Es un accidente.Y ¿de qué tipo?
Según el Estagirita, los accidentes pueden ser de nueve tipos: cantidad, cualidad,
el donde, la posición, la posesión, el cuando, la acción, la pasión y, finalmente, la rela-
ción. Este último accidente puede considerarse intrínseco a la substancia en que
inhiere, ya que en la relación es dicha substancia la que se refiere a algo otro, pero
a la vez es posible considerar a la relación como un accidente extrínseco, por
cuanto su término hace referencia al otro; de hecho, es por referencia a lo
otro como el accidente determina a la substancia: igual que el accidente de
tipo cualidad figura es un orden que determina por ejemplo a la mesa a tener este
determinado contorno, pero siendo la mesa la que existe realmente, mientras que
la figura existe sólo en tanto que determinación de la mesa, de la misma manera el
accidente de tipo relación fraternidad, pongamos por caso, es solamente la orde-

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nación mutua de los hermanos entre sí, relación que existe en cuanto deter-
minación de un hermano por referencia al otro, y viceversa. Las substancias que
tienen una determinación accidental de tipo relación son, pues, relativas a algo, no
en la totalidad de su ser, pero sí en cuanto a ese accidente: si mis hermanos mue-
ren, muere mi fraternidad, pero no muero yo.
Interesa resaltar que la relación es un tipo de existencia no en-sí,
sino en otro, que requiere de una substancia en la que inherir, y que
consiste en imponer en esa substancia un determinado orden referido
a algo externo.

1.1.4. Sociedad, familia y matrimonio


Dicho lo dicho, espero que resulte claro que la sociedad, toda forma de socie-
dad -entiéndase asociación, agrupación, federación, comunidad...- no es sino una
relación: algo que no existe de suyo, si no hay seres humanos que se relaciones,
que se ordenen entre sí y creen lazos. Se ve perfectamente con el ejemplo
extremo de la hecatombe nuclear que dejase vivos a unos pocos hombres pero
separados, cada uno aislado de los demás: ¿dónde estaría la sociedad entonces?
No podría haberla, porque esos hombres no podrían determinarse a sí mismos
como sociedad, no podrían establecer vínculos.
Esos vínculos de los que hablamos son de diversos tipos, y no es lo mismo la
relación cívica que tenemos con el panadero, el conductor del autobús o el minis-
tro que la que tenemos con nuestro cónyuge que la que tenemos con nuestros
hijos que la que tenemos con nuestros padres. Según la naturaleza de relación que
establezcamos las dos partes implicadas, será un vínculo u otro el que nos unirá.
La vinculidad humana es natural, pero nuestra libertad media en su estableci-
miento: por eso hay vínculos que potencian y favorecen la naturaleza humana y
otros que llamamos antinaturales. Y es que, como la naturaleza, según hemos
visto, es un cierto tipo de orden, y la relación ordena, hay vínculos conforme al
orden natural y hay vínculos en su contra.
Por otra parte, pudiera parecer que la entidad del matrimonio y de la familia, su
existencia, es de la índole más pequeña que hay, por ser un accidente, algo que le pasa
a alguien. Pero nos damos cuenta si examinamos el hecho metafísico, no teológico, de
que la creación es para Dios un accidente..., y no por ello tiene poca entidad. Muchas
de las cosas más pedestres y que más valoramos son accidentes: porque el dinero en
sí no es gran cosa, pero si encima no es mío entonces ya sí que no me dice nada, y la
posesión del dinero -o de lo que sea- no es sino un accidente...
Nociones de naturaleza, orden, relación. ¿Dónde está la existencia
del matrimonio o de la familia? ¿Existe el Matrimonio? ¿Cómo puede
tener valor eterno un accidente?
En el famoso libro El Principito, Antoine de Saint-Exupéry nos cuenta, por boca
del zorrito, en qué consiste una relación:
-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.
-Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito- ¡Qué bonito eres!

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-Soy un zorro -dijo el zorro.


-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito- ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo, -dijo el zorro- no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa domesticar?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa domesticar?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero
también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa domesticar? -volvió a pre-
guntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa crear vínculos...
-¿Crear vínculos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-.Tú no eres para mí todavía más que un mucha-
chito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada.Tampoco tú tienes
necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros seme-
jantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú
serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las
gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un
poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos
pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra;
los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música.Y además, ¡mira! ¿Ves
allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo
inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tie-
nes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que
es dorado también, será un recuerdo de ti.Y amaré el ruido del viento en el trigo.
(...) De esta manera el principito domesticó al zorro.Y cuando se fue acercando el
día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has que-
rido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar! -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo" 1.

1. Saint-Exupéry, A., El Principito, cap. XXI.

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LECCIÓN 1.2.
ESENCIA DE LA FAMILIA2

1.2.1. Familia, persona, sociedad


Familia es, en palabras de Alvira, aquella forma en la que el hombre se persona-
liza y se socializa -véase la diferencia entre ser social y ser co-personal en el epí-
grafe II.1.2 de esta Guía, o en la asignatura Antropología Filosófica-, como el lugar
propio del devenir humano -del individuo y de la sociedad-; es el lugar en que al
ser humano se le reconoce y acepta de modo absoluto, por ser quien es, y por
ello se relaciona con el que le reconoce: se es así social. Esto no sólo es así de
hecho, sino que es necesario: si sólo hubiese un hombre en el Mundo, no habría
ningún hombre. Ser es siempre ser ante otro, y en la medida en que me relaciono
con él, me distingo de él -tal es la explicación filosófica del misterio de la Trinidad-.
Pero esta síntesis entre individualidad y socialidad de que estamos hechos por
naturaleza, sólo es lograble de un modo pleno en la familia, donde se nos acepta
de modo absoluto. El aprendizaje práctico de ser persona, el devenir cultural de lo
que primariamente era natural, se realiza propiamente en la familia.

1.2.2. Familia, sexo, matrimonio


La familia matrimonial es imprescindible para la humanización de toda sociedad,
ya que sólo en ella se entrelazan de manera relevante, en su justa medida y valor,
el sexo, la procreación, el amor, la propiedad legítima y la educación. En palabras
de Alvira, "en una sociedad sin familia matrimonial no hay habitantes sino
gente"3. ¿Qué alcance tiene tal afirmación?
Sin la familia, ni la persona ni la sociedad pueden humanizarse, con lo que
puede decirse que el sexo es una determinación humana básica, el matrimonio
una institución de amor verdadero y exclusivo entre hombre y mujer, y la familia
el constitutivo y constituyente esencial de toda sociedad humana. No hay socie-
dad que no se constituya sobre ella, y toda persona tiene alguna referencia a ella.

1.2.3. Funciones de la familia


Los elementos constitutivos de la familia son principalmente tres: economía,
educación e intimidad. La primera de ellas, la economía, es el cuerpo de la familia,
y de hecho los factores constitutivos de la economía sólo pueden desarrollarse
por y para la familia.

2. Cfr. todo el capítulo Alvira, R., El lugar al que se vuelve, cap. 1.


3. Alvira, R., El lugar al que se vuelve, pág. 26.

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La segunda función, la educación, es propia de la institución familiar por sobre


toda otra, ya que sin diálogo afectuoso e inteligente subrayado por el verdadero
ejemplo -y ejemplo verdadero- no hay educación real. Y es que los libros y demás
medios de comunicación aportan información riquísima, pero no pueden sustituir a
la vida: al diálogo, al ejemplo moral vital, porque es distinto saber cómo hay que
hacer las cosas de saber hacerlas bien. Sin educación no hay libertad, pero sin
libertad no hay educación: por eso la familia, lugar del diálogo y del amor y de la
libertad y del aceptar de modo absoluto, es también el lugar de la educación.
En cuanto a la función familiar de intimidad, es algo natural en toda persona, y
por tanto algo necesario: frente a la dispersión de la vida, el ser humano necesita
centrarse para no perderse y poder vivir en cambio con intensidad -como el ani-
mal necesita marcar su territorio, el hombre necesita tener un ámbito espiritual
en el que no perderse: la intimidad-.
Pero para desplegar esas tres funciones, la familia necesita un lugar y un
tiempo: un espacio físico, psicológico y cultural que permita la vida de familia y en
familia, vida ésta que de hecho es, paradójicamente, un espacio espiritual que se
agranda cundo se achica el espacio físico -cada nuevo hijo, aunque reduce el espa-
cio físico, es un nuevo mundo, un nuevo punto de referencia: un nuevo cosmos
espiritual. Pero para que el recién llegado pueda aportar ese espacio de riquezas,
es necesario primero hacerle sitio.
En lo que se refiere al tiempo, cuantitativamente hay que dedicar una conside-
rable cantidad de tiempo a la familia, y, cualitativamente, hay que saber hacerse
con el ritmo de la familia, de sus miembros, con el compás con que se van desa-
rrollando los sucesivos diálogos, esa armonía que Alvira llama la musicalidad de la
vida, de la familia y de la sociedad.

1.2.4. Relaciones en la familia


Dice Aristóteles que del diálogo surge la luz, y así ocurre en la familia: al venir al
Mundo, si no tenemos alguien que nos estimule, que nos sugiera, no desarrollare-
mos nunca la inteligencia -ni la voluntad-. Primero aprendemos a hablar y a mirar
el Mundo, y sólo después aprendemos a pensar... Es decir, fuera del clima ade-
cuado no podemos humanizarnos, y tal clima dialogante es el de las relacio-
nes apoyadas en la voluntad y los afectos. Sin afecto no se puede ni siquiera
aprender a hablar. Asimismo, es en este ámbito de relaciones donde se puede
aprender a vivir el ejercicio e integración de las dimensiones afectivo-volitivas, ya
que en la familia han de estar presentes los cuatro amores, como diría C. S. Lewis:
el amor o respeto a la dignidad del otro por él mismo, por ser persona; el amor
de amistad, de diálogo y encaminamiento; el amor de simpatía o afecto sensible; el
amor erótico, enamoramiento, que ha de aprenderse viendo el cariño de los
padres.
Además, en la familia se aprende que la vida es competencia -jugar- y es coope-
ración -ayuda-, pues vivir es convivir en toda su riqueza, en su hacerse cargo del
otro, ponerse en su lugar, y esa riqueza sólo se puede aprender en un Universo en
que tal esté presente: el mundo familiar.

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LECCIÓN 1.3.
ESENCIA DEL MATRIMONIO4

Como la mejor manera de conocer la naturaleza de algo consiste, a juicio de


Tomás de Aquino, en el estudio de sus causas, estudiemos las causas del matrimo-
nio, y sigamos para ello el desarrollo temático que lleva a cabo el Doctor Angélico
en el Supplementum de la Summa Theoligiae.

1.3.1. El fin del matrimonio


La causa final es la finalidad para la que algo causado ha sido causado. A
menudo algo es causado en la naturaleza, y no parece obedecer al plan de nadie,
pero sí vemos que de hecho tiene un fin, está ahí para hacer algo: esa finalidad no
intencionada presente en la naturaleza es la Teleología, y es una prueba racional de
la existencia de una Inteligencia ordenadora del Universo. Veamos ahora el para
qué del matrimonio.
El fin del matrimonio, tomado naturalmente, es doble, según Tomás de
Aquino: uno genérico y otro específico. El fin genérico y primario, que es común
al resto de los animales, es la procreación y educación de la prole. Se trata no
sólo de procrear, que es como un inicio, sino de dar acabamiento a ese proceso
procreativo, que es donde se especifica lo propio de la única especie animal que es
racional: la plenificación de la gestación podríamos decir que se da en el ser
humano con la madurez -ya que por ser éste un animal racional, sus instintos son
casi nulos y por tanto requiere de un lento aprendizaje del modo de habitar el
Mundo; a este hecho debe unirse el de la inespecificidad orgánica del hombre, que
le impele a la vez que le capacita, a utilizar instrumentos, lo que también requiere
de un aprendizaje mucho más prolongado que el que puede llevar a, por ejemplo,
un castor, a usar sus dientes como una sierra. A este respecto puede consultarse
el programa de la asignatura Antropología Filosófica-.
El fin específico o secundario es, además de un fin en sí mismo, el medio más
conveniente para alcanzar el fin genérico: la amistad conyugal, en palabras de
Tomás. La amistad es para el Aquinate, un tipo de amor -en contraposición con el
amor de concupiscencia, el amor a la cosa-, es un amor a la persona para la que se
quiere la cosa, el bien. Esta amistad que se da entre los cónyuges es amor natural
-en cuanto son dos cosas de naturaleza no incompatible-, amor sensitivo -en
cuanto son dos animales de la misma especie y de distinto sexo- y amor volitivo o
personal. El resultado es una amistad personal muy intensa y peculiar por ser la
única que engloba las otras dimensiones amorosas. Esta amistad, a la que a
menudo llama el Doctor Angélico fides, fidelidad, exige de suyo una mutua

4. Cfr. todo el capítulo García López, J., Individuo, familia, sociedad, cap. 5. EUNSA, Pamplona, 1990.

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entrega, una unicidad relacional, una amistad biunívoca e imperecedera. ¿Por


qué?
Así las cosas, esta comunidad de vida, esta amistad de varón y mujer es el
mejor medio para lograr el fin genérico del matrimonio -de hecho, en las especies
animales más evolucionadas, que requieren un mayor aprendizaje de las destrezas
instintivas, es más estable la unión de los progenitores; en el caso del ser humano,
la precariedad es tal que éste sólo es viable en una unidad familiar estable: pién-
sese que se termina de crecer físicamente a los veinticinco años, por no hablar del
crecimiento intelectual, moral...
Veamos cómo narra Platón el nacimiento del ser humano -y del amor- en su
Banquete:
"Cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete, y en él estaba
Poros (el dios de los Recursos). Una vez terminaron de comer, se presentó a
mendigar, según su costumbre, Penia (la diosa de la Carencia, de la Pobreza).
Poros, embriagado de néctar, se durmió, y Penia se acostó con él y engendró un
hijo: Eros. Por eso, como hijo de Poros y de Penia, quedó Eros en la situación
siguiente: en primer lugar es siempre pobre, anda descalzo y carece de hogar, por
ser de la condición de su madre; pero por ser de la de su padre, es valeroso e
intrépido, diligente y temible cuando urde alguna trama, apasionado por la sabidu-
ría y fértil en recursos"5 .
¿Cómo se relaciona el carácter de precariedad y a la vez riqueza en
recursos del ser humano con el del amor?

1.3.2. Causa eficiente del matrimonio


La causa eficiente es la que efectúa el efecto: en nuestro caso, son los actos que
dan lugar al matrimonio. Esta sociedad concreta llamada matrimonio es efectuada
por el consentimiento y la libre elección de dos personas de diferente sexo.
Tal pacto de libre iniciativa es la causa eficiente del matrimonio; veámoslo en pala-
bras de Santo Tomás: "Las uniones o asociaciones de los contratos materiales se
hacen por el mutuo consentimiento, luego también así se hace la unión matrimo-
nial", y entiéndase que se refiere tanto al matrimonio como sacramento como en
cuanto institución natural. "El matrimonio no es el consentimiento, es la
unión de dos ordenados al mismo fin, unión que es causada por el con-
sentimiento". Y tal consentimiento lo es a la unión con el cónyuge. El objeto del
consentimiento no es el cónyuge, sino la unión con el varón/mujer. El consenti-
miento hay que expresarlo, pero la causa es el consentimiento interior.

1.3.3. Causas material y formal del matrimonio


Este par de causas son las llamadas causas intrínsecas del matrimonio, porque
se refieren a lo que causa al matrimonio en su ser, en lo que es, en su materia y en
su forma: en de qué está hecho y en cómo está ordenado eso de lo que está hecho.
Por lo que hace a la causa formal, el matrimonio es una asociación entre dos
personas humanas de distinto sexo. Toda unión o asociación de personas es

5. Platón, El Banquete, pág. 80.

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una unidad de orden fundada en que sus miembros tiene el mismo origen o el
mismo fin, com-parten, parti-cipan (compartir algo es tener algo en común, que
alguna parte sea a la vez mía y tuya: es fácil imaginar un brazo que enraíza en el
hombro dos personas: eso sería una compartición: no es totalmente de ninguno,
pero tampoco deja de ser de ninguno...). Así, la unidad entre dos hermanos se
funda en que ambos tienen el mismo origen, mientras que la unidad entre sus
padres se funda en que comparten el fin. Así, el matrimonio es aquella sociedad
entre personas de distinto sexo, cuyos fines -de la sociedad- son precisamente la
amistad conyugal, la generación y la educación de los hijos. Es decir, el matrimonio
es unificarse en orden a un fin.
En cuanto a la causa material del matrimonio, el Doctor Angélico señala que
son "el varón y la mujer como personas legítimas", es decir, dos personas idóneas
para los fines del matrimonio no impedidas por la ley la una respecto de la otra
-consanguinidad.

1.3.4. Propiedades del matrimonio


Las principales propiedades son la unidad y la indisolubilidad. En cuanto a la
primera, que el matrimonio se dé exclusivamente entre un único varón y una
única mujer, se desprende de la naturaleza humana, de la ley natural -"que no es
otra cosa, según Tomás, que un cierto conocimiento práctico inserto natural-
mente en el hombre por el cual se rige éste de un modo conveniente en sus
acciones propias, ya sea que dichas acciones le competan por su naturaleza gené-
rica [en cuanto animal] como por su naturaleza específica [en cuanto racional]"-,
ya que quedaría altamente dificultado el primer fin del matrimonio si se diese poli-
gamia -un varón y varias mujeres-, y totalmente anulado si se diese poliandria -una
mujer y varios varones-, pues en tal caso no la mujer no podría saber de qué
padre es cada hijo, con lo que el padre no podría educar a su prole, lo que forma
parte esencial del primer fin del matrimonio; pero es que además, tanto la poliga-
mia como la poliandria, impiden taxativamente el segundo fin del matrimonio: la
amistad entre los cónyuges, que por definición exige entrega única, donación total
y exclusiva a la otra persona -"si le fuera permitido al varón tener varias mujeres
por no ir tal en contra de la prole, no habría una amistad liberal de la mujer al
marido, sino servil, porque la amistad entraña cierta igualdad" dice el Aqui-
nate.
Consideremos ahora la segunda propiedad del matrimonio: la indisolubilidad le
viene al matrimonio tanto de su naturaleza específica como de su fin secundario, al
tiempo que por su naturaleza genérica y por su fin primario reclama una larga
duración, según hemos visto al hablar de la crianza y educación de la prole y de la
inespecificidad del ser humano; la crianza tiene un tiempo limitado, obviamente,
pese a que sea prolongado, pero la educación es ilimitada: nunca se acaba de
aprender..., aunque no todo el proceso educativo lo realicen los progenitores, sino
que en un momento dado se pase de heteroeducación a autoeducación, con lo
que Tomás considera a este respecto que es de ley natural no la indisolubilidad
sino la duración extensa de la sociedad conyugal. Otra cosa es que en lo referido
al fin específico del matrimonio, la indisolubilidad sea exigida por la ley natural:
primero por el perjuicio para los cónyuges en caso de disolución, segundo porque
la intensidad de la amistad conyugal pide de suyo la prolongación inde-
finida del pacto -es la amistad mayor y más firme de cuantas pueden darse, y si

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repugna la rotura de cualquier amistad, cuanto más la de esta...-, y por último, por
la íntima relación que existe entre el fin primario del matrimonio y el bien común
de la sociedad -el matrimonio no es un asunto privado, sino también público.
Con todos los elementos hasta aquí analizados, se trata ahora de
expresar concisamente la esencia del matrimonio: ¿qué es el matrimo-
nio en pocas palabras?

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UNIDAD DIDÁCTICA 2.
LA FAMILIA

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LECCIÓN 2.1.
QUÉ ES LA FAMILIA

2.1.1. Volver a pensar la familia


"Las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente; sólo
algo vivo puede ir contra corriente". Chesterton, El hombre eterno.
Ha pasado el tiempo de la pretendida muerte de la familia. Nos encaminamos
hacia una nueva concepción de la realidad familiar. Estamos, pues, ante una
transición -krisis, cambio-, del que es ejemplo el documento de la Santa Sede
Carta de los derechos de la familia, en el que se propone un modelo de familia que,
sin volver al viejo modelo patriarcal-tradicional, supere las limitaciones del
moderno patrón burgués-liberal hasta hoy dominante.
Existen dos modelos clásicos de familia: el que prima al individuo sobre la fami-
lia [modelo moderno] y el que prima a la familia sobre el individuo [modelo tradi-
cional]. Ambos parten de la concepción dicotómica de la familia: ésta tendría
dos dimensiones -sociedad e individuos- y habría que ver cuál debe someterse a
la otra. El modelo tradicional hoy día no funciona. Se trata de ver por qué. El
modelo moderno triunfa hoy pero es muy criticable. Se trata de responder a
qué bien es preferible, el del individuo o el de la colectividad familiar.
Los dos modelos más extendidos históricamente incurren en reduccionismo:
consideran la familia dicotómicamente, perdiendo el horizonte pluridimensional
-que trataremos de estudiar- de la familia. Aquí el punto nuclear está en advertir
cuáles son las ganancias o verdades que cada modelo aporta.

2.1.2. Comunidad de amor


"El amor no es ciego; de ninguna manera está cegado. El amor está
atado, y cuanto más atado menos cegado está". Chesterton, Ortodoxia.
Entre las dos posturas anteriores se hace necesaria la construcción de un
nuevo modelo, que no consiste en algo realmente original e inédito, sino en una
nueva forma de ver algo que estaba ahí. La familia, ya lo vimos en la introduc-
ción, es comunidad: ¿de qué tipo? Sólo puede fundamentarse, fundarse, en
alguna capacidad de sus miembros. Hemos visto las alternativas clásicas. Acuda-
mos a las nuevas.
-Qué dice la Carta de los derechos de la familia: que la familia es una comuni-
dad de amor; una comunidad que se basa en la capacidad de amar de sus miem-
bros. La pregunta es qué es el amor (cómo se puede completar la afirmación de
D’Agostino: el amor es reconocer lo bueno de que lo otro exista).

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El hombre es social por naturaleza y es co-personal por ser personal: es decir,


el hombre es co-existencial. Ese hecho objetivo es el que se conjuga con el amor
familiar. El amor tiene que ver con ser co-personas. ¿Cómo? Aristóteles define al
hombre como zwn politikon, animal social, político, relacional, y dice en su Política:
"En primer lugar, la necesidad ha hecho aparearse a quienes no pueden existir el
uno sin el otro, como son el varón y la mujer en orden a la generación (...). En
todo hombre hay pues por naturaleza una tendencia a formar asociaciones de esta
especie"6.
Por otro lado, y yendo más allá de lo propiamente natural, el ser humano es
persona, co-personal. Persona viene del latín per sonare, a su vez del griego προ−
σοπον, que es la máscara que usaban los actores en escena: una máscara implica
siempre dualidad, distinción en uno mismo y con respecto a otro personaje. Vea-
mos cómo lo expresa el filósofo Leonardo Polo:
"Una de las claves de la Antropología reside en la dualidad bajo dos considera-
ciones: el hombre no es una realidad simple (...). Cuerpo y alma, voluntad e inteli-
gencia, interioridad y medio externo, sujeto y objeto, individuo y sociedad (...); la
segunda consideración acerca de la dualidad es que lo más profundo del hombre
es la persona, y el ser personal es incompatible con el monismo. Una persona
sola sería una desgracia absoluta porque estaría condenada a carecer de réplica
[respuesta, interacción]; por otro lado, una persona no puede tener como réplica
más que otra persona. Al atender a la persona humana aparece una doble duali-
dad. Por un lado, en cada hombre la persona se dobla con su naturaleza, y no
siendo la naturaleza la réplica de la persona, la réplica ha de buscarse en otra"7.

2.1.3. El tema de la fraternidad universal y de la


familia como seminarium republicae
"El negocio que se hace en la casa es nada menos que formar los
cuerpos y las almas de la humanidad. La familia es la fábrica que
produce la humanidad". Chesterton, The new witness.
Dice Alvira en nuestro segundo manual que "la dispersión no crea cultura ni es
un fenómeno civilizatorio"8. ¿Qué se puede decir desde ahí acerca de la fra-
ternidad universal?
Nociones clave de la Lección 1: Forma esencial de la familia; co-existencia
en cuanto a naturaleza y en cuanto a ser personal.

6. Aristóteles, Política, Libro I.


7. Polo, L. La coexistencia del hombre, en El hombre: inmanencia y trascendencia, vol. I, Actas de las
XXV Reuniones Filosófica, Universidad de Navarra, Pamplona, 1991.
8. Alvira, R., El lugar al que se vuelve, pág. 19.

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LECCIÓN 2.2.
FAMILIA, NORMA Y SOCIEDAD

2.2.1. El ¿problema? de la muerte de la familia


(Ampliación de lo ya tratado en la Lección II.1)
"A mí todo este extraño mundo se me hace hogareño, porque en su
corazón hay un hogar". Chesterton, La esfera y la cruz.
Françoise Héritier propugna la muerte de la familia: la familia es una institución
acabada, histórica, y por tanto con un final. ¿Cómo demuestra D’Agostino la
falacia de este argumento? ¿Cuál es la forma actual de la familia, forma
que está llamada a desaparecer? Si la familia que muere es la actual, alguna
forma nueva le sucederá, como parece que ha sucedido con la sustitución del
modelo tradicional por el moderno. Se desprende de ello la existencia de una
forma esencial de familia, eterna, al margen del devenir del curso histórico que, de
hecho, la hace manifestarse de las distintas maneras históricas, tanto pasadas como
futuras.
Según Héritier, los factores que precipitan la muerte de la familia son el cambio
de los términos de la filiación, cambio de la relación de poder entre los sexos,
supresión de la distribución sexual de las tareas domésticas... ¿Son estos factores
esenciales de la familia? Si tales factores cambian ¿se da en la familia un
cambio accidental o sustancial -que haría a la familia dejar de existir-?
Volviendo a la forma esencial de la familia, su búsqueda se articula en el atávico
debate de la precedencia entre familia y sociedad, debate sobre qué forma es más
antigua, originaria. Aristóteles nos habla en la Política de la familia como sociedad
primera, siendo la sociedad una sociedad de sociedades familiares (contrástese
con lo dicho en el último punto de la Lección 1). Veamos un texto del Estagirita,
en esta ocasión, de su Ética a Nicómaco.
"La sociedad del padre con sus hijos tiene forma de realeza (...); la sociedad del
marido y la mujer parece ser aristocrática (...); la sociedad de los hermanos es de
tipo timocrático"9. ¿Por qué compara Aristóteles las relaciones familiares
con tipos de constituciones políticas?
Este modelo clásico triunfa hasta el advenimiento de la Modernidad. Se trata
de buscar las razones por las que el pensamiento moderno drena en el
individualismo que considera a la familia como una asociación volunta-
ria y arbitraria no basada en la naturaleza. (Clave: la concepción moderna
de naturaleza humana). Dice Alejandro Llano que "la libertad como radical auto-

9. Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VIII, De la amistad, epígrafe X.

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nomía subjetiva constituye la idea más característica de la modernidad europea, la


que marca su originalidad irreductible respecto de la filosofía clásica"10.

2.2.2. Familia y sociedad


"El ser humano es monógamo, aun cuando sólo lo sea por un mes; el
amor es eterno aun cuando sólo es eterno por un mes".
Chesterton, Introducción a David Copperfield.
La interpretación historicista de la familia es tributaria de las doctrinas evolu-
cionistas, que llevan a ver a la familia actual como una forma más evolucionada,
más apta para la supervivencia, por más estable, que aquella forma originaria de
promiscuidad. Distíngase entre forma actual y forma esencial de la fami-
lia. ¿Dónde está la falacia? Así las cosas, se negaba desde este historicismo que
la familia monogámica sea natural. ¿Qué es el historicismo?
La interpretación estructuralista de la familia busca, a modo de reacción, recu-
perar la primacía de la familia sobre el orden social: basándose en el estudio empí-
rico de la familia, en lo que de hecho se da en las distintas culturas, descubren su
universalidad: la familia se da en toda sociedad como unión más o menos duradera
y socialmente aprobada de un hombre, una mujer y sus hijos, lo cual responde al
dato estructural fundamental de identificación del ser del hombre. La
existencia del ser humano pasa por el reconocimiento de la norma humana, que
en lo tocante a la función familiar se concreta en la prohibición del incesto. Es tal
norma la que estructura el ser del hombre. ¿Cómo interpreta el estructu-
ralismo la prohibición del incesto?

2.2.3. Familia y reconocimiento


"El hogar es el único sitio donde hay libertad; sólo en su propia casa
puede un hombre comer en el suelo si le apetece...". Chesterton,
El amor o la fuerza del sino.
Según Lévi-Strauss, el reconocimiento que da lugar simultáneamente a la familia
y a la sociedad consiste en el acto por el que identificamos al otro como pertene-
ciente a un grupo al mismo tiempo igual y distinto al nuestro.
"Como ha señalado Hervada, las tres versiones posibles [de la etimología de
persona: πρσοπον, personare y Perséfone] coinciden en hacer relación de un
modo u otro a la máscara y las tres remiten a contextos sociales en los que ésta
se convierte en la forma estereotipada de la aparición y la participación. Tener la
cara tapada por la máscara es tener un papel que desempeñar en la función que
convoca a la comunidad, y en esa medida persona parece convenir con rol y prota-
gonismo. No tener careta y no cubrir el propio rostro no significa aquí nada que
implique autenticidad (...), sino que denota, más bien, falta de protagonismo y del
reconocimiento intersubjetivo en virtud del cual alguien queda capacitado
para ejercer una función común"11. Se trata de comparar el concepto de
reconocimiento que aparece en este texto del prof. Marín, con la ver-

10. Llano, A., El sueño de la razón, pág. 145.


11. Marín, H. La invención de lo humano, pág. 86.

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sión estructuralista de Lévi-Strauss que señala el autor en el manual.


Puede asimismo leerse en clave de reconocimiento la Ilíada.
Así pues, personalizarse tiene que ver con el reconocimiento, y eso se da pri-
maria y primordialmente en la familia: ser persona es ser al tiempo individuo y
relación, y sólo en la familia se destaca la propia individualidad plenamente, ya que
como dice Chesterton a menudo, la familia es el ámbito de la libertad, donde
puedo ser yo mismo, expresarme libremente; en la familia no soy un elemento
más, sino que soy reconocido como un yo único y, en esa medida, estimado. Pero
a la vez en la familia soy con relación a, soy un rol, llevo una máscara, soy relacio-
nal, y no por constitución física, sino que, como dice Alvira, es el amor el que
mantiene esos lazos, esa relación.

2.2.4. La antinomia familiar


"La familia es una institución buena precisamente porque no es
conciliadora". Chesterton, El amor o la fuerza del sino.
Dice D’Agostino de la mano de Hegel, que nos habla de que en el seno de la
familia anida la dialéctica, que pasa por la muerte de los padres en el crecimiento
de los hijos, no en sentido temporal sino metafísico, que por más que se muera la
familia como institución, no se eliminará la antinomia. ¿Por qué? ¿Qué asocia a
la antinomia con lo relacional?
Girard sostiene que el reconocimiento es esencialmente antisocial mientras que
para Lévinas en cualquier relación se da alteridad y, de alguna manera, identidad, y
lo ejemplifica con la filiación (punto 2.5. del manual), yo soy el otro y al mismo
tiempo el otro se me escapa, con lo que nos hallamos de nuevo en presencia de la
antinomia, de la que, por otra parte, no nos vamos a librar, porque como se
explica en el sexto epígrafe del tema, el amor es antinómico. ¿Por qué?
Nociones clave de la lección 2: Relación; persona y lo que aporta a la con-
dición de tal a la mera naturaleza humana; reconocimiento y sus dimensiones;
antinomia y su presencia en los distintos niveles familiares.

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LECCIÓN 2.3.
LA JURIDICIDAD CONSTITUTIVA
DE LA FAMILIA

"La familia auténtica es algo tan natural y elemental como una


lechuga". Chesterton, El amor o la fuerza del sino.
La familia es una institución de derecho natural. Desde tal punto de vista con-
viene que sea tratada la juridicidad de la misma, ya que esto es un curso de Filoso-
fía del matrimonio y de la familia. Es decir, nuestra aproximación a la dimensión
jurídica de la familia -la familia como sujeto de derechos y de obligaciones- no será
ni desde el Derecho Civil ni desde el Canónico, sino desde la ley natural, tema de
estudio de la Ética.

2.3.1. La familia en la patología de la


juridicidad
"Aun para la aventura más loca y libre los resultados deben ser
irrevocables". Chesterton, Ortodoxia.
Hoy ya no se habla de la muerte de la familia, como hemos repetido hasta la
saciedad. Sin embargo aparece cierto malestar favorecido por el modo en que se
configura la realidad familiar en nuestros días, que pretende desproveer a la familia
de su carácter de estructura subsidiaria de la existencia individual. Esta
marginación de la familia en la sociedad origina un estado de cosas en que a
menudo se genera "una serie de prohibiciones legales en torno a la familia, o en el
mejor de los casos, una confusión entre la realidad jurídica y la realidad social",
como dice D’Agostino. Tal confusión de índoles trae consigo la aparición de las
dos patologías principales de las que adolece la familia: la desinstitucionaliza-
ción y la absolutización de la afectividad. La primera consiste en la reducción
de la familia a un ámbito estrictamente privado, en su marginación social, de modo
que pierde toda su presencia en la vida pública. Además, este proceso es facilitado
desde el momento en que el estado del bienestar contribuye a la deslegitimación
de la familia, al apropiarse de las funciones tradicionalmente atribuidas a ésta en
cuanto estructura subsidiaria de la existencia individual -¿cuáles son
dichas funciones?-, transformándolas de privadas en públicas.
Por su parte, la absolutización de la afectividad consiste en proponer la afectivi-
dad de la pareja -y sólo de ella- en su mera facticidad, en su darse de hecho, y en
su arbitrariedad como lo más específico de la familia, y por mor de esta
ganancia en autenticidad, se antojan mayores cotas de felicidad. Este entroniza-
miento de la afectividad se caracteriza por una anomía (pérdida de norma interna a
la familia), así como un odio contra la ley. Paradójicamente, este rasgo de la familia

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la hace más vulnerable a otra enfermedad, la expansión de lo jurídico o juridifi-


cación, por la que queda a merced de las normas externas provenientes del
estado, lo que retroalimenta a su vez la pérdida de institucionalidad de la familia. El
filósofo neomarxista Jürgen Habermas llama a este fenómeno la "colonización de
mundos vitales" por la hipertrofia de lo jurídico.
Dónde reside el carácter paradójico de las nuevas patologías de la familia y por
qué se da.

2.3.2. Derecho y familia desde el punto de vista


ontológico
"Muchos de nosotros vivimos públicamente sin rasgo alguno; sólo
cuando atravesamos la puerta privada y abrimos nuestra puerta
secreta entramos en tierra de gigantes". Chesterton,
Charles Dickens.
La pregunta que se nos plantea a renglón seguido es qué es el derecho, de modo
que la respuesta sea relevante para una filosofía de la familia, nos ayude a entender
la familia. El derecho no se refiere a una realidad cualquiera de ordenamiento
positivo, sino al fundamento universal de cualquier forma de ordena-
miento; tiene que ver, por así decir, con el orden real de las cosas y con su
debido ordenamiento. Aplicado a nuestro caso, se refiere a esa forma de coexis-
tencia que, partiendo del reconocimiento de la igualdad ontológica de los sujetos,
los introduce en un universo de relaciones. Cuestión del estatuto ontológico
del sujeto y de la relación.
La normatividad del derecho se constituye a partir de lo familiar. Es decir, es en
las relaciones familiares -en la igualdad ontológica de los sujetos y en la ausencia
de exclusión entre ellos (fraternidad)- donde el derecho encuentra, de algún
modo, su patrón. ¿Se puede hablar de "familia" y de "derecho" refiriéndose a ani-
males no-humanos? No, porque entre animales no-humanos no existe posibilidad
alguna de reconocer las específicas subjetividades individuales ni, por ende, de
determinar el momento inicial en el que se fundamenta el derecho.

2.3.3. Las dimensiones constitutivas de la


familiaridad
"La familia es la piedra de toque de la libertad".
Chesterton, The new witness.
Familiaridad significa, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Len-
gua llaneza, sencillez y confianza en el trato; es decir, proximidad, cercanía, y
encuentra su momento de fundamentación en la relación originaria entre la madre
y el hijo, primera relación y fundamento de toda ulterior, que a su vez, como dice
Alvira, es en lo que se basa toda forma de sociedad12. Es el reconocimiento
intersubjetivo: al reconocer el otro, el sujeto en realidad se reconoce a sí
mismo en cuanto sujeto que reconoce, en cuanto ser humano, y así conquista su
propia identidad. Esta identidad -en la medida en que se constituye a través de

12. Cfr. Alvira, R., op. cit., pág. 18.

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múltiples dimensiones susceptibles de definiciones jurídicas en términos de reco-


nocimiento- no puede prescindir de la familiaridad.
Hay seis dimensiones o niveles de familiaridad o niveles de reconomiento fami-
liar: La primera es la prohibición del incesto, que garantiza al sujeto la posibilidad
de asumir papeles específicos, en los que no puede ser suplantado por nadie. ¿Por
qué? Que los papeles -roles, máscaras- familiares no sean intercambiables res-
pecto de las mismas personas se revela como el dato primordial en la constitución
de la subjetividad humana: aquél sobre el que se apoya la misma posibilidad de
construir una teoría jurídica del ser humano como "persona".
La segunda es la aceptación por parte del individuo de la propia identidad
(mono)sexual, signo de su finitud constitutiva, venciendo la pulsión primigenia
hacia la bisexualidad y la consiguiente autogénesis e inmortalidad. ¿Por qué la
bisexualidad es símbolo de omnipotencia?
La tercera es la fecundidad o progenitorialidad, que introduce en la constitu-
ción del yo la conciencia de que las relaciones intersubjetivas tienen su origen en
una asimetría fundamental. Es decir, nadie proviene de sí mismo, sino de una
discontinuidad temporal que ningún yo puede dominar; cada cual posee
tan sólo aquello que le ha sido dado. El principio progenitorial presenta dos modali-
dades: la paternidad y la maternidad. Poner en relación la condición filial de
toda persona con la condición tan repetida por Juan Pablo II de ser hijos
en el Hijo.
La cuarta es el principio fraterno o de la reciprocidad, que constituye una de
las estructuras en las que se fundamenta la vida social, en cuanto principio media-
dor entre la libertad y la igualdad. Traducir la igualdad y la libertad, elemen-
tos políticos, y su aglutinante, la fraternidad, a elementos familiares.
Puede servir de ayuda el texto de Alvira.
La quinta es la matrimonialidad, en su expresión monogámica. Sólo el matrimo-
nio garantiza plenamente a la familiaridad la posibilidad de experimentar la dura-
ción temporal, esto es, ofrecer un fundamento para que los sujetos puedan
comprometerse en fidelidad. Dice von Baltasar que el matrimonio debe ser un
contrato en Dios, poner a Dios como testigo, situándose así en el seno de la
alianza. Establecer la conexión entre verdad, compromiso-fidelidad y
matrimonialidad.
La sexta es la posibilidad intrínseca de disolución. No se refiere a la disolución
artificial del matrimonio o al divorcio, que afecta a la dimensión horizontal de la
familiaridad (la dimensión conyugal), sino a la disolución natural de la familia que
resulta del sucederse de las generaciones, y que concierne a la dimensión vertical
de la familiaridad. ¿Cómo afecta esta disolubilidad vertical a la familiari-
dad?, ¿la hace desaparecer?
¿Se puede completar esta categorización añadiendo alguna otra
dimensión a la familiaridad?

2.3.4. La ciencia ontológica y la tarea del jurista


"La aventura suprema es nacer. Nos encontramos de repente en una
trampa espléndida. Nuestros padres están a nuestro acecho como
bandoleros. Nuestro tío es una sorpresa. Nuestra tía es como un

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relámpago en un cielo azul. Al entrar en la familia por el nacimiento


entramos, de verdad, en un mundo incalculable, que tiene sus leyes
propias y extrañas, un mundo que no hemos fabricado nosotros. En
otras palabras, cuando entramos en la familia entramos en un cuento
de hadas". Chesterton, Ortodoxia.
Los resultados del análisis ontológico no pueden traducirse inmediatamente
en contenidos legislativos porque media entre ambos la libertad humana. Aquí
la libertad humana ha de ser entendida no tanto como libertad de elección,
cuanto como libertad de forma -en la terminología del autor del manual-, como
capacidad de crear una infinita variedad de expresiones culturales. Pregunta:
qué es aquí lo ontológico, qué lo legislativo, y cómo los media la libertad.
Por su parte, los contenidos específicos del artículo 16 de la Declaración Universal
De Los Derechos Humanos de la ONU se concretan en: el derecho a casarse y a fun-
dar una familia, que tienen el hombre y la mujer, sin limitación de raza, ciudadanía o
religión.Tienen los mismos derechos respecto al matrimonio, durante el matrimonio y
en el momento de su disolución; además, el matrimonio solamente podrá llevarse a
cabo con el libre y pleno consentimiento de los futuros cónyuges; finalmente, la familia
es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene el derecho a ser pro-
tegida por la sociedad y por el estado. Relacionar esta legislación con lo que
sabemos del estatuto ontológico de la familia. ¿Es el artículo 16 la declara-
ción de un derecho positivo o de un derecho natural?

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UNIDAD DIDÁCTICA 3.
EL MATRIMONIO

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LECCIÓN 3.1.
DIALÉCTICA DE LOS SEXOS

3.1.1. La cuestión de la mujer


"Los hombres son hombres, pero el Hombre es una mujer".
Chesterton, El Napoleón de Notting Hill.
El interés actual por la cuestión de la mujer surge de cierto proceso de madura-
ción teórica en la percepción del papel -rol, carácter, máscara- que compete a
la sexualidad en la construcción de la identidad misma del ser humano. ¿Qué
tiene que ver el humanismo con mantener la diferencia de los sexos?
¿Es lo mismo la igual dignidad que la igualdad? Si se puede tener
igual dignidad siendo diferentes, ¿dónde inhiere la dignidad, de dónde
emana? ¿Son iguales el hombre y la mujer? Ventajas, inconvenientes,
relación con la dignidad. Se trata de aplicar el sentido común para evi-
tar la celada igualitaria en que no solemos reparar.

3.1.2. El feminismo teológico


"La igualdad humana exige que un hombre y una mujer tengan igual
dignidad y poder social. Pero de ningún modo exige la aceptación
de un cierto dogma que se enuncia -poco claramente- así: el sexo
solamente afecta a la sexualidad y no puede causar ninguna otra
variación en las funciones sociales. Esto está muy lejos de ser
evidente por sí". Chesterton, The new witness.
El feminismo teológico es un problema propio de nuestra época que se inserta
en esta corriente de preocupación por la reflexión acerca de la mujer y que
hemos llamado la cuestión de la mujer. Afecta incluso a ámbitos no-cristianos. No
sólo lucha contra la jerarquización -la subordinación de la mujer al varón-, sino
también contra la especialización sistemática de los sexos. Para el feminismo
teológico, la diferenciación sexual no tiene un estatuto intrínseco, onto-
lógico, sino que es sólo una categoría histórica. No se es hombre o mujer, por-
que no es una cuestión de ser, sino de algo así como de elegirse. Veamos como lo
dice Simone de Beauvoir: "No se nace mujer, se llega a ser tal". Se pasa, por tanto,
de un andromorfismo injusto a un ginecomorfismo que tampoco respeta la ver-
dad. ¿Qué significa andromorfismo y ginecomorfismo? Su parte de ver-
dad: relación con el mito del Andrógino que se nos relata en El Banquete de
Platón:
"Era, en efecto, entonces el andrógino una sola cosa, partícipe de ambos sexos
(...); la forma de cada individuo era en su totalidad redonda (...), circulares precisa-
mente eran su forma y sus movimientos, seres terribles por su fuerza y por su
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vigor. Zeus pensó la forma de que hubiera hombres pero no tan poderosos y
arrogantes: "Ahora voy a cortar en dos a cada uno de ellos". Mas una vez que fue
separada la naturaleza humana en dos, añorando cada parte a su propia mitad, se
reunía con ella y no se separaban jamás"13.

3.1.3. El paradigma clásico


El paradigma clásico de los sexos, que comparten S. Agustín y Sto. Tomás de
Aquino, puede resumirse en la siguiente expresión: igualdad en el orden de la gracia,
subordinación (de la mujer al hombre) en el orden de la creación. El ser humano ha
sido creado a imagen de Dios; pero es imagen de Dios sólo en cuanto alma, no en
cuanto criatura corpórea. En cuanto imagen de Dios, el alma humana no posee
identidad sexual alguna; y en cuanto asexuada, el alma de la persona masculina es
igual a la de la persona femenina. Pero ¿son iguales en cuanto persona -no en
cuanto alma- la masculina y la femenina? ¿Hay persona masculina y per-
sona femenina?
De la asexualidad anímica, del alma, se deriva que en el orden de la gracia
-que es el que interesa al paradigma clásico por encima de todo-, la reciproci-
dad de los dos sexos es perfecta. Pero en el orden del mundo, en cuanto
sujeto corpóreo, y siempre desde dicho paradigma, la mujer es inferior -temporal-
mente- al hombre; ha sido creado después que él. ¿Cómo influye este retraso
creacional en la superioridad-inferioridad de los sexos en el paradigma
clásico?

3.1.4. Qué podemos aprender del paradigma


clásico
Primero, que la función procreadora de la sexualidad humana está ligada íntima-
mente a su índole temporal, caduca. Sólo es concebible la sexualidad, reproducción,
donde hay paso del tiempo, muerte. Como dice S. Juan Crisóstomo, "Allí donde
está la muerte, allí se encuentra el matrimonio; y donde no hay matrimonio, tam-
poco encontraremos a la muerte". ¿Qué ocurre entonces en la vida eterna
neo-terrena que defienden innumerables filósofos y algunas religiones?
Segundo, la importancia de la fecundidad, a la que se dirige la diferenciación de
los sexos y su diferenciación genital. Por su fecundidad, los seres humanos supe-
ran incluso a los ángeles, a pesar de la naturaleza puramente intelectual de éstos.
Más aún, como decía von Balthasar, la fecundidad humana en el matrimonio y en la
familia es imagen de la unidad esencial concreta de Dios, con su fecundidad trinita-
ria.
Algunas culturas antiguas -caso de la hebrea y la islámica- miraban con desdén
toda forma de celibato porque negarse intencionadamente al matrimonio equival-
dría a conculcar la fecundidad, a cerrarle las puertas. Tal postura implicaba, a su
modo de ver, un rechazo del estatuto unitivo propio del ser humano y lo que lleva
consigo la propia clausura en una individualidad no relacionada. ¿Qué visión se
tiene hoy de la no fecundidad? ¿Por qué?

13. Platón, El Banquete, 189-191.

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En la visión cristiana del Mundo, la virginidad no es considerada como contraria


a la sexualidad; antes bien, no niega el matrimonio, sino que dilata el espíritu de
entrega y fecundidad del ser humano más allá de las posibilidades limitadas de la
carne.

3.1.5. La revolución biológica


La revolución biológica consiste en la posibilidad actual de desvincular la
sexualidad de las realidades fisiológicas y reducirla a un mero papel o rol social.
Encuentra su expresión máxima en la ectogénesis: la formación y crecimiento de
embriones humanos en un medio distinto del cuerpo materno, en un útero artifi-
cial. Implicaciones de la revolución biológica.

3.1.6. Excursus: el sacerdocio femenino


¿Hace una injusticia un seleccionador de fútbol por
no llevar a la Selección a un determinado jugador?
¿Y una chica por no elegir a un determinado chico?
¿A quién compete decidir sobre la posibilidad de admitir a la mujer al sacerdo-
cio?
Como dice Aubert, sólo la Iglesia es juez legítima sobre esta cuestión. Desde la
perspectiva paulina, sin embargo, la igualdad absoluta de los fieles en Cristo no
lleva consigo ninguna reivindicación igualitarista: los carismas no son iguales para
todos. Por encima de todo está el hecho determinante de que Cristo -del cual el
sacerdote busca ser imagen- fuera varón.

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LECCIÓN 3.2.
¿QUÉ ES EL MATRIMONIO?

3.2.1. Definir el matrimonio


"La verdad es que un hombre ordinario y honesto es parte de su
mujer aun cuando no desee serlo. La verdad es que una mujer
ordinaria y buena es parte de su marido aun cuando desee verle en
el fondo del mar. Ya estén ambos por el momento amigables o
enfadados, felices o miserables, la "cosa" sigue su marcha, esa "cosa
grande" a cuatro pies, el cuadrúpedo del hogar. Entrambos son una
nación, una sociedad, una máquina. Son una sola carne aun cuando
no son un solo espíritu". Chesterton, Early Notebooks.
Una dificultad que suele presentarse cuando se intenta definir el matrimonio es
que se haga coextensiva su definición con la descripción de sus distintos modos
de ser efectivos en la sociedad. ¿En qué se han de diferenciar definición y
descripción?
Definir el matrimonio tautológicamente como la unión del marido y la mujer,
que se definen a su vez como unido/a al marido/mujer, conlleva la patentización de
la biunivocidad del matrimonio como principio y como función. El matrimo-
nio es antes una respuesta que una pregunta, es una función que habilita el cami-
nar humano. Al ser una institución histórica, hace presente su carácter de
durabilidad, que precisamente caracteriza al matrimonio como principio: es en la
duración donde se dan la mano el matrimonio como función y el matri-
monio como principio. ¿Qué tiene que ver la indisolubilidad con la fun-
ción histórica del matrimonio? ¿Y con la institución del matrimonio?

3.2.2. Secularización y libertinismo


Libertinismo no es liberalismo, aunque de hecho van de la mano, porque ambas
radican en una mala interpretación de la libertad. El libertinismo es la concepción
de que todo vale, de que la libertad consiste en hacer lo que se quiere sin ate-
nerse a nada externo: es la pura libertad de toda constricción; en el fondo es la
concepción de libertad como autonomía, signo y al tiempo lacra de la Moderni-
dad-desde la Ilustración hasta la Postmodernidad, pasando por el liberalismo-. En
aquellas cuestiones que implican máxima libertad-responsabilidad, como son la
familia, el matrimonio, la sexualidad en general, el libertinismo se hace extremo,
sin prever las consecuencias que ello conlleva.
Según del Noce, tales consecuencias culturales y sociales derivadas del liberti-
nismo serían: la escisión de la sexualidad respecto de la procreación; la crítica a la
familia identificada como lugar de represión; la exaltación de la vitalidad como

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valor, con independencia de todo sentido de límite; y la abolición de cualquier


referencia a la conciencia en cuanto separada de la corporeidad o, si se prefiere, la
emancipación de la conciencia respecto de la protección externa de la ley.
¿Cómo se puede criticar cada consecuencia del libertinismo? ¿Cómo se
puede definir el libertinismo?

3.2.3. El subjetivismo y sus aporías


El subjetivismo del matrimonio consiste en el intento de fundamentarlo exclu-
sivamente en la subjetividad afectiva y en confundir la dinámica psicológica y
atemporal del enamoramiento con la actitud existencial y temporal del amor con-
yugal. El subjetivismo hace que el vínculo jurídico matrimonial se reduzca a un
mero aliquid voluntatis que reposa sobre sí mismo. Es decir, hace que una ley pierda
su condición de tal al depender totalmente de la voluntad arbitraria del sujeto.
Ahora bien, respecto del matrimonio, ¿cómo impedir a la voluntad que en otro
tiempo ha querido, que ahora ya no quiera?, ¿cómo evitar que niegue su prece-
dente volición? Buscar la salida a esta aporía. Aporía significa precisamente
ausencia de salida, del griego a poros; no obstante, si se relativizan los límites, si se
valoran en su justa medida, se encuentra la salida.

3.2.4. El matrimonio es una realidad de


encarnación
El matrimonio es una realidad de encarnación por cuanto a la voluntad matrimo-
nial debe seguir más tarde un signo en la carne. Como decía Kant, el derecho
conyugal es un derecho personal de naturaleza real; consiste en poseer un
objeto externo como una cosa y en utilizarlo como una persona. Ahora bien, el
espíritu no puede ser usado, aunque el cuerpo, sí. Precisamente para evitar la total
conversión del cuerpo en mero objeto dado que también es persona, para
mantener viva la exigencia personalista que semejante cuerpo lleva consigo, se
hace imprescindible el principio de la indisolubilidad. Todo lo que puede ser
poseído y usado resulta enajenable; el cuerpo conyugal, no. ¿Por qué el cuerpo,
la materia, tiene la dignidad de persona, que sólo se otorga a seres espi-
rituales o al menos con espíritu y no a los demás cuerpos?

3.2.5. Elogio de Alcestes


¿Qué simboliza el personaje mítico de Alcestes? ¿Qué se puede criti-
car en su acción? Compárese con Penélope.
Excursus: ¿Matrimonio entre homosexuales?
¿A qué error antropológico corresponde el reconocimiento del matrimonio
entre homosexuales?
El reconocimiento del matrimonio entre homosexuales conlleva la reducción y
transformación de las relaciones familiares en algo de naturaleza puramente
socio-asistencial, como son todo lo que se refiere a la renta familiar, a las pensio-
nes, a los derechos hereditarios, al uso de la casa conyugal, etc.
¿A qué error antropológico corresponde el reconocimiento del derecho de las
parejas homosexuales a adoptar niños?

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Resulta que las uniones homosexuales no tienen nada de conyugal ni de vida


familiar. Por sí mismos, son incapaces de engendrar nuevas vidas, como lo son
también de cumplir con las obligaciones paternales y maternales en la educación
de los hijos.
¿Qué significa que la familia sea una estructura de humanización?
Significa que, en cuanto estructura antropológica, la familia hace que los cónyuges
trasciendan el uso puramente biológico de su sexualidad, transformándola en amor
familiar. La familia también hace que los hijos se inserten progresivamente en una
urdimbre específica de reconocimientos de parentesco, la dimensión jurídico-institu-
cional del fenómeno psico-antropológico del amor familiar.

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LECCIÓN 3.3.
LA FAMILIA COMO PROBLEMA
ANTROPOLÓGICO-CULTURAL

3.3.1. La familia como problema


antropológico-cultural
"El hogar es una paradoja, porque es más grande por
dentro que fuera". Chesterton, Fancies versus Fads.
El ecumenismo familiar que predica Lévi-Strauss consiste en que el legislador de
la política familiar no se deje guiar por consideraciones de tipo ético sino sólo por
el criterio de posibilidades no-contradictorias en la práctica. El legislador no debe
anticiparse al desarrollo dinámico de la praxis social, sino conformarse con ser un
mero espectador, paciente y clarividente.

3.3.2. Crítica al relativismo antropológico


"El adulterio es cosa de mala moral; el divorcio,
de mala metafísica". Williams, The forgiveness of sins.
El relativismo antropológico de Lévi-Strauss, señala que las variadas experien-
cias familiares no son más que distintas formas de estructuración del problema
social de la procreación. Las críticas que se le pueden dirigir pasan, en primer
lugar, por recordar que la relativización de la dignidad de todas las culturas
implica, por principio, la negación de toda dignidad. ¿Por qué? En segundo lugar,
habrá que decir también que las distintas soluciones propuestas al problema social
de la procreación guardan una relación estrecha con las estructuras sociales elabo-
radas por los seres humanos. Sin embargo, la mera existencia fáctica del derecho y
de las instituciones familiares no constituye, por sí misma, un argumento sufi-
ciente a favor de su racionalidad. Por último, habrá que insistir en que la compren-
sión de lo proprium de cada cultura sólo tiene interés en la medida en que esté
encaminado a captar lo proprium del ser humano.

3.3.3. La verdad de la familia


"No hay reglas de arquitectura para un castillo
en las nubes". Chesterton, El hombre eterno.
La familia es la estructura antropológica que une -a través de mecanismos bio-
lógicos, que también pueden ser trascendidos simbólicamente, como en el caso
de la adopción- sujetos de edad, capacidades y papeles distintos. Hermanando la
necesidad biológica de la crianza de la prole con la exigencia subjetiva de adquirir

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la propia identidad personal, el ser humano, a través de la estructura familiar, se


encuentra a sí mismo en la doble dimensión de sujeto que da y de sujeto que
recibe. La familia no es una mera estructura que da estabilidad a los afectos o sen-
timientos, como pretende el ya visto subjetivismo afectivo. ¿Por qué?

3.3.4. En torno al suttee


El suttee consiste en la inmolación voluntaria de la viuda hindú en la misma
hoguera que se destina a la cremación del cuerpo de su marido. A pesar de ser
una práctica totalmente reprobable, puede esconder el suttee una verdad: expresa
la creencia de los hindúes en la indisolubilidad del vínculo conyugal. La mujer des-
cubre su verdadera identidad en la del marido; y cuando la fusión espiritual de los
cónyuges ha alcanzado un grado total de perfección, se comprende que la mujer
ya no experimente ningún deseo -¡¡!!- de sobrevivir al marido.

3.3.5. De la etnología a la filosofía de la familia


Si el objetivo de la etnografía de la familia es catalogar las manifestaciones cul-
turales de la familiaridad, hacer algo así como una fenomenología de la familia, la
tarea de la filosofía de la familia es reflexionar sobre el hecho de que el principio
de la familiaridad sea constitutivamente irreductible a cualquiera de sus
manifestaciones culturales. En consecuencia, la filosofía de la familia ha de
pedir a todas las culturas que defiendan y promuevan el principio de la familiaridad,
mediante esfuerzos continuamente renovados de actualización histórica.

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APÉNDICE
(UNIDAD DIDÁCTICA EXTRA)
LOS JURISTAS ANTE LOS
PROBLEMAS BIOÉTICOS

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LECCIÓN AP.4.
LOS JURISTAS ANTE LOS
PROBLEMAS BIOÉTICOS

Ap.4.1. Los juristas ante los problemas


bioéticos
Ante las cuestiones bioéticas los juristas echan en falta la posibilidad misma de
que se forme un ethos socio-político capaz de constituir un punto de referencia
objetivo y seguro, por encima de la variabilidad de las acciones individuales. El pro-
blema bioético es, más que médico-sanitario, un problema biopolítico.

Ap.4.2. De la bioética a la biojurídica: en busca


de un principio
¿Cómo ha de proceder la biojurídica respecto de las cuestiones bioéticas?
La biojurídica tendrá que partir del descubrimiento, en la dinámica de la fecun-
dación artificial, de aquella dimensión específica relevante para el derecho: la crea-
ción de un vínculo familiar metanaturalista y presocial, a través de la cual se
constituye la individualidad humana.

Ap.4.3. El principio familia


¿De dónde deriva la relevancia absoluta de la familia para el derecho?
La relevancia absoluta de la familia para el derecho deriva del hecho de que en
la familia se concreta la estructura relacional humana fundamental, a través de la
cual todo sujeto humano recibe o, si se prefiere, conquista su identidad subje-
tiva personal.

Ap.4.4. Familia y reconocimiento


¿Cuál es el principio jurídico fundamental de nuestro tiempo?
El principio jurídico fundamental de nuestro tiempo consiste en el reconoci-
miento, en todo ser humano, de un sujeto jurídico. ¿Por qué puede decirse
que este planteamiento peca por carta de menos? Relacionar este punto
con el anterior.

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Ap.4.5. La tentación de la ectogénesis


¿Qué consecuencia deriva de la ectogénesis para el niño producido mediante
este procedimiento?
El niño producido ectogenéticamente no podría, por principio, situarse en nin-
gún hábitat familiar natural. Por eso, tampoco se le puede identificar como sujeto
jurídico o sujeto de derechos.

Ap.4.6. La defensa de la identidad


¿Qué criterio tiene la biojurídica para orientarse frente al problema de las nue-
vas técnicas reproductivas artificiales?
Frente al problema de las nuevas técnicas reproductivas artificiales, la biojurí-
dica tiene un único criterio para orientarse: el reconocer como lícitas todas aque-
llas técnicas que, por principio, no desprovean al individuo de la posibilidad de
alcanzar su identidad.

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