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ITINERARIO TEOLOGICO DE LA INGENIERIA AL MINISTERIO PASTORAL Pedro Arana Quiroz Primera Parte Nacf en los Barrios Altos, en le ciudad de Lima, el 18 de diciembre de 1938. A los ocho meses tuve mi primera intervencién quirdrgica, una hernia inguinal que conseguf a mi nacimiento. Un mes antes habfan controlado un proceso de pulmonfa. Estas fueron mis primeras adquisiciones de lo que iba a ser una extensa historia de problemas de salud, 1a cual ha estado muy entretejida con mi teologfa. Tendria unos siete afios cuando un célico hepatico de mi madre me hizo clamar a Dios con el “Padrenuestro", Recuerdo un comentario sarcAstico de mi padre al relatar el incidente, luego que la normalidad se habfa restable- cido en la casa. En este tiempo comencé a asistir a las clases de catecismo que las monjitas de la iglesia de Santa Teresa realizaban todos los sébados por la tarde. Gané el premio de fin de afio: una pistola de juguete. Mi abuelo por parte de madre acostumbraba llevar a los nietos a visitar a la tia Delia, una de sus herma~ nas, quien se habfa hecho monja de claustro. Era todo un acontecimiento visitar a la tfa para tener la experien- cia de hacer girer la ventanita, a través de la cual ella recib{a los regalitos que le haciamos llegar y nos mandaba galletas y caramelos que se fabricaban en el Convento, A través de una enorme ventana con cortina distingufamos su silueta, sin ver su rostro, y escuché~ bamos su voz. Mis abuelos vivian en la calle Santa Catalina, en una antigua casa colonial, una de cuyas ventanas daba hacia la calle. Por all{ pasaba cada afio la procesién del Sefior de los Milagros, de modo que en un determinado 174 dia de octubre toda 1a familia se daba cita allf para ver pasar al Cristo Morado de Pachacamilla. En mi familia, yo soy el mayor y finico varén, de cuatro, Buscar un buen colegio no fue tarea f4cil para mis padres, Ami madre le hab{an hablado del Colegio San Andrés, donde ensefiaban inglés y habfa una buena disci- plina.’ "Lo finico malo es ~-le dijeron— que es protes- tante"; lo cual no constitufa ningiin inconveniente para mis padres, pues eran catélicos nominales y lo que buscaban era la mejor educacién para sus hijos. Llegué al Colegio San Andrés para cursar mi tercer afio de primaria. Los tres primeros los habla hecho en un colegio mixto, el Centro Social de Sefioras. La familia propietaria del plantel tenfa una imagen de Cristo muy venerada en la ciudad, Llamada "el Sefior de la Cafda". Algunas de mis tias, al paso hacia 1a casa, le encend{an velitas. Algunas veces yo las acompafiaba. ‘Luego del examen de admisién en San Andres (una prueba psicolégica con un doctor alem&n muy peculiar) y de la entrevista con el director, el Dr. Janes Macintosh, quien en la providencia de Dios jugarfa un rol muy importante en mi formacién cristiana y teoldgi- ca, me encontré estudiando en el Colegio Presbiteriano auspiciado por la "Free Church of Scotland". : Mis afios en primaria me dieron una formaciéa basica disciplinada y cooperativa. Durante ese tiempo aprend{ a admirar y amar a Jess. Dios usé a una profesora, la Sra, Vel&squez, para causar en m{ una profunda inpresién al ‘contemplar a Jestis a través de la lectura de los evangelios. Afin recuerdo cudn conmovedora fue la expe- riencia en una de las clases de religién. Los sdbados yo seguia asistiendo al catecismo, pero la doctrina memori- vada era menos atractiva que coco pasajes vives de los evangelios. ‘Al llegar a mi quinto afio de primaria conoc{ a Miss Isabel MacDonald (actualmente la Sra. Bell, que reside en Belfast). Ella fue el 4ngel mensajero que Dios envié ami familia y a m{. Su autosacrificio, humildad, carifo y paciencia no los podemos olvidar. Miss MacDonald 1legé a ser muy amiga con mi madre. Pienso que ella encontré en nuestro hogar el calor de la amistad familiar que una persona soltera en una tierra 175 extrafia simpre necesita. Hoy recuerdo, con mucha grati- tud_ al Sefior y a su sierva, todas las horas que ella pasé en casa, todas las veces que personalmente vino a Levarne a diferentes reuniones cristianas. En ese tiempo conoci también a la incomparable Miss Cristina Mackay, cuya presencia y personalidad dieron un sello particular al cardcter del Colegio: su inconfundi~ ble silbato plateado y esa mezcla de afecto y seriedad, tan diffcil de lograr. Las sefioritas Mackay y MacDonald dirigfan el Club de la Unién Biblica, el cual funcionaba una vez por semana en el Colegio después de terminadas las clases. Mi compafiero de salén, Ronald Mindreau, me invité a asistir para leer la Biblia, anim&ndome con estas pala- bras: “Después nos dan galletas y Coca Cola". Alli fui invitado a la Escuela Dominical del Colegio (no de la Iglesia Prebiteriana, pues ésta no se formaba todavia y tendrian que pasar varios afios para que se formara). En la clase de 1a Srta. Mackay aprend{ mis primeros capftulos de las Escrituras de menoria: los Salmos 23 y 27, el Hijo Prédigo, los Diez Mandamientos, el Sernén de la Montafia, Asist{a regularmente a 1a Escuela Dominical. Durante un paseo campestre, el Sefior tuvo una palabra especial para mf, a través de Miss Mackay: la perseve- rancia. Esa paciente fortaleza para lograr el empeio y no abandonar la carrera por los obtdculos, y para prose- guir aunque no haya éxito, es una de las ideas-fuerza que me ha acompafiado hasta ahora. Por dos perfodos vacacionales consecutivos asisti a la Escuela B{blica de Vacaciones que dirigla la Sra. Marion de Clark, Recuerdo su clase-demostracién sobre el poder del pecado. Toné un niflo, le até los brazos con un hilo de coser y le pidié que lo rompiera. El 1o hizo. Luego le dio cuatro vueltas con el hilo y 1 lo rompid. Luego le dio diez vueltas con el hilo, y é1 ya no pudo. a11f mismo hice una profesién piblica de fe. Estando ya en secundaria, Lima recibié la visita de un conjunto de evangelistas. Habfa mucha alegrfa, abun- dante misica, testimonios y predicacién. Recuerdo que pasé adelante para indicar una nueva profesién de fe. Al llegar a mi tercer aflo de secundaria experiment& un casi total eclipse de mi fe, . Sencillamente no querfa 176 asistir a la Escuela Dominical nia la Iglesia. dieron cita varios factores, En el Colegio, en el curs de Historia Universal, est&bamos estudiando la Reforma. Bl profesor habl6 de Calvino y su doctrina de la prede tinacién, ALL{ encontré la razén intelectual para apar~ tarme. Pensaba yo: "Si al fin y al cabo Dios escogié a unos para salvarse y a otros para perderse, épara qué me preocupo del asunto? E1 ya sabr& 1o que har& conmigo." Otro factor fue un anor platénico. Habfa una Linda chica morena y de ojos verdes que inquieté mis 15 ajios. "Si es protestante, no quiero nada con 61," le habla dicho a uno de mis amigos del barrio. iEntonces yo no querfa ser protestante! En los efios anteriores, aunque iba a la Escuela Dominical a las 10 a.m., iba a la Iglesia Cat6lica una hora antes. Lo cierto es que mi apartamiento de la Iglesia preocupé a mis padres, pues durante 1a semana, después de clases iba a un programa juvenil en Radio Victoria donde me daban oportunidad de cantar. De all{ salfan algunos compromisos sociales los dfas shbados, y aunque no tomaba ni fumaba, me jaraneaba de lo lindo y regresaba a casa a las 7 a.m, del dla siguiente. Los domingos me levantaba al medio dfa, listo para alnorzar y salir corriendo para el hipédromo de San Felipe, donde me encontraba con algunas amigas, y lo mds tremendo de todo es que nunca perdfa cuando apostaba a las carreras de caballos. Recuerdo un domingo de Carna~ vales. Mi madre se encontraba recuperéndose de una ope- racién. Fui al hip6dromo, gané como nunca antes, y lo gasté todo en los bailes de Carnaval, venciendc todas las resistencias de mis familiares para quienes mi con- ducta era totalmente inadecuada a las circunstancias. Pude conocer la esclavitud del pecado, a debilidad de mi naturaleza apartada de Dios y lu parte del Diablo en mi conducta. A pesar de todas estas y otras actividaces, no estaba satisfecho. Muchas noches al llegar a mi cuarto, después de mis horas de diversién, me ponfa a llorar sin razén aparente. Sin embargo, seguia pensando que la religién, la Iglesia y Cristo eran cosas de mujeres y de viejos; que lo que me pasaba era que las meditaciones diarias sobre la Biblia en el Colegio me hablan suges- tionado y por eso me sentfa asf. 177 El Sefior tuvo misericordia de mf, y el 24 de di- ciembre de 1954 sent{ la imperiosa necesidad de ir a la Iglesia. Me preparé y asist{ a la Iglesia Evangélica Peruana de "Mandamientos" (hoy Maranatha). Predicé el ex-sacerdote espafiol Manuel Garrido Aldama, Su tema fuet Pedro o Judas. S6lo recuerdo su conclusién: "Los dos traicionaron a Cristo, pero Judas tuvo remordimiento y Pedro arrepentimiento". Hizo un Ilamado al arrepenti- miento y ala fe en Cristo. No pasé adelante cuando é1 hizo su invitacién. Cuando regresé a mi casa, mi familia se alistaba para salir a recibir la Nochebuena en el hogar de unos amigos. Decid{ quedarme solo, "Pedro también traiciond a Cristo, pero se arrepintié, y al mirarlo Jestis, 61 1loré amarganente." El Espiritu Santo me hizo ver mi pecado. Quedé sobrecogido y convicto por mi maldad. Al mismo tiempo entend{ que Dios me amaba tal como era, y que me ofrecta su plena y libre gracia en Cristo crucificado y resucitado. Esa noche tuve un sentido muy claro y pro- fundo de 1a presencia de Dios en su juicio y en su gracia. Pero su gracia triunfé. Y por eso alabo, bendigo y agradezco a mi Dios y Sefor. Por cierto que de esta experiencia inicial no sali hecho un 4ngel sino una nueva criatura que tenia que comenzar a crecer. Cristo me habfa "bafiado", y hoy todavia me sigue "lavando los pies". iTenfa tantas cosas que ennendar! Afortunadamente vinieron las vacaciones Jargas del Colegio, y poco a poco se fue enderezando mi camino. Ingresé al cuarto afio de secundaria, pero parecia otro alumo, En forma increfble mejoré mi aprovechamien- to académico, menos en inglés. Pero aun con ese handi— cap, logré él primer puesto de mi promocién, pero perdt ‘el premio general por mi deficiencia lingufstica. No me senti ni celoso ni frustrado, sino muy agradecido a mi Sefior. Esos dos filtimos afios de secundaria me vieron levanténdome a las 5 a.m, para leer mi Biblia, orar y ponerme a estudiar, especialmente matematicas. Durante esos afios y los dos primeros de Universidad, el Sefior us6 cuatro siervos suyos para ayudarme espiritualmente. La relacién con ellos marcé hitos muy importantes en mi itinerario teolégico. 178 Juan de Dios Guerrero, un campesino autodidacta, pionero del Evangetio, nacido en las frias serranias de Lima, en Yauyos, era un hombre de edad avanzada, bajo, miope y de figura recia. Fungta como guardian de la construccién de lo que serfa el Templo "Maranatha" de la Iglesia Evangélica Peruana. Vigoso en su aspecto y vigo~ roso en sus palabras, no sélo era Guerrero de apellido sino también del Evangelio, Hab{a sufrido persecuciones y prisiones por Cristo. Hablaba el lenguaje del pueblo e iba directo al grano. A m{ me ayudé a conocerre a” mi mismo como hombre. Recuerdo con gratitud y carifio la explicacién de algunos pasajes del Nuevo Testamento que 1 me dio, y cémo me disuadié de seguir saliendo con una chica al decirme que era "flaca como un palo de escoba". Creo que exageraba, pero fue un consejo oportuno. Samuel Will, mi anado profesor, era serio, -ovial e inspirador. De 61 me dijo un compafiero, después de varios afios de salir del Colegio: "Cada vez que estoy triste, regreso al Colegio para hablar con Will." De él recib{'una preocupacién genuina y activa por los pobres, los marginados, los oprimidos. Eran los afios de forma~ cién de las barriadas San Cosme y El Agustino. Hoy se liaman eufenfsticamente "pueblos jévenes". La misma criatura con diferente disfraz. Mr. Will, como lo Mamé- amos, Levaba a un grupo de jévenes a visitar a la gente pobre, a conversar con ellos, a conocerlos en su situacién y ver en qué forma podfamos colaborar con ellos. Tbamos también al Hospital del Niflo, buscando formas de ayudar. Comenzamos asi el grupo "Adelante Ju- ventud Cristiana" en el hogar de Samuel y Margarita Will, Su cordialidad y hospitalidad fueron aleccionado- ras, Las cultivaban los misioneros escoceses en general. Alli comencé a organizar y dirigir reuniones pequeies y grandes, de 20a 25 personas o mis de 100. De Samuel Will aprend{ que la pasién y el entusiasmo son componen- tes indispensables para participar en la causa je Cris- to. Con &1 me marcaron la radicalidad, la combatividad y el activisno a favor del Evangelio, todo ello basado en Ja Biblia. James Macintosh y su compaiiera Hughie, amados nues— tros, serfan padres espirituales para mi y mi esposa. EL me ensefié a conocer mi Biblia. Nutrié mi mente y corazén 179 con la Palabra de Dios a través de las exposiciones magistrales de los libros del Nuevo Testamento. Con é1 aprend{ lo que era la ensefianza expositiva de la Biblia. Me hizo ver la importancia de 1a congregacién local como centro de testimonio y de misién, al mismo tiempo que estimulé mi ministerio interdenominacional, 1957 fue un afio decisivo para mi. Habfa fallado en mis exdmenes de ingreso a la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM) y estaba muy desorientado respecto a mi futuro. James Mackintosh me invité a trabajer en el Colegio San Andrés, y me dio su precioso tiempo para ensefiarme a estudiar 1a Biblia y Tesponder a mis inquietudes teolégicas. Todos los sdba- dos durante ese aio tenfa una sesién teolégica en su estudio, de 10 a.m. hasta el medio dia. Pacientemente é1 escuchaba mis inquietudes y preguntas. Me las contestaba © recurrfa a sus libros para ilustrar sus respuestas. Esta era otra forma de instruirme en cuanto al uso de los libros. Pienso que los fundamentos de mi teologia fueron puestos en ese fructifero afio. James Macintosh me dio 1a oportunidad de_predicar. Mi primer serm6n lo expuse en la Capilla del Colegio San Andrés, de ambiente no s6lo solemne sino ligubre, acon- pafiado de cAnticos de Salmos con tonos escoceses. Lo basé en el Salmo 139, y lo prediqué en presencia de mi maestro entre los miembros de la congregacién, Igual oportunidad tuvieron otros jévenes de la Tglesia. En 1954 habfa comenzado el Circulo Biblico Universi- tario (C.B.U.). En 1956 comencé a concurrir a invitacién providencial de Samuel Escobar. Yo era todavia secunda- Tio. Llegué hasta la puerta del edificio donde se reunfa el C.B.U., pero tuve reparos y timidez de tocar el timbre. Ya me ibaa retirar a mi casa, cuando llegd Samuel y alegre y carifiosamente me invité a subir, Allf comenz6 nuestra amistad. Pues bien, James Mackintosh fue, por varios aiios, el conferencista més reconocido y apreciado de los estudiantes evangélicos de Lima: expo- nda la Biblia, recibfa preguntas, escuchaba, discutia. Sobre todo, nunca se salia de su tema. La cuarta persona de quien recib{ una influencia benéfica fue mi buen amigo Donald Mitchell, oriundo de Nueva Zelandia, de gran postura fisica y gran intelecto. 180 Aunque nunca fui uno de sus alumos en el Colegio, su compafifa, sus acciones y sus conversaciones me dejaron invalorables lecciones. En 1956 terminé 1a secundaria y debfa comenzar la Universidad. Donald solfa acompafiarme todos los sdbados a las reuniones del C.B.U.. En el camino habldbanos de diferentes asuntos, y siempre solfa darme un libro. Aun més, abridé una cuenta a mi nombre en la Libreria evangé- lica "El Inca", por 1a suma de 100 soles mensuales (que era una gran cantidad de dinero en esos dfas). Siempre recordaré lo que me contest6 cuando le insinué alguna forma de pagarle: "Cuando trabajes y ganes tu: dinero, haz lo mismo con otro joven". Ast comenz6 mi interés por 1a lectura en general y por los libros de exposicién biblica en particular. (conzinuaré) 181

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