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Santiago Llach
Muchos, tantos que ya perdimos la cuenta, se preguntaron qué iba a pasar con los años
noventa.
¿Qué es un poema político? Es, suponemos, una pieza que hace experimentos con el
lenguaje y postula una metodología para organizar las percepciones que construyen la fe
en el afuera, al mismo tiempo que produce una reflexión respecto de los medios de vida
del niño que lleva a cabo el engendro. Desde un punto de vista clasista, el arte es hoy una
materia pendiente de los estratos llamados medios. Sería demasiado ortodoxo establecer
que el arte entra unívocamente en la serie de la demasiada información alienante.
Preferimos, de manera más clasicista (manando en el justo medio entre el marxismo a la
violeta y el humanismo posjudeocatólico con manchas originarias donde se yergue
nuestro credo progresista), creer que el arte abre las puertas de la percepción y repara,
aun inútilmente, pero sí finalmente, también, las cisuras de clase. No es posible ser rígido,
ni menos guiarse por criterios abandonados, tales como el de la calidad literaria. Pero
parte del efecto de lectura que nos cautiva, además de surtirse de la gracia verbal, parte
de la autorreflexión radical: la revisión biográfica del mal en que consiste nuestra belleza.
De ahí, de esa fe que da el paso por el río oscuro, por el Leteo del ánimo, surgen los
colores y las formas que informarán a la comunidad que viene. (Y es por eso que también,
en otra versión extrema, un poema político es el discurso del personaje de Chaplin en El
gran dictador)
Veamos qué pasa con tres personas que empiezan a publicar poesía en los años en que
la desigualdad se mide a través de la brecha digital. Son hijos de las grandes ficciones
peronistas posteriores al Padre Perón: de niños, las viejas dicotomías haciéndose puré en
cuotas durante el menemismo; de jóvenes, las viejas dicotomías haciendo de máscara de
los subsidios a los servicios públicos durante el kirchnerismo. Son hijos del largo empate
hegemónico entre la eficiencia y la justicia sobre el que se encarama el lobby
clasemediero. Y desde ahí vertebran sus horóscopos políticos, sus visiones del futuro. En
los laboratorios sensibles de ese otro yo que es nuestra máquina personal, escuchan las
fantasmagorías de las tribus nuevas, las nuevas utopías.
Abandonados por la vieja comunidad del papel que tejía los beneficios de la Cultura,
fundan, incluso a pesar de sí mismos, una literatura de una índole distinta. Son los
primeros bárbaros: ensayan un estilo mientras una civilización derrapa. Se preguntan,
sobre todo, qué significa leer. Leer, quizás, es vivir en la insuficiencia de las explicaciones.
*
¿Un poema político es uno que trabaja la repetición, la variación, la cópula, la carencia de
marcas personales en el verbo, los traumas pedagógicos asociados a las familias de
ideas sugeridas por las palabras consigna y militar? Veamos.
El lunes 5 de julio de 2010, a las 7:52 A.M., Carlos Gradín (1980) publica una entrada en
su blog (Diario de un viaje a Misiones, donde firma como Charly Gr.). Su título es
peronismo (spam), y el contenido de la entrada es apenas un link:
www.peronismo.net46.net. En el link, fechado el 9.1.10, se puede leer el poema que lleva
el mismo título que la entrada del blog. Sobre un fondo verde oscuro, suena un tema de
tecno minimal (en el que menos es más: es un estilo de música electrónica que trabaja
con la repetición y a través de variaciones secuenciales y rítmicas más lentas). En la
pantalla, después de una cita a la Burroughs de Neal Stephenson, un escritor ligado
según Wikipedia a la ciencia ficción, al cyberpunk y al postcyberpunk, van apareciendo
textos con color de fuente blanco, como tecleados rápidamente, que postulan definiciones
atrabiliarias del peronismo encontradas en la basura de Google a través del recurso a la
comparación. Exemplum:
El mismo día en que Gradín publicó la entrada en su blog, el general retirado Jorge Rafael
Videla declaraba en juicio que lo ocurrido en los años setenta había sido “una guerra
interna”, y libraba en ese sentido de responsabilidad a sus subordinados, que se habían
limitado a seguir sus órdenes. Un gesto, podría decirse, hidalgo. Político.
“Cadáveres”, que ya ironizaba sobre la divina presencia de un Che Guevara tal vez
cocainómano, contenía numerosos recursos que serían usados por la poesía posterior,
1
Martín Prieto y Daniel García Helder, “Boceto Nº 2 para un... de la poesía argentina actual”, en N°
60 de la revista Punto de Vista (Bs. As., abril de 1998); en Jorge Fondebrider, Tres décadas de
poesía argentina (1976-2006), VV. AA., Libros del Rojas, Universidad Nacional de Buenos Aires,
2006; y en http://www.elinterpretador.net/32DanielGarciaHelder-MartinPrieto-BocetoN2.html
fuera de uno u otro palo: la desviación semántica, la rima interna, el desplazamiento
acentual, la chillonería maricona, el imaginario paraguayo, el lenguaje coloquial directo
(“la que hace años no ve una pija”) y las citas apenas disimuladas a los amigos (Manuel
Puig, Arturo Carrera)
Si trazáramos una parábola entre ese poema inicial del orden democrático escrito por
Perlongher en nombre de las minorías perseguidas (un canto que necesita reafirmar la
muerte y vestir a los hombres de señoritas anticuadas para avizorar lo nuevo) y este
poema firmado por Gradín en nombre de nadie, en nombre de la autoría anónima,
tendríamos, significativamente, las palabras cadáver y peronismo fundando un orden
político.
la historia
es peronista
como se viste tu mamá es peronista
igual como se viste tu hermana
espiar a tu mamá
mientras se cambia
es peronista
gorrear a la bruja
es peronista
En la changa del habla populachera, Godoy se traza a sí mismo como un heredero más
literal del gambarottismo noventero, aun corrigiendo mediante rizos de labia juvenilista
una condición de clase que, de todas formas, será a su vez corregida por la biografía:
todos estos poetas son, al final, más que peronistas, soldados fieles, sargentos cuando
más, de la industria cultural.
Otro poeta político, peronista y de los noventa (aunque nacido en 1924), Leónidas
Lamborghini, había publicado vía México, en 1980, otro libro donde se producían
maquinitas a repetición:
En el hospicio
la ciudad es su hospicio.
Peronismo (net) es un poema basura (spam) y un poema que nunca termina (si uno deja
abierta la página de internet en que se aloja, vuelve a empezar). Como el cuadro que
Pedro Mairal imaginó en su novela Salvatierra, Gradín materializa la idea de una obra de
arte como una cadena que no sólo no termina sino que se repite al infinito, reponiendo de
algún modo la angustia de los beats y de los bits.
Los códigos de las orgas, los códigos de las teteras,2 los códigos de Java.
El 17 de junio de 2010, un cabo de la policía de Río Negro mató a Diego Bonefoi, un chico
de 15 años. Quince días después, el primero de julio, Mariano Blatt subió un texto a su
fotolog Rozando el palo (www.fotolog.com/funkydank) dedicado a Bonefoi, que se publica,
cortado en verso, en este número de Pampa. Arriba del texto, la foto de un chico lindo con
el torso desnudo desviaba, como es marca de la poesía de Blatt, el posible sentido de ese
poema que, siendo temáticamente político, lo es de un modo claramente nuevo: no está
atravesado por el denuncialismo maximalista propio de la imaginería setentista ni por la
violencia escindida de textos de los noventa como Punctum.
2
Baños públicos en los que personas del género masculino se miran y se tocan
mutuamente los miembros.
te compraste zapatillas nuevas
Si los ritmos de publicación en papel hicieron que “Cadáveres” fuera casi un documento
de museo cuando era publicado en libro, las técnicas de publicación instantánea permiten
que el poema de Blatt circule a días del hecho que produjo la escritura. He ahí una tesis:
no se trata, lo nuevo, sólo de alienación informativa, de saturación y de basura. Si Gradín
(con Leónidas Lamborghini) encuentra un hecho poético productivo en la lectura de la
basura (el spam), una cierta reivindicación de la inocencia que se deduce de la poética de
Blatt (de los “hechos de la realidad”), sumada a las posibilidades la escritura, la
publicación y la lectura instantánea de un texto poético acerca de una noticia de
actualidad, nos hace pensar en una operación de lectura que viene anillada a las
tecnologías recientes: leer es acotar y guardar. Tanto, que la obra de arte, al contrario del
poema de Gradín que se repite y se repite, es sometida también a un proceso de rápida
eliminación… ¡debida a algo tan anticuado como la censura por contenidos sexualmente
explícitos! En efecto, la empresa propietaria de Fotolog eliminó varios fotologs de Blatt
con ese argumento. En ellos, Blatt había instaurado ese procedimiento que repone en su
fotolog reciente: fotos de hinchas de Argentinos Juniors en un caso, o de un jugador bello
del mismo club (Gastón Machín), en otro, seguidos de textos que proponían una lectura
“gay” (es decir, una lectura humanista) de la foto.
Da pudor pronunciar esa palabra que Blatt jamás menciona en sus textos, una palabra,
como dirían los antiguos estudiosos, hoy “massmediática”: la palabra gay. La crudeza, la
“naturalidad”, que al revés que antes es todo lo contrario de la puesta en escena de la
violencia, hace que en todo caso Blatt pueda preferir la palabra puto. O, para decirlo de
otra manera, podemos trazar una línea que va del “nunca en su vida vio una pija” de
Perlongher al “hoy chupé pija” que Blatt publicó en su cuenta de Twitter.
Muchos de los textos del fotolog de Blatt, y también los de sus poemas publicados en
libro, parecen consistir en copypastes de esas nuevas escrituras que pululan en la web, y
que están reformulando a pasos aceleradísimos la ortografía, la morfología y la sintaxis en
general de la lengua castellana.
me dice Ramo
En el poema de Bonefoi, la multiplicación por tres de cada verso remite a una lectura
electrónica, a un error de impresora por falta de tinta. La bala policial que atraviesa el
cuerpo del chico es repuesta, también, por miles de chicos como él que bailan electrónica.
Acá, al revés que en Gambarotta o en Godoy o en Perlongher, ya no es necesaria la
sobreactuación. La lírica ha muerto.
me la dan
y me siento en el pasabobos a tomar Coquita de vidrio
Y así fue.
En fin. No queremos formular una teoría, porque no hay teoría. Hay narrativas que nos
proporcionan elementos para comprender la insuficiencia. Juramos nunca más afiliarnos a
ninguna religión que no sea la de la mezcla. Si alguna vez aplaudimos la sátira o la
reproducimos, es sólo porque gustamos sobreactuar la incerteza.
Esta, a la par que década de la revolución digital, fue la de la cocaína barata y los after
hours. Revivals en que no nos escudamos: una década no es nada. El tiempo no es nada.
Nuestro estudio de la política es un estudio nominalista: pergeñamos sobre todo la calidad
de la representación. La poesía, su institucionalidad. Ya lo dijimos: marxismo a la violeta,
catolicismo posthumano y política en los afters. El tramado de la desigualdad a través de
las jergas.
Alfredo Leoncio de los Cerros Jaramillo surge al campo poético porteño desde Neuquén,
convocando a una partuza en el sur, el cerro y el frío a un grupo de emergentes de la
literatura blogger. Hijo de la izquierda gorrita, su casus belli es el paraje y la verdad.
Autor, hasta ahora, de Grunge y Villa Negra, episodia las hazañas dudosas de las
editoriales independientes: fanzinismo y revolución. Jaramillo trabaja también con
consignas, y por eso está acá.
Su épica es sentimental, esa que desde Baudelaire expone las derivas de la juventud
perdida. La primera persona mentada como segunda o un yo que lejos de la anonimia
desautoral de Gradín o el copy & paste de Blatt está cargada de contenido, no le teme ni
a los adjetivos ni a las citas de poetas recientes ni a los colores (y todo su lastre
ideológico) ni a la verdad mínima de las escenas cotidianas ni a ninguno de los lugares
comunes de la lírica en verso libre:
¿Postea Jaramillo entonces, con su canto heroico simpatizante del grunge provincial (la
penúltima esperanza del rock), una restauración de alguna clase? No lo sabemos del
todo: ninguna restauración nos es antipática, creemos que la literatura educa, y no
precisamente para la revolución.¿ Es sólo un gesto arcaico inventariar una preocupación
metafísica en la era de la doxa inmanente y el milenarismo despreocupado? Tampoco:
¿De qué estamos hablando? Fuimos conquistados por el corazón de la deriva. Hablamos
del poema. ¿Qué es un poema? Todavía no lo sabemos.