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Calificar un texto para niños en comparación con un texto para adultos sería
“decir que una manzana es una naranja inadecuada porque es verde, y que de
cualquier forma las naranjas son innatamente superiores”. (p. 4)
1) Los textos para niños normalmente son bastante cortos, por lo que nos
es fácil leerlos de una corrida, en especial a causa de nuestro attention
span (que dura aproximadamente 15 minutos).
2) Nos ayudan a separarnos de la amargura de la modernidad,
3) Es un buen paso para leer, comenzar a leer ya de adultos, y encontrar
nuestros gustos literarios.
4) Contienen grandes enseñanzas.
“we use pretensions to convince ourselves that we enjoy the taste of a rotten fruit
juice which only brings us to the state of freedom that we find in childhood.
“it is damn hard work to write a book that has plot, character development,
awesome flow, and touches on an important theme – using only a handful of
sentences written in plain language.”
It is not what you read, but how you read it.
I for one think, arguing back the statements of Dr. Joy, that children literature is
not a source of nostalgic feeling from reading old books, nor a representation
lacking of selfs, rather they carry immediate responses to children, yet the
environment in which we grow up crap our thoughts. This is a very romantics /
Rousseauanic idea, but we all known that the world in which we live we are not
going to expect everyone reading the same (if), and thus we will be driven by
different characters shifts. This will lead us to realise that the world is not like the
fantastic world. I think no one could ever deny the previous fact, but I think people
tend to forget that as we grow up we change. The problem, as Descartes would put
it “our prejudices come from our childhood”, and this overgeneralization that latter
on is reproposed as a fact of life is just wrong. As Descartes thought us (and the
one talking about politics) we should revise ideas from time to time in order to
check which ones are true and which ones are due to prejudices.
I addition, as a critique to Dr. Joy, her claim is that children literature
expresses our heart-broking feeling of the idealised world (as the idea of
communicate). Here she makes a relevant slip. Children talk like that, despite that
latter on they wouldn’t, and thus they feel (could feel) more represented by the
characters. She says that adult has a nostalgic desire to make communication as
easy as that, but I dare to claim that she is close minded: in the case of grown-ups,
it is not the desire of simple direct, communication what is desired, or every piece
of literature would have the same problematic. Most of the times, the thought
expressed is not the idea desired, that is true, but they are expressed directly any
ways.
Tan vergonzoso como para un adolescente comprar condones, es para los jovenes
y adultos leer literatura infantil. Lo más paradójico es que para ambos el fin es
similiar, el placer.
Mucha tinta se ha ocupado en explicar las ventajas que tiene la literatura en los
niños, pero ¿qué pasaría si adultos o jovenes adúltos leyésemos los mismo textos
que ellos leen (o que nosotros les hacemos leer)? No por ser mayores vamos a
tener menor ganancia, le problema es atrevernos a buscar esa ganancia.
"Este blogger es estúpido, no hay nada que aprender de los cuentos infantiles",
podrían aclamar algunos, pero citando a la pelicula the cat on the hat, "¡no
solamente estás mal, sino que eres estúpido!". Hay dos tipos de ventajas en leer
libros para niños: una práctica y otra cognitiva (la cual es como la mugre a la uña,
la obtiene tras un poco de trabajo).
1. Los textos infantiles suelen ser cortos. Si tienes poco tiempo por tu trabajo,
o si tienes que hacer un viaje corto, puedes tomarte el tiempo de leer (en
secreto, posiblemente) uno de estos libritos. Pero además es de gran ventaja
para nuestra pobre concentración, ya que con suerte tenemos entre 13 a 15
minutos de atención de alta calidad (Jensen, 2005);
2. los textos infantiles favorecen un trato literario mas activo que pasivo
(McDowell, 1973), o sea que puede existir un dialogo más cercano entre
texto y lector;
3. el vocabulario de estas narraciones suelen ser hermosos y rítmicos (Pullman,
año!) por lo que nos pueden mantener cautivos en la apreciación fonética,
4. además, el vocabuario suele ser más simple que el de las novelas "serias"
(Stephens, año!), por lo que es facil entenderlas y sacar las ideas. Lo cual es
bastante importante para aquellos que no estén acostumbrados a la lectura.
Ahora vamos a lo más complicado pero a la vez más útil: la ventaja cognitiva. Este
aspecto es escencial para desmantelar la idea a la que Lewis demostraba
descontento, que "debemos apreciar lo adulto porque es de adulto, y
avergonzarnos de ser infantiles". Los textos infantiles son, a mi parecer, una de las
más grandes fuentes de sabiduría. Lo cuentos para niños son a la literatura lo que
los aforismos a la filosofía; puede que no presenten una linea compleja y continua
de pensamientos, pero ambos nos llevan, si son bien leídos, a la reflexión.
Dificilmente uno podría argumentar a esto. Incluso, en la crítica hecha por la Dra.
Joy ("we treasure the books that evoke that which the adult world lacks and we wish
it contains") se puede llevar esto un paso más adelante. Los escritores de literatura
infantil son adultos, y muchos de ellos representan el mundo como lo desearían;
además, la doctora dice que las personas leen estos tipos de escritos para apartarse
de la amargura de la realidad, pero ¿es ésto algo negativo? Ya Tolkien había
abordado este tema en su ensayo sobre cuentos de hadas, pero mi respuesta es
algo distinta. A través de los textos infantiles nosotros no solo podemos
contentarnos sobre los pesares de la (pos)modernidad, sino que debemos ir un
paso más lejos y respondernos ¿cómo es mi reacción ante esto, y cómo puedo
cambiar la amargura que me dejó?
Es necesario para esto recordar lo que nos inculcó el señor don Babbitt: las
emociones que encontramos en los textos para niños y adolescentes no son
necesariamente relacionadas con emociones diferentes o simples, "no existe, de
hecho, tal cosa como una emoción exclusiva del adulto, ¡y la literatura infantil trata
sobre todas ellas!"
Además de que pese a que exista un constante criticismo de que la literatura infantil
es más optimista que la adulta (McDowell, 1973), no significa que por ello sea de
menor valor. Como dijo “tenemos la obligación de hacer las cosas hermosas. No
de dejar las cosas más feas de como las encontramos, no vaciar los oceanos. […]
tenemos la obligación de no dejar a nuestros niños un mundo que hemos
miopemente echado a perder” (Philip Pullman). Aquí se reconoce nuestro error
de ser lo bastante miopes como para no ver “the bright side of death” como cantaría
Monty Python, o de darse cuenta de que debajo de proto existencialismo sombrío
de Dostoievski existe un optimismo redentor.
ENTRADA 1 – VERSIÓN FINAL
Tan vergonzoso como para un adolescente comprar condones, es para los jóvenes
y adultos leer literatura infantil. Lo más paradójico es que para ambos el fin es
similar, el placer.
Mucha tinta se ha ocupado en explicar las ventajas que tiene la literatura en los
niños, pero ¿qué pasaría si adultos o jóvenes-adultos leyésemos los mismos textos
que ellos leen (o que nosotros les hacemos leer, mejor dicho)? No por ser mayores
vamos a tener menor ganancia, el problema es atrevernos a buscar esa ganancia.
"Este blogger es estúpido, no hay nada que aprender de los cuentos infantiles",
podrían aclamar algunos, pero citando a la película the cat on the hat, "¡no
solamente estás mal, sino que eres estúpido!". Hay dos tipos de ventajas en leer
libros para niños: una práctica y otra cognitiva (la cual es como la mugre a la uña,
la obtienes tras un poco de trabajo).
1. Los textos infantiles suelen ser cortos. Si tienes poco tiempo por tu trabajo,
o si tienes que hacer un viaje corto, puedes tomarte el tiempo de leer (en
secreto, posiblemente) uno de estos libritos. Pero además es de gran ventaja
para nuestra pobre concentración de pollito, ya que con suerte tenemos
entre 13 a 15 minutos de atención de alta calidad (Jensen, 2005);
2. Los textos infantiles favorecen un trato literario más activo que
pasivo (McDowell, 1973), o sea que puede existir un dialogo más cercano
entre texto y lector;
3. El lenguaje de estas narraciones suele ser hermoso y rítmico (Pullman,
2005), por lo que nos puede mantener cautivos en la apreciación fonética,
4. además, el vocabulario suele ser más simple que el de las novelas "serias"
(Stephens, 1999), así que es fácil entenderlas y sacar las ideas. Lo cual es
bastante importante para aquellos que no estén acostumbrados a la lectura.
Ahora vamos a lo más complicado, pero a la vez más útil: la ventaja cognitiva. Este
aspecto es esencial para desmantelar la idea a la que Lewis se mostraba
descontento, que "debemos apreciar lo adulto porque es de adulto, y
avergonzarnos de ser infantiles". Los textos infantiles son, a mi parecer, una de las
más grandes fuentes de sabiduría. Lo cuentos para niños son a la literatura lo que
los aforismos a la filosofía; puede que no presenten una línea compleja y continua
de pensamientos, pero ambos nos llevan, si son bien leídos, a la reflexión.
Difícilmente uno podría argumentar a esto. Incluso, en la crítica hecha por la Dra.
Joy ("we treasure the books that evoke that which the adult world lacks and we wish
it contains") se puede llevar esto un paso más adelante; los escritores de literatura
infantil son adultos, y muchos de ellos representan el mundo como lo desearían,
dice, y agrega que los adultos leen estos tipos de escritos para apartarse de la
amargura de la realidad, pero ¿es ésto algo negativo? ¿debemos acaso tirarnos al
abismo que estábamos mirando porque ya nos ardían los ojos debido al abismo
que nos miraba a nosotros también? Ya Tolkien había abordado este tema en su
ensayo sobre cuentos de hadas, pero mi respuesta es algo distinta. A través de los
textos infantiles nosotros no solo podemos olvidarnos temporalmente sobre los
pesares de la (pos)modernidad, sino que debemos ir un paso más lejos y
respondernos ¿cómo es mi reacción ante esto, y cómo puedo cambiar la amargura
sobre la que trató?
Si aún no estás satisfecho con estas ventajas porque piensas que los temas tratados
en estos textos son de menor calidad, es necesario recordar lo que escribió la
señora doña Babbitt: las emociones que encontramos en los textos para niños y
adolescentes no son necesariamente relacionadas con emociones diferentes o
simples, "no existe, de hecho, tal cosa como una emoción exclusiva del adulto, ¡y
la literatura infantil trata sobre todas ellas!" (1973).
Yo creo que una de las razones por la que las personas creen disgustar y critica la
literatura infantil es porque es más optimista que la adulta (McDowell, 1973), pero
no significa que por ello sea de menor valor. Como dijo Gaiman “tenemos la
obligación de hacer las cosas hermosas. No de dejar las cosas más feas de como
las encontramos, no vaciar los oceanos. […] tenemos la obligación de no dejar a
nuestros niños un mundo que hemos miopemente echado a perder” (2013). Aquí
se reconoce nuestro error de ser lo bastante miopes como para no ver “the bright
side of death” como cantaría Monty Python, o de darse cuenta de que debajo de
proto existencialismo sombrío de Dostoievski existe un optimismo redentor.
Por último, quiero adelantar el problema de la semana entrante: los problemas de
la sabiduría de los cuentos para niños (no creas que todo libro sirve para nosotros,
no es tan fácil jojojo). Existen a mi parecer dos problemas básicos relacionados con
el cómo encontrar la sabiduría necesaria en estos textos. Por parte primera un
problema axiológico: ¿cómo determinar el valor que me puede dar una obra
infantil?; el segundo es un problema metódico: ¿qué hacer con este conocimiento;
cómo implementarlo en mi vida? Pienso que aquí radica lo importante de la
literatura infantil, y de por qué somos tan huraños con la literatura infantil... las
lecturas de estos textos reflejan nuestras fallas en la vida, y al no saber (o creer no
saber) cómo - o si quiera si debería- intentar cambiar esos puntos en la vida.
No existe mejor conclusión que citando una ingeniosa frase de Peter Hunt: decir
que la literatura adulta es mejor que la infantil es “decir que una manzana es una
naranja inadecuada porque es verde, y que de cualquier forma las naranjas son
innatamente superiores”. La literatura para niños ha sido vista a huevo por la
costumbre pomposa y snob de los académicos y de sus émulos. En lo personal
disfruto tanto leer el Fausto de Goethe como leer los libros de Dr. Seuss. Así que
piensa en lo que leíste, y agarra un libro para niños y ¡léelo!