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La Eutanasia

Eutanasia (del griego euthanasía, que significa ‘buena muerte’)1 es la acción u omisión que
acelera la muerte de un paciente desahuciado, con o sin su consentimiento (como es el caso
del coma), con la intención de evitar sufrimiento y dolor.

Según la Real Academia Española (RAE) la eutanasia tiene por finalidad, evitar
sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida de un enfermo. La
eutanasia se puede realizar con o sin el consentimiento del enfermo.2

Para la Asociación Médica Mundial (AMM):

La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea
por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética. Ello no impide al
médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su
curso en la fase terminal de su enfermedad.3

La muerte intencional de los recién nacidos con anomalías congénitas que pueden o no ser
una amenaza para la vida.

Clasificaciones de eutanasia
En el contexto anglosajón, se distingue entre la eutanasia como acción y la eutanasia como omisión
(dejar morir). Su equivalente sería eutanasia activa y eutanasia pasiva, respectivamente. También se
utilizan, en forma casi sinónima, las calificaciones de positiva y negativa respectivamente.

Sin embargo, la Organización Médica Colegial española y otras instituciones no aceptan la


distinción terminológica entre «activa» y «pasiva». Consideran que la eutanasia es siempre
deontológicamente condenable, y que es distinta del acto médico de suspender un tratamiento
inútil.5

 Eutanasia directa: Adelantar la hora de la muerte en caso de una enfermedad incurable. Esta
a su vez posee dos formas:
o Activa: Consiste en provocar la muerte de modo directo. Puede recurrirse a
fármacos que en sobredosis generan efectos mortíferos.
o Pasiva: Se omite o se suspende el tratamiento de un proceso nosológico
determinado (por ejemplo una bronconeumonía), o la alimentación por cualquier
vía, con lo cual se precipita el término de la vida. Es una muerte por omisión.
De acuerdo con Víctor Pérez Varela, «la eutanasia pasiva puede revestir dos
formas: la abstención terapéutica y la suspensión terapéutica. En el primer caso no
se inicia el tratamiento y en el segundo se suspende el ya iniciado ya que se
considera que más que prolongar el vivir, prolonga el morir».6
 Eutanasia indirecta: es la que se verifica cuando se efectúan, con intención terapéutica,
procedimientos que pueden producir la muerte como efecto secundario. Por ejemplo, la
administración de analgésicos narcóticos para calmar los dolores. Los mismos, como efecto
indirecto y no buscado, provocan disminución del estado de conciencia y posible
abreviación del período de sobrevida. Aquí la intención, sin duda, no es acortar la vida sino
aliviar el sufrimiento, y lo otro es una consecuencia previsible pero no perseguida. Entra así
en lo que desde Tomás de Aquino se llama un problema de doble efecto.

Sobre la dignidad de la vida humana

El concepto de «dignidad humana» se invoca, paradójicamente, tanto para defender la


eutanasia como para rechazarla.

Así, para los defensores de la eutanasia, la dignidad humana del enfermo consistiría en el
derecho a elegir libremente el momento de la propia muerte, evitando los que fueran de otra
forma, inexorables dolores y situaciones que socavan la humanidad misma del enfermo.

Para sus detractores, el ser humano no posee dignidad, sino que es en sí mismo un ser
digno, independientemente de las condiciones concretas en las que viva.

La muerte digna es la muerte con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos
humanos posibles. Es el respeto por la dignidad del ser humano hasta la hora de su muerte
natural. Una muerte digna no consiste sólo en la ausencia de tribulaciones externas, sino
que nace de la grandeza de ánimo de quien se enfrenta a ella. Morir con dignidad no
significa elegir la muerte, sino contar con la ayuda necesaria para aceptarla cuando llega.

El dolor, actualmente, se puede controlar. Se disponen de medidas capaces para neutralizar


el dolor. Según algunos autores, resultaría incongruente seguir abogando por la eutanasia y
el suicidio asistido por motivos de compasión. Concluyendo que la Eutanasia es una
practica favorable para la el ser humano que se considera indigno con su vida.

Argumentos a favor
Médicos

 Desde siempre, los médicos han participado en la toma de decisiones sobre el fin de
la vida y actualmente es común suspender o no instaurar tratamientos en
determinados casos, aunque ello lleve a la muerte del paciente. Sin embargo, a
veces los médicos deciden por su propia parte si el paciente debe morir o no y
provocan su muerte, rápida y sin dolor. Es lo que se conoce como limitación del
esfuerzo terapéutico, limitación de tratamientos o, simplemente, eutanasia agresiva.
Normalmente la eutanasia se lleva a cabo con el conocimiento y anuencia de los
familiares y/o curadores del paciente.18

 En medicina, el respeto a la autonomía de la persona y los derechos de los pacientes


son cada vez más ponderados en la toma de decisiones médicas.

 En sintonía con lo anterior, la introducción del consentimiento informado en la


relación médico-paciente, y para éstas situaciones, la elaboración de un documento
de voluntades anticipadas sería una buena manera de regular las actuaciones
médicas frente a situaciones hipotéticas donde la persona pierda total —o
parcialmente— su autonomía para decidir, en el momento, sobre las actuaciones
médicas pertinentes a su estado de salud.

Jurídicos

La despenalización de la eutanasia no significa obligatoriedad absoluta. No se puede


imponer el criterio de un conglomerado al ordenamiento jurídico de todo un territorio,
por lo que el derecho debiera asegurar los mecanismos para regular el acceso a la
eutanasia de los pacientes interesados que cumplan unos requisitos especificados
legalmente; así como de la legalidad y transparencia de los procedimientos.

En el caso de los Países Bajos, uno de los primeros países en despenalizar al médico que
practique la eutanasia

sino opuestas profundamente entre sí, como el dar muerte al recién nacido deficiente que se
presume que habrá de llevar una vida disminuida, la ayuda al suicida para que consume su
propósito, la eliminación del anciano que se presupone que no vive ya una vida digna, la
abstención de persistir en tratamientos dolorosos o inútiles para alargar una agonía sin esperanza
humana de curación del moribundo, etc.

Desde el punto de vista de la víctima la eutanasia puede ser voluntaria o involuntaria, según
ser solicitada por quien quiere que le den muerte o no; perinatal, agónica, psíquica o social,
según se aplique a recién nacidos deformes o deficientes, a enfermos terminales, a
afectados de lesiones cerebrales irreversibles o a ancianos u otras personas tenidas por
socialmente improductivas o gravosas, etc. Algunos hablan de auto eutanasia refiriéndose
al suicidio, pero eso no es, propiamente, una forma de eutanasia, aunque muchos de sus
patrocinadores defienden también, con arreglo a su propia lógica, el derecho al suicidio.

Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue entre eutanasia activa y pasiva,
según provoque la muerte a otro por acción o por omisión, o entre eutanasia directa e
indirecta: la primera sería la que busca que sobrevenga la muerte, y la segunda la que busca
mitigar el dolor físico, aun a sabiendas de que ese tratamiento puede acortar efectivamente
la vida del paciente; pero esta última no puede tampoco llamarse propiamente eutanasia.

Existen muchas más clasificaciones posibles y una misma acción puede, a su vez, incluirse
en varias de las modalidades referidas aquí. Pero todo esto es, en el fondo, secundario, y
con frecuencia contribuye a aumentar la confusión sobre la realidad del problema, en lugar
de ayudar a esclarecer la cuestión. De ahí que, para poder referirnos a un concepto que
admitan tanto los partidarios de la eutanasia como los defensores de la vida, la hayamos
definido en los términos expuestos más arriba, sin detenernos en ulteriores divisiones o
clasificaciones.
¿Cuáles son los principales argumentos que se emplean para promover la legalización
de la eutanasia?

Se suele promover la legalización de la eutanasia y su aceptación social con cinco clases de


argumentos:

. el derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien padece sufrimientos atroces;

. el derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y autonomía


individual;

. la necesidad de regular una situación que existe de hecho. Ante el escándalo de su


persistencia en la clandestinidad;

. el progreso que representa suprimir la vida de los deficientes psíquicos profundos o de los
enfermos en fase terminal, ya que se trataría de vidas que no pueden llamarse propiamente
humanas;

. la manifestación de solidaridad social que significa la eliminación de vidas sin sentido,


que constituyen una dura carga para los familiares y para la propia sociedad.

No todos los partidarios de la eutanasia comparten todos estos argumentos; pero todos, en
cambio, comparten los dos primeros, y a menudo el tercero.

A lo largo de este texto iremos refiriéndonos a cada uno de dichos argumentos para
examinarlos en su propio contexto.

53. Si tan rechazable es la eutanasia, ¿cómo es que hay personas y grupos que
promueven socialmente su aceptación?

El hecho de que ciertas legislaciones, o determinados comportamientos sociales, sean


rechazables y aun monstruosos, no significa que sean vistos siempre así por todos en todas
las épocas. La historia está plagada de ejemplos a este respecto. En el caso de la eutanasia
en este tiempo presente, lo primero que hay que decir es que las personas y los grupos que
apoyan una legislación eutanásica constituyen una minoría exigua en relación con el
conjunto de la sociedad. Pero esto no quiere decir que en un futuro no pueda aumentar esta
proporción, porque es perceptible que están en marcha campañas de influencia sobre la
opinión pública en este sentido.
El falso "derecho" a morir y el derecho a vivir

Los que promueven la eutanasia y el suicidio asistido hablan del "derecho a morir". En
realidad todos nos vamos a morir, de manera que no hace falta inventar un "derecho" para
ello, la naturaleza, queramos o no, se encargará de que nos muramos. No tenemos por qué,
ni debemos apurarnos en este asunto.

Si lo que se quiere decir con "derecho a morir" es que todo ser humano tiene el derecho a
morir en paz y dignidad, cuando la muerte natural le llegue, entonces no hay nada que
objetar. Pero lamentablemente eso no es lo que los partidarios de estos crímenes quieren
decir con el falso "derecho" a morir. Lo que ellos quieren decir es que la persona tiene el
"derecho" a que le apliquen la eutanasia, el suicidio asistido o a suicidarse, incluso cuando
ella lo estime conveniente. Estos activistas llegan también a decir la barbaridad de que el
acto de matarse a uno mismo o de procurar la ayuda de otros para lograrlo es un "acto final
de autodeterminación", "liberación" o "muerte misericordiosa" ("mercy killing"). Todos
estos términos son eufemismos, es decir, frases bonitas pero engañosas, que intentan
esconder la terrible realidad que se pretende promover: la eutanasia, el suicidio asistido y el
suicidio.

Pero quizás lo que más quieren ocultar los partidarios de estos crímenes es el egoísmo de
los saludables para con los enfermos. Cuando una sociedad crea una mentalidad propicia a
la eutanasia y al suicidio asistido, en realidad le está diciendo a los ancianos, a los enfermos
terminales y a los familiares de los pacientes comatosos: "Miren, no le vamos a ayudar, no
vamos a estar con ustedes para aliviarles el dolor o para ayudarles a cargar sus cargas, sino
que vamos a 'ayudarles' a que se quiten del medio o vamos a hacerlo con su consentimiento
o incluso sin él."

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