Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La Revolución rusa es una de las más virulentas que se han dado en la historia
moderna, y que supone la explosión del descontento de todo un pueblo con la
situación que vive el país. Sin embargo, también tuvo demasiadas luchas y
discrepancias internas y derivó en unas consecuencias que, como veremos más
adelante, no fueron las esperadas por el pueblo.
Así que Lenin exigió una ruptura cuyo objetivo sería que el Soviet de Petrogrado
renegase del gobierno Kérenski y que el inminente Segundo Congreso Panruso
de los Soviets, de Diputados, de los Obreros y Soldados, convocado para el 25 de
octubre, entregase el poder legítimamente a un gobierno izquierdista
radical con objetivos revolucionarios.
El inicio del congreso se retrasó hasta nueve horas, pero Lenin consiguió su
propósito. En esos “diez días que estremecieron al mundo”, según el título del
libro-reportaje del periodista socialista americano John Reed que encantó hasta
al propio Lenin, se iban a dictar medidas revolucionarias de un alcance
sorprendente: la abolición de la propiedad privada de la tierra, la retirada de la I
Guerra Mundial, la adopción de la jornada de trabajo de ocho horas, la supresión
de títulos nobiliarios y rangos sociales, la prohibición de la discriminación por
nacionalidad o religión, el derecho de autodeterminación… Con este nuevo orden
de cosas nacía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS),
denominación que se dio desde entonces al milenario país.
La Historia juzgará
Hasta aquí los hechos. Pero su interpretación es muy diversa. ¿Gran avance
social o concepción dictatorial del mundo? La Guerra Fría entre la Unión
Soviética y Estados Unidos condicionó durante la segunda mitad del siglo
XX el estudio de la Revolución rusa, enaltecida por la intelectualidad
comunista en todo el mundo y vilipendiada desde la otra trinchera
ideológica, la de los pensadores liberales. Con el final de la URSS a principios
de los años 90 del siglo XX, los corsés ideológicos saltaron y con ellos se abrieron
los impenetrables archivos de los sucesivos gobiernos del Kremlin, sobre todo
los de la época de Lenin y Stalin, que han ofrecido perspectivas inexploradas e
incluso sorprendentes.
Y si deseas recibir cada mes la revista Muy Historia en tu buzón, entra en nuestro
espacio de Suscripciones.
#Revolución
CONTINÚA LEYENDO
CONTENIDOS SIMILARES
Lenin, el visionario
Por otra parte, tanto los campesinos como los obreros eran explotados en la
forma por demás inhumana, en las haciendas y en las fabricas, al exigirseles un
elevado numero de horas de trabajo diario ( hasta 15 horas) y recibir, en cambio,
reducidos salarios, con los que no podían satisfacer ni sus más apremiantes
necesidades. Esta situación se agravo debido a la falta de una agricultura e
industria altamente tecnificadas y modernizadas, que no suministraban una
producción a tono con las necesidades del país.La moral era una trampa, la
religión una variante de superstición. Todo lo humanístico debía someterse
automáticamente a lo “científico”.
Causas económicas
Las causas económicas de la Revolución Rusa se atribuyen en gran medida a la
mala gestión del zar, sumada a la I Guerra Mundial. Más de quince millones de
hombres se unieron al ejército, que dejó un número insuficiente de
trabajadores en las fábricas y las granjas. El resultado fue una escasez
generalizada de alimentos y materias primas. Los obreros tuvieron que
soportar terribles condiciones de trabajo, incluyendo jornadas de doce a
catorce horas y bajos salarios. Se desencadenaron cuantiosas revueltas y
huelgas reivindicando mejores condiciones y mayores salarios. Aunque algunas
fábricas accedieron a las peticiones para elevar los salarios, la inflación de
guerra anuló su efecto. Hubo una protesta ante la que Nicolás respondió con
violencia (ver Causas Políticas); en respuesta, los trabajadores de la industria
fueron a la huelga y paralizaron de hecho el ferrocarril y el resto de redes de
transporte. Las pocas mercancías que estaban disponibles no podían llevarse a
su lugar de destino. Los precios se dispararon a medida que los vienen
esenciales eran cada vez más escasos. En 1917, el hambre amenazaba a muchas
de las grandes ciudades. El fracaso de Nicolás en resolver los problemas
económicos de su país y la promesa del comunismo por aplacarlos compuso el
núcleo de esta revolución.
Causas sociales
Las causas sociales de la Revolución tienen su origen en siglos de opresión del
régimen zarista sobre las clases bajas, además de los desmanes de Nicolás en la
I Guerra Mundial. Aproximadamente un 85% del pueblo ruso formaba parte del
campesinado, oprimido por las clases superiores y el propio régimen.
El vasallaje, asociado comúnmente con la Edad Media, describe con precisión la
situación social de la Rusia de Nicolás: Una pequeña clase de nobles
terratenientes controlaba una vasta cantidad de siervos. En 1861, el
zar Alejandro II de Rusia emancipó a estos campesinos no por razones morales
sino porque impedía el avance social de Rusia. Esta nueva libertad fue de
carácter limitado, sin embargo, dado que no tenían ninguna tierra que cultivar.
Como resultado, el gobierno elaboró nuevas leyes que les otorgaban pequeñas
parcelas que trabajar. Sin embargo, la cantidad de tierra que se les cedió fue
insuficiente, con lo que se desencadenaron enormes sublevaciones. La I
Guerra Mundial sólo aumentó el caos. La ingente demanda de producción
industrial de artículos de guerra y obreros causó muchas más insurrecciones y
huelgas. Además, como se necesitaban a muchos trabajadores en las fábricas,
los campesinos emigraron a las ciudades, que pronto se vieron superpobladas,
viviendo bajo condiciones que rápidamente empeoraron. Para colmo, mientras
que la cantidad de alimentos requerida por el ejército era cada vez mayor, el
abastecimiento tras el frente se empobrecía más y más. En 1917, el hambre
amenazaba a la mayoría de las grandes ciudades. La suma de todos los factores
anteriores contribuyó a un creciente descontento entre los ciudadanos rusos,
que posteriormente desembocaría en la Revolución
En su novela Padres e hijos, Iván Turguénev bautizó a los miembros de este
grupo social como “nihilistas”. Tchernychevski, filósofo revolucionario, publicó
en respuesta una novela titulada ¿Qué hacer? y subtitulada Los hombres
nuevos que tuvo una enorme repercusión e influyó hasta al mismo Lenin, quien
publicó un tratado con el mismo título que fue decisivo para el bolchevismo.
En cualquier caso, la implantación del socialismo en la URSS era ya imparable.
Otra de las causas de la revolución rusa fue la entrada de capital extranjero del
país, el cual dominaba las fábricas y centros productivos de la Unión Soviética.
Esto dio lugar a la aparición de los obreros, los cuáles trabajaban en unas
condiciones infrahumanas. Pronto se hicieron cada vez más frecuentes las
protestas, que luego pasaron a huelgas y terminaron en grandes revueltas.
Muchos de estos obreros se agruparon en organizaciones sindicales conocidas
como soviets.