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ARGENTINA HOY
radiografía de una nueva estructura
gabriel kessler
(compilador)
5. Los sectores populares
Pablo Semán
Cecilia Ferraudi Curto
el empleo
la educación y la salud
la metropolitanización
la territorialización
Históricamente, la relación entre los sectores populares y la política ha
estado caracterizada por la centralidad de los sindicatos y la relación pri-
vilegiada de las clases populares con el peronismo. Esta configuración
se vio trastocada desde el retorno de la democracia, entre otras razones
por los cambios en la estructura social y la caída, primero, del empleo
industrial y, luego, del conjunto de las categorías de empleo. Tal como
los sectores populares 153
la estatalización
De forma simultánea y hasta cierto punto convergente con lo anterior,
se dio un proceso de centralización estatal que combinó un impulso a la
reactivación económica, una ampliación de los derechos y una multipli-
cación de las políticas públicas asistenciales de diverso tipo (D’Amico,
2014; Massetti, 2011). Así, la estatalización, combinada con la territoriali-
zación, creó vínculos que inciden en la consolidación y definición de las
características de los sectores populares.
En sus primeros años, el gobierno kirchnerista dio un fuerte incentivo
a la construcción de vivienda social y a las obras públicas a través del
Ministerio de Planificación Federal (creado en 2003). Luego de 2008,
se dieron el lanzamiento de la Asignación Universal por Hijo (AUH,
que universaliza la política de transferencia condicionada de ingresos en
2009) y una serie de políticas que implicaron transferencias monetarias
y estímulos a la demanda agregada, especialmente el consumo popular.
Asimismo, el plan Procrear articuló esas intenciones en términos de la
demanda de vivienda. El conjunto de estas acciones puede entenderse
en el contexto del resultado de las elecciones de 2009 posterior al con-
flicto con los productores agropecuarios y a la necesidad del gobierno
los sectores populares 157
de reorientar sus alianzas sociales y políticas. Pero más allá de los hechos
que disparan las mencionadas iniciativas, lo cierto es que crean un nuevo
escenario de convergencia entre los sectores populares y el Estado, y esto
a su vez repercute sobre las condiciones estructurales que definen a estos
sectores.
Los años noventa se habían caracterizado por la descentralización y fo-
calización de las políticas públicas orientadas a la “pobreza” y 2001 mar-
có un quiebre en la situación con la intensificación de movilizaciones
colectivas que cuestionaron el papel del Estado e impulsaron las políticas
públicas asistenciales que ampliaron su alcance, al reconfigurar diversos
tejidos organizacionales. En el marco de la reactivación económica, las
políticas públicas orientadas al bienestar mostraron dos variantes dife-
renciadas: por un lado, se buscó fortalecer y ampliar el sector de traba-
jadores formales (algo que mencionamos y describimos más arriba) y,
por otro, se procuró centralizar la política pública asistencial mientras
se multiplicaron y diversificaron los programas orientados a los sectores
“vulnerables”. Estas tensiones se ven claramente respecto de las políticas
habitacionales. El Ministerio de Planificación Federal, creado un día an-
tes de la asunción de Néstor Kirchner en 2003, fue cobrando creciente
protagonismo a lo largo de su mandato. Esto implicaba un rol diferente
del Estado: no sólo se trataba de asistir a la pobreza, sino también de
reactivar la economía. La cuestión atendía a las zonas desfavorecidas y
también al sector de la construcción y sus derivados. En este contexto,
los programas federales fueron clave, ya que allí se nuclearon diferentes
iniciativas (con diversos dispositivos de implementación). Sin embargo,
el centro se configuró en torno del Programa Federal de Construcción
de Viviendas, que dispuso del 70% de los recursos y dio cuenta de un
giro “recentralizador” de las políticas habitacionales (Rodríguez y otros,
2007). Implementado a través de empresas, este programa repercutió
sobre las tramas organizacionales territoriales en términos de sus con-
secuencias no buscadas: la multiplicación de las tomas de tierras como
acciones colectivas en reclamo de ser incluidos en las listas de adjudicata-
rios (Lozano, 2012; Cravino, 2014). La ocupación del Parque Indoameri-
cano, en la ciudad de Buenos Aires, puede comprenderse como parte de
estos procesos. A la vez, tendió a constituir barrios segregados alejados
de los centros urbanos en un contexto en que la recuperación econó-
mica (y estas mismas políticas públicas) favorecieron un incremento sig-
nificativo en el valor del suelo urbano (Del Río, 2012). Paralelamente,
otros programas de menor alcance (como el Programa de Emergencia
Habitacional y el programa de urbanización de villas y asentamientos) se
158 la sociedad argentina hoy
la sindicalización
Así como las organizaciones territoriales cobraron centralidad, a medida
que se produjo la recuperación económica y el nuevo gobierno buscó
superar su inicial debilidad a través de una pluralización de los apoyos,
las organizaciones territoriales y los sindicatos se disputaron el protago-
nismo en la escena pública y se incorporaron en diferentes funciones
de gobierno (Pérez y Natalucci, 2010; Sidicaro, 2011). Mientras que en
los años noventa se registró el debilitamiento del universo sindical, las
investigaciones posteriores a 2001 dan cuenta de un resurgimiento de
los conflictos sindicales, lo que algunos autores llamaron “revitalización
sindical” (Senén González, 2013), incluyendo la dificultosa emergencia
de actores movilizados en ramas donde predominan las condiciones de
trabajo precarias. A la vez, la importancia de los sindicatos no se limitó
al conflicto laboral: la Confederación General del Trabajo (CGT) consti-
tuyó un apoyo clave para el gobierno nacional hasta su ruptura en 2012.
Etchemendy y Collier (2008) refieren la sorprendente revitalización
sindical después de 2003. Catalogado como “neocorporativismo segmen-
tario”, el modelo sindical kirchnerista se distingue tanto del modelo pe-
ronista clásico (donde ven subordinado al Estado) como del europeo
reciente (vinculado a una ampliación de las bases hacia los sectores mar-
ginales). Dos rasgos lo caracterizan: 1) aquí el sindicalismo logró revi-
talizarse manteniéndose como representante de la clase obrera estable,
una fracción relativamente pequeña de las clases populares luego de la
reconfiguración socioeconómica iniciada en los años setenta, bajo el li-
derazgo del sindicato de camioneros encabezado por Hugo Moyano; 2)
muestra una autonomía significativa respecto del Estado, lo cual da lugar
a negociaciones colectivas favorables dentro de límites de acuerdo entre
partes. Desde un punto de partida cercano, Natalucci (2013) da cuenta
de la ruptura en la alianza con el gobierno a partir de que Moyano inten-
ta “saltar a la política” y, desde entonces, distingue entre la revitalización
corporativa y la debilidad política del sindicalismo, preguntándose por
qué una representación sectorial exitosa se traduce en un magro resul-
tado electoral.
Abal Medina (2014) analiza los modos de politización que tienen lu-
gar en las grandes cadenas de supermercados, comprendidas dentro del
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reflexiones finales