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Nº1.

Noviembre 2017

Ruth Morales
Cambio de Realidad
Por Ruth Morales
Nº 1. Noviembre 2017. España

© Ruth Morales
contacto@cambioderealidad.com

Esta revista está preparada para ser imprimida,


por si te es más fácil su lectura en papel.

Esta obra está registrada bajo una licencia de Creative Commons


Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

Puedes compartirla sin modificar su contenido y siempre atribuyendo su autoría.


No está permitido el uso de esta obra para fines comerciales.
Ruth Morales
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Ruth Morales es la creadora de Cambio de


Realidad, una forma singular, rompedora y
visionaria de ver la vida, desde una pers-
pectiva sin igual.
Desde 2011, transmite esta percepción de la
realidad por medio de múltiple y variado
material en el que trata temas del dinero,
de la no pareja, de la realidad misma sin
dejar ningún ingrediente en el tintero y lo
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que la diferencia, sin duda alguna, su com-
prensión de nuestra realidad por encima
del paradigma científico, conocida como
“Percepción y No Tiempo”, que merece un trato aparte.
Ha participado en eventos varios, invitada siempre por su “particular en-
foque, más allá de lo que todos conocemos como normal y corriente”.
También ha sido entrevistada en la radio, en televisión y en otros medios
de comunicación.
Ruth Morales ha escrito 8 libros y ha llegado a todos por medio de semina-
rios y conferencias tanto presenciales como online.
Su bagaje amplio y diverso más su experiencia personal, la llevan a ser una
gran comunicadora, tanto en la comunicación oral como en la escrita y esa
es la razón por la que nace esta revista, con el fin de llegar a todas las per-
sonas de todas partes del mundo.
Te presentamos, por tanto, C~instinto. ¡Disfruta de su lectura!

El equipo de C~instinto

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CONTENIDO
(Haz clic en el título de cada artículo para ir directamente a este)

Presentación de C~instinto. La revista ...................................................... 5


Dinero
No es el precio lo que no puedes pagar,
sino el valor que le das a lo que no puedes pagar....................................... 7
Tendencias
El desacierto de trabajar el perdón ............................................................ 11
¿Cuándo es el momento en el que los hijos deben irse de casa? ................ 15
El dinero tiene que ver con todo en la vida ................................................ 18
La frialdad de la nueva espiritualidad ........................................................ 19
Comunicación desde el instinto
¿Qué es comunicación desde el instinto? ................................................... 22
Empresa: El mundo empresarial es estrictamente emocional ................... 23
Mujer: En busca del punto G ..................................................................... 26
Mujer: Ella. Un caso cualquiera ................................................................. 35
Excelencia
¿Qué es excelencia según C~instinto? ....................................................... 40
Excelencia frente a educación y domesticación ......................................... 41
Sugerencias para comunicarnos de manera precisa con la palabra........... 47
De lo bueno, lo mejor
Quien ama el vino, ama la vida .................................................................. 54
Alicia y su libreta de conflictos
Mi querido padre, sus inversiones y su ajuste emocional .......................... 59
Hay que comer de todo. El negocio perfecto .............................................. 64
Historias
El niño que preguntó.................................................................................. 71

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Presentación de C~instinto. La revista.


Después de muchos años transmitiendo mi percepción de la realidad des-
de Cambio de Realidad, se me antoja necesario abarcar todos los campos
de la vida, al entender que esta no es sino una comunicación constante
con el entorno, en el que todos actuamos y del que todos nos servimos.
Entiendo que la vida es un servicio constante y mi intención es comunicar
cualquier cosa, por simple que parezca, de una manera que aporte al lec-
tor “esa otra mirada” que quizá le haga falta en un momento dado.
Inauguro con este número estas publicaciones bajo el nombre de Revista
C~instinto (Comunicación desde el instinto) como medio desde el que me
pueda expresar libremente sin el rigor de adecuarme a un ámbito en con-
creto sino con la libertad de poder comunicar lo que desee y como soy ca-
paz de hacerlo.
Con estas publicaciones trataré de usar un lenguaje corriente, algo natu-
ral en mí y de hablar sobre temas corrientes, algo que nos toca a todos.
Aquellas personas, ya muchas, que me conocen por Cambio de Realidad,
deben comprender que desde esta revista me dirijo al público general y
que, por tanto, eso es lo que tengo en cuenta cuando escribo. Todo lo con-
cerniente a “Percepción y No Tiempo” está contemplado en el Espacio del
mismo nombre, donde mi presencia es constante. Me debo a ello.
Sin embargo, desde aquí compartiré una forma de ver la vida, que no solo
es vivir sino sentir y ser esa forma de ver la vida, a la que llamo Excelen-
cia y De lo Bueno, lo Mejor. Estos son los nombres de dos apartados que
nunca faltarán en esta revista, cuya lectura espero que disfrutes tanto
como yo disfruto escribiéndola.
Gracias una vez más por tu compañía y sobre todo, por disfrutar de la
vida.

Ruth Morales. Noviembre 2017

Queda un mes para que la siguiente revista esté lista.


Lee esta a tu ritmo y con disfrute.

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Dinero

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“No es el precio lo que no pue- ¡Si copias,


des pagar, sino el valor que le no lo vendas!
das a lo que no puedes pagar”
A nadie le gusta que le
roben, en cambio,
Las personas estamos enseñadas a que lo caro es un ¿quién no ha comprado
lujo fuera de nuestro alcance y como consecuencia de un objeto robado? La ig-
ello, estamos amaestradas a recibir abiertamente todo norancia no te exime de
lo que nos es dado gratuitamente, pues este es el valor ese mal acto. Hoy, mu-
que le damos a lo que acumulamos de manera gratis: chas personas se alegran
el no haber pagado nada por ello. de poder vender sus ser-
En nuestros días, en los que la tecnología nos ha vicios y productos sin in-
puesto en bandeja todo tipo de información envuelta termediarios, así como
en variado material escrito y audiovisual, el cual se comprarlos, gracias a las
extiende, de manera exponencial, como un virus por aplicaciones en los móvi-
las redes sociales y mediante internet, lo gratis se ha les, cuando se está dan-
convertido en un valor colectivo, lo que significa que do paso libre al timo y al
todos compartimos dicho valor por igual. robo a casi mano arma-
da.
“Lo quiero gratis aunque no valga nada” sería el le-
ma del siglo XXI. Y con la información en
nuestras webs y blogs
En cambio, hemos de prestar atención a que hay cier- que nacen de nuestra
tas cosas que hay que pagar porque su valor así lo propia fuente, no solo es
demanda y eso lo hace diferente. No me refiero sola- indigno y pobre de espí-
mente al lujo de poseer algo bueno sino al valor que ritu el que copia sin citar
se debe dar a un servicio o a un producto. ¿Cómo sa- la fuente, muchas veces
ber que dicho servicio o producto lo tiene? sin malicia, pues la mali-
cia es de gente inteligen-
La publicidad te lo dirá pero la publicidad es una he- te, sino que también lo
rramienta para vender y si es una herramienta para son quienes consumen
vender y para llegar a miles de personas, lo que vende esa información.
puede ser bueno o no serlo.
¡Siente antes de pensar!
La publicidad no es el medio para saber lo que tiene
valor.

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Entonces, ¿cómo saberlo?


Es tan fácil como hacerte la pregunta siguiente:
¿Pagaría lo que fuera si tuviera el dinero para pagarlo? Es decir y para ayu-
darte a encontrar tu respuesta, la tuya solamente, te pido que te imagines
que posees todo el dinero del mundo, que el dinero no es el problema y
ahora, te vuelvo a formular la pregunta:
¿Pagarías por ese producto o servicio el precio que tiene de una manera
sensata y no porque te sobre el dinero?
¡Vuelve a leer la pregunta para que te respondas de la manera más cohe-
rente posible!
Solamente te puedes contestar sí o no. El “tal vez”, “depende de”, no son
aquí respuestas válidas.
Si te has contestado que no lo pagarías,
significa que no das valor a ese servicio
La publicidad más sen- o producto. Es decir, no te vale para na-
sata es el “boca a oído” da.
pero siempre que lo Si te has contestado que sí lo pagarías,
que salga por una boca entonces es que das valor a ese servicio
esté en el nivel del oído o producto. Sabes que te hará bien o, al
del receptor. O, lo que menos, lo intuyes.
es lo mismo: “La miel Entonces, ¿por qué consumes informa-
no está hecha para la ción gratis de internet y de las redes y
boca del asno”. de cualquier otro medio de comunica-
ción, como la televisión, radio y periódi-
cos, dándoles un valor a veces que ni te
has planteado que tiene?
¿Cuál es tu concepto del “valor”, tu concepto por medio del cual “algo vale”
para ti?
No es el precio lo que es alto o bajo sino el valor que das a lo que pagas.

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Pensar es gratis pero reflexionar no


Pensar es gratis y la mayoría de las veces el pensamiento es involuntario.
En cambio, reflexionar es otra cosa pues requiere de atención.
¡En prestar atención está la clave!

Hay algunas personas que se quejan de que en los colegios no se en-


seña educación financiera. Si entendemos por finanzas el cómo abrir
una empresa, qué son los impuestos, el mundo bancario, etc. enton-
ces no deja de ser una información más o una materia. Sin embargo,
estos padres no pretenden que sus hijos aprendan eso sino que quie-
ren que se les enseñe cómo funciona el mundo del dinero. Y ahora yo
les pregunto a esos padres: ¿En verdad piensan que si el profesor o
el sistema escolar tuviera esa información, trabajarían como profe-
sores o como funcionarios? ¿Sería el sistema económico, social y cul-
tural de dicho país igual que el que rige hoy por hoy?

El pensamiento nos lleva a ese deseo, el prestar atención nos lleva a darnos
cuenta de cómo funciona el mundo.
Ahora es el momento en el que algún lector saltará de la silla o sillón para
decir o gritar que la profesión de profesor es vocacional y yo respondo:
¿qué tiene que ver eso con lo que estoy diciendo?
Yo solo estoy diciendo lo que estoy diciendo. Vuelve a leer el recuadro de
arriba. No es una defensa de una opinión. Es una realidad, de sentido co-
mún.
Si un profesor que tiene una profunda vocación por lo que hace conoce el
mundo de las finanzas y se hace rico, seguirá dando clases por placer.
(Hablo del ejemplo del profesor porque el tema es de la educación financiera en los
colegios y quienes imparten materias son los profesores, solo es un ejemplo).

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Tendencias

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El desacierto de trabajar el perdón


¡Presta atención!
Como forma de comprender esta realidad, de superar traumas vividos,
arrepentimientos y demás sentimientos (emociones) que tenemos enquis-
tados, resurgen religiones y disciplinas de antaño, nuevas formas de tratar
estos asuntos, conocidas como terapias y con otros nombres menos comu-
nes, avalados y/o reconocidos por la ciencia o no, disciplinas alternativas y
demás.
Hoy trataré el tema tan desacertado que es el de trabajar el perdón.
Es cierto que vivimos con la rabia o rencor, envidia o celos de algo que nos
ocurrió en el pasado, incluso un pasado que se extiende hasta hoy y que se
convierte en un pesar diario, el cual vivimos como una carga difícil de lle-
var.
Por ello, las personas, movidas por el deseo de contar lo que sienten, lo que
les ocurrió y con el fin de acabar de una vez por todas con esa carga de su-
frimiento, buscan salidas y respuestas a sus problemas.
Y entonces, viene a verte la terapia, el curso, el libro de auto-ayuda, avala-
dos por la ciencia o por la religión, quizá por una verdad no cuestionada o
quizá por una verdad lógica, la cual, en el momento de integrarla, se vuelve
ilógica y adictiva.
Una de estas terapias es el trabajo del perdón, hoy bastante extendida por
el mundo.
¿Existe alguna persona que no tenga que perdonar algo?
Respondiendo a esta pregunta, ya nos podemos imaginar la cantidad de
gente que es movida por este trabajo del perdón.
¿Qué pasa con este trabajo del perdón?
Ocurre que todos tenemos algo que perdonar, un entorno o situación vivi-
dos, todos tenemos a alguien que perdonar, a ese ser o seres que nos hicie-
ron tanto daño, sobre todo en la niñez o en la adolescencia. Y por eso, esto
nos suena común porque nos une como seres adolecientes del mismo do-
lor.

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El caso es que nos estamos equivocando, dado que trabajar el perdón se


presenta como un “volver atrás” para reconocer lo vivido, comprender al
que te hizo daño para luego hacer el acto de perdonar, que no es sino crear
ese sentimiento de compasión, de que ya no es importante, de que ya com-
prendí al otro, comprendí esa situación y superé lo ocurrido.
Aunque en dichos trabajos del
perdón, te digan que te liberas,
Un “volver atrás” con emoción que no hay emoción adosada en
es una identificación con dicha dicho trabajo, es una incoheren-
cia, pues, de no haber emoción
emoción que te vendrá a ver en
que acompañe al volver al pasa-
otro momento dado. Un volver do, no habría hecho ni falta tra-
atrás sin emoción no existe bajar sobre nada, pues no hay
sino que se presenta como un objeto sobre el cual trabajar.
vago recuerdo vivido por otra
Todo es siempre demasiado sim-
persona que ya no eres tú. ¿Ves ple como para verlo.
la diferencia?
Y ahora voy a enumerar las ca-
racterísticas que acompañan a
este acto de trabajar el perdón.
1. Tengo que volver al pasado (o a un presente muy reciente) para revivir lo
que me ha hecho tanto daño.
Es curioso, pero el ser humano siempre se siente movido por lo que le hizo
daño y este acto lo vive como natural o necesario para superar el trauma
que tiene. Si se le dijera a una persona que puede superarlo de una manera
gozosa, sería más complicado convencerla, pues pensaría que estamos en-
gañándola.
Volver al pasado hace daño y no es necesario hacerlo.
2. Para perdonar el hecho ocurrido o a quien te hizo daño, tiene que existir
un mal. Y aquí estamos tocando un tema delicado, por no decir, casi in-
comprensible por la mayoría.
¿Es que no existe el mal? Claro que sí existe y considero que todos los lec-
tores estarían de acuerdo en lo que está mal y en lo que está bien, en tér-
minos generales.

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Sin embargo, yo estoy hablando de algo más allá de lo que consideremos


mal o bien.
Esta vida es estrictamente emocional. Si nos enfocamos en el mal (lo cual
estamos haciendo cuando perdonamos), estamos dando poder a ese mal
ocurrido y eso no nos sentará nada bien aunque creamos habernos quitado
ese mal de encima.
En realidad, nos estamos equivocando. Nos creemos liberados y lo que
hemos hecho al trabajar el perdón, es meternos en el juego del mal.
La terapia que sigues te dirá que no existe el mal, que lo trasciendas porque
todo está bien o todo es perfecto bajo la mirada del Universo. Entonces,
¿para qué perdonar si no hay nada malo? Quiero que llegues tú mismo a
comprenderlo. ¿Puedes ver estas contradiccio-
nes?
Entonces, ¿quiero decir con esto que no hay que
perdonar a quien te hizo daño? Gracias a estas
contradicciones
No, no estoy queriendo decir eso. Estoy que- que no ves, estás
riendo decir que, en el acto de perdonar, estás, en ese proceso. El
implícitamente, dando lugar a que ese daño si- conflicto te man-
ga en tu vida aunque sea de manera oculta. tiene unido a la
Por eso, este tipo de terapias o de formas de vi- causa del conflic-
vir de manera espiritual, crean cierta depen- to mismo. Esto es
dencia, pues siempre habrá algo que perdonar y aplicable a todo
si no lo hay, lo habrá. en la vida.

¿Qué hacer, entonces?


Yo animo a que se disfrute de la vida sin necesidad de tener la necesidad de
perdonar a nadie ni nada. Además, podría añadir más cosas pero el lector
las irá descubriendo por sí mismo en siguientes publicaciones. Porque la
necesidad de perdonar, si bien se cubre en el momento de perdonar, no se
satisface del todo y siempre te quedan ganas de seguir adelante, en el pasa-
do o en el presente, viendo cómo hay muchos escenarios para perdonar.
¡Siempre tenemos que perdonar algo! ¿No prefieres vivir sin tener la nece-
sidad de perdonar nada?

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Sé y conozco a personas enganchadas al perdón, incluso asistiendo a cursos


para perdonar, con el deseo de liberarse, pero con el desconocimiento co-
lectivo (incluyendo al terapeuta) de que están en un cuarto del que no pue-
den salir y en el que entrarán miles de experiencias para poder ser perdo-
nadas.

Recuerda, no hace falta perdonar cuando comprendes que todos somos


seres humanos y que el otro no necesita de tu perdón sino de tu bienestar
para liberarse. Este bienestar no te es dado perdonando. Te liberas cuan-
do no necesitas perdonar, pues todo fue perdonado ya y siempre.

Desde ese cuarto, la persona cree que se está liberando, de que puede tra-
bajar el perdón sin ira, sin rabia, sin mal y sin culpa y que eso viene de la
mano de una comprensión mayor, la cual nunca llega porque, de hacerlo,
te libera totalmente de esa esclavitud que no te deja disfrutar de la vida y
que te da ese semblante de tristeza, enmascarado de una sonrisa espiritual,
de que todo está bien, de que la vida es así y de que yo estoy por encima de
estas circunstancias terrenales, como si esta vida no tuviera que ver con
nosotros. No hay mal que no requiera de un perdón y de una culpa.
Si estás en estos cursos del perdón, si asistes a terapias para perdonar y si
te sientes identificado con ello, sigue ahí pues esa identificación se está
convirtiendo en un porqué vivir. Y, en el fondo de tu ser, tú lo sabes. Entre
otras cosas, habrás rechazado este artículo.
Nadie te está engañando, pues incluso el terapeuta cree en ello y hace lo
posible por tu bien, dado que ese es su propósito. ¡El propio terapeuta no
puede verlo por muy buena persona que sea!
Si has asistido a un curso o terapia del perdón, te has liberado y has salido
de ahí, entonces, estás de enhorabuena. Olvídalo todo ya.
Y si sigues ahí pero no rechazas este artículo pero sí que has sentido que
algo te ha movido, déjalo estar.
Gracias siempre y disfruta de la vida.

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¿Cuándo es el momento
en el que los hijos
deben irse de casa?

Esta es el gran interrogante sin responder. En nuestro mundo latino, la


familia tiene un poder muy fuerte, es el núcleo de todo y la tradición o cos-
tumbre dicta que el hijo se va de casa por dos causas de fuerza mayor:
1. Porque consigue un trabajo lejos del lugar de residencia de su entorno
familiar.
2. Porque se va a vivir con su pareja.
En realidad, así funciona la mayoría y, como en nuestro entorno es cos-
tumbre no independizarse de sus padres —no así en otros países, por cos-
tumbre también—, a casi nadie se le ocurre sencillamente iniciar una vida
por sí mismo sin necesidad de que esas dos razones le empujen a ello.
¡Y esa es una cuestión que hay que tener en cuenta, que no se les ocurre y si
se les pasa por la cabeza, lo justifican enseguida alegando miles de razones
que otros aceptan como justas y correctas!
Así se forma la costumbre, así se alimenta la costumbre o tradición.
Mientras tanto, en el hogar hay un silencio incómodo. Los miembros de
la familia suelen juntarse para comer o cenar juntos, tradición muy arrai-
gada en nuestra sociedad, suelen hablar de todo un poco, de fútbol, de la
actualidad, de política, de los estudios, de la economía del país, pero nadie
toca el tema que pulula por el aire, que casi pesa por su presencia constan-
te.

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Muchos padres temen ese momento, pues temen los cambios y no afron-
tan el hecho de vivir solos, sin hijos a quienes hacer la comida, plancharles
la ropa y recibirlos de noche cuando vuelven a casa, porque de repente se
vieron con hijos adultos y no se prepararon para ello en ningún momento.

Este caso ocurre igualmente cuando alguien se sorprende por la


muerte de su progenitor a la edad de 90 años, por ejemplo, como si
este hecho nos tomara por sorpresa.
Una cosa es el dolor de la muerte de un progenitor y otra cosa es que
nos sorprendamos por ello.
Has tenido toda tu vida de adulto (desde los 20 años, más o menos)
para prepararte para ese momento y que no te tome por sorpresa.
El dolor será menor y ayudarás al resto a sobrellevarlo.

¡Como si siempre los hijos fueran a ser pequeños!


En cambio, hay otros padres que están deseando poder vivir, de una vez
por todas, solos, disfrutar de no tener que contar con nadie, ni de cuidar a
ese niño que ya se hizo un hombre o una mujer y no saben cómo tratar el
tema.
Ocurre que hay padres que justifican el hecho de que sus hijos sigan en ca-
sa incluso a la tan elevada edad de 30 años aduciendo que “la cosa está
muy mal”, “los jóvenes lo tienen muy difícil”, “nadie te da una hipoteca
hoy por hoy” y más.
Todo excusas para autosatisfacer ese dolor o hueco que sienten dentro de
ellos porque sus hijos aún no han madurado para vivir solos y afrontar sus
propios consumos, los de todo el mundo (el techo, la luz, el gas, el agua, la
comida, la gasolina, los gastos, imprevistos de todo tipo).
Mientras tanto, ese silencio sigue queriendo gritar y el ambiente en el ho-
gar se caldea, en tanto que todos los implicados lo saben pero ninguno se
atreve a dar el paso de hablar sobre ello.

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Un buen momento para ello es una comida o cena fuera de casa. Reunir a
toda la familia y plantear la cuestión.
Hay que poner fechas, cerrar dichas fechas y
decir a los hijos que es hora de que creen su
propio hogar. No pasa nada por decir
la verdad. Las personas
Actualmente existen variadas posibilidades tenemos derecho a vivir
para vivir, no como antes en que solo podías como queremos y un hijo
optar por un alquiler o por la compra de una no es un motivo para no
casa o bien, te la hacías tú mismo. hacerlo, sobre todo
cuando ya es un adulto.
¿Cuándo es el momento en el que los hijos se
tienen que ir de casa?
La respuesta está clara. Si los hijos no toman
esa iniciativa, son los padres quienes tienen que hacerlo.
Y deben hacerlo, si así lo sienten.
Para acabar, quiero que el lector se haga la gran pregunta:
¿Por qué un hijo debe independizarse?
Esa es la pregunta que cada uno debe responderse para sí mismo, con
honestidad, aunque, en realidad, ya está respondida en nuestra sociedad a
modo de historia.
Porque así ha sido durante muchos años, hasta ahora.

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EL
DINERO
TIENE
El seguir “dependiendo” del hogar familiar
QUE aunque no sea una dependencia puramente
económica, sí lo es de otra índole: tener el techo
VER asegurado, lo que significa, tener la supervi-
vencia asegurada (comida y techo). Esto está
CON bien pero acarrea una consecuencia invisible.

Muchas personas fracasan en sus proyectos


TODO empresariales, no consiguen pasar de la fase de
despegue y generar esa estabilidad económica
que han deseado siempre. Otras personas no
EN consiguen trabajar en lo que les corresponde
según su profesión o formación académica y
saltan de un trabajo a otro en busca del perfec-
LA to.
En el fondo y aunque no nos guste, la necesidad
VIDA hace que seas más creativo y activo y si tienes
la supervivencia asegurada, estás haciendo to-
do lo posible, pero la trampa la tienes en ti, den-
tro de casa, nunca mejor dicho. Es una realidad
a nivel del inconsciente colectivo, al cual esta-
mos unidos sin saberlo y este dicta que sin nece-
sidad, no hay creatividad y la creatividad es la
actitud de comerte el mundo.

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LA FRIALDAD
DE LA NUEVA ESPIRITUALIDAD
No pasa nada, todo es perfecto.

Se observa últimamente una cierta vaguedad o quizá ligereza emocional


en cuanto a ponernos en el lugar del otro cuando este otro está pasando un
mal momento totalmente justificado, como puede ser un momento de due-
lo. Resulta que la nueva espiritualidad (que no es nueva pero sí un formato
actualizado de espiritualidad), nos dice que todo es perfecto, lo cual quiere
decir que si te quemas la cara y te la desfiguras, tienes que aceptarlo como
parte de tu proceso de vida, no te puedes quejar y que, además, algo tienes
que aprender de esa experiencia.
¡Y las personas siguen sufriendo, esta vez en
silencio y con cierto ánimo de culpabilidad
por seguir sufriendo, dado que su mentor les
El mentor puede ser
ha indicado que todo está bien, que lo ocu-
rrido es parte de la vida, lo cual hay que acep- un libro de tu autor
tar sin remilgos! espiritual favorito, tu
profesor o guía de
Y al final, además de tener la cara desfigura-
ciertos ritos espiri-
da, sientes un conflicto en tu interior porque
no puedes expresar lo que sientes, te tienes tuales o incluso, tus
que callar porque así lo dicta el ser un ser es- amigos, los que es-
piritual. Amén. tán en tu onda o con
los que sintonizas en
Una cosa es aceptar lo que no se puede cam-
biar y otra cosa es hacer creer al sufriente la misma frecuencia.
que no debe sufrir.
Una nueva forma de decir que Dios sabe lo
que hace y que tú, pobre individuo indefenso, te tienes que aguantar y su-
frir mientras nadie te comprende porque la vida es así de perfecta.

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La nueva espiritualidad o nueva conciencia está sustitu-


yendo a la religión tradicional y viene dada por filosofías
o religiones orientales, por una mezcla de desarrollo
personal con tintes de autoayuda más ciertas disciplinas
avaladas por la ciencia, cuyo foco está en que la persona
conecte con el poder que tiene en sí misma, llamado em-
poderamiento y demás cuestiones en esa línea.

Afecta al mundo de la persona desde su lenguaje, creen-


cias que los creyentes no saben que tienen hasta ritos y
hábitos alimenticios, como cualquier religión. Es un
nuevo sistema social, lo que llamamos paradigma o nue-
va forma de vivir.

Tú te preguntas para tus adentros:


¿Por qué la vida no escogió a otro para ser perfecta y tuvo que fijarse en mí
y ser el elegido?

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Comunicación
desde el instinto
Las otras respuestas que necesitamos

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¿Qué es comunicación desde el instinto?


Creé esta nueva forma de ver la vida o bien, ella me creó a mí. La vida es
comunicación constante y no me estoy refiriendo solamente a la comuni-
cación verbal, gestual, etc. Voy más allá.
Una empresa es una comunicación con el entorno. El entorno es la reali-
dad del momento. Un sentimiento es una comunicación con el entorno, la
palabra lo es. La actitud o el no hacer nada también es comunicación.
Por eso consideré que todo es comunicación y quise dar mi visión del
mundo a todos, dado que los puntos de referencia actuales no son firmes,
no se sustentan ya por los códigos anteriores y, sin embargo, los futuros
puntos de referencia aún son endebles.
Estamos en un momento de fragilidad en donde el cambio es constante y
veloz. Con los códigos de nuestros padres no podemos comunicarnos mu-
cho más tiempo y con los nuevos, si es que estos estuvieran establecidos,
tampoco.
Esto afecta al mundo del dinero, al mundo de la educación como forma-
ción, al mundo de cómo educar a nuestros hijos, al mundo de la empresa
y del profesional. Nos afecta a todos, en cambio, casi nadie tiene respues-
tas para comunicarse hoy por hoy.
Por eso abundan tantas corrientes de desarrollo personal y de espiritua-
lidad, para dar cobijo al desesperado o al confuso.
C~instinto significa “comunicación desde el instinto”. Es una respuesta
nueva e individual, que no crea conflicto con el entorno sino más bien,
significaría hacer uso del sentido común para ser flexibles en la vida y
adecuarnos a cada situación obteniendo siempre una respuesta excelente
o, al menos, no confusa, que hará de tu vida un camino de disfrute.
¡Eso espero, que todos disfrutemos con esta nueva comunicación!

Ruth Morales, 1 de noviembre 2017

Comunicación desde el instinto. La nueva respuesta

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Comunicación desde el instinto. Empresa

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EL MUNDO EMPRESARIAL ES
ESTRICTAMENTE EMOCIONAL
Cuando digo que la empresa es una entidad emocional, las personas se
sorprenden, pues este adjetivo parece que queda reducido al ser humano
en su ámbito personal.

Yo, desde C~instinto, tomo todo como una sola cosa y con esto vengo a de-
cir que no existe un ámbito personal que no englobe la economía de la per-
sona, su trabajo o empresa.

Por lo tanto, la empresa entraría en el ámbito personal de la persona y, si


las personas nos movemos por emoción, la empresa tiene su base en la
emoción.

Ya sé que hay carreras universitarias, grados superiores, masters y grandes


estudios que hablan de la empresa con números, proyectos, visiones de vi-
da, economía, mercado, especializaciones, etc. pero nada de eso se sostiene
si no hubiese un punto de partida o materia prima: la emoción desde la que
partió el empresario y la que mantiene en el momento presente.

Por eso tantas empresas fracasan y también algunas triunfan a pesar de


hacer las cosas mal.

¿No te has fijado que, a pesar de dar un mal servicio, hay empresas que
triunfan, convirtiendo a sus dueños en ricos?

Si no lo has visto, abre los ojos y deja de leer las estadísticas y artículos
económicos del periódico que lees habitualmente.

Eso no es la realidad. La realidad está delante de ti y no en unos estudios


hechos por supuestos expertos.

Desde que me he dedicado a la comunicación, partiendo desde un lado del


que nadie parte, desde el sentido común, del instinto así como de la exce-
lencia, a ver el mundo desde unos parámetros vírgenes, no antes observa-

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Comunicación desde el instinto. Empresa

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dos ni estudiados, verlo todo al revés y desde que aplico dicha observación
a las personas y por tanto, a las empresas, creando C~instinto como una
nueva comunicación con el entorno, he asesorado a algunas empresas
(medianas y pequeñas) que han apostado por mí, en el sentido de que son
sus dueños quienes han venido a mí.

Solo hace falta una mirada diferente para dar un rumbo diferente a tu em-
presa, si eso es lo que quieres.

Hay grandes empresas que nacieron por las ganas de su dueño o soñador,
como ahora se dice, de ganar mucho dinero. Si tienes el fin de ganar mucho
dinero y además, te enamoras del servicio o producto que vas a dar y si, en-
cima, sientes placer por el futuro placer o valor que recibirá el cliente final,
el éxito está seguramente garantizado.

Los problemas surgen cuando vienen las interferencias, las cuales acechan
constantemente desde todos los lados, tales como:

Esta empresa es de la familia y la tengo que levantar. (Sentimiento de


culpa si no lo haces).

Esta empresa es algo que hago como herencia para mis hijos. (Carga)

Esta empresa dará muchos puestos de trabajo y así ayudo a mucha gente.
(Carga y responsabilidad)

Esta empresa es mi gran proyecto, es mi realización como persona. Será


lo que deje al mundo. (Carga)

Si el lector presta atención, todo eso son sentimientos, los cuales están fil-
trados por otros sentimientos que no puedes controlar. Ya te has ido del
camino, ya te has entretenido y más que el empresario se va a entretener
pues no sabe qué rumbo tomar ni la razón por la que tiene tantos obstácu-
los y vaivenes.

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¿Por qué se dice tanto que la empresa pasa por momentos bajos y otros
momentos altos? ¿Todavía piensas que eso tiene que ver con la economía
mundial?

¡No! Tiene que ver con tu estado emocional, enmarañado a lo largo del
tiempo por múltiples sentimientos que apuntan a lados diferentes y por eso
tu carrera empresarial no es un camino de rosas ni es allanado.

El empresario que ha triunfado carece de los escrúpulos que tiene el que ha


fracasado.

¡Cuidado con los escrúpulos! Me estoy refiriendo a lo que me estoy refi-


riendo, ni más ni menos. Quiero decir que sus valores tienen más margen
de acción y le permiten mayor libertad. Solo eso.

En el mismo momento económico, hay empresas que se mantienen e inclu-


so, que ascienden sus ventas, mientras que otras ven su barco hundirse.

Y luego viene el problema de los empleados, personas a las que hay que in-
culcarles el amor por lo que están haciendo, para que lo hagan de la mejor
manera posible y para que se sientan que están dando un valor.

Solamente hace falta un poco de sentido común y tú, empresario, verás


crecer tu empresa. No la verás crecer si te aferras a los números, a los pla-
nes de negocios que ya huelen a naftali-
na, a ciertos bocazas que hacen de pu-
blicistas y te prometen el oro y el moro.

Solo hace falta que te comuniques con


el entorno desde un instinto, del cual
carecemos todos al atender a todos esos
puntos anteriores descritos.

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En busca del punto G


Redacción. Maquiavelo García.

Movidos por la necesidad en la que se vio nuestra redacción para cu-


brir huecos en nuestra publicación semanal, dado que a ninguno de nosotros
se nos ocurría nada de lo que hablar, indagamos en internet y otros medios
sobre lo que a los lectores les podría interesar en estos momentos. Allí esta-
ba y allí lo encontramos, el famoso y tan controvertido punto G femenino,
tema en tendencia en las redes sociales (#puntoG) pues parece ser que en
algún programa televisivo del corazón, un famoso había hecho alusión a él y
con sus comentarios desató la caja de Pandora, o más bien, desató las letras
de Pandora, como veremos a continuación.
Enviamos a Maquiavelo, el único solitario y soltero reportero que tenemos,
que nunca se niega a nada, para que recorriera 277 km. y pudiera entrevistar
a la recién galardonada Dra. Licenciada Alegría Descomunal García por su
singular y espectacular trabajo acerca de ese diminuto punto, el G, en ma-
yúsculas.
Maquiavelo llegó temprano y, como es su costumbre, desayunó por segunda
vez un café con leche con churros más unas tostadas de aceite con tomate,
no fuera a tener un desmayo durante la tan inquietante entrevista que le es-
peraba unos minutos después.
Pidió factura de su espléndido segundo desayuno para así contribuir a la
economía de nuestra redacción, pues él es bien conocedor de que, en los
tiempos que corren, tener un trabajo y digno, como el de él, es de agradecer
profundamente y de hacer lo posible porque las ganancias aumenten o que
los gastos desciendan y así poder prejubilarse lo antes posible y acabar vi-
viendo en el pueblo de su madre, allá en el centro-sur de España.
Al entrar en la salita (aquello era un habitáculo que ejercía de entrada, al que
le habían denominado sala o salita) en donde le aguardaba la recién famosa
Lcda. Alegría Descomunal, nuestro pobre Maquiavelo se vio ante una mujer

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seria, hierática, más bien con semblante riguroso. Sin embargo, doña Alegría
Descomunal dejó entrever una leve sonrisa al encontrarse con nuestro em-
pleado, que ya sudaba por tan especial y oportuno encuentro. Y aquí le mos-
tramos la tan importante y espectacular entrevista, en la que las respuestas
de nuestra tan querida entrevista, podrían cambiar el mundo de la mujer:

M: ¿Cómo se le ocurrió escribir ese libro que, más que un libro, es un tratado
sobre el punto G? (Preguntó tímidamente Maquiavelo).
Dra. A: Bueno, realmente no lo escribí yo. Lo hicieron unos alumnos de pri-
mer curso de la universidad donde doy clases mientras yo buscaba en inter-
net información al respecto. Encontré una extensa información, la cual copié
y adjunté al trabajo de mis alumnos, en su mayoría chicas.
(Contestó Dña. Alegría sin esbozar ninguna sonrisa y mientras abría su bolso
para sacar de él su teléfono móvil).
Maquiavelo se colocó bien sus gafas, que habían descendido hasta la punta
de su nariz mientras tomaba nota en su libreta que siempre llevaba consigo y
comprobaba que la grabadora funcionaba correctamente.
M: Claro. Entiendo. Pero, aparte de que fuera un tema “tendencia”, ¿hay al-
gún motivo o interés de más que la llevaran a escribir sobre el punto G?
Dña. Alegría Descomunal se tomó su tiempo para responder, mirando las pa-
redes de tan íntima estancia que hicieron pensar a Maquiavelo que lo que
ella miraba realmente es si había rastros de polvo o suciedad en algún lugar
y así poder echar la bronca a la asistenta.
Dra. A: La verdad es que comprobé que la mayoría de mis amigas no habían
tenido un orgasmo en condiciones, lo cual hizo que buscara la razón de ese
desatino.

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M: ¿En condiciones? (Quiso saber Maquiavelo).


Dra. A: Sí, me refiero a que tener un orgasmo supone
experimentar un placer por todo lo alto, en todos los
sentidos, claro está. (Contestó mientras sonreía mos-
trando toda la alegría de la que era capaz).
Dra. A: Quiero decir que la mujer lo ha tenido siempre
muy difícil, hasta en la sexualidad, cuando, en realidad,
si lo mira y examina bien, y tomamos el alfabeto como
punto de referencia, la letra G está al principio, es de las
primeras.
M: Pero, ¿no se denomina G por el nombre de su descu-
bridor? (Preguntó tímidamente Maquiavelo, que ya su-
daba la gota gorda).
Dra. A.: Eso es lo que cree todo el mundo. Pero yo lo
destruyo todo en mi libro. ¿Usted se lo cree, señor M.?
M: Maquiavelo. Maquiavelo García. (Respondió tímida-
mente un Maquiavelo sudoroso).
Dra. A: Eso es lo que se siempre se ha dicho pero en mis
estudios de postgrado y según lo que descubrieron mis
alumnos, realmente fue una mujer la que aseguró que
toda mujer tiene el alfabeto dentro de ella misma, dado
los orgasmos que podemos alcanzar.
M: ¿A qué alfabeto se referiría esa mujer? ¿Al latino o al
cirílico?
Dra. A: ¡Qué más da! Se trata de que fue una alegoría al
placer femenino. Ella era poeta pero murió sin ser cono-
cida y sin dejar legado alguno.
M: Y entonces, ¿cómo lo encontró usted?
Dra. A: Pues parece ser que su amante, un joven prolijo,

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escribió en clave de signos todo lo aprendido con ella sobre la sexualidad


femenina. Esos escritos fueron encontrados en una biblioteca de un pueblo
suizo, a donde nadie va porque es casi imposible llegar a él.
(Maquiavelo hizo ademán de preguntar pero la recién galardona Dra. Licen-
ciada no lo dejó).
Dra. A: En fin, que es muy largo de explicar pero lo que quiero decir y lo que
se dice en mi libro es que el punto G y el alfabeto entero lo escribió por pri-
mera vez esa pobre mujer.
M: Y entonces, ¿por qué el Dr. Gräfenberg habla de un solo punto, al que le
impusieron la primera letra de su propio nombre?
Dra. A: ¡A saber por qué ocurrió eso! Seguramente a este señor le llegaron
noticias y él solo pudo hablar de una letra, por no poder abarcar el alfabeto
entero. En mi libro explico cómo llegar a esa letra y cómo continuar ad infini-
tum, hasta la gloria.

M: ¿Lo ha comprobado usted misma, Dra. Alegría o ha podido comprobarlo


en otras mujeres?

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Dra. A: ¿En qué mundo vive usted, señor Maquiavelo? ¿Ha estado alguna vez
con alguna mujer?
M: ¡Sí, claro! Tengo 37 años.
Dra. A: ¡Como si tiene 87 años! La pregunta es si usted ha vivido el orgasmo
femenino.
M: Pues ahora después de oírla a usted, no estoy bien seguro. Quizá sí…
La Dra. Alegría lo cortó, con semblante serio, bien serio.
Dra. A: Lo que usted ha vivido con esas pobres mujeres con las que hizo el
amor, ha sido un calambre. Por nombrar a eso que usted ha hecho, hacer el
amor.
Maquiavelo volvió a colocarse sus gafas, las cuales esta vez habían descendi-
do a la zona del bigote, casi rozando el labio superior de su boca.
M: Y ¿cómo lo sabe?
Dra. A: Porque de haber vivido un orgasmo femenino, se habría enterado us-
ted mismo y la vecindad entera.
Maquiavelo bajó la cabeza para tomar nota de tan revelador ejemplo.
Hubo un silencio largo, en el que la Dra. Licenciada miró su móvil y bostezó.
Lo rompió Maquiavelo haciendo gala de su profesionalidad casi intacta.
M: Y ¿qué es lo que desvela en su libro “El alfabeto a gritos”? Digamos, en
pocas palabras, ¿qué obtendrán las mujeres que lo lean?
Dra. A: Una maravillosa y descomunal experiencia, como mi apellido. A aque-
lla mujer que se haya quedado en el calambre, se le abrirá un mundo que le
hará pensar que hasta ahora ha perdido el tiempo. ¡Y bien que lo ha perdido!
Y aquella que haya llegado a la letra M, por ejemplo, querrá llegar a la Z y re-
petir el alfabeto entero.
M: ¿Cree que está al alcance de todas las mujeres? Quiero decir, ¿considera
que toda mujer, no importe su condición social o edad, pueda llegar a com-
prenderlo?

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Dra. A: ¡Por supuesto que sí! Las mujeres no somos tontas. Es más, yo reco-
mendaría que fuera un libro de cabecera en la mesa de noche de toda mujer
y no solo para ellas, sino para ustedes, los hombres. Les cambiará la vida.
M: Entonces, ¿recomienda su lectura a los hombres también?
Dra. A: Lo primero que se aconseja en este libro es que las mujeres tomen su
responsabilidad sexual, que para ello nacieron con dos manos y no con una.
Si una mujer es manca, también puede llegar a grandes orgasmos con una
sola mano, ahí radica la cuestión. Además de miles de objetos que se han
hecho para el disfrute de la mujer, los cuales pueden pedir por su cumplea-
ños o por Navidad, en lugar de pedir joyas o cualquier otra bagatela que no
las hace más bella. No hay mayor belleza que la que te da un orgasmo en to-
da regla.
M: Digamos que podríamos hablar de gozo, en honor del punto G.
Dra. A.: No, más bien hablaríamos de disfrute, la D de descomunal o divino.
Maquiavelo tomó nota de ese apunte tan apropiado: el punto D, de disfrute.

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M: ¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza cuando le anunciaron


que había sido reconocida por el premio que luego le fue dado?
Dra. A: En realidad no gran cosa. Yo ya lo sabía, por lo que no me sorprendió.
Ya sabe que mi padre, el Dr. Descomunal, hizo grandes cosas en España dada
su posición permanente al lado del poder y además, está mi madre, quién
heredó el título nobiliario de parte de su padre, un grande de España, cuyo
apellido le hizo pasar desapercibido. Todo eso ayuda. Sin relaciones y sin
contactos, todo habría sido complicado, dada la competencia actual.
Esta vez Maquiavelo se quitó las gafas para limpiarlas, tranquilamente, ya
que la grabadora seguía funcionando.
M: Para ir acabando, Dra. Alegría, ¿cómo se sintió al ser galardonada por tan
ilustre premio de mano del rey de España?
Dra. A: Diría que fue como sentir un intenso orgasmo que invadió mi cuerpo
de abajo arriba, de izquierda a derecha, pero esta vez de una manera emo-
cional.
Supe que gracias a este premio, yo saldría en primera portada de todos los
periódicos, revistas y publicaciones de interés, lo que significa que ya podía
echarme a dormir, como se suele decir. También significó para mí el poder
dar placer a otras mujeres a las que invito y animo desde aquí a que se com-
pren el libro, los cuales se venden en dos formatos: el físico de tapa dura pa-
ra la mesa de noche, así como el libro de bolsillo para subrayar y el libro elec-
trónico, por si quieren leerlo desde el móvil mientras esperan el tranvía, au-
tobús o en una cita médica o administrativa, por ejemplo.
M: ¡Buen consejo esto último, Dra. Alegría! ¿Da usted métodos o ejercicios
para que las mujeres que no han llegado ni a la B del alfabeto orgásmico
puedan llegar a la Z, por ejemplo?
Dra. A: Por supuesto que sí. Y están totalmente contrastados.
M: ¿Qué últimas palabras diría al lector de esta entrevista?
Dra. A: Le diría que el mundo cambia cuando la persona goza de la libertad
de expresarse sexualmente hablando. Si no llegamos al máximo de nuestro

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poder sexual o disfrute, más bien, haremos todo en esta vida a medias pues
la sexualidad es un regalo enorme que no podemos obviar ni dejar aparte.
No hace falta amantes ni nadie que nos importune. Si tienes un amante, que
te lleve al cielo y si no te lleva al cielo, déjalo para otros menesteres pero no
permitas que entre en tu mundo sexual.
M: Cuando dice amante, ¿a qué se refiere?
Dra. A: Al sentido justo de la palabra: el que ama. El orgasmo y la sexualidad
son la máxima representación del amor aquí en la Tierra pero el primer
amante es uno mismo, esa mujer que usa sus manos para darse un placer
que la puede llevar a la inconsciencia. Toda mujer tiene no solo el derecho
sino el deber de conocer lo máximo de su placer sexual.
M: ¿Y qué le aconseja a una mujer que, por la razón que fuera, no puede lle-
gar al orgasmo, aun leyendo su magnífico libro?
Dra. A: Pues que se haga ayudar por un experto que la haga ver a Dios, el Pa-
raíso y a todos los ángeles juntos en coro cantando el Ave María.
M: ¿Dice usted esto en su libro?
Dra. A: Por supuesto que lo hago. Lo digo todo. ¿Para qué guardarme infor-
mación si parte de ella ni siquiera salió de mí? No hay que ser egoísta. Me
educaron para ser honesta y generosa. Mi formación universitaria así me lo
inculcó también.
La señora Alegría Descomunal se levantó del sillón para indicar a Maquiavelo
que la entrevista había acabado.
Dra. A: Les haré llegar un ejemplar del libro a la redacción. ¿Cuál era el nom-
bre de la revista para la que trabaja?
M: Revista C~instinto
Dra. A: ¡Bonito nombre y totalmente adecuado a lo que expreso en mi libro
“El alfabeto a gritos”!
M: Gracias Doctora Licenciada. Será un honor que nos lo dedique, sobre to-
do para mis compañeras de la revista.

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Dra. A: También tengo un consultorio, por si me quieren preguntar o si nece-


sitaran de unas clases prácticas. Todo se realiza con total anonimato y ele-
gancia, por supuesto.
M: Y para hombres, ¿existe ese consultorio?
Dra. A: Por supuesto. A ustedes les dedicaré la segunda parte de este libro.
Al despedirse, la Dra. Alegría esbozó otro amago de sonrisa, que para ella era
descomunal pero que a Maquiavelo se le antojó diminuta.
A los pocos días, llegó a nuestra redacción un ejemplar firmado por la docto-
ra Alegría, cuya dedicatoria no dejó impasible a nadie y que por ello, dejare-
mos para el final.
Para las siguientes publicaciones, daremos esbozos por capítulos de este gran
libro que no solamente cambiará la vida de las mujeres sino la de los hom-
bres, los que están cerca y los que están lejos.
Así que, síganos siempre en C~instinto.

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Ella. Un caso cualquiera.

Está muy preparada. Cursó estudios universitarios superiores y se adentró


en el mundo de las finanzas siguiendo cursos que actualizaban constante-
mente sus conocimientos, como tiene que ser.
Estudió en dos países de gran reputación mundial universitaria y siempre
tuvo trabajo, desde los 25 años hasta hoy, en los que no ha parado de vivir.
Tiene 45 años, un hijo de 18 años, fruto de su primera pareja, con la que no
se casó pues le duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
Luego se enamoró de ese hombre de sonrisa cautivadora, que la llevaba al
cielo siempre que ella quería y con quien vivió unos buenos años en su país
de origen, hasta después de que nacieran las dos niñas, que hoy tienen 14 y
12 años.

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Un fuerte dolor en el pecho sintió cuando se enteró de que el hombre de


sonrisa cautivadora había estado llevando al cielo a otras mujeres, al mis-
mo tiempo que ella trabajaba, hacía la compra, cocinaba, se cuidaba para
estar siempre atractiva para él, incluso cuando gestaba y paría a esas dos
niñas, sus hijas.
Se marchó con sus tres hijos de ese país para volver a su país de origen,
donde enseguida obtuvo un buen puesto de trabajo, dado el alto nivel de su
formación profesional, tal cual habían deseado sus padres que fuera.
Trabajó mucho y tuvo que contratar a una persona para que cuidara de sus
hijos, para que los recogiera del colegio, los llevara a sus actividades extra-
escolares, les preparara la merienda, los bañara y les diera de cenar hasta
que ella volvía a casa, 13 horas después de haber salido, dado que su puesto
de trabajo requería de su presencia constante.
Cobraba dinero suficiente para vivir mejor pero no podía gastarlo pues ca-
recía del tiempo y de las ganas de hacerlo.
Así fue como la conoció su actual marido, 12 años mayor que ella, quien le
hizo recobrar la confianza perdida con respecto a los hombres y con el que
hasta hoy ha compartido la vida.
Ella tiene 45 años, Sale de casa a las 7,00 de la mañana. En su puesto de
trabajo, es casi imprescindible. Suele volver a casa a las 21,00.
Se preocupa personalmente de sus hijos, de sus estudios y de sus vidas y
ahora también se ocupa del comienzo de una enfermedad de su actual ma-
rido, al que tendrá que cuidar posiblemente en un futuro cercano. Habla
los fines de semana con sus hijos, animándoles a que estudien, a que se
formen para que tengan un buen trabajo y que sean alguien en la vida.
Y sin embargo, sobre ella misma y su experiencia, no les cuenta nada.
¿Por qué no les cuenta lo que realmente piensa y siente? ¿Tiene miedo o
piensa que lo que ella siente no es correcto?
¿Qué contarías si nadie te oyese?

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Y ella contesta para sí misma, sola y susurrando en baja voz por si alguien
pudiera estar escuchando.

Pienso que si no hubiera tenido hijos, o al menos, no tantos y si no me hubiera


comprometido con los hombres a los que tanto quise, mi vida hubiese sido más
liviana y eso habría hecho que yo hubiese sido más alegre y acaso así habría sido
mejor amiga y mejor hija y hermana, en lugar de estar siempre atareada y tensa,
además de triste.
Pienso que he estudiado mucho y me he esforzado como una bestia en mi profe-
sión pero hoy me siento esclava de ella, de mi empresa y del dinero que gano. En el
fondo tengo miedo de que mis hijos sigan mis pasos pero también tengo miedo de
que no sean nadie ni tengan profesión alguna. Tengo miedo de las dos cosas.
Siento que podría haber disfrutado más de mi sexualidad, de ser mujer pero llevo
tiempo sin hacer el amor con el hombre con el que estoy casada porque estoy can-
sada y ya no pienso en ello.
No puedo contar esto a mis hijos porque tengo en mí una confianza de que a ellos
no les ocurrirá lo mismo. A mis amigas tampoco se lo puedo contar. No lo entien-
den porque piensan que como tengo dinero, un buen marido, tres hijos sanos y un
puesto de trabajo envidiable, soy feliz.

Así surgen las generaciones, de las que todos venimos, del gran secreto ja-
más contado pero que luce a la vista de todos pues nuestros hijos o, noso-
tros mismos, que también somos hijos, podemos ver la realidad pero prefe-
rimos creer en las palabras, en los libros románticos, en las películas taqui-
lleras, más que en lo que nuestros ojos no pueden negar.
Y los hijos harán lo mismo, con ellos y con sus propios hijos y así se forma
la historia, la nuestra y la de nuestros países.

Una mentira tras otra, el miedo siempre nutriéndose a sí mismo.

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Comunicación desde el instinto. Educación hijos

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La educación de tus hijos es tu tarea y no


es la tarea de los otros.

La única herencia segura y atemporal que dejas a tus hijos es


una educación excelente.

Cuando no tengan nada, les quedará la educación, con lo que


tendrán todo.

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Excelencia

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Excelencia

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¿Qué es excelencia según C~instinto?


Este apartado sobre la excelencia será fijo en todos los números que alcan-
ce a tener esta revista, dado que, con el término “excelencia” puedo abarcar
la vida misma y todo lo que nos concierne como ciudadanos del mundo y
en calidad de seres humanos.
De momento y por tratarse de la primera vez que el lector toma contacto
con este concepto desde donde
yo quiero transmitirlo y para
que le sirva en su vida, diremos
que la excelencia sería dar lo Cuando una persona está en un
mejor de uno mismo en cada conflicto o se siente perdida, el
momento, es decir, expresar- único punto de referencia que
nos de la manera óptima que le queda es la excelencia, que
alcancemos y que el momento
no es sino “hacer todo lo que se
requiera.
está haciendo de la mejor ma-
Quizá en algún período dado nera posible”. Con excelencia,
del pasado o en los ámbitos li- no hay depresión.
terarios, a esta manera de ac-
tuar se la podría denominar
“amor”.
Yo rechazo dicho término, dado que está demasiado usado y malentendido,
por lo tanto, está distorsionado.

Excelencia es estar por encima de las circunstancias. Algunos nacen con


esa particularidad pero la mayoría no sabe ni siquiera que existe.
De ello hablaremos largo y tendido para que el lector saque provecho de
estas palabras y de lo que este concepto de “excelencia” puede dar.

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Excelencia

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Excelencia frente a educación y domesticación

Voy a explicar la diferencia que yo hago de las personas con respecto a


su comunicación con el entorno, es decir, partiendo de cómo es el compor-
tamiento de una persona adulta como ciudadano, como ser humano que
vive en una sociedad. Me ayudo de estos tres términos para facilitar la
comprensión:
Domesticados, educados y excelentes.
“Domesticado” es aquel individuo que es corriente. Corriente significa que
no sobresale, que forma parte de un grupo mayoritario, con lo que esto nos
viene a decir que dentro de este grupo, lejos de querer clasificar aunque no
me quede más remedio que hacerlo, se encuentra la mayoría de la pobla-
ción mundial.
El domesticado conoce los elementos básicos para vivir en sociedad, tales
como los saludos: hola, buenos días, gracias y por favor.

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Excelencia

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Por cierto, no todos los domesticados conocen estos saludos o, conociéndo-


los, no hacen uso de ellos.
Normalmente y lo más característico del domesticado es que no entra en el
mundo del otro. Está tan identificado con su entorno como base de susten-
to preestablecido, que no puede ver más allá de él.
El domesticado imita casi todo sin pensar ni cuestionar nada, con lo que,
teniendo en cuenta que la mayoría de la población mundial lo es, su imita-
ción le devuelve lo mismo que ya tiene, con lo que su domesticación se re-
fuerza. El domesticado reacciona ante el entorno, no piensa ni reflexiona
por lo que siempre está produciendo lo mismo al reaccionar.
Es el destinatario perfecto para la publicidad, aunque lo que la publicidad
venda no esté a su alcance.

“Educado” significa ir más allá de una simple domesticación. Es una mayo-


ría inferior a la mayoría de los ciudadanos domesticados. Digamos que en
la población mundial, el domesticado ocuparía el 80% y el educado un
19%. Dejemos el restante 1% al excelente, del cual hablaremos luego.
El educado no solo conoce las pautas de saludos sino que conoce o ha sido
amaestrado para ir más allá y tener un comportamiento superior en códi-
gos de conducta con respecto al domesticado. El riesgo que tiene el educa-
do es que tiende a confundir la cobardía o la falta de actitud en un momen-
to dado en la que esta se requiera, con la discreción, prudencia o educa-
ción, con lo que nos encontramos con educados que no actúan cuando se
necesita sino que permanecen en silencio o inamovibles porque su educa-
ción no les permite expresarse de manera natural (actitud).
No pueden tampoco salirse de su entorno, el cual valoran sobremanera da-
do que perciben y conviven con la mayoría de domesticados, cuyas limita-
ciones el educado percibe, situándolo en un estatus superior.

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Excelencia

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Excelencia es estar por encima de cualquier situación.


El excelente puede ver al domesticado y al
educado pero estos no pueden detectar al ex-
El excelente no abunda,
celente. De hacerlo, eso ya sería una acción por lógica aplastante y
excelente, con lo que se les abriría un mundo de abundar, el mundo
por delante para descubrir pero tanto el do- no necesitaría de re-
mesticado como el educado están tan identi- glas ni normas pues los
ficados con su mundo, que cuando detectan excelentes acabarían
con la delincuencia sin
una acción excelente, la interpretan desde su necesidad de denuncias
capacidad de hacerlo y no desde la excelen- ni de juicios.
cia, que abre todos los campos de compren-
sión y actuación a los que los seres humanos Pero eso es otro cantar.
tenemos la capacidad de llegar. Si todos fuéramos exce-
lentes no habría tanto
El excelente conoce las normas de conducta o consumo ni tanta nece-
comportamiento sociales y las lleva a su má- sidad que la publicidad
xima expresión. No es una persona progra- nos dicta.
mada para actuar aunque es sabedor de lo
No haría falta estudiar
que la educación básica dicta, como el educa- tanto ni haría falta la
do. figura del intermedia-
rio.
Es una persona con empatía, que se amolda a
cada situación, haciendo más cómoda la vida Por lo tanto, no habría
a los otros, por su empatía y su actitud volun- tanto miedo.
tariosa. El excelente tiene un sentido común Pero eso es otro cantar,
muy a flor de piel, del cual carecen los do- también.
mesticados y la mayoría de los educados, por
no decir todos.
Recordemos que el educado no actúa con sentido común ni con actitud por
culpa precisamente de lo que él cree que es educación.
Justamente su educación no le permite ser excelente. Y en cuanto al do-
mesticado, ni siquiera se lo plantea.

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¡Pongamos una escena a modo de ejemplo en donde veremos


cuál sería el comportamiento del domesticado, del educado y del
excelente!
Nos encontramos en el centro de cualquier ciudad de lo que conocemos
como primer mundo. En la escena, hay, o bien una persona que monta en
bicicleta o bien una persona que está corriendo, haciendo lo que llamamos
“footing” para estar en forma, según la tendencia actual.
Esta persona, sea el ciclista o el corredor, practica su actividad por la acera
por la que caminan los peatones, es decir, las personas que van caminando
por la calle para trasladarse de un lugar a otro.
Para que nos sea más cómoda esta lectura, denominemos tanto al ciclista
como al corredor de nuestro ejemplo, el personaje C y llamemos P a la per-
sona que camina por la acera, como peatón.

Escenario del domesticado.


El personaje C (ciclista o corredor) es el domesticado. ¿Qué hará?
Al personaje C no le importan las personas que van por la calle caminando.
Más bien, les molesta. Cuando digo “no le importan”, quiero decir que en
ese momento y en calidad de ciclista o corredor, es más importante que él o
ella pueda correr o pedalear a gusto y a su ritmo que el transeúnte que ca-
mina por la acera. De no sentir que la actividad que practica es prioritaria
al caminar de los transeúntes, no estaría usando la acera para tal fin.
Entonces, C corre o pedalea a su ritmo y como cree dominar la situación,
esquiva como puede a las personas que se asustan al encontrarse de repen-
te con el posible peligro de que C los arrolle.
Pero los P respiran aliviados cuando el C ha pasado de largo sin haberles
rozado aunque nadie les puede quitar el susto que han vivido. En este caso,
como la mayoría de la gente es domesticada, el domesticado P insultaría al
C o bien, se asustaría sin decir palabra.
Algunos C (sobre todo ciclistas), giran en una esquina con una velocidad
tal, que si en ese momento un P estuviera de ese lado, no habría otro esce-
nario que el atropello. Luego, no ocurre nada. Nada cambia porque ambos

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protagonistas son domesticados y suelen quejarse, gritar, callarse, insultar,


argumentar que la culpa la tienen las leyes y los políticos pero luego todo
sigue igual pues siguen siendo domesticados, personas sin vistas ni actitud.
Con lo que esta historia se repite.

Ejemplo del mismo escenario con el educado.


Imaginemos que C sea educado. Va por la acera pero tiene en cuenta a las
personas P, quienes caminan por ella. A su modo, sabe que está molestan-
do pero su educación no le permite tomar otra decisión pues cree que, sim-
plemente con el hecho de tener cuidado ya es súper educado y considera
que es admirable su comportamiento. De ahí que haya explicado antes que
el educado no puede cambiar porque cree estar por encima de los demás y
que sus actos son plausibles. No puede ver más allá. Le falta empatía para
ello y sobre todo, sentido común.
Imaginemos que sea P, el transeúnte, quien es educado. Si se encuentra
con un C domesticado, se enfadará mucho al asustarse y también reprocha-
rá dicha actitud del C domesticado nombrándolo loco o maleducado.
Pero ahí queda todo, el P educado se lo cuenta a su entorno al llegar a casa
(familiares, amigos, compañeros de trabajo) y criticará igualmente las
normas ciudadanas.
En cambio, si P, el educado transeúnte se encuentra con un C educado, que
tiene cuidado con no molestar a los peatones, admirará dicho comporta-
miento dado que él haría lo mismo y encima, dirá que C es una persona
educada. No verá más allá.
Y asunto zanjado.

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EXCELENCIA es dar siempre lo mejor de ti, sea cual


sea el entorno, con empatía, lo que significa estar por
encima de la educación establecida como código.
EXCELENCIA es ser flexible para cambiar la respuesta
según lo requiera el entorno.

Ejemplo del escenario con el excelente.


Si en este ejemplo escenificado ponemos a P, la persona que camina por la
calle, como una persona excelente, al encontrarse tanto al C domesticado
(que no toma conciencia del perjuicio que puede ocasionar su acción) como
al C educado, se dará cuenta de que ambos son maleducados y que no tie-
nen empatía.
El excelente es posible que cambie de acera o que, al asustarse viendo venir
al C, si tuviera ocasión de hacerlo, pararía al C para explicarle que la acera
es para caminar y no para correr ni para llevar una bicicleta, dando con es-
ta acción una oportunidad a que el C se convierta en excelente.
El P excelente no se queja, no comenta esto a su entorno pues entiende que
nadie lo comprenderá pues cuando su entorno es excelente, no habrá nada
que decir pues todos ya comprenden que el mundo es de los domesticados
y de los educados. Si su entorno es educado (lo más común es que así sea),
no servirá de nada pues el educado no puede verlo, a no ser que lo viva en
carnes propias, como es el caso del C educado a quien el excelente le expli-
có lo que estaba haciendo cuando circulaba por la acera.
Al encontrarse dicho educado fuera de ese escenario, solo podrá compren-
derlo desde ese escenario en frío, por lo que lo llevará nuevamente a su vi-

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sión del mundo. No habrá recibido las palabras del excelente tal cuál este
último las transmite.
Esta limitación de comunicación la conoce perfectamente el excelente,
pues recordemos que tiene empatía y sentido común y lo más normal es
que no diga nada. Con su actitud al hablar con C domesticado o educado o
al haberse retirado del campo de acción del C, ya ha dado ejemplo.
¿Y qué pasa con el C excelente? ¿No ponemos un ejemplo de cómo se com-
portaría mientras corre o pedalea por una acera?
Un C nunca puede ser un excelente.

Una persona excelente sabe que no puede ni correr ni pe-


dalear ni patinar en una acera donde el resto de personas
caminan.

La comunicación empieza por la palabra

Sugerencias para comunicarnos de manera precisa


con la palabra.
Sería ideal poder hablar y escribir como queramos pero sería imposible que
nos comunicáramos de esa manera.
De hecho, existiendo normas de lenguaje, la comunicación entre las perso-
nas suele ser nefasta o carente mientras las personas creemos que nos es-
tamos entendiendo.
Las normas del lenguaje existen como acuerdo para entendernos y no solo
es una norma estricta que hay que seguir para que se nos denomine cultos.
Lejos de esto, la comunicación desde el instinto, la excelencia que yo te
transmito desde donde puedo, hace que dichas normas se tomen como un

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acuerdo para comunicarnos mejor, de manera que nuestras vidas sean más
cómodas.
Son acuerdos sencillos y prácticos que, al ser practicados, nos facilitan la
vida.
Veamos cómo una falta de atención en un mensaje enviado por nuestros
dispositivos móviles, da lugar a malentendidos, haciendo que el receptor
del mensaje, en el mejor de los casos, tenga que preguntar otra vez para
poderse enterar del mensaje en cuestión pues lo común es que el receptor
esté al mismo nivel de comunicación que el emisor, con lo que, aún en una
distorsión, ambos se entienden. El problema surge cuando quieres o debes
salir de tu entorno y entonces, te das cuenta de que no sabes comunicarte.
Esto es ya un paso importante: darte cuenta de ello.

La importancia de la coma

Hay personas que no usan el signo de puntuación conocido como “coma”,


cuando es altamente necesario y, por ello, existe.
Mira los ejemplos siguientes:
No estaré en casa. Quiere decir que no va a estar en su casa cuando se le
ha preguntado.
No, estaré en casa. Significa todo lo contrario. Está confirmando que es-
tará en casa cuando se le ha preguntado.
Es cierto que también existe lo que
yo llamaría, la “coma” emocional,
cuya situación en la frase o expre- Recuerda, una “coma” mal
sión es libre por parte de quien es- colocada o ausente, te puede
cribe. Hablaremos sobre ella pero llevar a la cárcel.
para poder hacerlo, antes hay que
tener en cuenta que este signo de ¿No crees que es importante?
puntuación es importante, que sir-
ve para comunicarnos y para in-
formar sobre algo y no sobre su
contrario.

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Otras sugerencias para comunicarnos mejor

Todo sabemos que la norma del uso de la lengua española está en manos
de la Real Academia Española (R.A.E) con sus homólogos en los países de
habla hispana, Latinoamérica.
Esta academia es rigurosa y a veces, imposible de ser comprendida por to-
dos, dado que debe mantener ese estatus de incomprensión o de lenguaje
culto que ya no sirve al ciudadano de a pie, si bien en la literatura puede ser
de agrado, ya no tiene otra función que la de no comunicar y de alejar al
que quiere saber y de nutrir el orgullo de esas personas que creen que, por
hacer uso de una palabra culta, ya han alcanzado esa posición social que
siempre desearon.
Yo estoy hablando de comunicación, que es otra cosa.
Es incomprensible que todavía en los últimos cursos de Bachillerato dentro
del sistema escolar español, se siga exigiendo que se hagan análisis morfo-
sintácticos de las frases. ¿Lo recuerdan ustedes? ¿De qué sirve ese análisis
cuando el alumno no sabe expresarse y ni siquiera escribir con un mínimo
de madurez lingüística?
¿No se le ocurre a nadie eliminar dichos análisis tan complejos, además de
absurdos e intragables para hacer un mundo mejor? No. Porque, si se les
ocurriera a los profesores, estos se quedarían sin materia o sin motivo al
que agarrarse para defender su asignatura, que al mismo tiempo es su pro-
pósito de vida, lo que les lleva el pan a casa cada mes.
Así funciona todo y todos estamos en ese juego.
El estudiante, una vez ha pasado el examen correspondiente, ya se olvida
de esa carga o tortura y no vuelve a hablar de ello.
Esto es casi grave pues nos encontramos a jóvenes entrando en la universi-
dad que no saben expresarse de manera sencilla, que no culta, y cuanto
menos, conocen las normas básicas de la escritura.
Eso sí, han olvidado, para su salud mental, el dichoso análisis morfosintác-
tico. Pero no saben distinguir un adjetivo de un adverbio o de un verbo, al-
go grave para la comunicación pues confunden un “sin embargo” con

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“también” o un “de hecho”. ¿Cómo pueden comunicarse? A ellos les da


igual, no saben que no saben.

Recuerda, el conocimiento del uso de la lengua, te da


poder y seguridad.

Las personas no nos juntamos por afinidades, sino por niveles de comuni-
cación.

Durante un largo tiempo, la R.A.E. impuso la tilde diacrítica, lo cual


significa que se debía poner tilde en aquellas palabras que se escribían y se
pronunciaban igual pero con funciones en la oración y significado diferen-
tes, pues, de tener la misma función y significado sería la misma palabra:
habría una y nunca dos.
La función de esta tilde era poder distinguirlas. A mi modo de ver, es una
impertinencia, pues solamente en muy pocos casos esas palabras que se
escriben igual y se pronuncian igual, dan lugar a equívocos.

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Hoy voy a hablar de las tan usadas palabras como “solo” y los pronombres
“este, ese, aquel” con sus femeninos y plurales correspondientes.
Resulta que teníamos que poner la tilde en:

Sólo, cuando era adverbio para distinguirlo de “solo” adjetivo

1. Yo sólo hago lo que me mandan. (Adverbio)


2. Estoy solo en casa. (Adjetivo)

Pues bueno, ya no hay que poner tilde en ningún


caso. ¡Bien! Recuerda.

Pues resulta que ahora, que la R.A.E. nos quita una “Solo” se
norma de encima para aligerar nuestra comunica- escribe
ción escrita, es cuando veo más personas en las re- siempre sin
des, blogs, etc. escribiendo “solo” adverbio con til- tilde.
de. ¿Será cuestión de inercia?
Me sorprende.

Los pronombres “este, ese y aquel”, que había que acentuarlos para di-
ferenciarlos de los demostrativos (como si fuéramos a confundirlos).

1. Éste es mi coche. (pronombre)


2. Este coche es mío. (demostrativo)
Recuerda.
Pues pasa lo mismo que con “solo”, que se ve
A “Este, esta, ese, por doquier con tilde, justo ahora que no hay
esa, etc.” como que ponerla. Y recuerdo con rechazo cuando
pronombres NO antiguamente el profesor nos subrayaba el
se les pone tilde. examen con color rojo para indicarnos que no
habíamos puesto la tan codiciada tilde.

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Recuerda que en español, usamos dos signos de inte-


rrogación y de exclamación y no solo uno aunque sea
¡Qué bien! una tendencia y creas que queda bien.
¿A dónde vas?

Recuerda, la lengua española es, por defecto y de momento, masculina, por


lo que es una impertinencia además de un desconocimiento de la norma
hacer uso de lo siguiente:
Ciudadanos y ciudadanas.
Amigos y amigas.
Bienvenido/a (esta forma es, muchas veces, imposible de no usar).
Y lo que ya es inaceptable es el tan usado por imitación símbolo de arroba
como economía lingüística o tendencia del horror.

Referencia D.R.A.E.: http://www.rae.es/consultas-linguisticas/preguntas-frecuentes

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De lo Bueno, lo Mejor

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De lo bueno, lo mejor

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Quien ama el vino, ama la vida.


La primera vez que oí esta frase, sentí que estaba hecha para mí. La
entendí perfectamente y se integró en mí como si siempre hubiese formado
parte de mi vida.

Quien ama el vino, ama la vida.

Esto no significa que a quien no le guste el vino, no ame la vida. No. A ve-
ces tendemos a aplicar propiedades aritméticas al mundo de la palabra, el
emocional, a la vida misma y una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Solo estoy queriendo decir que, quien ama el vino, ama la vida.
Gracias a mi anterior profesión, conocí muchos países donde bebí sus vi-
nos: Chile, Argentina, Brasil, Francia, Italia, Alemania, Sudáfrica y en don-
de vivo, España.
Allí donde estuviera, probaba siempre los exquisitos vinos que el momento
requiriera y esto se ha convertido ya en un ritual para mí.
El vino no es una bebida sin más. El vino es una experiencia en sí.
Puedes compartir esa experiencia con otras personas que la aprecien c0mo

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De lo bueno, lo mejor

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tú, o puedes beber el vino a solas, ¡qué mejor compañía!


El vino acompaña, envuelve y te hace cómplice de ti mismo.

Mi manera de vivir es diferente a una vida convencional. Para mí, conven-


cional es incluso la vida de muchos ricos: viajes, comidas suntuosas, fies-
tas, ciertas ostentaciones.
No. Mi estilo de vida no es ese. Mi estilo de vida se puede definir en estas
palabras:
De lo bueno, lo mejor.
Y ya te diré a lo que me refiero con esto.

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De lo bueno, lo mejor

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“De lo bueno, lo mejor” no solamente tiene que ver con la comida o la be-
bida sino con todo con lo que piensas sobre la vida, con cómo disfrutas ca-
da instante de la vida, incluido el momento de aburrimiento o de cansan-
cio, tristeza tal vez.
Este estilo de vida te lleva a unos lugares en donde la magia existe y en
donde todos los implicados no saben que están jugando a esa magia, que tú
mismo has provocado.
“De lo bueno, lo mejor” es elegir el bienestar.
No está reñido con el dinero. Puedes elegir de lo bueno lo mejor con poco
presupuesto, pero, eso sí, con escrúpulos y excelencia. De lo contrario,
creerás estar eligiendo y es la vida la que te elige a ti para que la disfrutes.
No me refiero al lujo, si es que todos nos podemos poner de acuerdo con lo
que es el lujo. Para mí el lujo es ostentación, carga, bastedad, ser corriente
y sobre todo hoy, ser antiguo.
El lujo no siempre significa que lo mejor es lo bueno.
Espero haberme explicado bien.
Seguimos adelante, siempre disfrutando de la vida.

Ruth Morales.

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Alicia
y
su libreta de conflictos

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Alicia y su libreta de conflictos

Ruth Morales
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Soy Alicia y fui creada por Ruth Morales hace 5 años, cuando estaba a
punto de cumplir 17 años, justo cuando yo comenzaba a escribir en mi
libreta personal todas las cosas que vivía y que no podía entender, no
por el hecho de falta de conocimiento sino por el conflicto que me pro-
ducían.

Ruth Morales llamó a es-


tos conflictos, las incohe-
rencias de la vida misma y
por eso me puso el apodo
de “Alicia, la coherente”.

Hoy, otra vez en noviem-


bre, justo el mes en el que
abrí por primera vez mi
libreta de conflictos, re-
tomo esta costumbre. Ya
he acabado mis estudios
universitarios y me en-
cuentro un poco perdida
aunque tengo mucho que
contar.

Alicia, la coherente.

Los personajes son ficticios pero las historias son tan reales
como la vida misma. ¿Para qué irme a la ficción si la reali-
dad es tan variada, curiosa y digna de ser compartida?
Gracias y disfruta de la lectura.
Ruth Morales

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Mi querido padre, sus inversiones y su ajuste


emocional.

Hola. Soy Alicia, tengo 16 años, aunque pronto cumpliré 17 años


y voy a empezar a compartir contigo situaciones que estoy vi-
viendo, que me cuentan y que oigo y a las que no sé darles sen-
tido porque no las entiendo. Las escribo porque de mayor quie-
ro ser escritora y no se lo puedo decir a nadie porque nadie me
entendería y además, porque entenderían menos lo que quiero
transmitir en mis libros. Me siento un poco sola por esto. Tengo
amigas pero guardo la mejor parte de mí para mis momentos de
soledad porque no quiero sufrir, porque quiero que me quieran.

Pero me animo a compartir este secreto contigo, ya que no me


conoces y que eres anónimo así me das la oportunidad de poder
expresarme y de que, a lo mejor, encuentre a alguien con mi
mismo punto de vista. Sería genial.

Ayer me ocurrió una situación de esas que yo llamo “incoheren-


cia” y fue dentro de mi casa, con mi padre y sus colegas. Espero
que él no lea esto, aunque quizá, si lo hiciera, me daría una ex-
plicación a mi confusión, que ahora no encuentro por mí mis-
ma.

Te lo cuento.

Ayer mi padre invitó a comer en casa a su actual grupo de ami-


gos. Me dijo que era importante para él y que le hacía mucha
ilusión. Yo salgo del instituto a las 14.30, con lo que siempre lle-
go sobre las 14,55. Mi madre estaba trabajando, con lo que no
estaba presente. Al llegar a casa, la puerta del salón-comedor

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estaba entreabierta y ni siquiera saludé para no interrumpir.


Tengo que explicar que mi padre comenzó hace un año a dedi-
carse a un tipo de inversiones con el fin de obtener otro ingreso
y de hacerse rico para poder dejar su actual trabajo.

Vi a un señor medio pelirrojo, a quienes todos escuchaban aten-


tamente. Ese debía ser Jaime, de quien tanto mi padre habla y a
quien admira más que a sí mismo ya que parece ser que lo en-
trevistaron en una canal de radio muy importante, que solo en-
trevistan a quienes saben mucho y a los mejores.

—Nos han enseñado desde niños que el dinero se gana sufrien-


do y luchando, que es difícil llegar a obtener grandes cantidades
de dinero, que es imposible hacerse rico. Nos han engañado di-
ciéndonos que el mundo del dinero es secreto, misterioso, de
unos pocos y que es inalcanzable —comentaba el supuesto Jai-
me.

Todos asintieron y murmuraron apoyando ese comentario con


un semblante serio, como siempre veo cuando se habla de dine-
ro.

—Pero ya sabemos que es mentira —continuó Jaime—, puesto


que el dinero es energía, que el dinero está aquí y es muy fácil
llegar a él, que no hay que luchar tanto, que no es tan misterio-
so.

Por eso, hay tanto miedo con respecto al dinero —continuó—,


miedo a fracasar, a arruinarte, a tocarlo y por consiguiente, a in-
vertir. Es todo falso. Lo dicen los expertos en desarrollo perso-
nal, gente preparadísima que ha entendido que esto no es sino
una creencia impuesta que nos han estado transmitiendo.

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Yo tuve la suerte de estar al lado del mejor de los mejores, en


Estados Unidos.

—Así es —Comentaron los otros casi al unísono, incluido mi


padre, frotándose las manos, ya con el semblante más relajado y
sirviendo más vino a sus comensales.

Me fui a la cocina a comer y luego subí a mi cuarto a hacer los


deberes. Al cabo de un rato, tuve que bajar a la cocina nueva-
mente y allí fue cuando presencié una situación que me dejó es-
tupefacta y de la cual no he salido aún.

El tono de sus voces había subido. Se notaba el ambiente más


caldeado.

Oí otra vez la voz de Jaime. Debía ser el que más sabía.

—No se puede llegar a una consistencia en estas inversiones sin


disciplina, esfuerzo, desapego, paciencia y control emocional. El
dinero es algo serio y como tal hay que tomarlo. El dinero me-
rece un respeto y, como te saltes sus reglas, fracasas —decía un
Jaime con rigor.

—Por supuesto, así es. La disciplina es importantísima. Hay que


seguir luchando porque lo conseguiremos, llegaremos tarde o
temprano, ya veremos cómo todos lo conseguiremos —contestó
uno de ellos con el semblante aún más serio del que tenía hacía
una hora y media. Todos lo apoyaron, con el semblante más
tenso aún.

Me quedé petrificada: ¡Mi padre también asentía! Nadie se ha-


bía dado cuenta de que una hora y media antes, se había dicho
justo lo contrario y todos apoyaban ese razonamiento con la

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misma convicción con la que apoyaban ahora el razonamiento


opuesto. ¡Mi padre es un hombre inteligente y lo quiero mucho!

Subí a la habitación, pero no continué con los deberes. Saqué


mi libreta de conflictos donde escribo todo esto que no entien-
do y me dispuse a escribir lo que acababa de vivir.

Recordé que cuando mi madre se enfadaba con mi padre por


haber tenido alguna pérdida de dinero en estas inversiones, él le
contestaba que las inversiones eran perfectas, que el método
que utilizaba era infalible, con el que otros ganan muchísimo
dinero llevándolo a cabo, pero que el único problema que había
era él mismo, mi pobre padre, que se acusaba a sí mismo de te-
ner que ajustarse emocional y psicológicamente a este nueva
disciplina. Mi padre se defendía alegando que lo decía Jaime y
demás profesionales en la inversión, que el problema no está en
la inversión sino en el ajuste emocional y psicológico del inver-
sor.

Mi madre no lo creía nunca y se enfadaba aún más pero yo sí


que creía en lo que decía mi padre pues es un hombre muy sin-
cero y listo. Él nunca miente. Yo quiero mucho a mi padre. Lo
admiro.

En ese momento escribí en mi libreta de conflictos, que la causa


de la incoherencia que acababa de presenciar en el salón-
comedor en boca de gente seria, adulta, como mi padre, que sa-
be lo que hace, podría ser ese ajuste emocional o psicológico del
que hablaban con respecto a las inversiones. Pero en este caso,
no eran las inversiones, era la vida misma y eso me preocupó
aún más de lo que estaba, pues, al igual que sabían ganar mu-
cho dinero pero que no lo ganaban por la falta de ese supuesto

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ajuste o control emocional, también podía afectarles en su día a


día, impidiéndoles ver una insensatez en sus propios actos y pa-
labras. Repito: esto me asustó mucho más.

Me preocupé, puesto que mi padre siempre ha sido muy equili-


brado, nunca grita, lee libros de amor y practica muchos ejerci-
cios de relajación, como él los llama. Me preocupé también por-
que yo no entendía nada del ajuste ese. ¿Alguien enseña eso?
¿Existe algún curso donde se enseña este ajuste?

Me encantaría saberlo para poder regalarle uno, ahora que


viene Navidad y que no sé qué regalarle pues ya tiene de todo,
para que se ajuste de una vez por todas y así deje de perder di-
nero y de participar en actos tan incongruentes, como dice mi
profesor de Filosofía, al que entiendo menos todavía.

Alicia, 6 de noviembre del 2012

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Hay que comer de todo. El negocio perfecto

Con mi hermano Miguel, que tiene once años, siempre hay pro-
blemas a la hora de la comida o de la cena en familia, lo que
suele ocurrir durante los fines de semana ya que, en los días la-
borales, cada uno de nosotros tiene su propio ritmo y horario y
él se queda a comer en el colegio.

—¿Qué son estas cosas raras? —preguntó Miguel el sábado pa-


sado con extrañeza, mientras tomaba el tenedor y miraba su
plato.

—Son semillas orientales que tienen un alto poder nutritivo y


energético —contestó mi madre con firmeza y cierta alegría por
haber sido preguntada, ya que es una seguidora y entusiasta de
todas las novedades sobre salud, belleza y cosméticos.

En la mesa cada uno de nosotros tenía delante un plato de arroz


Basmati, más esas pipitas que tanta repugnancia le daban a mi
hermano pequeño.

—¡Qué asco! —exclamó Miguel intentando separar las semilli-


tas del arroz.

—¡Basta ya! —le contestó mi madre. —Te lo vas a comer todo


porque si no, te quedas una semana sin la Play Station.

—¡Vamos Miguel! — intervino mi padre—. Cómelo todo junto y


ya verás que ni te darás cuenta.

MI hermano seguía apartando las semillitas del plato, tan ricas


en aportes nutritivos.

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—Este niño no come nada bien —se quejó mi madre una vez
más—. A saber lo que come en el colegio. Esto nos traerá pro-
blemas el día de mañana.

Mi madre estaba alterada, como siempre que se la sacaba de su


guion y mi padre, que la conocía mejor que nadie, callaba para
no alimentar sus deseos de seguir hablando.

—Pues la verdad es que el arroz está buenísimo —añadió mi


padre para suavizar la situación y para alabar a mi madre.

Nadie le hizo caso.

—Mamá. Si recojo mi cuarto a fondo, ¿puedo dejar de comerme


esto? —preguntó mi hermano con cara de repugnancia.

—No Miguel —respondió mi madre con voz más calmada. —Tu


cuarto lo tienes que recoger igualmente. Una cosa no tiene nada
que ver con la otra. Tienes que entender que hay que comer de
todo, si no, caerás enfermo.

Hubo un silencio que, claro está, rompió enseguida Miguel dada


su agudeza mental que siempre busca ser expresada.

—¡Vaya! Entonces, ¿cómo haces llegar esto a una tribu del


Amazonas si esto viene de la India o de allá lejos? Deben estar
en peligro de muerte en el Amazonas porque no comen de todo.

—¡Calla y come! —gritó mi madre.

Yo sabía que mi padre estaba haciendo un gran OM en su inte-


rior para que la coherencia de mi hermano pequeño tuviese
hueco en él mismo.

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—Ya sé qué hacer de mayor: el negocio perfecto que me hará ri-


co —continuó Miguel sin hacer caso del grito de mi madre—.
Haré una pastilla famosa que diga en el frasco que contiene to-
dos los alimentos del mundo y la venderé muy cara porque la
patentaré y nadie sabrá su fórmula. Solo yo tendré esa pastilla y
la gente solo podrá comprármela a mí. Y luego escribiré un li-
bro, que se titule:

¡Cómo me hice rico dando salud al mundo!

Mi hermano siempre está pensando en el dinero.

—¡Qué tonterías dices Miguel! —intervino mi hermana Carlota


quien siempre se había sentido superior a nosotros por ser ma-
yor y ahora también por ir a la universidad y tener carné de
conducir después de costarle a mi padre más de mil euros por-
que agotó todas las oportunidades de examen que venían en el
paquete que mi padre adquirió.

—Imagínate la de gente con la que tendrías que ponerte en con-


tacto para poder tener todos los nutrientes del mundo en tu
famosa pastilla —comentó mi hermana mayor—. Te haría falta
mucho dinero, poder de convicción, alma y sangre de líder y
muchas horas de trabajo, además de muchos conocimientos de
cómo llevar una empresa, conocimientos que seguramente
nunca tendrás, con lo que creo que tú, con lo vago que eres, no
podrías llegar ni al perejil que ha plantado la vecina de enfrente
en su parterre, jajaja –rio Carlota sentando sentencia, segurísi-
ma de que en ese momento, no había más que decir pues ella lo
había dicho todo.

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—Y ¿quién ha dicho que fuera a meter todos los nutrientes del


mundo en mi pastilla? —respondió Miguel muy tranquilo —. Lo
escribiré en el frasco y la gente se lo creerá. Y la gente como
mamá que piensa que hay que comer de todo para no enfermar
me la compraría enseguida.

—¡Mira que eres tonto! —exclamó Carlota con repugnancia,


como si acabara de llegarle un aroma hediondo—. Eso es un
fraude. Enseguida te pillarán.

—No. No me pillarán nunca porque nadie va a investigar lo que


hay en una pastilla. Y si lo investigan, ¿cómo lo iban a saber?
¿Conoce alguien todos los nutrientes del mundo? Y además,
prosiguió, para cuando me pillen ya seré tan rico que tendré
muchos seguidores y muchos “me gusta” en el Facebook. Así
funcionan las cosas.

—Tendrías que demostrarlo, Miguelote —le contestó mi her-


mana intentando ofenderlo—. La gente no estaría sana por tu
mágica pastilla.

—Claro que estaría sana. Tú, que eres tan lista y que lo sabes
todo, ¿no has leído al menos los títulos de los libros que papá
tiene en el salón? Muchos dicen que según lo que crees en la vi-
da, te ocurre. Mis clientes solo tendrían que creer, al igual que
mamá cree que hay que comer de todo para estar sano, con lo
que ellos estarán sanos. Y si enferman, yo diré que ha sido por-
que no han seguido las instrucciones al pie de la letra, jajajaja.

—¡Calla y come! —gritó otra vez mi madre.

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—Y además, haré un acto bueno y me reconocerán por eso, con


lo que me haré más rico si puede ser —siguió mi hermano sin
hacer caso a los requerimientos de mi madre, muy contento por
lo que estaba descubriendo: su pastilla mágica. Su negocio per-
fecto

—¡Calla ya Miguel y come! Estás a punto de ser castigado si si-


gues hablando.

El ommmmmmmmmm interior de mi padre se hizo oír por to-


da la casa, a pesar de que no emitió sonido alguno.

Subí a mi habitación y cogí mi libreta de conflictos. Me sentía


pletórica porque algo en mi interior había crecido. Esto fue lo
que apunté:

“Mi hermano, con tan solo 11 años, ha entendido que, cuando los
demás creen en algo ciegamente, nace el negocio perfecto para
cubrir la necesidad de tal creencia”. La vida es perfecta. La verdad
es que, en lugar de ser castigado, debería ser premiado. Siempre
he pensado que lo más obvio, no se ve. Gracias”

Anoté ese “gracias” de una manera tan alegre que me sentí que
me comía el mundo y sencillamente, solo acababa de entender
algo de lo más tonto que se pueda entender.

En ese momento estaba segura de que a mi padre le estaba do-


liendo el estómago porque tragar ciertas cosas en una sola co-
mida cuando no has querido verlas durante más de 40 años, es
bien difícil y duele. Y sobre todo, cuando está intentando sacar
dinero por todos los lados, aparte de su trabajo, para llegar a la
independencia financiera. Yo lo conozco bien a mi padre y sé

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que está comprometido en su desarrollo personal.

A mi madre no le dolía nada pues no había visto nada. Para ella,


fue una comida igual que cualquier otra.

Alicia, 8 de marzo del 2013.

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Historias
El niño que preguntó

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El niño que preguntó


Ariel también es un nombre de niño
Solamente hacía un año que vivían en el campo, aislados, a unos 10 km. de
la aldea abandonada, como a ellos les gustaba nombrar al reducto de lo que
fue antaño un grupo de casas, con ganado, cultivos, agua y una iglesia, en
donde hoy solo habitaban 37 personas, la mayoría de ellas, ancianos.
La iglesia era mantenida por tres mujeres y un cura del pueblo más cer-
cano, a unos 15 km. de distancia de la aldea abandonada, en donde se ha-
llaba el colegio, quien venía cada semana o cada quince días a ofrecer sus
oficios a los 37 habitantes, aprovechando el viaje para tomarse un vino en
cada casa así como para recibir las viandas que los aldeanos le regalaban.
Lo que sí había en la aldea abandonada era una tienda, en el aledaño de la
casa del primo del que fue alcalde del pueblo más cercano, el del cura, en
donde se vendían algunos víveres y en donde se reunían los hombres del
pueblo a tomar alcohol, jugar a las cartas y ver la tele.
La ciudad en donde Ariel nació y vivió hasta los nueves años quedaba a
unos 120 km. de distancia de su actual hogar, nada lejos pero tampoco cer-
ca.
Desde que se trasladaron al campo, Ariel añoraba las calles repletas de
gente, las tiendas iluminadas con música a todo volumen, el colegio masifi-
cado de niños, el edificio ajardinado donde había crecido con otros niños,
el metro, los coches, el humo y el ruido de estos últimos más las ambulan-
cias, y alguna vez, la sirena de los coches policía.
Pero no se encontraba del todo mal en ese aislamiento impuesto por el de-
seo de su madre, una vez sus padres se separaron y tanto él como sus her-
manos se fueron con su madre a vivir con Luis, la pareja actual de ella.
Luis y su madre defendían que si el mundo no cambiaba, serían ellos quie-
nes tenían que hacerlo. Y aprovechando esa casa en ruinas que Luis había
heredado, construyeron un hogar libre, natural, en plena naturaleza, con
animales sueltos que entraban y salían libremente de la casa, sin ruidos y

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sin gente alrededor, con su propio huerto y su propia agua pero también,
con su propio silencio.
Eso era lo que Ariel no aguantaba: el silencio del silencio.
Empezó a tener pesadillas a partir del cuarto mes en el campo. Oía gritos
en sueños, voces que le insistían que él mismo gritara, imágenes sin forma
ni sentido que se superponían mientras él agonizaba siendo espectador al
mismo tiempo que víctima de esas escenas bucólicas.
Se despertaba sobresaltado, con el corazón palpitando y alguna vez soltó
algún grito que llegaba al dormitorio de su madre, quien se levantaba y se
acercaba a su habitación para consolarlo y explicarle que había tenido una
pesadilla. Pero estas continuaban, unos días sí y otros no.
Optó por no contárselo a su madre, al verla tan feliz pintando piedras, ha-
ciendo manualidades con objetos reciclados, con plantas y cortezas de los
árboles, todo para decorar la casa y para que esta fuera una estancia con
buena energía, como ella decía.
También cuidaba el huerto que nos daba de comer a diario, ayudada por
dos lugareñas que habían crecido en el campo y que se acercaban a casa a
pie, caminando, a falta de un carro con burros que las transportara.
Mi madre suele llevarlas en su coche de vuelta al pueblo, para que las po-
bres mujeres no tengan que caminar otros 10 km. de vuelta.
Mi madre también se encarga de llevarnos al colegio, a mí y a los melli-
zos, Santiago y Elena, que acaban de cumplir 7 años.
Ariel echaba de menos a su padre, sobre todo por su carácter y su manera
de ver la vida, pues se sentía muy parte de él. También lo echaba de menos
porque se había quedado a vivir en la ciudad, en su casa, en donde veía do-
cumentales de naturaleza, de ciencia y los partidos de fútbol.
En casa de su padre también estaba su teléfono móvil, porque su madre se
empeñó en que allí se quedara, pues alegaba que eso no valía para nada
sino para perder el tiempo y que en el campo, no le haría falta. Su madre
creía que, incluso, era malo para la salud.
Allí se había quedado también su tableta, con la que estudiaba en su cole-
gio de la ciudad, moderno y vanguardista, pues habían sustituido los libros

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escolares por algo tan útil como el conocimiento en un solo sitio: internet.
Sin embargo, en su actual colegio apenas usaban siquiera libros, solamente
algunos, raídos como prendas ya muy usadas, que se pasaban de un niño a
otro. Y escribían mucho, copiando lo que el profesor les apuntaba en la pi-
zarra.
No tengo amigos en el colegio, solo los tengo cuando jugamos al fútbol en
el recreo, pero no hay campo de fútbol sino que lo hacemos en la tierra.
Los chicos del colegio son buenos pero no me entiendo con ellos aunque
trato de ser amable. Uno de ellos, Antonio, me invitó un día a merendar
en su casa, fui un poco obligado y no lo pasé tan bien porque tampoco me
entendía con él.
Su madre me preguntó que si mi nombre era de chica y yo le respondí:

Ariel es también un nombre de niño.

Ya en esos momentos, diez meses después de su traslado al campo, Ariel le


daba vueltas a la cabeza sobre una historia que había oído en la tienda-bar,
a donde había ido acompañando a su madre a comprar unas necesidades.

Unos señores hablaban de la historia de la persona anacoreta, la que vivía


desde siempre aislada, no muy lejos de la aldea abandonada pero lejos en
tiempo para llegar. Algunos decían que vivía en lo alto de una de las mon-
tañas que se divisaban desde la llanura, otros decían que no, que la vivien-
da de la persona anacoreta estaba una vez se traspasaran dichas montañas.
Y otros decían que eso era una historia que se contaba antes a los niños en
el colegio así como entre los adultos en las tardes de frío en casa del primo
del alcalde del otro pueblo, con el fin de amenizar los largos inviernos.

Pero, en lo que todos estaban de acuerdo era en afirmar que tanto si esa
persona era real como si era una leyenda, era la persona más sabia jamás
conocida porque tenía todas las respuestas a todas las preguntas del mun-
do.

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Mientras mi madre hablaba con la tendera, yo ya había escuchado a los


hombres y miré fuera, hacia el monte y vi las montañas. No me pareció
que estuvieran tan lejos.

Esa noche no tuve pesadillas pero me desperté de golpe, me quedé senta-


do en la cama, sin hacer ruido y vi delante de mi frente unas letras:

IREAL

Fue por la mañana, cuando desayunaba un batido de jugo de zanahoria


mezclado con unas semillas de unos arbustos que creían en el terreno de
mi casa, cuando me di cuenta de que esas letras eran las letras de mi
nombre, pero colocadas de otra manera. ¿Qué significaba eso?

Pensé que I R E A L no podía significar “irreal” pues le falta una “R”.

En el trayecto en el coche para ir al colegio y mientras miraba el paisaje


del campo con unas vacas a lo lejos, vi otra vez las montañas.

Ariel es un nombre de niño y también significa otra cosa, si cambio las


letras.

IRÉ AL

(Continúa en el nº 2 de esta publicación)

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