1 irse alejando, naufragaban en la comprender tu arisca desnudez en la áspera
niebla opalina torres y espadañas, alegrIa de esta hora transparente.
chopos enhiestos y campo desnu- La mirada quieta contempla tu esquema; do, todo desaparecerIa en Ia luz una lenta escenografIa intelectual va borrando lechosa de un lento amanecer; los aspectos, el oro de tus tardes, Ia faz resque- morIa Ia ciudad, se disolvIa en el brajada de tus calles, el silencio azul de tus pla- horizonte: por un momento todo zuelas en calma, las cobrizas alamedas envuel- quedó —el hueco de Ia ciudad— y el aire quie- tas en el sonar del rio. Y mañanas y ocasos, to en soledad oscura. Fué el instante en que se orgIas de color se han hundido por innecesarias. apagó Ia presencia real de Ia ciudad y aun no Un equilibrio de fuerzas queda en pie; forma y estaba bastante lejos para que naciese la otra, Ia estructura... y expresión: sin gestos, ni contor- ciudad real, esquema de ciudad, arquitectura siones, expresión de pura geometrIa, personalI- de paisaje. Era preciso ese instante en que los sima y singular. ojos se quedaron sin la sensualidad de Ia imagen Y eres en el esquema, tiI siempre, Ia y el oIdo, sin el murmullo de Ia confusion para misma, la ñnica: tu esencia no estaba en la ima- que el intelecto gozara plenamente con Ia gen, era medida, ritmo de sonidos que no sue- auténtica belleza del paisaje desnudo. nan, <<müsica callada>>. Y el tiempo se ha dete- Nada perdIa la ciudad ausente descarna- nido al borde de Si mismo y te ha mirado sin da de sensual envoltura; viva roca, piedra viva destruirte, y pasa ligero; tü has quedado desnu- era lo esencial de su materia, y lo demás geomé- da y de pie, alegre y necesaria. trica ordenación de una peculiar y expresiva Ahora solo eres mIa y eres ciudad, no geometrIa. El verde de los árboles y el tostado caos de edificios y sensaciones; en Ia ausencia de los mezquinos trigales se substituIan por una estás ante mi más que nunca, en presencia linea ascendente en ritmo de energIa y una lisa ideal, llena de gracia en mi intelecto. y compacta superficie, dura faz de una oculta Pero la mañana prendida en los campos, resistencia. vibra ya más deprisa; manchas de sol en arre- Todas las cosas son allI preludios no más, bato de velocidad se amasan con negros pina- puntos de partida, problemas para la mirada res; se rompe Ia quietud en mil trozos dispersos; que se hace ascética; el ojo no descansa en Ia en cada uno una luz, a cada paso una canción, cara amable de las cosas, es paisaje de inquietud en cada mirada una sonrisa distinta. La unidad que brinda lucha y esfuerzos, paisaje donde una está rota, nubes de sonidos nos azotan la cara, y fIsica pitagórica es más real que Ia superficial los colores en loca independencia saltan en imagen de una pintura impresionista. Por eso nuestras pupilas. Puente quebrado; rio en zig- tu verdad, ciudad, está en la ausencia de esta zag, pronto las esquinas rotas se fugan de flues- mañana —raso de aire— en que los ojos sin tra mirada. verte te sueñan. Y el aire fino de Ia sierra, her- mano de tu limpia arquitectura, me ayuda a
Notas: Articulo aparecido en Manantial n° 4-5, Segovia, 1928; p. 16.