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Se denomina pareja a la relación entre dos personas, del mismo o distinto sexo,
afectiva y sentimentalmente. Estas comparten un vínculo especial marcado por
características propias y personales.
Cuando alguien es intensamente atraído por otra persona de inmediato piensa que está
enamorado y utiliza la palabra amor para definir esos sentimientos, es un error en el que se
cae fácilmente ya que pocos conocen la diferencia entre amor y enamoramiento. La etapa
adolescente suele ser la edad del enamoramiento naturalmente, es una demostración del
desarrollo y madurez psicosexual. El enamoramiento se puede definir como un estado
mental alterado en el cual hay un desenfoque de la realidad ya que esta es sustituida por
una total idealización del otro. El enamoramiento es una vivencia propia de la adolescencia.
Se considera como un aprendizaje erótico natural de la edad, permite el desarrollo personal
así como el conocimiento del otro sexo.
Elección de pareja:
En la elección de pareja, muchas veces, creemos que es otra persona la que elige por
nosotros. Sin embargo, son los factores externos e internos que en conjunto te hacen
escoger.
2. Afiliación: Como seres sociales, los humanos tenemos una gran necesidad de
pertenencia y vinculación con otros por medio de relaciones duraderas y cercanas,
las personas pueden buscar pareja para no estar solos, mantener la especie o
compartir su vida.
3. Apoyo: Las personas necesitan de alguien para seguir adelante en la vida, sentir en
ella una seguridad que les hace falta, alguien que las pueda entender, comprender,
ayudar en cosas que no pueden controlar.
7. Novedad: En ocasiones nos llaman la atención las personas que son originales, fuera
de lo común, que gustan del riesgo, las emociones fuertes, no caen en la rutina o
resultan impredecibles.
Formas de parejas:
Parejas monógamas: Estas parejas se caracterizan por ser solamente de dos miembros, es
decir, una persona tiene una sola pareja. Es el más común de los casos y el más aceptado en
el mundo occidental, ya que la mayoría de los individuos no están dispuestos a “compartir”
a su otra mitad.
Parejas bígamas: son parejas en las que intervienen tres personas, es decir, uno de los
miembros cuenta con dos parejas. Estas relaciones no son legales en todos los países, no es
posible contraer matrimonio con dos personas diferentes en cualquier lugar del mundo. Al
mismo tiempo se trata de personas muy tolerantes y parejas que pueden ser muy inestables
si los celos abundan.
Parejas polígamas: Un miembro de esta pareja contrae vínculos con tres o más personas.
Estos tipos de parejas son comunes en países orientales y en la religión musulmana. El
hombre es el que tiene el derecho de elegir muchas esposas, conocido como aren.
Según el sexo:
Parejas heterosexuales: se caracterizan porque sus miembros son de sexo opuesto: mujer y
hombre.
Parejas homosexuales: sus miembros entablan una relación entre otra persona del mismo
sexo: un hombre con un hombre o una mujer con una mujer. Actualmente, no existen
muchos países que aprueben el matrimonio en estos casos.
Parejas bisexuales: Las personas que integran estos tipos de relaciones se caracterizan por
no tener preferencias según el sexo, es decir, una mujer puede estar interesada tanto en
hombres como mujeres y viceversa.
Según las características personales y sentimentales:
Pareja liberal: los miembros entablan una relación muy particular en la que ninguno de los
dos tiene derecho de reclamarle nada al otro. Cada uno puede hacer lo que quiera, suelen
salir por separado y hasta ver a otras personas. Generalmente estas relaciones son más del
tipo sexual. Pueden o no fijar reglas, como que no está permitido sentir celos ni exigir verse
todos los días, etc.
Pareja posesiva: Son todo lo contrario a la pareja liberal. Sus miembros controlan
absolutamente todo lo relacionado con su pareja. Suelen ir juntos a todos lados y la regla
principal es contarle todo al otro. Los celos son los principales protagonistas en este tipo de
relación y se caracteriza a su vez por no poder tener ningún secreto ni vida privada.
Pareja dependiente: Uno de sus miembros está completamente sometido al otro. Este no
decide nada en absoluto, siempre hace u opina lo que el otro y no puede resolver nada por
sí mismo. Estas relaciones suelen ser muy peligrosas ya que si el dependiente es dejado por
el otro esto puede llevar a una depresión profunda y hasta el suicidio.
Pareja destructiva: La base de su relación se caracteriza por discutir todo el tiempo, por
cosas sin sentido y muy superficiales. Su costumbre se basa en encontrar temas y
situaciones para batallar contra el otro. Esto puede tener muy malas consecuencias ya que
podría terminar en violencia no solo verbal, sino también física.
Pareja madura: Los miembros de esta relación se respetan mutuamente y cada uno tiene
sus tiempos. Comparten cosas, salidas, sentimientos, etc. pero también mantienen una vida
separados, es decir, cada uno tiene su grupo de amigos, sus actividades, etc. Es la relación a
la que todos deberíamos intentar llegar.
Etapas de la relación de pareja
Esta es una etapa llena de esperanza. Quieren estar todo el tiempo junto; se sienten
unidos, en simbiosis y está extasiados el uno con el otro. La pareja tiene la sensación de
afecto mutuo y de reciprocidad. Además, se vive especialmente el deseo y la pasión, con o
sin actividad sexual, pero con una intensa fantasía. No tienen en cuenta las diferencias, sino
que se fijan y destacan lo que tienen en común. Comparten todo, hacen las cosas que les
gustan a uno y luego, al otro. Los dos se entienden y se sienten comprendidos. En esta etapa
se tiene miedo a tener discusiones y a que el otro se enfade, así que se evitan. Una discusión
parece el fin del mundo porque no se tiene experiencia de cómo se va a resolver. En esta
etapa, en vez de aferrarse, hay que aprender a dejar ir. Las relaciones que tienen éxito
aprenden a equilibrar el querer estar próximos y no perder la propia autonomía.
Aprendizaje de esta etapa: tienen que aprender a mostrarse tal como son, sin miedo de no
gustar si dejan de complacer al otro. Según la profesora Cindy Hazan, de la Universidad de
Cornell en Nueva York: “Los seres humanos se encuentran biológicamente programados
para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses”. Hazan entrevistó y estudió a 5.000
personas de 37 culturas diferentes y descubrió que el enamoramiento posee un “tiempo de
vida” lo suficientemente largo para que la pareja se conozca, copule y tenga descendencia.
Esto confirma que los circuitos de la dopamina y norepinefrina en el cerebro -los llamados
“circuitos de recompensa”- son los mismos estimulados por drogas, por ejemplo, la cocaína.
Y tal como ocurre con esta última, el cerebro genera mecanismos de “tolerancia” o
acostumbramiento a los neurotransmisores sobrestimulados, es decir, se necesitan cada vez
mayores cantidades de estimulante para producir el mismo efecto. Tal vez, si la estimulación
se mantuviera siempre constante, esto redundaría en un daño cerebral mental para la
persona. Algunos de mis clientes pensaban que se habían desenamorado cuando perdieron
la euforia inicial de la etapa de fusión o enamoramiento. Aunque seguían sintiendo afecto
por la pareja, el hecho de no “sentir las mariposas en el estómago” les hacía dudar de si
seguían o no enamorados.
Los integrantes de la pareja se muestran afectivos el uno con el otro, pero también
empiezan a mostrar su autonomía. La pareja diferencia el “yo-tú” del “nosotros” y se
empieza a mostrar más manejable. La relación ya no es tan pasional, sino más compañera;
deja de ser tan simbiótica y trasciende el dormitorio. Se puede pasar de crear un vínculo
amoroso a vivir juntos o proponerse crear un hogar. Al haberse pasado el apasionamiento
significa que aquellos temas que se habían reprimido durante la etapa de fusión (por miedo
a la discusión y conflicto) empiezan a resurgir. Aquí empiezan a observarse las diferencias
y es el momento de hacer uso de habilidades relacionales o de aprenderlas. Se significan las
diferencias entre los roles masculinos y femeninos y, si conviven, quién hace qué en la casa.
En esta etapa se vuelven a integrar a amigos y familia, y esto puede causar más tensiones.
3. Convivencia (2º y 3° año).
Aprendizaje de esta etapa: hay que desarrollar la capacidad de compromiso. Si uno de los
integrantes tiene baja autoestima, conviene que ponga atención a su desarrollo personal,
porque su miedo se puede convertir en una profecía autocumplida. Muchos matrimonios se
rompen al cuarto año, parece ser un número que se da en diferentes culturas y países, según
un estudio.
Si la pareja ya se unió para hacer proyectos juntos, como los hijos, y éstos ya empezaron a
ser independientes puede ser un momento mucha fricción. Esto puede ser debido a que los
hijos adolescentes causan tensiones o a que cada uno quiere tener un proyecto propio y la
pareja se resiente. En otros casos, puede ser un momento de colaboración, en el que la pareja
se une para hacer proyectos en común, como hablar del futuro de los hijos hasta que los
hijos se vayan y establecer proyectos juntos. Si se convierte en un momento en que una
pareja apoya a la otra para hacer algo, la relación vuelve a tener un resurgir. La seriedad y
la sensación de fiabilidad reemplazan la inseguridad y el miedo a la pérdida de las etapas
anteriores. Aquí se produce un resurgir del entusiasmo.
En cuanto a los nuevos proyectos, si se tiene en cuenta que hoy se retrasa la paternidad,
éstos pueden incluir a los hijos o crear una empresa junta. Esto trae cosas nuevas a la
relación y evita el aburrimiento. En la colaboración se comprueba que se puede depender y
confiar. Ya desarrollaron las destrezas de la convivencia, saben lo que piensa el otro y
pueden resolver las diferencias. El problema más común es dar las cosas por supuestas.
También pueden surgir problemas debido a la diferente capacidad para evolucionar o
desarrollarse como personas, ya que crecen a distintos ritmos. Si hay mala comunicación,
un integrante de la pareja se mete demasiado en el proyecto y se olvida del otro. Hay que
tener mucho cuidado con la fina línea que separa tener independencia y llevar vidas
distantes. Ésta es posiblemente la etapa más dura y por eso la media de lo que duran los
matrimonios suele estar alrededor de once años.
En esta etapa las parejas deben adaptarse a los cambios externos: hijos, “achaques”,
familiares en la vejez. Éste es el momento en que las fantasías o ilusiones de cómo podría
ser la pareja se desmoronan y se ve la realidad de frente. Con la madurez y la conciencia de
cómo pasa la vida hay algunas personas que tienen miedo de perder el tren y, si coincide
con la crisis de la mediana edad o la siguiente (la de la menopausia y andropausia), puede
ser un momento en que la pareja o bien se rompe, o se consolida en las nuevas rutinas sin
hijos. Es un momento especialmente duro y en el que nos cuestionamos nuestros valores y
los de los demás. Puede haber un resurgir por nuevos intereses, se puede buscar la manera
de sentirse útiles, productivos, y tratamos de aportar cosas a la sociedad.
Una de las funciones que se han conservado en la vida en pareja está asociada al aspecto
económico; ya que en la mayor parte de ellas existe un beneficio económico para ambos
integrantes ya sea por compartir los gastos del hogar o por el hecho de que uno de ellos
cumple funciones que en caso de no ser desempeñadas, ocasionaría en muchos casos que se
tuviese que contratar una persona fuera de la familia para que las lleve a cabo.
División de roles
Cuando los problemas estudiados se refieren a la pareja, los conflictos se analizan con
mayor finura. Las conductas de los cónyuges en el matrimonio responden tanto a objetivos
manifiestos como encubiertos. La conducta no ocurre en un vacío, sino con relación a otras
personas, cosas o situaciones. Es más, a medida que las personas experimentan cambios de
conducta, estos cambios tienden a tener repercusiones en el sistema de la pareja.
TASA DE REFUERZO/CASTIGO:
La gente constituye una pareja y permanecen en ella sólo si esa relación es suficientemente
satisfactoria. Desde este punto de vista, el conflicto de pareja remite a las tasas de refuerzo
y de castigo existentes en una determinada relación. Quizá sea más apropiado denominar
"satisfacción" al refuerzo/premio e "insatisfacción" al castigo/coste, de este modo, la teoría
del intercambio social postula como premisa que las personas buscan aumentar la
satisfacción y reducir la insatisfacción.
RECIPROCIDAD:
Se refiere a la tasa de refuerzo que uno recibe con respecto a la que uno emite en la relación
de pareja, tanto desde una perspectiva actual como desde una perspectiva a largo plazo.
Son varios los factores de reciprocidad. En primer lugar, la norma de reciprocidad predice
que uno va a recibir lo que va a dar. Las parejas en conflicto reaccionan de forma más
impulsiva a los comentarios y conductas del otro cónyuge que las parejas bien ceñidas. En
segundo lugar surge con más frecuencia en el área de las interacciones negativas, donde el
castigo recíproco es una forma de control de la conducta. En tercer lugar, cuando se
seleccionan días aislados, los miembros de las parejas tienden a intercambiarse tasas muy
similares de refuerzos y de castigos.
Las parejas en conflicto, sin embargo, no han desarrollado la confianza recíproca necesaria
para relacionarse con tanta afectividad como las parejas que tienen una historia de
"ingresos" positivos realizados repetidamente.
Podemos decir que este último siglo que vivimos generó cambios y grandes avances en
muchas áreas como la tecnología, y la ciencia. En este sentido, tal pareciera que a causa de
todos los cambios que han surgido, las personas nos hemos tenido que ir adaptando a la
nueva realidad y, poco a poco, se ha ido modificando nuestra forma de vida.
Sabemos que hoy en día son cada vez más las enfermedades que se pueden curar y prevenir
y el tiempo y la calidad de vida han aumentado de manera importante. Asimismo, en
relación a la comunicación podemos ver que hoy tenemos muchos medios para estar en
contacto constante, cuando antes tardabas días y hasta meses en saber qué sucedía fuera de
tu ciudad; hoy es ya cuestión de segundos saber qué sucedió en el otro lado del mundo.
Antiguamente el decidir el número de hijos que una pareja deseaba tener era una decisión
casi de Dios, el destino, la suerte o como lo queramos llamar. Gracias a la píldora y varios
métodos anticonceptivos, por ejemplo, estas decisiones actualmente se han convertido en
una verdadera decisión de pareja.
Todos estos avances vertiginosos se van reflejando en nuestras vidas diarias. Hemos sido
testigos de los cambios en el rol femenino frente a la sociedad, en la forma de vivir y de
trabajar. Podemos observar que nuestra rutina, nuestra manera de trabajar, la forma de
pasar nuestros ratos libres, los lugares de reunión, así como las actividades que hacemos
para divertirnos, etc., han cambiado.
Hoy en día en las grandes ciudades hemos visto cómo la vida y, sobre todo, la forma de
relacionarnos los unos con los otros se ha modificado.
Podemos mencionar, por ejemplo, algunos ligeros cambios cotidianos: nuestros abuelos
solían dejar la chapa de sus puertas abiertas, y ahora nos parece una locura; hoy en día rara
vez continúas una conversación con alguien que no conoces, cuando antes era algo usual, ya
que la gente era menos desconfiada.
Asimismo, en otros tiempos las personas solían ir a pasar la tarde en un parque, a ver la
gente pasar, y, hoy en día por lo general, pasamos las tardes atorados en el tráfico. Antes
había que salir a reuniones a conocer gente, ahora las personas pueden establecer un primer
contacto mediante las redes sociales sin salir de casa; antes las chicas esperaban la llamada
del novio sentadas junto al teléfono, ahora con el celular están localizables casi las 24 horas
del día; incluso, en muchas ocasiones, son ellas las que establecen el primer contacto y no
está mal visto que lo hagan.
No obstante, el acelere de la vida diaria, así como la necesidad económica en algunos casos
y en otras el crecimiento profesional, ha llevado a las mujeres a incorporarse al campo
laboral, dejando de lado las labores de ama de casa e, incluso, compartiendo estas tareas con
su pareja.
En los últimos años los roles tanto femeninos, como masculinos se han flexibilizado. Incluso
en ocasiones la mujer es la principal proveedora de la familia, y el hombre participa
directamente en los quehaceres domésticos así como en la crianza de los hijos.
Estos cambios han ejercido su influencia, igualmente, en las diversas formas o estilos de
relación. Antes los padres daban o no permiso de salir con alguien, generalmente
acompañados de un 'chaperón'; había que casarse, tener hijos y “vivir felices para siempre”.
Hoy en día hay diversos tipos de relaciones, incluso puedes tener una pareja “sin
compromiso”.
Además, no necesariamente son los padres quienes dan el permiso de establecer esta
relación además hoy en día la palabra 'chaperón' rara vez se usa. Antes entre el noviazgo y
el matrimonio no había mucha distancia en cuanto a tiempo e, incluso, se apresuraban las
bodas, y ahora hay mayor oportunidad de conocerse antes de decidir casarse, en caso de
que así lo quieran, ya que gran parte de los rituales o lazos ya no son obligatorios como lo
eran antes; ahora puedes o no decidir vivir juntos, o mantener relaciones sin tener que
cohabitar, repartirse las labores, etc.
Actualmente, quizá vivimos más deprisa, quizá estemos más informados, y tal vez por ello,
muchas parejas saben que las relaciones, principalmente, nos deben hacer sentir felices.
Siempre y cuando haya respeto, intimidad, amor, comunicación y compromiso, entre otros
puntos importantes que nutren la relación; se podrá vivir una vida plena y construir juntos
los momentos de felicidad, pero si esto no sucede, ya no comulgan con el antiguo “hasta que
la muerte los separe”.
Dando así lugar a una mayor variedad de relaciones, como aquella en la que cada uno de los
miembros de la pareja tiene hijos con parejas anteriores y quizá también hijos de la nueva
relación; todos ellos aprenden a convivir en este nuevo esquema de relación. Asimismo, hay
también parejas que deciden empezar una vida en común, sin tener que vivir juntos en un
mismo lugar.
En fin, la vida va cambiando y, con ello, se va modernizando; y las personas y, sobre todo,
las relaciones que se establecen se van adaptando en consecuencia.