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La Constitución Nacional en su
artículo 51 señala que es el
primer deber de todos y cada
uno de los venezolanos «…honrar
y defender la Patria y (…)
resguardar y proteger los
intereses de la Nación…» ¡Cuánto
más obliga al magistrado y al
soldado! Pues esta obligación no
es otra que la que deriva de la condición de integrante de la
Nación, que en el caso de sus conductores, los gobernantes,
y de sus defensores, las Fuerzas Armadas, pasa por asegurar
el cumplimiento de los fines últimos del Estado y por la
defensa de su independencia, soberanía e integridad
territorial. Y es a este fin, y no a otro, que el pueblo
soberano elige, mediante el sufragio, a los que en su nombre
y representación ejercerán el Poder Público.
Cabe pues la pregunta, ¿cuáles son esos fines últimos del Estado y cuál,
en consecuencia, el objeto mismo del gobernante? La respuesta
obligada, y no puede ser otra, es que el fin último del Estado es el logro
del bienestar social colectivo de la Nación y la garantía del respeto a la
dignidad humana de todos y cada uno de los integrantes de ésta. Pues la
razón de ser del Estado y de cualquier forma de organización política es
el hombre y su objeto, por ende, ofrecerle la posibilidad de realizarse en
función de sí mismo. Parámetros conforme a los cuales la razón de ser
del gobernante, la justificación de su existencia y la del ejercicio de la
función pública, es ser servidor del Estado y de la Nación «…porque no
son los Ciudadanos para El Cónsul, ni el pueblo para el Rey, sino al
contrario…» (Dante Alighieri: La Monarquía; obras completas; B.A.C.;
Madrid 1965; vol. 157; p. 706). Un principio primario de tal naturaleza y
jerarquía que no pudo ser negado ni aun durante el estadio del Estado
absoluto (donde todos los poderes de éste se encuentran concentrados
en una sola persona) y que obliga a Federico II, El Grande de Prusia, a
definir al Rey como primer servidor del Estado.
Libertad de Expresión
Derechos Sociales
Conclusiones
RODTOR
(Este era mi seudónimo en la cárcel)
El 4 de febrero es sin duda alguna un hito importante en la historia de Venezuela y
día para la reflexión pausada y racional sobre los avances y letargos de
nuestro proceso revolucionario.
Hoy inicio un periplo por el mundo de la producción de trabajos y su publicación por la
vía digital, de manera de compartir con los lectores las inquietudes,
preocupaciones y logros que son indudables e innegables en los primeros
quince años de gobierno revolucionario. Siempre será válida la crítica y la autocrítica,
de los errores cometidos, las omisiones, y en ocasiones, la negativa a rectificar sobre
las anteriores.
He querido publicar algunos fragmentos de un documento que publicamos el 24 de
junio de 1992, día del Ejército venezolano, desde las cárceles donde
purgamos nuestro valor de poner fin a un gobierno que se arrodilló ante
el poder económico mundial sin importarle las consecuencias de su actitud entreguista
y más que a un gobierno, a un modelo que estuvo siempre al servicio de los
poderosos, de los dueños del capital, que como sanguijuelas crecieron siempre
aferrados al estado venezolano.
El documento en cuestión, llamado POR QUÉ INSURGIMOS, señala en el párrafo
Nro. 1: “Nosotros, los abajo firmantes…”
Y quise iniciar con la aclaración de que nuestra acción la hicimos desde nuestra
condición de soldados, desde una obligación moral y ética de blandir nuestras
espadas para ponerlas al servicio del bienestar común, de luchar denodadamente por
los más necesitados, los excluidos, los que nunca pudieron disfrutar ni de la más
mínima migaja de las ingentes riquezas nacionales.
Esa condición aún está viva en nuestros corazones, aún palpita en
nuestra mente, nuestro código de honor, nuestro juramento militar
y sigue estando nuestro sable al servicio de la causa del pueblo.
Esta parte del documento fue sin duda una de las motivaciones por la que cientos de
profesionales militares decidieron aquel día poner en riesgo su futuro y hasta sus
vidas, se pretendía entregar nuestra soberanía ya no solo en el discurso,
entregar NUESTRO TERRITORIO Y NUESTRAS RIQUEZAS, de manera
caprichosa, arbitraria y sin atender en lo más mínimo el clamor del pueblo. Muchas
conjeturas pueden hacerse hoy sobre el tema de nuestra deuda, sin embargo
Venezuela ha asumido una posición digna y soberana a la hora de recurrir a la banca
internacional para apalancar sus proyectos actuales, no aceptamos ni aceptaremos
condicionamientos expoliadores de quienes han visto siempre a nuestra patria como
un patio trasero repleto de riquezas.
Para fortalecer esta posición soberana, Chávez se convirtió en el adalid de la lucha
contra la tesis del mundo unipolar y desplegó gran cantidad de esfuerzo en la
construcción de un mundo multipolar, donde la balanza no esté en manos de una sola
potencia, que vaya poco a poco desarrollando nuevas formas de relacionamiento entre
las naciones donde sea una condición vital el respeto mutuo, indiferentemente del
tamaño del país.
Es importante resaltar que en nuestro histórico documento hicimos
severas críticas a la actitud violadora de los DD.HH que caracterizó
a la Cuarta República y sus dirigentes.
En nuestros tiempos han querido desplegar una campaña que posicione una matriz
tendenciosa que nos equipare a las barbaridades de aquella época. ¿Quién puede
olvidar lo ocurrido en caño Las Coloradas?, ¿Quién olvidaría las marchas de nuestros
abuelos pensionados, de hambre brutalmente reprimidos por el hoy Alcalde
Mayor?, ¿Acaso se nos olvida la brutalidad del 27F, la fosa común, las órdenes
directas de disparar y luego indagar? ¿No recordamos el autobús de estudiantes de
la UCV abaleado de la manera más bárbara en la bajada de Tazón? En fin, Cantaura,
Yumare y sabe Dios cuántos casos más que sería muy largo aquí sacar de la
memoria, y jamás un preso por tales aberraciones.
A la Revolución Bolivariana no faltan agoreros que pretenden enlodarla con la
supuesta violación de los derechos humanos, sin embargo, podemos mostrar listas de
funcionarios que están detenidos y enfrentando a la justicia por cometer excesos en el
cumplimiento de sus atribuciones, no se oculta a nada ni a nadie y aquí radica la gran
diferencia: nuestra revolución ha sido una adalid de la justicia y no podemos desmayar
en ese fin.
Sirva esta vía para seguir manteniendo despierta la conciencia de los venezolanos
y venezolanas que quieren construir con su esfuerzo colectivo una nación fuerte,
de progreso, de igualdad y de paz.
Consciente estoy de que aún falta mucho por hacer, errores por enmendar, ideas por
desarrollar y sobre todo abrir cauces para que todos los patriotas, nacionalistas y
bolivarianos de esta patria puedan dar sus aportes para solventar esta y cualquier otra
coyuntura que se nos presente.
FIRMARON EL DOCUMENTO: