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Máster en Formación e Investigación literaria y teatral en el contexto europeo

Teoría de los géneros literarios


Rosa M.ª Aradra

TEMA 2

CUESTIONES TEÓRICAS. CONCEPTO Y DEFINICIONES DE


GÉNERO LITERARIO

Para la preparación de este tema utilice el libro de José Domínguez Caparrós Teoría de
la literatura, capítulo VII, pp. 109- 121.

ESQUEMA-RESUMEN

I. PROBLEMA DE LA DEFINICIÓN DEL GÉNERO LITERARIO


1. Teoría clásica
2. Teorías arquetípicas
3. Actitudes taxonómicas
II. ALGUNAS DEFINICIONES
1. Tzvetan Todorov
2. Fernando Lázaro Carreter
3. El género literario: convención e institución
4. Género literario y literatura comparada
III. NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL CONCEPTO DE GÉNERO
1. Teoría clásica y clasicista
a. Género y modo de imitación
b. Taxonomías
c. Teoría latina
d. Clasicismo español
2. Teoría romántica
3. Teorías del siglo XX
a. Negación del concepto de género
b. Reinterpretación de la idea de género
c. Género y comunicación literaria

Orientaciones generales para el estudio del tema y explicaciones


complementarias

Retomando algunas de las cuestiones esbozadas en el tema introductorio, nos


vamos a centrar con más detalle en el concepto de género literario. Aunque son muchas
las teorías que a lo largo de la historia se han planteado el estudio de los géneros y su
naturaleza, entre ellas se pueden establecer puntos en común que permiten agruparlas en
un número reducido de tendencias. En este capítulo se habla básicamente de tres tipos:
las teorías miméticas, propias de la época clásica y clasicista, las teorías arquetípicas o
abstractas y las teorías históricas.
Aparte de estas distinciones básicas, es importante tener una visión clara de las
principales ideas clásicas sobre los géneros, que arrancan de Platón y Aristóteles, para
comprender mejor su evolución posterior. Aunque este recorrido histórico es objeto
específico del tema 4, aquí tenemos una breve presentación del mismo, muy resumida.

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Teoría de los géneros literarios
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Llegados al siglo XX, las propuestas teóricas sobre los géneros son tan diversas
como numerosas, partiendo de la negación misma del concepto de género que
encontramos en Croce. De forma muy sintética, en este capítulo se dan algunas notas
sobre aportaciones de gran calado en la teoría de los géneros, muchas de las cuales
arrancan de los propios formalistas. El conflicto entre universalidad e historicidad en el
concepto de género, su entidad como convención e institución, su funcionalidad en el
marco general de la comunicación literaria, de la pragmática literaria, incluso, y en el
seno de una teoría general del discurso que conecta con la semiótica (Todorov, Bajtin,
Barthes, Kristeva…), o la justificación de su estudio desde una perspectiva
comparatista, como se verá en el tema 3, son algunas de las más destacadas.
Presten atención especial a las aportaciones conceptuales de estas corrientes y
autores. Una de las más destacadas es la distinción que hace Todorov entre géneros
históricos y géneros teóricos. Por su parte, los citados planteamientos de Lázaro
Carreter, a los que también se hace referencia en el primer tema, muestran una clara
conexión con algunas teorías formalistas sobre el género, como las ya mencionadas de
Tomachevski, que pueden releer en las orientaciones del tema 1.

Textos de apoyo

Retomando la mencionada preocupación por el género literario en los


formalistas rusos, seleccionamos un breve fragmento del conocido trabajo de Tinianov
sobre “El hecho literario”, en el que éste es concebido desde la evolución literaria:

[…] Por lo tanto, queda claro que es imposible dar una definición estática del
género que abarque todos sus fenómenos: el género se desplaza. Su evolución se
nos presenta como una línea quebrada y no como una línea recta, y se realiza
precisamente a expensas de los rasgos “fundamentales” del género: de la
epopeya en cuanto narración, de la lírica en cuanto arte emocional, etc. Tal
como en el caso de la magnitud de la construcción, los rasgos “secundarios”
serán la condición necesaria y suficiente de la unidad del género en el tránsito
de una época y otra.
El propio género no es ningún sistema constante e inmóvil; […]
De esta manera, el género en cuanto sistema puede fluctuar. Se origina a partir
de los deslices y los gérmenes en otros sistemas, y decae, convirtiéndose en
rudimentos de otros sistemas. La función genética de cualquier procedimiento
no es inmóvil. Es imposible imaginarse el género como un sistema estático,
porque la propia conciencia del género aparece como resultado del choque con
el género tradicional, es decir, como consecuencia de la percibida sustitución,
aunque parcial, del género tradicional por un género “nuevo”, que ocupa su
lugar. El problema radica en que el fenómeno nuevo sustituye al viejo, ocupa su
lugar y, sin ser un “desarrollo” del antiguo fenómeno, es al mismo tiempo su
sustituto. Si ninguna sustitución de este tipo tiene lugar, el género en cuanto tal
desaparece, se descompone.
Lo mismo es válido también para la “literatura”. Todas las definiciones
estáticas, firmes, de la literatura quedan borradas por el hecho de su evolución.
Las definiciones de la literatura que operan con sus rasgos “fundamentales”
tropiezan con el hecho literario vivo. Mientras que se hace cada vez más difícil

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una definición firme de la literatura, cualquier contemporáneo señalará sin


vacilar qué es un hecho literario.

Y. Tinianov, “El hecho literario” [1924], en Emil Volek (ed.):


Formalismo ruso y el Grupo de Bajtín. Madrid, Fundamentos,
1992, pp. 205-225.

En el concepto de género conviene tener presentes las características que se


refieren a constantes diferenciadas desde un punto de vista muy general y las que se
fundan en propiedades textuales particulares. Es a lo que apunta la distinción de géneros
teóricos y géneros históricos, por ejemplo. Otro componente que no se destacará nunca
demasiado es el que pone en relación el género con los aspectos institucionales y
normativos, aspectos que se integran en una teoría de la comunicación literaria. Lo que
resulta imposible es reducir el concepto de género a unas definiciones inmutables y a un
cuadro bien establecido de formas típicas. Las siguientes páginas de Jean-Marie
Schaeffer, que se traducen del francés, plantean de manera muy gráfica esta situación de
pluralismo:

Nos queda por dar un último (?) paso para rizar el rizo. Habíamos partido de la
idea de que el acto literario, y más globalmente el acto lingüístico, es un acto
semiótico complejo, que puede considerarse según múltiples puntos de vista. Las
cuatro lógicas genéricas que habíamos distinguido no son, pues, fenómenos
absolutos, sino relativos: son también otras tantas maneras diferentes de
abordar cualquier obra. Abstractamente, todo texto depende de estas cuatro
lógicas: todo texto es, en efecto, un acto comunicativo; todo texto tiene una
estructura a partir de la cual se pueden deducir reglas ad hoc; todo texto (salvo
si se busca algún Urtext inencontrable) se sitúa en relación con otros textos,
posee, por tanto, una dimensión hipertextual; todo texto, en fin, se parece a
otros textos. Esto no quiere decir que todos los niveles sean igualmente
pertinentes para todos los textos. La creación de un texto implica ya elecciones:
no existe texto desnudo, ni grado cero de la escritura. Por ejemplo, escribir un
soneto, es al mismo tiempo privilegiar el régimen de las convenciones
reguladoras. Esto, a su vez, no significa que un texto no pueda ser abordado
nada más que según los aspectos genéricos privilegiados por el autor. En efecto,
la decisión de abordar una obra según tal régimen genérico mejor que según
otro depende también de nuestros intereses cognitivos: un estudio de la
literatura bajo el ángulo de la intencionalidad pragmática se concentrará sobre
todo en el estudio de las propiedades comunicativas; un estudio institucional de
la literatura abordará la literatura por el cauce de las convenciones
reguladoras; un estudio de las modalidades de la creatividad literaria sacará,
sin duda, gran provecho de un análisis de la genericidad hipertextual; por
último, un espíritu curioso de la naturaleza humana se apasionará sin duda por
los parentescos no genealógicos que puedan existir entre diferentes obras
literarias. Uno puede regocijarse o entristecerse por este pluralismo o por esta
dispersión de la 'teoría de los géneros'. En todos los casos se está obligado a
acomodarse a ello. A ello se decidirá quizá más fácilmente meditando esta
constatación desengañada de Paul Hernadi: 'En general ha sido más fácil
construir sistemas genéricos aceptables que evitar superfluos'.

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SCHAEFFER, Jean-Marie: Qu'est-ce qu'un genre littéraire,


Paris: Seuil, 1989, pp. 184-185.

En su divulgado trabajo “Naturaleza, convención y teoría del género”, Bernard


E. Rollin, tras abordar las teorías evolucionistas y sus repercusiones en el ámbito de la
biología y en las clasificaciones, concluye trasladando el problema a los géneros
literarios. El fragmento seleccionado incide en la dicotomía naturaleza-convención y en
la teoría que subyace, en su opinión, a toda clasificación genérica:

Lo importante que hemos de tener presente es que el caso histórico de la


clasificación y la taxonomía biológicas refuerza nuestro escepticismo acerca de
una dicotomía naturaleza-convención. Nos dice que la clasificación biológica es
una amalgama inseparable de naturaleza y convención. Dado el esquema
conceptual (“convencional”) teórico de la moderna biología evolutiva,
determinadas clasificaciones se revelarán como “naturales”, y podrán
comprobarse las hipótesis de clasificación con innumerables e ingeniosos
métodos empíricos “naturales” dictados por la teoría.
Podemos volver ahora a la cuestión de los géneros literarios. Si es
correcto lo que hemos venido diciendo, ya no hace falta tener la sensación de
estar situados entre el Escila del naturalismo y el Caribdis del
convencionalismo, pues la misma lógica que resolvió el problema de la
clasificación en biología es aplicable, mutatis mutandis, a la literatura. Es de
primordial importancia darse cuenta de que, por un lado, el escepticismo total
acerca de las clases literarias es infundado, pero, por otro lado, también lo es el
intento de realizar una lectura directa de estas clases a partir/ de la naturaleza.
El error fundamental de la mayoría de los teóricos del género ha sido el
abordar las obras literarias mediante inducciones simples y ponerse a la espera
de los rasgos pertinentes como si ellos mismos fueran a manifestarse por sí
solos para ser captados por la mente. Nuestra conclusión es que la clasificación
de los géneros solo se da cuando viene guiada por una teoría, teoría que quede
por encima de la escisión natural-convencional. En cuanto que ha habido
históricamente clasificaciones de géneros, los clasificadores han tenido que
guiarse por algunos principios teóricos implícitos, aunque solo sea porque el
valerse de unas semejanzas e ignorar otras exige principios, del mismo modo en
que los biólogos pre-evolutivos (e incluso el sentido común) han tenido que
guiarse por principios rudimentarios. Lo que es necesario para que la teoría del
género alcance su mayoría de edad, es que la teoría que esté detrás de la
clasificación se articule y se defienda, del mismo modo en que la teoría
evolutiva fue articulada y defendida. Sin una teoría, la clasificación literaria es
algo análogo, en el mejor de los casos, a la historia natural en biología, el
reconocimiento al azar de semejanzas entre particulares. […]

Bernard E. Rollin, “Naturaleza, convención y teoría del género”,


en Teoría de los géneros literarios, compilación de textos y
bibliografía de Miguel Ángel Garrido Gallardo. Madrid, Arco
Libros, 1988, pp. 129-153, pp. 148-149.

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Lecturas recomendadas

El tema de los géneros, que es tratado en todo manual de estudios literarios, ha


sido objeto de monografías más o menos minuciosas a la hora de insistir en la historia
de los géneros o en la presentación de distintos sistemas de clasificación de los mismos.
Así ocurre en los trabajos de G. Genette (1979), Delfín Leocadio Garasa (1971), Paul
Hernadi (1972, 1978), Díez Taboada (1965), Hamburger (1968), Schaeffer (1989), o en
la útil síntesis de Javier Huerta Calvo (1983). De la diversidad de acercamientos a la
definición y clasificación de los géneros literarios puede hacerse idea el lector a partir
de cualquiera de estos trabajos.
Especialmente recomendable en este tema es la lectura del capítulo inicial
dedicado a los géneros en la obra de Todorov Introducción a la literatura fantástica. En
ella podrán leer de primera mano la conocida distinción entre géneros históricos y
géneros teóricos.

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