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INTRODUCCIÓN

Desde que la evolución permitió el lenguaje, sea este con palabras, signos, señas,

Desde que la evolución permitió el lenguaje articulado, de palabras con significado,


se interactúa a diario por medio de la conversación, pero esto ha llevado al uso
simplificado de la comunicación, se sabe que se dialoga para dar u obtener
información, para convencer, persuadir, entretener. El ser humano es considerada
una persona altamente comunicativa, pero somos bastantes egoístas al momento de
escuchar.

El saber y el saber hablar nos permiten comunicarnos adecuadamente, dando la


información correcta, tener un punto de referencia de la información porque se está
entendiendo el mensaje que se transmite. Se necesitan y aman hablar, pero este
don permite conocerse y mejorar la convivencia social.

Lamentablemente en la conversación cotidiana se autogeneran conflictos y


enemistadas durante el dialogo debido a que se cometen errores graves.

Las personas consideran que dialogar es fácil, y de cierto modo es así, a simple
vista dialogar puede parecer fácil, sencillo e incluso intrascendente, ha tenido que
pasar por mucho tiempo para que se pueda lograr. Hablar da la posibilidad de
comunicarse, pero no la garantiza, pues saber hablar no significa saber
comunicarse.

El éxito social se basa en la fomentación de unas buenas relaciones, pues nada se


puede hacer exclusivamente solo. Y esas buenas relaciones se apoyan en una
comunicación efectiva, con que se sepan expresar y escuchar adecuadamente.

Los seres humanos siempre nos consideraremos excelentes comunicadores,


empezaremos por contar nuestros problemas, lo que nos aflige, lo que nos molesta,
lo que nos agrada y esperamos ser escuchados, pero lamentablemente los seres
humanos no somos tan buenos oyentes como podríamos serlo, pues pocas veces
se valora con justifica la importancia de saber escuchar, y no son entrenados en esta
habilidad.
RESUMEN
Hablar es una necesidad, escuchar es un arte (Goethe).

Según Carmen Margarita Fagot escuchar es acoger incondicionalmente al otro como es


y como está. La escucha es un elemento esencial y el más importante de la comunicación;
el que le otorga, conjuntamente con la retroalimentación, su carácter bidireccional y cierran
el proceso comunicativo.

Escuchar supone una volición: querer escuchar.

Escuchar significa dirigir la atención hacia las palabras del otro, tratando de lograr una
percepción exacta de la palabra hablada y extraer lo esencial del mensaje oído y no hacer
juicios anticipados, sin haber comprendido cabalmente la información brindada por el
interlocutor. Por eso es necesario dejar que los demás hablen lo que no quiere decir no
hablar.

Se sabe que hay personas muy calladas que no por ello escuchan a los demás.

Estas pueden mantener un diálogo interno, mental mientras callan o incluso miran a su
interlocutor aparentando escuchar.

Cuando se habla de oír se subraya el proceso fisiológico que tiene lugar cuando las ondas
recibidas causan una serie de vibraciones que son transmitidas al cerebro. El escuchar en
cambio tiene lugar cuando el cerebro reconstruye ya estos efectos electromagnéticos y
forman una representación del sonido original a la que se le asigna determinado significado.
En ese sentido el oír no puede ser parado porque el sentido del oído recoge las ondas del
sonido y las transmite al cerebro las quiera o no las quiera. En cambio el escuchar no es tan
automático y tenemos la experiencia de que a veces oímos pero no escuchamos.

Después que los sonidos se han convertido en impulsos electroquímicos y transmitidos al


cerebro, una decisión, a menudo inconsciente es hecha respecto a prestar o no atención a
lo oído. Siendo verdad que el proceso empieza primero como fisiológico, enseguida se
convierte en un proceso psicológico. En efecto, las necesidades, los deseos, motivaciones,
percepciones y experiencias pasadas son las que determinarán la primacía de la atención y
señalarán cuáles, de todos los estímulos recibidos, focalizarán más la atención y en ese
sentido son estos los escuchados.
Otros aspectos que tienen que ver con el proceso que va del oír al escuchar son: el
elemento de la comprensión y el de la evocación o recuerdo. El elemento de la comprensión
de los sonidos está compuesto de muchos elementos:

 De una estructura gramatical que descifre el mensaje (decodificar).


 Del conocimiento que se tiene de la fuente del mensaje.
 Del contexto social, que indica qué tipo de presupuestos culturales hacen interpretar
los mensajes de una determinada manera.
 También la habilidad para evocar o recordar información es entendida en función del
número de veces que la información ha sido oída o repetida; la cantidad de
información almacenada en el cerebro.

La verdadera escucha es un proceso activo que envuelve aspectos más complejos que el
acto pasivo de oír, aunque sin el umbral mínimo de la audición sería imposible la escucha.
(Rodriguez, 2010)

Toda moneda tiene una cara y una cruz. Ese parece el destino de los seres humanos, que
para saber lo que es dulce a veces tienen que saborear lo que es amargo. Hoy podemos
comunicarnos a través de prácticamente todos los sistemas posibles y hay, sin embargo,
gente que se siente sola. Hoy todo el mundo habla pero muy poca gente escucha.

Vivimos en un mundo maravilloso. Extraordinario. Jamás en toda la historia se habían


sucedido tal cantidad de descubrimientos científicos y avances sorprendentes del saber. Es
tal la cantidad de información que tenemos a nuestra disposición que los profesionales se
van concentrado cada vez más en determinadas especialidades para poder abarcar todo el
conocimiento en esa área. Internet y las redes sociales son una ventana al mundo y nos
permiten acceder en cuestión de segundos a cualquier información que necesitemos. La red
global es como un gigantesco cerebro, una gran base de datos a la que tenemos acceso a
través de una terminal. Pero la red no es sólo un cúmulo de información, también son
personas. Gente que interactúa, que escribe, que habla, que canta, que critica, que propone,
que crea y difunde.

He descubierto que en cualquier esquina te puedes encontrar con una idea sorprendente.
Que en cualquier rincón de Tenerife o en cualquier hilo de conversación en una red social
puede surgir una persona que con una frase te descubra la solución a un problema al que le
venías dando vueltas hace mucho tiempo. No. No es que pase todos los días, pero pasa. Y
si no estás escuchando lo que la gente tiene que decirte, te vas a perder el conocimiento de
lo que piensan muchas personas que tienen el menos común de los sentidos, que es el
sentido común.

Esta semana, en los micrófonos de Radio Club Tenerife de la Cadena Ser, propuse a los
candidatos del PP y del PSOE, Manuel Domínguez y Aurelio Abreu, que debatiésemos
sobre el presente y futuro de nuestra Isla. Lo hice porque estamos en campaña electoral y
en contra del consejo de muchos expertos que me recomendaron no ya que no propusiera
un debate, sino que no aceptara ninguno porque no me favorecía.

No estoy de acuerdo con ese consejo y no les he hecho caso. Y les quiero explicar por qué:
creo que la gente tiene que escuchar lo que tenemos que decir los que aspiramos a ser sus
representantes. Y lo que es más importante, yo también quiero escuchar lo que tienen que
decir los dos representantes de estos partidos. Hace no muchos años, al atardecer, nuestros
abuelos se sentaban a la puerta de su casa con otros amigos y tenían una conversación
tranquila sobre los asuntos del pueblo. Muchas ventanas de las casas tenían unos
pequeños sillares a los lados, los asientos de riñera, porque la gente se sentaba allí para ver
pasar a la gente y hablar con los vecinos. Y en las casas, después del zaguán, la "sala de
estar" o el "recibidor" eran realmente espacios para estar y recibir a las personas que venían
de visita a tomar un café y a hablar. La conversación era la manera en que nuestros abuelos
tenían conocimiento del mundo y de la gente de su entorno. Las personas hablaban y se
escuchaban.

Hoy hablamos mucho más, pero tengo la sensación de que escuchamos mucho menos. Nos
llegan mensajes por todos lados, desde el teléfono a las redes sociales, desde la televisión a
la radio, en la prensa o en la calle. Pero como pasa con la información, a veces es en tal
cantidad que nos saturamos y dejamos de prestar atención.

Creo en la necesidad de hablar y de escuchar. Y creo que uno de los retos que esta
sociedad tiene que plantearse es volver a valorar a los demás como una fuente de
conocimiento. Estoy seguro de que un debate entre los tres candidatos al Cabildo de
Tenerife hará que la gente aprenda más de su isla y nosotros mismos aprendamos más.
Estoy en Coalición Canaria porque no quiero que me digan desde Madrid lo que debo o no
debo decir o hacer y porque nuestro compromiso es sólo y exclusivamente con nuestro
pueblo de Tenerife.

De eso estoy absolutamente seguro. Pero eso no quiere decir que tenga ni todas las
verdades ni todas las razones. Quiero seguir dispuesto a hablar y a explicar mis ideas, pero
también a escuchar las de los demás. (Alfonso, 2015)
Oír y escuchar son dos actitudes distintas. Al cabo de un día se oyen muchas cosas pero se
escucha poco. Cuando se oye no se presta una atención profunda, sino que simplemente se
capta la sucesión de sonidos que se produce alrededor. Mientras que cuando se escucha,
toda la atención va dirigida hacia algún sonido o mensaje específico, es decir, existe una
intencionalidad, encontrándose todos los sentidos enfocados a lo que se está recibiendo.
Así, las personas que saben escuchar a otros, los acompañan en su viaje por la vida.

Ocurre a veces que cuando estamos hablando con otra persona tenemos tanto el otro como
nosotros dificultades para escuchar, pasando de escuchar a oír en muchas ocasiones,
mientras elaboramos qué vamos a decir cuando el otro acabe, en vez de intentar prestar
atención a lo que nos dicen, quedando el dialogo bloqueado por incontinencias verbales; ya
que si todos queremos hablar a la vez y no se escuchan las razones de los otros, no habrá
dialogo como tal sino monólogos yuxtaponiéndose. (Cueva, 2015)

La comunicación lingüística es el motor de las relaciones interpersonales, sociales,


económicas y profesionales. Sin duda, del buen o mal uso del lenguaje dependen muchos
éxitos o fracasos en todos esos ámbitos. El saber hablar siempre se ha entendido como un
elemento diferenciador de clases, una señal de poder socioeconómico, de prestigio
sociocultural, de buena educación, cuando no de tolerancia, como uno de los aspectos
fundamentales de eso que llamamos saber estar y, sobre todo, somos conscientes de que
quien sabe hablar obtiene, además de reconocimiento social, otro tipo de beneficios.

La capacitación o competencia comunicativa es la base para saber hablar bien en este


universo global. Y esta competencia consiste en:

*características de los interlocutores, relaciones sociales, relación de más o menos


proximidad vivencial entre éstos,

*Mundo referencial y saber compartido, temática, espacio y tiempo de la interacción,


pronunciación adecuada, sintaxis cuidada, riqueza léxica, etcétera

*La competencia pragmática, el uso adecuado de ese lenguaje aprendido según el propósito
u objetivo y la situación en que el acto de comunicación tiene lugar.

Saber hablar no es un don, no proviene de ninguna cualidad innata; para hablar bien se
necesita un entrenamiento y un ensayo continuos.

Los recursos retóricos son habilidades de argumentación que se manifiestan de modo más o
menos consciente en cualquier acto de hablar, ya que todo discurso hablado o escrito tiene
una intención, se dirige a alguien con un finque ha de negociarse. La argumentación y la
retórica, por tanto, están presentes en todo discurso, desde la interacción cotidiana.
En todos los casos la función persuasiva es motor fundamental de quien habla. Así pues,
saber hablar es ser cada vez más consciente de la existencia de los mecanismos y tácticas
lingüísticas de persuasión, saber hablar bien es llegar a adquirir esas habilidades
argumentativas y ponerlas en práctica.

Saber hablar es ser capaz de enfrentarse verbal y extra verbalmente no solo ante un público
poco activo, como el que asiste a una conferencia o a un mitin; es también y, sobre todo,
saber preparar y saber ejecutar los discursos ante cualquier oyente o grupo de oyentes con
los que se pretende interactuar. Saber hablar no es solo llegar a articular sonidos de modo
más o menos coherente. Toda persona, sin problemas físicos, adquiere primero y aprende
después el lenguaje. (Flor & Adriana, 2013)
CONCLUSIÓN

Un proverbio oriental dice: “Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza,
que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya concluido”.

Si los seres humanos supiéramos escuchar del mismo modo que sabemos hablar, la
comunicación existente entre las personas sería más efectiva, más cómoda, más
abierta.

Es totalmente cierto que saber escuchar es una actitud difícil, ya que exige dominio
de uno mismo, implica una atención, comprensión y esfuerzo por captar el mensaje
de la otra persona con la que nos comunicamos. El dialogo correcto exige una
actitud silenciosa de escucha atenta.

El escritor y orador J. Krishnamurti afirmaba que “Escuchar es un acto de


silencio”. Esto quiere decir que mientras no callemos nuestro dialogo interno y no
prestemos la atención a la persona con la que nos estamos comunicando nunca
entenderemos su mensaje, porque no aprenderemos a escuchar si no guardamos
silencio.

Es difícil poder decir a la otra persona que algo resulte cierto si no ponemos toda la
atención que requiere ese dialogo. Si guardamos silencio y le demostramos al
interlocutor que lo estamos escuchando el se sentirá agradecido y se dará cuenta de
la importancia que se merece y entre los dos crearan un clima de estima y
confianza.

Es de vital importancia saber dialogar y saber escuchar en todos los planos de la


vida y hacer el intento por enriquecerlos. Se necesita dialogar consigo mismo para
tener claro lo que se tiene. El dialogo es la herramienta con que se puede lograr una
comprensión total con otras personas siempre y cuando se sepa utilizar, esto nos
ayuda no solo a conseguir éxito en nuestra vida sino también la tranquilidad de
saber que no hacemos conjeturas ni sacamos conclusiones sin haber escuchado a
los demás.

Saber escuchar y saber hablar se compensan y gracias a la correcta ejecución de


los dos es que se logra un diálogo efectivo.
BIBLIOGRAFÍA

Alfonso, C. (15 de 03 de 2015). La Opinión. Recuperado el 07 de 08 de 2016, de


http://www.laopinion.es/opinion/2015/03/15/importancia-hablar-
escuchar/595836.html

Cueva, G. S. (2015). La mente es maravillosa. Recuperado el 07 de 08 de 2016, de


https://lamenteesmaravillosa.com/saber-escuchar/

Flor, R., & Adriana, F. (17 de 10 de 2013). Recuperado el 10 de 08 de 2016, de


http://es.slideshare.net/florramirez240488/qu-es-saber-hablar

Rodriguez, M. D. (06 de 04 de 2010). Gestiopolis. Recuperado el 09 de 08 de 2016,


de http://www.gestiopolis.com/escuchar-imperativo-profesional-comunicacion/

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