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CONCEPTO Y DEFINICIÓN.
Según los diversos autores, se entiende por fórmula, el modo ya establecido para
aplicar alguna cosa con palabras precisas y determinadas; o bien, un modelo de la
substancia y términos principales en que debe concebirse un acto o instrumento
para ser conforme a Derecho.
Luego, podemos comprender como fórmula el modelo que contiene los términos en
que debe prepararse un documento o pieza oratoria.
Cicerón sabía adaptarse a las más diversas circunstancias, dando un tono elevado
o familiar, según lo requiriera el asunto a tratar, variando el tono, incluso en un
mismo discurso.
Fernand Coreos opina que todo orador preparará su discurso, pero cada uno lo
preparará con sus medios e inclinaciones propias. Sin embargo, una cosa de la que
ningún orador puede hacer abstracción es la de saber lo que él va a decir, si no
cómo lo dirá.
Como podemos apreciar, con los ejemplos que ofrece el autor Majada, se
completan las fórmulas que pueden utilizarse en cada debate forense, según el
caso, y que deben practicarse diariamente para enfrentar los diversos juicios orales
que permite la legislación guatemalteca.
FÓRMULAS HISTÓRICAS.
Los grandes oradores históricamente nos han brindado diversas fórmulas que los
textos y doctrina del Derecho Comparado citan y que en nuestro trabajo, ahora,
trasladamos a los lectores.
Por mi parte creo que para un pueblo libre no puede haber mayor apremio que la
vergüenza de su situación. 8
Es famosa la Oración Fúnebre atribuida con fundamento a Pericles, que era el líder
de la democracia y que el historiador Tucídides ha expuesto en un pasaje de
incomparable brillantez, este significado que tenía la democracia para los
atenienses reflexivos y que se presenta pronunciada en honor de los soldados
caídos en el primer año de la gran guerra con Esparta. Probablemente no hay en la
literatura histórica otra exposición de un ideal político que iguale a la Oración
Fúnebre. En todas y cada una de sus líneas se trans- parentan el orgullo con que el
ateniense contemplaba su ciudad, el amor con que miraba su participación en la
vida cívica de aquella y la significación moral de la democracia ateniense.
Por lo tanto, Pericles supo en la oratoria utilizar adecuadamente - re - rica, como una
fórmula de motivar a sus conciudadanos en los asuntos de la Ciudad-Estado.
B. AMPLIFICACIÓN DE LA VOZ.
Los medios de amplificar la voz tienen que ser usados cuando sean indispensables
para llegar con precisión al auditorio. Mientras el que habla pueda conseguir que le
reciban a costa de forzar un tanto el tono de la voz, deberá preferir este pequeño
sacrificio. Los buenos equipos de amplificación, que disponen de filtros especiales,
permiten los más sofisticados recursos sonoros; así también exigen, de parte del
que los utiliza, una mayor bración espiritual en empeño.1
En cada ocasión, consulte con los técnicos de sonido la distancia que deberá guardar,
para no sobrecargar el volumen de amplificación.4
1 Controle la distancia de sus labios al micrófono. Debe conservar siempre la misma, ya que de otro modo la
voz llegaría con oleadas desagradables a su destino y se perderían en el vacío buena parte de sus esfuerzos.
VIDEO-TAPE Y TELEVISIÓN.
En este medio de comunicación, se deben de tener presentes los siguientes
requisitos:
1. Mire a la cámara principal de frente. Esta debe ser su guía.
2. Sostenga en todo momento el cuerpo erguido y distendido para que la
imagen recoja las mejores proporciones del conjunto.
3. Si tiene que dialogar con otro, hable por un instante en su dirección, luego,
con suave movimiento, vuélvase hacia el objetivo. Sustituya regularmente al
entrevistador con los telespectadores, pues de esta forma se verán envueltos
en el asunto.5
En consecuencia, el orador forense debe practicar cada uno de los medios arriba
citados, a efecto de familiarizarse con ellos, pues, sin duda, estarán .presentes
durante cada uno de los debates en los que aquel deba participar.
3. Toda vez que llegue a un punto y seguido, diga las tres o cuatro últimas
palabras mirando francamente a su público. Luego, regrese al papel, y, con
la vista, retenga las dos, tres o cuatro que siguen, para dedicarlas, otra vez,
mirando al frente. Haga lo propio con los puntos y aparte, con algunas comas
sucesivas, con el punto y coma y los dos puntos y, por supuesto, con el punto
final.
7. Nunca confíe en sus habilidades lectoras. Lea su discurso dos, tres, cuatro,
cinco, diez veces, como parte de su preparación. Tiene que dar sensación de
que lee, pero que sería más o menos igual si no lo hiciera. Para ello, grabe la
última lectura. Vuelva a leer y corríjalo.
8. Si necesita leer con gafas, ajústelas de forma que no le caigan sobre la nariz
y tenga que colocarlas en su sitio a cada momento.6
Los anteriores consejos, resultan de suma utilidad para el orador forense, pues en
más de una ocasión tendrá que acudir a la lectura para invocar alguna prueba de las
que se ofrezcan en el juicio, o, simplemente, revisar su informe. Pero, sin duda,
resulta relevante o de gran importancia practicar la oratoria por todos los medios posibles
y, en forma incansable, hasta obtener el estilo forense deseado.