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LA NORMALIZACIÓN DE LA CULTURA

Taller coordinado por Diego Sztulwark y Silvio Lang


Primer encuentro:
¿Cómo el macrismo organiza nuestros afectos?

Organiza: Taller de Actuación y Creación Escénica.


Espacio Roseti, 21 de mayo de 2016.
Esta reunión se complementa con la próxima del 11 de junio.

DIEGO SZTULWARK: Vuelvo sobre uno de los puntos que trabajamos en la


conversación pública del mes pasado. Intentaré desarrollar la siguiente idea: “hemos
subestimado lo neoliberal”. Nosotros conocemos al neoliberalismo como etapa del
capitalismo desde hace tiempo, al menos desde la última dictadura, y luego durante los
gobiernos de Menem, donde se impusieron planes económicos de ajuste y privatización
atravez de las urnas.
Me parece, de todos modos, que hemos leído lo neoliberal sólo como una cuestión
macropolítica, como una situación correspondiente a ciertas coyunturas. Luego del 2001, y
de la posterior llegada de una serie de gobiernos autodenomiandos progresistas en el pais y
en buan parte de la reigón, hace ya una más de una década, contamos con cierta perspectiva
para preguntarnos si la cuestión del neoliberalismo no tiene, junto a la realidad
macropolítica ya señalada, una realidad micropolítica, muy efectiva y de larga duración,
que se sitúa en el centro de las posibilidades actuales de subjetivación, en nuestra propia
existencia, en nuestros modos de ser.
Podemos decir que el neoliberalismo es una forma de gobierno, no es meramente una
racionalidad económica. O podemos también decir que es una forma política de dominio
que apsa a través de las categorías de la economía política. Me gustaría resaltar algunos
aspectos fundamentales de esta dominación. En las políticas neoliberales, en primer lugar,
hay lo que podriamos denominar una “ganancia subjetiva”, en términos de consumo, de
seguridad personal, de confort. Es imposible pensar la eficacia de estas micropolíticas sin
considerar estas ganancias subjetivas que nos instalan de lleno en ellas.
Otra cuestión fundamental a considerar es el hecho que las micropolíticas neoliberales están
en un juego nuevo con la libertad. Esto ya lo explicó muy bien Foucualt. Probablemente no
recordemos formas de dominación política previas que pongan tan en el centro esta
experiencia inmediata de la libertad. Cierto que se trata de una idea de libertad con la que
queremos pelearnos, una idea neoliberal de la libertad. Pero de todas maneras, por más que
digamos que se trata de una libertad que no aceptamos, no podemos dejar de advertir que el
neoliberalismo tiene un juego tan efectivo como perverso con la libertad, en la medida en
que cada uno de nosotros está llamado a creer que está eligiendo a cada paso. No hay nadie
a nuestro lado con un látigo que nos esté diciendo qué hacer a cada momento. En muchas
situaciones nos encontramos obediencia, si, pero internalizando esa obediencia en una
experiencia puesta en términos de libre eleccción. Esta experiencia de la libertad es una
experiencia de dominacion, que con frecuencia se revierte en servidumbre. Haciendo lo que

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elegimos hacer somos más serviles que nunca. Hay un tipo de libertad-servidumbre y una
relación no muy estabilizada entre las dos, es algo que tendremos que tomar muy en cuenta
y trabajar más.
En contacto con el punto anterior, cabe subjrayar el voluntario y hasta activista de nuestra
inmersión en los dispositivos neoliberales. Marchamos activa, voluntaria y alegremente
hacia los dispositivos neoliberales. Nadie nos obliga a poner en facebook todo lo que
pensamos, a exibir nuestras foto, a regalar todo tipo de información, a poner a circular
nuestras cosas como si de mercancias se tratase mercancía. Es nuestro narcisimo el que
goza con este sistema de visivilización. Ya en el siglo XVII Spinoza escribió una frase
inquietante: “por qué luchamos por nuestra esclavitud como si de nuestra libertad se
tratase”. Esa frase, en el contexto actual, nos puede ayudar.
Otro aspecto que no habría que perder de vista: estos dispositivos micro-políticos obedecen
a un mando formado por el mundo de las finanzas. Tenemos algo que pensar respecto al
mundo de las finanzas, en la América Latina en estos años. En un período en el que la
región intentó salirse del mando más lineal y directo de lo neoliberal, que intentó hacer una
experiencia diferente-y hoy podemos discutir sobre sus fracasos y sus éxitos- en la que por
años se suspendió la retórica neoliberal, ligada a una voluntad política de izquierda –
genéricamente hablando (Suely Rolnik va a definir a estos gobiernos “progresistas” o de
“izquierda” como los partidarios de un mínimo-m-inimo de resistencia a lo neoliberal). No
entraría en la discusión si se trata de gobiernos más o menos de izquierda, porque todos
estos años sabemos lo que pasó en América Latina. Sí tomaría en cuenta que las micro-
políticas no está autonomizadas respecto de la macro-política. No se trata de dos realidades
separadas, inconexas, no hay una instancia verdadera y otra falsa. Se trata de pensar la
especificidad de ambos niveles sin desarticularlos. No es posible entender acabadamente el
funcionamiento del mando de las finaznas, su articulación con dispositivos
comunicacionales, securitistas, la constitución de una soberanría que parte de la
constitución del mercado mundial, sin captar simultáneamente como esos grandes poderes
operan en las líneas micro-políticas de nuestra existencia (y viceversa). Ahí hay un
elemento metodológico que puede ayudarnos a comprender un poco más la simultaneidad
en lo real de la macro y las micropolíticas.
La otra vez intentabamos, para tratar de comprender mejor esto que llamamos “el
macrismo” reconstituir una sencuencia que partía del año 2001. Todo el tiempo se nos
recuerda que 2001 fue un tiempo de crisis. El problema es entender qué se entiende ahí por
crisis. Si la crisis es algo oscuro, es una amenaza absoluta, si es indistinguible de un
padecimiento sin medida y a la interrupción de los procesos de la reproducción social,
como se nos ha dicho todos estos años, tal vez sea bueno recordar otra cara de la misma
crisis. Una sobre la que se insiste menos. La de la emergencia de subjetividades que son
inmanentes a la crisis. Estas “subjetividades de la crisis” son aquellas que intensificaron la
crisis (en la medida no aceptaban la condición que el poder del capital exigía como
solucion: mas ajuste y mas hambre). Estas subjetivitividaes sabían actuar en la crisis.
Sabían organizar colectivamente la comida, la seguridad. Sabían actuar colectivamente.
Sabían hacer en la crisis. Eran capaces de elaborar estrategias en la crisis. Porque la crisis
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afectó también la salud de las micro-políticas neoliberales. Y cuando ellas están en crisis, es
necesario configurar estrategias de existencia. Ese costado del año 2001 –que sin embargo
es parte del saber actual de contingentes sociales enteros- tiende a borrarse tanto por la
necesidad del sistema político de ofrecer orden público como por el restablecer micro-
políticas neoliberales sobre las que este orden se estabiliza.
Habíamos partido de ese 2001 que tuvo una efectividad política increíble, todos sabemos
que después de ese año en la Argentina, los políticos no hablaron más de ajuste, de
represión, de privatización y de endeudamiento por muchos años. La macro-política se
cuidó mucho de seguir reproduciendo el discurso neoliberal expliscito. Nunca la
legitimidad de las retóricas neoliberales fue tan nulo, y sin embargo las micro-políticas
neoliberarles se fueron resituando con una fuerza innegable. Si pensamos en cómo funcionó
la Voluntad de Inclusión que se constituyó en torno al kirchnerismo podremos ver bien esta
coexistencia: la inclusión por la vía de las finanzas, por la vía del consumo, por la vía de la
activación de un conjunto de dispositivos micropolíticos que ya no intentaban excluir sino
incluir socialmente, no produjo las condiciones para una ruptura con el tipo de
subjetivación neoliberal que las acompañaba. Sabemos que en la Argentina eso se ha
discutido muy mal, ha rodeado de una violencia afectiva incapaz hasta ahora de producir
síntesis productivas de largo alcance. Propondría trabajar ese momento, haciendo un
análisis de niveles para entender esta voluntad de inclusión.
La voluntad de inclusión tendría por lo menos dos costados, aspectos o niveles. Uno sería el
deseo de incluir a los llamados excluidos, dañados, la desición de reconocer derechos antes
negados. En este nivel, vinculado a una intensa mobilización social enorme, reconocemos
los valores mas nos enorgullesen, la desición de no pensarse sin lxs otroxs. Es todo lo
contrario de la indiferencia hacia el otro, de la crueldad. Al mismo tiempo esta voluntad de
inclusión tiene una topología, un sistema de lugares, que funciona de un modo colonial: el
que quedó afuera es invitado a incorporarse e un espacio que no va a alterarse con su
ingreso. Este segundo aspecto de la inclusión supone que el otrx que quedó afuera (quien
perdió) debe ser recuperado desde el espacio incuestionado que emerge triunfal de las
mutaciones históricas recientes. En la invitación a la inclusión del otrx, el espacio propio no
se altera, sino que se confirma. Es una confirmación absoluta del lugar de la inclusión y un
tratamiento del otro como pura víctima, como pura impotencia. No se lee en los otrxs un
saber (de la crisis), una sensibilidad de la crisis, una inteligencia y nos modos de ser
cargados de información imprescindibles para cuestionar este espacio triunfante de la
inclusión. Decíamos en nuestro encuentro anterior, que esta complejidad, la coexistencia de
estos dos niveles explicaba, al menos en parte, la ambigüedad de lo sucedido estos años.
Ambigüedad, en síntesis, entre una dimensión crítica, solidaria, ética, que produjo
transformaciones interesantes e incluso imprescindibles, y por otro lado esta otra dimensión
que limita bastante la eficacia y la posibilidad de pensarse con lxs otrxs. Habría más que
decir de este período, por supuesto, pero me parece que ahí hay un elemento.
Otro aspecto que habíamos señalado, creo, para caracterizar esta ambigüedad del
kirchnerismo remite al tratamiento del problema de la desición colectiva. El kirchnerismo
supo denunciar –por primera vez en décadas- la privatización de la decisión política en
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manos del terror militar, primero y luego de corporaciones económicas y mediáticas. En
este nivel, el aporte del kirchnerismo y de quienes confluyeron en el movimiento por la ley
de medios es extraordinario. Y al mismo tiempo, sucedió que los mismos argumentos que
se utilizaban contra estos los poderes que intentaban secuestrar la decisión política –ser
antipolíticos, o destituyentes, no asumir la legitimidad y la autoridad del gobierno como
representación política nacional- se descargaba sobre organizaciones, movimientos o
personas que tenían el impulso a discutir desde una perspectiva autónoma su derecho a
partiticpar de esa desición colectiva. De nuevo, entonces, una doble cuestión, por un lado:
una enorme y beneficiosa pedagogía sobre quiénes y cómo intentan secuestrar la decisión
política pública y, al mismo tiempo, un límite para construir una decisión colectiva más
abierta, con actores más transformadores formando parte de esa decisión. Discutir esto más
a fondo es parte de un balance necesario con vistas al futuro. Sobre todo porque hay una
correlación evidente, creo, entre modalidad de desición colectiva y modelo de desarrollo.
Y llegamos así al final de la secuencia que habíamos planteado, al “macrismo” y la plena
restitución de una macro-política neoliberal adaptada a la nueva coyuntura nacional,
regional, global. Después de una cantidad de años donde la presencia de la crisis
determinaba un elemento de ambigüedad a la situación social y política (porque la inclusión
es aún un discurso de la crisis, un tratamiento de la crisis, sólo que en ella no se afirma la
“subjetividad de la crisis”, sino que se la negativiza, se la identifican a un lugar infernal y
descalificado, que hay que abandonar), se acabó la ambigüedad. La inclusión deja lugar al
lenguaje de la “integración” y la “innovación”, en el que la crisis sólo es invocada como
elemento completamente negativo y amenazante, a fin de legitimar la políticas derivadas
casi unilaterlamente del mando del mercado mundial. El costado ordenacista previo es
retomado, pero es abandonado el apecto de sensibilidad por los otroxs que la inclusión de
algún modo activaba. La crisis no es ya un elemento interno a una dialectica de la inclusión,
sino un elemento a normalizar por la vías que sena. Macri aparece como la adecuada mas
perfecta al desarrollo de las micro-políticas neoliberales. Como si estas micropolíticas
hubieran preparado el camino, como que lo estaban esperando. A pesar de que a Macri le
haya costado mucho llegar al gobierno, su triunfo tiene algo de obvio, de “sinceramiento”
(otra palabra “Pro”). La situación depende a tal punto de un conjunto de variables
bancarias, mediatizadas, la reproducción de la vida depende tanto de mecanismos ligados a
estas varibales, de la desición de grandes actores capitalistas, que de algún modo uno se
tienta con pensar menos al macrismo como un fenómeno político autónomo, y más como el
efecto relativo de una cierta restitución de las micro-políticas neoliberales. Con esta
secuencia (2001, kirchnerismo, macrismo) cerramos el segundo punto que retomamos de
nuestro encuentro anterior.
El tercer punto que habíamos trabajado –y que retomaremos en nuestra próxima reunión, el
11 de junio- tiene que ver con la noción de “amistad” política, que intenta responder a la
pregunta: ¿ cómo reconocemos en nosotrxs y en los otrxs, afectividades no neoliberales”?
(porque de ninguna manera se puede aceptar que las micropolíticas neoliberales sean la
única realidad!). O también: ¿cómo ponemos en juego micro-políticas no-neoliberales, que
no sean mera reproducción de esos dispositivos neoliberales?. Para discutir esto van a

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venir, por suerte, una serie de invitados que van a aportar mucho. Verónica Gago, con
quien comparto muchas actividades, autora de un libro que yo creo que deben conocer,
porque tuvo un impacto importante, “La razón neoliberal” (editado en Tinta limon
ediciones). Verónica trabajó muy intensamente el tema de la migración y el trabajo
sumergido durante los últimos años. Toda esa fuerza de trabajo precarizada, generalmente
migrante, sometida a situación laboral que linda or momentos con imágenes de esclavitud;
pero en torno a la que al mismo la circulación en esas experiencias de componentes
comunitarios –en una ambivalencia muy acentuada- en muchas de esas subjetividades.
Verónica plantea que en esas zonas “grises” -por llamarlas de algún modo-, en las que no
es tan fácil reconocer qué es lo neoliberal (la reducción del lazo social a forma empresa) y
qué es lo resistente a ello (formas familiares y comunitarias), hay que rastrear si no se
afirma otra cosa. Le vamos a pedir a Verónica que nos ayude a ver si es posible distinguir
lo neoliberal de lo no neoliberal, no como si fueran dos colores completamente diferentes,
sino a partir de aprender a reconocer esa zona de ambivalencia.
Están invitados también el Colectivo Juguetes Perdidos, amigxos a los que admiro mucho,
que han escrito un libro notable “Quién lleva la gorra hoy” (tambien editado por Tinta
limon ediciones) que vienen trabajando mucho en territorios conurbanos intentando percibir
qué es lo que pasa con los pibes que no se enganchan ni en una cosa ni en otra, ni en el
laburo, ni en el estudio, que viven en situacion de “raje”, tensionando la vida barrial y
urbana. Los “JP” se interesan por estas estrategias de “raje” como modo de constituir una
perspectiva que ya no es el de la inclusión (aunque tampoco desvalorizan el armado de esas
redes precarias –eso es para ellos lo real de la inclusión- que permiten desarrollar
estrategias), sino desde la potencia de fuga, del tipo de saber que se ha constituído en los
barrios a propósito de las maneras de rajar de un conjunto de situaciones asfixiantes en el
proceso de normalización –el “engorrarse”- en los territorios. Logran captar así claves
importantes, incluso, de lo que ocurre en la macro política (como el mismo triunfo del
macrismo del que hablabamos). Ahí me parece que vamos a poder pensar un poco más, qué
es esta afectividad no neoliberal evitando todo tipo clishé. El punto sería: no estereotipar
qué cosa es la afectividad no-neoliberal. Concebirla justamente en sus puntos de difícil
interlocución.
Aquí es donde podemos retomar la referencia a la “amistad política”. Amigx no sería en
este sentido tanto quién nos caen bien en lo personal, aquellxs con quiénes opinamos igual,
con quiénes nos contamos secretos, quiénes nos bancan cuando estamos bajoneadxs. Esa
podría ser la idea de amistad personal, pero la de “amistad política” tendría que ver con
cómo se construye utilidad común, es decir, con situaciones y personas en las que el punto
de partida no es necesariamente común. No se trata ni la confianza previa, ni pertenecer a
los mismos grupos sociales, ni hacer tener un gusto afin respecto de determinadas
actividades. Por ese lado podríamos empezar a discutir un poco más esta estructura de la
potencia colectiva, esta utilidad común que llamamos “amistad”. Pienso que la idea de
amistad política puede ser útil en este momento. No por nada la trae el Comité Invisible en
un libro que se llama “A nuestros Amigos” (de reciente edición a cargo de editorial Hethk).

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La idea de amistad ya está en “La Ética” de Spinoza. Hay una tradición de pensar la
amistad como una figura de politización. De eso trataría la próxima reunión.
Además le pedí a Diego Skliar, que es escritor, periodista (con Diego y con Natalia
Gennero compartimos una columna radial –Clinamen- en fm la tribu), que asista, que no
hable, que esté callado toda la reunión, y al final nos devuelva una lectura, donde podamos
trabajar de una manera diferente.
***
Hoy vamos a empezar a desarrollar algunas de estas ideas. Vamos a detenernos en las
micro-políticas neoliberales. Vamos a apoyarnos en un texto, una entrevista de Suely
Rolnik, publicada en el blog Lobo Suelto (www.anarquíacoronada.blogspot.com) con el
titulo “La base de sostenimiento del poder de la derecha es el propio deseo de la
población”. Suely, amiga querida tambien, fue un personaje importante de la contracultura
brasilera de los años 70. Con la dictadura sufrió la represión y marchó al exilio en Francia,
donde se conecta con Gilles Deleuze y Félix Guattarí con quien se analizó. Suely regresa a
Brasil donde desarrolla actividades como psicoanalista y filósofa (es autora de un gran
libro, junto a Guattari, “Micropolíticas, cartografía del deseo”, Tinta limon ediciones) y
forma parte activa de las experiencias del brasil “molecular” de aquellos años, lo que
abarca, también, la formación del PT. Suely fue una figura clave también paa comprender
la relación intensa entre Guattari y la contracultura brasileña.
La propuesta es ir leyendo párrafos claves de la entrvista, ir abriendo preguntas, intentar
incluir nuestra conversación en le hilo de las micropolítica neoliberales, siguiendo la
secuencia que planteamos en la intrudicción.
Una aclaración importante, sobre el lenguaje (en este caso el de Suely). En la medida en
que se emplean categorías teóricas (como “afecto”, “potencia”, “sujeto”, “devenir”, etc)
siempre puede dar la impresión de que estas categorías viven como “bien definidas”
siempre en otro lado. Como si hubiera en alguna otra parte un diccionario preciso sobre
cada una de ellas, un diccionario que siempre está en otro lado, inaccesible. Cuando
tenemos esa impresión hablamos sin estar del todo segurxs de qué quiere decir (por ej.):
“subjetividad”, “rizoma”, “inmanencia”. Los usamos a veces, pero sin tenerlos muy claros,
como si su sentido estuviesen en otro lado. Les propongo relajar la cuestión del saber.
Suely nos está enseñando en vivo y en directo la significación de esas nociones asique al
menos por esta vez no habría que buscarlas en otro lado, sino que iremos viendo cómo ella
las explica y entre todos las vamos completando el sentido. Lo interesante es que ya no va a
haber que pensar que hay otra definición mucho mejor que la que estamos usando: Suely
conoce muy bien las categorías, las trabaja muy bien y vamos a ver si lo que ellas nos
ofrecen nos satisface o no. Entonces no estamos ante el problema de cómo transmitir un
saber, sino frente a otro problema: el de saber si lo que se está diciendo nos interesa o no, y
cuánto. Y por lo tanto, el de saber si hay algo propio que va para otro lado. Si eso ocurre, ya
hay una ganancia en haber hecho el ejersicio de comprension, porque a partir de ahí se
puede decir ¡no!, esto que se dice así no me cierra porque hay un punto que lo quiero
pensar de otra manera. La ganancia en esa situación es descubrir una nueva dirección para
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el pensamiento. Sea como sea, se trataría de tomar algo de lo que vamos discutiendo y
empezar a ver para qué sirve.
Con el aspecto categorial de esta filosofía creo se puede hacer lo siguiente (es un consejo
que le lei alguna vez a Deleuze): como nadie está seguro del todo si está entendiendo o no,
no confiaría tanto de la comprensión pura a nivel de los conceptos abstractos, y mas bien se
podría apostar a que cada quien se pregunte sobre qué vivencia personal sirve para apoyar
el concepto que se quiere entender. No importa que sea una vivencia noble o mas bien
inconfesable, no importa que sea infantil, no importa porque no hay que contarlo. Asique
vale aunque uno se diga: -¡pero es demasiado tonto lo que estoy pensando!. Si se puede
encontrar cualquier experiencia o vivencia propia que apoye lo que se está diciendo, va a
funcionar. Si no sería como una mala clase de facultad, donde salimos con conceptos medio
mal aprendidos, sin saber exactamente si son los que son. Eso les propongo, veremos si
funciona.
Le preguntan a Suely por la relación con Deleuze y Guattarí. Ella responde que la biografía
de ellos hecha por F. Dosse, tiene un interés muy grande, porque a pesar de que no nos
gusta mucho, tiene algo muy interesante y es que rompe la subordinación de Guattarí a
Deleuze. Se explica así: Deleuze, gran filósofo, Guattarí estaba en prácticas psiquiátricas,
militancias. La idea de que la práctica es menos inspiradora, menos noble, etc primó mucho
en ciertas lecturas, sobre todo universitarias de la obra de estos autores. Esa biografía que
es muy documentada, tiene el interés de poner a Guattari muy en el centro. En la biografía
de F. Dosse hay un párrafo que dice: «Deleuze tuvo metáforas muy expresivas sobre su
trabajo en común. Comparó a Guattari con un rayo en medio de una tormenta. Y él,
Deleuze, sería el pararrayos que capta ese rayo y lo hace reaparecer en otro lugar ya de
una forma pacífica». ¿Dónde te sitúas tú en esta escena?
TEXTO DE SUELY ROLNIK: “A mí me parece perfecta la imagen que Deleuze inventa
para dibujar los lugares que cada uno de ellos ocupan en su obra conjunta. Con sus
radares en la tormenta, uno era el rayo y el otro el pararrayos. Guattari era muy
vulnerable a las tormentas. De una vulnerabilidad impresionante. Su reacción era rápida
como un rayo que irrumpía apuntando donde el deseo podría hacer conexiones capaces de
crear un territorio para que la vida lograse encontrar una forma. Algo que per-formatease
lo que había causado la tormenta para que la vida volviera a fluir. Una capacidad clínica
excepcional. Con igual velocidad, su escritura era el propio rayo que enunciaba el estado
de cosas en tiempo real, con palabras salvajes, difíciles de descifrar. Como un pararrayos,
Deleuze captaba el rayo y se tomaba el tiempo necesario para la germinación de un
territorio más calmado en la escritura y se lo devolvía a Guattari, que a su vez lo re-
trabajaba. Así era la dinámica de la colaboración que resultaba en ese fabuloso universo
de pensamiento que podemos habitar. Deleuze necesitaba del rayo-Guattari y Guattari, a
su vez, necesitaba del pararrayos-Deleuze. Quizá sea eso lo que ha hecho que su
colaboración fuera tan fecunda e incesante…”
DIEGO S.: Me parece interesante la imagen de la tormenta, el rayo, el pararrayos, porque
ahí Suely ya adelantó, de algún modo, el núcleo de lo que quiere decir. Hay una serie de
tormentas (intensidades que nos desestabilizan), hay quién es más capaz de captarlas en
tiempo directo (Guattari en su ejemplo). Y hay quien puede modular esa captación

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(Delezue). Estaba la pregunta sobre qué es en Suely “fuera-de-sujeto”. Ya podemos ir
ligando un poco las cosas. La tormenta ocurre fuera del sujeto. ¿Qué es la tormenta?: la
aparición de unas fuerzas cuyas intensidades son demasiado violentas para nuestro mapa de
referencias. Y no hay manera de captar algo de ellas sin conectar con la propia
vulnerabilidad. Guattarí era extremadamente vulnerable a las tormentas, dice Suely. Se
puede entender que se refiere a las lluvias y las tempestades, pero también que, lejos de
cualquier metáfora, alguna de esas tormentas nos muestran en el cielo cosas que pasan muy
materialmente en nuestra vida. Tumultuosas intensidades, difíciles de asimilar, activan
nuestra vulnerabilidad, y tal vez somos capaces de comprenderlas, de partir del modo en
que nos están afectando para construir en torno a ellas nuevas formas, nuevas maneras de
vida, nuevas maneras de existir. Claro que también podemos intentar ser indiferentes,
resistir lo más que podamos lo que esa desestabilización. Esa es la escena que nos trae
Suely. Tanto para hablar de la relación D-G - me gustaría que nos olvidáramos rápido de
ellos- como de la base de una teoría de la subjetividad. Creo que la imagen de la tormenta
es muy útil para plantear lo que nos quiere traer de la subjetividad. Hay una dimensión de
tormenta, y esa dimensión es lo que menos tenemos aceitado, trabajado, refiere a los puntos
más frágiles de nuestras subjetividad.
Hago una serie de aclaraciones: Subjetividad = modo de ser, modo de vivir, modo de
existir. Entendemos que el modo de vivir, de existir, no está ligado a nuestro organismo, se
pueden cambiar esos modos. Y además, esos modos no son estrictamente nuestros: son
efectos de una serie de situaciones, de prácticas. Incluiría dentro del “modo de ser”, desde
ya, los modos de percibir, las maneras de relacionarnos con los demás y con uno mismo.
Por subjetividad entenderemos sencillamente entonce sencillamente la manera misma en
que estamos constituídos y nos constituímos. Podríamos incluir todo ahí: percepción,
memoria. Tal vez podríamos recurrir a Spinoza nuevamente y decir que “somos modos
finitos de una sustancia infinita”. Somos modos de ser, y esos modos pueden ser conocidos
por lo que pueden. Una subjetividad se conoce por lo que puede hacer y pensar (por su
potencia). Spinoza decía: “por cómo afecta y cómo es afectado conocemos cómo puede un
modo”, ahí tenemos una subjetividad.
Suely sostiene que somos herederos de una larga historia del modo de subjetivación clásico
ella lo llama cartesiano en un momento, y en otro se refiere al producto de una larga
historia del catolicismo. Patriarcado, cristianismo, capitalismo, colonialismo. Se trata de
fenómenos de larga duración, que actúan sobre los modos de ser que somos. Este modo de
subjetivación, dice Suely, articula dos niveles: al primero lo llama “sujeto”. Y lo explica
más o menos así: por “sujeto” podemos entender una instancia activa en la que se
estabilizan un conjunto de referencias y representaciones útiles para la vida. Pero no hay
que confundir “sujeto” con subjetividad. Porque en la subjetividad juega un papel la
instancia que denomina “fuera-de-sujeto”, vinculada a la vulnerabilidad de que veniamos
hablando. La subjetividad inclusye ambos aspectos. Por sujeto Suely va a entender un
campo de referencias, todo un modo de representación teórica e intelectual, que nos sirve
para organizarnos en el mundo. Categoría, referencias más o menos fijas, el mundo
simbólico como tal, lo que desde el marxismo se llamaba: las “super-estructuras”. La
subjetivación dominante en nuestro occidente esta tomado por un inconciente capitalista,
colonial, logocentrico. Ese tipo de subjetivación, que nos atraviesa, autonomiza al sujeto de
dimensión sensible o vulnerable, que en otro tiempo Suely llamaba “cuerpo vibratil” y
ahora llama “fuera-de-sujeto”, que es lo que activamos como vulnerabilidad en las
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tormentas. Suely no va a diabolizar este aspecto del sujeto, aunque va a atacar el
inconceinte colonial. Va a decir: es bastante evidente que tenemos un lenguaje, una forma,
yo por ejemplo sé que estoy ahora en el Espacio Rosetti. Eso es una categoría, una
referencia. La tengo que tener si quiero venir, si la pierdo no llego. Es muy evidente que es
un nivel relevante para la vida, fundamental. No es bien y mal. El lenguaje y sobre todo su
uso convencional va a ser el producto del interjuego de los dos niveles. Lo que sí va a
cuestionar es que recurramos a un uso abstracto de esas categorías y referencias, que nos
aferremos a ellas sin activar el nivel al que llama “fuera de sujeto”: ¿qué hay en el fuera-
del-sujeto?: hay fuerzas, las fuerzas del mundo que no tienen representación apriori. El
sujeto tiene un cierto mapa. Es un sistema de orientación que funciona poniendo etiquetas a
las cosas. Si creyesemos que el mundo se reduce a esta experiencia tendríamos la ilusión de
un modo total y completamente representable. Pero hay todo un aspecto de nuestra
subjetividad que tiene que ver con lo que no sabemos. Simplemente porque no hay cómo
saber, el mundo no está ya hecho, en vez de pensarlo como un conjunto de cosas ya puestas
a las que sólo hay que nombrar, habría un conjunto de fuerzas con las que no nos hemos
relacionado aún. Hay un conjunto de fuerzas que operan por ahí mas caóticamente de lo
que podemos asimilar, que nos afectan de diversas maneras. Ese es el afuera del sujeto. Es
todo aquello que en el mundo es real y no está representado para nosotros, y que nos afecta
desatando tormentas en la estabilidad que siempre tratamos de conquistar a nivel del sujeto
(sobre todo cuando el sujeto se apoya en el inconsciente colonial). El sujeto asi constituido
quiere ser estable. Quiere controlar su situación, tener su mapa, saber de qué se trata la
cosa. Al mismo tiempo, de nuevo, está el “afuera del sujeto”, que son un conjunto de
fuerzas que una y otra vez nos lanzan tormentas que desestabilizan nuestras categorías; que
es nuestra vulnerabilidad, nuestro uso de la sensibilidad para conquistar –en contacto con
esas fuerzas- un territorio existencial, como le llama Guattari.
Suely trabaja la siguiente cuestión: ¿con qué contamos para atravesar esas tormentas, para
extraer de ellas nuevas posibilidades, nuevos territorios y además para actualizar al sujeto,
para que sus categorías no sean siempre las mismas?. Para que el mapa de referencias se
pueda ir actualizando en la medida en que en nuestra experiencia vamos atravesando
tormentas tenemos que asimilar que en ellas se da algo interesante, no son sólo amenaza, no
son sólo caos. Son eso, si, peor a la vez nos ponen en relación con lo real del mundo.
En las categorías de las Ciencias Sociales, hasta el año 2001 había un discurso en el mundo,
en Argentina, en Francia, en EEUU, que decía que como el neoliberalismo ya no va a dar
pleno empleo, va a ocurrir que va a quedar una población fuera, sobrando. Pero esa
población no va a poder tener un repertorio de acciones colectivas, porque esas acciones
pertenecen al mundo del trabajo. En cambio la gente sin trabajo, en su barrio, dispersa, sin
conocerse entre si, culpabilizándose a sí misma, etc, etc, no va a poder ya constituir fuerza
política. Esto es lo que decían los mapas orientadores de la sociologia dominante. De
repente aparece una tormenta, sobre todo para los propios desocupados, es decir, la barbarie
que implica que la promesa que a todos nos hacen de que vamos a poder reproducirnos, no
se cumpla. O sea, uds no van a poder reproducirse socialmente, vitalmente, peor sus hijos.
Es decir, el salario, que es la via de reproducción que se nos ofrece no va a regir más para
una parte de la población, sin que se ofrezca nada acambio. Entonces surge algo no previsto
por las ciencias sociales: se organizan desde la “nada” (aparente) un repertorio de acciones
colectivas. Hemos hablado de ellas hace un momento como “subjetividades de la crisis”.
Aparece un pensamiento a partir de la desestabilización, de la crisis. Un pensamiento capaz
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de armar territorios existenciales nuevos, a partir sobre todo de la idea vívida de dignidad.
Aparece un tipo de potencia individual y sobre todo colectiva que en un primer momento es
muy difícil de asimilar: ¡qué hacen esos tipos ahí, cotando rutas, ¿son trabajadores? No
exactamente!, ¿son del partido político tal? No siempre! ¿son de la iglesia? Puede que no!.
Y ¿que quieren? Dignididad!. Esa potencia abre posibilidades de existencia donde lo que
había era un espacio mortifero, una existencia sin categoría, en la que la amenaza era
completamente brutal. No sólo se crea el piquete, sino una manera de organizarse en los
barrios y se empiezan a producir lazos vitales en torno al galpon, al corte, a la olla popular.
La idea de que hay una realidad nueva que puede organizar un territorio existencial, que
puede constituir posibilidades de vida, acciones de lucha, discursos sobre sí y sobre lo que
se desea, hacerse cargo de la alimentación, de negociar con empresas y hasta a la larga
poder participar de la vida política. Con el tiempo –lo sabemos- todo esto puede tener
suerte diversa. Puede ser neutralizado, por supuesto. La enseñanza, para lo que estamos
pensando, creo, es que por fuera de las referencias y categorías se abren posibilidades para
las cuales no siempre tenemos mecanismos previstos. A veces sucede que nos vemos
inmersos en la creación de territorios de existencia, entrando en relación con ciertos afectos
que nos son nuevos. En esos proceso actualizamos mapas de referencias.
Entonces, el afuera del sujeto, es este contacto con el mundo que intenta construir
territorios a partir de esas fuerzas o de tormentas. ¿Qué es el sujeto cuando está tomado por
el inconsciente colonial?: es el conjunto de puntos de referencia que todo el tiempo estamos
intentando constituir, estabilizar.
Acá comienza a tomar forma el problema que nos señala Suely. En la medida en que
nuestra cultura favorece la consolidación del inconsciente colonial, vivimos en pos de una
obsesiva defensa de la estabilización de la instancia sujeto, devaluando el fuera-de-sujeto, y
por tanto viviendo toda desestabilización como una amenaza. Vivimos pegados a lo que
llamamos nuestra identidad. El riesgo ahí parece ser el hecho de volvernos reactivos ante
las tormentas. Pienso que las llamadas micropolíticas neoliberales funcionan precisamente
en este punt, renovando la herencia cultural occidental, ofreciendo nuevos mecanismos para
esta estabilización reaccionaria.
Respondiendo a una pregunta sobre la crisis y el 2001 es necesario aclarar un riesgo de mal
entendido respecto a ejemplo que puse: si hablamos de la crisis –como la de 2001- no desde
el punto de la subjetivación, sino a partir de su objetividad. Lo “sensacional” en la crisis, la
crisis como representación de la crisis, tomada categorialmente no se parece ya a la
tormenta. Con Guattarí este tipo de tormenta o de crisis no remite necesariamente a una
objetividad macro-política. Cuando ponia el ejemplo de 2001 enfatizaba en las
subjetividades mas que en la objetividad económica o política. Pensaba sobre todo en las
subjetividades se construyeron ahí, que pueden ser vistas como el relámpago del que
hablaba Suely, simultáneo con la crisis –en muchas ocasiones no ocurre así- Pero es una
tormenta que se puede dar en distintos niveles de la subjetividad, no hace falta que sea
colectiva, puede ser individual, grupal.
SILVIO LANG: Si las fuerzas de la tormenta son fuerzas no representadas, “la crisis” que
nos dicen todo el tiempo que existe no entraría en este concepto que estamos trabajando.
No liguemos la metáfora de tormenta a “la crisis” de la que hablan los medios
comunicacionales, el gobierno de lo neoliberal y la opinión pública. Son justamente fuerzas

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no representadas. Las fuerzas del mundo que nos afectan y de las que estamos hablando no
son “la crisis”.
INTERVENCIÓN: En relación a un ejemplo de costureras y el dueño que se va
diciéndoles que si es tan fácil que lo hagan ellas, puede aparecer un nuevo territorio posible
pero que exige un modo distinto de funcionamiento que es una activación de una potencia
que crea la posibilidad de vivir en dónde antes se moría, de donde se dependía, de donde no
había otra opción. Eso exige salir de nosotros, y dejar de estar pensando que no sabemos.
Cuando vas a cantar, te dicen: no digas no puedo, eso podés, desafiná, hacé todo lo que
quieras, create posibles y ahí vamos a trabajar en ese territorio.
DIEGO S.: Cuando de alguna manera la situación en la que estamos estabilizados no
funciona más, hay un momento de muerte, porque el afuera destruye al sujeto, pero al
mismo tiempo se empieza a armar un posible (sí o no). En el ejemplo que tomabamos, la
ruina de la relación salarial implica una cierta muerte, la interrupción de las formas que
nuestra cultura prevee para la reproducción social (báiscamente el salario). En el ejemplo
que ponen ustedes, de las fábricas recuperadas la cosa parece funcionar de un modo
parecido ¿no?. Los trabajdores a los que el patron les tira las llaves y se pasan por una
mnuerte de este tipo hasta que poco a poco comienza a aparecer la posibilidad de utilizar la
planta, las máquinas, la labor dificil de reconstituir un mercado, la pelea porque el estado
brinde apoyo, etc. Hay una muerte, y surgen nuevos posibles, las dos cosas. De pronto ya
no se trata de trabajadores bajo patrón, sino de una nueva fusión entre trabajo y
empresarialidad. Se trata de transformaciones en los modos de ser, inseparables de
creaciones de territorios existenciales.
Leo un poquito más el texto de Suely: -hay un momento en que le nombran a la autora del
artículo, la anestesia de los afectos de la tormenta.
TEXTO DE SUELY ROLNIK: “Sí, voy a explicar un poquito mejor esta idea porque es
importante para nuestra conversación. Para descifrar el mundo, disponemos de la
experiencia empírica basada en las capacidades de percepción y de los sentimientos del
yo; éstas sirven para descifrar las formas del mundo según los contornos actuales de la
retícula cultural. Quiero decir, cuando veo una forma, o cuando escucho, o cuando siento
algo lo asocio inmediatamente al repertorio de representaciones que poseo de manera que
lo que voy a ver, escuchar o sentir está marcado por ello. Desde luego esto es muy
importante porque nos permite la vida en sociedad. Pero no es más que una de las
experiencias de la subjetividad; es la dimensión de esa experiencia que llamamos «sujeto».
En nuestra tradición occidental se confunde «subjetividad» con «sujeto» porque es solo
esa capacidad la que tiende a estar activada. Sin embargo, la experiencia que la
subjetividad hace del mundo es mucho más amplia y más compleja. Hay otra dimensión de
la experiencia que la subjetividad hace del mundo, que llamo el «afuera-del-sujeto»; es la
experiencia de las fuerzas que agitan el mundo como un cuerpo vivo que produce efectos
en nuestro cuerpo. Y esos efectos consisten en otra manera de ver y de sentir lo que pasa
en cada momento (lo que Deleuze & Guattari llamaron «perceptos» y «afectos»,
respectivamente); es un estado que no tiene imagen, que no tiene palabra”
DIEGO S.: Aparecería una parte de la subjetividad que no habíamos analizado todavía
bien. Están las fuerzas del mundo que nos afectan y está el sujeto en nosotros que tiene
todas las representaciones. Pero hay otro aspecto, que es eso en nosotros que puede ligar

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con esa fuerza sin representación, que puede registrar lo que los autores (Deleuze y
Guattari) llaman “afectos y perceptos”. Esos afectos no son sentimientos, esos perceptos no
son percepciones. No hay imagen, no hay palabra, se trata de una expereincia en cierto
modo previa a tener percepciones, sentimientos, etc. Esa instancia la debiéramos pensar un
poco, porque según Suely, es la que tenemos menos activada, la parte de la subjetividad que
se juega en el rayo-pararrayos de Deleuze-Guattari. Hay una tormenta y hay un sujeto, y en
el “entre” hay una capacidad que tendríamos más o menos activada de dar cuenta de lo que
ocurre para nosotros, de cómo las fuerzas no representadas nos afectan sin que haya una
imagen o una palabra todavía. Hay una base de lo que después puede ser imagen, lenguaje.
Pero que todavía no es imagen, no es lenguaje, y sí es capacidad de registrar afectos y
perceptos (Deleuze y Guattari en su libro “Qué es la filosofía”, en la parte dedicada a la
creación en el arte hablarán incluso de arrancar afectos a los sentimientos, extraer perceptos
de las percepciones).
La hipótesis que quisiera retomar es que las micro-políticas neoliberales, anestesian
justamente esa zona. Una micro política (o una afectación) neoliberal no sería posible sin
una desposesión previa. Una desposeción doble, objetiva (económica) y subjetiva (afectos y
perceptos). Lo neoliberal resulta inseparable un subdesarrollado en nuestras capacidades de
registrar -de un modo no paranoico ni culpógeno- las tormentas y sus fuerzas. De allí la
importancia de detenerse a verificar qué es lo que esas micropolíticas neoliberales hacen
con nuestros afectos y a la vez tratar de comprender qué es lo que podemos hacer con esas
fuerzas, es decir, cómo podemos, en las condiciones actuales constituir zonas de posibilidad
o de existencia. En este aspecto hay un dialogo siempre interesante, que pasa por preguntar
¿qué es lo que sabían/saben las subjetividades de la crisis, lo que no sabe de nosotroxs la
subjetividad neoliberal, esa que se aferra al código, que siempre propone una imagen y un
lenguaje, un espacio confortable para la estabilización acrítica y reaccionaria?. Creo que
por ahí vamos a encontrar el punto de relación entre lo que Suely está trabajando y lo que
queremos pensar hoy nosotros. Hay unas micro-políticas neoliberales que dan respuesta a la
inestabilidad que una y otra vez nos producen las tormentas. Se nos ofrece estabilizada por
medio de pastillas, de diferentes consumos, incluso d de filosofias, incluso la de Deleuze
(es muy gracioso como habla Suely de un uso “desodorante” de Deleuze).
Por un lado, y retomando lo que uds. están diciendo sobre la coyuntura , podemos decir
Macri es de una sencillez abrumadora, pero esa sencillez es la propia de un buen vocero de
esta estabiliación neoliberal. En la medida que esa sencillez quiere decir: no hay tormentas,
no hay preguntas, dudas, es claro que hay un orden al cual adecuarse y el que no se adecua
está en falta. Y el kirchnerismo, en ese sentido, siempre va a ser visto retroactivamente
como mal alumno, alguien que no entiende, que no sabe cómo educarse, etc. Y creo que eso
va a ser así, no tanto porque el kirchnerismo fuera una cosa o la otra, sino porque tuvo que
gestionar, ya lo vimos, otro contacto con la crisis.
Creo que fue muy ambiguo el kirchnerismo. Me parece que aún no estamos en condiciones
de hacer una definición suficientemte madura de lo que pasó. Porque por un lado,
podríamos decir, hizo una apropiación pobre de las subjetividades de la crisis y por otro se
elevó a la subjetividad de la crisis al nivel de gobierno, metió a las organiaciones en el
Estado. Meter en el Estado no es sólo coaptar, es también reconocer. Hay una ambigüedad
muy grande, porque la cooptación es una teoría muy pobre. Es la idea que el cooptado es un
zonzo. La idea de cooptación la dejaría, y pensaría más en estos términos: hubo un trabajo

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de composición entre el Estado y poderes nuevos territoriales que emergieron a partir de la
experiencia de lidiar con las subjetividades en la crisis, por los cuales ni el potencial de esas
subjetividades terminó dando lo que muchos hubiéramos esperado, ni el Estado volvió
técnicamente a ser lo que había sido. Hubo, al menos por un tiempo, una nueva relación,
una nueva composición.
Pero bueno, no se trata sólo Macri. Hay varios actores de este nuevo paisaje. Con el riesgo
de que me lo reprochen, nombro tambien al nuevo papa. No creo que Francisco sea Papa
por ser peronista, sino por ser argentino, en el sentido fue un testigo privilegiado de cómo
se armó en la Argentina un modelo de legitimidad social y política después de una crisis –
objetiva-subjetiva- tan fuerte, y una invención micro política tan fuerte. Seguramente fue
elegido como alguien que sabe sobre cómo relegitimar instituciones post crisis. Tal vez el
Vaticano andaba necesitando algo como eso. Entonces sí hay algo de peronismo, pero
también hay un saber que viene de la crisis de 2001, un saber que hasta cierto punto el
kirhchnerismo supo poner en juego. Hay un saber trata la crisis que parece se ofrece hoy al
mundo.
Volvemos al problema, según Suely -pero tambien según otrxs autores- relativa a esta zona
subdesarrollada, aplastada por el inconciente colonial, por la historia larga del occidente.
Una histora que se remonta al momento en que el imperio romano se hace católico, dice
Suely, una historia larguísima, muy parecida a grandes rasgos de la que cuenta Walter
Benjamin: Hay un tiempo histórico que se da como un contininuo de dominación. Si se
quiere tratar de pensar todo esto con la debida radicalidad es necesario hacer una historia
larga, como decía también León Rozitchner. No se puede partir del 2001, ni de la ultima
dictadura, se trata de una historia mucho mas compleja.
Dentro de esta historia, tan larga y compleja, tomamos un fragmento último, al que estamos
llamando neoliberal. Que tal vez parta del 68, o de la década del 70. Entre nosotros,
identificamos la dictadura, el menemismo. Hay mucho que discutir sobre las
periodizaciones.
SILVIO L.: Propongo meternos un poco más con la idea de los perceptos y los afectos
para pensar la pregunta que arrojamos “cómo el macrismo organiza nuestros afectos”.
Tiene que ver con lo que se planteaba de lo “pobretón” del discurso de Macri, si eso no
sería más bien una manera de organizar afectos y perceptos.
DIEGO S.: Si les interesa la referencia de afectos y perceptos en Deleuze y Guattarí, es un
capítulo del último libro que hicieron juntos, el ya mencionado “Qué es la Filosofía”. Hay
una parte allí dedicada a qué significa creación en el arte (porque según ellos hay tambien
creación en ciencia, en filosofía). La secuencia que plantean es más o menos la siguiente:
pensar es crear, pero hay planos de pensamiento y creación diferentes. En la Filosofía se
crean conceptos, pero en el arte se crean sensaciones y las sensaciones son bloques de
afectos y perceptos. Afectos y percetos tienen que ver con la vida no personal, con algo no
mensurable en la vida no mensurable. Hay algo en la vida que no es nuestra mera vida
vivida, se trata de esas fuerzas del mundo que siempre nos obligan a ir más allá de nosotros
mismos, a través de las sensaciones.
Las sensaciones son provocadas en nosotros por esas fuerzas, esas tormentas en principio
no representables. Las sensaciones ponen en contacto esas fuerzas con nuestra sensibilidad,

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hacen que nuestra sensibilidad se comporte de un modo no habitual. Afectos son las
experiencia no habituales –que según Spinoza aumentan o dismonuyen nuestra potencia– y
percetos son los paisajes no humanos, de antes de lo humano. Lo que hace falta es un
trabajo excepcional de la sensibilidad que es imposible sin la violencia que la tormenta hace
sobre nosotros. Nosotros mismos más bien queremos estar estabilizados, pero hay
situaciones, tormentas, en las que somos obligados a ver qué hacemos con lo que sentimos
y no sabemos del todo sentir. Lo que Foucault dice: sentir de otra manera. Esa violencia se
comunica con el pensamiento intelectual y a con la memoria, etc, y estamos obligados a
pensar eso que estamos sintiendo y que con lo que no sabemos qué hacer. Esa violencia nos
atraviesa, desorganiza nuestra sensibilidad, nuestras maneras de pensar, nuestras categorías
y nos fuerzan a crear y a pensar sensiblemente, intelectualmente.
Los afectos ya estan presentes en La Ética de Spinoza. Cuando empleamos la palabra Ética,
estamos hablando de Spinoza. Suely también está haciendo una cita sin decirlo de Spinoza.
Porque este autor, en el siglo XVII, decía que el problema de nuestro intento de ser felices
es que hay un mundo totalmente tomado por finalidades. Todo el tiempo alguien nos dice
de qué se trata el juego. Hay un conjunto de normas, de mandatos, de poderes que operan
finalizando. Este mundo de fnalizaciones seran tomadas por Nietzsche en su critica de la
moral. Un conjunto de valores producidos siempre antes de que nosotros lleguemos y frente
a los que solo queda adecuamos, siendo que ellos nos infroman qué es el bien, que es el
mal. La Ética de Spinoza ya quería deshacer ese sistema de la obediencia. No solamente la
obediencia interpersoanl, sino esa otra que se practica respecto al mundo de valores. Por
eso emplea la palabra Ética que, a diferencia de la moral, traza mapas singulares. ¿En base
a qué? A afectos que no son sentimeintos personales. Son los afectos que surgen del
contacto con las fuerzas. Y en base a perceptos que no responden a percepciones
normalizadas, sino a las captaciones que podemos tener de las fuerzas. Con afectos y
perceptos vamos viendo en las tormentas qué conexiones podemos hacer, cómo podemos
construir un territorio de existencia, para nuestro deseo, para nuestra vida.
La Ética es la capacidad de crear un mapa existencial en medio de una tormenta. Tormenta
producida por el hecho de que la vida no se reduce mucho al sujeto. Hay más vida que
sujeto y por lo tanto hay un fuera de sujeto en la vida. Ahí funciona una ética. Y una ética
es un mapa singular. Mapa singular del deseo. Spinoza habi aescrito que la esencia del
hombre es el deseo. El deseo es aquello que hace que querramos las cosas no porque las
consideramos, buenas, bellas o justa, sino así las consideramos, justamente, porque las
deseamos. En otras palabras: el deseo es productivo, inviste, constituye mundos. Nuestro
propio deseo se juega en las tormentas de que habla Suely, se juega como capacidad de
crear territorios, o bien puede quedar replegado sobre el campo estabilizado de referencias.
Es por ello que dirá: no hay deseo sin acción y sin acción el deseo se pudre. Quiere decir
seguramente que el deseo que no constituye territorio existencial se corrompe en su
quietud, en este repliegue estabilizante.
La cuestión con lo neoliberal es entonces la siguiente: si en la tormenta tratamos de
refugiarnos en una suerte de estabilidad y una confirmación del mundo previo, entramos en
una serie de trabajos de obediencia a esta organización prefiguda, y nos exceptuamos del
trabajo de poner en juego el deseo y poder constituir campos existenciales propios y con
otros. El problema con lo neoliberal, en terminos de subjetivación seria por tanto la
convocatoria a sustituir este trabajo del deseo por una serie de dispositivos (pastillas,

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tecnologías, formas ideológicas o religiosas de representación) que confirman el territorio
previo e inhiben el trabajo de una afectividad y también el lenguaje, puesto que lo que se
corta por esta via es la elaboración de un lenguaje propio. Sin contacto con afectos, sin
elaboración de un lenguaje, lo que se suprime es toda posibilidad de pensar de otra manera.
Ahí estaríamos en el centro de lo que queríamos pensar hoy.
Y bien, si esto es así, no estamos lejos del siglo XVII, y de Spinoza cuando decía cuidado
con los teólogos! Ellos son los que en cada época gestionan las trascendencias. Y lo que
estamos viendo es que lo neoliberal funciona a este nivel, al nivel de la gestión de las
trascendencias. Estamos tratando de pensar qué formas toman hoy las trascendencias (no
decimos que las trascendencias se inventaron con el neoliberalismo). Estas trascendencias
son aquellas que sirven para separar, para aislar, para producir estabilizaciones
reaccionarias. Suely considera que este momento en el que los gobiernos llamados
progresistas pierden las elecciones y son atacados no puede ser explicado por causas
meramente políticas, que hay que indagar cómo se fue constituyendo este repliegue
acentuado de la subjetividad. Ahí tenemos un punto de contacto entre macro y
micropolíticas, y podemos entender nuestro tema, aquel que vincula nuestra coyuntura
política y una cierta teoría de las micropolíticas.
Para pensar esto precisamos una caracterización más compleja de lo neoliberal. Foucault
trabajó estas cuestiones tempranamente, durante la segunda mitad de los 70, de una manera
muy interesante. Ya se nota en esos años (de hecho la cosa viene de mucho antes, Foucault
lo cuenta con detalle en “El nacimiento de la biopolítica”) que hay en paises de Europa una
transformación, unos modos nuevos de pensar la sociedad y sus funcionamiento (las micro
políticas). Se trata de un nuevo modo de concebir el papel de los mercado (los mercados
son producidos por el Estado y el Estado se legitima a partir de los mercado), una nueva
centralidad de la competencia, del riesgo, de las políticas sociales. Agregamos, un nuevo
lugar de las finanzas (algo que ya comentamos por arriba al inicio). El neoliberalismo
reorganiza la relación entre estado y sociedad, de modo que cada vez se va a poner más en
el centro la concepción de la vida como fenómeno de mercado y por lo tanto se hará una
cierta exatlación de la libertad individual. En el neoliberalismo, dice Foucault, los poderes
actuan sobre el medio, sobre las interacciones, produciendo libertades. Y, sobre todo a
partir de la experiencia alemana, concluye Foucualt, el mercado deviene –como decíamos-
la forma de legitimar al Estado. En este diagrama social cada quién pasa a ser concebido –y
a concebirse- bajo el modelo de la forma empresa, como alguien que tiene (o que es) un
capital, y tiene que extraer a ese capital renta. La experiencia del trabajador, en este
contexto, se va a ser convertida en la experiencia del empresario de sí mismo, que
considerará su salario como un ingreso, diluyendo toda vivencia colectiva, de clase. La vida
entera deviene calculable desde el punto de vista de una racionalidad de mercado, y
nuestras posibilidades existenciales son conducidas al hacer una marca de nosotros mismos,
a administrar nuestros vinculos desde una perspectiva de autovalorización, a introyectar
todo el lenguaje de los dispositivos que coordinan este mundo (las finanzas y las
tecnologias digitales, los grandes medios de comunicación). No creo que se trata de lo que
dicen los neoliberales, que las finaznas se independizan de la producción, sino que ya no
contamos con los referentes para comprender cómo es que las finanzas extraen valor,
explotan la vida entera, sobre la que constituyen momentos muy duros de mando.

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Pregunta: -Cómo pensar la obediencia, si es la ideología del macrismo la que hace que no
se pueda acceder a la tormenta, o es algo más previo, una ceguera, una imposibilidad del
sujeto para efectuarse en la tormenta. Desde dónde se opera.
DIEGO S.: Espero que resulte claro que en lo que estoy tratando de pensar la subjetivación
neoliberal es en muchos sentidos previa al propio macrismo. A Macri le ha costado, a pesar
de todo, llegar al gobierno. Y no le resulta tan, tan fácil gobernar. No creo que como tal el
macrismo pueda ser visto como una fuerza subjetivadora independeinte. Su fuerza, en todo
caso, responde a un juego mas complejo que hemos estado analizando, en relación a estas
historias viejas, y a esta renovación de las microppolíticas neoliberales que no han cesado
de extenderse, y que cada vez más median nuestras prácticas y hábitos. Sin este antecedente
–macro y micro- se vuelve incomprensible, al menos para mi, el momento político como el
actual. Estaríamos estaríamos pensando que Macri como un gran productor de subjetividad,
diría que no, no veo nada de eso.
Quisiera hacer una aclaración mas sobre lo que estamos diciendo. Me parece que es muy
difícil hacer análisis de las micro políticas neoliberales sin que en algun momento se
produzca un efecto indeseado, muy pesimista y a la vez muy moralista, que consiste en
decir que esas micropolíticas son a la vez invencibles y malas. Si nos subjetivan a tal punto
y además son tan nocivas, ¿de dónde vamos a sacar la fuerza para poder cuestionarlas?. Mi
comentario sería, simplemente, que no es así, que la cosa es mas compleja, que a la vez que
está todo esto hay otro aspecto, están nuestras resistencias, nuestras invenciones. Pongo por
un momento el ejemplo del consumo, del que hablamos algo en nuestro primer encuentro.
Si decimos que lo que pasó en la Argentina ha sido una experiencia muy tica y compleja es,
en partes, porque al mismo tiempo que se ha logrado incluir toda una vitalidad plebeyas –
muy visible a partir del 2001- en las categorías de la economía política –a eso le llamamos
aumento del consumo- hemos visto como el consumo se politiza, y ahí se producen cosas
muy complejas. Los neoliberales pueden festejar haber gobernado el consumo, y ahora
comienzan a restringirlo. Por nuestra parte tal vez debieramos pensar que cuando los
sectores populares se instalan en el consumo –y todos estamos instalados allí- es un error
moralizar el asunto. Mas que moralizarlo y hablar del consumismo, debiramos pensar todxs
como hacer para que esa fuerza que está moviendose dentro del mercado puede romper sus
reglas de mando, romper una cierta idea de felicitidad, romper una cierta estructura
productiva y comercial. Desbordarla, recrearla.
Si moralizamos las micropolíticas neoliberales perdemos también la capacidad de guiarnos
por brújulas éticas, perdemos la creatividad para crear estrategias, quedamos lejos de la
capacidad de tocar el mundo material de la afectividad no neoliberal (que es siempre una
afectividad sin imagen). Quedamos como cortados, o bloqueados, vemos en ella sólo poder,
sólo barbarie, y perdemos toda posibilidad de comprender el terreno de lucha en la que se
dan los grises, los rajes, las resistencias concretas, la materialidad en que pueden afirmar
los contrapoderes. Porque no es imaginable, creo, que estos contrapoderes surjan fuera del
mercado, sin relación alguna con el consumo, sin imaginar determiandas relaciones con las
tecnologías.
Intervención: reflexión en torno a poder convertirse en un guardián de uno mismo y no un
guardia severo para organizar la tormenta.

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SILVIO L.: Pensar que extractivismo hace el macrismo en nuestra capacidad creativa ante
las tormentas y ahí incluiría qué es lo que se está cocinando con un personaje como
Alejandro Rozitchner. Para poder meternos en qué está haciendo el macrismo con nuestros
afectos.
INTERVENCIÓN: Es muy importante la inclusión de la filosofía en un discurso del Pro,
es la primera vez que lo escucho.
SILVIO L.: Y cómo el neoliberalismo, en la caracterización que hace Foucault del
empresario de sí mismo, extrae o se apropia de nuestra capacidad creativa. Está
funcionando un extractivismo ahí comandado por las ideas de Alejandro Rozicthner.
D. SZTULWARK: Alejandro Rozitchner, hijo de León, ha escrito discursos al presidente
Macri –de ahí la idea de que el presidente tiene un “lenguaje filosófico”-. Ahí la operación,
me parece, las cosas se plantean justo a la inversa con relación a lo que estamos tratando de
pensar. Ellos plantean un cierto “nietzscheísmo”: ¿cuál es el problema con la vida? El
problema con la vida son los valores morales que la aprisionan. Ok. Pero ¿cuales son esos
valores morales que pesan sobre nuestra sociedad? Serían, al menos tres: el cristianismo, la
izquierda y el peronismo. Son los valores agobiantes de nuestra sociedad, porque no nos
permiten –dicen- desentendernos de una carga que son los pobres. Se trata de ideologias
“pobristas” (el termino es de Alejandro Rozitchner). Estas ideologias, estas morales nos
enlazan a los otros: víctimas, explotados, excluidos, etc. ¿qué hacer frente a eso? Hay que
liberar la vida, las fuerzas de la creatividad, respecto de ese peso moral que nos obstaculiza
como país, que impide nuestro desarrollo individual y colectivo. Todo este discurso viene
un poco tomado del new age, del rock, de la filosofia, del discurso del markteting. Entonces
habría que aligerarse de esos pesados valores morales y liberar nuestros valores creativos,
colocar la creación individual -como en la propaganda sobre meritocracia de Chevrolet- a
favor de nuestro propio progreso. Poner por delante nuestro la idea de un éxito personal al
que se llega sólo a través de la creación, pero la creación –este es el gran truco, el gran
secretos, la gran perversión- será vista como adecuación a los dispostiivos de poder.
Entonces todo lo que hemos llamado aquí creación –ese pasaje por la tormenta- se queda
sin tormenta. La creación será siempre la exaltación de los ideales empresarios, los valores
internos al modelo neoliberal, y lo creativo será un modo de armonziación de un modo de
vida sin violencia, sin desestabilización (es una idea que funciona sin distinción entre
creación artística, de valor económico o de prosperidad individual). Se trata, en definitiva,
de aprender a amar los dispositivos de poder. Eso que hoy vemos aquí como un problema,
porque no nos permite comprender la desestabilización como un momento esencialmente
vital, se invierte en lo justo opuesto. Amar los dispositivos que nos estabilizan, sacarnos de
encima este lastre, ese peso de la pobreza y entregarnos a una vida emprendedora, fluída,
sana, no neurótica, no enojada y protestona. Hay una mezcla de cierto psicoanálisis, cierta
filosofía, cierto neoliberalismo económico. Todo eso da lugar a la figura del coaching. El
filósofo deviene coaching del presidente, de la casa rosada. El pensamiento deviene
coatchin ontológico. El propio Macri aspira a ser coaching político del país: relájense, sean
positivos, miren para adelante y mucha creación. Es exactamente lo que cualquier
multinacional espera de los gerentes: que sean creativos. Y todo lo que quepa en ese mundo
será considerado criminal o patológico. No hay otra.

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SILVIO L.: Actualmente, en el Ministerio de Cultura de la Nación, lo que era la Dirección
Nacional de Industrias Culturales pasó a llamarse Dirección Nacional de Industrias
Creativas.
DIEGO S.: -es interesante, porque con la idea de emprendedor, lo que se hace es secuestrar
la idea de empresa como empresa tal y como la piensa el neoliberlaismo. La empresa
capitalista como modelo para todo. La empresa como concreción y via unica para la
potencia. Se plantea un enfrentamiento muy fuerte con los que pensamos que la forma de
empresa neoliberal no es modelo de existencia. Y ellos están diciendo seriamente que sí.
Dicen: no tenemos otra forma de hacer pasar la potencia individual y social que no sea por
la forma empresa.
SILVIO L.: Están reaccionando a todos los que no pensamos en la forma de la lógica de la
empresa.
DIEGO S.: Para el consenso neoliberal no podemos pensar la potencia individual y
colectiva si no es bajo la forma empresa capitalista. ¿cómo conciben ellos esta forma
empresa? Lo sabemos bien. Primero, a partir es un acceso diferencial al capital: hay alguien
que puede acceder a él y hay quien no. Si no partimos de esta desposesión primera,
objetiva, socioecnómica, básica en el capitalismo, no se entiende qué es la empresa. No es
el libre emprender colectivo. Es algo mucho mas concreto, que supone y recrea
continuamente una asimetría estructural entre personas que pueden acceder a un capital de
inversión y otras que no. Los que sí tienen ese acceso, están en la posición de convocar y
coordinar diferentes proyectos. Una empresa es un proyecto, un deseo que tiene alguien con
acceso al capital. ¿En qué posición quedan los demás? Son los “reclutados”, aquellos que
sin acceso al capital, y habiendo sido desposeídos de otra forma de reproducción, no
pueden sino ser incluídos en el proyecto-deseo de otro. De ellos también se espera que
activen su deseo, pero ese deseo es un deseo de obediencia. La empresa así concebida
responde por entero a esta lógica. A la larga el ideal de la empresa es el del capital mismo,
el no enfrentar obstáculos a ese desarrollo. De allí era perversa idea de libertad como no
interferencia, ese ideal no fricción que tiende a cumplirse idealmente en la economía
puramente financiera.
Se habrán dado cuenta hasta qué punto este lenguaje empresario y neoliberal, que hace –al
menos en el campo ideológico- una referencia muy fuerte a la libertad, al deseo y a la
creación mobiliza justamente las mismas palabras que hemos estado utilizando nosotros.
Son las mismas palabras, pero los conceptos son antagónicos. Hay un campo semantico
común entre los neoliberales y nosotros, las palabras son las mismas. No son los mismos
los conceptos, no quieren decir lo mismo. Nuestro problema es que estos conceptos
neoliberales están desatormentados, es un deseo desatormentado, es una libertad
desatormentada. En esa traducción se nos juega algo vital y cotidiano todo el tiempo. Hasta
qué punto somos expropiados de nuestras imágenes de creación, de nuestras imágenes de
proyectos, de nuestras imágenes de libertad. Hasta qué punto tenemos cosas más concretas
que decir que ellos. Cuando imaginamos una libertad en qué sentido es más concreta la
nuestra. Cuando imaginamos un campo de deseo, en qué sentido el nuestro es más creativo
y concreto que el que se traduce en el código neoliberal. Esa es la disputa política en este
momento. Macro y micro, tenemos la posibilidad de mostrar las cosas que hacemos y
nuestra forma de sociabilidad y hay una potencia concreta más interesante en nuestra

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manera de pensar y de sentir que la de ellos, es una pregunta. Es muy difícil hablar del
mundo empresario y de este mundo sin pensar que hay una lucha política porque no hay
empresa sin desposesión objetiva y subjetiva. El capitalismo es una máquina de
desposesión. Cuando la frontera de la soja toma toda la tierra, ocurre que un montón de
gente ya no puede tener su tierra, su economía tradicional. Hay un problema muy concreto,
pero también una desposesión subjetiva, referida a la capacidad de trazar mapas eticos. De
eso se me desposee, se me desposee de la tormenta pero también de la dimensión creativa y
de potencia que se da inseparablemente de la tormenta. Esa desposesión es un problema
político fundamental, sería la traducción al título de hoy. No tiene que ver sólo con Macri,
sino con algo bastante más pesado. Prácticamente todos los partidos políticos de la
Argentina han votado el pago de los holdouts y la deuda es un dispositivo neoliberal
fundamental, es un mecanismo que tiende a empresarializar a las personas, a gobernar el
tiempo futuro. Todo esto es difícil de pensar si no asumimos la idea de lucha política.
Espero que sobre estas cuestioens volvamos el 11, con la idea de “amistad política” y
“afectividad no neoliberal”
Ante la pregunta sobre la idea justicia, que nos hacemos, en cualquiera de esas tres
vertientes desdeñadas (pernismo, cristianismo, izquierda), y a la idea de “derechos”, tan
cara al discurso de la inclusión, me parece que podríamos ligarla a la definción que da
Spinoza en Etica: el derecho es igual a la potencia. Y si el derecho es igual a la potencia,
quiere decir que toda retórica de derechos debe ser valorada de acuerdo a nuestra capacidad
de crear agenciamientos para que esa potencia sea efectiva. Entonces cuando el discurso del
derecho favorece esos agenciamientos está muy bien. Recuerdo lo que Deleuze dice: “no
hay gobiernos de izquierda”, pero hay gobiernos que pueden favorecer en momentos y en
procesos determinados la constitución de potencia. Son grandes momentos en la relación
entre creación y gobierno. La pregunta está menos –para mi- en una vocación genérica de la
justicia y más en cómo una ética nos provee los elementos para constituir agenciamientos
de potencia. Es decir: la justicia no en el sentido teológico, en el sentido de que Dios nos
creó iguales y no se pueden tolerar las desigualdades, sino mas bien el horizonte de
practicas –cosa que extendería a las organizaciones sociales y populares- que tienden a
producir agenciamientos concretos que obligen a replantear la situación que se declara
injusta, en virtud de una potencia presente que ya no puede ser desconocida. Creo que nos
faltan contra poderes, más que discursos. Aún si los contrapoderes tienen ineludiblemente
un plano discursivo, junto a uno territorial, a una materialidad afectiva, a un plano ligado a
la creación de economías. Todo eso podemos aprenderlo de las subjetividades de la crisis
de las ue hablamos hoy. Estoy de acuerdo con un discurso de la justicia, como aquí
plantean, pero al mismo tiempo con unos agenciamientos concretos potentes, muy porosos
y muy creativos a la hora de determinar que cuando vamos a la justicia, vamos a tratar de
cosas muy concretas.

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