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La Obertura

En el siguiente video se explica el nacimiento de la obertura, así como sus principales


características:
https://www.youtube.com/watch?v=pfA5Mom_2dg&t=1s
El preludio de una Ópera, posterior Obertura, se llamó inicialmente Sinfonía, Intrada o
Toccata en el caso de Orfeo (1607) de Monteverdi. No se refería a una forma bien
definida, sino que denominaba una función o modo de ejecución: para el siglo XVII
representaba música vocal o instrumental. Las Sacrae Symphoniae (1597, 1615) de
Giovanni Gabrielli contienen movimientos vocales e instrumentales.
A finales del siglo XVII, este tipo de forma singular retrocede ante dos tipologías modelo,
establecidas en Italia por Alessandro Scarlatti y en Francia por Jean-Baptiste Lully: la
sinfonía preclásica, preludio de la ópera, se manifiesta como Obertura italiana u
Obertura francesa. Ambas son ternarias, pero presentan una sucesión de partes
invertida:

Obertura italiana:
Rápido (a menudo concertante) – Lento (marcadamente armónico y cantable) – Rápido
(con frecuencia de tipo danza). Ejemplo: Sinfonía de Marco Attilio Regolo (1719) de A.
Scarlatti.
https://www.youtube.com/watch?v=ea1p3V7LhIQ

Obertura francesa:
Lento (grave en su ritmo bien marcado) – Rápido (fugado y con cambio, por lo general,
a un compás impar) – Lento (como la primera parte). Ejemplo: obertura de Atys de J-B.
Lully.
https://www.youtube.com/watch?v=WFDezEUeFLQ

Para la época clásica, en adelante, las Oberturas se consolidan en su función de abrir


obras de mayor magnitud como Óperas, Oratorios, Ballet o cualquier otra obra de
carácter teatral.
El rapto del serrallo de Mozart sigue el esquema de la Obertura italiana, con la forma A
B A’. La flauta mágica si bien no es el esquema de la Obertura francesa, tiene un
esquema casi similar, lento – rápido – lento/rápido.
Acerca de Haydn, es muy conocida la obertura de La Creación escrita en forma sonata.
En el caso de Beethoven, podemos hablar sobre la Obertura Leonora N°3, la tercera
escrita para su ópera Fidelio. Tiene un movimiento lento (Adagio) – rápido (Allegro) –
tempo I (entre lento y rápido) – rápido (presto).
El Concierto

El concierto es una aportación genuina del Barroco y proviene de “concertare” que


equivale a pugnar o combatir pero en el sentido musical está unido a “consertus” que
significa concertar, aunarse, ir juntos. En palabras de Leonard Bernstein: “un Cuarteto
es una Sonata para 4 instrumentos; una Sonata para toda la orquesta era una Sinfonía;
y una Sinfonía que incluye a un solista o a cierto grupo de solistas, a parte del cuerpo
orquestal “ripieno”, se llama Concierto”. De aquí se diferencia el Concierto grosso, con
un grupo de solistas “concertino”, del Concierto solista.
En el transcurso de los siglos XVII y XVIII en el norte de Italia empezó a identificarse
como una obra orquestal, en la que las secciones oponen sus motivos melódicos y
armónicos. Por lo común escrita en tres movimientos: Allegro – Adagio – Allegro. Fue
Alessandro Stradella quien publicó en 1670 el primer Concerto Grosso bajo el título de
Sinfonía en Re, pero se debe al compositor Arcángelo Corelli la fijación de esta forma
con sus doce Concerti Grossi Op. 6 (1714). Fue Vivaldi, miembro de la escuela
veneciana junto con Tommaso Albinoni (1671 – 1751) y Benedetto Marcello (1686 –
1739) quien ayudó a perfilar el concierto solista. Otros compositores importantes fueron
Torelli, Tartini y Corelli en buena parte del Barroco, hasta la presencia del los Conciertos
de Brandenburgo de Johan Sebastian Bach, cuyo lenguaje novedoso llevó al concierto
hacia una caracterización preclásica: el ripieno describe pasajes independientes
vinculados a otras secciones que tienen autonomía propia, el material melódico se
fragmenta y distribuye entre las secciones, el clave abandona la función de bajo continuo
y a la orquesta se le añaden trompetas, flautas traversas, flautas de pico y oboes.
Para la época clásica, el concierto solista ya estaba bastante desarrollado. El concierto
clásico fue establecido por Mozart, que sigue el estilo propio del periodo sentimental y
galante de su maestro Johann Christian Bach. Cabe resaltar que la falta de virtuosismo
de Haydn limitó su aportación en el campo del Concierto, terreno en que la comparación
con Mozart resulta imposible. Los conciertos para piano de Mozart significan el más
perfecto logro de la expresión sinfónica del siglo XVIII, aún más que sus sinfonías. Con
excepción de sus óperas, en estos conciertos queda plasmado lo mejor de su expresión
y su aportación más firme en la historia de la música.
El concierto galante para instrumento solista y orquesta, por lo común solo de cuerdas,
consistía básicamente en una forma en tres tiempos: Rápido – Lento – Rápido, en la
que el solista se exhibía en oposición y alternancia con la orquesta, limitada a un estricto
papel de acompañante y de arropamiento. De estas premisas partió Mozart en sus
primeras composiciones para pianoforte y orquesta de 1767, los Conciertos K.37, K. 39,
K. 40 y K. 41, que son en realidad adaptaciones de sonatas de otros compositores, como
Raupach, Schobert, Honauer y Eckart, a las que se limitó a añadir cadenzas y secciones
de tutti orquestal.
Cuando ya en posesión de una sólida técnica sinfónica, abordó nuevamente el género
en 1773 (el Concierto en re mayor, K. 175), lo que hizo fue reinventarlo con un carácter
absolutamente nuevo hasta entonces. Ésta es una obra notable, relativamente amplia,
clara en su estructura, brillante en la parte solista y rica en ideas temáticas; la
orquestación está realzada con trompetas y timbales y ofrece la interesante novedad de
un final en contrapunto fugado en lugar del galante minueto o rondó que era habitual.
Lejos ya del mero virtuosismo acompañado, en este su primer concierto original
estableció las bases de su posterior desarrollo en las obras siguientes.
La década de 1780 fue la más fecunda producción para piano y orquesta. Solo entre
1784 y 1786 compuso la considerable cifra de doce conciertos a parte de numerosas
obras de otra índole. Según Mozart, los conciertos K. 413 y 415 “son un justo medio
entre lo demasiado fácil y demasiado difícil; son bastante brillantes, agradables al oído
y de desenvolvimiento natural, sin llegar a ser triviales. De cuando en cuando, aparecen
pasajes que sólo pueden apreciar los entendidos, pero estos pasajes están escritos de
forma que aún los menos cultos pueden quedar satisfechos sin saber por qué”.
En sus conciertos, Mozart consolidó la “exposición doble” como característica de los
movimientos iniciales. Consiste ésta en la presentación por la orquesta del primer
material temático, seguida de una nueva exposición a cargo del solista acompañado por
la orquesta, en la que suelen aparecer nuevas ideas temáticas; tras ello prosigue una
sección de desarrollo de los temas, de expansión y especulación tonal, y finalmente,
una recapitulación que reafirma la tonalidad básica. En un punto conclusivo y justamente
antes de la coda final, una cadenza improvisada por el solista presenta por última vez
los temas principales haciendo alarde de virtuosismo.
En el aspecto constructivo, aunque mantiene el más o menos el rigor de la estructura
de sonata en tres movimientos, llama la atención la abundancia de elementos temáticos
que entran en juego, sin que en ocasiones se pueda distinguir cuál de ellos es el
principal. En la entrada orquestal con que se inicia el Concierto en Mib mayor, K. 482,
compuesto en 1785, aparecen no menos de siete temas, añadiendo otro más el solista
en su inmediata intervención. Es notoria también la diversidad de procedimientos que
Mozart utiliza para la interacción de solista y orquesta, bien cooperando o bien creando
un conflictivo dualismo de competencias, cuya síntesis resulta más satisfactoria cuanto
mayor es la tensión que la precede como en el Concierto en Do menor, K. 491.
Todos los conciertos están escritos en tonalidades mayores, excepto dos: el n.º 20, en
re menor, y el n.º 24, do menor. Los conciertos presentan sus segundos movimientos
en la tonalidad de la dominante, a excepción de siete: dos escritos en modo menor
(números 20 y 24), en los que el segundo tiempo está en la tonalidad del VI, y otros
cinco conciertos, cuyos segundos movimientos están escritos en el relativo menor de la
tonalidad principal: el n.º 4 (K. 41), el n.º 9 (K. 271), el n.º 10 (K. 365), el n.º 22 (K. 482)
y el n.º 23 (KV 488).
La riqueza de expresiones armónicas, el delicado y turbador cromatismo de sus temas
secundarios, la precisa elección tímbrica de las orquestaciones y el dominio de las
tensiones tonales se alían en los conciertos para piano. De hecho, fuera de sus óperas
y de su música vocal, nada hay tan penetrado de espíritu del aria cantábile como las
melodías de sus conciertos.
En la actualidad, se considera que los conciertos para piano de Mozart constituyen la
cumbre del concierto clásico y son los más influyentes para la posterioridad. Tres de sus
conciertos para piano (números 20, 21 y 23) se hallan entre las obras más grabadas y
conocidas del repertorio clásico.
Por otro lado, cada concierto para piano de Beethoven es distinto y desarrolla una
escritura pianística de gran virtuosismo. Quizá el más famoso sea el Concierto para
piano n.º 5 «Emperador», de 1809, en donde el virtuosismo y el sinfonismo se combinan
a la perfección. Tiene un arranque original y soberbias cadencias. El sobrenombre se lo
asignaron los primeros asistentes como público, dada la grandeza y majestuosidad de
la obra.
El primer y segundo conciertos para piano destacan por ser alegres, mientras que el
tercero, de 1801, por su tono serio, amplitud y calidad incomparables. El cuarto, Op. 58,
de 1808, apuesta por la profundidad lírica y ha sido considerado, por la Allgemeine
musikalische Zeitung de mayo de 1809, como el «mejor concierto para instrumento solo
jamás compuesto».
En cuanto a los conciertos para otros instrumentos, cabe señalar el Concierto para violín
y el Triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, en donde Beethoven
sustituye el sinfonismo por un entretenimiento muy del gusto de la época, dando ocasión
a resonancias algo exóticas, como el Rondó alla polacca, que es su rítmico tercer
movimiento. Beethoven también compuso una Fantasía para piano, orquesta y coro,
Op. 80, que es una triple fantasía: comienza el piano solo, se le une la orquesta y, cerca
del final, hace su entrada el coro, un esquema similar al de la Novena sinfonía. Dentro
de esta categoría de obras para violín y orquesta deben incluirse además dos breves
Romanzas para violín y orquesta.
Cadenzas
Originalmente las cadenzas datan de la ópera en las cuales el solista improvisaba
ornamentos en la cadencia final de una aria (de ahí proviene el nombre, como variación
de la palabra cadencia), posteriormente se ejecutaban como una improvisación en los
conciertos, luego comenzaron a ser escritas. Un ejemplo puede ser Beethoven, quien
escribió las cadenzas en sus cuatro primeros conciertos para piano. Luego de esto se
escribían las cadenzas de forma casi obligatoria y cada vez fueron aumentando de
tamaño y dificultad.
En la actualidad, se conservan las cadenzas que el propio Mozart escribió para quince
de sus conciertos, la mayoría de ellos pertenecientes a su etapa de madurez. Además
de las que se incluyen en la lista siguiente, parece que existieron con toda probabilidad
las cadenzas de los conciertos números 20 (KV 466) y 21 (KV 467), perdidas hoy en
día.

N.º 5 (K. 175): dos versiones para cada uno de los dos primeros movimientos.
N.º 8 (K. 246): dos para el primer movimiento, tres para el segundo.
N.º 9 (K. 271): dos para cada movimiento.
N.º 10 (K. 365): para el primer y el segundo movimientos.
N.º 11 (K. 413): para el primer y el segundo movimientos.
N.º 5 (K.14): para todos los movimientos, dos para el segundo.
N.º 12 (K. 415): para todos los movimientos.
N.º 14 (K. 449): para el primer movimiento.
N.º 15 (K. 450): para el primer y el tercer movimientos.
N.º 16 (K. 451): para el primer y el tercer movimientos.
N.º 17 (K. 453): dos para el primer y el segundo movimientos.
N.º 18 (K. 456): dos para el primer movimiento, uno para el tercero.
N.º 19 (K. 459): para el primer y el tercer movimientos.
N.º 23 (K. 488): para el primer movimiento.nota 18
N.º 27 (K. 595): para el primer y el tercer movimientos.

Cuadro de producción de conciertos en el Clasicismo

Franz Joseph Hydn Wolfgang A. Ludwing Van


Mozart Beethoven
Nro de 9 para piano 27 para piano 5 para piano
Conciertos 2 para órgano 11 para violín 1 para violín
5 para violín 14 entre fagot, 1 Triple concierto para
3 para cello oboe, flauta, arpa, violín, violoncello,
1 para trompeta violín, viola, trompa piano y orquesta.
2 para trompa y clarinete.
Sinfonía 105, en Sib mayor
Conciertos Concierto para piano y Concierto para Concierto para piano
más orquesta en Re mayor. piano y orquesta, y orquesta N°4.
importantes Concierto para violoncello K. 175
en Do mayor.

FUENTES:

 Notas Filarmónicas: La Obertura, canal oficial de La orquesta filarmónica de


Bogotá. https://www.youtube.com/watch?v=pfA5Mom_2dg&t=1s
 Concierto para Jóvenes: ¿Qué es un concierto? – Leonard Bernstein.
https://www.youtube.com/watch?v=LjkiDmGMYxs
 https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Conciertos_de_Joseph_Haydn
 Radcliffe, Philip (2004). Mozart: conciertos para piano. Londres: Idea Books.
 https://es.wikipedia.org/wiki/Cadenza
 https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Conciertos_de_Ludwig_van_Be
ethoven
 http://www.melomanos.com/la-musica/formas-musicales/obertura/

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