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Afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Salesiana – Roma

Incorporado a la Secretaría de Educación Jalisco

SEGUNDO GALILEA:

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y NUEVAS EXIGENCIAS CRISTIANAS EN AMERICA


LATINA

PROFESOR: P. Eduardo Pérez Lara SDB


ESTUDIANTE: Oscar Velasco Calderón
Introducción

El padre Galilea, ha sido uno de los iniciadores de la teología de la liberación.1 Ha considerado


a los pobres no sólo como objeto, sino como sujeto de la evangelización: ellos son los verdaderos
portadores del mensaje de Dios y del evangelio de Jesús en medio de un mundo que tiende a
cerrarse en sí mismo. Ha puesto de relieve la necesidad de vincular el compromiso liberador
con una experiencia contemplativa, abierta al encuentro con Dios, por medio de “los otros”.
Desde esa perspectiva ha destacado la hondura divina de la vida humana, experimentada como
lugar de encuentro personal en gratuidad.

Ha insistido en la importancia de la teología y de la vida espiritual, recuperando y reformulando


la experiencia de los grandes místicos desde una perspectiva nueva de liberación. Él nos ha
hecho ver que la teología de la liberación (y la exigencia de justicia social y de solidaridad) nace
del evangelio más que del marxismo. Él decía que el marxismo es un método político, que puede
apelar a la violencia, pero que el evangelio era mucho más radical, en el plano de las
transformaciones sociales y personales, porque se apoya en una experiencia de gracia y porque
y porque lleva a la exigencia de una transparencia total, de una superación de la “idolatría” del
tener y del imponer.

Biografía

Nació en la capital chilena el 3 de abril de 1928. Fue ordenado sacerdote en 1956. A principios
de los años 60 trabajó en la preparación de misioneros en Cuernavaca.

El Consejo Episcopal L. lo convocó para dar a conocer el Concilio Vaticano II en un instituto


de pastoral, del cual se convirtió el director en las ciudades de Medellín y Bogotá, Colombia.

Hasta 1975 recorrió A.L., comprometido a proponer reflexiones, retiros y ejercicios espirituales.
Trabajó en Estados Unidos con las comunidades de inmigrantes.

Donaba el dinero recaudado por los derechos de autor y por sus conferencias al arzobispado de
Santiago de Chile para financiar retiros espirituales en los sectores más pobres de su país.

1
Junto con Comblin, Gutiérrez y J. Luis Segundo.
En 1997 el arzobispo de Chile le pidió hacer parte del grupo de expertos para redactar las
conclusiones del noveno sínodo diocesano. En el año 2000 partió para Cuba donde sirvió como
director espiritual del seminario de San Carlos en este país.

Entre sus obras están: Pascua de liberación: espiritualidad de la cruz habitada (Madrid: 1993, en
colaboración con J. Sobrino); El discipulado cristiano (Madrid 1993); Tentación y
discernimiento (Madrid 1991); Espiritualidad de la esperanza (Madrid 1998); La amistad de
Dios: el cristianismo como amistad (Madrid 1997); El alba de nuestra espiritualidad: vigencia
de los Padres del desierto en la espiritualidad contemporánea (Madrid 1986); El futuro de
nuestro pasado: los místicos españoles desde América Latina (Madrid 1985); Religiosidad
popular y pastoral (Madrid 1979).

La evangelización misionera

El documento de pueblo es la base fundamental para poder hablar de la evangelización, ya que


los temas que vamos a ir tratando, son temas que la Iglesia de America Latina han ido
enfrentando.

La opción de la evangelizacion, se puede hablar desde varias perspectiva, pero lo fundamental


para nuestro autor es que sea solo una2. Por lo que no resulta redundancia, sino un juego de
palabras para resaltar la dirección que deba llevar la acción misionera. Porque no hay verdadera
evangelización si ésta no conduce en su dinámica a la adhesión a Jesucristo en la Iglesia y en el
Evangelio. Entonces, la evangelización es la mision de la Iglesia y de los cristianos. Lo
misionero como objetivo de la evangelización quiere acentuar; privilegiar a los sectores más
necesitados y marginados.

La evangelización cristiana es “histórica” se hace a partir de hombres concretos de América


Latina, de su historita, su cultura, sus aspiraciones; en fin, su realidad.3 La evangelización
cristiana es “integral”… está llamada a transformar persona individuales, pero también
transforma grupos humanos, familias, culturas, sociedades (de la injusticia social).

2
La opción fundamental misionera es que sea verdaderamente uno, que sea verdaderamente cristiana, y sea que
sea completamente misionera.
3
Ver doc. Puebla 349,351,352.
Opción referencial por los pobres

Dentro de nuestra preocupación por la dignidad humana se sitúa nuestra angustia por los
millones de latinoamericanos que no pueden llevar una vida que responda a su dignidad. Nuestra
fe proclama que Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Por eso,
la opción preferencial por los pobres, que no es exclusiva ni excluyente, está implícita en la fe
en Jesucristo, el Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza.

Los cristianos, como misioneros, estamos llamados a contemplar en los rostros sufrientes de
nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos. Los rostros sufrientes
de los pobres son rostros sufrientes de Cristo. Todo lo que tenga que ver con Cristo tiene que
ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Cristo: “Cuanto lo hicieron
con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt. 25, 40). Esto debe de
ser la mision principal de América Latina.

La opción preferencial por los más pobres y marginados, tiene que ser dinamismo de Cristo que
habita en la Iglesia y seguir la ley del amor. Es hacer valer las justicias por los oprimidos.

La liberación y la evangelización de los pobres constituyó el primer éxodo misionero de una


Iglesia que sale de sus fronteras. Por eso la mision implica ir más allá de las fronteras, de la
Iglesia y de las influencias del cristianismo. La mision entonces es hacer historia de la liberación
de Dios encarnada en la Iglesia.

Lo fundamental es que, en el cristianismo, el sentido del pobre, la opción por su liberación, son
un criterio esencial en la salvación por Jesús e inseparables del sentido de Dios.

Para Jesús la ley se resume en el amor de Dios y del hermano (Mt 23, 37-40), el cual se verifica
en la misericordia con el hermano necesitado, tanto del punto de vista económico como
cualquier otro tipo de necesidad. Es el mensaje de la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-
37). Por lo que la animación misionera debe de estar siempre en relación y ser coherente con la
problemática y el pensamiento pastoral y teológico en torno a la evangelización en América
Latina.
La gran tentación de la vida cristiana sobre esta opción, es separar lo que está unido o
relacionado profundamente en el dinamismo de la fe en Jesús o hacer de la práctica “compatible
algo que es incompatible dentro de la evangelización”.

Dar desde nuestra pobreza significa evangelizar desde los pobres

Esto significa colocar a la mision más cercana a la metodología del evangelio, es decir, poner
en práctica el nuevo mandamiento de Jesús “amar a Dios y al prójimo”. El compromiso
evangélico de la Iglesia, debe ser como el de Cristo: un compromiso con los más necesitados.
La Iglesia entonces, debe mirar, por consiguiente, al pobre y al marginado cuando se pregunta
cuál ha de ser su acción evangelizadora en su total fidelidad al evangelio y a la tradición, sin
perder de vista nuestro carisma de signo de unidad y pastor, para hacer comprender mejor las
situaciones de vida de los más excluidos.

Esto demuestra por la preocupación preferencial en defender y promover los derechos de los
pobres, los marginados y oprimidos. Lamentablemente, no todos en América Latina nos hemos
comprometido suficientemente con los pobres, no siempre nos preocupamos por ellos y somos
solidarios con ellos. El servicio exige, en efecto, una conversión y purificación constantes, en
todos los cristianos, para el logro de una identificación cada vez más plena con Cristo pobre y
con los pobres.

Desafío misionero y de la acción evangelizadora

Los desafíos que ha de enfrentar la Iglesia, se manifiestan los signos de los tiempos, los
indicadores del futuro hacia dónde va el movimiento de la cultura. La Iglesia debe discernirlos,
para poder consolidar los valores y derrocar los ídolos que alientan este proceso histórico.

Estamos en una situación de urgencia; el cambio de una sociedad agraria a una urbano que
somete la religión del pueblo a una crisis decisiva. Los grandes desafíos que nos plantea la
piedad popular para el final del milenio en América Latina configuran las tareas pastorales. Por
lo que hay una gran necesidad de evangelizar y catequizar adecuadamente a las grandes
mayorías que han sido bautizadas y que viven un catolicismo popular debilitado.

La opción misionera no es una opción accidental o sobre puesta; existencialmente forma parte
del proyecto de vida de esa persona. El éxodo misionero marca radicalmente la vida del
cristiano, acostumbrado antes de una evangelización “establecida” y a menudo intraeclesial.
Primeramente, el misionero debe ser contemplativo: capaz de transmitir no solo ideas, sino su
experiencia en Jesucristo.

Conclusión

Podemos concluir diciendo que la entrega total a la edificación del reino de Dios que la mision
exige; a) la pobreza como condición y estilo de vida (no el sentido de bienes materiales). Nuestra
fe cristiana es nuestra mayor riqueza, y la mision es el amor que nos impulsa a compartir la esa
fe. Podemos ver en esto un signo de la acción del Espíritu que lleva a nuestras iglesias a hacerse
más misionera, porque una Iglesia no es plenamente misionera por la mision al interior-local;
también requiere abrirse a la mision exterior: “ad agentes” ir hacia una Iglesia necesitada, lo que
el padre Galilea le llama “Éxodo misionera”

Por lo tanto, la responsabilidad misionera requiere que nuestras iglesias influyan no solo por su
riqueza pastoral o espiritual, sino que aporten al exterior lo más esencial y central, de la vida de
la Iglesia; nuestra fe en Jesucristo.

Bibliografía:

 GALILEA, S., La responsabilidad misionera desde América Latina. Protagonismo


misionero de nuestras Iglesias, Bogotá, Paulinas 1981.
 Apuntes Personal de Clases de Teología de la liberacion, Tlaquepaque 2018.

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