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EMPATIA

“La empatía: La clave para conectar con los demás”

“Las personas empáticas suelen tener más éxito social, ya que la empatía facilita las relaciones
interpersonales, la negociación, la capacidad de persuadir y el desarrollo del carisma”

La empatía es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás,
poniéndose en su lugar y de esta manera poder responder correctamente a sus reacciones
emocionales.

La empatía es una capacidad que nos ayuda a comprender los sentimientos de los
otros, facilitando también la comprensión de los motivos de su comportamiento, y
que permite así prevenir importantes conflictos. Sin embargo, muchas personas
presentan unos niveles excesivamente bajos (en casos patológicos pueden llegar
a ser inexistentes) de esta habilidad.

Quien es empático desarrolla la capacidad intelectual de vivenciar la manera en que siente la otra
persona, lo que le facilita la comprensión del porqué de su comportamiento y le faculta para
mantener un diálogo con el otro con un estilo de interacción positivo para ambos, respetando lo
que piensa y siente cada uno y buscando acuerdos de mutuo beneficio.

las personas empáticas suelen tener más éxito social, ya que la empatía facilita las relaciones
interpersonales, la negociación, la capacidad de persuadir y el desarrollo del carisma.

Cómo se adquiere la empatía


No nacemos siendo empáticos, sino que esta habilidad interpersonal
forma parte de nuestro correcto desarrollo emocional y social
comenzando a desarrollarse desde la más tierna infancia.

Desde la psicología básica, la base de la empatía reside en las neuronas


espejo, un tipo de neuronas que humanos y primates tenemos en
el cerebro, y que permiten la captación e imitación de los estados
emocionales de nuestros semejantes. Este regalo que nos hace
nuestra biología posteriormente debe combinarse con
la socialización para poder alcanzar unos niveles de empatía adecuados.

La empatía primitiva, que aparece ya desde los tres meses de edad, se


desarrolla gracias a las situaciones de interacción con los adultos,
facilitando la creación de vínculos afectivos intensos y privilegiados.
En este sentido, la actitud y la educación emocional de los padres es
fundamental para que un niño desarrolle empatía. Por ejemplo, un niño
cuyos sentimientos son ignorados por sus padres, que le dicen frases
como “deja de llorar”, “no te pongas así”…, aprenderá a ignorar sus
sentimientos y los de los demás. Del mismo modo, un niño al que se le
atiende emocionalmente (se le escucha cuando se queja, se le dan
besos, caricias, etcétera) aprenderá a escuchar sus propias emociones y
las de los otros, abriendo paso a los primeros pasos del desarrollo de la
empatía.

Dicho en palabras más sencillas y con un ejemplo, para nosotros puede no


ser muy importante el hecho de no tener hermanos, pero para otra persona
sí puede serlo. En esta situación, la persona empática apartaría su
“escala de importancia” para entender el sufrimiento del otro desde
“su escala de importancia”.

El grado de empatía
Hay personas que tienen una facilidad natural para hacer lo que
anteriormente hemos descrito pero hay otras que son incapaces de
hacerlo. Sin embargo, ¡cuidado! A veces confundimos la empatía con
otro concepto que si bien no es lo mismo, es una parte fundamental para
que se produzca la empatía. Hablamos del reconocimiento de emociones.
Nos referimos a reconocer la tristeza, la alegría, el miedo, el enfado. Hay
personas que son capaces de identificar rápidamente el estado
emocional en el que se encuentra otra persona y hay otras que no
consiguen identificarlo, siendo un poco exagerados, aunque se lo escriban
en la frente.
Lógicamente, en este paso previo a la parte más cognitiva de la
empatía influyen muchas variables: la familiaridad que tenemos con la
persona que tiene la emoción, nuestro grado de cansancio, su
predisposición comunicativa, etc.

La empatía tiene muchos aspectos positivos: facilita la comunicación, el


consuelo, la resolución de problemas, etc. Pero también hay un aspecto
negativo: vivir continuamente en unos zapatos que no son los nuestros
puede hacer que creemos una desconexión emocional con nosotros
mismos que nos puede pasar una factura muy importante.
¿Cuándo demostramos empatía?
Podemos ser una personas muy empáticas, pero si no lo demostramos, si
no lo ponemos en práctica no sirve para nada. Dicho esto vamos a
enumerar algunas ocasiones en la que podemos utilizarla:
 Cuando sabemos escuchar y comprender los sentimientos del otro sin
estar tan pendiente de nosotros mismos y de nuestras palabras.
 Cuando no solo utilizamos las palabras para consolar. También un abrazo,
una palmada en el hombro, un beso o una caricia nos hace ser más
empáticos.
 Cuando estamos con alguien que tiene un problema y le ayudamos con el
sentido del humor por ejemplo.
 Cuando nos expresamos con delicadeza y cortesía.
 Cuando no mostramos gestos de aburrimiento hacia lo que nos cuentan
los demás.
 Cuando no hacemos un comentario que sabemos que le va a molestar al
otro.
 Cuando hacemos entender a un anciano o a un niño por ejemplo que lo
entendemos, que lo comprendemos.
 Cuando ayudamos a resolver problemas y somos capaces de calmar a los
demás.

¿Cuándo no demostramos empatía?


Por el contrario, también pueden existir momentos y situaciones en las
que no mostramos empatía:
 Cuando creemos que nuestros problemas son los únicos que hay en el
mundo.
 Cuando no escuchamos a los demás.
 Cuando juzgamos y hacemos comentarios hirientes.
 Cuando nunca ofrecemos una sonrisa, un gesto amable o una caricia a los
demás
 Cuando siempre que hacemos algo por los demás esperamos algo a
cambio.
La empatía es una buena habilidad para practicar, pues nos permite
comprender a los demás. Pero debemos tener cuidado con practicar la
empatía en exceso para no desconectar de nosotros mismos.
Conclusión

La empatía es una herramienta para conectar con los demás, porque nos lleva a empatar con
simpatía, lo que significa buscar el ganar/ganar en la relación con el otro con verdadero interés a
través de la escucha activa, de conocer cuál es el mapa con el que explora el mundo y mediante la
comprensión, entender y respetar por qué escoge las rutas que escoge para andar por la vida. Si así
lo hacemos, nuestro propio mapa se amplía, incorporamos nuevos paisajes, aprendemos nuevas
rutas y al tener un mapa más amplio, caminamos más seguros y más felices por la vida porque
elegimos los caminos más cortos y mejores, los que nos hacen llegar antes a nuestro destino
perfecto: la autorrealización.

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