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25 .1 . Abordaje.
chos, dando avante toda para librarse del peligro, pues aunque lo evitase,
cae en el nuevo riesgo de encontrarse con el buque excesivamente arran-
cado y de que sobrevengan otras situaciones comprometidas más graves .
En cualquier caso al ser inminente el abordaje o la varada, deben
fondearse las dos anclas, .con lo cual se disminuirá indudablemente la
violencia del choque .
Los buques que se han abordado deben atender en primer lugar
a su propia seguridad, es decir, al salvamento del buque, de los pasajeros
y de los tripulantes . Una vez que comprueben que pueden mantenerse a
flote con seguridad deben atender a prestar auxilio al otro buque .
Generalmente el buque que aborda sufre menos averías y es el que
auxilía al buque abordado . Por ello no debe alejarse del lugar del sinies-
tro hasta asegurarse que no necesita auxilio el buque abordado . Si éste
se hunde, debe recoger a todos los náufragos . Ambos capitanes deben
comunicarse los nombres de los buques, puertos de matrícula, de salida
y de destino .
El capitán debe anotar en el Diario de Navegación el abordaje
ocurrido, así como las circunstancias que lo motivaron . A la llegada a
puerto debe presentar a la autoridad de Marina un parte detallado del
abordaje, de las maniobras realizadas para evitarlo, etc .
25 .3. Varada.
Varias son las causas que pueden dar lugar a una varada . Así, se
puede varar : al intentar fondear en una costa brava, por garrear las an-
clas una vez el buque fcndeado, por faltar las cadenas de las mismas,
por la existencia de un bajo no situado en la carta o situado en posición
errónea, y, por último, intencionadamente, ante la seguridad de la pérdi-
da del buque y con la probabilidad de que pueda salvarse la tripulación .
También pueden producirse varadas en tiempo de niebla o cerrazón al
existir un error en la estima .
25 .7 . Averías en el timón .
Las averías en el gobierno del buque pueden ocurrir en la trans-
misión hasta el timón, o en el timón propiamente dicho . La primera ave-
ría será más o menos posible repararla, según su importancia, pasando
en el entretanto a gobernar con la rueda de gobierno a mano .
En el caso de que la avería se produzca en la misma pala del ti-
món, puede consistir en rotura de machos, hembras o de la mecha . En
cualquiera de estos casos la reparación se hace muy difícil y penosa, con-
sistiendo en asegurar o trincar con barras, ángulos y cables el elemento
roto para que el timón no acabe de perderse y pueda el buque gobernar
algo, en tanto se dirige al puerto más próximo .
Si el buque pierde el timón hace falta construir y armar un timón
de fortuna cuya forma, dimensiones y características dependen de los
elementos con que se cuente a bordo .
E . istiendo mal tiempo, todas las reparaciones de averías de timón
se harán aún más difíciles y arriesgadas, llegando a ser materialmente
imposible realizarlas en la mayoría de los casos .
Cuando se trate de un buque de vela, la maniobra que se realiza
al faltar un guardín depende del gúardín que falte y de las condiciones
en que se navegue .
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Las averías que se produzcan en las hélices serán casi siempre im-
posibles de reparar en la mar y exigirán normalmente la entrada del bu-
que en dique . Con los medios de a bordo, lo único que podrá hacerse
será reconocer la clase de avería producida para . obrar en consecuencia .
Hoy día es muy difícil que ún buque pierda la hélice, pues éstas
van montadas con mucha seguridad . En cuanto a la pérdida de las palas
por golpe contra algún objeto, nunca es total, pues si la hélice es de
hierro saltan algunos pedazos de la pala, quedando siempre otro trozo
que produce alguna propulsión al buque y si la hélice es de bronce difí-
cilmente llegan a partirse las palas por tratarse de un metal muy ma-
leable, quedando deformadas por el golpe, pero casi enteras .
Si en aguas tranquilas hay que desmontar una hélice averiada, lo
primero será modificar el asiento del buque para que aquella sobresalga
del agua . Después se realizará la maniobra utilizando dos aparejos de
tres guarnes, a ser posible con tira de abacá . Se montará un aparejo por
fuera de cada aleta y aproximadamente en el plano transversal del buque
que pasa por la hélice. Esta se embalsará con una eslinga gruesa de ca-
dena, a la cual se engancharán los cáncamos de los cuadernales inferio-
res de ambos aparejos . A continuación se templarán bien ambos apare-
jos, por igual . Seguidamente se quitará el cono exterior de la hélice,, las
chavetas o trincas y todo lo necesario para desconectarla ; tras lo cual
se moverá hacia afuera con espeques de acero o un gato hidráulico, man-
teniendo bien templados y trabajando por igual a ambos aparejos hasta
que la hélice quede fuera de su eje . Entonces se irá lascando de uno de
ellos y templando del otro hasta que la hélice vaya alcanzando la vertical
de este último aparejo, con el cual, o con una pluma se llevará a bordo .
La faena de montar la hélice de respeto se hará en forma inversa .
25 .10. Salvamentos .
J, pero debe tenerse en cuenta que entonces los cables trabajarán mal
por formar un codillo muy pronunciado en ellos .
Durante la maniobra de, auxilio, la faena más penosa es la de
pasar los remolques al buque varado, sobre todo si existe mar. Deben
(C)
Fig . 25 .1
Fig . 25 .2
(b)
Fig . 25 .3
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