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VIDA CRISTIANA
Es casi imposible en el Mundo Occidental escapar de la sensualidad. El sexo está
en la televisión, en las películas, en nuestra música, en los laterales de los
autobuses, durante los espectáculos deportivos, en nuestros libros y en la caja del
supermercado. El sexo está en todas partes en el centro comercial, goteando en
cada anuncio de cerveza y llenando cada película de la cartelera. El pecado sexual
deambula en nuestras escuelas secundarias, hace alardes en medio de nuestras
universidades, y se esconde en nuestras iglesias.
Así que, ¿cómo podemos obedecer el séptimo mandamiento en este mundo en que
vivimos y con nuestros corazones saturados de sexo?
4) 2 Pedro 3:10-14 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón… por tanto,
amados… procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e
irreprensibles”. ¿Quieres estar engañando a tu marido, masturbándote, o
viendo Game of Thrones cuando Cristo regrese?
5) Santiago 1: 14-15 “Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido
por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado;
y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte”. Este pasaje nos ayuda a
entender cómo trabaja la tentación y nos recuerda que sentirse tentado no es
necesariamente lo mismo que pecar. La tentación nos atrae a hacer lo que no
debemos hacer. Eso no es pecado. Cuando se alimenta el deseo, este concibe y da
a luz el pecado (pecado en la carne o pecado en la mente). Entonces el pecado
crece, madura y conduce a la muerte. La lujuria no es ser atraídos por alguien o
fijarse en que él o ella es bien parecido. La lujuria no es tener un fuerte deseo
sexual. La lujuria no es excitarse por el sexo en el matrimonio. La lujuria no es
notar inadvertidamente a una mujer que se baña en un techo. El pecado es quedarse
viéndola y comenzar a maquinar ideas en la cabeza. Aviva el fuego de la pasión
lujuriosa y ella dará a luz muerte. Pregúntale al rey David.
6) Hebreos 2:17-18 “Por tanto, tenía que ser hecho semejante a Sus hermanos en
todo, a fin de que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las
cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.
Pues por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer
a los que son tentados”. Jesús fue tentado. No como nosotros somos tentados
debido a una naturaleza pecaminosa. Pero hubo voces externas llamándolo a pecar.
No subestimemos la verdadera naturaleza de sus tentaciones y no socavemos su
solidaridad y su capacidad para ayudar. Jesús tuvo hambre en el desierto. Él tenía
un deseo, una necesidad. Él fue tentado a hacer pan de las piedras para poder
disfrutar del placer de la comida. Pero le dijo al diablo: “No solo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:1-3). En nuestros
momentos de tentación sexual, tenemos que pensar, “La carne no me sostiene,
Jesús lo hace”.
7) Romanos 14:21 “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que
hace que tu hermano tropiece”. Como cristianos queremos ayudar a los demás a
evitar el pecado, no conducir a otros con coqueteos, chistes groseros o vestimenta
indecorosa.
8) Mateo 5:27-30 “Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio.’ Pero
Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio
con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque
te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea
arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque
te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al
infierno”. No somos buenos luchadores; ponemos excusas, no somos
radicales. Hacemos algunas oraciones, nos sentimos mal todo el tiempo, le
decimos a un amigo que nos pregunte cómo lo estamos haciendo de vez en cuando
y eso es todo. Necesitamos una acción más decisiva que esas. Evita las películas,
deshazte de tu conexión a Internet, no beses antes del matrimonio, tira tu televisor,
arranca tu ojo, lo que sea necesario para combatir la lujuria. Hay mucha gente que
va con cuerpos enteros al infierno y muy pocos amputados espirituales van al cielo.
9) Gálatas 6:7 “No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el
hombre siembre, eso también segará”. A menudo hay consecuencias temporales
por la desobediencia. Podrían ser enfermedades de transmisión sexual, cargas en
el matrimonio, una conciencia culpable, quedar sumergido en una adicción más
profunda, distracciones en el trabajo, un fetiche pornográfico heredado a sus hijos,
la destrucción de su familia, su matrimonio o su ministerio. También hay
consecuencias eternas si te entrega a este pecado. Gálatas 6:8 “Porque el que
siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.
10) 1 Corintios 6:15-20 ”¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo?
¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De
ningún modo!…¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está
en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos?
Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su
cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”.Necesitamos una teología del
cuerpo: el cuerpo es bueno, pero no es tuyo. Jesús no murió solamente para rescatar
nuestras almas. Él también murió por nuestro cuerpo. Pertenece a Dios. Eres una
parte del cuerpo de Cristo ahora. Ciertamente, no queremos emplear el cuerpo de
Cristo en alguna aventura sexual o sus ojos en ver pornografía o su mente en
fantasías sensuales.
11) 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”. El liberalismo cultural
dice: “Solo sé tú mismo”. La autoayuda dice: “Puedes encontrar un mejor tú si solo
cavas lo suficientemente profundo”. El moralismo dice: “Sé una mejor persona”.
La Biblia dice: “Tú eres una persona nueva por la gracia de Dios, ahora vive como
tal”. “Sé quien verdaderamente eres” es la motivación del evangelio para la
santidad.
12) Hebreos 10: 24-25 “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y
a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se
acerca”. Nadie pelea una guerra por sí mismo, y nadie tendrá la victoria sobre el
pecado sexual por su propia cuenta. Tienes que hablar con otros acerca de tus
luchas y también escucha. Sé honesto, haz preguntas buenas. No te limites a
confesar y sentirte mejor. Arrepiéntete y cambia. No te limites a simpatizar,
amonesta. Haz un seguimiento a tus hermanos y hermanas. Ora y recuérdale a los
demás el evangelio.
13) Santiago 4:6 “Pero El da mayor gracia. Por eso dice: 'Dios resiste a los
soberbios pero da gracia a los humildes'”. Dios siempre da más gracia. Así que
sigue viniendo a Él con tu pecado y todas las violaciones contra Sus
mandamientos. Confiesa como David lo hizo en el Salmo 51 que has pecado contra
Dios. Confiesa que Dios fue al que más ofendiste como resultado de tu pecado. Y
entonces puedes decir como David en el Salmo 32: “¡Cuán bienaventurado es
aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán
bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad!”. Nunca
experimentaremos mayor victoria sobre el pecado a menos que seamos rápidos en
volver hacia Cristo todas las veces fallamos.
14) Mateo 5:8 “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios”.
Este ha sido el versículo más útil para mí en la lucha contra la lujuria y la tentación
de la inmoralidad sexual. Tenemos que luchar contra el deseo con el deseo. Satanás
nos tienta sosteniendo algo que va a ser agradable para nosotros. No
somos tentados a atiborrarnos con un platillo desagradable que no implica la
promesa de un gran placer. Pero el sexo, la pornografía, y una segunda mirada si
implica eso. La Biblia nos da muchas armas para luchar contra la tentación.
Podemos decimos que es malo, que es pecaminoso, que dará lugar a cosas malas,
que no es lo que debo hacer como cristiano. Todo eso es útil. Pero la única arma
que rara vez utilizamos es otro placer. Tenemos que luchar contra el placer fugaz
del pecado sexual con el placer mucho más grande y perdurable de conocer a Dios.
La lucha por la pureza sexual es la batalla de la fe. Puede sonar como nada más
que trabajo duro y un rechinar de dientes, todo lo contrario de la fe. Pero la fe está
en el corazón de esta lucha. ¿Creemos que la visión de Dios es mejor que una
visión de un pedazo de piel? ¿Creemos que la misericordia de Dios es mejor que
la vida (Salmo 63:3)? Probablemente pecaríamos menos si pasáramos menos
tiempo pensando en nuestros pecados, sexuales o de otro tipo, y más tiempo
meditando en el amor y la santidad de Dios.
15) Efesios 1:19-21 ”…y cuál es la extraordinaria grandeza de Su poder para con
nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de Su poder. Ese
poder obró en Cristo cuando Lo resucitó de entre los muertos y Lo sentó a Su
diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad,
poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también
en el venidero”. El gran poder que creó al mundo y nos salvó, y resucitó a Jesús
de entre los muertos, ése mismo poder ahora es el obra en ti. Debemos creer que
Dios es más fuerte que la tentación sexual, que el pecado y que la adicción. Si crees
que Dios trajo un muerto de nuevo a la vida, debes creer que puedes cambiar.
Generalmente no de la noche a la mañana, sino de un grado de gloria a otro.
Ejercita tu salvación del pecado sexual con temor y temblor, porque el poder de
Dios ya está obrando dentro de ti.