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Todo intento de sintetizar en pocas páginas una obra extensa y compleja produce
inevitablemente cierta mutilación de la misma, pues el comentarista tiende a "filtrar",
además de los aspectos relevantes para la comprensión de la obra aquellos que, según su
filiación teórica y/o la investigación que desarrolla, considera más significativos.
Evidentemente, nuestra lectura del texto de Giddens no escapará a esto. Sin embargo,
ello no significa que abandonamos la pretensión de reconstruir sintéticamente la
"columna vertebral" de esta compleja obra -o sea, reconstruir coherentemente los
principales elementos del cuerpo conceptual que da sustento a la teoría de la
estructuración giddensiana-; simplemente significa que tenemos conciencia de que esta
lectura/reconstrucción, así como las pequeñas incursiones críticas que haremos, estará
inevitablemente marcada por nuestras preocupaciones. Hecha esta disgresión inicial,
vamos a la tarea.
El análisis de Giddens sobre las características y atribuciones del self -designación dada
al sujeto individual para enfatizar su aspecto (auto)reflexivo-, del cuerpo y del tiempo-
espacio (tiempo-geografía) en la contextualidad de la vida cotidiana, además de
constituir un amplio panel de otras teorías -con las que el autor dialoga y polemiza-, es
extremadamente rico en detalles. Por lo tanto, evidentemente no reproduciremos
íntegramente los conceptos allí presentes, sino que analizaremos sólo las características
e importancia de los encuentros en co-presencia y del contexto tiempo-espacial para lo
que es el nudo gordiano de la teoría de la estructuración, el concepto de dualidad de
estructura.(2)
la integración social tiene que ver con la interacción en contextos de co-presencia. Las
conexiones entre las integraciones social y de sistema, pueden ser trazadas examinando
los modos de regionalización que canalizan y son canalizados por trayectos de tiempo-
espacio adoptados por los miembros de una comunidad o sociedad en sus actividades
cotidianas (ibid.: 115).
Pasemos ahora, luego de esta sucinta exposición de las características del agente y su
contexto interactivo (el tiempo-espacio), a la exposición de los procesos reproductivos
de los sistemas sociales.
Por lo tanto, para Giddens, la estructura no debe ser entendida como objeto, como ente
corpóreo, palpable, sino como "trazos de memoria" que se concretizan en propiedades
permanentemente renovadas de los sistemas sociales, propiedades éstas que se
extienden temporal y espacialmente y, simultáneamente, delimitan el campo de acción
de los agentes.(4). Esa delimitación estructural, sin embargo -y éste es uno de los puntos
más polémicos de la teoría de la estructuración- no es concebida por Giddens sólo en su
aspecto coercitivo, sino también como facilitadora de la acción de los agentes sociales.
(5)
Acá, desde nuestro punto de vista, es necesario prestar atención a la siguiente cuestión:
en los niveles de abstracción en que el autor despliega sus conceptos, su énfasis en el
doble carácter de las propiedades estructurales de los sistemas sociales (coercitivas y
facilitadoras) está plenamente justificado y, cuando apunta al pensamiento sociológico,
la crítica es correcta. Sin embargo, una mayor concreción analítica permitiría advertir
que, por un lado, las formaciones histórico-sociales poseen grados diferenciados de
coercitividad y/o facilitación de la actividad de los agentes, y, por otro, que en una
misma formación histórico-social los grados de coercitividad y facilitación de la acción
por las propiedades estructurales no son los mismos, variando significativamente en
función del desarrollo general de las fuerzas productivas y del momento (coyuntura
socioeconómica y políticocultural, ascenso, estabilidad o decadencia de la sociedad en
cuestión, etc.) de las clases/grupos sociales analizados. En la concepción marxiana, por
ejemplo, a diferencia de lo que Giddens afirma en su crítica, ese "doble carácter de la
estructura"(6) (aunque Marx y sus continuadores no le dieran esa denominación) es no
sólo reconocido sino analizado de modo más concreto. Veamos esto más de cerca.
Por ejemplo, siguiendo con esta discusión, para demostrar la corrección del
pensamiento marxista en cuanto a la relación entre necesidad y libertad, determinación
y elección, tal vez no haya mejor ejemplo que el referido al complejo técnico-
organizativo de la producción, complejo que, a pesar de reconstruirse permanentemente
para intensificar la explotación y ampliar el control sobre la fuerza de trabajo (coerción),
contradictoriamente produce y consolida (posibilita/facilita) las bases objetivas de la
revolución social, o sea de la aniquilación de las fuerzas sociales que conforman dicho
complejo.
Podemos entonces afirmar que no es la teoría elaborada por Marx la que subestima el
papel de los individuos en la configuración de los procesos histórico-sociales, sino que
es la teoría de Giddens la que, debido a su carácter genérico, implica una subestimación
del carácter coercitivo de las estructuras sobre los agentes, subestimación cuyos reflejos
se hacen sentir hoy de la manera más vehemente en sus textos propagandísticos de la
muy conservadora "tercera vía",(9) que proponen como salida a los graves problemas
socioeconómicos contemporáneos el control de lo incontrolable, a saber, el control del
capital. Estaba en lo cierto Carlstein cuando afirmó que "un importante inconveniente
en el paradigma de Giddens es que los aspectos facilitadores de la estructura no están
suficientemente equilibrados por los aspectos coercitivos" (citado por el mismo
Giddens, 1989: 139).
no se debe olvidar que los complejos problemáticos aquí emergentes (cuyo tipo más alto
es el de la libertad y la necesidad) sólo logran adquirir verdadero sentido cuando se
atribuye -y justamente en el plano ontológico- un papel activo a la conciencia. En los
casos en que la consciencia no se torna un poder ontológico efectivo, esa oposición
[entre libertad y necesidad] jamás podría ocurrir (Lukács, 1978: 5).
Para desarrollar sus tesis sobre el papel de la teoría social y los fundamentos de la
investigación empírica, Giddens analiza algunas investigaciones realizadas por
estudiosos de diversas áreas, buscando develar sus aspectos positivos y negativos para ir
delineando, a través de este análisis comparativo, los fundamentos teórico-analiticos que
deben orientar las investigaciones de los cientistas sociales de acuerdo con la teoría de
la estructuración. En este contexto, tejiendo una crítica implícita al positivismo y
haciéndose eco de la visión totalizante del ser social (característica del pensamiento
marxista), enfatiza la necesidad de establecer un amplio diálogo e interconexión entre
las diversas ciencias sociales, dado que la retracción de cada una de ellas a sus
especialidades dificulta mucho (para no decir que imposibilita) develar efectivamente
los rasgos esenciales de las prácticas (re)productivas individuales y colectivas de la vida
humana. Y, para concretizar su concepción de la investigación social, que ciertamente
satisface a innumerables adeptos de las prácticas didáctico-pedagógicas que priorizan la
interdisciplinariedad, en una nota crítica al final del sexto capítulo del libro, el sociólogo
inglés analiza las relaciones existentes entre historia y hermenéutica, historia y
geografía y geografía y sociología, demostrando la imposibilidad de analizar el tiempo y
el espacio descontextualizados entre sí y desconectados a su vez de las relaciones y de
las motivaciones de los agentes sociales.
Conclusión
En suma, omite el carácter fundante y fundamental del trabajo, que es la actividad sobre
la que se levanta todo el complejo societal o, mejor, sobre el cual se levantan todas las
formas de la praxis social que, estando contenidas in limine en la misma praxis
laborativa, solamente se manifiestan de manera plena a través del desdoblamiento
intensivo y extensivo, dentro y fuera, de la misma. (14) Con esto, además de ocultar
esas características centrales del trabajo (corresponder a las actividades mediadoras
entre los hombres y la naturaleza y fundar/fundamentar el ser social) detrás de acciones
abstractas, Giddens también lo saca del centro del análisis social (y sociológico)
disolviendo en el análisis de las acciones en general (acciones en abstracto) el análisis
de los modos de (re)producción de la vida material . Haciendo esto, retrocede casi dos
siglos en el análisis social o, por lo menos, hasta antes de la revolucionaria constatación
de Marx y Engels, que aseveraron que:
la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es
que los hombres se hallen, "para hacer historia", en condiciones de poder vivir. Ahora
bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas
más (...) Por consiguiente, lo primero, en toda concepción histórica, es observar este
hecho fundamental en toda su significación y en todo su alcance y colocarlo en el lugar
que le corresponde. (Marx & Engels, 1987: 39-40).
Desde nuestro punto de vista, por no atender a las cuestiones arriba planteadas en su
teoría de la estructuración, Giddens plantea un análisis sobre la diferencia entre
conflictos y contradicciones que (a diferencia de la concepción marxista) no tiene el
mismo énfasis analítico en los aspectos estructurados y estructurantes de la esfera del
trabajo, subvalorizando así sus implicaciones en las relaciones entre agencia y coerción
en los procesos de reproducción y transformación individual y colectiva. En definitiva,
la subvaloración de esa esfera en la configuración del ser social es seguramente la causa
de que su análisis sobre la contradicción en las relaciones sociales (Giddens, 1989: 256-
9) y específicamente de las contradicciones en las sociedades contemporáneas, haga
coro a los análisis de Claus Offe sobre la "desmercantilización" de amplias ramas de
servicios y de la fuerza de trabajo. Abdica así de la elucidación de las contradicciones
estructurales del capital y de sus repercusiones sobre la totalidad social, contradicciones
que, incluso en las condiciones de enrarecimiento de la lucha de clases de posguerra,
generaron (y generan) consecuencias extremadamente perversas para el ser social (y
natural).
Bibliografía
______, (1981), "Il lavoro", En Per L’Ontologia dell"Essere Sociale, Roma, Editori
Riuniti, (Tradução para o português de Ivo Tonet, Prof. da UFAL, mimeo).
______ & Engels, F. (1987), A Ideologia Alemã (Feuerbach), 6ª ed., São Paulo, Hucitec.
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Notas:
3 "Las rutinas de la vida cotidiana son fundamentales incluso para las más elaboradas
formas de organización de la sociedad. En el transcurso de sus actividades diarias los
individuos se encuentran los unos con los otros en contextos situados de interacción
-interacción con otros que están físicamente co-presentes" (ibid.: 52).
11 Capacidad que, como demuestra el filósofo húngaro, se vincula con los orígenes del
trabajo, con la conciencia en suma del propio hombre.
12 "El proceso global de la sociedad es un proceso causal, que posee sus propias
normatividades, pero no es nunca objetivamente dirigido para la realización de la
finalidad. Incluso cuando algunos hombres o grupos de hombres logran realizar sus
finalidades, los resultados producen, como regla general, algo que es completamente
diferente de aquello que se había pretendido" (Lukács, 1978: 10-11).