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Madrid 2015
ABRAXAS
un dios para la nueva conciencia
estudio sobre la dualidad
5
ÍNDICE
Prólogo............................................9
Porqué Abraxas..............................13
Abraxas...........................................19
Bibliografía.....................................81
7
Prólogo
12
Por qué Abraxas.
17
Abraxas
19
La imagen que lo representa como un ser con cabeza
de gallo y piernas de serpiente puede ser interpretado
como un ser que media entre lo celestial y lo terrenal.
La cabeza de ave siempre es una referencia a lo aéreo y
la serpiente no puede por menos que ser tenida como lo
pegado al suelo; un símbolo de lo terrenal. La serpiente
también evoca la energía Kundalini la cual, no lo
olvidemos, se despliega en un movimiento ascendente
que va desde el centro más básico y material hasta el más
elevado donde se realiza el despertar a lo espiritual. La
serpiente es un símbolo cargado de fuerza, una llamada
a la energía vital y a las fuerzas subconscientes.
Espíritu
Despertar
Consciente
Dios Demonio
Tierra
Inconsciente
Vida
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Esta representación ¿no recuerda esa otra expresada
por Welbood? Veamos:
Espíritu
Trascendencia
Relaciones
yo los otros
Tierra
Dios-Cielo
Demonio- Tierra
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Llevemos nuestra mirada al fondo de la imagen y
descubramos que está acuartelado en dos parcelas
igualmente asimétricas; una blanca y otra negra. El
artista lleva así al observador a una reflexión: la de que
la mitad blanca del cuerpo puede ser vista merced a su
fondo oscuro y la mitad negra merced a su fondo claro.
Esta es una sabiduría que se conoce desde Platón y
posiblemente aún antes, a saber; que las cualidades son
reconocidas gracias a la existencia de su antagónica
¿cómo reconocer el bien si no es conociendo antes
el mal? ¿Cómo reconocer la belleza si no existiera la
fealdad para hacer su natural contraste? ¿Cómo nos
descubriríamos pobres o ricos sino comparándonos con
la riqueza o la pobreza de nuestros vecinos? Y yendo
un punto más lejos, descubrimos que aprendemos
a ganar aprendiendo a perder, a vivir aprendiendo y
reconociendo que morimos a cada instante, a crear
aprendiendo a destruir y a ser iconoclastas de nuestra
propia obra, a reír porque en la misma medida somos
capaces de llorar, a valorar la vida porque sabemos
cuan fácil es sembrar la muerte, a dar la muerte porque
sabemos que de ella se alimenta la vida, a sembrar el
caos porque comprendemos que de él ha de surgir el
nuevo orden, a ser libres porque odiamos las cadenas y
a amar las cadenas porque sabemos que en su medida
sirven de cauce a la vida.
Para rematar, un pensamiento de Nisargadatta: “El Ser
se realiza en el devenir y el devenir se realiza en el
Ser”. No hay, pues, lucha ni oposición entre el devenir
y el Ser sino un movimiento cíclico y una alternancia
justa. Esto lo ve así la sabiduría adual, si es que existe
una sabiduría que pase por verdadera y se mueva dentro
de la visión dual del universo. La mente, en cambio,
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no, la mente dual no reconoce la íntima conexión entre
la vida y la muerte, el bien y el mal, la víctima y su
victimario. La mente dual vive de los irreconciliables
extremos, de la dialéctica como forma de relación
entre los reconocidos opuestos, de la lucha de clases,
de la guerra entre partidos, de la lógica darwinista, del
maniqueísmo y la moral.
La sombra que proyecta el lado oscuro de la imagen
esconde todo lo que en nosotros hay de valiente,
corajudo, audaz, iconoclasta, rebelde, egoísta,
violento, competidor libidinoso, primario y salvaje.
Está relacionado con el cerebro límbico y el hipocampo
–ese corazón rodeado de cerebro- y por ello con las
sensaciones más básicas y primarias; placer, dolor,
miedo, ira, etc.
Pero ¿qué ha pasado con todo ello? Se lo ha dividido en
positivo y negativo a criterio de una moral buenista y de
un modelo racionalista y rígido que tradicionalmente
ha condenado las emociones y temido los sentimientos.
Abocadas así al rechazo y calificadas de mal gusto,
estas fuerzas o cualidades de la naturaleza humana
quedan desamparadas de toda inteligencia y luz que
pudiera iluminar, guiar o atemperar su expresión.
Dicho con otras palabras: les ha faltado la luz de la
consciencia. Una consciencia que modera, atempera,
da sentido, dirección y criterio; en resumen: que crea
un cauce para ese río de fuerzas, pulsiones y emociones
que son el trasfondo irracional de la vida, y que de otro
modo degeneran en odio y en todas las formas de la
destrucción propia o ajena.
36
Un paseo por el mercado
57
Una experiencia personal
66
Ejercicio para buscar la unidad en la diversidad
67
Abraxas revela su sabiduría.
70
Vitalidad y serenidad / Compasión y fuerza / Bondad y
coraje / Quietud y acción.
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modo no entendemos la forma de vivir y costumbres
de nuestros vecinos ni posiblemente ellos las nuestras.
Así que, al otro lado del hombre civilizado siempre
ha quedado el hombre salvaje; el bárbaro cuyas
costumbres desconocemos ni nos interesa conocer,
pero que recibe las consecuencias nefastas de nuestro
“bien”. Luego, y paralelamente, un sentimiento de
odio se va gestando en el alma de quienes padecen
nuestros efectos colaterales no considerados, de tal
forma que ante sus ojos comenzamos a tomar todos
los tintes del mal y somos demonizados. Desde esta
perspectiva ¿cómo podemos sostener una moral?
¿En qué principios forjaremos un código de hechos
universalmente buenos? Si, lo sabemos, la moral es una
convención, es decir, el autoconvencimiento general
de que algo es bueno. Existe, lo sabemos, una ética
de mínimos perfectamente respetable y necesaria para
convivir; pero de lo que aquí se habla es de cualquier
actitud o postura que, careciendo absolutamente de
consecuencia negativas, pueda considerarse el Bien
con mayúsculas. .
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Bibliografía
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