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PSICOSOCIAL
DEL ARTE
César Lorenzano
Ediciones Cooperativas es un emprendimiento cooperativo de docentes de
la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires para
difundir sus trabajos e investigaciones.
INDICE
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LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
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TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA
Introducción
1 TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA
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LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
bases para una teoría científica del arte, usando como premisas presupuestas
las de una ciencia fáctica, la psicología genética.
El programa de investigación, apenas esbozado, presentaba obstáculos
que el desarrollo posterior debía salvar. Mencionaré algunos, así como las
vías de solución encontradas.
El primero de ellos consistía en que durante siglos ciencia y arte fueron
considerados disciplinas primordialmente contrapuestas y, por consiguiente,
epistemología y estética, sus respectivas reconstrucciones teóricas, aparecían
asimismo separadas, divergentes.
La aproximación de ambas comienza apenas ciencia y arte dejan de
analizarse exclusivamente como el resultado final de una actividad -posición
ésta de nítido sabor neopositivista- para centrarse la visión en el proceso
de producción que las origina y caracteriza. Desde esta perspectiva, las
categorías estructurales de Jean Piaget, producto del intercambio entre un
sujeto genérico y la naturaleza, sustrato al propio tiempo de toda acción
inteligente, y con las que se fundamenta una epistemología, podían pensarse
en la base de esa otra actividad que no sólo es inteligencia sino también
afectividad, mito, símbolo, percepción, en una combinatoria donde las
proporciones que guardan entre sí cambian constantemente -la actividad
artística- máxime si consideramos que también en estos campos las inves-
tigaciones piagetianas encontraron estructuras de acciones interiorizadas,
al igual que en la inteligencia.
La intuición primaria de que toda la subjetividad consiste simplemente
en estos esquemas de acción interiorizados permitía pensar que en la pro-
ducción artística y científica intervendrían las mismas estructuras exterio-
rizándose ya sea como conocimiento, ya sea como arte. Desde este punto
de vista las analogías entre arte abstracto y ciencias formales, por un lado, y
arte realista con ciencias de la naturaleza, por el otro, podrían ser algo más
que eso, una analogía, para tener razón profunda en estructuras abstractas o
empíricas comunes que aflorarían en uno y otro caso de la ciencia o el arte.
Brevemente, para desarrollar luego en extensión, encontramos que
al analizar la más sencilla de las operaciones, aquélla en que un móvil se
desplaza desde un punto a otro y regresa, su esquema formal es idéntico
cualquiera sea el móvil en cuestión, una lancha, una mano o una persona,
y puede ser representado recurriendo a un lenguaje lógico o a un lenguaje
matemático:
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TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA
1) A B = B A
2) 4 + 5 = 9
9-5=4
3)
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TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA
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¿DEBE SER NORMATIVA LA ESTÉTICA?
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¿DEBE SER NORMATIVA LA ESTÉTICA?
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ARTE ABSTRACTO, NATURALISMO Y EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA
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ARTE ABSTRACTO, NATURALISMO Y EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA
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ARTE ABSTRACTO, NATURALISMO Y EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA
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ARTE ABSTRACTO, NATURALISMO Y EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA
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ARTE ABSTRACTO, NATURALISMO Y EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA
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En lógica: A + A = A
En matemáticas: A + A = 2A
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ARTE ABSTRACTO, NATURALISMO Y EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA
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OPERACIONES PERCEPTIVAS. ARTE REALISTA
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OPERACIONES PERCEPTIVAS. ARTE REALISTA
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OPERACIONES PERCEPTIVAS. ARTE REALISTA
del niño que sube a un avión y pregunta muy exitado a su papá cuándo
comenzará a hacerse pequeño, o la del niño que piensa que los aviones que
él contempla en el cielo son pequeñitos. En la historia de la humanidad se
tardó milenios en resolver el tamaño de la luna, y apenas recientemente se
resolvió el de las estrellas o del universo.
Si se conserva operatoriamente el objeto y su forma, es necesario, a
continuación, integrarlos en un espacio. Poder hacerlo, construir el espacio,
supone recorrerlo prácticamente, rodear al objeto, salir y, al retornar, en-
contrarlo nuevamente, lo cual seria asumir la permanencia del objeto en un
cierto entorno y no sólo oculto debajo dela sábana como hasta ese momento.
El desplazamiento motor interiorizado del bebé forma parte del «grupo
práctico de los desplazamientos», según la terminología de Poincaré, que
presupone la estructura matemática de grupo como forma de equilibrio. El
esquema del objeto se integra a estructuras muy avanzadas y al hacerlo se
establecen simultáneamente las relaciones entre los diversos objetos: debajo,
delante, fuera, etcétera.
El esquema perceptual, evidentemente, no es sólo un perfil o un frente
del objeto sino el objeto completo, integrado a su espacio y relacionado con
otros objetos. Cuando vemos, por ejemplo, una persona caminando por
la calle, el cuadro instantáneo que surge de la percepción de su espalda es
rodeado e integrado por la inteligencia, que nos hace ver al mismo tiempo
su frente, su rostro, pero no como realidades sino como un esquema (sabe-
mos que allí está su rostro) que nuestra imaginación puede o no completar
a elección en ese momento. Por la imaginación pasan velozmente multitud
de rostros que pueden adaptarse a esa espalda (asimilación de los esquemas
a la realidad), hasta escoger uno de entre ellos que consideramos coherente
con lo que hemos visto. A una espalda perfecta asignamos un rostro también
perfecto; grande es la decepción cuando la persona se vuelve y debemos
acomodar nuestro esquema a la realidad del rostro verdadero.
A este ver lo ausente en lo presente Bachelard29 lo llamaba actividad
imaginativa; la explicación de esta actividad es operativa, no perceptual. La
acción completa un rostro (el esquema completa la cabeza con algo que se
sabe existe, el rostro), pero lo que se imagina para completarlo es un símbolo,
una imagen interior que remplaza a lo real. Uno de los factores del placer
estético en la escultura, tanto para el artista como para el espectador, es
precisamente hacer jugar los esquemas globales de los objetos de ese modo.
El primero, cuando realiza su obra se pregunta cómo se verá en sus distintos
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OPERACIONES PERCEPTIVAS. ARTE REALISTA
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CARACTER OPERATORIO DE LAS EMOCIONES
construcción del sujeto epistémico que interioriza las acciones que ejerce
sobre los objetos.
Ese componente activo de la percepción es lo que habrá de permi-
tirnos hablar de la obra realista como de una construcción isomorfa a los
esquemas perceptivos.
El afecto y el símbolo, presentes como función en toda obra de arte,
¿serán también operaciones que nos permitan seguir sosteniendo nuestra
teoría de acciones isomorfas a estructuras operacionales internas que al
actuar sobre un material dado producen, a su vez, objetos isomorfos a estas
estructuras, esto es los objetos artísticos?
En los capítulos siguientes desarrollaremos dicha problemática.
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CARACTER OPERATORIO DE LAS EMOCIONES
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CARACTER OPERATORIO DE LAS EMOCIONES
página blanca el artista planta un punto, dos o tres, hasta siete puntos que
anclan los sitios de mayor peso en el papel y entre los cuales las líneas van
a fluir, ahora sí automáticamente y sin restricciones, relacionando unos
con otros.
De entre los numerosos conjuntos de líneas que unen más o menos
caprichosamente los puntos, el artista elige uno de ellos, según preferencia
de momento, de acuerdo a la carga sugestiva que posea. Por cierto, no
siempre se elige un conjunto de líneas en el primer intento automático: éste
y muchos otros pueden terminar en el cesto de papeles hasta que aparezca
uno que satisfaga al artista.
Una vez que de manera automática se ha encontrado la forma deseada,
y de acuerdo a lo que ésta sugiera, se procede a modificarla ya completarla
para obtener un trabajo definitivo, con el cual se puede dar por concluida la
obra, o bien trasladarlo a una tela como esbozo de pintura que posteriormen-
te se trabajará en color . Del análisis de este método se desprende lo siguiente:
1) El automatismo no es el único elemento plástico, pues su función
es simplemente la de sugerir formas y temas.
2) El trazo del lápiz, por su mayor ascetismo, su neutralidad tonal afec-
tiva, deja salir a luz con mayor libertad los aspectos cognoscitivos (equilibrio
estructural) que los emotivos. Sin embargo aparecen también operaciones
afectivas y simbólicas. A este respecto no son indiferentes la elección del
número de puntos y su distribución en el papel.
Podemos ver que un solo punto conduce a líneas fundamentalmente
curvas, cerradas sobre sí mismas, que lo envuelven caracoleando: se trata
de la relación de uno consigo mismo, una relación donde lo primordial se
resuelve en lo egocéntrico.
Cuando se opta por dos puntos, en cambio -la relación de a dos-, sur-
gen esquemas cuyas líneas son al mismo tiempo cognoscitivas y emotivas,
esquematizando las relaciones de dos personas (madre-hijo, esposo-esposa,
etc.). La separación entre los puntos y su distribución tampoco son indife-
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CARACTER OPERATORIO DE LAS EMOCIONES
que los esquemas per-ceptivos y cognoscitivos, con los que, por otro lado,
pueden combinarse. Ya hemos mencionado los aspectos inconscientes de
la afectividad al referirnos a las técnicas de dibujo y pintura automáticas;
volveremos a tropezar con el inconsciente cuando analicemos el símbolo,
análisis que fundamentaré igualmente mediante una génesis de carácter
operatoria; es allí donde veremos con más detenimiento los aspectos in-
conscientes de las estructuras.
Quisiera señalar ahora algunas de las consecuencias y ciertas premisas
de la teoría estructural operatoria de las emociones que acabo de esbozar.
La teoría operatoria tiene una amplia corroboración experimental
en el área cognoscitiva y perceptiva. En Piaget lo emotivo es la zona de su
psicología menos elaborada, casi sin confirmación experimental indepen-
diente, y en ocasiones parece haber sido elaborada para sostener a ultranza
que la acción es el basamento único de todo el psiquismo. Sin embargo no
es por este motivo que puedo usarla y elegirla casi ad-hoc -a la medida de
mis necesidades-, a fin de hacerla coincidir con mi teoría general del arte. La
elección no es un capricho o una preferencia arbitraria sino que se sustenta
en profundos motivos metodológicos. Y son estos motivos, en la situación
especial de las ciencias psicológicas, los que me permiten optar por la teoría
operacional de las emociones.
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CARÁCTER OPERATORIO DEL SÍMBOLO
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dónde has encontrado al bebito, en una cuna?» -¿Qué bebé?- «L.» Contesto
simplemente que mamá y papá le han dado una hermanita. A los tres meses,
pregunta a su abuelita, tocándole los ojos, la boca, etc.: « ¿Es así como estás
hecha abuelita? ¿Te has hecho tú, tú misma?» -y después- «¿Se ha hecho ella
misma? ¿Qué es lo que la ha hecho?» La noche del mismo día, pero ante L.
«Pero, ¿por qué tienen las manos chicas, dientes chicos, ojos chicos, boca
chica, los bebés?» Al día siguiente exclama espontáneamente «¡Oh ! no, yo
no creo que se haya hecho sola, abuelita». Quince días después: «¿Cómo
son hechos los bebés?», y dos días después: «¿Cómo se hacen las ciruelas?»
Pasan otros dos días y pregunta: «¿Cómo se hacen las cerezas?» Hasta los
cuatro años sigue preguntando y contestando; «¿De dónde viene ese bebito?»
(L) ¿Qué es lo que crees? «No sé. Del bosque (emocionada). Antes no había
bebito». Al día siguiente; «Viene del bosque. Muy lejos, muy lejos, de los
árboles. Es mamá quien la ha traído dentro del bosque.»
Cuando estábamos en el bosque y nos cruzamos con una señora con
sus dos pequeños dice: «Ha buscado pequeños bebés.» Poco después; «Han
comprado el pequeño bebé (L.) allí. Lo han encontrado en un almacén y
lo han comprado. Antes estaba en el bosque, y antes en un almacén. No sé
lo demás.»
A partir de los 4 años, hasta los 5, relata; «Es papá quien ha ido a
buscarla. La ha encontrado al borde del agua en el bosque.» Luego; «Los
bebés vienen de la clínica. Hay una mamá en la clínica. Todos los bebés de
la clínica tienen la misma mamá, y después cambian de mamá. Esta mamá
los prepara y después crecen. Les ponen dientes y una lengua.
A los 5 años descubre unos gatitos detrás de unos leños; «Pero, ¿cómo
han llegado?», ¿qué crees? , «creo que la mamá ha ido a buscarlos.» Al tiempo:
«Los han comprado en una fábrica de bebés.»
«¿Qué es uno antes que nazca?» -¿Lo sabes?- «Una hormiguita, canti-
dades de pequeñas hormigas (ríe).» Al tiempo: « ¿Es uno un grano de polvo
antes que uno nazca? ¿O no es nada, se es de aire?». Concluye la observación
con la siguiente historia: «¿Cómo se fabrica eso, los bebés?» «...es una burbuja
de aire. Es pequeñito, muy pequeñito. Eso se vuelve siempre más grande.
Cuando es lo bastante grande, eso sale del vientre de la mamá». «Entonces
es primero aire. Hay sin embargo, alguna cosa, en el aire de los bebés: un
poquitín así (muestra polvo)».
Estos ejemplos muestran a la perfección el pensamiento simbólico
y el relato mítico, en los que no existe otra causalidad que la que se genera
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CARÁCTER OPERATORIO DEL SÍMBOLO
Observación 11946. J., a los tres años con tres meses dice: «¿Por qué
las nubes avanzan?» -¿Lo sabes?- “Para esconder al sol.» Al día siguiente:
«Es raro, el sol se mueve. ¿Por qué se ha ido? ¿Para ir a bañarse al lago? ¿Por
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qué se esconde?»
A medida que avanza el desarrollo, la palabra se va descarnando
de imagen. Primero se forma el pensamiento intuitivo, en que ya no es una
imagen la evocada por la palabra, sino apenas un esquema simplificado que
representa la clase dada. Ya no evoco a «Fido», sino a un perro genérico. Pero
cuando se penetra en el pensamiento conceptual, las palabras (signos) están
totalmente desprovistas de imagen (aunque puede evocarse alguna a título
de ejemplo), y la causalidad de este pensamiento es lógica y por implicación,
del tipo si... entonces.
A los efectos de nuestra teoría artística, el juego, la actividad lúdica,
es el puente que permite asegurar al símbolo, ya los razonamientos que
implica, una categoría operatoria.
Pero ahora surge una pregunta : ¿Es acaso el símbolo de la caja o el
del caballito, todo el símbolo? Los símbolos citados como ejemplo tienen
significados transparentes para el sujeto, son conscientes. A este tipo de
simbolismo lo llamamos primario.
¿Qué sucede con los símbolos profundos, inconscientes, a los que lla-
maremos secundarios? No podemos negar su importancia, tal vez superior
al de los primarios. y para ellos también debemos asegurar una categoría
operatoria, si no queremos dejar vacía de contenido la teoría operatoria
del arte.
Para tratar de encontrar una respuesta a este interrogante debemos
preguntamos primero cuál es la diferencia real entre ambos simbolismos,
y si esa diferencia es insalvable.
Partamos de la definición misma del simbolismo secundario: en éste,
el sujeto ignora que la imagen presente ante sí es un símbolo, pues ignora
también que tiene otra imagen a la que está significando; toma la primera
como todo el contenido, sin saber cuál es su significado.
Los siguientes ejemplos nos servirán para ver cómo se da este fenó-
meno: 47
Ejemplo 1. Un joven desea la separación de sus padres, pues debido
al carácter tiránico de la madre, la vida familiar se hace imposible. Ella es
parisiense, mientras que el padre proviene de la zona meridional de Fran-
cia. En un sueño, el hijo sale de la estación de Avignon (sur de Francia, y es
sorprendido por el orden y la limpieza; un personaje del sueño le comenta:
«Desde que el sur de Francia se ha constituido en república independiente,
todo marcha mejor que antes».
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CARÁCTER OPERATORIO DEL SÍMBOLO
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CARÁCTER OPERATORIO DEL SÍMBOLO
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Existe una vieja discusión sobre si los entes geométricos son conocidos
a través de una cierta intuición geométrica (un apriorismo de la intuición)
o si son el resultado de una construcción del sujeto. Nos vamos a inclinar
por la segunda posición, agregando que esta construcción es operatoria, tal
como lo exige nuestra teoría del arte. Si, por el contrario, el punto de partida
fuera la intuición, habría una copia o representación casi platónica de los
objetos ideales intuidos.
El desarrollo del niño es la clave que nos permite zanjar la cuestión.
La forma en que el niño va resolviendo problemas geométricos nos dirá si
hay intuición o construcción.
Sorprendentemente, el niño no llega primero a la geometría euclidiana
-la primera que conoció la humanidad- sino que lo hace después de un largo
proceso. El niño, genéticamente, primero construye espacios topológicos,
luego espacios proyectivos, y finalmente, una vez traspuestas las menciona-
das etapas a lo largo de muchos años (entre los 7 y los 14), llega a concebir
espacios euclidianos.
Durante los primeros siete años el niño elabora su espacio topológico
a partir de dos agrupamientos operatorios fundamentales: el orden y la
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OPERACIONES GEOMÉTRICAS. ARTE GEOMÉTRICO
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OPERACIONES GEOMÉTRICAS. ARTE GEOMÉTRICO
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ARTE Y SOCIEDAD. DESARROLLO HISTÓRICO DE LAS OPERACIONES
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ARTE Y SOCIEDAD. DESARROLLO HISTÓRICO DE LAS OPERACIONES
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ARTE Y SOCIEDAD. DESARROLLO HISTÓRICO DE LAS OPERACIONES
en el resto de la sociedad.
La libre combinatoria de estos esquemas socialmente determinados
constituye la fantasía y la imaginación afectiva a ser plasmada por el artista,
capaz de objetivar no sólo lo adquirido sino también lo posible. Los esquemas
que saldrán a la luz de esta combinatoria serán fruto de los tabúes o de los
permisos implícitos que confiere la sociedad o el más restringido estrato
social en que se mueve el artista, prohibiendo o facilitando su aparición.
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Hasta los dos o tres años de edad la actividad lúdica, formadora del
símbolo, simboliza actividades relacionadas con objetos próximos (mamila,
cuna, sonajero), con personas muy cercanas (padre, madre, hermanos) y
con su propio cuerpo. Si bien estas relaciones están marcadas por la evolu-
ción histórica, es decir han sido socialmente condicionadas, son al mismo
tiempo elementos ambientales del bebé muy estables, que se mantienen
relativamente sin cambios a partir del momento histórico de la entrada de la
humanidad en la familia monogámica. El hecho de ser símbolos compartidos
por todos los hombres explica su carácter general.
Entre los tres y los siete años los niños entran en contacto con el
mundo de más allá del hogar, pero todavía cercano; juegan en él, lo incor-
poran como imagen y como símbolo. Aquí comienza una diferenciación:
cada niño incorpora imágenes de un medio natural determinado. A estas
edades, la capacidad de simbolizar y mitificar se diferencia según se trate
de niños campesinos, escolares, pescadores, selváticos, marinos, etcétera.
El niño, a partir de los siete años, al acceder al pensamiento racional,
no sólo empieza a abandonar el egocentrismo inicial que le hacía ver todo
desde su único punto de vista, convirtiendo en objetivo al mundo real, sino
que al mismo tiempo generaliza sus imágenes, y por consiguiente su simbo-
lización. El niño campesino incorpora conceptualmente, racionalmente, los
otros mundos, el selvático, el marítimo, el urbano y, al hacerlo, incorpora
también su simbología. La socialización es producto, entonces, de la razón,
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mirar muy lejos: basta alejarse algo más de treinta años. En ese entonces los
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alemanes y los japoneses eran los «malos» y siempre lo habían sido. Pocos
años después ya no lo leían tanto, y la bestia enemiga era el comunismo; el
gran peligro amarillo se traslada de Japón a China; en la actualidad incluso
estos dejaron de ser tan terribles. Los mitos colectivos se proyectan hacia el
pasado como eternos, a partir de la situación presente.
En síntesis, hemos podido hacer de la historia de las diversas opera-
ciones, así como de la objetivación de esas operaciones, una variable social
cuya aparición depende de los simbolismos sociales.
Eso nos ha permitido eludir una interpretación mecánica de las re-
laciones entre las estructuras que fundamentan la obra de arte y la infraes-
tructura económica, o las clases sociales. El desarrollo histórico y social, en
esta propuesta de análisis, es presentado como el intermediario que articula
a las operaciones entre sí, con la obra de arte y la infraestructura. Con res-
pecto a las imágenes simbólicas hemos explicado su generalidad, ya sea por
provenir de situaciones comunes de la infancia o por ser parte necesaria de
la universalización del concepto. Asimismo hemos explicado a los mecanis-
mos simbólicos, formas de relación míticas, como variables sociales. Estimo
que la promesa de la «Introducción» de este libro de comprender a la obra
de arte como producto de estructuras objetivas, es decir intersubjetivas y
genéricas, ha sido cumplida. Ha quedado en claro, también, que la genera-
lidad alcanzada, su objetividad, es, a su vez, un producto histórico-social.
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ESTRUCTURAS SIMBÓLICAS. IDEOLOGÍA
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poderosas son las del inconsciente relacionadas con el sexo y con esquemas
primarios de la afectividad, de cuya objetividad -o generalidad- dio cuenta
nuestro análisis.
Es posible en consecuencia separar en la obra de arte las simboliza-
ciones objetivas de las ideológicas; en éstas, por definición, se comparte la
estrecha visión del mundo de la clase dominante y las imágenes justificatorias
del orden social vigente.
He definido hasta aquí a lo objetivo como lo general, inmerso en un
conjunto, de ser posible acotado por una ley, de contrastación intersubjetiva;
como una objetividad histórica y socialmente determinada.
Lo ideológico, por el contrario, ha sido definido como lo parcial,
pues expresa no lo general de la sociedad sino la particular visión que de
la misma se tiene cuando se la enfoca desde un solo punto de vista, el de
una clase considerada. En este sentido, siendo no objetivo, lo ideológico
constituye un fuerte obstáculo para construir la objetividad social. La
clase burguesa puede superar esa parcialidad y arribar a un conocimiento
objetivo de ciertos sectores de la vida social (fábrica, mercado, educación,
publicidad, etc.) para manipularlos correctamente. El reconocimiento de
la explotación no transforma mecánicamente a un individuo o a una clase
social en críticos de la situación imperante. Es a partir del otro significado
de ideología -justificativo del orden social- que podemos entender que, aun
cuando se reconoce la desigualdad, el conocimiento objetivo logrado sirva
a los fines de mantener la división en clases, y la explotación consiguiente, y
no para superarla. Los discursos ideológicos proveen un abundante material
para mantener la coherencia de un pensamiento reaccionario («siempre ha
habido pobres y ricos», «así lo quiere Dios», «pobres son los que no quieren
trabajar», «pobres son los que quieren arrebatar sus bienes a quienes han
sabido trabajar», etc.). Este sentido del término ideológico se opone también
a lo objetivo en la medida en que llega a ser defensa de lo parcial.
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ESTRUCTURAS SIMBÓLICAS. IDEOLOGÍA
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EL ARTE COMO RAMA DE PRODUCCIÓN
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EL ARTE COMO RAMA DE PRODUCCIÓN
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DE LA ARTICULACIÓN AL USO DE UNA TEORÍA
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DE LA ARTICULACIÓN AL USO DE UNA TEORÍA
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concreto, reencuentra el placer del juego, que consiste en ejercitar los poderes
propios y en sentirse causa al «crear» un universo propio y cerrado, como
agente causal y libre. En ambos -creación artística y juego- hay ejercicio
pleno de las estructuras, de todas sus posibilidades, sin acomodación, sin
rectificaciones por el mundo de la realidad en el curso de este ejercicio. Por
el contrario, en la creación artística son los objetos materiales los que se
moldean a medida que se produce la combinatoria de estructuras, aunque
oponiéndoles alguna resistencia.
El espectador recorre asimismo estas estructuras fijadas por el artista
en el objeto nuevo creado, el artístico, con su mirada, con su tacto y, al re-
correrlas, las reconoce, las identifica también como propias, capta el sentido
lúdico de la libre combinatoria puesta, jugando en el sentido real del término
con el juego del artista, recreando sus estructuras en el sentido fuerte de la
palabra. Por consiguiente, aprender a reconocer las estructuras presentes
en la obra de arte, al menos las principales, es parte del aprendizaje del goce
estético. Como el proceso de creación artística -de producción de la obra
de arte-, al igual que cualquier otro proceso de creación, es inconsciente,
la objetivación de las estructuras no se agota en una primera aproxima-
ción, o en una primera explicitación; es necesario un laborioso trabajo de
acercamiento progresivo que comprende, sucesivamente, investigación y
educación. De ahí que cuanto más conocemos en el campo estético, más
podemos, en principio, disfrutar de la obra de arte. La función del crítico
de arte, sería, entonces, en este contexto, hacer consciente en el espectador
lo que no aparece manifiesto pero sí plasmado en la obra de arte. Además
comprendemos por qué para aproximarnos a ciertas obras debemos tener
una preparación previa, pues si bien algunas estructuras de la obra coinciden
con las que como espectadores privilegiamos en ese momento, otras nece-
sitan de ciertas mediaciones individuales y sociales para ser reconocidas.
En el juego -y en esto también coinciden juego y creación artística- se
ponen en movimiento esquemas afectivos; activarlos continuamente per-
mite exteriorizar la afectividad contenida y, por lo tanto, al mismo tiempo,
controlarla; en esto consistiría el efecto catártico del arte y del juego.
Sin embargo, la identidad del arte con el juego no es total: en el arte
existe la producción de un objeto nuevo, cosa que no sucede necesariamente
en el juego; además, éste carece del equilibrio que le aseguran las estructuras
del pensamiento conceptual. En cambio no puede existir obra de arte sin un
equilibrio complejo cuyas leyes tienen que ser redefinidas constantemente del
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DE LA ARTICULACIÓN AL USO DE UNA TEORÍA
usted
Martín
Martín como era
los nombres se me caen
yo misma estoy cayendo
usted de todos modos
no sabe ni imagina
que sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da
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¿EN QUÉ CONSISTE EL PLACER ESTÉTICO?
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«sé un Picasso, o un Miguel Ángel», es tan aplastante para los artistas como
podría serlo para los científicos si se les exigiera ser Newton o Einstein.
Las necesidades de objetos artísticos que posee la sociedad no pue-
den, además, ser llenadas sólo con las genialidades de los innovadores. Las
necesidades artísticas de Venecia no fueron colmadas sólo con las obras del
Tiziano; lo fueron por las numerosas realizaciones de la escuela veneciana
en su conjunto, ya través de largos años. Por el hecho de que existen un
Picasso y un Braque, ¿podemos acaso descalificar a todos los cubistas? ¿No
tendríamos más bien que valorar cómo la historia particular de cada artista
de la escuela impone su peculiaridad a las estructuras generales captadas
por esta tendencia ? El solo plantear las preguntas es contestarlas.
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¿EN QUÉ CONSISTE EL PLACER ESTÉTICO?
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POST–SCRIPTUM
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APÉNDICE
13. POST–SCRIPTUM
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LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
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APÉNDICE
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LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
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Dibulos en que la técnica de contorno rápido y
volumen sugieren la expresión del modelo
APÉNDICE
119
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
También en los grandes maestros es posible detectar el uso de las técnicas señaladas
120
APÉNDICE
Aquí ofrecemos algunos ejemplos de la técnica de dibujo automático, tal como la conocimos a
través de Jorge Kleiman. Estos ejemplos nos fueron proporcionados por Graciela Schifrin.
121
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
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Entil. Grafito 50 x 70. 1973-1976 Ea. Pastel 70 x 100.1980 El heresiarca. Pastel 123 x 200.1978
123
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LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
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AUTORES Y OBRAS CITADOS
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LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
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CITAS
CITAS
1
Lucien Goldmann. Para una Sociología de la novela, Madrid, Ciencia Nueva. 1961.
2
Marx se plantea la misma pregunta en la introducción general a la crítica de la economía po-
lítica (1857); cuando dice: «Pero la dificultad no consiste en comprender que el arte griego y la
epopeya estén ligados a ciertas formas de desarrollo social. La dificultad consiste en comprender
que puedan proporcionamos goces artísticos y valgan, en ciertos aspectos, como una norma y un
modelo inalcanzables» (Karl Marx, Elemento. fundamenta/ para la crítica de la economía política
(Grundisse) 1857-1858, México, Siglo XXI, 1978, t. 1, p. 32).
El presente trabajo intenta responder a ambos cuestionamientos, a saber: 1) la posibilidad de
tener goce estético con obras de otras épocas, y 2) qué normas y modelos expresan, tratando de
Investigar los elementos objetivos (normas, o en nuestra terminología, estructuras internas que
proveen al goce estético).
3
1) Sobre arte abstracto neolítico, calcolítico, mesolítico: Mia Cinotti, Arte del mundo antiguo,
Barcelona, Teide, 1968 (especialmente pp. 19-28); Arnold Hausser, Historia social de la literatura
y del arte, Madrid, Guadarrama, 1976, t. I. « particularmente el capítulo «Neolílico, animismo
y geometrismo», pp. 22-34. «Los dibujos rupestres del Neolítico -dice allí- interpretan la figura
humana por medio de dos o tres simples formas geométricas: por ejemplo, mediante una recta
vertical para el tronco y dos semicírculos vueltos el uno hacia arriba y el otro hacia abajo. para
los brazos y las piernas. Los menhires en los cuales se ha querido ver retratos abreviados de los
muertos, muestran en su plástica la misma avanzada abstracción» (p. 22). «En el Neolítico -dice
más adelante- el estilo formalista, geométrico-ornamental, adquiere dominio tan permanente e
indiscutible corno no lo ha tenido después ningún movimiento artístico en los tiempos históricos
o, al menos, como nunca después lo ha alcanzado el mismo rigorismo formal. Si prescindimos
del arte creto-micénico, este estilo domina en su totalidad los periodos culturales de las edades de
bronce y del hierro del Antiguo Oriente y de la Grecia arcaica, es decir, toda una era universal, que
se extiende aproximadamente desde el 5000 hasta el 500 antes de Cristo» (p. 28). A continuación,
el mismo autor va a atribuir al geometrismo un origen autoritario, opinión a la que nos referiremos
más adelante (véase infra, p. 76). “A la concepción artística del periodo dominado por el estilo
geométrico, concepción uniforme, al fin y al cabo, corresponde, a pesar de la existencia de diferen-
cias individuales, una característica sociológica uniforme que domina toda la era: es la tendencia
a una organización severa y conservadora de la economía. a una forma autocrática de gobierno,
ya una perspectiva hierática del conjunto» (p. 23). Cosa curiosa, en las sociedades organizadas
más jerárquicamente, las del modo de producción asiático (China, India, etc.) por ejemplo, no se
observa la preponderancia del geometrismo; estos datos históricos abonan nuestra hipótesis de
la conexión históricamente condicionada, y no mecánicamente dada, entre una forma artística
y la estructura social. Hipótesis que desarrollamos en el capítulo sobre estructuras y sociedad.
2) Sobre la Grecia arcaica, véase: Pierre Demargne, Nacimiento del Arte Griego, España, Aguilar,
1964 (especialmente los caps. III, IV y IX).
3) Sobre arte abstracto egipcio puede consultarse: Arnold Hauser. op. cit. p. 57-58: “El rasgo ca-
racterístico más sorprendente del arte egipcio, y por cierto, no sólo en sus fases estrictamente
formalistas, sino más o menos también en las naturalistas, es el racionalismo de su técnica. Los
egipcios nunca se liberaron completamente de la “imagen conceptual” del arte neolítico, del mundo
plástico de los primitivos y de los dibujos infantiles (...) También los egipcios debieron de tener
el sentimiento de que todo ilusionismo, toda tendencia a embaucar al contemplador contiene
un elemento brutal y vulgar, y de que los medios del arte abstracto, estilizado y estrictamente
formal, son ‘más refinados’ que los efectos ilusionistas del naturalismo”. Asimismo lo atribuye a
129
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
4
1) Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana, México, Ediciones de Cultura Popular, 1978.
Para Marx, lo ideal, lo conceptual, al contrario de la concepción idealista, deriva de lo auténtica-
mente real, esto es la naturaleza y el intercambio que con ella hacen los hombres. «Totalmente al
contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se
asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o
se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado, imaginado, para llegar,
arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y
arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos
y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en
el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso
empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y
cualquier otra ideología, y las formas de conciencia que a ellas corresponden, pierden así la apa-
riencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que
los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también,
al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia
la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia « (p .26 ; las cursivas son
mías). Más adelante dice: «La concepción feuerbachiana del mundo sensible limita, de una parte,
a su mera contemplación, y de la otra parte, a la mera sensación: dice ‘el hombre’ en vez de decir
‘los hombres históricos reales’. ‘El hombre’ es en realidad “el alemán” (p. 46). Podríamos agregar,
en una lectura casi nominalista de Marx, que «el alemán» es en realidad los alemanes, reales de
la época de Feuerbach.
2) Jean Paul Sartre, El Ser y la Nada, Iberoamericana, Buenos Aires, 1961. En su prólogo, Miguel
Angel Virasoro dice: “Sartre, al igual que Heidegger, es existencialista en cuanto concibe la filo-
sofía como investigación del ser. Por eso ha subtitulado su obra central ‘Ensayo de una ontología
fenomenológica’. Su obra es así, antes que nada, una ontología, investigación del ser y de sus modos
esenciales, y es también una fenomenología uniformada por el principio general de toda fenome-
nología que se expresa en la frase: ‘hacia las cosas mismas’. Es por eso también un intuitivismo de
principio (Husserl-Heidegger). El ser no es lo que está por detrás y fuera del fenómeno, sino lo que
nos es dado en el fenómeno mismo, como el ser propio del fenómeno. El fenómeno no deforma
la realidad sino que la revela” (p. VIII; las cursivas son. mías). Podríamos, decir con respecto a
la obra de arte que su realidad, su ser, no está por detrás y fuera sino en la obra de arte misma.
3) “La tarea del arte es presentar la idea a la intuición inmediata en forma sensible y no en forma
de pensamiento o espiritualidad pura. Y el valor y dignidad de esta presentación descansa en
la correspondencia o unidad de los aspectos ideal y material que encierran respectivamente su
contenido y su consistencia material, de tal modo que la perfección y excelencia del arte y la
conformidad de sus productos con el concepto esencial depende del grado de armonía interna y
130
CITAS
de unidad con el que el contenido ideal y la materia sensible se interpretan” (citado por F. Coples-
ton, Historia de la Filosofía, t. VII, Barcelona, Ariel, 1978, p. 182). Hegel refuta expresamente la
teoría de la representación en arte; para él, la idea, el espíritu no está representado en la obra de
arte sino que forma una unidad con su materialidad, no realidad por fuera o detrás de la obra
sino interior a la obra.
4) Jean Paul Sartre, La Náusea, Buenos Aires, Losada, 1979. Aquí Sartre describe literariamente
el descubrimiento de la existencia por el protagonista de la obra, diciendo: “Apoyo la mano en el
asiento, pero la retiro precipitadamente: eso existe (...) La vivencia de la existencia de las cosas
le provoca náusea” (pp. 142-143). Puede citarse asimismo, Norberto Bobbio, El existencialismo,
México. FCE, 1974.
5
Hegel, De lo bello y sus formas (Estética). Madrid, Espasa-Calpe, 1977. Para Hegel tampoco la
función del arte es representar o imitar la realidad. Dice: «Se dirá en vano que el arte debe imitar
la naturaleza bella. Escoger no es imitar. La perfección en la imitación es la exactitud; pero la
elección supone una regla. ¿Dónde tomar el criterium? ¿Qué significa, por otra parte, la imitación
(o la representación) en la arquitectura, la música, o incluso en la poesía? (a lo más explicaría la
poesía descriptiva; es decir, el género más prosaico). Es preciso concluir que si el arte emplea en
sus composiciones las formas de la naturaleza y las estudia, su fin no es copiarlas y reproducirlas.
Su misión es más alta; su procedimiento más libre. Rival de la naturaleza, como ella y aun mejor
que ella, representa ideas; se sirve de sus formas como de símbolos para expresarlas; y las conforma,
las rehace sobre un tipo más perfecto y más puro. No en vano se llama a sus obras creaciones del
genio del hombre (p. 44).
6
Con respecto al arte negro y a su influencia en los artistas europeos, véase Michel Leiris y Jacqueline
Delange, África Negra, Madrid, Aguilar, 1967 (de manera especial el cap. I «La crisis negra en el
mundo occidental», pp. 1-35, y el cap II. «El sentimiento estético de los negros africanos”, pp. 35-56.
7
“El pintor ya no necesita preocuparse por detalles insignificantes, pues para eso está la fotografía,
que lo hace mucho mejor y más rápido. Ya no es la misión de la pintura el representar aconteci-
mientos históricos, éstos se encuentran en los libros. Nosotros tenemos una opinión más alta de:
la pintura: ésta le sirve al artista para expresar sus visiones interiores» (Henri Matisse, citado en La
pintura en el siglo XX, España, Salvat, 1975, p. 87).
8
Jean-Paul Sartre, El Ser y la Nada cit. p. 32. En forma parecida, Sartre dirá: «La conciencia es
conciencia de alguna cosa: esto significa que la transcendencia es estructura constitutiva de la
conciencia, es decir, que la conciencia nace dirigida sobre un ser que no es ella.» Conciencia y
ser, los dos polos del conocimiento.
Jean Piaget, en Lógica y conocimiento científico. Buenos Aires, Proteo, 1970, dice: “Sin embargo, el
conocimiento verdadero constituye cierta relación entre un sujeto (a) y un objeto (b). Por ejemplo,
decir que ‘la trucha es un pez’ o que ‘los cuerpos se atraen en razón directa de su masa y en razón
inversa del cuadrado de su distancia’, supone (b) objetos (las truchas, los peces, los cuerpos, sus
masas y distancias) y (a) actividades del sujeto: actividad de clasificación en el caso del primero
de los dos juicios y actividad más compleja de relación y en seguida de cuantificación métrica
de las relaciones, en el caso del segundo de los juicios. Pero éstos hacen intervenir además (c)
estructuras, y éstas son inherentes a todas las relaciones de su conocimiento que vinculan los
sujetos (cualquiera sea el nivel del conocimiento) a objetos (cualquiera que sea su variedad, y
esto a partir de los objetos de la percepción).
“En la especie, las estructuras (c) están constituidas por clases e intersecciones de clases (inclusión
de una subclase en una clase), en el caso del primero de nuestros juicios, y por relaciones, fun-
131
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
ciones, números, y una métrica espacial, en el segundo juicio” (p. 15). Piaget va a usar esta nueva
categoría, las estructuras, para superar e integrar ambos polos, el sujeto y el objeto. Para elaborar
este resumen de la epistemología genética de Jean Piaget, se tomaron en cuenta las siguientes
obras: Naturaleza y métodos de la epistemología, Buenos Aires, Proteo, 1970; Psicología de la
inteligencia. Buenos Aires, Psique, 1969; Problemas de la psicología genética cit. ; La construcción
de lo real en el niño cit.
Con respécto a los polos de la creación artística puede verse: Herbert Read, Filosofía del arte
moderno (Buenos Aires, Peuser, 1960), especialmente su cap. 5, “Realismo y abstracción en
el arte moderno” (pp. 92- 109), donde se desarrolla el tomarlos como polos en los que ubicar
toda la producción artística. “Por realismo entendemos fidelidad de representación, lealtad a la
naturaleza; por abstracción, lo derivado o desprendido de la naturaleza, la forma pura o esencial
abastraida de los pormenores concretos”.
Karl Marx. Introducción general a la crítica de la economía política cit.
9
10
-El arte como intuición, que a su vez es entendida como expresión, viene de Benedetto Croce;
véase al respecto su Estética (Buenos Aires, Nueva Visión, 1973).
-El arte como concreción de un ideal, Hegel en su Estética ya citada.
-El arte como producción de emotividad, varios autores desde Aristóteles hasta Lukács.
-El arte como expresión de una esencia, Platón.
-El arte como ideología, Nicos Hadjinicolaou, Historia deL arte y lucha de clases, México, Siglo
XXI, 1978.
11
Sobre el pensamiento aristotélico véase Alexander KoyrÈ, Estudios de la historia del pensamiento
científico, México, Siglo XXI, 1978.
12
Para las herramientas matemáticas de la ciencia moderna véase A. Einstein y L. Infeld, La física,
aventura del pensamiento, Buenos Aires, Losada, 1971, p. 31.
13
Herbert Read, en Arte y alienación, Buenos Aires, Proyección.1976) Dice: «En todo el curso de la
historia, nunca, hasta nuestros días, se concibió una sociedad sin arte o un arte sin significación
social. Algunos ponen a Esparta como excepción; quienes así lo aceptan, tienen un concepto
muy limitado del arte: a los ojos de Jenofonte, el cosmos espartano era en sí mismo una obra de
arte» (p. 19).
Karl Marx, Manuscritos económicos-filosóficos, en Erich Fromm, Marx y su concepto del hombre,
14
15
Jean Piaget, Introducción a la epistemología genética, Buenos Aires, Paidós, 1975, t. I, p. 20.
«Las estructuras
adquiridas en un nivel dan lugar a una reconstrucción antes de que estas estructuras reconstrui-
das puedan ser integradas en las nuevas estructuras elaboradas sobre los niveles ulteriores. Cada
uno de los niveles constituye un estado de equilibrio dinámico, a la manera de los estados de
equilibrio (situaciones estacionarias de un sistema termodinámico). Piaget llama equilibración
a dicho equilibrio dinámico para diferenciarlo del equilibrio estático de un sistema mecánico.
En la medida en que el desarrollo del conocimiento es concebido como una sucesión de estados
de equilibración, está claro que deberán entrar en juego mecanismos de desequilibración de cada
nivel y de reequilibración en los nuevos niveles que se van alcanzando” (prólogo de R. García y
E. Ferreiro I.).
132
CITAS
16
Jean Piaget, Psicología de la inteligencia cit. p. 78.
17
A,J. Ayer, Lenguaje, verdad y lógica, Barcelona, Martínez Roca, 1971.
18
Para las combinaciones y tablas de verdad de la lógica proposicional véanse Ludwig Wittgenstein,
Tractatus logico-philosophicus, Madrid; Alianza Editorial, 1973 (especialmente pp. 101-115); Jean
Piaget; Lógica y epistemología, Buenos Aires, Solpin, 1977.
19
Jean Piaget, «El pensamiento matemático», en Introducción de la epistemología cit., afirma: «En
efecto, ¿cómo caracteriza Poicaré la intuición del número puro? No por la intuición de números
dados, sino por la de un número cualquiera: se trata de la facultad de concebir que una unidad
puede agregarse a un conjunto de unidades (tomado de Ciencia e hipótesis, de Poicaré). Por lo
tanto, se trata no de la intuición de una forma acabada, sino de poder de un espíritu, de ese poder
que se encuentra en la base de la recurrencia» (t. I., p. 96).
20
Sobre método axiomático en matemáticas y el significado de modelo en matemáticas véase:
Raymond L. Wilder, «El método axiomático», en Matemáticas, verdad y realidad, antología y notas
de James R. Newman, Madrid, Grijalbo, 1969.
21
En este capítulo he usado libremente la teoría de Piaget sobre la percepción, reconstruyéndola
en parte a fin de hacerla apta para la teoría operatoria de1 arte; los desarrollos efectuados son
absolutamente compatibles y/o deducibles a los de Piaget; se ha puesto el acento en qué ocurre
con el acto perceptivo puro, pues es en este mirar de donde se nutre el artista para elaborar su
obra. No se expuso, por juzgarla innecesaria a los fines propuestos, la función atribuida por Piaget
a la imitación en la constitución de la imagen. En Percepción, que Piaget escribió con P. Fraise
(Buenos Aires, Paidós) pueden encontrarse más elementos, así como una completa corroboración
experimental.
22
Sobre todo, G. Berkeley, Ensayo de una nueva teoría de la visión, Buenos Aires, Aguilar.
23
Es ejemplar en este sentido la obra de Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, Buenos Aires,
Losada, 1978 especialmente pp. 171-201 y 307-314: «Estética trascendental» y «Anticipaciones
de la percepción», respectivamente.
24
Tesis I sobre Feuerbach.
25
La tesis v sobre Feuerbach fue tomada de Rodolfo Mandolfo, Marx y marxismo, México, FCE,
1969, p. 11.
26
Tomada de F. Copleston, Historia de la filosofía, Barcelona, Ariel, t. v, pp. 252-253.
27
Esto es llamado por Hebert Read imagen eidética (Educación por el arte, Buenos Aires, Paidós,
1973).
28
El presente desarrollo sobre percepción está tomado, mayoritariamente, de Jean Piaget, sobre
todo de sus siguientes libros: Construcción de lo real en el niño cit.; La formación del símbolo
en el niño, México, FCE, 1977; «El mito del origen sensorial de los conocimientos científicos»,
en Psicología y epistemología. Barcelona, Ariel, 1971.
29
GastÛn Bachelard, Psicoanálisis del fuego, Madrid, Alianza.
133
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
30
«La perspectiva lineal descubierta en el Renacimiento sólo podía representar el objeto desde un
único punto fijo. El cubista sintió la necesidad de una representación más esencial de los múltiples
aspectos del objeto» (L. Moholy-Nagy, citado en La pintura del siglo XX, cit.).
Autónoma de México.
32
En cuanto al criterio del progreso en arte véase: T. Kuhn, La estructura de las revoluciones
científicas, México, FCE, 1971, p.249
33
Una buena obra representativa del pensamiento de la escuela de la Gestalt, en arte, es la de
Rudolf Arheim, Arte y percepción visual, Buenos Aires, Eudeba, 1967.
34
A. Hauser, Historia de la literatura y el arte, Madrid, Guadarrama, 1976, pp. 22-39.
35
Para las relaciones entre inteligencia y afecto, según Piaget, hemos seguido sus siguientes obras:
Psicología de la inteligencia cit.; La formación del símbolo en el niño cit. y El criterío moral en
el niño, Barcelona, Fontanella, 1971.
36
Seguimos más o menos fielmente la técnica de Jorge Kleiman, quien, en una comunicación
reciente, afirma que en la actualidad experimenta sin limitar el número de puntos.
Asimismo el simbolismo de los automatismos los especifica como sigue: partir de un punto, de
dos puntos, de tres puntos, etcétera.
37
T. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas cit.
38
J. B. Watson, El conductismo, Buenos Aires, Paidós, 1972. J. R. Musso, Problemas y mitos meto-
dológicos de la psicología y la psicoterapia, Buenos Aires, Psique, 1970.
39
El autor más conocido en análisis transaccional, ya la vez su fundador, es Eric Berne, de quien
citamos entre otras: Análisis transaccional en la psicoterapia, México, Siglos, 1977.
Aunque en esta psicoterapia se llega a extremos limites en la departamentización del psiquismo
en varias instancias, entes que disputan entre sí, el origen de este desarrollo se encuentra en Freud,
quien no es de ninguna manera ajeno a la crítica esbozada en el texto, aunque debiera ser más
matizada. Recordemos sus obras: Introducción al psicoanálisis, Análisis de la fobia en un niño
de 5 años, Nuevas aportaciones al psicoanálisis, especialmente su capítulo 4: “División de la
personalidad psíquica”, Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de la neurosis, entre otras muchas
que hemos consultado en sus Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1948.
En todas ellas podemos encontrar las funciones psíquicas descritas, ello, superyo, inconsciente,
etc., no sólo como funciones, sino, además, con posibilidades de carga energética que las hacen
efectivas, y desplazamientos de energía de unas a otras. Como lo observa E. Nagel, esto transforma
las funciones freudianas en entes, pues solo los entes se catexian, con lo que la critica hecha a E.
Berne puede legítimamente ser desplazada a Freud.
40
Sigmund Freud, El yo y el Ello, Madrid, Alianza, 1978.
41
Para una visión más detallada de la discusión, puede recurrirse a E. Nagel «Problemas metodo-
lógicos de la teoría psicoanalítica», del simposium dirigido por S. Hook, Psychoanalisis, Scientific
Method andPhilosophy, Nueva York, University Press, 1959; H. J. Eysenck, Psychoanalysis: mith
134
CITAS
42
E. Nagel, La estructura de la ciencia, Buenos Aires, Paidós; 1967.
43
Otros mecanismos de reemplazo simbólico son estudiados por Freud bajo el nombre de conden-
sación, desplazamiento, generalizaciones, etc., que siguen las reglas de la metáfora y la metonimia,
si adoptamos la terminología de la lingüística.
44
J. Piaget, La formación del símbolo en el niño, cit., p. 337
45
J. Piaget, op. cit., p. 312.
46
J. Piaget, op. cit., p. 340.
47
J. Piaget, op. cit., p. 265.
48
Este ejemplo pertenece a mi experiencia clínica
49
J. Piaget, op. cít., p. 238.
50
Estos ejemplos se encuentran en la p. 280 de J .Piaget, La formación del símbolo en el niño cit.
Las críticas a la concepción del símbolo en Freud son expuestas por Piaget en La formación
51
52
Hemos seguido con alguna libertad los desarrollos de Piaget en La formación del símbolo en
el niño , cit.
Hemos seguido en este capítulo: J. PÌaget y B. Inhelder, The child conception of space, Londres,
53
Routledge and Kegan, 1956; J. Piaget, B. Inhelder y A. Szeminska: The child conception of geometry,
Nueva York. Basic Books, 1960; J. Piaget, Introducción a la epistemología genética. El pensamiento
matemático, Buenos Aires, Paidós, 1975.
54
A.C.Crombie, Historia de la ciencia: San Agustín a Galileo, t. 2, Madrid, Alianza, 1974.
W. Kandinsky, Punto y línea sobre el plano. Contribución al análisis de los elementos pictóricos.
55
56
Galileo, Il Saggiatore, cuestión 6. «La filosofía está escrita en ese vasto libro que está siempre
abierto ante nuestros ojos, me refiero al universo; pero no puede ser leído hasta que hayamos
aprendido el lenguaje y nos hayamos familiarizado con las lecturas en que está escrito. Está escrito
en el lenguaje matemático, y las letras son los triángulos, círculos, y otras figuras geométricas. sin
las que es humanamente posible entender una sola palabra.»
57
H. Read, Historie de la Peinture Moderne, París, Somogy. 1960. p. 17.
58
Louis Althusser, Materialismo histórico y materialismo dialéctico, Cuadernos de Pasado y
Presente. núm. 8, México, 1977, p. 39.
59
Al respecto, y como ejemplo de estratificación social y su relación mecánica con la obra de
arte, véase Nicos Hadjinicolaou, Historia del arte y lucha de clases, México, Siglo XXI, 1978. Más
135
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
60
K. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Buenos Aires, Paidós, 1967.
61
AndrÈ Reszler, la estética anarquista, México, FCE, 1974. El mismo pensamiento es expresado
por L. Trotski y A. Breton: «Si, para el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, la revolución
se ve obligada a erigir un régimen socialista de plan centralizado para la creación intelectual debe,
desde el principio mismo, establecer y asegurar un régimen anarquista de libertad individual.
Ninguna autoridad, ninguna restricción, ni la más mínima traza de reglamento» (André Breton,
Antología, México, Siglo XXI, 1973, p. 161). Coincidiendo en que el auténtico artista es por
lo tanto siempre auténtico revolucionario, el control sobre el mismo es contrarrevolucionario.
62
A. Hauser, Historia social de la literatura y el arte, cit.
63
E. Nagel, op cit.
64
Sobre lo objetivo del mito leemos en H. Read, Arte y alienación: «Pero, cómo definir la imagen.
No se trata de ninguna manera de retornar a las imágenes casi fotográficas del arte académico,
empañadas por el sentimentalismo y degradadas por la familiaridad. Tampoco hay que pensar
en volver a las regresivas imágenes oníricas del surrealismo, que sólo aprisionan al pintor en el
mundo privado de sus complejos personales. La imagen que buscamos debe ser universal y con-
creta a la vez, como lo eran las imágenes de los mitos y las leyendas del pasado» (op. cit., p. 61).
Aunque discrepo con la concepción expuesta sobre el surrealismo, ya que es posible encontrar
objetividad en las imágenes oníricas, e incluso en los complejos personales psicoanalíticos que en
ocasiones lo son de toda la humanidad, apoyo totalmente la búsqueda de imágenes universales
y concretas tales como las del mito. Este apartado trata precisamente de eso, de la objetividad de
las imágenes simbólicas y míticas.
65
C. G. Jung, Arquetipos e inconsciente, Buenos Aires, Paidós, 1974; C. G. Jung, Símbolos de la
transformación. Buenos Aires, Paidós, 1977.
66
En la exposición de esta ley biológica, en ocasiones he tropezado con gestos de incredibilidad:
“¡Cómo! Si a algunas ratitas a las que se enseñó a recorrer un laberinto se las sacrifica y se inyecta
lisados de su cerebro a otras ratitas, éstas recorren el laberinto con la rapidez que da el entrena-
miento, aunque lo recorrieran por primera vez.» Aclaremos que esta prueba reafirma la hipótesis
de que el conocimiento se almacena en el cerebro en forma de estructuras proteínicas capaces de
ser transmitidas por transfusión. Pero no prueba que sea transmisible genéticamente. Todas las
experiencias realizadas llevan a lo mismo: el conocimiento es una adquisición independiente de
la herencia (aunque construido sobre factores hereditarios).
67
A esto lleva. con respecto al símbolo, la posición de Piaget pese a su antiempirismo cognoscitivo.
68
S. Freud, Introducción al psicoanálisis. Teoría sexual cit., pp. 249-251, o Neurosis, recuerdos encu-
bridores cit., p. 163. Aunque este autor entiende cómo se construye el mito del paciente individual,
en lo social permite una lectura, fundamentalmente en Totem y tabú, en la que el conocimiento
de un suceso primario, el asesinato del padre en la horda primitiva -suceso hipotético refutado
por los estudios antropológicos posteriores-, pasa inconsciente de generación en generación hasta
los tiempos actuales, guardando isomorfía estructural con la situación generada por el complejo
136
CITAS
de Edipo. En este sentido, Jung es un discípulo que continúa desarrollos presentes en el maestro.
69
C. LÈvi-Strauss, Antropología estructural, México, Siglo XXI, 1979; véase también, del mismo
autor, Lo crudo y lo cocido, México, FCE, 1974.
70
K. Popper, en La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid, 1973, expone lo objetivo
como intersubjetivo siguiendo indicaciones kantianas. Asimismo, allí se encuentra la distinción
entre acontecimiento y evento (p. 85) como la diferencia entre un hecho individual y la clase
de los hechos individuales considerados. El paso para construir la clase por una ley, aunque no
explicitado por Popper, pienso que es coherente con una visión más detallada o analítica de lo
objetivo como intersubjetivo.
71
La construcción de la objetividad a partir de la coordinación de diferentes puntos de vista es
expuesta por J. Piaget, La construcción de lo real en el niño cit. (entre otras) y por B. Russell, Análisis
de la materia, Madrid, Taurus, 1976. caps. XX y XXI.
72
Hemos tomado elementos para elaborar el concepto de ideología de: K. Marx, F. Engels, La ideo-
logía alemana cit.; K. Marx, El capital, México, Siglo XXI, 1979; K. Marx, Elementos fundamentales
para la critica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858, México, Siglo XXI, 1978; G. Luk·cs,
Historia y conciencia de clase, México, Grijalbo, 1969; E. VerÛn, «Ideología y comunicación de
masas», en Lenguaje y comunicación social, Buenos Aires, Nueva Visión, 1976; L. Silva, Teoría y
práctica de la ideología, México, Nuestro Tiempo, 1978; L. Althusser et al., Polémica sobre marxismo
y humanismo, México, Siglo XXI, 1968; L. Althusser, Crítica de la ideología y del estado, Buenos
Aires, Cuervo, 1976; A. Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de B. Croce, México, Juan
Pablos, 1975; C. Buci-Glucksman, Gramsci y el estado, México, Siglo XXI, 1979.
73
«En la producción social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones,
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un
determinado estado evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relacio-
nes de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
eleva un edificio (Uberbau) jurídico y político, ya la cual corresponden determinadas formas de
conciencia social. El modo de producción de la vida material determina (bedingen) el proceso
social, político e intelectual de la vida en general. No es la conciencia del hombre lo que determi-
na su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia» (K. Marx,
«Prólogo», en Contribución a la critica de la economía política, México, Siglo XXI, 1981, p. 5).
74
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros
términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su
poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción
material, dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que
hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio las ideas de quienes carecen de los
medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la
expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales domi-
nantes concebidas como ideas; por lo tanto, las relaciones que hace de una determinada clase la
clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas» (K. Marx, F. Engels,
La ideología alemana cit., pp. 50-51).
75
Creo muy importante deslindar conceptualmente los campos de lo ideológico y de lo no
ideológico, oponiéndome a pensar como ideológico todo producto humano, pues en este caso
«ideológico» resulta un predicado universalmente aplicable. y por lo tanto trivialmente verdade-
137
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
ro; sólo cuando existen campos que puedan definirse como no ideológicos su aplicación resulta
interesante y no tautológica. En lo tocante a los discursos racionales, Marx y Engels ya habían
señalado algunos como no ideológicos, fundamentalmente el científico (aunque no descartan
elementos ideológicos en teorías científicas; precisamente ésta es la crítica que dirige Marx a la
economía política clásica). En las citas de la nota siguiente se puede encontrar esta diferenciación
entre ideología y ciencia (perteneciente al campo de lo no ideológico).
76
«Al considerar esta clase de trastocamientos, siempre es menester distinguir entre el trasto-
camiento material de las condiciones económicas de producción, fielmente comprobable desde
el punto de vista de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas
o filosóficas, en suma, ideológicas, dentro de las cuales los hombres cobran conciencia de este
conflicto y lo dirimen» (K. Marx, «Prólogo», en Contnbución... cit., p.5; cursivas nuestras). Aquí es
evidente la diferenciación entre las formas exactas de las ciencias naturales y las formas ideológicas.
«Si, tal como la ha descubierto el lector muy a pesar suyo, el análisis de las conexiones internas
reales del proceso capitalista de producción es una cuestión sumamente intrincada y un 1rabajo
muy minucioso; si es una tarea de la ciencia reducir el movimiento visible y solamente aparente
al movimiento real interno, va de suyo que en la mente de los agentes de la producción y de la
circulación capitalistas deben formarse ideas acerca de las leyes de la producción que diverjan
por completo de esas leyes, y que son sólo una expresión consciente del movimiento aparente.
Las ideas de un comerciante, de un especulador bursátil, de un banquero son, necesariamente,
erróneas por completo» (Das Kapital, Berlín, Dietz Verlag, 1959. (EI capital. México, Siglo XXI,
1976, t. III/6, p. 400), cit. por L. Silva en Teoría y práctica de la ideología cit., p. 63). El mismo
autor transcribe la siguiente cita de Engels en su carta a Mehring del 14 de julio de 1893: “La
ídeología es un proceso que el llamado pensador cumple conscientemente, pero con una con-
ciencia falsa. Las verdaderas fuerzas motrices que le impulsan permanecen desconocidas para
él, pues de lo contrario no se trataría de un proceso ideológico» (p. 67). Una falsa conciencia que
adopta lo aparencial (podríamos decir también lo parcial, que coincide con lo aparencial) es lo
ideológico, contraponiéndolo a la ciencia, que trata de conocer las verdaderas fuerzas motrices
de la estructura profunda,
Estas conclusiones sobre lo ideológico las encontré posteriormente a su elaboración en el capítulo
de «Estructuras simbólicas e ideología «, desarrolladas por L. Silva en su obra recién mencionada.
Coincido casi totalmente con este autor en este aspecto. Creo complementarlo agregando los as-
pectos de objetividad en la actividad humana general y científica y el traslado de estos conceptos
demarcatorios en el seno de discursos no conceptuales y obras visuales que son manifiestamente
no conceptuales para poder, también en estos campos, aplicar en forma no trivial el predicado: es
ideológico y por consiguiente «no es ideológico», tal como pudo hacerse con el discurso científico.
Agreguemos que por la misma delimitación de lo científico como no ideológico no comparto
la definición del aparato escolar como integrante de los aparatos ideológicos (productores de
ideología); en la medida en que enseñan la visión científica del mundo (teorías científicas) sólo
pueden ser parcialmente ideológicos.
77
G. Bachelard, Psicoanálisis del fuego cit.
78
Nicos Hadjinicolaou, Historia del arte y lucha de clases, México, Siglo XXI, 1978.
79
K. Popper, Conocimiento objetivo, Madrid, Tecnos, 1971.
80
«Si no existe producción en general, tampoco existe una producción general. La producción
es siempre una rama particular de la producción -v. gr. la agricultura, la cría de ganado, la ma-
nufactura, etc., o bien en una totalidad. Finalmente, la producción tampoco es sólo particular.
138
CITAS
Por el contrario, es siempre un organismo social determinado, un sujeto social, que actúa en un
conjunto más o menos grande, más o menos pobre, de ramas de producción». K. Marx, Introduc-
ción general a la crítica de la economía política (1857) cit., p. 42.
La Introducción general... de Marx autoriza a analizar en la rama de la producción específica del
arte sus componentes estructurales de producción, sus componentes ideológicos y sus relaciones
con el proceso global de producción.
Desarrollos mucho más completos del objeto artístico basados asimismo en la Introducción
sobre sus condiciones de producción, distribución, cambio, circulación y consumo, con amplias.
investigaciones sociológicas, son realizados por NÈstor GarcÌa Canclini en La producción simbólica.
México, Siglo XXI, 1979.
81
En la tesis 1 sobre Feuerbach, Marx expresa: «Por eso, en la Esencia del cristianismo, sólo se
considera romo auténticamente humano el comportamiento teórico, y en cambio la práctica
sólo se capta y se plasma bajo su sucia forma judía de manifestarse. De ahí que Feuerbach no
comprenda la importancia de la actividad «revolucionaria», de la actividad «crítico práctica».»
En la tesis «afirma: La coincidencia del cambio de las circunstancias con el de la actividad huma-
na o cambio de los hombres mismos, sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como
práctica revolucionaria.» K. Marx, La ideología alemana cit., pp.665-666.
82
Una interpretación similar a la aquí expuesta puede encontrarse en R. Mondolfo, Marx y mar-
xismo cit., sobre todo en la p. 51.
83
H. Delacroix, La psychologie de l’art, citado por J Piaget en La formación del símbolo en el niño
cit., p. 207.
84
Las relaciones entre juego y operaciones está tomado de J .Piaget, La formación del símbolo en
el niño cit., pp. 125-297.
85
J. Piaget, La formación del símbolo en el niño, cit. pp. 106-107.
86
F. Copleston, Historia de la filosofía I. Grecia y Roma, Barcelona, Ariel, pp. 260-261.
87
El desarrollo siguiente es coherente con el pensamiento de Piaget, aunque este autor no lo
haya efectuado.
88
Véase Claude LÈvi-Strauss, Arte, lenguaje, etnología, México, Siglo XXI, 1968. En la entrevista
con George Charbonnier hace explícita la noción del arte como sistema de signos que vamos a
comentar. Puede leerle una continuación en este sentido, pero poniendo el acento en el sistema
de signos como código y prolongando el análisis con categorías de la teoría de la comunicación,
en Umberto Eco, Tratado de semiótica general, México, Nueva Imagen-Lumen, 1978 (capítulos
3.5,3.6 y 3.7), Véase también Pierre Bourdieu, Elementos para una teoría sociológica de la per-
cepción artística cit.
89
Luis Prieto, Estudios de lingüística y semiología, México, Nueva Imagen, 1977. p. 170.
90
Mario Benedetti, Poemas de otros, México, Nueva Imagen, 1978.
91
Jorge Luis Borges, Obra poética, Madrid, Alianza/Emecé, 1975.
J. Lacan, Escritos, México, Siglo XXI, 1979. Véase también Le Séminaire, Paris, Du Seuil, 1975.
92
139
LA ESTRUCTURA PSICOSOCIAL DEL ARTE
93
NoÈ Jitrik, Las contradicciones del modernismo, México, El Colegio de México, 1978. En esta
obra se encuentra un análisis exhaustivo de los equilibrios formales en la poesía de Rubén Darío,
donde no sólo los acentos de las palabras sino además los juegos de repetición de consonantes, o
grupos de letras, distribuidos espacialmente integran asimismo equilibrios formales.
Esta obra, conocida con posterioridad a la elaboración de nuestra teoría operatoria del arte, re-
fuerza nuestra creencia en la validez de un análisis de operaciones incluso en la poesía, tal como
lo hemos expuesto. E incluso en la obra literaria en prosa, cuentos o novelas, podrían encontrarse
los elementos formales, emotivos, simbólicos, etc., que describimos para el arte visual y la poesía,
aunque no resulten tan obvios y su desentrañamiento sea obra de una minuciosa tarea futura y
aunque no agoten todo el contenido de la prosa, pues el análisis lingüístico-conceptual, innecesario
para la obra visual, es de importancia capital en la literatura.
94
T. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas cit.
140
Imreso y Encuadernado
en Imprenta Dorrego
Dorrego 1102 - Capital Federal
Abril de 2003
Impugnada por el desarrollo histÛrico aquella visiÛn provinciana del etnocen-
trismo europeo que postulaba teorÌas del arte fundadas sobre juicios estÈticos
universalmente v·lidos, dictados por un sujeto trascendental, y que consideraba
a la obra de arte como producto del genio individual, afloraron -es cierto que no
sin mostrar sus contradicciones- las interpretaciones de una sociologÌa y psico-
logÌa que dieron fin a la supuesta relaciÛn privilegiada del artista y sus obra para
considerarlos como productos de la sociedad y de sus vivencias. Sin embargo esta
visiÛn histÛrica, que llevaba el germen del relativismo, dejaba sin responder las
interrogantes respecto de cÛmo pueden a˙n ´proporcionarnos goces artÌsticos y
valgan, en ciertos aspectos, como una norma y un modelo inalcanzablesª ciertas
obras de arte producidas en tiempos y en sociedades distantes de la nuestra. Esta
preocupaciÛn no podÌa ser satisfecha por explicaciones que finalmente terminaban
en el sociologismo o psicologismo ni tampoco por la historia de los estilos como
tales, que dejaba de lado los factores sociales y psicolÛgicos.
Pero entonces, øcÛmo eliminar las contradicciones anteriores? Es precisamente
esta pregunta la que sirve como punto de partida a CÈsar Lorenzano en su intento
de encontrar nuevas categorÌas que den cuenta de la especificidad de la obra de
arte. ´Int ento -dice el autor- sentar las bases para una teorÌa cientÌfica del arte,
usando como premisas presupuestas las de una ciencia f·ctica, la psicologÌa genÈ-
ticaª . Y esto ser· posible a partir del encuentro de la nueva categorÌa buscada, esto
es, las estructuras psicosociales, que resultan de la utilizaciÛn de las estructuras
psicolÛgicas de Piaget, a las que cierto tratamiento con categorÌas sociolÛgias les
otorga la necesaria dimensiÛn histÛrica y social.