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Seminario de Literatura contemporánea

Ensayo sobre El Extranjero de Camus


por Camila Fernández

El asesino del autor de los días es el que transforma

“Este mismo corazón mio me resultara siempre indefinible.”


Albert Camus, El Mito de Sisifo

El extranjero es un ser que extraña a los que le rodean. Lo extranjero no viene a ser lo propio sino
lo extraño, lo no-familiar. Con lo extranjero se aproxima la incertidumbre.
Ante un desconocido, o bien extranjero, se plantean preguntas, entre ellas: “¿de dónde viene?” Si
el origen de un ser extranjero se revela, deja de ser un desconocido y su apariencia de extranjero
se reconoce. Se le llama extranjero a quien abandona su tierra de origen y se encuentra en otra
parte donde se le desconoce; por lo que es extraño, es extranjero. Lo extranjero llama la atención
pues se manifiesta fuera de lugar, en contra de una cotidianidad. Un extranjero extraña porque se
encuentra fuera de su zona, y lo que extraña en él es eso que trae del extranjero, su ser
extranjero. Lo extranjero extraña. En todo caso, el extranjero se encuentra fuera de lugar y todos
los hombres somos extranjeros alguna vez.

La palabra extranjero toma otro significado cuando el extrañamiento del extranjero se apodera de
un hombre, no en la distancia, lejos de su tierra de origen; sino en el mismo lugar donde nace,
donde crece, donde se desarrolla; el sentimiento del extranjero se apodera desde la matriz, desde
el origen. En las palabras del Procurador en el juicio que se lleva a cabo para determinar el
castigo de Meursault, El Extranjero: se trata de un hombre que mata moralmente a su madre. La
primera novela de Albert Camus publicada en 1942, El Extranjero es el relato de un hombre que
vive una vida que pasa desapercibida, hasta que los juegos del azar le llevan a la condena por ser
la abominación del extranjero: un extranjero extraño a su propio origen.

“Yo escuchaba y oía que se me juzgaba inteligente. Pero no comprendía bien cómo las cualidades
de un hombre común podían convertirse en cargos aplastantes contra un culpable. Por lo menos,
era esto lo que me chocaba y no escuché más al Procurador hasta el momento en que le oí decir:
« ¿Acaso ha demostrado por lo menos arrepentimiento? Jamás, señores. Ni una sola vez en el
curso de la instrucción este hombre ha parecido conmovido por su abominable crimen.» En ese
momento se volvió hacia mí, me señaló con el dedo, y continuó abrumándome sin que pudiera
comprender bien por qué. Sin duda no podía dejar de reconocer que tenía razón. No lamentaba
mucho mi acto. Pero tanto encarnizamiento me asombraba. Hubiese querido tratar de explicarle
cordialmente, casi con cariño, que nunca había podido sentir verdadero pesar por cosa alguna.
Estaba absorbido siempre por lo que iba a suceder, por hoy o por mañana. Pero, naturalmente, en
el estado en que se me había puesto, no podía hablar a nadie en este tono. No tenía derecho de
mostrarme afectuoso, ni de tener buena voluntad. Y traté de escuchar otra vez porque el
Procurador se puso a hablar de mi alma.”
La novela inicia cuando el protagonista relata que recibe una carta con el anuncio de la muerte de
su madre. El protagonista es el extranjero. Se trata de un hombre promedio, que vive solo desde
que su madre vive en un asilo. Conoce una mujer a la que se siente atraído y con la que se reúne,
conversa, tiene relaciones sexuales. De entre sus vecinos se relaciona con Raymundo, con quien
conversa, bebe, come morcilla. Es Raymundo quien se dirige al protagonista para solicitarle que
escriba una carta para su amante, quien lo engaña con otro. Son los juegos de Raymundo los que
llevan al protagonista a relacionarse con el árabe que termina por matar con la pistola de
Raymundo en un paseo que hacen a la playa. Todo sucede de un modo natural, naturalmente
azaroso, comprensible. El nudo de la historia se tensa, la incertidumbre acrecienta, no tanto en los
sucesos que se relatan como en la reacción del protagonista, su desenvolvimiento ante los
hechos, su presencia, su juicio. Hay una particularidad en el juicio del extranjero que difiere en
absoluto con La Justicia o La Ley presentada en la obra. Como lo afirma el mismo Camus en El
Mito de Sisifo, “Para un hombre, comprender el mundo es reducirlo a lo humano; marcarlo con su
sello.” Quizá sea la falta de sello, la falta de juicio en un lugar de juiciosos, lo que convierta a
alguien en extranjero. Falta el juicio y falta el sello origen. El protagonista es detenido después de
dispararle al árabe repetidas veces. A pesar de ser detenido y condenado por el acto de matar a
un árabe, parece que al Extranjero se le manda a cortar la cabeza, no por matar a un hombre,
sino por no ser hombre: hombre-humano, hombre-hijo, hombre-moral, por no llorar por su madre,
por ser extraño a su origen.

Los sucesos se abren al lector de la novela con la noticia, que relata el protagonista, de la muerte
de la madre. La novela tambien concluye con la madre, ya no con su muerte corpórea sino con su
asesinato simbólico. Se mata simbólicamente, o moralmente, como lo dice el Procurador.
“Decía que se había acercado a ella y que no había encontrado nada, señores jurados. Decía que,
en realidad, yo no tenía alma en absoluto y que no me era accesible ni lo humano, ni uno solo de
los principios morales que custodian el corazón de los hombres. «Sin duda», agregó, «no
podríamos reprochárselo. No podemos quejarnos de que le falte aquello que no es capaz de
adquirir. Pero cuando se trata de este Tribunal la virtud enteramente negativa de la tolerancia debe
convertirse en la menos fácil pero más elevada de la justicia. Sobre todo cuando el vacío de un
corazón, tal como se descubre en este hombre, se transforma en un abismo en el que la sociedad
puede sucumbir». Habló entonces de mi actitud para con mamá. Repitió lo que había dicho en las
audiencias anteriores. Pero estuvo mucho más largo que cuando hablaba del crimen; tan largo
que finalmente no sentí más que el calor de la mañana.” (Camus, 32)

Se “mata” la estructura de la que él mismo forma parte: La Justicia como creación humana; se
asesina lo que sostiene la vida en sociedad: la familia, la madre progenitora, el conocimiento del
origen de la vida. La madre es una institución social en el sentido en el que su figura cumple un
papel en la sociedad. La Madre, con mayúscula, es una imposición.

Hilvanemos la figura del extranjero sin origen. Como el extranjero, escuchamos en donde se habla
del alma. El relato de El Extranjero plantea la posibilidad de una desviación en el sentido común.
Entre los juegos del azar, un hombre dispuesto a entablar conversaciones con quienes comparte
la existencia, un hombre que existe sin más, revela la fragilidad de las construcciones que nos re-
dirigen al origen, al conocimiento o al sentido (también al sentido común). Se trata de una vuelta,
un reverso. El extranjero sin origen, cuando lo más familiar se convierte en extranjero. Sigmund
Freud denomina este fenómeno Das Unheimliche, Para traducir esta palabra de la lengua
alemana se requiere, sin embargo, de una ampliación. Primero la descomposición en fragmentos.
Un-heim-lich. El un- es un prefijo que niega. El adverbio heim-, denomina un sentido o sensación
de lugar. Heim, con mayúscula, significa casa u hogar, por ejemplo Kinderheim (Hogar de niños),
De la herencia del alto alemán antiguo de la primera fase del idioma, se dice heim gehen para
decir que se va a casa. El meollo de la palabra unheimlich está en el heim, que es su centro. En
idioma alemán coloquial, se usa la palabra unheimlich para referirse a algo
exagerado, por ejemplo eine unheimliche Geldsumme (una exagerada suma de dinero) o, sie ist
unheimlich nett (ella es exageradamente buena gente). Heimlich se desliza por lo conocido, lo
confiable, lo hogareño, lo familiar; pero también sabemos que cuando algo tiene la característica
de ser muy familiar o muy íntimo suele tornarse secreto. El único sustantivo que se puede formar
de heimlich es Die Heimlichkeit, que significa algo que permanece oculto, secreto. También se usa
para designar lugares silenciosos y secretos. Sus sinónimos son: Geheimnis (secreto), Diskretion
(discreción), Geheimhaltung (actitud de secreto), Geheim (eso que no es conocido abiertamente
por los otros). Y así, bruscamente, la palabra heimlich se reversa, creando, sin necesidad de
cambiar su forma, una aberración cíclica con sigo misma y con su negación; no necesita negarse
para desdoblarse. Así que la negación y la afirmación de este concepto, unheimlich y heimlich,
están estrechamente ligadas y se contienen en una misma palabra: heimlich, y se utilizan para
significar lo mismo. La dualidad entre negación y afirmación desaparece. Las palabras unheimlich
y heimlich son ambas significantes o conceptos que sugieren una familiaridad, una intimidad en la
que algo se interioriza sin cesar, en la que se está cada vez más y más adentro, hasta la
incertidumbre. El desconocimiento en lo más familiar, es eso que a pesar de ser lo más íntimo y lo
más propio nunca deja de ser incomprensible, es intraducible en su totalidad. Es el secreto familiar
que des-familiariza una familia. Es lo extraño en lo más familiar e íntimo. “De modo que heimlich
es una voz cuya acepción evoluciona hacia la ambivalencia, hasta que termina por coincidir con la
de su antítesis, unheimlich. Unheimlich es, de una manera cualquiera, una especie de
heimlich.” (Das Unheimliche, Sigmund Freud)

Los actos y las reflexiones del extranjero no se articulan con el sentido común de su
contemporaneidad. Se trata de un hombre que pasa desapercibido una buena parte de su vida.
“Estaba un poco aturdido también ante tanta gente en la sala cerrada. Miré otra vez hacia el
público y no distinguí ningún rostro. Creo que al principio no me había dado cuenta de que toda
esa gente se apretujaba para verme. Generalmente, los demás no se ocupaban de mi persona.
Me costó un esfuerzo comprender que yo era la causa de toda esta agitación.” (Camus, 22)

El extranjero se aturde cuando la atención está puesta sobre él. Ante tal provocación, el Extranjero
descompone y re-compone su realidad a través de su imaginación. El extranjero siempre está en
otra parte.

“Todos me miraban: comprendí que eran los jurados. Pero no puedo decir en qué se diferenciaban
unos de otros. Sólo tuve una impresión: estaba delante de una banqueta de tranvía y todos los
viajeros anónimos espiaban al recién llegado para notar lo que tenía de ridículo. Sé perfectamente
que era una idea tonta, pues allí no buscaban el ridículo, sino el crimen. Sin embargo, la diferencia
no es grande y, en cualquier caso, es la idea que se me ocurrió.”

El extranjero se lanza a los juegos del azar. Percibe la inestabilidad del pensamiento, del suyo
propio, de la realidad. El azar se hace posible cuando el sentido común se rasga, se hiere. El
extranjero funciona como creador de hendiduras. En todo caso, lo que se deja entrever a través
de la rasgadura en el tejido que la cultura, es lo inexplicable. “Todo esto está bien —declara
Camus en el Mito de Sisifo— y espero que continúes. Pero me hablas de un invisible sistema
planetaria en el que los electrones gravitan alrededor de un núcleo. Me explicas este mundo con
una imagen. Reconozco entonces que fuiste a parar a la poesía: no conoceré nunca.” La imagen
poética no reclama ninguna verdad, ni siquiera reclama conocimiento, se trata de una creación,
una veneración a lo que no se conoce sino a través de la incertidumbre.
Así es como el extranjero pasa los días en la prisión, se construye distracciones con la
imaginación. El extranjero está en la prisión, sin embargo la potencia de su imaginación le lleva a
crear imágenes, con el recuerdo, con todo lo que tiene a su alcance. El poder de esta acción
demuestra no estar en la comprensión.
“Así, cuanto más reflexionaba, más cosas desconocidas u olvidadas extraía de la memoria.
Comprendí entonces que un hombre que no hubiera vivido más que un solo día podía vivir
fácilmente cien años en una cárcel. Tendría bastantes recuerdos para no aburrirse. En cierto
sentido era una ventaja. Existía también el sueño.” (Camus, El Extranjero)

El extranjero, puede decirse, no conoce su origen, no conocerá más que la imagen, la


composición, el orden que él da a las cosas a su alrededor, fuera de todo sentido común, en
constante formación, su experiencia se desarrolla con el absurdo, con el azar, a partir de una
reformulación de una estructura dada, premeditada, a partir del rechazo de La Madre moral. El
extranjero, extraño a su propio origen, provoca una transformación, quizá insignificante, en La
Idea que se tiene de La Madre, de cierta forma, la libera.
“ Tan cerca de la muerte, mamá debía de sentirse allí liberada y pronta para revivir todo. Nadie,
nadie tenía derecho de llorar por ella. Y yo también me sentía pronto a revivir todo. Como si esta
tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche
cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del
mundo.” (Camus, El extranjero)
El extranjero vive del sueño, esto es, de las imágenes, no de su contemplación, sino de su
manipulación, de la composición. El extranjero no precisa regreso alguno, con su indiferencia se
dirige a la deriva.

“Una madre, una mujer apasionada tiene


necesariamente el corazón seco, pues esta apartado
del mundo. Un solo sentimiento, un solo ser, un solo
rostro, pero to do esta devorado.
Es otro amor el que conmueve…”
(Camus, Mito de Sisifo)

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