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AÑO III. 30 DE OCTUBRE DE 1883. KUM. 1 0 .

DEL

INSTITUTO HOMEOPÁTICO
X)£ MAX)RXX).

REDACCIÓN.
DOCTORES: ALVAHEZ (D Anastasio), GARCÍA LÓPEZ, VIGNAU,
NüÑEZ, RODRÍGUEZ P I N I L L A , ESPARZA.

COLABOKADORES:
Todos los médicos del Hospital homeopático y
los alumnos del Instituto.

DIRECTOR.
Excmo. ftr. D. TOMÁS FF.tucEfi.

REDACCIÓN Y ADMINIlSTHACION.
Calle de Fuenrarral, 57, 2." derecha.
svnumo.
L—PRO('.RAM\ pftra los exámenes de Clínica racdicn. (conolu-
sLon', ])or el l l r . D. Tomás l'ellleer.
11.—T,AS AULAS MINiaiALF.S Y LA TKKAPKLTIGA HOMF.OPA-
TICA, por el Or. EapnrE».
III.-SORDIÍRA CON BriDí)^; líN LA dABKZA, por (A Dr . I». R.
T. C«e|ier.
IV.—LA H0MK(3PATL\ KN ALMERÍA, por el Dr, Rodri^oez
Pinilla.
V.—VARIEDADF.S.—Bibliografift.—Un acto de oortcsia.—Anun-
cios.

ANUNCIOS.
FARMACIA HOMEOPÁTICA ESPECIAL,
la primera efUh\eáá¡¡ en E«psfia

DE LA VIUDA
del Rr. Cesáreo Martin Somolinos,
Infantas, núm. 26, Madrid.
Eí.la farmacia, cuya reputación universal en la elaboración de los me-
dicamenlos homeopáticos es de lodos bien conocida, sigue dedicándose á
esta especialidad; bajo la dirección del doctor en farmacia I). Jaime Pizá
Rosselló, hermano político del doctor Somolinos, y encargado desde el año
C9 de la preparación de dichos medicamentos.
Se remiten á cualquier punto de España, por correo certificado (eicep-
to los líquidos) lodos los preparados houieopálicos.incluso las cajas-boti-
quines que se pidan. Catálsgos gratis.

Compendio de las enfermedades d« los nlAas, para uso de es-


tudiantes y módicos, por el doctor J. Stniner, revisado y aumentado por
los doclores Luis Fleischmanii y Maximiliano Herz, verson española de
la última edición alemana, por M. Tolosa Latour y F. García Molinas,
doclores en Medicina y Cirugía. Madrid, 1881. Dos tomos en 4.", 11,50 pe-
setas en Madrid y ló en provincias, franco de porte.

Memorándum de medicina, eirugía y parlón, por D. A. Borlieu,


traducido del francés de la tercera edición, por D. A. 0. Calderón,Con 'iVi
planchas intercaladas en el texto. París, 1878. l'n tomo en 8.* mayor, tela,
10 pesetas en Madrid y 11 en provincias, franco de porte.
Bailly-Bailliére, plaza de Santa Ana, 10, Hadrid.
BOLETÍN CLÍNICO
DEL INSTITUTO HOMEOPÁTICO DE MADRID.

AÑO III. I 30 DE OCTUBRE DE 1883. NÚM. 10.

PROGRAMA
para los exámenes de CUnica médka^por 1). Tomás Pellicer,
Catedrático de dicAa asignatura en el Instituto homeopático,
y Profesor-Decano del Hospital de San José.

Conclusión (1).

APÉNDICE.
Expuestos ya en este programa los puntos esenciales de la
doctrina médica de Hahnemann, que deben conocer nuestros
alumnos,,,procede darles algunas reglas, siquiera sea de pasada,
para la práctica de esos mismos principios que han aprendido
en la escuela.
Dos cosas hay, pues, en esta materia, que el médico que se
crea en condiciones de poder ejercer la homeopatía, no puede en
manera alguna dejar de poseer.
1." Conocimiento perfecto de la Patología para poder distin-'
guir en el enfermo, al establecer el diagnóstico, cuáles son los
síntomas esenciales ó fundamentales, y cuáles los accidentales ó
simpáticos.
2." Conocimiento de los síntomas ó fenómenos medicamen-
tosos que sean característicos y apropiados para cada caso con*
creto de enfermedad.

(1) Véase el número 9.


40
218 BOLETÍN CLÍNICO.
La apreciación de los característicos de cada medicamento,
en sus relaciones con las enfermedades, es en lo que el homeó-
pata necesita íijars^íüás, porque éstos característicos, no siem-
pre se han de estimar por el resultado visible y directo de la
experimentación; sino que necesita serlo con relación á la cau-
sa de la enfermedad, á las condiciones de ésta y á las circuns-
tancias del sujeto. Modelos elocuentísimos que pueden y deben
servir de norma para estos estudios, los ha expuesto Hahnemann
en el juicio sintético que precede al estudio de varios medica^
mentos de su materia médica pura, como sucede con el Acónito,
el Arsénico, laBeUad., el Opio, la Nux. vom., la PulsátíUa, et-
cétera, etc.
Una vez en posesión de estos conocimientos, no le será difí-
cil á un homeópata, después de examinar detenidamente un
caso de enfermedad, recordar qué medicamento ó medicamen-
tos cubren en lo posible, toda la forma patológica que tiene pre-
sente .
De este modo forzoso, con que hay que practicar la medicina
homeopática, si ha de dar buenos resultados, es de donde ha
surgido la dificultad de aceptar las clasificaciones nosológicas
de la medicina tt-adicional, y la necesidad de adoptar un siste-
ma individualizador propio y esclusivo de la terapéutica ho-
meopática.
Por este procedimiento y conociendo bien las patogenesias,
que tanta luz han esparcido sobre la patología, contribuyendo
á su relativa perfección, no hay necesidad de hacer otro estudio
que aquel que se relaciona con las facultades del medicamento
en sí, y en lo que tiene de diferencial con sus homogéneos.
Por el conocimiento que Hahnemann tenía de las patogene-
sias de los muchos medicamentos que había experimentado en
• sí propio y de otros que lo habían sido bajo su dirección, es por
lo que se hizo tan célebre terapeuta, pues es sabido que le
bastaba oír la relación de un enfermo, oportunamente interro-
gado, para afirmar de una manera precisa, que aquella enferme-
dad estaba bajo el dominio de determinados medicamentos.
Por esta razón era de opinión que las sustancias medicínales,
se experimentaran por los mismos médicos, como el mejor me-
dio de conocer las cualidades que les son características.
La continuación del tratamiento en toda enfermedad ya
BOLETÍN CLÍNICO. 219
aguda, ya crónica, es otro punto que exija suma atención de
parte del médico homeópata. Toda modificación en la forma del
padecimiento que no ofrezca la seguridad de un éxito feliz, más
ó menos pronto, requiere nuevo estudio del estado presente,
aunque sea favorable, y mucho más si es adverso. Si es favora-
ble, porque á menos enfermedad, menos medicina, cuidando no
introducir cambio alguno, tanto en el medicamento como en su
forma; pero si fuera adverso, entonces, hay necesidad de hacer
nuevo examen, nueva comparación, fijarse más en los síntomas
morales, en las causas determinantes, en lo que parezca más
raro, más extraordinario en el paciente, y rectificar el concep-
to, si es menester, asi respecto del medicamento como de la for-
ma solamente. ^,
El respeto á las manifestaciones críticas que sobrevienen en
algunas enfermedades, tanto agudas como crónicas, es de la
mayor importancia. Es necesario mucha atención para conocer
si estas manifestaciones son sintomáticas ó son críticas. Lo crí-
,tico y lo que ha de ser saludable, viene generalmente acompa-
ñado de sueño reparador, mejoramiento del estado moral, y dis-
minución de los síntomas que más molestan al paciente, sobre
todo, en las enfermedades agudas. En las crónicas, son Igual-
mente respetables las derivaciones dermatósicas que aparecen
alguna vez, ya espontáneas, ya por efecto de los medicamentos.
Estas manifestaciones se extinguen con el tiempo, una buena
higiene y el uso de los medicamentos apropiados. Una desapa-
rición brusca producida por el arte, dá siempre resultados fu-
nestos.
El cambio de medicamentos en una enfermedad, debe estar
muy justificado. Si la indicación está bien tomada, basta, con
frecuencia, variar la dinamizacion, ya subiendo, ya bajando la
escala de ellas, conforme la violencia del mal ó la receptibilidad
del sujeto. Algunos medicamentos como el Opio y la Tintura
sulfuris, dados á dosis únicas y de un modo intercurrente, fa-
cilitan la acción de los medicamentos que, á pesar de estar bien
elegidos, no responden con la prontitud deseada.
Pero insistimos en que el éxito de todo tratamiento, depen-
de del mayor 6 menor conocimiento de las patogenesias, del de
la enfermedad y causas que la han producido. Así y todo, la
práctica de la homeopatía es bastante difícil, por más que los
220 BOLETÍN CLÍNTCO.
manuales, que han publicado prácticos recomendables, tiendan
á facilitarla. Lo mejor de todo seria ejercerla según los conse-
jos de Hahnemann y de sus primeros discípulos, si bien ésto re-
quiere una aplicación sin tregua y un conocimiento bastante
profundo de la triateria médica pura. Y al decir materia médica
pura, me refiero únicamente á los medicamentos que componen
la que lleva el nombre del Maestro.
Muchos medicamentos se han experimentado después, que
pueden llenar indicaciones provechosas; pero no creo ver en
los nuevos experimentadores las circunstancias ni las condicio-
nes que adornaban al primero que puso en práctica el pensa-
miento de la experimentación. Su fé, su constancia, su talento
de observación y su disposición á hacer todo género de sacrifi-
cios, son una garantía que no es comparable con la de ningu-
no de sus imitadores, por relevantes que sean sus méritos. En lo
que Hahnemann hizo y se realizó bajo su dirección, está el ori-
ginal, las copias nunca fueron los originales.
Y ¿á dónde vamos á parar, por otra parte, con tantos cente-
nares de patogenesias como se publican? Si médicos homeópa-
tas de reconocida aplicación afirman que para el estudio de las
obras de Hahnemann es corta la vida del hombre, ¿que vá á su-
ceder al que desee ojear siquiera tan vasto repertorio como se
vá formando? Sucederá lo que decia un sabio y antiguo profe-
sor de una de las primeras escuelas de Medicina de España al
ver cómo se suceden, multiplican y encarecen los llamados mo-
dernos adelantos. «El abuso de la ciencia, mata la ciencia» de-
cía, y yo digo lo mismo de las experimentaciones. En los pri-
meros tiempos de la homeopatía se conocían Telativamente,
como es natural, pocos medicamentos, y se hacían, sin embar-
go, más y mejores curaciones que ahora.
Ck>n los medicamentos estudiados y experimentados por el
fundador de la homeopatía y por los discípulos que lo haícían
bajo su dirección, puede atenderse á las indicaciones de todas
las formas posibles de enfermedad, y lo que solo nos hace falta
es conocerlos bien, en lo que los distingue y caracteriza. Con
ellos se realizaron aquellas primeras é importantes conquistas
que han sido y son el fundamento de la prodigiosa propaganda
que ha hecho conocer los beoefícios de nuestra doctrina en to-
das las partes del mundo.
BOLBTIN OLÍNIOÜ. 221

Pero volviendo á las dificultades que se ofrecen al neófito


para la práctica de la homeopatía, y pensando en los medios que
hay para vencerlas, he creido conveniente exponer aquí un caso
prácticoyque dé una idea, asi del modo de hacer el estudio de la
enfermedad, como del conocimiento que es necesario tener de
los síntomas délos medicamentos y de sus condiciones caracte-
rísticas y, al efecto, y teniendo en cuenta la indiscutible autori-
dad del Dr. Boenninghausen, he elegido uno de su práctica par-
ticular, que, con fines análogos, describió en el Prefacio de su
tratado de terapéutica homeopática.
Trátase de un hombre de cincuenta años, de aspecto sano,
acaso de excesivo color, de humor alegre, generalmente, pero
sujeto á accesos violentos de cólera, constitución evidentemente
nerviosa é irritable, el cual venia sufriendo hacia dos meses, (á
consecuencia del tratamiento alopático contra una pretendida
afección reumática en la cavidad del ojo derecho) de un dolor
violento, de especie particular, en la pierna derecha, dolor que
ocupaba todos los músculos de la parte posterior ó sea desde la
pantorrilla hasta el talón, sin estenderse á las articulaciones de
la rodilla ni del pié. El dolor era, según decía el enfermo, dolor
de estirón, tan intenso que le hacia estremecer, interrumpido
con frecuencia por punzadas que partían del interior al exterior,
sordamente hormigueantes por la mañana, en cuya hora, era,
en general, más soportable ó sea como un dolor de cansancio ó
de magulladura.»
«Los dolores se exacerbaban hacia la prima noche y en el re-
poso, sobre todo, después de algún movimiento estando sentado
ó de pié, y, notablemente paseando al aire libre. Durante la mar-
cha misma, el dolor saltaba de repente de la pantorrilla derecha
al brazo izquierdo, y se hacia más insoportable cuando se me-
tía la mano en su bolsillo ó en el pecho teniendo el brazo tran-
quilo, mientras que el movimiento del brazo, lo disminuía y lo
hacia volver de repente á la pantorrilla derecha.»
«El alivio principal, por último, lo experimentaba paseán-
dose en la habitación y cuando se hacia frotar la parte afecta.»
«Los accidentes concomitantes eran: insomnio antes de me-
dia noche; accesos frecuentes, en las primeras horas de la no-
che, de calor fugaz con sed, sin preceder calofríos, gusto de
grasa en la boca, molestia en la garganta y dolor presívo casi
222 BOLETÍN CLÍNICO.
continuo en la parte inferior del pecho y boca del estómago,
como si quisiera espeler alguna cosa.»
«En presencia dejjn cuadro tan completo y exacto de la en-
fermedad, un homeópata experimentado que conociera bien los
efectos de sus medicamentos, no tardaría mucho tiempo en ele-
gir el medicamento saludable, porque el conjunto de los sínto-
mas no responde absolutamente más que á uno solo. El princi-
piante por el contrario, se veria obligado á buscar síntoma por
síntoma y solo después de mucho trabajo podría encontrar el
medicamento conveniente.»
«El uno, por ejemplo, sabe que los dolores que saltan rápi-
damente de una á otra parte, que se exarceban al anochecer y
en el reposo; que el gusto á grasa en la boca, el insomnio antes
de media noche y algunos otros síntomas de los señalados, per-
tenecen, sobre todo, á los efectos de Pulsdtilla, pero no está se-
guro que suceda lo mismo respecto del resto de los síntomas, y
si desea obrar en conciencia, no podrá menos de comparar y
convencerse de que Pulsáiilla no es el verdadero remedio ho-
meopático, porque ni responde á los síntomas morales, ni á
otros que no tienen ninguna analogía con este medicamento.»
«Un otro, se ha fijado en el carácter particular de los dolo-
res y recuerda que Chirm respqjjde á los dolores de parálisis y
de quebrantamiento, así coipó á los de tirón estremeciente y al
dolor lancinante de dentro á fuera, y sabe también que ofrece
los dolores que saltan de una á otra parte. Cree estar seguro,
además, de que otros síntomas, como el insomnio antes de me-
dia noche, la exacerbación durante el reposo, el alivio por el
movimiento y las fricciones, los calores fugaces con sed, con-
vienen á este medicamento; pero no sabe nada de los síntomas
restantes, y estas contradicciones le advierten que China no es
el medicamento para este caso.»
«Si un tercero está bastante familiarizado con la homeopatía
para conocer á primera vista los síntomas contradictorios de
Pulsáiilla, China y otros medicamentos análogos, y si al mis-
mo tiempo no conoce bastante los de Valeriana (que responde á
los principales síntomas) para tener seguridad del resultado de
este medicamento, raramente empleado, le bastará echar una
ojeada sobre algunos síntomas dudosos para convencerse que,
de todos los medios conocidos, éste es el más eficaz, como el re-
BOLETÍN CLÍNICO. 223
sultado lo ha confirmado. En efecto, después de una sola dosis
extremadamente débil de este medicamento, á alta potencia, to-
mado en solución acuosa, la afección desapareció completa-
mente en tres dias, con todos los síntomas accesorios.»
El Doctor Boenninghausen, con la descripción de este caso,
ha querido manifestar la necesidad de que se lean por los ho-
meópatas principiantes, ciertos repertorios que tienen por obje-
to facilitar el conocimiento de los medicamentos, en lo que se re-
fiere, especialmente, á sus condiciones características, en cuyo
caso se encuentran; este su Manual de terapéutica, su otra obra,
Cuadro de la principal esfera de acción y de las propiedades ca-
racterísticas de los remedios aníipsóricos, otro estudio suyo so-
bre.ZOÍ lados del cuerpo, ó sea, la electividad de ciertos medica-
mentos sobre estas partes, y otras muestras de estos estudios
que se registran en todas sus obras.
Mas, aparte de ésto, que es digno del mayor elogio y merece
toda la gratitud de los homeópatas, conviene que manifeste-
mos: que, casos como el que, con singular maestría, nos descri-
be este eminente práctico, no suelen ser muy comunes, ni apa-
recen tan claros y sencillos que puedan ser dominados por un
solo medicamento; siendo cierto, por otra parte, que tampoco es
común poseer un conocimiento de los medicamentos tan exac-
to, cual se requiere para llenar una indicación á lo Boennin-
ghausen, cuya práctica representa el bello ideal de la terapéu-
tica homeopática; pero entre un sabio y un ignorante, hay un
semi-saber, que, con regular aplicación, el auxilio de la expe-
riencia y el de los buenos libros, puede atenderse á cuantas in-
dicaciones se ofrezcan y curar á los enfermos, ya con uno, ya
con varios medicamentos.
La necesidad de emplear más de un medicamento y de repe-
tir las dosis, para combatir un cuadro de síntomas, lo mismo en
las enfermedades agudas que en las crónicas, está reconocida y
puesta en uso generalmente por todos los prácticos. En las agu-
das, sobre todo, es muy raro el caso en que baste un solo medi-
camento para curar á un enfermo, á no ser que la indisposición
sea sumamente transitoria. En las crónicas, no es tan común se-
guir el mismo procedimiento, así como es conveniente, algunas
veces, la repetición alternativa.
El procedimiento de la repetición alternativa, fué ya inicia-
224 BOLBTm CLÍNICO.
do por el mismo Hahnemann, aunque con algunas restriccio-
nes. Así lo expresa el Dr. Hering en una memoria, sobre la re-
petición de las dósiíf qn& publicó en 1846, y que forma parte de
la introducción á la obra de Boenninghausen sobre la principal
esfera de acción de los medicamentos antipsóricos, trabajo im-
portantísimo para la práctica que recomendamos á nuestros
alumnos.
Dice el Doctor Hering, á propósito de estas repeticiones, en-
tre otras cosas lo siguiente: «me ha ocurrido, aun en casos
de enfermedades crónicas, hacer seguir rápidamente un an-
tipsórico á un otro, cuando cada uno de por sí no respondía
más que á una parte de los síntomas; por ejemplo: daba á un
enfermo que padecía una afección del hígado, desde luego J^aU-
carb., y algunos dias después, Carbo-veffetaMlis, todo ello con
un resultado brillante. En casos análogos, ninguno de estos dos
medicamentos dados aisladamente, habría podido efectuar una
curación semejante.»

Después de estas cortas advertencias que nos hemos permi-


tido hacer á nuestros alumnos, por si ellas pueden contribuir al
mejor ejercicio de la práctica de la homeopatía, (1) réstanos in-
dicarles algunos de los principales libros que, desde luego, de-
ben ser objeto de su estudio.
Dicho se está, que las primeras obras que necesita conocer
todo médico homeópata, y que nunca se leerán bastante, son
las de Hahnemann, á saber: Organon ó exposición de la Doc-
trina médica homeopática, (2) Tratado de la Materia médica pu-
ra (3). Doctrina y tratamiento de las enfermedades crónicas (4),
Estudios de medicina homeopática (5).

(1) Los que deseen instruirse en mayor escala de cuanto convie-


ne saber pnra practicar la medicina homeopática, pueden consul-
tar la obra del Doctor Jahr, titulada Principios y reglas que deben
guiar en laprietiea de la homeopatía. Un tomo en 8.omayor, francés.
(2) Un tomo en 8.«>, traduc. al español.
(3) Tres tomos en 8.°, francés, traduc. del alemán.
(1) Tres tomos, en 8.», francés, traduc. del alemán.
(5) Un tomo en 9fi, francés, traduc. del alemán.
BOLBTIN CLÍNICO. 225
Además de estas obras fundamentales, que puede decirse
son, el A B C de la homeopatía, hay otras muy importantes, y
también varios Repertorios ó Manuales, que aunque no recono-
cen otra base que las producciones del Maestro, tienden todas,
por métodos más o menos acertados, á facilitar el penoso estu-
dio de la jl!fffím« médica pura, especialmente, y á dar reglas
concretas para la aplicación de los medicamentos.
En este caso se encuentra la obra del Dr. Jahr, titulada JVue-
m manual de medicina homeopática, (1), el cual está dividido en
dos partes. La primera contiene las patogenesias ó efectos pu-
ros de los medicamentos: la segunda es un repertorio terapéu-
tico y sintomatológico, con advertencias ó avisos clínicos.—De
esta obra matriz, ha entresacado su autor lo que corresponde á
los tratamientos de las enfermedades de la piel, de la mujer, de
las afecciones nerviosas y mentales, de los padecimientos del
aparato gástrico, etc., etc., y los ha publicado en otros tantos
libros. Su farmacopea homeopática ó historia natural y prepara-
ción de los medicamentos, es necesaria además para un médico
homeópata.
Pero hay otra obra del Dr. Hartmann (2), titulada Terapéutica
homeopática de las enfermedades acudas y crónicas, que conside-
ramos sumamente útil para los principiantes: por su compo-
sición y método, puede decirse que sirve de puente á los que
abandonan la terapéutica antigua y desean practicar la homeo-
patía.—Bel mismo autor hay un tratado de enfermedades de los
niños igualmente recomendable.
Las obras que pueden llamarse de consulta, son varias. Todo
lo que ha publicado el Dr. Boenninghausen es digno de estu-
diarse, incluso su último trabajo titulado, Olosa de los aforismo
de Syppócrates (3), el cual representa una suma de conocimien-
tos y de experiencia admirable.
El Doctor Granier de Nimes, publicó unas conferencias so-
bre homeopatía, de extraordinario mérito, y últimamente un
Diccionario (4), dedicado «á la gloria de Hahnemann» tan me-

(1) Cuatro tomos en S.", traduc. al español.


(3) Dos tomos en 8.*, traduc. al español.
(3) Dos tomos en 8.0 mayor, en francés, traduc. del alemán.
(4) Dos tomos en ífi, francés.
Vh
226 BOLBTIN CLÍNICO.

tódico é ilustrado que contiene todas las adquisiciones y todo el


saber médico-homeopático hasta nuestros dias.
La obra, aunque incompleta, del Doctor Lafitte (1), titulada,
Sintomatoloffia homeopática, dedicado «á su querido y venerado
Maestro S. Eahnemann, es un trabajo incomparable por lo in-
menso y lo prolijo. Su autor hace constar, en casillas separa-
das, la naturaleza de la sensación patológica, síntomas acceso-
rios, causas, condiciones, agravaciones, alivios, cesación y por
último señala el medicamento ó medicamentos que reúnen en
sus síntomas puros, ima, dos, ó más, de estas condiciones; indi-
cando también el número que tiene cada síntoma en la Materia
mMicajmra.
Los que no hayan podido adquirir esta obra fundamental de
Hahnemann, pueden servirse de la del Doctor Parseval (2), ti-
tulada Observaciones prácticas de Samuel Hahnemann. Este au-
tor, tomando por motivo de su trabajo las dificultades, de todos
conocidas, que ofrece el conocimiento de las condiciones carac-
terüiicas de los medicamentos, tal y como se hallan descritos
en la Materia médica primitiva, presenta, en este bien medita-
do trabajo, los medicamentos principales y mejor estudiados por
Hahi}emann y sus primeros discípulos, bajo el aspecto de sus
condiciones fisionómicas y clínicas, haciéndoles preceder del
mismo importante y»¿cw sintético, que el fundador de la homeo-
patía hace de cada uno de los principales medicamentos en su
obra, y pone á la cabeza de sus respectivas patogenesias. Esta
última circunstancia, hace doblemente recomendable este libro.
Loa ilustrados Doctores Teste y Espanet, han publicado tam-
bién libros importantes y de vastísima erudición. El primero, la
¡Sistematización práctica de la materia médica; y el segundo, un
estenso Tratado de materia médica y terapéutica.
Abundan, además, como todos sabemos, multitud de Manua-
les ó Guias del Médico homeópata, siendo el Manual del Doctor
Bering, el que se ha hecho más popular entre las familias, si
bien por el caudal de conocimientos científicos que contiene,
puede ser tan útil á un médico, como á la vez, lo es á los pro-
fanos.

(1) Ün tomo en folio de 075 págs., en francés.


(2) Un tomo en 8.o, francés.
BOtBTIM OLfMIO}. 227
Existen muchas monografías destinadas á estudios especia-
les, así de enfermedades esporádicas, como endémicas, epidé-
micas y contagiosas. En este caso se encuentran, el Traiamien-
to de la pulmonía por el Doctor Tessier; \e./lebre intermitente pa-
lúdica por Espanet; el estudio, patogenesia y aplicaciones tera-
péuticas de la Tarántula por el ilustre Marqués de Nuñez; tra-
tamiento de las enfermedades sifiUticas por León Simón; y las
descripciones y tratamientos de la Viruela, Medre amarilla y
Cólera morho-asiático, por varios médicos homeópatas, asi na-
cionales como extranjeros.
Forman también parte de nuestra literatura homeopática
otras varias obrai, y muy particularmente la Historia de la
doctrina médica horneopática, por el Doctor Rapou, de Lyon, (1)
las sabias lecciones del Doctor León Simen (padre) (2) y las no
menos instructivas y abundantes en conocimientos científicos
bajo diferentes é interesantes aspectos, de nuestro ilustrado com-
profesor de este Instituto, Doctor D. Anastasio García López; y
sobre todo lo que llevamos expuesto, hallarán nuestros alum-
nos, en la colección del periódico de la SociedadHahnemanniana
Matritense, que consta ya de 33 voliimenes, lo más notable que
se ha publicado, tanto en Europa como en América, desde 1847
acá; y.cuanto de todo ello, se ha podido comprobar en la prác-
tica por distinguidos observadores de nuestro país.
La pureza de los principios Hahnemannianos, que defendió
siempre este periódico á cuya confección hemos contribuido,
con muy "raras excepciones, todos los médicos homeópatas es-
pañoles, le abrió paso en todas las partes del mundo, porque en
todas partes, la mayoría de los médicos homeópatas está con-
vencida de que, á pesar de los ataques más ó menos embozados
que ya directamente, ya afectando introducir reformas, se diri-
jen contra la pura doctrina del Maestro, ésta, por su propia bon-
dad, sigue y síeguirá su camino, que es el camino del bien, has-
ta que aparezca otro genio, que hoy aun no existe, que, como
decia con graü fuerza de convicción un ilustrado escritor, «le-
vante un edificio más sólido y más regular que el que intentan
destruir.»

(1) Dos tomos en 8.o francés.


(2) Era el ano 1836.
SS8 BOLBTIN OLÍNIOO.

LAS AOÜAS MINlRAyiS Y LA TERAPÉUTICA HOMEOPÁTICA.

Es cuestión digna de estudio la que envuelve el anterior epígra-


fe, tanto por la importancia que en sí entraña considerada bajo el
punto de vista clínico, como porque desde muy antiguo la escuela
alopática se atribuye el esclusivo empleo de tales agentes terapéu-
ticos, utilizando á su vez esta infundada atribución como arma de
ofensa contra la homeopatía; y como si ésto no fuera bastante para
llamar nuestra atención é impulsarnos á estudiar detenidamente
este asunto; entre los mismos homeópatas se cuentan algunos que
repelen el empleo de las aguas minerales por creerlas contrarias á
los principios hahnemannianos, obligándonos á que abordemos la
cuestión para dilucidar hasta qué punto son ciertas las aprecia-
ciones de los individuos de ambas escuelas.
Innegable y cierto, es que la Medicina alopática, ha tomado
siempre de donde quiera que los ha hallado, la multitud dexeme-
dlas que hoy registra en su terapéutica, y que parece ha dedicado
sus simpatías más principalmente hacia aquellos que el uso ha san-
cionado y que denomina ab usu í» morbis, como pretendiendo dis-
frazar con esta frase, á lo que en lenguaje científico y serio no pue-
de darse otro nombre más que empirismo-, y como quiera que las
aguas minerales, verdaderos remedios, en su origen, casi todas han
sido descubiertas por hechos casuales y resultados prácticos inme-
diatos, la alopatía ñel representante del empirismo médico, ha
proclamado y exigido como suyos estos poderosos medios, asistida
del derecho que la préstala absoluta carencia de principios ñjosy
científicos.
Pero no obstante, si en los anteriores tiempos pudo tolerarse
esta apropiación por la falta de datos para eman ipar de la pro-
tección y dominio de la alopatía á las aguas medicinales, hoy día
en que el hahnemannismo fulgura en el inmenso espacio de la me-
dicina para iluminar y vivificar ¿ todas las escuelas médicas con
los irresistibles rayos de la verdad científica, á la manera como el
brillante sol de nuestro sistema sideral envía con sus destellos el
BOtBTIN CLÍNICO. 229
TlTiflcante luminoso y calórico 4 los demás planetas, los homeópa-
tas no podemos menos de protestar y hacer ver á los unos que las
aguas medicinales están dentro del criterio terapéutico de nues-
tra escuela, y 6 los otros, que deben rehusar sus escrüpulos y em-
plear agentes terapéuticos que no solo no se contraponen á los
principios hahnemannlanoa, sino que est&n sancionados por el
ilustre Maestro que los fOTmuló.
La ley de los semejantes, invariable y segura senda para llenar
las indicaciones prácticas, es una fórmula antigua deducida de la
observación y comprobada por la experiencia, ley que Hahnemann
instituyó como criterio terapéutico exclusivo en la práctica médi-
ca, y del cual no se separa ningún agente medicinal; las aguas mi-
nerales asi como todos los demás medicamentos, obran y ejercen
acciones favorables al restablecimiento de la salud en el organis-
mo enfermo, porque son capaces de despertar acciones morbosas
análogas á las que curan, hecho observado por la esperimentacion
en el individuo sano.
La historia de todos los manantiales, nos demuestra que comen-
zaron á emplearse, ó bien porque un hecho casual recomendó su
empleo para la curación de tales ó cuales estados morbosos, ó bien
porque prevenidos los hombres de ciencia acerca de la mineraliza-
cion de un agua, las aplicaron en aquellas enfermedades que se
habia observado se curaban en aguas de análoga composición á la
que nuevamente se descubría; ¿pero era esto una meta ñja é inva -
riable para llenar las indicaciones? no puede tomarse por tal y
sancionarse en el verdadero concepto que la ciencia lo exije, aun-
que puede instituirse como base para ulteriores experimentos que
comprueben una vez más la veracidad del Similiu similibut, única
condición que debe llenar todo agente terapéutico previamente
comprobado por la experimentación flsiol(^ca, para entrar de ple-
no en la terapéutica homeopática.
Las aguas minerales no obran en virtud de acciones fisico-
químicas dependientes de uno ó más de BUS principios mineraliza-
dores, porque si asi fuera bastarla mezclar tales componentes y en
las cantidades que el análisis acusa en cada manantial, para tener
uó agua nalneral artificial tan eficaz como la que la paturaleza qos
230 BOLETÍN oLÍmoo.
ofrece en sus fuentes. No basta reunir todos los componentes y en
las proporciones debidas, revestirlas de los caracteres físicos y quí-
micos que tienen lasMturales para crearlas artificialmente, nó; el
dinamismo en virtud del oual ejercen su acción terapéutica, no le
podemos crear de una "rannera artificial, y por consiguiente las ten •
driamos des^voTistas de la acción medicinal que pretendemos bus-
car, y que solo de éste puede ser dependiente. Es evidente que la
actividad medicamentosa de una sustancia, no depende de la can-
tidad empleada, sino de las condiciones en que su dinamismo se
encuentra, y solo asi puede comprenderse que sustancias tenidas
por inactivas adquieran propiedades diversas por la sola sucusion
de su masa que en nada altera la composición química, ni produ-
ce modificaciones apreciables por los medios físico-químicos del
orden analítico. Una prueba de este aserto, la tenemos en las aguas
medicinales, cuyos componentes químicos se hallan en proporción
nes tan exiguas y mínimas, que no podemos damos cuenta de su
modo de obrar, por las reacciones de sus mineralizadores, ni menos
aun por las accionesfisiológicasque ellos despiertan, no sabiendo
¿ qué punto dirigir nuestra vista para poder encontrar la explica-
ción razonada y clara de que pretendemos darnos cuenta si hemos
de satisfacer nuestro legítimo deseo de completar el estudio tera-
péutica de estos agentes.
Afortunadamente la escuela homeopática tiene un concepto
más fúndalo y científico acerca del modo de obrar de los medica-
mentos, y por consiguiente nos ilumina con el mismo en la inves-
tigación de tan importante problema aplicado & las aguas minero-
medicinales, que alfinno son más que sustancias medicamentosas
y como tales han de regirse por las mismas leyes que todas las de-
más que se hallan comprendidas en las farmacologías. Es cierto
que la fwma varia, pero no la entidad. Las aguas minerales son
medicamentos complejos en los ouales cada uno de sus minerali-
zadores no desempeña otro papel que el de factor de una suma to-
tal cuyas pK^edades finales son las demostradas y atribuidas á
cada manantial; ¡wetender que las agnas ferruginosas combaten
la anemia por el hierro que contienen, que las sulfurosas curan las
dcvmatoses por el azufre en ellas combinado, asi como las azoadas,
BOLBWN OlJííIOO. 2Sl
las enfermedades bronco-pulmonares por el nitrógeno que llevan
en disolución, es una opinión errónea y fácilmente rebatible por
una observación atenta y una experimentación bien hecha. Todos
los principios contenidos en los manantiales son otros tantos ele-
mentos cuya agrupación resultante dá por término la constitu-
ción del medicamento complejo designado con el nombre del ma-
nantial, y cuyas acciones químicas y dinámicas aisladas, nece-
sariamente han de modificarse con las de los demás componen-
tes, á la manera de cómo se modifican las de los diversos cuerpos
del orden orgánico ó inorgánico de cuya combinación resulta la
belladona, el acónito, ü otro medicamento de los que diariamente
empleamos en la práctica.
El dinamismo de los medicamentos, esa atmósfera defluidocós-
mico que se compenetra en cada cuerpo constituyendo la parte ac-
tiva de los mismos, y que se modifica por los diversos procedimien-
tos farmaoodinámicos conocidos, existe también en las aguas mi-
nerales y no otra cosa que su dinamismo son las acciones termo-
eléctricas tan aceptadas en la actualidad para explicar su manera
de obrar, y del cual no podemos prescindir para comprender su ac-
ción terapéutica. Solo así nos es dado explicar que la esfera de ac-
tividad de las aguas minerales sea tanto más extensa cuanto más
pequeña es su mtneralizaoion, y tanto más reducida por consi-
guiente cuanto más crecida sea la cantidad de principios fijos, en
ella comprendidos, porque si bien en éstas las acciones fisico-
químicas son más fáciles, las dinámicas son más limitadas, y por
consiguiente las curaciones más raras y difíciles, verdad evidente
que patentiza el crasísimo error en que el vulgo y muchos médicos
incurren al juzgar las aguas minerales tanto más ricas cuanto en
mayor proporción se encuentran sus diversos mineralizadores.
La Hermida, Ledesma, Uberuaga de A.lzola, Alhama de Aragón,
Betelü, Montemayor, Sobren, El Molar, Fltero (baBos viejos), Segu-
ra de Aragoni PuertoUano, Panticosa, Caldas de Oviedo y de Mom-
bay, y otros manantiales en que diariamente se están observando
casos de curación notabilislmos, apenas ofrecen principios fijos en
combinación, resaltando al mismo tiempo que el total de éstos está
armado por la agrupación de muchas sales distintas, lo cual prue-
232 BOLBTm CLIKÍCO.
ba que han de entrar en tan pequeñísima proporción cada una de
ellas, que seria quimérico en estremo el pretender esplicar los
•ert

efectos de las aguas por las accionesfisiológicasde sus mineraliza-


dores, ó atribuyendo y relacionando la de cada uno de los mismos
con un grupo de las enfermedades curadas.
Las aguas arsenicales casi todas son de escasa mineralizacion y
puede asegurarse son unas de las que más resultados provechosos
proporcionan álos enfermos que se someten á su terapéutica, ase-
verando desde luego que no dependen esos resultados de la gran
cantidad de sus componentes químicos, toda vez que no reúnen esta
circunstancia, y sí del dinamismo medicamentoso en ellas exis-
tente y de la mayor disgregación en que los átomos de los minera-
lizadores han de encontrarse, tanto más extensa cuanto menor
sea la cantidad de arsénico en ellas contenida.
El dinamismo es In fuerza modificadora de los átomos materia-
les de cada cuerpo, y como toda fuerza en acción no puede produ-
cir más que un movimiento, de aqui que éste sea tanto más inten-
so y se verifique con más libertad, cuanto más disgregados se en-
cuentren los átomos del cuerpo, puesto que en este caso, no han de
oponerse obstáculo unos á otros; el movimiento atomístico es pe-
culiar á cada medicamento, y es lo que hace que la modificación
que necesariamente ha de imprimir á la atmósfera de dinamismo
que por doquier rodea á los átomos, sea siempre la misma en cada
sustancia medicinal, individualizándose y constituyendo la activi-
dad que caracteriza el medicamento, por eso el dinamismo es inse-
parable de la sustancia medicinal, por eso á su vez también la ma-
teria medicamentosa no podría ejercer acción, privada de la sus'-
tancia-fuerza ó dinamismo en ella existente, y como quiera que la
facilidad de los movimientos atomísticos está en razón directa de
BU disgregación y la atmósfera dinámica es tanto más estensa
cuanto mayor sea la ostensión atomística de los medicamentos, de
aquí que las aguas medicinales tengan una esfera de acción más
extensa, cuanto menor sea la cantidad de mlneralizadores en ella
contenidos, puesto que más disgregrados y en mejores condiciones
de movimiento han de encontrarsa sus átomos constituyentes.
LM corrientes eléctricas observadas en las aguas minerales y
BOLETÍN G3EÍNI0O. 233
de las cuales muchos módicos hacen depender su acción medicinal
es la hipótesis más racional y la dníca sostenible en buena lógica,
pero que no por eso esté en contraposición con nuestra teoría dina-
mista sino que es exclusivamente una comprobación á la misma,
El dinamismo sabemos que es una parte de la sustancia-fuerza que
en todas partes existe individualizada en cada medicamento, mo-
dificándose por la influencia material del mismo ó influenciando á
su vez á la materia medicamentosa por su potencia dinámica; este
dinamismo adquiere diversas é infinitas modificaciones, modifica-
ciones que en la actualidad no podemos prever é indicar de ante-
mano, por carecer de medios exactos para su apreciación, pero que
sin embargo muchas nos son conocidas. La electricidad de los cuer-
pos desarrollada por el frote, al mismo tiempo que se desprende el
calor', no es más que una de las diversas manifestaciones dadas por
su dinamismo, cuando por efecto de varias condiciones se le pone
en actitud de poder manifestarse de ese modo; pues bien, ese mis-
mo dinamismo sometido á la acción de subterráneas causas como
son el frote continuo, las diversas reacciones químicas ó simple-
mente de presencia catalíticas de los modernos, hace que en las
aguas minerales aparezca bajo la forma deflaidoeléctrico magnéti-
co ó de otra especie capaz de determinar acciones curativas tan va-
riadas, como se observan en los establecimientos de aguas minera-
les; mas no se quiera argumentar que ese fluido, es idéntico á el
que desprenderse puede de una pila voltaica ó de una máquina de
disco, no; la electricidad de las aguas minerales se produce en muy
distintas condiciones, está continuamente influenciada por la pre-
sencia de cuerpos químicos de variada composición y así como so-
bre éstos ella ejerce una evidente acción, á su vez ha de sufrir mo-
dificaciones más ó menos variadas, que la impriman diferencias de
la que podemos producir artificialmente, al menos en lo que se re-
lacione con su acción terapéutica. Vemios pues que las aguas mine-
rales así como todos los demás medicamentos tienen una actividad
dinámioo-medicinal, que corrobora una vez más la idea que acerca
del modo de obrar los medicamentos, nos legó Hahnemann al cons-
tituir la verdadera ciencia médica representada en su sistema.
Ahora bien; probado que el dinamismo es la parte activa dQ l^tf
234 BOLETÍN CLfmco.
aguas minerales ¿qué criterio terapéutico debe regirnos para su
aplicación? La respuesta es fácil toda vez que el único lógico y el
único al cual obedecefrtas sustancias medicinales, es el criterio de
la similitud, ó ley de los semejantes.
El razonamiento y la observación son los dos caminos que pue-
den llevamos & la demostración de que las indicaciones hidrológi-
cas, deben llenarse por la ley de la similitud; para persuadirse del
primero basta recordar todo lo expuesto en las obras de homeopa-
tía al defender el principio terapéutico de la escuela hahnemannia-
na y por lo tanto he de prescindir de todas esas reflexiones para no
ser molesto en el presente artículo, ocupándome principalmente de
los hechos de observación, casuales los unos y esperimentales los
otros, pero que diariamente los estamos presenciando al pié de los
•» manantiales medicinales.
Es un hecho frecuente ver individuos que acompañando enfer-
mos contraen catarros bronquiales por la inspiración de los gases
desprendidos en el balneario de Panticoss, fenómeno que también
se ha observado en Caldas de Oviedo y Ledesma, llegando esta le-
sión de las vías respiratorias, hasta el estremo de provocar hemo-
tipsis más ó menos intensas, según lo sea también la enfermedad
que las ha originado.
Muchos enfermos que concurren para combatir erupciones her-
péticas en establecimientos cuyas aguas se emplean para estos pa-
decimientos, se vén invadidos de neuralgias de carácter reumatoi-
deo, ó de otras alteraciones de las que desaparecen bajo la acción
de las mismas aguas.
En Ledesma, punto donde más observaciones he podido reunir,
es sumamente frecuente ver que individuos sanos que deseosos de
tomar baños así lo hacen, adquieren dolores de carácter reumático,
erupciones pustulosas ó de otro orden análogas á las herpétlcas que
tan fácilmente ceden en este balneario; es práctica seguida en este
punto, el empleo preventivo de compresas de agua ftía á la cabera
durante el baño, para evitar los mareos y síntomas de hiperemia al
cerebro, que tan fácilmente se presentan por la aplicación de estas
aguas, y es innegrable que si se abandonan el uso de tal medio pro-
jlláotioo, la hiperemia podría llevarse hasta la congestión y apo-
BOLETÍN ouNico. 235
plegia, ocasionando las parálisis centrales que hemos visto curarse
repetidas veces en este Establecimiento.
La cloro-anemia con todos sus síntomas, es patrimonio de los
habitantes de regiones en que las aguas potables llevan en disolu-
ción gran cantidad de «ales ferruginosas, y muchos más casos po-
dría citar en corroboración de mi opinión de que las aguas minera-
les como todos los demás medicamentos, curan aquellos trastornos
morbosos, análogos á los que ellas mismas producen, experimenta-
dos en el hombre sano afirmando una vez más el criterio terapéu-
tico de la escuela hahnemanniana, si no creyera molesto el insistir
más sobre este punto.
Fáltame abordar la tercera cuestión que se relaciona con las
aguas minerales, y es la de su esperimentacion fisiológica. Verda-
dero caballo de batalla en el cual disienten notablemente no solo
los alópatas y homeópatas respectivamente, sino los individuos de
la escuela tradicional entre sí, defendiendo los unos la experimen-
tación clínica, y otros lafisiológica,pero practicada tan incomple-
tamente como siempre lo han hecho con todos los agentes medica-
mentosos.
D*. ESPARZA DoMiiiasiz.
(Se concluirá).

SORDERA CON RUIDOS E N LA CABEZA,


poB EL DE. B . T. COOPBE, PBOFESOB ESPECIALISTA BN
ENFEBMBQADES DBL OÍDO.

Se ha notado, y fácilmente se vé, que los enfermos del oido pre-


sentan muy pocos sintomas no solo referentes al órgano enfermo,
sino de otro cualquier género. Sea que se emplea nuestra atención
en observar el oido con exclusión de otras partes del cuerpo, sea
que en realidad gozan de salud en los demás órganos ó que desean-
do que se les miren sus oidos no quieren entretener al observador
ni advertirle, ó sea por ultimo que las ideas que prevalecen sobre
236 BOLBTIN CLÍNICO.
las especialidades es k referir la enfermedad solo al punto lesiona-
do, ello es que se hace difícil el obtener una larga enumeración de
síntomas en los enfermos del oído.
Entre los síntomas que se encuentran en conexión con las enfer-
medades del oido, no es necesario indicar que la sordera encabeza
la lista; pero los que se presentan también á menudo son los rui-
dos de oidos que muchas veces coexisten con la sordera siendo en-
tonces muy rebeldes al tratamiento.
Pues bien, con esta parquedad de síntomas tenemos que buscar
los remedios entre un escaso número de sustancias, algunas de las
cuales son tan importantes y nos prestan tantos servicios, que nos-
otros las colocamos como estandarte de nuestra tcrapóutica. Lo
prueba el caso siguiente en el cual he tenido que ensayar muchos
medicamentos. Es verdad que de Agaricus como medicamento del
oido, sé poco y que de Slaphisagria auwque muy reputado por nues-
tros mn.estros he obtenido poco resultado, pero en cambio. Calcárea
carbónica, Cubeba, Magnesia carbónica y Mosclins son—juzgados por
mi experiencia personal—de mucho servicio al médico aurista.
El caso es éste. Una muchacha de 26 años de edad, de cabellos
negros, viva mirada, dedicada & maestra de música, entró en el
hospital el G de Enero de 18?:Í con sordera que hacia siete años ve-
nia padeciendo y que habia sido tratada en el hospital de Gray de-
dicado á esta especialidad desde hacia cinco años, y en donde le
habian hecho la sección de las amígdalas, lo cual, dccia ella, le
habia causado una alteración muy sensible en la voz, y ciertamen-
te su voz era ronca, seca, con una aspereza que no es natural. Su
sordera dice que fué ascendiendo gradualmente, pero el ruido ha
crecido más desde los últimos tiempos; es como un silbido que au-
menta por las tardes. El sueño es inquieto. La defecación regular;
el apetito poco, catamenia regular, pero el ruido aumenta siempre
durante el período. Audición á distancia: por el oido derecho á. 2
pulgadas; por el izquierdo únicamente en contacto directo. Pres-
cripción Calcárea c , 200' una gota cada quince dias.
línero 20 de 1883.—Fué mejor la primera semana. Audición: oido
derecho á distancia; izquierdo en contacto directo. Cale. c. :íO".
Febrero 3.—Mucho crujido en la mandíbula inferior izquierda,
el cual cuando se acuesta de e.sc lado, se muda al opuesto, lical-
mente oj^c mejor. Slaphisagria 200' cada 15 dias.
Febrero 17.—La respiración es muy corta y ha tenido palpita-
BOLETÍN CLÍNICO. 237
clones do corazón. Los ruidos en IÍÍ cabeza no son tantos. A menu-
do tiene latidos en la cabeza. Vértigo peor por la tarde. Muchas
veces trastorno con indigestión. Agaricus mus. 30" como los demás.
Marzo 3.—Los ruidos están muy mal; poro se siente en lo demás
mejor. Audición; derecho ñ'/,; izquierdo 3. Continúese.
Abril 7.—Ha estado sin cambiar nada. Cubeta 3 X quince gota s
para quince días.
Abril 28.—Mejoría estacionaria. Tiene una sensación de quema-
dura sobre toda la cabeza cuando se levanta de repente. Magnesia
carbónica 30".
Mayo 19.—Mejor los ruidos; tiene alguna flema en la garganta.
Ilidrastis 3 X dos glóbulos tres veces al dia.
Junio 2.—No ha mejorado en la audición desde primeros de Ma-
yo. Nota que no puede andar mucho pues sus piernas tiemblan. Au-
dición: derecho T); izquierdo 3. Mnschus G".
Junio 16.—lista mucho mejor cada dia, oye bien y los ruidos
han disminuido. Ella puede trabajar ahora sin inconveniente en su
tarca de pianista. Audición: derecho 6; izquierdo 4.
lis notable el poder de Moschus para aliviar el ruido de oidos
cuando existe una pronunciada debilidad nerviosa. Aliviando ese
ruido causa también un alivio en la audición. De otro lado, la me-
joría en la audición fué indudablemente debida á Magn. c. y á
Cnic. c. 30". La 200" de Calcárea no tuvo perceptible influencia.

LA HOMEOPATÍA EN ALMERÍA.
Hace pocos meses, que sintiendo algunas distinguidas familias
de la ilustrada ciudad do Almería, la necesidad de que en dicha po-
blación existiese un representante de la doctrina médica homeo-
pática, hubieron de reunirse para concertar unas bases, que sir-
vieran de garantía de estabilidad en lo futuro para el medico que
fuese designado como capaz de desempeñar la misión que aquellas
familias le hablan de proponer. Alma maler de aquel pensamiento
y de su cabal éxito fué el distinguido doctor homeópata de esta
238 BOLBTIN CLÍNICO,
corte, nuestro distinguido amig'oD. Pedro de Aróstegul. Un joven,
que no por serlo era menos docto, el Sr. D. José Bocafull y de Mon-
tes, práctico en te^'^éutica homeopática casi desde que acabó su
carrera, fué el designado para médico-homeópata en aquella
ciudad.
Recibido en Almería, nuestro amigo el Sr. RocafuU, con gran-
des muestras de simpatía, no solamente ha logrado aumentar
aquella clientela distinguida que podríamos llamar o/ieial, puesto
que era ya obligatoria, sino que ha logrado también propagar
grandemente en aquella población nuestra doctrina, conquistando
para ella una porción de adeptos, hasta el ponto de haberse creido
aquel ilustrado Ayuntamiento en el deber de establecer en aque-
lla localidad un dispensario homeop&tico subvencionado con sus
fondos.
Naturalmente, esta serie de triunfos debidos al Sr. Rocafull,
no debian ser del agrado de los representantes de la vieja escuela
que por boca del Sr. Domenech, han sostenido en un periódico de
aquella localidad, discusión animada ¿obre el valor de nuestra
doctrina médica, discusión que ha terminado, desertando del cam-
po de la lucha el alópata Sr. Domenech, á quien tenemos mucho
gusto en conceder dotes de audaz polemista.
Ha concluido también, con la publicación en el Boklin oficial de
la ciudad de Almería del siguiente anuncio:

ALCALDÍA CONSTITUCIONAL DE ALMERÍA.

D. José Alventosa Pérez, Alcalde accidental de esta capital.


Hago saber: que solicitada por varios vecinos de esta capital, la
creación de una plaza de Médico-Cirujano titular para la consulta
de los enfermos pobres de esta capital que desean se establezca el
sistema de curación que profesa la escuela homeópata, la corpora-
ción acordó en sesión de 18 de. Agosto próximo la creación de dicha
plaza de Médico titular para la consulta de los enfermos pobres
que prefieran ese tratamiento, h cuyo efecto ha dispuesto se |H>O-
vea por concurso dicha plaza dotada con el sueldo anual de 999 pe-
setas, pnbUoando este anuncio en el Boletín, para que en los IS dias
algolentes, puedan presentar solicitudes ios que se crean con dere-
BOLETÍN OLÍNIOO. 239
cho á su desempeño, conforme A las condiciones del pliego que
obra en esta secretaría municipal.
Almería 24 de Setiembre de 1883.—J. Alventosa.—Por acuerdo
del Excmo. Ayuntamiento, El Secretario accidental, Andrés Mi-
guel Campos.
Después de ésto nada hemos de añadir, sino dar la enhora-
buena al Sr. Eocafull por sus éxitos, á la población de Almería por
que cuenta con tan buen médico, y al Sr. de Aróstegul por sus es-
fuerzos en pro del desarrollo de la homeopatía, y de los intereses
de los jóvenes que se dedican á practicarla.
La conducta de los habitantes de Almería, no será infructuosa.

DR. RoomODÍZ PlWILlA.

VARIEDADES.
—BIBLIOGRAFÍA.—LA METALOSCOPIA T LA MITALOTERAFIA Ó EL BDR-
ooisao, por el Dr. Dumonlpallier.—Traducción de D. Manuel Flores y
Pld, Licenciado en Medicina y Cirujia.
El autor de la traducción de Las Enfermedades Nerviosas de
Charcot, sigue por tan laudable senda d&ndonos hoy una versión
castellana de varios trabajos notables de los Dres. Dumontpallier,
Burq, Luys y Charcot. En un libro impreso con lujo y que á pesar
de ésto y de tener 300 páginas en ifi no cuesta más que tres pese-
tas, reúne el Sr. Flores: dos conferencias sobre Metaloterapia dadas
por Dumontpallier en el hospital de la Piedad; dos informes dados
á la Sociedad de Biología, sobre el Burquismo, por Charcot, Luys y
Dumontpallier de que es ponente el ultimo; y finalmente dos capí-
tulos de Charcot sobre la histero-epilepsl» y la hiperestesia ova-
rica.
El burquismo, conjunto de estudios y leyes sobre aplicación de
los metales para la curación de algunas enfermedades, y, llamado
así como para inmortalizar el nombre del descubridor de tan curio-
sos fenómenos, ha merecido ser estudiado, admitido y considerado
240 SfotBTiK ctíinoo.
por corporaciones tan doctas como la Sociedad de Biología de París
cuyos miembros no han hecho solo un estudio de aquello que se
proponía á su consid'é^acion, sino que han engrandecido el asunto
con su poderoso talento.
¿Qué era la Metaloterapia antes de Burq? Miedosa aspiración y
raquitioo engendro.
¿Qué es la Metaloterapia de Burql Claras nociones sobre la in-
fluencia de la aplicación externa de los metales en determinadas
enfermedades y algún bosquejo de la metaloterapia interna.
¿Qué es la Metaloterapia al presente? Un conjunto sistematizado
de conocimientos derivados de observaciones y experiencias que
todo médico debe conocer.
Dos leyes ó principios se deducen de estos estudios sobre los
cuales nosotros debemos llamar la atención; el uno es el principio
de individualización morbosa; el otro se refiere á la dosificación de
los remedios que se emplean: los metales; principios que no son es-
traflos á la homeopatía. «La primera ley, dice Dumontpallier, es que
los enfermos gozan de una aptitud metálica; es decir, que cada en-
fermo parece ser en cierto modo influido por la aplicación externa
de un metal, el cual ha de entenderse que no es el mismo para todos
los enfermos.» La segunda ley—á que nosotros nos referimos—no
tiene enunciado, hasta ahora. Se comprueba observando que sin
neeesidad de ingerir ninguna cantidad de metal se influye sobre la
enfermedad (dosis imponderable) y cuando se administra al inte-
rior bastan dosis pequeñas, más cuanto más homeopáticas.
En resumen: la metaloterapia y la metaloscopia es asunto im-
portantísimo y palpitante, y el libro del Sr. Flores útil por más de
un concepto. Beoiba nuestros plácemes.
—Un ACTO DB coiTEsiA.—El Sr. D. Julián Gsrcia San Miguel, ex-
director dé Beneficencia y Sanidad, y hoy digno Subsecretario del
Ministerio de la Gobernación, ha tenida la galantería que le agra-
decemos por todo estremo de enviar un atento B. L. M. á esta re-
dacción y & las de otros colegas profesionales ofreciéndoles sus ser-
vicios en el cargo con que ha sido honrado por el Gobierno de S. M.
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