Sei sulla pagina 1di 3

ATENCION PSICOLOGICA A PACIENTES CON DIABETES

ENTREVISTA – LIC. LAURA CHEMENA, psicóloga clínica. Reg. Prof. N°6488

El papel del psicólogo frente a otras enfermedades crónicas ha quedado más que
justificado pero, ¿qué papel, a nivel general, desempeña la Psicología en la
atención integral a los pacientes con diabetes?

En una enfermedad como la diabetes resulta esencial la implicación del paciente y


su familia. Una persona puede tener indicado el mejor tratamiento para su
dolencia, pero como no se implique en el mismo, no servirá para nada. Implicarse
significa hacerse responsable de todos sus cuidados, y normalmente conlleva
modificaciones de comportamiento, en aspectos tales como la alimentación, el
ejercicio físico, la toma de medicación, el seguimiento de unos horarios y unas
acciones diarias (muchas de ellas, como las inyecciones de insulina y los
autocontroles de azúcar en sangre, con connotaciones negativas), etc.

Llevar todo ese cambio no es fácil, y la mayoría de los comportamientos a realizar,


a pesar de ser saludables a nivel general (actividad física periódica, alimentación
sana, mantener horarios, etc.), suelen ser totalmente contrarios a los que suele
realizar el resto de la población, o sea, las personas que no tienen diabetes.

¿Qué características diferenciales presentan niños y adolescentes con


respecto a los adultos, y que son importantes tener en cuenta a la hora de
implementar el diseño de intervención?

Un niño o joven con diabetes tiene que ponerse insulina de 4 a 6 veces al día,
tiene que hacerse controles de glucemia en sangre capilar antes y 2 horas
después de cada comida, además de los momentos extras en que sea oportuno.
Con cada glucemia hay que tomar una decisión, mantener el tratamiento o
cambiarlo, y si se cambia, cómo.

Hay que vigilar la alimentación, a veces comiendo menos de lo que apetece, y en


otras ocasiones, comiendo aunque no se tenga ganas para solventar o evitar una
bajada excesiva de azúcar. Todo esto no es más que un ligero y parcial esquema
del día a día de una persona con diabetes.

Cualquier dolencia afectará a nivel psicológico de manera diferente, en función de


la edad que tenga la persona. Si nos referimos a adultos, tendremos en cuenta
que son personas mentalmente ya formadas, con ideas muy claras y personales
de lo que es la salud, la enfermedad, y con unas intenciones determinadas de
hacerse responsables de sus propios cuidados.
¿La terapia es fundamental que incluya a la familia?

El papel de los padres y su forma de afrontar la enfermedad son tan


fundamentales, que de ello depende en gran medida la respuesta del niño o
adolescente. Un elevado porcentaje de los problemas aparecidos en estas etapas
se deben a ello, a la proyección de los problemas e inquietudes paternales sobre
los hijos. Toda persona interpreta las cosas que en su vida le va sucediendo. Los
niños y jóvenes también, de manera que la interpretación que hagan de su
enfermedad es clave para el tipo de afrontamiento que van a tener.

Otra parte de nuestra labor con los jóvenes puede ser valorar su ajuste
psicológico, y otorgarles herramientas y ayudarles para que, sin el perjuicio de su
enfermedad, lleven una vida lo más "normal" posible, que no se sientan distintos al
resto de sus compañeros.

En cuanto al ámbito o nivel afectivo, como se daría la intervención


psicológica, con esta enfermedad?

En el nivel afectivo, están las emociones, es decir, las reacciones emocionales


ante la enfermedad y sus consecuencias. Es fundamental el saber gestionar estas
emociones, ya que ayudarán a afrontar el cumplimiento terapéutico. Entre las
principales emociones se encuentran el miedo, la ansiedad, la vergüenza, la culpa,
la ira, depresión… Estas emociones aparecen tanto el momento de recibir el
diagnóstico como a lo largo del proceso. El papel de la familia y el entorno social
es importante, ya que a veces son fuente de estrés.

¿Cuales con las principales emociones que aparecen al recibir el


diagnóstico de diabetes?

Negación: La sensación de incredulidad, también pensar que el diagnóstico es


incorrecto, que hay un error. La negación también puede ocurrir más tarde,
cuando el paciente ha progresado, pues la información y los cambios de estilo se
tornan una carga demasiado pesada de sobrellevar, por lo que se retoman
comportamientos que se tenían antes del diagnóstico.

Miedo: El miedo se traduce en pensamientos del tipo ¿cómo afectará a la mente


y a mi cuerpo? ¿Es grave? ¿Cómo afectará a mi vida diaria, mi trabajo, etc?
¿Complicaciones? Es muy importante la información y la formación sobre la
enfermedad. Cuánto más se sepa, más fortalecida estará la persona para cuidarse
mejor y mejorar su plan de éxito.

Culpa: Esta emoción viene dada cuando la persona siente que por tener hábitos
no saludables ha propiciado la enfermedad. Se tiene el convencimiento que ha
“dañado” su salud. La forma de afrontar la culpa es el mecanismo de reparación,
mediante un cambio en su comportamiento se trata de reparar, con nuevos
hábitos, el daño infringido.

Ira: ¿Por qué a mí? Este es el pensamiento que emerge cuando la ira, el enfado,
se manifiestan al conocer el diagnóstico. También enfado, por tener que cambiar
de estilo de vida, de afrontar nuevos comportamientos.

Confusión: El paciente se ve abrumado, demasiadas cosas que controlar,


demasiados cambios. Dietas, ejercicio físico, control de niveles de glucosa,
medicamentos. La persona se pregunta cómo volver a llevar una vida normal con
todas estas cosas que controlar. La forma de afrontar este tipo de ansiedades es
la organización, planificación, orden.

Depresión: La enfermedad es una pérdida de salud, y toda pérdida conlleva


trastornos del ánimo. Los estados depresivos, la tristeza, la pena, son frecuentes
al recibir el diagnóstico de la enfermedad. Según algunos estudios las personas
diabéticas tienen el doble de posibilidades de sufrir depresión con respecto al
resto de la población.

CONCLUSION

Buena parte del trabajo psicológico con pacientes deberá destinarse a reparar los
efectos de los diferentes tipos de circunstancias e interacciones que impacta sobre
el paciente provocando que su propia conducta sea el mayor y principal factor de
riesgo para su salud. La combinación de instrucciones y contingencias positivas
por su cumplimiento es uno de los procedimientos más sencillos que se puedan
utilizar en el intento de mejorar la adherencia en el tratamiento, y si a esto se le
une la aplicación de una conjunto de pruebas psicológicas para su seguimiento,
podemos asegurar que el paciente puede tener una mejora en su estado
biopsicosocial.

Potrebbero piacerti anche