En el ámbito futbolístico, se han producido
distintas manifestaciones dentro de la
fanaticada chilena, llevando estas a un
nivel de expectativa sumamente altas. Sin
embargo, los equipos nacionales no han
podido dar el ancho en torneos
internacionales.
Puntualmente hablando, esta situación se
puede reflejar en las mediocres
presentaciones de las escuadras de Chile
tanto en la Copa Sudamericana, como en
la Copa Libertadores. Hechos que
directamente se relacionan con aspectos
técnicos, la mala gestión y organización
del torneo oriundo, así como la poca
inversión de capital en comparación a la
competencia directa (Brasil, Argentina,
Uruguay, Colombia, entre otros países).
En el año 2009, se archivaba la última gran
victoria a nivel continental de un conjunto
chileno. Universidad de Chile conseguía
su primera y única Copa Sudamericana,
con Jorge Sampaoli como gestor de esta
hazaña, y Eduardo Vargas como principal
figura del certamen.
Por otra parte, desde aquel año hasta la
fecha son solo seis escuadras las que han
sorteado la fase de grupos con éxito, de
estos, solamente tres han accedido a los
cuartos de final, y a semifinales dos veces
(Universidad Católica, Unión Española y
Universidad de Chile, respectivamente).
Una estadística preocupante para un país
que se había acostumbrado a celebrar en el
área de la selección chilena. No obstante,
este ansiado éxito no se llegó a vislumbrar
en el ámbito de clubes, y sus respectivas
actuaciones.
En el 2015, año de consagración de “La
Roja”, todos los equipos nacionales que
participaron en el certamen (Colo Colo,
Palestino, y la Universidad de Chile)
fueron eliminados en la fase de grupos. Un
contraste paradójico: por una parte, la
selección nacional se encontraba
(considerada por muchos) en el mejor
momento de su historia, y por otra, los
clubes fueron abatidos rápida e
inapelablemente, generándose una
decepción mayor en el mundo del futbol,
puesto que el buen momento de la
selección hizo creer a muchos que ese
éxito se vería reflejado a nivel local.
Nueve años sin títulos: ya a casi una
década de un mal pasar que vive el futbol
criollo, se ponen en perspectiva los
posibles factores que han dado causa a que
se produjese este prolongado efecto que
pareciese no acabar. Gabriel Mendoza,
campeón con Colo Colo el año 1991, le
atribuyó la culpa a la ansiedad juvenil: "Es
un problema de base, donde los jugadores
jóvenes están saliendo muy rápido del
equipo y los refuerzos no son los idóneos",
dijo el Coca, sumado a esto, el irregular
campeonato chileno, tanto a nivel
logístico, como a la anticipada partida de
valiosos jugadores del medio local,
quienes son transferidos sin mayor
consideración por parte del club, y del
jugador en cuestión, privilegiando el éxito
a corto plazo por sobre una proyección en
el tiempo.